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En un sentido amplio llamamos fase social a la interacción que se produce desde que la
terapeuta recibe a la familia y les orienta sobre la forma de trabajo, hasta que se inicia la
conversación sobre el motivo de consulta. Aunque durante muchos años habíamos reducido
la fase social a la mínima expresión con la idea de ganar tiempo para el resto de la primera
entrevista, en los últimos años nos hemos dado cuenta de que, en realidad, el tiempo
invertido en la charla social es a menudo sumamente provechoso. Hablar con los
consultantes acerca de su trabajo, de sus gustos y a ciones antes de entrar a discutir el
motivo de consulta crea un contexto más positivo para la conversación posterior y a
menudo genera información que más adelante puede ser de utilidad.
PARA QUÉ
* Marcar la postura del terapeuta frente a sus interlocutores: que sientan que se interesa
por ellos como personas y no únicamente como «portadores de problemas». Esto puede ser,
en sí mismo, un importante mensaje terapéutico: «Eres más que tu problema».
* Obtener una visión global del contexto relacional de los consultantes (por ejemplo, la
abuela no vive con la familia, pero les visita todos los días) y sus posibles limitaciones (por
ejemplo, el padre es transportista y sólo pasa con su mujer y sus hijos un día por semana; el
abuelo padece la enfermedad de Alzheimer), que ayudarán a per lar más adelante las
líneas de intervención terapéutica.
* Finalmente, la fase social nos da a menudo un acceso privilegiado a la visión del mundo
de los consultantes, a su postura y su lenguaje (capítulo 7).
QUÉ
La fase social suele incluir varios elementos. Habitualmente explicamos a los presentes que
nos gustaría conocerles antes de que nos cuenten qué les ha traído a la consulta. Hecha esta
introducción, les preguntamos sus nombres, edades, a qué se dedican y qué aficiones
tienen. Tratamos de hacernos una idea clara de quién vive con quién y cuánto contacto
tienen.
Últimamente estamos dando cada vez más importancia a que en la fase social se
detecten también los recursos de la red social. Por eso solemos preguntar quiénes son los
mejores amigos de los consultantes, a quién le contarían sus problemas, a quién le han
comentado que vendrían a esta entrevista, etcétera.
CÓMO
EJEMPLO DE CASO
La madre de Ángela, una chica de dieciséis años, llamó muy preocupada porque su hija
había dejado de comer cuatro meses atrás y estaba cada vez más «obstinada» en su
esfuerzo por adelgazar a toda costa. Citamos a toda la familia para la primera
entrevista, la semana siguiente: Ángela, sus padres y sus dos hermanas. Sin embargo, el
día antes de la primera entrevista nos llamaron para avisarnos de que habían tenido que
ingresar a Ángela por su pérdida de peso. Pospusimos la entrevista, que tuvo lugar tres
semanas más tarde, con toda la familia. Tras recibirles y explicar la forma de trabajar
(capítulo 4) hicimos una larga fase social.
T.: Antes de que entremos a hablar de lo que os trae aquí hoy, me gustaría saber un
poquito de vosotros, a qué os dedicáis, qué cosas os gusta hacer... puede empezar el que
quiera, porque me gustará oíros a todos.
M.: Ángela, hija, empieza tú.
T.: Disculpe, María, no hace falta que sea Ángela la que empiece. Puede empezar el que
quiera.
Toni: Pues yo misma. Yo tengo veintiún años, y hago arreglos de ropa, y también me
gusta diseñar ropa yo misma, cuando tengo tiempo.
T.: Anda, qué interesante. ¿Qué tipo de ropa haces?
Toni: Lo que me gusta es hacer vestidos. Vestidos un poco modernos... que tengan algo
distinto.
T.: ¿Cómo ese que llevas? ¿Lo has hecho tú?
Rosa: Sí, lo ha hecho ella.
T.: ¡Enhorabuena, está genial!
Toni: ¡Gracias!
T.: ¿Y tus hermanas son clientas tuyas, o las «víctimas» con las que haces las pruebas?
Toni: (Risas.) ¡Más bien son las víctimas!
Ángela: ¡Pero nos encanta, que conste!
T.: ¿Sí? ¿Te gusta la ropa que hace tu hermana?
Ángela: Sí, me parece preciosa, super-original.
T.: ¿Y cuál dirías que es el secreto de tu hermana, para hacer esa ropa tan bonita?
Rosa: Que ella misma es muy original, es muy creativa.
T.: ¿Quién más dirías que es creativo en esta familia?
Rosa: Yo no mucho, la verdad. Pero Ángela también tiene ideas muy buenas.
T.: ¿Es cierto, Ángela, eres creativa?
Ángela: Bueno, no sé, a mí me gusta mucho pintar, dibujar... las cosas artísticas.
T.: ¡Qué interesante! A mí el arte me gusta mucho. Lo de la ropa no tanto, ya veis cómo
voy vestido (risas), pero el tema del arte sí. ¿Tú estás pensando en enfocar por ahí tu
futuro? ¿Hacer algo de eso cuando termines el instituto?
Ángela: No lo sé, pero sí me gustaría. Igual hacer Bellas Artes, o Artes y Oficios.
T.: Ajá, ¿con la especialidad de pintura?
Ángela: Bueno, puede ser pintura, pero también me gusta el vídeo, el cine...
T.: Bueno, bueno, veo que tienes intereses amplios. A mí el cine me encanta. ¿Qué
película has visto recientemente, que pudieras recomendarme, que te haya gustado?
Ángela: Puf, es que eso va a gustos...
T.: Sí, cierto.
Ángela: ... pero igual la de La casa de las dagas voladoras.
T.: Ajá, tomo nota, yo ésa no la he visto. He oído que está bien, sí. ¿Fuiste con tu familia,
con tus amigos?
Ángela: ¡¡No, con mis padres no!! (Risas.) Fui con dos amigas, mis mejores amigas.
T.: Ajá, con dos amigas. ¿Puedo preguntarte cómo se llaman?
Ángela: Fátima y Vanesa.
T.: ¿Dirías que son tus mejores amigas?
Ángela: Sí, ellas dos y Paula, pero Paula vive ahora en Coruña.
T.: Vaya, se ha ido un poco lejos. ¿Crees que Fátima y Vanesa estarían dispuestas a venir
por aquí algún día, a echar una mano, si tú se lo pidieras?
Ángela: Sí, ellas encantadas. A ellas estas cosas de los psicólogos les encantan.
T.: Vale, genial, estupendo. A ti me da que los psicólogos no te gustan tanto...
Ángela: Hay cosas peores.
T.: ¿Sí? ¡Eso me consuela! (Risas.) Dígame usted, María, ¿a qué se dedica usted? ¿Qué
cosas le gusta hacer?
M.: Bueno, yo poca cosa. Me dedico a la casa, y lo de la costura me gusta también.
T.: ¿Así que esto Toni lo ha heredado de usted? ¿Hay un gen costurero en la familia?
M.: (Risas.) Pues igual sí. También me gusta pasear.
T.: ¿Con quién le gusta pasear? ¿Con su marido?
M.: Sí, bueno, me gustaría, pero el no se deja. (Risas.)
P.: Hombre, me dejo según adónde sea el paseo. Es que a ella le gustan los paseos muy
largos.
M.: Suelo salir con una cuñada, que vive bastante cerca.
T.: Ajá, así que los paseos son sobre todo con ella. ¿Hay alguien más que viva cerca, o
con vosotros, alguien más con quien tengáis mucha relación?
M.: Bueno, está esa cuñada, y mis sobrinos, que tienen bastante relación con Ángela o,
bueno, la tenían antes de que empezara todo esto...
T.: ¿Alguien más?
P.: Sí, mi madre también está en el pueblo, pero está muy mayor y más que venir por
casa somos nosotros los que vamos a verla a ella.
(...)
¡OJO CON...!
Como hemos comentado, trabajar la fase social con intención puede proporcionarnos
herramientas útiles para la terapia. Eso no signi ca que deba alargarse de forma
indefinida. De hecho, ése es un posible riesgo de una fase social bien trabajada: que el clima
se haga tan distendido y agradable que se vaya la mayor parte del tiempo de la sesión ¡casi
sin darnos cuenta!
En otras ocasiones, el problema es el contrario: los consultantes, al presentarse y hablar
de ellos, se precipitan a describir el problema que tienen. En ese caso, pensamos que es útil
mantener el encuadre terapéutico e insistir en recabar algunas informaciones ante s de
entrar a comentar el motivo de consulta.
Algo similar sucede cuando hay varios interlocutores y la fase social se convierte en una
especie de «terreno de batalla», en el que unos descali can a los otros. De nuevo, será
importante que la terapeuta estructure la situación y encauce la conversación por caminos
más constructivos.
Y ADEMÁS...
* Una buena forma de dar desde el comienzo un tono positivo a la conversación es que
preguntemos por las cualidades de los consultantes (Selekman, 2005). Esto puede
hacerse preguntando a unos sobre los otros:
T.: Cuéntame, si le preguntara a Toni qué es lo que más le gusta de tenerte como
hermana menor, ¿qué crees que me diría?
Ángela: No sé, qué se yo. Que le dejo mis discos.
T.: ¿Crees que diría que eres generosa?
Ángela: Pues igual sí. ¡Sí!
T.: Toni, dime, ¿dirías que tu hermana es generosa? (...) ¿Y si yo le preguntara a Ángela
qué es lo que más valora ella de ti, ¿qué crees que me diría? (...) ¿Crees que tus padres
estarían de acuerdo con ella?
T.: Vaya, así que a tí también te gusta Harry Potter. Si yo preguntara a tu mejor amigo
en qué te pareces tú a Harry Potter, ¿qué me diría? Y no me digas que también haces
magia...
* Para organizar la información puede ser útil ir dibujando, a la vez que se habla con la
familia, un pequeño g enog ra m a que recoja la información sobre sus miembros,
completando o corrigiendo el que hayamos podido hacer al rellenar la cha telefónica
(capítulo 3).
LA INVESTIGACIÓN DICE...
LECTURAS RECOMENDADAS
El texto de Matthew Selekman Abrir caminos para el cambio. Soluciones de terapia breve para
adolescentes con problemas (Selekman, 1996) ofrece numerosas ideas acerca de cómo utilizar
terapéuticamente las a ciones y los gustos de los consultantes. La segunda edición de esta
obra (Selekman, 2005), que aún no está traducida al castellano, profundiza aún más en esta
línea y resulta especialmente recomendable.