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INSTITUTO TECNOLÓGICO DE OAXACA

DIVISIÓN DE ESTUDIOS PROFESIONALES


DEPARTAMENTO METAL-MECÁNICA
CASO PRACTICO DE “JURISPRUDENCIA
DONDE LA EMPRESA LE GANA AL
TRABAJADOR Y VICEVERSA.”
PRESENTAN:
MALDONADO MUNIVE CHRISTOPHER
JOACHIN SANCHEZ JAIRO ISAY
CASTRO NICOLAS JONATAN
PEREZ MENDEZ ESTEBAN EDUARDO
RAMIREZ EVANS BRAYAM
NUMERO DE CONTROL:
21161050
21161034
22160132
21161067
21161074
DOCENTE:
DR. MARTÍNEZ OLIVERA CHRISTIAN

OAXACA DE JUÁREZ, OAXACA 16 DE MARZO DE


2023
Caso de jurisprudencia donde el trabajador le ganó a la
empresa

Uno de los casos de jurisprudencia en los que el trabajador ha ganado a la


empresa es el caso de "García Ramírez vs. Walmart de México" resuelto por la
Suprema Corte de Justicia de la Nación de México.

En este caso, el trabajador demandó a Walmart de México por despido


injustificado y discriminación laboral. La empresa argumentó que el despido se
debió a una reorganización y que no había discriminación. Sin embargo, el
trabajador presentó pruebas que demostraron que su despido se debió a su
origen étnico (era indígena) y que otros trabajadores de su misma área que no
eran de origen indígena no habían sido despedidos.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación falló a favor del trabajador y ordenó


a Walmart de México pagar una indemnización por despido injustificado y
discriminación laboral. Este caso sentó un precedente importante en México en
cuanto a la protección de los derechos laborales y la lucha contra la
discriminación en el trabajo.

La introducción de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

La audiencia inició con la comisionada Esmeralda Arosemena de Troitiño de la


Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), quien procedió a
realizar la presentación inicial del presente caso.

Se señaló que en este caso la CIDH determinó que las víctimas fueron
arrestadas sin que se les presentara una orden previa de detención y sin cumplir
las condiciones establecidas en la legislación nacional y señaló que no se
pudieron conocer los cargos formulados en su contra ni los motivos de la
detención sino hasta tiempo después.

La comisionada estableció que la figura del arraigo y su aplicación representa


en el caso a discusión una medida de carácter punitivo incompatible con el
principio de inocencia, además de afectar de manera desproporcionada el
derecho a la libertad personal. De igual modo señaló que la prisión preventiva
oficiosa impuesta resultó arbitraria y, por lo tanto, contraria a la libertad y la
presunción de inocencia al tener sólo como sustento la gravedad del delito sin
verificar la presencia de los fines procesales señalados reiteradamente en la
jurisprudencia de la Corte IDH.

En este sentido, la CIDH concluyó que las víctimas fueron afectadas en su


derecho a la defensa y, además, fueron objeto de violencia física y psicológica
incompatibles con la prohibición de tortura puntualizando que los jueces no
cumplieron con su deber de excluir las declaraciones obtenidas bajo coacción.
Asimismo, la CIDH entendió que se afectó la garantía del plazo razonable ya
que a la fecha las víctimas llevan vinculadas al proceso penal por más de 20
años.

Se recordó que el informe de fondo fue notificado al Estado mexicano el 6 de


mayo del 2020 y tras el otorgamiento por parte de la CIDH de tres prórrogas y
ante la falta de avances en el cumplimiento de las recomendaciones,
particularmente la relacionada con la adecuación del marco normativo, la CIDH
decidió someter el caso a la Corte IDH ante la necesidad de obtener justicia y
reparación para las víctimas.

La CIDH señaló que este caso presenta cuestiones de orden público


interamericano, de tal manera que la Corte IDH tendrá la oportunidad de evaluar
la convencionalidad de las figuras del arraigo y la presión preventiva oficiosa
tomando en consideración los requisitos de idoneidad necesidad y
proporcionalidad de las medidas restrictivas de la libertad, así como el deber de
respetar la presunción de inocencia.

La declaración de Daniel García

Vía videoconferencia se nos permitió escuchar a Daniel García Rodríguez, quien


fue llamado a declarar sobre los hechos del caso y en particular sobre la
detención y retención que vivió por parte de distintas autoridades, y respecto el
proceso de defensa y la violación a sus derechos humanos por parte del Estado
mexicano. David Peña Rodríguez, abogado defensor representante de las
víctimas realizó el interrogatorio.

Durante este interrogatorio conocimos que García Rodríguez estuvo durante 17


años y seis meses en la cárcel de Barrientos en una situación más que precaria.
Daniel García fue explícito en señalar las condiciones en las que se encuentran
las cárceles en nuestro país, señalando que no existen los insumos más básicos
como por ejemplo jabón, zapatos, pantalón, cobijas y mucho menos alimentos.
De manera textual señaló que “un pan, café, agua potable, no existe, no hay un
suministro de alimentación y de vestimenta…yo nunca recibí un café…el agua
potable todo y durante más de 17 años mi padre, mi esposa, mis hijos, mis
hermanos costearon mi alimentación y vestimenta”.

El perito propuesto por la representación de las víctimas: José Ramón


Cossío

Posteriormente, vino el peritaje del ministro en retiro José Ramón Cossío, quien
fue citado por la Corte IDH para aclarar dudas sobre las garantías y protección
judicial frente al régimen de detención automática en los procesos penales en
México bajo las figuras constitucionalizadas de arraigo y prisión preventiva
oficiosa, y respecto la incompatibilidad con la Convención Americana de
Derechos Humanos y la doctrina constitucional de la Suprema Corte mexicana
de las restricciones constitucionales expresas como prevalecientes frente las
normas de derechos humanos contenidas en tratados internacionales.

Cossío centró su exposición en responder a la pregunta de si existen o no


restricciones expresas en la Constitución mexicana y, en su caso, si éstas son
o no son contrarias a las normas del sistema interamericano de derechos
humanos.

El perito señaló que hasta ahora la Suprema Corte ha identificado dos


restricciones constitucionales expresas: la primera se refiere a la prisión
preventiva oficiosa; mientras que la segunda se refiere al arraigo. Esto porque
al desarrollarse la tesis correspondiente a la contradicción de tesis también
293/2011 se sostuvo que los derechos humanos contenidos en los tratados
internacionales constituyen el parámetro de control de regularidad constitucional
pero cuando en la Constitución haya una restricción expresa al ejercicio de
aquéllos se debe estar a lo que establece el texto constitucional.

Cossío aseguró, pues, que la Suprema Corte, debido a la jurisprudencia


obligatoria emitida a razón de la contradicción de tesis 293/2011, ha
determinado que existen efectivamente restricciones en la Constitución -
restricciones que desde el punto de vista del perito son contrarias al sistema
interamericano.

Con respecto a la obligatoriedad de los criterios emitidos por la Corte mexicana,


el perito señaló que esto hace que todos los jueces del país tengan que seguir
la jurisprudencia obligatoria y si se separan de los criterios se les puede
sancionar.

De manera tajante el perito explicó a la Corte IDH que si acepta que el Estado
mexicano —sea por la vía constitucional, legal o jurisprudencial— mantenga
estas restricciones constitucionales se permitiría que fueran los Estados partes
los que determinarán las modalidades de aplicación de los derechos humanos
contenidos en la Convención, afectando no sólo al Estado mexicano.

Simón Hernández, abogado de las víctimas, cuestionó al perito sobre cuáles


serían los criterios necesarios para la regulación de la prisión preventiva oficiosa
como una medida restrictiva de la libertad personal; Cossío señaló que la prisión
preventiva es una medida que tendría que sustentarse no en una condición
automática como está prevista actualmente en la Constitución en función de un
listado de tipos penales en vez de ceñirse a una lógica de bienes jurídicos
tutelados.

Así, se puntualizó que en el caso de la prisión preventiva ociosa no está


relacionado con la prisión preventiva per se, sino que está relacionado con las
condiciones constitucionales de dicha prisión preventiva.
Finalmente, ante una pregunta realizada por la representación de la CIDH, este
perito señaló que el verdadero problema está en el reconocimiento del criterio
de restricciones porque es la propia Corte mexicana quien identifica la
restricción, y si bien hoy se habla del arraigo, no hay nada que impida que en un
futuro esta Corte pueda considerar la existencia de otra restricción funcional en
algún otro precepto constitucional.

Por ello, Cossío consideró que la discusión de fondo es si tiene el Estado


mexicano la posibilidad de constituir reservas por vía constitucional, legal o
jurisprudencial en materia derechos humanos.

El perito propuesto por el Estado: Arturo Bárcena

El abogado Arturo Bárcena fue citado por la Corte IDH para declarar sobre la
evolución de la doctrina de la Suprema Corte de Justicia mexicana en relación
con las restricciones constitucionales y su papel frente a los derechos humanos,
contenidos en los tratados internacionales de los que México es parte, a partir
de la contradicción de tesis 293/2011 y de las interpretaciones que con
posterioridad ha realizado la Suprema Corte sobre las restricciones contenidas
en el texto constitucional.

En primer lugar, Bárcena expuso qué fue lo que se decidió en esta sentencia.

Este perito señaló que la Suprema Corte se pronunció sobre un desacuerdo que
tenían varios tribunales sobre dos puntos de derecho muy concretos: ¿Cómo
deberían articularse los derechos humanos contenidos en la Constitución y los
tratados internacionales? ¿Y cuál era la fuerza o la vinculación de la
jurisprudencia interamericana en algún asunto donde el Estado mexicano no
hubiera sido parte?

El perito del Estado sostuvo que los derechos humanos de fuente internacional
tienen rango constitucional y también señaló que a raíz de dicha contradicción
se estableció que era vinculante toda la jurisprudencia interamericana; es decir,
no sólo la jurisprudencia derivada de casos contenciosos en los cuales el Estado
mexicano hubiera sido parte.
Bárcena señaló que estos fueron los dos puntos de derecho que se resolvieron
con carácter obligatorio y enfatizó la importancia de esta sentencia en tanto que
implicó un cambio de 180 grados en la justicia constitucional mexicana. Esto
debido a que transformó de manera radical la práctica procesal, especialmente
del juicio amparo en el cual anteriormente no se podían invocar como
violaciones a la Constitución los derechos que están establecidos en tratados
internacionales. Aunado a esto, Arturo Bárcena arguyó que este criterio también
ha supuesto una incorporación muy robusta de los estándares internacionales
de derechos humanos en la práctica jurisprudencial de los tribunales mexicanos
y particularmente de la Suprema Corte.

Ahora bien, este perito señaló que en la mencionada contradicción de tesis se


introdujo una consideración que no estaba en el proyecto inicial, en donde se
señaló que cuando en la Constitución haya una restricción expresa al ejercicio
de los derechos humanos se deberá estar a lo que indica la norma
constitucional. Al respecto, Bárcena señaló que esta consideración no estaba
originalmente en el proyecto y que “debe leerse como un obiter dictum porque
en la discusión del asunto este tema de las restricciones no formaba parte de la
litis y la corte no se pronunció sobre asuntos en los cuales haya planteado una
tensión entre lo que establece la constitución y los tratados internacionales.”

En este sentido, este perito señaló que esta consideración se encuentra de


manera aislada y; por ello, desde su posición como experto, la sentencia de esta
contradicción de tesis no dota de ningún contenido a la expresión restricción
constitucional expresa. En otras palabras, no clarifica cuáles son las condiciones
de aplicación de ese concepto de manera que no hay una doctrina sobre las
restricciones constitucionales por lo que consideró, en su calidad de experto del
Estado, que esto refuerza la idea de que es un obiter dictum.

Bárcena señaló que la discusión en relación con las restricciones


constitucionales no ata de manos a la Suprema Corte respecto de que tiene que
decidir cuándo se enfrente a estos supuestos de tensión y particularmente los
que interesan para este caso. Asimismo, señaló que a su consideración los
proyectos que se han conocido esta semana y que se han hecho públicos que
analizan el tema de la prisión preventiva oficiosa son una muestra de que hay
diferentes aproximaciones para enfrentar el problema de las restricciones
constitucionales.

¿Qué sigue?

Una vez escuchadas ambas partes, y posterior emisión de sus alegatos finales,
la Corte IDH deberá emitir la correspondiente sentencia en los próximos meses
donde se reconozca la calidad de víctimas directas de Daniel García y Reyes
Alpízar y de sus familiares como víctimas indirectas. En esta misma línea, se
espera que ordene la reparación integral a cargo del Estado mexicano para que
se emitan indemnizaciones por el daño material y moral causado a las víctimas,
además de adoptar medidas de no repetición entre las cuales se vislumbra que
declare la inconvencionalidad de la prisión preventiva oficiosa.

Sobra mencionar que, si se concreta, esta declaración de inconvencionalidad


marcaría un antes y un después no sólo para Daniel García y Reyes Alpízar,
sino para miles de mexicanas y mexicanos que se encuentran privados de la
libertad sin sentencia.
Caso de jurisprudencia donde la empresa le ganó al trabajador

Caso: Walmart Stores, Inc. v. Dukes, 564 U.S. 338 (2011)

En este caso, un grupo de trabajadoras de Walmart presentó una demanda


colectiva contra la empresa por discriminación de género en la promoción y
compensación. Alegaron que la política de Walmart de dejar las decisiones de
promoción y compensación en manos de gerentes locales resultó en una
discriminación sistemática contra las mujeres.

El caso fue llevado a la Corte Suprema de los Estados Unidos, donde la empresa
Walmart ganó en una votación de 5-4. El tribunal dictaminó que el grupo de
trabajadoras no tenía suficiente evidencia para demostrar que Walmart tenía una
política discriminatoria y que no podían presentar una demanda colectiva. La
corte también sostuvo que las experiencias de las trabajadoras individuales
variaban demasiado para ser consideradas un grupo cohesivo.

Este caso estableció una alta barrera para las demandas colectivas de
discriminación en el lugar de trabajo y enfatizó la importancia de la evidencia
concreta y específica en tales casos.

Programa de estudios

término de octubre de 2010

tiendas Wal-Mart, inc. contra dukes

corte suprema de los estados unidos

Wal-Mart stores, Inc. V. dukes ET AL.

Ante la corte de apelaciones del noveno circuito de los estados unidos

Núm. 10–277. Argumentado el 29 de marzo de 2011—Decidido el 20 de junio


de 2011

Los demandados, empleados actuales o anteriores del peticionario Wal-Mart,


solicitaron juicio contra la empresa por medidas cautelares y declaratorias,
daños punitivos y pago atrasado, en nombre de ellos mismos y de una clase
nacional de alrededor de 1,5 millones de empleadas, debido a la supuesta
discriminación contra la mujer en violación del Título VII de la Ley de Derechos
Civiles de 1964. Afirman que los gerentes locales ejercen su discreción sobre el
pago y los ascensos de manera desproporcionada a favor de los hombres, lo
que tiene un impacto desigual e ilegal en las empleadas; y que la negativa de
Wal-Mart a ocultar la autoridad de sus gerentes equivale a un trato dispar. El
Tribunal de Distrito certificó la clase y encontró que los demandados cumplían
con el requisito de la Regla Federal de Procedimiento Civil 23(a) y la Regla
23(b)(2) de demostrar que “la parte que se opone a la clase ha actuado o se ha
negado a actuar por motivos que se aplican en general a la clase, por lo que la
medida cautelar final o la medida declaratoria correspondiente son apropiadas
con respecto a la clase en su conjunto”. El Noveno Circuito afirmó
sustancialmente, concluyendo, entre otras cosas, que los demandados
cumplían con el requisito de uniformidad de la Regla 23(a)(2) y que sus reclamos
de pago atrasado podían certificarse como parte de una clase (b)(2) porque esos
reclamos no predominan sobre las solicitudes de medidas declaratorias y
cautelares. También dictaminó que la demanda colectiva podría ser manejable
sin privar a Wal-Mart de su derecho a presentar sus defensas legales si el
Tribunal de Distrito selecciona un conjunto aleatorio de reclamos para valoración
y luego extrapola la validez y el valor de los reclamos no probados de la muestra.
colocar.

Sostuvo:

1. La certificación de la clase demandante no fue consistente con la Regla


23(a). Páginas. 8–20.

(a) La Regla 23(a)(2) requiere que una parte que busca la certificación de la
clase demuestre que la clase tiene “cuestiones de hecho o de derecho”
comunes. Sus reclamos deben depender de un argumento común de tal
naturaleza que sea capaz de resolverse en toda la clase, lo que significa que la
determinación de su verdad o falsedad resolverá un problema que es central
para la validez de cada uno de los reclamos de un solo golpe. Aquí, la prueba
de similitud necesariamente se superpone con la afirmación de méritos de los
demandados de que Wal-Mart se involucra en un patrón o práctica de
discriminación. El quid de una investigación del Título VII es “el motivo de una
decisión laboral particular”, Cooper v. Federal Reserve Bank of Richmond, 467
U. S. 867, 876, y los demandados desean demandar por millones de decisiones
laborales a la vez. Sin algún pegamento que mantenga unidas las supuestas
razones de esas decisiones, será imposible decir que el examen de todos los
reclamos de los miembros de la clase producirá una respuesta común a la
cuestión crucial de la discriminación. Páginas. 8–12.

(b) General Telephone Co. of Southwest v. Falcon, 457 U. S. 147, describe


el enfoque correcto de la comunidad. Sobre los hechos de este caso, la brecha
conceptual entre el reclamo de discriminación de un individuo y “la existencia de
una clase de personas que han sufrido el mismo daño”, id., en 157–158, debe
salvarse mediante “pruebas significativas que un empleador operaba bajo una
política general de discriminación”, id., en 159, n. 15. Tal prueba está ausente
aquí. La política anunciada de Wal-Mart prohíbe la discriminación sexual, y la
compañía impone sanciones por negar la igualdad de oportunidades. La única
evidencia de los encuestados de una política de discriminación general fue el
análisis de un sociólogo que afirmaba que la cultura corporativa de Wal-Mart la
hacía vulnerable al sesgo de género. Pero debido a que no pudo estimar qué
porcentaje de las decisiones de empleo de Wal-Mart podrían estar determinadas
por el pensamiento estereotípico, su testimonio estaba muy lejos de ser una
"prueba significativa" de que Wal-Mart "operaba bajo una política general de
discriminación". Páginas. 12–14.

(c) La única política corporativa que la evidencia de los demandantes establece


de manera convincente es la “política” de Wal-Mart de otorgar discrecionalidad
a los supervisores locales sobre asuntos laborales. Si bien dicha política podría
ser la base de un reclamo de impacto desigual del Título VII, reconocer que un
reclamo "puede" existir no significa que todos los empleados de una empresa
con esa póliza tengan un reclamo común. En una empresa del tamaño y alcance
geográfico de Wal-Mart, es poco probable que todos los gerentes ejerzan su
discreción de manera común sin una dirección común. El intento de los
encuestados de mostrar tal dirección por medio de evidencia estadística y
anecdótica se queda corto. Páginas. 14–20.

2. Las reclamaciones de pago atrasado de los demandados fueron certificadas


incorrectamente bajo la Regla 23(b)(2). Páginas. 20–27.

(a) Las reclamaciones de reparación monetaria no pueden certificarse


conforme a la Regla 23(b)(2), al menos cuando la reparación monetaria no es
incidental a la reparación judicial o declaratoria solicitada. No es necesario
decidir si los reclamos monetarios pueden alguna vez certificarse bajo la Regla
porque, como mínimo, se excluyen los reclamos de alivio individualizado, como
el pago atrasado. La regla 23(b)(2) se aplica solo cuando un remedio único e
indivisible brindaría alivio a cada miembro de la clase. La historia y la estructura
de la Regla indican que las reclamaciones monetarias individualizadas
pertenecen en cambio a la Regla 23(b)(3), con sus protecciones procesales de
predominio, superioridad, notificación obligatoria y el derecho a optar por no
participar. Páginas. 20–23.

(b) No obstante, los demandados argumentan que sus reclamos de pago


atrasado fueron debidamente certificados bajo la Regla 23(b)(2) porque esos
reclamos no “predominan” sobre sus solicitudes de medidas cautelares y
declaratorias. Esa interpretación no tiene base en el texto de la Regla y viola de
manera evidente las características estructurales de la Regla. El mero
“predominio” de una demanda por mandato judicial adecuada (b)(2) no justifica
la eliminación de las protecciones procesales de la Regla 23(b)(3), y crea
incentivos para que los representantes de la clase pongan en riesgo
reclamaciones de reparación monetaria potencialmente válidas. Además, un
tribunal de distrito tendría que reevaluar continuamente la lista de miembros de
la clase para excluir a aquellos que dejan su empleo y se vuelven inelegibles
para medidas cautelares o declaratorias para toda la clase. Por el contrario, en
una demanda colectiva debidamente certificada (b)(3) por pago atrasado, sería
irrelevante si los demandantes todavía están empleados en Wal-Mart. De ello
se deduce que las reclamaciones de pago atrasado no deben certificarse
conforme a la Regla 23(b)(2). Páginas. 23–26.

(c) No es necesario decidir si existen formas de compensación monetaria


“incidental” que sean consistentes con la interpretación anterior de la Regla
23(b)(2) y la Cláusula de Debido Proceso porque las reclamaciones de pago
atrasado de los demandados no son incidentales a su interdicto solicitado. Wal-
Mart tiene derecho a determinaciones individualizadas de la elegibilidad de cada
empleado para el pago atrasado. Una vez que un demandante establece un
patrón o práctica de discriminación, un tribunal de distrito por lo general debe
llevar a cabo "procedimientos adicionales... para determinar el alcance de la
reparación individual". Teamsters v. United States, 431 U. S. 324, 361. La
empresa puede entonces presentar defensas afirmativas individuales y
demostrar que su acción fue lícita. Id., en 362. El Noveno Circuito se equivocó
al tratar de reemplazar tales procedimientos con Juicio por Fórmula. Debido a
que la Regla 23 no puede interpretarse como "abreviar, ampliar o modificar
ningún derecho sustantivo", 28 U.S.C. §2072(b), una clase no puede certificarse
bajo la premisa de que Wal-Mart no tendrá derecho a litigar sus defensas legales
ante reclamos individuales. Páginas. 26–27.

603 F. 3d 571, al revés

Scalia, J., emitió la opinión de la Corte, a la que se unieron Roberts, C. J., y


Kennedy, Thomas, y Alito, JJ., y a la que se unieron Ginsburg, Breyer,
Sotomayor y Kagan, JJ. en cuanto a Partes I y III. Ginsburg, J., presentó una
opinión en parte concurrente y en parte disidente, a la que se sumaron Breyer,
Sotomayor y Kagan, JJ.
Opinión del tribunal

tiendas Wal-Mart, inc. contra dukes

564 ESTADOS UNIDOS ____ (2011)

corte suprema de los estados unidos

no. 10-277

Wal-Mart stores, Inc., demandante V. betty dukes ET AL.

[20 de junio de 2011]

El juez Scalia emitió la opinión de la Corte.

Se nos presenta una de las demandas colectivas más expansivas de la


historia. El Tribunal de Distrito y el Tribunal de Apelaciones aprobaron la
certificación de una clase que comprende aproximadamente un millón y medio
de demandantes, empleadas actuales y anteriores del peticionario Wal-Mart,
que alegan que la discreción ejercida por sus supervisores locales sobre asuntos
de salarios y ascensos viola el Título VII discriminando a la mujer. Además de
medidas cautelares y declaratorias, los demandantes buscan una adjudicación
de pago atrasado. Consideramos si la certificación de la clase de demandantes
fue consistente con las Reglas Federales de Procedimiento Civil 23(a) y (b)(2).

El peticionario Wal-Mart es el empleador privado más grande de la nación.


Opera cuatro tipos de tiendas minoristas en todo el país: Tiendas de descuento,
Supercenters, Neighborhood Markets y Sam's Clubs. Esas tiendas están
divididas en siete divisiones a nivel nacional, que a su vez comprenden 41
regiones de 80 a 85 tiendas cada una. Cada tienda tiene entre 40 y 53
departamentos separados y entre 80 y 500 puestos de personal. En total, Wal-
Mart opera aproximadamente 3400 tiendas y emplea a más de un millón de
personas.

Las decisiones de pago y promoción en Wal-Mart generalmente están sujetas


a la amplia discreción de los gerentes locales, que se ejerce “en gran medida de
manera subjetiva”. 222 F. R. D. 137, 145 (ND Cal. 2004). Los gerentes de las
tiendas locales pueden aumentar los salarios de los empleados por hora (dentro
de los límites) con solo una supervisión corporativa limitada. En cuanto a los
empleados asalariados, como los gerentes de tienda y sus adjuntos, las
autoridades corporativas superiores tienen discreción para fijar su salario dentro
de rangos preestablecidos.

Las promociones funcionan de manera similar. Wal-Mart permite que los


gerentes de las tiendas apliquen sus propios criterios subjetivos al seleccionar
candidatos como "gerentes de apoyo", que es el primer paso en el camino hacia
la gerencia. Sin embargo, la admisión al programa de capacitación gerencial de
Wal-Mart requiere que un candidato cumpla con ciertos criterios objetivos, que
incluyen una calificación de desempeño superior al promedio, al menos un año
de permanencia en el puesto actual del solicitante y la voluntad de reubicarse.
Pero a excepción de esos requisitos, los gerentes regionales y distritales tienen
discreción para usar su propio juicio al seleccionar candidatos para capacitación
gerencial. La promoción a un cargo más alto, por ejemplo, subgerente,
cogerente o gerente de tienda, también queda a discreción de los superiores del
empleado después de que se cumplan los factores objetivos prescritos.

Los demandantes nombrados en esta demanda, que representan a los 1,5


millones de miembros de la clase certificada, son tres empleados actuales o
anteriores de Wal-Mart que alegan que la empresa los discriminó en función de
su sexo al negarles la igualdad salarial o los ascensos, en violación del Título
VII de la Ley de Derechos Civiles de 1964, 78 Stat. 253, enmendada, 42 U. S.
C. §2000e–1 et seq. [Nota al pie 1]

Betty Dukes comenzó a trabajar en un Wal-Mart de Pittsburgh, California, en


1994. Comenzó como cajera, pero luego buscó y recibió un ascenso a gerente
de servicio al cliente. Sin embargo, después de una serie de infracciones
disciplinarias, Dukes fue degradado nuevamente a cajero y luego a saludador.
Dukes admite que violó la política de la empresa, pero sostiene que las medidas
disciplinarias fueron en realidad una represalia por invocar los procedimientos
internos de quejas y que los empleados varones no han sido sancionados por
infracciones similares. Dukes también afirma que a dos hombres que saludan
en la tienda de Pittsburgh se les paga más que a ella.

Christine Kwapnoski ha trabajado en las tiendas Sam's Club en Missouri y


California durante la mayor parte de su vida adulta. Ha ocupado varios puestos,
incluido un puesto de supervisión. Ella afirma que un gerente le gritaba con
frecuencia y les gritaba a las empleadas, pero no a los hombres. El gerente en
cuestión “le dijo que se ‘arreglara’, que se maquillara un poco y que se vistiera
un poco mejor”. aplicación. 1003a.

La última demandante nombrada, Edith Arana, trabajó en una tienda Wal-Mart


en Duarte, California, de 1995 a 2001. En 2000, se acercó al gerente de la tienda
en más de una ocasión para hablar sobre capacitación gerencial, pero fue
rechazada. Arana concluyó que se le negaba la oportunidad de ascender debido
a su sexo. Inició procedimientos internos de quejas, después de lo cual se le dijo
que presentara una solicitud directamente al gerente de distrito si pensaba que
el gerente de la tienda estaba siendo injusto. Arana, sin embargo, decidió no
hacerlo y nunca volvió a solicitar capacitación gerencial. En 2001, fue despedida
por no cumplir con la política de cronometraje de Wal-Mart.

Estos demandantes, los demandados aquí, no alegan que Wal-Mart tenga


ninguna política corporativa expresa contra el avance de la mujer. Más bien,
afirman que la discreción de sus gerentes locales sobre el pago y las
promociones se ejerce de manera desproporcionada a favor de los hombres, lo
que genera un impacto desigual e ilegal en las empleadas, consulte 42 U. S. C.
§2000e–2(k). Y, dicen los encuestados, debido a que Wal-Mart es consciente
de este efecto, su negativa a ocultar la autoridad de sus gerentes equivale a un
trato dispar, ver §2000e–2(a). Su demanda busca medidas cautelares y
declaratorias, daños punitivos y pagos retroactivos. No pide daños
compensatorios.
Es importante para nuestros propósitos que los encuestados afirman que la
discriminación a la que han sido objeto es común a todas las empleadas de Wal-
Mart. La teoría básica de su caso es que una "cultura corporativa" fuerte y
uniforme permite que los prejuicios contra las mujeres infecten, quizás
inconscientemente, la toma de decisiones discrecional de cada uno de los miles
de gerentes de Wal-Mart, convirtiendo así a cada mujer en la empresa en víctima
de una práctica discriminatoria común. Por lo tanto, los demandados desean
litigar los reclamos del Título VII de todas las empleadas de las tiendas de Wal-
Mart en una demanda colectiva a nivel nacional.

La certificación de clase se rige por la Regla Federal de Procedimiento Civil


23. Según la Regla 23(a), la parte que solicita la certificación debe demostrar,
primero, que:

“(1) la clase es tan numerosa que la reunión de todos los miembros es


impracticable,

“(2) hay cuestiones de derecho o de hecho comunes a la clase,

“(3) las reclamaciones o defensas de las partes representativas son típicas de


las reclamaciones o defensas de la clase, y

“(4) las partes representativas protegerán justa y adecuadamente los intereses


de la clase” (se agregaron saltos de párrafo).

En segundo lugar, la clase propuesta debe satisfacer al menos uno de los tres
requisitos enumerados en la Regla 23(b). Los demandados se basan en la Regla
23(b)(2), que se aplica cuando “la parte que se opone a la clase ha actuado o
se ha negado a actuar por motivos que se aplican generalmente a la clase, por
lo que la medida cautelar final o la medida declaratoria correspondiente son
apropiadas con respecto a la clase”. como un todo.” [Nota a pie de página 2]

Invocando estas disposiciones, los demandados solicitaron al Tribunal de


Distrito que certificara una clase de demandantes compuesta por “[t]odas las
mujeres empleadas en cualquier tienda minorista nacional de Wal-Mart en
cualquier momento desde el 26 de diciembre de 1998, que hayan estado o
puedan estar sujetas a Wal-Mart”. -Las políticas y prácticas de ascensos de
seguimiento de gestión y pago de Mart impugnadas'”. . 99, pág. 37). Como
evidencia de que efectivamente había “cuestiones de hecho o de derecho
comunes a” todas las mujeres de Wal-Mart, como lo exige la Regla 23(a)(2), los
encuestados se basaron principalmente en tres formas de prueba: evidencia
estadística sobre disparidades salariales y de promoción entre hombres y
mujeres en la empresa, informes anecdóticos de discriminación de unas 120
empleadas de Wal-Mart y el testimonio de un sociólogo, el Dr. William Bielby,
quien realizó un “análisis del marco social” de la “cultura” y prácticas de personal,
y concluyó que la empresa era “vulnerable” a la discriminación de género. 603
F. 3d 571, 601 (CA9 2010) (en pleno).

Wal-Mart se movió sin éxito para eliminar gran parte de esta evidencia. También
ofreció su propia prueba estadística compensatoria y de otro tipo en un esfuerzo
por derrotar los requisitos de uniformidad, tipicidad y representación adecuada
de la Regla 23(a). Wal-Mart sostuvo además que los reclamos monetarios de
los demandados por pagos atrasados no podían certificarse bajo la Regla
23(b)(2), primero porque esa Regla se refiere solo a medidas cautelares y
declaratorias, y segundo porque los reclamos de pagos atrasados no podían ser
juzgados de manera manejable como una clase sin privar a Wal-Mart de su
derecho a presentar ciertas defensas legales. Con una limitación que no es
relevante aquí, el Tribunal de Distrito concedió la petición de los demandados y
certificó su clase propuesta. [Nota al pie 3] Un Tribunal de Apelaciones en pleno
dividido confirmó sustancialmente la orden de certificación del Tribunal de
Distrito. 603 F. 3d 571. La mayoría concluyó que la evidencia de similitud de los
encuestados era suficiente para “plantear la pregunta común de si las
empleadas de Wal-Mart en todo el país estaban sujetas a un conjunto único de
políticas corporativas (no simplemente a una serie de actos discriminatorios
independientes) que puede haber trabajado para discriminarlos ilegalmente en
violación del Título VII”. Id., en 612 (énfasis eliminado). También estuvo de
acuerdo con el Tribunal de Distrito en que las reclamaciones de los
demandantes nombrados eran lo suficientemente típicas de la clase como un
todo para satisfacer la Regla 23(a)(3), y que podían servir como representantes
adecuados de la clase, ver la Regla 23(a)(4). Íd., en 614–615. Con respecto a la
pregunta de la Regla 23(b)(2), el Noveno Circuito sostuvo que las reclamaciones
de pagos retroactivos de los demandados podían certificarse como parte de una
clase (b)(2) porque no “predominaban” sobre las solicitudes para el desagravio
declaratorio y por mandato judicial, lo que significa que no eran "superiores en
fuerza, influencia o autoridad" a los reclamos no monetarios. Id., en 616 (se
omiten las comillas internas). [Nota a pie de página 4] Finalmente, la Corte de
Apelaciones determinó que la acción podía ser procesada de manera manejable
como una demanda colectiva porque la Corte de Distrito podía adoptar el
enfoque que aprobó el Noveno Circuito en Hilao v. Estate of Marcos, 103 F. 3d
767, 782–787 (1996). Allí se calcularon los daños compensatorios para unos
9,541 miembros de la clase seleccionando 137 reclamos al azar, remitiendo
esos reclamos a un maestro especial para su valoración y luego extrapolando la
validez y el valor de los reclamos no probados del conjunto de muestras. Véase
603 F. 3d, en 625–626. La Corte de Apelaciones “no vio ninguna razón por la
cual un procedimiento similar al utilizado en Hilao no pudiera emplearse en este
caso”. Id., en 627. Le permitiría a Wal-Mart "presentar defensas individuales en
los 'casos de muestra' seleccionados al azar, revelando así el porcentaje
aproximado de miembros de la clase cuya desigualdad salarial o falta de
promoción se debió a algo distinto a la discriminación de género". Ibíd., n. 56
(énfasis eliminado).

Concedimos certiorari. 562 EE. UU. ___ (2010).


Referencias

[1]

“Wal-Mart Stores, Inc. v. Dukes, 564 U.S. 338 (2011),” Justia Law, 2023.
https://supreme.justia.com/cases/federal/us/564/338/ (accessed Mar. 16, 2023).

[2]

M. S. Ayala, “Caso García Rodríguez y otros vs. México: breve radiografía de su


audiencia,” Nexos.com.mx, 2022. https://eljuegodelacorte.nexos.com.mx/caso-
garcia-rodriguez-y-otros-vs-mexico-breve-radiografia-de-su-audiencia/
(accessed Mar. 16, 2023).

[3]

CNN, “La Suprema Corte vs Wal-Mart,” Expansión, Sep. 05, 2008.


https://expansion.mx/negocios/2008/09/05/wal-mart-se-queja-por-fallo-de-la-
corte (accessed Mar. 16, 2023).

[4]

“JUICIOS PARA LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS POLÍTICO-


ELECTORALES DEL CIUDADANO,” Te.gob.mx, 2013.
https://www.te.gob.mx/sentenciasHTML/convertir/expediente/SUP-RAP-00005-
2013 (accessed Mar. 16, 2023).

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