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La coleccionista de Aida Toledo

Era coleccionista, pero no se lo contaba nadie, uds saben, el robo de las piezas le
daba pánico, lo que le hacía pensar que sí, que siendo mujer había aprendido a tener
miedo de todo, hasta de lo muy secreto. Había nacido en un pueblito íngrimo.
Caminaba todos los días hasta el rin en donde lavaba la ropa que le encargaba la tía,
aunque le pesaba el trabajo, se daba cuenta que sin aquella caminata nunca hubiera
dado con las cositas que habían cambiado la vida mustia que llevaba en aquel pueblo.
Después de lavar. caminaba hasta el cementerio, era un ritual, algo que le había
ofrecido a la abuela antes de morir, ir a verla siempre. Un día que se quedó dormida
sobre la tumba, cansada de toda la ropa que había lavado por la mañana, asustada
y con el corazón palpitándole a mil por hora se regresó a la casa saltando entre las
tumbas. Repentinamente cayó y con pánico (recuerdan ese pánico que no la deja a
una ni en los sueños), se vio dentro de uno de los mausoleos, llena de polvo,
telarañas, pedazos de madera, restos de candelas, etc. Sin embargo, aunque el
miedo no le permitía moverse, vio un reflejo, era una veladora y a la par encontró el
primer tesoro amarrado en un pañuelito, la primera pieza de su colección. Parecía un
dedo, pero no era un dedo, así que In tomo, salió del lugar y sudando llegó hasta la
casa de la tía, ella ya dormía y ni la notó. Desde la muerte de la abuela ella no tenía
existencia. La mujer la utilizaba sólo para lavar y hacer oficio, a ella no le importaba,
porque nunca la había llegado a querer, entonces no le dolía. El señor de la farmacia,
un día que la había encontrado llorando, le había regalado unos frasquitos, y allí con
un poquito de agua de rosas colocó el dedito. ¡Se veía lindo! Sería su amuleto, su
secreto, con el tiempo parte de su sobrevivencia. Durante un año completo siguió
visitando la tumba en donde siempre encontró más deditos y su colección fue
creciendo. Los tenía todos colocados en los frasquitos, debajo de una tabla del piso
de madera en donde dormía e iba haciendo uso de ellos según sus necesidades. Un
día después de lavar se encontró con la noticia, buscaban a alguien, posiblemente
del pueblo que había asesinado a varios niños y que los había mutilado terriblemente.
Ella no entendió que era eso de mutilar y no le interesó, ya que su vida había
cambiado, eso era lo importante, la tía dejó de gritarle, le daba más pan con café por
las noches, lo cual la hacía feliz, pues guardaba pedacitos para llevarle a la abuela a
la tumba. Además, cada dedito le había dado fuerza, a ella que se sentía tan débil. Al
principio se horrorizó, nunca antes había comido carne, le dolió el estómago, vomitó,
tuvo pesadillas, terribles pesadillas en donde niños con máscaras la perseguían para
matarla, hasta que todo pasó, y ahora ella era una muchacha diferente, que pensaba
en el futuro. Irse del pueblo, a la ciudad, no importando si había que caminar mucho.

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