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Category: F/F, Multi
Fandom: Supergirl (TV 2015), supercorp - Fandom, Kara Danvers - Fandom,
Lena Luthor - Fandom
Relationship: Kara Danvers & Lena Luthor, Alex Danvers & Maggie Sawyer, Kara
Danvers/Cat Grant, Clark Kent & Lois Lane, Supercorp -
Relationship, KaraxLena - Relationship
Character: Kara Danvers, Kara Zor-El, Lena Luthor, Alex Danvers, Maggie
Sawyer, Barry Allen, Felicity Smoak, Sara Lance, Cisco Ramon,
Supergirl - Character, Superman, Batman, Wonderwoman, Hank
Henshaw, J'onn J'onzz, Jeremiah Danvers, Eliza Danvers, Mon-El
(Supergirl TV 2015), Lucy Lane, Lois Lane, Guardian, James Olsen,
Cat Grant, Maxwell Lord, Darkseid, Lex Luthor, Juicio Final, Livewire,
William Scott, Winn Schott Jr.
Additional Tags: Multiple Crossovers
Stats: Published: 2017-01-02 Updated: 2017-01-22 Chapters: 4/? Words:
26609

El ángel que camina entre las sombras


by womanwhoo

Summary

Los acontecimientos que tienen lugar transcurren semanas después de que Lena Luthor se
enfrentara a su madre, líder de la organización criminal Cadmus y salvara el mundo. Kara
deberá lidiar con sus sentimientos y miedos respecto a su relación con Lena y evitar que la
Tierra caiga en manos de poderosos supervillanos.

En esta aventura la acompañarán sus mejores amigos y algunos super héroes como
Wonder Woman. Alex Danvers intentará, por todos los medios, salvar a su hermana y el
mundo que conocemos con la ayuda del único Señor del Tiempo.

Notes

Pido paciencia, el fanfic va de menos a más por no mencionar que es mi primer fic desde
tiempos mozos ^^
Me he divertido mucho escribiéndolo, además, se trata de una de mis series favoritas así
que... ha sido genial.
Agradecerle a una amiga (ella sabe quién es XDD), que me introdujera en el mundo de los
Fandoms y que me alentara a escribir un Fanfic. Ha sido una experiencia impresionante,
muy chula y muy molona que recomiendo a todo el mundo.

Espero que os guste ^^


La caída, parte I

Snapper Carr gruñó al pasar frente a la puerta de su despacho. Sin afeitarse en más de cuatro días
y con un lápiz detrás de la oreja, la escrutaba como si quisiera encontrar un motivo para que ella
estuviera allí, trabajando en su propia mesa, el lugar perfecto para esconderse del mundo, excepto
de su antipático y maloliente jefe.

- Lena Luthor organiza esta noche una fiesta –se frotó la barbilla mientras mascaba chicle–,
averigua qué se trae entre manos.
- ¿Está seguro, Sr. Carr? – hizo una mueca, no sabía nada de Lena desde hacía semanas.

Había estado en su oficina el día anterior hablando con Jess y ésta no le había mencionado que
Lena hubiera regresado a la ciudad, ni mucho menos que fuera a dar ninguna fiesta. Sospechaba
que Lena había puesto distancia entre las dos pero esperaba que tarde o temprano todo volvería a
la normalidad.

- Oh, ya no sois amiguitas... Le daré la invitación a Murphy.

Se puso en pie, no podía permitirse faltar a aquella fiesta y poder hablar, por fin, con Lena. Ni ella
ni Supergirl habían estado a la altura el día en que un Luthor salvó el mundo. Habían pasado
semanas desde aquel último encuentro, en el que ni siquiera le dio las gracias. Se había
acostumbrado a que Lena estuviera allí, en su mundo, como solía estar la Sra. Grant. Hasta que
dejó de estar... Sin Lena... en fin, todo había ido volviéndose más duro, extraño, difícil e
incómodo a medida que pasaban los días sin poder hablar con ella.

– No, iré yo, yo lo haré... –extendió la mano y por un momento leyó en la mirada de Snapper que
la iba a dejar fuera, sin embargo, tiró de mala gana la invitación sobre su mesa y masculló algo
antes de irse.

Algo que sonó como “quiero un artículo a primera hora en mi mesa”. Había aprendido a
interpretar su lenguaje de gruñidos y casi era una experta.

Tomó el sobre de blanco impoluto con el logotipo de LCorp y el nombre de Lena Luthor en azul
invitando a CatCo Worldwide Media a la fiesta que tendría lugar aquella misma noche.

♥♥♥♥♥

El DEO se había mantenido vigilante en los movimientos relacionados con Maxwell Lord durante
largos meses hasta que desapareció de su radar, era como si se le hubiera tragado la tierra o como
si hubiera emprendido un viaje interestelar. Tratándose de Max todo era posible.

Volvió a leer el e-mail que Lord le había enviado aquella mañana.

Agente Danvers, tengo algo para usted. Por favor, mantenga alejada a su hermana, luego no
diga que no se lo advertí.

Su leal amigo,

Max Lord
Las coordenadas estaban encriptadas, un juego banal de símbolos y geometría que no había
tardado en descifrar, un punto inexacto del espacio, algo en lo que Winn estaba trabajando a
contrarreloj para cazarle. Kara seguía creyendo que Maxwell Lord no era de fiar y de hecho, tenía
razón. Sin embargo, había puesto en tela de juicio la seguridad de Kara, ella no temía ser atacada,
no había ningún peligro cercándola, en cambio, sí parecía haberlo para Kara y por ello se lo había
ocultado, debía protegerla. El único inconveniente era que Lord sabía que su punto débil era,
precisamente, su hermana pequeña. “Es una trampa, Alex y vas a tener que jugar con sus
reglas antes de patearle el culo”.

Guardó el teléfono móvil en su bolsillo y encajó la llave en la cerradura, la puerta estaba abierta.
Desenfundó su arma reglamentaria y ralentizó la respiración. En posición, avanzó paso a paso,
escrutando cada rincón. Había un ramo de rosas rojas sobre la mesa de café y un camino de
pétalos que llegaba, por lo que podía ver, hasta el dormitorio. ¿Maggie se había vuelto romántica,
de repente? ¿Qué había sido de aquello de tomárselo con calma? Vio una nota sujeta entre los
pétalos y hojas del ramo. Intentó no prestarle atención, podría ser una trampa. Pero también podría
ser un detalle romántico de su novia.

– Creo que he estropeado la diversión...–Alex se volvió, con la pistola apuntando hacia el rostro
de Maggie.

Tres segundos, eso fue lo que tardó Maggie en comprender y sacar su pistola de la funda.

– No sabía que tuvieras un admirador, Danvers...–habló en tono bajo y con aquella sonrisa en sus
labios que le hacía comprender que todo iba a salir bien aunque la tierra se estuviera
desquebrajando bajo sus pies.

Cruzaron una mirada y avanzaron hacia el dormitorio. Había alguien de espaldas, ella se movió
con rapidez, quería alcanzarle antes que Maggie y, entonces, supo que su novia era mucho más
hábil de lo que pensaba: con la culata de su arma reglamentaria golpeó al intruso en la nuca y éste
cayó desplomado al suelo.

Ella se volvió, había un brillo en sus ojos que no conseguía descifrar.

– Acabo de dejar inconsciente a un playboy...


– Algo así, es Max Lord, de Lord Technologies.
– Danvers... Sé que dije de ir despacio, pero nunca hablé de tomarnos un descanso. Un ramo de
rosas rojas y un camino de pétalos hasta tu dormitorio... –sonrió, los hoyuelos se marcaban en sus
mejillas, era una sonrisa de preocupación.
– Me ha pedido ayuda, esto es... su ambientación dramática favorita –intentó restarle importancia
pero no consiguió que la expresión de Maggie se relajara un ápice.

De nuevo una mueca en un intento de sonrisa, el brillo en los ojos de Maggie se volvió a una
sombra de tristeza. ¿Alguna vez la habrían engañado? ¿Alguien habría sido capaz de hacerle daño
de aquella manera tan cobarde y miserable? ¿Quién podría desear más que abrazar el cielo y las
estrellas cada día? Observó sus movimientos, había sido la mejor de su promoción, podía
comprender el lenguaje corporal sin ningún esfuerzo. Vio cómo Maggie guardaba su pistola y
luego cómo sacó la billetera del bolsillo interior de la chaqueta de Lord, con el cuerpo rígido
aunque lo intentaba ocultar. "Te lo explicaré todo, no tienes por qué preocuparte, pero antes he
de asegurarme de que mi hermana está a salvo. Por favor, Maggie confía en mí".

– Dinero en metálico, ninguna tarjeta ni pista que nos ayude a saber qué está haciendo aquí.
¿Cómo se ha puesto en contacto? –preguntó, con tanta paciencia que durante unos instantes la
descolocó.
Ahí venía, el olfato inequívoco de Maggie.

– Me envió un mensaje esta mañana, un e-mail electrónico breve...quería que le rastreara, mi


equipo –a veces, olvidaba que Maggie sabía prácticamente todo sobre su vida como agente del
DEO–, Winn está en ello. Lord no mencionó por qué quería verme.
– Tendremos que esperar a que despierte –Maggie apoyó su rodilla contra la espalda del magnate,
lo agarró por las muñecas y le esposó.
– Está inconsciente, no va a ir a ningún sitio –comprendía que Maggie quisiera asegurarse de que
Max no fuera a cogerles desprevenidas pero su instinto le decía que la razón por la que había
contactado le dejaba por entero vulnerable.
– Por lo que yo sé, ha entrado en el apartamento de mi novia como un intruso y en plan acosador
le ha dejado un rastro hacia su dormitorio.

Decidió no entrometerse, alzó las manos e hizo ademán de que continuara. “Va a ser una noche
muy larga, Alex Danvers...”.

♥♥♥♥♥

Mientras subía en el ascensor hacía la penúltima planta del edificio LCorp, no dejaba de ensayar
las frases que deseaba, con todo el corazón, decirle a Lena. Se preguntaba si tendrían la
oportunidad de hablar a solas, las dos últimas semanas, Jess –la asistente personal de Lena–, le
había informado, barriéndole el paso, que su jefa no estaba en el edificio, se había marchado de
viaje para atender diversos asuntos y no sabía cuándo regresaría. No pudo sino comprobar, con su
visión de rayos X, que en efecto, Lena no estaba en el despacho y no lo estuvo durante las
siguientes tres semanas. Ni en su despacho ni en su apartamento.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, el parloteo de Winn con James se apagó, quizás por
el sonido de la música y las conversaciones que se daban por toda la sala. Mon-El, en cambio,
seguía taciturno, obsesionado con mirar su nuca. Cuando ella se giraba para sonreírle, en un
intento por volver a la normalidad tras su declaración de amor, él parecía todavía más herido. Así
que hizo lo único que podía hacer en aquella situación, acercarse a su primo Kal-El, que
acompañado por Lois y Lucy Lane, la recibió con un fuerte abrazo de los hijos de Krypton.

– ¡Primo! –Kara rió resplandeciente y de forma sonora entre los brazos de Kal-El.

Con el mismo ímpetu y alegría abrazó a Lois, y a Lucy que durante un instante dudó entre
devolverle el abrazo o seguir en shock, pero al mirar a James, supo que todo estaba en orden. La
música cambió de pieza y Clark aprovechó para apartarla del grupo, de la mano, la llevó a la pista
de baile y comenzaron a girar hasta que Clark pisó el pie de Kara y el zapato salió de su pie.

Él se agachó, lo recogió algo azorado y volvió a calzárselo. Kara le sonrió cuando volvieron a unir
sus manos para volver a emprender el baile.

– En Krypton te habrían detenido por esto... –rió con todo su cuerpo.

Clark se encogió de hombros.

– Lois me apuntó a clases de baile pero al final, tuvo que admitir que la gravedad de la Tierra me
impide seguir el ritmo.
– Oh... No... No, la gravedad no tiene que ver con tu torpeza, a mí no me afecta.
– ¿Qué afecta a Kara Zor-El?
Le miró a los ojos, sin dejar de sonreír, pero ahora, una sombra de tristeza traspasó el silencio.

– Ni siquiera la kryptonita puede con Kara Danvers.


– He preguntado a mi prima, Kara Zor-El, no a Supergirl.

Kara oteó la sala, había luces de colores que adornaban y alumbraban de forma romántica hasta la
terraza. Los camareros iban y venían tropezando con los invitados. Frente al grupo que amenizaba
la velada, Lucy y James bailaban compenetrados, como un reloj suizo. Detrás, Lois Lane parecía
interesada en Mon-El, y Winn miraba su móvil con tanto amor e ilusión que le pareció... raro...
hasta para él. Sintió la mano de Clark en la suya, le miró a los ojos y pese a que ella era mayor que
él, se sintió pequeña.

̶ He observado a nuestro amigo, Daxamita, parece nervioso...


̶ Oh, sí, uh... Ésa es una larga historia... –el corazón volvió a palpitarle fuertemente al pensar en
Lena, la buscó con ayuda de su visión de rayos X, hizo una mueca, no conseguía localizarla.
̶ Vale, dame una pista. No soy nada bueno en esto, ¿quién es el chico especial?
̶ ¿Qué? –volvieron los pies de él a tropezar y pisar los suyos y esta vez sí sintió el daño.

Estaba a punto de gritarle, iba a replicar que no se trataba de un amigo sino de una amiga pero en
aquel momento, notó una mano cálida en su espalda desnuda y vio en los ojos de Clark un
resplandor, entonces, subió por su nariz un perfume conocido que la hizo estremecer hasta el
punto de creer que podría caer al suelo junto a su zapato. Se volvió y el corazón se detuvo sin
más; ella estaba allí, preciosa como siempre, con una sonrisa amplia y la belleza del cielo y el
bosque en sus ojos. Había recogido su cabello negro y enfundado su cuerpo en un vestido
borgoña ceñido a su piel, que ensalzaba sus curvas. Lena se aproximó todavía más a ellos,
tomando la cintura de ella, casi de forma casual para saludar a Clark.

̶ Gracias por venir, Señor Kent –extendió su mano, que él estrechó.


̶ Gracias por invitarme, Señorita Luthor, ¿o debería decir, Sra. Scott?

Lena acarició su espalda desnuda, bajó la mano hasta la cintura y esta vez la apretó con fuerza
como si quisiera estrecharla contra su cuerpo y no se atreviera a hacerlo.

̶ Veo que tiene la exclusiva, Sr. Kent –dejó ir Lena, con una mirada perspicaz.
̶ ¿D-de qué estáis hablando? –Kara miró fijamente a Clark pero fue Lena quien respondió.
̶ Me temo que no puedo seguir manteniéndolo en secreto, no estando en Ciudad Nacional, Clark
Kent y Lois Lane... –su sonrisa era amplia, pero su mirada... Kara conocía esa mirada triste, Lena
se volvió–. William, por favor –sus dedos rozaron su cintura y su espalda y, en ella escribieron
“Lo siento...”.
̶ ¿Qué? –sabía que tenía la boca abierta pero no conseguía cerrarla, vio su zapato, seguía en el
mismo sitio.

Lena volvió a apretar su cintura como si quiera asegurarle que realmente lo sentía. Un hombre
algo más alto que Clark, apuesto y sonriente, besó la mejilla de Lena y ella dejó ir la mano que la
había sostenido todo aquel tiempo. Lena abrazaba a aquel tipo y su mente seguía incapaz de
comprender lo que estaba sucediendo, miró su zapato, su pie había tropezado con él, iba a caer...
Vio también cómo Lena se había fijado en su zapato, en su pie torcido que lo pisaba en una
posición extraña, y cómo intentó sujetarla de la muñeca para evitar que cayera pero no lo
consiguió. Kara cayó de espaldas, golpeó a un camarero que cayó al suelo bocarriba, los canapés
flotaron por el aire durante unos segundos antes de caer sobre su cabeza. Kal-El podría haberlo
evitado, la miraba ahora, con una disculpa en sus ojos.

̶ ¡Ha sido bestial, Kara! –Wynn le hacía fotografías con el móvil.


̶ ¡Wyyynnnnn! –exasperada apretó los puños.
̶ ¡Oh, vamos! Este momento es único, Kara Danvers en el suelo... con canapés en el pelo y por
tooodaaa la ropa... A Alex le va a encantar...

Notó cierto rumor a su alrededor, Lois y Lucy comentaban el desastre y James parecía
preocupado. Mon-El la miraba en silencio, sólo había mascullado su nombre. Lena se agachó
sonriente, cogió su zapato del suelo y las gafas. Kara se llevó las manos a la cara, la bajó para
evitar que nadie la viera y Kal-El sólo entonces, la ayudó a levantarse al tiempo que ella tomaba
de las manos de Lena sus gafas y se las colocaba a la espalda de su primo.

Había visto aquella mirada de preocupación, de miedo en los ojos de Lena, la había visto justo
cuando cayó abatida por el golpe de CyberSuperman en el hall del edificio LCorp. Intentó
sonreírle, Lena le calzó el zapato y acarició su tobillo, sin dejar de mirarle a los ojos de una forma
tan intensa que notó una ola de calor por todo su cuerpo.

Cuando Lena se puso en pie, su prometido la tomó de la cintura y besó su mejilla. Kara sintió una
rabia repentina, tuvo que cerrar los ojos para no traspasar con sus rayos de calor a aquel tipo.

̶ Querida, siempre preocupándote por los demás...


̶ ¡Agg! –notó las miradas de todos en su cara, y deseó que no se notara el asco que sentía en aquel
momento, ojalá Alex hubiera estado allí, Lena la miraba como avergonzada, mientras intentaba
zafarse del abrazo de su prometido.
̶ ¿Te has hecho daño, Kara? –de nuevo aquella mirada de preocupación. ¿Por qué Alex y los
demás no eran capaces de ver la verdad en los ojos de Lena como lo hacía ella? En sus ojos se
reflejaba su alma, un alma cálida, rota y bondadosa. Siempre en lucha constante.
̶ No, no, no... –gesticuló de forma exagerada y subió sus gafas un par de veces por la nariz, miró al
suelo y luego a Lena–. Creo que voy a... tomar el aire... –James la agarró del brazo pero ella le
calmó con una mirada.
̶ Te acompaño... –se apresuró, Mon-El.
̶ No, no... quédate aquí, con... –James, Lucy, Clark, Lois y Winn la miraban con la misma brizna
de preocupación en los ojos–, todos... Sólo necesito despejarme...–posó sus manos en las de Lena
y le sonrió a modo de disculpa, luego se volvió y se deslizó por el suelo como si danzara por él.

Se deslizó tan rápido como pudo hacia la terraza, agarró la barandilla, deseaba tanto lanzarse al
vacío, caer, caer y alzar el vuelo hacia las estrellas pero, entonces, el teléfono móvil reclamó su
atención. Aceptó la llamada, tuvo que apartar el aparato de su oído para no volverse loca.

̶ Pero dónde demonios estabas, ¿Kiera? –se limpió el escote del vestido con la mano, aquellas
manchas de aceite no iban a salir fácilmente...

Kara se volvió, dejando las luces de la ciudad a su espalda. Agarró las patillas de las gafas y las
subió por el tabique nasal como acto reflejo a los chillidos de Cat Grant.

̶ E-estoy en la fiesta de co-compromiso de Lena Luthor –y, entonces, su corazón se detuvo.


̶ ...Clark Kent y esa... Bitch de Lois Lane van tras la exclusiva de la boda de Luthor, estaría
volando hacia allí ahora mismo si un Tsunami no hubiera enterrado media playa... ¿Dónde estaba
Supergirl? El Planet también tiene la exclusiva de Superman deteniendo un Tsunami. ¡Quiero la
exclusiva...
̶ No se preocupe, Sra. Grant tendrá su artículo mañana a primera hora sobre... So-sobre el
acontecimiento del año... De-debo colgar...

Las lágrimas ahogaron su garganta, Kal-El se deslizó enfundado en su traje azul hasta tocar con la
punta de sus botas el suelo. Kara se volvió y aplastó, literalmente, su cara contra el pecho de
Superman, que la abrazó tan fuerte como necesitaba.

̶ Sientes algo especial por Lena Luthor, ¿verdad?


̶ No sabes cómo es esto... ¡Tú, no lo sabes! –se apartó de él, de no hacerlo y haber cerrado los
ojos, le habría lanzado una ráfaga de rayos de calor.
̶ Alex es feliz con Maggie, ¿a qué temes?
̶ ¡A mí! ¡A todo lo que está pasando! No has sido educado como yo, tú no puedes entenderlo...
Allí era todo diferente, allí... No estaba permitido amar, no como aquí... Hay... había... Una
necesidad de procrear... Amar es... era diferente, es un acto de compromiso.
̶ Tal vez no logro comprender todo lo que estás sufriendo pero creo que es innecesario, mírate,
mira todo lo que has conseguido, quién eres, tu familia, tus amigos...
̶ ¡Ella me odia! ¡Odia a Supergirl! Jamás sería como contigo y Lo... Ella...
̶ ¿Crees que fue fácil con Lois? No ha sido así siempre... Estuve enamorado de ella durante años,
Lois no se fijaba lo más mínimo en mí, yo era el rarito compañero asignado, el novato... –sonrió
medio divertido, arqueó las cejas y se acercó a ella como para hacerle una confidencia–, por no
mencionar el hecho de que Lois estaba enamorada de Superman.

Aquello le hizo reír, se llevó enseguida las manos a la boca pero Clark no se había enfadado, reía
con ella.

̶ ¿Lois estaba enamorada de Superman?


̶ Incluso tuve que soportar que saliera con Lex Luthor pero al final, acabamos juntos. Sea como
sea, Kara, no te rindas antes de tiempo.
̶ Creo que me odia.
̶ Kara nadie podría odiarte...
̶ Rao... Claro que lo hace y, yo no estoy preparada para esto, yo no... Tiene razones para hacerlo
porque le fallé, porque debí estar allí... Nuestra amistad... ¿Por qué sino, Lena iba a casarse con
ese... ? Lena jamás podrá perdonarme...
̶ Me siento halagada –Kara dio un respingo–, Superman en mi terraza y Clark Kent en mi salón,
dos de los más célebres ciudadanos de Metrópolis en mi casa. ¿A qué debo este honor?

Kara fue a apartarse, necesitaba salir de allí pero Lena la agarró de la muñeca y la retuvo.
Entonces, lo vio, llevaba un plato con algunos canapés de aspecto sumamente deliciosos. ¿Serían
para su prometido? Kara volvió a cargarse de rabia, apretó los labios.

̶ Kara Danvers –la voz de Kal-El era fría, con un urgente tono de advertencia. Lena aguardó en
silencio, apretó la muñeca de Kara, que notó su mirada en ella.
̶ Tenemos una buena amiga en común.
̶ Cuide de ella... Cuídense, ambas –y no tuvo que volverse para saber que Kal-El había echado a
volar, algo que ella deseaba hacer con todas sus fuerzas.

Hubo un silencio tan denso que apretó y desgarró cada célula de su cuerpo. Si miraba a Lena,
cedería a sus emociones, deseaba tanto abrazarla, dejarse llevar. ¿Pero a dónde conduciría todo
aquello? ¿Qué pensaría Lena? Debía odiarla, la había dejado sola, después de aquel interrogatorio
devastador. Por no mencionar el hecho de que Supergirl le hizo daño, lo vio en sus ojos, había
insultado a su madre, el único familiar que le quedaba, al menos, hasta entonces, fuera de la cárcel.
Ella lo podía entender, su tía Astra... Había deseado tanto que volviera a la senda del bien,
comprendía que Lena quisiera ayudar a su madre como antes lo había hecho con Lex. Por su
culpa, Lena se había quedado sola, Lena se había enfrentado a su propia madre, líder de Cadmus
y la había derrotado, sin superpoderes, con convicción y valor.

̶ Lo-lo siento... –arrancó a decir, finalmente.


̶ Estos días, he estado imaginando este momento –la dejó ir, se volvió hacia ella, se abrigaba con
los brazos en el pecho, un gesto que solía hacer para protegerse de los golpes del mundo, quería
gritarle que ni Supergirl ni Kara Danvers permitirían que el mundo la golpeara, pero tenía derecho
a defenderse de ella, ambas le habían hecho daño–, nunca habría imaginado que Superman
consolara a Kara Danvers por un error que he cometido yo.
Un camarero llegó con dos copas de champagne sobre la bandeja, se acercó a Lena que tomó una
copa que ofreció a Kara. El roce de su piel con la suya, hizo que el corazón de Kara cabalgara a
galope tendido. Lena tomó su copa y aguardó a que el camarero se marchara.

̶ He pensado que te gustaría comer algo, espero que te gusten estos canapés... Los escogí yo
misma –una mirada sumamente sexy se posó en el pronunciado escote de Kara–, deseo que no
acaben en el mismo lugar. Tengo algunos vestidos que podrían quedarte bien, y la tintorería corre
de mi cuenta...

Entonces, sucedió, no pudo controlarse. Rompió la copa, dejó ir la comida, que cayó al suelo,
consciente de que era la primera vez en su vida que rechazaba comida y agarró a Lena por la
cintura.

Temía que Lena estuviera asustada, pero su mirada era de expectación, se apresuró a tirar la copa
al suelo y colocó ambas manos en su cintura. Notaba el corazón de Lena palpitante, ¿o era el
suyo?

̶ Tienes derecho a estar enfadada conmigo, lo siento... Siento mucho haberte fallado, no haber
estado allí para ti... Demostraste valor, fuiste un auténtico héroe.
̶ Comprendí que debía hacerlo Supergirl vino a verme y dejó claro que debía salvarme a mí
misma, que debía ser mi propio héroe.

Lena lo había entendido todo mal, Supergirl, nunca quiso decirle que no iba a estar para ella, no,
por nada del mundo, ella... Se miraron durante unos segundos, creyó que no iba a poder continuar.

̶ ¡No, no, no! Supergirl no quiso decir eso, ella... Sólo quería que no te apartaras de la luz, ella cree
que tú eres... –miró hacia arriba, algunas estrellas fulguraban, habría querido abrazar a Lena tan
fuerte... Estrecharla entre sus brazos y volar con ella, explicarle todo sin palabras–, luz... Fuiste un
héroe sin superpoderes, eso es lo que ella quería decir, eres una de las mujeres más increíbles,
inteligentes y fuertes que conozco...
̶ Por un momento, he creído que ibas a darme el mismo discurso que Supergirl...
̶ ¿Por qué lo hiciste, después de todo?

Seguía notando la mirada resplandeciente de Lena en sus mejillas, que ardían con una intensidad
febril.

̶ Hay personas que son malas y no pueden cambiar, creía que debía protegerme de ellas pero mira
esto, Kara, L-Corp debía ser una fuerza del bien, no podía permitir que personas inocentes
murieran por mi miedo, por... no haber tenido el cariño de una madre psicópata –Lena la hizo
sonreír, Lena siempre la alteraba, de una manera u otra.

Apartó un mechón rubio de su rostro y por un momento, sintió la necesidad de fundirse con el
tacto de su piel. Era ella quien estaba siendo la fuerte en aquel momento, en el que Kara había
sucumbido a un torbellino de emociones. Su mano volvió a acariciar su espalda, le habría gustado
pedirle que no se casara con William, había algo en él que no le gustaba. ¿Podría hacerla feliz?
Pero entonces, cuando su cabeza daba vueltas a mil revoluciones por nanosegundo, una imagen
mordió el firmamento y un encapuchado habló en una lengua antigua, alienígena. Se preguntó si
Kal-El podría entenderla, estaba segura de que Alex ya estaría sobre la pista. Esta vez, lo primero,
era asegurar a Lena.

Tomó su mano y la apretó con firmeza, sabía que su mirada era la de Supergirl, no la de Kara pero
le daba igual, no iba a volver a dejar a su amiga sola.

̶ Creo que este es un trabajo para Supergirl –sostuvo, Lena, que apretaba su mano.
Notó la presencia de William antes de que un humano pudiera advertirlo, sus sentidos estaban en
guardia. Tras él, un equipo de seguridad se afanó en formar a su alrededor, ella apretó todavía más
la mano de Lena, no iba a dejarla ir. Lena respondió acariciando sus dedos, habría dado todo lo
que tenía, incluso lo que todavía no tenía, por permanecer junto a Kara, algún tiempo más, el que
fuera pero un tiempo mucho más largo y privado, a solas, ellas dos.

̶ Lena, temía que te hubiera sucedido algo... –la voz de William sonaba estridente.

Fueron aquellas palabras las que hicieron volverse a Kara. Había algo en él, algo en él que no le
gustaba. Entonces, vio a Lois y a Winn que en código secreto le estaba diciendo que Lucy, James
y Mon-El habían salido tras la amenaza y por el nerviosismo en su mirada, él debía regresar al
DEO.

William tomó a Lena entre sus brazos, una imagen extraña porque ni ella ni Lena habían
desenlazado sus manos.

̶ Kara y yo estamos bien, William, no tienes por qué preocuparte.

La mirada de él la atravesó. Cerró los ojos, estuvo a punto de cargar contra él, sólo entonces, se
separó de Lena, no quería herirla. Lois fue rápida, la agarró del brazo e hizo que mirara su rostro.

̶ Clark ha salido en busca de la noticia, me ha pedido que me ocupe de que estés bien, Kara.
Tienes que estarlo.

Winn se había aproximado a ellas.

̶ Alex está en una misión, ha tratado de contactar contigo.

Deseaba salir volando, llevándose a Lena consigo. Winn recibió un aviso del DEO y salió
corriendo, Lois la entretuvo.

̶ He visto esa mirada antes en Clark, puedes irte, ella estará bien, me ocuparé de ello –le guiñó un
ojo–. No olvides que tengo la exclusiva para el Planet.
̶ ¿E-exclusiva? –la Sra. Grant la iba a matar, pero en aquel momento le daba igual, miró a Lena
que avanzó unos pasos hasta ellas.
̶ Creo que mi prometido siente admiración por los famosos intrépidos periodistas del Planet, Lane
y Kent, sin embargo, Señorita Lane, le recuerdo que esto no es Metrópolis, Kara Danvers y CatCo
tienen la –tragó saliva y sus ojos se inundaron de tristeza–, la exclusiva de... Me gustaría hablar
con Kara Danvers a solas, más tarde, sobre ese reportaje –intentó sonreírle pero Kara no pudo
asimilarlo.

Kara asintió con la cabeza y salió corriendo. Lois la llamó pero ya era tarde. Lena iba a casarse
con aquel... tal William, un tipo que le daba malas vibraciones y debería hacer un reportaje de su
boda para contentar a la Sra. Grant, no era el mejor día para amenazar la Tierra, no era el mejor
día para amenazar LCorp, ni a la mujer que... a su amiga.

♥♥♥♥♥

Alex sabía que dedicarse a hablar del posible caso y esperar en silencio a que Max Lord
despertara no era la mejor solución para apaciguar a Maggie, pero, ¿qué podía hacer de todas
formas? Miró su móvil, Kara había pasado los últimos treinta minutos enviando fotografías de
vestidos que lucir –sí, lucir–, en la fiesta de Lena Luthor. Se preguntaba si... Sería posible que...
No, no, era Kara. Su hermana pequeña Kara simplemente se sentía... Intimidada cuando estaba
frente a Lena Luthor. ¿Intimidada?

̶ Deberíamos pensar en despertar a tu amigo –la voz de Maggie tenía el poder de encogerle el
corazón y apretarle el estómago.

No lo pensó, fue a la cocina, llenó una jarra de agua fresca y la vació contra la cara de Maxwell
Lord. Él abrió la boca con tanto empeño que tragó una gran bocanada de aire, y con sus ojos
azules abiertos de hito en hito escrutó cada átomo de la atmósfera incluidas Maggie y Alex. La
morena se había colocado al lado de su novia, con la placa colgando de forma visible del cinturón,
a modo de advertencia. Max rió a carcajadas.

̶ Agente Danvers, ¿así es como trata a los viejos amigos?


̶ Da gracias de seguir vivo, Lord –Alex dio una patada a la silla que cayó con el respaldo hacia
atrás y él con ella–. Se han acabado los juegos, ¿qué quieres? –presionó con el codo su garganta
mientras él resollaba.
̶ Saber qué he interrumpido entre las dos... –Alex apretó su garganta y los ojos de Max
enrojecieron–, ayuda... –Alex le liberó de la presión lo justo para que pudiera respirar.
̶ ¿Qué tipo de ayuda y por qué Supergirl debe mantenerse al margen?

Los ojos sibilinos de Lord se centraron entonces, en la agente de policía atractiva de mirada
perspicaz, comprendió y esbozó una sonrisa presuntuosa.

̶ No me caen bien los alienígenas pero creo que Supergirl, por el momento, no lo está haciendo del
todo mal. Digamos que, alguien muy cercano a ella es importante para mí.

A Alex le habría gustado seguir por aquella línea para averiguar en qué peligro podría verse
envuelta Kara pero no quería despertar más temor y desconfianza en Maggie, le importaba
demasiado.

̶ Desátale –dijo, finalmente, Maggie–, y ofrécele algo para beber, algo fuerte –su mirada intensa
parecía traspasar las barreras de Lord que seguía atrapado en una silla caída al suelo.
̶ Alex... Me cae bien tu novia...

Cuando Alex se acercó para desatarle, se fijó en algo brillante, un micro en su oreja, Lord no
estaba jugando limpio, Lord tenía un equipo de escucha detrás de él. Justo cuando se lo iba a
arrancar, el móvil vibró en el bolsillo de sus pantalones, era la señal de Hank. La quería en el
DEO.

̶ Vigílale, no está limpio –señaló a su oreja y salió del dormitorio.

Alex D. escribiendo... [17.02]. “Comprometida. Llegaré en cuanto pueda. No metas en esto a


Supergirl, aleja a Kara”. Mensaje enviado a Hank.

Alex D. Escribiendo [17.03].“Estoy en una misión secreta, si hablas te cortaré la lengua, Winn,
antes de lo que a Kara le dé tiempo comer un potsticker”. Mensaje enviado a Winn.

Cuando volvió al dormitorio, Lord estaba sentado en la silla, fregándose las muñecas enrojecidas,
con las manos. Maggie le había traído un vaso de whisky que él había vaciado.

̶ Puedo rastrear a tus amigos y cargar contra ellos o... Puedes decirme por qué me estás espiando
en mi propia casa y puede, sólo puede que no te dé una paliza.
̶ Alienígenas hostiles... La Tierra está en peligro...
̶ ¿Sabes quién más piensa lo mismo? Lex y Lillian Luthor, los dos se están pudriendo en la cárcel
y Cadmus...
̶ Cadmus, Agente Danvers, es algo más que mamá Luthor cabreada con Superman. Alex me has
fallado... –se llevó la mano al corazón–, y esto... –tocó el micro que había colocado a modo de
pendiente discreto en el lóbulo de la oreja–, sólo es para mi protección.
̶ Espera –intervino, Maggie, agarrando del brazo a Alex cuando iba a propinar un puñetazo a
Lord, y con delicadeza apretó su mano mientras la tranquilizaba con una mirada brillante y una
sonrisa tranquila. Alex creía que su novia era la persona más tranquila que conocía –. Está bien,
digamos que te creemos y que se acercan unos alienígenas muy enfadados que quieren invadir el
planeta, ¿qué pintas tú en todo esto?

Lord sonrió con los ojos primero, luego con los labios. Se ajustó el cuello de la camisa y se frotó la
barbilla con los nudillos de la mano.

̶ He creado un grupo, un grupo de élite, para patrullar el espacio. He usado esto –se llevó el dedo
índice a la cabeza–, y una cantidad ingente de dinero en la construcción del mayor laboratorio de
tecnología terrestre para defendernos de todo alienígena que ponga en peligro la vida humana.
̶ Ya, la vida humana... –replicó, Alex que sentía ganas de atizarle un buen puñetazo.
̶ ¿Qué necesitas? –preguntó, Maggie y Maxwell Lord asintió con las palmas de las manos
levantadas hacia arriba.
La Caída, parte II
Chapter Summary

Una amenaza se cierne sobre la Tierra, nadie estará a salvo ni siquiera Supergirl. Alex
se verá obligada a tomar una decisión muy difícil para salvar a Kara, contará con la
ayuda de Maggie y la inteligencia de Max Lord.
Después de este día, la Tierra caerá y nada ni nadie podrá evitarlo.

Por otro lado, avisados por Alex, Barry y Sara Lance acudirán en ayuda de Supergirl.
Lo que ocurra tras cruzar el vórtice espacial será inevitable. Muchos héroes caerán y
se alzarán super villanos al poder. Entre el fuego y las cenizas de la tierra, no arderá
una diosa ni un caballero oscuro.

Chapter Notes

Seguimos en el primer capítulo, esta vez, los sucesos que se narran tienen una
importancia vital para el destino de la Tierra. Aunque nos centremos en la relación
personal de Kara y Lena, es primordial estar atentos a los movimientos de Alex,
Maggie y Max por un lado y Hank, Winn, Jeremiah, Guardián y Lucy por otro.

Todo lo que ocurra tendrá graves consecuencias para nuestro mundo.

Alex no estaba en el DEO y Hank la había mantenido ocupada yendo de un lado a otro de la
ciudad para apagar pequeños fuegos, mientras Winn trabajaba en el rastreo de la amenaza
alienígena y la Sra. Grant y Snapper le gritaban a través del teléfono móvil. Al menos, podía
olvidarse, por el momento, de la boda de Lena con el tal perfecto William. Se dejó caer a la silla,
junto a su mejor amigo. Le miró hasta que él se puso nervioso y dejó de teclear.

– No sé dónde está... –canturreó, con cierto enfado y notas de cansancio.


– Te creo... No-no es eso... –se sentía fatal por no haber prestado atención a Winn, su mejor amigo
salía con una chica y ella ni siquiera había estado disponible para escucharle y alegrarse por él.

Winn la miró con contrariedad.

– ¿Por qué no me has dicho que estás enamorado de alguien?

Winn chistó con fuerza y tecleó a toda prisa en el teclado.

– Es algo complicado...
– Empieza por el principio, ¿cómo la conociste?
– Eee-soooo es lo complicado...
– Winn... –dijo con tono reprobador–. ¿Qué has hecho? ¿Te has metido en un lío?
– Prometo que te lo contaré todo peroooo no... aquí... –dijo “aquí” con los labios señalando
alrededor de la sala de operaciones antes de volver a encerrarse en la pantalla de su ordenador.

Hank se apoyó en la mesa con un brazo, mientras posaba su otra mano en la cintura.
– Guardián y Lucy Lane han pedido permiso para entrar en la base, se lo he concedido. Supergirl
deberías ir a descansar, no sabemos cuánto tiempo durará esta tranquilidad.
– La tranquilidad previa a la tormenta –añadió, Winn en tono jocoso.
– ¡Kara! –gritó, Mon-El a medida que se acercaba a la rubia.

Ella se levantó, gesticulando tanto con las manos que a Winn le golpeó una ráfaga de aire en la
nuca.

– No-no-no te preocupes, lo tengo... –dijo a Hank que hizo una mueca–. Estaré allí en un...
– Nanosegundo... –sugirió Winn mientras se fregaba la nunca y trataba de adivinar qué le pasaba a
su mejor amiga con Mon-El.
– Eso es... Volaré hasta allí y trabajaré en ello toodaaa la noche sin descanso... No tienes que
preocuparte por nada –rió nerviosa y se volvió hacia a Mon-El extendiendo sus manos–. Lo-lo
siento mucho pero esto es un trabajo...
– Lo comprendo, es un trabajo para Supergirl... Yo podría...
– ¡No, no, no! Es mejor que vayas a casa y... yo te llamaré... por la mañana... ¡Eso! –giró sobre
sus tobillos hacia la terraza antes de que los labios de Mon-El chocaran contra el viento.

♥♥♥♥♥

Nada más pisar la entrada de su apartamento, todavía con el traje azul enfundado, dos golpes
secos contra la puerta la devolvieron a la realidad. Su visión de rayos X le mostró a una
preocupada y nerviosa Lena que se volvía para marcharse. No voy a permitirlo... Se precipitó
hacia la puerta y la abrió con toda la rapidez que pudo. Entonces, Lena se volvió y por su
expresión notó que algo no iba bien.

– ¡Lena! –sonrió, Kara, resplandeciente y algo nerviosa–. ¡Qué sorpresa más agradable! Por favor,
entra.

Cuando Lena cruzó el umbral seguía con aquella expresión incomprensible en su rostro. Kara
cerró la puerta y caminó hacia el sofá, invitándola a sentarse. Ella tomó asiento cerca de Kara,
tanto que sus piernas se rozaban. Kara no podía dejar de sonreír.

La morena decidió devolverle una sonrisa amplia y llena de cariño.

– ¡Oh! ¡Oh! ¿Quieres tomar algo? ¿Una copa? Mi hermana Alex suele...

Lena colocó su mano en la rodilla de Kara para detenerla y una ola de calor subió por el cuerpo de
la rubia hasta sus mejillas, justo antes de subir sus gafas por la nariz y de volverse hacia ella con
una mirada tímida.

– No te preocupes, estaré poco tiempo –la mirada de Lena era tan intensa que Kara apenas podía
mantener el contacto visual sin sonreír como una tonta–. He venido porque quería disculparme...
– ¡Oh, Lena, no! Soy yo quien... –Lena apretó por instinto su rodilla, Kara fijó una mirada de
pavor en su mano y ella se percató entonces de que su mano estaba tan a gusto en la piel de Kara
que no la había apartado a tiempo.

La retiró poco a poco, acariciando la piel de ella, notando cómo temblaba a su contacto. Cerró los
ojos y se maldijo por haber aceptado aquel compromiso.

– He sido enormemente desconsiderada al no invitarte personalmente a la fiesta de... –Lena notó


cómo el rostro de Kara se endurecía por una rabia palpable, Kara tragó saliva en un intento por
calmarse–. Deseo que vengas mañana y me acompañes –Lena sonreía nerviosa, Kara iba
enfadándose cada vez más–, me gustaría verte allí.

Aguardó unos instantes eternos, Kara estaba como en shock.

– ¿Le amas?

Lena soltó una risa nerviosa, no había esperado aquella pregunta pero Kara seguía con el
semblante serio y la mirada llena de fuego posada en la suya, parecía que pudiera ver a través de
su alma lo herida que estaba.

– Nos conocimos en la universidad. Sólo duró un par de años, en los cuales nos vimos en Navidad
y... en fechas contadas. Volvimos a encontrarnos este año, en Acción de Gracias y yo... –sonrió
con tristeza–, parezco de hielo, Kara, pero no lo soy.
– Nunca he pensado que lo fueras –Kara movió su mano hacia la suya y la apretó con firmeza y
cariño, necesitaba darle calor, que comprendiera que eran amigas–. Siempre he confiado en ti,
lamento haberte hecho daño con la entrevista...
– Kara eres periodista.
– También, tu amiga, comprendo que estés molesta, dolida y enfadada.
– Oh, lo estuve, primero dolida, luego enfadada y por último molesta con Lena Luthor, no con
Kara Danvers –sonrió con los labios apretados y frunció de una manera altamente sexy su
entrecejo–, bueno, en realidad, sólo un poco con Kara Danvers...

La rubia sonrió, divertida y la ira desapareció de sus ojos. A Lena le habría gustado que las cosas
entre ambas fueran distintas, poder ser valiente y declararle sus sentimientos pero por nada del
mundo destrozaría aquella mistad con la mujer con la sonrisa más bonita y resplandeciente del
mundo.

– Debo irme –Kara apretó con mayor fuerza su mano, deseando no hacerle daño y por un
momento Lena pensó que no iba a dejarla marchar, en vez de esto, la ira volvió a instalarse en sus
ojos y una palpitación marcó como un latido su mandíbula.
– Quiero que sepas, Lena –Kara serraba las palabras–, que no quise husmear, no quise... Jamás he
dejado de confiar en ti, jamás. Creo en ti, Lena Luthor desde el primer momento, déjame acabar –
determinó, Kara cuando vio cómo Lena abría la boca–, desde que nos conocimos, siempre he
creído en ti. Supergirl... Ella...
– Una mujer convincente y muy sexy... –pronunció aquellas palabras en un tono explosivo, tan
caliente que Kara guardó silencio, confusa durante unos instantes, hasta que Lena ladeó la cabeza,
sonriente–, he de agradecerle que me empujara a...
– Tú, Lena Luthor salvaste el mundo, fuiste muy valiente, inteligente... Eres tan... –bajó su rostro,
azorada–. Supergirl – intensificó su mirada en la esmeralda de Lena–, ella no quería que pensaras
que no puedes ser rescatada por ella porque sé que eres muy importante para ella y...
– ¿Crees que tendría alguna oportunidad? –aquella mirada de Lena otra vez, y la ira desapareció
del todo de los ojos de Kara–. Lástima que... odie volar... Es algo que me da pánico – dijo,
sonriendo de forma lastimera casi como si se avergonzara.

Entonces, Kara se aproximó hasta que el aire no encontró fisura para colarse entre ellas, y tomó su
mano que puso sobre sus rodillas.

– Jamás dejaría que cayeras, jamás, estarías a salvo conm...


– ¿Supergirl? Dudo que me encontrara tan interesante como...
– Ella no aprueba tu compromiso, no quiere que te cases con ese... Tal perfecto señor Williams, si
es que ese es su verdadero nombre... No confía en él, no quiere que estés con él, no... puede
protegerte si te marchas... Si yo fuera... Si yo fuera Supergirl, te abrazaría hasta que te sintieras
segura y te llevaría más allá de las estrellas –subió las gafas por el tabique nasal y bajó el rostro.
– Kara... –susurró, cálidamente, y con una mano acarició su mejilla forzándola a entrar en su alma
a través de sus ojos, y entonces, vio furia en los suyos, sus labios se acercaron a su mejilla, y los
apretó contra su piel, abriéndolos un poco, lentamente, para que notara el calor de su boca y así,
con los labios entreabiertos, los apretó cada vez más una y otra vez contra su piel, hasta sentir que
su amiga volvía a ser su dulce Kara.

Lena se puso en pie.

– Espero verte mañana, Kara Danvers, sería el mejor regalo que me hubieran hecho nunca.

Kara vio cómo se marchaba y al cerrar los ojos, una ráfaga de aire se coló por la ventana que
había quedado abierta. ¿Por qué no la había escuchado? Iba a casarse con aquel tipo sólo porque
la había dejado sola, Kara, Supergirl, las dos lo habían hecho... Pero Lena no sabía que fue hasta
su piso, volando aquella noche como había hecho cada vez que deseaba verla y no se atrevía a
admitir por qué y eso fue lo que hizo, la siguió desde lo alto, vigiló sus pasos, protegiéndola hasta
su apartamento y aguardó a que encendiera la luz de su dormitorio, se volvió para respetar su
intimidad, su desnudez hasta que se hubo metido en la cama y volvió a romperse al verla llorar.

– Buenas noches, Kara Danvers... –sollozó, Lena–. Es la única vez en mi vida que me hubiera
gustado ser hombre para poderte amar como mereces, pero no, seguiría siendo un Luthor... No
voy a permitir que la oscuridad roce la estrella más bonita del universo...

Habló como en una plegaria a la fotografía enmarcada de Kara que colocaba siempre en el mismo
sitio, girada hacia ella, sobre la mesita de noche. Kara aguardó a que Lena entrara en el sueño,
luego se coló en su cuarto y como había deseado hacer cada noche tras su marcha, se acostó junto
a ella, se acercó a su cuerpo y la abrazó. Habló a su oído “Buenas noches, Lena Luthor, no te
cases mañana, por favor. Ese... tipo, no es para ti... Dices que te da miedo volar y en cambio
puedes tocar las estrellas sólo con estar cerca, te quiero, Lena”. Kara Danvers besó la mejilla de
Lena Luthor y cerró los ojos entrando en un sueño profundo y por eso no vio como ésta
despertaba, se volvía y abrazaba su cuerpo rogando que no se despertara su amor imposible. Kara
dormía feliz, amando a Lena en silencio, protegiéndola y, esta vez, abrazándola.

Algo más tarde, al filo de la madrugada, Lena besó el hombro de Kara, no se había atrevido a
abrigarla para no despertarla y tener que volver a inventar alguna historia coherente que explicara
aquello que de verdad importaba y tanto se empeñaban en ocultar en lo más profundo de sus
almas: el cariño que se profesaban. ¿Era cariño? Un inmenso cariño, entonces. Volvió a besar su
hombro y entonces, todo sucedió muy deprisa: el teléfono de Kara sonó, apareció la fotografía de
Mike, el de los internos, vestía el mismo conjunto nerd que llevaba cuando le conoció sólo que el
nombre que se podía leer en la pantalla no era Mike, sino Mon-El. ¿Cuántos secretos guardaba
Kara? Los ojos de ella se abrieron, apretó el móvil con enfado y leyó Mon-El, en alto.

– ¿Por qué no me dejas en paz? No te amo, no quiero aparearme contigo... ¿Quieres ayudar?
¡Ojalá Lena no se casara mañana, eso arreglaría en gran parte mi mundo, pero ella se va a casar
con un... un... un... Un imbécil! –Lena tuvo que hacer verdaderos esfuerzos en controlar la risa,
Kara había insultado a su novio–. Ni siquiera se lo he dicho a Alex porque... fue algo biológico.
La Tierra no es Krypton ni Daxam, no voy a casarme contigo ni tampoco voy a ser tu, tu, tu
concubina... yo sólo quiero estar con Lena hasta el amanecer... y, matar a ese prometido imbécil...
–cortó la llamada, y ante los ojos de Lena, se dejó caer contra la almohada, segundos después
volvía a roncar ligeramente.

Inmersa en un sueño profundo no vio cómo Lena que no era capaz de dormir, le arrebató el
teléfono móvil y leyó algunos mensajes que había intercambiado Kara con Mon-El.
Mon-El a Kara [16.20 pm] “Esto también es extraño para mí, creo que deberíamos hablar. Estás
tan huidiza... Winn y James se niegan a hablar conmigo...”.

Como aquel veinte mensajes más sin respuesta. Entonces, leyó algo interesante.

Kara a ♥ Alex [17-21] "¡Por favor, Mon-El, otra vez! ¡Código SuperSOS!".
♥ Alex a Kara [17-22] “Kara, por enésima vez, ¿quieres hablar con Mon-El? No es fácil esquivar
sus preguntas, ya no puedo inventar más historias por ti, no deberías seguir huyendo de esto. ¿Me
oyes? Haz lo que quieras...”.
Kara a ♥ Alex [17-23] "Hablaré con él, después de... La fiesta de Lena, lo prometo".
♥ Alex a Kara [17-24] "Ahora, no puedo hablar Kara, estoy en algo, pero no te preocupes,
Maggie está aquí. Siento no poder ayudarte a escoger vestido. Hagamos una cosa, envíame las
fotos de los vestidos y te doy mi opinión".
Kara a ♥ Alex [17-24] "¡Gracias, eres la mejor hermana del mundo! ¿Necesitáis a Supergirl?".
Kara a ♥ Alex [17-25] "Si necesitamos a Supergirl, me oirás gritar. Envía la primera foto, Maggie
empieza a preguntarse por qué tardo tanto en volver...".

Los siguientes treinta mensajes eran una discusión calurosa entre las dos hermanas, hasta que Alex
pareció cansarse de desviar el tema.

♥ Alex a Kara [17-37] “El último vestido es el perfecto si quieres dejar a Lena Luthor al borde
del infarto. Es broma, pero en serio, ¿te das cuenta de que nunca has pasado tanto tiempo
arreglándote para ver a una “amiga”?”.

Había una respuesta de Kara... detrás de otra, con un segundo de diferencia. Lena se preguntó si el
móvil de Kara podía soportar su supervelocidad al teclado.

Kara a ♥ Alex [17-37.8] “Ja, ja... Es una broma que hace gracia a todo el mundo, Alex, muy
divertido”.
Kara a ♥ Alex [17-37.9] “Es la primera vez que voy a ver a Lena desde... y, por eso estoy
nerviosa. ¡Eso es todo!”.
Kara a ♥ Alex [17-38 ] “¿Crees que Lena me odia? Nunca quise que pensara que no importaba a
Supergirl....”.
♥ Alex a Kara [17-40] “Por favor, Kara... ¿Quieres dejar de torturarte, ya? Fuimos nosotros
quieres te empujamos a interrogar a Lena, ni siquiera dejaste que la hackearamos... Lena Luthor
no sabe la suerte que tiene de tenerte como amiga. Te quiero, no seas tonta”.
♥ Alex a Kara [17-42] “Por si no lo recuerdas, Mon-El, el daxamita que cree que es tu novio, se
está impacientando sentado en tu sofá. Recuerda sonreír y ser amable, al menos. Te sigo
queriendo aunque seas un desastre... hermanita”.

Kara seguía enviando textos a su hermana en los que se culpaba por el alejamiento que había
habido entre ella y Lena. Vio algo curioso, justo antes de la hora en la que apareció el holograma
extraterrestre en el cielo, Kara había recibido un mensaje de Alex Danvers que no había guardado.

♥ Alex a Kara [20-42] “Kara... He contactado con Barry, tienes que salir de Ciudad Nacional
esta noche, no puedo explicar más, confía en mí. Maggie y yo, todos, estaremos bien. Te quiero.
Un consejo más, dile a Lena que no quieres que se case con ese al que llamas imbécil pero dile
por qué crees que es un imbécil. Si no lo haces le diré a Lena Luthor, personalmente, que mi
hermanita está enamorada por primera vez en su vida y que eso la aterra porque en su planeta no
había cabida para amar libremente. Te quiero, por si no te lo he dicho, lo suficiente. Me siento
muy orgullosa de ser tu hermana mayor, Kara Zor-El Danvers y siempre será así, te prohíbo que
lo olvides”.

Lena habría seguido llorando si no hubiera encontrado algunos mensajes de Kal-El.


Kal-El a Kara [21-42] “Espero que estés mejor, Kara. Tienes razón yo no he crecido en Krypton,
pero comprendo tu miedo a ser rechazada, a abrirte y que te hagan daño. ¿Has pensado que quizás
para Lena seas tan importante como lo es ella para ti?

Kara a Kal-El [21-42.1] “Hola, primo. Alex y tú pensáis... Lena y yo somos amigas y no quiero
perderla. Ese tipo, su prometido, hay algo turbio en él. ¿Has visto como la mira? No hay amor en
él, NO la respeta!

Kal-El a Kara [21-42.2] “No me he fijado, Kara, pero sí he visto cómo la miras tú y lo feliz que
pareces cuando ella está a tu lado. Impide esa boda, si necesitas ser Supergirl hazlo pero no lo
dejes pasar. Si necesitas ayuda de Superman, sabes que siempre estaré contigo. Lois dice que ella
se encarga de secuestrar a Lena, tiene maña con los Luthor y viviremos todos juntos como una
familia”.

Kara envío una serie de iconos y luego un “gracias por animarme siempre”. Kal-El, respondía al
instante “Somos familia. Te quiero Kara Zor-El”. “Te quiero, Kal-El”.

Lena volvió a dejar el teléfono móvil sobre el colchón y, entonces, un campo de fuerza
gravitatorio se abrió ante ella. Por instinto, agarró fuertemente el brazo de Supergirl ahogando un
grito. Kara se desperezó y al ver la expresión de pavor de Lena la atrajo a su cuerpo, abrazándola
con todas sus fuerzas, protegiéndola de aquello que fuera a salir de aquel agujero astral.

– Shh... –susurró, Kara a su oído–, te tengo, Lena, ya estás a salvo, no voy a soltarte pero es muy
posible que debamos salir volando, si eso sucede quiero que cierres los ojos y confíes en mí.

Lena asintió en su cuello. Siempre había tenido que ser fuerte, excepto con Lex, él siempre la
había protegido, bueno, al menos, hasta que se volvió loco e intentó asesinarla desde la cárcel. La
piel de Kara olía a chocolate...

Kara escuchó el peso de dos cuerpos tras ella. Hervía de rabia, debía sacar a Lena de allí antes de
que...

– ¡Kara! Soy Barry... Cisco ha calculado estas coordenadas....

Una sonrisa presuntuosa se dibujó en el rostro de la rubia que vestía de negro y se había quedado
a dos pasos de The Flash.

– Tu cuerpo ha vuelto a llegar antes que tu cerebro, velocista, Supergirl tiene compañía.

Kara se mordió el labio, se calmó y besó la mejilla de Lena a quien acariciaba la espalda para
tranquilizarla.

– Son amigos, no va a pasarte nada, pero debemos girarnos. ¿Crees que podrás hacerlo?
– Puedo pero no sé si quiero... –sonrió mientras dejaba ver su rostro a Supergirl, a Kara.
– ¿Por qué? –aunque el tono de voz de Kara cuando era Supergirl subía dos tonos, seguía siendo
la mujer distraída de ojos azul intenso que tanto había llamado su atención la primera vez que la
vio, tan fuera de lugar junto a su compañero de Kansas. Había tanta luz en ella...
– Porque detesto que puedas pensar que soy una tonta asustadiza, Supergirl.
– Jamás pensaría tal cosa de ti, Lena Luthor –le gustaba cómo sonaba Luthor en la boca de Kara,
ni miedo, ni enfado, sólo cariño. Para Kara su apellido tenía otro significado, uno que la hacía
inmensamente feliz. “Haces que me enorgullezca de ser una Luthor, de ser yo, Kara Danvers”.

Kara contó hasta tres y ambas se giraron. Barry se unió a ellas en un abrazo colectivo que llevó a
la carcajada a Kara y que Lena tardó en asimilar. La rubia parecía sopesar si continuar con los
abrazos o meterse de cabeza en el agujero espacial hasta que el cielo en Ciudad Nacional se cubrió
de nubes rojas.

– Flash, no hay tiempo, Supergil tiene que venir con nosotros, ahora –sesgó el momento, la rubia
que vestía de negro y parecía percibir el peligro acechándoles como lo sentía Kara.

Barry rogó a Kara que le acompañara con una mirada.

– No puedo, debo mantener a salvo a Lena. Además, he de encontrar a Alex... Id vosotros yo me


reuniré...
– Alex está a salvo, ella ha sido quien me ha pedido que venga a buscarte. No es Alex a quien
debemos salvar, Kara. ¿Confías en mí? Una vez me dijiste que nunca dejarías de hacerlo, te pido
que ahora, lo demuestres... Por favor –la mirada de Barry le pareció sincera, con las cejas
arqueadas en señal de preocupación, no pudo más que asentir y confiar también en su hermana.
– Lena tenemos que irnos, es la única manera que tengo de protegerte, estando conmigo...
– Confío en ti, Supergirl –Kara la apretó contra su cuerpo.
– Lena viene con nosotros... Uh... –frente al portal espacial, Kara buscaba una manera de explicar
por qué estaban juntas en la misma cama a las tres de lamadrugada.
– Tranquila, ya lo sabemos, todos sabemos lo vuestro... –dijo, Barry, al tiempo que empujaba a
Kara hacia el portal.
– ¿Lo nuestro? –inquirió, Lena, que pese a temblar de miedo, entre los brazos de Kara, sonreía.
– Sí, si ya sabéis, una sólida amistad entre una Kryptoniana y una humana...como representación
de la paz en la Tierra y todo eso... –Sara tosió y Barry tragó saliva y continuó–. O... Eso... Es lo
que pasa en otra Tierra y no aquí, claro.
– Supergirl, amiga de Supergirl o lo que seas –intervino la rubia–, si no nos marchamos ya,
estamos jodidos.

Kara miró al cielo, parecía que sangrara.

– Alex me ha pedido que venga, ella está a salvo pero la Tierra no lo estará después del día de hoy
sin ti, Supergirl –Barry la agarró del brazo y se precipitaron hacia la boca de aquel vórtice
espacial.
– Sara Lance –sonrió, Lance a Lena.
– ¡NOO! –vociferó a Lance con las cejas arqueadas–. Oh, no, no, no... Ni lo pienses... – Kara
apretó contra su cuerpo a Lena y tomándola en brazos se introdujeron, en un vuelo suave, a través
del agujero espacial.

Barry se detuvo para contemplar el cielo de Ciudad Nacional.

– Espero que lleguemos a tiempo –dijo y Sara le agarró por el hombro, le sonrió y le empujó
contra el vórtice que los engulló hasta desaparecer.

♥♥♥♥♥

En el centro de mando del DEO, Hank empujaba a Winn a mantener el escudo de protección
contra el ataque constante de la nave nodriza invasora, mientras con su mente, trataba de localizar
telepáticamente a Kara y a Alex. Hasta ahora, el rastreo mental no había dado ningún resultado.
Superman se había atrincherado en Metrópolis, con un equipo de contingencia del DEO, sin
embargo, pronto caerían si no encontraban ayuda extra y sus dos mejores soldados estaban en
paradero desconocido.

- ¡Ya, ya, ya! Estoy en ello... –Winn no podía teclear más deprisa las órdenes de Guardián con
Hank gritándole a su nuca.
- ¡Localiza el siguiente objetivo y mantén nuestro escudo activo! –vociferó, Hank.
- ¿Algo más? –Winn se dio cuenta en ese instante de que su jefe estaba en algún lugar muy lejos
de allí–. ¿A-algo más, Señor? Voy tan rápido como puedo... Ayudaría...
- Estamos solos, Sr. Schott, al menos, hasta que vuelvan la Agente Danvers y Supergirl.
- Uh... Sí, sí, claro... Uh, Señor... Acabamos de recibir un mensaje encriptado... Muy cerca de
aquí, en Ciudad Nacional, el emisor parece ser...
- ¿Señor, Schott?
- Jeremiah Danvers, Señor y quiere contactar con usted, lo más pronto posible.

Hank tragó saliva, apretó el puño en su cadera, llevándose la otra mano a los labios que tenía
secos. Jeremiah había arriesgado su vida para salvar la suya y él a cambio le había hecho una
única promesa, cuidar de sus hijas como si fueran suyas. La Tierra estaba en guerra contra
extraterrestres que habían capturado a Mon-El, quién más tarde había aparecido en el centro de la
ciudad, en busca de Lena Luthor para capturarla y asesinarla. El rastro le había llevado a su
apartamento, sin embargo, no la había encontrado allí. Guardián había luchado contra un Mon-El
que no conocían, impelido por una fuerza oscura. Superman había conseguido reducirle lo
suficiente como para recuperar a Guardián y llevarlo al campo base del DEO donde los médicos
se habían ocupado de él. Armado con una dosis extra de suero de la vida, había conseguido
aumentar sus habilidades en lucha, y mientras Superman intentaba demorar la invasión en
Metrópolis, Guardián y varios comandos de élite trataban de mantener todo lo posible la
resistencia de la Tierra.

No podía dejar su puesto, la Tierra necesitaba a todas las fuerzas del bien.

- ¿Ha conseguido contactar con el General Lane?


- Sí, nuevos escuadrones se dirigen hacia los objetivos B-51 y C-72, Se-señor –Winn sonrió para
sí al percatarse de que se estaba convirtiendo en un miembro más del DEO.
- ¿Sabemos algo de la Comandante Lane?
- No, pero Guardian está en zona roja, ella no debe de estar muy lejos –respondió sin dejar de
teclear.
- Eso espero, por el bien de todos. Hasta que aparezcan nuestros refuerzos, necesitamos toda la
ayuda posible.
- Uh..., Seee-señor, Jeremiah Sanders, de nuevo solicita un encuentro con usted, dice que es
urgente.
- Envíe un equipo armado hasta los dientes a esas coordenadas, le recibiré personalmente en el
límite del escudo. Si es quien dice ser, abran el escudo, de lo contrario, evacuen la base y salgan
de aquí.

Mientras Hank caminaba hacia la salida balconada de la base, fue transformándose en el último
hijo de Marte. Durante unos instantes oteó el cielo rojizo, ni siquiera los marcianos blancos habían
conseguido sembrar el pánico con tanta prepotencia. Pensó en Kara y en Alex, sus dos hijas
“adoptivas” y pensó en Jeremiah, su compañero y fiel amigo. “Espero que seas tú, compañero y
no una trampa calculada por nuestros enemigos”. En el horizonte, una nave dibujó una línea
blanquecina en el cielo infernal, pronto llegarían al lugar acordado, pronto descubriría la mano de
Cadmus en aquella partida.

♥♥♥♥♥
Alex se recompuso entre las sombras, le costaba pensar con claridad. Lo último que recordaba era
al equipo de Max Lord aterrizando en una gran nave espacial de Lord Technologies. Maggie
había caído por el fuerte bufido congelado de aquel mastodonte cuyos poderes se parecían mucho
a los Kryptonianos. Entonces, una luz amarilla les había engullido y todo se había ido a negro.
Ahora estaba en una sala blanca y delante tenía a Max Lord, cuyas heridas de combate habían
sido limpiadas de su cara. Se adelantó, aunque creía que iba a romperse a cada paso, alcanzó a
Lord por el cuello de la camisa e intentó tumbarle pero tenía los músculos entumecidos y sólo
consiguió caer de rodillas. Lord se agachó y le apartó un mechón de la cara.

- Un rato en la cápsula de revitalización y podrás darme todos los puñetazos que quieras. Por
cierto, tu novia, la Detective Sawyer está a punto de salir de su cápsula, y creo que te gustará
despertar y ver su rostro. Buenas noches, Agente Danvers.

Alex cerró los ojos.

♥♥♥♥♥

Kara había pasado doce años deambulando por la Zona Fantasma con su nave Kryptoniana, y
toda su infancia estudiando el espacio infinito, conocía sus estrellas y planetas, podía reconocer
naves de guerra pero ninguna como aquélla. Algo en su estómago le decía que era una nave de
tecnología terrícola y sin embargo sabía que la Tierra, todavía, no había avanzado lo suficiente
como para conseguir construir un diseño propio de los más sofisticados ingenieros alienígenas.

Observó a Lena, estaba radiante, absorbía la información que Sara Lance le iba dando sobre la
tecnología de la nave. Algo en su interior se removía cada vez que Lance acariciaba a Lena, lo
cual hacía a menudo, con la excusa de mostrarle tal o cual cosa. Barry apareció a su lado, sin
máscara, no podía ocultar su preocupación.

- Creemos que es una nave amiga, pero si no nos identificamos, abrirán fuego.
- ¿Tenemos escudos de defensa?
- ¿Además de a Gideon? Velocidad ultrasónica, barreras de protección, armamento capaz de
convertir en cenizas cualquier planeta o estrella... La cuestión es si debemos disparar primero...
- Siempre –expuso, Sara Lance, con una sonrisa descarada a Lena.
- Hablaré con ellos, enviadme allí –arrancó a decir, Kara, sin pensarlo demasiado.
- Es suicida hasta para Supergirl –Lena se cruzó de brazos con el ceño fruncido, podía notar su
malestar.
- Estaré bien, debo hacerlo. ¿Barry estás conmigo?
- Siempre.
- Chica de acero... –Lance llamó su atención con un ademán–, si quieres suicidarte por mí... Pero
no voy a permitir que pongas la Tierra en peligro. ¿Qué tal un mensaje disuasorio, en paz? Si no
funciona, bueno, siempre podemos pensar un plan de ataque.
- Pensaremos un plan alternativo –Kara miró a Barry y a Cisco que había aparecido a su
espalda–, ¿estamos de acuerdo?
- No, no lo estamos... –Lena se aproximó a ella, desafiándola con una mirada esmeralda rasgada
por gotas del océano–. ¿Podemos hablar a solas, Supergirl?
- Hay una sala justo siguiendo ese pasillo –señaló Barry hacia el fondo–, la última puerta, estaba
abierta hace un momento...
Supergirl asintió con rostro de preocupación, dejando pasar a Lena que llevaba la chaqueta que le
había dejado Sara al invitarla a su habitación. Cuando llegaron a la sala, Kara cerró la puerta, no
esperaba que al girarse, Lena la enfrentara con una mirada tan dura como el acero.

- ¿Por qué tienes que ser tú? ¿Por qué no puede ser...?
- ¿Sara?
- ¡Por ejemplo! –Lena alzó los brazos al aire, gesticulando exageradamente.
- Sara Lance, la perfecta heroína de Lena Luthor... ¿Crees que ella es más fuerte que yo? ¿Más
rápida? ¿Puede volar? Porque yo puedo hacer todo eso antes de lo que ella tardaría en pensarlo
siquiera. ¿Sabes cuánto tardé en derribarla en un entrenamiento? Ni siquiera me empleé a fondo,
Lena... Pero ella es tan fascinante, ¿verdad? Tan...

Lena rió, divertida, no podía evitarlo, Kara estaba fuera de sí.

- No creo que nadie sea más fuerte que Supergirl, supongo que...
- ¿Qué? – Kara la miró completamente derrotada por sus emociones.
- Supongo que he sido egoísta, prefiero que vaya cualquiera porque no soporto la idea de verte
en peligro y no poder hacer nada para protegerte, Supergirl.
- Es-eso... eso es... M-muy, –Kara bajaba el rostro encarnado, continuamente, como si de esa
forma Lena no fuera a percibir la desazón que oprimía su pecho–, es muy atenta, Srta, Luthor pero
mi trabajo es... Servir y proteger la Tierra y a todos sus... Sus ciudadanos.

Lena sonreía de forma resplandeciente, deseaba estrechar a Kara entre sus brazos y besarla hasta
que se calmase, le costaba un gran esfuerzo no moverse. Cada vez que Kara se ruborizaba, ella
sentía unas ganas enormes de abrazarla y mantenerla segura.

- Por supuesto, Supergirl, pero no puedes pedirme que deje de preocuparme por una de mis
mejores amigas.
- ¿Una? – Kara frunció el ceño–. ¿Sara Lance es ya tu segunda mejor amiga? ¿La primera? ¿Por
eso habéis tardado quince minutos en salir de su habitación? ¿Por eso llevas su chaqueta? Ella es...
¿tu amiga?
- Supergirl, me refería a Kara Danvers... Mi otra mejor amiga en Ciudad Nacional... junto
contigo. Siento que te moleste que lleve esta chaqueta, mi cuerpo no soporta las bajas temperaturas
del espacio tan bien como el tuyo.

Entonces, lo hizo, casi sin pensar: agarró a Lena por los brazos, la atrajo para sí y le quitó la
chaqueta de Sara Lance justo antes de abrazarla e irradiar todo el calor que pudo.

- Srta. Luthor no se preocupe por Kara Danvers, ella está bien, me ha enviado un mensaje y está
–rió de forma nerviosa–, ella está perfectamente... Un grupo de... Ella está bien –se mordió el labio
y siguió balanceándose sin apartar los pies del mismo sitio, mientras frotaba la espalda de la
morena.
- De todos modos, será mejor que pensemos en un plan alternativo –aproximó sus labios a la
mejilla de Kara y posó su mano en su brazo, lo apretó con fuerza y besó su mejilla–, prométeme
que tendrás cuidado y que volverás, Supergirl –susurró Lena, entonces, a su oído.

Kara cerró los ojos y deseó besar a Lena. Sin embargo, se tensó y se quedó en blanco. La puerta
se abrió en ese momento, Sara Lance sonreía sin poder ocultar su malestar.

- Se nos han adelantado, solicitan hablar con nuestro comandante a bordo. ¿Os unís a nosotros
en la sala de mando o preferís que colguemos un cartel de ‘no molestar’ en la puerta?
- ¿Qué?! ¿Qué...? –Kara ladeó la cabeza un par de veces y miró a Lena con expresión de no
comprender en absoluto qué estaba diciendo, pero una sombra de tristeza cubría los bellos ojos de
Lena–. Danos un minuto –dijo, Kara, finalmente.
Sara Lance cerró la puerta. De vuelta, bajo el escudo de la intimidad, Kara abrazó a Lena con más
cariño, cerró los ojos y deseó ser suficiente para protegerla. Lena se aferró a su espalda, podía
notar cada músculo perfecto de Kara, paseó su mano de arriba abajo, masajeándola, posó la cara
en su hombro, en su cuello, si se pudiera hacer el amor con un abrazo, Kara le habría hecho el
amor en ese instante.

- Lena hay algo que me gustaría decirte desde hace... mucho tiempo... Si no regreso, quiero
que...
- Lo sé, Supergirl, lo sé.

Entonces, Lena se separó un poco del cuello de Kara, miró a sus ojos oceánicos con una nota de
dolor y apretó sus brazos para impedirse sucumbir al deseo que gritaba su corazón... “No debo
besarla, todavía no. No hasta que ella me lo pida”. Fue Kara quien acercó sus labios a los suyos y
bebió de ellos con deseo, pasión y cariño, envolviéndola en una capa de aquel amor que no
podían expresar con palabras.

Lena abrió los ojos justo antes de romper el beso. Kara la había besado con timidez, de una forma
bastante pulcra y algo torpe pero con tanto deseo que le había robado el aliento. Cuando abrió los
ojos, en ellos se asomaba una duda, el rubor en sus mejillas, ese rubor que precedía a ese tic tan
mono de subir las gafas de pasta para esconderse tras un muro de protección, le había bastado para
confirmar algo que ya sabía, Kara Zor-El Danvers era la mujer de su vida, su persona, su única.
Le daba igual si la amaba o no, guardaría aquel instante en su memoria para siempre. Estaba
segura de que aquél, para Kara, había sido su primer beso a otra mujer y quizás uno de los
primeros de su vida, aquello la hizo amarla todavía con más fuerza: Kara, la mujer más increíble
del mundo, la había besado, la había elegido a ella, Lena Luthor para entregarle su alma en un
beso que la había hecho sentir como si flotara.

- ¿No te ha gustado? Sara...ella quizás sea más...


- Jajajaja, Kar...Supergirl, por favor, ni se te ocurra estropearlo.

La mirada de Kara decía “lo sabes” y en ella, Lena, leía una pregunta “desde cuándo...”.

- Puedo hacerlo mejor... Si la Tierra no estuviera en peligro...


- Ha sido perfecto –Lena le dio un beso corto, dulce, tan tierno que Kara emitió un quejido y ella
notó cómo temblaba–. Incluso me parece estar flotando...

Entonces, Kara sonrió con picardía, algo que Lena no había visto más que en una ocasión, en la
fiesta benéfica, cuando le indicó que Supergirl se acababa de marchar y ella no la había visto.
Kara le pidió con sus intensos ojos azules que mirara hacia abajo y ella al hacerlo, ahogó un grito
y por instinto tiró de Supergirl, aferrándose a su cuerpo, mientras Kara reía feliz y daba pequeñas
vueltas con ella en el aire. Luego, se separó lo justo para volver a besarla. Sonaron dos golpes
contra la puerta y ambas se apresuraron en acariciar el alma de la otra en aquel último beso. Kara
había rozado sus labios con su lengua, y enseguida, se había separado y aterrizado, en el suelo.

- Prométeme que volverás pronto, necesito que sea pronto Supergirl e intacta.
- Creo que te quiero, Lena Luthor. Volveré tan rápido que no te dará tiempo a echarme de
menos.

Lena rió.

- Entonces, tenemos un problema, Supergirl porque ya te echo de menos.

Las mejillas de Kara se encendieron, buscó sus gafas de pasta pero no las encontró. Lena tomó su
mano y acarició sus dedos con los suyos.
Caminaron con las manos enlazadas hasta el puente de mando, delante de todos sus amigos y
compañeros de lucha, Kara, acarició la mano de Lena y besó su mejilla.

- Quiero que te quedes aquí, donde estés segura, ¿me oyes? –no pudo evitar que sus ojos se
emocionaran–, y antes de que me marche... Me gustaría oírte decir mi nombre. Si hoy he de morir,
quiero hacerlo sabiendo que...
- Shh... Kara Zor-El, no vas a morir porque no lo voy a permitir...
- Esos invasores hostiles no tienen ni idea de lo que significa enfadar a un Luthor...

Lena se mordió el labio y besó la mejilla de Kara que le sonrió con los ojos en respuesta.

- Quédate junto a Cisco y Felicity, no queremos que resulten heridos –les guiñó un ojo y ambos
se afanaron en flanquear a Lena, Felicity la asió por los brazos y le dio un achuchón.
- No permitiremos que le pase nada, Supergirl – habló Cisco.

Kara asintió, mientras caminaba hacia la pantalla de mando, escuchó cómo Felicity preguntaba a
Lena qué tal era besar a Supergirl y si en verdad tenía los músculos como el acero, ella no era
lesbiana pero en la universidad tuvo un par de rollos con algunas tías y recordaba que lo pasó muy
bien... Kara respiró hondo. Sara Lance se volvió hacia ella.

- Cuando quieras, Supergirl.


- Ahora – Kara se colocó en posición defensiva con los ojos fijos en la pantalla, y las manos
colocadas en sus caderas. El emblema de la casa EL la henchía de orgullo y poder.

Gidion envío el mensaje de respuesta y pronto apareció una forma reconocible en la pantalla.

- Por fin, Supergirl... The Flash, la ex miembro de la Liga de asesinos más famosa, Sara Lance,
la ingeniosa Srta. Felicity sin Flecha Verde, el talentoso inteligente Cisco y la Srta. Luthor, me
alegra volver a verte Lena, aunque me habría gustado que fueran en unos circunstan...
- Maxwell Lord –zanjó, Kara, con el rostro endurecido por la rabia. Nunca le había caído bien
ese tipo.
- Supergirl, no me he olvidado de ti y creo que... Te interesará saber que la Agente Danvers y su
novia, la Detective Sawyer están conmigo.
- Si haces daño a Alex o a Maggie te juro... –Kara intentó controlar el calor que amenazaba con
salir a ráfagas de sus ojos.
- Sigues sin controlar tus poderes, Supergirl. Alex Danvers está perfectamente, de hecho, está
detrás de mí, golpeando mi espalda... –enfocó a Alex, junto a ella estaba Maggie, ambas parecían
estar bien–, a quien dejo por cierto el mando... Tiene algo que decirte...

Alex se sentó y ajustó la cámara hasta ver por entero a Kara.

- Supergirl, escúchame, sé que es complicado pero... Debes olvidarte de Max Lord, nos ha
salvado y puede que también a la Tierra. La Tierra ha sido atacada como ya sabrás por un ejército
alienígena, cuyo brazo ejecutor es... Mon-El.

Kara frunció el ceño. ¿Desde cuándo un daxamita podía ser un tirano? ¿Estaban hablando del
mismo Mon-El?

- Alex...
- Lo sé, cuesta creerlo... Pero escucha, Sara Lance sabe cómo viajar en el tiempo y cambiar un
hecho específico sin modificar el futuro, no es un hecho trascendente, sólo los Amos del Tiempo
pueden hacerlo... Créeme hace media hora estaba pensando lo mismo que tú, ¿Los Amos del
Tiempo? ¡Son un Mito! Viajáis en una nave del futuro, la nave de un Amo del Tiempo... Barry,
escucha, no habrá consecuencias negativas para ningún plano de realidad...
- Si las hubiera –habló, Lance–, nos encargaremos de restaurar el orden, como siempre.
- Tenéis que volver en el momento en el que Daxam fue atacado, en el momento en el que
secuestraron a Mon-El y de tal modo evitaremos una matanza a escala global. Ni Superman, ni
Guardián, ni... Supergirl pueden hacer esto solos, tenemos que luchar como un equipo.
- ¿Quieres que viajemos al pasado e impidamos la invasión a Daxam?
- No, habría consecuencias... No debéis alterar los grandes acontecimientos, sólo evitar que
Mon-El sea secuestrado. ¿Lo habéis entendido? Fue entrenado y alteraron su mente para invadir la
Tierra, él no era consciente... Pero si no conseguís sacarle de allí deberéis... –suspiró y su fortaleza
por un momento se vino abajo–, Kara...
- Haremos todo lo necesario para salvaguardar la Tierra. Alex...
- Estoy bien –sonrió de forma cansada–, Maggie y yo estamos bien. Lucharemos contra las
naves invasoras junto a un montón de héroes alucinantes, incluso tenemos a una diosa amazona en
nuestro equipo, créeme esos tipos van a morder el polvo... Nuestra esperanza sois vosotros,
Supergirl.
- Os guardaremos las espaldas, pequeña Danvers –dijo, Maggie.
- Cuida de mi hermana. No la dejes hacer ninguna tontería.
- Con mi vida, Danvers.
- Cuídate tú también, Maggie. Alex, te quiero –y unas lágrimas resbalaron por sus mejillas.
- No me gustan las despedidas, Kara. Te veré a la vuelta, y Dios con unos buenos potstickers y
unas pizzas para celebrarlo. ¡Lena Luthor, sal de donde Supergirl te tenga escondida, queremos
verte!

Lena avanzó hasta colocarse junto a Kara, que miraba nerviosa la pantalla temiendo que su
hermana fuera a dejarla en evidencia. Alex vio cómo se miraban y se sonreían tomándose de las
manos y por un momento creyó que no iba a poder hacerlo. Sin embargo, pronto notó la mano de
Maggie sobre su hombro otorgándole las fuerzas necesarias para seguir con la misión.

- Fuimos nosotros, teníamos que cerciorarnos de que no tuvieras nada que ver con Cadmus.
Supergirl, ella se negó a espiarte y en ningún momento dudó de ti, siempre creyó en tu inocencia y
quiso aclarar el tema hablando contigo. No debes culparla.
- Kara tiene una hermana estupenda, cuidaré de ella todo lo que pueda para traértela de vuelta de
una pieza y tan bella como siempre.
- Ja, sí, bueno... Creo que Kara tiene suerte de tener a una mujer tan valiente como Lena Luthor
de su lado. Volved todos de una pieza, Maggie y yo os estaremos esperando.

La comunicación se cortó. Maggie abrazó a Alex que rompió a llorar, completamente rota.

- Es la primera vez que no puedo cuidar de ella. Soy su hermana mayor, debo cuidar de ella...
- Cariño, lo estás haciendo, estás haciendo lo mejor para ella, asegurándote su seguridad y su
vuelta.
- ¿A una Tierra arrasada por el fuego? ¿A una Tierra donde su primo, su único familiar
biológico vivo ha muerto? ¿Dónde sus amigos han sido asesinados?

Entonces, Maggie besó su frente y la consoló mientras el llanto salía sin remedio, empapando su
pecho.
Parte I. El baile entre las estrellas
Chapter Summary

Con la Tierra tomada por los supervillanos y la flota de alienígenas amenazando con
el inicio de una guerra interestelar, Alex Danvers debe prepararse para liderar la
resistencia junto a la poderosa amazona y diosa, Wonder Woman y Batman entre sus
filas, además de afrontar su destino con el amor de su vida, Maggie Sawyer. Mientras
tanto, el único Señor del Tiempo acude con su TARDIS a la Waverider para ayudar a
Supergirl en su misión de reescritura del tiempo. Kara Zor-El deberá demostrar la
clase de superhéroe que es en un Krypton a punto de morir.

Mientras las fuerzas del bien tratan de todas las formas posibles de salvar la Tierra,
Cadmus, liderada por Lex Luthor con apoyo de su madre, Lillian mueve ficha para
conseguir el dominio del planeta.

Chapter Notes

La gran batalla final se acerca y en este momento, he querido reservar un papel más
íntimo para Alex y Maggie, dejando la acción para el equipo de Kara.

Quizás sea una historia más emotiva, y me habría encantado que Cisco y Felicity
tuvieran un papel científico destacado, pero siendo de letras puras, he tenido que dejar
a la ciencia del Doctor que resuelva los problemas de espacio y tiempo.

I Parte: cuando el Tiempo debe reescribirse

Había aparecido de la nada, precedida de un sonido estridente, musical, que recordaba al pavoroso
momento del cuchillo en la ducha de la película Psicosis que Alex le había obligado a ver cada
noche de Halloween en su adolescencia. Nunca le había gustado aquella película. Notaba la
mirada de todo el mundo en su nuca, ella era Supergirl, una Super, ella pertenecía a la casa de El...
no podía bloquearse por tener delante de sus ojos, en el centro de la sala de mando de la
Waverider, una cabina azul de policía.

Notó una mano en el hombro, se volvió, era Sara Lance. Barry flanqueaba su otro hombro,
mientras Cisco, Felicity y Lena se movían, lenta y concienzudamente, hacia la cabina azul como si
pretendieran examinarla. Tosió, llevándose el puño a la boca. No hicieron el más mínimo caso.

̶ ¡Nooo! –bramó, cuando vio la mano de Cisco abalanzarse hacia la puerta, le bastó un
nanosegundo para interponerse entre sus amigos y la cabina–. Idos, lejos –fijó la mirada en la de
Lena que por un momento parecía tan interesada como Cisco y Felicity en ver qué habría en el
interior de aquella cabina, Lena asintió, malhumorada y se retiraron apenas unos pasos, ella,
entonces, les dio la espalda–. No he conseguido ver qué hay dentro, quizás esté recubierta de
plomo.
̶ ¿Qué hacemos, Gideon? –interpeló, Sara Lance.
̶ Sugiero llamar a la puerta –intervino, Barry.
̶ Estoy con Barry, Srta. Lance –dijo, Gideon.
̶ Supergirl, haz los honores... –continuó, Lance, en posición defensiva.

En el momento en el que, Supergirl, alargó el brazo, la puerta de la cabina azul se abrió y tras una
nube de humo, una silueta fue cobrando forma. Todos parpadearon casi al mismo tiempo. Cisco y
Felicity formaron una O con sus bocas, Lena les agarró de las manos y comenzaron a dar
pequeños saltos, extasiados.

Supergirl se cruzó de brazos, ladeó la cabeza en reprobación. Barry posó su mano sobre el
hombro de ella.

̶ No se lo tengas en cuenta –se encogió de hombros e hizo una mueca de perdón en su boca–, para
ellos es como si el día de Navidad encontraran una caja de potstickers con su nombre.
̶ Se les llama frikis –se apresuró en zanjar, Sara Lance–, aunque en mi equipo no sé qué haríamos
sin ellos.

La silueta se acabó de formar delante de sus narices: era un hombre de cabello gris con un tupé
extraño, gafas de sol, ataviado con un sobrio y largo abrigo azul cuyo interior era rojizo, parecía
un mago rockero con la guitarra eléctrica colgada al hombro. Sin embargo, las botas acordonadas
y negras, estaban a mitad de camino de un montañés mundano y un joven de clase media y a
razón de la camiseta Punk que asomaba bajo el abrigo, podría ser un alienígena de la raza de los
cambiadores de forma.

̶ ¿Quién eres? –inquirió, Supergil, con un tono amenazante en la voz.

El hombre arqueó las cejas de forma amenazante, se aproximó con cierto dramatismo a Supergirl y
clavó una intensa mirada en la suya.

̶ Lo importante es... ¿Por qué estoy aquí?


̶ ¿Por qué estás aquí? –gritaron, Felicity, Cisco y Lena al unísono y se aplaudieron a sí mismos,
después.
̶ Vuestros amigos son listos, héroes y superhéroe –escupió las palabras como si hubiera rencor en
ellas.
̶ Es un Amo del tiempo que sobrevivió a la explosión –expuso, Felicity.
̶ Un viajero del tiempo que toca en una banda... –propuso, Cisco.
̶ El último Señor del Tiempo, hijo de Gallifrey, el Doctor o también conocido como Doctor
Misterio –Lena suspiró, todos se volvieron hacia ella, con las cejas arqueadas –. Leo cómics... –se
encogió de hombros.

El hombre se movió con rapidez hacia ellos, cogió la guitarra y tocó un solo que hizo saltar y
aullar a Felicity, Lena y Cisco.

̶ Nuestro amigo toca bien... –expuso, Barry, a una cada vez más enfadada, Kara.
̶ Hacía tiempo que no escuchaba nada igual –Sara Lance sonrió a Supergirl–. Tranquila chica de
acero, no creo que vaya a hacernos daño con esa guitarra, tu chica está a salvo.

Le habría gustado responder algo coherente pero Sara tenía razón, estaba más preocupada porque
Lena no sufriera daño alguno que por la misión. Barry le estrechó la mano.

̶ Si fuera una amenaza lo sabríamos, relájate y deja que nuestros amigos disfruten de este
momento, puede que no haya otro.
Kara asintió, sonriendo con los ojos que iluminaron los de Barry.

̶ Voto por disfrutar también nosotros –sostuvo, Sara Lance al tiempo que guiñaba un ojo a
Supergirl, que estrechó su mano –. Creía que no te caía bien.
̶ Debemos estar juntos, ser un equipo, este es un gran momento que nos dará fuerzas ahí fuera –
sonrió, Kara con la boca y los ojos, concentrada en mantenerlos a salvo.

Bastaron aquellas palabras para que el peso del universo cayera como plomo sobre los hombros de
los tres que permanecieron con las manos unidas, sonrientes, disfrutando de la jovialidad de sus
mejores amigos que bailaban entre las estrellas una melodía antigua que parecía nueva. Cuando el
solo acabó, todos aplaudieron como si aquel concierto hubiera sido el primero, con la sensación de
que, tal vez, podría ser el último y el Doctor como buena estrella de Rock, se fundió con su
público y les chocó las palmas de las manos a buen ritmo.

̶ Muy bien, chicos, creo que sois los más listos de todos los de esta nave... A excepción de
Gideon.
̶ Gracias, Doctor, siempre es una alegría volverle a ver –habló, Gideon con un tono de alegría.
̶ Eh, Señor del Tiempo o lo que seas –intervino, Sara, colocándose frente a él con una mirada
intensa de advertencia, se habían acabado los juegos–, quiero saber por qué estás aquí.
̶ Sí... esa es la cuestión... He venido porque vosotros me lo habéis pedido... Hace cinco minutos,
más o menos...
̶ He sido yo, Srta. Lance –intervino, Gideon–. El Doctor es el Señor del Tiempo y guardián de la
humanidad, la Tierra ha sido invadida por primera vez en la historia del tiempo, era una
emergencia.
̶ ¡Oh, Gideon, buena amiga, Gideon! Cuántas veces le dije a la reencarnación del Sr. Pond que no
hiciera este trabajo, solo... ¡Un amo del tiempo! Un descuido... El despiste de un joven rubio con
aspecto de cowboy... mira dónde nos ha llevado a todos... A una Guerra universal.
̶ ¿Rip Hunter? –Sara, inquirió–. Es el hombre más honesto y valiente que he tenido el placer de
conocer. No sé quién eres pero te advierto que si le insultas acabaré contigo...
̶ Tú, el enmascarado de rojo, sujeta a la chica antes de que se haga daño –Barry no pudo decir
nada, el Doctor se acercó a Sara Lance y le susurró–, esto es demasiado grande para ti, Capitán, tu
equipo y tu nave... ni siquiera sabes quién es Rip Hunter en realidad... –se precipitó hacia
Supergirl–, y tú, con todos esos... Superpoderes y no has sido capaz de ver lo que tenías delante,
un daxamita... ¡Por favor! Un daxamita...
̶ ¿Cómo podemos ayudar? –preguntó, Supergirl.
̶ La Tierra ha caído, ha sido arrasada. ¡Gideon!
̶ ¿Sí, Doctor?
̶ Ya sabes lo que tienes que hacer...
̶ Sincronizando datos con la TARDIS, Doctor. Por favor, siéntense y abróchense los cinturones,
vamos a viajar a través de una grieta temporal.
̶ Recordad, hay sombras que se esconden en las grietas, temibles seres que sólo son reales si les
miráis... Sólo se ven por el rabillo del ojo, no parpadeéis delante de los ángeles llorosos... y, tal
vez, esta vez consigamos salir enteros... y, con vida.

Sara Lance tomó el asiento del capitán, junto a Barry y el Doctor. Al otro lado, Cisco y Felicity
abrochaban sus cinturones, mientras Kara, que se había acercado con su supervelocidad a Lena,
estrechaba su mano, acariciando sus dedos. La seguridad en un vuelo cualquiera le había parecido
lo primero, sin embargo, la separación entre aquellos asientos era tan grande como el abismo
cuando deseaba abrazar a Lena y protegerla. Ambas permanecieron con una mirada intensa fija en
la otra, diciéndose todo aquello que no podían expresar con palabras, hasta que la nave adquirió
tal velocidad que hasta Supergirl tuvo que cerrar los ojos.

♥♥♥♥♥
A Maggie le había sorprendido la fuerza interior de Alex la primera vez que la vio. Supergirl
podría sostener el mundo sobre sus hombros, pero era Alex quien sostenía el peso de Supergirl y
el del mundo con ella. No sólo eso, tras la muerte de sus padres y de su comandante en jefe, de sus
amigos y compañeros, se había levantado mucho más fuerte y decidida a salvar la vida de su
hermana para que la Tierra tuviera otra oportunidad. Sin que ella lo supiera, Alex, se había
ocupado de que miembros del equipo de Max Lord, subieran a la nave a su madre y a su hermana,
que descansaban en un sala adyacente, a salvo. No habían hablado de ello, no se atrevía, no
cuando Alex lo había perdido todo en el campo de batalla. Sólo le quedaba su hermana y sabía
que estaría dispuesta a bajar al infierno para protegerla. Kara y Alex Danvers no eran mujeres
corrientes. Ajustó el arma según las indicaciones de Bruce Wayne.

̶ Prueba otra vez, le has cogido el punto y no te preocupes, allí fuera, dispara a todo lo que se
mueva.
̶ ¿Cómo lo haces? Eres humano, no como ellos...
̶ No tengo nada que perder –él posó su mano sobre su brazo–, pero tú... Tú tienes una familia a la
que volver y proteger. No voy a darte la charla de guerra, no creo que sirva para nada. Tu familia
estará a salvo en esta nave y podríais vivir en cualquier planeta habitable. Pero esa chica tiene el
mismo fuego en la mirada que el nuestro, le quema por dentro y no parará hasta el final y, puede
que entonces, si hay algo más, regrese para acabar el trabajo.
̶ Típico de la Alex Danvers que conozco –ahogó un pensamiento que había brotado de su
corazón, "es la mujer más terca que conozco y la más... bella e increíble".
̶ Si las cosas se ponen feas, usa esto –le entregó algo que ella se apresuró en guardar en el bolsillo
del pantalón–. Te odiará durante un tiempo, pero al menos, estaréis vivas.

Luego, el hombre murciélago se retiró. Alex apareció poco después, con una expresión de
cansancio y concentración en su mirada ausente. Las facciones palpitaban en su rostro. Maggie
dejó de disparar y se aproximó a ella.

̶ ¿Cuánto tiempo nos queda? –dijo, a media voz, con una sonrisa triste.
̶ Sobre unas 32h, necesitan recargarse antes de atacarnos, entonces, volveremos al infierno –
levantó la manos que Maggie no tardó en capturar con las suyas–, pero todo es relativo, todo
depende de los demás, de... De ese Señor del Tiempo que viaja en una... cabina de policía a través
del espacio y el tiempo... y de... –Alex tomó aire, Maggie supo que le dolía pensar en su hermana.
̶ Entonces, Alex Danvers –se puso de rodillas y sacó un anillo del colgante que solía llevar
al cuello–. Había pensado en ello, mucho –sonrió, los hoyuelos se marcaban en sus mejillas,
endulzando todavía más su mirada–, no esperaba que fuera así. Sabes que no soy una mujer de
discursos pero...
̶ Maggie... –la voz de Alex se quebró y las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas.
̶ Alex Danvers no puedo imaginar mi vida sin ti, nunca he sentido nada igual por nadie –sostuvo la
mirada ilusionada, triste, dolorida de ella, apretó su mano temblorosa–, ¿querrías casarte conmigo?

Alex apretó los labios y miró hacia arriba, pensó en sus padres, en Kara, en J'onn J'onzz que había
dado su vida por proteger la suya, pensó en todos sus amigos y compañeros y en cada uno de los
habitantes de la Tierra, personas que como ella deseaban,vivir, sólo eso, vivir junto a los suyos y
esos malditos monstruos... ¿Qué le habría dicho Kara? Ella la habría mirado resplandeciente y
habría iluminado las sombras con su sonrisa hasta hacerlas desaparecer justo antes de abrazarla y
decirle “Alex mereces ser feliz, mereces ser feliz con Maggie. No importa lo que vaya a suceder,
mereces vivir y ser feliz según tus propias normas. Sé valiente, Alex Danvers, eres mi fe”. Era
capaz de oír la voz de Kara, ella no se rendiría. “y, tú eres mi fortaleza, hermana, mi pequeña y
dulce hermana, Kara”. Rompió a llorar, con tanto dolor que Maggie se puso en pie y la estrechó
entre sus brazos.

̶ Quizás, no era el momento... Alex, yo...


Alex tomó con sus manos su cara y asintió, sonriente.

̶ Me has hecho feliz, más fuerte, mejor, Maggie Sawyer, no te atrevas a decir que lo sientes. Me
has hecho... Mejor persona y no puedo imaginar un mundo sin ti a mi lado, juntas.
̶ Eso... ¿es un sí, Danvers?

Alex asintió con los ojos entornados, deseaba alargar el momento.

̶ Sí, definitivamente, pon ese anillo en mi dedo.


̶ En algún lugar esto –deslizó el anillo por el dedo anular tembloroso de su novia–, es suficiente
como rito, así que, ¿va a besarme ahora, Señora Danvers?

Alex observó el anillo en su dedo, hizo una mueca divertida y agarró a Maggie por la cintura hasta
tenerla en su pecho.

̶ Sí, creo que voy a volverme loca y a besarte, Sra. Sawyer. Conservaremos los apellidos...
̶ Alex... –le sonrió, con los labios apretados–, shhh... No me importan los apellidos cuando veo mi
alma reflejada en tus ojos.

Alex iba a replicar algo, bonito y profundo, cuando los labios de Maggie acariciaron los suyos,
lentamente. Notó su mirada en su rostro, una mirada tan intensa y pura que encendía sus mejillas.
Nunca habría imaginado que el amor pudiera ser algo tan sencillo, nunca habría imaginado que la
besaría y abrazaría cada noche, Maggie Swayer, Maggie, su alma gemela. Entre los brazos de
Maggie estaba en casa.

♥♥♥♥♥

La alarma comenzó a sonar nada más aterrizar en el planeta. El Doctor se levantó, empuñando el
destornillador sónico contra algún enemigo invisible. En la oscuridad, Lena notó las manos
fugaces de Kara, primero mientras la liberaban de la protección del asiento, luego, mientras
frotaban sus brazos para desentumecerlos y, por último, apretándola contra su cuerpo. Le habría
gustado disponer de armas, algo que no la hiciera tan vulnerable a los ojos de Kara, poder
defenderse por ella misma, por mucho que le gustara la atención de Kara, el mundo, el universo,
necesitaba a Supergirl.

Se tensó al oír que Felicity susurraba. Sabía que era su voz pero no conseguía comprender lo que
decía.

̶ “Af bbbiiigg bbaall oofff wwibbly wwobbly, ttiimmey wwimmey ssttuufff" –balbuceó, Felicity,
al tiempo que la luz de emergencia, que iba de rojo a verde iluminaba la sala de mando.
̶ Tranquila, hermana, te tengo –decía, Cisco, mientras abrazaba a Felicity por detrás, que agachada
parecía vaciar su estómago a cada arcada–. Estoy aquí...
̶ ¡Ahhh, los humanos y los viajes entre las fracturas del tiempo...! –el Doctor señaló con tono
tintineante, como si hablara con un cachorrito.
̶ Gideon, informa –ordenó, Sara, que se había posicionado frente a la cabeza manifiesta de Gideon
que permanecía conectada sobre el centro de la mesa.
̶ Hemos llegado a nuestro destino, no se ajusta a ningún parámetro temporal terrestre, Srta. Lance.
̶ ¿Eso qué significa?
̶ Significa –intervino, Barry–, que no estamos cerca de casa.
̶ ¡Chico aventajado! –gruñó, el Doctor, mientras se acercaba con las cejas enfadadas a Kara.
Lena notó cómo algo en la rubia se removía, leyó en sus ojos del océano un pavor profundo, sus
labios temblaban, y su piel, de repente, se haía vuelto fría.

̶ Kara... –rogó, Lena.


̶ Srta. Danvers, aka, Supergirl... –susurró el Doctor a Lena–, creo que se siente indispuesta... –
echó a correr hacia la TARDIS, que abrió sus puertas ante su presencia –. Venga... Humanos
estúpidos... Subid, a la nave, Gideon mantendrá la vuestra caliente y lista para salir pitando. ¡Oh,
por favor! Es más grande por dentro, cabemos todos... Tiene hasta una piscina y una biblioteca...
̶ ¿Todo va bien, Supergirl? –preguntó, Sara ante la mirada perdida y aterrorizada de Kara.
̶ ¡Oh, la chica de la capa de rojo está bien! –el Doctor seguía haciendo señas desesperadas para
que entraran a la cabina de policía azul–. ¡Sólo está en shock! Estamos en su planeta justo horas
antes de que explotara, cogedla y arrastradla hasta aquí...

Lena apretó su mano, pero Kara seguía lejos, fría, y ahora las lágrimas bajaban por sus mejillas.
Felicity había dejado de vomitar, con la mano en la boca, miraba también ella aterrada a Supergirl,
Cisco le hacía masajes en la espalda para que se sintiera mejor.

̶ Podemos hacerlo nosotros –dijo, Barry, agarrándola de los brazos, aunque se encontraba frente a
ella, Kara parecía no verle–, quédate aquí en la nave, nosotros haremos lo que tengamos que
hacer...
̶ No, no, no... Chico de rojo, no... ¡Estamos aquí porque necesitamos a Kara Zor-El, ella y sólo
ella puede salvar la Tierra. ¡Vamos, traedla aquí! Dadle un golpe, una inyección de kryptonita, y
arrastradla, vamos... Rápido...
̶ Nadie va a tocar a Supergirl–sentenció, Lena–. Tan sólo necesita un momento.
̶ Lena –sostuvo, Sara–. Apártate, si la Tierra necesita a Supergirl para salvarse, tendrá a
Supergirl...
̶ No voy a permitirlo, Sara.
̶ Ni yo. Esperaremos que Kara se encuentre mejor –indicó, Barry–, aunque, Lena puede que
necesite más tiempo y necesitamos su ayuda, es la más rápida, la más fuerte y la más...

Lena cerró los ojos, lo sabía. Debía soltarla, lo sabía. Así que, se alejó, dejando ir su mano fría
como el hielo y que como el hielo, quemaba. Luego miró a Barry y a Sara y asintió. Un rayo
rojizo se dibujó en la atmósfera de la Waverider y un vendaval les empujó a todos.

̶ Más grande por dentro... –dejó ir Cisco, oteando con los ojos abiertos de hito en hito y la boca en
forma de O la máquina del tiempo del Doctor.
̶ Mucho... –suspiró, Felicity–, más grande... –añadió con voz orgásmica–, por dentro... –ambos se
agarraron de las manos, se miraron el uno al otro y lanzaron al aire una risilla nerviosa.
̶ ¿No son adorables, estas criaturas? –inquirió, el Doctor justo antes de ponerse a los mandos de la
TARDIS–. Vamos, baby, vamos...
̶ ¿Cómo funciona? ¿Puedo? –Felicity trataba de adivinar para qué servían tantas palancas y
botones.
̶ ¿No serás una Señora del tiempo revestida de humanidad? –las cejas enfadadas del Doctor la
escrutaban desde lo alto.
̶ No, pero puedo serlo...
̶ Yo también... Puedo serlo –se miraron con decisión y apretaron sus manos enlazadas–. Podemos
serlo...
̶ No, se necesitan dos corazones y vosotros nunca los tendréis...
̶ ¡Oh, vamos, eso no es justo! –protestaron a la vez.
̶ ¡La vida no es justa, niños!
Lena y Barry seguían mirando a Kara, perplejos, preocupados, atónitos. Lena comenzaba a cruzar
la frontera de la preocupación a la desesperación absoluta, y si, ¿Kara no se recuperaba?
¿Permanecería en estado de coma para siempre?

̶ Puede que esté enferma, algún tipo de virus que... –se obligó a decir, él.
̶ ¡Cállate, Barry! –Sara Lance espetó, con una mirada fría e intensa clavada en Supergirl; había
permanecido en pie, con la espalda contra la pared sopesando las alternativas que tenían, y hasta
ese momento, confiar en un alienígena loco que viajaba en una cabina azul de policía y decía que
sólo Supergirl podría salvarles, no era un buen plan. Se precipitó hacia Supergirl, sabiendo que iba
a doler... La golpeó en el pecho, sus mejores golpes y antes de que Barry pudiera reaccionar aulló
de dolor–. No reacciona...

Lena se movió, la agarró de la muñeca y la retorció como le habían enseñado en las clases de
defensa personal. Sara Lance podría haberla derribado sin apenas pestañear, sin embargo, dejó
que la volteara y tumbara, sabía que necesitaba quemar adrenalina.

̶ Buen golpe, Luthor –percibió una onda de ira a su alrededor, estaba segura de que Kara se había
movido, algo había despertado en ella cuando Lena la había desafiado, y aquello le hizo saber que
no todo estaba perdido. “Puedo enfadar a la rubia, he encontrado su punto débil, espero que
Barry también lo haya advertido o esto será un completo desastre".

Lena se aproximó a ella, extendió su mano y aguardó con el rostro adusto y los ojos lacrimosos.

̶ Lo siento, no he sabido controlarme...


̶ ¡Oh, vamos, cielo! Tú y yo sabemos que lo estabas deseando –la agarró por la muñeca, golpeó lo
justo con su pie en su tobillo y Lena cayó sobre su cuerpo.

Lena intentó zafarse, pero Sara la había atrapado entre sus brazos y sellado sus movimientos con
las piernas, no podía moverse.

̶ ¡No quiero esto, suéltame, ahora mismo! –casi no puedo respirar.


̶ Oh, vamos, tu novia está en estado catatónico, no es útil, yo podría darte todo lo que desees, soy
muy buena amante, tengo mucha experiencia –más ira, eso eso, Supergirl...sigue así–. Soy fuerte,
rápida...

Barry se colocó en posición defensiva delante de Sara Lance.

̶ Déjala ir, Sara –arqueó las cejas, preocupado–. No sé qué está pasando pero ésta no eres tú, la
Sara Lance que conozco...
̶ Corta el rollo, Barry. La Sara Lance que conoces –ahí venía de nuevo, la ira en el pecho de
Supergirl, a punto de estallar y Barry también se volvió hacia ella–, está enamorada de Lena
Luthor y no la va a abandonar como ha hecho Kara Danvers...
̶ ¡Kara no me ha abandonado! –vociferó, Lena con toda la fuerza y rabia acumuladas en su pecho.
̶ Yo cuidaré de ti, Lena, te protegeré como Supergirl nunca ha sabido hacer, nos casaremos y
tendemos muchos niños, viviremos felices incluso adoptaremos a un perro y...
̶ Lena Luthor –Supergirl se habia movido, tenía los puños cerrados herméticamente, sus ojos
parecían dos ópalos de fuego, sus respiración agitada y la tensión en sus músculos hicieron saber a
Sara que esta vez iba a doler mucho más que la anterior–, puede defenderse sola. Déjala ir, Sara
Lance –su voz había subido tres tonos.
̶ Hecho, chica de acero –dejó de presionar el cuerpo de Lena y ésta con rapidez se deshizo de su
opresora, se puso en pie con la ayuda de Barry y vio por el rabillo del ojo cómo Sara se levantaba
y sacudía su ropa–, y bienvenida, ya era hora.

Kara miró a Lena luego a Barry.


̶ Si no regreso decidle a Alex que he hecho todo lo posible y que la quiero y la querré allí donde
vaya. Decidle que tiene que ser feliz, es lo más importante, que jamás deje de ser ella misma.
̶ Kara... –sollozó, Lena–, se lo dirás tú cuando regresemos...
̶ Mi amada, Lena. Aquí nací, esto es Krypton antes de que muriera, aquí me enseñaron que el
amor es un acto de compromiso, todo hijo de Krypton debe aparearse con la mejor pareja
biológica y servir a la supervivencia de la especie. La Tierra me enseñó el verdadero significado
de la vida, del amor. Lena Luthor recuérdame.
̶ Kara..., Kara, no... –rogó, Lena, pero Barry la retenía, incapaz de decir nada más, una mirada a su
amiga fue suficiente, él protegería a Lena, él llevaría su mensaje póstumo a Alex, él la recordaría y
la querría hasta el fin de sus días.
̶ Bravo... –Kara se giró hacia el Doctor, había dejado su estilo de rebelde rockero, y llevaba ahora
una chaqueta azul sobre una sudadera gris con capucha que le caía a la espalda–, los humanos son
sorprendentes... Sus vidas son tan cortas que las exprimen hasta el último minuto, son débiles,
mira a tu alrededor, Supergirl, perdón... Kara Zor-El, tu amiguita de gafas lleva cinco minutos
llorando porque tiene el corazón roto, ama a un tal Oliver Flecha Verde y acabas de recordarle el
significado de amar y perdonar; y su amigo aquí, con ingenio propio de Gallifrey, intenta aguantar
el dolor que siente al saber que vas a morir para salvarles a ellos. El chico ha vencido al miedo,
mientras tu amigo, el enmascarado de rojo, el velocista, quiere cambiarse por ti, pero él no es el
único que sufre, ¿verdad? No, la asesina despiadada, Sara Lance, con el corazón roto porque vivió
en una aberración del tiempo donde no existía Supergirl, donde Supergirl nunca había conocido a
Lena Luthor, un mundo donde Lena Luthor y Sara Lance eran una pareja enamorada y feliz, con
dos hijas, un perro y un gato. Sara Lance que lucha para que regrese la diosa y a la vez se
pregunta si es egoísta desear ese final feliz... Los seres humanos son capaces de sentir lo mejor y
lo peor, de ser lo mejor y lo peor... Tic-tac, tic-tac, Supergirl...
̶ Estoy prepada.
̶ Kypton nos espera.
̶ Yo, no. ¡No estoy preparada! –Lena gritó atrapada en el pecho de Barry–. ¡No me pidas que me
quede quieta mientras te veo morir, Kara Danvers Zor-El!
̶ Siempre te amaré, Lena Luthor –se volvió hacia Sara–. Una parte de mí, desea... No renunciar a
ella. Confío en que la mantendrás a salvo.
̶ Cuidaré de ella como amiga, Kara.
̶ Eso me basta. Vamos, Doctor.

El Doctor abrió la puerta de la TARDIS. Kara tardó demasiado tiempo hasta que dejó de oír los
gritos de Lena, llamándola.

♥♥♥♥♥

La habitación permanecía en penumbra, apenas iluminada por unos focos de luz. Una mujer fijaba
como hipnotizada su mirada en las llamas de la chimenea, mientras la música del silencio envolvía
el ambiente. ¿Podría agotarse tan pronto su paciencia? ¿Cuándo había comenzado a perder el
control?

̶ La muerte de Superman, nos ha dejado en desventaja, hijo –Lillian se llevó la mano bajo la
barbilla, pensativa.
̶ Madre,crearemos un nuevo Superman en nuestro laboratorio, tenemos su sangre y la de Supergirl
y cuando la Tierra esté preparada para habitarse no habrá alienígenas que amenacen la supremacía
humana –dejó de teclear en el ordenador portátil, lo cerró y se concentró en la expresión de
preocupación de ella–. ¿Qué? ¿Qué es lo que te ocurre, madre, no confías en mí?
̶ Mi querido y bien amado, hijo, me preocupa tu hermana.
̶ Lena.
̶ Sé que está viva y pese a las disputas que hayamos podido tener, ahora que, Supergirl no se
interpone entre nosotros... somos una familia. Tu padre lo habría querido, así, hijo.
̶ Tengo planes para Lena. Enamorarse de Supergirl... Es algo tan típico de Lena... –soltó una risilla
ahogada.
̶ Tu hermana pequeña nunca ha destacado por saber gobernar sus emociones, y tu padre y tú poco
ayudasteis consintiendo todos sus caprichos en su niñez, cuando debió forjarse su carácter como
un Luthor.
̶ Madre volveremos a ser una familia, confía en mí. No obstante, primero –Lex apretó un botón y
la silla de ruedas comenzó a rodar, rodó hasta las puertas de un ascensor–, debemos entretener a
nuestros enemigos.
̶ Mon-El, un daxamita cobarde, al que La Liga de la Justicia y todos los héroes consideran un
traidor...
̶ Nos aprovecharemos de ese error, madre y cuando Lena vuelva a casa, todo estará preparado
para repoblar la Tierra, sin alienígenas y con un ejército que obedecerá a Cadmus.
̶ Por fin, la Tierra será nuestra.

♥♥♥♥♥

Cisco se mecía en la silla, sin apartar la vista de un punto exacto de la pared. Felicity seguía
hablando con la memoria de Gideon, que traducía a su vez a la TARDIS, mientras Lena no dejaba
de llorar tras la puerta de la cabina. Sara y Barry no apartaban la vista de ella.

̶ No me gusta no hacer nada, Flash –sostuvo, Sara con una mueca mitad de hastío, mitad por el
desasosiego que aguijoneaba su pecho.
̶ No hay nada que podamos hacer... Kara debe enfrentarse a su pasado...
̶ No es justo, que renuncie a todo lo que conoce, que renuncie a... –evitó nombrarla, sabía lo que
dolía, aunque hubiera sido una aberración–, una persona no debería tener esa responsabilidad
sobre sus hombros.
̶ ¡Sara Lance tiene razón! –estalló con una sonrisa, Felicity–. Nadie debería enfrentarse a la muerte
o al apocalipsis solo.
̶ ¡Si no eres, Buffy! ¡Buffy podría hacerlo! –expuso, Cisco, sin apartar la mirada de aquel punto
exacto de la pared.

Felicity y Barry asintieron, Sara Lance entornó los ojos.

̶ Obviamente y, como Buffy, Supergirl necesita un ejército. ¡Ta-tan! Nosotros somos su ejército –
expuso, Felicity, dándose unas palmaditas en las manos.
̶ Muy bien, rubia, tienes toda nuestra atención... ¿Cuál es el plan? –Sara Lance se cruzó de brazos,
concentrada, ya iba siendo hora de ponerse en marcha.
̶ Si Cisco deja de mirar la grieta de esa pared, con la ayuda de Gideon y de esta fabulosa y sexy
máquina del tiempo, detendremos la invasión daxamita, con suerte antes de que Kara tenga que
tomar una decisión trascendental...–el tono de la voz de Felicity era tan alegre que la esperanza les
contagió a todos.
̶ Eso me gusta, me apunto –dijo, Cisco.
̶ No sé, chicos... El Doctor parece muy seguro en la cuestión de no cambiar demasiado las
cosas...–Barry intervino, temía volver a cambiar los diferentes planos de realidad, volver a dañar a
quienes más amaba.
̶ No en no cambiarlas, tío –le corrigió, Cisco–. Él cree que hay puntos fijos en el tiempo que no se
pueden cambiar porque hay consecuencias, pero hay otros puntos, unos puntos que sí se pueden
cambiar.
̶ Si se puede reescribir la historia, estoy dentro –zanjó, Sara–. Tú mandas, rubia.
̶ ¡Cómo me gusta esto! –arrancó a saltar, Felicity.

Una ráfaga de aire rompió el silencio. Todos se giraron hacia la puerta.

̶ Les informo que la Srta. Luthor, ha salido de la TARDIS y se dirige tras los pasos de Kara Zor-El
y el Doctor, si van a ir en su busca no tendrán tiempo de intervenir en Daxam.
̶ Gracias, Gideon –intervino, Sara.
̶ Esperad un momento, Krypton a punto de morir, significa caos, ¿no? –señaló, Cisco–. Gente
desesperada, furiosa, gente peleándose, muriendo...
̶ Le prometí a Kara que la protegería –dijo, Sara.
̶ No fuiste la única –apuntó, Barry.
̶ Pues, supongo que debemos abortar la misión...–dejó ir, Felicity con una nota de dolor en la voz.
̶ No, de eso nada... –dijo, Barry–. ¡Gideon, llévales a Daxam y luego envía a la TARDIS a estas
coordenadas a por mí. Vosotros haced lo que tengáis que hacer para evitar que atrapen a ese tal...
Mon-El.
̶ Por lo visto, el chico no aguanta las torturas y prometió que participaría en la invasión a la Tierra,
menudo tío–dijo, Cisco que seguía pendiente de la brecha de la pared, le había parecido como si
un ojo azul les observara.
̶ Nos veremos en un momento, chicos, voy a ir a por Lena.

Cuando la línea rojiza que se asemejaba a un rayo que mordía la atmósfera fue desvaneciéndose,
los frenos de la TARDIS emitieron su sonido característico y la máquina del tiempo del Doctor
abandonó Krypton.
Parte II: El baile entre las estrellas
Chapter Summary

Mientras las Leyendas intentan hackear el hardware de las naves enemigas, Kara
descubre junto al Doctor una parte de su pasado que le fue borrada de la memoria.
Alex, por su parte, comienza el ritual de iniciación amazónico de la mano de Wonder
Woman, en tanto Maggie y Bruce afrontan el fatal destino del equipo y descubren
que tienen más en común de lo que pensaban.

Mientras esto sucede, Lex Luthor mueve pieza y queda a la espera de sus enemigos.

Parte II. Cuando el Tiempo debe reescribirse

El látigo de fuego de Diana había abierto diversas grietas en el traje de Bruce, Max Lord,
intentaba que una pasta básica de protección al fuego helénico no sólo cerrara las hendiduras sino
que proporcionara una mayor protección al Caballero Oscuro. Alex se le acercó por detrás con
una taza de café, él, le sonrió, demasiado cansado para gastarle ninguna broma, el mundo que
conocían se había esfumado ante sus ojos, las llamas del infierno habían consumido toda
esperanza de vida. Tomó unos sorbos y suspiró, no era el elocuente ni atractivo científico que
había conocido un año atrás, había adelgazado, incluso, podría decirse que envejecido, más allá de
lo que las canas que pintaban los lados de la cabeza anunciaban; sus ojos eran viejos, estaban
cansados, casi derrotados y esa posibilidad, les debilitaba.

̶ ¿Estará reparado a tiempo para la batalla, Max? –ella se cruzó de brazos clavándole una mirada
intensa en los ojos azules sin vida.
̶ Eso espero, nuestro buen amigo, el Doctor, me habló de una tecnología alienígena que pienso
implantar en este tejido metálico y puede que tengamos alguna posibilidad.
̶ Has estado entretenido...
̶ Debí detectarlo antes, Alex, lamento no haber llegado a tiempo. Sé lo que es perder a tus padres y
a tus amigos.
̶ Haremos que sus muertes no hayan sido en vano.

Él se limitó a asentir.

̶ Todos hemos enterrado a alguien –ambos se dieron la vuelta, la diosa Diana se había acercado a
ellos sin que notaran su presencia–, hay rabia en nuestros corazones, pero también deseos de hacer
justicia y devolver a la Tierra a cada habitante perdido.
̶ Buen discurso, diosa Diana –replicó, Lord en tono crispado–. Me pregunto, ¿dónde has estado
todo este tiempo?
̶ Max... –Alex le dedicó una mirada significativa–, está hablando el Max arrogante, conecta con el
tipo que puede ayudarnos a ganar esta guerra y tú, diosa amazona, sígueme, dejémosle trabajar
tranquilo.
Ambas se encaminaron hacia la puerta sin pestañear y en silencio marcharon hacia la sala de
entrenamiento. Alex se cambió concentrada en cada fibra del traje de una pieza, se colocó las
protecciones en las rodillas, pecho y muñecas y, finalmente, el casco. Diana se limitó a coger el
escudo y el látigo.

̶ Me prometiste enseñarme los secretos de la lucha clásica, la lucha de las amazonas.


̶ Así será. Esta forma de lucha es única, sólo las grandes guerreras amazonas pueden desarrollarla.
̶ Dejemos toda lisonja, no hay tiempo.
̶ El fuego en tus ojos te hace digna guerrera, Alex. Eres la guerrera de tu pueblo, la última en
quedar en pie, eso es un honor –dirigió sus pasos a un lateral y tomó un cayado que lanzó a Alex,
que no dudo en atraparlo y ponerse en formación de ataque–. Primero, debes aprender a caer,
aguantar los golpes, defenderte. Olvida todo lo que has aprendido hasta ahora, amazona. Pierde el
miedo a la muerte...

Alex lanzó una risa gutural que dolió a la propia Diana.

̶ No temo a la muerte, no me queda nada que perder –empuñó el cayado y se lanzó a la carga.

Diana dejó el ir escudo y el látigo, agarró también el cayado y tras encararse en un duelo de
fortaleza con ella, la empujó con su rodilla, y desestabilizándola, la volteó por el aire haciendo que
cayera de espaldas contra el suelo. Alex se quedó sin respiración, ningún golpe le había dolido
tanto, tenía la impresión de que sus huesos se habían quebrado. Cuando recuperó el aliento, le
costó ponerse en pie, el cayado había resultado un arma difícil, después de todo.

̶ Alex todavía te queda algo que perder.


̶ Jamás renunciaré a mi hermana, ella está viva y seguirá así.
̶ No a costa de la humanidad, es tu mayor sacrificio.
̶ Eso es cosa mía.
̶ No puedes proteger a tu hermana si eso significa la desintegración de tu planeta.
̶ Max Lord tiene razón, tanta sabiduría y poder de los dioses, ¿por qué nos dejaste solos, Diana?
̶ Por cobardía y miedo, principalmente. Los dioses olímpicos no se caracterizaban por la bondad,
la valentía y el honor, Alex. Soy mitad mortal, eso significa que había la mitad de posibilidades de
que recuperara el juicio. Superman y su sacrificio me devolvieron a la realidad. Al contrario que
tú, Bruce Wayne lo ha perdido todo porque está muerto por dentro, no te conviertas en un
espectro que camina como los vivos pero que jamás podrá sentir como ellos. No te pido que dejes
de amar a tu hermana, lo que te estoy pidiendo es que seas la guerrera de tu pueblo y luches
concentrada en salvarlo.
̶ Bonita manera de pedirme que olvide a mi hermana en la batalla.
̶ Tu hermana, Kara Zor-El está librando su propia batalla. El destino os unirá pero hasta entonces,
la humanidad te necesita.

Alex respiró hondo. Apretó la madera del cayado hasta que las palmas de las manos comenzaron a
sonrojarse.

̶ Enséñame todo lo que deba saber.

Diana asintió.

̶ Doomsday es nuestro enemigo más letal, Batman y yo nos ocuparemos de él. Ha adquirido las
habilidades de Superman, gracias a la Kryptonita que Max rescató, Bruce conseguirá fabricar
armas apropiadas para combatirle. Debes ocuparte de Livewire, por eso, tu traje será su perdición.
̶ ¿Vais a equiparme con agua?
̶ Vamos a protegerte y a darte las armas necesarias para acabar con tu enemiga, pero antes, debes
aprender lo esencial.
̶ Doomsday mató a Clark, es personal.
̶ Tú lo has dicho, esto es personal y cada uno debe responsabilizarse de su parte para salvar a la
humanidad. ¿Cuento contigo, amazona?
̶ Hasta la muerte.

Alex lanzó un grito airado con tanta rabia que parecía proceder de sus entrañas, Diana se adelantó
a todos sus golpes, volvió a voltearla, pero esta vez, un hilo de sangre bajaba de sus labios al
cuello. Maggie observaba la escena sin ser vista, en su bolsillo apretaba un estuche “sólo si es
necesario”, musitó.

♥♥♥♥♥

Hombres y mujeres corrían por las calles, algunos volaban por el cielo, otros pilotaban naves,
incluso los niños iban y venían desesperados, mientras la tierra emitía sacudidas y el aire se volvía
casi irrespirable, la ropa se le pegaba a la piel a Lena y el sudor escocía tanto como el aire que
quemaba sus pulmones. Sin embargo, tenía un objetivo, llegar junto a Kara y nada ni nadie iba a
impedírselo. Casi había dado la vuelta a un edificio cónico que parecía burlarse de la gravedad,
cuando notó un golpe de aire a su espalda y chocó contra algo duro que la hizo tropezar con sus
propios pies. Alguien la sujetó con firmeza, ayudándola a erguirse.

̶ Flash... –dijo, justo antes de arrancar a toser–. No voy a volver, necesito hablar con Kara...
̶ Eh, Lena, tranquila –él se bajó la máscara y le sonrió–. He venido a ayudar, si hoy fuera mi
último día en la Tierra, querría pasarlo junto a la mujer que amo.

Sus ojos le sonrieron y comprendió por qué era amigo de Kara, podía leer en ellos la misma
bondad que había en los de Kara. “Hay almas condenadas a encontrarse...”, Lena asintió. Él
extendió la mano.

̶ Vamos, debemos salir de aquí –Lena tomó su mano y él la agarró de la cintura, aproximándola
tanto a su cuerpo como si quisiera que se fundiera con él–. Mi traje te protegerá, no debes soltarte
iré todo lo despacio que pueda.

Lena asintió, estaba asustada pero era un precio bajo por poder estar junto a Kara. Se aferró al
cuerpo de él y cerró los ojos, imaginaba a Kara sonriente, azorada, su Kara y, entonces, el
estómago se le puso del revés y la sangre le subió a la cabeza. Ya no volvería a quejarse por tomar
un avión, “esto es peor que volar...”, dijo, y de repente, todo se volvió a negro.

♥♥♥♥♥

El aire en la Tierra se hacía irrespirable, las máscaras de oxigeno le protegían de morir asfixiado, le
habría gustado poder caminar a través del cementerio de restos humanos que había dejado atrás,
La Liga de la Justicia, en su afán por detener al más letal de sus soldados, Doomsday. Mientras su
madre, Lillian Luthor, se afanaba en el laboratorio por recargar su energía y administrarle sangre
de la mujer y el hombre de acero, Livewire se retroalimentaba en una simbiosis extraña y perfecta.
Una vez había sido humana y, sin embargo, sus extraordinarios poderes hacían de ella un ser
excepcional. Quizás, su madre estuviera equivocada y fuera esa mutación genética, intencionada o
no, una nueva etapa evolutiva de la humanidad.
No era tiempo para buscar remedio a su parálisis, algún día volvería a andar, ahora, lo importante
era derrotar a Max Lord y Alex Danvers, debían aniquilar al Caballero Oscuro y a una diosa.
Supergirl, si sobrevivía a una misión suicida interestelar, no llegaría a tiempo más que para ver las
cenizas de su hermana en un campo sepultado de restos humanos y, Lena, accedería a volver a ser
una Luthor bajo pena de mantener con vida a la persona que más le importaba en este mundo.
Otro planeta, otra vida, una oportunidad de ser feliz, esa sería su baza y Lena no tendría más
opción que dejarla ir y volver con ellos, con su familia. Repoblarían la Tierra, una nueva raza de
humanos, mejorados con la sangre kryptoniana, no habría amenaza foránea que pudiera
amedrentarles, ellos serían la advertencia y amenaza para los alienígenas que osaran perturbar el
orden de su nuevo mundo, gobernado y bajo protección de los Luthor. Su madre estaría orgullosa
de ver a sus dos hijos en tan noble empresa, su padre, nunca se llevó bien con él, fue tan duro que
llegó a creer en su niñez que no poseía corazón, sin embargo, la llegada de Lena le ablandó de tal
forma que sus emociones imperturbables hasta entonces, le hicieron pensar que después de todo,
era humano.

Lena...Le había abandonado, traicionado, a él, que siempre la había amado y protegido y todo por
su afán por “hacer el bien”, por “ayudar a la humanidad, a las personas menos afortunadas”. Él
sabía de quién era hija biológica, fue un experimento de su madre, convertir en un Luthor a la hija
de tan bondadosa mujer. La genética, después de todo, había hablado y se había impuesto a la
rectitud y firmeza de la educación Luthor. Pero Lena era su hermana, su hermana pequeña, había
perdido el juicio y él la iba a salvar devolviéndole la razón, a la senda de lo correcto y juntos
gobernarían el Nuevo Mundo.

̶ Tu madre requiere de tu atención –Livewire hablaba con una voz profunda, electrizante como
cada poro de su piel, sus ojos habían cambiado de color, su cabello parecía más fino, lleno de
vida, incluso su piel irradiaba vida, un contraste cuando todo lo que pisaban y respiraban era
muerte.
̶ ¿Ha despertado?
̶ Está sediento de sangre, quiere acabar con Supergirl y con su hermana.
̶ Bien, ya era hora. ¿Sabemos algo del Daxamita?
̶ La flota alienígena y su nave nodriza pronto atravesaran nuestros escudos.
̶ ¿Qué hay de nuestros amigos?
̶ La nave de Maxwell Lord permitirá que aterricen antes de atacar.
̶ Ya sabéis lo que tenéis que hacer, dejad que acaben con ellos.
̶ Cat Grant.
̶ Será tuya, no supone a nuestra causa ningún interés especial.
̶ ¿Cuándo llegará Supergirl?
̶ En su momento y, según lo planeado, a tiempo para ver cómo no puede hacer nada para salvar a
su querida hermana.

Apretó un botón y la silla se movió, fue avanzando hacia una trampilla que accionó mediante
telequinesis, Livewire, una plataforma surgió de la espesa oscuridad y Lex condujo su silla hasta
el centro, Livewire se apostó a su espalda.

̶ A Lena no debe ocurrirle nada, debe hacer su elección.


̶ Me ocuparé de que así sea.
̶ Lo que significa que hasta que haga su elección, Supergirl debe permanecer con vida.
̶ Será difícil para Doomsday.
̶ Estará ocupado luchando contra Wonder Woman y Batman.
̶ ¿Qué hay de las Leyendas? Viajan con Flash, pueden saltar a su antojo a través del espacio y del
tiempo...
̶ Son héroes, al fin y al cabo, no pueden cambiar puntos fijos de la historia del tiempo.
̶ Pero ellos eliminaron a los Amos del Tiempo...
̶ ...y, crearon aberraciones que destruyeron vidas. Acabaremos con su monstruosa existencia
cuando averigüemos el funcionamiento de la tecnología de los Amos del Tiempo. Mientras tanto,
les vigilaremos de cerca.

Se activó la luz verde de su silla, Lex se quitó la máscara de oxígeno. Por fin, la burbuja de aire le
permitiría contemplar la que un día fue la Tierra, por última vez, antes de adentrarse bajo su
sepulcro. La música barroca sonaba en sus oídos, mientras con sus manos marcaba el ritmo del
Danubio Azul en los brazos de la silla. La plataforma fue bajando entonces y, sus pensamientos,
como su cuerpo se perdieron en un túnel oscuro, que les engulló a ambos. Pensó en la mutación
con forma de la mujer que podría haber amado si siguiera viva, “Livewire no es una mujer, pero
un día lo fue”, discutía con su propia razón mientras dejaba que la armonía de su pieza favorita le
protegiera de pensamientos nocivos que le recordaban el alma romántica e inocente de su querida
hermana Lena. “Oh, Lena, pronto volverás a casa y todo será como soñábamos cuando éramos
pequeños. Por fin, seremos una familia feliz. Cumpliré la promesa que te hice y volveremos a
bailar este vals bajo las estrellas, arropados por la mirada atenta y orgullosa de nuestra madre”.

♥♥♥♥♥

Daxam durante el desplome de Krypton, momentos antes de su también, destrucción.

̶ Gracias, Gideon –sostuvo, Sara quien se volvió hacia Nate y Flecha Verde.
̶ A tus órdenes, capitán –mantuvo, Nate en tono alto, quería mantener a raya a Oliver.
̶ Es este el punto exacto, ¿Nate?
̶ Como un reloj –indicó, con una sonrisa triunfante, Gideon y la Tardis le habían insuflado una
inyección de ilusión como nunca antes.
̶ Bien, Oliver serás nuestros ojos, nuestro guardián ahí fuera.

Él asintió.

̶ Felicity, Cisco, dependemos de vosotros, ¿está todo listo? –hizo una pausa, con una mirada a
modo de disculpa, siempre había bajas y en esta misión los civiles estaban totalmente
desprotegidos.
̶ Todo listo y estamos listos –dijo, Felicity con una nota de emoción al mirar a Cisco que no gustó
a Oliver.
̶ No os hagáis los héroes ahí fuera, manteneos en el círculo de protección –sostuvo, Sara–, de ese
modo, Gideon y la Tardis os podrán sacar si es necesario y Oliver os mantendrá cubiertos.
̶ Oh, claro, capitán –replicó, Cisco–, los frikis no sabemos cuidarnos a nosotros mismos cuando un
planeta está a punto de desaparecer...

Sara le dedicó una mirada significativa, Felicity agarró a Cisco.

̶ Seguiremos el plan, Capitán, vosotros encargaos de encontrar a Mon-El y a los alienígenas malos,
nosotros salvaremos el mundo.
̶ ¡Bien dicho! –Nate levantó la palma de la mano y Felicity y Cisco la palmearon, Oliver gruñó y
Sara fijó una mirada fría en Nate–. ¿Qué? –se encogió de hombros–. Yo también soy friki,
formamos un equipo, debemos apoyarnos.

La puerta de la Tardis se abrió. Una lengua de fuego sorprendió a todos, Felicity tuvo que tragar
saliva y pellizcarse para afrontar la que se le venía encima, Sara y Nate corrieron camino al palacio
con la velocidad sobrehumana del Comandante de Acero, quién también la protegería del fuego y
el aire lacerante que todos respiraban. Gideon les había provisto de parches de oxigeno, sabía que
ni su garganta ni sus pulmones se verían afectados por toda aquella atmósfera infernal. Oliver
respiraba a su espalda, preparado para disparar, atento, vigilante a cada partícula que flotaba por el
aire, a cualquier peligro para ellos y para su misión. Había estado enamorada de él, todavía lo
estaba, pero a veces, su sobreprotección podía sacarla de quicio, con Oliver todo era así,
extremista. No tenía punto medio. Cisco le tendió la mano, temblaba, tanto como ella, pero no lo
disimulaba tan bien. Estaba segura de que Oliver podía percibirlo, había sido entrenado para
contar el ritmo cardíaco, sin embargo, se limitó a indicar que prosiguieran hacia la primera nave
enemiga, la nave nodriza. Debían instalar un software malicioso, ideado por ella y por la Tardis,
cuya tecnología controlaría el funcionamiento y mando de todas las naves enemigas.

Una bola de fuego marcó el cielo daxamita, y la explosión que siguió cuando chocó contra la
tierra, hizo temblar el suelo bajo sus pies. Cisco dio un salto, con los ojos y la boca abierta,
pensaba en Barry, él seguiría hacia delante por el bien común, y eso es lo que él pensaba hacer, si
moría lo haría intentando salvar a sus amigos como tantas veces lo habían hecho ellos por él.

̶ Si Daxam está cayendo –dijo, Cisco a medida que sus pies se movían y emprendían el camino
hacia la X de su mapa mental–, sobre nuestras cabezas, ¿qué estará pasando en Krypton?
̶ Bienvenidos al infierno –dijo, Oliver como un ladrido–. Moveos rápido o desapareceremos con
este planeta.

Los ladridos de Oliver nunca le habían gustado a Felicity pero tenía razón, debían darse prisa
porque la destrucción de Krypton iba más deprisa de lo que todos habían previsto y si Krypton
caía, Daxam desaparecería ante sus narices, otra vez.

♥♥♥♥♥

Estaba en su casa, al menos, la que había conocido hasta los 12 años. Sabía que no habría nadie
en ella, sus padres la habían llevado a escondidas a casa de su tío, le habían hecho prometer que
protegería con su vida a su primo, Kal-El y que le transmitiría todos los conocimientos
kryptonianos en la Tierra, un planeta muy parecido al suyo, que algún día podría llegar a
desarrollarse como Krypton, aunque los humanos se empeñaban en destruirse los unos a los otros.
Ella estaba lejos de allí. Subieron a su habitación, con el corazón encogido, no había presenciado
la caída y muerte de su planeta, ella pertenecía a Krypton, debería haber muerto con él, pero sus
padres la subieron a una nave y la salvaron. Por ideas erróneas habían dejado que su planeta
muriera y ahora, ella estaba allí, siendo testigo de los errores de sus padres.

̶ Astra... –susurró–, si tan sólo, madre te hubiera escuchado, si tan sólo, tía hubieras escuchado a
madre... Ambas podríais haber hallado una solución –sus ojos se perdieron en el cielo rojizo
cortado por cicatrices–, y Krypton no habría muerto.
̶ Buena conjetura, sí, para ser una Kryptoniana –el Doctor había hablado, ella no necesitó girarse
para saber que seguía midiendo con su destornillador sónico cada grieta de la pared–. ¿Sabes qué
enemigos son los más peligrosos del universo? No me digas que los Invasores... Son los Daleks.
̶ Daleks –ella sonrió, creía que eran un mito.
̶ Exacto, Daleks y sin embargo no están aquí, pero la Tierra siempre está en su hoja de
conquistas... Eso lo sabían los Amos del Tiempo que consiguieron –se acercó a Kara y extendió
su mano que fue abriéndose, lentamente–, cambiar la imagen de las cosas.
̶ Dime, Doctor –la voz de Kara sonaba testimonial, como de otro mundo, más sabía, más dura casi
exenta de emoción–, ¿por qué el último Señor del Tiempo, hijo de Gallifrey, habla de los Amos
del tiempo con tanta ligereza?
̶ Ah, sí, eso... No hay más aberración temporal que la creación de los Amos del Tiempo para dar
sentido a su nueva vida..., el Sr. Pond y sus demencias...–escupió, entre dientes-

Kara apretó la lágrima de luna roja que ardía en la palma de su mano.

̶ Cuando estés preparada, tómate tu tiempo, podemos morir junto a Krypton con toda la
tranquilidad... –sostuvo, el Doctor mientras señalaba con el destornillador la última lágrima de la
última luna roja del último Sistema Solar en desintegrarse.
̶ Has prometido poner a salvo a Alex, a Maggie, a Lena.
̶ No temas decir sus nombres, el de tus padres adoptivos y el de tus amigos, ellos también vivirán.
̶ Lo has prometido, por tu nombre, Doctor.
̶ Sólo mi esposa fallecida y tú, última hija de Krypton lo conocéis.
̶ Conmigo, también morirá –Kara sonrió, una lágrima bajaba por su mejilla cuando tragó lo que
parecía una piedra rojiza.

Sabía a sal, y su textura rocosa se convirtió en agua al contacto con el paladar. Entonces, sintió un
ligero mareo.

Algo sucedía a su alrededor, una ráfaga de viento golpeó su cuerpo tendido en el suelo de su
propio cuarto. Oyó un grito –Lena...–, sus ojos azules se abrieron de par en par. Estaba en algún
espacio alternativo, la misma habitación pero a la vez era distinta, el aire, el perfume de la
atmósfera... todo lo era.
Una mujer de media melena rizada le alargó la mano y ella la tomó para levantarse.

̶ Mi nombre es River Song.


̶ La esposa del Doctor... –ladeó la cabeza, cómo podía estar hablando con alguien que estaba
muerto, a no ser que la muerte la hubiera atrapado también a ella–- He fracasado... –se lamentó
con voz lastimera.
̶ Todavía no, estoy aquí para evitar, en la medida que pueda, que eso ocurra. Una vez amé al
hombre más maravillo del mundo, aunque sea un desastre para llegar a tiempo... pero tú y yo
vamos a cambiar eso...Estamos en una grieta del tiempo, un lugar peligroso, pero sólo si te rindes,
Kara Zor-El y tienes tanto que ganar... Eres tan joven y talentosa, que no mereces morir aquí por
nada ni por nadie, mereces ser feliz.
̶ ¿Qué quieres que haga? ¿Qué debo hacer?
̶ Por una vez, respira tranquila y toma tu tiempo para ver lo que los Amos del Tiempo no querían
que vieras... Mi padre jamás se recuperó de la muerte de mi madre, siempre se culpó por ello,
primero a él, después al Doctor por no evitar su muerte. ¿Acaso pensaba que el Doctor podría
dejar morir a Amy Pond, su Amelia Pond? No, él viajó, tentó al Universo, halló una forma... Pero
mi padre salvado antes por el Doctor jamás logró comprenderlo y se convirtió en una tragedia en
vida, él, el hombre que esperó, un Amo del tiempo que lo perdía todo de nuevo, a su esposa y a su
hijo en manos de un villano, en manos de aquel arquitecto del universo que a su parecer le había
quitado todo lo que valía la pena...
̶ ¿Qué quieres decir?
̶ El amor es todo lo que merece la pena, Kara Zor-El, pero el amor puede llevarnos a la locura, a la
guerra, a matar, el amor puede corromperse. Mírate a ti, el sol envenenado de Krypton, la última
lágrima de la luna roja, el veneno corre por tu cuerpo.
̶ Debo morir para restaurar el equilibrio...
̶ No, es al revés, debes vivir para combatir otro día y devolver el orden a la Tierra, sólo así todo
volverá a funcionar como un reloj.
̶ He visto a Alex, a Eliza y Jeremiah, ellos eran felices sin mí, he visto a Maggie...

River asintió.

̶ Maggie y Alex están condenadas a encontrarse, son un punto fijo que no se puede modificar,
pasará en cualquier realidad, al igual que Lena y tú.
̶ ¡No! Lena y Sara... –sus ojos se llenaron de calor, tuvo que girar la cabeza para no herir con sus
rayos de calor a River.

River la agarró por los hombros y la forzó a mirarla

̶ Fue un error del tiempo, un fallo como el que creó Rory cuando se convirtió en el Amo del
tiempo, Rip Hunter.
̶ Un fallo muy real –le había dolido más de lo que la imaginación hasta ese momento le había
advertido, ver a Lena en brazos de Sara, en su hogar familiar había roto su corazón por primera
vez en su vida.
̶ Lo roto se puede arreglar, aunque nunca encajen sus partes, ni vaya a ser tan liviano e inocente
como antes, son esas cicatrices las que nos motivan a seguir adelante, Kara Zor-El.
̶ No me enviaron a la Tierra para encontrar el amor...
̶ No lo has comprendido, ya hay amor en ti, el amor está en todas partes pero encontrar a tu
compañera de vida eso es casi un milagro, algo que no debes dejar escapar. El Doctor y yo
tardamos en comprenderlo.
̶ Dime, qué hago aquí...
̶ Encontrar las respuestas que estás buscando, tus pensamientos, tus miedos, tus anhelos y deseos
están en constante viaje por el Universo. No siempre la muerte es el regalo para el héroe, Kara,
casi siempre lo es la vida.

Entonces, lo vio: la muerte de Krypton, la muerte de sus padres, uno con el otro, abrazados y la
esperanza y el deseo de que ella estuviera bien, de que no cometiera los mismos fallos. Ellos no
podían volver atrás, habían hecho lo que creían justo pero sabían que ella, su dulce y fuerte Kara,
sabría siempre qué era lo correcto, ella ayudaría a Kal-El, a los ciudadanos de la Tierra porque era
la luz en la oscuridad, la espada de fuego que protege, no que ejecuta, ella daba esperanza, les
había dado esperanza a ellos.

̶ ¿Crees que lo conseguirá? –dijo, su madre, inmersa en lágrimas.


̶ Lo hará, nuestra hija es la persona más fuerte y sabia que conozco.
̶ ¿Algún día nos perdonará, Zor-El?
̶ Su corazón es el más grande, su arma secreta. Kara vencerá al destino con su corazón.
̶ Su pareja... Esa mujer, esa diosa helénica, la amazona...
̶ Tiene una protectora más, Alura. Su protectora dijo que su pareja aguarda en la Tierra y que
llegado el momento la protegerá con su vida.
̶ El guardián de nuestra pequeña.

¿El guardián? Repitió en su mente, Kara y una ráfaga de aire volvió a sacudir su cuerpo. Ahora,
estaba en Daxam, en la Corte. Mon-El era el guardián real, el protector del príncipe, él había
dispuesto todo para salvar a su príncipe, pero en el último momento, el príncipe trastocó sus
planes, y le envió a él lejos, deseaba salvarle, le amaba. ¿Mon-El sería consciente de ello? El
planeta comenzaba a desmoronarse, cuando otra ráfaga de aire la sacudió.

“Recuerda, Kara Zor-El, el amor nos hace más fuertes, tú corazón hallará la respuesta, vivir es
el auténtico regalo”. La voz de River Song se apagó en su mente. Abrió los ojos, y vio una grieta
en el techo, en ella, un ojo de un color conocido parecía mirarla divertida. Kara sonrió.

Barry la ayudó a incorporarse. Lena estaba justo tras él, con esa mirada de terror que helaba su
sangre y acallaba su voz. El Doctor la miraba con las cejas enfadadas. Krypton seguía sangrando,
Krypton seguía muriendo.

Su amigo sacó una gasa de su traje, seguro que Cisco le había provisto de un surtido de material
sanitario de emergencia. Al anotar mentalmente que debía comentárselo a Winn recordó el final de
su mejor amigo y un latigazo de dolor volvió a quebrar su pecho.
̶ Tienes una fuerte herida en la cabeza, Kara, debemos salir de aquí.

Kara sonrió a los ojos de él con los suyos, posó su mano sobre la suya y él la retiró, para dejar que
ella mantuviera la presión y cortara, de este modo, el sangrado.

̶ Los hijos de Krypton no sangramos.


̶ Estás muriendo... –sollozó, Lena, como congelada.

Kara intentó que su sonrisa fuera un bálsamo, pero tan sólo logró inquietarles más al confirmar lo
que todos sabían pero no deseaban reconocer. Se acercó a Lena, todavía apretando la gasa a la
cabeza.

̶ Debo hacer algo que no quiero que veas, deseo, necesito que te marches con Barry y os pongáis a
salvo. Has venido a despedirte, hazlo y luego márchate.
̶ No, he venido a estar contigo hasta el final –acercó al rostro de Kara su mano temblorosa, ella
advirtió a su tacto que estaba fría.
̶ Mi final no debe de ser el tuyo. Voy a convertirme en una asesina, ¿no es así, Doctor? He de
matarme a mí misma, antes de que mi nave entre en la Zona fantasma y eso sucederá muy pronto.
̶ La Tierra te necesita, Kara.
̶ La Tierra no existe, Lena.
̶ Pero lo hará, después del día de hoy, volverá.
̶ Lo sé, la Tierra volverá a existir, pero sin Supergirl, sin mí. Tú vivirás tu vida, una vida larga y
feliz, el Doctor se ocupará de ello.

Lena agarró su brazo con fuerza, apartó su mano de la grieta que había abierto su cabeza y
manchado sus cabellos rubios, se había concentrado en detener la hemorragia con sus propias
manos.

̶ No vas a impedir que me quede a tu lado –apretó su mano, algo que no esperaba–. Barry, ¿te has
dado cuenta de lo bello que es el dormitorio de miniKara?

Kara sonrió.

̶ Estoy seguro que desde aquí podías ver las estrellas –Kara recordó el tiempo en el que su
dormitorio era su lugar preferido de toda la casa, a veces, incluso de todo Krypton.
̶ Si alargaba el brazo, acostada en la cama, me parecía que podía tocarlas –dijo con voz queda,
ahogando las lágrimas en la garganta.
̶ Creo que Lena desea algo que sólo está a tu alcance –Barry se cruzó de brazos, sonriente.

Kara miró a su amigo sin llegar a comprender, luego a Lena. Ella parecía ilusionada, sonreía y sus
ojos chispeaban.

̶ Ven –apretó su mano y casi sin aliento suspiró haciendo una caída de ojos–, y baila conmigo
entre las estrellas, Kara.

En ese momento lo supo, no había llegado a la Tierra para encontrar el amor. Su misión era
mantener el planeta a salvo, a cada habitante de cada ciudad, pueblo o aldea, sin embargo, no tenía
por qué hacerlo sola. Tenía amigos, buenos amigos, compañeros y una familia que contaba con
ella, como Lena, quizás, algún día aceptara ser su compañera de vida, algo que en Krypton no
habrían aceptado. Su madre había hablado de un guardián que le esperaba en la Tierra muy
parecido a ella, y no había podido menos que pensar en la única persona biológicamente
compatible y con mayor parecido con un Kryptoniano, pero que sin embargo, no la hacía ser
mejor, no como lo hacía Lena. Su madre también había mencionado a una diosa, se preguntaba si
sería la misma diosa que había mencionado Alex durante el breve instante en el que habían podido
hablar.

Le habría gustado arrodillarse, aferrarse a sus piernas, sentirla y tomarla entre sus brazos,
sorprenderla y llevarla más allá de las estrellas, “donde al amor es mucho más que sólo tu
nombre”.

Barry se volvió hacia el Doctor justo en el momento en que Lena cerraba los ojos y acercaba su
rostro al suyo. Sus labios se rozaron lentamente, apenas se dio cuenta de la presión que ejercían
los de Lena. Entonces, sonrío y también cerró los ojos, aceptando no sólo su beso sino todo su
amor. Movió sus manos hacia su cintura, sentía un ligero mareo por la pérdida de sangre pero
Lena la sujetaba, era su faro en la tormenta. Acarició sus labios con los suyos, Lena dejó salir un
quejido, Kara no lo veía porque tenía los ojos cerrados pero sabía que ella también sonreía, y
aquello le hizo inmensamente feliz, tanto que sus pies se despegaron del suelo. La abrazó y besó
su mejilla.

̶ No quiero salir de aquí, de tu abrazo, Kara.


̶ No voy a dejarte ir, Lena. Aunque muera estaré contigo.

Lena volvió a besarla, movió su mano hacia su cabeza y apretó de nuevo aquella parte que seguía
doliendo un infierno, si es que un infierno podía doler tanto.

̶ Vamos a tener que practicar la técnica de flirteo y de no estropear los momentos mágicos que
ocurran entre nosotras. Kara, cariño, no sé cuántas veces voy a tener que decírtelo para que me
creas, hoy no vas a morir, no lo voy a permitir. Ni Barry, ni el Doctor, ni las Leyendas, ni tu
hermana.
̶ Te seguiremos allí dónde vayas, Kara y lucharemos contigo –replicó, Barry.

Kara estaba dispuesta a decir algo coherente y profundo, no había podido encontrar sus gafas
sobre su nariz, gesto que había hecho que Lena la mirara como si fuera un cachorrito cuando una
explosión sacudió la atmósfera, todos cerraron los ojos y aguantaron la respiración. El sonido de
los frenos de la Tardis les hizo volverse, pero no era exactamente la misma Tardis. La puerta se
abrió y por ella salió una joven de melena corta y morena, iba ataviada con ropa rockera.

̶ Si queréis arreglar la grieta de la pared del universo, subid, no hagáis caso al Doctor, a veces, se
pierde en sí mismo.
̶ ¡Clara Oswald, siempre enseñando! ¡Nunca dejas de ser la profesora!
̶ ¡Vamos, daos prisa, si queréis vivir...!

Barry aguardó a que sus amigas subieran a la máquina del tiempo de quién parecía ser una amiga
joven del Doctor. Él lo hizo justo unas décimas de segundo antes que el Doctor. Cuando la puerta
se cerró, la Tardis les alejó del dormitorio de Kara.

̶ No has debido permitirle venir, Barry, lo prometiste.


̶ Kara... ¿cada vez que algo te sorprenda y me creas en peligro vas a tener que regañar a nuestros
amigos por no mantenerme encerrada en lo más profundo de la torre más alta?
̶ Yo, no... Lena, yo sólo... –se mordió el labio inferior y Lena acarició los dedos de su mano con
los suyos.
̶ Te prometí que la mantendría a salvo–intervino, Barry–, y esta es la única forma de cumplir mi
promesa, es terca y rápida e ingeniosa...

Kara rió con todo su cuerpo a carcajadas. Apretó la mano de Lena que sujetaba la gasa empapada
de sangre en su cabeza.

̶ Lo es...Tiene un extraño gusto en ponerse en peligro. ¡Au! –Lena había apretado demasiado
fuerte, Kara se llevó una mano hacia la zona que dolía y que nunca llegó a tocar porque Lena la
apartó de un manotazo.
̶ Kara Zor-El Danvers, no te muevas.

Kara volvió a reír con ganas, se sentía feliz en medio del infierno; observaba para su regocijo
cómo las mejillas de Lena se encarnaban, le habría gustado abrazarla y permanecer así el resto de
sus vidas, que según parecía, iban a ser demasiado cortas. “La respuesta está en tu corazón, Kara
Zor-El, última hija de Krypton”, recordó la voz de su padre, las lágrimas de su madre, y de nuevo
escuchó la voz de River Song en su mente.

̶ La respuesta está en mi corazón... –dijo, en alto, para pasmo de Lena y Barry.

La primera no daba crédito, temía que el golpe hubiera afectado tanto a Kara como para que
delirase y el segundo, se sentía incómodo, ¿estaba en mitad de una declaración de amor entre sus
amigas? Pero ninguno de los dos habló, no se atrevían ni a respirar, Kara seguía sonriendo de
forma resplandeciente, incluso le había parecido a Barry que en su pecho brillaba la misma luz que
irradiaban su ojos y su sonrisa.

Kara les tomó de las manos.

̶ Mi corazón es la respuesta y la respuesta es mi amor...–insistió, Kara.

Lena abrió la boca, no sabía qué decir, sólo estaba preocupada por la salud mental de Kara, y nada
le importaba más que eso, y nada le importaría más que eso, en un momento que parecía que iba a
prolongarse mucho más en el tiempo. Barry, rió por lo bajo, y con dulzura apretó la mano de su
amiga y besó su mejilla.

̶ Tu corazón es tu arma secreta, Kara Zor-El –dijo, con el alma sangrando, henchido de amor y
miedo a la par, amor por su amiga, miedo por perderla.

Los ojos de Kara se abrieron de hito en hito y, entonces, todo cobró sentido. Escuchó esa misma
frase en la voz de su padre, en la de su madre, en la de Winn, en la de James, en la de Kal-El, en
la de Alex, en la de Astra...

La Tardis abrió sus puertas. Clara Oswald dejó de discutir con el Doctor a quién entregó un
bloque de tarjetas que parecía que iban a mantenerle entretenido un buen rato. Se aproximó a ellos
y le tendió a Kara un collar, era el collar de su madre que llevaba al cuello.

̶ Este collar pertenecía a tu tia, Astra. Me pidió que te lo entregara, en él hay un regalo para ti, para
la pequeña Kara. Llegado el momento –extendió su mano y Kara le entregó el suyo que se fundió
en uno antes sus ojos–, será la llave que te llevará ante la puerta de tu destino –le devolvió el collar
a Kara.

Kara asintió. Clara, entonces, con una sonrisa pidió a Lena que se hiciera a un lado, acercó una
cápsula a la boca de Kara que tragó sin pensarlo demasiado.

̶ Debemos irnos –ordenó, Clara Oswald, antes de volverse hacia el Doctor que seguía enfrascado
en la búsqueda de la tarjeta que no lograba encontrar.

La mano de Lena acarició su cabello teñido de sangre.

̶ Ya no sangras –dijo, con un tono cargado de ilusión.


̶ Vuelvo a sentirme con fuerzas –la miró a los ojos, asegurándose que reconociera en ellos sus
sentimientos, luego miró a su amigo–. ¿Vienes con nosotras, Barry?
̶ Hasta el infierno.

Caminaron juntos, de la mano, sumidos en un silencio denso, hacia el umbral que separaba la
Tardis de lo que fuera que les esperaba allí fuera.

♥♥♥♥♥

El agua corría por su cuerpo como esquirlas de fuego, abrasándola, aguijoneando su piel. Salir de
la ducha no fue fácil, le dolía todo el cuerpo, apenas podía mantenerse derecha. Al principio, ver a
Diana parada en pie, entre la penumbra del baño la había sobresaltado, luego, una sensación de
incomodidad la invadió por entero. ¿Qué estaría haciendo allí? Sus ojos blancos, parecían no estar
viendo, en realidad, nada. Entonces, advirtió en sus manos un bote que parecía contener algún tipo
de ungüento.
̶ Deja que me vista, Diana –indicó, Alex, casi sin voz por el dolor que atenazaba cada músculo de
su cuerpo.
̶ Creo que necesitas esto... –le ofreció una toalla suave y limpia al tacto–. Deja que te ayude, forma
parte del ritual amazónico y como puedes comprobar, mis ojos no pueden ver más que tu alma.
̶ Gracias.

Diana posó sus manos sobre la cabeza de Alex y un aura pulcro comenzó a envolverla como una
capa de seda.

̶ Puedes sentarte, ahora, no sentirás dolor –Alex intentó doblar sus rodillas para dejarse caer sobre
el banco de madera que calculaba debía estar justo bajo su trasero. Notó, al sentarse, que ya no
sentía dolor, y que Diana había colocado una toalla para que se sentara sobre ella.
̶ Gracias, de nuevo. Dime –continuó, cuando Diana comenzaba a aplicar el ungüento verdoso
sobre su piel–, ¿también empleabais de este modo el ungüento a las amazonas de tu tiempo?
̶ No, entonces, la desnudez no era un problema. Aprendíamos a usar la espada, a correr, a
temprana edad sin importarnos estar desnudos. Pero he observado a lo largo del tiempo, sobre
todo en tu época, lo inadecuado que es, incómodo, una falta de respeto y un guerrero jamás debe
faltar al respeto a otro.
̶ Gracias. Vi caer a Batman, cómo Doomsday partía sus huesos, su traje... Y aún así, nos sacó a
Maggie y a mí con vida. Pero tú, tú luchaste como habría hecho mi hermana, casi... Desnuda, con
todo tu poder sobrenatural y ni aun así conseguiste...
̶ Vencerle cuando Superman pereció pese a hundirle una lanza de Kryptonita en su pecho y
partirle en dos. Si Superman no pudo vencerle, te preguntas, si tu hermana podrá lograrlo y temes
que no sea así.
̶ Creo que Kara es más fuerte que Superman.
̶ No te equivocas, Kara está llamada a ser alguien muy especial, alguien que cambiará las cosas.
Kal-El creció como humano en la Tierra y pese a desarrollar poderes Kryptonianos, no están tan
desarrollados como los de Kara o al menos, como llegará a algún día a desarrollar. Sus padres la
enviaron aquí, también, con la intención de dar a la Tierra la oportunidad de...
̶ Lo sé, a veces, pienso que no la amaban y que sólo fue un experimento científico. Me he
preguntado si Mon-El no fue enviado para aparearse con ella, aunque la mera idea, ahora, me
tortura. Creo que Kara ama a Lena Luthor, estoy segura de que Lena sí la ama a ella.
̶ En mi mundo, las mujeres no habían conocido a ningún hombre, a cierta edad, simplemente, se
apareaban con los Elegidos, abandonaban a los hijos varones con sus padres quienes guardaban el
secreto, y se quedaban sólo con las niñas quienes eran iniciadas en el rito amazónico. Un día, sin
embargo, conocí a un hombre y con él viví un amor puro e intenso. Fue en otra vida, diría, pero
fue real. Sin embargo, amé a una mujer como nunca ni antes ni después he amado a nadie y como
jamás volveré a amar.
̶ ¿Intentas decirme que Kara es bisexual?

Diana se limpió las manos en una toalla, cerró el bote y ayudó a ponerse un albornoz a Alex,
ambas se volvieron a sentar para esperar que el ungüento hiciera efecto y las heridas comenzaran a
cicatrizar.

♥♥♥♥♥

Había aprendido a curar heridas en su primer año de entrenamiento en las Fuerzas Especiales, algo
de lo que no le gustaba hablar. Sabía que si Winn despertaba alguna vez, jamás se recuperaría de
aquellas pesadillas y dolor. No, las personas como Winn no deberían luchar en un campo de
batalla, deberían estar a salvo en casa, creando, diseñando artilugios nerd, como su hermana
pequeña y no batallando. Las personas como ella debían defenderles, debían asegurarse de que
volvían a casa sanos y salvos, debían ver los monstruos que se escondían entre las sombras,
acechándoles y acabar con ellos. Ese era su trabajo...

̶ Lo siento, Winn, fui demasiado lenta, amigo –acarició su mano, llena de cables, Winn estaba
lleno de cables, tornillos y tubos–. Vi a Mon-El, vi a Livewire, detuve a Mon-El pero no llegué a
tiempo, amigo. Siento mucho todo lo que te ha pasado.
̶ No sólo es culpa tuya –la voz ronca y apesadumbrada de Bruce le servía de refugio–, todos
perdimos el control. No estábamos preparados.
̶ ¿No crees que vayamos a ganar, verdad? No confías en Kara...
̶ Su primo es... Fue un buen amigo y compañero, un héroe, casi un dios, pero ya viste lo que le
hizo a ese... A esa bestia, cómo bebió de sus poderes y se restauró a sí mismo. Fue inteligente
retirarnos, no sé cómo Diana pudo pararle, ella hizo un buen trabajo.
̶ Sus habilidades son extraordinarias como las de Kara.
̶ Diana cree que es más fuerte que Superman, más rápida.
̶ Tienes dudas, amigo.
̶ Si Kara cae, caerá Alex
̶ No voy a permitirlo.
̶ A eso me refiero. Todas tenéis algo que perder, algo que os distrae, alguien por quien daréis
vuestra vida. Clark renunció a Lois...
̶ Tú renunciaste a vivir cuando tus padres fueron asesinados. Yo elegí vivir y proteger a mi familia
cuando mi padre y mi hermana pequeña cayeron en el frente. Sé lo que es que el mundo se
desmorone bajo tus pies, yacer en el infierno, castigarte y castigar a los que te quieren, sé lo que
siente y lo fácil que es seguir cayendo. Deberías elegir vivir, alguna vez.

Bruce tomó la temperatura a Winn y se sentó junto a Maggie.

̶ La guardiana de Ciudad Nacional.


̶ El protector de Gotham y del mundo.
̶ No, la protectora del mundo es Diana.
̶ He visto como la miras y como te mira ella.
̶ Eres una buena observadora. Diana no puede corresponderme, no completamente, al menos.
Podemos... Tenernos un momento, pero no amarnos. Su corazón está comprometido por una
mujer de la que nunca habla y parece que será así hasta el fin de los días.
̶ Lamento oírlo, pero hay otros motivos para decidir vivir, unos que no son la venganza.

La pulsera de Bruce comenzó a brillar, activó un botón.

̶ Ya ha empezado, ven a probarte el traje. He contactado con las Leyendas, no responden.


̶ Depende de nosotros–concedió a Maggie una mirada significativa.
̶ Alex y Diana están preparándose para luchar. Venid a despediros.

Volvió a apretar el botón y la luz tras un breve parpadeo, se paró.


̶ Es la hora –dijo, Maggie–. Winn te prometo que lucharé con tanta valentía como hiciste tú y haré
lo posible por traerte de vuelta –besó su frente.

Bruce y ella comenzaron a caminar hacia la puerta, no vieron cómo los ojos de Winn se abrían y
la agonía se reflejaba en ellos.

♥♥♥♥♥

Recordaba aquel momento, aquella pista de aterrizaje tan oscura y fría. A su madre, a su padre
empujándola a abandonar Krypton para proteger a su primo, un bebé con un gran plan que llevar
a cabo por delante. Estaba a punto de volver a ese momento, con dos de las personas que más
amaba, su amigo Barry a un lado y Lena, al otro. Apretó sus manos en cuanto se vio a sí misma
con 12 años, asustada y a la vez, afrontando su destino: cuidar de su primo y enseñarle a ser... un
héroe.

̶ De pequeña ya eras adorable, Kara –dijo, Lena para romper el hielo y tranquilizarla.

El rubor subió a sus mejillas, a Lena le había parecido adorable. Bajó la cabeza un poco, en un
intento por ocultar su timidez, pero Lena apretó con más fuerza su mano y acarició sus dedos.
Entonces, ella la miró y Lena asintió.

Soltó las manos de sus amigos, y se volvió hacia Clara Oswald y el Doctor que parecían estar
esperando a que sucediera lo que ella más temía, su encuentro con su yo de 12 años. Se aproximó
por detrás, recordó que en aquel momento, sus padres y su tío estaban preocupados en equipar la
nave de Kal-El y ella intentó memorizar todo lo que iba sucediendo, la seguridad de su primo era
sus responsabilidad, aunque nunca debió serlo.

Se detuvo frente al último recuerdo de Krypton.

̶ Kara Zor-El, date la vuelta y mírame –dijo sin poder evitar que su voz sonara emocionada.

La Kara de 12 años se volvió y la miró a los ojos, luego bajó la vista a la S de su pecho.

̶ Es... Es el símbolo de mi familia, la Casa de El.


̶ Así es –le sonrió, intentando que las lágrimas no salieran.
̶ No te conozco, ¿has venido a salvar Krypton?

Tuvo que forzarse a sonreír.

̶ He venido por ti, Kara Zor-El, para entregarte algo que debes guardar y recordar en su momento.
Eres más que una cuidadora, vive tu propia vida en la Tierra, sé tu propio héroe, la fuerza está en
tu interior.
̶ Mi deber es cuidar a mi primo Kal-El.

Kara le enseñó un collar que sabía que antes sólo había visto en el cuello de su madre y de su tía.
Le dijo algo al oído, la niña Kara tocó el collar y un repizco de electricidad recorrió su espalda.

̶ Vive tu propia vida, sé feliz, Kara Zor-El –se volvió, las lágrimas brotaban de sus ojos,
empapando sus mejillas.
̶ No lo olvidaré, prima Zor-El.

“Sé que no lo harás porque acabo de recordar que yo no lo hice, acabo de recordarlo todo”.
Caminó sin volverse, sabía de sobras lo que iba a suceder a continuación. No podía evitarlo, nadie
podía. Su planeta había muerto por una serie de errores que nadie supo solucionar pero la Tierra,
la Tierra ahora era su hogar y no iba a permitir que nadie la convirtiera en cenizas que flotaran por
el universo hasta desintegrase por completo.

Avanzó hacia la Tardis, sólo miró de soslayo a Barry a Lena, que parecían temer su reacción,
estaba llena de furia. Entraron justo detrás de ella, la Tardis de Clara Oswald emitió su sonido
característico.

̶ ¡Doctor, todo esto ya había pasado antes! Te recuerdo... –apretó los puños, unas venas rojizas
palpitaban en su rostro–. ¡No hiciste nada por salvar Krypton!
̶ Krypton se condenó solo. ¿Crees que no hice nada? Intervine decenas de veces, les avisé, pero
tus padres muy especialmente y todo vuestro consejo de jueces, sabios y científicos creían saber
más que el propio Universo. ¿Vas a dejar que la historia se repita en la Tierra, Kara Zor-El? ¿O
vas a escucharme?

Ella se volvió, notaba las miradas de Barry y Lena en su nuca. Ambos se colocaron a su espalda,
flanqueándola, dándole apoyo.

̶ Tú protegiste a mi primo Kal-El, tú fuiste la razón por la que desarrolló sus poderes, tú hiciste que
me llevara con la familia Danvers, tú, sabías que esto iba a ocurrir desde el principio.
̶ Alura intentó hacer lo que creía correcto, aquella tarde que tendió una trampa a tu tía Astra,
también le tendió una mano. Astra me pidió que ayudara a Krypton pero un Señor del tiempo no
es un soldado ni un asesino. Hizo una petición más, me pidió que cuidara y protegiera al ser que
más le importaba y amaba en todo el universo, a su sobrina Kara. Nadie soportar ver a un niño
llorar. Tu tía quiso que tuvieras una vida normal en la Tierra, también lo quise yo para ti pero...
Kara Zor-El estabas destinada a bailar entre las estrellas y tocarlas con los dedos de tus manos, a
llevar la luz de tu sonrisa a cada rincón del planeta, a ser la esperanza de quien ha perdido la fe, la
inspiración de cada humano...
̶ El Doctor es un romántico –intervino, Clara Oswald–, ni siquiera cuando le pedí que me
permitiera morir con dignidad consintió en ello, me dio un nuevo destino, una nueva vida. Igual
que a ti, Kara. Este viaje no significa lo que puedes hacer por el mundo, sino lo que puedes hacer
por ti. ¿Qué quiere hacer Kara Zor-El Danvers?

Le habría gustado darle la mano a Lena, sentir la de Barry en su hombro, sin embargo, recordó su
responsabilidad y a las Leyendas, a sus padres adoptivos, a su hermana, a su primo...

̶ Mi destino es proteger la Tierra, devolver a su lugar a cada ser humano del planeta, juntos
humanos y alienígenas seremos más fuertes, unidos nadie podrá detenernos.
̶ ¿Clara? –inquirió, el Doctor.
̶ Esta es mi chica. ¡Próxima parada, la Tierra 2016! –Clara Oswald tiró de la palanca del centro de
mando de la Tardis, y todos excepto Kara perdieron el equilibrio.

♥♥♥♥♥

Krypton, minutos antes de su destrucción.

̶ ¿Mon-El? –habló, Sara Lance.


El hombre se volvió, lentamente. Parecía ausente, alguien le había administrado algún tipo de
calmante, Tumbado en una camilla parecía aguardar a que le introdujeran en una nave

̶ Yo... Yo no quería, yo no quería traicionar a los míos, a mi Príncipe, no soy... No soy un


cobarde... Yo no quería entregar a la última hija de Krypton...yo...–cerró los ojos, las babas
manchaban su barbilla.
̶ Cógelo, nos lo llevamos –Sara lance activó el audífono–. Gideon preparada para extracción.
̶ A la orden, Capitán Lance. Le gustaría saber que la Srta. Felicity y el Sr. Cisco han conseguido
activar el malware y junto a la Tardis estamos trabajando en su propagación en el futuro.
̶ Buen trabajo...
̶ Eso no es todo.
̶ Dime, Gideon, ¿qué ocurre?
̶ Como he dicho, la Srta. Felicity y el Sr. Cisco han conseguido cumplir con su misión, sin
embargo, han sido atrapados y recluido junto a Flecha Verde en la nave donde también están
ustedes. ¿Activamos extracción?
̶ Conozco a Oliver no permitirá que nada les suceda a Felicity ni a Cisco. Procede a la extracción,
pero sólo para Mon-El, llévale junto a Barry, y que la Tardis nos recoja a los demas, no vamos a
dejar atrás a nuestros amigos.

El Comandante de Acero cargó sobre su hombro a un desmayado Mon-El, mientras seguía los
pasos rápidos de Sara Lance hacia el punto acordado de extracción.

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