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SEÑORITA ¿ESTE FACTOR ES BIÓTICO O ABIÓTICO?

Laura Irene Lacreu [1]

Un concepto relevante dentro de la ecología es el de factores bióticos y abióticos en el


ecosistema, y como tal es jerarquizado tanto por los libros de texto como por los docentes en
sus clases de ciencias naturales. A la vez, es a mi juicio uno de los contenidos más conflictivos,
y sirve para ejemplificar el problema que estamos discutiendo. Presentaré algunas situaciones
que analizaremos más adelante:

¿Cómo encaran los docentes este concepto?


Veamos la siguiente actividad de evaluación realizada por alumnos de 4° grado:

Dibuja un ecosistema y señala un factor biótico y uno abiótico.

Esta era la actividad de evaluación de ciencias naturales que tenía mayor puntaje: 3 puntos. El
alumno obtuvo este puntaje. Aparentemente, había aprendido los conceptos “factores bióticos y
abióticos de un ecosistema”.
En un ítem posterior en el que se les pedía completar la frase, el mismo alumno lo resolvió de
la siguiente manera:
Factores bióticos: los que tienen vida.
Factores abióticos: los que no tienen vida.

Y obtuvo también la totalidad del puntaje, ¡cuatro puntos de diez, destinados a evaluar los
conocimientos de los alumnos acerca de estos factores!

¿Qué saben los maestros acerca de este contenido?


En cierta oportunidad, durante un curso para maestros, presenté a un grupo de alumnas
(maestras) un frasco que contenía agua turbia, algunas piedras, ramitas y restos de vegetales.
Luego en un momento dedicado a la exploración, pregunté:
 ¿Cómo podrían definir eso que tienen sobre la mesa?
 ¿Podría ser un ecosistema?
 ¿Qué tendríamos que averiguar acerca de este objeto para saber si es o no un
ecosistema?
 Si existe equilibrio... Si puede establecerse una cadena alimentaria... Si hay factores
bióticos y abióticos.
 ¿Y qué son los factores bióticos?
 Los que tienen vida.
 ¿Y los abióticos?
 Los que no tienen vida.
 ¿Qué representantes de estos factores están presentes en el frasco
 El agua, la tierra, las piedras serían factores abióticos, y suponemos que debe haber
bacterias o algo así, que serían factores bióticos.
 ¿Y cómo clasificarían los restos de plantas que hay dentro del frasco, como bióticos o
como abióticos?
A partir de esta pregunta, se generó una interesante discusión y hubo argumentos en ambos
sentidos. Evidentemente, según la definición de ambos términos los restos de seres vivos no
tenían un lugar muy definido en la clasificación.
Luego de leer un texto en el cual se explicaba qué son estos factores, y que los factores
bióticos de un ecosistema incluyen a los seres vivos o restos de seres vivos, pudieron
completar su clasificación.

¿Qué dicen al respecto algunos libros de texto?


El lugar que visitaste es un ecosistema terrestre, formado por la interacción entre la comunidad
de vida allí presente y los factores abióticos (aquellos que no tienen vida).
Entre los factores abióticos se encuentran la luz, la humedad, el aire, el viento, etc. Los factores
bióticos (los que tienen vida) son todos los seres vivos de la comunidad visitada (manual para
5° grado).
En un ecosistema, los elementos inertes o factores abióticos son muy importantes para el
desarrollo de la vida de las plantas y animales que viven en la zona. [...] En un ecosistema hay
dos clases de elementos vivos o factores bióticos: los vegetales y animales[2] (Manual para 6°
grado).
Los seres vivos de un ecosistema se llaman factores bióticos. Los elementos no vivos de una
comunidad se llaman factores abióticos[3] (4° grado).
En estos ejemplos, tanto en los tomados de los libros de texto como los de las situaciones de
aprendizaje, se nota una especial preocupación por definir y aplicar ciertos términos. Sin
embargo, las definiciones no logran dar a los términos su significación precisa y sistemática.
¿Cuál es esta significación? ¿Qué encierran en esencia los términos mencionados?

Los conceptos de biótico y abiótico cobran sentido en el marco de las interrelaciones que se
establecen dentro del ecosistema y de la manera como unos y otros contribuyen o no al
mantenimiento de su estabilidad. En este sentido se les denomina “factores”, y es sólo en este
marco en el que podemos considerarlos como tales.

De manera que no es lo mismo hablar de factores bióticos que de conjunto de seres


vivos, ni tampoco de elementos vivos. Podrían existir elementos vivos dentro de un
ecosistema que fueran circunstanciales y, por lo tanto, no constituirían factores dentro de él.
Los factores bióticos participan de un modo específico en las transformaciones de la materia y
la energía dentro del ecosistema. Entre ellos, los restos de los seres vivos (la materia orgánica
muerta) son el principal sustrato de los organismos descomponedores que devuelven
sustancias minerales al medio. Es decir, tanto los unos como los otros constituyen eslabones
fundamentales dentro de estas transformaciones.
La omisión sistemática de los restos de los seres vivos en la definición de factores bióticos
constituye una traba significativa para la comprensión global del concepto de ecosistema.
El análisis de los ejemplos anteriores nos permitirá hacer algunas reflexiones.
Tomemos la evaluación para 4° grado. ¿Qué hubiera contestado el alumno si la consigna
hubiera sido “Señala un ser vivo y uno no vivo”? En principio, lo mismo.
Sin embargo, lo que se estaba evaluando aparentemente era la comprensión de otro concepto:
el de los factores bióticos y abióticos en el ecosistema. Podríamos preguntarnos entonces si
“ser vivo” es un sinónimo de “factor biótico”, y “no vivo”, de “factor abiótico”, y, si nos atenemos
a lo expresado en el párrafo anterior, la respuesta es no.
Por lo tanto, la actividad no estaba realmente enfocada a evaluar lo que supuestamente se
proponía, puesto que tanto el planteo como la solución no toman en cuenta las interrelaciones
dentro del ecosistema en cuyo marco se incluyen estos factores y fuera del cual estos términos
pierden su verdadera dimensión.
Si tomamos ahora el tratamiento que se hace de estos conceptos en los libros, reconoceremos
una deficiencia similar agravada por el hecho de que en ningún momento se hace referencia a
la materia orgánica muerta ni a los microorganismos que actúan como descomponedores que,
como dijimos, son importantes factores dentro del ecosistema.
Teniendo en cuenta, finalmente, lo expresado por los docentes en el ejemplo presentado, el
círculo se cierra y se pone en evidencia una total coherencia entre lo que los libros de texto
dicen, lo que los maestros enseñan y lo que los alumnos aprenden. Pero esta coherencia no es

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la más deseable, ya que se funda sobre la base del aprendizaje de un vocabulario por lo
común descontextuado del marco general, lo cual, como dijimos, es una fuente de errores
conceptuales.

A modo de cierre, presentaré dos últimos ejemplos:

1. Durante la clase para maestros mencionada anteriormente, luego de haber reconocido lo


incompleto de su interpretación de la palabra “biótico”, una maestra ejemplifica: “por
ejemplo, el pizarrón es un factor biótico porque, aunque no es un ser vivo, está hecho de
madera, que es parte de un árbol”.

2. Una alumna de sexto grado, resuelve así la siguiente actividad:

Señala en el dibujo, con una cruz, dos factores bióticos:

La maestra califica “Muy bien”.

Analizando estos dos casos, podemos reconocer que en ninguno de ellos es correcto hablar de
“factores”, ya que ni el pizarrón está formando parte de un ecosistema (al menos no dentro del
marco de los ecosistemas naturales, que es lo que estamos analizando), ni el sombrero de
cuero del gaucho es un componente estable del ecosistema que pueda influir de algún modo
en su estabilidad. Los alumnos han incorporado nuevos términos a su vocabulario, pero no su
concepto.

La ecología es una cosa seria


Llegados a este punto, me parece necesario hacer una distinción entre lo que significa estudiar
ecología y estudiar las ciencias naturales desde un enfoque ecológico.
La ecología estudia las relaciones mutuas que establecen los seres vivos entre sí y éstos con
su ambiente físico. Como ciencia, procura descubrir cómo un organismo afecta su ambiente
viviente y no viviente, cómo es afectado por éste, y definir cómo estas interacciones determinan
los tipos y cantidades de organismos existentes en un determinado lugar y en un determinado
momento.[4]
Para estudiar los intercambios e interdependencias anteriormente indicados, es preciso
conocer previamente tanto los propios organismos como sus respectivos ambientes.
El ecólogo debe conocer, ante todo, los materiales con que trabaja. Debe tener buena idea de
la clasificación y de la estructura de los vegetales, así como de su funcionalismo. Al mismo
tiempo, deberá estar completamente al corriente de la naturaleza del ambiente en cuestión,
tanto en lo que se refiere a los factores biológicos como a los no biológicos. Debe estar
familiarizado con las diferentes clases de terrenos o suelos y con las diferentes propiedades del
agua en el océano, lagos y ríos. No puede desconocer tampoco las especiales condiciones
ambientales determinadas por los diferentes tipos de vegetación, ni las condiciones en que se
verifica la circulación del agua y del aire en el suelo, así como los procesos dinámicos que
tienen lugar en el mismo[5].
Así, la ecología, como toda disciplina, posee un objeto de estudio particular que se centra en
las interacciones que ocurren en el mundo natural. Este concepto resume, a su vez, la idea de
cambio y modificación a través del tiempo.
Posee también una terminología que le es propia. Esta terminología cobra sentido dentro de la
disciplina, en tanto y en cuanto alude a conceptos que también le son propios. Ejemplos de

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estos conceptos son: “hábitat”, “ecosistema”, “factores bióticos”, “factores abióticos”,
“comunidad”, “nivel trófico”.
Construye, a su vez, modelos explicativos más o menos sencillos, como las pirámides de
energía, las cadenas y redes tróficas, y otros muchos más complejos basados en el análisis de
sistemas. Utiliza además conceptos de otras ramas de la biología, como la genética de
poblaciones, la evolución, el comportamiento y muchos otros. Y, por supuesto, se vale de
conceptos de otras ciencias, con la particularidad de que, precisamente por basarse en las
interrelaciones, requiere prácticamente de todas las otras disciplinas, desde la física, la química
y la geología, pasando por la geografía y la meteorología, hasta las ciencias sociales, como la
sociología y la economía, ya que el hombre es un ser vivo que interactúa de un modo particular
con el medio que lo rodea.
Esta breve pero breve reseña da cuenta de cuál es el objetivo de estudio de la ecología y de
algunas de sus características como disciplina. Sirve, además, como punto de partida para
comenzar a discutir la importancia y viabilidad de enseñar ciencia en la escuela primaria desde
un enfoque ecológico.
Pero, antes, es necesario definir qué entendemos por enfoque ecológico.
Si el término “enfoque” hace referencia a “la manera de mirar”, es decir, a la visión más general
con que se observa, analiza y estudia un determinado fenómeno, entonces un enfoque
ecológico centraría el estudio de la naturaleza en las interacciones entre los seres vivos entre
sí y con su ambiente, y en las modificaciones mutuas resultantes de estas interacciones.
Por esta razón encarar el estudio de las ciencias naturales desde esta óptica puede constituir
un excelente recurso, ya que la naturaleza y los fenómenos naturales son intrínsecamente
interactivos.
Aunque pueda parecer reiterativo, quisiera recalcar que un enfoque ecológico no
necesariamente debe centrar su mirada siempre en el ecosistema sino en este concepto más
amplio que es el de las interrelaciones. Creo que este tiene que ser el centro de la cuestión.
No siempre los alumnos podrán reconocer dichas interrelaciones desde un principio, ya que
muchas veces necesitamos aislar un objeto para estudiarlo y profundizar en él. Es el docente
quien tendrá presente esta cuestión en el momento de realizar su planificación y quien podrá
entonces encontrar, a lo largo de su desarrollo, momentos de análisis o de síntesis de recorte o
de apertura, en los cuales plantee situaciones que permitan a los alumnos ir integrando y
relacionando los conceptos progresivamente.

Los conceptos científicos y la enseñanza de las ciencias naturales


Por lo general, los contenidos que figuran tanto en los Diseños Curriculares como en los libros
de texto suelen estar expresados en términos de conceptos científicos.
Pero los conceptos científicos constituyen representaciones teóricas, construidas según un
modo particular de interpretar la realidad. De manera que, para comprender estas
construcciones teóricas, los alumnos deberían tener los conocimientos necesarios que les
permitieran acercarse a dicha interpretación.
Para aclarar este aspecto incluiremos algunos ejemplos.
Muchos docentes, tanto de primaria como de secundaria, afirman que los conceptos de
ecología son los más sencillos de enseñar “porque uno lleva a los chicos a un lago o un bosque
y ellos pueden ver allí el ecosistema”.
Sin embargo, un lago no es un ecosistema o, al menos, no lo es para cualquier observador. Un
lago es un volumen de agua ubicado en un determinado lugar físico, en el cual habitan
determinados seres vivos.
¿Por qué hacemos esta aclaración? Porque el concepto de ecosistema responde a una
interpretación de la realidad que va más allá de la realidad visible y palpable.
Cuando hablamos de ecosistema, hablamos de un conjunto de seres vivos que interactúan
entre sí, y con un ambiente físico determinado. Y cuando decimos que interactúan, nos
referimos a que existe una relación recíproca entre seres vivos y ambiente. Así como las
características del ambiente influyen sobre los seres vivos, éstos también modifican las
condiciones ambientales.
Por ejemplo, solemos decir que la humedad del ambiente influye sobre la cantidad y la calidad
de la vegetación que se encuentra en dicho ambiente, pero muchas veces olvidamos que el
tipo de vegetación modifica también la humedad que hay en él. En estas interacciones se
establece un ciclo de materia y un flujo de energía entre seres vivos y el ambiente. En

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relación con esto es que surgen los conceptos de productores, consumidores y
degradadores, que designan el papel que cumplen las distintas especies animales y vegetales
como intermediarios en este intercambio de materia y energía.
Las relaciones tróficas entre estos tres niveles dentro de un ecosistema son representadas a
través de las redes y las cadenas alimentarias. Tanto unas como otras constituyen modelos
elaborados por los ecólogos, que permiten estudiar e interpretar dichas relaciones desde un
determinado punto de vista. Pero ni las redes ni las cadenas son observables, ni existen
como tales, puesto que constituyen interpretaciones ajustadas pero parciales de la realidad.
Finalmente, la idea de transformaciones dentro del ecosistema no sólo incluye a las que
ocurren en un determinado momento sino que también dan cuenta de un proceso histórico en
el que tanto seres vivos como ambiente se modifican.
Por eso decimos que un lago no es (y mucho menos para los chicos) un ecosistema. Ellos no
ven allí productores ni consumidores; en todo caso ven peces, patos, árboles, hierbas, algas.
Tampoco ven las cadenas alimentarias, aunque puedan tener suerte de observar a algún
pájaro comiendo un insecto. Y mucho menos pueden ver el ciclo de la materia o el flujo de
energía.
Todos estos aspectos vinculados al concepto de ecosistema no pueden ser vistos; sólo
pueden ser interpretados, y para ello existe un conjunto de elementos teóricos previos que se
constituyen en requisitos indispensables.
Tomemos otro ejemplo: “Las adaptaciones de los seres vivos al medio”.
Este concepto constituye también un modelo teórico que da cuenta de la enorme diversidad de
seres vivos, en cuanto a estructura y comportamiento, que habitan en diferentes ambientes.
La adaptación de los seres vivos al ambiente es el resultado inconcluso de un proceso histórico
a lo largo del cual seres vivos y ambiente se han ido modificando.
Todos los seres vivos poseemos en nuestro material genético la información necesaria que nos
permite realizar nuestras funciones en relación con un tipo de ambiente. Sin embargo, tanto el
material genético de una especie como el ambiente pueden modificarse, en cuyo caso puede
ocurrir que las nuevas características (de la especie o del ambiente) sean más o menos
favorables para que la vida pueda continuar. En términos generales, podemos decir que según
cuál sea el resultado de esta interacción puede ocurrir una mejor adaptación de la especie al
ambiente o, en caso desfavorable, la especie se extinguirá.
Como vemos, el estudio de la adaptación de los seres vivos requiere de otras teorías
explicativas propias de la biología, en particular de la genética, de la genética de poblaciones y
de la teoría de la evolución, y de otras ciencias como la física, la geología y la química.
Desde este punto de vista, este y muchos otros conceptos científicos son de difícil abordaje en
la escuela primaria, y aún en la escuela secundaria.
Estas dificultades suelen promover en los docentes diferentes actitudes, por ejemplo:
1. Renunciar a enseñar ciencias en la escuela primaria.
2. Ofrecer a los alumnos definiciones más o menos correctas apoyadas por algunos
ejemplos puntuales, suponiendo que de este modo podrán “incorporar” el concepto.
3. Reconocer que el aprendizaje de estos conceptos científicos constituye un objetivo más
o menos lejano en el proceso de construcción del conocimiento, y que requiere la
construcción previa de otros que pueden resultar más cercanos y de un menor nivel de
complejidad para el alumno.
En mi opinión, la construcción de los conocimientos científicos a largo plazo constituye una
alternativa.
La escuela primaria es el ámbito donde comienzan a sentarse las bases del conocimiento en
forma sistemática. Por lo tanto, es posible plantearse la enseñanza de tal modo que, al finalizar
la escolaridad, esperamos de los alumnos un cierto nivel de conceptualización que, no siendo
el de la ciencia, constituya un soporte para la profundización y construcción de nuevos
conceptos en etapas posteriores.
Esta postura no responde a una posición “economicista” en cuanto al conocimiento. No se me
escapa en absoluto que para la mayoría de los chicos de América latina la escuela primaria
puede ser, con suerte, el único nivel de educación formal al que acceden. Por el contrario,
pienso que favorecer la comprensión real y la reflexión acerca de los diversos fenómenos
naturales que nos rodean, los pone en mejores condiciones para interpretar hechos o
informaciones vinculados a ellos y para actuar en consecuencia, antes que su mera
enunciación y la aceptación pasiva de las explicaciones.

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No propongo, por lo tanto, economía de información sino economía de esfuerzos, en el sentido
de diseñar estrategias que favorezcan el aprendizaje de aquellos contenidos que sí pueden ser
alcanzados en un cierto nivel de complejidad, de poner el esfuerzo en organizar e integrar esos
conceptos en niveles cada vez mayores de conceptualización, de ahorrar esfuerzos estériles
en el aprendizaje de vocablos a favor del aprendizaje de conceptos a los cuales luego pueden
adjudicárseles nombres (pero sólo una vez comprendidos) y, una vez realizada esta tarea,
poner a disposición de los alumnos, y trabajar con ellos, la lectura de información de un nivel
de mayor complejidad, para cuya interpretación se encontrarán en mejores condiciones.
Entonces, si los chicos no pueden alcanzar el concepto de “adaptación” en el sentido
mencionado anteriormente, ¿Qué es lo que sí pueden aprender?
Pueden aprender, por ejemplo:
- Que todos los seres vivos tienen necesidades semejantes (alimentarse, respirar,
reproducirse) y que todos lo hacen en relación en el medio en el que viven.
- Que resuelven estas necesidades de maneras diferentes.
- Que las estructuras a través de las cuales resuelven dichas necesidades guardan relación
con la función que han de cumplir y con el medio en que se desarrollan.
- Que el interjuego de estos tres factores (estructura / función / medio) da como resultado
una amplia diversidad en los seres vivos.
- Que esta diversidad no sólo se da en los órganos y las estructuras sino también en su
comportamiento, y que ambos están ligados entre sí.
- Que los seres vivos y el ambiente no han sido siempre como actualmente los conocemos,
sino que también se han ido modificando mutuamente a lo largo de su historia común.
La articulación progresiva de estos y otros conceptos, organizados en los distintos ciclos y en
secuencias didácticas adecuadas para cada ciclo, pondrá a los alumnos en buenas
condiciones para una comprensión cada vez más ajustada del concepto de adaptación.

LOS ECOSISTEMAS
Si observamos con detenimiento a la naturaleza nos daremos cuenta de que los seres vivos no
viven aislados, sino que se relacionan con muchos otros seres vivos y están expuestos a una
multitud de características del lugar en el que habitan.
El medio ambiente de un ser vivo está constituido por dos tipos de factores que los ecólogos
reconocen como los causantes, por un lado, de que una especie pertenezca a un ambiente
específico y, por otro, de lo que determina el número de individuos que lo habiten; a estos
factores se les denominan abióticos y bióticos.
Un ecosistema puede definirse como el conjunto de organismos vivos (la comunidad) y
elementos no vivos (ambiente) que interaccionan en una determinada área de la naturaleza; de
tal manera, que hay flujo continuo de materia y energía. Este flujo de materia y energía da
como resultado la formación de cadenas y tramas alimenticias y de ciclos de utilización de
materiales.

Factores abióticos y bióticos del medio


Los factores abióticos son los componentes no vivos del medio ambiente, tales como los gases
que constituyen la atmósfera, el relieve, la luz, el agua, la temperatura o la composición del
suelo, estos son los que se relacionan con el ambiente físico del ecosistema. El biotopo es el
conjunto de factores abióticos de un área natural; los seres vivos que lo habitan se ven influidos
por dichos factores y a su vez pueden contribuir a modificarlos.
Los seres vivos se desarrollan en dos clases de ecosistemas: los acuáticos formados por las
aguas marinas y continentales, y los terrestres o aéreos, formados por los continentes, sus
islas y la atmósfera que los rodea.
En ambos medios los factores abióticos condicionan las formas de vida que en ellos se
desarrollan, del mismo modo que la actividad de los seres vivos puede modificar al medio
físico, con lo cual cada ecosistema está en continua evolución.

Los factores abióticos son:


- Energía solar. Todos los sistemas biológicos se ven afectados e inclusive se mantienen
vivos gracias a la energía proveniente del Sol. La distribución de esta radiación solar con
respecto a la latitud, determina en gran medida la localización de las principales zonas

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climatológicas que son la polar, templada y tropical, y en la cuales se distribuyen
diferencialmente distintos organismos que habitan en la Tierra.
- Factores Climáticos. Son los relacionados con las características atmosféricas del lugar;
los cambios de temperatura, el tiempo de iluminación solar, la cantidad de lluvias, entre
otros.
- Factores del relieve. La forma de la región en donde se ubica un ecosistema determina
muchas de sus características, es decir, el relieve de una montaña, el de un valle fluvial o el
de una llanura, condicionan la vida que los puebla.
- Factores del suelo. El suelo es el soporte de todos los ecosistemas terrestres y es la fuente
de nutrientes minerales para los vegetales. Entre los factores que influyen sobre los seres
que en él habitan hay que destacar:
• Su composición química en sales, minerales y materia orgánica.
• Su profundidad y su pendiente.
• Su textura o el tamaño de los granos que lo componen, su permeabilidad para el agua y
la cantidad de oxígeno del que disponen las raíces de las plantas y otros seres que
habitan en él.
- Factores hidrológicos. Los factores relativos al agua son necesarios para todos los seres
vivos y son el soporte de los ecosistemas acuáticos. En ellos influyen la salinidad o
porcentaje de sales en el agua, el contenido en gases: el oxígeno y la presión, que aumenta
con la profundidad.

Los componentes vivos o bióticos de un ecosistema son los seres vivos que habitan en un
determinado ambiente (plantas, animales, hongos y microorganismos). En el ecosistema los
individuos de una misma especie constituyen una población, y las diferentes poblaciones que
conviven en un determinado espacio dan lugar a una comunidad o biocenosis.
Entre los seres vivos se establecen relaciones muy variadas tanto entre miembros de la misma
especie como entre miembros de especies diferentes; es decir, se dan relaciones intra e ínter
específicas.

Las relaciones intraespecíficas que se establecen entre los seres vivos para conseguir
diferentes beneficios son:
-Asociaciones familiares. Su finalidad es facilitar la reproducción y el cuidado de las crías,
estas asociaciones son temporales, inician en la época de celo y terminan cuando los
descendientes logran ser autosuficientes.
-Asociaciones gregarias. A veces, un determinado número de individuos se agrupa con
finalidades variadas; por ejemplo, conseguir una mejor alimentación, desplazarse sin perder
la orientación en las migraciones, etc. En general, estas asociaciones son transitorias.
-Asociaciones coloniales. En este tipo de asociación los individuos permanecen unidos entre
sí y tiene su origen en un único individuo que se reproduce por vía sexual. Tal es el caso de
las esponjas y los corales.
-Asociaciones sociales. Están formadas por individuos independientes entre sí, pero unidos
por su forma de vida, pues un individuo aislado no podría sobrevivir. Un claro ejemplo de
este tipo de asociación son las hormigas y las abejas.

Las relaciones ínterespecíficas que se dan entre los individuos de distintas especies que
habitan en un mismo ecosistema pueden ser benéficas o perjudiciales y éstas son:
-Simbiosis o mutualismo. Las especies obtienen de su relación un beneficio mutuo; ejemplo
de este tipo de relación son las abejas que se alimentan del néctar de algunas flores, que al
hacerlo transportan los granos de polen de unas flores a otras, lo que permite su
reproducción.
-Comensalismo. En este tipo de relación, uno de los seres se alimenta de los restos de la
comida de otro que permanece indiferente y no obtiene ningún daño ni beneficio alguno; un
ejemplo de comensalismo es el pez rémora que acompaña a los tiburones y se alimenta de
lo que queda de sus presas.
-Inquilinismo. En esta relación uno de los individuos obtiene protección de otro que
permanece indiferente, tal es el caso de las aves que habitan en los árboles en donde se
encuentran seguros para anidar.

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-Parasitismo. En esta relación un ser vivo, el parásito, obtiene toda su alimentación de otro, el
hospedador, a este último puede causársele la muerte, aunque no de manera inmediata.
Hay dos tipos de parásitos:
Los parásitos externos que viven afuera del hospedador y permanecen en él de manera
temporal o permanente, succionando parte de sus líquidos internos; por ejemplo: las
garrapatas, los mosquitos y los piojos.
Y los parásitos internos que viven dentro del hospedador de donde obtienen su alimento;
por ejemplo: las lombrices intestinales y los microorganismos que producen distintas
enfermedades.
-Depredación. En esta relación un ser, el depredador, se alimenta de otro, la presa, al que da
muerte. Algunos ejemplos son las relaciones león-gacela, araña-moscas, vaca-pasto.
-Competencia. Las especies afectadas luchan por conseguir su supremacía en la utilización
de recursos como el alimento, el agua, un territorio, etc. En esta relación las especies que
compiten salen perjudicadas.

El conjunto de los tipos de interacción mencionados determina tanto la abundancia como la


distribución de organismos.

Niveles tróficos
Un aspecto importante en el estudio de los seres vivos y su medio, es el paso de la materia y
de la energía del medio a los seres vivos, de unos seres vivos a otros y de los seres vivos
nuevamente al medio.
Tanto las plantas como los animales necesitan materias primas y energía para vivir.
Las plantas utilizan materias simples y energía solar para sintetizar compuestos orgánicos que
almacenan energía. Las materias primas que utilizan los vegetales verdes como bióxido de
carbono y agua, son pobres en energía almacenada, en tanto que los productos de la
fotosíntesis son ricos en energía (azúcares) porque han almacenado la energía solar.
Los animales consumen los productos vegetales como fuente tanto de materia (que pasa a
formar parte de la materia viva del animal), como de energía (que ayuda a los animales a
realizar sus funciones vitales).
El conjunto de poblaciones que viven en una misma área constituyen una comunidad. Las
tramas alimenticias y el medio en que vive la comunidad constituyen la estructura sobre la que
se basa la estabilidad del ecosistema.
Si analizamos los eslabones que forman parte de la cadena alimentaria, podemos acomodarlos
escalonadamente para formar una pirámide. A cada uno de los niveles de la pirámide le
llamamos nivel trófico o nivel alimentario.
Identificamos tres niveles tróficos:
-Los productores. Llamados así por su capacidad para producir sus propios alimentos a partir
de compuestos inorgánicos sencillos y una fuente de energía, que generalmente es el sol.
Los productores son todos los organismos autótrofos, es decir, los que realizan la
fotosíntesis y las bacterias quimiosintéticas.
-Los consumidores. Se alimentan de la materia orgánica de otros seres vivos, pues son
incapaces de producir su propio alimento. Los animales herbívoros o consumidores
primarios que se alimentan de los productores; los carnívoros o consumidores secundarios
que se alimentan de los herbívoros; los que se alimentan de otros carnívoros o
consumidores terciarios, etc.
-Los desintegradores. Se alimentan de excremento o de materia orgánica muerta y los
transforman en compuestos inorgánicos que enriquecen el suelo para ser reutilizados por
los productores; muchos hongos y bacterias realizan esta labor.

Dinámica de los ecosistemas


Todas las poblaciones tienen, teóricamente, un cierto potencial de crecimiento a consecuencia
de la reproducción. Se llama potencial biótico a la máxima posibilidad de reproducción de un
organismo; sin embargo, en la naturaleza no se observa un aumento indefinido del número de
individuos de una población o comunidad. Lo anterior se debe a una serie de factores
limitantes, tales como la cantidad de alimento disponible, el espacio, las enfermedades, la
lucha por la existencia, etc., que impiden que las poblaciones y comunidades crezcan

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ilimitadamente. Por estas condiciones, el número de individuos de una misma especie
permanece más o menos estable.
Los ecosistemas mantienen por sí solos un equilibrio dinámico, siempre y cuando el hombre no
intervenga de manera equivocada. Cuando una de las poblaciones aumenta o disminuye por
alguna razón (falta de alimento o espacio), la comunidad también se modifica. Una comunidad
no puede vivir por sí misma ya que se necesita de toda una serie de factores físicos para
subsistir.
Algunos de estos factores son el suelo, de donde las plantas toman el agua y las sales
disueltas en ella; el aire, de donde las plantas y los animales toman el oxígeno y de donde las
plantas toman, además, el dióxido de carbono para la fotosíntesis; el agua que interviene en
todas las funciones de los organismos y la energía solar que permite a las plantas verdes
almacenarla en los alimentos durante la fotosíntesis. Existe, asimismo, una interrelación entre
las plantas, los animales y los microorganismos del suelo; por ejemplo:
Si el primer nivel trófico, el que corresponde a los productores, tiene un peso de 1,000
kilogramos, sólo pueden consumidores primarios del segundo nivel, siempre y cuando éstos
tengan un peso total de 100 kilogramos.
Si el peso de los consumidores primarios es de 100 kilogramos, sólo pueden ser alimento a
consumidores secundarios que tengan un peso total de 10 kilogramos, y éstos a su vez sólo
podrán alimentar a 1 kilogramo de consumidores terciarios, etc.
Para que los ecosistemas encuentren su equilibrio es necesario que se conserven las
proporciones de los niveles tróficos. Para entender este principio dinámico partamos del
siguiente supuesto: un ecosistema en el que crecen pastos, acrecienta el número de animales
herbívoros que comen más hierba de la que puede brotar. Después de algún tiempo, el
alimento disminuye y, proporcionalmente, aumenta la competencia entre herbívoros lo que
provoca que muchos de estos animales emigren o mueran, con esto el equilibrio se restablece
paulatinamente.
Este fenómeno sucede también en lugares donde los pastos abundan en época de lluvias y
disminuyen considerablemente en época de secas. Lo que sucede es que el aumento y la
disminución rebasan a los consumidores de los niveles superiores.
Este equilibrio dinámico existe debido a que las poblaciones y las comunidades tienen un límite
de crecimiento que se encuentra relacionado con el espacio y el alimento: cuando el espacio es
ocupado en su totalidad y el alimento se agota, los que no alcanzan alimentos mueren.
[1]
Tomado de: Ecología, ecologismo y enfoque ecológico en la enseñanza de las ciencias naturales. Variaciones
sobre un tema. En: Weissmann, Hilda., Didáctica de las Ciencias Naturales. Aportes y reflexiones., Buenos Aires,
Paidos Ecuador, 1997.

[2]
Esta definición desconoce la existencia de bacterias, hongos y otros microorganismos que no son ni vegetales ni
animales.

[3]
Nótese que en una misma página se habla por un lado de factores bióticos de un ecosistema y luego de factores
abióticos de una comunidad. Aunque antes se había definido comunidad como el conjunto de poblaciones de seres
vivos que habitan en una misma zona.
[4] Curtis, H,. Biología, Buenos Aires, Ed, Médica Panamericana, 1985
[5] Clarke, G:l:, Elementos de Ecología, Buenos Aires, Omega, 1993.

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