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El presente ensayo pretende a partir de tres sentencias de la corte interamericana de derechos humanos, ver su
afectación en el desarrollo del derecho interno y como la jurisprudencia de esa corte, aun no es considerada
obligatoria para los juzgadores de nuestro país, siendo que esta corte actúa en función de las convenciones
sobres esos derechos fundamentales a fin de trazar líneas o estándares mínimos para la región.
Introducción
El desarrollo del derecho internacional de los derechos humanos ha establecido un nuevo paradigma en cuanto
a la vigencia, incorporación, aplicación y jerarquía de dichas normas dentro de los órdenes jurídicos nacionales.
No hay que olvidar que si algo ha permeado del derecho internacional a los sistemas nacionales es, sin duda, la
protección de los derechos humanos. De ahí que instituciones como nuestra Suprema Corte de Justicia sean
fundamentales en el proceso de incorporación y aplicación de dichas normas, pues en la protección de los
derechos humanos de raíz internacional, los jueces internos cumplen un papel protagónico.
Cabe mencionar que en la Ley de Amparo no existe mención alguna a las repercusiones que la implementación
del sistema de control difuso de convencionalidad tiene en la jurisprudencia mexicana.
Tampoco, en la ley, se alude a una autorización expresa para que los órganos jurisdiccionales internos
desapliquen las jurisprudencias nacionales cuando resultan menos favorables a la persona que las normas o
jurisprudencias convencionales a fin de que aquéllos no incurran en responsabilidad alguna.
Por ello la forma de análisis del presente ensayo será sobre tres casos que han resultado emblemáticos y de los
cuales México como parte ha tomado ciertas medidas, pero no continua con las jurisprudencias que emite la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, respecto a casos de otros países de la región, que pueden también
aportar en las decisiones que tomen los jueces, y si bien no de la obligatoriedad de las mismas, si deben
considerarse por el hecho de formar parte de nuestro derecho y estar por encima de las leyes federales.
Ahora bien, con tres sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Caso Castañeda, Caso Campo
Algodonero y Caso Radilla,), más otros casos en la puerta de dicho tribunal, y una discusión en la Cámara de
Diputados sobre la jerarquía constitucional de los tratados sobre derechos humanos, permitirán en cierta
manera establecer cuales podrían se los criterios de aplicación.
Ante la negativa tuvo que explorar el mecanismo legal para recurrir ese fallo, que tuviera la capacidad suficiente
de analizar la constitucionalidad del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, sin encontrar
alguna opción eficaz; es aquí donde resulta el elemento más relevante del caso, toda vez que se llevó ante la
justicia interamericana una carencia del derecho procesal constitucional mexicano, esto es, la ausencia de un
mecanismo para hacer valer las violaciones a derechos político-electorales de los ciudadanos en México, en
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Asignatura: Temas Selectos de Jurisprudencia
Nombre del docente: Mtro. José Antonio Cuauhtémoc Vázquez Ramírez
Alumno: Andrés Luna Arias
Cabe señalar que aun cuando hubo condena para el Estado mexicano, pues efectivamente se estimó violado el
derecho a la protección judicial, al momento de dictarse la sentencia ya se había formalizado la denominada
“reforma electoral de 2007”, en la cual se otorgó de forma expresa al Tribunal Electoral la facultad de desaplicar
leyes cuando las estime inconstitucionales.
Sin embargo, la importancia de esta sentencia reside en el hecho de que se señaló que el sistema jurídico
mexicano es contrario al derecho a la protección judicial reconocido en el artículo 25 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, debido a que los individuos se encontraban imposibilitados para defender
sus derechos fundamentales de participación democrática frente al legislador; es decir, existía en el
ordenamiento jurídico mexicano una “zona de inmunidad” para el control de la constitucionalidad de las normas
electorales por los particulares. En realidad, se trata de una sentencia de condena parcial, ya que también se
desestimaron las pretensiones de la parte denunciante, al no contravenirse los derechos a ser elegido (sistema
exclusivo de partidos políticos sin candidaturas independientes) y de igualdad ante la ley (sólo permitirse dichas
candidaturas en algunas entidades federativas y no a nivel federal), previstos, respectivamente, en los artículos
23 y 24 de la propia Convención.2
Son notorios y de todos conocidos los lamentables sucesos que azotaron dicha región del país, los cuales
pusieron de manifiesto la falta de cumplimiento del deber de generar un ambiente seguro para la población,
además de la existencia de una visión generalizada de menosprecio y denegación de la dignidad de las mujeres,
así como una práctica gubernamental reiterada de desatención a la sensible situación de las mujeres de la
localidad, quienes además de haber sido objeto de vejaciones, enfrentan la insensibilidad e irresponsabilidad de
las autoridades. Así llega ante la Corte Interamericana el presente asunto que puso de manifiesto estos
lamentables acontecimientos.
En los tres asuntos fue ostensible una actitud prejuiciosa de las autoridades respecto de la conducta de las
víctimas, y fue evidente la poca intención de realizar las indagaciones pertinentes, en un primer momento para
localizar a las víctimas y posteriormente para el esclarecimiento de los hechos, situación que sigue prevalecido
en el tiempo pese a que se ha incorporado el delito de feminicidio. En estas condiciones, la Comisión
Interamericana, previo el trámite correspondiente, somete el caso ante la Corte, misma que consideró que
México violó los derechos a la vida, integridad personal y libertad personal de las tres jóvenes, en relación con
la obligación general de garantía, incumpliendo con su deber de investigar y de adoptar disposiciones de derecho
interno, así como sus derechos de acceso a la justicia, protección judicial y el deber de no discriminación;
también se transgredieron los derechos del niño de Esmeralda Herrera y Laura Berenice Ramos, además del
derecho a la integridad personal de algunos familiares considerados también como víctimas.
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Para mayor ampliación sobre el tema véase Ferrer Mac-Gregor Eduardo, Silva García Fernando, LA PRIMERA SENTENCIA
INTERNACIONAL CONDENATORIA EN CONTRA DEL ESTADO MEXICANO, en la biblioteca virtual del IIJ
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Op cit Ferrer Mac-Gregor Eduardo, Silva García Fernando.
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Véase Mac Gregor Eduardo, Vázquez Camacho Santiago José El caso "campo algodonero" ante la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, visto en https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/7/3384/35.pdf
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Nombre del docente: Mtro. José Antonio Cuauhtémoc Vázquez Ramírez
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Este caso constituye un parteaguas para la lucha de los derechos de las mujeres, no sólo en México sino a nivel
continental. El hecho de que el tribunal interamericano haya condenado al Estado mexicano por sus acciones y
omisiones, en este sentido, después de que numerosas instituciones, organizaciones no gubernamentales y
grupos sociales en general se pronunciaron sobre el patrón de discriminación estructural y feminicidios en
Ciudad Juárez, es de por sí una gran contribución a la forma en que se ve este fenómeno, especialmente debido
a que se determinó que los acontecimientos entrañan homicidios por razones de género.
Esta sentencia destaca por la naturaleza especial de los derechos violados; es la primera oportunidad en la que
la Corte se pronuncia sobre el deber de no discriminación, la obligación de actuar con diligencia para prevenir,
investigar y sancionar la violencia contra la mujer, así como la inclusión de normas de cualquier índole para los
mismos fines, con base en la Convención Belém do Pará; determinándose además, de forma expresa, la propia
competencia de la Corte para conocer de peticiones sobre violaciones a esta convención, fijando criterios muy
importantes que tienen incidencia y aplicación a nivel continental al respecto.
Más allá de las reparaciones concretas que se determinaron en favor de las tres víctimas, una de las cosas más
destacables del caso es que tanto el análisis de los hechos, como la propia sentencia y, por supuesto, la
determinación de las medidas de reparación están realizadas desde la perspectiva de género, de manera que es
sensible a la problemática que se enfrenta hoy en día en donde la corte desde hace varios años desarrollo el
protocolo para juzgar con perspectiva de género.4
Por otra parte, cabe señalar que a pesar de no ser la primera sentencia condenatoria a nuestro país, la naturaleza
de las reparaciones en ella establecidas pusieron en evidencia la falta de voluntad política para su acatamiento,
además de que vino a poner sobre la mesa el tema de las dificultades legales para el cumplimiento de las
resoluciones provenientes de procesos contenciosos ante la Corte Interamericana.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos declaró responsable al Estado mexicano de la violación de los
derechos a la libertad personal, a la integridad personal, al reconocimiento de la personalidad jurídica y a la vida
del señor Radilla; otros derechos de algunos familiares, y determinó que incumplió el deber de adoptar
disposiciones de derecho interno, establecido en el artículo 2 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos en relación con los artículos I y III de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de
Personas, respecto de la tipificación de dicho delito.5
El estudio de esta sentencia, que considero debe ser obligatoria en la facultad de derecho, sin duda alguna,
marco un hito en la historia jurídica de nuestro país, por los alcances que de ella se desprenden. Primeramente,
porque dada la trascendencia de esta resolución, se generó una discusión al respecto en la Suprema Corte de
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Incluso podría decirse que la sentencia debe servir para propiciar una conciencia generalizada respecto al respeto a los derechos de las
mujeres; debe llevar a la conformación de una cultura que privilegie su situación desfavorecida, donde se aprecie en su justa importancia
el papel que tienen en nuestro país, donde se valore su vida, dignidad y trascendencia; debe partir desde el seno familiar, al educar a los
hijos en un ambiente de igualdad y respeto, para posteriormente ampliarse a los ámbitos, laboral, económico, de oportunidades, social,
entre otros. En una palabra, debe favorecer el empoderamiento de las mujeres mexicanas .
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Para abundar sobre el tema léase CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS Nº 24: JURISPRUDENCIA
SOBRE MÉXICO
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Justicia, a instancias del entonces ministro presidente Guillermo Ortiz Mayagoitia, quien inició una “consulta a
trámite” ante el Pleno para dilucidar la actuación y postura que debería tomar dicho tribunal, frente a algunas
posibles obligaciones directas para el Poder Judicial derivadas de la sentencia indicada. Este debate duró cuatro
sesiones, determinándose finalmente dar por concluido dicho procedimiento e iniciar otro, en el que con
mayores facultades e información pudiera hacerse una declaración formal al respecto.6
Cabe señalar que en el segundo procedimiento, las condiciones del marco jurídico nacional dieron un relevante
giro dada la aprobación de la reforma constitucional en materia de derechos humanos, lo cual obligó a los
ministros a analizar la problemática desde la nueva óptica de máxima protección de derechos humanos,
tomando en cuenta la integración directa de los tratados internacionales en esta materia, las nuevas reglas de
interpretación y la obligación de las autoridades de proteger, promover, respetar y garantizar tales derechos.
En razón de los contenidos de la sentencia del caso Radilla, se generan obligaciones directas para el Poder
Judicial, como parte del Estado mexicano, siendo estas las siguientes:
1. Los jueces deberán llevar a cabo un control de convencionalidad ex officio en un modelo de control
difuso de constitucionalidad.
2. Deberá restringirse la interpretación del fuero militar en casos concretos.
3. El Poder Judicial de la Federación deberá implementar medidas administrativas derivadas de la
sentencia de la Corte Interamericana en el caso Radilla Pacheco.
Sin embargo, no es sino hasta el año 2014 que la Corte define un criterio sobre como debe realizarse el estudio
de convencionalidad a través de la siguiente tesis.
Registro digital: 2005942
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito, Décima Época, Materia(s): Común, Tesis: (III Región)5o. J/8 (10a.)
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación.
Libro 4, Marzo de 2014, Tomo II, página 1360
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Visto en https://www.scjn.gob.mx/PLENO/ver_taquigraficas/ago14.pdf
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En este sentido tal y como le menciona la anterior jurisprudencia, el derecho internacional, y en particular el
derecho internacional de los derechos humanos, ha alcanzado una expansión nunca antes vista al crear un orden
público internacional, cuyo principal objetivo es la protección de la persona humana y el reconocimiento de ella
como sujeto del derecho internacional.
La principal fuente internacional de obligaciones, en materia de derechos humanos, la constituyen sin duda los
tratados sobre derechos humanos7 los cuales habrán de considerarse no como un medio para equilibrar
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Una de las características de los tratados es que constituyen una fuente autónoma de obligaciones internacionales independiente y
separada de las demás, cuya esencia fundamental es el consentimiento mutuo y común de las partes del tratado en cuestión; así, el
tratado vincula a los Estados porque éstos han consentido en ello.
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recíprocamente intereses entre Estados, sino para el establecimiento de un orden público común, cuyos
destinatarios no son los Estados, sino los seres humanos que pueblan sus territorios.
Sin embargo, el número elevado de convenios de derechos humanos contribuye de algún modo a la imprecisión
de las obligaciones asumidas por los Estados parte, ya que facilita las lagunas, incoherencias y contradicciones,
agravadas en algunas ocasiones por la aparición paralela de convenciones regionales en las mismas materias
que las reguladas por convenciones específicas universales. Lo cierto es que la red convencional de derechos
humanos constituye un conjunto heterogéneo y muy diversificado, y no un continuo jurídico homogéneo, tanto
en lo que respecta al número de Estados obligados y vinculados convencionalmente como en lo relativo al
alcance y contenido de las obligaciones asumidas por los Estados parte, que no son necesariamente
homogéneas ni uniformes, lo cual puede ser un problema para el proceso de incorporación y aplicación de
dichas obligaciones internacionales por parte del juez interno.
Así, el papel de los jueces en la recepción e incorporación del derecho internacional de los derechos humanos
es fundamental para la protección efectiva de los mismos. Sin embargo, el Poder Judicial necesita, en este
proceso, del impulso de los litigantes8, los cuales deberán exigir y promover que los jueces apliquen los
estándares y normas internacionales de protección de los derechos humanos. El juez, en este proceso, deberá
tratar de armonizar los derechos consagrados en la Constitución y en los tratados, así como las interpretaciones
nacionales e internacionales de los mismos. Esto implica el reconocimiento por parte de los jueces nacionales,
de una jurisdicción supranacional, de mayor jerarquía, imparcialidad y calidad. Sin embargo, consideramos que
al acercarse el juez a las interpretaciones de jurisdicciones internacionales y querer aplicarlas y adecuarlas a los
casos que se les presenten, deberán hacerlo aplicando un margen de apreciación nacional; es decir, hay que
seguir las sentencias internacionales, tomando el contexto normativo interno, así como las circunstancias
particulares del caso.
Conclusión
Podemos mencionar que los cambios dados a la constitución sobre derechos humanos y sobre el amparo, sin
duda ajustaron el sistema jurídico a, por así decirlo, la globalización del derecho en la protección y juzgamiento
respetando los derechos humanos. Sin embargo, aun no esta claro como la jurisprudencia que se genera en las
cortes de las cuales el estado mexicano es parte se asumirán por nuestros jueces y en particular atendiendo la
jurisprudencia señalada con número de registro 2005942.
Ello en virtud de que además de las particularidades de cada una de las resoluciones mencionadas, debemos
señalar que la condena a un Estado, en primer lugar, implica la determinación de su responsabilidad
internacional por la violación a derechos humanos y el consecuente deber de reparación, pero sobre todo debe
rescatarse un efecto pedagógico, pues pueden coadyuvar a la creación de una cultura de derechos humanos.
También han puesto de manifiesto las anomalías que hay que atender; y que han servido para comprobar que
a pesar de que por voluntad propia somos parte del sistema interamericano, los operadores jurídicos no tienen
claro cómo deben proceder, ni cuál es el alcance real de las sentencias, temas en los que habrá que avanzar.
Por ello creo importante que las resoluciones de la Corte Interamericana deben considerarse de aplicación y
ejecución directa en el orden jurídico mexicano. Esto es así debido a que México, en pleno ejercicio de su
8
Los abogados deben citar el derecho internacional por los siguiente: a) por la preocupación por el respeto a la ley; b) para promover
valores universales; c), para descubrir valores dentro del régimen doméstico; d) para invocar la lógica de jueces en otras jurisdicciones,
y e) para evitar la crítica de la comunidad internacional.
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Lo anterior, en virtud de que la doctrina especializada sostiene que existen dos clases de control de
convencionalidad; uno de carácter concentrado que ejerce única y exclusivamente la Corte Interamericana al
ser la guardiana e intérprete final de la Convención Americana, y otro de carácter difuso, cuyo ejercicio
corresponde a todos los jueces de los Estados que formen parte del sistema interamericano y que hayan
aceptado la competencia contenciosa de la Corte, mismo que ha sido definido como “el deber de los jueces
nacionales de realizar un examen de compatibilidad entre las disposiciones y actos internos (del caso concreto),
con los tratados y la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos” 9.
Para finalizar hay que señalar que la incorporación de la jurisprudencia interamericana en el ordenamiento
mexicano no debe ser abordada en términos de confrontación, sino, más bien, de cooperación. Es necesario
evitar escenarios contrarios, ya que la presencia de la CIDH no implica una merma en la consideración de los
jueces nacionales como los garantes naturales de los derechos fundamentales. La Corte Interamericana nunca
ha pretendido despojar a los órganos internos de dichas atribuciones. Su función se dirige, más bien, a concretar
un estándar mínimo para la interpretación de los derechos fundamentales en el ámbito latinoamericano. Gracias
a dicha labor jurisprudencial, los contenidos que la CIDH extrae de los derechos consagrados en los diversos
tratados en materia de derechos humanos pueden proyectarse como contenidos concretos sobre todos los
ordenamientos nacionales.
La situación anteriormente descrita ha sido aceptada, de forma natural, por un buen número de Tribunales
Colegiados de Circuito10. Sin embargo, se advierte una menor implicación en esta materia por parte de la
Suprema Corte mexicana, ya no sólo respecto a la adopción, en sus argumentaciones, de la jurisprudencia
interamericana, sino en la misma aplicación de los tratados de derechos fundamentales.
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Sobre el control de convencionalidad véase el voto razonado que formuló Eduardo FERRER MAC-GREGOR en el caso de Cabrera y
Montiel contra México, y del mismo autor “Interpretación conforme y control difuso de convencionalidad. El nuevo paradigma para el
juez mexicano”, en CARBONELL, MIGUEL Y SALAZAR, PEDRO (coords.). La reforma constitucional de derechos humanos: un nuevo
paradigma, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, México, 2011. Visto en
http://ru.juridicas.unam.mx:80/xmlui/handle/123456789/11939
10
Esto lo señalo, por el trabajo que realice en el servicio social en el IIJ, sobre la eficacia del amparo en México, donde se analizaron
diversas sentencias y jurisprudencias