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La fe en la resurrección de los muertos: el máximo enigma de la vida humana es la muerte.

De
esta forma la Iglesia cree y espera firmemente que del mismo modo que Cristo ha resucitado
verdaderamente de entre los muertos, y que vive para siempre, igualmente los justos después
de su muerte vivirán para siempre con Cristo resucitado. La resurrección es un elemento
esencial de la revelación cristiana. Desde el punto de vista de la fe, la muerte es también el fin
de la peregrinación terrena del hombre.

La muerte es el paso a la plenitud de la vida. La muerte del cristiano es un acontecimiento de


gracia.

Por otro lado, la Iglesia en su oración de sufragio por las almas de los difuntos, implora la vida
eterna no solo para los discípulos de Cristo muertos en su paz, sino también por todo el
difunto, cuya fe solo Dios ha conocido.

El sentido de los sufragios: la Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos.
De allí viene la costumbre de los sufragios que son una súplica insistente a Dios para que tenga
misericordia de los fieles difuntos, los purifique con el fuego de su caridad y los introduzca en
el Reino de la luz y de la vida.

Las exequias cristianas: se expresan en tres momentos según la tradición. 1. La vigilia de


oración en casa del difunto lugar donde se reúnen parientes, amigos y files para elevar a Dios
una oración de sufragio. 2. La celebración de la Eucaristía: es la Iglesia que expresa entonces su
comunión eficaz con el difunto: ofreciendo al Padre, en el Espíritu Santo, el sacrificio de la
muerte y resurrección de Cristo, pide que su hijo sea purificado de sus pecados y de sus
consecuencias, y que sea admitido a la plenitud pascual de la mesa del Reino. 3. El rito de
despedida, el cortejo fúnebre y la sepultura. La Iglesia acompaña el cuerpo del difunto al lugar
de su descanso, en espera del día de la resurrección.

La piedad cristiana ha asumido, como forma de sepultura de los fieles, la inhumación. Sin
embargo, está en vigor la praxis de quemar el cuerpo del difunto.

Otros sufragios.

La celebración de la Misa en sufragio de las almas de los propios difuntos es el modo cristiano
de recordar y prolongar, en el Señor, la comunión con cuantos han cruzado ya el umbral de la
muerte.

La memoria de los difuntos en la piedad popular

Es necesario, ante todo, que la piedad popular sea educada por los principios de la fe cristiana,
como el sentido pascual de la muerte de los que, mediante el Bautismo, se han incorporado al
misterio de la muerte y resurrección de Cristo.

Por lo que se refiere a los aspectos doctrinales, hay que evitar:

- Culto pagano a los antepasados.


- La invocación de los muertos.
- La interpretación de los sueños.
- Evitar la insinuación a la reencarnación.
- El peligro de negar la inmortalidad.
- La aplicación de categorías espacio temporales a la condición de los difuntos.
Por lo que se refiere a la cultura moderna trata de rechazar la visibilidad de la muerte, y el
cristiano debe evitar aquello.

La expresión de la piedad popular para con los fieles:

- Las novenas, las visitas al cementerio.


- Las cofradías y otras asociaciones, que ayudan a enterrar a los difuntos y acompañar a
los familiares.
- Y los sufragios frecuentes.

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