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Dioses y guerras [Supercorp AU]

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Rating: Teen And Up Audiences


Archive Warning: Graphic Depictions Of Violence
Category: F/F
Fandom: Supergirl (TV 2015)
Relationship: Kara Danvers/Lena Luthor
Characters: Kara Zor-El, Kara Danvers, Lena Luthor
Language: Español
Stats: Published: 2019-09-24 Completed: 2020-11-15 Words: 201,073
Chapters: 48/48
Dioses y guerras [Supercorp AU]
by Korlis_31

Summary

La Casa de El se había pasado veinte años luchando contra los rebeldes Luthor que se
negaban a cerder ante ellos. Kara, como pincesa, acababa de ser enviada al territorio enemigo
para controlar los avances de los rebeldes. Lena había viajado para cumplir la misión que le
habían encomendado. El día en el que se encontraron marcó un antes y un después.

*/ Disclaimer: los personajes de esta historia no me pertenecen./*


Prólogo

- Han visto a esta mujer por los alrededores. ¿Sabéis algo? - interrogaba Kara enseñando un
cartel de “se busca” al posadero detrás de la barra que parecía más interesado en el vaso que
llevaba diez minutos limpiando que en la rubia delante de él. - Seguro que cualquier
información será bien recompensada.

A pesar de insistir, el hombre seguía sin ni siquiera mirar el cartel y Kara estaba perdiendo la
paciencia, así que dejó el papel sobre el mueble, agarró al hombre de las solapas de la camisa
y estampó su cara contra él.

- Dar cobijo a criminales también es un delito muy grave, señor…

- Graves, Otis Graves. - respondió como pudo con la cara contra el mueble. - La verdad es
que viéndola así de cerca me ha recordado a una cliente.

- ¡¿Dónde está?!

- Subiendo las escaleras, habitación 3.

Kara, furiosa por haber perdido tanto tiempo con ese zopenco, corrió escaleras arriba en
busca de su presa mientras amartillaba su revólver.

No fue difícil encontrar una puerta con un gran número tres gravado sobre la madera y, de
una patada, la tiró abajo. La habitación iluminada por la luz de la luna apenas estaba
amueblada con una mesa y una cama. El único movimiento detectable era el de las cortinas
que bailaban al ritmo del viento al estar la ventana abierta.

Lena Luthor se le estaba escapando.

Asomó la cabeza a tiempo para alcanzar a ver a una mujer morena que, en la oscuridad de la
noche, se subía al caballo de la rubia y se giraba confiada para mirarla.

- Gracias por el caballo. – se burló Lena antes de arrear al caballo y huir camino arriba.
Parte 1 1/5

Al ver a Lena desaparecer hacia el norte, Kara saltó desde la ventana para aterrizar no muy
lejos de donde había estado atado su caballo. Bajo sus pies la fina capa de hielo que cubría el
suelo se rompió en pedazos. Empezó a correr detrás de ellos, pero las placas que se iba
encontrando en su camino impedían que corriera más rápido y la distancia iba aumentando
hasta que, finalmente, los perdió de vista en mitad de la noche. No podría seguirles el rastro
en medio de la oscuridad. Lena Luthor se le acababa de escapar delante de sus narices.

Frustrada, dirigió sus pasos de vuelta al viejo y solitario edificio de piedra y madera dispuesta
a encarar al tal Otis Graves por cometer delito de traición a la corona y dar cobijo a una
criminal.

Dentro, una mujer había aparecido y parecía estar discutiendo con Otis. Kara se acercó e
interrumpió a gritos la conversación.

- Mi señora, le juro que mi hermano no sabía quién era. - lo defendía una tal Mercy Graves,
hermana del posadero.

- Hasta que no amenacé a tu hermano no mostró ningún interés en soltar prenda. Eso es
obstrucción a la justicia.

- Por favor, perdone a mi hermano. Se pensaba que usted no era más que una
cazarrecompensas normal y corriente. Si hubiera sabido quién erais, ¿verdad que se lo
hubieras contado todo, Otis?

- Claro, claro. Mi señora, lo lamento muchísimo. - respondió Otis rogando por piedad
bajando la cabeza.

Kara, harta de aquel par, se masajeó las sienes.

- Si tenéis información, os perdonaré el castigo.

- No dijo mucho. Siempre estaba sola y alejada del resto. - le respondió rápido Otis mientras
Mercy intentaba recordar si la mujer había dado alguna pista.

- Algo mencionó sobre el oeste. Preguntó si quedaba muy lejos el desfiladero. Es la ruta que
alguien que quiere esconderse elegiría para cruzar las montañas.

- Si se dirigía hacia el sur, entonces era su mejor opción. - reflexionó Kara. - La información
es buena. Por esta vez, se os perdona el castigo, pero es la última. Y, por cierto, quiero una
habitación para poder pasar la noche.

- Por supuesto, mi señora. Si es tan amable de acompañarme. - le respondió Mercy con una
sonrisa haciendo una reverencia y un gesto para indicarle que la siguiera.
Subieron las viejas escaleras de madera y la guio hasta la habitación que se encontraba al
final del largo pasillo que conducía a las habitaciones. Abrió la puerta y le cedió el paso para
que entrara primero Kara. Una vez dentro, le indicó dónde estaba el aseo y todo lo que
pudiera necesitar.

- La mejor habitación de nuestra humilde posada para nuestra princesa. En seguida le subo la
cena. - le dijo Mercy antes de desaparecer tras la puerta.

Kara se paseó por la habitación. Había una pequeña mesa con una silla, una cama individual
y un pequeño ropero. La cama parecía cómoda. Seguro que después de dormir semanas a la
intemperie, aquello sería la gloria. Vio que en el baño había una pequeña tina. Después de
cenar, se daría un buen baño para quitarse la suciedad del camino.

Se quitó las botas buscando estar cómoda y colocó la silla en frente de la ventana desde la
que se podía ver el mismo camino por el cual había visto desaparecer a Lena. Podía notar
como el clima había refrescado una vez cruzadas las montañas. El paisaje del norte estaba
decorado por algo más de vegetación en esa región con pequeños pinos de apenas dos o tres
metros de alto esparcidos por todo el lugar. Sin embargo, si por algo se distinguía esa región
era por ese relieve tan característico: pequeños y suaves turones configuraban el lugar dando
la impresión de ser un mar congelado. Lena Luthor se los conocía bien y los había usado para
darle esquinazo.

Lena Luthor.

Sin duda, aquella hubiera sido una buena presa. Cualquier otro Luthor lo hubiera sido. Quizá
su cabeza no fuera tan valiosa como la de Lex, Lillian o el mismísimo Lionel, pero seguro
que llevarla hasta la capital le habría ayudado. Lena Luthor podría ser su oportunidad de
demostrar que ella también podía lidiar con asuntos de la corona como hacía su primo, el
heredero al trono, Kal, y sabía que andaba cerca. Solo si sus caminos se volvieran a cruzar…
Sentía como la ira la reconcomía por dentro por haber fallado. Se levantó y pegó un puñetazo
a la puerta del armario haciéndolo astillas.

Ella iba a ser la primera en atrapar a un Luthor y a quedarse con el premio. Ella iba a ganar la
apuesta que tenía con Kal.

Mercy dio unos pequeños toques en la puerta y entró llevando una bandeja con algo de
comida humeante. De momento, descansaría y a la mañana siguiente volvería con sus
soldados y, con un poco de suerte, podría seguirle el rastro.

****

- Dichosos los ojos, Kara. - rio James al verla aparecer al otro lado del pequeño montículo
donde habían montado campamento y la recibió con un abrazo. - Vaya por esas pintas creo te
peleaste con un arbusto y que él ganó.

Y es que Kara, después de andar más de ocho horas seguidas campo a través sin conocerse el
terreno, no tenía un muy buen aspecto.
-Es la cuarta vez en los últimos tres meses que haces esta broma y sigue sin tener gracia,
James. - gruñó enfadada Kara.

- ¿Nos vas a contar qué ha pasado? - preguntó Winn apareciendo con un poco de caldo
caliente. Los tres se acercaron a un fuego y se sentaron alrededor sobre unos troncos.

Kara había salido al amanecer de la posada a buscar a sus amigos. Había sido una larga y
dura caminata en pleno invierno con todo el lugar cubierto de hielo. Había llegado helada y
maldiciendo a aquella mujer que incluso en sus sueños se burlaba de ella. Aquella noche, su
mente había pensado en martirizarla y le hizo revivir la escena de la huida de Lena en su
propio caballo.

Además, llegar y que dos de sus mejores amigos se dediquen a burlarse de ella no estaba
ayudando en su humor.

- La encontré y me robó el caballo. Fin de la historia. Pero sé hacia dónde se dirige. Intentará
cruzar hacia el sur por el desfiladero. Preparad a las tropas para partir.

- ¿Quieres ir tras ella? - preguntó Winn confundido.

- ¿No es más que obvio? Un Luthor en el sur no puede ser nada bueno. Tenemos que
atraparla antes de que haga lo que sea que tenga pensado hacer. - respondió Kara.

- Ese no es el motivo por el que hemos venido hasta tan al norte. Tenemos que completar
nuestra misión, Kara. - le dijo suavemente James.

- ¿Quién está al mando aquí, James? Vamos a ir tras ella. Es mi oportunidad, lo sabes.

- Esta también es tu oportunidad, Kara. Insististe en ser tú quien fuera a Gimina a vigilar y a
asegurarse que todo marchaba bien allí. Si decides cancelar esta misión para ir tras una mujer
que no sabemos ni tan siquiera si la vamos a poder atrapar, perderás el respeto totalmente de
toda la corte. Reflexiona, por favor.

Por Rao, ella no podía estar más en desacuerdo. Kara sentía hervir su interior. Tenía el
orgullo herido y quería el premio por la cabeza de Lena Luthor. Pero James tenía razón.
Nadie había creído que ella pudiera con la situación en Gimina. Había rogado por esa
oportunidad, para demostrar su valía. Su primo y su hermana la habían respaldado. No podía
fallarles.

- Está bien. Seguiremos con el plan original. - suspiró Kara. - Desmontad el campamento,
con un poco de suerte llegaremos a la posada al anochecer y podremos hacernos con las
provisiones necesarias para lo que queda de camino. - Winn y James se levantaron para
empezar a prepararlo todo, pero, antes de que se alejaran, Kara añadió: - Chicos, creo que
también voy a necesitar un caballo.

Para cuando llegaron a la posada, hacía un par de horas que había anochecido y apenas salía
ruido del edificio a pesar de que había luz en la planta baja del edificio.
Pasar la noche allí era su mejor opción en aquellos momentos, así que fueron a la parte de
atrás del edificio donde estaban los establos y el gallinero para dejar los caballos y el material
pesado que llevaban con ellos.

Pero allí se encontraron con una sorpresa: el caballo robado de Kara.

****

Tuvo que pasar la noche a la intemperie porque la princesita había decidido aparecer en la
posada de los Graves para buscarla. Maldijo su suerte. Al menos, le había robado el caballo.
Era su pequeña venganza.

Lena se divertía recreando en su mente la cara que se le había quedado a la rubia.

Se levantó un poco antes del amanecer y se dirigió de vuelta a la posada a pie.

Apenas llevaba unos minutos escondida entre unos arbustos cuando vio a la princesa salir por
la puerta del edificio. Esperaba que cogiera el camino que ella había tomado hacia el norte en
su búsqueda, sin embargo, se fue por el mismo camino que por el que había llegado. Aquello
decepcionó a la morena, ella se había hecho ilusiones con poder jugar con la princesa.

Una vez estaba segura que la rubia no volvería, fue a buscar el caballo de Kara y lo metió en
los establos. Después, entró a la posada saludando a los dos hermanos.

- ¿Cómo ha ido la noche? - rio Lena preguntando a los dos hermanos.

- Mejor que la tuya entre arbustos seguro. - le respondió Mercy guiñándole un ojo.

- Habla por ti. A mi aun me duele la cabeza del golpe que me pegó contra la barra. Vaya si
tienen fuerza estos kryptonianos. - contestó Otis tocándose la frente.

- Simpática, ¿no? la princesa. - dijo con sorna Lena.

- No te lo puedes ni imaginar. - continuó Mercy y se echaron a reír.

- Bueno, vamos a continuar con los negocios. - dijo ya seria Lena.

- Claro. - contestó Mercy dirigiéndose a la parte de atrás del edificio donde estaba su
despacho seguida por Lena.

Lena y Mercy pasaron el resto del día encerradas en aquella habitación hablando de números,
transportes, mercancías, armas. Los Luthors, después de huir de la capital, se habían instalado
al norte de las montañas. Allí era donde la oposición a la monarquía de los kryptonianos era
más fuerte y donde tenían sus más preciados aliados, como los hermanos Graves. Su posada
no quedaba muy lejos del puerto de montaña, principal paso para llegar al norte de Terha, lo
que la convertía en un punto de paso de muchos viajeros ideal para el tráfico de materiales
que los Luthor necesitaban. De vez en cuanto, alguien debía ir a hacia el sur a hacer una
visita a los hermanos para pagar y organizar los siguientes transportes. Por eso, Lena se
encontraba tan al sur esos días y había tenido la mala suerte de cruzarse con la princesa Kara.
¿Qué hacía tan al norte?
El norte de Terha no era más que una pequeña provincia de pequeños pueblos y Gimina, su
capital, que se encontraban atrapados entre montañas. Muchos años atrás, Krypton, un reino
lejano, había decidido invadir Terha y la había convertido en un reino dócil que seguía sus
órdenes, había aceptado sus nuevas leyes y su nueva religión. La invasión había sido fácil,
demasiado fácil. Los terhanos fueron traicionados y los kryptonianos no tuvieron problema
para instalar una nueva dinastía en el reino, la Casa de El. Los Luthor no se arrodillaron y se
refugiaron en el norte a empezar una rebelión contra los usurpadores. Con el tiempo, esa
rebelión empezó una dura guerra que llevaba alargándose casi veinte años y ninguno de los
dos bandos parecía querer ceder.
El norte era territorio Luthor, todo el mundo lo sabía, pero la Casa de El seguía subiendo de
vez en cuando para mostrar su presencia e imponer sus normas. El norte solo fingía ser fiel y,
en cuanto los usurpadores se daban la vuelta, los Luthor volvían a tomar el control.

Que la princesa estuviera tan al norte solo quería decir una cosa: problemas. No solían dejar
un buen rastro tras su paso los kryptonianos. Y lo más preocupante era que se hubieran
cruzado. No quería provocarles más problemas a sus amigos. Los Graves eran fieles a su
causa y darían su vida por los Luthor. Y eran un activo muy valioso. Perderlos sería una
catástrofe para su bando.
Cuando las dos mujeres se dieron cuenta de la hora, era de noche y todos los huéspedes
estaban en sus habitaciones durmiendo o haciendo lo que fuera que estaban haciendo, así que
se sentaron los tres a cenar un buen plato de caldo humeante acompañado de buen vino y
risas. Los hermanos no solo eran socios de los Luthor, también eran buenos amigos de la
familia. Lena solía provechar sus visitas para pasar tiempo con ellos y ponerse al día de los
más suculentos cotilleos.

- ¿En serio la mandaste hacia el oeste? ¿Y se lo creyó? - reía Lena después de que Mercy le
contara todo lo ocurrido con Kara.

- Totalmente. Ya me veo a la princesita siendo capturada por los bandidos. No quiero ni


pensar que le harán cuando la atrapen. - rio también Mercy.

- Lloraremos la terrible pérdida de la usurpadora. - ironizó Lena y levantó la copa de vino que
sostenía en su mano. - Por la princesita Kara y que encuentre un final lo más rápido e
indoloro posible.

- ¡Por la princesa! - brindaron al unísono los hermanos Graves y los tres tomaron un gran
trago de sus respectivas copas. Dejaron caer sus copas vacías a la mesa riendo. Al cabo de un
rato, se quedaron unos instantes en silencio cuando Mercy se levantó alterada de la mesa.

- ¿Qué sucede, Mercy? - le preguntó preocupada Lena.

- El gallinero está alterado. Lena, ¿qué has hecho con el caballo? - respondió Mercy.

- Lo he dejado en los establos, ¿por qué?

- Hay alguien ahí atrás. Será mejor que te escondas en el almacén, hay una pequeña ventana
por la que podrás escapar si las cosas se ponen feas.

- No me voy a esconder.
Mercy se acercó a Lena y le agarró suavemente las manos y la miró a los ojos.

- Es mejor que te escondas. Si alguien te ve aquí, las cosas se pondrán peor. Ve. - le ordenó
Mercy con un gesto de cabeza y la soltó.

Lena corrió hacia la puerta que la conduciría al almacén. Apenas había logrado cruzarla
cuando derribaron la puerta de la posada y entró una marea de soldados capitaneados por
Kara que alcanzó a ver como Lena cruzaba una de las puertas así que se adelantó al resto de
soldados y fue corriendo tras la morena.

Llegó hasta una sala oscura que parecía estar llena de comida y materiales amontonados en
diferentes columnas. Pudo ver como una silueta se escurría entre ellas y oyó el sonido de una
ventana abriéndose. Esta vez no se le iba a escapar. Corrió hasta la ventana y al mirar a través
hacia fuera no vio a nadie.

Y, de un golpe, todo se volvió negro.

****

La luz del Sol entrando por la ventana daba directamente a los ojos cerrados de Kara así que
esta no tardó mucho en despertarse. Al ver el techo de la habitación de la posada, se preguntó
si todo lo ocurrido el día anterior había sido un sueño.

Se incorporó rápidamente y, por el movimiento, le vino un fuerte pinchazo en la parte


posterior de la cabeza donde había recibido el golpe. Eso era una prueba de que no había
soñado el día anterior. Dos veces se le había escapado la morena.

- Buenos días, bella durmiente. - dijo alegre Winn. - Llevas horas dormida, no sabíamos si
preocuparnos. Menudo golpe te dio la Luthor.

- Menos bromas, Winn. Dime por lo menos que la tenéis. - gruñó mientras se llevaba una
mano a la zona que le dolía.

- ¿A la Luthor? No, no la tenemos. - le contestó Winn.

- ¡Por Rao! ¿Otra vez se me ha escapado? - gritó exasperada Kara.

- Pero seguro que te gustará lo que hemos encontrado. ¿A qué no sabes que había en el
despacho de los posaderos? - le preguntó Winn mostrándole feliz un pequeño trozo de papel.

- ¿Papel? ¡Qué bien! Por Rao, nos estábamos quedando sin papel. ¡Milagro! - ironizó la
rubia. Winn alegre solo se rio sin caer en sus burlas. - Exactamente, ¿de qué nos sirve el
maldito papel?
Suspiró buscando relajarse. Esperaba que al menos, fuera lo que fuera lo que había allí,
hiciera que valiera la pena el dolor de cabeza que tenía.

- Acompáñame y te lo enseño. - dijo Winn viendo como el humor de su amiga empezaba a


mejorar. Kara se levantó y lo siguió escaleras abajo. - Resulta que este lugar servía como
centro para coordinar el transporte de mercancías para los Luthor. ¿Te lo puedes creer?
¿Sabes qué significa eso?
Era demasiado temprano o llevaba demasiado poco tiempo despierta para que Kara procesara
toda esa información. Tardó unos segundos en asimilar todas las palabras que le había dicho
su amigo y sintió como se le contagiaba la alegría de su amigo.

- Que les hemos cortado la fuente de suministros. ¡Eso son más que buenas noticias, Winn!
Por fin, los pondremos entre la espada y la pared. - contestó Kara que sentía como su humor
empezaba a estar totalmente recuperado. Juraría que hasta le dolía menos el golpe.

- Aunque no todo son buenas noticias. No me mires así que tampoco es tan grave. - dijo Winn
cuando Kara le hizo un puchero. Llegaron al despacho, James y otros soldados estaban
recogiendo la mayoría de documentos que había allí.

- Buenos días, Kara. ¿Qué tal la cabeza?

- Mejora con las noticias. ¿Cuál es el “pero”, Winn?

- No hay duda de que son socios de los Luthor. Hay suficientes documentos para probarlo,
pero muchos de los documentos están encriptados y hasta que no los descifre no los voy a
poder leer.
- ¿Cuánto vas tardar? - le preguntó Kara.

- Yo solo tardaré bastante, pero Alex no anda lejos del puerto de montaña. Le he enviado un
mensaje para encontrar un lugar donde reunirnos y trabajar en ello. En dos semanas o un mes
podemos tener todos los documentos traducidos.

- Te llevarás una decena de hombres. Si cuando lo tengas todo, hay algo sobre Gimina,
envíamelo.

- Por supuesto, Kara.

- Los soldados tienen casi todo listo para el transporte. - informó James. - Pero hay algo de lo
que debemos encargarnos antes.

- ¿Los tenéis? - James asintió y salió del edificio seguido por Kara hasta donde los hermanos
Graves estaban arrodillados y enmanillados custodiados por dos guardias.

- Sois unos traidores al reino y a la corona. - los acusó Kara cuando llegó hasta ellos.

- Al reino, no. Vosotros sois unos usurpadores y sólo estamos protegiendo nuestra gente,
como hacen los Luthor. - escupió Mercy la cual se veía bastante magullada.

- Acepto eso como una confesión. Que quede constancia de ello. Sabéis cuál es el castigo por
traición, ¿verdad? La ahorca. James, buscad un árbol adecuado lo más cerca de la posada
posible. Hay que dejar un mensaje. ¿Queda alguien dentro? - preguntó Kara señalando la
posada.

- Solo nuestros soldados cogiendo los documentos que quedan y provisiones. ¿Por?

- Cuando acaben, que se aseguren de quemar el edificio entero. No puede quedar nada en pie
de este lugar. Y que quede bien claro para todo aquel que pase por aquí, cual es precio por la
traición.
- A sus órdenes. Ya lo habéis oído muchachos, a trabajar. - ordenó el capitán.

Los soldados que estaban vigilando a los Graves los arrastraron hasta un gran árbol que no
había lejos y los ataron allí mientras preparaban todo para la ejecución.

- ¿Te crees mucho mejor que nosotros, niñata? No sois más que unos ladrones, usurpadores,
arrasáis con todo lo que se os opone. Nunca podréis conquistar totalmente Terha y tendréis
que volver con el rabo entre las piernas a vuestro reino, kryptonianos. - gritaba Mercy.

- ¿Sabes algo de Lena Luthor, James? – preguntó la rubia ignorando por completo a la
traidora.

- Un soldado llegó a herirla cuando huía. Intentaron seguirla, pero sabe cubrir bien su rastro.

Kara suspiró. Quería capturar a Lena, se le había vuelto a escapar. Aquello era ya cuestión de
orgullo. Pero lo de los Graves… Aquello dolería a los Luthor. Algo bueno había salido de
todo aquello.
Cuando estuvo todo hecho, levantaron campamento y siguieron su camino hacía Gimina
dejando atrás al edificio envuelto en llamas y dos cuerpos colgando a su lado. Les llevaría
una semana más o menos llegar hasta allí. Si su misión allí ya era de por sí complicada, ahora
sin Winn y con diez soldados menos sería casi imposible…

Y qué decir de su estado mental al final del viaje… casi todas las noches había soñado con
Lena Luthor y cómo se burlaba de ella mientras escapaba.
Chapter 3

Después varios días cruzando colinas de campos de trigo y viñedos, apareció en frente de los
soldados una más alta coronada con altas torres, pequeños edificios y una muralla que los
rodeaba a todos. Gimina era la ciudad más grande del reino de Terha más al norte de las
montañas. Era una ciudad rica por el trigo y vino que cultivaban en el lugar y el comercio que
aquello generaba y la artesanía.

Estaba anocheciendo cuando alcanzaron las puertas de la ciudad donde una mujer castaña y
una niña los esperaban acompañadas por una decena de soldados. Kara detuvo su caballo a
unos metros de distancia, bajó y anduvo hasta colocarse en frente de la mujer. La pequeña
niña de unos seis años tímida se escondía detrás de su madre.

- Princesa Kara, aguardábamos su visita. Nos honra tenerla en Gimina. Mi nombre es Sam,
soy la gobernadora de Gimina por la gracia del rey y esta es mi hija, Ruby. - dijo haciendo
una reverencia hacia Kara e indicó a la niña que la imitara. La pequeña salió de detrás de su
madre e hizo la reverencia.

Aquella niña enterneció a Kara que se arrodilló delante de la niña y sacó una pequeña figura
de un caballo de madera negra y se la dio.

- Es bonito, ¿verdad? Se llama Arión. ¿Lo cuidas por mí?

La niña asintió y sonrió a Kara y empezó a jugar con el objeto.

Todos los soldados bajaron de sus caballos y, liderados por Sam, entraron en la ciudad.

- La verdad es que esperábamos que su llegada fuera hace un par de días, mi señora.

- Hemos tenido algunas complicaciones por el camino. Nada grave. Pero tuve que dejar
algunos hombres atrás.

Aquella ciudad amurallada en su interior estaba totalmente cubierta de piedra, desde las casas
hasta el suelo de las calles.

Los edificios, estrechos y de dos o tres pisos, estaban pegados los unos a los otros creando a
veces calles anchas, como por la que estaban pasando, y otras por las que apenas pasaba una
persona. También había palacios de los cuales salían torres que, por lo que le estaba
explicando Sam mientras avanzaban, indicaban el grado de riqueza de la familia. Kara había
logrado contar por lo mínimo diez torres mientras se acercaban. Imaginaba que aquellos
palacios pertenecían a los antiguos miembros del consejo de gremios que gobernaba la ciudad
antes de la llegada de la monarquía de la Casa de El. Eliminar gobiernos como aquellos había
sido una de las primeras cosas que su familia había hecho al llegar al poder pues eran un nido
de corrupción.

La mayoría de calles tenían pendiente más o menos pronunciada y parecía que todas
conducían hasta la plaza mayor de la ciudad que se encontraba casi en la cúspide la colina.
Allí estaban el templo de Rao, el palacio de la gobernadora coronado, también, por una torre,
seguramente la más alta de la ciudad, y un pozo en el centro. Sam les guio a la parte más alta
de la colina hasta la muralla de nuevo donde una pequeña puerta conducía a un antiguo
palacio con un pequeño torreón fuera de los muros.

- En mi palacio, no hay espacio para acoger a todos los soldados que pensábamos que os iban
a acompañar así que preparamos esta casa. Desde lo alto del torreón podrá ver prácticamente
toda la ciudad. Solo algunas torres lo superan en altura. Si usted desea estar más cómoda, le
puedo preparar una habitación y otra para su capitán en mi palacio.

- Agradezco su hospitalidad, pero prefiero quedarme con mis hombres. Sin intención de
ofender. - contestó Kara amablemente a la mujer.

- No se preocupe. Tienen a su disposición varios criados para lo que necesiten, así como la
comida.

- Muchas gracias. Ahora nos gustaría descansar. Pero mañana por la mañana querría discutir
con usted los asuntos que nos han traído hasta aquí.

- Por supuesto. Hasta mañana entonces. - respondió Sam antes de dar media vuelta y alejarse
del lugar con Ruby cogida de su mano mientras la niña se despedía de la niña con el caballo
de madera en la mano.

Mientras los soldados guardaban los caballos en la cuadra, Kara subió a lo alto del torreón.
Era una estructura circular sin ninguna entrada, con unas escaleras exteriores que llevaban
hasta lo más alto. En realidad, no debía tener más de ocho metros de altura. Sin embargo, al
estar situado en la parte más alta de la colina, permitía observar Gimina y sus alrededores.

Kara se quedó allí observando como el Sol se ponía en el horizonte mientras su mente era un
hervidero de pensamientos. Por un lado, estaba haciendo una lista de todo aquello que quería
hacer a la mañana siguiente. Se esperaba un recibimiento más hostil por parte de Sam y
aquello la desconcertaba. Por otro lado, se preguntaba cuán al norte había llegado a viajar
Lena. ¿Estaría muy lejos? Se sabía que el lugar donde se escondían los Luthor estaba lejos de
la capital al norte, pero ahora ella estaba en el norte.

Y la verdad es que Lena no estaba para nada lejos. Después de huir de la posada de los
Graves y que fuera herida decidió ir a Gimina y pedir ayuda a Sam. Llegó como pudo
después de hacer correr a su caballo tres días sin descansar. Sam la recibió con los brazos
abiertos y le dio cobijo en su palacio y le proporcionó todos los cuidados necesarios.

Esa mañana, cuando el ejército real apareció entre las colinas, decidieron esconder a Lena en
el palacio del líder del gremio de los herreros, un tal Morgan Edge. Aquel lugar era tan
caótico que la propia familia se perdía allí. Era un buen escondite hasta que estuviera
recuperada y pudiera continuar huyendo hacia el noreste, hacia casa.

Mientras tanto, esa noche había reunión de los gremios en los túneles subterráneos que
conectaban cada rincón de la ciudad. Había cosas que, por muchas leyes que se hubieran
impuesto, nunca cambiaban y, menos aún, en el norte.
Todos los líderes de los gremios y Sam estaban reunidos en círculo en un pequeño cruce de
caminos estrecho iluminado apenas por un par de antorchas.

- Podríamos quemar fuego a la casa donde está y acabar con el problema de raíz. - sugirió el
líder del gremio de la alquimia, Ben Lockwood.

- ¿Y mandamos una postal de invitación al rey, Lockwood? Primero se descubre lo de los


Graves, seguido de la muerte de la princesa y tendríamos a ejército real completo dando
tumbos por el norte. Debemos ser más inteligentes y seguir con el plan. Hay que fingir que
todo está correcto y dejar que se marchen tranquilos. - respondió Sam serena.

- Hemos tenido que cerrar los baños porque los prohibieron. ¿Qué será lo siguiente? ¿Adorar
a Rao? - se quejó Ben.

- Si es necesario, fingiremos ser raoistas. Cuanto antes la princesa se largue de aquí, antes
podremos volver a nuestra vida normal. - razonó Sam. - Las reuniones del consejo de ahora
en adelante se celebrarán aquí. No podemos arriesgarnos a que algún soldado real o la
usurpadora nos vea. Ya está todo dicho. Nos vemos en la próxima reunión.

- ¿Que será cuándo? - preguntó insolente Ben.

- Cuando sea necesario y seguro, Ben. ¿O prefieres que te cuelguen como a los Graves? -
bramó Lena.

- ¡Por Terha! – los interrumpió Sam antes de que empezaran una discusión. Durante los días
que la morena había estado en Gimina, había sido evidente que Lena y Ben no se soportaban
entre ellos.

- ¡Por Terha! - respondieron el resto dando por finalizada la reunión.

Entre murmullos de desaprobación, Ben se retiró seguido del resto quedando a solas Lena y
Sam.

- ¿Cómo va la herida? - preguntó Sam a su amiga mientras le acariciaba el brazo.

- Es un arañazo. Pronto curará. Estoy preocupada, Sam. No me gusta que los kryptonianos
estén metiendo sus narices por aquí.

- No te preocupes, Lena. Puedo encargarme de la princesa. La tendré dando vueltas en


círculos hasta que se canse y se vaya.

- ¿Cómo no preocuparme después de lo de Otis y Mercy?

- Con el tiempo podremos vengarnos.

- Eso te lo juro por los antiguos dioses. Estoy esperando con ansias que llegue el momento
adecuado.

- De momento, te puedes consolar pensando en que te has burlado de ella dos veces. Son dos
pequeñas victorias…
- Y a qué precio… - le respondió Lena triste pensando en los hermanos Graves.

- Es hora de retirarnos. Es tarde y mañana tengo una reunión con una rubia. Descansa, Lena.

- Y tú, Sam. Buenas noches. - le respondió mientras se giraba, aunque antes de llegar a
voltearse del todo, añadió: - Y, por favor, ten cuidado…

Sam asintió antes de dar media vuelta y desaparecer por uno de los túneles.

Así que la princesa estaba allí… Lena se preguntaba si Kara sabía que ella estaba en Gimina.
Era un detalle importante. Si la rubia sospechaba algo, estaban todos en grave peligro, sobre
todo Sam.

****

Era el tercer amanecer que Kara veía en Gimina. No sabía por qué sus pesadillas, que tenían
como protagonista a cierta morena de ojos verdes, se habían intensificado al llegar a la ciudad
y no conseguía dormir más de cuatro horas por noche. Cada día había visto salir el Sol desde
el torreón. Aquella mujer se estaba convirtiendo en su obsesión. Soñaba con encontrarla y
hacerla su prisionera. Soñaba con llevarla hasta la capital y recibir el premio por su cabeza.
Eran los pensamientos que inundaban su mente un día tras otro.

Y lo preocupante es que el problema no eran solo las pesadillas. El otro día creyó verla entre
el gentío del mercado. Evidentemente, al intentar seguirla simplemente se había desvanecido.
Empezaba a creer que se estaba volviendo loca.

Pero lo que Kara no imaginaba era que realmente sí había llegado a ver a Lena. Ese día la
morena se había escabullido de su escondite para vigilar los pasos que seguía la rubia.
Cuando sus miradas se cruzaron ese día, Lena corrió a esconderse en los túneles y rezó para
que no la hubiera llegado a reconocer.

Kara descendió las escaleras del torreón para encontrarse un par de soldados durmiendo a las
puertas de la casa. En los pocos días que llevaban allí, los hombres se habían relajado tanto
que bebían hasta altas horas de la noche en la taberna y luego no eran capaces ni de llegar
hasta sus camas.

Cuando llegó al comedor, James ya estaba sentado comiendo su desayuno.

- ¿Otra vez pesadillas? - preguntó el hombre cuando vio aparecer a la rubia. Kara se limitó a
asentir y se sentó dejando caer el peso de su cuerpo en el banco al lado de James. Estaba
agotada.
James se había dado cuenta que Kara no lograba descansar por las noches. Llevaba casi dos
semanas en ese estado e iba empeorando cada día.

- A lo mejor aquí tienen un remedio para ayudarte a dormir, Kara. No puedes seguir así. ¿Qué
es lo que te atormenta? - preguntaba preocupado James.

- No es nada, no te preocupes. Y no me voy a tomar nada estando en territorio enemigo. No


podemos bajar la guardia.
- Sigues sin fiarte de Sam.

- En Gimina no podemos fiarnos ni de nuestra sombra. Sabes lo que dicen los informes. En
esta ciudad hay algo que no cuadra, ni lo que entra ni lo que sale de sus murallas. ¿Has
encontrado algo en las cuentas de Sam?

- De momento, todo parece estar en orden. Es una pena que Winn no esté aquí. Seguro que él
podría ver algo que, a mí, se me escapa.

- Tranquilo, si hay algo ahí, seguro que lo encuentras. Yo seguiré patrullando las calles. A ver
si queda algún soldado sin resaca para que me acompañe.

- Deberías hablar con ellos. A este paso se van a acabar el vino de toda Gimina.

- Eres su capitán, seguro que te hacen más caso a ti que a mí. ¿Te importa? - le pidió Kara.
James aceptó en respuesta. Él hablaría con los soldados.

Desayunaron en silencio ya que Kara era incapaz de mantener una conversación decente en
ese estado. Cuando acabaron, Kara se fue a su habitación a asearse. El agua la ayudó a disipar
un poco la niebla que había en su cabeza y se vistió con la única muda que le quedaba
decentemente limpia.

Su equipaje apenas constaba de un par de mudas para llevar bajo su armadura de cuero y otra
muda por si en algún momento tenía que actuar como princesa de Terha, aunque esperaba
que eso no pasara.

A pesar de su amable recibimiento, Sam había mostrado desagrado por tenerlos allí. Nunca
dio muestras de no querer colaborar con ellos, pero no los quería merodeando por Gimina.
Kara sabía que la monarquía de la Casa de El no tenía mucho soporte en el norte, así que no
le sorprendía la actitud de Sam. Mientras la morena obedeciera y no traicionara la corona,
podía pensar lo que quisiera. Con todo esto, se había ahorrado cenas incómodas y artificiales
así que ella estaba feliz por ello.

Se puso solo el peto de la armadura y el cinturón con su espada y su revólver. Después de


unos días paseándose por allí, había visto que Gimina era un lugar pacífico y no era necesario
llevar toda su armadura por la ciudad.

Después de buscar un rato por las habitaciones de los soldados, logró encontrar dos sin
demasiada resaca y se fueron a dar una vuelta por la ciudad. Para ser temprano en la mañana,
la ciudad tenía una vitalidad comparada con la capital: mercaderes con vinos, textiles, cuero y
carne se amontonaban en los puestos del mercado y la gente, sobre ellos.

Kara se dio cuenta que allí había una buena cantidad de gente y mercancía del extranjero. Eso
sí que era una sorpresa. No sabía que Gimina fuera tan importante. Supuso que algo tenía que
ver con el hecho que la frontera norte del reino con Daxam no quedaba lejos.

Después de dar un par de vueltas y ver que todo parecía correcto, salieron del barullo y se
pasearon por las callejuelas de la ciudad. Casi se había recorrido cada centímetro de la
ciudad, pero aún había zonas por las que no había pasado nunca.
El mercado era el lugar donde parecía estar toda la ciudad concentrada a esas horas porque el
resto de Gimina estaba desierta. De algunas casas o talleres, salía el sonido de trabajadores
haciendo sus tareas. Gimina no solo debía su fortuna al comercio solo, también era famosa
por sus artesanos.

En una de las calles estrechas se sorprendió al pasar por delante de uno de los palacios. Por lo
que le había explicado Sam, a pesar de que la morena gobernaba la ciudad y el consejo había
sido disuelto, los gremios seguían existiendo y concentrando riqueza. Aquel palacio, por
ejemplo, tenía la fachada cubierta de mármol blanco y rojo en franjas horizontales. Barato no
era. También salía de la fachada un banco que rodeaba todo el edificio donde había gente
sentada. Parecían estar esperando algo. Evidentemente, aquel palacio también tenía su alta
torre.

Antes de ir a Gimina, había estudiado los gremios que habían existido. Por el escudo que
decoraba por todos lados el edificio, dedujo que era del gremio de alquimia. Lockwood era el
nombre de la familia si no recordaba mal.

Siguió andando entre callejuelas y, en una de ellas, Kara pudo ver a un niño en medio de la
calle jugando con unos pequeños muñecos y se acercó.

El niño, al principio, se asustó al verla. Kara se arrodilló delante de él y le sonrió. Algo


colgando en el cuello del niño llamó su atención. Consiguió que el niño dejara de tenerle
miedo y estuvo jugando con él un rato.

- ¡Qué collar tan bonito! ¿Me lo dejas ver? - preguntó Kara al niño fingiendo genuina
curiosidad. Parecía un amuleto. - ¿Quién te lo ha dado?

- Mis padres. Dicen que así, Amate me protegerá. ¿Quieres uno? - le contestó el niño
ilusionado.

Si mal no recordaba Kara, Amate era el nombre de uno de los antiguos dioses, aunque
tampoco nunca había prestado atención a esos nombres. Ella solo sabía que Alex le había
enseñado siempre a eliminar cualquier cosa que tuviera que ver con ellos.

- Claro, pequeño. ¿Me podrías llevar con tus padres a ver si me dan uno también?

- Ven, mi casa está por aquí. Mi padre está allí, seguro que te regala uno. Los hace él mismo.
- dijo el niño agarrando la mano de Kara y arrastrándola por algunas calles mientras sus
soldados los seguían de cerca. Después de girar en un par de esquinas, el niño se detuvo
delante de una puerta. - Es esta. - señalaba el niño la puerta.

- ¿Me llevas con tu padre?

El niño asintió y arrastró a Kara hacia el interior mientras ella hacía un gesto a los soldados
para que esperaran allí. Se encontró a su padre trabajando en una pequeña forja que parecía
ser para joyas.
- Mira, papá. Traigo visita. - saludó el pequeño entrando feliz al taller. - Esta chica me ha
dicho que quiere conocerte.
Cuando el padre levantó la cabeza para mirar a la extraña, se quedó blanco. Kara sonrió
confiada, el padre la había reconocido perfectamente.

- ¿Por qué no vas a buscar a mis amigos fuera y les dices cómo llegar hasta aquí? Diles
también que uno vaya a buscar a más amigos. Y, pequeño, espera fuera a que los mayores
hablemos, ¿vale? - le dijo Kara arrodillándose para hablar con el niño.

Una vez el niño los había dejado solos, Kara encaró al hombre del taller que había dejado
todas sus herramientas a un lado.

- Mi señora, es un placer tenerla aquí. ¿Qué le trae por mi humilde taller? - preguntó nervioso
el hombre.

- Tu hijo lleva un amuleto dedicado a los antiguos dioses. Lo has hecho tú, ¿verdad?

El hombre no respondió y se limitó a tragar saliva. El soldado hizo acto de presencia y se


cuadro detrás de Kara.

- Si le pido a mi soldado que busque signos de herejía en tu taller, ¿cuántos objetos crees que
va a encontrar?

- Mi señora, piedad. No le he hecho daño a nadie. Solo soy un simple joyero. - dijo el hombre
mientras se arrodillaba delante de Kara. No podía evitar sentir algo de pena por el hombre y
toda su familia, pero la ley era la ley.

- Cualquier forma de culto a otro dios que no sea Rao está prohibido y considerado como un
castigo grave cercano a la traición. Tienes tiempo hasta que mis soldados lleguen para sacar
todo lo de valor que quieras salvar. El resto de objetos que queden serán destruidos.

Dicho esto, el hombre empezó a recoger herramientas y materiales y a llevarlos hasta la calle
donde los estaba acumulando en un montón. Mientras tanto, ella y el soldado esperaban
dentro del taller a que llegaran los otros.

- Mi señora, ¿no está siendo muy indulgente?

- Cuando lleguen los otros, destruid todo lo que haya aquí. Apresad al hombre y llevadlo
hasta la plaza mayor. Servirá de ejemplo. - dijo antes de irse de la habitación.

- Cómo ordene.

Kara salió de la casa a tiempo para ver llegar a una decena de sus soldados. El padre, que se
encontraba fuera, miraba con horror cómo entraban en su hogar mientras el pequeño se
escondía entre sus piernas.

Cuando los soldados hubieron acabado con el interior salieron fuera y apresaron al padre. El
niño lloraba desconsolado preguntando por qué se llevaban a su padre. Kara se arrodilló
delante de él y le explicó que su padre había hecho algo malo y tenía que ser castigado e hizo
entrar el niño en la casa.
Cuando Kara llegó al centro de la plaza, cerca del pozo, la gente se empezaba a acumular
alrededor del hombre detenido que estaba arrodillado con la cabeza gacha dentro de un
círculo formado por los soldados.

Kara entró en el círculo y se dirigió a la multitud que crecía por momentos.

- Este hombre ha sido hallado culpable de herejía y será castigado por ello. - empezó Kara y
se oyó un murmullo general. Kara sabía cuál era el castigo, pero provocar a la multitud con
una ejecución era demasiado arriesgado en ese momento. - El castigo es ser quemado en la
hoguera, pero he decidido ser piadosa esta vez. Recibirá veinte latigazos y será obligado a
trabajar en el templo de Rao durante el próximo año. Y lanzo una advertencia al resto de
herejes que haya en esta ciudad: o renunciáis a vuestros antiguos dioses o pasaréis por el
fuego.

- ¡¿Se puede saber qué está pasando aquí?! - se oyó la voz de Sam gritar entre la multitud. No
tardó mucho en abrirse paso y encontrarse de cara con Kara.

- Este hombre es un hereje y debe ser castigado. ¿Alguna objeción, gobernadora?

Kara pudo ver cómo Sam tensaba su mandíbula, esperaba que diera alguna señal de rebeldía,
pero en cambio solo asintió y bajó la cabeza.

Un soldado se encargó de ejecutar el castigo. Mientras tanto, Kara se acercó a Sam para
hablar con ella.

- Si hay un hereje, habrá más. Quiero que indique a mis hombres donde estaban situados
todos los templos de los antiguos dioses de la ciudad. En algún lugar se tendrán que reunir.
Parte 1 3/5
Chapter Notes
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- ¡Hay que hacer algo! ¡A este paso va a quemar la ciudad entera! - gritaba furioso Ben
Lockwood.

Después de que Kara diera con el primer hereje, envió a sus hombres a investigar los templos
de los dioses antiguos que se suponía que debían estar abandonados y se encontró con que no
hacía mucho allí se habían realizado ritos. Mandó a quemar cada uno de los edificios.

Después decidió hacer una caza de brujas y ordenó a sus hombres que buscaran en cada
hogar signos de herejía. Cada casa donde había rastros de herejía fue quemada y los que
vivían allí eran arrastrados hasta los calabozos a la espera de ser ejecutados.

- Normalmente no suelo estar de acuerdo con el señor Lockwood, pero tiene razón. Está
quemando nuestros templos y es cuestión de tiempo que empiece con los prisioneros. - dijo el
líder del gremio de los hilanderos.

- Hay que matarla antes de que nos mate ella a nosotros. - afirmó Ben.

- ¿Qué opina la Luthor? - preguntó el líder del gremio de los mercantes mirando en dirección
a Lena que estaba callada en una esquina observando la discusión.

- Soy la primera que quiere ver a la princesa muerta, pero hacerlo ahora mismo pondría a
Gimina en el punto de mira de la Casa de El. Lo mejor sería debilitarla sin atacarla
directamente y, sobre todo, que parezca un accidente.

- ¿Alguna sugerencia? - preguntó burlón Ben.

- Tiene pocos soldados. Sería una pena que sufrieran un terrible accidente mientras están
registrando alguna casa.

****

Era media tarde y Kara estaba en la plaza central viendo cómo los soldados iban trayendo
gente. Hasta ahora había unos cinqueta de detenidos. Desde su posición podía ver como
diferentes columnas de humo salían de entre las casas señal de que sus soldados están
llevando a cabo la misión quemando cada resto de herejía.

La ciudad, ese día, se había levantado más silenciosa que nunca. La gente pasaba asustada
por la plaza temiendo ser los siguientes en ser arrestados. No era algo que pasara
desapercibido por Kara. Ella no estaba disfrutando para nada de aquello, pero adorar los
antiguos dioses significaba ir en contra de Rao y la Casa de El.

De pronto, una fuerte explosión resonó en la ciudad y una estampida de gente salió corriendo
de los callejones del este de la ciudad.
****

Kara no tuvo la oportunidad de ver el amanecer desde su mirador privilegiado esa mañana.

Después de la explosión, todo había sido un caos. La gente había corrido asustada en todas
direcciones en estampida arrollándose los unos a los otros. Una columna espesa de humo
negro había destacado de entre el resto y fue allí donde la rubia se dirigió. A medida que se
había acercado, el olor a quemado era más fuerte. Al girar una última esquina, había podido
ver a gente tendida en el suelo, algunos de ellos inconscientes, algunos de ellos gritando de
dolor y a otros demasiado en shock para decir algo. Una de las casas tenía un gran agujero
por el que salía el espeso humo. James había llegado poco después a su lado para mirar el
horrible escenario.

Por lo que habían podido saber unas horas después, cinco de sus soldados habían encontrado
un pequeño altar a los antiguos dioses en un taller de tintes. Algo había salido mal al
quemarlo. James sospechaba que, cerca del altar, debería haber algún material explosivo y,
con las llamas, estalló matando a los cinco hombres. Los trabajadores del taller que se
encontraban fuera también habían sido heridos, pero, afortunadamente, el impacto fue más
pequeño para ellos.

Era su culpa. Los soldados solo estaban siguiendo sus órdenes y ahora estaban muertos.

Se pasó el resto de la tarde y noche ayudando a apagar el pequeño incendio que se había
generado y llevando los heridos al médico de la ciudad cuya consulta se encontraba en la
plaza. La consulta no era muy grande y tuvieron que llevar parte de los heridos, los más
leves, al palacio de la gobernadora.

Una vez estuvo todo hecho, Kara, James y el resto de soldados se habían llevado los
cadáveres de sus compañeros para hacerles un funeral digno a la mañana siguiente y rezaron
para que Rao cuidara de sus almas. Cuando acabaron, mandaron a sus soldados a acabar con
las pocas inspecciones que quedaban y James y ella fueron hasta el palacio de Sam para
comprobar si necesitaban más ayuda a lo que Sam les contestó enfadada que ya habían hecho
bastante.

Todos ellos estaban destrozados física y mentalmente, tanto sus soldados como ella misma.
Cinco de sus hombres habían muerto y varios civiles estaban heridos. James había insistido
en que necesitaba descansar, pero Kara no estaba dispuesta a enfrentar su sentimiento de
culpa en sus pesadillas y se había negado a ir a dormir. James, en cambio, regresó a la casa a
descansar.

La rubia se sentó en la silla del despacho de Sam como James llevaba días haciendo y se
sumergió entre el papeleo. La habitación tenía todas las paredes tapizadas con gruesas telas
bordadas con motivos florales. La gran mesa del despacho estaba situada en el centro de la
estancia iluminada por una gran ventana a su derecha.

Ya prácticamente habían acabado los registros, así que tenía que empezar a planear las
ejecuciones de los herejes. El número de detenidos había aumentado hasta unos setenta. ¿De
verdad iba a quemarlos a todos vivos? El rostro del hijo del primer hereje le cruzó la mente.
****

Al cabo de unas horas, Sam entró a su despacho para encontrarse a la rubia profundamente
dormida encima de los papeles. La morena pensó en qué fácil sería acabar ahora con ella. Si
Ben Lockwood hubiera estado allí seguro que la rubia ya estaría muerta.

Un murmullo de la rubia interrumpió los pensamientos de Sam. ¿Le había parecido entender
“Lena”? ¿Kara sospechaba que Lena estaba en Gimina?

Esto era algo que necesitaba discutir con el consejo, igual que las consecuencias de su
fantástica idea para matar los soldados que había acabado con la consulta del médico y su
palacio llenos de civiles heridos.

Justo en ese momento la rubia abrió los ojos sobresaltada y miró confundida a Sam.

¿Dónde estaba? No lograba orientarse o entender qué estaba pasando. Tuvo que enterrar la
cabeza entre sus manos durante unos segundos para hacer memoria de todo lo que había
pasado las últimas horas. No, no había sido una pesadilla.

- Mi señora, ¿os encontráis bien? - preguntó Sam rodeando el escritorio para situarse al lado
de Kara.

- Ha sido un día muy largo, o días. No lo sé, he perdido la noción del tiempo... - aceptó Kara
sin fuerzas.

- Quizá necesitáis descansar.

- Es difícil con la casa llena de gente que te recuerda lo que ha pasado. No sé ni cómo mirar a
mis hombres a la cara. - dijo derrotada.

- Si me permitís la sugerencia, entre los viñedos que rodean la ciudad hay una pequeña
cabaña. Allí seguro que podréis descansar en paz. Se os ve agotada.

Kara se lo pensó. No era buena idea salir sola sin protección fuera de los muros, pero no
quería tener que mirar a la cara a ninguno de sus soldados. Quería, por una vez en el último
mes, relajarse en paz y sin tener que preocuparse por nada más.

- Supongo que no me hará ningún daño.

- Si queréis puedo mandar a alguien a acompañaros hasta allí.

Kara negó con la cabeza.

- Si me indicáis cómo llegar, es suficiente.

Después de unas breves indicaciones, Sam prestó uno de sus caballos a Kara, así como algo
de comida y la rubia salió disparada de la ciudad.

Hasta que no estuvo fuera no se dio cuenta de lo mucho que había necesitado respirar aire
fresco del exterior. Aunque su plan era ir directamente a dormir a la cabaña, quedó
ensimismada por el paisaje y por los campos. A pesar de ser invierno, el paisaje era hermoso.
Se preguntaba cómo debía ser en verano.

A media tarde, el hambre llegó y subió a la cima de una de las pequeñas colinas que rodeaban
Gimina. Se sentó allí mismo sobre una roca con vistas a la ciudad y comió lo justo y
necesario para saciarse. La cabaña no quedaba muy lejos. Empezaba a necesitar
urgentemente dormir horas de sueño decentes.

Llamar cabaña al lugar quizás era ser exagerado. A duras penas era una pequeña estructura
hecha de ramas con un montón de paja en su interior. Pero, en su estado, era más de lo que
necesitaba. Ató el caballo a un poste y se echó a dormir profundamente.

****

Sam había aprovechado que Kara estaba fuera de la ciudad y que sus soldados estaban
dormidos o borrachos en la taberna para convocar una reunión urgente del consejo.

- ¿Se puede saber que ha sido eso? Habéis herido a nuestra propia gente. - les recriminaba
Sam.

- Lo importante es que solo han muerto soldados. El resto se pondrá bien. - intentaba
calmarla Ben.

- ¿Lena? - preguntó Sam a la morena consciente de que seguramente el plan había sido todo
cosa suya. Ben era demasiado estúpido para pensar algo tan sofisticado.

- A mí no me mires. - dijo Lena levantando las manos. - Alguien puso explosivo de más. -
añadió mirando a Ben.

- Era para estar seguros de que era efectivo. - se defendió Ben. - Y visto como ha salido todo,
podríamos decir que ha sido todo un éxito. Tenemos que planear el siguiente ataque.

- Nada de siguientes ataques. Matar a más soldados solo llamaría aún más la atención.
Además, es posible que Kara sospeche algo. - informó Sam.

- ¿A qué te refieres? - preguntó Lena preocupada.

- Esta mañana me la he encontrado dormida en el despacho y estaba murmurando tu nombre,


Lena. Quizá sabe que estás aquí. - le dijo mirándola fijamente.

La morena recordó el día en el que se había cruzado con Kara por el mercado. Entonces, sí
que la había reconocido. Tenía que contárselo a Sam, en privado.

- Si sospechara algo en tu contra, Sam, ya lo sabríamos. Es bastante descarada en cuanto a su


justicia. No hay que alarmarse. - dijo Ben sacándole hierro al asunto. - Están debilitados hay
que dar otro golpe, es el momento.

- No, si hacemos algo ahora aumentarán las sospechas. Debemos esperar a que las aguas se
calmen. Y necesitamos saber por qué murmuraba el nombre de Lena. ¡Por Terha! - dijo Sam
dando por acabada la reunión a lo que todos respondieron al unísono y se fueron.
- ¿Podemos hablar un momento, Sam? - le dijo Lena antes de que la otra morena se fuera.

- ¿Sucede algo?

- Si te dijera que es posible que la princesa sospeche que estoy en Gimina porque me vio un
día por el mercado, ¿qué me dirías? - preguntó algo temerosa Lena.

- Que espero que estés bromeando. ¿Cómo se te ocurre?

- Me estaba asegurando que la princesa no metiera las narices donde no tocaba.

- ¿Estás segura de que te vio? ¿Te intentó seguir?

- No lo sé, me fui antes de comprobarlo como comprenderás.

- Vamos a dejar que se tranquilicen las cosas antes de hacer nada más. Y tú, estate quietecita.
- bromeó Sam a lo que Lena respondió echándose a reír.

****

Tuvo un despertar algo extraño Kara. Era consciente que había vuelto a soñar con Lena, para
variar, pero esta vez no lograba recordar qué había pasado, ni tan siquiera si había sido una
pesadilla o no.

Pero algo más no estaba bien a su alrededor. ¿Era el lugar dónde se había quedado dormida?
No, sabía perfectamente dónde estaba y por qué. ¿Qué más no encajaba?

Campanas, estaban sonando las campanas de la ciudad.

Salió rápido al exterior para ver una gran columna de humo negro que contrastaba con el
cielo naranja del atardecer. Se montó en el caballo y corrió dirección a Gimina. ¿Qué había
pasado ahora?

Chapter End Notes

Próximo capítulo el viernes:

- Escuchad mi plan, esta noche la princesa la va a pasar lejos de Gimina. – respondió


Lena.
Parte 1 4/5
Chapter Notes
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La gente se había organizado para transportar cubos llenos de agua hasta la taberna que
estaba completamente cubierta de llamas. El fuego se estaba empezando a propagar hacia las
casas vecinas.
Kara pudo ver como uno de los soldados de Gimina salía del interior cargando a un hombre
que parecía inconsciente. Le echaron un cubo de agua por encima al soldado y volvió a entrar
en el edificio mientras la gente desesperada intentaba apagar el fuego.

- ¿Queda alguien dentro? - preguntó Kara al hombre con el cubo.

- La taberna estaba llena de gente cuando ha empezado el incendio, mi señora. A penas,


hemos sacado a la mitad.

- Échame agua. Yo también voy a entrar. - le ordenó Kara.

Después de recibir la ración de agua, entró tapándose la boca y la nariz con la ropa mojada y
se puso a buscar supervivientes en aquel infierno de llamas. El aire quemaba y era difícil de
ver algo o respirar allí dentro. Logró ver a un hombre totalmente cubierto de llamas que se
estaba retorciendo de dolor. No podía hacer nada por él ya.

Siguió buscando y encontró una mujer inconsciente en el suelo, aún respiraba. La cogió como
pudo y la llevó hasta el exterior con cuidado. Y se volvió a meter en el interior.

Al cabo de pocos minutos el edificio se vino abajo. Había sacado a tanta gente como pudo,
pero no estaban todos. Además, no se había visto salir a una mujer que también estaba
sacando heridos. Por aquel entonces, todos los edificios colindantes a la taberna ardían,
aunque ya estaban vacíos.

La gente dejó de luchar contra el fuego. Aquella manzana de casas ya estaba perdida y se
limitaron a evitar que se contagiara a otras.

Kara podía notar como el hollín cubría su cuerpo y su garganta quemaba. Tuvo un gran
ataque de tos debido al humo y le costó unos instantes y algo de agua recomponerse.

Había gente llorando por todas partes, algunos se intentaban echar a las ruinas en llamas
gritando que aún quedaba gente dentro, otros lloraban sobre cuerpos calcinados.

Kara alcanzó a ver armaduras de sus hombres entre los muertos. Para variar, sus hombres
debían estar pasando la noche en la taberna. Dos noches en vela seguidas en las que había
perdido a sus hombres. O Rao la estaba castigando o allí había alguien que estaba intentando
acabar con ellos de maneras más que retorcidas. Gimina no era la primera ciudad en sufrir ese
tipo de ataques.
No tenía fuerzas para enfrentar a sus muertos, así que fue a revisar a los soldados heridos:
tres en total. Dos de ellos, estaban inconscientes. Kara se acercó al que seguía despierto
tumbado en el suelo. Era de los soldados más jóvenes que se había traído a Gimina. Tenía una
grave quemadura en su lado derecho desde las piernas hasta la cara. Quizá él le podría decir
algo.

- Mi señora. - la saludó el hombre intentando incorporarse.

- No, por favor. Quédate quieto. ¿Sabes qué ha pasado? - le preguntó Kara agachándose al
lado del hombre para poder estar más cerca de él y le apretó la mano izquierda.

- No vi mucho, señora. Acompañaba al capitán Olsen a la taberna. Tenía noticias importantes


para usted y no la encontraba, así que dijo que iría a buscar a los hombres que había en la
taberna. Decía que ya empezaba a ser hora que alguien les cantara las cuarenta por estar todo
el día borrachos… - bromeó el joven.

Era cierto, ella le había pedido a James que los fuera a buscar. Un momento, ¿dónde estaba
James?

- Mientras el capitán estaba riñendo a los soldados, se oyó una fuerte discusión en la
trastienda. Después el fuego lo inundó todo y no pude ver mucho más.

- ¿Sabes dónde está el capitán Olsen?

El chico se limitó a negar con la cabeza y soltó una mueca de dolor.

- Descansa, ya ha acabado todo.

Kara se levantó y fue a revisar al resto de soldados que quedaban vivos. De los otros dos, uno
no parecía tener heridas excesivamente graves pero el otro sería difícil que llegara al
amanecer.

Tocaban los muertos, cuatro en total portaban armaduras reales. Se acercó a ellos. Dos de
ellos aún eran reconocibles, pero había dos de los cuales no quedaba ni el rostro. Uno de ellos
llevaba puesta la armadura de capitán. Era James. Kara se arrodilló al lado del cuerpo de su
mejor amigo y se limitó a llorar desconsolada.

****
Lena no confiaba en Ben Lockwood, así que después de la reunión se dedicó a seguirlo por
toda Gimina. No había hecho gran cosa aparte de pasearse por toda la ciudad. Compró
algunas cosas en el mercado, pasó a admirar su obra en el taller de tintes y poco más.

Sin embargo, cerca del atardecer, lo vio reunirse con el líder del gremio de los hilanderos y
cómo murmuraban cosas entre ellos en un pequeño callejón. Continuó siguiéndolos hasta que
se metieron en un pequeño patio de una de las casas. ¿Qué estarían tramando?

Lena tuvo que esconderse rápido entre las sombras cuando un par de soldados reales pasaron
cerca dirección a la taberna, uno de ellos parecía ser el capitán. Entonces Lena entendió que
estaban tramando esos dos. En cuanto pudo, se metió por la misma puerta que Ben y el otro
hombre y llegó a un pequeño patio separado por un muro del patio trasero de la taberna. Unas
cajas amontonadas permitían saltar al otro lado y allí, tras la taberna, se encontró con los dos
antorcha en mano al lado de las reservas de alcohol. Pretendían hacer arder la taberna y los
soldados que había dentro. Les gritó que pararan, que dentro de la taberna había demasiados
civiles inocentes. Intentó luchar contra ellos, pero eran dos contra uno y la taberna ardió.

Ayudó tanto como pudo, pero, cuando la princesa llegó, tuvo que volver a su escondite.

El recuento final era de nueve civiles muertos y catorce heridos. En el momento del incendio
había siete soldados reales en la taberna: cuatro habían muerto en el incendio, incluido el
capitán; tres habían salido heridos, pero uno había muerto poco después del amanecer. Así
que el maldito Ben Lockwood había quemado ocho casas, matado a nueve inocentes y herido
a otros catorce solo para matar a cinco soldados reales. Estaba furiosa. Esa no era su manera
de actuar.

La princesa no había dado señales de peligro durante gran parte del día. Después del segundo
entierro de sus soldados, se la había visto andar sin rumbo por las calles de Gimina.
Aprovechando que Kara estaba en shock, Sam mandó buscar a los dos culpables a sus
palacios y los ejecutó allí mismo.

Pero, al llegar la noche, llegaron las últimas malas noticias. La princesa había descubierto que
en Gimina había un aliado de los Luthor llamado “Reign”, apodo que usaba Sam para sus
tratos con los Luthor, y estaba convencida de que era él o ella quién había orquestado la
muerte de sus hombres. No quería ni imaginarse lo que pasaría si descubría a Sam.

****

Habían hecho una ceremonia simple para los cinco caídos. Kara había estado en primera fila,
pero su mente estaba más lejos que nunca. Se había pasado el día en medio de una neblina.
Prácticamente no recordaba nada de ese día hasta que por la noche leyó el mensaje con las
noticias que traía James.

Winn había descubierto en los documentos de los Graves que tenían un contacto importante
en Gimina apodado “Reign”. Estaba segura que ese no era un nombre real, tenía que
descubrir quién era y hacerle pagar cara la sangre que había derramado.

En las pocas horas de sueño que había logrado conciliar Kara, James y el resto aparecieron en
sus sueños, lo que hizo que se despertara llorando.

Al día siguiente, mandó a los soldados que quedaban a ayudar a sacar lo quedaba bajo los
escombros de la taberna mientras ella se sumergía en el papeleo que James había dejado. No
parecía que hubiera indicios de nada raro en allí. Ahora que había dado con el nombre de
Reign, empezaba a pensar que estaba encarando mal la investigación y que Sam no tenía
nada que ver con aquello. Bien podía estar moviendo los hilos Reign desde las sombras sin
que Sam se diera cuenta. A lo mejor los gremios tenían algo que ver en todo ello.

Al medio día, cogió algo de comida y bebida y fue a llevársela a los soldados. Cuando llegó,
parecía que uno de sus soldados estaba discutiendo con una mujer.
- ¡No hacéis más que traer desgracias a Gimina! ¡Largaos! - le recriminaba al soldado. Kara
se acercó y se interpuso entre los dos.

- Por favor, solo tratamos de ayudar. - le dijo la rubia intentado que la mujer se calmara.

- Queréis ejecutar a nuestra gente y habéis destruido nuestras casas. Volved al sur de donde
nunca os deberías haber ido. - añadió un hombre poniéndose al lado de la mujer.

La gente los empezó a rodear y a maldecir hasta que, en un momento dado, una piedra salió
volando en dirección a Kara que logró esquivarla por poco. Entonces, la multitud empezó a
atacarlos con lo que tuvieran a mano y tuvieron que salir corriendo hacia la casa donde se
habían instalado con la multitud pisando sus talones.

Cerraron todas las puertas para impedir que la gente entrara, pero empezaron a lanzar piedras
rompiendo los cristales de las ventanas y las tuvieron que tapar con los muebles que
encontraron a mano. La casa se había convertido en una pequeña barricada atacada por
ciudadanos enfadados.

Al cabo de unos minutos se oyeron unos cuantos disparos y como la multitud se dispersaba.
Kara se asomó con cuidado y vio a los soldados de Sam formar un cordón alrededor del lugar
que los protegía de la gente de Gimina.

Sam se acercó y llamó a la puerta. Kara mandó abrirla y dejar entrar a la mujer.

- ¿Están todos bien? - preguntó Sam nada más entrar.

- A parte de algún arañazo estamos bien. ¿Qué hay de los soldados que estaban con el
médico?

- Les he puesto una escolta, no les pasará nada. ¿Qué ha sucedido?

- Una revuelta, creo que es evidente. - le contestó enfadada Kara.

- Eso lo veo. Lo que quiero saber es qué hicisteis para que la gente se pusiera así.

- Solo estábamos ayudando y ellos atacaron sin motivos. Son unos desagradecidos, estamos
aquí por vuestro bien.

- Mi señora, desde que han llegado, no han hecho nada más que acusar, detener y quemar. La
gente está enfadada.

- ¿Estás cuestionando a la corona?

- Solo me he limitado a resumir vuestras órdenes. Con diez soldados poco podéis hacer aquí.
Cuando los dos heridos estén bien para viajar, os sugiero que os vayáis de Gimina. No puedo
estar protegiéndoos indefinidamente de mi gente. - le dijo Sam haciendo hincapié en el “mi”.
Dicho esto, se fue sin más.

Kara sabía que la morena tenía razón. Había fracasado. Había fracasado en Gimina y había
dejado que Lena Luthor se le escapara dos veces.
Y había perdido a James. Por lo menos tenía que descubrir quién era “Reign”.

****

En mitad de la noche, Kara se escabulló de la casa y se metió en la ciudad. Aprovechando la


oscuridad y las sombras, llegaría hasta la casa de la gobernadora y acabaría con el papeleo
para poder centrarse en buscar a Reign. Poco le quedaba para llegar hasta el palacio cuando
vio como una figura de una mujer cubierta por una capucha se movía por los callejones.
Juraría que era Sam.

Aquello le pareció muy sospechoso y decidió seguirla. Después de girar un par de esquinas,
Sam paró delante de una puerta y pareció mirar en todas direcciones para ver si alguien la
vigilaba, pero Kara consiguió esconderse antes de que la viera detrás de una esquina. Cuando
volvió a mirar en dirección a Sam, ésta ya no estaba.

Sam tramaba algo. Siguió sus pasos y se acercó a la puerta que estaba entreabierta, pero no
salía ninguna luz de dentro.

- ¡La princesa! ¡Ha salido de su escondite! - gritó una mujer cuya voz le resultaba familiar.
Hubiera jurado que era la voz de Lena. Pero no le dio tiempo a buscarla, la había delatado y
la gente se lanzaba contra ella y tuvo que salir corriendo de vuelta a la casa fuera de las
murallas.

Aquello no había sido imaginación suya. ¿Lena estaba en la ciudad? ¿Desde cuándo?

****

Lena cruzó corriendo la puerta que la llevaba hacia donde estaba teniendo lugar la reunión
del consejo. Todos se sorprendieron por su llegada tan abrupta.

- Llegas tarde. - le dijo Sam.

- Te estaba cubriendo. Kara te ha seguido hasta aquí. - le explicó Lena después de recuperar
el aliento.

- ¡¿Cómo?!

- Solo te ha visto entrar aquí. Le he echado la gente encima cuando iba a entrar. Pero si no
sospechaba de ti antes, ahora seguro que lo hace.

- Si descubre que la gobernadora es una aliada de los Luthor, estamos acabados. Será
cuestión de tiempo de que nos descubran a todos. Es el momento de matarla. - gritó alterado
un Morgan Edge.

- Por enésima vez, esa no es la solución. ¿Quieres echarnos los lobos encima? - le gritó harta
Sam de ese idiota. - Tenemos que pensar en otra cosa.

- Un cebo. - dijo Lena seria.

- ¿Quieres que sacrifiquemos a alguien? - se horrorizó Sam.


- No, quiero alejar a la princesa de Gimina haciendo yo de cebo. - contestó Lena haciendo
que Sam la mirara aterrorizada. - No me mires así. Puedo con una princesita, no me pasará
nada. Con un poco de suerte, la haré mi prisionera y la llevaré hasta casa.

- ¿Y si te atrapa ella a ti? ¿Tienes idea de lo que te puede hacer?

- Soy más valiosa viva que muerta. Los muertos no cuentan cuentos.

- Pero los torturados, sí.

- Puedo cuidar de mí misma. Escuchad mi plan, esta noche la princesa la va a pasar lejos de
Gimina. – respondió Lena.

****

Kara se paseaba intranquila arriba y abajo de la casa. ¿Lena Luthor estaba en la ciudad? ¿Y si
era ella Reign y estaba detrás de todo? Por fin podría vengarse. E iba a matar a dos pájaros de
un tiro.
Unos golpes en la puerta de la entrada sobresaltaron el silencio.

Kara fue rápido a abrir sin ni siquiera tomar precauciones. Al otro lado, había un soldado de
Gimina que parecía haber llegado hasta allí corriendo. Estaba jadeando parado delante de
ella.
- Lena Luthor… la han visto en los túneles…

- ¿Qué túneles?

- Los que unen la ciudad. Deberían estar todos cerrados, pero la han visto entrar en ellos.

Esta era su oportunidad, a la tercera iba la vencida. Cogió su espada y su revólver y mandó al
guardia a guiarla hasta la entrada del túnel. Cogió una antorcha y se metió en él bajando unas
escaleras.
Avanzó a través de esos túneles estrechos y bajos. En algunos puntos, incluso tenía que
agachar la cabeza para no golpeársela. A penas podía ver a un par de metros de distancia de
ella, el lugar estaba realmente oscuro. Amartilló el revólver, todo aquello parecía una trampa.

- Vaya, la princesa ha encontrado mi escondite. - resonó la voz de Lena a través del pasillo
que tenía delante. Kara continuó andando apuntando hacia delante. Solo lograba ver
oscuridad delante de ella.
- No te vas a escapar esta vez, Luthor. Pagarás por todo.

- Exactamente, ¿qué es por lo que tengo que pagar? - contestó Lena cuando apareció su figura
dentro del halo de luz de la antorcha de Kara. La rubia apuntó con el arma a la morena.

- Por todas las muertes que los Luthor que habéis causado, empezando por la de James.

- Me parece que no. - sonrió confiada Lena antes de empezar a correr por el pasillo en
dirección contraria a Kara volviendo a la oscuridad.
Kara disparó un par de veces, pero los pasos de Lena continuaban alejándose. No le había
dado. Guardó el arma y salió corriendo tras ella. Un punto de luz empezaba a hacerse cada
vez más grande, estaban cerca de la salida. Lena salió de los túneles y Kara, tras ella.

La entrada del túnel estaba al final de un pequeño y estrecho callejón sin salida. Kara logró
ver a Lena girando una esquina y la siguió tirando la antorcha en cualquier sitio. Después de
girar por algunas calles llegaron a la entrada de la ciudad donde había algunos caballos atados
a los postes. Lena cortó una de las cuerdas y se subió a uno saliendo de la ciudad. Kara siguió
su ejemplo y salió de la ciudad.
Lena empezó a subir por una de las colinas en dirección al este y Kara la siguió. Desde allí
arriba, pudo ver a soldados reales acercarse a la ciudad. Bien, ya no se tendría que preocupar
más por Gimina y se podría centrar en Lena.

La persecución duró unos minutos más hasta que Lena entró en un bosque campo a través.
Kara intentó seguirla, pero en el bosque de noche no tardó en perderle el rastro. Una vez
saliera el Sol, tendría su oportunidad. Si intentara seguirla en ese momento, sería una presa
fácil para Lena.

Salió del bosque por el mismo lugar por el que había entrado, ató el caballo a un tronco y
esperó al amanecer.

Chapter End Notes

Próximo capítulo el martes:

- No sabes cuánto he soñado en esto, Lena.


Parte 1 5/5
Chapter Notes
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Kara descansó tanto como pudo hasta que el Sol apareció por el horizonte. Dejó el caballo
donde estaba y entró en el bosque. No tardó mucho en encontrar el rastro de Lena. Con un
poco de suerte, la morena no se habría alejado mucho esa noche.

La mayoría de los árboles allí eran pinos de corteza negra, tronco fino y con todas las ramas
concentradas en la parte más alta a cuatro o cinco metros de altura. No había muchos arbustos
lo que permitía ver a bastante distancia de donde se encontraba. Debía haber estado siguiendo
el rastro una media hora cuando pudo ver, entre la vegetación, el caballo sobre el que iba
montada Lena cuando salió de Gimina. Se acercó silenciosamente y se escondió detrás de un
pequeño arbusto a observar. Había restos de una pequeña fogata ya apagada al lado del
caballo y algunos objetos esparcidos alrededor. No parecía haber nadie cerca.

Un ruido detrás de Kara la alertó justo cuando Lena se estaba abalanzando hacia ella cuchillo
en mano. Kara esquivó por poco el ataque, pero el cuchillo le había hecho un pequeño corte
en su costado. Lanzó un golpe a la mano de Lena que sujetaba el arma provocando que se le
cayera el arma.

Lena dio un salto para atrás separándose de Kara. Ambas sabían que, en un combate cuerpo a
cuerpo, un kryptoniano tenía ventaja y, esta vez, Kara estaba entre Lena y su única
escapatoria, el caballo. Kara atacó a Lena con un puñetazo que la morena llegó a esquivar por
poco, pero no tuvo tiempo de esquivar la patada que la rubia había lanzado a continuación y
cayó boca arriba al suelo.

Cuando se fue a levantar se encontró con el cuerpo de rubia encima de ella inmovilizándola.
La agarró por las muñecas y le colocó las manos a cada lado de su cabeza.

- No sabes cuánto he soñado en esto, Lena.

- Sé que sueñas conmigo. ¿Algo a confesar, princesa? - la miró sugerente la morena.

- Solo que estoy disfrutando mucho de haberte atrapado, Luthor.

- Ya te gustaría a ti haberme atrapado. - rio con sorna Lena. Kara no entendía a qué se refería.
Levantó la cabeza para mirar a su alrededor. No se veía a nadie cerca para ayudarla. Bajó
rápido la cabeza para volver a mirarla, pero el movimiento le provocó un gran mareo.
Empezó a ver doble y a sentir un hormigueo por todo su cuerpo. - ¿No esperarías que fuera
tan tonta de enfrentarme a ti cuerpo a cuerpo? Las dos sabemos cómo habría acabado esto. El
cuchillo estaba bañado en un veneno que te dejará dormida un rato. Qué tengas dulces
sueños, sobre todo si estoy yo en ellos.

Lena se deshizo del agarre de Kara y la tiró a un lado. La rubia no tardó mucho en quedar
completamente inconsciente. Siguiente paso: atar a la princesa antes de que despertase y
cargarla en su caballo. ¿Dónde lo debía haber dejado?

Una vez estuvo atada inmovilizada de manos, la ató a un árbol, escondió sus armas en su
propio caballo y fue a buscar su caballo. Lo encontró en el límite del bosque y volvió sobre
sus pasos.
Desató a la rubia del árbol e intentó cargarla encima del caballo, pero la princesa pesaba
demasiado para ella.

- ¿Y ahora cómo te subo yo aquí? - pensó en voz alta Lena. - Lo tengo.

Pasó una cuerda alrededor del pecho de Kara y por debajo de sus brazos y lanzó el otro
extremo por encima de una rama que parecía bastante fuerte. Ató a la cuerda a la silla de su
propio caballo e hizo que se moviera en dirección opuesta a la rubia de manera que fue
tirando de la cuerda y la rubia poco a poco fue quedando colgada del árbol.

Lena entonces cogió el caballo de Kara para colocarlo debajo de ella y, cuando estuvo cerca
de la rubia, se dio cuenta de que esta ya estaba despierta.

- Vaya, eso ha sido rápido. Supongo que es cosa del metabolismo kryptoniano. - la saludó
Lena y Kara abrió la boca intentando contestar, pero solo consiguió soltar sonidos sin sentido.
- Relájate, princesa. Aún falta un rato para que puedas articular alguna palabra decente o
moverte.

Lena acabó de colocar el caballo de Kara debajo de ella y la hizo descender. Ahora ya tenía a
la rubia subida al caballo. Era hora de ponerse en marcha. Se montó en su propio caballo y,
agarrando las riendas del caballo de Kara, se dirigió hacia el noreste, hacia el cuartel de los
Luthor, a casa.

Lena tenía ganas de ver la cara que se le iba a quedar a Lex. Ella solita había conseguido
atrapar a la princesa Kara Zor-El. Se iba a morir de envidia. Y, con un poco de suerte, el
regalo serviría para apaciguar el enfado que seguro su padre tendría después de lo ocurrido
con los Graves y Gimina. Ella también había visto a un centenar de soldados reales llegar a la
ciudad. Solo esperaba que Sam estuviera bien.

****

Estaba empezando a anochecer y, después de viajar sin descanso, solo para que los caballos
bebieran algo de agua, habían cruzado el bosque y se dirigían a la sierra que servía de
frontera entre Terha y Daxam. Las montañas escarpadas eran un buen lugar para esconderse y
así había sido por casi veinte años. Ahora caminaban por un claro quedando las montañas
frente ellas. En la falda de la montaña corría un pequeño río que, a esas alturas de su curso,
bajaba manso.

La princesa no había pronunciado una sola palabra a pesar de que Lena estaba segura que el
efecto de la droga ya debería ser lo suficiente débil como para que incluso pudiera moverse.
Tenía que volver a drogarla si no quería que la rubia recuperara la suficiente fuerza como
para deshacerse de las cuerdas. Lena suspiró, lo mejor era parar. Encontró un pequeño rincón
cerca de la riba que parecía un buen lugar para acampar.
Bajó del caballo y los ató a los dos en los restos de un árbol que hacía tiempo que había
caído. Empezó a recoger algunas ramas y material para hacer una fogata. Cuando acabó, se
giró hacia la rubia que la miraba sin desmontar de su caballo. Si las miradas mataran, ...

-Si quieres pasar la noche ahí, pero ya sé que puedes moverte lo suficiente como para bajar
por ti misma. Si quieres, te puedo tirar. Será divertido ver tu cara contra el suelo. - bromeó
Lena. Kara solo bufó y bajó con algo de dificultad. Aún se sentía débil. Podría haber
intentado escapar, pero en su estado no podía cabalgar, como mucho ir al trote ligero. Se
sentó cerca del fuego que estaba encendiendo Lena.

Al cabo de poco rato y ya con la fogata encendida, Lena se acercó al caballo donde tenía
comida guardada junto con una pequeña botella de cristal con líquido y una aguja. Kara la
miró extrañada. Lena le dio algo de pan y un poco queso para que comiera y se sentó al otro
lado de las llamas.

- Era una trampa desde el principio, ¿verdad? - preguntó Kara resignada mirando el fuego.
Esa era la única explicación para el hecho de que Lena iba cargada con lo necesario para
viajar y mantenerla prisionera.

- Supongo que como buena kryptoniana no te habías dado cuenta hasta ahora. Sí, desde el
momento en que metiste dentro de los túneles estabas cayendo en mi trampa. Eres demasiado
impulsiva, ¿te lo han dicho nunca? - le preguntó Lena mirándola.

- Por Rao, no te creas tan superior a mí. Yo por lo menos no mato a civiles inocentes. - le
contestó Kara encarándola.

- Tampoco me creerás si te digo que lo intenté impedir. Además, tú no eres la mejor para
hablar. - le respondió, pero Kara solo le respondió con un gesto extrañado.

- Los Graves.

- Eran unos traidores. Ese es el castigo. Es cuestión de tiempo de que tú les hagas compañía.

- Encantadora. - rio Lena. - Suficiente por hoy. Es hora de tu dosis, princesa. - dijo Lena
mientras se levantaba y se acercaba a Kara con la botella y la aguja.

- Kara

- ¿Perdón? - le preguntó Lena parándose delante de ella.

- Mi nombre es Kara.

- Como digas, princesa. - dijo con retintín en la última palabra Lena. Se agachó al lado de la
rubia y mojó la aguja en el líquido de la botella y después pincho a la rubia que no tardó
mucho en volver a caer dormida. - Mira que es mona así tranquilita.

****

El día siguiente tuvo una rutina similar a la del día anterior, solo que Kara notaba como la
droga cada vez le afectaba menos. De hecho, había podido subirse al caballo por ella misma y
un poco de ayuda de Lena.

Y Lena estaba preocupada por ello. No esperaba que el cuerpo de Kara se acostumbrara tan
rápido a la droga. Ya no se quedaba dormida después de pincharla. Tenía que aumentar la
dosis si no quería que la princesa fuera capaz de liberarse.

Ese día la pinchó por la mañana después de montar al caballo y al mediodía. Dado que la
rubia se había dedicado a insultarla y amenazarla mientras era capaz, que se quedara callada
después de las dosis le servía como prueba a Lena de que algo de efecto aún tenían.

Ya estaban subiendo por las montañas al atardecer. Lena montó campamento allí y Kara se
bajó del caballo y se tiró al lado del fuego. Como la noche anterior, Lena cogió algo de
comida y se acercó a Kara para dársela. Kara levantó las manos para coger la comida, pero,
en vez de agarrar los alimentos, agarró la muñeca de Lena y tiró de ella hasta que la hizo caer
al suelo.

Se colocó encima de Lena y usó las cuerdas que debían estar sujetando a la rubia para atar a
la morena mientras se retorcía y forcejeaba, pero Kara tenía más fuerza y Lena no pudo hacer
mucho.

- ¿Qué te parece esto para alguien impulsivo? No te habías dado cuenta que tu droga ya no
me afectaba, ¿verdad? - reía feliz Kara.

- Enhorabuena, princesa. Has logrado que lo poco que tienes en esa cabecita funcione. - se
burló Lena haciendo enfadar a Kara. Había herido su orgullo.

- Tienes dos opciones: o te callas o te hago callar. - amenazó Kara, aunque se dio cuenta de la
doble lectura que había hecho Lena cuando vio su sonrisa burlona. - Con una mordaza. –
aclaró.

Lena, con gestos, indicó que no iba a decir nada más y cogió la comida que le había traído a
Kara y se limitó a comérsela resignada.

****

Los tres siguientes días habían pasado en completo silencio de vuelta a Gimina. Kara feliz
pensando en la recompensa que tendría por llevar a Lena hasta la capital y Lena planeando
cómo librarse de la princesa.

Chapter End Notes

Próximo capítulo:
- Espera, ¿viajamos solas?
Parte 2 1/9
Chapter Notes
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Llegaron a media tarde a Gimina. Kara temía que alguien reconociera a Lena y la intentaran
ayudar a escapar, así que habían evitado los caminos. Si un soldado de Gimina había
conducido a Kara hasta la trampa, era muy probable que los traidores tuvieran mucho más
control de lo que esperaba sobre la ciudad.

Kara prefirió subir por el exterior de la muralla hasta la casa donde se había refugiado con sus
soldados. Necesitaba esconder a Lena. La morena sorprendentemente había estado todo el
camino callada y sin hacer ningún intento de escapar, cosa que hacía que Kara se preocupara.
Lena, por otro lado, se pasó todo el viaje buscando creativas formas de escapar;
preferiblemente si incluían a cierta princesa muerta.

La casa estaba a rebosar de tropas reales. De hecho, había hasta tiendas montadas en el
exterior. Algunos soldados la reconocieron y Kara los envió a buscar a quién fuera que
estuviera al mando. Bajó del caballo y arrastró a Lena a imitarla tirando de su brazo
recibiendo quejas de la morena.

- Para ser una princesa, eres muy poco delicada, princesa. - se burló Lena cuando ya estaba
en el suelo frente a Kara que aún la tenía cogida del brazo.

- Y tú, para ser una prisionera, eres muy insolente.

- ¿Qué puedo decir? Está en mi sangre Luthor cuando se encuentra delante de una
kryptoniana. - sonrió burlona Lena. Un hombre saliendo del interior del edificio les llamó la
atención y se separaron. Kara se adelantó a la morena que quedó a su espalda.

Lena solo pudo pensar en lo creído que se lo tenía la princesa como para darle la espalda a un
Luthor, aunque estuviera esposada.

- Kara, ¡qué alegría verte! Estaba preocupado por no verte por aquí. - recibía J’onn J’onzz a
la rubia que acababa de llegar con la prisionera a Gimina.

- Me alegra verte. ¿Qué hacéis aquí? ¿No deberíais estar con Alex?

- Cuando supimos que mandabas a Winn con soldados hacia el sur, Alex me pidió que viniera
a traerte refuerzos. Después te quejas de que tu hermana se preocupa demasiado por ti.

- La verdad es que es la primera vez que me alegro por ello. Las cosas se habían puesto un
poco complicadas por aquí. Te tengo que pedir un favor, J’onn.

- Lo que sea Kara, ya lo sabes.

- Necesito que me ayudes a esconder a esta prisionera esta noche. - dijo echándose a un lado
para que Lena quedara a la vista de J’onn. - Supongo que sabes quién es.
- Lena Luthor… Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te vi. Has crecido mucho,
pequeña.

- Bueno, veinte años pasan factura. Solo hace falta verte. - contestó seca Lena.

- Vaya, hay cosas que nunca cambian. - rio J’onn. - ¿De dónde ha salido? ¿Cómo la has
capturado? - preguntó confuso a Kara.

- Es una larga historia. ¿Te parece si encontramos algún lugar donde encerrarla y me cuentas
qué ha pasado?

En la casa no había ninguna celda o algo para el estilo, así que decidieron meterla en un
pequeño almacén de apenas un metro cuadrado que se podía cerrar con llave desde fuera
después de desatar sus manos.

Kara se fue a asear y a descansar un rato. Fue la primera vez que había logrado dormir
tranquila en mucho tiempo, demasiado, aunque no podía quitarse de la cabeza a James y al
resto. Había quedado con J’onn para cenar. Él había tenido que irse por la tarde a atender
algunos asuntos y Kara no se quería entrometer. Confiaba en J’onn y, con Lena ya prisionera,
no le preocupaba nada más.

- Los calabozos están a reventar. ¿Qué quieres hacer con los detenidos?

- Si Alex estuviera aquí, me diría que acabara con el trabajo. Pero media Gimina está en
ruinas. Quizá sería mejor que su castigo fuera ayudar con eso.

- ¿Quieres liberarlos?

- No, tienen que recibir algún castigo. Piensa en algo. Que construyan un templo a Rao o algo
por el estilo. No hace falta matarlos a todos.

- Como quieras. Por cierto, Sam se ha esfumado. No hay rastro de ella.

- Vaya… Nunca me acabó de gustar… Me tendría que haber dado cuenta de que era la
primera traidora. - lamentaba Kara.

- No te preocupes, Kara. Con los recursos que te dieron, suficiente has hecho. No es culpa
tuya. - la consoló J’onn y es que en la corte muchos preferían que Kara aceptara su rol y se
mantuviera en un segundo plano. - Hay que tomar el control de Gimina. Como no está la
gobernadora, será fácil asumir sus funciones. Estoy seguro que harás un buen papel.

- J’onn… ¿recuerdas el favor de antes? Pues quizá tengo que abusar un poco más de ti.

- No entiendo.

- Me voy a llevar a Lena hacia el sur, yo sola.

- ¿Estás loca, Kara?

- Gracias.
- Quiero decir, es muy peligroso. ¿Y qué pasa con Gimina?

- Tienes la situación bajo control. Y ya sabes que lo mío no son las cosas de despacho.

- Kara, mucha gente ha dado la cara por ti, tu hermana y tu primo. No les puedes dejar en la
estacada.

- Lo de Gimina ya está solucionado. J’onn, está decidido. Viajaremos de incógnito.


Saldremos mañana por la mañana. Mandaré a los soldados a preparar las cosas para partir.

- No estoy de acuerdo con esto. Pero no puedo desobedecer sus órdenes, princesa. - dijo
J’onn levantándose de la mesa enfadado.

Kara resopló enfadada. Sabía que lo que quería hacer era una locura, pero no pensaba repartir
el premio de la cabeza de Lena con nadie. Además, el plan era que llegara viva a la capital y,
si llevaban soldados con ellas, no era de algo que pudiera estar segura.

La noche de Kara fue tranquila. Pudo descansar y dormir una buena cantidad de horas.
Después de desayunar, se preparó para partir y fue a buscar a Lena al pequeño almacén.

Lena, por su parte, no había pasado una gran noche. Apenas se podía estar de pie en aquel
lugar estrecho y oscuro, mucho menos estirarse para dormir. Sentada en una posición
incómoda logró dormir al menos unas pocas horas. Antes de matar a la princesa, tenía que
inventarse una tortura para que supiera lo que era pasar una noche entera en un lugar así.

- Buenos días, Luthor. Hora de marcharse. La capital te echa de menos. - le dijo alegre Kara
después de abrir la puerta por la que entró la luz directa a deslumbrar a Lena. Kara le tiró una
capa de viaje que Lena se puso.

- Con lo cómoda que estaba aquí y ya te quieres ir. - ironizó la morena.

- Menos bromas o te amordazo.

- A sus órdenes, princesa.

Kara resopló.

Las dos llegaron al exterior donde les esperaban dos caballos cargados con provisiones y todo
lo necesario para el largo camino que les esperaba hasta la capital. J’onn J’onzz las esperaba
también al lado de los animales con unas manillas de metal de las cuales colgaba una larga
cadena. Ató a Lena y se acercó a Kara.

- ¿Estás segura que al menos no te quieres llevar un par de hombres?

- Espera, ¿viajamos solas? ¿Es que te golpeé demasiado fuerte? - preguntó alarmada Lena.

- Estoy segura, J’onn. - respondió Kara al hombre ignorando totalmente a la morena.

- Solo me queda decir que tengáis un buen viaje, entonces.


Kara colocó la capucha a Lena de la capa y la hizo subirse al caballo. Después se colocó la
suya y subió a su caballo. Ató la cadena a su silla y se alejaron de Gimina al trote dirección
sur evitando los caminos.

Al medio día, Kara decidió dar un merecido descanso a los caballos y parar cerca de un
pequeño lago.

Mientras los caballos se hidrataban, las mujeres se bajaron de ellos para estirar un poco las
piernas.

- ¿Sabes qué esto es una locura, princesa?

- Con la de veces que me lo han dicho, me ha quedado bastante claro. Ahora, cierra la boca
o…

- O te amordazo, sí lo sé. ¿Pretendes pasarte todo el viaje hasta la capital en silencio?

- Prefiero estar callada a hablar contigo.

- Qué pena. Supongo que mejor así. Vista tu inteligencia, no estaríamos a la altura.

- Luthor… - gruñó Kara harta.

- Ya me callo, ya me callo. - dijo Lena levantando las manos.

Comieron un poco y Kara decidió que ya era hora de continuar.

****

Llevaban un par de horas viajando cuando se encontraron con un gran muro de piedras. Una
montaña acababa abruptamente en un alto precipicio de piedras delante de ellas. Necesitaban
rodearla, pero desde donde estaban no se veía el final. Kara no sabía por dónde ir. Frenaron
delante del muro y la rubia se giró para mirar a la morena, aunque rápidamente volvió su
vista al frente.

Se preguntó si sería buena idea preguntarle a ella. Lena seguro se conocía bien la región
como para indicar por donde ir, pero la podía llevar a una trampa.

- No sabes por dónde ir, princesa. - Kara abrió la boca para contestar, pero Lena no la dejó
hablar. - Y no era una pregunta. Por el oeste, podemos llegar al camino principal mañana al
mediodía. - añadió señalando en esa dirección.

- ¿Y por qué tendría que creer?

- ¿Tienes un mejor plan?

- Sí, evitar el camino real.

- Para cruzar esta zona, es la mejor opción. Después nos podemos volver a separar del
camino. Tú verás.
Kara estuvo meditando un rato. Era cierto que era posible que el camino real quedara al
oeste, así que la morena podía tener razón. No había mucha más alternativa. Resignada hizo
avanzar los caballos hacia allí.

****

Se acercaba el atardecer y seguían pasando en dirección al oeste en paralelo al muro, aunque


éste cada vez era más bajo. No debía quedar mucho para encontrar el final. Kara decidió
parar a descansar allí mismo. Quería estar el menor tiempo posible cerca del paso de gente.

Ató tanto los caballos como la cadena que tenía Lena colgando a un pequeño árbol.

- ¿Soy un caballo ahora, princesa? - preguntó con sorna Lena. Kara se limitó a ignorarla y a
preparar todo lo necesario para pasar la noche a la intemperie. También preparó un pequeño
fuego para calentarse. - ¿No me vas a desatar para dormir al menos?

- ¿Lo hiciste tú? - le contestó Kara mientras le entregaba la comida a Lena.

- Sabes que es diferente. - respondió después de dar un bocado al trozo de pan que la princesa
le había dado.

- ¿Por qué? – respondió la rubia dejándose caer en el suelo a unos metros de la otra mujer y
empezando a cenar.

- Porque tú eres kryptoniana: eres más fuerte, más resistente. ¿O no saltaste desde la ventana
de la posada para perseguirme? Yo tuve que colgarme con unas sábanas para no romperme
nada.

- Y tú eres la que me envenenó a traición en medio de una pelea.

- Porque estábamos peleando en las mismas condiciones. - ironizó Lena.

- No sé ni por qué te escucho. Hora de la mordaza, quiero dormir. - le dijo Kara y se levantó
con un trozo de ropa en la mano que ató alrededor de la cabeza de Lena tapándole la boca a
pesar de que la morena intentaba evitar que eso pasara. - Por Rao, qué descanso. - dijo al
lograrlo. - Pobre de ti que te lo quites.

Traían unos pequeños fajos de paja que les serviría como colchón. Colocó uno cerca de Lena
para que se pudiera tumbar a descansar y después dudo sobre qué distancia dejar entre las dos
para dormir: lo suficientemente cerca para vigilarla, pero lo suficientemente lejos para evitar
que le hiciera nada mientras dormía. Por mucho que estuviera amordazada y esposada, no se
fiaba de la Luthor.

Al final colocó su colchón a unos 4 metros y se tumbó en él mirando a la morena. No tardó


mucho en quedarse dormida profundamente.

****

El sonido de unas voces despertó a Kara.


Sentía el cuerpo entumecido. Era una sensación que le recordaba a las drogas que Lena le
había dado. Su vista estaba algo nublada, pero podía distinguir algunas siluetas entre el
fuego. Con un poco de esfuerzo pudo ver a Lena, totalmente libre de las cadenas, hablar con
un hombre y una mujer.

Kara se intentó incorporar, pero un mareo la mandó de vuelta al suelo. Definitivamente, Lena
la había vuelto a drogar. ¿Cuándo?

Lena estaba entregando un saco de monedas a sus liberadores y algunas de sus provisiones.

Horas antes, cuando se dio cuenta de dónde las estaba llevando Kara, Lena decidió
aprovechar su ocasión. Lena jugaba en casa, la gente en el norte estaba a favor de los Luthor.
Aquella zona era territorio de los traficantes que transportaban materiales para ellos, muchos
la ayudarían a cambio de algunas monedas.

Cuando Kara encendió el fuego, lo único en que pudo pensar en lo afortunada que era
teniendo a Kara como captora. A nadie con dos dedos de frente pensaría en hacer una fogata
en un territorio lleno de enemigos ya que eso los atraería. Iba a llevarlos hasta ellas sin que
Lena tuviera que mover un dedo.

La princesa llevaba un par de horas dormida cuando aparecieron un hombre y una mujer
cargados con una escopeta cada uno.

Viendo a una mujer atada y amordazada, los dos se acercaron para ayudarla. Lena les explicó
toda la historia, quién era cada una, cómo habían llegado hasta allí, ... En un santiamén, ellos
la habían liberado totalmente de las cadenas, había administrado un poco de droga a Kara que
le habían dado los recién llegados y había atado a la princesa a un árbol con algunas cuerdas.

Mientras les estaba pagando por su ayuda, todo financiado evidentemente por la princesa, con
algunas monedas y la mayoría de sus provisiones, un sonido les puso en alerta a los tres. Kara
estaba despierta y se había intentado levantar sin tener mucho éxito.

- Vaya, realmente tu cuerpo es admirable. Cada vez combate mejor la droga. - le dijo Lena
después de acercarse a la rubia a inspeccionarla junto con la mujer.

Lo que Lena no se esperaba es que Kara estuviera lo suficientemente recuperada como para
romper las cuerdas y atrapar a la traficante contra el suelo con su cuerpo colocándose a
horcajadas encima. Le quitó la escopeta de las manos y apoyó la boca del arma en su frente.
El otro hombre parecía haber huido.

- ¿Qué tenemos aquí? Una traidora más. - dijo Kara haciendo presión en la piel de la mujer.

Lena se abalanzó contra la rubia y la tiró a un lado de la mujer quedando esta libre y la
morena encima de Kara.

- ¡Huye! - gritó Lena mientras forcejeaba con Kara. La mujer asustada las miró unos instantes
antes de salir corriendo alejándose de ellas.
La rubia, aunque estuviera bajo los efectos de las drogas, consiguió cambiar sus posiciones e
inmovilizó a Lena debajo de ella.

- Quieta o te dejo inconsciente. - dijo cuando ya tuvo a Lena totalmente atrapada. Agarró a
Lena y la arrastró hasta donde estaban las cadenas y se las volvió a poner.

Kara aún no estaba al cien por cien recuperada. Volvió a amordazar a la morena y se tiró
sobre su colchón agotada por el esfuerzo. No podía quedarse dormida otra vez. A partir de
ahora, debía dormir con un ojo abierto mientras tuviera a Lena cerca.

Chapter End Notes

Próximo capítulo el viernes:

- Mientras no me llames “princesa”.


Parte 2 2/9
Chapter Notes
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Durante el resto de horas hasta el amanecer, Kara había estado despierta atenta por si se
acercaba alguien más a ayudar a Lena. Por suerte, nadie más había aparecido.

Revisó las provisiones que les quedaban. Apenas un poco pan y queso. Era prácticamente la
comida de un día solo. Tendría que cazar. Kara suspiró. Había cogido las suficientes
provisiones para llegar al otro lado de las montañas al sur donde podría comprar más, pero
eso la obligaba a cambiar sus planes.

Lena tampoco había dormido nada esa noche, esperando que alguien más apareciera para
ayudarla. Cuando Kara desmontó el campamento, Lena se negó a subir a su caballo y Kara
prácticamente la tuvo que subir a la fuerza encima.

Lena no se rindió tan fácilmente y se tiró del caballo.

- O te subes por las buenas o te ato al caballo, Luthor. Y no será en una postura cómoda. - la
amenazó Kara. Lena, después de quejarse e insultarla un poco, cedió y se subió al caballo.

Continuaron dirección oeste hasta llegar al camino el cual no tuvieron más remedio que
seguir un trozo hasta poder ir campo a través de nuevo.

Cada vez que se cruzaban con alguien, Kara se ponía en tensión. Preparaba su revólver y
esperaba a ver la reacción de los otros viajeros. La mayoría no les prestaba atención.
Simplemente, pasaban de largo sin ni siquiera mirarlas. Otros se fijaban en la cadena que
colgaba entre Lena y Kara, pero no parecía que ni tan solo las reconocieran.

Justo cuando estaban a punto de salir del camino de nuevo, se cruzaron con un par de
soldados reales. Ellos se detuvieron de inmediato al ver a una mujer atada a otra. Cuando se
acercaron a las dos, reconocieron de inmediato quién eran, la princesa Kara y la traidora Lena
Luthor. Se mostraron más que dispuestos a acompañarlas y Kara no tuvo otro remedio que
aceptar su compañía aplazando sus planes de ir campo a través.

Se pasaron todo lo que quedaba de día acompañadas de esos dos hombres. Cuando llegó la
hora de acampar por la noche, los hombres agarraron a la Luthor para llevarla tras unos
arbustos para pasar un buen rato. Kara se temía que eso fuera a pasar por lo que estaba
preparada. En el momento en que los dos bajaron la guardia para ir a por Lena, Kara les
disparó por la espalda matándolos. Kara volvió a subir a Lena y a ella en los caballos y se
alejaron tan rápido como pudieron de los cadáveres.

Fueron campo a través subiendo y bajando algunas pequeñas colinas y, después de un rato a
ese ritmo, los caballos necesitaron descansar así que aminoraron el ritmo.
- ¿Te parece una locura ahora que quisiera viajar solas? - le preguntó Kara a Lena desde el
caballo. Estaban cabalgando en paralelo una al lado de lado.

- Me gusta que tengas esa confianza en tus propios soldados como para prever lo que me iban
a intentar a hacer.

- No los culpo. Los Luthor no sois muy queridos en el sur.

- Después del lavado de cerebro que les habéis hecho a los sureños, no me extraña.

- Querrás decir después de la cantidad de inocentes que los Luthor habéis matado, ¿verdad?
¿O te piensas que los de Gimina eran los primeros? Tú te merecías más esas balas que ellos
dos.

Lena no respondió nada, se sabía de sobra los pecados que su propia familia había cometido.

****

Hacía horas que era de noche y las dos mujeres llevaban todo el día viajando y necesitaban
descansar. A duras penas, habían dormido la noche anterior. Kara empezaba a dar cabezadas
sobre el caballo. En una ocasión, Lena tuvo que acercarse a Kara y agarrarla para evitar que
cayera del caballo.

- Deberíamos parar, princesa. A este paso, ni tú súper cuerpo kryptoniano va a evitar que te
abras la cabeza contra el suelo.

- No me vuelvas a llamar “princesa”, no lo soporto. - se quejó Kara medio adormecida.

- ¿No es lo que eres? ¿Prefieres que te llame “usurpadora”?

- Mientras no me llames “princesa”. - dijo Kara encogiéndose de hombros.

- Como quieras, usurpadora, tenemos que parar a descansar. Conozco una zona donde parar a
descansar más o menos segura.

En aquel momento estaban cruzando una planicie con pocos árboles, pero con altas hierbas.
Era difícil para los caballos moverse por allí y el ritmo de avance era muy lento.

- Sí, claro. ¿Te das cuenta de la cantidad de truquitos que has utilizado desde que nos
conocemos?

- Mira, Kara. - dijo Lena haciendo énfasis en su nombre. - Es de noche, no vemos nada, no
hemos dormido nada en los dos últimos días y nos queda un largo viaje por delante.
Agradecería no caerme por un precipicio que no hayamos visto por viajar de noche o ir
dormidas encima del caballo.

Kara sabía que la morena tenía razón, pero no iba a seguirla hasta ningún lugar para que le
pusiera otra trampa. Decidió acampar allí mismo y las hizo bajar del caballo.

- Esto es muy mala idea, usurpadora. - se quejó Lena.


- ¿Quieres dejar de quejarte por un momento, por favor? - pidió agotada Kara.

- ¿Y tú podrías dejar de hacer estupideces como ir campo a través para después perderte? ¿O
meterte en unos túneles sola? ¿O…

- He pillado el concepto. Ahora cállate y ponte a dormir.

- Ni de coña. Estamos en tierra de lobos, Kara.

- ¿Cómo? - preguntó sorprendida Kara a la vez que se oyó un aullido cerca entre las hierbas
que las rodeaban. - ¿Y no me lo podrías haber dicho antes?

- Porque me estabas escuchando mucho. - ironizó Lena.

Kara y Lena subieron rápidamente en sus caballos y emprendieron tan rápido como pudieron
el galope alejándose de la zona.

No quedaba mucho para el amanecer y seguían sin haber dormido nada en toda la noche. No
tardaron mucho en volver a reducir el ritmo.

- ¿Ahora me podrías hacer algo de caso, usurpadora?

- ¿Qué quieres ahora?

- Dormir. - Lena dijo seria. Kara solo resopló como respuesta. Ella también quería dormir,
pero la noche se les estaba haciendo cuesta arriba. - Kara, por favor, escúchame. Me conozco
este lugar mejor que tú. Cerca hay un río y remontando su curso hay una pequeña fuente
rodeada de pequeñas cuevas. Cualquiera de ellas nos podría servir para dormir. No pasa nadie
por allí porque se tiene que cruzar tierra de lobos para llegar. Podrás estar tranquila.

Evidentemente, Kara aún no confiaba en la morena, pero estaba demasiado cansada como
para pensar con claridad. Así que dejó que la morena las dirigiera donde sea que fueran.

Estaba empezando a aparecer la luz del Sol cuando llegaron a una pequeña fuente que
brotaba de las rocas. La pasaron de largo y llegaron a una pequeña gruta que se abría entre el
relieve.

Ataron los caballos, soltaron sus colchones contra el suelo y se tiraron encima cayendo
dormidas casi al instante. Claro que Kara siempre sujetando la cadena que Lena llevaba
colgando.

****

Lena se despertó la primera. Lo primero que vio al abrir sus ojos fue la cara de la princesa
usurpadora a un metro de ella. Aún tenía la cadena entre sus manos, así que si quería escapar
tenía que encontrar las llaves.

Se levantó intentando hacer el mínimo ruido posible y se acercó a la rubia. Después de buscar
en ella y sus alrededores por las llaves de las manillas, no las encontró. Debían estar en el
caballo de Kara que se encontraba fuera del agujero donde se habían metido a dormir.
Por la luz que entraba, debía ser medio día ya. Habían dormido toda la mañana.

Intentó sacar la cadena de entre las manos de Kara, pero la tenía cogida con ganas incluso en
sueños. Al tirar un poco de ellas con más fuerza, la princesa se había removido. No la iba a
poder sacar de allí sin despertarla. Pensó en coger sus armas y acabar con ella allí mismo,
pero para su mala suerte la princesa se había quedado dormida sobre el costado donde las
llevaba y Lena no las podía coger.

Lena se resignó. Aquel no era un buen momento para escapar. Debería esperar para una
mejor oportunidad. Por lo menos ahora se había ganado parte de confianza de la princesa,
podría aprovechar eso. Se sentó un rato contra la roca de cara al exterior con la mirada
perdida, pensativa.

Kara se había despertado después del primer tirón de Lena, pero había fingido estar dormida
para ver qué hacía la Luthor. Cuando se dio cuenta que se había alejado de ella y se había
quedado quieta, Kara abrió los ojos poco a poco para encontrársela en aquella postura.
Estuvo mirando ese rostro que tantas veces se le había aparecido en sus sueños.

- ¿Te gusta lo que ves? - bromeó Lena girando su rostro hacia Kara. Kara se limitó a resoplar
mientras se incorporaba.

- ¿Desde cuándo sabes que estoy despierta?

- ¿Desde qué has abierto los ojos? - respondió sarcástica. - Es lo que uno suele hacer cuando
se despierta.

Kara se desperezó y, con el movimiento, no pudo evitar que le sonaran las tripas. Lena solo la
miró con una ceja levantada y media sonrisa.

- No me juzgues. Ayer no pudimos comer con todo lo que pasó. Voy a buscar algo de comida.
- dijo Kara antes de levantarse y soltar la cadena de Lena. Salió al exterior y cogió de su
caballo la poca comida que les quedaba. Entró de nuevo a la cueva y se encontró con Lena en
la misma postura que la había dejado, pero con cara de sorpresa. - Tampoco podrías escapar
de mí. - le contestó Kara adivinando lo que Lena estaba pensando y le pasó la mitad de
comida que tenían.

- Te lo tienes muy creído.

- Tú misma lo dijiste. Mi cuerpo es mejor que el tuyo, soy más rápida y más fuerte. No
llegarías muy lejos antes de que te volviera a atrapar.

- Las únicas veces que me has atrapado ha sido pura suerte. La próxima vez que esté libre, te
voy a capturar yo a ti.

- Ni en tus mejores sueños.

- Quizá en los tuyos, sí. - le insinuó Lena moviendo las cejas arriba y abajo. Kara solo
alcanzó a atragantarse con la comida que tenía en la boca.

- No sé de qué me hablas.
- ¡Oh, vamos! Sé perfectamente que sueñas conmigo. Hablas en sueños.

- Hoy no he soñado contigo.

- ¿Hoy?

- En general no suelo soñar contigo. A ver si la que se lo tiene creído eres tú, Luthor. De
todas maneras, ¿cómo lo sabes?

- Sam me dijo que habías murmurado mi nombre mientras te pegabas una siesta en su
despacho. - al instante Lena cayó en que acababa de delatar a su amiga.

- Así que Sam… Ella era Reign, ¿verdad? ¡Qué idiota he sido!

- Si te sirve de consuelo, Sam siempre estuvo en contra de atacaros. – Lena intentó proteger a
su amiga. Kara la miró confundida. - El primer golpe, el de la explosión, lo planeamos el
consejo y yo, aunque Sam se oponía. El segundo, el incendio en la taberna, fue cosa de un par
de idiotas del consejo. Sam los ejecutó así que no hace falta que pierdas el tiempo buscando
venganza.

- ¿Tú planeaste la explosión?

- Y aquí estoy. - dijo Lena señalando las cadenas. - Si me preguntas, no me arrepiento de


haber matado a tus hombres. Tú tampoco te arrepientes de lo de los Graves. Esto es una
guerra.

- Vosotros sois traidores y asesinos. Heriste a gente inocente. - gruñó Kara.

- Nunca fue mi intención. La carga estaba calculada para matar solo a tus soldados y que
nadie más saliera herido. Pero el idiota de Lockwood la manipuló y aumentó su potencia.

- ¿Y dónde está ahora ese tipo?

- Muerto. Fue uno de los que inició el fuego en la taberna.

- ¿Cómo estás tan segura de que fue él el que provocó el incendio?

- Porque lo intenté impedir, aunque es evidente que no lo conseguí. Intenté por lo menos
sacar a tanta gente como pude de dentro hasta que llegaste tú.

- Tú eras la mujer que nadie vio salir del edificio, la que daban por muerta. - afirmó Kara.
Lena solo se limitó a asentir. Estuvieron en silencio un poco más. Kara tenía mucha
información para procesar.

Kara sabía que necesitaban comida o no llegarían muy lejos. Por lo menos, tenían agua. La
rubia cogió la cadena y se levantó.

- Andando. - dijo tirando de Lena.


La morena se limitó a levantarse y a seguir a la rubia que se acercó al río a beber algo de
agua. Ella la imitó y bebió un poco de agua también.

Kara suspiró. Llevaba rato pensando en cómo cazar algo, una espada, un revólver y un
cuchillo no serían de mucha utilidad. A Lena no le pasó desapercibida la preocupación en la
cara de Kara.

- ¿Qué pasa, usurpadora?

- No tenemos comida.

- Pues cazamos.

- ¿Con qué?

- ¡Qué cómoda tiene que ser la vida de una princesa!

- ¡Eh!

- Sin ánimos de ofender. - dijo Lena levantando los brazos. - También tenemos cuerdas.
Podemos montar unas trampas con ellas. Si vamos rio abajo, seguro que podremos pescar
algo.

- ¿Cómo piensas pescar algo con lo que tenemos? ¿Con las manos?

- ¿Quién es ahora la que no deja de quejarse? Vamos a buscar las cuerdas y a ver si
conseguimos ramas y piedras que nos sirvan. - Lena se levantó y fue hasta los caballos, pero
la cadena tiró de ella y no pudo avanzar más. - ¿Te importa? - dijo Lena levantando las
manos.

- No he dicho que estuviera de acuerdo con tu plan.

- Porque el tuyo es mucho mejor. Ah, no. Que no tienes.

Kara resopló. Era verdad, no tenía otro plan. Se levantó y acompañó a Lena hasta los caballos
a por las cuerdas. Después, la morena la arrastró por todo el bosque en busca de material para
preparar las trampas.

Se sentaron en la orilla del río de nuevo cuando lo tuvieron todo y Lena se dedicó a montarlas
mientras Kara la observaba embobada. No podía evitar sentir una mezcla de envidia y
curiosidad al ver a la morena concentrada trabajando. Lena había preparado tres trampas y
después hizo que la rubia la siguiera de vuelta al bosque a colocarlas.

- Todo esto sería más cómodo si soltaras mi correa, usurpadora.

- En eso mismo estaba pensando ahora, en soltarte en mitad del bosque para que puedas
escapar.

- Vigila, usurpadora, se te está pegando mi sentido del humor.


- Ya te gustaría a ti.

- Acepta que, en el fondo, te gusta.

- ¡Ja! Antes muerta.

- Yo puedo ayudar con eso.

- No lo dudo.

Acabaron de colocar las tres trampas. De hecho, Lena acabó, porque Kara se había limitado a
mirar. Cogieron una especie de lanzas que Lena había preparado con unas ramas y fueron
hasta una zona del rio que parecía bastante mansa y donde se podían ver algunos peces nadar.

Lena se metió dentro bajo la mirada escéptica de Kara que prefirió quedarse fuera. El agua
apenas le llegaba hasta las rodillas. Después de estar unos minutos quieta en posición de
alerta mirando el agua, Lena lanzó el arma contra el agua. Cuando la sacó, tenía un pez
atravesado en el extremo inferior. Kara se quedó con la boca abierta.

- Impresionante, lo sé. Apuesto a que no serías capaz de pescar ni uno.

- Eso ya lo veremos. - respondió la rubia ofendida antes de quitarse las botas, coger una lanza
y meterse también en el agua.

Para cuando Lena ya había conseguido tres peces, Kara ni siquiera había conseguido rozar a
uno. Lena solo se reía viendo a la rubia frustrada lanzar golpes contra el agua para conseguir
nada.

- Por muy divertido que sea esto, creo que ya tenemos suficiente comida. Puedes dejar de
maltratar el agua.

- Dices eso porque tienes miedo de que consiga más peces que tú.

- Preocupadísima que estoy. ¿No me ves? - le contestó Lena mientras se sentaba en la orilla.
Kara la miró entrecerrando los ojos. Era un golpe directo a su orgullo kryptoniano. - Te
mueves demasiado y asustas a los peces, por eso salen huyendo antes de que los alcances.

- No necesito tus consejos. - se quejó Kara.

- Evidentemente.

Kara se odiaba a sí misma por ello, pero decidió hacer caso a los consejos que Lena le iba
dando. En cinco minutos, había conseguido pescar media docena de peces.

- Venga, usurpadora. Suficiente por hoy. Tenemos comida de sobras.

- ¿Qué te pasa, Luthor? ¿Te da rabia que te haya superado?

- Preciosa, no lo habrías conseguido sin mi ayuda. - dijo Lena guiñándole un ojo. - La diosa
del río ya nos ha dado lo que necesitábamos. No hay que abusar de su generosidad.
- Rao es el único dios.

- No voy a empezar una discusión sobre religión, usurpadora.

- Has sacado tú el tema.

- Como sea. Está anocheciendo. Volvamos. - dijo Lena emprendiendo la marcha.

- Aquí la que manda soy yo. - le contestó Kara tirando de la cadena para que Lena se frenara.
La morena se paró quieta mirándola fijamente con una ceja levantada. Después de un duelo
de miradas, Kara se acercó a los peces y los cargó hacia su refugio seguida de Lena.

Kara montó una pequeña estructura para cocinar los peces donde los colgó y encendió el
fuego justo debajo. Había estado tan concentrada en la faena que no se dio cuenta de qué
estaba haciendo Lena. Cuando levantó la vista, se la encontró semidesnuda.

- ¡¿Qué haces?! - exclamó sorprendida Kara mientras Lena se quitaba el resto de ropa como
podía a través de las manillas. Kara estaba sonrojada y con la vista fija en su cuerpo. Lena
solo la miró con media sonrisa y se metió en el agua sin dejar de mirarla provocadora. Se giró
cuando finalmente estuvo dentro y empezó a lavarse con el agua de la fuente. No iba a
aceptarlo, pero era gracioso ver a la princesa sonrojada.

Kara estuvo un rato observándola fijamente. Lena parecía en forma. Tenía los músculos bien
definidos. Supuso que como cualquier persona que estuviera acostumbrada a luchar y
moverse por aquellas tierras. Tenía algunos tatuajes por la espalda y los costados y alguna
cicatriz en los muslos. Cuando la rubia se dio cuenta de que la llevaba mirando fijamente
demasiado rato, se riñó así misma y se concentró en lo que estaba haciendo.

- ¿Ya te has cansado de mirar? - Kara decidió ignorarla y continuar a lo suyo. - Vaya, ya sé
qué hacer a partir de ahora si quiero que te calles.

- Muy graciosa.

- Vamos, no te pongas así. Las dos somos mujeres. Ni que no tuviéramos las dos lo mismo.

- No es eso.

- ¿Y qué es? - rio Lena. Kara continuaba sonrojada sin despegar la vista del fuego. ¿Qué
hacía que la rubia estuviera tan avergonzada? Lena intentó pensar en algo y probó lo primero
que se le pasó por la mente. - ¿Nunca has visto a alguien más desnudo? - Kara no contestó lo
que Lena entendió como respuesta y se echó a reír.

- ¡Oye! - respondió ofendida Kara levantando la vista, pero rápidamente la volvió a fijar en el
fuego.

- Olvidaba lo santurrones que sois los raoistas.

Kara no contestó. Se limitó a levantarse, atar la cadena al primer árbol que encontró y entrar
al refugio, lo que provocó que aumentaran las risas de Lena.
- Sal ya o te enfermaras por el frío. - gritó Kara desde dentro.

- ¿Te preocupas por mi ahora?

- Tú cabeza vale más si estás viva. Y agradecería no ir cargada con un cadáver.

- No te preocupes. Veinte años viviendo en el norte y te parecerá que ahora solo hace un poco
de fresquito. - dijo Lena antes de salir del agua de nuevo. Se lo estaba pasando bien
torturando a la princesa, pero en realidad estaba empezando a coger algo de frío. Se vistió y
se sentó delante del fuego. - Puedes salir de ahí ya. Estoy vestida.

- Ya lo sé. No me había metido allí por eso. - contestó Kara saliendo de la cueva.

- Seguro.

Se comieron la cena en silencio. Cuando acabaron guardaron las sobras dentro de la cueva y
se pusieron a dormir.

Al día siguiente, cuando se levantaron se encontraron con presas en las tres trampas. Las
cocinaron y las prepararon para viajar. Kara calculaba que prácticamente tenían todo lo
necesario para llegar al sur.

Chapter End Notes

Próximo capítulo el martes:

- Ni de broma. Te aguantas.
Parte 2 3/9
Chapter Notes
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Algunos días después de viaje, Kara y Lena llegaron a la cima de una gran colina una
mañana.

Desde del día de la fuente, Lena había encontrado como pasatiempo favorito hacer sonrojar a
la princesa de las maneras más imaginativas posibles. Era gracioso ver lo fuerte y decidida
que pretendía aparentar ser y lo tímida que era en realidad. Se podría pasar todo el día
haciéndolo.

Desde allí arriba, bajo sus pies, se extendía un gran valle cubierto por una niebla espesa.

- No estemos mucho tiempo por aquí. - dijo Lena seria.

- ¿Por qué?

- No es seguro. - contestó simplemente Lena. Kara solo encogió los hombros como respuesta.

Tomaron un pequeño descanso allí mismo. Bajaron de sus caballos y les dieron agua para
beber, aunque estos estaban un poco intranquilos. Kara se dio cuenta que Lena también lo
estaba. ¿Sería porque de pronto había empezado a hacer mucho frío?

Emprendieron la marcha de nuevo y fueron poco a poco bajando hasta el valle. A medida que
se adentraban en la niebla, la luz del Sol desaparecía más y más y el frío era más intenso. La
niebla era tan cerrada que apenas veían un metro por delante de ellas. Pusieron los caballos
uno al lado del otro y avanzaron separadas por apenas un palmo de distancia. Lena estaba
sobre el caballo en tensión como si esperara que en cualquier momento alguien le fuera a
atacar. Kara pensó que, por lo menos, fuera lo que fuera lo que hiciera que ese lugar fuese
peligroso, no se iba a aliar con la morena. Algo que le pareció extraño a la rubia era el
absoluto silencio que había en ese lugar. Solo se oía el ruido que hacían los caballos al andar
y las respiraciones de los cuatros.

Después de estar unas horas a través de esa niebla, Kara tuvo una rampa muy fuerte en su
pierna derecha y necesitó bajar.

- Ni de broma. Te aguantas. - a Lena la idea de parar la horrorizaba.

- Déjame estirar la pierna un poco. Son dos minutos. - dijo Kara mientras de bajaba del
caballo y cogía la cadena de Lena.

- No te alejes. - le pidió Lena.

- Tranquila, - dijo levantando la cadena. - no te pienso perder.


Para cuando Kara se había alejado dos pasos del caballo hacia el frente, Lena ya no la veía.
Sólo podía intuir donde estaba la princesa por la cadena que las unía. Kara, por su lado,
estaba estirando un poco su pierna y flexionándola para hacer desaparecer el dolor que la
estaba matando. A unos metros de ella, la niebla pareció hacerse un poco menos espesa y
logró ver a una niña corriendo. Parecía que solo estaba jugando.

- ¡Ey! - gritó Kara a la niña para saludarla, pero pareció que no la había oído porque volvió a
meterse entre la niebla densa y desapareció de la vista de la rubia.

- ¿Qué? - preguntó Lena de respuesta. Kara, que ya se encontraba mejor, volvió a los caballos
y se subió en el suyo.

- Nada, no estaba hablando contigo. - como respuesta de Lena solo recibió una mueca de
terror. - ¿Me vas a contar qué te tiene tan tensa?

- No es nada, viejas historias.

- Como digas.

Continuaron avanzando hasta casi chocar contra un muro que se levantó delante de ellas.
Lena pareció tensarse aún más. Intentaron rodear el muro que resultó ser la pared de una gran
casa. Kara pensó que la niña que había visto debía vivir por allí.

Cuando llegaron a la esquina de la casa, ante ellas, se abrió la niebla y les permitió ver una
gran avenida de un pueblo con casas a los dos lados de la calle. Los edificios eran de gran
tamaño. En su momento debieron ser muy hermosos, pero ahora solo eran un montón de
ruinas. El pueblo parecía totalmente abandonado.

Kara sentía curiosidad por explorar aquel lugar así que dirigió el caballo hacía la calle, pero
Lena frenó en seco el suyo. Kara se giró enfadada y se encontró a Lena totalmente aterrada.

- ¿Me vas a contar ya que te tiene así?

- Solo son viejas historias. - repitió Lena mirando hacia todos lados.

- Claramente, no. ¿Qué pueblo es este?

- No sé su nombre. - contestó Lena. Kara la miró esperando que le dijera algo más y Lena
continuó. - Se dice que hace muchos años esta ciudad competía en riqueza con Gimina. Hay
quién dice que Gimina a su lado era un pequeño pueblo sin importancia. La ciudad estaba
gobernada por dos familias rivales. Se dice que una noche, mientras sonaban las campanas de
medianoche, una de las familias masacró a la otra sin dejar ni tan siquiera a los niños vivos.
La noche siguiente, cuando volvieron a sonar las campanas, la familia que los había matado
murió en extrañas circunstancias. No quedó ni uno. Se dijo que los muertos se habían
cobrado su venganza. Después, una espesa niebla lo cubrió todo y la gente, atemorizada,
abandonó el pueblo. Muchos saqueadores vinieron a robar las riquezas que la gente había
dejado atrás. Ninguno volvió. Desde entonces nadie viene por aquí. Este sitio es tan tabú que
hasta se ha perdido su nombre.
- Eso es imposible. Yo antes he visto una niña jugando por aquí. - dijo Kara despreocupada,
pero Lena pegó un salto y la miró aterrorizada.

- Kara, absolutamente nadie viene aquí.

- Vamos, Lena. Me dirás que ahora te creerás… - pero Kara no acabó su frase porque unas
campanadas la interrumpieron. Eso tenía que tener una explicación lógica, ¿verdad? Unos
susurros inundaron el lugar.

- Hora de irnos. - dijo Lena antes de empezar el galopar tan rápido como pudo seguida de
Kara en dirección opuesta a las ruinas.

Media hora después de ir a ese ritmo y lograron salir de la niebla espesa. Era de noche, ¿ya?
Kara calculaba que no habían estado más de mediodía dentro de la niebla. Unas nubes
cubrían todo el cielo y una luz resplandeció cerca seguida de un fuerte trueno. Una cortina de
agua les empezó a caer encima mientras los relámpagos iluminaban el bosque. Necesitaban
refugiarse de la tormenta.

Tuvieron suerte y encontraron una gran cueva. Entraron junto con los caballos. Estaban todos
empapados. Dentro de la cueva había ramas y madera seca, así que Kara encendió un fuego
mientras Lena ataba a los caballos al fondo de la cueva. Estaban alterados después del día que
habían pasado y la tormenta. Tuvo que estar un rato con ellos intentando tranquilizarlos.
Afortunadamente, los colchones y la manta que llevaban en los caballos parecían bastante
secos.

Lena desató la cadena de la silla de Kara y los cargó y los colocó cerca del fuego que ya
había encendido la princesa. Ella la miró con una ceja levantada mirando el extremo de la
cadena que Lena había dejado colgando apoyada en su hombro.

- ¿Qué? Ni que me fuera a escapar ahora. - dijo señalando al exterior donde se veía la lluvia
caer en grandes cantidades. Kara resopló y se levantó a buscar algo de comida en los
caballos. También les preparó un recipiente con agua y comida.

Cuando se giró de vuelta al fuego, se encontró alguna ropa de Lena esparcida por el suelo y
ella cubierta por una manta.

- ¿Podrías dejar de desnudarte constantemente? - preguntó exasperada Kara. Debía ser la


cuarta vez que aquella mujer se desnudaba delante de ella desde que viajaban juntas.

- La ropa está mojada. Tú también tendrías que hacerlo si no quieres enfermar.

- Ya te gustaría a ti que me desnudara.

Lena rio ante la respuesta de Kara. Tampoco lo iba a negar.

- Si tanto te molesta que te vea desnuda, me puedo girar y tienes mantas para taparte.

Kara se lo pensó. La ropa empapada y fría no era lo más ideal para dormir en pleno invierno.

- Media vuelta. Y como te gires, te vas a enterar.


- No sé. Depende de lo que tengas en mente, quizá me apetece. - insinuó Lena con un
gracioso movimiento de cejas antes de girarse a mirar a la pared que había en dirección
opuesta a la rubia. Kara solo alcanzó a balbucear cosas ininteligibles y sonrojarse. Empezaba
a convertirse en una adicción provocar aquello en la rubia.

Después de desnudarse y colocar la ropa en una posición similar a la de Lena, se tapó con
otra manta y se sentó en su colchón y le indicó a la morena que ya se podía girar. Lena se
decepcionó al ver a la princesa totalmente cubierta. Quería ver el cuerpo de un kryptoniano,
claramente por curiosidad científica, nada más.

- Necesito que me ayudes con algo. - le dijo la morena poniéndose a su lado. Kara bufó.

- ¿Con qué?

- Con las manillas no me he podido quitar toda la ropa. - le contestó Lena mostrando que
debajo de la manta aún tenía prendas de ropa puestas. Kara no pareció por la labor de querer
ayudarla. - Voy a enfermar si no me quito esto. O me quitas las manillas o me desnudas tú.

En realidad, Lena era perfectamente capaz de quitarse el resto de ropa por ella misma, pero le
apetecía jugar un poco más con la princesa.

- Está bien. Voy a buscar las llaves. Pero nunca has tenido ningún problema para desnudarte
tú solita. - se apresuró a levantarse la rubia sonrojada otra vez y alejándose de Lena. La
morena se lo estaba pasando en grande.

Kara volvió con las llaves y quitó las esposas a Lena que nada más sentir el metal liberarla se
quitó la manta y el resto de ropa sin darle tiempo a Kara para alejarse o girarse. El color rojo
que tenía la cara de Kara competía con el rojo del fuego.

- ¡Por Rao! - exclamó Kara indignada girándose para no ver a la morena desnuda.

- Ni que no me hayas visto desnuda ya. El otro día echaste un buen vistazo. - bromeó Lena
que ya volvía a estar tapada con la manta y se había sentado en su colchón. Kara, al oír el
movimiento, se giró de vuelta y se acercó a la morena con las cadenas. Lena levantó las
manos haciendo que parte de la manta cayera y parte de su cuerpo volviera a estar
descubierto. Kara apartó la mirada rápido a las manos de Lena y, sonrojada, le puso las
manillas y volvió a su posición. Lena no podía parar de reír.

- No le veo la gracia.

- Pues yo sí. Solo es un cuerpo desnudo. ¿Cómo puedes matar gente sin temblar y te pones
tan nerviosa por ver a alguien más desnudo? - rio Lena, pero Kara solo le lanzó una mirada
cargada de rabia. Lena levantó las manos en señal de rendición y paró de reír.

Estuvieron comiendo en silencio un rato, hasta que Kara le preguntó algo que hacía días que
le rondaba la cabeza.

- Los tatuajes que llevas, ¿qué significan?


- La mayoría son de protección. - contestó Lena, pero Kara la miró confundida sin entender
nada. Así que Lena se descubrió los que llevaba en la espalda y empezó a señalar diferentes
tatuajes y a indicar a qué dios estaban dedicados cada uno.

Kara parecía escucharla con genuina curiosidad. Lena decidió dejar a la princesa en paz un
rato y solo le habló de los de los costados, sin enseñárselos. Sabía que, si le mostraba esa
parte de su cuerpo a Kara, volvería a sonrojarse y a darse media vuelta. Lena rio de solo
pensarlo y Kara la miró confundida.

- Solo pensaba en lo nerviosa que te pones por verme desnuda. - le dijo Lena a lo que Kara
solo atinó a hacer un puchero y a sonrojarse otra vez. - Me pregunto qué vida debes tener en
palacio, princesa.

- Seguro que no es como te piensas. - le contestó a Lena que la escuchaba atenta. - Soy
kryptoniana, pero fui criada por terhanos. La mayoría en la corte me desprecian y me ven
como un posible peligro para Kal. No tengo ni voz ni voto en la capital.

- ¿Y por qué te enviaron a ti a Gimina?

- Yo lo vi como una oportunidad para demostrar lo que valía, Kal y Alex me ayudaron para
convencer al rey. Pero después de ver a J’onn llegar con más de cien soldados cuando, a mí, a
duras penas me dieron treinta, me doy cuenta que solo era una trampa para que fracasara. Si
no podía controlar Gimina, demostraba que no tenía lo necesario.

- Todo amor por lo que veo. - ironizó Lena. Kara se encogió de hombros.

- Los Danvers siempre me han cuidado y me han querido como a una hija. Kal, también. No
me puedo quejar. ¿Qué hay de ti?

- ¿De mí?

- Sí, de tu familia, de donde vives.

- ¿Estás intentando sacarme información? - se rio Lena.

- Solo tenía curiosidad. Yo te he contado cosas. - se defendió Kara. Lena pensó qué contestar.

- Mi hermano Lex es el favorito. Mi padre y mi madre creen ciegamente en su juicio. Y él


cree en mí. Así que mis padres no intentan sabotear mis misiones ni nada por el estilo,
simplemente me dejan hacer lo que quiera mientras no moleste.

Estuvieron un rato en silencio hasta que un escalofrío recorrió el cuerpo de Kara.

- ¿Tienes frío, princesa? - preguntó divertida Lena. Kara negó con la cabeza.

- Crees que estamos lo suficientemente lejos.

- ¿Lejos de qué?

- Del valle.
- Tienes miedo. - rio Lena.

- Eras tú la que estaba muerta de miedo, te recuerdo.

- Pero ahora ya no.

- ¿Por qué?

- Si algo nos hubiera querido matar allí abajo, ya estaríamos muertas. Nos dejaron ir. Así que
no creo que nos tengamos que preocupar.

- Supongo…

- Si quieres, podemos dormir juntas esta noche. Si tanto miedo tienes... - le dijo Lena con una
mirada pícara.

- ¿Para qué me mates tú? Estoy bien así, gracias.

- Como quieras. Tampoco tenía eso en mente. - bromeó la morena y, sin decir nada más, se
tumbó a dormir y cerró los ojos. No tardó mucho en quedarse dormida.

****

Debía llevar un par de horas dormida cuando mucho movimiento la despertó. El fuego seguía
encendido iluminando la cueva. Fuera todavía era de noche y el agua seguía cayendo. Se
incorporó para mirar a su alrededor para buscar de dónde venía el sonido. La princesa no
paraba de moverse de un lado a otro dormida. Debía estar teniendo una pesadilla. Lena se
volvió a tumbar e intentó continuar durmiendo, pero el movimiento de Kara no la dejaba
pegar ojo. Al final, se levantó y se acercó a la rubia para despertarla.

Kara abrió los ojos asustada y miró a todos lados buscando algo.

- Ha sido una pesadilla. Puedes volver a dormir. - le dijo Lena tranquilizándola. Kara asintió
y se volvió a tumbar y cerró los ojos. Lena la imitó y volvió a su cama.

Llevaba unos minutos intentando volver a quedarse dormida cuando Kara empezó a moverse
como antes. Se había quedado dormida otra vez y volvía a tener pesadillas. Otro punto débil
de la señorita, pensó. No soportaba las historias de fantasmas.

Quería dormir y en ese estado Lena no podría pegar ojo. Resignada, se levantó y se tumbó al
lado de Kara y la abrazó por detrás como pudo con las manos atadas. Al instante, la rubia
pareció relajarse y se quedó quieta. Lena no tardó mucho en quedarse dormida de nuevo.

Al despertarse, Kara se indignó porque Lena se había metido a dormir con ella y le dedicó
una gran cantidad de insultos y la acusó de pervertida. Lena solo se reía como respuesta y se
burló de ella por las pesadillas que había tenido y cómo se había tranquilizado cuando ella la
había abrazado.
Chapter End Notes

Próximo capítulo:

- No cumpliste la ley, princesa. ¿Te convierte eso también en traidora?


Parte 2 4/9
Chapter Notes
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Después de días viajando durante los cuales se habían encontrado ladrones, jabalís,
precipicios y todo tipo de obstáculos campo a través, se volvieron a encontrar con el camino
real. De hecho, se podía ver desde donde estaban la posada de los Graves, o lo que quedaba
de ella. El árbol donde deberían estar colgados los dos hermanos estaba talado. Alguien los
había bajado de allí y habían mandado un mensaje claro a Kara y al rey. No se iban a
doblegar ante ellos.

Pasaron de largo el lugar. Volvieron a adentrarse campo a través hasta la hora de acampar.

- ¿Fuiste tú la de la posada? ¿Los sacaste tú? - preguntó Kara a la morena que se encontraba
sentada en frente de ella comiendo su cena.

Lena negó como respuesta. Realmente, la morena no tenía ni idea de quien había sido. Es
más, en el norte, cualquiera podría haberlo hecho.

- No somos muy queridos por aquí, ¿verdad? - añadió Kara y suspiró. - Si te soy sincera, me
gustaría no tener que ir ejecutando gente.

Lena levantó la vista para mirar a la rubia. Ella tenía la vista fija en el fuego.

- Pues no haberlo hecho. - le respondió secamente.

- No es tan fácil. La ley es la ley. - dijo Kara volviendo la mirada hacia la morena.

- Son vuestras leyes, no las nuestras.

- Son las mismas para todos. Están para protegernos.

- No, están para reprimirnos. Eso es lo que hacen vuestras leyes en el norte.

- Porque os negáis a acatarlas.

- Porque no aceptamos doblegarnos ante unos invasores.

- Y vuestra solución es la violencia.

- La primera en usar la violencia aquí fuiste tú, princesa. Primero, con los Graves y, después,
en Gimina.

- ¿Y qué iba a hacer? No sois inofensivos, precisamente. - gruñó furiosa Kara. - Respóndeme
a esta pregunta. Si no hubiéramos hecho absolutamente nada en Gimina, ni registros ni
detenciones, ¿nos habríais dejado ir sin más cuando hubiéramos tenido todo en orden?
- Te lo creas o no, ese era el plan. Pero cuando empezaste a quemar media ciudad, temíamos
que empezaras a quemar a la gente también.

- Según la ley, eso debería haber hecho.

- ¿Y por qué no lo hiciste?

- No soy tan cruel como te gustaría creer.

- ¿Así que aceptas que la ley está mal? ¿Que el castigo por no rezar a un dios que nos
impusisteis es desmesurado?

- No he dicho eso.

- No cumpliste la ley, princesa. ¿Te convierte eso también en traidora?

- ¡No iba a dejar la ciudad llena de niños huérfanos! - gritó Kara levantándose violentamente.
Tuvo que respirar hondo un par de veces para recuperar el control. - No soy una traidora.
Hago lo que creo que es mejor para Terha.

- Ya somos dos.

La tensa conversación acabó allí. Ninguna de las dos dijo nada más antes de ponerse a
dormir.

****

A la mañana siguiente, ya levantadas y preparadas para emprender la marcha, Kara dirigió


sus pasos hacia el oeste.

- ¿Dónde vamos? - dijo Lena parando el caballo sorprendida.

- A la capital, como desde hace días. - le contestó Kara como si no fuera obvio.

- Qué graciosa. El paso de montaña está en esa dirección. - explicó Lena señalando en otra
dirección a la que pretendía coger la rubia.

- Llevamos todo el viaje evitando la gente porque cada vez que nos cruzamos a alguien,
tenemos problemas. ¿Te sorprende que no vaya a un sitio donde hay centenares de personas?

- Espera, ¡¿quieres cruzar las montañas por el desfiladero?! - exclamó Lena horrorizada. Kara
simplemente se limitó a encogerse de hombros. - Es la peor idea que has tenido en tu vida. Y
desde que te conozco, has tenido muy malas.

- ¿Prefieres ir por el paso de montaña? Estoy segura que hay decenas de soldados que se
alegraran de verte. - le contestó seria Kara.

Lena tragó saliva. Era cierto, el paso de montaña no era una buena opción para ella. Pero los
bandidos del desfiladero no le debían lealtad a nadie. Como las encontraran por allí, ya
podían rezar a todos los dioses antiguos y a Rao para que tuvieran piedad de ellas. Kara
emprendió de nuevo la marcha y Lena la siguió.

- Por lo menos, vayamos por el terreno alto.

- ¿Por qué?

- Porque como vayamos por las zonas bajas, desearé haber pasado por el paso de montaña.

- Está bien.

Tal y como le había pedido Lena, habían ido siempre viajando a la máxima altura posible
ocultándose entre la vegetación. Y Kara entendió por qué Lena le había pedido ir por allí.
Desde su posición había podido ver a bastantes bandidos moviéndose por la parte baja.
Incluso había visto un pequeño pueblo abandonado que les servía de refugio.

Cuando acamparon esa noche no encendieron el fuego y, a pesar de que no quedaba mucho
para que acabara el invierno, en las montañas, el frío era insoportable. Además, esa noche era
luna nueva y no había ningún tipo de luz que iluminara su entorno.

- ¿El calor humano no es una opción? - preguntó Lena.

- Te quiero a más de un metro de distancia de mí. Como te me acerques, te dejo inconsciente.

- No hacía falta ser agresiva.

Cenaron en silencio, alerta por si percibían algún sonido extraño. Pero los bandidos estaban
acostumbrados a moverse en las sombras sin hacer ruido, así que Kara y Lena no se dieron
cuenta de que las atacaban hasta que ya los tuvieron encima.

Kara logró deshacerse de algunos de ellos, agarró a Lena e intentaron llegar hasta los
caballos, pero allí había más bandidos esperándolas. Corrieron en otra dirección y los dejaron
un poco atrás. Se podían oír sus voces en la distancia junto con una luz.

- Libérame y dame el cuchillo.

- ¿Qué? ¡No!

- No puedo ni correr ni luchar así. ¿Quieres que nos capturen?

Cada vez las voces eran más fuertes y había más luz. Kara no tuvo más remedio que hacer
caso a Lena, la agarró de la mano para asegurarse que no se separaba de ella y emprendieron
la carrera otra vez dejando las manillas atrás.

Un cuerpo pesado se abalanzó contra Kara y la mandó al suelo. Lena logró apuñalar al
atacante antes que pudiera hacerle nada y ayudó a Kara a levantarse y continuar corriendo.

Y, sin darse cuenta, se habían metido en uno de los campamentos que los bandidos tenían por
allí. Delante de ellas, había cuatro de ellos. Kara desenfundó su revólver y su espada y Lena
se preparó con el cuchillo en posición defensiva.
Antes de que ninguno de los otros le diera tiempo a atacar, Kara ya había disparado a una
mujer que cayó al suelo muerta y lanzó una estocada contra otro que la logró esquivar. Lena
esquivó el ataque de un hombre y consiguió apuñalarlo.

Kara estaba luchando espada contra espada contra el bandido. Ella era mejor y no tardó
mucho en ganar. Cuando se giró para encarar al siguiente enemigo, se la encontró de frente
apuntándola con una escopeta. Pero la mujer no logró disparar porque un cuchillo viajando
por el aire se le clavó en el pecho.

- De nada. Te he ganado. - le dijo Lena con burla acercándose a Kara. Kara miró a su
alrededor para darse cuenta que Lena había matado a tres de los bandidos, mientras ella solo
a dos.

- De momento. - le contestó entrecerrando los ojos.

- Agradecería no cruzarme con más bandidos, la verdad. - respondió Lena y como si los
hubiera invocado, las voces a través del bosque se volvieron a hacer presentes.

- Cojamos lo que podamos de provisiones y corramos. - dijo Kara. Cargaron con lo que
pudieron y se alejaron de allí.

Empezaba a amanecer y a colarse la luz del Sol entre las ramas de los árboles cuando Kara se
dio cuenta que Lena no estaba por los alrededores. La morena había aprovechado que estaba
libre para intentar escapar. Kara volvió sobre sus pasos y encontró el rastro de Lena. Lo
siguió y no tardó mucho en dar con ella. Kara era bastante más rápida. Se abalanzó contra
ella y la inmovilizó contra el suelo. Lena intentó forcejear y coger el cuchillo, pero Kara se lo
impidió.

- ¡Vaya! Te había perdido. - mintió Lena haciéndose la inocente.

- Eso me había parecido a mí, por eso te he venido a buscar.

- Gracias por preocuparte por mí, no hacía falta.

- No quería que te quedaras sola en un sitio tan peligroso.

- ¡Qué considerada!

- Mira, tengo un regalo para ti. Unas fantásticas pulseras hecha con cuerdas. - dijo Kara
mientras empezaba a esposar a la morena con unas cuerdas que había robado de los bandidos.

- Déjame una mano libre por lo menos. - le pidió Lena a lo que Kara se la quedó mirando
confusa.

- Que te tenga que explicar cómo atarme es bastante humillante. - se quejó Lena. - Ata la
cuerda a una de mis manos y lleva tú el otro extremo.

- ¿Y cómo sé que no te vas a soltar?


- Porque es evidente que salir corriendo de ti es extremadamente efectivo. Si me soltara e
intentara escapar, me atraparías igualmente. Pero al menos así puedo luchar si nos vuelven a
atacar.

Kara estuvo pensando unos instantes.

- ¿Por qué me has salvado? - le preguntó Kara.

- ¿Perdón?

- Antes me has salvado dos veces la vida. Podrías haber dejado que me mataran y escapar.

- ¿Instinto? - contestó Lena, aunque vio en la cara de la princesa que esa respuesta no le
servía. - Tú me salvaste de los soldados. Podrías haber dejado que me violaran. Te debía una.
Ahora ya estamos en paz y te puedo matar en cuanto quiera.

- Entonces mejor te ato las dos manos. - rio Kara y Lena la acompañó.

****

A pie, estaban avanzando bastante más despacio que a caballo. Pero volver atrás a
recuperarlos no era una opción. Además, se notaba que estaban cruzando las montañas en el
relieve. Las pequeñas colinas habían dado paso a grandes montañas. Un gran río recorría un
pequeño valle que seguía su forma. Intentaron continuar andando por la parte más alta de las
montañas, pero muchas veces se levantaban paredes de piedra que las separaban de la cima.

Consiguieron alcanzar la cima de una pequeña montaña y ante ellas apareció el desfiladero.
Una enorme montaña parecía haber sido cortada por la mitad por el río. Dos paredes de roca
verticales de centenares metros de altura separaban el agua de la cima. Se había creado un
gran pasillo natural para el agua del cual no se veía el final.

Desde donde estaban, se podía distinguir un pequeño y estrecho sendero al borde del río que
lo acompañaba a lo largo del recorrido. Lena y Kara estuvieron un rato paradas admirando el
paisaje.

- ¿Sabes que las cuerdas me están dejando unas rozaduras horrorosas? - se quejó Lena.

- Por enésima vez hoy, Lena, no te voy a soltar.

Llevaban un par de días de camino a pie y Lena se había pasado el rato pidiendo de diferentes
maneras que Kara la soltara. A la rubia, le molestaron las cinco primeras veces. Después se
acostumbró a escuchar las quejas de la morena.

- Esta no es la formada adecuada de una princesa para tratar a una dama.

- Porque eres una dama delicada que necesita protección. - rio Kara.

- Espero que a las otras las trates mejor que a mí… - bromeó Lena esperando que Kara se
sonrojara de nuevo, pero parecía que la rubia ya se había acostumbrado a este tipo de
comentarios.
- A ti te doy un trato especial. - le contestó después de guiñar un ojo. Lena solo se rio como
respuesta. - ¿Cuántos metros de largo tiene el desfiladero?

- ¿Tengo cara de biblioteca?

- No, pero normalmente te conoces todos los sitios por los que pasamos.

- Cariño, estamos más al sur de lo que yo había estado en veinte años.

- Bien, no queda mucho para el atardecer. Busquemos algún sitio para pasar la noche. ¡Por
Rao! ¿Por qué hace tanto frío? No queda nada para la primavera. - se quejó Kara.

- Si esperas que haga calor aquí arriba, puedes morir congelada.

Después de andar un rato, encontraron un gran árbol cuyas ramas se habían levantado
creando un pequeño refugio entre ellas.

- Para negarte el otro día a que durmiera cerca de ti, buscas sitios con mucho espacio vital
para las dos.

- ¿Alguna idea mejor? Ni que no te hubieras metido en mi cama ya.

- Y te gustó.

- Ya te gustaría a ti.

- No lo niegues.

Kara se rio negando con la cabeza. No iba a darle el gusto a Lena a aceptar que empezaba a
gustarle su compañía. Se había acostumbrado a sus bromas mordaces y hasta le empezaban a
hacer gracia.

La verdad es que llevaban semanas viajando juntas solas. Vivían en una especie de burbuja.
Lena no podía evitar sentir una especie de vínculo que la unía a aquella princesa pretenciosa
después de todo por lo que habían pasado después de salir de Gimina. A veces, incluso tenía
que recordarse a ella misma quien era cada una y por qué estaban viajando.

Se sentaron a comer un rato y descansar. Andar no era igual de cómodo que ir a caballo y las
dos empezaban a notar el desgaste. Estaban cansadas. No tardaron mucho en querer las dos
irse a dormir. Así que llegó el momento de meterse en el agujero.

- Tú primero. - le dijo Kara a la morena.

- No, tú. No pienso dormir contra la pared.

- Olvidas que soy yo la que sigue al mando.

- Solo porque te dejo.

- Como sea, métete que quiero dormir.


Al final, Lena obedeció y se metió entre quejas. Kara se quitó las armas y entró también.
Lena se había tumbado en paralelo a la pared y Kara tenía un pequeño agujero para tumbarse
a su lado. Suspiró, al menos esa noche no pasarían tanto frío.

Se tumbó boca arriba y dejó las armas lo más lejos posible de Lena. La morena, en cambio,
estaba tumbada sobre su costado con la espalda contra la pared. Apenas había un palmo de
distancia entre las dos y Kara no podía evitar estar tensa.

- Kara, ¿eres consciente de que ya hemos dormido juntas? Creo que sobrevivirás. - se burló
Lena.

- ¿Te has dado cuenta que me has llamado por mi nombre?

- No es la primera vez.

- Normalmente solo lo haces cuando estás enfadada o nerviosa. ¿Cuál de las dos es hora? - se
burló de vuelta Kara.

- Touché, princesa. Quizá me pone tenerte así. - le susurró en el oído la morena. Kara pegó un
bote cuando la notó tan cerca y se dio media vuelta dando la espalda a la morena que se echó
a reír.

Kara decidió ignorar a la morena y cerró los ojos para dormir. El cansancio no tardó en hacer
efecto y se quedó dormida.

Chapter End Notes

Próximo capítulo el jueves:

- Dame una razón para no romperte el cuello.


Parte 2 5/9
Chapter Notes
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Ninguna de las dos iba de decirlo en voz alta, pero habían conseguido dormir
sorprendentemente bien esa noche. Ambas culparon al cansancio intentando buscarle una
explicación. Lena no iba a pensar en ello ni por un instante. Su prioridad debía ser escapar de
la rubia.

- Bien, o pasamos por el camino que sigue el río o pasamos por la montaña. - dijo Kara una
vez ya estaban listas para volver a emprender el viaje.

- Ni se te ocurra decir de ir por el río. Huele a trampa desde aquí.

- Lo sé, lo sé. Solo bromeaba - rio Kara.

- ¿Por qué será que no te creo? - bromeó Lena.

- ¿Debería ofenderme?

- Ser idiota es tu naturaleza. Ya no hay nada que hacer. El primer paso es asumirlo. - dijo
Lena intentando parecer seria, aunque se le escapaba un poco la risa. Kara no sabía si echarse
a reír o matar a la morena.

Bajar la montaña donde estaba y subir la que rodeaba el río les llevó casi medio día. No
lograron subir hasta a la cima porque una pared les barraba el paso, pero parecía que a esa
altura no iban a encontrarse a nadie.

Recorriendo el lateral de la pared durante una hora, se encontraron con que esta desaparecía y
se convertía en terreno plano cuando se encontraba con un riachuelo que bajaba
violentamente hacia la parte baja del desfiladero. Tenían que encontrar alguna forma de
cruzarlo. Pero, primero, necesitaban descansar y comer un poco antes de continuar.

Después de estar una media hora descasando en silencio, remontaron el riachuelo y se


encontraron con un árbol que se había caído justo encima y, junto con algunas rocas, servía
como puente para cruzar. Kara decidió pasar primero.

Para empezar, tuvo que escalar un par de rocas para llegar a la altura del árbol. Logró subirse
encima del tronco y Lena la siguió. La superficie estaba algo resbaladiza y las dos tenían que
ir con mucho cuidado para no caer. En un momento dado, Kara perdió el equilibrio y tuvo
que soltar la cuerda de Lena para no caerse. Esa era la oportunidad que Lena había esperado.
Empujó a Kara que cayó al río y fue arrastrada corriente abajo.

Kara pudo ver como Lena se daba prisa para cruzar el río y desapareció entre la vegetación
río arriba. Mientras tanto, Kara luchaba por mantenerse a flote, pero la corriente era muy
fuerte. Debía haber recorrido veinte metros río abajo cuando se estrelló con fuerza contra una
roca golpeando su costado. Pudo notar perfectamente como alguna costilla se rompía. Se
cogió como pudo a la roca y logró llegar hasta la orilla por la que había huido Lena.

Kara intentó correr río arriba en busca de Lena, pero el dolor era muy fuerte. Eso no era
bueno. Después de todo, ¿se le iba a escapar ahora?

Lena había seguido corriente arriba hasta encontrarse con una pequeña cascada. Había unas
rocas afiladas que podía usar para cortar las cuerdas que aún llevaba. Tan rápido como pudo
empezó a romper todas las fibras, pero no fue lo suficientemente rápida porque una mano por
detrás la agarró y la inmovilizó contra un cuerpo a su espalda.

- Dame una razón para no romperte el cuello. - gruñó Kara con tintes claros de dolor en su
voz.

Lena se removió entre los brazos de Kara con la suerte que le dio un codazo sobre las
costillas rotas. Kara aflojó su agarre por el dolor y Lena aprovechó para escapar dirección la
cascada. Kara la siguió.

Ya casi llegando, Lena logró deshacerse de las cuerdas y se giró encarando a Kara en
posición de combate. Por la cara de la rubia, era evidente que Kara tenía algo roto. Estaban
las dos en tensión esperando a ver quién hacía el primer movimiento. Parecía que iban a
empezar a luchar en cualquier momento, pero unas voces resonaron por el bosque. Eran
bandidos. ¿Las habían seguido hasta allí?

Se miraron asustadas. Ese no era el momento de pelearse entre ellas. Buscaron un lugar
donde ocultarse. Lena de verdad esperaba que detrás de la cascada hubiera un rincón donde
esconderse. Agarró la mano de Kara y la llevó hasta allí.

Afortunadamente, había una pequeña gruta donde podrían esconderse algo apretadas. Se
metieron allí una de cara a la otra totalmente pegadas. Al chocar sus cuerpos en un espacio
tan pequeño, Lena pudo darse cuenta de qué parte del cuerpo le dolía a la rubia.

- ¡¿Tienes rota una costilla?!

- Baja la voz. ¿Qué esperabas? ¿Que saliera de los rápidos solo un poco empapada? - susurró
Kara enfadada.

Pero Lena no llegó a contestar, pudieron ver cómo un grupo de una veintena de hombres y
mujeres se acercaban al río. Se pararon a beber agua y dejaron que sus caballos también
bebieran. No parecían estar buscando a nadie.

Kara y Lena no recordaban haber estado tanto tiempo quietas y en silencio en su vida. Casi
les daba miedo respirar.

Observaban en silencio al grupo, rezando cada una a sus dioses para que no tardaran a
continuar con su camino. Al cabo de un rato, se fueron río abajo y pudieron respirar
tranquilas. Por lo menos Lena, porque Kara empezaba a notar fuertes pinchazos en el costado
que se había golpeado.
Cuando salieron de su escondite, Kara cayó como un peso muerto de rodillas en el suelo
intentando recuperar el aliento. Lena se acercó a ayudarla, pero Kara la alejó con un
empujón.

- Por Rao, ni te me acerques. - gruñó Kara.

- Déjame ayudarte. - le respondió la morena intentando de nuevo a Kara, pero volvió a ser
rechazada. - No quería hacerte daño, Kara. Solo buscaba un poco de ventaja para escapar. Te
lo juro.

- Pues el plan te ha salido redondo. - le contestó Kara enfadada. Intentó levantarse, pero un
fuerte pinchazo la llevó de vuelta al suelo.

- Tenemos que irnos antes de que vuelvan. Por favor, Kara. - le pidió Lena acercarse. Esta
vez, Kara la dejó. Lena se colocó debajo del brazo de la rubia por el lado que no le dolía y la
ayudó a levantarse. Caminaron un trozo dejando atrás el río. Necesitaban encontrar un
escondite. Kara no podía moverse prácticamente y los bandidos no estaban lejos.

Lena logró ver una madriguera donde quizá podrían caber las dos. Por lo menos Kara cabía
allí. Solo esperaba que el animal que viviera dentro no estuviera cerca. Cogió la espada de
Kara y encendió el extremo de una rama seca. Tiró la rama dentro y un pequeño zorro salió
corriendo del interior. Lena se encaró al animal espada en mano, pero la criatura prefirió salir
huyendo. Entró a recoger el fuego y lo apagó. Después metió a Kara dentro de la madriguera
y la hizo tumbarse. Por el momento, allí estarían seguras.

Lena inspeccionó a Kara cómo pudo entre quejas e insultos de la rubia. En efecto, le estaba
empezando a crecer un gran moratón en su costado izquierdo. Tenía más de una costilla rota.
Esperaba que su cuerpo kryptoniano pudiera con las heridas internas si las tenía. Durante los
próximos días, la rubia no sería capaz de moverse de allí.

Suspiró. Miró la cantidad de provisiones que les quedaban. Kara había perdido todas con las
que cargaba. Además, había perdido el revólver y el cuchillo se había llevado un buen golpe
y tenía una gran muesca en la hoja.

Racionando la comida que le quedaba a Lena tenían para tres o cuatro días. Aquello se les
estaba complicando.

Lena siempre podía salir huyendo. Al final, esta era la oportunidad que había estado
esperando. Pero se sentiría culpable por ello. La rubia estaba en ese estado por su culpa y, si
la abandonaba allí, no sobreviviría.

Lena salió fuera a respirar un poco de aire. No sabía qué hacer. Todo había pasado demasiado
rápido. Debería huir, restregar a sus padres que había matado a la princesa y esperar que todo
volviera a la normalidad. Pero eso nunca sería verdad. La corona querría venganza. Su cabeza
pasaría a tener un precio demasiado elevado y no podría ni salir de su hogar. No le gustaba
para nada la idea. Mandarían tropas al norte y destrozarían su hogar. Seguro que pasaría eso,
aunque la rubia le hubiera dicho que en palacio ella era menospreciada y que no tenía ningún
valor.
Lena empezó a pensar tantas excusas como pudo para justificar el hecho de que no quería
abandonar a la rubia en ese estado.

- ¿A quién quiero engañar? - suspiró Lena llevándose las manos a la cara. - No le puedo
haber pillado tanto aprecio, ¿verdad? ¡Dioses! ¡¿Qué tengo que hacer?! - gritó esperando que
alguien le diera una respuesta que ella muy en el fondo ya tenía, aunque no quisiera
escucharla.

Un pájaro bajó de un árbol y se posó cerca de la madriguera. Lena entendió eso como una
señal de los dioses para que se quedara. Sí, sabía que aquello podía significar muchas cosas o
nada. Pero ella prefería esa lectura.

****

Lena no se había separado de Kara en los dos días que se habían pasado dentro de la
madriguera excepto para conseguir algunas frutas y agua. También encontró unas hierbas que
ayudaron a reducir el dolor y la hinchazón del costado de Kara.

Para el primer día, Kara había conseguido sentarse por sí sola y, para el segundo, podía estar
de pie unos minutos. Lena nunca se había alegrado tanto de que Kara fuera kryptoniana.

En aquellos últimos días, las únicas pocas palabras que le había dedicado habían sido insultos
y maldiciones que Lena se había limitado a ignorar.

****

Cuando Lena se despertó al tercer día, Kara no estaba a su lado tumbada. Se levantó asustada
buscándola por todos lados en aquel agujero, pero allí no había sitio para esconderse. Salió
fuera y se la encontró sentada trabajando en algo concentrada. Cuando se acercó, se dio
cuenta que la rubia estaba intentando hacer algo con hojas y fibras de la vegetación.

- ¿Qué haces? - le preguntó Lena.

- Tu nueva correa.

- No pienso dejar que me vuelvas a atar. ¿Te parece que lo necesitas? - dijo haciendo
referencia a los últimos días. Kara la miró entrecerrando los ojos.

- ¿Por qué te has quedado?

- Me lo han ordenado los dioses. Yo no tenía ninguna intención de quedarme.

- ¿Me estás diciendo que tus dioses se te han aparecido y te han dicho que te quedaras a
cuidar de mí? ¿Estás segura que esas frutas no te han provocado alucinaciones?

- Mira, si te ha vuelto el sentido del humor. Muy graciosa. Me dejaron una señal y me quedé.
Eso es todo.

- Ya. ¿Qué clase de señal? Por curiosidad.


- ¡¿Qué más da?! El caso es que tenemos que irnos. No queda mucho para salir del
desfiladero.

- ¿” Irnos”?

- Si los dioses quieren que cuiden de ti, lo haré hasta que estés en un lugar seguro.

- ¿Y eso será...?

- ¡¿Podrías dejar de preguntar tanto?! Te prefería cuando gastabas todo tu aliento en


insultarme. - gritó exasperada Lena. No le gustaba que Kara le preguntara cosas que la
morena aún no quería contestar. - Si estás lo suficientemente bien para ponerte a hacer
cuerdecitas, significa que ya estás lista para viajar. Así que andando. - dijo Lena antes de
entrar a la madriguera a buscar todo lo que tenían allí, incluida la espada de Kara.

Cuando salió fuera, Kara se quedó mirando la espada con una ceja levantada y estiró la mano
para que se la diera.

- No, no estás en condiciones de luchar. Será más útil en mis manos. - le contestó Lena. Kara
resopló y siguió a Lena cuando esta empezó a andar.

No avanzaban a un ritmo muy alto. Muchas veces Lena tenía que ayudar a Kara a caminar e
incluso se tenían que parar porque el dolor era demasiado grande para que Kara pudiera
continuar.

Para el anochecer ya habían salido del desfiladero. Un leve aumento en la temperatura y una
gran planicie sin apenas árboles, sólo hierbas altas, les dio la bienvenida. Definitivamente, ya
estaban en el sur y empezaba la primavera.

Chapter End Notes

Próximo capítulo el viernes:

- Porque tú te caracterizas por obedecer órdenes en vez de darlas.


Chapter 12
Chapter Notes

Debido a temas personales, mañana viernes es muy probable que no pueda colgar el
capítulo, así que lo adelanto. ¡Hasta el martes!

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Siguieron el curso del río abajo esperando encontrar un pueblo. Kara había echado de menos
el sur, el paisaje, el calor. Durante las noches seguían encendiendo el fuego por protección,
pero ya no necesitaban tanto su calor. Eso hizo que su carácter y su humor se suavizaran.
Empezaba a sentirse en casa. Lena, en cambio, lo estaba pasando mal. A ella, le gustaba el
frío y disfrutaba de la temperatura que las altas montañas le daban al norte. Además, ir con
ropas para el frío en un sitio donde hacía calor no era lo mejor. Casi no había árboles allí para
dar algo de sombra a la morena, apenas unos pinos delgados cerca de la riba del río.

Así que la morena decidió tener como costumbre bañarse cada noche en el río. El primer día
pudo oír desde el agua las maldiciones de la rubia por haberse desnudado otra vez, cosa que
le provocó unas buenas risas. Cuando volvió a la orilla, se encontró a la rubia tumbada de
espaldas a ella enfurruñada. Para el segundo día, Kara parecía resignada a los baños de Lena
y ni siquiera se giró para no verla. Un leve sonrojo teñía las mejillas de la rubia a veces y
Lena creyó pillar a la rubia mirándola de reojo en alguna ocasión. Pero quizás solo eran
imaginaciones suyas.

Era tentador provocar a la princesa. Sus insultos y su enfado parecían haberse reducido.
Quizá era mejor no jugársela y que la rubia volviera a su mal humor. De hecho, esos días,
Kara se había dejado cuidar por Lena sin quejarse ni rechistar.

La verdad es que, superado el enfado de los primeros días, Kara resultó estar más relajada y
simpática que como de costumbre. Incluso habían podido tener más de una conversación que
no había acabado en una discusión. Era agradable esta versión de Kara. Sí, ya llevaban
tiempo acostumbradas a la compañía de la otra y Lena no podía evitar a sentir algo de afecto,
quizás, por la rubia.

****

Durante dos días no tuvieron suerte, pero a la mañana del tercero, cuando ya veían el mar, un
pequeño pueblo pesquero apareció en su vista. Las casas de las cuales debía haber un
centenar, estaban cubiertas de un blanco inmaculado, igual que el templo coronado por el
símbolo de Rao. Las calles, sin embargo, eran de tierra que, para cuando el pueblo se
encontraba con la playa, ya estaban cubiertas de arena.
Lena tenía que ayudar a caminar a Kara cuando llegaron al pueblo. Un par de mujeres que
pasaban por la calle se alertaron al ver las condiciones en las que llegaban Kara y Lena. Se
acercaron a ayudarlas. Kara les pidió si podían avisar al guardián o guardiana del pueblo,
necesitaba hablar con quién fuera. Una de las mujeres se fue corriendo a buscarla mientras la
otra las acompañó a buscar un sitio dónde Kara pudiera sentarse a descansar. Maggie llegó y
se encontró a Kara sentada en un pequeño taburete de madera con Lena y la otra mujer a los
lados.

- Buenos días, forasteras. ¿Qué les trae por aquí? - preguntó algo desconfiada. Kara la analizó
y vio el símbolo de la guardia de la corona en el pecho de la mujer. Agarró la muñeca de
Lena y sacó una pequeña pieza de metal que tenía en el bolsillo que dio a Maggie.

- Mi nombre es Lauren Haley, soy soldado de la corona y esta es mi prisionera. - anunció


Kara, dando un nombre falso para evitar más problemas de lo normal. - Necesito que la vigile
hasta que me recupere y podamos continuar nuestro viaje a la capital. Es una prisionera de
gran importancia.

La cara de Lena fue un poema a medida que Kara iba soltando las palabras: primero,
sorpresa; después, enfado. Además, después de todo por lo que habían pasado, ¿y Kara no
había perdido aquella piececita?

Maggie analizó la pieza de metal: era una insignia que solo los soldados de alto rango tenían.
Kara debía ser alguien importante si la tenía. Maggie la obedeció y esposó a Lena y la
arrastró a su cuartel donde había una pequeña celda y la encerró en su interior.

Las mujeres ayudaron a Kara a llegar a la pequeña posada que había en el pueblo. Allí, no
tuvieron ningún problema en acoger a la rubia en una de las habitaciones y, después de
acomodarla en la cama, se fueron a buscar al médico.

- Es un milagro que en este estado hayáis podido moveros. Tenéis que hacer reposo absoluto
durante unos días. Nada de levantarse, ni sentarse. - le dijo la mujer a Kara después de
inspeccionarla. Kara suspiró. Aquello iba a ser muy aburrido. Tenía que buscarse alguna
distracción y ya se le había pasado por la mente una.

- ¿Tenéis alguna cosa para el dolor? - le preguntó a la médica. El efecto de las hierbas que
Lena le había preparado esa mañana estaba desapareciendo y el costado la estaba matando.

- ¿Por eso habéis aguantado el viaje? ¿Qué os tomasteis? - le preguntó con curiosidad. Kara
encogió los hombros. No le había preguntado a Lena qué le estaba dando. Ella con notar que
el dolor desaparecía, tenía suficiente información.

- Me las daba la mujer que me acompañaba.

- ¿Esa mujer no era vuestra prisionera? - le preguntó alarmada. Kara asintió como respuesta. -
¿Habéis dejado que vuestra prisionera os diera unas hierbas que no sabíais qué eran?

Ante la alarma de la mujer, Kara entendió la locura que acababa de contar, sobre todo
teniendo en cuenta su historial.
- Es complicado. ¿Podéis avisar a la guardiana? No sé su nombre. Quiero hablar con ella si
no le importa.

- Ahora voy. Vais a necesitar ayuda y alguien que cuide de vos estos días, señora. Puedo pedir
a alguien del pueblo que lo haga.

- No se preocupe, tengo a alguien en mente. - le contestó Kara pensando en Lena. Si ya había


cuidado de ella estos días porque sus dioses se lo habían ordenado, no le importaría hacerlo
un poco más. Aunque no sabía cuál sería el humor de la morena después de encerrarla en una
celda.

Cuando Maggie llegó, Kara le pidió que trajera a Lena de vuelta junto con todo lo que
cargaba la morena. Iba a necesitar a alguien que cuidara de ella y quién mejor que la
prisionera le dijo. Evidentemente, Maggie no entendió la lógica de Kara. Pero, de todas
maneras, obedeció sus órdenes.

- A ver si lo entiendo, ¿primero me haces encarcelar y ahora tengo que ser tú enfermera? ¿Me
tomas el pelo? - le preguntó indignada Lena nada más cruzar la puerta seguida de Maggie que
se quedó callada sorprendida por las interacciones que tenían las dos mujeres en frente de
ella.

- Si prefieres volver a la celda, por mí ningún problema. Seguro que estás muy a gusto. - le
contestó Kara desde la cama. Lena suspiró.

- De acuerdo. Pero sin manillas. - dijo levantando las manos.

- Guardiana, ¿la habitación se puede cerrar con llave? - preguntó a la tercera mujer.

- Sí, claro.

- Perfecto. ¿Podría liberarla y acercarme la llave de la habitación? - le pidió Kara. Maggie


simplemente obedeció porque ya hacía rato que no entendía nada de lo que estaba pasando
allí.

Cuando acabó, dio las manillas a Kara por si las necesitaba, se despidió y se fue.

- Cierra la puerta y, por Rao, dime que aún te quedan de esas hierbas.

- ¿Qué soy, también tu criada, ahora? - le contestó cruzando los brazos Lena sin ademán de
moverse un centímetro. Kara solo se la quedó mirando como respuesta ofreciéndole la llave. -
Lo pillo, lo pillo. O criada o celda. Encima que te ayudo a llegar hasta aquí…

Lena cogió la llave, cerró la puerta y se acercó a la pequeña mesa a preparar la medicina para
Kara. Cuando acabó, se la dio a Kara que se la bebió de un solo trago.

- La llave.

- Por supuesto, princesa. - ironizó Lena mientras le daba el metal. - Por cierto, ya que me
quieres encerrar aquí contigo, te aviso que solo me quedan hierbas para una dosis más de
medicina. Así que o me dejas salir a buscar más o te quedas sin.
Kara resopló. El dolor de su costado era lo suficientemente insoportable como para pensar
aquello como una opción viable.

- ¿Cuánto queda para que el efecto de lo que queda desaparezca?

- Para la noche, podrás experimentar el maravilloso dolor de unas costillas rotas en su


máximo esplendor. - bromeó Lena.

- Por la tarde entonces saldrás.

- Tampoco te prometo que aquí vaya a encontrar lo que necesito. Ya no estamos en el norte.

- Sería una pena para ti verme retorcer de dolor, ¿verdad? - rio Kara.

- No te lo puedes ni imaginar.

- Bien, ahora descansar. Hacía siglos que no dormía en una cama decente. - dijo Kara
mientras colocaba la llave debajo de la almohada y se acomodaba para dormir.

- ¡Eh! ¿Y yo qué? - dijo Lena mirando a su alrededor.

La habitación era algo oscura lo que ayudaba a bajar la temperatura y solo estaba iluminada
por la luz que entraba por una ventana con las persianas casi cerradas. Era bastante grande,
aunque estaba muy vacía. Los únicos muebles que había allí era la cama individual donde
estaba tumbada Kara, una mesa contra la pared con su silla que quedaba de espaldas a la
cama y un armario empotrado. Kara se limitó a señalar la silla como respuesta y no tardó en
quedarse dormida.

Lena suspiró. Aquella silla no era precisamente cómoda, prefería tumbarse en el suelo. Abrió
los armarios en busca de algo que poner en el suelo y encontró algunas mantas bastante
gruesas que olían a humedad. Eso tendría que servir. Mejor que el duro suelo era.

Colocó las mantas delante del armario en el suelo y se tumbó encima. Estaba tan cansada y
llevaba tantos días durmiendo directamente en el suelo que no tardó nada en quedarse
dormida.

****

Unos golpes en la puerta las despertaron a las dos al cabo de unas horas. Lena, algo aturdida
se levantó y fue hasta la puerta. Una voz desde el otro lado dijo que les traía comida. Por la
luz que entraba por la ventana ya debía ser el mediodía.

Lena, después de coger la llave que tenía Kara, abrió la puerta y dejó pasar a una chica joven
al interior de la habitación. Les dejó una bandeja con dos platos de comida encima de la
mesa.

- Esta tarde, necesito que ella vaya a buscar unas hierbas. ¿Podrías buscar a alguien para que
la acompañe? - dijo Kara a la muchacha antes de que se fuera.

- Puedo ir yo sola si me dice lo que necesita. - le respondió la chica.


- Necesito que vaya ella. ¿Me podrías hacer el favor? Irá esposada, en el fondo es totalmente
inofensiva. Te lo juro por Rao. - le contestó intentando convencer a la chica. Lena puso los
brazos en jarra con indignación. - ¿Verdad? - dijo mirando a Lena directamente. Tuvieron una
lucha de miradas durante unos instantes que Lena perdió.

- Está bien. - se rindió. - Prometo por los antiguos dioses que me portaré bien. - contestó con
una sonrisa pícara. Kara se echó a reír mientras que la chica miraba horrorizada a Lena.
¿Acababa de jurar por los dioses prohibidos?

Quedaron que a media tarde la chica subiría a por Lena. La morena cerró la puerta y se sentó
a comer.

- ¡Eh! Yo también quiero comer. - dijo Kara desde la cama.

- Pues levántate y come. - le contestó Lena como si fuera una obviedad.

- La médica me ha dicho que no me puedo mover de la cama, ni sentarme. Necesito que me


des de comer.

- Kara, llevas días comiendo por ti misma. Llevas días caminando.

- Órdenes de la médica.

- Porque tú te caracterizas por obedecer órdenes en vez de darlas. - ironizó Lena.

- Vamos, Lena. Los primeros días ya me diste de comer.

- Los primeros días no te podías mover de verdad.

- Estás aquí para eso. - le dijo Kara haciendo un puchero. Lena solo rio negando con la
cabeza.

- Bien, princesita. Tú ganas, pero te esperas a que yo acabe de comer. - cedió Lena, aunque
Kara soltó algunas leves quejas, pero se esperó pacientemente a que Lena acabara.

****

Por la tarde, Lena se tuvo que poner las manillas a sí misma quejándose de lo humillante que
era aquello cuando la chica llegó a buscarla y se fueron. Había cogido algunas monedas por si
tenía suerte y vendían allí algo de lo que necesitaba.

- ¿Tenéis algún sitio donde vendan hierbas o algo por el estilo? - preguntaba Lena a la chica
mientras cruzaban la puerta de la calle. El olor a brisa marina la golpeó.

- Sí, claro. En la botica. ¿Qué necesitas? - le preguntó con curiosidad la chica guiándolas a las
dos entre las calles.

- Unas hierbas para preparar una medicina.

- ¿Le preparas la medicina tú? ¿No le ha dado nada la médica?


- Por lo visto, no. No creo que tampoco conozca lo que voy a preparar.

- ¿Es un remedio de tu tierra?

- ¿Perdón?

- Bueno, antes has jurado por los antiguos dioses y eres una prisionera. Supongo que eres del
norte.

- Vaya, eres bastante inteligente. ¿Cómo te llamas? - preguntó interesada Lena.

- Nia Nal. ¿Y tú? - le preguntó de vuelta Lena. Y ahora, ¿qué le decía? No podía dar su
nombre real si no quería que la lincharan allí mismo. Se inventó un nombre jugando con el
nombre de Kara. Seguro que a la rubia le no haría gracia, pero ella lo encontraba divertido.

- Kiera.

- ¡Qué nombre tan raro! - exclamó Nia.

- En el norte es bastante común. - dijo como pudo Lena aguantándose la risa.

- ¿Y para qué es la medicina?

- Para el dolor. Y también la ayuda curarse más rápido.

- Interesante… Quizá me podrías enseñar a prepararlo. - le pidió muy interesada Nia.

- ¿Te das cuentas de que no te deberías fiar de mí?

- Si ella lo hace, por algo será. - respondió Nia refiriéndose a Kara.

Llegaron a la botica y, para sorpresa de Lena, tenían la mayoría de ingredientes que


necesitaba. Incluso tenían cosas que, por el clima, solo se encontraban en el norte. Nia le
contó que, gracias a conocimientos que trajo la casa de El, habían aprendido a cultivarlas en
el sur.

Como siempre, Lena no evitó acusar a la Casa de El de invasores y usurpadores. Nia aceptó
que al principio para todo el mundo había sido difícil de aceptar la religión y las nuevas
normas que habían traído los kryptonianos. Mucha gente fue condenada, se los llevaron y
nunca más volvieron a saber de ellos. Suponían que habían sido ejecutados. Pero, cuando se
rindieron, todo fue incluso mejor que antes de que llegaran los kryptonianos. Al ser un
pueblo costero, siempre vivían con miedo a piratas, pero desde que los kryptonianos
gobernaban ya casi no habían recibido ataques. Además, tenían un médico y la guardiana
siempre cuidando de ellos y nadie pasaba hambre. En el fondo estaban agradecidos por lo que
habían traído y habían aprendido a adaptarse a los nuevos reyes.

Lena pidió a Nia que la acompañara a buscar lo que le faltaba. Imaginaba que cerca del mar
podría encontrar algo parecido.
La joven la guio hasta el puerto que consistía en unos pequeños muelles y una alta estructura
de madera que estaba rodeada de algunas personas cargadas con materiales y herramientas.
Nia le contó a Lena que era la grúa del puerto que utilizaban para descargar los peces de los
barcos, pero que un temporal en el invierno la había roto y aún no la habían conseguido
reparar.

Dejaron atrás el lugar y Lena se acercó a un grupo de rocas que sobresalían del agua.
Inspeccionó las algas y vegetación que estaba creciendo allí y encontró lo que buscaba.

Para cuando llegaron a la habitación, Kara ya estaba suplicando por más medicina. Nia Nal se
fue dejándolas solas de nuevo, aunque Lena le pidió algo para escribir antes de que se fuera.
Lena se sentó de nuevo en la mesa y preparó más medicina con los ingredientes que había
preparado.

- Te aviso que quizá sabe algo diferente. - le dijo Lena acercando el vaso con la medicina a la
rubia.

- ¿Qué quiere decir eso? - preguntó Kara un poco recelosa.

- Digamos que hasta ahora has probado la receta de montaña y hoy vas a probar la de mar.

- No me estarás envenenado, ¿verdad?

- Claro, porque ahora, que estoy prisionera otra vez, con gente vigilándome por todo el
pueblo, es el momento ideal para matarte con veneno. - ironizó Lena a lo que Kara rio como
respuesta.

- Supongo que tiene sentido.

- Anda, Kara, bébetelo. - insistió Lena dándole el vaso. La rubia se incorporó un poco y lo
cogió con algo de miedo y olió el contenido. Cuando levantó la mirada, se encontró a Lena
con los brazos en jarra y mirándola con una ceja levantada. Kara sonrió inocente y se bebió el
contenido del vaso de un golpe haciendo una mueca de asco.

- ¡Por Rao! Está saladísimo. ¿Le has echado un bote de sal? - exclamó dándole de vuelta el
vaso a Lena y volviéndose a tumbar.

- He tenido que sacar uno de los ingredientes del mar. Por eso está tan salado. ¡Qué pena
verte poner esa cara cuando te lo tomas! - bromeó Lena.

- ¿Y no puedes rebajar el gusto o algo?

- Ahora me pongo a pensar en cómo cambiar el gusto de una medicina para que le sepa mejor
a la princesita que no aguanta el dolor. - dijo del tirón casi quedándose sin aire.

- Muy graciosa.

Al cabo de un rato que habían pasado en silencio, Nia Nal apareció con unos papeles y un
poco de grafito para Lena. Les dijo que en un par de horas les traería la cena.
- ¿Para qué quieres eso? - preguntó curiosa Kara.

- Cosas mías. - respondió Lena simplemente, mientras se sentaba de vuelta en la silla y


dejaba el material sobre la mesa. Parecía que se iba a girar a trabajar, pero se quedó mirando
a Kara pensativa.

- ¿Qué? - le preguntó Kara ante la mirada fija de Lena en ella.

- Antes he estado hablando con Nia.

- ¿Nia?

- La chica que trabaja aquí.

- ¡Ah! ¿Y qué?

- Me ha contado cosas.

- ¿Sobre qué? Estás extraña desde que has llegado.

- Sobre la Casa de El.

- Por Rao, no por favor. No estoy de humor para discutir otra vez contigo. No somos los
monstruos que a ti te gusta creer. - suplicó Kara llevándose las manos a la cara exasperada.

- Lo sé.

- ¿Cómo? - preguntó Kara mirándola con sorpresa.

- Es decir, sigo pensando que sois unos invasores, usurpadores, represores y… - explicaba
Lena antes de ser interrumpida por Kara.

- Me ha quedado claro. ¿Cuál es el punto?

- Nia me ha dicho que la corona paga a médicos y guardias para cuidar de todo el mundo,
incluso pagan para que todo el mundo pueda aprender a leer, escribir, ... ¿Por qué no en el
norte?

- ¿Qué quieres decir?

- En el norte, cada uno se lo tiene que pagar. La corona no paga nada a nadie. No existen
escuelas para todos. ¿Por qué? - le preguntó Lena. Kara se giró para quedar cara a cara con la
morena.

- Los había o, al menos, se intentó que los hubiera. Pero después de que los Luthor huyerais
al norte nos mandaron carros con las cabezas de la mayoría. Algunos lograron sobrevivir a la
matanza y escaparon de vuelta al sur. Desde entonces, ningún médico o maestro ha querido ir
al norte. El mensaje era claro. También se decidió aumentar el castigo por herejía y traición
para intentar controlar la situación. Si fuera por nosotros, en el norte tendrían lo mismo que
aquí. Dices que luchas por tu gente, pero vosotros sois los primeros que les robáis.
- Defendemos nuestra identidad, nuestros dioses, nuestra cultura, nuestras costumbres, ...

- ¿A qué precio?

- ¿Según tú, lo mejor sería doblegarnos, convertirnos en lo que vosotros queréis que seamos,
perder lo que nos hace terhanos a cambio de limosna? ¿Tú renunciarías a Rao por lo mismo?

- Depende las prioridades de cada uno. - dijo encogiendo los hombros como respuesta. -
¿Tanto valor tiene para ti tu religión?

- Por supuesto.

Kara suspiró. No quería acabar enfadada con Lena otra vez por una discusión de política.
Pensó que quizá contándole su versión de la historia la morena entendería su punto.

- Siempre me han contado que Terha era un reino donde la gente moría de hambre y los
pocos ricos se aprovechaban de ellos hasta que llegamos nosotros. Las mafias y la corrupción
campaban a sus anchas.

- Esa es solo una versión de la historia supongo.

- ¿Cuál es tu versión? ¿Es que acaso el reino era rico y justo?

- No, no lo era. No me mires así. - le dijo al ver la cara sorprendida de la rubia. - Leer sirve
para mucho más de lo que te crees.

- Explícate.

- Encontré archivos que guardaban mis padres. El reino estaba casi en la quiebra cuando
llegasteis. Y sí, la corrupción campaba a sus anchas. Pero, ¿eres consciente de que esa
corrupción aún está? Cortasteis las cabezas de la mayoría de corruptos, pero no destruisteis la
organización detrás. Solo ha crecido otra cabeza.

- La gente no está de acuerdo contigo. Mira este pueblo. Cambiamos la estructura del reino,
todo.

- Y muchos de esos corruptos se adaptaron y sobrevivieron. También trajisteis nuevos con


vosotros.

- ¿Cómo cuál?

- Rao.

- Rao es un dios.

- Quiero decir la iglesia de Rao. La voz de Rao viste de oro. Su máscara es de oro. ¿No te has
planteado de dónde saca el dinero?

- Del rey.
- ¿Todo?

- Pero la corrupción no tiene la fuerza que tenía antes.

- No, no la tiene. Pero el reino que construisteis no es perfecto.

- Ya, pero, según tú, luchas por tu gente. Pero aquí, en el sur, la gente tiene todo lo que
necesita para tener una vida feliz y en paz, ¿no te estás equivocando de bando?

- No negaré que lo que habéis hecho está bien, pero habéis obtenido el poder a base de matar,
ejecutar y torturar a la gente. Estoy bien en mi bando la verdad.

- Porque vosotros nunca jamás habéis matado a inocentes, ¿verdad?

- Esa gente no me representa a mí.

- Son de tu propio bando.

Lena se dio media vuelta y se puso a trabajar. Al final, habían acabado discutiendo y
enfadándose la una con la otra.

Kara sentía mucha curiosidad por saber qué estaría haciendo la morena, pero su orgullo le
impedía preguntárselo. Pasó el rato y la rubia estaba más y más aburrida. Necesitaba ir al
baño y se levantó. Aprovechó el viaje para ponerse algo de ropa cómoda que le habían dejado
para dormir. Cuando volvió, se encontró con Lena mirándola de forma acusadora.

- ¿Querías que te pidiera ayuda para ir al baño?

- Bien que me has obligado a que te dé de comer porque “no te puedes mover”. Además, ni
que no lo hubiera tenido que hacer ya.

- Fuiste tú la que me hirió así que estás en la obligación moral de cuidar de mí.

- A eso, yo lo llamó chantaje emocional. - Kara se encogió de hombros y con cuidado se


volvió a tumbar en la cama.

Llegó Nia con la cena y una lámpara de aceite para que tuvieran algo de luz. Kara le pidió
que si le podía llevar un libro o algo para leer para distraerse. Al cabo del rato, Nia subió con
algunos libros que sus padres tenían por la posada junto con otra lámpara de aceite para que
cada una tuviera la suya. Kara cada vez se notaba más y más relajada y no sabía por qué.

- ¿Me das de comer? - pidió Kara como si fuera una niña pequeña vocalizando de forma
extraña.

- ¿Otra vez?

- Todavía no estoy curada.

- ¡Qué cara dura! Te esperas a que acabe de comer.


- ¡Vale! - dijo con ilusión. Lena se rio como respuesta y negó con la cabeza.

- ¿Qué estás haciendo? - preguntó Kara cuando las dos ya habían acabado de comer y la
morena había vuelto al trabajo.

- Nada que una cabeza hueca kryptoniana pueda entender.

- ¡Oye! Pruébame. - dijo con una sonrisa tonta.

- Estás muy charlatana. Espero que no sea un efecto secundario de la medicina… Si lo es, que
sepas que te quedas sin. - la amenazó bromeando Lena.

- ¡Por Rao! Si cuando nos conocimos, eras tú la que no paraba de hablar. - exclamó la rubia
con mucha efusividad.

- Y me amordazaste.

- ¿Y ahora que te doy la oportunidad de hablar no quieres?

- Por los dioses, ¿no tienes libros con los que distraerte?

- Tú eres muchísimo más interesante. - le contestó sin más la rubia. Lena, que hasta ese
momento no había levantado los ojos del papel, giró el cuello y se la quedó mirando sin saber
si había oído bien o no.

- Es oficial. La medicina está teniendo efectos secundarios. Hora de dormir. - dijo Lena
mientras se levantaba a apagar la lámpara encendida cerca de Kara.

- ¿Estás sonrojada? - rio la rubia cuando vio el leve color rojo que tenía Lena en las mejillas.

- No. - murmuró Lena.

- Victoria. He conseguido hacer sonrojar a la exhibicionista. Kara 1, Lena 0. - celebró la


rubia.

- Kara 1, Lena 50 mejor dicho.

- ¿Aceptas entonces que te has sonrojado?

- Suficiente. A dormir o te amordazo yo esta vez.

- Está bien. Buenas noches, Lena.

- Buenas noches, Kara.

- Me gusta que me llames Kara.

- Duerme.

- No puedo con tu luz encendida. Ven a dormir también. Te hago un hueco.


- ¿En la cama?

- Ni que no hubiéramos dormido ya juntas.

- Había más espacio.

- Ahora eres tú la vergonzosa.

- No, soy la que no va drogada.

- Me has drogado tú.

- Kara, por los dioses, vale, me voy a dormir. Pero cállate ya. - dijo exasperada Lena. Esta
versión de la rubia la estaba poniendo muy nerviosa. Normalmente, en esas situaciones, era la
rubia la que estaba contra la pared, no ella. Apagó la lámpara y se fue al montón de mantas
colocadas en el suelo y se tumbó encima provocando algunas quejas de la rubia. Se tumbó de
costado, de manera que tenía plena vista de la cama. La verdad es que parecía cómoda.

Después de estar rato dando vueltas en la cama y sin encontrar una posición para poder
dormir, se levantó y se acercó a la cama.

- ¿Estás despierta, Kara? - le preguntó a lo que la rubia le contestó con algunos murmullos. -
¿Me dejas un hueco?

- Ahora no quiero. - le contestó la rubia bromeando y ocupando tanto espacio como pudo de
la cama. Las dos se miraban divertidas.

- Vale, pues ya me lo haré yo. - le respondió Lena dejándose caer sobre Kara totalmente, cosa
que provocó que Kara se asustara sin tiempo para reaccionar y esquivar el choque. Pero la
morena había clavado los codos y rodillas en la cama justo el instante antes de que sus
cuerpos chocaran.

- ¡Por Rao! Me pensaba que me ibas a romper el resto de costillas. - dijo Kara mientras se
recuperaba del susto.

Fue en ese momento en el que se dio cuenta de lo cerca que habían acabado. Sus cuerpos
estaban a menos de un centímetro de distancia igual que sus rostros. Hasta podía sentir el
aliento de la morena sobre sus labios. No pudo evitar que sus ojos fueran a parar a la boca de
la morena. Esta se estaba mordiendo el labio inferior. Regresó la mirada a los ojos verdes y se
dio cuenta que Lena también estaba mirando sus labios. Su respiración se estaba haciendo
pesada.

- Ya te dejo espacio. - dijo Kara totalmente sonrojada moviéndose para dejarle un hueco a
Lena sin ni siquiera mirarla.

Lena tampoco dijo nada más y se tumbó a su lado.

A Kara le costó un buen rato conseguir que su corazón volviera a latir a un ritmo normal.
¿Qué le estaba pasando?
Chapter End Notes

Próximo capítulo el martes:

- No, es que no me lo esperaba.


Parte 2 7/9
Chapter Notes
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Kara sintió un leve cosquilleo en su rostro que hizo que poco a poco fuera recuperando la
consciencia. A través de sus párpados cerrados, llegaba una buena cantidad de luz. Ya debía
ser por la mañana.

Intentó moverse un poco, estaba tumbada sobre su costado bueno, pero empezaba a estar un
poco incómoda. Intentó mover su brazo izquierdo, pero lo tenía atrapado. Abrió los ojos poco
a poco y se encontró con una maraña de pelos oscuros delante. Su brazo parecía estar
rodeando la cintura de esa persona que dormía de espaldas a ella. ¿Quién era? ¡Ah, sí! Lena.
Recordó que ayer pidió a la morena que durmiera con ella. Y también recordó como acabó
tumbada prácticamente encima de ella y cómo removió cosas que no tocaba. Intentó
separarse de ella. Entonces se dio cuenta que la morena tenía agarrada la mano izquierda de
Kara y la rubia no podía quitarla de allí.

Con delicadeza, intentó deshacerse del agarre de Lena que parecía que todavía estaba
dormida pero solo consiguió que se hiciera más fuerte. La morena se removió un poco y
juntó sus cuerpos de manera que no había nada de distancia entre ellas dejando el su cuerpo
totalmente apoyado en el de Kara. Con el movimiento, la camiseta de Lena se había
levantado un poco y Kara ahora tenía la mano atrapada entre la mano de Lena y la piel de su
abdomen. ¿No empezaba a hacer demasiado calor?

Kara no pudo aguantar mucho más y de un movimiento rápido se separó totalmente de la


morena y se levantó de la cama. Cuando vio que Lena se giraba hacia ella y abría los ojos
buscándola, Kara balbuceó unas palabras que ni ella misma sabía cuáles eran y se metió en el
baño.

Lena no pudo evitar echarse a reír cuando vio a la rubia salir corriendo sonrojada hacia el
baño. La verdad es que ella ya llevaba rato despierta. De hecho, había podido notar como
Kara se despertaba y cuando notó que la rubia había intentado separarse de ella, decidió jugar
un poco.

¿Por qué lo había hecho? No quería pensar en ello. Despertarse con el brazo de Kara
alrededor de su cintura se había sentido demasiado agradable. Si lo combinaba con lo que
casi había la noche anterior, lo que había querido hacer… No quería pensar en ello.

Al cabo de cinco minutos, la rubia salió del baño con la cara mojada y se encontró con Lena
sentada en la mesa mirando los papeles en los que había estado trabajando el día anterior.

- Buenos días. - dijo Kara pasando rápido para tumbarse de nuevo en la cama. Cogió un libro
y fingió leerlo.

- Buenos días. ¿Has dormido bien? - dijo Lena divertida.


- Sí, aunque me está empezando a doler otra vez el costado. ¿Tienes más medicina? - le
contestó sin levantar la mirada.

- Después de ver cómo te pusiste ayer, no sé yo si dártela. - rio Lena.

- No puedes quitarle lo que sea que me provocara eso.

- ¿Eso? - rio Lena - Preparar medicinas no es como cocinar un guiso. No puedo poner y
quitar ingredientes como me apetezca.

- Me da igual. Te doy permiso para amordazarme si me pongo muy pesada. El dolor empieza
a ser insoportable. - le suplicó Kara a lo que Lena se echó a reír aún más.

- Prometo no usar como arma lo que hagas mientras estás drogada si a cambio me dejas salir
esta tarde al pueblo.

- ¿Para qué?

- Cosas mías. - le contestó Lena. Kara se la quedó mirando esperando algo más. No estaban
allí para que Lena hiciera turismo por el pueblo. - Quizá encuentro algo que no te provoque
efectos secundarios. - ofreció Lena.

Kara resopló.

- Está bien. Pero que te acompañe alguien y esposada.

- Perfecto. - le dijo contenta Lena mientras se giraba de vuelta a los papeles. - Toma la
medicina. - le dijo Lena ofreciendo un vaso con el brebaje que Kara se tomó entre muecas de
asco.

Kara se sorprendió de que Lena no se quejara por las cadenas. La estuvo mirando mientras
trabajaba. Hacía tiempo que se había dado cuenta de que le gustaba mirar a la morena cuando
ella estaba concentrada. No era la primera ni sería la última vez que lo hacía. Pero hasta ese
momento no se había dado cuenta de que Lena llevaba la misma ropa de viaje mientras ella
estaba en ropa cómoda y limpia. Tenía que pedir a Nia algo de ropa para Lena también.

Cuando Nia subió con el desayuno para las dos, Kara aprovechó para pedirle si podía
acompañar a Lena por la tarde y le podía dejar ropa limpia. Evidentemente, Lena tuvo que
volver a dar de comer a Kara.

Al rato, Nia volvió con una camisa y unos pantalones. Lena le dio las gracias y se fue al baño
que quedaba a las espaldas de la cama de manera que Kara no la veía si estaba estirada. Una
vez entró, dejó la puerta abierta puesto que Kara había empezado a hablar.

- Después de verte días y días desnuda, ¿ahora te vas a cambiar al baño? - preguntó Kara que
notaba como las drogas comenzaban a hacer efecto en ella.

- Kara, ya sé que te mueres de ganas de verme desnuda, pero me voy a limpiar. Ya sé que los
raoistas no tenéis el mismo concepto de higiene que nosotros, pero a mí me gusta no ir
oliendo a sudor.
- ¿Me estás diciendo que huelo mal? - le preguntó Kara oliéndose a sí misma. Pudo escuchar
la risa de Lena desde dentro.

- Entiéndelo como quieras.

Kara pudo escuchar el ruido del agua que salía del interior del baño. Quizá estaría bien que
ella también se tomara un baño. La verdad es que no recordaba la última vez que se había
tomado uno. Por Rao, debía oler muy mal.

Lena salió al cabo de un rato con el pelo suelto y la ropa limpia puesta. La verdad es que, con
esa ropa, la temperatura del sur era bastante más soportable. Además, era liberador sentirse
limpia y fresca de nuevo después de tantos días de viaje. Cuando miró a Kara se la encontró
con la boca abierta, mirándola. Lena la miró interrogante con una ceja levantada.

- Es que nunca te había visto con el pelo suelto. Siempre lo llevas recogido.

- Kara, te están empezando a hacer efecto las medicinas otra vez. Si no quieres decir algo que
te avergüence después, ponte a leer.

Kara obedeció y cogió el primer libro que encontró y empezó a leer. Lena se sentó y continuó
trabajando en los papeles.

Kara calculó que pudo estar concentrada en el libro un total de diez segundos antes de que
sus ojos viajaran de nuevo a Lena. La morena parecía totalmente absorta del mundo dedicada
únicamente a lo que fuera que hubiera en esos papeles. Kara tenía envidia de ellos en ese
momento. Ella también quería tener toda la atención de Lena. Veía cómo la morena paseaba
el grafito por el papel dibujando algo y soñó en cómo sería sentirlas en su cuerpo. Oh, las
drogas. Kara intentó desviar sus pensamientos de allí y volvió a centrar su mirada en el libro.

Esta vez aguantó doce segundos.

Parecía que mirar el perfil de Lena era lo más interesante y adictivo del mundo: esos ojos
verdes que se movían resiguiendo los papeles, esos labios que tan cerca había tenido la noche
anterior, esa mandíbula que tantas ganas tenía Kara de probar. Espera, ¿qué? Kara, en ese
momento, se planteó seriamente dejar de tomar la medicina con tal de sacar esos
pensamientos de la cabeza. ¿Qué narices le había dado Lena?

- Kara, por favor, deja de mirarme tan fijamente. - pidió Lena separando su vista del papel y
mirándola directamente a los ojos. Lena hubiera jurado que nunca había visto a la rubia tan
sonrojada como lo estaba ahora. Kara no dijo nada y volvió su vista al libro muriéndose de
vergüenza por haber sido pillada in fraganti. Por lo menos, Lena no podía saber lo que se le
estaba pasando por la cabeza, ¿verdad?

Y así pasaron la mañana: Kara luchando contra el efecto de las drogas y Lena y la morena
intentando estar concentrada en acabar el plano mientras notaba la mirada de Kara fija en ella
una vez y otra. Tenía que reducir la dosis de la medicina de Kara porque no podía más con la
tensión.
El almuerzo se lo tomó Kara por sí sola. Ni siquiera le pidió a Lena que la ayudara. Como
más lejos tuviera a la morena, mejor. Lena se acercó con las medicinas con la dosis reducida.
Kara al principio se negó a tomarla por los efectos secundarios a lo que la morena le contestó
que había reducido la cantidad a ver si eran más pequeños y Kara cedió y se las tomó.

Kara no quiso saber si era verdad o no si los efectos eran más pequeños. Prefería no
arriesgarse. Se tumbó dando la espalda a la morena, cerró los ojos y se quedó dormida.
Cuando se despertó ya era entrada la tarde y ni Lena ni las cadenas estaban en la habitación.

¿Dónde estaría? Seguramente estaría fuera, antes se lo había pedido. Miles de pensamientos
cruzaban la mente de Kara protagonizados por Lena. ¿Desde cuándo no se podía sacar a la
morena de la cabeza? Fácil, desde que la conoció en la posada de los Graves. ¡Qué de vueltas
daba la vida! Y pensar que antes la odiaba a muerte y ahora… Por el amor de Rao, era una
Luthor. No podía pensar en esas cosas. Aunque sus labios parecían…, ¿cómo sería probarlos?
No, aquello seguro que era por culpa de las drogas. Lena era su prisionera. La llevaría hasta
la capital y no volvería a verla. Vaya pena sería dejar de ver esos tatuajes, esas cicatrices,
ese…

- ¡Por Rao, Kara, ¡céntrate! - exclamó Kara llevándose las manos a la cara.

- ¿Qué te pasa? - preguntó Lena que acababa de entrar a la habitación oyendo a la rubia
quejándose. - ¿He reducido demasiado las medicinas? ¿Te han dejado de hacer efecto?

- Ojalá. - suspiró Kara. Lena la miró interrogante. - Digo, no. Todavía no me duele. No me
hace falta más medicinas.

- Como digas. - le respondió Lena extrañada por las reacciones de la rubia. Quizá tendría que
reducir aún más la dosis.

Lena, feliz, dejó los papeles que hasta ese momento Kara no se había dado cuenta que Lena
se había llevado junto con las cadenas y se sentó en la silla.

- ¿Te vas a poner a trabajar otra vez?

- Solo un poco. Tengo que hacer un par de retoques y acabo. ¿Cómo te ha ido la tarde?

- Me la he pasado durmiendo. ¿Y la tuya? Pareces contenta.

- Mejor de lo que me esperaba, la verdad. - dijo Lena antes de girarse a concentrarse de


nuevo en los papeles.

Kara cogió de nuevo el libro de esa mañana. Estaba vez consiguió pasar de la primera página.
De hecho, le parecía interesante, aunque no sabía de qué iba aún. Al menos, consiguió centrar
su atención en él en vez de en la morena.

Estaba tan concentrada en el libro que no notó que Lena se había levantado de la silla y se
había sentado en la cama hasta que sitió la cama hundirse por su peso. Kara levantó la mirada
encontrándose a Lena demasiado cerca para poder comportarse con normalidad. Hasta pudo
notar algo de rubor subiéndole a las mejillas.
- ¿Qué lees? - le preguntó la morena.

- La leyenda de Rakro. - contestó dando gracias a Rao por encontrar su voz y saber hablar.

- ¿De qué va? - preguntó Lena interesada. Kara solo atinó a encoger los hombros. No lo sabía
y, con la morena tan cerca, tampoco hubiera sido capaz de explicarlo si lo hubiera sabido. -
¿Me dejas mirar cómo tienes las costillas? - le preguntó Lena señalado el costado de Kara.
Kara asintió dándole permiso. Lena levantó con cuidado la camisa de Kara encontrándose
que el moratón se había reducido muchísimo. Aquello tenía muy buen aspecto. La morena
pudo evitar llevar la mano hasta el lugar y tocarlo con suavidad. Kara pegó un pequeño bote
ante el contacto. - Perdón, ¿te he hecho daño?

Kara se aclaró la garganta y negó con la cabeza. Lena notaba que Kara volvía a estar muy
sonrojada.

- No, es que no me lo esperaba.

Lena bajó la camisa de Kara devolviéndola a su sitio. Miró la pila de libros que tenía Kara y
cogió uno al azar. Volvió a la silla y se puso a leer.

Kara intentó imitarla y concentrarse de nuevo en el libro, pero le era imposible. Sentía el
corazón latiéndole a mil y hacía un calor insoportable.

- ¿Podrías abrir la ventana? - le pidió Kara a Lena.

La ventana quedaba en la misma pared en la que estaba apoyada la mesa, a un lado. Lena se
levantó y la abrió del todo dejando que el fresco de la tarde de primavera entrara en la
habitación. El olor del mar invadió el lugar. Kara inspiró tan profundo como pudo y dejó ir
todo el aire relajándose.

- ¿Te gusta el olor a mar? - le preguntó Lena al ver a la rubia relajarse. Kara asintió.

- Me recuerda a casa.

- ¿Ha cambiado mucho el palacio real? - preguntó Lena con algo de nostalgia.

Kara encogió los hombros.

- ¿Recuerdas el islote de la Soledad? Esa roca enorme que había en la entrada del puerto. -
explicó Kara a lo que Lena asintió recordando la roca que había en medio de las puertas del
puerto. - Pues construimos una fortaleza en él, la llamamos la Fortaleza de la Soledad.
Original, ¿verdad? - rio Kara - Ahora toda la corte vive allí. Creo que el palacio real está
abandonado.

Lena pensó en su antiguo hogar. Así que ahora no vivía nadie allí. Era una pena. Tenía
bonitos recuerdos de aquel sitio.

Nia no tardó en aparecer con la cena. Comieron disfrutando de la compañía de la otra.


Después de cenar, Kara se tomó otra dosis de medicina, aunque podía notar que el dolor era
bastante más leve que al principio. No tardaría mucho hasta que pudiera, por fin, dejar de
tomarse aquello y todo volviese a la normalidad. Porque todo volvería a la normalidad una
vez dejara la maldita medicina.

Y llegó la hora de irse a dormir. Una vez las dos estuvieron vestidas listas para dormir y la
ventana de nuevo cerrada, un silencio incómodo invadió la habitación. No sabían cómo
continuar a partir de ese momento.

- Puedo dormir en el suelo. No es tan duro como puede parecer.

- No te haré dormir en el suelo cabiendo las dos en la cama. Te hago un hueco. - dijo Kara
dejando un espacio para que Lena se tumbara a su derecha.

Lena no iba a negar que la idea de dormir en la cama con Kara era bastante tentadora. Solo
porque la cama era más cómoda que un puñado de mantas. O eso le gustaba repetirse. En
toda la tarde que estuvo por el pueblo, no había podido quitarse de la cabeza a Kara y las
ganas con las que se había quedado la noche anterior.

Lena se tumbó en la cama boca arriba como Kara, aunque no tardó en cambiar la posición y
se colocó sobre su costado izquierdo, mirando a Kara. Kara podía sentir la mirada de Lena
muy cerca. Se estaba poniendo muy nerviosa. Intentó girarse para dejar a Lena a su espalda,
pero se dio cuenta que para hacer eso tenía que tumbarse sobre las costillas rotas, así que esa
no era no opción viable.

- Relájate, Kara. - le pidió con un susurro la morena. Lena podía sentir como la tensión que
había aparecido entre las dos se podía cortar con un cuchillo. - No te voy a cortar el cuello.
Sigues siendo más valiosa viva. - bromeó Lena intentando relajar el ambiente.

- Ni en mi estado podrías conmigo, Luthor. No podrías matarme ni aunque rezaras a todos tus
dioses juntos. - bromeó de vuelta Kara a lo que Lena se echó a reír.

- No te creas. Son muchos dioses los que me pueden ayudar. No creo que seas capaz de
luchar contra todos.

- Siempre puedo pedir ayuda a Rao.

- ¿Pretendes empezar una guerra de dioses?

Entre risas pareció que la tensión había disminuido. Lena se estaba muriendo de ganas de
continuar la noche anterior. Pero no quería que todo se fuera al garete, así que intentó hacer lo
que creía que menos asustaría a la rubia. Se acercó a ella y colocó su cabeza contra la
clavícula y pasó el brazo alrededor de la cintura de Kara.

Pudo notar debajo de ella como Kara se tensaba por un momento, pero al cabo de un rato se
relajó de nuevo.

Kara al principio se había querido morir allí mismo por la cantidad de cosas que estaba
sintiendo. Su estómago estaba hecho un nudo, su corazón latía con fuerza y era incapaz de
respirar con normalidad. Se centró en el olor a mar que aún quedaba en el aire y poco a poco
pudo volver a relajarse, aunque sentía su corazón seguir latiendo con fuerza.
La respiración de Lena era profunda y calmada. Parecía dormida. De hecho, en cuánto Lena
sintió que Kara se relajaba no tardó en quedarse dormida.

El brazo de la rubia había quedado atrapado debajo de Lena así que con cuidado lo sacó de
allí y rodeó a la morena con él. Kara se concentró en la respiración de Lena, intentó
sincronizar la suya con la de la morena y poco a poco también se quedó dormida.

****

Cuando Kara y Lena se despertaron a la mañana siguiente casi a la vez, se dieron cuenta de
que ninguna de las dos había cambiado de posición lo que provocaba que tuvieran todo el
cuerpo entumecido. Lena se separó un poco de ella tumbada a su lado, liberándola, y estiró
todo su cuerpo. Kara agradeció su reciente libertad y también aprovechó para estirarse.
Ambas se quedaron calladas boca arriba mirando el techo sumidas en sus propios
pensamientos.

Lena se giró dispuesta a decir algo, pero la puerta de la habitación se abrió dejando paso a
Nia cargada con la bandeja del desayuno. ¿Se habían olvidado de cerrar la puerta? Kara y
Lena se miraron sorprendidas.

Mientras Nia las saludaba y dejaba la comida, Lena se levantó y se sentó en la silla para
desayunar y le pasó la comida Kara para que ella también pudiera comer.

- ¿Te importa si esta mañana también voy fuera? - preguntó Lena.

Kara, que en ese momento tenía la boca llena, se encogió de hombros. La rubia solo quería
estar sola para aclararse.

Después de desayunar, Lena se marchó de la habitación con Nia y sin manillas. Kara no dijo
nada. No quería pensar en Lena ni en nada que tuviera estuviera relacionado.

Esa mañana habían decidido que Kara no se tomara más medicina. El dolor era soportable y
Kara no podía más con los “efectos secundarios” que parecía que no se le iban a pasar nunca.
Se levantó con cuidado y fue al baño a limpiarse. No quería seguir oliendo a sudor. No estaba
totalmente curada, pero esos días de absoluto reposo habían hecho maravillas.

****

Cuando Lena llegó a la habitación, se encontró a Kara con el pelo húmedo y suelto con la
espalda contra el cabezal de la cama leyendo.

- Te has ido sin las manillas. - informó Kara a Lena. No la estaba riñendo, ni era un reproche.
Solo fue un comentario.

- Y tú te has limpiado. ¿Cómo te has notado?

- Bien, el dolor es soportable. Creo que me las puedo apañar bastante bien por mí misma.

- Bien.
Y esas fueron todas las palabras que cruzaron hasta que Nia llegó con la comida. Después del
almuerzo, Kara se tumbó para dormir un poco más y Lena se puso a leer el libro que había
empezado el día anterior.

Chapter End Notes

Próximo capítulo el jueves:

- ¿Qué está pasando aquí?


Parte 2 8/9
Chapter Notes
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Kara se despertó alarmada porque se oyó un gran alboroto en la calle. Miró a su alrededor y
Lena no estaba en la habitación. Por Rao, que no le hubiera pasado nada.

Se puso las botas y salió corriendo, o lo más parecido a correr que podía. Cruzó la puerta y
detectó que el ruido venía de la playa. Siguió el ruido hasta que llegó a lo que parecía el
puerto. Una muchedumbre se acumulaba alrededor de lo que parecía una grúa de madera. Se
acercó allí y se abrió paso entre la gente hasta que logró ponerse en frente. Allí estaba Lena,
sujetando los papeles en los que había estado trabajando y dando órdenes a hombres y
mujeres cargados de herramientas y materiales.

La morena estaba tan concentrada en lo que estaba haciendo que no notó a Kara acercarse a
ella. Por eso pegó un pequeño respingo cuando notó una mano sobre su cintura. Se giró con
cara enfadada dispuesta a girarle la cara a quien fuera que se atreviera a tocarla hasta que vio
que era Kara la que estaba pegada a ella y la recibió con una sonrisa.

- ¿Qué está pasando aquí? - preguntó Kara con curiosidad.

- Nos está ayudando a arreglar la grúa. - informó Nia Nal que, a pesar de que haber estado
todo el rato al lado de Lena, Kara no había visto. - ¡Incluso la está mejorando! - dijo
ilusionada.

- ¿Y te hacen caso? - preguntó curiosa y divertida Kara que aún no se había despegado de
Lena. Con el susto que se había llevado, no iba a separarse de ella en un buen rato.

- Aquí, una que sabe lo que se hace. A diferencia de ti, mis ideas suelen ser buenas. - bromeó
Lena y Kara se echó a reír.

Estuvieron un rato más allí, Lena dando indicaciones a los trabajadores y Kara admirando
aquello. Cuando el Sol empezó a desaparecer por el horizonte, llegó la hora de descansar.
Kara, Lena y Nia emprendieron el camino de vuelta a la posada. Nia iba algo adelantada
hablando con otras chicas del pueblo.

- Siento por irme sin avisar. Seguro que te pensabas que me había escapado.

- Sí, la verdad es que hubiera sido un poco rastrero que aprovecharas para escapar mientras
yo estaba durmiendo.

- Lo siento, Nia me ha venido a avisar que los chicos querían empezar a trabajar cuanto antes
poco después de que tú te quedaras dormida y he preferido dejarte descansando.

Cuando llegaron a la posada, los padres de Nia les ofrecieron cenar con ellos y ellas
aceptaron. Lena subió a limpiarse antes de cenar y Kara se quedó abajo haciendo compañía a
aquella agradable familia que tan amablemente las había acogido. Kara los estuvo ayudando
con la faena de la posada hasta que fuera la hora de cenar y Lena bajara de la habitación.

Nia Nal se acercó a Kara para hablar con ella mientras hacían tiempo esperando a Lena.

- Si no es una pregunta muy indiscreta, ¿qué ha podido hacer Kiera para que la lleves
prisionera hasta la capital?

Kara, al principio, no entendió de qué le estaba hablando Nia hasta que prestó atención al
nombre que había dicho. Se rio por dentro por el nombre que se había inventado Lena,
claramente burlándose del suyo.

- La verdad es que es un secreto. Si te lo contara, te tendría que matar. - bromeó Kara. Nia
Nal rio como respuesta.

- Sea lo que sea, espero que el castigo no sea muy grande. Estos días nos ha estado ayudando
mucho por el pueblo. Incluso le ha contado diferentes remedios con hierbas a la médica.

Kara suspiró. No quería ni pensar en lo que le harían a Lena cuando llegaran a la capital. Pero
era una Luthor, no la podía soltar por mucho que hubiera ayudado a aquella gente. Kara
pensaba en todo aquello mientras seguía trabajando. Lena no tardó mucho más en bajar.

- Vaya, la princesa sabe hacer trabajo sucio. - susurró Lena divertida en su oído solo para que
Kara la pudiese oír.

- Y tú sí que tardas en limpiarte hoy precisamente que toca trabajar.

- ¡Oye! Estaba trabajando en el plano de la grúa. He pensado en una manera de aumentar la


cantidad de peso que puede levantar.

- Sí, claro. Excusas para no ensuciarte las manos.

- Evidentemente, para eso ya estás tú.

Su conversación fue interrumpida por Nia que llegó para decirles que ya podían ir a cenar.
Los posaderos se disculparon por haber hecho trabajar a Kara cuando era una invitada y ella
respondió que era su forma de agradecer que las hubieran tratado tan bien.

Pasaron las cenas entre risas y anécdotas. Nia les contó que en unos días serían las fiestas del
pueblo en las que celebraban la llegada del buen tiempo y el mar tranquilo y rezaban a Rao
por un año con buena pesca. Les pidió que se quedaran para verlas. Según ella, eran algo que
se tenía que vivir una vez en la vida.

Antes de que se les hiciera muy tarde, decidieron que era hora de irse a la cama y volvieron a
su habitación. Además, Kara estaba bastante recuperada pero tanto tiempo activa había hecho
que el dolor en su costado aumentara.

- ¿Por qué los has ayudado?

- Sé más específica.
- Has ayudado al pueblo con la grúa y todo eso. ¿Por qué? Son raoístas fieles a la corona.

- Para mí, solo son terhanos inocentes. Ellos no tienen la culpa de nuestras guerras. No han
hecho daño a nadie. ¿Por qué no debería ayudarlos? A mí, no me importa a qué dioses recen.

Las dos se tumbaron en la cama y Lena, como había hecho la noche anterior, se acomodó
sobre el hombro derecho de Kara. La rubia, esta vez, no se tensó cuando notó que la morena
tomaba esa posición y cogió la posición más cómoda para las dos.

****

Kara y Lena, a lo largo de los días, adquirieron una nueva rutina: por la mañana, la morena
trabajaba en la grúa mientras la rubia se quedaba en la habitación durmiendo y leyendo. Por
la tarde, en cambio, Kara solía hacer compañía a Lena en el puerto o se iba a dar una vuelta
por la playa.

Kara extrañaba la capital y el mar era como una pequeña parte de su hogar. Tenía ganas de
volver. Y a la vez, no. No quería admitirlo, pero le gustaba la compañía de Lena, quedarse
dormida y despertarse abrazada a ella. Era una sensación nueva y adictiva. Siempre podían
quedarse en aquel pueblo para siempre. Nadie las conocía allí.

Pero, ¿en qué estaba pensando? Lena y ella ni tan solo eran amigas. Eran una Luthor y una
Zor-El y estaban en guerra.

****

Kara se encontraba en la parte alta de un pequeño acantilado a las afueras del pueblo
observando el horizonte. Lena le había dicho que seguramente esa tarde acabarían con las
obras en la grúa. Quizá en un rato bajaría a ver si habían acabado.

Desde su posición podía ver todo el pequeño pueblo blanco a sus pies. Las fiestas de las que
les había hablado Nia serían al día siguiente y se podía ver a todo el mundo cargando cajas
arriba y abajo y colocando la decoración. Debería ir a ayudarles como agradecimiento por
todo lo que habían hecho por ellas desde que habían llegado.

En unos diez minutos, Kara llegó al puerto donde los obreros ya estaban recogiendo los
materiales y herramientas. Lena no estaba muy lejos de allí y parecía animada hablando con
algunos de ellos.

Justo cuando la rubia estaba llegando hasta Lena, el grupo se disolvió quedando la morena
sola de espaldas a Kara.

- ¿Cómo va? ¿Habéis acabado? - le preguntó Kara cuando estuvo cerca.

Lena se giró con una sonrisa en los labios y asintió feliz.

- La grúa ya está totalmente arreglada.

- Enhorabuena. ¿Vamos a dar una vuelta, entonces?


- ¿Qué tienes en mente?

- Ayudar con las fiestas.

- Kara, no creo que sea buena idea que hagas grandes esfuerzos.

- Pero si ya estoy bien.

- ¿Te crees que no me doy cuenta de las muecas de dolor que haces cuando llevas demasiado
tiempo de pie o sentada?

- Tampoco es para tanto.

Viendo que la rubia era demasiado tozuda para dar su brazo a torcer, Lena se lanzó a hacerle
algunas cosquillas. Kara hizo un gesto rápido para protegerse y soltó un leve quejido y una
mueca de dolor.

- ¿Lo ves?

- Eso es jugar sucio.

- Encima de que me preocupo por ti... Vamos a dar una vuelta por el pueblo, pero nada de
cargar peso o hacer esfuerzo de más. Vamos. - respondió Lena y, arrastrando a Kara
agarrándola de la mano, la guio de nuevo al interior del pueblo.

Lena había pasado bastante más tiempo en el exterior que Kara así que se dedicó a hacerle de
guía explicándole quien vivía en cada casa y todas las historias del pueblo que Nia le había
contado. Pasaron por la plaza mayor donde estaba el templo a Rao. Las puertas estaban
abiertas de par en par y la gente se dedicaba a decorar tanto el interior como el exterior de
manera que parecía que el templo se expandía hasta la plaza y la convertía en parte del
edificio.

Continuaron por las callejuelas alrededor que también estaban siendo decoradas de la misma
manera. El pueblo estaba quedando hermosamente decorado. Kara no recordaba nunca una
fiesta así en la capital.

Las mujeres llegaron de vuelva al mar y Kara pidió andar por la arena. Le encantaba su tacto
en los pies.

- ¿Echas de menos el mar? - le preguntó Kara con curiosidad.

- No lo recuerdo mucho. - le contestó Lena sincera. Kara la miró confundida. - Cuando nos
fuimos de la capital, apenas tenía más de cinco años. Toda mi vida me la he pasado en las
montañas. Si te soy sincera, no estoy acostumbrada al mar ni al calor del sur.

- Cuando tenías la oportunidad, te metías en el agua mientras estábamos viajando. - respondió


Kara. Se soltó de la mano de Lena y se quitó las botas. Lena, en cambio, prefirió continuar
con sus zapatos puestos. Cuando estuvo, continuaron con su paseo por la arena. Caminaban
por la orilla, Kara dejando que el agua del mar llegara hasta sus pies.
- ¿Y qué? El agua del mar es muy diferente.

- Es agua. - rio Kara lanzando una patada contra las olas y salpicando un poco.

- Pero está salada. - se quejó Lena. - Con el agua del río me podía hasta limpiar. Con la del
mar, lo único que consigo es una incómoda capa de sal.

- Quejica...

- Fue a hablar la que no soporta el frío. - bromeó la morena.

- Supongo que estamos acostumbradas a cosas diferentes.

- Cierto, hemos crecido en sitios muy distintos.

- Entonces, ¿no te gusta el mar? - insistió Kara.

- Claro que me gusta. Pero no es lo mismo para ti que para mí.

Estaba empezando a anochecer. Llegaron hasta unas rocas que había cerca de la orilla. Kara
las escaló y se sentó. Cuando se giró para ver si Lena la seguía o no, se la encontró con los
brazos en jarra mirándola con una ceja levantada.

- ¿Qué? Tampoco he hecho un gran esfuerzo. Cuerpo kryptoniano, ¿recuerdas? - bromeó


Kara.

- Solo cuando te interesa. - rio Lena y siguió a Kara hasta sentarse a su lado.

Estuvieron un rato allí sentadas observando como el Sol se escondía tras el horizonte
escuchando el sonido del mar y de algunas gaviotas que volaban cerca. La brisa del mar era
aún algo fría. El invierno todavía se negaba a desaparecer del todo.

Era prácticamente de noche cuando decidieron volver de nuevo a la posada. Nia Nal y sus
padres las saludaron cuando las vieron llegar.

- Me han dicho que ya habéis acabado con las obras. - comentó ilusionada Nia a Lena.

- Sí, hasta hemos podido probarla. Tiene buena pinta.

- No sabes cómo te lo agradecemos. Sin la grúa, hubiéramos tenido problemas para descargar
los barcos.

- Gracias a vosotros por acogernos de esta manera. La verdad es que no tenemos como
pagaros. - intervino algo avergonzada Kara.

- Con todo lo que ha hecho en el pueblo, no os tenéis que preocupar por nada. Estamos en
paz. - dijo la madre de Nia. - Ahora os subimos la cena.

- Tranquila, ya nos encargamos nosotras. - le respondió Kara. La madre de Nia volvió a la


cocina y Nia se quedó con las dos explicándoles lo maravillosa que era la fiesta del día
siguiente. Prácticamente les hizo jurar a las dos que asistirían.

- Primero, al atardecer, honraremos a Rao para que nos ayude y nos proteja en el mar.
Después, celebramos una gran cena todos juntos. Y, para acabar, tocarán música hasta el
amanecer. - explicaba ilusionada.

La madre de Nia no tardó en aparecer con una bandeja con la cena de las dos. Subieron a la
habitación y cenaron en calma. Kara estaba algo cansada y quería irse a dormir temprano así
que se prepararon para dormir.

Kara se sentó en la cama mientras Lena acababa de ordenar los platos vacíos de la cena
encima de la mesa. La rubia decidió que ese era el momento de su venganza y empezó a
hacerles cosquillas a Lena. La morena se removió entre sus brazos y la acabó empujando
sobre la cama. Antes de caer, Kara la agarró del brazo y la arrastró con ella. Quedaron la una
tumbada encima de la otra, muy cerca, como la otra vez había pasado, solo que ahora se
estaban riendo las dos cómodas con la cercanía.

- ¿Qué haces? - preguntó la morena desde de arriba de la rubia.

- Te las debía de antes.

- No eres nada rencorosa... - rio Lena. Estaba tan cómoda... Bajó hasta la rubia y le dejó un
beso en la mejilla y otro y otro... hasta llegar a la comisura de los labios de Kara. Cuando se
dio cuenta de lo que estaba haciendo, frenó y se quedó mirando fijamente los ojos azules que
tenía tan cerca. Estos la miraban fijamente con una mezcla de deseo y miedo.

Kara carraspeó y giró la cabeza.

- Estoy cansada. Quiero dormir. - susurró Kara apartando suavemente a Lena y se colocó para
dormir de espaldas a ella.

La morena suspiró. Desde la primera noche que durmieron juntas, Lena se moría de ganas de
besar a Kara. Lo sabía. Y no quería aceptarlo. Porque estaban en guerra. Kara la arrastraba
hasta su muerte en la capital y ella se estaba dejando llevar. Hacía noches que Kara no se
preocupaba de cerrar la puerta ni de que no escapara. Era tan fácil huir y, sin embargo, allí
estaba ella: observando como su captora le daba la espalda mientras dormía.

No quería darle más vueltas a lo sentía, sabía que no lo podía controlar y que pelearse contra
ello no serviría de nada. Se tumbó ella también en la cama dándole la espalda a la rubia.
Estaba casi dormida cuando notó como Kara se movía y un brazo pasaba por encima de ella
rodeándola por la cintura. Y se durmió.

****

Cuando Kara se despertó, tenía la cabeza de Lena sobre su pecho, sus brazos rodeaban la
cintura de la morena y sus piernas estaban entrelazadas.

Lena notó como Kara se despertaba y acomodó su cara en el cuello de la rubia y suspiró.
Kara dejó un beso sobre el pelo de la morena y apretó su cabeza contra la de ella en un gesto
cariñoso.

- ¿Qué estamos haciendo? - susurró Lena.

Pero Kara no contestó porque ella tampoco tenía la respuesta.

****

Por la tarde, Kara y Lena salieron a pasear por el pueblo después de prometer tres veces a Nia
que irían a las fiestas.

Anduvieron cerca de la costa y Kara llevó a Lena hasta el acantilado del día anterior. Por el
camino, Kara recordó todo lo que habían andado una al lado de la otra desde que salieron de
Gimina. Esperaba que J'onn estuviera bien y que todo estuviera en orden. Lo que la llevó a
recordar la conversación que habían tenido él y Lena cuando se encontraron.

- Cuando os encontrasteis J'onn y tú allí, en Gimina, le dijiste que los años le habían pasado
factura. ¿Te acordabas de él?

- Un poco. La última vez que lo vi, yo tenía cinco años. La verdad es que dije eso solo para
meterme con él.

- Ya... - respondió Kara pensativa mirando el camino. Lena se había acostumbrado a leer esa
expresión en ella.

- ¿Me vas a preguntar lo que quieres saber? - respondió Lena frenando en seco y mirando
hacia Kara. Estaban ya en la parte más alta del acantilado.

- ¿Te acuerdas de mí? - preguntó mirándola de vuelta.

- ¿Que si recuerdo una bola de pelo rubia haciendo travesuras por todo palacio? Más o
menos. - rio Lena y continuó andando. Empezaron a bajar del acantilado por el otro lado,
alejándose aún más del pueblo. Al otro lado se abría paso una pequeña cala con playa de
arena. - Alex iba loca persiguiéndote y cuidando de ti. Al principio te odiaba un poco ¿sabes?

- ¿Al principio solo? - rio Kara.

- Me robaste a mi mejor o única amiga. En palacio, teníamos poco donde elegir. Robaste toda
la atención de Alex.

Llegaron a la arena y se acercaron hasta las olas. No tardaría mucho en empezar a atardecer.

- ¿Y la tuya no?

- Yo prefería leer.

- Pero si tenías cinco años.

- En el mundo hay gente que le gusta entrenar su cerebro y no solo el cuerpo. Deberías
intentarlo. - bromeó Lena y salpicó a Kara con un poco de agua de la orilla.
- ¿Algún día te cansaras de llamarme idiota? - rio Kara.

- Cuando dejes de serlo.

Se quedaron un rato en silencio paseando por la orilla. Kara se detuvo a mirar el mar y
suspiró.

- Echo de menos a Alex.

- Hablas de ella como si fuera tu hermana. - dijo Lena deteniéndose a su lado mirándola.

- A efectos prácticos, lo es. - hablaba Kara con una triste sonrisa. - Después de que mis
padres murieran durante la conquista, mis tíos no quisieron saber nada de mí. Ya lo sabes. Tú
estabas allí. Si los Danvers no me hubieran acogido como su hija, no sé qué habría sido de
mí.

- ¿No te has preguntado nunca como hubiera sido tu vida si no hubieran muerto?

- Sí, claro. Pero, ¿de qué serviría? - respondió encogiendo los hombros. - No puedo cambiar
el pasado. ¿Tú te has preguntado cómo sería tu vida si tus padres no hubieran traicionado al
rey intentándolo matar?

- La verdad es que no, nunca. - respondió simplemente Lena. Kara la miró sorprendida. -
Creo que mis padres hicieron lo correcto. A veces, he pensado en cómo sería si lo hubieran
conseguido.

- ¿Qué crees que habrían hecho con Kal y conmigo?

- Os habrían matado también para ahorrarse problemas en un futuro.

- ¿Te parece bien matar a niños inocentes?

- No, pero un niño con sangre real se puede convertir en un problema. Vosotros matasteis a
nuestro rey cuando invadisteis Terha. ¿Sabes qué edad tenía?

- No.

- Once.

- No lo sabía. - contestó Kara, realmente no sabía nada de aquello y nunca había preguntado
al respecto. El ambiente estaba un poco tenso así que intentó bromear para relajarlo. - ¿Me
has llamado “bola de pelo”? - le preguntó dándole un suave golpe sobre el brazo. Lena agarró
la mano de Kara y la entrelazó con la suya reduciendo la distancia entre las dos.

- Tenías dos años la última vez que te vi. Y los dramas que provocabas en palacio... - rio Lena
mirando sus manos. - Una vez desapareciste y nadie te encontraba. Se pasaron todo el día
buscándote. Al final, Alex te encontró en la fuente del patio interior dándote un chapuzón.

- Alex aún se mete conmigo sobre eso. - rio Kara. - ¿Y tú no me buscaste? - le preguntó
balanceando sus manos a un lado y otro.
- Prefería encerrarme en la biblioteca a perder el tiempo buscándote. - bromeó Lena
colocando un dedo de su mano libre sobre el hombro de Kara y empujándola un poco. Kara
tiró de la mano que tenía cogida y la acercó tanto que casi chocaron sus cuerpos.

- Así que soy una pérdida de tiempo. - rio Kara pasando el brazo libre por detrás de la cintura
de Lena evitando que volviera a intentar escaparse.

- ¿Aún no te ha quedado claro? - dijo Lena colocando las dos manos sobre los hombros de
Kara. La rubia entonces colocó el otro brazo también tras la morena. Estaban tan cerca que
podían notar el aliento de la otra golpearlas cuando la otra hablaba.

- Pues bien, que te gusta pasar tiempo conmigo. - reía Kara perdida en los ojos verdes que
tenía delante y le devolvían la misma mirada.

- ¡Qué creído te lo tienes!

- ¿Y por qué no te has ido? ¿Por qué no has escapado cuando has tenido la oportunidad?

Y Lena bajó su mirada a los labios de Kara. Como respuesta, la rubia también miró a los de
la morena y se mordió su propio labio. Lena subió la mirada de nuevo a los ojos azules para
ver dónde estaba mirando la rubia y ya no pudo aguantarse más.

Colocó sus manos a ambos lados de la cabeza de Kara y junto sus bocas en un suave
contacto. Se separó de la rubia de nuevo y se la encontró con los ojos cerrados y la boca
entreabierta. Kara suspiró y Lena volvió a unir sus labios.

El contacto empezó suave, calmado. Los movimientos de Kara eran tímidos y Lena llevaba el
ritmo del beso. Kara apretó el contacto en su cintura y juntó sus cuerpos más aún. Lena pasó
los brazos por detrás de la cabeza de Kara y se abrazó a su cuello.

Lena lamió los labios de Kara, pidiéndole permiso para entrar. La rubia la recibió tímida,
dejándose guiar por las caricias de Lena. Pasaron los minutos, Kara empezó a coger valentía
y comenzó a devolverlas y una pequeña batalla empezó en sus bocas. La temperatura subía y
subía.

Unas explosiones provenientes del pueblo alertaron a Kara que se separó totalmente de Lena
mirando al pueblo temiendo ver una columna de humo o algo por el estilo. Desde donde
estaban no podía ver nada.

- Solo son petardos. Los estaban colocando esta mañana. - explicó Lena acercándose de
nuevo a Kara y apretándole en brazo intentando calmarla.

Kara miró a Lena. Tenía los labios hinchados. ¿Qué acababa de pasar? ¿Cómo había dejado
que eso pasara? Con un movimiento brusco separó su brazo y se alejó de Lena en dirección al
pueblo.

- Nia nos matara si no llegamos a la fiesta. - añadió mientras huía de Lena.

La morena suspiró y la siguió de camino al pueblo.


****

Un desfile donde parecían encontrarse todos los habitantes del pueblo inundaba las calles:
había gente disfrazada con trajes completamente rojos bailando entre las chispas que
provocaban los petardos que había repartidos por todas partes y que lo cubrían todo; había
gente que se mantenía a un lado protegiéndose de ellas admirando el espectáculo y, cerrando
la muchedumbre, había unas figuras gigantes de madera que se paseaban de un lado a otro
bailando al ritmo de los tambores que las seguían.

Kara y Lena se situaron en un rellano donde estaban protegidas del fuego, divertidas,
admirando la gente feliz. Kara se sorprendió de ver hasta niños metidos entre los petardos sin
ninguna clase de miedo. Llegaron los gigantes. Había cuatro figuras: tres grandes que
representaban dos hombres y una mujer y una más pequeña que representaba a otra mujer.
Estaban cubiertas por trajes y ropas llenas de símbolos que le resultaban familiares. Se giró
hacia Lena y vio como estaba totalmente seria observando aquellas figuras. Se giró mirando a
Kara con algo de temor en los ojos. Y, entonces, recordó de que le resultaban familiares los
símbolos. Eran parecidos o los mismos que Lena llevaba tatuados por el cuerpo. Eran los
símbolos de los dioses antiguos.

Cuando Lena leyó en la expresión de Kara que esta se había dado cuenta de que las figuras
representaban los antiguos dioses, la agarró de la mano y la sacó de la multitud tan rápido
como pudo temiendo la reacción de la rubia.

La llevó lejos hasta una pequeña calle vacía. Allí nadie podría sufrir el enfado de Kara,
excepto ella.

- ¡Suéltame! - gruñó Kara tirando de la mano que la sujetaba. Estaba furiosa. Se sentía
engañada y traicionada.

- Kara, por favor, cálmate. - dijo levantando las manos hacia ella.

- ¡Malditos herejes!

- No lo son. Sabes también como yo que son devotos a Rao.

- Son cuatro dioses antiguos, ¿verdad? Respóndeme, Lena.

- Sí, lo son. - susurró Lena temiendo aun lo que Kara pudiera hacer. - Pero no los están
adorando como tales. Nia me dijo que solo se trataban de cuatro amuletos protectores del
pueblo. Quizá no sabe ni lo que solían representar.

- Lena, estaban paseando cuatro antiguos dioses por la calle. Esas figuras tuvieron que ser
quemadas hace veinte años. - dijo Kara a la vez que intentaba dirigirse de vuelta a la fiesta,
pero Lena se interpuso.

Cuando Kara se dio cuenta de lo cerca que tenía a la morena de nuevo, se apartó rápido de
ella y le dio la espalda.

- No son dioses para ellos. - continuó Lena.


- ¿Cómo lo ha podido permitir Maggie todo este tiempo?

- Kara, por favor, mírame. Cálmate. - hablaba con calma intentando acercarse de nuevo a ella.

- No, ¿es que no recuerdas lo de Gimina? Por cosas menores, se ha quemado gente en la
hoguera. - le contestó mirándola. Lena podía ver la furia recorrer los ojos de Kara.

- En Gimina eran dioses. Aquí, no. Por eso Maggie no ha hecho nada. Y tú tampoco harás
nada.

- Tú no me dices qué hacer. Voy a buscar a Maggie. - dijo empujando a Lena a un lado y
pasando de largo.

- ¿Y qué harás? ¿Obligar a la gente a quemar sus tradiciones? Gente que te ha ayudado sin
siquiera saber que eres su princesa de forma totalmente desinteresada. No les hagas esto. - le
pidió a Kara que aún no se había alejado demasiado. Kara se detuvo y Lena la pudo oír coger
aire profundamente.

- Esto no puede continuar. Merecen un castigo. - respondió más tranquila Kara.

- ¿Y castigarás a todo el pueblo? ¿Incluidos los niños? Ellos también estaban allí. - le dijo
Lena volviendo a ponerse delante de la rubia.

- Ellos no saben nada. - contestó mirando a Lena. La morena, al verla más calmada, se acercó
de nuevo a la rubia que aceptó la cercanía.

- Exacto. Porque ellos solo adoran a Rao.

- ¿Y qué quieres que haga? ¿Quedarme de brazos cruzados?

- No tienes nada que hacer, porque aquí no ha habido herejía.

- Lena...

- Kara, por favor. - dijo cogiendo las manos de la rubia. Pero Kara se soltó de un golpe. -
Hazlo, por lo menos, como agradecimiento por todo.

- No puedo mirar hacia otro lado. - dijo Kara girándose de nuevo y llevándose las manos a la
cara.

- Sí, puedes.

Kara se giró a mirarla de nuevo. Estuvo unos segundos en silencio en esa posición. Lena no
conseguía leer lo que debía estar pensando la rubia, pero por lo menos no estaba fuera de
control. Pero soltó algo que le dolió profundamente por todo lo que conllevaba.

- Mañana por la mañana nos vamos hacia la capital. No pienso continuar en este pueblo más
tiempo. Y ni pienses en escapar o quemo este pueblo hasta los cimientos. Hemos perdido
demasiado tiempo aquí.
- Como quieras. - contestó Lena.

Descartaron cenar con el resto del pueblo y fueron a la habitación a dormir. Al entrar, Kara
cerró la puerta con llave y esposó a Lena. Kara le preparó las mantas en el suelo para que
pudiera dormir allí y se fue a la cama.

Lena ni siquiera dijo una sola palabra, gesto o nada que pudiera parecer estar en contra de las
órdenes que Kara le estaba dando. Ni siquiera cuando la esposó de nuevo y la mandó a
dormir al suelo. La morena estaba profundamente dolida: había pasado del cielo al infierno
en cuestión de minutos. Y todo por culpa de Kara.

Después de días peleando contra ella misma para controlarse, la había besado y todo había
ido mejor de lo que nunca había esperado. Pero entonces Kara se había separado y la
distancia se había hecho más grande después de ver los cuatro dioses. Ahora estaba allí,
tumbada en el suelo, resignada a ir de camino a su muerte.

Chapter End Notes

Próximo capítulo el viernes:

- Perdón por quejarme porque me estés entregando a mi muerte.


Parte 2 9/9
Chapter Notes
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Durante días, siguieron la línea de la costa en dirección sur. A penas intercambiaron un par de
palabras en esos dos días. Lena viajó todo el camino encadenada como lo hizo al salir de
Gimina. Después de todo, parecía que para Kara habían vuelto al punto de partida.

Al mediodía del tercer día, ante ellas apareció una ciudad. No era la capital, no tenía ni la
mitad de su tamaño. Pero era lo suficientemente grande como para llegar a tener más de diez
mil habitantes. Iban justas de provisiones y Kara quiso acercarse al mercado para conseguir
algo.

Quitó las cadenas a Lena para no llamar la atención y se metieron entre el gentío. Desde
Gimina que no estaban rodeadas de tanta gente. De pronto un hombre se paró en frente de
Kara impidiéndole avanzar.

- Princesa. - dijo el hombre mientras hacía una reverencia hacia Kara.

- ¿Sabéis quién soy?

- Por supuesto, mi señora. Permitidme que me presente: me llamó Maxwell Lord. Fiel
súbdito del rey y gobernante de la región de Midvale. A sus servicios. ¿Puedo hacer algo por
vos? - preguntó analizando a la rubia que a esas alturas del viaje tenía bastante mala pinta.

- Estoy de paso en dirección a la capital. Está siendo un viaje duro.

- Si me permitís el honor, os podría acoger a usted y su acompañante en mi hogar. Seguro que


es más cómodo que cualquier otro lugar.

- Le estaríamos muy agradecidas.

- Síganme. ¿Han comido ya?

- La verdad es que estábamos buscando algo para comer en el mercado.

- ¡Perfecto! Yo me dirigía a mi palacio a comer. Pediré al cocinero que preparé comida para
dos invitadas más. Le puedo asegurar que es el mejor cocinero que podrán encontrar en todo
Midvale.

- Estoy segura de que sí.

El palacio de Lord era grande con bonitos frescos que decoraban todas las paredes. Tenía un
gran patio central cuadrado con una grande fuente de la que brotaba agua que se repartía por
las plantas del patio a partir de pequeños canales cavados en la piedra del suelo. Siguieron al
hombre por diferentes pasillos y escaleras hasta llegar a una terraza con una gran mesa con
vistas al puerto de la ciudad. Indicó a sus criados que preparan la mesa para un par de
invitadas más. Mantuvieron conversaciones ligeras. Maxwell comentó nuevas noticias sobre
el reino, nada de excepcional importancia, y comieron con tranquilidad.

Cuando Maxwell preguntó por quién era el acompañante de Kara, ella respondió que era algo
delicado de contar y le dio un nombre falso.

Maxwell era un importante comerciante con flotas de barcos a sus órdenes para transportar
las mercancías. Ofreció prepararles un barco directo hacia la capital para la mañana siguiente
sin ningún problema. Aunque les pidió un favor a cambio: que asistieran al banquete que
tenía previsto celebrar esa noche. ¿Qué mejor invitada que la mismísima princesa? Él se
encargaría de todo, ropa, joyas, ...

Kara accedió encantada. Por fin, veía el final a ese largo viaje. Conseguiría llevar a Lena
hasta la capital. El premio estaba tan cerca. Pero, ahora que por fin casi podía saborearlo,
tenía un regusto más amargo de lo que esperaba.

Maxwell hizo preparar una habitación para las invitadas y les informó que en unas horas
vendrían unas modistas para preparar las ropas para el banquete.

Evidentemente, la habitación tenía una sola cama, aunque esta vez era doble. Lena quería
dormir. Estaba cansada física y mentalmente. Ya estaba. En cuanto se subiera a ese barco
tenía dos opciones: morir tirándose por la borda o morir en la capital. No sabía cuál era peor.

Empezó a rebuscar por toda la habitación alguna cosa para no tener que dormir directamente
en el suelo.

- ¿Qué haces? - preguntó Kara mirándola trasteando la sala.

- Buscar algo para usar como colchón. - informó Lena esperando que Kara sintiera
compasión de ella y la dejara dormir en la cama, pero la rubia solo encogió los hombros y se
tumbó cerrando los ojos. Por la respiración, pudo notar que no tardó mucho en quedarse
dormida.

Después de diez minutos buscando por toda la habitación, no encontró nada decente. ¿Y si se
escapaba ahora? ¿Cuánto tardaría la rubia encontrarla? ¿Conseguiría las suficientes horas de
ventaja mientras Kara dormía? No, no lo haría. Solo conseguiría que todo fuera a peor si era
posible.

- ¿Qué le vamos a hacer? - pensó en voz alta dirigiéndose al espacio vacío de la cama al lado
de Kara y se tumbó.

****

Cuando Lena se despertó al cabo de un par de horas, Kara no estaba a su lado. Bueno, por lo
menos, no la había matado por dormir a su lado. ¿Eso era un avance? Qué más daba, en unos
días estaría muerta. Suspiró.

Alguien llamó a la puerta y Lena se levantó a abrir.


- Señorita, nos manda el señor Lord. - respondió una de las dos mujeres que tenía delante.
Iban cargadas con telas y ropas.

- ¿Por qué?

- Somos las modistas.

- Claro, pasad. - dijo Lena abriendo la puerta del todo para que pudieran entrar. - ¿Sabéis
dónde está la princesa?

- Está reunida con el señor. Nuestros compañeros ya se han encargado de su ropa. - explicó la
otra mujer mientras las dos empezaban a mostrar telas, vestidos y ropas de todo tipo. -
¿Prefiere traje o vestido?

****

Kara se había despertado con el rostro de Lena a un palmo de distancia y, del bote que había
dado para atrás, cayó de la cama. Lena no reaccionó, supuso que no se había despertado a
pesar del ruido.

Tenía que salir de allí. Cuanto más lejos se pudiera mantener de Lena, más fácil sería cumplir
la misión.

Después de que las modistas tomaran sus medidas y una aburrida conversación con Maxwell,
regresó a la habitación a tiempo de ver salir unas mujeres de dentro cargando con diferentes
ropas.

Cuando entró, se encontró con Lena desnuda de cintura para arriba.

- ¡Por Rao! ¿Vuelves a estar desnuda? - exclamó Kara cerrando la puerta y mirando el suelo.

- Iba a darme un baño. Ya que tengo que tragarme mi orgullo Luthor y salir ahí como si nada,
quiero estar limpia. - explicó Lena mientras se desnudaba del todo.

- Con un poco de suerte, nadie te va a reconocer. Sabes que si descubren quién eres, sería
peor. - contestó Kara que aún no había levantado la mirada del suelo y se tumbó sobre la
cama mirando el techo.

- ¿Peor que andar hasta mi tumba? No sé yo. - finalizó Lena cerrando la puerta del baño tras
ella.

Kara resopló. Esperaba que a Lena no se le ocurriera cualquier locura para esa noche.
Igualmente, para estar segura, había pedido a Lord que la avisara si sus guardias veían a Lena
hacer algo raro.

Lena estaba tardando muchísimo a salir del baño. Tanto que Kara estaba dudando en si entrar
o no a ver cómo estaba. En ello estaba pensando cuando se abrió la puerta dando paso a una
Lena envuelta en una fina tela blanca de ropa que debía haber usado para secarse.

- Has tardado mucho.


- Quería aprovechar el posiblemente último baño que me doy.

- Estás muy pesada. Mejor me voy. - dijo Kara saltando de la cama y cruzando la puerta para
salir cuando oyó la respuesta de Lena:

- Perdón por quejarme porque me estés entregando a mi muerte.

****

Había decidido que era mejor prepararse para la cena por separado de Lena. No quería oír a
la morena constantemente recordándole lo que estaba haciendo.

Así que allí estaba ella, en el patio central del palacio, donde iban llegando los invitados de
Lord, esperando a Lena. El banquete iba a realizarse allí, bajo algunos árboles, donde habían
colocado largas mesas. En las esquinas del patio, servían vino y fue allí a buscar una copa. Ya
que tenía que aguantar todo ese paripé, no se estaría de nada. Cada vez estaba más y más
lleno de gente que entablaba conversaciones los unos con los otros. ¿A cuánta gente había
invitado ese hombre?

Iba por la tercera copa, cuando se fijó que los hombres y mujeres que había cerca de las
escaleras miraban fijamente al piso de arriba sin decir nada. Por curiosidad, Kara se acercó al
lugar para mirar que había allí y se encontró con una imagen que le quitó la respiración.

Lena bajaba por las escaleras ayudada por algunas criadas para que no pisara o se tropezara
con el vestido que llevaba. Y qué vestido... Era una tela de seda granate que se amoldaba a su
cuerpo y en todas y cada una de sus curvas, un gran cinturón dorado se adaptaba a su cintura
casi como un corsé y le resaltaba las caderas y llevaba los hombros descubiertos lo justo para
no mostrar sus tatuajes. Kara la había visto desnuda y no sabía qué visión le gustaba más. En
realidad, sí lo sabía.

Tenía el pelo recogido de forma que resaltaba sus facciones y decorado con joyas doradas que
brillaban sobre su melena oscura. Llevaba un simple maquillaje que hacía destacar esos ojos
verdes.

Cuando se dio cuenta, Kara había subido las escaleras hacia Lena que ya estaba en frente de
ella y le ofrecía la mano para que se la cogiera.

- Cierra la boca, princesa. No es muy elegante. - bromeó susurrándoselo al oído cuando


estuvo lo suficientemente cerca.

Kara pudo notar el calor subiéndole a las mejillas y cerró la boca en un golpe seco. Suficiente
vino por esa noche. Kara le ofreció el brazo y Lena se agarró a él. La llevó hasta el patio. A
medida que avanzaban pudo notar las miradas de envidia de la gente a su alrededor. Se sentía
la persona más afortunada del mundo.

Resto de la noche se le hizo más agradable a Kara. Estuvo toda la noche bromeando y
tonteando con Lena como solían hacer. El vino que las dos se estaban tomando ayudaba
bastante. De vez en cuando, la gente se les acercaba para hablar con ellas. Algunas parecían
más interesadas en Kara, otras en Lena. Pero estaban tan concentradas la una en la otra que
no solían darse cuenta de la gente que iba y venía.

Cuando casi todos los invitados se fueron, Kara y Lena agradecieron la cena a Maxwell y
subieron ayudándose la una a la otra hasta la habitación. Estaban tan borrachas que hacía rato
que no sabían de por qué reían, pero el caso es que todavía no habían parado.

- ¿Sabes me gusta más esta Kara? - dijo Lena una vez cruzaron la puerta de la habitación.

- ¿Qué Kara? - rio la rubia.

- La que no me ignora y no es una borde. - contestó Lena hinchando sus mejillas lo que
provocó más risas en Kara.

- Oye, más respeto que estás hablando con una princesa. - dijo Kara hinchando el pecho
intentando aparentar ¿entereza?

- Una princesa que ha estado a punto de acabarse las reservas de vino de toda Terha. - bromeó
Lena golpeando suavemente el pecho de Kara y provocando que perdiera el equilibrio y se
separara un par de pasos de ella.

- Y tú no me has ayudado para nada, ¿verdad?

- No, para nada... - le contestó Lena acercándose al tocador que había en la habitación y se
dejaba caer sobre la silla de enfrente. Kara solo atinó a mirar embobada el movimiento de la
morena. - ¿Me ayudas?

- ¿A qué?

- A quitarme todas estas piezas. - dijo señalando la decoración que llevaba en el pelo.

Kara se acercó y se arrodilló detrás de Lena y empezó a sacar con toda la delicadeza que su
estado le permitía todas aquellas piezas. Eran pequeñas y delgadas pinzas con forma de ramas
con algunas flores y hojas a lo largo. Poco a poco todo el cabello de la morena fue liberado y
fue cayendo sobre sus hombros. Cada pieza que sacaba la iba colocando sobre el tocador.
Mientras tanto, las dos se mantenían en completo silencio. Lena aprovechaba para mirar a
Kara a través del espejo.

Una vez Kara acabó con el pelo, Lena se levantó y, siguiendo de espaldas a ella, le señaló la
parte posterior del cinturón que llevaba. También se tenía que desatar desde atrás. La rubia
con algo de dificultad se lo quitó, pero, a pesar de haber lo conseguido, seguía con las manos
sobre la cintura de la morena. Echó el cuerpo ligeramente sobre el de Lena y apoyándose un
poco en ella dejó el cinturón junto a las piezas que había sacado.

Devolvió su cuerpo para atrás en la posición anterior. Miró al espejo y se encontró con la
mirada de Lena fija en ella. Llevó su mano a la clavícula de la morena y empezó a pasear la
mano por allí en una ligera caricia. Separó su mirada de la de Lena y fijó su mirada en la
espalda de Lena. Apartó el cabello de Lena a un lado y dejó un beso en la piel que acababa de
descubrir. Miró de nuevo al espejo y vio a Lena tragar saliva. La morena tenía los labios
ligeramente abiertos.

Kara devolvió su mirada al vestido para encontrar el cierre de este. Lo abrió y fue deslizando
el vestido de Lena descubriendo lentamente su cuerpo hasta caer al suelo. Se quedó mirando
los tatuajes que tenía en la espalda y el costado. Empezó a dibujar con sus yemas el patrón y
los símbolos. Nunca le habían parecido tan preciosos. Buscó de nuevo la mirada de la
morena, pero Lena tenía los ojos cerrados concentrada en las caricias de Kara.

La rubia dio un paso para atrás. Estaba volviendo a perder el control. Tenía que alejarse de
Lena.

Cuando la morena notó que Kara se separaba de ella, abrió los ojos y se giró buscado sus
ojos. No dejaría que volviera a huir. Colocó su mano sobre el hombro de Kara y se acercó de
nuevo a ella. La rubia no se echó para atrás y dejó a Lena acercarse a ella. Colocó la mano
que tenía libre sobre la mejilla de Kara y se acercó a dejar un beso sobre los labios de esta
que no reaccionó al contacto.

Cuando se separaron, Lena pudo leer el deseo en los ojos azules. Solo le faltaba un empujón
para caer. Cogió las manos de Kara y las colocó sobre sus caderas sin separar sus miradas.
Rodeó el cuello de Kara con sus brazos y la volvió a besar. Esta vez la rubia le devolvió el
beso y apretó el cuerpo de Lena contra el suyo. El beso fue subiendo de intensidad y la ropa
de Kara no tardó en caer al suelo junto a la de Lena.

****

Cuando Kara despertó desnuda con un dolor de cabeza horrible, buscó el contacto con Lena.
Buscaba abrazarla, pero solo se encontró un espacio vacío.

Levantó la cabeza confundida y encontró un pequeño papel doblado sobre la cama. Lo abrió
y leyó lo que ponía en él:

“Lo siento”

Chapter End Notes

Próximo capítulo el martes:

- Te mataré.
Parte 3 1/4
Chapter Notes
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Hacía casi un mes y medio que había huido y no había vuelto a ver a Kara. Y ahora la tenía
delante de ella, encadenada a un muro de piedras en una de las celdas del escondite de los
Luthor.

Dos de las cadenas colgaban del techo y, atadas a las muñecas, mantenían los brazos de Kara
alzados mientras estaba sentada en el suelo; otras dos salían del suelo y estaban atadas a sus
tobillos. La habitación era oscura con una pequeña ventana alta por la que entraba algo de luz
del exterior.

Cuando Kara la vio, se levantó directa hacia Lena furiosa.

- Te mataré. - gruñía Kara revolviéndose entre las cadenas e intentando llegar hasta Lena.

La morena se la miraba con los brazos cruzados y una ceja levantada desde una posición a la
distancia suficiente de la rubia para que no la alcanzara.

- ¿Cómo se te ocurre llegar hasta aquí? - le preguntó Lena llevándose la mano al puente de la
nariz. Habían encontrado a Kara merodeando los alrededores del escondite.

- ¿Cómo pudiste irte así? - le recriminó Kara tirando con fuerza de las cadenas.

- ¿Qué?

- ¿Cómo pudiste ir después de... de...? - decía dolida Kara.

- ¿Por eso estás aquí? ¿Por qué me fui después de que nos acostáramos? ¿Estás loca? -
exclamó Lena sorprendida. Lo último que esperaba es que Kara la siguiera hasta tan lejos y
sola. La rubia tiraba con fuerza de las cadenas para llegar hasta ella. - Por cierto, no vas a
romperlas. Están hechas a prueba de kryptonianos. - dijo señalándolas.

- ¿Cómo pudiste caer tan bajo? ¿No se te ocurrió un plan más rebuscando que seducirme y
después abandonarme? Eres una maldita...

- ¡Eh! Aquí nadie sedujo a nadie. Por lo menos, no apropósito. - se defendió Lena.

- Es lo que hiciste.

- Nunca fue mi intención que las cosas salieran de esa manera.

- Seguro que fue muy divertido verme caer como una idiota.

- ¡Por los dioses, Kara! Sí, me fui. Por la mañana nos metíamos en un barco directo a la
capital. ¿Querías que cavara mi propia tumba?
- Y no había momento mejor que después de... - dijo Kara sin acabar la frase bajando la
mirada y dejando de pelearse con las cadenas.

- De acostarnos. Ya te lo he dicho: no quería que las cosas pasaran así. - dijo acercándose un
poco a la rubia y suspiró. - Lo siento, nunca fue mi intención herirte. - continuó sincera Lena.

****

- ¿Cómo has pasado la noche? Supongo que con esas cadenas no muy cómoda. - dijo Lena
entrando a la celda cargada con una jarra y un vaso. No recibió ni una respuesta de Kara. Ni
siquiera la estaba mirando. - Traigo agua. Lex dice que no te vamos a dar nada de comer.
Quiere debilitarte. Por lo menos, ha aceptado que te traiga agua, pero con esas cadenas creo
que necesitarás ayuda.

Lena llenó el vaso de agua y se acercó a la rubia que estaba sentada con la espalda contra la
pared a la que estaba encadenada. La morena intentó girarle el rostro a Kara para que la
mirara, pero Kara lanzó un mordisco. Lena pudo retroceder lo suficientemente rápido y
separarse de la rubia que volvía lanzarse sobre ella.

- Supongo que no estarás tan sedienta. Nos vemos mañana. Te dejo el agua por aquí. Con un
poco de suerte, a lo mejor llegas hasta ella. - dijo colocando los objectos en el suelo. Kara no
llegaría al agua, pero, en el estado en el que estaba la rubia, no iba a acercarse a ella.

****

Cuando entró al día siguiente Lena se encontró la jarra tumbada en el suelo. Seguramente
Kara, al intentar alcanzarla, la tumbó. Kara estaba sentada en la misma posición que el día
anterior.

- Si me dejas acercarme, te dejo el agua lo suficientemente cerca como para que puedas
cogerla por ti misma. - intentó conciliar con Kara. La rubia no respondió nada, solo la miraba
con odio. ¿Sería eso un avance? Lena suspiró.

Dejó la nueva jarra de agua que llevaba en un agujero en la pared donde estaba atada Kara y
volvió a alejarse. Se sentó en el muro opuesto de la celda y se quedó mirando a la rubia que la
miraba interrogante claramente aún enfadada.

- Puedes beber, prometo que no la he envenenado. Eres más valiosa viva, ya lo sabes. Lex
tiene alguna especie de plan que te incluye. Supongo que planea usarte como moneda de
cambio, así que puedes estar tranquila: nadie te va a matar o a hacer algo. No lo voy a
permitir. - decía Lena. Por la expresión de Kara entendía que la rubia no pensaba soltar una
sola palabra. - Aunque no te lo creas, lo siento. Si lo hubiera sabido, si hubiera sabido que te
iba a herir tanto, no lo hubiera hecho. A ver, sí me hubiera escapado. Pero no en ese
momento. Supongo que debes pensar que tengo una mente retorcida... No te culpo.

Lena estuvo un rato más en la celda hablando sola ya que Kara se negaba a decir nada y, al
cabo de unas horas, se fue.

****
Los siguientes días fueron parecidos a ese: Lena llegaba con más agua para Kara, se quedaba
con ella un rato en la celda contándole su día a día intentando que Kara le dijera una sola
palabra, disculpándose por herirla, pero la rubia seguía con la misma actitud.

****

Casi había pasado una semana y Kara había perdido ya bastante peso. Los huesos empezaban
a notarse en su piel y las cadenas habían dejado marcas en sus muñecas y tobillos. Lena
empezaba a preocuparse por la salud de la rubia, pero esta seguía igual. A penas la miraba,
solo para lanzarle miradas de rencor y no había vuelto a pronunciar palabra desde el primer
día.

En aquel momento, Lena se encontraba sentada en el suelo mirando a Kara en silencio. Le


había contado una anécdota del día anterior que incluía gallinas, huevos y un sacerdote de
Nai, dios de la tierra. Lena se reía solo de recordarlo.

- ¿Cómo lo lograste? - preguntó Kara al final. Lena la miró sorprendida. Kara podía ser muy
terca y, al fin, había vuelto a hablar, pero no entendía la pregunta así que esperó que
continuara. - ¿Cómo me sacaste tanta ventaja? Cuando me desperté, salí en tu búsqueda, pero
no conseguí nada. Simplemente te desvaneciste.

- Resulta que no todo el sur es tan fiel a la corona como crees. ¿Sabías que Maxwell era un
tirano con su gente? Abusaba de ellos y los trataba como si no fueran más que objectos para
su disfrute. Las modistas habían sufrido mucho en sus manos. Ellas me reconocieron y me
ayudaron y un montón de gente más. Me escondieron y me sacaron y se aseguraron de que no
pudieras encontrarme.

- Ya veo...

- ¿Te duelen las cadenas? - preguntó preocupada.

- No te equivoques, sigo enfadada contigo. Lo único que quiero de ti es tu muerte. - gruñó


Kara.

- Un encanto, como siempre que te pones así. Al menos sabemos que aún sabes hablar.

****

Lena llevaba días preocupada por el estado de Kara. Como mínimo llevaba diez días sin
probar bocado y su cuerpo estaba muy débil. Hacía días que ni se intentaba levantar y apenas
levantaba la mirada del suelo. La morena estaba tremendamente preocupada.

Sí, la abandonó en su momento. Pero eso no significaba que no se preocupara por ella, que no
prefiriera que estuviera sana y salva en cualquier otro lugar, aunque estuviera lejos de ella.
No la había seducido como parte de un plan maléfico. Simplemente pasó. Y no se sentía
orgullosa del momento que había elegido para huir.

Después de la conversación que habían tenido días atrás, Kara no había vuelto a abrir la boca.
Lena entró e intercambió las jarras de agua. Pero, esta vez, en lugar de separarse de Kara se
arrodilló delante de ella. Le tomó el pulso. Era débil. Necesitaba algo de comida con
urgencia. La rubia no había hecho ni un solo gesto en contra de Lena. Deducía que estaba
demasiado débil para hacer algo. Examinó las heridas que las cadenas le estaban haciendo en
las muñecas y tobillos. Se le estaban infectado.

Lena cogió la jarra vacía y se fue.

Volvió a entrar al cabo de un rato cargando algo de comida, lo suficiente para que Kara no
fuera a peor, y material para hacerle las curas a Kara.

- Bien, he conseguido convencer a Lex para traerte algo de comida y curarte las heridas.
Ahora, te soltaré y te portarás bien. ¿De acuerdo? - explicó Lena, pero Kara no dijo nada.

Lena suspiró. Dejó todo lo que cargaba en el suelo y se acercó a Kara con las llaves de las
cadenas. Al oír el tintineo de las llaves, Kara levantó la cabeza y observó en silencio como
Lena la iba liberando poco a poco. Primero quitó las cadenas que tenía en los tobillos y
continuó con las de sus muñecas.

Cuando Kara se sitió libre, se abalanzó sobre Lena y la atrapó debajo de ella. Llevó sus
manos al cuello de la morena y apretó. Pero la morena se revolvió y casi sin dificultad
intercambio las posiciones colocándose a horcajadas sobre Kara y sujetaba las muñecas a
cada lado de la cabeza de Kara, aunque esta se intentaba zafar sin mucho éxito.

- Estate quieta. ¿No ves que estás muy débil? - gritaba Lena encima de ella.

- Eres una maldita zorra mentirosa. - gruñía la rubia mirándola furiosa.

- Estoy harta de tus rabietas. Llevas días sentada ahí sin decir nada y estoy perdiendo la
paciencia. ¿Cuántas veces te tengo que decir que lo siento? No era mi intención herirte de
esta manera. Necesitas comida y que alguien cure tus heridas. - decía enfadada Lena. No
soportaba cuando Kara se ponía así.

- Antes muerta que aceptar nada de ti, manipuladora.

- Como quieras.

Lena se levantó de encima de Kara y fue hasta las cosas que había dejado a un lado. Kara
intentó levantarse y seguirla, pero su cuerpo no tenía suficiente fuerza y cayó de nuevo al
suelo. Lena cogió el plato de comida y se giró de nuevo hacia Kara. Mirándole a los ojos que
la observaban desde el suelo giró el plato y volcó su contenido que cayó al suelo.

- Hasta que no me creas. - añadió y salió de la habitación.

- Antes muerta de hambre que caer en otro de tus trucos. - gritó Kara a la puerta que se
cerraba detrás de Lena.

****
Al día siguiente, Lena no encontró la comida que había tirado al suelo, Kara se la debía haber
comido. La rubia la miraba atenta desde un rincón encogida.

- ¿Me crees?

- Nunca

- Bien. - respondió Lena y tiró de nuevo la comida que le traía al suelo. Y sin decir nada más
salió de la habitación.

Esa misma escena se fue repitiendo cada día. Lo único que cambiaba era la posición de Kara
en la celda: a veces estaba estirada en medio de la celda, otras se la encontraba jugando con
las cadenas o se la encontraba en la única parte donde el Sol tocaba en la habitación
disfrutando de su luz.

****

- ¿Me crees? - preguntó nuevamente Lena el quinto día que llegaba con comida.

- Sí, pero no te perdono. - le contestó Kara mientras tomaba el Sol. Ni siquiera la miró
cuando le contestó.

- Algo es algo. - contestó Lena. Se agachó y dejó el plato de comida en el suelo. Antes de irse
de nuevo, añadió: - Mañana te curaré esas heridas.

Chapter End Notes

Próximo capítulo el jueves:

- La última vez no te quejaste cuando estuve muy cerca de ti.


Parte 3 2/4
Chapter Notes
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Al día siguiente, Lena llegó cargada con la comida y lo necesario para curar a Kara. La rubia
estaba sentada donde lo había estado normalmente al estar atada mirándola fijamente. Lena
se acercó y le ofreció la comida. Kara la agarró con ansias y la devoró entera. Lena se
preguntaba cómo podía comerse aquello con tantas ganas. Durante esos días, le habían estado
dando las sobras que nadie quería de animales, frutas, plantas o lo que fuera. Eran los
desperdicios de la comida y, definitivamente, no tenían buen aspecto.

Lena se esperó paciente a que la rubia acabara de comer de pie enfrente de ella. Kara le
devolvió el plato una vez estuvo vacío, pero Lena negó con la cabeza.

- No, déjalo en el suelo. Te tengo que curar. - dijo mientras se arrodillaba delante de ella.

- No, gracias. - contestó apartándose de Lena y arrastrándose por el suelo. Todavía estaba
demasiado débil para levantarse.

- Eres como una niña pequeña. - suspiró Lena poniéndose en pie persiguiendo a Kara. -
¿Tengo que pedir a alguien que te inmovilice?

Empezaron una pequeña persecución dando vueltas a la pequeña celda.

- No te me acerques.

- La última vez no te quejaste cuando estuve muy cerca de ti. - rio Lena parando. Kara paró
también y le lanzó una mirada de odio. - ¿Demasiado pronto?

- Sí.

- Por favor, te curo y me voy. No te molesto más. - suplicó Lena. Kara pareció pensarlo.

- Está bien. - accedió Kara y apoyó su cuerpo contra la pared más cercana que encontró. Era
la primera que sabía que la capa de pus que cubría la carne donde antes habían estado las
cadenas no era buena señal.

Lena se acercó y empezó a limpiar las heridas de los tobillos. Le quedarían unas buenas
cicatrices a la rubia. Aplicó un ungüento y tapó las heridas con unas vendas.

- Tengo la sensación que esto ya lo he vivido. ¿Tú no? - rompió el silencio la morena.

- De tenerte curándome unas heridas que tú me has hecho. Sí, yo también. - gruñó Kara
cruzada de brazos.

Lena rio.
-Supongo que me lo merezco. ¿Me dejas? - dijo señalando las manos de Kara y sentándose
junto a ella.

La rubia asintió y acercó las manos a Lena. La morena cogió una de las dos dejando caer la
otra sobre su cintura y comenzó con el tratamiento.

- Sé que me has dicho que me crees, pero quiero explicarte mi versión ahora que parece que
estás más receptiva.

- Te la puedes quedar para ti.

- Prefiero contártela, la verdad. - contestó la morena y, sin hacer caso a las quejas de la rubia,
continuó hablando mientras se concentraba en curar las muñecas de Kara. - ¿Recuerdas
cuando te conté que los dioses me habían mandado una señal para que cuidara de ti? Pues
quizá mentí un poco.

- ¿Te inventaste que tus dioses te habían mandado una señal? ¿Eso no es pecado en tu
religión? - le preguntó confundida.

- No era una mentira literalmente. Solo interpreté algo que pasó como quise para no tener que
afrontar una realidad que me asustaba.

- ¿Qué realidad?

- Que no te quería abandonar. Yo te había dejado en ese estado y estábamos en mitad de tierra
de bandidos. Dejarte allí hubiera sido lo mismo que matarte con mis propias manos.

- Soy tu enemiga. Eso deberías haber hecho. De hecho, deberías haberme rematado.

- ¿Aún piensas que sólo somos enemigas? - le preguntó Lena mirándola a los ojos fijamente.
Había acabado con la primera mano y empezó con la siguiente.

- Lo que pasó nunca debería haber pasado. - contestó al cabo de unos segundos Kara.

- Pero pasó.

- ¿En el desfiladero no me considerabas tu enemiga?

- No lo sé. Sí y no. En ese momento, no quería darle vueltas a lo que estaba pasando.

- ¿Y ahora?

- Sigo sin tener la respuesta. Seguimos en guerra. Pero no te odio y, sinceramente, no creo
que ahora mismo fuera capaz de matarte llegado el momento.

- Yo sí.

- Porque estás enfadada conmigo.

- Y porque es mi deber. Eres una Luthor.


Lena había acabado con la segunda mano, pero no se movió de su sitio. Miró con una media
sonrisa a Kara.

- Repites una y otra vez lo mismo. Parece que estés intentando convencerte a ti misma de
ello, pero no lo consigues.

- ¿Tú qué sabrás? - contestó molesta Kara mirando en otra dirección que no fuera Lena.

- Me protegiste muchas veces. En el sur, ocultaste siempre quién era para que nadie intentara
hacerme daño.

- Eras más útil viva.

- Las dos sabemos que lo que me hubieran hecho no me habría matado. Lo hiciste porque no
querías que me hicieran daño.

- Eso está en el pasado.

- No para mí.

- ¿Qué quiere decir eso? - preguntó Kara mirando de nuevo a Lena.

- Que el vínculo que cree contigo no ha desaparecido para mí. - suspiró sincera Lena mientras
empezaba a recoger todo lo que había llevado. - Entiendo que estés enfadada. Yo también me
sentiría traicionada si las cosas hubieran pasado al revés. - continuó y se levantó yendo hacia
la puerta. - Tendré que revisarlo cada día. Tiene bastante mala pinta. Sería una desgracia para
el reino si su princesa acabara sin manos y pies por unas cadenas. - bromeó.

- Bien felices que estarían los Luthor.

- No todos. - contestó Lena antes de cerrar la puerta.

****

El resto de días fueron bastante parecidos. Lena llegaba con comida y material para curar a
Kara que se dejaba sin oponer mucha resistencia. No habían vuelto a tener una conversación
tan larga como la última, pero, por lo menos, Kara empezaba a responder de vez en cuando a
Lena o hacía alguna pregunta.

Lena se había limitado a contarle historias a Kara sobre su día a día o recuerdos de palacio o
de su vida en las montañas. Kara aprendió mucho del pasado y presente de Lena durante esos
días:

Para Lena, Lex era algo parecido a lo que para ella era Alex. Lo idolatraba.

Se pasaba los días entre pergaminos o paseando por el bosque. La morena disfrutaba perderse
en el bosque en solitario, para ella era lo más parecido a la libertad y paz que podía lograr
allí. No tenía muchos amigos o gente en la que confiara. También descubrió la historia de
cómo se había hecho las cicatrices de los muslos que incluía rocas afiladas y un precipicio
por el cuál casi cae cuando tenía unos quince años.
No lo iba a decir en voz alta, pero Kara no podía evitar que le gustara saber todas esas cosas
de la morena, cosas que ahora ella una de las pocas privilegiadas en saber.

Descubrió que estaban en un antiguo templo, una especie de monasterio, dedicado a los
antiguos dioses que habían abandonado décadas antes de la llegada de los kryptonianos. Por
eso, no lo conocían. Aprendió que los cuatro gigantes de madera del pueblo donde estuvieron
representaban a cuatro divinidades importantes, aunque no preguntó mucho sobre ellos. La
verdad es que apenas sabía algo de la religión de Lena.

También descubrió que Sam y Ruby estaban allí. Era donde se habían refugiado después de
huir de Gimina.

Con los días, las heridas empezaban a tener buen aspecto. La infección prácticamente había
desaparecido. Además, aunque Kara todavía estaba débil, podía levantarse e, incluso, andar
unos pasos.

- ¿Por qué cuidas de mí? - preguntó Kara mientras Lena la curaba. La rubia estaba sentada
apoyada en una pared, mientras la morena estaba sentada a su lado.

- Porque no quiero que te pase nada malo. Te lo he dicho muchas veces. Lo último que tenía
en la cabeza era en herirte. - rio Lena. Desde luego, no estaba pensando en eso esa noche. -
Cuidé de ti en su momento y lo seguiré haciendo mientras me dejes. - dijo acercando su mano
para acariciar el rostro de Kara, pero esta la apartó de un golpe. Lena se giró y se apoyó
contra la pared sin mirar a la rubia. - Cambiando de tema, Lex me ha contado que está a
punto de conseguir un gran trato que a lo mejor nos hace ganar la guerra. ¿Te imaginas que la
guerra se acaba mientras tú estás aquí encerrada? - reía Lena mientras volvía de nuevo a su
trabajo en las muñecas de Kara.

- ¿Se supone que eso me tiene que parecer gracioso?

- Cierto, supongo que a ti no te hará ni una pizca de gracia.

- Ni un poco.

Lena acabó las curas y se apoyó contra la misma pared y empezó a recoger las cosas.
Después se quedó mirando hacia delante como lo estaba haciendo la rubia.

- Dice que me lo contará pasado el solsticio.

- ¿El solsticio? ¿Cuánto queda?

- Es la semana que viene.

- Ya veo... - suspiró triste Kara.

Lena se dio cuenta del tono que había usado la rubia. Había oído lo importante que era el
solsticio de verano para los raoistas. Al final, Rao era algo parecido a su dios del Sol.

****
Al día siguiente, Lena llegó extrañamente feliz a la celda por lo que la rubia se pasó todo el
rato mirándola interrogante.

- Tengo una sorpresa para ti. - dijo Lena cuando ya había acabado con las curas de Kara.

- ¡Qué bien! Me muero de ganas de saber qué es. - ironizó Kara.

- Vaya, parece que tu sentido del humor vuelve poco a poco.

- Ve al grano, Lena.

- He convencido a mi hermano que te deje celebrar el solsticio según tus ritos y todo eso.

- ¿Qué? ¿Cómo has conseguido eso?

- Porque tiene un pequeño “pero”.

- ¿Y cuál es?

- Tendrás una hora para esos ritos. El resto del día tendrás que pasarlo con nosotros.

- ¿Con vosotros?

- No sois los únicos que celebráis el solsticio. Es posible que haya convencido a Lex de que,
si te dejamos celebrar tus ritos y ves los nuestros, quizá conseguimos que nos dejes de ver
como al enemigo y te cambies de bando.

- Antes muerta.

- Lo sé, pero él eso no lo sabe.

- ¿Y sabe lo que pasó entre nosotras?

- ¿Que si le he contado que me acosté con la princesa Zor-El? No, evidentemente no se lo he


contado. ¿Quieres que me encierren contigo?

- Mira, eso sí que me parecería divertido. Quizá debería tener una charla con él.

- Quizá debería dejarte encerrada aquí todo el solsticio.

- Estaba bromeando, ¿no querías que volviera mi sentido del humor?

****

Lena estaba sentada en la pared enfrente de la que estaba apoyada Kara mirándola fijamente
en silencio.

- ¿Qué? - le preguntó Kara finalmente.

- ¿Ese pueblo pesquero sigue en pie?


- Sí, ¿por qué?

- Me dijiste que, si escapaba, lo ibas a quemar entero.

- Era una forma de hablar.

- Porque no lo has hecho antes con Gimina. - ironizó Lena calmada.

- En ese momento, tenía otras prioridades como encontrar tu rastro. Además, me sentía en
deuda con ellos.

- Entonces, ¿no lo ibas a hacer en ningún momento?

- No lo sé. Eran fieles a Rao y buena gente.

- La gente de Gimina también son buenas personas, aunque no te lo creas. Aunque recen a
otros dioses.

- No estoy de humor para oír tus discursos, Lena.

Se quedaron un rato en silencio. Lena debía volver fuera. Llevaba horas allí dentro.

- Echo de menos a la Kara que sigue mis bromas, que me trata con cariño. - confesó Lena.

- No haberte ido. Podría haber cuidado de ti en la capital.

Chapter End Notes

Próximo capítulo el viernes:

- Vuestras cabezas tienen más valor si están unidas a un cuerpo vivo.


Parte 3 3/4
Chapter Notes
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Era el día del solsticio.

Kara no sabía cómo sentirse al respecto. Después de semanas encerrada en aquella celda,
tenía ganas de salir al exterior. Pero tener que soportar todo el día la herejía de los Luthor y
convivir con ellos era otra cosa. Por lo menos, le dejaban celebrar sus ritos. Lena le había
preguntado el día anterior qué necesitaba y esperaba realmente que lo hubiera conseguido
todo.

En los últimos días, Lena y ella habían vuelto a tener una relación parecida a la que tenían
mientras viajaban y eso no le gustaba a Kara lo más mínimo.

Entendió por qué Lena la había abandonado. Ella misma en su momento se planteó dejarla ir,
pero le dolía que simplemente se fuera esa noche. Sintió que Lena le mandaba un mensaje
que decía: “Ya he conseguido lo que quería de ti y, ahora, me voy.” y eso la rompió en
pedazos.

Pero durante todos esos días, Lena se había comportado con ella de la misma forma que antes
de que se marchara y Kara era incapaz de guardarle rencor. La morena la trataba con tanto
cuidado y con cariño que muchas veces olvidaba dónde estaba y lo que había pasado y volvía
a estar su lado en una pequeña posada cerca del mar. Y no entendía por qué no podía evitar
sentirse así. No tenía fuerzas para luchar contra ello, ni tampoco sabía cómo. Y sí, había
vuelto el deseo o lo que fuera que sintiera por Lena. Y eso la frustraba aún más. Le faltaba
tan poco para dejarse llevar completamente...

Las heridas de sus muñecas y tobillos estaban bastante mejor. Toda la capa de pus que tenían
había desaparecido y la carne y piel estaban volviendo a crecer.

La puerta de la celda se abrió y Kara se levantó esperando feliz que quién entrara fuera Lena,
pero en cambio un hombre unos años mayor a ella fue el que apareció.

- Buenos días, princesa. - pronunció el hombre con una sonrisa en los labios y una horrible
cicatriz en el brazo. - Mi nombre es Lex Luthor. Lamento no haberte podido visitar hasta hoy.
Seguro que Lena ha cuidado bien de ti. Te tiene mucho aprecio. Me ha contado que cuidaste
bien de ella mientras fue tu prisionera.

- Vuestras cabezas tienen más valor si están unidas a un cuerpo vivo. - dijo intentando
quitarle importancia.

- Ya, será eso. - respondió pensativo. - En fin, vengo a darte la bienvenida a nuestro humilde
hogar. Supongo que Lena te ha contado que hoy nos acompañaras en nuestras fiestas. Espero
que las disfrutes.
Dicho esto, se fue. Un hombre y una mujer armados con unas lanzas y revólveres aparecieron
a cada lado de la puerta. Le dejaron algo para asearse y ropa limpia y esperaron fuera a que se
cambiara. Cuando salió, la mujer le indicó que la siguiera y los tres salieron del edificio
donde estaba la celda. Después de recorrer unos cortos pasillos oscuros, salieron al exterior.

El Sol estaba empezando a aparecer en el horizonte e iluminaba ante ella los restos del
monasterio. Hacía tantos días que no respiraba aire fresco. Una gran plaza con el suelo hecho
de grandes piedras se abría tras unas escaleras por debajo de ella. Los grandes edificios
hechos del mismo material que la plaza estaban situados a su alrededor pegados entre ellos y
alzados sobre plataformas decoradas con grandes escalinatas que los comunicaban con la
plaza. Parecía que el bosque estaba engullendo aquel lugar ya que la mayoría estaban
prácticamente cubiertos de vegetación.

Todo el lugar estaba lleno de gente que cargaba animales como cabras, ovejas, cerdos e,
incluso, pollos y los encerraban en diferentes cercados. En un lado había un gran altar de
piedra con una mesa de piedra también en el centro.

Buscó a Lena con la mirada y la encontró hablando con Sam animadamente. Kara fue en su
dirección seguida de aquellos dos que parecía que no se iban a separar de ella en todo el día.
A medida que avanza podía oír a la gente murmurar y mirarla con desprecio. No debía ser un
secreto quién era la prisionera que se paseaba por allí.

- Buenos días, princesa. Hacía tiempo que no nos veíamos. - la saludó Sam cuando llegó
hasta ellas. Aunque por sus palabras no se podía entrever ningún rechazo, la verdad es que su
tono demostraba que no le gustaba su compañía.

- Sam, Lena. - saludó Kara.

- Parece que has sobrevivido a tu encuentro con Lex. - rio Lena. La morena miró a los
guardias y les dijo: - Podéis descansar. Yo me encargo hasta que se acaben los rituales a
Nezia.

Los dos se miraron entre ellos y luego miraron de vuelta a Lena. Asintieron y se fueron a otro
lugar. Kara suponía que un día como ese, lo último que querrían era pasar el día pegados a
ella.

- ¿Nezia? - preguntó Kara.

- La diosa del río y de los alimentos. Ella nos aporta todo lo que necesitamos para sobrevivir.
- explicó Lena.

- ¿Así que dedicáis el día del solsticio a ella?

- ¿Ahora te interesa? - preguntó Sam con rencor.

- Bueno, ya que tengo que estar aquí todo el día, me gustaría saber qué está pasando.

- Dedicamos el día a Nezia, Iza y Amate. - interrumpió la conversación Lena antes de que
acabara en discusión. - ¿Recuerdas cuáles tenía tatuados?
- No memoricé los nombres. ¿Y cómo honráis, o cómo lo llames, a Nezia?

- Sacrificaremos estos animales para agradecer los alimentos que nos brinda cada año y pedir
su ayuda para el siguiente año.

- ¿Todos estos? ¿No son muchos?

- Tienen que alimentarnos a todos. Creo que no eres consciente de la cantidad de gente que
hay viviendo aquí.

Estuvieron hablando un poco más sobre el ritual de la mañana, el de Nezia, y Lena le contó
que el resto sucedería durante el resto del día. Hasta que no acabara el último de ellos, no
tenían permitido comer nada.

La multitud empezó a concentrarse ante el altar y ellas tres se dirigieron hacia allí. Lex estaba
junto a un hombre y mujer mayores situados a un lado. Supuso que debían ser Lionel y
Lillian Luthor. Cinco personas vestidas con largas túnicas blancas aparecieron y se situaron
alrededor de la mesa de piedra.

- Hoy es día de dicha, compañeros. - habló uno de ellos. Parecían sacerdotes. - Hoy daremos
las gracias a los dioses por sus regalos.

Y empezó a hacer un discurso el cuál pareció sumamente aburrido a Kara. Entonces cayó en
que Lena estaba allí con ellas en vez de estar con su familia.

- ¿Por qué no estás con ellos? - le susurró Kara señalando al resto de Luthor.

- Porque sus padres la prometieron a un hombre, ella se negó a casarse y, desde entonces, le
prohibieron participar en cualquier acto importante como una Luthor. - explicó Sam.

- ¡¿Estás prometida?! - exclamó Kara. Lena la mandó a bajar el tono de voz.

- No, ya no. Lo rechacé en público y lo dejé en ridículo. No quiere saber nada de mí.

Cuando Kara volvió a concentrarse en el altar. Estaban cargando el primer animal hacia la
mesa. Lo situaron encima y le rajaron el cuello y dejaron al animal morir desangrado entre
gemidos de dolor. Eso horrorizó a Kara. Recogieron la sangre del animal y la metieron en una
especie de barril de madera.

Su religión prohibía los sacrificios. Además, para ella, el día del solsticio era un día de
dedicación a Rao, abstención y paz. No podía comer ni beber nada hasta que el Sol no
desapareciera por el horizonte. Así que sentía que estaba lo más alejada posible a sus
creencias en ese momento.

Para cuando acabaron de sacrificar todos los animales ya era cerca del mediodía. Se los
llevaron y empezaron a recoger los cercados que los habían contenido.

Los guardianes de Kara volvieron a su lado y Lena se marchó dejando a Sam al cuidado de
Kara.
- ¿Dónde va?

- Es sacerdotisa de la diosa Iza.

- ¿Lena es sacerdotisa?

- ¿No lo sabías?

- Nunca me ha contado nada.

- Iza es la diosa del conocimiento y la escritura. Supongo que ya conoces a Lena lo suficiente
como para saber que eso encaja con ella.

- Pero hay una cosa que no entiendo.

- Si te preguntas cómo es que se acostó contigo a pesar de ser sacerdotisa, te explicaré que
nuestros sacerdotes no están obligados al celibato como los de Rao.

- ¿Lo sabes?

- Soy la mejor amiga de Lena. Me lo cuenta todo.

- Vaya... Y el prometido, ¿sabes quién era?

- Quién es, querrás decir.

- Lena me ha dicho que lo rechazó y él no quiere saber nada de ella.

- Al contrario, Lena sigue prometida a él, pero se continúa negando a casarse. Por eso sus
padres la rechazan en público hasta que acepte.

- Pero si no quiere casarse, ¿por qué debería hacerlo?

- Porque estamos en guerra y Lena es el precio a pagar para ganar aliados fuertes.

- No me parece bien. Ella tiene derecho a elegir.

- ¿Seguro que es solo eso lo que te molesta?

- ¿Qué insinúas?

- Nada, tú sabrás lo que se te pasa por la cabeza. Pero yo de ti aprovecharía el tiempo que le
queda soltera. Por lo que me cuenta, sus padres cada vez la están presionando más y más.

- Creía que yo no te gustaba.

- Y no me caes bien y no te dejaría acercarte a Lena en la vida, pero no es decisión mía.

****
Los rituales a la diosa Iza tuvieron lugar al mediodía. Lena apareció junto a un grupo de unas
veinte personas vestidas con largas túnicas negras. Realizaron diferentes rituales en honor a
la diosa y, con la sangre de los animales, escribieron signos de protección, según le había
contado Sam, en la frente de todos los presentes, incluida Kara que no tuvo más remedio que
dejar que Lena bañara su frente en sangre mientras la morena tenía una sonrisa perversa.
Lena estaba disfrutando martirizando a la rubia.

Después de ello, llevaron a Kara a un claro del bosque que no quedaba muy lejos del templo
dónde le habían dejado todo lo que necesitaba para sus rituales raoistas. En realidad,
consistían en poco más que meditar y recitar unos versos bajo la luz del Sol, máxima
representación del poder de Rao. Se limpió la frente sacando la sangre seca y vio alejarse a
los guardianes hasta los límites del claro. Como estaba acordado, al cabo de una hora, se
acercaron de nuevo a ella y la arrastraron de vuelta al templo.

Ahora en la plaza había colocadas diferentes pequeñas hogueras en círculo alrededor de una
gran pira de madera y paja. En las hogueras se estaban cocinando los animales que se habían
sacrificado.

Cerca de los fuegos había un montón de grandes mesas y sillas. Lena estaba sola en una de
ellas disfrutando viendo como su gente era feliz y se lo pasaba bien ese día. La música festiva
inundaba la plaza. El vino corría por todas partes y, con la gente prácticamente en ayunas, la
mayoría estaban borrachos.

Kara se acercó a Lena y se sentó a su lado. Cuando la vio a su lado y la saludó con una
sonrisa. Mandó a los guardias que les trajeran unas jarras de vino y se fueran a disfrutar de la
fiesta. Ellos no tardaron ni un segundo en aceptar. De hecho, Kara no tardó en verlos
borrachos bailando entre la multitud.

- ¿Qué dios toca ahora?

- Amate, dios del fuego.

- Así que lo honráis cocinado los animales que habéis sacrificado.

- Es la forma simple de explicarlo. Los animales están bendecidos y el fuego que los ha
cocinado es sagrado. Después encenderemos el fuego central con ellos.

- ¿Y lo de emborracharse tiene relación?

- No, es solo por diversión mientras se cocina la comida. - rio Lena. - Ya sé que para ti es
raro, pero para nosotros el solsticio es un día para disfrutar los regalos de los dioses. No es un
día para sentarse a adorar al Sol.

- Si todos los solsticios os emborracháis como cubas, ya sé que día mandar el ataque.

- Cuidado, Kara. Te estarías saltando tus propias tradiciones. - bromeó Lena.

- Muy graciosa. ¿Qué hacemos ahora?

- ¿Beber?
- La última vez que nos emborrachamos la cosa no acabó muy bien.

- Yo creo que acabó más que bien.

- No, acabó muy mal.

- ¿Algún día me lo perdonarás?

- Creo que ya te he perdonado. Al menos, comprendo que te escaparas.

- No sabes lo feliz que me hace saber eso. Nunca quise herirte.

- Lo sé. Me lo has repetido mil veces como mínimo.

- Y lo volvería a repetir las que hicieran falta.

Kara se negó a beber de la jarra que tenía así que, mientras charlaban, Lena se había bebido
las dos e iba ya bastante borracha.

Sentimientos confusos invadieron a Kara. Veía a esa gente disfrutar del ambiente, de la
música, … Había desde ancianos a niños. No parecían una amenaza ni un peligro. ¿Por qué
los había estado persiguiendo? ¿Tan malo era lo que estaban haciendo? Solo estaban
disfrutando de su vida como querían sin hacer daño a nadie. Sí, sus religiones eran casi
opuestas y ellos eran herejes, pero ¿era ese motivo suficiente como para quemarlos vivos en
hogueras?

Cuando toda la carne estuvo cocinada ya cerca del atardecer, se hizo el silencio en la plaza.
Los sacerdotes de Amate vestidos de rojo cogieron un trozo de madera en llamas de cada
pequeño fuego y, a la vez, los tiraron sobre la pira grande que se encendió cogiendo
diferentes colores a medida que el fuego iba quemando las diferentes partes creando un
espectáculo de colores hasta cubrirlo todo del color rojo natural del fuego.

Kara miró a Lena sorprendida. No se lo esperaba.

- ¿Cómo...? - señaló Kara el centro de la plaza.

- Secretos del culto a Amate. - dijo Lena levantando los brazos de forma graciosa. - Creo que
me tomaré otra jarra de vino, pediré otra para ti.

- No voy a beber, Lena. Ya te lo he dicho.

- ¡Oh, vamos! Solo un poco mientras cenamos, está a punto de atardecer. No tienes excusa.

- Está bien.

La carne no tardó en llegar a la mesa y la gente se fue sentando donde encontraban sitio,
excepto cerca de ellas. Kara supuso que no se querían acercar a la princesa Zor-El y menos
ese día. Después de comer durante días los desperdicios de la gente, Kara saboreó aquella
comida como si fuera el mejor manjar que había probado en su vida.
Al cabo del rato, Sam y Ruby llegaron cargadas con sus raciones de comida y se sentaron en
frente de ellas, aunque Ruby miraba con miedo a Kara.

- ¿Aún tienes el caballo que te regalé? - le preguntó a la niña que asintió escondiéndose detrás
de Sam. - No te voy a hacer nada. No me tengas miedo.

- Mamá dice que nos tuvimos que ir de casa por tu culpa, que eras una mujer mala.

- Quizá me porté un poco mal, pero era porque estaba enfadada. Algunas personas habían
hecho daño a mis amigos.

- Pero nosotras no hicimos nada malo.

- No, pequeña. Vosotras, no. - suspiró Kara.

Sam y Lena habían observado en silencio aquella interacción con algo de sorpresa por las
palabras de Kara.

A medida que la gente iba acabando de comer, formaron círculos alrededor de las hogueras y
bailaban al ritmo de la música. A veces, los círculos se cerraban y bailaban dando vueltas
alrededor del fuego y otras se separaban en grupos más pequeños o en parejas. Toda la
música era alegre e invitaba a no parar de dar botes de un lado a otro.

Después del tercer bostezo de Ruby, Sam decidió que era mejor irse a dormir dejándolas
solas de nuevo.

- ¿Qué fue del padre de Ruby?

- Era un soldado de la guardia de Gimina. Fue arrestado por traición y se lo llevaron a la


capital. Sam consiguió demostrar que ella era fiel a la corona. Se le perdonó la vida y se la
dejó continuar siendo la gobernadora de Gimina. - explicó Lena antes de tomar un sorbo del
vino. - Creo que me voy a bailar. ¿Vienes?

- No, gracias.

- Vamos, es divertido. - insistió Lena, pero Kara no hizo ademán de ceder. - En fin, no te voy
a arrastrar hasta allí. Tú te lo pierdes. - dijo Lena dando media vuelta y alejándose de Kara.

- ¿Y si me escapo ahora? - le gritó divertida la rubia viendo cómo se alejaba.

- ¿A dónde irías? - le contestó sin girarse.

Kara tomó un sorbo de su jarra. Estaba casi llena pues no había querido beber demasiado
vino. Lena bailaba de un lado para otro. Kara no recordaba verla tan feliz desde que la había
conocido. Era extraño y, a la vez, agradable.

****

El rato pasó y Lena parecía no cansarse. Kara casi se había acabado su jarra y sentía los celos
hirviendo dentro de ella. Había más de un hombre y una mujer rondando a Lena y, por lo que
podía ver a su alrededor, había otro dios al que debían honrar ese día y la morena no se lo
había contado: el de la lujuria.

Una mujer pareció haber captado la atención de Lena porque llevaban dos canciones bailando
juntas. Kara pensó en Lena pasando la noche con esa mujer y una bola de furia se instaló en
su estómago.

Así que se tragó su orgullo y lo que le quedaba de vino y se acercó a Lena. Rodeó la cintura
de la morena con las manos por detrás y la pegó a su cuerpo mirando a la otra mujer
marcando territorio. La mujer pareció entender el mensaje y se alejó.

- No eres nada celosa. - rio Lena girando entre los brazos de Kara para mirarla de frente.
Colocó sus brazos sobre los hombros de la rubia.

- No sé a qué te refieres. - contestó Kara sonrojándose.

- A que te has muerto de celos. Y ahora te has sonrojado. - rio Lena. - Hacía mucho que no lo
hacías. Me encanta cuando te sonrojas así. - dijo mientras acariciaba la zona manchada de
rojo en el rostro de Kara.

- ¿Te parece divertido? - rio Kara.

- Mucho. - dijo Lena acercándose a besar a la rubia que no la rechazó, sino que la apretó
contra su cuerpo.

Se habían echado tanto de menos. Cuando se separaron, Lena la cogió de la mano y la


arrastró por todo el templo hasta llegar a lo que Kara entendió que era la habitación de la
morena.

****

Kara estaba desnuda sentada en la cama con la espalda contra la pared con Lena situada entre
sus piernas apoyada contra su pecho.

Kara llevaba rato acariciando todos los rincones del cuerpo de Lena con devoción y
delicadeza. Lena estaba tan relajada entre sus brazos que casi se había quedado dormida.

- Vamos a dormir, Kara.

- No quiero. - dijo con picardía y empezó a pasear sus manos por las partes más sensibles de
la morena que soltó un suspiro de gusto y empezó a removerse entre sus brazos.

Lena se giró y tumbó a Kara en la cama. Con cuidado de no tocar las heridas de sus muñecas,
colocó sus manos sobre el colchón a cada lado de la cabeza rubia. Bajó su boca hasta dejar un
beso en el cuello de la rubia que le dio acceso y fue dejando un rastro de besos húmedos y
algún mordisco mientras Kara gemía en su oído. Soltó una de las manos de Kara y empezó a
darle caricias en el pecho desnudo de la rubia que la recibió encantada.

La puerta de la habitación de Lena se abrió de golpe entrando Lillian Luthor.


- Eres una vergüenza. ¿Cómo puedes retozar con alguien como ella? Llevadla de vuelta a su
celda. - dijo la mujer dejando pasar a dos guardias que arrastraron a Kara hasta la celda
mientras ella intentaba vestirse de nuevo.

Chapter End Notes

Próximo capítulo ¿mañana o martes?:

- Quiero hablar con ella.


Parte 3 4/4
Chapter Notes
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Llevaba dos días sin ver a Lena, sin saber nada de ella. La comida se la había estado trayendo
algún guardia y cuando preguntaba por Lena nadie le respondía.

Hasta que ese día fue la morena la que abrió la puerta. Kara, cuando la vio, se lanzó a sus
brazos, pero Lena la apartó sin ni siquiera mirarla.

- ¿Qué ha pasado?

- Mis padres y Lex acaban de irse en misión diplomática. Me han dejado al cargo.

- ¿Qué? ¿Cómo?

- Te dejaré libre, pero irás siempre acompañada de unos guardias.

Dicho esto, se fue dejando a Kara con dos mujeres que la miraban con algo de rencor y
desprecio. ¿Qué acababa de pasar? Lena ni se había dignado a mirarla.

Después del shock inicial, Kara salió tras Lena. Cuando llegó a la plaza la vio meterse en un
edificio flanqueado por dos guardias. Intentó seguirla al interior, pero no la dejaron pasar.
Insistió, pero lo único que consiguió fue cuatro armas apuntándole a la cabeza.

Resoplando cedió. Estaba en medio de la plaza y no tenía ni idea de qué hacer. Lena la había
dejado medio libre y no tenía ni idea de nada. Estuvo dando vueltas pensando que hacer y
recordó el pequeño altar que habían colocado a Rao en el claro del bosque y decidió que
podría ser una buena idea ir a rezar un rato. Tenía muchos pecados a expiar.

Pero nunca llegó al claro porque se encontró con Sam. La morena la dejó acompañarla
mientras realizaba algunos encargos. Por lo que veía, Sam se ocupaba de organizar y
distribuir los recursos entre la gente. Aquello parecía una pequeña ciudad escondida entre
viejas ruinas. Le recordaba un poco a su hogar.

Después de repartir algunos permisos, Kara y Sam entraron en lo que parecían unos
aposentos. Había una gran sala de recepción con una gran mesa llena de papeles y un par de
habitaciones conectadas. Ruby estaba jugando en la sala con el caballo que le había regalado
Kara cuando entraron. Sam la mandó a jugar a su habitación mientras las mayores hablaban.

- ¿Qué ha pasado? - le preguntó cuando estuvieron solas.

- ¿A qué te refieres? - respondió Sam mientras se sentaba en una silla delante de los papeles.

- Lillian nos pilló.


- Eso me han contado. Se ve que no fuisteis excesivamente discretas. - dijo e hizo una pausa.
- Si lo que me preguntas es qué pasó después de eso, te diré que no sé nada. Encerraron a
Lena en el despacho de Lex con sus padres durante horas. Desde que salió de allí, no ha
cruzado una palabra conmigo. Después se fueron dejándola al mando. No tiene mucho
sentido la verdad.

- Quiero hablar con ella.

- ¿Para qué? Suficientes problemas le has provocado ya. Déjala en paz.

- No es una opción.

- No te voy a ayudar.

- El edificio que hay vigilado por unos guardias es donde están los despachos de los Luthor,
¿verdad? Es donde está Lena trabajando ahora.

- Sí, pero no te van a dejar entrar.

- No tengo nada que hacer. Puedo esperar a que salga. - respondió encogiéndose de hombros.

Y dicho esto, salió de los aposentos de Sam y rezó para no perderse en aquel laberinto de
pasillos. Al final, logró salir de nuevo a la plaza, aunque juraría que no por la puerta por la
que había entrado. Interesante, así que los edificios estaban conectados entre sí. Quizá podría
encontrar alguna manera de colarse dentro del edificio donde estaba Lena, pero, con sus dos
guardianes siguiéndola por todas partes, no creía que fuera muy viable.

Fue hasta la puerta del edificio vigilado y se sentó en un lado de las escaleras que había en
frente con la espalda contra la barandilla. En esa posición, podía ver si salía alguien del
edificio.

****

Estaba anocheciendo cuando Lena salió del edificio y se sorprendió por encontrársela allí,
pero no le dijo nada. Solo pasó por su lado.

Kara corrió tras ella y cuando la alcanzó la agarró del brazo acercándola a ella. Al instante,
pudo notar las armas de sus guardianes en su nuca. Lena les mandó bajar las armas.

- ¿Ahora me ignoras?

- Kara, suéltame. - dijo Lena mientras hacía un gesto para zafarse de la rubia. Después, se
separó de Kara y se giró hacia un lado para no tener que mirarla.

- ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? - intentó acercarse Kara de nuevo a Lena, pero esta se volvió
a separar.

- Sí, todo está bien.

- No me lo parece.
- Tú misma lo has dicho muchas veces. Solo somos enemigas en plena guerra. Así que o
mantienes la distancia conmigo o te vuelvo a encerrar en una celda.

- ¿A qué viene esto ahora? ¿Qué ha pasado, Lena? Sam me ha dicho que tus padres te
encerraron con ellos durante horas. ¿Qué te hicieron? - dijo mientras intentaba acercarse a
acariciar el rostro de Lena, pero de un manotazo le apartó la mano y la encaró.

- Me hicieron ver la realidad y Lex me dio una última oportunidad. No le voy a fallar.
Guardias, escoltad a la prisionera a sus aposentos.

- ¿Dónde puedo comer algo?

- ¿Perdón?

- He estado todo el día ahí sentada esperando que salieras. Tengo hambre.

- Mandaré a alguien para que te lleve comida. Largo de mi vista.

Los guardias la cogieron de los brazos y la arrastraron por el templo hasta el interior de una
sala mientras ellos montaban guardia fuera.

El lugar no estaba mal. La habitación era muy pequeña y apenas cabía la pequeña cama, pero
era más cómoda que esa celda oscura.

Pero la prioridad ahora era descubrir qué demonios le había pasado a Lena.

****

Cuando se despertó la mañana siguiente, seguía sin saber qué hacer allí así que se levantó y
se volvió a sentar en las escaleras igual que el día anterior.

Hasta el anochecer Lena no salió del edificio y, cuando la vio en las escaleras otra vez, se
llevó las manos a la cara.

- ¿Te has vuelto a pasar el día aquí?

- Sí. - dijo mientras se levantaba a hablar con Lena.

- Eres muy pesada cuando quieres. - contestó mientras bajaba las escaleras.

- Fue a hablar. - respondía Kara mientras la seguía.

- Normalmente, la situación es al revés.

- Sí, normalmente soy yo la que no quiere hablar contigo y tú me persigues hasta que lo
consigues. Se necesita mucha paciencia, ¿verdad? - bromeaba Kara.

- Sí y estás agotando la mía. Kara, vete a otra parte a hacer lo que sea y déjame en paz. -
decía claramente molesta Lena y se detuvo en medio de la plaza.

- No tengo mucho que hacer la verdad.


- Tranquila, me encargaré de darte alguna tarea, aunque sea picar piedras.

- Entonces las picaré rápido y volveré aquí a esperar a que salgas.

- Por los dioses, Kara. ¿Qué quieres?

- Hablar contigo.

- Ya estamos hablando.

- Hablar contigo de verdad y en privado a poder ser.

- ¿Desea algo más la princesita? - gruñó Lena. Kara se llevaba el premio a la mujer más terca
que había conocido nunca. - Está bien, a ver si me dejas en paz de una vez.

Lena le indicó que la siguiera y fueron hasta los aposentos de la morena. Kara no les había
prestado mucha atención la última vez que estuvo allí. Los guardias se quedaron montando
guardia mientras ellas cerraban la puerta después de entrar.

Kara se dedicó a pasearse curioseando por la sala. Las paredes estaban llenas de bonitos
frescos con imágenes de los antiguos dioses, dedujo. Un carraspeo llamó su atención. Lena
estaba con los brazos cruzados esperando que dijera algo.

- ¿Qué pasó con tus padres?

- Ya te lo dije.

- Lena, te conozco lo suficiente como para saber que no cambiarías de opinión de la noche al
día.

- Me conoces desde hace unos meses. No sabes nada de mí.

- Quizás. - insistió Kara. Si no conseguía que la morena se abriera por las buenas, lo haría por
las malas. - Te encerrabas durante horas conmigo en una celda para que te perdonara y ahora
me evitas. ¿A qué juegas? - le reprochó la rubia.

- Yo no juego a nada.

- Pues a mí me parece que has vuelto a conseguir tu capricho y me vuelves a abandonar como
hiciste la primera vez. - le echó en cara la rubia, aunque sabía de sobras que aquello no era
cierto, pero necesitaba que la morena reaccionara como fuera. - Seguro que en el fondo lo
tenías todo planeado. Nunca debí haberte creído. -escupió con rabia fingida.

Y Lena le soltó una bofetada que giró la cara de Kara del golpe. Lena agarró su rostro y lo
volvió para que la mirara.

- Sabes de sobra que las cosas no son así. - gruñó iracunda.

- Sí, lo sé. - dijo Kara llevándose la mano a la cara. Vaya fuerza tenía la morena. - ¿Por qué te
niegas a aceptarlo tú ahora?
- No lo niego. Pero esto tiene que acabar. - contestó soltando a la rubia y ganando algo de
distancia.

- ¿Por qué?

- Porque estamos en guerra. - respondió dándose media vuelta y alejándose todavía más de la
rubia.

Kara suspiró. No iba a conseguir mucho más ese día.

- Tú era la que quería ignorar eso. Tú eras la que insistía en esto. - dijo señalándolas a ambas.
- Ahora no pienso volver allí. No voy a dejar que te alejes de mí. - añadió Kara antes de irse.

****

Cuando al día siguiente Lena salió del edificio y se encontró con Kara esperándola allí, ni
siquiera se molestó en decirle algo o mirarla. Siguió su camino hacia su habitación notando
como Kara iba tras ella. Entró en sus aposentos, pero antes de cerrar la puerta, Kara puso el
pie y entró tras ella.

La rubia se sentó en uno de los sillones de la sala y se la quedó mirando con una sonrisa de
suficiencia. Lena no podía creer lo que veía.

Lena necesitaba distanciarse de Kara. Y la rubia no la dejaba en paz.

- ¿Te crees que puedes entrar, así como si nada aquí? Que yo sepa, no te he invitado a entrar.

- No me habías ni saludado. Ahora que ya me has dirigido la palabra me puedo ir. - dijo Kara
y se fue dejando a Lena sola y desconcertada.

****

Lena llevaba horas entre papeles intentando encontrar una alternativa a la ruta que usaban
con los Graves. Después de que esa maldita rubia descubriera toda la organización, debía
encontrar alguna manera de hacer llegar los recursos o no tardarían en quedarse sin.

De la plaza empezó a llegar un gran jaleo. Lena se levantó y miró por la ventana para ver que
se había formado un círculo en el centro de la plaza con dos personas en el interior
peleándose a puñetazos. Una de ellas era Kara.

- ¿Es que no puede estarse quietecita ni cinco minutos?

Lena salió corriendo del despacho y se abrió paso entre la multitud para ver a Kara en
posición defensiva contra Vázquez, una de las guardias que se suponía que estaba
vigilándola.

- Cuando lanzas el gancho por la derecha, abres demasiado tu guardia. Tienes que ir con
cuidado. - explicaba la rubia a la guardia.
- ¿Qué demonios está pasando aquí? - levantó la voz Lena para llamar la atención de todos
los presentes.

- Me aburría y le he pedido entrenar, sin armas claro. - respondió simplemente la rubia


encogiéndose de hombros.

Lena no se lo podía creer. ¿En qué estaba pensando Kara? ¿En qué estaba pensando
Vázquez?

- ¿Ahora te dedicas a entrenar con el ejército enemigo?

- Es que me aburro. Deberías darme las gracias. Os estoy ayudando.

- Mientras no mates a nadie, haz lo que quieras.

Lena volvió a su despacho y continuó trabajando. Si Kara intentaba llamar su atención, no lo


iba a conseguir.

Después de una hora sin poder avanzar nada, se rindió y decidió salir a dar una vuelta a
airearse. Kara seguía en el centro de la plaza. Cada vez había más y más gente entrenando o
mirando el espectáculo.

Lena se sentó en las mismas escaleras donde se solía sentar Kara y se unió a los espectadores.

Lex le había dado una última oportunidad y no pensaba fallarle. Le había contado parte de un
plan que les iba a hacer ganar la guerra. Y allí entraba en conflicto con lo que sentía por la
rubia. No podía seguir a su lado mientras conociera y formara parte del plan de Lex. Sentiría
que estaba usando a Kara, mintiéndole, y ella no era así. Por ese motivo, la había querido
mantener alejada, pero la rubia se lo estaba poniendo difícil. No lo iba a negar, pero era
entretenido ver a Kara hacer esfuerzos para llamar su atención. Aunque sus métodos eran
algo particulares.

En ese momento, Kara estaba intentando luchar contra tres rivales al mismo tiempo. Lena
podría apostar que sus soldados estaban disfrutando dándole una paliza a la rubia. Sería
mejor que interviniera si no quería que Kara acabara demasiado magullada.

Hizo entrar a Kara a su despacho. La rubia apenas podía andar y se llevaba la mano a las
costillas izquierdas, las que se había roto hacía tan poco tiempo.

- ¿Cómo se te ocurre? - le preguntaba Lena mientras curaba los cortes que tenía en la cara.
Kara se había sentado en la silla del despacho mientras Lena estaba encima de la mesa.

- Quizá tenía la esperanza de que tuvieras piedad de mí y me curaras las heridas. - bromeó
Kara.

- Así que te has dejado dar una paliza para que te cuide. - confirmó Lena divertida.

- Sé que se te da bien. Además, por primera vez, no me tienes que curar heridas que me has
hecho tú. - rio Kara.
- ¿Estás echándome la culpa de las cadenas? Fuiste tú solita la que se metió en la boca del
lobo. - reía Lena.

- Pero te perseguía a ti.

- Y por eso es culpa mía. - ironizó Lena. Acabó de curar a Kara y dejó el material encima de
la mesa y se levantó, pero Kara se levantó también y la atrapó contra la mesa.

- Evidentemente. Es tu culpa que viniera hasta aquí.

- Kara, para. Ya te he dicho que esto tiene que acabar. - decía Lena mientras empujaba a la
rubia.

- Y yo ya te he dicho que no pienso rendirme. - afirmó Kara, pero dejó que Lena la separara
de ella. - ¿Qué ha cambiado en dos días?

Lena se separó de Kara dándole la espalda.

- Estamos en guerra.

- Sí y antes, también. - se acercó Kara y pasó los brazos alrededor de la cintura de Lena. La
morena dejó caer el peso sobre el cuerpo de la rubia y se agarró sus brazos. Se quedaron
quietas en esa posición sintiendo el calor del cuerpo de la otra.

- Pero ahora todo es diferente.

- ¿En qué sentido? - preguntó Kara apoyando la cabeza sobre el hombro de Lena.

- No te lo puedo explicar.

- ¿Tiene algo que ver con el hecho que todos los Luthor se hayan ido dejándote al mando y el
plan de Lex?

- Sí, no te voy a contar nada.

- No te lo estoy pidiendo, pero si quieres decirme cómo pensáis ganar la guerra, me harías un
favor. - bromeó Kara.

- Muy graciosa. Cuando mi madre nos encontró, mis padres pensaban ejecutarme por
traidora. Pero Lex les convenció de que podía ser muy útil en su gran plan. No me contó los
detalles, solo lo que tenía que hacer. Por eso, me han dejado al mando. No puedo cumplir con
mi familia y estar contigo al mismo tiempo, Kara. Siento que estoy jugando contigo y no es
justo.

Kara se separó levemente de Lena y la hizo girar entre sus brazos.

- No me puedo creer que vaya a decir esto, pero me da igual. - dijo Kara sorprendiendo
totalmente a Lena.
- ¿Qué? ¿Doña “tengo que cumplir con mi deber” está diciendo lo que acabo de escuchar? -
rio Lena mientras pasaba los brazos alrededor de la cabeza de Kara.

- Estamos en guerra, sí. Cada una tiene sus planes y sus misiones, pero no tiene por qué ser
un impedimento a lo nuestro.

- Kara, no es como si compitiéramos por quién corre más rápido. Nuestras misiones incluyen
que nos matemos mutuamente.

- Yo no soy capaz de matarte y tú, a mí, tampoco. ¿Con eso no te vale?

- Pero no solo somos nosotras.

- Me da igual. Lena, por favor. Odio tenerte delante y no poder tocarte, acariciarte. ¿No te
sientes igual?

- Sí, claro.

Kara rompió el poco espacio que quedaba entre ellas y le dejó un beso en los labios. Se alejó
y esperó a que Lena reaccionara. La morena la miró fijamente a los ojos. Dentro de ella
estaba teniendo lugar un gran debate entre hacer lo correcto o dejarse llevar.

- Esto no va acabar bien.

- Ten fe.

El debate acabó y Lena se acercó a besar a Kara. El beso no tardó en subir y subir de
intensidad. Kara alzó a la morena por la cintura y esta envolvió a la rubia con sus piernas.

La rubia las llevó hasta delante de la mesa y dejó allí a Lena. Fue quitándole poco a poco la
ropa mientras repartía caricias sobre la piel que iba descubriendo. Cuando acabó, dejó de
nuevo un beso sobre sus labios y bajó dejando un rastro de besos desde su cuello pasando por
sus pechos hasta llegar sobre el tatuaje que tenía en el costado. Resiguió la tinta negra con
besos y continuó bajando hasta hundirse en la morena.

****

Después de aquel asalto, Lena pensó que era mejor idea continuar en su habitación así que
allí estaban las dos.

Lena tenía a Kara entre sus brazos con la cabeza escondida en su cuello mientras estaban
tiradas en la cama. La rubia hacía un rato que se había quedado dormida después de acabar
exhausta. Solo hacía unos días que Kara estaba desnutrida y débil y, ahora, la morena se
sorprendía con la resistencia que demostraba tener la rubia. No quería imaginar lo que un
cuerpo kryptoniano podía pedir en condiciones normales.

Notó como Kara empezaba a dejar besos en su cuello y sus manos se movían juguetonas por
su cuerpo.

- Por los dioses, Kara. Estoy agotada. - gimió Lena.


- ¿Ya? - gimoteó la rubia. - Yo quiero más.

- Después de seis asaltos no puedo más. No todos tenemos un cuerpo kryptoniano. Siempre
tendremos tiempo para más.

- ¿Me prometes que no volverás a separarte de mí?

- Te lo prometo. ¿Y tú?

- También te lo prometo. Siempre te protegeré.

****

Pasaron un par de días en los cuáles su rutina consistía en que Kara entrenaba mientras Lena
trabajaba. A media tarde la rubia la visitaba en su despacho y la observaba mientras estaba
concentrada, solo hasta que se cansaba de solo mirar.

Lena tenía amenazados tanto a Kara como a los soldados para que ninguno acabara
excesivamente magullado. No quería tener que estar cada día con la enfermería llena curando
a idiotas que no tenían como pasar el tiempo. Por el momento, parecía que todos se estaban
comportando.

Kara se había pasado los últimos días feliz. No podía evitar disfrutar de cada segundo que
pasaba con Lena, de lo divertida que le parecía su expresión cuando llegaba con algún corte o
herida que la morena tuviera que curar. Quizá, solo quizá, se dejaba hacer esos cortes para
tener la excusa para dejar que Lena la cuidara.

Lena, por otra parte, a pesar de haber cedido a estar con Kara o lo que fuera aquello, sabía
que llegado el momento la rubia la odiaría. Así que se concentró en disfrutar mientras tanto.

Lena estaba guardando una paloma en la jaula de su despacho cuando Kara entró sudada
después de estar entrenando todo el día. Se acercó a la morena y dejó un beso en los labios.

- Kara, ya sé que nunca hemos tenido esta conversación y que no estás acostumbrada a ello,
pero, por favor, por mi bien, límpiate cada vez que acabes de hacer ejercicio.

- ¿Qué? - preguntó confundida la rubia mirándose.

- Apestas.

- Vaya, lo siento mucho. - le contestó apenada.

- Tranquila, ya sé que los raoistas no tenéis por costumbre limpiaros muy a menudo. - bromeó
Lena mientras cogía la anilla que le había quitado al animal y la mojaba en tinta.

- ¡Oye! ¡Qué nos limpiamos una vez a la semana! - contestó indignada Kara.

- ¿Y eso te parece suficiente? - rio Lena que ahora se había sentado en su silla y pasaba la
anilla por el papel dejando un rastro de tinta.
- ¿Sí? - contestó algo dudosa.

- Después te voy a enseñar una de nuestras fantásticas tradiciones ancestrales.

- ¿Quieres corromperme ahora?

- ¿Ahora? - bromeó Lena mientras cogía una lente y la pasaba con encima de la tinta.

- ¡Por Rao! Si la Voz de Rao se entera de lo que hice durante el solsticio, me excomulga. -
exclamó Kara dejándose caer sobre una de las sillas llevándose las manos a la cara. Lena se
reía de la expresión de horror de la rubia. - ¡Oye! Sacerdotisa de Iza, yo no le veo la gracia.

- Perdón, perdón. - dijo Lena levantando las manos ligeramente y volvió a concentrarse en el
papel.

- ¿Qué estás haciendo?

- Lex me ha enviado un mensaje y lo estoy leyendo.

- ¿Cómo te ha mandado el mensaje?

- Con la paloma.

- ¿Usáis palomas?

- Sí, ¿vosotros?

- Depende. - respondió encogiendo los hombros. - Alex, por ejemplo, tiene un halcón como
mascota que usa para llevar mensajes. - rio Kara con algo de nostalgia.

- ¿Qué te hace tanta gracia? - le preguntaba Lena mientras se levantaba y se acercaba a Kara.

- Que el pájaro de Alex se desayuna a los tuyos.

- ¿Y eso te parece divertido? - dijo Lena cruzando los brazos y sentándose sobre la mesa
cerca de Kara mirándola con expresión divertida.

- Mucho la verdad. - respondió Kara acercándose a Lena.

- ¿Así? - preguntó dejando que Kara se le acercara, pero, cuando la distancia era de apenas
medio palmo entre las dos, la apartó. - No, primero te tienes que limpiar.

- Está bien. - suspiró Kara - ¿Dónde?

- En los baños.

- ¿Tenéis baños aquí?

- ¿Te sorprende? Que los prohibierais en todo el reino no significa que hayan desaparecido.
El de Gimina estaba en funcionamiento hasta que llegaste tú. - explicó poniendo un ejemplo.
- Y no me extrañaría que después de que se vaya J'onn, los vuelvan a abrir. A la gente o, al
menos, a los que no somos raoistas, nos gusta ir limpios.

- Los cerramos porque era el lugar donde se solían reunir los corruptos para cerrar tratos.
Cada cual se puede limpiar en su casa. - gruñó ofendida Kara.

- Cariño, como se nota que nunca has disfrutado de los placeres de un buen baño. - rio Lena.

****

Al final, entre quejas de Kara, Lena la arrastró hasta el edificio donde estaban las termas. El
lugar consistía en dos salas enormes con unas grandes bañeras con agua a diferentes
temperaturas donde se bañaban varias personas a la vez. Una de las salas era para mujeres y
la otra, para hombres.

Una vez estuvieron dentro, Lena se desnudó y tuvo que obligar a Kara para que también lo
hiciera.

- Ahora entiendo tu faceta exhibicionista. - murmuró Kara muerta de cuando entraron en la


sala y se encontró con que todas las mujeres allí dentro iban desnudas sin ningún complejo.

- Por todos los dioses, Kara. No vas a ver nada aquí que no hayas visto ya. - reía Lena.

- No estoy acostumbrada, ¿vale? ¿Y ahora qué? - preguntó esperando a que la morena le diera
órdenes.

- Ahora nos limpiamos bien y entramos en una de las bañeras.

- ¿Mientras hay más gente dentro? - preguntó horrorizada Kara.

- Por eso nos limpiamos bien antes de entrar. Tranquila vas a estar a suficiente distancia del
resto para que no te sientas incómoda.

- Ya me siento incómoda. - gruñó Kara siguiendo a Lena.

Después de todo, cuando Kara consiguió relajarse en una de las bañeras, tuvo que aceptar que
se estaba muy bien allí. Aunque seguía sin acostumbrarse a estar desnuda entre tantas
mujeres desnudas.

Al cabo de una hora de sufrimiento, o eso le había dicho a Lena, se fueron a los aposentos de
esta a descansar. O, al menos, eso pensaba Lena, pero Kara cada día estaba más recuperada y
tenía más energía. Necesitaba tener una conversación con la rubia porque ella necesitaba
dormir más de una o dos horas por noche.

Al final, esa noche Lena solo consiguió dormir una horita abrazada a Kara antes de tener que
volver a trabajar.

****
Kara se despertó sola en la cama. Se levantó y se encontró con Lena vistiéndose en la
antecámara.

- Buenos días. - la saludó Kara mientras se desperezaba.

- Buenos días. ¿Te he despertado? - preguntó Lena acercándose a la rubia para dejarle un
beso en los labios.

- No. - respondió medio dormida aún la rubia. - ¿Ya te vas? - preguntó mientras rodeaba el
cuello de la morena con los brazos.

- Tengo mucho trabajo que hacer y hay cierta rubia que viene a distraerme a mi despacho.

- Vaya, tienes que decirme su nombre. Tengo que tener una charla con ella. - bromeó mientras
dejaba unos cuantos besos cortos sobre los labios de Lena.

Los besos fueron subiendo de intensidad y parecía que Lena no iba a conseguir llegar
temprano ese día cuando las campanas de alerta las interrumpieron.

Chapter End Notes

Próximo capítulo el martes:

- Ella cuidó de mí mientras era su prisionera. Es justo que ahora yo haga lo mismo.
Parte 4 1/10
Chapter Notes

Y empieza la última parte de la historia…

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Lena no solía navegar. De hecho, que ella recordara, nunca se había subido a un barco. Pero,
después de cinco días en el mar, podía confirmar sin ninguna duda que lo odiaba con toda su
alma.

No estaba acostumbrada a que el suelo se moviera y balanceara bajo sus pies. No había ni un
momento de tranquilidad, ni silencio, ni espacio propio para respirar en paz. Además, solo se
podía ver agua y la fina línea de la costa a lo lejos y, si no fuera por su situación, se aburriría
en exceso.

El caso es que no podía relajarse ni un segundo. Kara no se separaba ni un segundo de ella y


Alex había prohibido a cualquier soldado ponerle las manos encima, pero eso no evitaba que
los soldados la insultarán cada vez que se cruzaran con ella o la miraran de forma lasciva o
cargada de odio. No sabía qué odiaba más.

Alex llegó al refugio de los Luthor con un gran ejército para rescatar a Kara. Sus guardias
pudieron contener el ataque el suficiente tiempo como para que la mayoría de civiles
huyeran, pero los que quedaron allí fueron ejecutados por traición, excepto ella. Ella era más
valiosa viva. La hicieron prisionera y la arrastraron hasta un barco. Ahora, navegaba hacia la
capital acompañada de Kara, Alex y el ejército de esta última.

Su único consuelo es que, por lo menos, tenía un camarote que compartía con Kara del cual
evitaba salir para no tener que soportar al resto. La versión dada a los demás fue que Lena
estaba encerrada como una prisionera en una celda bajo la vigilancia de Kara. Pobres ilusos.

Lena se había quedado sola en el camarote un momento mientras Kara había salido un
momento. La morena pasaba el rato tumbada en la cama contando las nubes mirando por una
pequeña ventana que había en el camarote

En realidad, Alex había pedido a su hermana hablar a solas, o todo lo a solas que se podía
allí. Estaba en el exterior, en la popa del barco, en la parte más alejada de los marineros que
trabajaban a esa hora en la cubierta, esperando a que Kara llegara.

- ¿De qué querías hablar? - preguntó directamente Kara tan solo llegar. No le gustaba la idea
de dejar a Lena sola allí, así que quería acabar cuanto antes posible para volver con ella.
- Hola a ti también. - contestó claramente enfadada Alex.

- Lo siento, hola. ¿Cómo has estado?

- Hasta ahora pensaba que mejor que tú, pero no lo tengo tan claro.

- ¿A qué te refieres?

- ¿Qué relación tienes con Luthor, Kara? No te has separado de ella desde que te rescaté.
Estás siendo muy protectora con ella teniendo en cuenta quién es.

- Ella cuidó de mí mientras era su prisionera. Es justo que ahora yo haga lo mismo.

- ¿Te estás oyendo, Kara?

- ¿Qué quieres que te diga? ¿Me has llamado solo para echarme en cara cómo me comporto
con Lena?

- Te he llamado porque me preocupas. No olvides quién es la prisionera, Kara. ¿Has olvidado


a todos tus hombres que ella ha matado? ¿Has olvidado que mató a tu mejor amigo?

- Ella no tuvo nada que ver con la muerte de James.

- ¿Cómo estás tan segura?

- Pondría la mano en el fuego por ella.

Alex no respondió y se limitó a apoyarse sobre la barandilla del barco. Kara suspiró.
Entendía la desconfianza de Alex. Ella solía ser así. Estuvieron un rato en silencio mirando la
costa.

- ¿Cómo está Kelly?

- Su hermano murió quemado vivo a manos de una prisionera que ahora va de camino a la
capital. ¿Cómo crees que está? Ha pedido irse con las tropas de los Lane. También ha ido
Winn con ellos.

- ¿Ha pasado algo?

- Se han visto muchos barcos de los daxamitas concentrarse en los puertos cercanos a la
frontera norte. Han ido con una flota a confirmar que no pretenden nada y a llevar una
advertencia del rey.

- Daxam no hará nada. Si intentara atacar Terha, tendría todas las tropas terhanas y
kryptonianas encima antes de llegar a pisar suelo terhano.

- El rey ha pedido una reunión con ellos para aclarar el asunto, así que pronto podremos
descubrir sus intenciones. ¿De verdad crees que estás haciendo lo correcto con Lena?

- Lena cuidó de mí, me curó y me protegió. Confío en ella.


- ¿Qué te ha pasado estos meses, Kara? Antes, el único motivo por el que te acercarías a un
Luthor era para rebanarle el cuello.

- Supongo que he empezado a ver las cosas desde otra perspectiva.

- Espero que esa perspectiva no te convierta en una traidora. No querría ver a mi hermana
colgada de la horca.

- Soy fiel al rey y a la Casa de El. Eso no cambiará nunca. Solo he madurado y he visto la
guerra desde otro punto de vista.

- ¿El de los Luthor?

- El de Lena. Ella solo quiere proteger y cuidar de la gente como nosotras. No somos tan
distintas.

- Yo de ti me callaría esas palabras.

- ¿Es una amenaza?

- Es una advertencia. Soy tu hermana y tengo la esperanza de que recapacites, pero no todos
en la capital serán tan comprensivos como yo.

****

Lena oyó el tintineo de unas llaves y el cerrojo de la puerta abrirse. Kara entró acompañada
de Alex.

Lena apenas recordaba una niña pequeña de cinco años. Esa era su edad la última vez que se
habían visto. Ahora esa niña era general de las fuerzas de la corona y prácticamente no le
había dirigido la palabra desde que la capturó.

- Espero que vosotras dos sepáis lo que estáis haciendo. - dijo Alex antes de irse de nuevo
cerrando la puerta detrás de ella.

- Vaya, veo que la cosa ha ido bien. - habló Lena una vez Alex se había ido.

- Podría haber ido peor. - contestó Kara dejándose caer sentada sobre la cama donde Lena
estaba tumbada.

- ¿Sabe algo?

- No le he dicho nada, pero lo intuye. La última vez que la vi fue antes de irme a Gimina y
supongo que no soy la misma que se fue de la capital. - suspiró Kara.

- ¿Te arrepientes de nosotras ahora que volvemos a tu casa? - le preguntó mientras se


incorporaba y acariciaba su cabello.

- No, prometí que siempre te protegería y pienso cumplirlo. - contestó cogiendo la mano de
Lena y dejando un beso en ella.
- Kara, ve con cuidado, por favor. Sigo siendo el enemigo.

- Lo tendré, tranquila.

- Me preocupa que vuelvas a tus costumbres de hacer idioteces. - bromeó la morena y la rubia
rio.

Kara dejó un beso en los labios de Lena y se tumbó a su lado.

****

- ¡Kal, quiero hablar contigo un segundo! - dijo Kara mientras perseguía a su primo por los
pasillos de la fortaleza.

- Kara, si es para que convenza a mi padre para que saque a la Luthor de la celda, ya te he
dicho que no. Una prisión es el sitio que le corresponde. - le contestó exasperado Kal
frenando para hablar con ella. La rubia llevaba días sin pronunciar una frase que no
contuviera las palabras “Luthor” y “liberar”.

- Lleva tres días encerrada allí y apuesto lo que quieras a que no le habéis sacado nada.
Déjame que yo me encargue. Dejadla bajo mi custodia y yo le sacaré información.

- ¿Te das cuenta de que nuestro mejor interrogador se está encargando? Por eso, está en la
capital y no aquí. ¿Por qué ibas a tener tú más éxito? - le preguntó mientras se frenaba a
mirarla.

- Querrás decir torturador. Me he pasado los últimos meses con ella. La conozco.

- Después de lo de Gimina, será complicado que vuelvan a confiarte nada. - respondió


emprendiendo la marcha. Kara se adelantó y le cerró el paso.

- Tú sabes tan bien como yo que los recursos que me dieron fueron una miseria. Cualquiera
hubiera fracasado.

- Eso no les importa a ellos.

- Si consigo desenmascaran a un corrupto yo sola, ¿crees que tengas lo necesario para


ayudarme?

- No te he dicho que el motivo por el cual no te ayude sea que no tenga con qué. Cualquier
Luthor es un peligro y tiene que estar encerrado.

- Kal, por favor. ¿Qué daño podría hacerme Lena? Yo me encargaré de que no pueda hacerle
nada a nadie y, por experiencia, Lena va a estar más dispuesta a soltar información por las
buenas que por las malas.

- Espero que estés en lo cierto. Está bien. Dame algo con lo que trabajar y te ayudaré. -
accedió al final Kal.
- ¡Gracias, eres el mejor primo del mundo! - le contestó la rubia abrazándolo feliz. La rubia lo
soltó y se fue corriendo.

- Bonitas cicatrices, las de las muñecas. Supongo que eso demuestra lo inofensiva que es. - le
gritó mientras se alejaba.

****

Ahora que había conseguido que Kal la ayudará con la liberación de Lena, solo le quedaba
encontrar las pruebas para demostrar de qué tipo de calaña estaba hecho Maxwell Lord. Solo
había un problema: no sabía por dónde empezar.

- Alex, necesito que me ayudes. - dijo Kara que llegaba corriendo hasta el jardín de su casa
donde Alex estaba cuidando de Etón, su halcón. El animal estaba posado sobre el brazo que
Alex tenía levantado.

- Sorpréndeme. - le contestó sin perder de vista el animal.

- Maxwell Lord, el gobernador de Midvale, es un corrupto y quiero demostrarlo.

- ¿Y qué pinto yo? - le preguntó mirándola con una ceja levantada.

- No sé cómo hacerlo. ¿Podrías ayudarme? - dijo poniendo una cara de niña inocente con la
que sabía que Alex no podría decirle que no.

Alex intentó resistirse a ello, pero no tuvo éxito.

- Está bien. - suspiró Alex. – Dime al menos, por favor, que no tiene nada que ver con Lena.

- Para nada. - respondió con un tono que Alex identificó en seguida como el que usaba la
rubia cuando intentaba mentirle.

- Solo espero que no nos metas en ningún lio. – accedió con desconfianza.

****

Después de un día encerradas entre papeleo, Alex y Kara encontraron lo necesario para
acusar a Lord de corrupto. Enseñaron los documentos al consejo y estos accedieron a aceptar
las acusaciones en su contra y a condenarlo. Enviarían a alguien a apresarlo y traerlo a la
capital.

Ese mismo día, Kal consiguió convencer al rey para que Kara se encargara de Lena y la rubia
pudo ir a la ciudad a buscarla. Lena no estaba en buen estado precisamente. Se pasó todo el
camino hasta la fortaleza inconsciente y Kara tuvo que cargarla en sus brazos hasta su hogar.

Durante dos días, Kara estuvo cuidando de ella con la ayuda de Alex. La rubia no tenía ni
idea de cómo cuidar de alguien herido. Normalmente, ella era la que estaba herida así que
tuvo que suplicarle a Alex por su ayuda. La mayor, al principio, se negó completamente. No
quería ni acercarse Lena. Kara, al final, le confesó todo lo que había pasado entre ellas y Alex
acabó cediendo.
Chapter End Notes

Próximo capítulo el jueves:

- Entonces supongo que quieres hablar conmigo.


Parte 4 2/10
Chapter Notes
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Lena abrió lentamente los ojos. Lo primero que vio fue un bonito techo de madera pintado
con un mosaico rojo y blanco. Miró a su alrededor para intentar comprender dónde estaba. La
luz en la habitación entraba por una gran ventana a su izquierda de dónde venía ruido de
gente y a su derecha se alargaba la sala rectangular hasta una pequeña terraza. Todas las
paredes amarillentas estaban decoradas con bonitos frescos con escenas marítimas. Había
algunos pocos muebles como armarios, una mesa y sillas y armaduras y armas colocadas en
un estante. La cama donde estaba era baja. De hecho, cuando se intentó levantar confirmó
que el colchón estaba situado directamente sobre el suelo que estaba cubierto de azulejos
azules.

Todo tenía un aspecto caro y precioso. ¿Estaba en un palacio?

- ¡Lena! ¡Por Rao, estás despierta! - dijo Kara entrando en la sala y corriendo a abrazarla.

- Sí y tengo un dolor de cabeza horroroso. - contestó llevándose como podía una mano a la
cabeza. Kara la tenía inmovilizada entre sus brazos. - Y me estás aplastando.

- Perdón. - respondió soltándola y sentándose a su lado. - ¿Cómo te encuentras? ¿Puedes


mover todo el cuerpo? ¿Hay alguna parte en particular que te duela más? - empezó a
preguntar de forma acelerada.

- Kara, por favor, frena. Estoy bien, solo un poco desubicada. ¿Qué ha pasado?

- Kal consiguió sacarte de la prisión y dejarte bajo mi custodia. Has estado unos días
inconsciente. Siento haber tardado tanto en sacarte de allí.

- Solo fueron unos días. Yo tardé semanas en sacarte de tu celda. - contestó tumbándose de
nuevo en la cómoda cama. El dolor de cabeza la estaba matando.

- Sí, pero no me estaban torturando. Cuando pille a ese malnacido... - murmuró con rabia.

- Solo estaba haciendo su trabajo. Relájate. - la calmó cogiéndola de la mano. - ¿Dónde


estamos?

- En mis aposentos.

- ¿Estamos en la fortaleza?

- Sí, pero aquí nadie te hará nada. Hay guardias apostados en todas las puertas. En teoría,
están para vigilar que no escapes. Les he dado órdenes de que nadie te ponga la mano
encima.

- Kara, te dije que no hicieras ninguna idiotez.


- No iba a dejarte allí encerrada.

- Cuando se te mete algo entre ceja y ceja, no hay quien pueda contigo. - rio Lena.

- Es uno de mis encantos.

- O desencantos.

- ¡Oye! ¿Qué significa eso?

- Entiéndelo como quieras.

Kara se quedó un rato sentada observando a Lena que había vuelto a cerrar los ojos y se
llevaba una mano a la cabeza.

- ¿Te duele mucho?

- Un poco.

- Voy a pedir algo a Alex para el dolor de cabeza y aprovecho y subo la comida. Ahora
vengo. - dijo antes de dejar un beso en la frente de Lena y levantarse para irse de la
habitación.

- ¿Alex?

- Sí, me ha estado ayudando a cuidar de ti. No se me da excesivamente bien. Y puede que


para convencerla para que me ayudase, le contara lo que había pasado entre nosotras. - dijo
Kara nerviosa antes de salir huyendo por la puerta.

- ¿Cómo es capaz de seguirme sorprendiendo con una nueva estupidez? - exclamó Lena
exasperada llevándose las dos manos a la cara. La hermana mayor iba a matarla seguro.

Mientras Kara volvía, Lena se dedicó a observar la habitación donde estaba. La gran ventana
no quedaba lejos de la cama, así que con algo de dificultad se levantó y se asomó a mirar de
dónde provenía el ruido.

La habitación debía estar en un cuarto o quinto piso de altura. Debajo de ella una gran plaza
rectangular estaba rodeada de magníficos edificios de la misma altura que el lugar dónde
estaba. Todos eran diferentes, pero parecidos al mismo tiempo. El exterior tenía un color
similar a la arena y tenían mosaicos y cenefas azuladas que decoraban las fachadas. Todos
tenían grandes ventanas o corredores exteriores techados con unas grandes columnas rojas
que sujetaban el techo sobre ellos.

Personas cargadas con papeleo, mercancías o paseando cruzaban de un lado a otro la plaza.
Parecía un lugar lleno de vida. El Sol brillaba alto en el cielo. Debía ser mediodía.

- ¿Qué te parece? - le preguntó Kara que se había acercado a ella y la había abrazado por la
espalda.

- Muy bonito para ser una fortaleza.


- Lo sorprendente es que lo es. Las murallas están situadas en el perímetro exterior junto con
un montón de torres de vigilancia. La isla es casi impenetrable.

- ¿Así que los kryptonianos convirtieron la gran roca en frente del puerto en su hogar?

- Se podría decir que sí. Al final, esto se ha convertido como una pequeña ciudad, pero más
tranquila. Y, a la vez, sirve para proteger la ciudad de ataques marítimos.

- Cuando pienso en un sitio tranquilo, esto es lo que se me viene a la mente con toda esa
gente yendo y viniendo. - ironizó Lena.

- No has visto la capital. Te aseguro que esto es de lo más tranquilo. Aunque las mejores
vistas están en el otro lado. - dijo separándose de Lena y, cogiéndola de la mano, la guio
hacia la terraza. - Ven.

La terraza estaba cubierta por un pequeño toldo sujetado con unas cuantas finas columnas
rojas de un par de metros de altura que iban desde un pequeño muro de dos palmos de alto
hasta sujetar bien alta la tela. Entre la madera rojiza, se podía ver el mar abrirse ante sus ojos.
Soplaba una suave brisa por allí que refrescó a Lena en ese verano tan cálido. Había un sofá y
otra cama en el suelo para tumbarse en el exterior.

Kara acompañó a Lena para que se sentara en el sofá y sacó fuera una pequeña mesa. Cogió
la comida y medicina que había dejado abandonadas y las colocó encima para que pudieran
comer allí fuera.

- ¿Pasas mucho tiempo aquí fuera? - preguntó Lena señalando la cama que tenía en el suelo a
un lado.

- Me gusta el mar, su sonido y su olor. Siempre que puedo duermo aquí fuera, incluso en
invierno si no hace mucho frío.

- Ahora entiendo porque te pasabas tanto rato dando vueltas por la playa.

- Me recordaba a la paz que tengo cuando estoy aquí fuera.

- Esta habitación es muy solitaria, ¿no?

- Es la única habitación en este piso. Vigila cuando vayas a salir, hay escaleras solo cruzar la
puerta.

- ¿Cuándo vaya a salir?

- Bueno, tienes libertad de movimientos, una vez estés recuperada, en este edificio.

- ¿Este edificio?

- Sí, la fortaleza en realidad es una aglutinación de edificios: ahora estamos en la residencia


de los Danvers, también hay otro para el rey y su familia más cercana, otro con talleres,
tiendas, ... y otro que son las oficinas reales. Además, debajo del suelo están algunos
calabozos y almacenes. No tendrías que tener ningún problema para moverte dentro de la
residencia de los Danvers. No eres muy del agrado de Alex, pero me ha dicho que va a hacer
un esfuerzo por tolerarte. Y mis padres se pasan prácticamente todo el día trabajando.

- ¿Y tú? ¿Qué haces durante el día?

- Entrenar en el patio que tenemos o trabajar con mi padre. Él es la mano derecha del rey y se
supone que cuando Kal sea rey, yo seré la suya. Así que tengo que aprender. El resto del
tiempo me lo paso en el mar nadando o aquí.

- Me dijiste que no tenías ni voz ni voto aquí.

- Y no lo tengo, pero Kal sigue dispuesto a que yo sea su mano derecha llegado el momento.
Y yo quiero poder estar a la altura.

Estuvieron un rato comiendo en silencio. Cuando acabaron, Lena se tomó la medicina


haciendo una mueca de asco.

- ¿De dónde has sacado esto? ¡Está malísimo!

- Lo ha preparado Alex. La verdad es que no sé mucho de medicinas y eso. No me extrañaría


que le haya echado algo para que tenga mal gusto a propósito. - rio Kara.

- Me has dicho que lo sabe todo. ¿Cómo se lo ha tomado?

- No te mentiré. Acabamos a puñetazos. - rio Kara recordándolo. - Creo que se desfogó lo


suficiente como para estar dispuesta a ayudarte.

- Tendrías que haberme dejado donde estaba.

- No hubieras aguantado muchos más días allí dentro. Te prometí que te protegería y lo
pienso cumplir hasta el final. Y no quiero volver a hablar del tema.

- ¡Qué terca eres!

- Y a mucha honra. - bromeó Kara y Lena se echó a reír.

Lena dejó caer su peso sobre el costado de Kara que la abrazó. Desde donde estaban se
podían ver algunos de los pisos inferiores de su edificio y Kara le contó que era cada sala: un
patio para entrenar, otro patio dónde solía cenar con Kal, Alex y sus amigos con una pequeña
carpa, además de las habitaciones de Alex y sus padres. También había un pequeño jardín
exterior donde estaba la casa del halcón de Alex.

- ¿Cómo es que estás tú aquí sola?

- Nadie estaba usando esta habitación. Creo que era un almacén y me enamoré de ella un día
que vine a buscar algo. Pedí a mis padres instalarme aquí.

- Se te ve diferente aquí, más relajada.

- Supongo que no has visto mi mejor versión hasta ahora. - dijo haciendo una mueca.
- ¿Quieres decir que no siempre eres una amargada huraña malhumorada?

- Muy graciosa. En mi defensa diré que solo me has visto en territorio enemigo donde tenía
que estar siempre en tensión y cargando con una prisionera muy, pero que muy, pesada.

- Si tan pesada era, la podrías haber dejado ir. Seguro que tu vida ahora sería más fácil.

- No cambiaría nada de lo que he hecho hasta ahora, Lena. Para bien o para mal.

- ¿Aceptas que hiciste cosas malas?

- Acepto que hice cosas crueles, pero era mi deber. Las volvería a hacer si tuviera que. Mis
lealtades no han cambiado a pesar de lo que haya entre nosotras. ¿O tú no matarías a más
soldados reales si es para proteger a tu gente?

- A la gente, en general. Ya sabes que a mí no me importa a qué dios le recen.

- ¿Sabes? Empiezo a entender tu punto de vista.

Llevaban cerca de una hora hablando de cosas banales cuando Kara recordó que había
quedado con Jeremiah y se fue.

Lena aprovechó para volver a tumbarse en la cama interior, pero el calor del mediodía allí era
sofocante. No recordaba nunca un verano tan cálido, aunque, claro, en el norte no hacía tanto
calor en general. Cuando se estaba levantando para volver al exterior, Alex entró en la
habitación.

- Kara no está. Creo que se ha ido con vuestro padre. - le informó cuando esta se la quedó
mirando.

- Lo sé. No la estoy buscando a ella.

- Entonces supongo que quieres hablar conmigo.

La tensión entre las dos se podía cortar con un cuchillo.

- Sí, vayamos fuera. Estoy segura que alguien del norte agradecerá el aire que corre fuera.

- Por favor.

Se sentaron cada una en una punta del sofá de cara a la otra. Alex estuvo un rato mirándose
las manos sin decir nada y Lena esperaba expectante con una ceja levantada a que la otra
dijera algo.

- ¿De qué querías hablar?

- Es sobre Kara. Supongo que sabes que me lo contó todo.

- Sí, me ha dicho que acabasteis a puñetazos. Nunca fue mi intención que se metiera en
problemas. Le he dicho muchas veces que debería haberme dejado en la celda.
- Si conoces a Kara lo suficiente, sabrás que no lo iba a hacer por muchas veces que se lo
dijeras.

- Cierto, ¿cómo puede ser tan terca?

- Como hermana mayor, te diré que puede llegar a límites exasperantes, pero, si tiene que ver
con gente a la que quiere, no cede ni una pizca. De eso quería hablarte. – dijo antes de hacer
una pausa. - No sé qué siente Kara por ti. Creo que ni ella lo sabe. No voy a meterme con lo
que sentís la una por la otra porque no es cosa mía. Pero déjame recordarte que hay cosas que
para ti no significan lo mismo que para ella.

- ¿Qué quieres decir?

- Los raoistas somos, por decirlo de alguna manera, más cerrados al contacto con otra gente, a
pasar ciertos límites. Para nosotros, acostarnos con alguien es un gran paso. La mayoría solo
se acuesta con la misma persona durante toda su vida. Para vosotros, sé que no es así. No
significa lo mismo. Solo no quiero que hieras a mi hermana, que tengas esto en cuenta. Ya te
puedes imaginar que en el historial de Kara solo consta un nombre: el tuyo.

- Si te soy sincera, no lo sabía. Y eso explica muchas cosas. - contestó Lena sintiéndose aún
más culpable por abandonar a Kara en el momento que la abandonó.

- Bien, era solo eso. - dijo mientras se levantaba. Antes de irse añadió: - Id con mucho
cuidado. No quiero ver un día a mi hermana en la horca.

- Yo tampoco.

Lena se quedó pensativa. Lo que le había dicho Alex había removido dentro de ella dudas
que había enterrado desde hacía semanas, desde que había huido de Kara.

Kara y ella nunca habían hablado sobre qué sentían exactamente, solo se habían dejado
llevar. Y ahora la rubia estaba arriesgando su vida para mantenerla segura.

Quizá era el momento de tener esa conversación.

****

Cuando Kara llegó, ya de noche, a su habitación se encontró a Lena durmiendo en la cama


exterior. No pudo evitar quedarse mirando a la morena mientras dormía con el mar de fondo.

Había extrañado su hogar, pero en ese momento se dio cuenta de que se había llenado dentro
de ella un vacío que no sabía que tenía. Ver a Lena relajada, tumbada, en su habitación le
hacía infinitamente feliz. Podría pasarse la vida así sin necesitar nada más.

Pero, por lo que sabía, ninguna de las dos había cenado, así que había subido algunas frutas
con ella para comer. Se tumbó al lado de la morena y empezó a recorrer su rostro con
caricias. Sustituyó sus manos por sus labios mientras las caricias de sus manos se dirigieron a
los brazos. Lena empezó a moverse y no tardó mucho en abrir los ojos.

- Buenos días, preciosa.


- ¿Ya es de día? - preguntó confusa Lena mientras se iba despertando.

- No, es de noche. Acabo de llegar, se ha alargado más de lo que esperaba lo que tenía que
hacer. ¿Tienes hambre? - explicó levantándose a buscar la bandeja con fruta y la dejó entre
las dos sobre la cama cuando volvió.

- Por los dioses, hacía años que no comía de estas. - dijo la morena cogiendo ilusionada una
cereza.

- ¿No tenéis cerezas en el norte?

- A veces llegan algunas, pero normalmente se pudren antes de llegar a las montañas. -
respondió llevándose la fruta a la boca.

- Entiendo.

- Ha venido tu hermana mientras no estabas.

- ¿Y qué quería? – preguntó Kara mientras examinaba un melocotón y se lo llevaba también a


la boca.

- Hablar conmigo.

- ¿Sobre qué?

- Sobre ti y nuestras diferencias culturales.

- ¿Nuestras qué?

- La forma en que entendemos el mundo, Kara. Por nuestras costumbres y eso...

- Bueno, estamos en guerra. Tenemos nuestras diferencias. Eso ya lo sabíamos. ¿Qué tiene
eso de nuevo?

- No es solo el hecho de estar en guerra. Es sobre el hecho de cómo interpretamos las cosas.
Hay cosas que para ti significan cosas diferentes que para mí.

- ¿Y exactamente de qué estamos hablando? - preguntó Kara llevándose otra vez la fruta a la
boca y dándole un mordisco.

- Del sexo. - contestó directa Lena provocando que Kara se atragantara con el trozo de
melocotón que se estaba comiendo. - ¿Ahora te vas a poner así después de tenerme una
semana casi sin dormir? - rio Lena mientras Kara había escupido todo lo que tenía en su boca
y recuperaba el aliento.

- No, solo que no esperaba esa respuesta. - contestó algo sonrojada. - ¿A dónde quieres
llegar?

- Alex me ha contado a lo que los raoistas estáis acostumbrados y entiendo que tener sexo
con alguien significa mucho más para ti que para mí.
- Supongo que por eso me dolió tanto que te fueras precisamente después de hacerlo.

- Ahora me siento incluso más culpable.

- Ya te he perdonado eso. Entendí por qué lo hiciste. No hay que darle más vueltas. -
respondió mientras jugaba con lo que le quedaba de melocotón. - ¿Qué significa el sexo para
ti?

- Para mí, para nosotros, solo es una manera de pasarlo bien. No tiene más. No es necesario
que esa persona sea especial ni nada por el estilo. Ha habido gente que ni siquiera llegué a
saber su nombre.

- ¿Eso es lo que fue para ti la primera vez que estuvimos juntas?

Lena se echó a reír mientras Kara la miraba confundida. En el fondo, saber eso de Lena le
había clavado una pequeña espina en su interior de inseguridad. Recordó la mujer del
solsticio y cómo ella misma la había tenido que despachar.

- No, para nada. No me hubiera acostado con una kryptoniana si no hubiera algo más.

- Bien, ¿entonces cuál es el problema?

- Nunca hemos hablado de lo que sentimos en sí. Hemos hablado de los problemas, de lo que
conlleva. Pero no del sentimiento en sí.

- Te seré sincera. No sé qué es lo que siento. Nunca me había sentido así. Solo sé que cuando
he llegado y te he encontrado dormida aquí, me he sentido más en casa que nunca.

- Hablas como alguien que se está enamorando.

- Quizás me estoy enamorando. Como se lo cuente a Alex, acabamos a puñetazos otra vez.
Así me puedo tomar la revancha. - rio Kara.

- Kara, estamos intentando tener una conversación seria. - se quejó dándole un golpe
amistoso en el hombro.

- Perdón. ¿Qué es lo que sientes tú?

- Me gusta estar contigo y no soportaría que algo malo te pasara por mi culpa, por intentar
protegerme. Me gusta pasarme el día cuidándote. Que no se te suba a la cabeza, por favor.
Eres capaz de llegar con heridas cada día. - bromeó Lena, pero Kara, eso, ya lo había hecho.

- Nada malo me va a pasar. Lo tengo todo bajo control.

- Espero que estés en lo cierto.

Acabaron con la fruta que se estaban comiendo y Kara se levantó para dejar la bandeja y los
restos en la escalera donde el servicio lo iría a buscar. Luego volvió con Lena que esperaba
sentada en la cama exterior.
- Bueno ahora que ya hemos hablado y hemos acabado de cenar, ¿qué te parece si la
estrenamos? - preguntó divertida señalando el mueble.

- ¡Kara! Se supone que estoy convaleciente.

- Puedo hacer yo todo el trabajo hoy. No te preocupes. Hoy yo cuidaré de ti.

Chapter End Notes

Próximo capítulo el viernes:

- Kara, no te cansas nunca de hacer idioteces.


Chapter 22
Chapter Notes
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Al día siguiente, Kara había quedado temprano para entrenar con Alex.

Lena y ella se despertaron temprano cuando el Sol empezó a brillar en el horizonte. Entraron
en la cama interior a dormir un poco más porque había refrescado bastante esa noche y
dormir desnudas no había ayudado a combatir el frío. Cuando ya fue la hora, desayunaron un
poco y las dos bajaron hasta el patio de entrenamiento.

Las escaleras que llevaban a la habitación de Kara eran exteriores de apenas un metro de
ancho. Desde ellas, se llegaba a un corredor exterior cubierto que envolvía entre columnas
rojas un patio al aire libre dentro del edificio.

Alex ya estaba allí golpeando a un maniquí con su espada. Se la podía ver claramente
molesta. Riñó a Kara por llegar tarde y se pusieron a entrenar. La mayor parte del tiempo
estuvieron peleando cuerpo a cuerpo. Lena se sorprendió que Alex, terhana como ella,
pudiera seguirle el ritmo a la rubia. Más de un golpe tendría que haberle dolido a Kara. Kara
estaba segura de que su hermana aún se estaba desahogando contra ella.

Para ser sincera, Lena aborrecía bastante ver entrenar a otra gente. Ella había aprendido a
luchar lo suficiente para poder defenderse, pero prefería unos buenos libros. El único motivo
por el que estaba allí sentada cerca de dónde estaban Kara y Alex pegándose era la camiseta
de tirantes que llevaba la rubia y dejaba ver esos brazos que le quitaban el aire e intuir su
abdomen tonificado. Un montón de imágenes cruzaron la mente de Lena.

- ¿Cómo te las has hecho? - preguntó Alex a Kara señalando las marcas de sus muñecas.

- Las cadenas que me pusieron mientras estaba en una celda con los Luthor me hicieron
rozaduras y se infectaron. La verdad es que no tenían muy buena pinta.

- ¿Cómo de grave fue la infección?

- Tenía una capa de pus que se estaba comiendo la carne.

- ¡¿Cómo lo hiciste para curarlas?!

- Lena lo hizo. Me puso un ungüento raro. - dijo señalando a Lena quitándose el problema de
encima. Alex podía ser muy pesada con la medicina y todas esas cosas.

- ¿Qué llevaba? - preguntó Alex a Lena. La de los ojos verdes empezó a nombrar un seguido
de plantas e ingredientes que Kara no sabía ni que existían. - ¿Y eso funciona? Interesante.
¿Crees que un día podrías enseñármelo a preparar?

- Claro, pero ¿te vas a fiar de mí? Podría darte un veneno.


- Siempre puedes ser la primera en probarlo.

Las dos mayores siguieron hablando y Kara empezaba a sentirse un poco excluida.

- ¡Hola! Sigo aquí. – interrumpió Kara la conversación de las otras dos. - ¿Podemos seguir
entrenando?

Lena se preguntaba de dónde sacaba la rubia tanta energía. Estuvo toda la mañana
entrenando, incluso cuando Alex se había sentado a descansar a su lado.

Cuando acabaron de entrenar, Kara se acordó de lo que le dijo Lena esa vez en su refugio
respecto al sudor y el olor y decidió irse a limpiar. Lena le pidió también limpiarse. Aún
estaba sucia de su estancia en los calabozos y estaba deseando quitarse esa capa de porquería
de su piel.

Kara las llevó hasta el sótano de la casa. Allí había una pequeña sala oscura solo iluminada
por una lámpara de aceite que Kara había bajado con ellas. No había ningún mueble allí, solo
un pequeño cubo y una pequeña fuente de la cual brotaba agua que corría por todo el suelo
hasta salir por un desagüe en el otro lado de la sala.

Kara se quitó la ropa y la colocó sobre un saliente de la pared. Cogió el cubo y se echó agua
por encima. Estaba helada. Lena se había limitado a analizar qué hacía la rubia. Aquello era
bastante diferente a lo que estaba acostumbrada. Desde luego no parecía ni la mitad de
agradable que un buen baño en sus termas.

- Ahora entiendo por qué solo os limpiáis una vez a la semana. Dime, por favor, que al menos
el agua está caliente.

- Ojalá. - contestó temblando por el frío mientras se echaba otro cubo.

Lena suspiró. Esto iba a ser muy duro.

Por la tarde, Kara acabó rápido con sus deberes y, luego, acompañó a Lena a los jardines de
detrás de su casa. Eran unos jardines privados solo de los Danvers y Alex le había dicho a
Lena que allí tenían muchas plantas medicinales. Así que Lena quería ir a recoger lo
necesario para preparar el ungüento y enseñárselo a Alex.

****

Con el paso de los días, Lena le fue explicando diferentes ungüentos y remedios a Alex que
los fue apuntando todos y aprendiendo cómo prepararlos. En una semana, Alex había
recabado más de cincuenta remedios que ella no conocía. Le impresionaba los conocimientos
en medicina que tenían los Luthor.

La mayor parte de ese tiempo Kara se lo había pasado aburrida con ellas dos vigilando que en
ningún momento ninguna de las dos se echara encima de la otra. Hasta entonces, parecía que
mantenían una relación cordial. Tenían muchas temas en común cosa que, por mucho que
Kara lo intentara evitar, provocaba una pizcada de celos en su estómago. Pero era estúpido
sentir celos de Alex, ¿verdad?
Mientras tanto, Kara recibía presiones del consejo para que obtuviera información de Lena
sobre dónde estaban los Luthor, pero Lena no lo sabía. Ellos simplemente habían abandonado
el lugar dejándola sola al mando. El consejo empezaba a poner más y más presión a medida
que pasaban los días para volver a encerrar a la morena o ejecutarla directamente. A Alex se
le ocurrió la idea de probar las medicinas que Lena le había enseñado. Cuando tuvieron
efecto positivo en todos los pacientes en los que los había probado, consiguieron ganar algo
de tiempo. Si bien no estaban obteniendo información sobre los Luthor, esas medicinas
podían salvar muchas vidas.

Al cabo de unos días, Kara, con la ayuda de Kal, consiguió que dejaran salir a Lena del
edificio siempre bajo vigilancia como recompensa por lo proporcionado. La rubia los había
convencido de que Lena era más propensa a colaborar si se la trataba bien.

Y la verdad era que Lena cada vez se sentía más a gusto allí. A parte de pasar horas hablando
con Alex sobre medicina y cosas por el estilo, también invertía horas en observar a Kara
entrenar cuando la rubia se aburría de escucharlas hablar de sus cosas. También se había
acostumbrado a dormir a la intemperie en la terraza con el cuerpo de Kara como único abrigo
y el sonido del mar de fondo. Afortunadamente para su cuerpo terhano, la rubia había
aprendido a dosificarse o, por lo menos, a tener piedad de ella. Si no fuera porque, al final del
día, estaba encerrada allí, casi podría acostumbrarse a esa vida.

****

Ese día, Kara no tenía mucho que hacer pues había reunión del consejo y, para variar, no le
habían permitido acudir. Quería ir a buscar un nuevo revólver a la capital ya que el suyo lo
había perdido hacía algunos meses en el desfiladero. Y tuvo la idea de llevarse a Lena con
ella.

- Kara, no te cansas nunca de hacer idioteces. ¿Sabes lo que puede pasar si me reconocen por
la calle?

- Por Rao, esta capa te tapará toda la cara. Nadie te va a reconocer. No puedes negar que mis
idioteces no han salido tan mal últimamente.

- Porque, aquí, tu hermana y tu primo te cubren las espaldas.

- Lo que sea.

Un pequeño bote las llevó hasta un pequeño embarcadero cerca de la ciudad. Lena se colocó
la capa y empezó a rezar a todos sus dioses para que nadie la reconociera allí. Kara había
perdido ir sin guardias.

La capital había crecido alrededor de un puerto estrecho que se hundía profundamente entre
pequeñas colinas. Sobre la más alta de todas, había situado un glorioso templo cubierto de
mármol blanco excepto algunas franjas horizontales de mármol de color verde oscuro.
Encima de la cúpula blanca del templo, se alzaba una enorme estatua de Rao dorada.

A medida que se adentraban en las calles, la cantidad de gente aumentaba. Algunos cargaban
telas, otros brillantes objetos. Lena se maravilló con la cantidad de gente de diferentes
orígenes que había allí.

Kara no había mentido cuando dijo que la ciudad era muy ajetreada. La multitud
prácticamente corría de un lado a otro. Pasaron cerca de una gran logia, una gran galería
cuadrada techada soportada por columnas. Allí una gran cantidad de tiendas se acumulaban.
El ruido y los gritos de los vendedores y compradores eran ensordecedores.

Kara las llevó a unas calles más alejadas y tranquilas y llegaron a una pequeña tienda de
armas. Entraron y un señor mayor saludó alegremente a Kara. Allí había todo tipo de
espadas, cuchillos y armas de fuego. Los había para luchar y los había de decoración con
bonitas marcas y dibujos adornando sus filos. Lena quedó hipnotizada observándolas
mientras Kara hablaba con el hombre.

Una daga en particular llamó la atención de Lena. Tenía el filo ligeramente curvado, un
mango de bonita madera verde oscuro y unos símbolos negros parecidos, aunque no iguales,
a los de Iza.

- ¿Te gusta? - se acercó Kara por la espalda a Lena.

- Es bonita.

- Se parecen a tus tatuajes.

- Son parecidos, aunque no son de ningún dios que yo conozca.

- ¿La quieres?

- ¿Vas a comprarme un arma?

- Bueno, técnicamente, la compraría para mí y casualmente podría regalarla a alguien que


conozca por ahí.

- Claro. Y que esa persona sea una Luthor y esté prisionera en la fortaleza la convierte en la
persona ideal para recibir ese regalo.

- Menos quejas, la voy a comprar. Te guste o no. Si no la quieres tú, me la quedo yo.

Kara se acercó de nuevo al hombre que parecía estar guardando el revólver en un estuche y le
pidió que le preparara la daga que Lena había estado mirando. Una vez estuvo todo pagado,
Kara la dirigió de nuevo a las calles.

- No tienes remedio.

- Quizás. - rio Kara. - Por cierto, me apetece ir al templo de Rao.

- ¿A ese que hay encima de la montaña? - se quejó Lena.

- Yo no llamaría montaña a eso. Vamos, tampoco está tan alto. Me apetece rezar un rato. ¿Por
favor? - suplicó Kara a Lena poniendo cara de cachorrito.
- ¿Te das cuenta de que se supone que la que manda eres tú? - contestó Lena levantando la
ceja.

- Ya, es la falta de costumbre. Solo mando cuando me dejas.

- Evidentemente. No estaríamos vivas si dependiéramos de tus decisiones.

- ¡Oh, vamos! No es para tanto. - exclamó la rubia empezando a andar por una calle con una
buena pendiente hacía arriba.

- ¿Nos estás llevando al templo?

- Sí.

Lena soltó un leve lloriqueo como respuesta.

La parte superior de la colina del templo estaba cubierta de bosques, de manera que el templo
había quedado aislado de la ciudad entre la vegetación.

Cuando Lena llegó arriba estaba sin aliento, mientras Kara estaba fresca como una rosa.

- Te veo en baja forma. Mientras viajábamos aguantabas más.

- Nunca subimos nada con esta cuesta. - se quejaba Lena haciendo referencia al pendiente
casi vertical de la colina. Si no fuera por todas las escaleras que conducían al templo, tendrían
que haber escalado. – Y aquí hay gente que no es kryptoniana y se cansa en general.

- Te recuerdo que este templo no lo construimos nosotros. Es vuestra culpa que esté tan
arriba. – rio Kara.

El templo estaba alzado sobre un montículo rodeado por un pequeño foso y tenía un pequeño
puente levadizo sujetado por bonitas columnas por el cual se accedía a la parte superior. Lena
recordaba haber estado allí hacía años cuando era una niña con sus padres.

- Este templo, ¿antes era de los antiguos dioses?

- Sí, quitaron todo lo que tuviera que ver con ellos y lo decoraron con cosas de Rao.

- ¡Qué bien! Profanasteis nuestro templo. - ironizó Lena. - ¿Quemaron todo lo que había
antes?

- Para tu sorpresa, no. Está guardado todo en los almacenes de la fortaleza, las estatuas de los
cuatro dioses.

- ¿De los cuatro?

- Sí, no somos tan radicales como crees.

- Mejor dejamos esta conversación.

- Sí, mejor.
Si dependiera de Lena, no se habría acercado al templo a menos de un kilómetro. Pero Kara
quiso entrar y no iba a quedarse sola allí fuera, así que la acompañó al interior. Todo el techo
y el frontal estaban cubiertos con maderas de formas rocambolescas pintadas de dorado.
Además, había frescos con diferentes escenas decorando las paredes. Lena suponía que
alguna cosa tendría que ver con Rao, pero no sabía lo suficiente para reconocer qué
simbolizaban.

El suelo estaba cubierto con una gran alfombra y había algunos pocos bancos repartidos por
el espacio vacío del centro del templo. Lena se sentó en uno de ellos mientras Kara se sentaba
con las piernas cruzadas en la alfombra delante de la estatua de Rao que coronaba el espacio.

Lena observó la rubia que estaba con los ojos cerrados murmurando cosas. Supuso que esa
era su manera de rezar. Mientras habían estado viajando, había visto a Kara hacer eso un par
de veces, pero nunca se molestó en saber qué hacía.

Después de media hora que a la morena se le hizo eterna mientras curioseaba por el interior,
Kara acabó y las llevó de vuelta al centro de la ciudad, el puerto.

Allí se veían llegar y marchar diferentes barcos cargado con personas de muchos sitios
distintos y objetos exóticos. No era un lugar tan ajetreado como la logia donde habían estado,
pero desde luego había más gente allí de la que había en toda Gimina. En un lado, un grupo
de chicos hacían acrobacias mientras sonaba un tipo de música que Lena no recordaba haber
escuchado nunca. Fascinada, se quedó un rato parada observándoles.

- Impresionante, ¿verdad?

- Nunca había visto nada por el estilo.

- Por aquí hay bastantes grupos así. Vienen de otros países y montan espectáculos en la calle
o en teatros.

- Nunca había visto tanta variedad de gente y culturas.

- La capital al final se ha convertido en un ir y venir de gente de todas partes. Puedes


encontrar a gente de más de diez países diferentes.

- Y todos con su propia cultura.

- Sí.

- ¿Y por qué perseguís la nuestra?

- No lo sé. Quizá porque estamos en guerra civil contra vosotros.

- La guerra la empezamos porque nos estabais erradicando como a una plaga.

- No tengo las respuestas que buscas. ¿Recuerdas? No pinto nada en el consejo. En la


mayoría de las reuniones, no tengo permitido asistir.
Después de pasear un rato por allí, decidieron volver a la fortaleza. Era cierto que el interior
parecía un palacio normal y corriente, pero el exterior estaba protegido por un estrecho
laberinto de murallas que se tenía que recorrer desde cualquiera de las tres puertas que daban
acceso de a la fortaleza. Cualquier ejército que intentará entrar en el palacio acabaría
reducido a nada por aquellos pasillos.

Comieron en la habitación de Kara y se tumbaron a relajarse en la terraza.

Al cabo de un rato, Kara se levantó y se sentó para trabajar en la mesa. Sacó el revólver y
empezó a limpiarlo y dejarlo listo.

- Si fueras un hombre, pensaría que tienes algún complejo. - bromeó Lena mirando como
trabajaba Kara en el gran revólver decorado con grabados azules, rojos y dorados.

- ¿Qué quiere decir eso?

- Que es muy grande, demasiado quizás.

- ¿En serio? Pues a mí me gusta. Tiene los colores de la Casa de El.

- Ni lo has probado. A lo mejor, solo te sirve para decorar.

- Cierto, ¿vamos?

- ¿A dónde?

- Al patio, a probarlo.

- ¿Te quieres poner a disparar ahora?

- ¿Cuándo si no? ¿Vienes?

- Prefiero que no me mates con eso. Creo que iré a pedirle a Alex algún libro.

- Parece que os lleváis bien.

- Nos toleramos. Los Luthor y los Danvers no son precisamente amigos del alma.

- ¿Por qué?

- Porque ellos os invitaron a invadir Terha. Os abrieron las puertas de nuestro reino y nos
traicionaron.

- ¿Cómo? Me he perdido.

- Deberías leer más, en serio. - dijo llevándose los dedos al puente de la nariz. - Los Danvers
y los Luthor éramos el círculo más cercano de la antigua monarquía. Las tres familias
formaban la corte. Los Danvers hicieron un pacto con Krypton y nos invadisteis sin muchos
problemas porque ellos nos traicionaron. Los Luthor no tuvieron más remedio que
arrodillarse cuando la Casa de El se convirtió en la nueva familia real si querían continuar en
la corte. Por lo visto, el trato de los Danvers y Krypton incluía que Terha siguiera siendo un
reino independiente a Krypton, pero con reyes kryptonianos.

- Vaya, por eso antes vivíamos todos juntos en palacio.

- Sí, hasta que nos hartamos de ver lo que hacíais con nuestra gente mientras los Danvers
miraban a otro lado. Ya sabes que los Danvers siempre ha defendido vuestro papel aquí, así
que cada familia representa los bandos que hay en la guerra.

- Debería empezar a leer más. Nunca nadie habla del pasado de los Luthor aquí. Lo único que
se dice es que sois unos traidores. Nadie me había contado nada.

- Supongo que a nadie le gusta remover ese pasado. Y tú eras demasiado pequeña para
recordar nada. Si no recuerdo mal, naciste durante la invasión y los Luthor apenas estuvieron
viviendo dos años en la corte kryptoniana.

- ¿Sabes cómo murieron mis padres?

- ¿No lo sabes?

- No. Ahora que lo pienso, hay muchos temas de los que no me hablan.

- Creo que tu padre murió en alguna de las pocas batallas que hubo y tu madre no lo sé. Con
tres años, tampoco me pude enterar de mucho.

- Supongo que en los archivos de la biblioteca podré encontrar algo. Mañana iré a echar un
vistazo. Si quieres, me puedes acompañar y, a lo mejor, encuentras algún libro que te interese.

Se separaron para hacer cada una lo suyo, Kara disparar y Lena leer, y no se volvieron a
encontrar hasta la hora de cenar en la habitación de Kara.

Chapter End Notes

Próximo capítulo:

- Por mucho que disfrute las vistas de verte entrenando, me aburría. Es cierto.
Parte 4 4/10
Chapter Notes
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La biblioteca consistía en un par de salas en la planta más alta del edificio de los talleres. No
era muy grande, pero estaba abarrotada de estanterías llenas de libros que formaban estrechos
pasillos. Un amable chico llamado Demos era el encargado de cuidar de todo aquello y las
había ayudado a encontrar lo que necesitaban.

Después de estarse moviendo por la fortaleza, Lena se dio cuenta de que casi todas las
paredes estaban pintadas de ese amarillo arenoso y cubiertas por bonitos frescos. Había
algunos que representaban escenas del mar, como los que tenía Kara en su habitación, pero
también había otros con escenas de comercio, banquetes y batallas. Podía pasarse horas solo
para apreciar todas esas pinturas.

Después de dos horas buscando en los archivos, Kara no logró encontrar nada referente a sus
padres. Lena, en cambio, encontró diferentes libros que hablaban de la ciencia kryptoniana,
sus máquinas y sus métodos matemáticos. Parecía una niña pequeña a la cual le habían hecho
el mejor regalo del mundo.

Cuando llegó la hora de que Kara se fuera con Jeremiah, le dio pena sacar a Lena de allí.
Avisó a la morena y a Demos y la dejó con los guardias que siempre la acompañaban por la
fortaleza cuando salía de la residencia de los Danvers.

Al cabo de unas horas, Kara lamentó haber llevado a Lena a la biblioteca. No la había visto
desde que se había sumergido entre los libros. Por lo que sabía, ni siquiera había comido ese
día. Cuando la volvió a ver era de noche en su habitación.

- ¿Entretenido el día? - saludó Kara a Lena desde su mesa donde había estado trabajando en
unos papeles que le había dado Jeremiah. Kal le había reclamado que se tomará más en serio
aquello si realmente un día quería ser su mano derecha y Kara había decidido hacerle caso.

- Muy interesante. Es verdad que en medicina no sabéis tanto como nosotros, pero realmente
es fascinante la tecnología que habéis desarrollado. El estudio sobre los intercambios de calor
y energía que suceden como consecuencia de la cremación de combustibles para generar
industria que no necesite la fuerza animal está a años de distancia de nuestros conocimientos.
- le contestó ilusionada Lena.

- No he entendido la mitad de las palabras que has dicho. - le dijo cara con cara de
circunstancias.

- Quemáis carbón para que las máquinas de las fabricas se muevan solas. - le aclaró Lena de
forma simplificada mientras colocaba al lado de los papeles de Kara algunos libros que había
sacado de la biblioteca.

- ¡Ah! Sí. ¿Qué tiene de especial?


- Que a nosotros no se nos había ocurrido y eso hace que seáis capaces de fabricar más
rápido.

- Bueno aún no ha llegado aquí del todo. Están trabajando en ello, pero todo esto viene de
Krypton y no está precisamente aquí al lado. ¿Tan interesante te parece?

- Sí, aunque he encontrado algunos errores que se tendrían que revisar.

- Bueno, ya has encontrado con que distraerte. Últimamente, te veía muy aburrida. - dijo
levantándose y rodeando el cuello de la morena con sus brazos.

- Por mucho que disfrute las vistas de verte entrenando, me aburría. Es cierto. - rio Lena
mientras pasaba sus manos por la cintura de la rubia.

- ¿Crees que podrías enseñar todo eso a los científicos de la corte?

- ¿Por qué?

- Porque es posible que el trato para sacarte de prisión incluyera que te sacara información de
los Luthor. Poco después de que te despertaras, me presionaron para que empezaras a soltar
información, pero con las medicinas que le diste a Alex se calmaron. Y supongo que no
tardarán a volver a presionarme.

- Veré qué puedo hacer, pero no prometo nada, Kara. Son cosas nuevas para mí.

- Estoy segura de que puedes con ello. - la animó y dejó un beso en los labios de la morena.

- Sin presión, solo mi cuello depende de ello. - ironizó Lena.

****

Al cabo de unas horas, Kara estaba estirada con la cabeza apoyada sobre el abdomen desnudo
de Lena en la terraza. La morena acariciaba el cabello rubio, mientras la rubia acariciaba el
gran tatuaje del costado de Lena.

- ¿Me recuerdas de quién eran estos tatuajes?

- De Iza, diosa del conocimiento.

- Esa era la diosa de la que eras sacerdotisa. - afirmó Kara.

- Sí.

- ¿Todos los sacerdotes tenéis tatuajes así? - preguntó curiosa.

- En general, cada uno, no hace falta que sea sacerdote, se tatúa los símbolos de los dioses a
los que se siente más unido.

- Para nosotros está mal visto porque son antiguas tradiciones terhanas.
- Lo sé. A veces, ha llegado gente a nuestro refugio que han sido desterrados de sus hogares
solo por tener tatuajes.

- Vaya... - Kara respondió quedándose callada un rato.

Empezaba a tener hambre y no habían cenado. Se levantó y comprobó que alguien había
dejado una bandeja con comida en el rellano de las escaleras. Esperaba que no hubiera sido
Alex con todo el ruido que habían hecho. Realmente no sabía cómo llevaba el tema Alex. No
solían hablar de ello porque nunca lo habían hecho y no sabía cómo hablar de ello con su
hermana.

Cogió la comida sin salir mucho de la habitación ya que seguía desnuda y volvió con Lena
que no había separado sus ojos de las magníficas vistas de las que estaba disfrutando.
Empezaba a refrescar y se colocó una camiseta que había quedado abandonada en el suelo
provocando un puchero en Kara. La rubia cogió también algo para taparse y se sentó en el
sofá dejando la bandeja en la pequeña mesa. Lena se sentó a su lado apoyando parte de su
peso en ella y se pusieron a comer.

- ¿Qué significa ser sacerdote para ti? - preguntó Kara retomando la conversación.

- ¿Qué quieres decir?

- Pues que, para nosotros, un sacerdote tiene que mantener un celibato y dedicar todas las
horas del día a servir a Rao. Tú no pareces hacer lo mismo.

- Para nosotros, ser sacerdote significa ayudar en el templo y durante las celebraciones y
honrarlo con nuestro día a día.

- ¡Ah! Por eso te pasas todo el día entre libros, no es porque te guste. - bromeó Kara.

- Aunque fuera raoista, me pasaría el día entre libros.

- Me gusta.

- ¿Que me pase el día entre libros?

- El tatuaje.

- Si quieres te hago uno a juego. - rio Lena.

- Muy graciosa. El día que tú le reces a Rao.

- Pues lo llevamos claro.

Se echaron a reír las dos.

No tardaron en acabar de cenar y volvieron a la cama a descansar.

****
Tal y como Kara le había pedido, Lena estuvo trabajando duro en la biblioteca estudiando y
aprendiendo todas esas ciencias nuevas para ella con la ayuda de Demos. Había algunas cosas
que no entendía y Kara le había dicho que quizá Alex la podría ayudar. Resultaba que la rubia
no sabía mucho de esos temas para la no sorpresa de Lena.

Así que ahí estaba Lena, paseando por los jardines de los Danvers en busca de Alex que a esa
hora debería estar con Etón. Cuando se los encontró, el pájaro se estaba comiendo una
paloma bajo la mirada atenta de Alex.

- ¿Un tentempié? - preguntó Lena a Alex mientras se acercaba.

- Sí, cada vez hay más palomas por aquí. Tendré que empezar a controlar lo que come o será
incapaz de volar. - bromeó Alex.

- Siempre puedes encerrarlas.

- ¿A las palomas? No habrá jaulas para tantos pájaros.

Estuvieron un momento en silencio mirando como el ave acababa de apurar los restos del
pájaro muerto.

- ¿Te ha dicho Kara lo que estoy haciendo en la biblioteca? - rompió el silencio Lena.

- Sí, me pidió que te ayudará si no entendías algo. ¿Es por eso que estás aquí?

- Sí, hay algo que no entiendo de un tratado sobre movimientos infinitos en cuerpos sólidos. -
contestó Lena enseñando unos manuscritos que tenía en la mano.

- Vamos dentro y le echo un vistazo. - dijo Alex haciendo un gesto para que la siguiera.

En el interior, Lena y Alex entraron en lo que parecían los aposentos de esta última. Como
Kara, Alex tenía su rincón para las armas. Sin embargo, su mesa era bastante más grande y
estaba llena de libros. Además, el cuarto solo constaba de una sola gran ventana que daba al
mar como salida al exterior. Las paredes y el techo eran similares a los de la habitación de
Kara, pero el suelo estaba hecho con azulejos negros y blancos.

Se situaron encima de la mesa y Lena mostró la parte que no entendía.

- No entiendo por qué usa este teorema. Con este otro que he encontrado, el resultado sería
diferente. Prácticamente lo contrario.

- Es que es el segundo el que está bien. Años después de que se hiciera este estudio, se
descubrió que había algunas partes que estaban mal desarrolladas por culpa de las bases que
había usado. Pero, ¿esto lo has visto tú sola? - le preguntó asombrada.

- Sí, ¿por qué?

- Porque este nivel solo lo tienen unos pocos en toda Terha y suelen tardar años en llegar
hasta él. Y tú ¿cuánto llevas? ¿Una semana estudiándolos? Es impresionante.
- Gracias, supongo.

- Es una lástima no haber podido contar contigo. Hay estudios que se han quedado encallados
y no son capaces de hacerlos avanzar. Si con tu ayuda fueran capaces de salir adelante, quizá
el plan de Kara salga bien.

- ¿No crees que sea un buen plan?

- Hasta ahora no. Era complicado que obtuvieras el conocimiento de años en semanas, pero
has superado mis expectativas. El problema es que el consejo te puede ver como una
amenaza. En el mejor de los casos, convertirán el centro de ciencias en tu nueva celda.

- Al menos mi cuello seguirá intacto.

- No toda la ciencia que están haciendo sirve para crear cosas buenas. También están
desarrollando armas. Ya te puedes imaginar a quién irán destinadas.

- Así que, en el mejor de los casos, estaré atrapada construyendo armas que se usarán contra
mi propia gente. Genial.

- No lo habría dicho mejor.

- Vale, gracias por tu ayuda. - contestó agradecida recogiendo todos los papeles que había
llevado y preparándose para irse.

- De nada. - se despidió Alex, pero entonces se acordó de algo. - ¡Oye! Antes de que te vayas,
tengo un mensaje para Kara y para ti de parte de todos los que vivimos en esta casa. Bajad el
volumen, por favor. Las paredes son delgadas y pasáis mucho rato en la terraza.

- Perdón, lo tendremos en cuenta. - dijo rápido Lena antes de salir corriendo avergonzada.

Subió rápido hasta el cuarto de Kara y se encontró a la rubia allí puliendo la daga que habían
comprado días atrás.

- ¡Has llegado temprano! ¿Estás sonrojada? ¿Quién lo ha conseguido? ¿Tengo que


preocuparme?

- Depende, tengo un mensaje de tu hermana.

Chapter End Notes

Próximo capítulo el martes:

- ¡¿Cómo se te ocurre?!
Parte 4 5/10
Chapter Notes

Vaya, se ha adelantado...

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- Vamos, va a ser divertido. - decía Kara arrastrando a Lena escaleras abajo hasta el patio de
entrenamiento.

Kara había llegado al mediodía a su habitación pues había reunión del consejo y, otra vez, la
habían echado y se había encontrado con Lena sentada en el escritorio haciendo algunos
cálculos.

La verdad es que Kara necesitaba distraerse y qué mejor manera que hacerlo con Lena.
Empezaba a estar harta de que la echaran de las reuniones del consejo. No era una niña.
Aunque su consuelo era que, esta vez, hasta habían echado a Alex y Kal de la reunión.

Una brillante idea para ella y una muy mala para Lena se le había pasado por la cabeza.
Quería que la morena entrenara con ella un rato.

- Divertido para ti. - se quejaba Lena.

- Venga, es para hacer algo juntas. Últimamente, nos pasamos el día cada una con sus cosas y
casi no nos vemos ni pasamos el rato juntas.

- Eso díselo a tu hermana. Estoy segura de que no está de acuerdo contigo. - respondió
mordaz Lena.

- No vuelvas a sacar el tema, por favor. Aún no soy capaz de mirar a mi hermana a la cara. -
contestó algo sonrojada Kara.

- Tampoco es para tanto.

- ¿Recuerdas lo cerrados que somos los raoistas con ese tema?

- Cierto, sois unos santurrones. - dijo metiéndose con ella.

- ¡Oye! Aquí podemos todos meternos los unos con los otros. - dijo Kara medio ofendida,
medio en broma.

- Vale, vale, …

- Solo un ratito, por favor. Y, después, te enseño algo que seguro que te gusta. - ofreció Kara
y como respuesta recibió una pícara sonrisa de la morena. - Lena, no me refería a eso.
- Pues es una pena.

Al final, Lena cedió más por curiosidad de saber a lo qué se refería Kara que por ganas de
entrenar.

Resultó que cada una tenía diferentes técnicas para casi todo: desde posiciones defensivas
hasta maneras de atacar. Para Kara, a quién le gustaba aprender nuevas formas de luchar, fue
realmente interesante pues, al no haber visto nunca la forma de pelear de la morena, le era
difícil de prever sus movimientos y le puso las cosas difíciles. Más de una vez estuvo cerca
de llevarse un buen golpe de Lena.

- Por todos los dioses, Kara. No puedo más. - dijo Lena sentándose sobre una pila de paja.

- ¿Este es el aguante de los Luthor? ¿Cómo llevamos veinte años en guerra? - se burló Kara.

- Aquí hay quién gana batallas con su cerebro, no su músculo.

- Vamos, no llevamos ni una hora.

- A este ritmo, voy a tocar la cama y me voy a quedar dormida. Tú verás. - la amenazó.

- Está bien. - cedió Kara.

Mientras Lena recuperaba el aliento sentada, Kara se acercó a algunos sirvientes que había
cerca y les dio algunas órdenes que Lena no llegó a oír. Cuando volvió junto a Lena, se dejó
caer a su lado.

- ¿Y eso? - preguntó Lena señalando al sirviente que se alejaba a cumplir con lo que Kara le
había pedido.

- Es lo que te quería enseñar. Tardará unos minutos en estar listo.

- Miedo me das.

- Solo intento ser una buena anfitriona.

- ¿Qué quiere decir eso? - preguntó Lena confundida.

- Es una sorpresa. - dijo acercándose a darle un beso que la morena recibió encantada.

Cuando el mismo sirviente se acercó y le dijo a Kara que estaba todo listo. Se levantaron y la
rubia las guio hasta el sótano de la casa.

Allí junto a la zona para lavarse, había colocada una gran bañera de madera llena de agua
humeante. Lena no podía creer lo que veían sus ojos. Por fin podría tomarse un baño decente.

- Es lo más parecido que he podido encontrar por aquí a tus baños.

- Es perfecto. - respondió Lena dándole un beso de agradecimiento.


Se limpiaron el sudor y se metieron en la bañera quedando Kara entre las piernas de la
morena y apoyada contra su pecho con su cabeza descansando cerca del hombro de Lena.

- Muchas gracias, lo echaba de menos. - decía Lena mientras acariciaba los brazos que Kara
tenía apoyados sobre sus rodillas dobladas.

- Solo quiero que te sientas a gusto. No sabes lo feliz que me estoy sintiendo estos días aquí y
contigo. Hay momentos en los que consigo olvidar esta porquería de guerra. No soporto tener
que estar sufriendo cada día por ti. - contestaba calmada Kara.

- Es lo que nos ha tocado vivir. - respondió Lena dejando un beso sobre los cabellos rubios.

- Siento que lo vivimos como si fuera el último día.

- Porque quizá lo es. Nunca sabemos si a los de tu consejo se les va a ir la cabeza y van a
pedir mi cuello. - bromeó Lena.

- Yo no le veo la gracia. - respondió Kara seria.

- ¿Cómo quieres que me lo tome? Podría pasarme todos los días amargada y quejándome,
pero creo que no sería agradable para ninguna de las dos. Prefiero aprovechar el tiempo
contigo. - se justificó Lena y bajó sus caricias hasta las muñecas de Kara resiguiendo las
marcas que tenía allí. - Menudas cicatrices te han quedado.

- Supongo que acabe como acabe esto, siempre te voy a recordar. - dijo Kara.

Nunca en su vida había estado enamorada, así que no sabía que era lo que se suponía que se
tenía que sentir. Pero después de todo ese tiempo con la morena podía asegurar que estaba
enamorada de ella. Y estaba aterrada, por la situación, por la guerra y, sobre todo, por no ser
correspondida.

****

Lena estaba trabajando en la habitación de Kara esa tarde. Por lo visto alguien importante
había llegado a la fortaleza y la habían echado de la biblioteca y encerrado allí sola. Demos
amablemente le había traído algunos libros que necesitaba, mientras Alex y Kara se habían
ido para la recepción.

Realmente esa persona debía ser alguien importante porque ambas hermanas se habían ido
vestidas para la ocasión: Kara se había puesto una especie de mono completamente negro
salvo el escudo de su familia en grande y dorado en su pecho y algunas vetas doradas que
recorrían toda la ropa. Como adorno, también llevaba una larga capa dorada. La verdad es
que la morena no podía recordar la ropa que llevaba Alex porque quedó demasiado
impresionada con Kara como para prestarle atención a la otra mujer. Kara, vestida de esa
forma, parecía mucho más madura, segura y poderosa y, desde luego, le favorecía mucho el
conjunto.

Debía haber pasado la media tarde cuando se escuchó mucho ruido en el exterior y, después,
en el interior del edificio de los Danvers. Lena se preguntaba qué debía estar pasado y si ir o
no a mirar. Al poco tiempo, Alex apareció cargando a una Kara magullada.

- ¡¿Qué ha pasado?! - exclamó Lena asustada viendo a Kara en ese estado.

- Que es idiota. - contestó Alex mientras Lena examinaba a la rubia. Tenía cortes en la
espalda y algún corte en la cara. No parecía nada grave en comparación a todas las heridas
posibles que le había dado tiempo a Lena a imaginar en pocos segundos.

- Bueno, eso no es ninguna novedad. - respondió Lena.

- Estoy aquí, gracias. - gruñó Kara dolorida. Lena la ayudó a quitarse los restos de camisa que
llevaba pegada al cuerpo por la sangre mientras Alex iba a buscar algo para hacerle las curas.

- Esto se está convirtiendo en una mala costumbre. ¿Qué has hecho ahora?

- Insultar a la Voz de Rao. - respondió Alex por Kara entrando de nuevo a la habitación.

- ¡¿Cómo se te ocurre?! - exclamó sorprendida Lena.

- Es idiota, te lo he dicho. - respondió Alex.

- Ha venido exigiendo que subamos los impuestos porque le falta dinero y yo le he dicho que
venda la máscara de oro o alguna de las tantas joyas que lleva puestas. - explicó Kara
haciendo muecas de dolor mientras Lena acababa de quitar los restos de tela negra de la
espalda y limpiaba las heridas.

- Lo ha visto como una ofensa y ha mandado azotar a Kara. Después le han dado unos
cuantos golpes para acabar. - añadió Alex.

- No sé si echarme a reír o pegarte yo también por idiota. - contestó Lena. - Ya estás en la


cuerda floja por mi culpa como para que añadas más leña al fuego.

- Pero es que no tiene ningún derecho a pedir más de la gente cuando él tiene de sobras. Y,
encima, el rey parecía dispuesto a dárselo. - decía furiosa Kara.

- Obviamente, es la Voz de Rao. ¿Qué esperabas? ¿Que se negara? - la riñó Alex. - La


próxima vez cierra la boca si quieres conservar la cabeza. No tienes el suficiente poder aquí
como para andar haciendo estas cosas. Kal y yo no te podemos proteger siempre.

- ¡Ya lo sé! Pero no me iba a quedar callada.

- ¿Tienes el ungüento? - Lena, que ya había acabado de limpiar las heridas, preguntó a Alex.

- Toma. - respondió dándole el bote a Lena y siguió la conversación con Kara. - Pues tendrás
que aprender a hacerlo. Cuando estéis, ya bajaréis todo esto. - dijo enfadada señalando todas
las cosas que había subido para curar a Kara y se fue.

- Sabes que Alex tiene razón. - dijo Lena una vez hubo acabado con todo, incluidos los cortes
de la cara.
- Tú eres la primera que se queja de las riquezas que acumula. ¿O es que ahora te da igual?

- Lo que no voy a hacer es ir y decírselo a cara y pintarme una diana en la frente. Suficiente
tengo con la que tengo ya. Deberías escuchar a tu hermana.

Kara estaba harta: harta de que la trataran como a una niña, de que la menospreciaran en el
consejo, de las dudas que cada vez crecían más en su cabeza respecto a los kryptonianos, de
soportar las broncas de su hermana y de la complicidad que parecían tener cada día más las
dos que no hacía más que sentir como una amenaza.

- Estoy convencida de que tú la escuchas mucho. Seguro que disfrutas muchísimo del tiempo
con ella. - gruñó.

Lena esperaba que Kara no estuviera insinuando lo que creía que estaba insinuando, así que
prefirió ignorarlo porque le había sentado como una puñalada en el estómago.

- No quiero que te hagan daño. Eso es todo.

-No mientas. Solo eres una Luthor, una asesina a sangre fría y una manipuladora que busca
poder. ¿Por qué te ibas a preocupar por mí? - explotó Kara soltando lo primero que se le pasó
por la cabeza contra Lena. Sabía que le había dado un golpe muy bajo.

Seguramente, Alex, desde abajo, pudo escuchar la bofetada que le acababa de dar Lena.

- Vete a la mierda. - escupió Lena furiosa y se fue dejando a Kara sola en la habitación.

Kara atacó a lo primero que encontró por delante lanzando todo el material de las curas
contra la pared.

****

Esa fue una mala noche para Kara. Lena no había vuelto a subir y la espalda le había estado
doliendo muchísimo sin dejarla dormir. Estuvo dando vueltas en la cama hasta que se hartó y
se levantó y se dedicó a mirar al mar. Intentó relajarse, pero no tuvo suerte.

Suspiró furiosa. No entendía como Lena podía estar de acuerdo con Alex. Sentía como los
celos corrían por todo su cuerpo.

Era inútil seguir allí. No estaba consiguiendo calmarse. Bajó al patio de entrenamiento y
empezó a lanzar golpes a uno de los muñecos que había allí. La espalda le dolía horrores con
cada movimiento y podía sentir gotas caerle por la espalda baja, seguramente de sangre, pero
tenía demasiada ira acumulada.

- Lena me ha contado lo que ha pasado. - dijo Alex a su espalda.

- Con la de rato que pasáis juntas no me extraña. Seguro que está durmiendo en tu cama, ¿no?
Total, con toda la gente con la que se ha acostado, no vendrá de una más.

Kara notó un golpe en sus piernas y cayó de morros al suelo con el tiempo justo de poner las
manos para evitar un golpe peor.
- Aquí la única que se acuesta con una Luthor eres tú. Si no fueras mi hermana, te daría una
paliza ahora mismo por insultar a Kelly y a mí de esta manera.

- Seguro que te acuerdas mucho de Kelly cuando tienes a Lena delante.

- No voy a seguir esta conversación porque me parece demasiado absurda. Nunca voy a
traicionar a Kelly, ni atacarla como has hecho tú con Lena. Si ya te has cansado de tu juguete
nuevo, le diré al consejo que ya pueden hacer con ella lo que quieran.

- Ni se te ocurra.

- Suficiente Kara. Nunca te había visto así. Lo mejor será sacar a esa mujer de tu vida. Y,
ahora, a dormir.

- Tengo las heridas abiertas.

- Pues tú verás lo que haces. Ni Lena ni yo estamos de humor para ayudarte.

Kara resopló. Prefería dormir ensangrentada que tragarse su orgullo.

****

Kara apenas había dormido una hora esa noche. El dolor en la espalda no le dejó pegar ojo.
Solo logró dormirse cuando el cansancio era demasiado para seguir despierta.

Las palabras de Alex se le habían quedado grabadas a fuego en la mente. Había atacado a
Lena adrede para desfogar su rabia cuando la morena solo trataba de cuidar de ella.
Recordaba lo que le había soltado a Lena y la cara que había puesto y se le encogió el
corazón de culpa.

Alex estaba entrenando en el patio de abajo cuando Kara pasó por ahí. La rubia se acercó a su
hermana.

- Siento lo de anoche.

- Tranquila, estoy acostumbrada a tus arrebatos.

- Ya pero no tenía derecho a decir lo que dije de Kelly y de ti. No sé qué me pasa.

- No deberías dejar que los celos te reconcoman tanto. Lena solo tiene ojos para ti. Deberías
darte cuenta de cómo te mira.

Kara se quedó callada sin saber que más decir.

- ¿Decías en serio lo de entregarla?

- Sí, esperaré a que la Voz de Rao se vaya. Si yo fuera tú, aprovecharía el tiempo que te
queda.

- ¿Hay algo que pueda hacer para que cambies de opinión?


- Lo siento, Kara.

Ahora, con el tiempo contrarreloj, lo único en lo que pensaba Kara era en cómo conseguir
que Lena la perdonará. Había sido una idiota con ella. Le había dicho todo aquello porque
sabía que era donde más le dolería. Lo dijo porque estaba furiosa e hiriéndola se pensaba que
conseguiría reducir esa ira, pero solo que consiguió fue enfadarse consigo misma. Lo único
que había impedido que fuera tras Lena fue su estúpido orgullo.

Una vez Alex había aceptado hacerle las curas en la espalda, Kara empezó a planear cómo
conseguir que la morena la perdonara.

Chapter End Notes

Próximo capítulo:

- Pensaba que los sacerdotes de Rao tenían que mantener el celibato.


Parte 4 /10
Chapter Notes
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Alert: contenido sensible.

*/*/*/*

Lena estaba furiosa y tremendamente dolida con Kara. A penas había podido pegar ojo ese
día.

Bien temprano se había dirigido a la biblioteca pues parecía que era demasiado temprano
para que nadie se acordara que ella no debía estar allí, pero necesitaba distraerse con algo y
encerrarse con un montón de libros era su mejor plan. Ni siquiera Demos andaba por allí.

Estaba escondida detrás de montones de libros cuando unas voces resonaron entre las
estanterías. Cruzando los pasillos, apareció la Voz de Rao, vestido con su habitual máscara, y
otro hombre, que parecía un sacerdote raoista, junto a él. Llegaron hasta el fondo del pasillo y
las voces y los ruidos de los pasos cesaron de golpe. Aquello le pareció muy extraño a Lena.
¿Dónde se habían metido?

Se asomó cuidadosamente y los buscó, pero no estaban en ningún lado. Escuchó un ruido
metálico y se escondió de nuevo. De detrás de unas estanterías, volvieron a aparecer los dos
hombres. Cerraron la puerta mediante un mecanismo escondido y se fueron.

Cuando estuvo segura de que no estaban ya en la biblioteca, Lena se escabulló dentro de la


habitación secreta. Empezó a revisar todos los documentos que había allí: informes, cuentas,
... ¿Por qué estaría todo aquello guardado allí? No logró leer ninguno de ellos pues unas
manos la arrastraron fuera de la sala de nuevo.

La Voz de Rao la estampó contra una pared. Ella intentó forcejear para escapar, pero la
aprisionó con su cuerpo.

- Vaya, vaya, ... ¿qué tenemos aquí? Una Luthor perdida. ¿Que podría hacer contigo? - rio él
mientras restregaba su cuerpo contra ella. - Seguro que lo puedo pasar muy bien.

- Pensaba que los sacerdotes de Rao tenían que mantener el celibato. - escupió Lena mientras
se removía intentando alejarse del hombre, pero este la tenía totalmente atrapada.

- Soy la Voz de Rao. Hay normas que no se aplican a mí. - dijo agarrándola del cuello
mientras empezaba a meter la mano por debajo de la camisa de Lena.

- Su señoría, ¿qué hace por aquí? ¿Hay algún problema con la prisionera? - interrumpió una
voz masculina. La Voz de Rao sacó la mano rápidamente de debajo de la ropa, pero mantuvo
su agarre en el cuello.

- ¿Dejáis que una prisionera como esta husmee en la biblioteca?


- Es muy inteligente. Se convertirá en parte de nuestros científicos o morirá. Mi prima es la
que se está encargando de ella. Para eso, estaría bien que estuviera en las mejores
condiciones. - dijo Kal interponiéndose entre los dos y agarrando el brazo del sacerdote que
aprisionaba a Lena.

La Voz de Rao no tuvo más remedio que soltarla y se fue sin decir nada más.

- ¿Estás bien?

- Sí, gracias.

- No deberías estar por aquí sola. ¿Dónde están tus guardias? ¿Les has dado esquinazo?

- Estaban dormidos cuando he venido aquí. No es culpa mía que les guste dormir más de la
cuenta. Yo no me escondido para llegar hasta aquí, principito.

- Digna Luthor. Será mejor que te acompañe de vuelta a la residencia de los Danvers.

Cruzaron el patio los dos juntos bajo miradas de sorpresa y sospecha a su alrededor. Kara
estaba saliendo de la residencia cuando ellos dos fueron a entrar y los miró con sorpresa.
Después, se dio cuenta de las marcas en el cuello de Lena.

La morena vio cómo la rubia apretaba mandíbula.

- ¿Qué ha pasado?

- No la dejes sola dando vueltas por ahí. La próxima vez no tendrá tanta suerte. - dijo Kal y se
fue.

- ¿Estás bien? - preguntó Kara preocupada a Lena.

- ¿Qué más te da? - le respondió enfadada la morena mientras iba a entrar en el edificio, pero
Kara la agarró del brazo y le impidió continuar andando. - ¿Te importa?

- Acompáñame.

- No.

- Por favor, te debo una disculpa.

- ¿Por qué? Dejaste muy claro ayer lo que piensas de mí.

- Por favor, ven conmigo. Solo quiero hablar.

- ¿Ahora quieres hablar? Pues yo, no.

- No seas cría.

- Fue a hablar.

- No quiero discutir, Lena. Vas a venir conmigo te guste o no.


Lena rio con desagrado. Ni que tuviera el derecho a negarse allí.

- Por supuesto, princesa. Al final, solo soy tu prisionera.

Kara resopló. No sabía cuál de las dos podía llegar a ser más terca. Las guio hasta una de las
entradas laterales del palacio. Entre la última muralla y el palacio se abría un pequeño
espacio. Kara se metió allí mientras Lena la miraba interrogante. Kara le alargó la mano para
la cogiera y la siguiera.

- ¿Piensas esconder mi cadáver en algún agujero? - preguntó con los brazos cruzados y una
ceja levantada.

- Quiero enseñarte mi más preciado tesoro aquí. - contestó sincera Kara.

Lena no supo que responder. Cogió la mano de la rubia y se dejó llevar entre unas rocas. Allí
se abría un pequeño agujero natural en el suelo. Se podía bajar con algo de dificultad usando
las piedras como escalones.

Justo cuando la luz a sus espaldas empezaba a desaparecer, en frente de ellas, un brillo les
iluminó lo que quedaba de camino. Cuando llegaron hasta allí, una cúpula donde se adentraba
el agua del mar apareció ante los ojos de Lena.

Tenía una gran abertura al exterior y una pequeña zona con arena. El reflejo del agua pintaba
el techo con diferentes formas de colores azulados. Era muy bonito. Se quitaron los zapatos y
dejaron que el agua del mar bañara sus pies.

- ¿Qué te parece? - preguntó tímida Kara.

- ¿Esta es tu forma de disculparte? - siguió con su actitud Lena con los brazos cruzados.

- Bueno, más o menos. - contestó rascándose la nuca nerviosa. -Hacía días que quería
enseñarte esto. Nadie lo conoce. Cuando me escondo aquí, nadie es capaz de encontrarme.
Alex lo ha intentado encontrar un par de veces, pero no lo ha conseguido.

- Es un buen lugar para dejar mi cadáver entonces. – respondió sin que su enfado se hubiera
reducido ni un ápice.

- No quiero matarte. - suspiró rendida. - Escucha, esto se me da fatal. Siento muchísimo todo
lo que te dije. No pienso nada de lo que te dije. Estaba furiosa por lo que había pasado con la
Voz de Rao y lo pagué contigo.

- El problema es que no es la primera vez. Cuando te enfadas, tienes estos arrebatos y atacas
a lo primero que encuentras delante sea lo que sea.

- Lo siento. Alex me soporta porque es mi hermana, pero supongo que tú no tienes porqué.

- No, no lo tengo. Y creo que tenemos que hablar de ese ataque de celos que tuviste.

- Fui una idiota. Ya te lo he dicho.


- Si no me cuentas lo que te pasa por la cabeza, no lo vamos a poder solucionar.

- Tengo miedo de no ser suficiente. Has estado con tanta gente y yo en cambio… - respondió
avergonzada bajando la mirada.

- Kara, el pasado es igual. - dijo recortando la distancia y agarró la mandíbula para hacer que
la mirara de nuevo. - Mírame. Ahora estoy contigo y ni pienso en acercarme a nadie más.
Eres más que suficiente para mí. Céntrate en eso.

Kara sintió como se le encogía en corazón ante esas palabras y una agradable sensación la
recorrió. ¿Cómo hacía Lena para seguir soportándola?

- Te prometo que no volverá a suceder. - dijo cogiendo las manos de Lena. - Hagamos una
cosa. Pensemos una palabra clave. Si ves que empiezo a hacer algo así, solo tienes que
decirla y yo prometo calmarme. - dijo entrelazando los dedos de sus manos con las de Lena.

- ¿Cómo sé que me harás caso?

- Porque no quiero perderte y no puedo permitir que vuelva a herirte. Es una buena
motivación. - bromeó Kara provocando una sonrisa en Lena.

- Está bien.

- ¿Sí? ¡Bien! Tú elijes la palabra. - dijo dando saltitos de alegría.

- ¿Seguro? - sonrió perversa.

- ¿Por qué será que empiezo a tener miedo?

- Porque como buena Luthor que soy, pienso aprovechar esta oportunidad. - dijo soltando las
manos de Kara y colocando sus brazos alrededor del cuello de Kara.

- Por favor, algo que no provoque que me muera de vergüenza cuando lo digas.

- Ya veremos. - dijo antes de besarla. - Me tendrás que dar algo a cambio si quieres que tenga
piedad.

- Se me ocurren un par de cosas. - respondió antes de devolverle el beso.

Acto seguido, Kara la cargó en sus brazos entre risas. Lena no podía parar de gritar y
removerse por la impresión de ser levantada tan de repente.

- ¿Dónde me llevas, Kara? - preguntaba asustada.

- Es que te he visto algo acalorada. Creo que necesitas un baño. - respondió mientras se
adentraba en el mar y el agua de llegaba hasta la cintura. Entonces se detuvo y miró
desafiante a Lena que al estar suspendida en sus brazos no tenía contacto con el agua.

- Kara, ni se te ocurra. - le advirtió Lena, pero, como respuesta, la soltó y la dejó caer en el
agua. Lena salió al instante poniéndose de pie. Cuando cara vio la cara de mosqueó de la
morena, empezó a huir de Lena dentro del agua. - ¡Kara! ¡Ven aquí! Yo también te veo muy
acalorada. Necesitas refrescarte.

- Tengo suficiente con verte, gracias. - dijo sin parar de correr.

Pero unos gritos de dolor de la morena le hicieron parar. Se tocaba el pie, quizá había pisado
alguna roca o algo y se había hecho daño. Se acercó a Lena de nuevo, pero está aprovechó
que Kara había picado para salpicarla entera.

- Eso es hacer trampas. - rio Kara.

- Has empezado tú.

- Y puedo acabarlo no te preocupes. - dijo agarrándola por la cintura y cargándola sobre su


hombro y adentrándose todavía más en el agua.

A medida que se iba hundiendo cambió la posición de la morena y la colocó delante de ella y
la agarró de la cintura. Las arrastró mar adentro hasta ya no tocar pie.

- Kara, estamos aún con la ropa puesta. - se quejó Lena que había acabado colocando los
brazos alrededor del cuello de Kara para no hundirse.

- Eso tiene fácil solución. Te ayudo sin problema. - dijo besándola.

- Sí, claro. Y la ropa que se la lleve el mar. Además, no pienso tener sexo en el mar.

- ¿Por qué? Aquí no tenemos que preocuparnos por el ruido. - dijo levantando las cejas de
forma graciosa y hundía sus manos dentro de la ropa de Lena arrancando un gemido de la
morena. Empezó a dejar besos por el cuello de la morena que pronto cambiaron a mordiscos
y caricias de su lengua que, junto con sus caricias, arrancaban más gemidos de la morena. En
ese momento, le daba igual dejar marcas en su cuello. De hecho, quería dejarlas allí. Quería
que todo el mundo supiera que Lena era suya.

- No tienes remedio. - acabó cediendo Lena.

****

Kara había oído alguna vez que el sexo de reconciliación era muy bueno. Se pensaba que
eran exageraciones. Ya, no. A ver, no era el mejor de su corta experiencia y no valía el precio
del enfado de la morena. Pero fue muy bueno.

Había dejado a Lena enfrascada en sus libros en su habitación e iba de camino a las oficinas
reales donde Jeremiah la debía llevar esperando un par de horas.

Justo cuando fue a entrar, escuchó unas fuertes voces del interior y su padre salió enfadado.

- ¿Qué pasa?

- A ti te iba a buscar. - respondió muy serio. - Será mejor que entres.


****

Lena y Alex estaban en el jardín. Lena había encontrado alguna información interesante
sobre algunas plantas que tenían allí y le había pedido a Alex que le indicara donde estaban.

- ¡Alex! - entró Kal corriendo al jardín. - Tienes que venir. Es Kara.

- ¿Qué ha hecho esta vez?

- Parece que la Voz de Rao no ha tenido suficiente con ella. Ha pedido que la investiguen por
hereje y traidora.

- ¿Cómo? - exclamó alertada Alex. - ¿Qué pruebas tiene?

- Todos ayer la escucharon y dice que está protegiendo a una Luthor.

- ¿Dónde está ahora? - dijo emprendiendo la marcha para salir de los jardines.

- Está encerrada y la están “interrogando”. - respondió Kal cuando ya estaban dentro del
edificio y se dirigían a la salida a la plaza.

- Vamos.

- Voy con vosotros. - dijo Lena que los había seguido hasta la salida.

- No, tú te vas a quedar aquí. Solo lo empeorarías. - respondió seca Alex.

****

La espera, a Lena, se le hizo eterna mientras estaba en la entrada de la casa. Ni tan solo se
había alejado de allí después de que los dos se fueran, pero Alex y Kal tardaron horas en
volver. Ya casi había anochecido cuando aparecieron por allí.

Los tres se dirigieron de nuevo hasta los jardines.

- ¿Ha habido suerte?

- No. Sigue encerrada. - contestó Kal.

- ¿Y no podéis hacer nada?

- Es muy grave de lo que se le acusa. La Voz de Rao ha insinuado que sois amantes y que la
has manipulado para que traicione a la corona. - explicó Kal.

- Tan desencaminado no anda. - bufó Alex.

- ¡¿Cómo?! - exclamó sorprendido Kal mirando a Alex y Lena alternativamente. - ¡Tienes


que estar bromeando! ¿Y tú lo sabías y la dejabas continuar con ello?

- Porque Kara seguro que cedía si se lo pedía amablemente. Pensaba entregar a Lena al
consejo una vez se fuera la Voz de Rao. - le contestó y mirando a la morena añadió: - Lo
siento, no es nada personal. Pero si tengo que elegir entre proteger a mi hermana o a ti, la
decisión es fácil.

- Bien, pues vamos tarde. - se quejó Kal.

- Disculpad, señores. - interrumpió un sirviente la conversación. - La Voz de Rao ha venido.


Dice que quiere hablar con la prisionera.

- ¿Por qué quiere hablar contigo? - le preguntó Alex confundida.

- Para nada bueno, seguro. - respondió Lena.

Los tres llegaron hasta el salón donde la Voz los estaba esperando sentado en una de las
butacas. Se levantó cuando los vio llegar.

- Quiero hablar con ella a solas y en privado. - exigió sin siquiera saludar.

Kal y Alex no tuvieron más remedio que irse dejándolos solos.

- ¿Qué quieres? - pregunto Lena a la defensiva.

- Directa al grano, como a mí me gusta. No me andaré con rodeos. He hablado con los
científicos. Ellos han seguido tus avances mediante Alex. Están todos sorprendidos y están
muy interesados en tu ayuda, por decirlo de algún modo. - respondió relajado.

- ¿Y qué tiene que ver contigo?

- Verás hay algunas de sus investigaciones me son de gran interés y tu ayuda será muy bien
recibida.

- ¿Y por qué debería colaborar?

- Es una manera de mantener tu cuello y el de Kara. Está retenida por acusaciones mías.
Podría valorar quitarlas a cambio de un precio.

- Como si a mí me importara que os matéis entre vosotros. - respondió mintiendo. Por


supuesto que estaba preocupada por Kara, pero demostrarlo solo empeoraría las cosas y le
daría la razón.

- No sois muy discretas. Lo sabes. ¿Crees que no hay sirvientes en esta casa que por unas
cuantas monedas no cantarían? - respondió él haciendo círculos con la mano señalando su
alrededor.

Lena quedó sorprendida ante esa afirmación. No se esperaba que pudiera demostrar sus
acusaciones y Kara corría peligro si ese hombre empezaba a correr la voz. Estuvo unos
segundos pensando. Si trabajando en un laboratorio podía sacar a Kara de allí, aceptaría el
trato. Siempre podía sabotear su propio trabajo.

- Bien, acepto el trato.


- Espera, eso no es todo lo que quiero.

- ¿Qué más quieres?

- Lo sabes perfectamente, a ti esta noche en mi cama. - respondió agarrándola por la


mandíbula y acercándose mucho a ella.

- ¡Eres un cerdo! - gritó Lena e intentó zafarse del agarre, pero no pudo.

- Quizá. Pero tienes dos opciones: o aceptas el trato o Kara muere.

- ¿Cómo sé que vas a cumplir tu palabra?

- Porque te necesito en mis estudios y no tengo especial interés en matar o no a la princesa.


Solo es un medio para un fin. Si aceptas, ahora mismo pararé las torturas y mañana por la
mañana será libre. Tú eliges.

Chapter End Notes

Próximo capítulo:

- Me da igual ahora mismo.


Parte 4 7/10
Chapter Notes
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He intentado tratar el tema con el máximo respeto. Si alguien se ha sentido ofendido, pido
perdón de antemano.

*/*/*/*

Alex y Kal fueron a buscar a Kara a la celda por la mañana cuando les avisaron de que la
iban a liberar. Entre los dos la arrastraron hasta su habitación y Alex curó las heridas de la
rubia. Estaba tan débil que apenas había soportado el camino consciente.

Sin embargo, al llegar a su habitación y no encontrar a Lena, no dejó de preguntar por ella y
se negaba a descansar hasta verla. Alex no tuvo más remedio que darle unas hierbas para que
se quedara profundamente dormida.

Kal se quedó con ella mientras Alex bajaba de nuevo con la morena que se había quedado
descansando en la misma habitación en la que pasó la noche después de discutir con Kara.

- ¿Cómo está? - le preguntó cuando la vio llegar desde la cama donde llevaba estirada desde
que había llegado de madrugada. Alex era la única que sabía el trato completo. La había
ayudado a limpiarse y había cuidado de los golpes que la morena había recibido durante la
noche.

- Dormida, se recuperará. Ha preguntado por ti. No quería dormir hasta no verte, así que la he
drogado. - contestó seria Alex mirando a Lena que rio como respuesta, pero el movimiento le
provocó dolor y soltó un quejido. - ¿Por qué lo has hecho?

- ¿Tenía opción?

- ¿Has visto cómo te ha dejado? ¿Cómo has podido dejar que te pusiera las manos encima?

- Iba a matar a tu hermana si no lo hacía.

- No sé cuál de las dos tiene peor aspecto. Cuando Kara se entere, va a perder los papeles.

- Por ese motivo no lo va a saber nunca.

- ¿Y cómo pretendes esconderlo? No puedes ponerte de pie.

- No puede verme hasta que no esté mejor. Le diremos que la liberaron a cambio de que
trabajara en el laboratorio y que no me dejan salir hasta que no acabe lo que ellos quieren.
Ganaremos el suficiente tiempo como para que esté mejor.

- Lo tienes todo planeado.


- No voy a dejar que todo esto haya sido en vano. Quieres protegerla tanto como yo. Sabes
que es lo mejor.

****

Al cabo de un par de semanas, Kara estaba ansiosa por ver a Lena. Se había recuperado
relativamente rápido y no podía aguantar sin ver a la morena. Había ido un par de veces a ver
a Lena al laboratorio, pero la habían echado de allí sin decirle nada.

Pero Lena no estaba allí, seguía encerrada en su habitación. Algunos moratones y cortes
habían tardado bastante en desaparecer y no quería arriesgarse a que la rubia los viera.
Además, no llevaba bien el contacto físico con otras personas. Soportaba con dificultad el de
Alex porque era la que la había ayudado cuando llegó.

En su cuerpo aún podía sentir las manos de ese hombre, sus golpes, todo, ... Se sentía
asqueada y se lavaba cada pocas horas intentando borrar esos recuerdos de su piel.

- No puedes estar por siempre aquí escondida.

- Lo sé, pero no estoy lista para encontrarme con ella aún.

- Entiendo, ¿no sabes si soportarás que te toque?

- Sí, tengo miedo a pasar mucho rato a solas con ella. No sé si estoy lista.

- Tengo una idea. Antes de que Kara se fuera a Gimina, solíamos cenar en el patio de la
pequeña carpa. Podríamos retomar la tradición. Después puedes decirle que estás muy
cansada o algo por el estilo.

- Me parece bien, pero seguiré durmiendo aquí. Podemos decirle que es por su bien o algo
por el estilo.

- Eso hará que se enfade.

- Me da igual ahora mismo.

- Como veas, voy a avisar a Kal para que venga a cenar hoy.

- ¿Kal? ¿Hoy?

- Necesitas salir, Lena. Ya no hay marcas físicas en tu cuerpo.

- ¿Y qué sabe Kal de todo esto? No se lo habrás contado, ¿verdad?

- Lo he hecho.

- Te pedí que no lo hicieras.

- ¿Cómo te piensas que Kara no sospecha nada raro? Kal te ha estado cubriendo todos estos
días. Le dijo a Kara que estabas encerrada en el laboratorio y no le ha dado acceso cada vez
que ha ido allí a buscarte. Como mínimo tenía que saber el motivo para hacer todo eso.

- A nadie más.

- Prometido.

****

Kara no estaba de humor. Otra vez la estaba echando del laboratorio sin decirle nada sobre
Lena. Estaba empezando a perder la paciencia y estaba valorando seriamente abrirse paso a
golpes, pero afortunadamente Kal pasó por allí y se la llevó con él.

- ¿Por qué no te relajas?

- ¿Cómo quieres que me calme?

- Lena está bien. Ya la verás.

- No, no lo entiendes. Necesito verla.

- Sí, Kara. Lo entiendo perfectamente. Me lo contaron todo, así que, si no quieres buscaros
más problemas a las dos, te vas a calmar.

- Estoy preocupada.

- ¿Alex no te ha dicho nada?

- No, ¿sobre qué?

- Está noche tenemos cena en tu casa. Alex calcula que Lena ya podrá salir del laboratorio.
Celebraremos que ya es libre otra vez, relativamente claro.

- ¿Celebrar? ¿Vosotros? ¿Qué mosca os ha picado? La única celebración sobre los Luthor que
esperaba de vosotros era por su muerte.

- Bueno, al final, estás libre gracias a Lena. Si no hubiera aceptado encerrarse en el


laboratorio, seguramente tú estarías colgando del cuello. Supongo que se ha ganado algo de
nuestra confianza. Además, yo nunca he dicho que odiara a los Luthor.

- ¿Qué quiere decir eso?

- Hagamos un trato. Te comportas hasta esta noche y te lo cuento mientras cenamos.

Kara bufó. Tenía que buscarse una distracción o no aguantaría hasta esa noche. ¿Qué podía
hacer?

****

- ¿Qué es todo esto, Kara? - preguntó Alex alarmada cuando vio la cantidad de pescados,
cangrejos y almejas que traía la rubia con ella.
- No era capaz de estar quieta hasta esta noche, así que fui a buscar comida entre las rocas. -
respondió Kara. Se había pasado todo el día nadando entre las rocas del islote pescando. Era
la manera más fácil de quemar energía y mantener su mente lo suficientemente distraída.

- ¿Por qué no me sorprende? Llévalo a la cocina, a ver si nos sirve para la cena.

- ¿Cuándo vendrá Lena?

- Pronto, pero vete a quitar la capa de sal antes de cenar.

- Sí, mamá... Por cierto, gracias por no entregar a Lena.

- Al final, se entregó ella sola para salvarte.

Alex soltó un profundo suspiro y vio desaparecer a Kara en dirección a la zona de la cocina.
Cuando la perdió de vista, se dirigió hacia los jardines donde Lena se había refugiado ese día.

La morena, ante la perspectiva de volver a estar rodeada de gente, decidió que era buena idea
empezar a airearse en los jardines de la casa. Alex se la encontró alimentando algunas
palomas.

- Ahora entiendo por qué hay tantas palomas últimamente. - bromeó Alex. - Si Etón es
incapaz de volar por sobrepeso, será todo culpa tuya.

- No es culpa mía que tu pajarito sea un glotón. - rio Lena de vuelta.

- Kara ya ha llegado. Se ha pasado el día pescando así que hoy tendremos pescado fresco.
Tiene ganas de verte.

- Yo también tengo ganas de verla. Solo espero que todo vaya bien.

- Tranquila. Kal y yo te cubrimos.

- Gracias.

Las dos se dirigieron de vuelta al interior. Kal ya había llegado. Los tres juntos se fueron al
pequeño patio con la carpa. Debajo de esta, había una cómoda alfombra con una mesa baja en
el centro. Se sentaron en el suelo alrededor de esta y estuvieron un rato charlando mientras
esperaban que Kara y la cena estuvieran listas.

- ¿Lena? - sonó la voz de Kara detrás de la morena. Lena se giró y vio a la rubia parada en la
entrada del patio con una inmensa sonrisa. - No sabes lo preocupada que estaba.

Kara se empezó a acercar hasta ella y se paró delante de ella. Lena no sabía que hacer se
había quedado parada sin saber cómo reaccionar con la rubia. Una fuerza en su interior tiraba
lejos de Kara con miedo a su contacto físico. Kara al no ver reacción en Lena se sorprendió.
Se arrodilló para quedar a su altura y la rodeó con sus brazos. Lena estaba muy tensa y,
durante los pocos segundos que duró el abrazo, no movió ni un músculo. Kara se separó
extrañada y la miró interrogante. Abrió la boca para decir algo, pero fue interrumpida por los
sirvientes que traían la comida. Cuando miró a Alex y Kal, se dio cuenta que estos las
estaban mirando atentamente en tensión. ¿Qué demonios estaba pasando allí?

Se sentó al lado de Lena. Está seguía en tensión, así que decidió darle algo de espacio.
Estuvieron cenando entre animada conversación. Aunque Lena no estaba muy habladora, le
sorprendió la familiaridad con la que se relacionaba con Alex y Kal.

- ¿Desde cuándo os lleváis tan bien vosotros tres? - preguntó Kara en algún punto de la
noche.

- Hemos pasado mucho rato en el laboratorio juntos últimamente. - mintió Alex.

- ¿Tú también Kal? - preguntó Kara sorprendida.

- Alguien tenía que vigilarla. - respondió encogiéndose de hombres.

- Se suponía que estaba bajo mi cuidado. - murmuró algo dolida Kara.

- Tú situación es delicada. Han retirado los cargos, pero la voz está corriendo por toda la
fortaleza. - explicó Kal intentado hacer que Kara comprendiera la situación.

- Qué bien...

Lena sintió la necesidad de darle su apoyo a Kara. Poco a poco acercó su mano a la mano que
Kara tenía sobre la mesa y la estrechó con cariño. De momento, aquello era todo lo que podía
darle. Kara la miró a los ojos y le estrechó la suya de vuelta. Se quedaron en esa postura,
cogidas de la mano, mientras la conversación continuó.

- Por cierto, tú tenías que contarme algo. - cambió de tema Kara señalando a Kal. - ¿Qué
querías decir con que tú no odiabas a los Luthor?

- En realidad, no tiene importancia. Tú no solías tener recuerdos agradables con ellos, así que
para ti solo eran un blanco.

- ¿Y para ti no? - preguntó sorprendida Kara.

- ¿Es por Lex? - interrumpió Lena.

Kal asintió.

- Aquí donde me veis, Lex fue mi mejor amigo hasta que os fuisteis. Bueno, éramos amigos y
rivales. Siempre compitiendo entre nosotros y, a la vez, cuidando el uno del otro. Siempre
íbamos juntos a todas partes. Éramos inseparables. Cuando vuestros padres intentaron matar
a mi padre, se me rompió el corazón por tener que separarme de él. Los primeros años tuve la
esperanza de que un día apareciera, explicara que él no tenía nada que ver con ello y
pudiéramos retomar nuestra amistad. Los años pasaron y simplemente acepté que estábamos
en bandos opuestos. Nunca he podido odiarlo por muchas cosas que hayan pasado. - explicó
Kal con la mirada perdida y una sonrisa nostálgica. Kara estaba confundida por la confesión
de su primo. Ella creía que él los odiaba a muerte.
- Creo que él se siente un poco igual. Es muy cerrado respecto a ello, pero creo que guarda
con cariño sus recuerdos aquí. A veces hablamos de nuestros recuerdos en la capital. - añadió
Lena.

- ¿Cómo cuando Kara decidió darse un chapuzón en la fuente? - rio Alex.

- Por ejemplo. - rio de vuelta Lena y Kal se unió a sus risas rememorando ese día.

- ¡Oye! ¿Podéis dejar de reíros de algo que hice cuando tenía dos años? - lloriqueó Kara
sonrojada con un puchero.

- Es que tú no recuerdas el caos que organizaste. - reía Alex. - Papá y mamá creían que te
habían secuestrado. El rey estuvo a punto de mandar al ejército a registrar cada rincón de la
ciudad. Los sirvientes corrían de un lado a otro buscándote. Menos mal que a Lena se le
ocurrió buscarte en la fuente porque se acordaba de que siempre ibas detrás del agua.

- ¿Cómo? - preguntó sorprendida a la morena de su lado. - Me dijiste que tú te habías pasado


el día en la biblioteca sin buscarme.

- Quizá mentí un poco. En realidad, estuve con Alex buscándote. - dijo algo avergonzada
Lena.

- ¿Por qué me mentiste?

- Porque se te sube a la cabeza.

- Era de las que más preocupadas estaba. - añadió Alex. - No recuerdo cuál de las dos era más
protectora contigo, si ella o yo.

- Oye, esa no es la versión que me ha llegado a mí. - respondió Kara algo indignada y
conmovida por saber aquello. Por aquel momento, Lena tenía un sonrojo que le llegaba hasta
las orejas.

- Danvers, ¿por qué no cierras ese pico un rato? O empezamos a sacar trapos sucios de todos.
- gruñó divertida.

- ¿Cómo cuál? No tienes nada en mi contra. - dijo confiada Alex cruzando los brazos.

- Ah, ¿no? Entonces, no tendrás problema en responder que ha pasado con la quinta estatua
del templo.

- ¿Qué quinta estatua? Solo había cuatro allí. - preguntó sorprendido Kal.

- En la parte superior del templo, sí. - explicó Lena. - Pero hay una pequeña capilla y cripta
escondidas justo debajo dedicadas a la diosa de la familia. ¿Sigue todo allí?

- Sí, la Casa de El nunca ha sabido nada de ella. - aceptó Alex.

- ¿Por qué? - preguntó ahora Kara.


- Porque quizá no somos tan raoistas como aparentamos. A veces, vamos allí a rezar a alguno
de los antiguos dioses.

- Vaya, vaya... - murmuró Lena.

- Pero, ¿Alex? - exclamó dolida Kara.

- ¿Qué pasa? Eran nuestros dioses, no es tan fácil olvidar lo que eres. Tampoco es como si
alguien sospechara algo. Tú llevas veintidós años viviendo con nosotros y te acaba de pillar
por sorpresa. - se defendió la mayor.

- Bueno, Kara no se destaca por su perspicacia. - se burló Kal. Las dos mujeres morenas le
siguieron la broma, pero la rubia no hacía más que mosquearse.

- ¿Algún secreto más? Me siento estafada. - dijo antes de soltar a Lena y cruzarse de brazos.
Ellos tres eran las personas en quien más confiaba ella, pero parecía que aquello no era
mutuo.

Se sentía traicionada.

Kal le inculcó el odio a los Luthor, pero le guardaba cariño al que fue su mejor amigo, Lex
Luthor. Alex defendía el raoísmo y castigaba a los herejes, pero era la primera que después le
iba a rezar a los antiguos dioses.

- Oye, aquí de los tres, la que ha tenido una relación más estrecha, por decirlo de alguna
manera, con una Luthor eres tú. - bromeó Kal.

- Pero no lo he mantenido como un secreto ni me he escondido clandestinamente. Ni he sido


una hipócrita al respecto.

- ¿Y te das cuenta de los problemas que eso ha provocado?

- Es igual, me voy a dormir. - respondió mientras se levantaba.

- Kara, vamos, no es para tanto... - intentó calmarla Alex.

- Tengo mucho de digerir. - dijo dolida Kara. Le alargó la mano a Lena para ayudarla a
levantarse. - ¿Vienes?

- No, prefiero dormir sola si no te importa. - negó Lena causando otra punzada en el corazón
de Kara que sentía como su ira se desbordaba sin control. - Quiero estar descansada. Mañana
tengo que madrugar y volver al laboratorio.

La rubia recordó la conversación con Lena en la cueva. No podía estallar contra todos. Estaba
tan dolida con ellos. Se sentía tan alejada de aquellas personas a la que quería tanto. Kal y
Alex con sus secretos y Lena con su distanciamiento repentino. Después de dos semanas de
no verse, el único gesto que le había dedicado la morena era cogerla de la mano. Y ella
mientras tanto muriéndose de ganas de verla.

Respiró hondo muchas veces y cerró los ojos intentando calmarse.


Los tres vieron el gesto de Kara y esperaron expectantes a que Kara explotara en cualquier
momento.

- Como quieras. - dijo sin más y se fue.

Los tres soltaron el aire que habían estado conteniendo.

****

Los días pasaron y Kara se mantenía distante a ellos tres. Habían seguido cenando los tres
juntos en la residencia de los Danvers, pero Kara no había vuelto a estar con ellos. Tampoco
había buscado más a Lena. No iba a perseguirla otra vez. Cuando la morena la quisiera ver,
ya la buscaría. Por lo visto, estaba demasiado concentrada en su trabajo.

Y era cierto que Lena se había pasado todo el día encerrada en el laboratorio trabajando.
Había empezado al día siguiente después de la cena. Si no fuera porque estaba trabajando en
algo que sabía que iba directamente destinado a herir a su gente, estaría disfrutando su
trabajo. Además, ver pasar a Kara arriba y abajo con cara mustia y sin dignarse a decirle algo,
hacía que todo le doliera aún más. La echaba de menos y quería que estuviera a su lado y ella
al suyo apoyándose, pero no sabía cómo acercarse a ella. Así que la estaba evitando. La rubia
llevaba unos días de mal humor y ella no estaba muy bien para lidiar con Kara enfadada.

Cuando llegó esa tarde, se la encontró golpeando a un maniquí con fuerza. De un golpe, le
arrancó la cabeza, pero parecía que la rubia no tenía suficiente porque siguió con su faena.

- Creo que ya ha perdido. - la interrumpió Lena desde su espalda alejada unos cinco metros.

- ¿Ahora te interesa lo que hago o dejo de hacer? - gruñó furiosa sin mirarla, pero deteniendo
los golpes.

- Siempre me interesa lo que haces o dejas de hacer.

- Pues no lo parece. De hecho, parece que huyes de mí. - dijo girándose para mirarla a los
ojos.

- Eso no es cierto.

- ¿No lo es? - dijo Kara manteniendo la mirada fija en los ojos verdes. Tuvieron una pequeña
lucha de miradas, verdes contra azul, hasta que el verde se rindió.

- Vale, quizás un poco. - murmuró bajando la mirada.

- ¿Por qué?

- Porque te he causado suficientes problemas...

- No empecemos con el mismo discurso, Lena. - la interrumpió harta de escuchar excusas


baratas. - Ese no es el motivo. ¿Qué ha pasado estas dos semanas?
Lena suspiró. Kara no dejaría pasar el tema hasta que no le dijera algo. Seguía sin querer
contarle la verdad, así que pensó en una mentira convincente. La Voz de Rao hacía días que
se había ido. Quizá bastaría con suavizar un poco la realidad.

- ¿Recuerdas el trato que hice para sacarte de la celda? No solo incluía que me metiera en el
laboratorio. La Voz de Rao también mandó que me dieran una paliza. Estuve escondida para
que no vieras las marcas. Teníamos miedo de lo que pudieras hacer si te enterabas.

- ¿Tú y quién más? - preguntó Kara furiosa con los brazos cruzados.

- Kal y Alex.

- Por eso esa confianza de pronto... ¿Es divertido mantener secretos a mis espaldas? Parece
que se os da muy bien.

- Solo lo hicimos para protegerte.

- ¿Guardarme todos esos secretos y engañarme sobre mi vida lo hicisteis para protegerme?
Permíteme que me ría. ¿Y por qué me lo cuentas ahora?

- ¿Qué hubieras hecho si lo hubieras sabido mientras la Voz de Rao estuviese aquí? Y di la
verdad. - dijo Lena acercándose poco a poco a la rubia, pero se detuvo cuando la distancia era
de unos dos metros.

- Le habría devuelto el regalo. - respondió dejando caer los brazos e intentó romper el espacio
que quedaba entre las dos, pero Lena retrocedió y se cruzó de brazos buscando protección y
apartando la mirada.

- Me habían pegado una paliza para protegerte. No iba a dejar que eso te hiciera cometer otra
estupidez.

- ¿Y por qué huyes de mí? - dijo mientras se acercaba rápido a Lena de manera que esta no
pudo huir y la cogió con suavidad de la mano. Lena, al ver que la rubia no intentaba acercarse
más a ella, se relajó un poco.

- Tod... todavía me duelen partes del cuerpo. - respondió nerviosa. - No todos tenemos tu
capacidad de curación. No sé hasta qué punto puedo soportar el contacto físico.

- ¿No confías en que lo entienda? - decía acariciándole el dorso de la mano.

- Sí, pero no sabía cómo decírtelo.

- Pues es bastante fácil.

- No quería que te enfadaras con nosotros.

- Pues es justo lo que ha pasado. - contestó Kara y suspiró. - Tendrías que habérmelo contado.
Estoy trabajando en mi autocontrol.

- Me di cuenta. Lo estás haciendo muy bien. - sonrió Lena.


- ¿Puedo abrazarte?

- Claro. - asintió la morena y fue ella la que rompió el espacio.

Kara la abrazó con cuidado. No quería hacerle daño o que volviera a huir.

Estuvieron unos instantes así, tranquilas, disfrutando del contacto de la otra que tanto habían
añorado. Una voz las sacó del trance. Era la de Alex.

Se separaron, pero se mantuvieron cogidas de la mano.

- La cena ya está lista. ¿Vienes hoy, Kara?

Kara miró a los ojos verdes que tenía su lado y notó un pequeño apretón en su mano.

- Claro. - acabó diciendo con una sonrisa.

Kal ya las estaba esperando sentado en la mesa.

- ¡Kara! Me alegró de ver que hoy vienes con nosotros. - dijo levantándose a saludar. - Quiero
pedirte disculpas por haberte escondido estos recuerdos. Entiendo que estés dolida con
nosotros.

- Yo también quería disculparme, Kara. – añadió Alex.

- No voy a negar que en su momento me dolió. Fuisteis vosotros dos lo que me enseñasteis a
odiarlos, a los Luthor y a los herejes. Siento que no he sido nada más que vuestra marioneta.

- Nunca fue nuestra intención, Kara. - explicó Alex buscando el perdón de su hermana. - No
podíamos hacer otra cosa. No esperábamos que fueras tan radical al respecto. Supongo que
desde nuestro punto de vista era más fácil ver las cosas.

- ¿Y toda la gente que habéis condenado? - continuó Kara.

- Ninguno de los dos se siente orgulloso de ello, pero es nuestro deber. No podíamos hacer
otra cosa. - añadió Kal.

- Está bien. En parte, lo entiendo. No es fácil ver las cosas desde esta perspectiva. - suspiró
Kara. - ¿Cenamos? Me muero de hambre.

Todos se sentaron y mantuvieron una charla animada.

- Ya le he contado a Kara que me ayudasteis después de que mediaran la paliza. - dijo Lena
causando algo de sorpresa y confusión entre los dos mayores del grupo. - Que no le habíamos
dicho la verdad para protegerla.

- Sí, me duele que os penséis que aún soy una niña pequeña. - añadió Kara.

- Está bien, hermanita. La próxima vez te lo contaremos.

- ¿Dónde está Kelly? – cambió de tema Kara.


- Llegará en una semana más o menos. Acompaña a los daxamitas. ¿Te acuerdas de la
audiencia que tenían con el rey?

- ¡Ah, sí! Entonces en unos días tendremos más visitas. ¡No hay manera de estar tranquilos
aquí!

- Porque esto ha estado muy tranquilo últimamente. - bromeó Alex mirando a Lena.

- ¡Y qué lo digas! ¡Cómo odio esta guerra! ¿Tan difícil es que convivan las dos religiones?
No es que sea imposible. - se quejaba Kara.

- ¿Qué quieres decir? - le preguntó Kal.

- Cuando nos dirigíamos por primera vez a la capital, llegamos a un pueblo donde convivían.
Más o menos.

- ¿Más o menos? - preguntó Alex.

- No adoraban a los dioses antiguos como tal, pero seguían manteniendo sus antiguas
tradiciones y sus reliquias. La gente allí se veía feliz.

Ya era tarde en la noche y al día siguiente todos tenían trabajo por hacer así que no duraron
mucho más charlando. Se despidieron de Kal que volvió a la residencia del rey. Después
llegó la hora de separarse ellas.

- Buenas noches. - se despedía Kara de Lena.

- ¿Te parece bien si duermo contigo hoy?

- ¡Claro! Me encanta la idea.

- Pero sigo necesitando espacio.

- El que necesites.

- Bueno, tortolitos. Yo me voy ya antes de ser testigo de algo peor. Buenas noches. - las
interrumpió Alex y se fue a su habitación.

Llegaron arriba, a la habitación de Kara, y cada una se puso la ropa para dormir. Lena fue la
primera en tumbarse en la cama del interior. Llevaba días durmiendo bajo techo y le apetecía
estar allí. Además, la otra cama era donde dormía normalmente con Kara y no quería
empañar los recuerdos allí con su estado actual.

- ¿Quieres que duerma contigo o prefieres que duerma en la otra cama? - preguntó algo
indecisa Kara. Quería cuidar de Lena igual que la morena había cuidado de ella cuando
estuvo mal, pero se sentía extremadamente torpe.

- Conmigo, por favor. Si no te importa dormir aquí dentro...

- Para nada. - dijo con una sonrisa.


Se tumbó a su lado mirando al techo con Lena de lado dándole la espalda.

Estaba tensa y no lograba relajarse. Lena le había pedido espacio. Kara alguna vez había
recibido alguna paliza, pero nunca había acabado sintiéndose tan a la defensiva como sentía
que estaba la morena. Estaba preocupada por ella y no quería que se sintiera incómoda con
ella. Solo quería cuidar de ella.

- Kara, por favor. Relájate. Estás haciendo que me tense. - pidió Lena dando media vuelta y
mirando a Kara.

- Ya estabas tensa antes.

- Lo sé. Lo siento. Quizá no ha sido buena idea.

- No, no digas eso. - respondió girándose para estar frente a Lena. - Quiero estar aquí para ti.
Quiero ayudarte, pero necesito que me digas cómo porque esto se me da fatal.

- Me doy cuenta. - rio Lena.

- ¡Eh! - se quejó Kara.

- Solo relájate, ¿vale? Contigo me siento a salvo, no necesitas hacer nada más.

- Vale, creo que podré hacerlo.

- Bien, qué descanses.

- Qué descanses.

Lena cerró los ojos y escondió su cara en el cuello de Kara. Aspiró profundamente el olor de
Kara y dejó que ese olor, que se había vuelto tan familiar, la relajara. Kara colocó su mano
sobre su cintura, pero al instante Lena se tensó abriendo los ojos. La rubia, al percibirlo,
apartó rápido la mano.

- Lo siento.

- Tranquila, es que no lo esperaba.

- ¿Puedo entonces?

Lena movió la cabeza sin sacarla de donde estaba asintiendo. Kara volvió a colocar la mano
con suavidad sobre la cadera de la morena y ambas cerraron los ojos quedándose dormidas al
cabo de poco rato.

Chapter End Notes

Próximo capítulo:
- Es que sigo sin comprenderlo.
Parte 4 8/10
Chapter Notes
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Los días pasaron con lentitud. Lena poco a poco iba aceptando el contacto de Kara, aunque
aún no habían tenido sexo ni nada por el estilo. Algunas noches, Lena se despertaba alterada.
Pesadillas con ese hombre se repetían a menudo y Kara la intentaba calmar y la cuidaba.

Durante el día, Kara había centrado sus esfuerzos en ganarse la confianza de nuevo del
consejo. Había estado trabajando duro con Jeremiah y había aprendido más en esos días que
en los últimos meses.

- Es que sigo sin comprenderlo. Alex reza a las dos religiones. Hay sitios dónde las
combinan. ¿Por qué estamos en una guerra religiosa? - se quejaba Kara.

Durante las cenas, había vuelto a surgir el tema de la guerra. Cada vez se preguntaban más
los cuatro por qué estaban peleando y si no sería posible una convivencia pacífica.

- No creo que la Voz de Rao tolerara que hubiera otros cultos a parte del de Rao. - decía Kal.

- A mí, la Voz de Rao me da igual. ¿Por qué el rey parece hacer todo lo que él mande? -
respondió Kara.

- Porque es el nexo entre la corona y el pueblo. - explicó Alex. - Si el rey quiere ejecutar a
alguien y él dice que Rao lo ha bendecido, la gente estará de acuerdo. Lo mismo si pasa al
revés. Tiene más poder sobre la gente de la que te piensas.

- Y perdería poder si hubiera otros dioses. Pensadlo. Los dioses antiguos y sus sacerdotes
serían un problema, una molestia. - añadió Lena.

- ¿Crees que serían capaces de ejecutar tanta gente solo por eso? - preguntó confundida Kara.

- Si la ayuda y dinero que llega de Krypton depende de ello... - respondió Lena encogiéndose
de hombros.

- Krypton no envía dinero a Terha ni nada por el estilo. - contestó a la defensiva Kal.

- Eso no es posible. - dijo Lena extrañada.

- ¿Por qué? - preguntó Kara.

- Porque no salen las cuentas. ¿De verdad que habéis podido pagar a la gente escuelas,
médicos y otras cosas sin dinero de fuera?

- Con impuestos. - respondió Alex.

- ¿Impuestos?
- Sí, todo el territorio de Terha tiene que pagar impuestos. Estos son los que pagan todo eso. -
explicó Kal.

- Pero el norte no paga nada. - respondió Lena.

- El norte no tiene nada. - contestó Kal.

- Porque nos negamos a ceder ante Rao. Y siguen sin salirme las cuentas. Tendríais que
ahogar a la gente a impuestos.

La tensión empezaba a crecer en el aire entre la Luthor y Kal así que Kara decidió intervenir.

- ¿De verdad crees que no sería posible que las dos religiones convivieran?

- No lo sé. Que haya funcionado en un sitio no significa que funcione en todas partes.
Depende de la gente y, sobre todo, depende de los que mandan. - dijo Kal rascándose la nuca.

- Pero el problema es que los que mandan no quieren dar su brazo a torcer. - le respondió
Kara.

- ¿Estás insinuando lo que estás insinuando, Kara?

- A pesar de todo, sigo siendo fiel al rey, Kal. Quizá solo hay que convencerlo de que lo
intente.

****

Lena llevaba días dándole vueltas a las conversaciones que habían tenido los cuatro amigos
durante las cenas. Pensó en sus padres y en Lex. La verdad es que nunca habían sido los más
devotos. Ellos se limitaban a acudir a las celebraciones más importantes y le dejaban todo lo
que tenía que ver con los dioses a ella, por eso habían aceptado que se convirtiera en
sacerdotisa.

Si le sumaba su matrimonio concertado,... Su supuesto prometido ni siquiera era terhano, no


conocía sus tradiciones ni tenía el más mínimo interés en ellas igual que en toda su gente. Sin
embargo, estaban dispuestos a entrar en una guerra solo por ellas.

Lo mismo pasaba con los Danvers. Trabajaban y eran los cómplices de gente que perseguía
una religión que ellos mismos practicaban. No se podía ser más hipócrita.

Aprovechó un momento libre en el laboratorio y pidió ir a la biblioteca con la excusa de


consultar unos documentos. Desde que la Voz de Rao se la encontró allí, le había prohibido el
acceso sola, pero esta vez había conseguida escabullirse.

Después de asegurarse de que no había nadie más allí, se coló en la sala escondida donde
había lo visto entrar.

Allí había de todo, pero sobre todo eran papeles administrativos. ¿De qué sería todo aquello?
Empezó a leer documentos contables: parecía que alguien estaba desviando dinero de los
impuestos a diferentes templos. Siguió el rastro del dinero, todo iba a parar a la Voz de Rao.
Así que de esa manera se pagaba su lujosa vida.

Pero había otra cosa que sorprendía a Lena. El rey parecía al tanto de todo y daba su
aprobación según unas cartas que había encontrado. En algunas aparecía el nombre de
Maxwell Lord. Lena descubrió porque la Voz de Rao la había tomado con Kara: Maxwell
Lord era uno de los cabecillas en aquella trama y uno de los que más dinero proporcionaba a
la Voz. Había sido Kara quién había conseguido detenerlo y había sido ella quién le había
plantado cara cuando había llegado pidiendo más dinero. Seguro que lo que quería él era una
compensación por el dinero que ya no estaba entrando a través de Lord y, por eso, el rey
había aceptado sin problema.

Así que la Voz de Rao tenía totalmente bajo su poder al rey. Pero, ¿cómo y por qué?

Eliminar a la otra religión existente en Terha debía ser una exigencia para acumular más
poder. Su gente solo había quedado atrapada entre esa lucha de poderes. La rabia hervía en el
interior de Lena.

Se estaba haciendo tarde y no tardarían nada en empezar a sospechar de ella si no aparecía de


nuevo en el laboratorio. Dejó todo como estaba y volvió a tiempo para que nadie le dijera
nada y siguió trabajando el resto del día. Esa noche contaría a todos lo que había encontrado
hasta entonces.

****

Estaba anocheciendo y Lena no podía parar de dar vueltas a cómo les explicaría a los demás
todo lo que había encontrado sin que estos se pusieran a la defensiva. No podía ir y decirles
directamente: Oíd, vuestro sumo sacerdote es un corrupto que ahoga la gente a impuestos y
alimenta las mafias para tener más dinero y poder. Y lo de perseguir a los antiguos dioses, es
solo para eliminar a la competencia.

Aunque claro, Alex y Kal ya tenían claro que la Voz de Rao no era tan bueno como
proclamaba ser y Kara no era una gran admiradora que digamos. El problema venía con el
rey. Él había aceptado y cedido el poder a la Voz de Rao.

Un fuerte sonido interrumpió sus pensamientos. Estaba en la habitación de Kara, así que se
asomó por la ventana y vio a muchos soldados moviéndose arriba y abajo por la plaza.

- Buenas noches. - dijo Kara entrando por la puerta. Vio a Lena asomada por la ventana y fue
a mirar el espectáculo de ver las tropas corriendo por el patio. - Parece que se nos ha acabado
la paz. Han llegado los daxamitas.

- ¿Cómo? - dijo sorprendida Lena.

- Sus naves han aparecido en el horizonte. Llegaran hacia la madrugada o mañana por la
mañana.

- Ya veo... - contestó Lena quedándose pensativa.


- Alex me ha dicho que la cena ya está lista. ¿Vamos?

- Sí, claro. - respondió distraída.

- ¿Te pasa algo?

- No, nada. ¿Te importa ir tirando? Quiero guardar todo eso. - dijo señalando la mesa llena de
unos papeles en los que había estado trabajando.

- Vale, te espero abajo. - se despidió de ella con un beso.

Kara bajó tranquilamente las escaleras pensando en toda la tarea que tendría mañana cuando
los daxamitas pisaran el islote. Por lo que tenía entendido, la mismísima reina y su príncipe
habían venido.

Al llegar abajo, se encontró con su primo que se dirigía al patio.

- ¿Cómo van los preparativos para la llegada de los daxamitas? - le preguntó Kal.

- Es de lo más aburrido. Odio la faena de ser la mano derecha del rey.

- ¡Oye! Se supone que vas a ser la mía. - rio Kal.

- Lo sé, lo sé. Pero aprovecharé mi poder para que cosas como esta se encargue otro.

- ¿Y Lena? - preguntó Alex que se les acababa de unir cuando llegaron al patio.

- Está recogiendo un par de cosas y ahora baja.

- ¿Cómo van las cosas? - le preguntó Alex interesada.

- Van bien. Poco a poco va mejorando.

- ¿Estáis hablando de mí? - dijo Lena que acababa de llegar con ellos.

La cena ocurrió sin ningún incidente extraño. Lena decidió que no era un buen momento con
la llegada de los daxamitas explicar al resto lo que había encontrado.

Kal y Kara querían aprovechar los últimos instantes de tranquilidad que les quedaban y
decidieron beber una buena cantidad de vino. Alex los acompañó, aunque se contuvo un
poco. Lena, en cambio, prefirió beber agua y se justificó diciendo que aún no estaba del todo
recuperada.

Ya cuando se estaba acercando la hora de irse a dormir, un profundo sueño se apoderó de Kal,
Kara y Alex y cayeron dormidos allí mismo.

Chapter End Notes


Próximo capítulo:

- ¿Cómo es eso posible? ¿Cuándo ha pasado?


Parte 4 9/10
Chapter Notes
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Kara se despertó con un horrible dolor de cabeza y una fuerte luz entraba por sus ojos. Tardó
unos instantes en acomodar la vista y poder ver dónde estaba. Eso no era la residencia de los
Danvers. Volvía a estar en los calabozos de la fortaleza. ¿Qué hacía allí?

Se incorporó rápidamente lo que le provocó un fuerte pinchazo en la cabeza.

- Tranquila. Relájate, mi niña. - le decía Eliza Danvers.

- ¡Eliza! ¿Qué está pasando? - preguntó alertada.

- Son los daxamitas. Han conquistado la fortaleza.

- ¿Cómo es eso posible? ¿Cuándo ha pasado?

- Han entrado en la madrugada. No sabemos cómo.

- ¿Dónde está el resto? ¿Alex? ¿Lena? ¿Kal?

- Kal está ahí, inconsciente. - dijo señalando a un lado donde estaba el hombre dormido. En
aquella celda no solo estaban ellos tres, había más miembros del consejo y científicos. - Alex,
no lo sé. Por lo visto, os encontraron a vosotros dos en el patio inconscientes y os arrastraron
hasta aquí.

- ¿Y Lena?

- Kara, cariño, los Luthor llegaron con los daxamitas. Lena está con ellos.

Y Kara sintió una parte de ella romperse. ¿Tendría Lena algo que ver con eso?

- ¿Y papá?

- Salió a enfrentarlos cuando entraron. No lo he vuelto a ver. - dijo triste Eliza.

- Seguro que está bien. - la intentó reconfortar.

- No, no lo está. - dijo apareciendo una mujer por la puerta de los calabozos.

- Lillian Luthor... - gruñó Eliza.

- Cuánto tiempo, Eliza. Qué de vueltas da la vida, mira cómo estás. - se burló la Luthor.

- ¿Dónde está mi marido?


- Muerto. Vengo a buscar al principito, pero parece que sigue sin despertar. Parece que Lena
se pasó con las drogas.

Lena los había drogado para que no lucharan. Los había dejado inconscientes y a merced del
enemigo. La había traicionado.

- ¡¿Dónde está Lena?! - gritó Kara rabiosa.

- Está bien. Tranquila. - rio Lillian. - Es una chica muy lista, ¿no crees? Ha sido de gran
ayuda.

- Lena jamás os ayudaría.

- ¿Por qué? ¿Por qué te ama? ¿Por qué estáis juntas? ¿Crees que te elegiría a ti por delante de
su propia familia? ¿Lo harías tú? En fin, me voy a ir. No me sirve hasta que no esté despierto.
- dijo señalando a Kal.

****

Lena se paseaba por los corredores del edificio de las oficinas reales. Había mucha tarea por
hacer. Necesitaban organizarlo todo para tomar la ciudad una vez lo habían hecho con la
fortaleza. Ella debía encargarse de mantener los suministros y recursos en la fortaleza
controlados.

Después de tantos años de lucha, por fin habían logrado capturar a los usurpadores y podrían
ponerle fin a esa estúpida guerra. Por fin, habría paz. Lena llevaba años soñando con ese
momento, con ver a la gente salir a la calle sin temor, a rezar a sus dioses sin miedo y vivir la
vida como ellos querían. La tiranía de la Casa de El estaba a punto de acabar.

- Dame una razón para no matarte. - dijo la voz de Alex a sus espaldas mientras notaba un
cuchillo en su cuello.

- Para no ser hermanas de sangre, decís las mismas frases o parecidas. - dijo tranquila Lena
frenando en seco.

- Nos drogaste. - gruñó Alex enfadada.

- Os protegí. - dijo Lena forzando a Alex para que la soltara y se giró para encararla. - Si
hubierais salido a defender la fortaleza como tu padre, habríais muerto los tres.

- ¿Y ahora me tengo que creer que nos estabas protegiendo?

- Haz lo que quieras. Como continúes aquí mucho rato, te van a encontrar y a encerrarte con
tu hermana y tu madre. Yo de ti, huiría de la fortaleza en cuanto pudiera.

- No voy a abandonar a mi familia.

Las voces de Lex y más gente resonaron entre los pasillos.


- Largo antes de que te vea alguien. - le ordenó Lena y Alex no tuvo más remedio que huir a
dónde fuera que se estuviera escondiendo.

Al cabo de unos segundos, Lex apareció girando una esquina.

- Lena, te estaba buscando. Tenemos reunión. - la llamó. Lena emprendió la marcha y lo


siguió hasta lo que parecía la sala del trono.

La morena nunca había estado allí. Era una habitación pequeña sin ninguna ventana que diera
al exterior. Apoyada contra una pared, en el centro, decorada con grandes frescos había el
trono, una silla de madera con bonitas decoraciones en el respaldo, y a su alrededor, pegados
también a la pared, había simples bancos de madera. Era todo lo contrario a una pretenciosa
sala del trono. Era pequeña y modesta.

Allí estaba toda la familia Luthor reunida y sus generales junto a la reina daxamita y el
príncipe Mon-El.

- Por fin, hija. Te estábamos esperando. - la riñó Lillian.

- Lo siento, madre. Aún no me acostumbro a la situación. Han sido unas semanas muy largas
como prisionera. - se disculpó Lena.

- Vamos a empezar la reunión. Tomad asiento. - ordenó Lionel sentándose en el trono. - Bien,
hay que organizar la ejecución pública del rey, el resto de kryptonianos y sus cómplices.
¿Hay señales de la hija de los Danvers?

- Estamos buscando en todas partes, pero parece que se ha esfumado. - informó uno de los
hombres de Lionel.

- Eso no se puede tolerar. Hay que mostrar que pasa con los raoistas y sus aliados. La Casa de
El y los Danvers servirán de ejemplo y deben ser ejecutados todos juntos lo más pronto
posible.

- Así será, mi señor. Si me lo permite, me retiro para empezar su búsqueda.

- Está bien. Cuando te vuelva a ver, más te vale que vengas con buenas noticias. - lo despidió.
El soldado hizo una reverencia y se fue. - Hay otro tema que debemos tratar. Mi coronación
tendrá lugar con sus cadáveres delante aún calientes. El mensaje debe ser claro: o la gente se
arrodilla ante su nuevo rey o son ejecutados por traidores. Todas las políticas que estaban
desarrollado serán eliminadas. Además, todo culto a Rao y sus templos debe desaparecer. A
partir de ahora, los raoistas pasarán a estar perseguidos y aniquilados.

- ¿Vamos a empezar otra matanza, padre? - preguntó indignada Lena poniéndose en pie. Se
suponía que esa guerra la habían empezado para proteger a la gente, no para empezar otra
caza de brujas.

- Espero que no te hayas ablandado en estos meses con esa puta tuya. No olvides por qué
estás luchando. No olvides lo que esta gente le ha hecho a Terha.
- Lucho por la gente de Terha, para que tengan una vida mejor. No para empezar otra
carnicería.

- No digas tonterías. Luchas por tu familia y para devolver el trono a los terhanos. Más te
vale callar y obedecer. Tu boda con el príncipe Mon-El tendrá lugar justo después de la
coronación y abandonarás Terha para no volver jamás.

- Ya he dicho mil veces que no me pienso casar con él. - respondió cruzándose de brazos.

- Harás lo que debes o te encerraremos hasta que recapacites.

- Nada de lo que puedas hacer puede cambiar mi opinión.

- Estoy segura de que Lena solo necesita la motivación adecuada, Lionel. Siempre has sido
una sentimental. Sería una pena que la muerte de la princesa fuera lenta y agonizante. -
amenazó Lillian.

Lena la miró furiosa. No tenía ningún derecho de meter a Kara en medio.

- Siéntate, Lena. - ordenó su padre y Lena obedeció.

La reunión continuó sin que Lena volviera a abrir la boca, pero cada palabra que salía de la
boca de su padre le provocaba más y más rabia. Se suponía que ellos luchaban por la libertad
de Terha, pero su padre solo hablaba de matar y requisar.

Más unas horas más tarde, Lena se encontraba en uno de los corredores que daban a la plaza
observando el horroroso espectáculo que allí tenía lugar. Habían colocado un pequeño banco
de madera en el centro. Demos fue arrastrado por soldados de Daxam hasta arrodillarlo
delante del banco y pusieron su cabeza sobre él. Un hombre a su lado levantó una gran hacha
y la dejó caer sobre su cuello.

Bien, si su padre quería tener una ejecución pública de los Danvers y la Casa de El al
completo, ella iba a encargarse de que nunca lo tuviera.

Lena tenía muy claro sus motivos para luchar.

****

En cuanto tuvo la oportunidad, durante la noche, buscó a Alex en los almacenes de la


fortaleza, hasta el último rincón de ese laberinto subterráneo. Si Alex se había escondido en
algún lugar, seguro que sería por allí. Quizá su padre tenía más hombres, pero Lena había
pasado suficiente tiempo allí como para ser más eficiente que todos ellos juntos.

Cuando notó un golpe en sus costillas, supo que había acertado.

- Vengo a ayudar. - dijo defendiéndose de Alex.

- ¿Y por qué tengo que creerte?


- No tienes porqué, pero los soldados daxamitas y los de los Luthor están removiendo cada
centímetro de este lugar. Es cuestión de tiempo que te encuentren.

- ¿Y se supone que tú conoces un lugar más adecuado para esconderme?

- Te lo creas o no, así es. En la biblioteca, hay una sala secreta. Lo he preparado todo para
que te puedas instalar allí.

- ¿Por qué me ayudas?

- Porque mi padre planea ejecutarte junto con el resto. Quiere que sea todos al mismo tiempo.
Después planea hacer lo mismo que hicisteis vosotros. No lo voy a permitir.

- ¿Ahora estás de nuestro lado?

- No, sigo estando en el mismo bando de siempre. Ha resultado que este no es el de mi


familia.

- ¿Y cuál es?

- El de la gente. No dejaré que el miedo vuelva a invadir Terha, aunque tenga que pasar por
encima de mi propio padre.

Pareció que esa respuesta bastó a Alex porque la siguió. Lena siempre iba delante vigilando
los pasillos y cubriendo los pasos de Alex. La llevó hasta la biblioteca y le mostró el
mecanismo que abría la sala secreta. Entraron y cerraron la puerta tras ellas. Lena había
llenado la habitación con mantas y comida para mantener a Alex escondida allí.

- ¿Qué es este lugar?

- Os quería hablar de él, pero llegó mi familia. Vi a la Voz de Rao y a otro hombre entrando
aquí un día. Estoy segura de que encuentras estos documentos de lo más interesantes.

- ¿Qué son?

- Las pruebas de lo corrupto que es el reino ahora mismo y como el rey lo tolera.

- Eso es imposible. Eliminamos las mafias. - respondió a la defensiva.

- Míralo por ti misma. Yo me tengo que ir. - dijo dejando a Alex sola allí.

****

Después de estar trabajando, o fingir que seguía trabajando para sus padres, Lena fue a buscar
a Lex. Quería pedirle explicaciones sobre lo que había pasado en la reunión del día anterior.
Se suponía que Lex pensaba como ella, pero no había abierto la boca en todo el rato.

Lo encontró saliendo de la sala del trono junto con los daxamitas y sus padres.

- ¿Qué está pasando aquí? - preguntó confundida.


- Lena, te has perdido la reunión. - le respondió Lex.

- ¿Qué reunión?

- No estabas invitada. Hasta que no aprendas a comportarte, no tendrás lugar entre nosotros.
Os dije que seguía sin estar lista. - dijo su madre mirándola por encima del hombro. Lena
solo la miró con una rabia profunda.

- Lex, ¿podemos hablar a solas? - dijo ignorando al resto.

- Claro, vamos. - respondió él llevándose a Lena.

Llegaron hasta una pequeña sala apartado del ajetreo de soldados.

- ¿Qué pasa? - le preguntó Lex cuando estuvieron seguros que nadie podía oírlos.

- ¿Tú sabías lo que tramaba padre? - le preguntó enfadada.

- ¿A qué te refieres, Lena?

- A todo lo que tiene planeado hacerle a Terha.

- Solo intenta controlar la situación cuando antes y evitar revueltas. Sería una desgracia si el
reino se levantara en su contra.

- ¿Estás de acuerdo con sus métodos? - respondió indignada.

- No hay mejor manera. - dijo intentando hacer entrar en razón a su hermana.

- ¿Seguro? Porque matar a miles de inocentes no me lo parece.

- No seas dramática, Lena. Solo morirán los que se opongan a él.

- Claro, porque la gente estará quieta cuando le quiten el derecho a un médico que siempre ha
estado allí para cuidarlos.

- ¿Y qué propones, Lena?

- No hace falta ser tan radicales. Tiene que haber un punto medio.

- ¿Punto medio? ¿Entre los kryptonianos y los terhanos? No me hagas reír. Somos como el
agua y el aceite. No podemos llevarnos bien.

- Pues bien que eras amigo de Kal.

- Éramos niños. Eso está en el pasado.

- Pues ellos me han ayudado, he convivido con ellos y te sorprenderá saber que los Danvers
aún rezan a los antiguos dioses. Se puede encontrar un punto medio.
- ¿Y por qué no lo han hecho ya? Lena, has perdido la perspectiva por culpa de lo que sientes
por la princesa y te recomiendo que la empieces a olvidar ya. Búscate una sustituta rápido. -
le aconsejó.

- ¿Por qué?

- Padre ha decidido que continuará con la ejecución sin Alex. No quiere perder más tiempo.
En unos días, durante la coronación, ejecutará a todos los kryptonianos y a Eliza Danvers.

- No, tienes que estar de broma.

- Es la verdad, Lena. Tienes que olvidarte de ella. Era solo una usurpadora. No tenía ningún
derecho de tomar todo lo que ha tomado. Recuerda lo que le hizo a Gimina.

- No hables de ella en pasado. Todavía está viva.

- Pero no por mucho tiempo. Ve y despídete de ella. Te ayudará a pasar página. - dijo Lex
despidiéndose de Lena antes de desaparecer de la habitación.

- Lo lleváis claro si esperáis que me quede quieta viendo como la matáis. - murmuró
enfadada.

****

- Hombre, mira quién tiene el placer de honrarnos con su presencia. - dijo cínica Kara cuando
vio aparecer a Lena en la habitación dónde estaban Kal y ella encadenados. Después de que
Kal despertara y de que, entre los dos, casi rompieran las paredes de su celda, los encerraron
en ese agujero y los encadenaron.

- Entiendo que estéis enfadados conmigo, pero vengo a sacaros de aquí. - respondió
mostrando las llaves de las cadenas.

- Sí, primero nos drogas y después esperas que vengamos contigo. - contestó enfadado Kal.

- Van a ejecutaros en un par de días. Vengo a sacaros de aquí y a llevaros con Alex a un lugar
seguro.

- ¿Alex está bien? - preguntó aliviada Kara.

- Sí, venid conmigo y comprobadlo vosotros mismos. Literalmente, no tenéis nada que
perder.

- Está bien. - respondió Kal.

Kara y Kal la siguieron por los pasillos mientras Lena les contaba los planes de su padre. Por
poco no los pillan un par de veces, pero Lena fue lo suficientemente rápida para evitarlo. No
quedaba mucho para llegar a la biblioteca cuando se toparon de cara con un Lex sorprendido.

- Lena, ¿cómo se te ocurre? - la riñó enfadado cuando se dio cuenta de quién acompañaba a
su hermana.
- No voy a estar quieta mientras padre hace todo eso. - le respondió ella.

- Lena nos ha contado todo lo que planea hacer tu padre. ¿Estás de acuerdo con él? -
interrumpió Kal dando un paso al frente.

- Kal, cuánto tiempo. - lo saludó Lex con una mirada fría.

- Lex ayúdanos a parar esta locura. - le suplicó Kal.

- ¿Por qué debería? Vosotros hicisteis lo mismo.

- Tú sabes que yo nunca estuve de acuerdo con mi padre.

- Pero no dijiste o hiciste nada.

- Era un niño, Lex.

- Y ahora ya es demasiado tarde. - dijo dando por acabada la conversación con Kal. Miró a
Lena y añadió: - No te voy a cubrir, Lena. Diré a nuestros padres lo que has hecho.

- Bien, así me ahorro un matrimonio que no quiero. Prefiero estar muerta que amargada.

Lena pasó de largo a Lex y los dos kryptonianos la siguieron. Llegaron hasta la sala y
cerraron la puerta tras ellos. Alex los recibió con alegría.

- ¿Qué ha pasado? - preguntó Alex a Lena.

- Mi padre quería seguir adelante con la ejecución. No iba a estar de brazos cruzados.

- Pero ahora tú estás atrapada con nosotros. Si Lex les cuenta a tus padres lo que has hecho y
te encuentran, nos harás compañía en la ejecución. - dijo Kal. - Es cuestión de tiempo que
encuentren este lugar. ¿Dónde estamos de todos modos?

- En la sala de los horrores. - contestó Alex recibiendo miradas confusas. - Te hice caso,
Lena. He estado aprovechando el tiempo aquí. ¿Qué es lo que encontraste?

- La Voz de Rao y otros gobernadores se enriquecen a base de explotar y robar a la gente.


¿Por qué? - respondió Lena acercándose a los papeles que tenía Alex repartidos encima de la
mesa.

- Porque esto es solo una pequeña parte. Por ejemplo, he encontrado registro de captura y
venta de esclavos. - dijo señalando un puñado de hojas.

- ¡¿Qué?! - exclamaron Kara y Kal a la vez acercándose también.

- Mirad, esto son arrestos de gente acusada de traición o herejía. ¿Veis estos símbolos
dibujados? Ahora comparadla con esta lista de venta de mercancías. ¿Lo veis? Coinciden.
Algunos condenados han sido vendidos como esclavos a Krypton.
- No puede ser, Alex. Estos documentos están firmados por mi padre. Además, ¿Krypton no
prohibió la esclavitud?

- Tú padre es el principal proveedor de esclavos de Krypton que parece que solo tienen
prohibida la esclavitud de cara a la galería. Sus habitantes no saben que su economía se
sostiene sobre esclavos. He encontrado documentos en los que explica que la única intención
de Krypton para invadir Terha era para conseguir materias primas y esclavos. Todo este
tiempo, el reino ha estado funcionando con el dinero que nos daban a cambio de ellos.

- ¿Y qué pinta la Voz de Rao entonces?

- Sabe algún secreto del rey que solo ellos dos conocen, pero aún no he encontrado qué es. Le
hace chantaje al rey y este lo ayuda para seguir con su nivel de vida.

- Esto es demasiado, nada tiene sentido. - dijo Kal llevándose las manos a la cabeza y
sentándose en la primera silla que encontraba. - ¿Qué hacemos ahora?

- Por el momento, tenemos que encargarnos de los Luthor y los daxamitas. Tenemos que
echarlos de aquí. - afirmó Alex.

- ¿Qué tienes en mente?

- Kelly y la flota de los Lane no tienen que estar muy lejos. En teoría, acompañaban a los
daxamitas. Hay que saber qué ha sido de ellos. Tengo que llegar hasta Etón y mandarles un
mensaje, pero necesito una manera de entrar en la fortaleza para que puedan ayudarnos.

- Conozco un camino. - intervino Kara.

Alex fue sola en busca del halcón. Era demasiado arriesgado ir en grupo. Cuanto más fueran,
más riesgo corrían de ser encontrados.

Así que allí se quedaron los tres solos. Kal seguía en shock mirando un punto fijo de la pared,
mientras Kara se sentó a revisar los documentos que había señalado Alex.

- ¿Tú lo sabías? - preguntó finalmente Kara a Lena.

- Sabía que el reino era corrupto. Te lo dije hace meses. Pero no sabía que estaba tan podrido.
A mí también me ha sorprendido todo lo que ha encontrado Alex.

- ¿Y ahora qué? ¿Qué hacemos? No podemos dejar que los Luthor tomen el poder, pero
tampoco podemos dejar que el rey continúe con todo esto.

- Quizá podemos hacerle entrar en razón. - intervino Kal.

- Sí, claro. Porque dejará de hacer todo esto porque se lo pidáis “por favor”. - contestó Lena.

- Merece el beneficio de la duda. Quizá no sabe nada. Quizá lo han engañado como a
nosotros. - respondió Kal.

- Como veáis. Primero tenemos que evitar una batalla y una matanza. - dijo Lena.
- ¿Tienes algún plan? - le preguntó Kal.

- Bueno, no tengo nada en concreto. Podría drogar a los soldados que hay en la fortaleza para
cuando llegue la ayuda. Si consigo acceder al agua, no costará mucho. Aún me quedan dosis
de la que preparé para vosotros.

- Así que aceptas que nos drogaste. - gruñó Kara dolida.

Desde que Lena había aparecido en su celda, Kara prácticamente no había abierto la boca.
Estaba tan furiosa con Lena. Tenía la cara de aparecer y plantarse como si fuera su salvadora
cuando era su culpa que estuvieran cómo estaban. Cuando la morena les contó lo que
planeaban sus padres, sintió un regocijo en su interior. Más de una vez estuvo a punto de
decirle un: “Te lo dije.”. Y, después, con las noticias de Alex, volvió el dolor de sentirse
traicionada. Sentía asco de lo que había estado haciendo el rey y todo el resto con la gente.

- Lo hice para protegerte, así que no me vengas con rabietas de las tuyas. Si no lo hubiera
hecho, estarías muerta.

- Nos podrías haber avisado de las intenciones de los daxamitas.

- Kara, tú y yo estamos en bandos opuestos en esta guerra. Tarde o temprano, tenía que pasar
algo parecido y lo sabías. Cuando esto acabe, ya hablaremos con más calma.

- Si para cuando esto acabe alguna de las dos no está muerta. - la amenazó Kara.

- Yo pienso cumplir la promesa que te hice, Kara. Tú haz lo que quieras.

Alex llegando del exterior las interrumpió.

- Está hecho. Ahora hay que esperar, pero tenemos que planear algo para ayudarlos a llegar
hasta nosotros. La flota de los daxamitas ha colocado un bloqueo en el puerto.

- Tengo una idea. - dijo Lena y se sentaron todos a la mesa a escuchar lo que proponía la
morena.

****

Era oscuro en la noche cuando una gran cantidad de fuertes explosiones tuvieron lugar en los
barcos de la flota de los daxamitas. Esa era la señal para que los Lane se colara entre los
barcos y llegarán hasta la fortaleza entre la confusión.

Entrar por la puerta era una misión suicida, las murallas de la fortaleza eran infranqueables y
lo sabían. Kara había decidido sacrificar su lugar secreto y les indicó como llegar hasta la
cueva marina para colarse dentro. Estaban desembarcando en silencio, no querían alertar a
nadie de su presencia, pero había allí una treintena de soldados esperándolos. Sin embargo,
parecía que las drogas de Lena habían surgido efecto: apenas se podían mantener de pie y se
tambaleaban de un lado a otro. No fue difícil acabar con ellos y subir hasta la plaza donde los
cuatro los esperaban.
Otra oleada de soldados apareció, esta vez eran cerca de un centenar. Los soldados de los
Lane se quedaron cubriéndolos mientras ellos fueron a los calabozos a sacar a todo el mundo
de allí junto con algunos soldados de apoyo.

- Padre. - dijo Kal abrazando al rey. - Venimos a sacaros de aquí.

- Menos mal hijo que estás bien. Estaba preocupado. - le contestó el rey aliviado. - ¿Qué hace
la Luthor aquí?

- Nos ha ayudado, su majestad. - respondió Kara. - Tenemos que hablar sobre tráfico de
esclavos y corrupción. El reino está podrido.

- ¿De dónde sacas eso? La Luthor te ha comido la cabeza con sus mentiras. - respondió él a la
defensiva.

- Hemos encontrado documentos, papá. Están firmados por ti. Tú lo sabes. ¿Cómo has dejado
que pasara?

- No voy a tolerar que se ponga en duda mis decisiones. - respondió ofendido. - Ahora no es
el momento de hablar de esto. Hay que echar a los Luthor de aquí. - dijo apartando a su hijo
que se había puesto en medio para barrarle el paso, pero Kal lo agarró del brazo y lo trajo de
vuelta.

- Respóndeme, padre. - dijo sin soltar su brazo. - ¿Por qué?

- Solo son traidores, herejes o vagabundos. ¿Qué más da si acaban quedamos en la hoguera,
colgados de la horca o trabajando como esclavos? - gruñó enfadado.

- Espera, ¿vagabundos? ¿no todos eran delincuentes? - preguntó sorprendido Kal.

- Como si pudieras considerar que alguien es un delincuente solo por rezar a un dios que no
sea Rao. Basta de esta conversación sin sentido. Tenemos cosas que hacer. - dijo soltándose
de Kal.

Volvieron sobre sus pasos y empezaron a subir las escaleras de vuelta a la plaza. Los ruidos
de la batalla resonaban a través de las escaleras hasta que un fuerte sonido lo silenció todo.
Continuaron subiendo alarmados y encontraron a la mayoría de soldados, tanto los daxamitas
como los de los Lane, tumbados en el suelo. El edificio de los talleres tenía un agujero
humeante enorme.

- Tengo que felicitarte, Lena. Los explosivos que diseñaste son increíbles. - dijo Lionel
apareciendo espada en mano y, a sus espaldas, soldados de los Luthor, Lex y Lillian. - Quizá
sí que eras útil después de todo.

- Gracias, padre. Es una pena que solo me vieras como mercancía hasta ahora. ¿Dónde has
metido a los daxamitas? - se burló Lena.

- Esos cobardes han huido con el rabo entre las piernas. - gruñó entre dientes.

- Ríndete, Lionel. Estás acabado. - intervino Jor-El.


- No lo tengo muy claro. ¿Quieres apostar? - contestó Lionel levantando la espada en su
dirección.

- Que así sea. - dijo tomando la espalda que colgaba de la cintura de Kal que estaba a su lado.

- ¡Lex! - interrumpió Kal la discusión dando un paso al frente.

- ¿Qué quieres ahora, Kal? - dijo Lex dando un paso al frente colocándose al lado de su
padre.

- ¿Recuerdas ese día que fuimos a dar una vuelta por el lago? - le preguntó amartillando su
revólver y apuntando a Lex. - ¿Recuerdas la promesa que te hice? - continuó mientras Lex
amartillaba su revólver también y lo apuntaba de vuelta. - Pues sigo pensando en cumplirla. -
sonrió Kal y Lex le sonrió de vuelta.

- ¿Estás seguro de ello, Kal?

- Lo prometo con mi vida. No descansaré hasta que se cumpla.

- Espero que sea verdad.

Los dos se giraron en dirección a sus respectivos padres y apretaron el gatillo. El rey y Lionel
Luthor cayeron muertos en el suelo.

Chapter End Notes

Se acerca el final…
Parte 4 10/10
Chapter Notes

Y aquí acaba (en teoría) esta historia.

Después de que Lionel y el rey murieran, Kal y Lex tomaron el control de sus respectivos
bandos y decretaron una paz indefinida. La guerra había acabado.

Lex tuvo que encarcelar a su madre unos días para que se calmara. Además, tuvo que partir
hacia el norte junto a Lena para dar algunas explicaciones a sus aliados norteños.

Kal, por su parte, retiró el poder absoluto que tenía la Voz de Rao sobre la iglesia de Rao y
retiró la pena por herejía. La religión de los antiguos dioses y sus tradiciones dejaron de estar
prohibidas. Con la red de corruptos tenía más problemas, pero con la ayuda de Lena y Alex
estaban consiguiendo grandes avances.

Ambos líderes juraron trabajar para restaurar el reino y promover la tolerancia y convivencia
entre las dos religiones. Había días mejores que otros, no estaba siendo una tarea fácil. Eran
demasiados años de guerra a sus espaldas.

Ese día el clan Luthor había viajado de vuelta a la capital para asistir a la coronación del
nuevo rey.

La ceremonia no duró mucho. Tanto raoistas como los Luthor y sus señores norteños, los
líderes de los gremios, asistieron por igual. Kal fue nombrado rey bajo la gracia de Rao y de
los antiguos dioses y Kara ocupó su lugar como mano derecha del rey.

Esa misma noche, celebraron una cena privada en la residencia del rey donde asistieron Kal,
las hermanas Danvers, los hermanos Luthor, Kelly y algunos amigos cercanos más.

- ¿Algún día nos contaréis que pasó en el lago? - decía Alex.

- Nos encontramos una familia que iba a ser quemada viva por herejía. Fue al poco de que mi
padre empezara con eso. - empezó a explicar Kal.

- Yo estuve a punto de tirarme encima del fuego para sacarlos de allí. Esta cicatriz es de ese
día. - dijo señalando la fea cicatriz de una quemadura que le cubría el brazo.

- Yo se lo impedí. Le prometí que cuando fuera rey no iba a dejar que eso pasara.

- Una jugada arriesgada por parte de los dos. - reconoció Alex.

- Aún no había perdido la fe en esta cabeza hueca. - bromeó Lex.


- ¡Oye! Aunque sea tu amigo, sigo siendo el rey. Un poco de respeto. -rio Kal y el resto lo
acompañó.

Todos menos Kara que se levantó de la mesa y abandonó la sala seria. Llegó hasta los
corredores con vistas al mar y se apoyó sobre el marco donde se apoyaban las columnas rojas
y observó la luna y cómo su luz se reflejaba en el mar iluminando el barco en el que habían
llegado los Luthor.

- Buenas noches, desconocida. Hacía mucho que no nos veíamos. - dijo Lena a su espalda.

- Hemos estado ocupadas. - contestó Kara sin girarse. Lena se acercó y se colocó a su lado
imitándola.

- La guerra ha terminado. – dijo Lena.

- Y ahora queda lo más difícil.

Estuvieron un rato en silencio. Lena estaba allí por un motivo. Desde el ataque a la fortaleza,
Kara a penas le había dirigido unas pocas palabras y no lo soportaba más. Hacía semanas de
eso y quería recuperarla.

- Te echo de menos. - dijo girándose para ver su perfil. - ¿Algún día me perdonarás haberos
drogado ese día?

- El problema es que no fueron solo las drogas, Lena. - dijo Kara tranquila.

- ¿A qué te refieres?

- ¿Cómo supieron los daxamitas lo de la cueva? Entraron por ahí, ¿verdad? Cuando Alex me
contó que había aumentado la cantidad de palomas en la fortaleza, no le di mucha
importancia hasta que repasé los hechos. Te comunicabas con Lex. Les dijiste como entrar y
atacaron. - repasó Kara. No tardó mucho en deducir todo aquello después de que acabara la
batalla. Al final, no era tan idiota como Lena se pensaba. La morena no contestaba. - ¿No
tienes nada que decir?

- Ya lo has dicho tú. ¿Qué más quieres que diga?

- Me usaste para conseguir información. Me asustaste para tener libertad de movimientos


aquí dentro. Solo era un juguete para ti para conseguir lo que querías y Jeremiah ha muerto
por ello. Ya puedes dejar de fingir que sientes algo por mí. El teatro ya se ha acabado.

- No he fingido nada de lo que siento por ti. - respondió Lena ofendida. - Te dije en el norte
que no podía estar contigo porque sentía que estaba jugando contigo. Te lo dije a la cara y
preferiste obviarlo.

- ¿Qué mierda excusa es esa, Lena? ¿Desde cuándo lo tenías planeado? - respondió enfadada
Kara mirándola por primera vez esa noche. Lena suspiró. Tenía que contárselo todo ahora y
rezar para que la rubia la perdonara.
- ¿Recuerdas cuando nos pillaron durante el solsticio? ¿Recuerdas que me dieron un
ultimátum? Pues era este. Tenía que dejar que me capturaran y me arrastraran hasta aquí,
conseguir información a tu costa y darles vía libre para que entraran. - dijo de carrerilla e hizo
una pausa al ver el dolor en los ojos de Kara. - ¿Te piensas que fue fácil para mí? Te amo,
Kara. - añadió enmarcando la cara de Kara con sus manos y acercando su rostro hasta el de la
rubia. - Me mataba lo que te estaba haciendo, pero era una necia y creía en mi familia.
Cuando me di cuenta de la realidad, intenté reparar mis errores.

- Demasiado tarde. - respondió apartándose de Lena de un golpe. - Te he perdonado una y


otra vez tus traiciones. Y estoy cansada. ¿Cómo voy a volver a confiar en ti?

- Kara, por favor, ya no hay nada que nos impida estar juntas. La guerra ha acabado, todo ha
acabado ya. - contestó intentando acercarse de nuevo a Kara, pero la rubia le dio la espalda y
se marchó.

- Exacto, lo nuestro ha acabado.

¿FIN?
Parte 5 1/6

- ¡Lena!

Las puertas del despacho de la morena se abrieron de par en par entrando una Kara furiosa a
la habitación. Lena la recibió sentada desde su mesa donde, hasta hacía unos segundos, estaba
trabajando. Kara se detuvo a unos metros de la morena con las manos sobre las caderas.

- ¡Vaya! ¿A qué debo el placer de tu visita? - le dijo la Luthor fingiendo sorpresa, aunque no
podía evitar que se le escapara la risa entre los dientes.

- ¿Se puede saber por qué mi habitación está llena de flores? - la acusó Kara.

- No sé de lo que me hablas. - respondió Lena apoyándose contra el respaldo de su silla.

- No vas a conseguir que te perdone con unas simples flores. - respondió Kara acercándose
hasta la mesa y golpeándola con las palmas de las manos.

- Bueno hacía semanas que no me dirigías la palabra. - señaló Lena encogiéndose de


hombros. - Por lo menos he conseguido que me vengas a ver. Yo lo veo como una pequeña
victoria.

Kara se quedó parada mirándola con la boca abierta. Quizá era el momento de irse antes de
que Lena se volviera a llevar otra. Dio media vuelta y se acercó a las puertas que había
dejado abiertas de par en par. Se paró allí y volvió a hablar de espaldas a la morena.

- ¡No lo vuelvas a hacer! Que sepas que las pienso quemar todas. - respondió antes de
desaparecer.

- Las flores desprenden perfume cuando las queman. Qué lo disfrutes. - gritó para que la otra
la pudiera oír.

- ¡Pues las tiraré al mar! - se oyó la voz de la rubia a través de los pasillos.

Lena volvía a estar sola en su despacho disfrutando del momento unos instantes, pero tenía
que continuar con su trabajo.

Una sonrisa adornaba su cara. Realmente su plan había funcionado mejor de lo que esperaba.
Llevaba un par de semanas viviendo en el viejo palacio real de la capital y la rubia ni tan
siquiera la había ido a recibir junto con Kal y Alex, cosa que la decepcionó en su momento.
De hecho, no habían vuelto a hablar desde la noche de la coronación, sin contar las reuniones
del consejo, hasta esa mañana.

Hablando de reuniones del consejo, esa tarde tenían otra y realmente necesitaba haber
acabado con los papeles así que se volvió a centrar en ellos.

*/*/*/*
- ¿Se puede saber qué haces? - preguntó Alex mirando confundida a Kara.

Alex acababa de entrar en la habitación de Kara porque estaban lloviendo flores sobre la
residencia de los Danvers que volaban desde ese piso.

Kara, en ese momento, tenía cargadas en sus brazos una cuarentena de flores que arrojó por
el balcón de su habitación.

- Limpieza. - contestó simplemente Kara mientras iba a coger la siguiente tanda.

- ¿De dónde han salido todas estás flores? - preguntó sorprendida Alex.

- Lena. - contestó secamente Kara tirando la siguiente tanda por el balcón.

- ¿Todavía no la has perdonado?

- No, ni pienso hacerlo. -aseguró Kara cargando la tercera tanda en sus brazos.

- Venga, ni que hubiera sido la primera vez que Lena te drogó. - bromeó Alex.

- No quiero hablar del tema. No quiero saber nada de ella. - gruñó mientras tiraba las flores
con fuerza hacía el exterior.

- Pues contando que se va a pasar un buen tiempo en la capital, lo tienes claro. - rio Alex
apoyándose contra el marco de la puerta.

- ¿Qué? - preguntó Kara sorprendida deteniéndose en seco. - ¿Cuánto tiempo va a estar aquí?

- Pues seguramente para siempre. Es el enlace con Lex y el norte. ¿Es que no estás atenta en
las reuniones?

Kara sintió un pinchazo en su interior. No quería seguir viendo a la morena. No después de


todo el daño que le había hecho. Lo peor es que una parte de ella estaba dando saltos de
alegría.

- Suelo desconectar cuando el tema incluye a Lena. - contestó Kara encogiéndose de hombros
y reanudando su faena fingiendo indiferencia.

- Pues ya puedes empezar a planear como tragarte ese enfado y pronto. Te recuerdo que hay
reunión esta tarde y Lena va a estar.

- ¿Va a ser muy habitual que esté en las reuniones? - bufó Kara.

- Claro, te repito que es el enlace con el norte.

- Pues ya puedes ir comprando muñecos para entrenar. Vamos a necesitar muchos


reemplazos.

- Mientras te desfogues solo con ellos… ¿Bajarás a comer conmigo? - le preguntó


incorporándose de nuevo.
Kara se detuvo de nuevo para contestarle. Entonces se dio cuenta de la ropa que llevaba Alex.
Ese no era su uniforme.

- ¿De dónde vienes? - preguntó Kara frunciendo el ceño.

- Vengo de rezar a Tire.

- ¿Dios de?

- La paz.

- Cierto. - contestó Kara secamente.

- ¿Tienes algún problema con ello?

- Simplemente me parece curioso que te pasees por la capital rezando a los dioses antiguos
cuando hace unos meses perseguías a los herejes.

- Era mi deber, Kara. No tenía elección. - se defendió Alex.

- Lo que tu digas. Al final, yo solo era la idiota que cayó en vuestros juegos, ¿no? - respondió
Kara dolida.

Alex negó con la cabeza y dio media vuelta.

- Mira, cuando se te pase el enfado con Lena, me avisas para saber que ya se puede hablar
contigo. Y recoge todas las flores que estés tirando por ahí. No pienso dejar que lo recojan
los sirvientes. Es tu problema.

Kara solo gruñó como respuesta antes de que Alex se fuera.

- ¡Fantástico! ¡Gracias, Lena!

*/*/*/*

Cuando Kara entró en la sala de reuniones del consejo, ya estaban todos sentados alrededor
de la gran mesa esperándola.

Para ser un sitio tan importante, la sala era muy estrecha y simple. A penas había espacio para
el mueble. Además, aquella debía ser la única sala en toda la fortaleza que no tenía frescos
pintados en las paredes doradas. Había unas grandes ventanas a un lado por donde entraba
toda la luz y permitían que el interior se ventilara.

- Perdón por la tardanza, tenía que deshacerme de unas flores. - dijo con algo de sorna
mirando un instante a Lena.

- Vaya, ¿de algún admirador secreto? - preguntó Kal curioso.

- De una admiradora que no entiende un “no” como respuesta. - respondió Kara con desdén.
- Yo diría mejor que no se da por vencida. Debe ser muy persistente. - añadió Lena que
recibió una mirada asesina de Kara, mientras Kal las miraba alternativamente sin entender
nada.

- Persistente, no. Pesada, sí. Como continúe así, la voy a detener por acosar a la princesa de
Thera. - la amenazó la rubia.

- Majestades, tenemos asuntos urgentes que tratar. - intervino uno de los hombres del consejo.

- Cierto, empecemos. - contestó Kal.

Se sentaron los que todavía quedaban de pie. Por aquel entonces, el consejo estaba formado
por antiguos miembros del reinado de Jor-El y gente de la confianza del nuevo rey. Todavía
se tenían que acostumbrar los unos a los otros, lo que solía provocar más de una discusión
durante sus reuniones.

- Ha habido otro ataque a uno de los templos híbridos del sector norte de la ciudad. - informó
una mujer.

Los templos híbridos eran antiguos templos que, antes de la llegada de los kryptonianos,
estaban dedicados a los antiguos dioses y habían pasado a ser raoistas después. Con el
reinado de Kal y la legalización de la antigua religión, esos templos ahora pertenecían a
ambas religiones al mismo tiempo.

- Esos templos son un foco de problemas. - añadió uno de los nobles que más se había
opuesto a la legalización de la antigua religión. - Con todo el respeto, la religión a los
antiguos dioses es una barbarie. - contestó el hombre mirando directamente a Lena. - Ahora
que los herejes no paran de salir de sus escondites es el momento de convencerlos para que
vuelvan al buen camino.

- Con todo el respeto, el Raoismo me parece una religión muy insulsa y aburrida. - respondió
Lena. - De hecho, esos “bárbaros” están construyendo un hospital en la capital porque sois
incapaces de curar vuestras propias enfermedades. - se burló.

El hombre abrió la boca para contestar a Lena.

- ¡Suficiente! - gritó Kal golpeando la mesa. - Los que no sepan comportarse en las reuniones
serán expulsados de forma permanente. ¿Queda claro? - preguntó mirándolos a los dos.

La sala se hundió en un profundo silencio. El hombre bajó la mirada a la mesa mientras Lena
lo seguía mirando de forma burlona.

- ¿Cómo van las obras, Lena? - preguntó Kal reanudando la reunión.

- Van bien de momento. Prácticamente tenemos la mayor parte hecha. Faltan algunas
consultas, despachos, medicinas y herramientas. He hecho una lista con lo más urgente.
Había pensado en convertir parte de los jardines en invernaderos para cultivar lo más
indispensable.
A partir de ahí, la reunión continuó con más o menos tranquilidad hablando de diferentes
temas. Al cabo de un par de horas, los miembros abandonaban la sala dejando solos a Kal,
Lena y Alex.

- Lena, tienes que controlarte. No puedes rebajarte a su nivel. - le decía Alex. - No vas a
conseguir que cambie de opinión. Su hijo murió hace siete años por vuestra culpa. - le
explicó.

- Lo sé, Alex. - suspiró la Luthor. - Pero no soporto que nos llame salvajes cuando lo único
que tenemos previsto hacer es ayudar.

- A mí lo que me preocupa es otra cosa. - intervino Kal serio. - ¿Creéis que serían capaces de
derrocarme?

- ¿Por qué crees que iban a intentarlo? - preguntó Alex.

- Tenemos previsto eliminar a todos los que participaban en el tráfico de esclavos, dinero…
No sabemos hasta dónde llegan sus contactos. Quizá todos los del antiguo consejo formaban
parte.

- ¿Y a quién iban a poner? ¿A Kara? Krypton no aceptaría un rey que no fuera kryptoniano
para Thera. - le recordó Alex.

- Krypton estará contento mientras le lleguen los esclavos. Quién se los envíe, no le importa.
- respondió Lena con asco.

- Entonces los que deberíamos preocuparnos somos nosotros. - contestó Kal. - ¿Habéis
conseguido resolver el código?

- Sí, pero solo sirve para algunos documentos de la Voz. El resto siguen encriptados. -
lamentó Lena.

- ¿Cómo está yendo con el esclavo daxamita?

- Muy bien la verdad. Brainy es un genio. Es una suerte que los daxamitas se lo dejaran atrás
cuando salieron por patas.

- ¿Es de fiar? - preguntó Kal preocupado.

- No tendría por qué traicionarnos. - respondió Alex. - Aquí es libre, ha dejado de ser un
esclavo gracias a nosotros. Se siente en deuda por ello.

- Bien. ¿Lena vuelves ahora a la capital? - preguntó Kal.

- No, me quedaré un rato con Brainy a ver si conseguimos descifrar algo más.

- ¿Alex?

- Alguien se tiene que encargar de tu ejército. Estaba un poco desorganizado después del
ataque. Kelly y los Lane se están haciendo cargo de la marina.
- Pues visto que lo tenéis todo bajo control me iré a hacer mis tareas yo también. ¿Sabéis
dónde está Kara? En teoría, teníamos reunión ahora. - preguntó el hombre confundido.

- Seguramente ha salido corriendo en cuanto ha podido. Estaba un poco enfadada cuando ha


llegado. - respondió Alex.

- Me he dado cuenta. ¿Qué has hecho esta vez? - dijo Kal mirando directamente a Lena.

- ¿Yo? Nada. Solo he tenido un detalle con ella. - contestó despreocupada mirando algo en
sus manos.

- Detalle dice. - rio Alex. - Creo que tu plan no ha salido muy bien.

- Al contrario, querida. Por primera vez hoy, ha bajado a la ciudad para hablar conmigo. - dijo
victoriosa.

- ¿Aún no lo había hecho? - preguntó Kal sorprendido.

- Lleva ignorándome desde que llegué.

- No la culpes. - intervino Alex. - Yo me sentí traicionada con lo que hiciste. No me quiero


imaginar cómo se siente Kara contando que lo conseguiste a su costa.

- Lo sé, lo sé. - suspiró Lena.

-Dale tiempo. Dudo mucho que mi prima dure mucho más tiempo enfadada contigo. -
contestó Kal levantándose de su silla y colocando una mano sobre el hombro de la Luthor.

*/*/*/*

Kara se paseaba por el puerto. A esas horas de la tarde estaba a rebosar de gente cargando
mercancías, paseando con tranquilidad o artistas callejeros. Nunca le había gustado tanto
como ahora perderse entre la muchedumbre. Se distraía de todo. Podía simplemente observar
a la gente a su alrededor: analizarlos, inventarse sus oscuros secretos. Eso hacía que olvidara
lo estúpida que se sentía por lo que Lena le había hecho, cómo había jugado con ella. Se
había aprovechado de sus sentimientos para poder entrar en la fortaleza. Jugó con ella y lo
peor de todo es que ella, como una idiota, seguía enamorada de ella como desde el primer
día. Y eso la hacía hervir de rabia.

Un hombre pasó por delante cargando un ramo de flores parecidas a las que Lena le había
dejado en la habitación. Sintió la ira subiéndole hasta la garganta. Era mejor ir a distraerse en
otro lugar.

Se adentró en las calles de la ciudad. Allí no había tanta gente, pero la suficiente como para
entretenerse. Logró ver como uno de los grupos de artistas que antes estaban en el puerto
entraban en un pequeño local con un cartel donde ponía “Kandor”.

Los siguió con curiosidad. Al abrir la puerta, descubrió una especie de oscura taberna con un
pequeño escenario en el fondo. Allí un grupo de malabaristas jugaban con fuego. Se quedó
hipnotizada por el movimiento de las llamas. Quizá allí conseguiría un poco de diversión. Se
sentó en una de las mesas que había en una esquina para poder observar el espectáculo sin ser
molestada.

Al cabo de un rato, un chico se le acercó cargando con una jarra llena de líquido.

- Majestad, es un honor que este en nuestro local. - dijo teatralmente haciendo una reverencia.
- ¿Quiere un poco de nuestra mejor cerveza?

- Oh, no, gracias. A estas horas no debería beber.

- Insisto. - sonrió el chico. - Invita la casa. Ya verá cómo le gusta. Es la mejor que puede
encontrar en toda la capital.

- Seguro que todos dicen lo mismo. - rio Kara.

- Estoy seguro de ello. - rio también el muchacho. - Mi nombre es Barry. Si desea otra, solo
hace falta que me avise.

Sin decir nada más, puso la cerveza delante de Kara y se alejó de vuelta al trabajo.

Kara examinó el vaso y su contenido. Tenía una capa de espuma blanca que cubría todo el
líquido. La jarra era de una madera oscura que no le dejaba ver el contenido. Intentó olerla un
poco de cerca, pero la espuma salió disparada a su nariz que quedó cubierta de blanco.
Rápidamente se limpió esperando que nadie la hubiera visto.

Volvió a examinar el vaso. Acercó el recipiente a sus labios y lo volcó lo suficiente como
para que la espuma cubriera por encima de sus labios y la cerveza llegara a su boca.

Estaba extremadamente amarga. Apartó el vaso rápido y se limpió los restos de espuma.
¿Cómo podía la gente beber eso?

Centró su atención en el escenario de nuevo con el regusto de la cerveza en la boca. Al cabo


de unos minutos, sintió ganas de probarla de nuevo. Quizás no le había gustado porque no se
esperaba tanto amargor.

Este segundo trago no le pareció tan amargo como recordaba, pero seguía sin gustarle. Así
que abandonó la cerveza a su suerte en la mesa aceptando que aquello no era para ella.

Para el sexto sorbo que le daba, empezó a darse cuenta que le gustaba más y más. Cuando se
le acabó la jarra pidió otra.

- Aquí tiene, majestad. - le contestó Barry mientras colocaba la jarra encima de la mesa de
Kara.

- Por favor, nada de “majestades”. Solo soy un cliente más. Llámame Kara.

- Como quieras, Kara. - sonrió el chico.

- Gracias, Barry.
El leve entumecimiento que le provocaba la cerveza combinado con la música que ahora
llenaba el local la alejó de Lena. Disolvió la nube de pensamientos que invadía su mente y,
por fin, pudo centrarse en otra cosa que no fuera Lena o sus problemas en la corte. Por unas
horas estuvo relajada sin que le importara nada más, distraída con los diferentes artistas que
pasaban por ese escenario.

- ¡Chavales tenéis que ir a ver la que están liando! - entró gritando un hombre al local. - A ver
si estos norteños entienden que no son bienvenidos al sur.

A Kara le costó un poco procesar la información. Norteños igual a norte, norte igual a guerra,
guerra y norte igual a Lena. Lena no era bienvenida al sur.

Kara se levantó rápido y se lanzó sobre el hombre que había entrado gritando agarrándolo por
la camisa y zarandeándolo.

- ¡Explícate! - gruñó.

- Majestad, no es nada. Una pequeña broma que le están gastando a la Luthor.

- ¡¿Dónde?!

- En el antiguo palacio.

Kara cogió lo poco que llevaba con ella y salió disparada por la puerta. En el exterior, era casi
de noche ya. Prácticamente corrió por las calles hasta llegar a las puertas principales del
antiguo palacio. Allí no parecía estar pasando nada.

Un fuerte golpe se oyó de uno de los laterales seguido de gritos. Provenía del ala del antiguo
palacio donde se estaba construyendo el hospital. Se dirigió hasta allí y se encontró con una
gran estatua con símbolos de algún antiguo dios tirada en el suelo rota. Había una multitud
rodeando la piedra que vitoreaba con fuerza.

- ¡¿Qué demonios está pasando aquí?! - gritó cruzando el círculo de gente y colándose dentro.
Un par de hombres estaban en el centro celebrando la caída del monumento.

- Majestad, solo limpiamos las calles de esta basura. - se dirigió a ella uno de los hombres. -
La Luthor se ha pensado que puede llenar nuestras calles con su herejía.

- ¿De qué estás hablando? - preguntó Kara.

- Esto lo han colocado esta mañana. - dijo el hombre señalando la estatua. - Pero no se
preocupe, majestad, nosotros la ayudaremos a eliminar a estos herejes.

- Herejes o no son ciudadanos de Thera y no se les puedo agredir, ni a ellos ni a sus


propiedades. - respondió Kara cubriéndose la cara con su mano en señal de derrota. No sabía
si detenerlos o simplemente darles un escarmiento.

Sea como sea, pareció que el hombre malinterpretó sus gestos.


- Lo sabemos, majestad. Es un insulto para nuestra fe. Usted ha luchado tanto por Rao. Hizo
un gran trabajo en Gimina.

- ¿Cómo? - preguntó Kara frunciendo el ceño volviendo a mirar al hombre.

- Aunque algunos digan que fue una vergüenza, nosotros siempre la hemos apoyado. No nos
dejamos engañar por toda esa propaganda pagana.

Kara se acercó al hombre invadiendo su espacio personal.

- Los norteños, adoren a los dioses que adoren, son ciudadanos de pleno derecho de Thera.
Así que ni tú ni ninguno de estos energúmenos tenéis derecho a destruir su propiedad.
¿Queda claro? - respondió amenazante.

- Pero, majestad, nosotros pensábamos que… - contestó con miedo el hombre retrocediendo
un poco intentando separarse de Kara. La rubia lo agarró con fuerza del brazo y apretó. Una
mueca de dolor cubrió el rostro del hombre.

- Pensabais mal. Largaos antes de que decida que es mejor meteros en una celda. - le susurró
en el oído antes de lanzarlo lejos. - Hasta aquí ha llegado el espectáculo. Cada uno, a su casa.
- gritó a la multitud que no tardó en dispersarse.

- ¿Qué ha pasado aquí? - oyó una voz acusadora a sus espaldas.

- Lo que me faltaba. - se quejó la rubia todavía sin buscar a la propietaria.

- Kara, ¿me puedes explicar que es todo esto? - dijo Lena agarrándola del brazo para hacer
que se girara.

- Dímelo tú. ¿Cómo se te ocurre poner esta estatua de… de…? - dijo señalado el pedazo de
piedra en el suelo.

- Iza. - respondió con los brazos cruzados.

- Me da igual Iza, Amate o el que sea. ¿Cómo se te ocurre poner una estatua de un dios
antiguo en medio de la capital?

- Básicamente porque el hospital va dedicado a ella.

- Sabes lo difícil que está siendo la convivencia. ¿Puedes dejar de echarle leña al fuego? - se
quejó Kara.

Lena respiró profundamente totalmente seria.

- ¿Has sido tú? - preguntó la morena.

- ¿Perdón? - preguntó sorprendida Kara.

- ¿Has sido tú quien ha tirado la estatua? - repitió Lena.


- ¿Me lo estás preguntando en serio? - rio dolida Kara.

- ¿A ti que te parece?

- Que no me puedo creer que después de todo pienses que soy capaz de esto. No soy como tú.
- respondió Kara tranquila para después alejarse de vuelta a la fortaleza.

- Yo por lo menos no falto a mis reuniones. - le contestó a la espalda de la rubia.

Lena suspiró mientras se alejaba. Miró la estatua en el suelo con dolor. Quizá era mejor
esperar antes de volver a colocarla en su lugar. Echó un vistazo a su alrededor y no encontró
más daños en la fachada. Luego entró. A su paso iban saliendo de sus escondites algunos
trabajadores.

- ¿Ya se han ido, señora? - le preguntó con algo de miedo una mujer.

- ¿Quiénes? - respondió Lena.

- Los hombres que nos ha atacado.

*/*/*/*

- ¿Seguro que no quieres descansar? Llevamos horas aquí encerrados y tus capacidades
mentales han decaído drásticamente en la última semana. - preguntó Brainy observándola
fijamente.

Brainy y Lena estaban repartidos por la sala secreta de la biblioteca trabajando en descifrar
los malditos documentos de la Voz.

- Estoy bien. Solo un poco cansada. Llevamos aquí muchas horas. - respondió Lena
desperezándose en su silla.

- Según mis anteriores observaciones, el cansancio no debería tener unos efectos tan
pronunciados. Sin embargo, como antes he expresado, tu capacidad de concentración,
analítica y racional han disminuido de forma alarmante. Así que o algo te preocupa o estás
enferma. En cualquiera de los dos casos hay solución, pero deben ser tratados.

- Quizás estoy un poco preocupada. - aceptó Lena.

- ¿Algo relacionada con la princesa Kara? He observado que el estado mental de la princesa
ha empeorado recientemente también.

- Discutimos la semana pasada.

- No soy muy experto en las relaciones socio-afectivas, pero creo haber observado que la
princesa puede ser una buena interlocutora y entre vosotras existe un vínculo. ¿Por qué la
situación es tan grave?

- Porque no me perdona y no me quiere dirigir la palabra. Ella también es muy terca.


- Siempre puede ir a buscarla directamente a su residencia. Como has dicho, llevamos
muchas horas aquí metidos. Mañana podemos reanudar nuestras investigaciones. - sugirió
Brainy.

- Está bien, Brainy. Tienes razón. - asintió Lena. - Iré a ver si puedo encontrarla.

Ordenó los papeles en los que había estado trabajando todo el día y salió de la habitación
secreta.

Desde el intento de golpe de estado de los Luthor y la coronación de Kal, la Luthor había
pasado muchas horas en esa habitación recopilando toda la información posible sobre las
redes de contrabando de esclavos y materias primas. A pesar de tener suficientes pruebas para
detener a unos cuantos gobernadores, seguían sin tener lo suficiente para atacar directamente
a alguien del nivel de la Voz de Rao. Así que de momento no habían tomado cartas en el
asunto. Todo lo que parecía contener información sobre él estaba excelentemente cifrado. Si
no fuera porque jugaba en su contra, Lena sentiría una gran admiración por tal obra. Ahora
no podía hacer más que odiarlo con todas sus fuerzas.

Después de salir de la biblioteca y bajar las escaleras que la conducían al patio central de la
fortaleza, llegó a la puerta de la residencia de los Danvers. Ya era de noche y, con el final del
verano, empezaba a refrescar. Seguramente Kara ya estaría en casa.

Llamó a la puerta y un sirviente le abrió y la acompañó a la sala donde recibían invitados. La


misma donde se encontró aquel día con la Voz de Rao. Un escalofrío recorrió su espalda.

- Lena, ¿alguna buena noticia? - la recibió Alex.

- Para nada. - contestó derrotada.

- Entonces, ¿vienes por Kara? Sabes que no te quiere ni ver.

- Me he dado cuenta. - suspiró Lena. - En la última semana no me la he cruzado ni una vez.


Parece que sabe constantemente donde estoy para poder evitarme.

- Más o menos. - rio Alex. - No lo voy a negar.

- ¿En serio? - preguntó sorprendida Lena.

- Está muy dolida, más que antes. ¿Has hecho algo más?

- La acusé de destruir una estatua de Iza.

- Lena… ¿Por qué?

- ¿Y yo qué sé? Estaba allí, al lado de la estatua, y sabes cómo es Kara cuando se enfada. Por
eso vengo a pedirle perdón, otra vez. ¿Puedo verla?

- Se fue hace unas horas. Kal la llamó con urgencia. Creo que ha pasado algo. Espero que no
tarde en llegar. ¿Quieres esperarla conmigo?
- ¿No te causaré problemas?

- Ya estoy en medio. - dijo Alex haciendo un gesto para que la siguiera fuera de la sala. - Lo
mejor para mí ahora mismo que es arregléis las cosas y me dejéis en paz. No sabéis lo
pesadas que estáis las dos.

- Perdón. - respondió avergonzada Lena. - ¿Kara también?

- También, Lena.

- ¿Crees que algún día me va a perdonar?

- Dale tiempo. Solo está dolida. Iba a cenar, ¿te apuntas? - preguntó Alex justo antes de girar
en un pasillo que conducía a algunas habitaciones que no conocía.

- Claro. ¿No vamos al patio? - preguntó confundida.

- No, hace demasiado frío ya. Ya estamos empezando a preparar las habitaciones para en
invierno. - dijo Alex señalando unas placas de madera apiladas por los pasillos.

- Vaya, ¿y Kara duerme arriba en invierno?

- Sí. No hay quién la saque de allí. - respondió Alex entrando en una sala donde en el centro
había una mesa sobre una alfombra parecida a la que había en el patio donde solían cenar los
cuatro. Alex y Lena se sentaron alrededor mientras los sirvientes empezaban a prepararlo
todo. - El primer año tuvimos que subir a quitar la cama exterior porque seguía durmiendo
allí y enfermó. Desde entonces, una vez al año la encerramos en algún sitio, preparamos la
habitación para el invierno y escondemos todos los muebles de la terraza para que no los
pueda volver a colocar. - rieron Alex y Lena.

- ¿Por qué será que no me sorprende?

Siguieron charlando un rato más mientras cenaban. Alex le preguntó a Lena sobre las obras
del hospital. Prácticamente estaban acabadas. Solo faltaban algunos detalles. También
hablaron sobre diferentes modos de descifrar los documentos. Apenas se habían empezado a
llevar la cena a la mesa cuando Kara entró por la puerta.

- Vaya, ¿por qué no me sorprende? - gruñó Kara mirando fijamente a Alex.

- Quiero hablar contigo. - respondió Lena poniéndose de pie.

- Pues yo contigo, no. - respondió esta vez mirándola. - Pero ya que estás aquí, te enterarás de
las nuevas noticias. Acaba de llegar un embajador de Krypton preguntando por el golpe de
estado, la muerte de Jor-El y el próximo envío de esclavos.

- ¿Qué le habéis dicho? - intervino Alex.

- Hemos dejado en claro que todo está bajo control. Un kryptoniano está en el poder y se ha
acabado la guerra con el norte. Sobre los esclavos, hemos quedado en empezar a negociar
mañana.
- ¿No estaréis pensando en darles esclavos? - preguntó Lena alterada.

- No, Lena. Solo intentábamos ganar tiempo para pensar en algo. Voy a pedir que me lleven
la cena arriba. Qué descanses, Alex. - dijo Kara antes de desaparecer por la puerta.

Alex y Lena se quedaron mirando la una a la otra hasta que la Luthor suspiró.

- Ve tras ella o nunca conseguirás que te perdone. - le dijo Alex.

Lena asintió y se levantó en busca de Kara. Estaría en su habitación así que fue en esa
dirección.

A medio camino se la encontró hablando con algunos sirvientes, pero cuando la rubia la vio,
le dio la espalda y continuó su camino.

- Espera, Kara, por favor. - pidió agarrándola del brazo cuando estuvo a su alcance.

- ¿Para qué? ¿Para qué vuelvas a acusarme de algo? Después de todo, resulta que soy la gran
heroína de Gimina. - dijo soltándose del agarre de Lena y continuando su camino. Lena la
seguía de cerca hasta llegar al patio donde estaban las escaleras que llevaban a la habitación
de Kara.

- ¿De qué hablas? He venido a pedirte perdón.

- Hecho. Ya te puedes ir.

- No.

- ¿No?

- Kara, por favor. Escúchame. - le rogó Lena. - Sé que me equivoqué mucho.

- ¿Cuándo? ¿La semana pasada cuando me acusaste de destrozar una estatua de Iza o los
últimos meses mientras jugabas conmigo?

- Las dos. Nunca quise hacerte daño.

- Ya, se notaba. ¿Sabes qué? Déjame en paz. No quiero saber nada más de ti. Desde que te he
conocido solo me han pasado desgracias y ahora, además, tenemos a Krypton encima.
Lárgate de mi casa. - gruñó Kara haciendo énfasis en el “mi”.

- No eres una Danvers, te recuerdo.

- No, soy una kryptoniana, hija de unos padres que no llegué a conocer por una guerra contra
los vuestros. ¿Quieres más motivos para que te eche?

- Tranquila, ya me conozco el camino. Adiós, Kara. Qué descanses.

Kara se quedó viendo como Lena volvía tras sus pasos hacia la salida del edificio. Miró el
patio. En el centro, había un maniquí de entrenamiento. En dos golpes cargados de furia, lo
rompió por la mitad.

Suspiró. Había alguien en la casa con quien había llegado lista para disculparse.

Volvió sobre sus pasos en dirección al comedor. Alex estaba sentada ya comiendo sola.

- ¿Se ha ido Lena? - preguntó Alex.

- Sí, eso creo. Oye, Alex, lo siento. Últimamente lo pago todo contigo.

- ¿Tanto problema tienes con que rece a los antiguos dioses?

- No puedo evitar seguir sintiéndome traicionada.

- Kara… No sé qué decir…

- No hace falta que digas nada.

- Kara, sí hace falta. No quiero perder a mi hermanita. Escúchame. Sé que es raro e hipócrita
de mi parte. Esconderte esa parte de mí me dolía, Kara. - explicó Alex triste. -Quería
compartir con el mundo quién era, pero estaba prohibido. Era herejía. Tuve que hacer cosas
horribles a gente con la que quizás hacía unas semanas había compartido ritos. Todavía tengo
pesadillas con ello.

La mayor se quedó con la mirada perdida en algún punto de la mesa.

Kara suspiró y se sentó en un lado de la mesa.

- ¿Tienes comida para dos? - preguntó Kara.

- Sí, habían servido comida para Lena. - dijo señalando los platos.

- Pues me lo voy a comer yo.

Alex rio como respuesta.

- Tengo que contarte otra cosa. He estado dando vueltas a algo. - dijo la mayor pensativa.

- ¿Es algo grave?

- Estaba pensando en pedirle matrimonio a Kelly. - le respondió con media sonrisa.

- ¡Alex! ¡No me lo puedo creer! - gritó alegre Kara saltando encima de su hermana para
abrazarla. - ¿Debería decirte felicidades? Kelly en teoría no te ha dicho que sí, pero estoy
segura que va a decir que sí. ¿Cuándo se lo pedirás?

- Kara, calma. Respira. - dijo apartando a la rubia de encima de ella. - No lo sé. Supongo que
cuando pase toda esta montaña rusa. No creo que sea el momento adecuado con todo esto que
está pasando.

- Cuando lo decidas, seguro que lo será. Quiero ser la primera en enterarse.


- Tranquila, lo serás. - prometió Alex.

- ¿Y cuándo se lo dirás a Eliza? - preguntó Kara volviendo a su sitio.

- No lo sé tampoco. Quizá le envíe a Etón con una carta. Es complicado mantener el contacto
con ella ahora que está retirada en Midvale. - dijo Alex un poco triste.

- Eliza está disfrutando del descanso que se merece, Alex. - la consoló Kara.

- Lo sé, pero igualmente la echo de menos. - suspiró la mayor.

*/*/*/*

- Barry, invito hoy a una ronda para todos. - dijo Kara llegando y golpeando la barra.

- ¿A qué se debe este honor? - dijo divertido el chico.

- Tengo algo que celebrar.

- Vaya, Kara. Es la primera vez desde que te conozco que estás así de feliz. - respondió Barry
entregándole una jarra llena de cerveza.

- Han sido buenas noticias. - asintió Kara con una sonrisa.

- ¿Puedo saberlas?

- Eres el cotilla de toda la capital, pero no vas a conseguir este cotilleo. Pero, cuando sea
público, te lo contaré.

- Me muero por saberlo. ¿Te quedarás hasta el final hoy?

- No lo sé, Barry. Mañana va a ser un día muy largo.

- Hoy hay un nuevo luchador, un viejo amigo. - explicó Barry.

- ¿Tiene nombre? - preguntó Kara con curiosidad.

- Oliver Queen. En su país era el mejor luchador. -aseguró el otro.

- ¿Y qué hace perdido en una taberna de mala muerte, Barry?

- Auch, en todo el orgullo. - dijo dramáticamente llevándose la mano al pecho. - Para ser una
taberna de mala muerte, tenemos una clientela de la realeza. ¿Lo sabías?

- ¿Así? ¿Quién lo iba a decir? ¿Y sabe esa realeza que organizas peleas ilegales?

- Sí, y es la primera que disfruta viéndolas.

- Vaya, es muy irresponsable por su parte. - reía Kara. - Pero es una diversión que vale la
pena. La entiendo. ¿Y está tu amigo por aquí?
- Sentado en esa mesa. - contestó Barry señalando un hombre sentado en una esquina.
Llegaba puesta una capucha que le cubría toda la cara.

- Dame una de esas jarras. - ordenó Kara.

Agarró su jarra y la nueva y se dirigió hasta la mesa. Dejó la jarra llena delante del hombre y
se sentó en otra silla.

- Invito. - anunció Kara.

- No bebo antes de las peleas. - respondió él sin moverse un solo centímetro.

- Sabio de tu parte. - estuvo de acuerdo la rubia.

- ¿Qué quiere, majestad?

- ¿Sabes quién soy?

- Barry me lo ha contado.

- Como no. - rio Kara - ¿Qué te trae por Thera, Oliver?

- ¿Estoy en problemas?

- Siento curiosidad. Barry me ha dicho que eres un gran luchador. Estoy segura que el ejército
de tu país agradecería tus servicios.

- Me expulsaron.

- ¿Por qué?

- Vengué a mi familia. Maté a los cerdos que los asesinaron.

- No los llevaste hasta la justicia. _ dijo Kara con algo de repulsión.

- ¿Por qué iba a hacerlo si podía sentir en mis manos el placer de matarlos?

- ¿Y valió la pena convertirte en lo mismo que ellos?

- Completamente. - dijo seguro el hombre.

Kara quedó confundida viendo lo convencido que estaba Oliver.

- ¿Debería arrestarte, Oliver?

- No soy un asesino, majestad. Además, por lo que he oído de usted durante mi corta estada,
no somos tan diferentes, purificadora de Gimina.

- Ese es un apodo desafortunado fruto de un malentendido. - se defendió Kara.

- ¿No quemasteis media ciudad?


- Ese no es el tema, Oliver. ¿Debo preocuparme por ti? - respondió la rubia algo mosqueada.

- No, majestad. Mañana ya no estaré en Thera.

- Eso espero, Oliver. No me gustaría tener un asesino libre por aquí.

*/*/*/*

- Supongo que ayer no hubo suerte. - preguntó Alex a Lena cuando entró por la puerta. Esa
mañana bien temprano se había programado una reunión urgente del consejo para discutir
quién negociaría con el embajador.

- ¿Tan evidente es? - suspiró Lena que apenas había podido dormir esa noche.

- A Kara se le ha puesto humor de perros cuando ha sabido que te tenía que ver hoy otra vez.
La he mandado a refrescarse las ideas. - contestó riendo Alex.

- No le veo la gracia la verdad.

- Ya verás que, en unos meses, cuando lo hayáis arreglado, todos nos vamos a reír de esto. -
dijo Alex intentando tranquilizarla.

- Lo dudo bastante, pero gracias por los ánimos.

Kal seguido de Kara con el pelo suelto, como siempre, pero algo húmedo esta vez, entraron
los últimos a la sala del consejo. Él se sentó en la silla que coronaba la mesa mientras ella se
quedó de pie detrás de él. Se la veía algo intranquila.

- Bien, hemos estado hablando y creemos que lo mejor será que las negociaciones siempre de
nuestro bando estén presididas por Kara o por mí. Lo mejor será mostrar a Krypton un frente
fuerte de kryptonianos.

- Con todo el respeto, majestad, no sé si la aquí presente princesa esté preparada para ello.
Además, conocidas sus conexiones con los Luthor… - intervino una mujer mirando a Lena
mientras dijo lo último. - Puede que no sea la mejor manera de mostrar lealtad a Krypton.

- Todo hemos oído lo que se dice de ella fuera de estos muros: que es la “purificadora de
Gimina”. No creo que él vaya a dudar de su lealtad cuando oiga esas historias. Hay algo más
importante aún. Krypton reclama su envío de esclavos. Tenemos que decidir qué hacer al
respecto.

- Majestad, siempre hemos enviado a herejes y delincuentes. Quizá la herejía ahora ya no sea
un delito, pero para el resto de crímenes seguimos teniendo candidatos. - sugirió una mujer.

- ¿Cuántos de aquí conocían el tráfico de esclavos? - preguntó serio Kal.

- Todos, majestad. Era de lo que hablábamos en las reuniones que no estabais presentes. -
contestó simplemente otra mujer.
- ¡Fantástico! - exclamó con ironía Kal. - No enviaremos a más theranos a la esclavitud. -
sentenció.

- ¿Y si son daxamitas? - propuso otro hombre.

- Explícate. - contestó Kal.

- Tenemos prisioneros daxamitas de la invasión. No tenemos capacidad de plantar cara a


Krypton. Ni en número ni en armamento. Una guerra contra ellos es un suicidio. Si no
queréis enviar nuestros esclavos, enviad a los daxamitas.

- ¿Qué dices tú, Kara? - preguntó Kal a la rubia.

- Que desgraciadamente tiene razón.

- ¿Alex? ¿Lena? ¿Alguna idea? - buscó su opinión Kal.

- No tenemos muchas opciones. - respondió Alex encogiendo los hombros.

- Bien. Votemos. - propuso Kal.

Casi todos votaron a favor de enviar a la mayoría de los prisioneros daxamitas con algunas
excepciones como Brainy y aquellos que les resultaran más útiles. Casi todos aceptaron,
excepto Lena.

*/*/*/*

- No puedes esperar que esté de acuerdo con esto, Kal. - respondió seria Lena.

Kal y Lena estaban reunidos a solas en el despacho de este último. Lena estaba de pie
enfrente de Kal con los brazos cruzados, mientras él estaba sentado en su silla.

- ¿Qué quieres que haga, Lena? - preguntó el rey abriendo los brazos.

- Como se nota que no es tu gente la que está prisionera en Krypton como esclavos. Si
supieras lo que se sufre, no aceptarías esto. - le recriminó Lena.

- Mi intención es no enviar nadie a Krypton si las negociaciones van bien. Pero prepárate
para lo peor. - le advirtió.

- Déjame estar presente. - dijo firme la Luthor.

- No, Lena. Parecería que Kara y yo no tenemos capacidad para gobernar Thera por nosotros
mismos y que, al final, ganasteis el golpe de estado. Te recuerdo que la casa real es la Casa de
El, no los Luthor.

- Porque sois unos usurpadores. - gruñó Lena.

- Usurpadores o no, así están las cosas. Ya veremos cómo progresan las negociaciones con el
embajador.
Lena se fue de la sala enfadada sin añadir nada más. Tenía previsto pasar por la biblioteca a
trabajar ese día, pero ya no tenía ganas.

¿No se suponía que ahora todo iba a ser diferente?


Parte 5 2/6

- ¿De cuántos estamos hablando? - preguntó el hombre sentado al otro lado de la mesa,
Daron-Vex, el embajador de Krypton. Era moreno con una barba espesa que no había dejado
de acariciar en toda la reunión.

- Ahora mismo en la fortaleza tenemos retenidos una cincuentena de los soldados. Son los
altos cargos. En la ciudad hay el resto, más sirvientes y esclavos que trajeron con ellos. En
total, unos ciento cincuenta.

- Interesante. - respondió Daron pensativo.

- Piense también en el valor de estos prisioneros. - añadió Kara sentada junto a Kal en frente
del hombre. - Seguro que Krypton sabe hacer un buen uso de ellos.

- Sin duda son de gran valor. Hay que hacer pagar a los daxamitas el atrevimiento de atacar a
uno de nuestros más preciados aliados. - sonrió - El problema es que el número de esclavos
acordado con el rey Jor-El era de mil al año. Puede ver el problema, majestad.

- Estoy seguro que podemos llegar a un acuerdo. El final de esta guerra nos ha dejado cosas
buenas y malas. No tenemos suficientes candidatos para llegar a ese número.

Un sirviente interrumpió en la reunión. Se acercó a Kal y le susurró algo en el oído.

- Me temo que me tendrán que disculpar. - dijo Kal levantándose. - Asuntos de la fe que debo
atender de inmediato.

- Por supuesto, majestad. No se debe hacer esperar a Rao. - respondió Daron levantándose
también y haciendo una reverencia.

- Mi prima, la princesa Kara Zor-El, se encargará de la negociación mientras yo no esté. - la


señaló Kal y se fue seguido por el mensajero.

- ¿Zor-El? - preguntó sorprendido el hombre una vez estuvieron solos y se volvió a sentar. -
Sus padres eran brillantes. Todavía se habla muy bien de ellos en Krypton.

- Nunca los conocí. - contestó seca Kara.

- Es una pena. ¿Nacisteis aquí? - preguntó Daron con curiosidad.

- Sí. La verdad es que nunca he salido de Thera.

- Vaya. Deberíais plantearos volver a Krypton algún día. - sugirió Daron. - Aquí solo podéis
aspirar a ser la segunda por detrás de vuestro primo. Seguro que con vuestro apellido
conseguiríais brillar por usted misma en nuestro hogar.

- Esta es mi casa, señor. La pondré por delante de cualquier ambición propia. - respondió
Kara.
- Está bien. Pero bueno, no está de más que sepáis que podéis aspirar a más.

La reunión continuó un par de horas más hasta que llegaron a la conclusión de que ese día no
iban a ponerse de acuerdo. Decidieron dejarlo para el día siguiente. Se despidieron. Daron se
fue en dirección a sus aposentos mientras Kara seguía los pasos de Kal.

- ¿Sabéis dónde está el rey? - preguntó Kara a uno de los empleados que pasaba por allí. Kal
no había dado señales de vida desde que se había ido.

- Alguna cosa ha pasado en la biblioteca, princesa.

*/*/*/*

No se lo podía creer. Allí estaba ese hombre otra vez.

Lena solo lo había visto ese día entrando junto a la Voz de Rao a esa misma sala. No había
vuelto a saber de él. Se fue con la Voz.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó Lena en tensión agarrando lo primero que pudo como arma:
una silla.

- Así que es cierto. Encontrasteis su pequeño escondite. - dijo en hombre paseándose


tranquilamente por la sala.

- Sí y ya no eres bienvenido aquí. - gruñó Lena levantando el mueble por encima de su


cabeza.

- Si todavía no sabes mis motivos para estar aquí, ¿por qué me estás amenazando? No sabes
si te puede interesar. - contestó fijando su atención en un montón de papeles e ignorando la
silla que matenía en alto Lena.

- ¿Qué querría un perrito faldero de la Voz? - contestó Lena sin bajarla.

- Veo que habéis podido descifrar estos documentos. Interesante. - contestó el hombre
analizándolos papeles.

- ¿Lena? ¿Quién es ese hombre? ¿Qué está pasando? - preguntó alarmado Brainy entrando
por la puerta.

- Vaya, tú debes ser Brainy. He oído mucho de ti. Mi nombre es William. Soy uno de los altos
sacerdotes de Rao. - dijo William ofreciendo su mano a Brainy.

El antiguo esclavo lo miró confundido e hizo un paso atrás.

- Brainy, ve a avisar al rey y a Alex. Explícales quien está aquí. - le ordenó Lena.

- En seguida. - asintió y desapareció de la sala.

- No soy una amenaza. - dijo William girándose hacia la morena.


- ¿Estás aquí para detenernos? - preguntó desconfiada Lena.

- Ni mucho menos. Si hubiera querido deteneros, hubiera recurrido a otros métodos. Mis
espías han sabido que estabais encallados y he venido a ayudar. Por ejemplo, - continuó
cogiendo un papel aleatorio- ¿habéis podido descifrar este? - preguntó mirando a Lena que
solo negó con la cabeza. - El código está relacionado con las escrituras raoistas. Supongo que
no las has leído. - rio - Comienza por: “Estimado Jor-El”. A ver… Mira, parece estar firmado
por la Voz. - dijo sonriendo burlonamente a Lena. - ¿Lo habíais descifrado?

- No.

- Ya me parecía. - respondió volviendo su mirada al papel.

- Si eres tan listo, descifra este. - dijo enseñándole otro. Lena llevaba horas con ese y, como
era habitual, no había logrado nada. William lo cogió echándole un vistazo.

- Interesante. Creo que está mezclando diferentes códigos. ¿Puedo? - preguntó haciendo un
gesto para coger algunos papeles en blanco y empezar a tomar apuntes.

- Adelante. - respondió Lena algo desconfiada ofreciéndole la silla que estaba sujetando. Se
puso a un lado para observarlo atentamente.

- Quiero una explicación de lo que está pasando aquí. - interrumpió Kal furioso en la
habitación seguido de Brainy. - ¿Qué hace este aquí?

El kryptioniano lo agarró de las solapas de su túnica y lo estampó contra una de las paredes

- Solo vengo a ayudar. - dijo William levantando las manos en señal de rendición.

- ¿Por qué? - lo interrogó Kal.

- Tenemos en común que queremos sacar a la actual Voz de Rao. ¿Cierto?

- ¿Qué interés puedes tener en eso? - preguntó Kal desconfiado.

- Vais a necesitar una nueva. - respondió William. - Estoy apostando por mi candidatura.

- ¿Y por qué crees que te convertirías en la nueva Voz?

- Sé lo de los esclavos y todo lo que ha hecho la Voz. - añadió mirando a Lena de reojo. - Me
repugna tanto como a vosotros. Solo quiero hacer de Thera un lugar mejor.

- ¿Lena? - le preguntó Kal.

- Puede ser útil, aunque no me fio. - respondió ella entrecerrando los ojos.

- Llevarás a alguien de confianza vigilándote constantemente. - advirtió Kal mirando al


extraño y lo soltó.

- De acuerdo. No tengo nada que ocultar. - aseguró William.


Brainy, William y Lena volvieron al trabajo. Se repartieron por diferentes sitios de la sala.
Kal se quedó con los tres en una esquina para verlos trabajar y ayudó en lo que pudo. Al cabo
de unas horas, Kara apareció también.

- ¿Por qué hay un sacerdote de Rao aquí? - gruñó Kara desconfiada.

- Está ayudando. Dice que quiere ser la nueva Voz de Rao. - explicó Kal. - ¿Ya habéis
acabado?

- Creo que se te dan mejor las negociaciones a ti que a mí. - suspiró Kara frotándose la frente.
- Mañana vamos a continuar. Pero no quiere bajar de la cifra de dos cientos cincuenta.

- Es una gran mejora. - celebró Kal. - Pero sigue siendo malo.

- Me dan asco estos kryptonianos que viene aquí exigiendo. - se quejó Kara. - ¿Qué se creen?

- De momento, son los que nos tienen entre la espalda y la pared. Y vuestros paisanos. -
bromeó Lena señalando a Kal y Kara.

- Nadie te ha pedido la opinión. - gruñó Kara enfadada. ¿Qué se había pensado? Que
estuvieran en la misma sala, no significaba que la morena pudiera dirigirle la palabra. Menos,
si sola era para burlase de ellos.

- Haya paz. - intervino Kal. - ¿Mañana tienes algo programado?

- No, ¿por qué? - contestó Kara con curiosidad.

- Porque necesito que alguien se quede vigilando a este. - señaló Kal a William. - Mientras
tanto, yo me encargaré de negociar.

- ¿Todo el día? - se quejó Kara.

- Mientras esté trabajando aquí, sí. Para el resto del día asignaré a algunos guardias de
confianza.

- Si te parece bien Kal, voy a trabajar el tema hospital desde aquí. Así también le echo un ojo.
- añadió Lena.

- Perfecto. - respondió él.

- Genial… - respondió Kara también rodando los ojos.

*/*/*/*

Kara se encontraba golpeando con fuerza el muñeco de entrenamiento cuando Alex apareció
por el patio.

- ¿Has vuelto a ver a Lena? - preguntó divertida Alex.

- ¿Tanto se nota? - respondió Kara sin detener sus golpes.


- Esos tres muñecos rotos del suelo me lo dicen. - dijo señalando a los objetos en cuestión.
No estaban muy lejos de la rubia mientras esta apalizaba a su cuarta víctima.

- Tienes que comprar mejores. No aguantan ni dos golpes. - se quejó Kara.

- Lo que no aguantan es a ti enfadada. Aunque creo que lo llevan mejor que yo. - bromeó
Alex.

- ¿Qué quieres decir? - dijo Kara confundida deteniendo sus golpes.

- Que eres idiota, para variar.

- ¿Por qué? - preguntó ofendida.

- Por estar todo el día de morros porque estás enfadada con Lena y ser incapaz de hacer algo
al respecto.

- ¿Y qué quieres que haga?

- Hablar con ella.

- ¡Ja! - respondió dando un golpe a la cabeza del muñeco que lanzó a algunos metros de
distancia. Kara suspiró. Ahí iba el cuarto.

- Voy a dejar de comprarlos como continúes a este ritmo. ¿Por qué no te vas a nadar un rato y
cuando te calmes hablamos?

- Iría encantada. - gruñó Kara furiosa. Ese era un tema sensible. - Pero, ¿sabes qué? El sitio
ideal que tenía para ir está tapiado desde la invasión, desde que todo el mundo lo descubrió.
Y ¿sabes por qué? Porque Lena se encargó de que todos lo vierais.

- Kara…

- No, Alex. Estoy harta. Y encima tendré que pasar el día de mañana con ella.

- ¿Qué? - preguntó Alex sorprendida.

- ¿No te has enterado sobre lo de William?

- Ahora me lo cuentas. Por cierto, ¿a qué hueles? ¿Te has bañado en cerveza o algo?

- No, solo que he ido a la ciudad un rato y ha habido una pelea en una taberna.

Kara prefirió obviar que ella había sido una de las que se había peleado. Evidentemente, la
otra mujer no tuvo ninguna opción. Solo Barry, ofreciéndole otra jarra de cerveza, consiguió
que la rubia tuviera un poco de compasión.

*/*/*/*

De momento, el plan de Kara estaba funcionando a la perfección. Llevaba tres horas allí y
Lena no había podido dirigirle ni una sola vez la palabra. No era por falta de intentos de la
morena. Cada vez que veía de reojo que iba a hablarle, ella empezaba a hablar con quien
fuera. Nunca había cruzado tantas palabras seguidas con Brainy, aunque no entendiera la
mitad de lo que le decía. William empezaba a caerle bien. Todo estaba bajo control.

- Creo que voy a buscar algo de agua. ¿Queréis algo? - dijo Kara levantándose aburrida.

- Yo un poco de agua. - contestó Brainy.

- Yo también. - ese fue William.

- ¿Puede ser un poco de té? - preguntó Lena.

- Perfecto, tres de agua entonces. - dijo Kara con toda la intención de hacer saber a la Luthor
que no pensaba traerle nada. No iba a ser la camarera de Lena. Se dio media vuelta y salió
por la puerta.

Cuando llegó a la puerta de entrada de la biblioteca oyó unos pasos a su espalda y como la
agarraban del brazo haciéndola girar.

- ¿Puedes dejar de ignorarme? - le reprochó Lena.

- No sé de qué me hablas.

- Lo sabes perfectamente. Mira, entiendo que no quieras perdonarme. No te estoy pidiendo


que volvamos a lo de antes. Pero, por lo menos, ¿podemos tener una relación cordial?

- No veo el problema en continuar como hasta ahora.

- ¿Y vamos a estar toda la vida así? Venga, Kara. Somos mayorcitas como para comportarnos
como crías. Por el bien de Thera, que por si no lo has notado, es lo que está en juego, vamos
a llevarnos bien.

Kara se la quedó mirando unos instantes. Lena todavía la tenía agarrada del brazo. Se sentía
idiota por sentir un cosquilleo en el estómago por tenerla tan cerca. Su cuerpo tenía que estar
tomándole el pelo. No podía ser que respondiera así después de todo lo que había hecho la
otra. Pero, ¿a quién intentaba engañar?

- Dejaré de ignorarte si eso te sirve. Pero no esperes más de mí. No me hables si no es


estrictamente necesario, no me toques y no me busques. ¿Queda claro? - preguntó Kara
zafándose del agarre de Lena.

- Transparente.

- Ahora vuelvo.

Lena volvió a la habitación a trabajar. El hospital casi estaba listo y, con la ayuda de William,
habían conseguido empezar a descifrar ciertos documentos.

Kara apareció al cabo de un rato con una jarra con agua, tres vasos vacíos y una taza de té.
*/*/*/*

Kara, Kal, Alex y Lena estaban sentados alrededor de la mesa cenando. Hacía unos días
desde que William había aparecido por la fortaleza y que Kara había aceptado el pacto de
tolerancia de Lena. De momento, la morena se había comportado, así que Kara aceptaba tener
que compartir la mesa con ella.

- ¿Así que ya lo tenéis todo listo? - preguntaba Kal.

- Sí, todo ha ido mejor de lo que esperaba. - explicaba Lena. - En un par de días podremos
inaugurar el hospital.

- Por fin una buena noticia. - suspiró Kal. - Kara, ¿te encargas de organizarlo todo?

Kara estaba ignorando a los otros tres hasta que oyó su nombre. Repitió las últimas palabras
de Kal en su mente. Tenía que estar de broma.

- ¿Por qué yo? ¿No tengo que estar vigilando a William?

- Te recuerdo que forma parte de tus funciones. - explicó Kal.- De William, se encargará
Alex.

- A sus órdenes, majestad. - refunfuñó Kara cruzándose de brazos.

- Vamos, Kara. No es para tanto. - la consoló Alex.

- Ya lo sé, pero es que nunca me ha gustado tener que encargarme de estas cosas. Es muy
aburrido y artificial.

- Bueno seguro que entre Lena y tú podéis hacer algo decente. - rio Kal.

- ¡¿Qué?! - gritó Kara alarmada mirando a Alex como si le hubiera dado la peor noticia del
mundo.

Lena, que en ese momento estaba bebiendo, se atragantó.

- ¿Qué pasa? - preguntó Kal confundido.

- ¿Como que entre Lena y yo? ¿No era cosa mía?

- Es su hospital. Me pensaba que habíais arreglado las cosas.

- Lo justo para convivir. - murmuró Kara.

- Perfecto. Entonces no veo ningún problema. - dijo alegre Kal.

Cuando acabaron de cenar. Lena fue la primera en irse. A ella, todavía le quedaba volver
hasta la ciudad a dormir. Alex la acompañó hasta la puerta.

- Sabéis que me puedo encargar de la inauguración yo sola. No necesito a Kara. - dijo Lena a
la Danvers.
- Bueno, te quejarás de que te hemos dejado a Kara en bandeja de plata. - bromeó Alex.

- Así que lo hacéis a posta. - respondió Lena entrecerrando los ojos.

- Evidentemente. No hay quien soporte a Kara con este humor. La verdad es que, mientras
estaba contigo, era más soportable. Todos ganamos.

- Sí, claro. Porque obligarnos a trabajar juntas va a ayudar muchísimo.

- Mientras no vuelvas a meter la pata… Ahora ya es cosa tuya.

- Sin presión.

*/*/*/*

- ¿Quieres beber algo? -preguntó Lena a Kara que se acababa de sentar a su lado en una mesa
vacía.

- No, gracias. De momento, no. ¿Con qué quieres empezar?

- Me preocupa la seguridad. Ya sabes, últimamente los radicales han estado muy activos. No
han dejado de pasearse por delante del hospital.

- Vale. Empecemos por ahí. ¿Me dejas ver los planos? - preguntó Kara.

Lena se levantó y fue hasta un armario cercano. Abrió el cajón donde los guardaba. Los
agarró y los puso delante de la rubia.

- Aquí los tienes. - le dijo la morena quedándose de pie a su lado.

- No te ha quedado mal la distribución del hospital. - dijo Kara analizándolos. Se puso de pie
al lado de Lena para poder verlos mejor.

- ¿No los habías visto todavía? Los expliqué en una reunión del consejo. - le contestó Lena
mirándola confundida.

- Tendía a desconectar cuando hablabas tú.

- Bien. Déjame que te los explique. - contestó acercándose a Kara y señalando las diferentes
partes del plano de las que iba hablando. La rubia volvió a notar un cosquilleo en todo su
cuerpo. Volver a sentir el cuerpo de Lena cerca de ella no la estaba ayudando a concentrarse
en la explicación lo más mínimo.

Con un poco de suerte, comprendió lo justo como para trazar un plan decente y continuaron
con el resto de la organización.

Kara cogió la silla que había estado usando y la alejó lo máximo de la de Lena, cada una
sentandose en extremos opuestos de la mesa. Suficiente de Lena había tenido por lo que
quedaba de día. Un par de discursos por aquí, la invitación de ciertos personajes importantes
por allá y poco más y lo tendrían todo listo. Serviría como un buen ejemplo para mostrar a
Daron-Vex.

Pararon para ir a almorzar un rato y descansar. Bajaron a uno de los comedores. En todo el
camino no cruzaron una sola palabra. El ambiente siguió igual mientras comían. Se había
instalado un silencio incómodo entre ellas. Kara solo rogaba por volver al trabajo para acabar
con aquello cuanto antes.

- ¿Te ha gustado el vino? - rompió el silencio Lena intentando relajar el ambiente.

- No está mal. Me resulta familiar. - dijo Kara dándole un trago.

- Es de la región de Midvale. Se parece al que tomamos en la mansión del gobernador.


¿Recuerdas cómo nos emborrachamos? - rio Lena.

- Recuerdo más como me desperté al día siguiente con una nota tuya. - gruñó Kara enfadada.

- Vaya, no ha sido el mejor tema que podía sacar.

- Para nada.

- Supongo que te he dado motivos de sobra para odiarme.

- Unos cuantos.

- Lo más gracioso es que nunca lo hice con intención de hacerte daño. - sonrió con dolor
Lena mirando su copa vacía.

- No se nota.

- Kara… te he pedido perdón una y mil veces. - dijo Lena derrotada soltando su copa y
mirándola. - Pero sé que no sirve de nada. Así que dime, ¿qué quieres que haga?

- No hace falta que hagas nada. - respondió Kara cruzando los brazos.

- Pero quiero arreglar lo nuestro. - contestó Lena levantándose para acercarse a Kara y
ponerse de rodillas a su lado.

- Y yo no. - contestó Kara. Se levantó y se giró para contestar lo siguiente: - Lena, lo decía en
serio cuando te dije que desde que te conozco no hago más que salir más y más herida. Y no
solo físicamente. No quiero pasar por eso otra vez. Simplemente estoy cansada.

- Lo entiendo, pero ahora ya no tenemos por qué salir heridas otra vez. - dijo Lena cogiendo
una mano de Kara todavía desde el suelo. - Todo lo que pasó fue por culpa de la guerra. Y la
guerra ha acabado. Ahora estamos en el mismo bando.

- Yo no estaría tan segura. Sabes cómo me llaman los radicales. - contestó triste Kara. - No he
hecho en mi vida algo de lo que me avergüence más y la gente solo me conoce por ello.
- Lo sé, Kara. - dijo Lena acariciando su mano. - Y sé que no eres esa persona. Ven, quiero
enseñarte algo. - se puso de pie e hizo que Kara la siguiera.

Salieron a los jardines traseros. Aquello era un pequeño bosque cruzado por pequeños
caminos de piedra con pequeños canales de agua por donde circulaba el agua. Remontando el
agua de una corriente, llegaron a un pequeño estaque en una esquina de los muros que
rodeaban el palacio. Por la pared, bajaba una pequeña cascada que lo llenaba de agua.

- ¿Qué es este lugar? - preguntó Kara. No sabía por qué, pero le resultaba familiar.

- Es la fuente donde te encontré esa vez que te perdiste cuando eras pequeña. - sonrió Lena
con nostalgia.

- Antes de que los Luthor intentarais matar a mi tío y después de que mis padres murieran. -
le reprochó Kara.

- ¿Puedes dejar de mirar solo las cosas malas del pasado? - rogó Lena. Kara la miró con una
ceja alzada. - Yo cuando miro esta fuente solo recuerdo a una niña rubia salpicando y jugando
con el agua.

- Qué tierno. - se burló Kara. - Deberíamos volver al trabajo.

Lena suspiró viendo como Kara volvía tras sus pasos. Podría haber ido peor.

*/*/*/*

Ya era de noche cuando por fin lo tuvieron todo listo. Al día siguiente cada una se encargaría
de organizar su parte para, en dos días, llevar a cabo la inauguración.

- ¿Seguro que no te quieres quedar a dormir? ¿O por lo menos a cenar? - preguntó Lena
preocupada.

- No, gracias. Me tengo que ir. ¿Quedamos mañana con Kal para acabar de organizarlo todo?

- De acuerdo. Te acompaño a la puerta.

- No, tranquila. Me sé el camino. Hasta mañana. - contestó antes de irse prácticamente


corriendo.

- Qué descanses. - se despidió Lena triste por no poder pasar algo más de tiempo con ella.

Kara salió del despacho y bajó las escaleras que la llevaron hasta la entrada principal del
antiguo palacio real. Dos guardias situados a cada lado le dieron las buenas noches a su paso.

Debería ir a la fortaleza antes de que fuera más tarde, pero necesitaba desconectar. Todo el
día con Lena solo le había calentado la cabeza. Un poco más de tiempo allí y tenía la
sensación que no hubiera sido capaz de alejarse. Lena era como una adicción. Hacía semanas
que había superado el mono y no quería recaer. Necesitaba algo que la sacara de su cabeza y
rápido. Podría pasar por Kandor. Seguro que allí se distraía. Eso siempre funcionaba.
Lena sentía la frustración crecer dentro de ella por no haber conseguido nada ese día. Aunque
era entrada la noche, decidió ir al templo a rezar. Estaba en la otra punta de la ciudad. Se
cubrió completamente para que no la reconocieran. Para la época del año, aquella todavía era
una noche calurosa de verano. Las calles estaban iluminadas por lámparas de aceite
repartidas por las calles. Lena podía leer insultos a sus dioses pintados en las paredes.
Suspiró. Llegó a una plaza que se abrió ante ella. Había un gran edificio en el centro. Era
circular con una cúpula que cubría todo el tejado. Antes de los El, ese edificio había sitio el
templo secundario de sus dioses en la capital. Con su llegada, se convirtió en un mercado.
Ahora había vuelto a ser su templo.

Entró por la entrada principal flanqueada por columna. Se quitó su disfraz y analizó el
interior. Se sorprendió al encontrar gente dentro. Repartidos por el círculo, había altares para
todos sus dioses más importantes. Lena se dirigió hasta el altar de Iza.

*/*/*/*

La inauguración del hospital había sido un par de días atrás. Sorprendentemente, todo había
ido bien. No hubo radicales causando alboroto ni ningún problema de cualquier otro tipo. Por
un día, pareció que la gente sabía comportarse.

Lo que no estaba yendo también era las negociaciones con Daron-Vex que continuaron
teniendo después.

- Majestad, entiendo que el reino está pasando por un momento delicado puesto que acaba de
salir de una guerra, pero no puedo bajar más del número: este año, dos cientos cinquenta y
quinientos esclavos por año durante los próximos cinco años. - explicaba el embajador. - Eso
es el mínimo que Krypton aceptará. Y estamos siendo generosos y comprensivos con la
situación, pero tenemos un límite.

- No tenemos de donde sacar esa cantidad de gente, Daron. - insistía Kal. - Podemos
ofreceros otros materiales o alimentos, pero no más esclavos.

- Quizá no deberíais haber levantado el castigo por herejía. - le respondió el hombre sereno. -
En un par de meses, podríais acumular el número necesario. Además, en Krypton están
preocupados por el auge de la antigua religión y la inestabilidad que podría generar la
convivencia entre las dos religiones.

- Eliminar esa ley es lo que nos ha traído paz. Thera no dará pasos atrás. - sentenció Kal. -
Tendremos que llegar a algún tipo de acuerdo, porque no vamos a poder cumplir este.

Daron no contestó. Se quedó unos instantes en silencio mirando a Kal y Kara hasta que
suspiró.

- Majestad, creo que no me estoy explicando. Necesitáis llegar a ese número de esclavos por
vuestro bien. A Krypton no le importa qué casa esté al frente de Thera, mientras la mercancía
siga llegando. Si queréis que la Casa de El siga existiendo, buscad los esclavos. Si no, usted y
la princesa seréis simplemente reemplazados.

- ¿Es una amenaza? - respondió Kal arrugando la frente.


- Sí, de parte de Krypton. Yo soy el mensajero. - finalizó Daron-Vex levantándose de la mesa.
Se fue de la sala seguido de su ayudante.

Kara y Kal se quedaron solos pensativos.

La rubia se paseaba de un lado al otro de la sala de brazos cruzados.

- ¿Qué hacemos, Kara? - preguntó Kal llevándose las manos a la cara derrotado.

- Supongo que si queremos mantener nuestra cabeza sobre los hombros tenemos que
encontrar esos esclavos. - respondió parándose delante de una pared. Alargó los brazos
colocando sus palmas contra el muro y se apoyó contra él.

- ¿Te imaginabas que esto iba a ser así? - murmuró él.

- ¿El qué? - preguntó Kara confundida.

- Gobernar. - suspiró Kal.

- Supongo que esperaba poder cambiar algo, pero es evidente que no. Seguimos siendo unos
títeres. - respondió la rubia.

Los dos siguieron sumergidos en sus propios pensamientos sin moverse ni un centímetro.

- Busca en los registros de presos a ver si hay manera de sacar esos cien esclavos de algún
sitio para este año. - dijo finalmente Kal.

- Está bien. - asintió Kara. - Intentaré tenerlo para mañana por la noche. Pero el consejo
debería estar al tanto.

- Lena y Alex nos van a matar. - susurró Kal.

- Puestos a elegir, prefiero que me maten ellas a que lo haga Krypton. - bromeó Kara.

- Cierto. - asintió Kal con una sonrisa triste. - Programaré una reunión con el consejo para
pasado mañana. ¿Crees que lo puedes tener listo?

- Empezaré ahora. - respondió Kara incorporándose de nuevo.

- Gracias, Kara. Enviaré una nota a Daron para informarle que estamos buscando esos
esclavos. Y empezaré a pensar de donde sacar los esclavos del año que viene.

*/*/*/*

Después de su jornada, Lena se dirigió al despacho de Kal antes de volver al antiguo palacio
real.

Golpeó la puerta y entró cuando la voz del kryptoniano le dio permiso.

- ¿Tienes un momento?
- Sí, claro. Pasa, Lena. - contestó Kal dejando sus papeles sobre la mesa. Estaba sentado en su
escritorio trabajando.

- Solo quería saber cómo van las reuniones con Daron-Vex. - dijo Lena colocándose delante
de la mesa de Kal.

- Te seré sincero, Lena. Muy mal. - respondió él apoyando los brazos encima de la mesa. -
Aunque podría ser peor supongo.

- ¿Qué ha pasado? - preguntó Lena preocupada sentándose en una de las sillas.

- ¿Básicamente? Somos unas vacas a las que explotan para sacar todo lo que pueden. Y como
las vacas, no tenemos más remedio que aceptarlo. - respondió abatido dejándose caer en la
silla.

- Algo habrá que se pueda hacer. - insistía Lena.

- Nos ha amenazado, a Kara y a mí. Según él, si Krypton considera que no somos lo
suficientemente competentes, nos sustituirán. No creo que sea de forma pacífica.

- Os defenderemos, defenderemos Thera. No vamos a seguir bajo el yugo de Krypton.

Kal se echó a reír.

- Mira esto. - dijo Kal lanzándole un documento que tenía dentro de un cajón de su escritorio.
- Es un diario de Krypton. La noticia de la portada dice que han conseguido reforzar el
ejército con mil armas como esa. Son revólveres con balas tan grandes como puños que
pueden disparar más de cien veces en un minuto. Dime, Lena. ¿Cómo piensas defender Thera
de eso?

- ¿Qué diablos? ¿Cómo? - contestó Lena mirando el documento entre asombrada y asustada.

- Si no lo sabes tú, menos voy a saberlo yo. Lena, no veo cómo vamos a salir de esto.

- ¿Qué es lo que pide?

- Quinientos esclavos por año. Primero pedía mil. Kara lo convenció para bajar el número.

- ¿No crees poder bajarlo más?

- No, Lena. Kara ya está trabajando en sacar los de este año. Yo estoy trabajando en sacar a
los de los años siguientes. Mañana lo votaremos en el consejo. ¿Contaré con tu voto? -
preguntó con algo de temor.

- No, Kal. - respondió Lena completamente seria. - Por principios, no voy a apoyaros. Pero
me aseguraré de que Lex no se entere. Sería el fin de la tregua.

- Gracias, Lena.

*/*/*/*
Como era de esperar, los miembros más antiguos del consejo no tuvieron ningún problema en
aceptar el nuevo plan de Kal y Kara.

Lena era de los que lo llevó peor, pero prácticamente fue la única en votar en contra del plan.

Afortunadamente, Daron aceptó las nuevas condiciones. Pero decidió quedarse una
temporada más para asegurarse que todo estaba bajo control después del cambio de rey.

Además, para empezar a recolectar los esclavos para el siguiente año, Kal diseñó cambios en
ciertas leyes. Endureció los castigos a diferentes delitos que pasarían a ser cadena perpetua.
Esa condena sería la que usarían para enmascarar que los entregarían a Krypton en secreto.
Evidentemente, el pueblo no recibió bien las noticias, sobre todo ciertos sectores raoistas,
puesto que la agresión a gente por motivos de culto pasaba a estar castigado con esa pena.

Así que desde hacía una semana había empezado a haber más y más disturbios de los
radicales raoistas. Por suerte, de momento nada había pasado más allá de daños materiales.
Uno de los sitios que más ataques había recibido era el nuevo hospital. Culpaban a la
presencia de una Luthor en la corte de la persecución que según ellos estaban sufriendo.
Parecía que la presencia de William, sacerdote de Rao, en el hospital alejaba un poco a
algunos de los radicales. Así que prácticamente ahora vivía allí desde donde trabajaba en el
desencriptado.

Kal y Kara confiaban en que los propios raoistas vieran que no llegarían a nada actuando así,
pero Alex y Lena empezaban a estar más y más preocupadas y no paraban de insistir en que
deberían intervenir.

- ¿Crees de verdad que nos dejará en paz? - preguntó Kara después de acabar la última
reunión con Daron-Vex.

- Con un poco de suerte... - suspiró Kal.

Los dos estaban sentados relajados en una sala del palacio real de la fortaleza tomándose un
descanso después de tantos días ajetreados.

- Siento importunarles. Alex los reclama en su despacho, majestad. - dijo una mujer entrando
corriendo en la sala. - Dice que es urgente.

Kal y Kara se miraron extrañados. Salieron disparados en dirección al despacho del primero.
Alex los esperaba allí acompañada de algunos de sus hombres.

- ¿Qué pasa, Alex? - preguntó Kara.

- Os avisé. Os lo dije y no me hicisteis caso. - decía Alex enfadada mientras se paseaba de un


lado al otro de la sala.

- ¿De qué nos avisaste?

- Esta mañana han llegado una decena de heridos al hospital de Lena. Los habían atacado por
la noche. No querían decir quien les había hecho eso, pero creo que es evidente. Y, ahora,
vais a levantar el culo de vuestros asientos reales porque están atacando el templo de los
antiguos dioses y estaba lleno de gente. La ciudad es un caos. Se están levantando pequeñas
revueltas por todas partes. Pero lo del templo es urgente.

- ¿Y qué hacemos con Daron? - interrumpió Kara. - Como se entere de lo que está pasando,
todo lo que hemos logrado estos días no servirá de nada. Tenemos que sacarlo de aquí.

- Pues no parece muy dispuesto a irse. - respondió Kal.

- A ver, dice que no ve cómo puede convivir Rao con los antiguos dioses. ¿Y si lo mandamos
al pueblo donde estuve con Lena? Entre la ida y la vuelta, estaría más de un mes fuera. ¿Es
suficiente tiempo?

- Puede bastar. - contestó seca Alex.

- Perfecto. Kara quédate a organizar su marcha. Que no se entere de nada. Sácalo ya de la


ciudad. - ordenó Kal.

- ¿Y quién lo acompaña? - preguntó Kara.

- ¿Brainy? - sugirió Alex.

- Podría servir. - finalizó Kal.

Los tres se pusieron en marcha, cada uno a realizar su misión.

*/*/*/*

Una vez el problema con Daron-Vex estuvo solucionado, Kara se fue a apoyar a Alex y Kal
en el templo.

De camino, Kara tuvo la desafortunada suerte de oír vítores de parte de los radicales hacia
ella. No sabía que maldita historia estaba corriendo entre esa gente, pero parecía que la figura
de la purificadora de Gimina no hacía más y más que crecer.

Para cuando Kara llegó al templo, Alex y Kal habían conseguido disolver parte de los
raoistas y habían liberado la puerta principal por donde podían empezar a sacar gente del
interior. Sin embargo, los radicales estaban atacando el resto de entradas secundarias. Era
cuestión de tiempo de que lograran entrar por otro sitio.

Kara recogió a las víctimas y los escoltó junto a una guarnición hasta el hospital de Lena. Fue
una operación delicada. Cada tanto, alguien se les lanzaba encima intentando atacarlos. No
tuvieron que lamentar más heridos por suerte, pero los raoistas no iban a estar contentos.

Cuando por fin llegaron al hospital, algo iba mal. El sitio estaba desierto y los guardias,
noqueados en el suelo. A medida que fueron entrando, gente parecía de diferentes
escondrijos.

- ¡Kara! ¡Rápido! Han ido al despacho de Lena. - gritó William saliendo de algún escondite.

*/*/*/*
Fuera del despacho de oyeron unas fuertes voces. Tres hombres entraron en tromba a la
habitación.

- ¡Tú! ¡Bruja! - gritó uno de ellos apuntándola con un trozo de madera.

- Vaya, eso sí que es un cumplido. - dijo levantándose de su silla tranquila. Rodeó su mesa y
se apoyó en ella. Los analizó de arriba abajo. - Veo que ninguno de los tres está herido. A no
ser que alguno de vosotros esté enfermo, podéis largaros. Esto es un hospital.

- No hasta que venguemos la muerte de nuestro rey. - gruñó uno acercándose a ella para
agarrarla del cuello y estamparla contra la pared. - Si tú mueres, solo quedarán dos Luthor
más. - añadió para luego empezar a apretar el agarre en el cuello de la morena. Ella se
removía contra él intentándolo golpear, pero el aire dejó de entrar en sus pulmones. Entonces,
intentó escaparse de él, pero los otros dos la inmovilizaron contra la pared. Pese a eso, no
dejaba de intentar moverse.

Se oyó el martillo de un revólver cerca de ella. Su vista empezó a volverse negra y apenas
lograba ver más allá del hombre que la ahogaba. Podía notar como sus músculos perdían
fuerza poco a poco.

Había tenido una buena vida, no se iba a quejar a esas alturas.

- Soltadla. Tengo balas para todos. - oyó de lejos en mitad de la oscuridad la voz de Kara.

- Pero, majestad, tenemos que matar a la bruja. - oyó a un hombre responder.

- A esta bruja solo yo la puedo matar, ¿queda claro? - contestó Kara y oyó el ruido del
disparo.

El agarre del hombre desapareció y Lena cayó al suelo intentando recuperar el aire.

Pudo ver como los tres hombres salían corriendo por la puerta. Kara se arrodilló delante de
ella. La cogió de la mandíbula para que la mirara.

- ¿Estás bien? - le preguntó preocupada a un palmo de distancia.

- Solo un poco mareada. Sepárate. Necesito aire. - le contestó Lena dándole un empujón.

Con el espacio recuperado, se apoyó contra la pared intentando volver a recuperar el aire. El
corazón le latía desenfrenado. Kara se había puesto de pie y la miraba incómoda a un metro
de ella.

- ¿Qué haces aquí? - le preguntó Lena cuando ya estaba más relajada.

- De nada por salverte la vida. Ha habido un ataque al templo de los antiguos dioses. Hemos
conseguido sacar a la gente de allí y te los he traído para ver si puedes curar los heridos. -
explicó de brazos cruzados apoyándose en la mesa.

- ¿Habéis asegurado el hospital?


- Claro. No soy tan idiota. - bufó Kara.

- ¿Y qué haces aquí de todas formas? En mi despacho quiero decir.

- William me ha dicho que un grupo de hombres había entrado destrozando todo lo que había
por delante y que habían ido directos a tu despacho. - respondió encogiéndose de hombros.

- Gracias. - dijo Lena incorporándose.

- De nada. ¿Estás mejor? - preguntó Kara acercándose cuando Lena se tambaleó un poco al
levantarse.

- Sí, no te preocupes. - respondió volviendo a la mesa yponiendo distancia entre las dos. No
tenía el cuerpo para lidiar con nadie en ese momento. Viendo que no tenía nada más que
hacer allí, la rubia se fue a asegurar la protección del hospital. - Kara, de verdad, gracias. -
suspiró Lena cuando estaba a punto de desaparecer por la puerta.

- De nada. ¿Seguro que estás bien? - la miraba preocupada. Lena estaba mucho más pálida de
lo habitual.

- Sí, tranquila. Es la falta de aire. - sonrió Lena dejándose caer en la silla.

- Bien, voy a revisar que todo esté en orden.

Dicho esto, Kara salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí.

*/*/*/*

Al cabo de una hora, volvieron a encontrarse por los pasillos del hospital. Kara había
organizado los soldados para proteger cada entrada del antiguo palacio. En cambio, Lena
había estado ocupándose por los heridos.

- ¿Crees que van a volver a atacarnos? - preguntó Lena preocupada.

- Considerando que es tu hospital, tienes todo decorado con antiguos dioses y no hay una sola
alusión a Rao sin contar a William, sí. Es prácticamente seguro que volverán a intentarlo. -
respondió Kara como si fuera obvio. - Con un poco de suerte los soldados los disuaden .
¿Había pasado esto antes? Que entraran hasta tu despacho a atacarte.

- No, normalmente se quedaban en las puertas montando ruido. Parecían inofensivos.

- Todo está escalando muy rápido. -suspiró Kara. - No me voy a ir ahora que he visto que os
pueden atacar energúmenos como esos. Voy a quedarme para asegurarme que todo está bien.
Supongo que tienes alguna habitación libre, ¿no? - contestó Kara sorprendiendo a Lena.

- A este paso, no. - dijo señalando a los pacientes.

- No será la primera vez que duermo en el suelo. - dijo despreocupada Kara.

- Siempre puedes dormir conmigo. - sugirió Lena medio en broma medio en serio.
- No te pases. - rio Kara.

- Está bien. Tenía que probarlo. - rio Lena también. - Mandaré que te preparen una
habitación.
Parte 5 3/6

Con el paso de los días la situación no había hecho otra cosa que empeorar.

No paraban de llegar heridos al hospital que empezaba a estar saturado. Los soldados
tampoco daban abasto conteniendo a los radicales. Ya había habido muertos.

Kal y Laex habían decidido visitar a Lena, Kara y William al hospital. Los cinco estaban a
punto de empezar a cenar en el despacho de la Luthor cuando llegó un nuevo grupo de
heridos. Alex, William y ella se fueron a atenderlos dejando a Kal y Kara solos.

Kara aprovechó esos instantes para hablar con Kal.

- Kal, quería comentarte algo. - dijo Kara preocupada. - Me he estado fijando en los
movimientos de estos tipos. ¿No te parecen extrañamente coordinados? Es decir, para ser una
masa de gente furiosa, parecen que están organizados de alguna manera.

- Alex también me lo ha comentado. - suspiró Kal. - Atacaron a Lena mientras nosotros tres
estábamos concentrados en la otra punta de la ciudad. O tuvieron mucha suerte, o contaron
con que ella estaría desprotegida.

- Sí, eso entre otras cosas. Y justo empieza todo esto cuando logramos llegar a un acuerdo
con Daron-Vex. No lo sé, Kal. Esto me da muy mala espina.

- ¿Crees que alguien está conspirando para derrocarme?

- ¿No te lo parece a ti?

- La verdad es que sí. - asintió Kal. - Pero sabíamos que esto iba a ocurrir. ¿Puede ser alguien
del consejo?

- O puede ser la Voz de Rao. O podrían ser todos juntos. Si William supo que estábamos
investigando la red que tienen montada, ellos también lo sabrán.

- Pues más nos vale darnos prisa y encontrar suficientes pruebas para condenarlos. ¿Crees
que serían buenos esclavos? - bromeó Kal.

- Pues no veo mucho a la Voz de Rao limpiando suelos. Pero supongo que unos cuantos
azotes lo motivarían. - rio Kara también.

- Estoy seguro que estarías encantada de devolvérselos.

- Por supuesto.

- ¿Están todos estables? - preguntó Kal cuando Alex, William y Lena volvieron ya entrada la
noche.
- Sí, por suerte esta vez llegamos a tiempo. Pero empiezan a faltar ciertos materiales. -
suspiró Lena. - ¿Podríais encargaros vosotros de traerlos? No creo que sea buena idea que
salga de aquí.

- Tranquila, yo me ocupo. - respondió Alex. - ¿Me podrías hacer una lista de lo que
necesites?

- Mañana a primera hora te la doy. - asintió Lena.

- Perfecto.

- Hay otra cosa que os quería comentar. Al paso que vamos, necesitaré ampliar las salas que
tengo para pacientes. Cuando diseñé la capacidad del hospital, no esperaba que pasara todo
esto. Falta poco para empezar a acumular pacientes en los pasillos. Además, hay gente que no
quiere volver a sus casas porque están asustados.

- Alex y yo queríamos comentarte algo sobre esto. - dijo Kal señalando la aludida. - ¿Crees
que podríamos convertir el antiguo palacio en una especie de refugio? Sé que es tu casa y
todo eso, pero sería más fácil protegerlos si están todos juntos mientras conseguimos poner
orden en la ciudad. Es difícil capturar gente y proteger a otros a la vez. Por lo menos, lo es
con los efectivos que tenemos ahora mismo. No creo que la situación mejore hasta que
lleguen los Lane.

- Claro, pero necesitaré reformar más el palacio para poder acoger a toda esa gente.

- Cederemos algunos hombres para que ayuden a Kara con los preparativos y mantengan esto
protegido . ¿Te parece bien? - le preguntó a la aludida.

- Sí, si hace falta también echaré una mano. - se ofreció la rubia.

- Bien, dicho esto. La comida lleva fría encima de la mesa una hora por lo menos. - intervino
Alex sentándose a comer. El resto siguieron su ejemplo.

Cuando acabaron de cenar, Alex y Kal volvieron a la fortaleza. Kara y William tardaron un
poco más en volver sus habitaciones. Estuvieron charlando los tres con calma hasta que el
moreno bostezó y dijo que tenía mucho sueño. Él y Kara decidieron dar el día por acabado e
irse a dormir.

- Kara, ¿te importa? Quiero enseñarte lo que tengo previsto hacer. - la llamó Lena cuando
esta estaba a punto de irse.

Kara asintió y volvió a colocarse a su lado.

La morena sacó un plano y lo colocó encima de la mesa.

- Claro, pero ¿cuál es el plan? - respondió Kara mirando el plano que tenía Lena delante.

- Ahora el hospital está en esta ala del antiguo palacio aislada del resto. - explicaba Lena
señalando las diferentes partes en el papel. - Si abrimos esta pared, podremos acceder a esta
zona de aquí y tener acceso a esta parte. Necesito que te encargues de tirarla abajo y de
preparar estas salas con camas y todo lo necesario.

Kara asintió dando por acabada aquella pequeña reunión. La rubia se dirigió hacia la puerta.
Lena entonces hizo un movimiento brusco para coger otro papel, pero se mareó y empezó a
caerse. Kara corrió hasta su lado. La rubia había conseguido atraparla en el aire antes de que
se golpeara contra el suelo.

- ¿Estás bien? - preguntó preocupada ayudándola a ponerse en pie de nuevo. La tenía cogida
por las caderas ayudándola a equilibrarse.

- Sí, es solo el cansancio. Están siendo unos días muy ajetreados. - contestó Lena apartando
las manos de la otra y separándose de ella.

- ¿Cuánto has dormido en total? - preguntó desconfiada Kara cruzándose de brazos.

- Cinco horas . - respondió la morena acabando de agarrar el papel que en un principio quería
coger.

- ¿En cuántos días?

- Tres.

- ¡Lena! - exclamó Kara horrorizada. - Al final vas a caer enferma tú de agotamiento. Y no


nos lo podemos permitir. ¿Quién va a dirigir este caos? - bromeó la rubia. - A partir de ahora,
cinco horas mínimas al día.

- Sí, claro. Como no hay cosas que hacer. Además, ¿quién lo va a controlar? ¿Tú? - rio Lena.

Lena intentó moverse de nuevo a su silla, pero volvió a tambalearse. Con la ayuda de Kara,
logró hacerlo sin acabar en el suelo. Entonces la rubia volvió hasta la puerta para marcharse.

- Evidentemente. ¿Vas a irte a dormir ahora? - preguntó Kara abriéndola dispuesta a irse.

- Tengo que hacer la lista para Alex. - suspiró Lena señalando su escritorio.

- Pero Alex no viene hasta mañana. ¿No puedes hacerla cuando te levantes? Tienes que
dormir.

- Prefiero hacerla ya. Mañana nunca que se sabe qué pasará.

- Pues entonces te ayudo. - respondió Kara cerrando la puerta y sentándose a su lado.

- No hace falta.

- Cuanto antes acabemos, antes nos iremos a dormir. - insistió Kara.

- Ve a dormir tú. Yo no tardaré en ir también.


- Te conozco lo suficiente como para saber qué vas a encontrar algo que hacer después. Te
ayudo y nos vamos a dormir.

- Está bien. - rio Lena. - A terca no te gana nadie.

- Fue a hablar.

Se sentaron las dos una al lado de la otra casi rozándose. Estuvieron revisando los papeles así
un rato. Lena agradecía volver a tener a Kara a su lado. Kara estaba maldiciéndose a sí misma
por ponerse en esa situación. Se levantó y se sentó en el sofá a continuar para poner distancia
entre ellas.

Cuando acabaron de revisarlo todo, Lena se puso a escribir la lista. El plan original era que
Kara la esperara hasta que acabara y las dos fueran a la parte de la residencia de Lena.
Cuando la morena levantó la vista de la lista acabada, Kara dormía profundamente tumbada
en el sofá. Lena se quedó ensimismada mirando a la rubia. Había echado de menos verla
dormida, dormir a su lado. ¿Para qué iba a despertarla?

Cogió una manta y se recostó al lado de la kryptoniana. Las cubrió con la manta y cerró los
ojos. No tardó mucho en quedarse dormida también.

*/*/*/*

El Sol empezó a despertar a Kara. No era del todo consciente de su alrededor, apenas había
abierto los ojos. Notó un bulto a su lado. Pasó un brazo a su alrededor y lo apretó contra ella.
El bulto se movió y se apoyó contra su cuerpo. Olía a Lena. Kara abrió los ojos rápidamente
para encontrarse la cara de la morena a un palmo de distancia.

La soltó rápidamente. Quiso levantarse, pero estaba atrapada entre la morena y el respaldo
del sofá. Tenía dos opciones: aguantar allí hasta que Lena se despertara o levantarse y
arriesgarse a despertarla. La morena necesitaba esas horas de sueño. Pero Kara no quería
volver a caer.

Con todo el cuidado que pudo, sacó su cuerpo de bajo de Lena. Después, intentó levantarse
sin mover a la morena. Justo cuando estaba a punto de salir del sofá, Lena se empezó a
remover para acabar abriendo los ojos. Kara se acabó de levantar y corrió hasta la mesa.

- Buenos días. -murmuró Lena medio dormida y con una sonrisa.

- Sí, buenos días. - decía Kara nerviosa colocándose bien la ropa. - Me voy a ir a desayunar.
Nos vemos luego.

Para cuando Lena quiso responderle, ya se había ido. La morena no sabía si reír o sentir pena.

Lena no tardó mucho en levantarse también e ir a la cantina. Kara estaba sentada en una mesa
con William y tres platos llenos de comida a su alrededor. Lena cogió algo también y se sentó
con ellos. Kara estaba bebiendo cuando William empezó a hablar con la morena.

- ¿Noche movidita? - preguntó William. Por un momento, pareció que Kara se había
atragantado con el líquido. Al final, consiguió salvar parte de su dignidad.
- Un poco. Lo de siempre. Pero me fui a dormir temprano al final. - contestó alegre Lena.

- Define temprano. - preguntó William levantando una ceja.

- Debo haber dormido unas cuatro o cinco horas.

- ¡Por Rao! ¡Récord! Por fin. - suspiró aliviado William. - ¿Y a qué se debe este milagro?

- Cosas. - sonrió Lena mirando su plato de comida.

- Creo que voy ir tirando. - dijo Kara levantándose.

- ¿Ha pasado algo entre vosotras? - preguntó William con curiosidad.

- Ojalá, pero Kara simplemente es así. - suspiró Lena.

*/*/*/*

- William, ¿estás haciendo algo? - le preguntó Kara más tarde cuando se lo encontró por uno
de los pasillos.

- Pues ahora mismo, no. ¿Por?

- Espero que sepas utilizar un martillo. - sonrió la rubia perversa.

Kara arrastró a William y a los soldados hasta la dichosa pared. Empezaron por la mañana y
para la tarde, ya la habían echado abajo y estaban preparando las habitaciones.

- Gracias por conseguir que Lena duerma algo. Eres la única que es capaz de conseguirlo. -
añadió William dejándose caer sobre una silla agotado. Kara la miró extrañada. - No me
mires así. Era... Soy la mano derecha de la Voz, sé lo que hay entre Lena y tú.

- Había. Se ha acabado. - aseguró la rubia imitándolo.

- ¿Y por qué será que no me lo parece? - rio William antes de marcharse a buscar más cosas.

Kara suspiró y lo siguió de vuelta al trabajo.

- Oye, siento curiosidad. - empezó a hablar la rubia. - ¿Cómo es eso de ser la mano derecha
de ese hombre?

- Pues bastante desagradable, ¿para qué mentir? He tenido que renunciar a muchas cosas por
su culpa. - reflexionó William serio.

- ¿Qué pasó?

- Perdí a mi mejor amigo bajos sus manos y yo no pude hacer nada. - confesó el hombre. -
Ese es mi motivo principal para hacer lo que estoy haciendo, Kara.

*/*/*/*
Con la gente protegida en las ciudades, Kal y Alex habían conseguido atrapar a un buen
número de gente. Pero solo sirvió para que el número de radicales creciera de golpe otra vez.
Y esta vez, fueron a atacar directamente al antiguo palacio.

Kara y sus soldados apenas tuvieron tiempo de cerrar las puertas para contener el ataque.
Tuvieron que prácticamente tapiar toda puerta, ventana o agujero por el que alguien se
podudiera colar. Estaban completamente rodeados y atrapados en el edificio.

El lugar estaba lleno de gente. Parecía que media ciudad estaba viviendo ahora en su interior.

Era cerca del anochecer del octavo día de encierro. Lena quería ir hasta los jardines del
palacio a buscar unas plantas medicinales que había en el invernadero. Kara se la encontró
saliendo del despacho cuando volvía del final de su ronda y se había ofrecido a acompañarla.
El inverandero estaba pegado a los muros del palacio y la rubia decía que temía que alguien
se pudiera colar por allí mientras Lena recogía las plantas. La morena se la quedó mirando
con una ceja levantada. Los muros en esa parte medían más de dos metros de ancho. Era
bastante difícil que alguien se colara por allí, pero Kara insistió en ir.

Así que una al lado de la otra fueron bajaron hasta los jardines. Desde que estaban encerrados
allí, ese espacio era el único desde el que se podía respirar algo de aire libre. Era normal
verlos llenos de gente tumbada en el césped o paseando.

Lena logró recoger las plantas sin que ningún radical se colara por allí y aprovechó para picar
un poco a la rubia. Ella solo respondió sonrojándose y murmurando algunas palabras.

Estaban caminando con calma de vuelta al despacho de la Luthor cuando vieron un par de
hombres peleándose. Kara tuvo que separarlos para que la cosa no pasara a mayores. No era
la primera pelea que tenían que disolver. La tensión entre los mismos refugiados a causa del
encierro cada vez era mayor y daba más problemas.

Una vez los dos hombres estuvieron más tranquilos, volvieron hasta el despacho de la
morena.

Lena se sentó en su mesa para trabajar en las provisiones para los próximos días. El agua
llegaba por las fuentes privadas del antiguo palacio, pero la comida, no.

- Tenemos que pensar un sitio para situar mejor la flota de los Lane. No puede ser que cada
vez que los necesitemos, tarden días en llegar. - se quejaba Kara. Estaba tumbada en el sofá
del despacho . La rubia seguía sin fiarse de que Lena se fuera a dormir a horas decentes, así
que estaba con la morena en su despacho hasta que creía que era hora de irse a dormir y la
acompañaba, o la arrastraba, hasta su habitación. Kara nunca llegaba a entrar. Cuando
llegaban a la puerta de la morena, la rubia huía de vuelta a la suya.

- La verdad es que debería herirte en tu orgullo kryptoniano. Los daxamitas tenían una flota
más rápida. - rio Lena.

- Sí, ríete. Pero Kal y Alex no van a sacarnos de aquí hasta que lleguen. ¿Cómo va el
racionamiento?
- Pues si no me fallan los cálculos, vamos a necesitar los soldados para controlar a los
refugiados. Vamos a pasar mucha hambre.

- Mis señoras, necesitamos que vengan. - entró un soldado en el despacho sin llamar.

- ¿Qué sucede? - preguntó Kara alarmada.

- No lo sabemos, pero algunos soldados están empezando a enfermar de repente.

Kara y Lena se miraron confundidas entre ellas.

- Lo que nos faltaba. - suspiró Lena.

Habían concentrado todos los soldados enfermos en una misma sala. William ya estaba allí
examinándolos y apuntado cosas en algunos papeles.

- No se reconocer los síntomas, Lena. - dijo pasándole los documentos.

- Déjame ver. - dijo Lena. Su cara debía ser un cuadro. No se lo podía creer.

- ¿Qué pasa, Lena? - preguntó William.

- Esto. - dijo levantando los documentos. - Son síntomas de un veneno común en el norte.
Alguien está envenenando el agua de los soldados.

Kara rápidamente se giró y cargó contra William.

- Ya sabía yo que no nos podíamos fiar de ti. - gruñó Kara.

- Kara, te prometo que no sé nada de todo esto. - se defendía. - Me interesa tan poco como a
ti que los soldados enfermen.

- Ya, seguro. Y ¿quién los ha envenenado?

- No lo sé. Pero a estas alturas la Voz de Rao ya sabrá que os ayudo. Quiere mi cabeza tanto
como la tuya o la suya. - dijo señalando a Lena.

- Ayudarnos puede ser una retorcida estrategia de las vuestras.

- Kara, cálmate, por favor. - dijo Lena colocando su mano sobre el brazo de la rubia. - No
creo que haya sido él quien los haya envenenado.

- ¿Por qué? - contestó Kara sin soltarlo ni separar su mirada del moreno.

- Cuando digo que este veneno es del norte, me refiero más al norte de Gimina. Se hace a
partir de plantas que solo crecen en la frontera con Daxam. De hecho, solo crecen cerca del
escondite de los Luthor.

- Espera, ¿has sido tú? - contestó Kara confundida mirando a Lena.


- No, la verdad es que me gusta mantener la cabeza sobre los hombros. Y para eso necesito a
tus soldados.

- ¿Alguien de los refugiados? - sugirió Kara soltando a William que respiró aliviado.

- Sí. - asintió Lena. - Primero tenemos que comprobar si compartieron la misma jarra o algo
por el estilo. Será donde vertieron el veneno.

- ¿Ellos estarán bien? - preguntó señalando a sus soldados.

- Sí, no te preocupes. Puedo preparar el antídoto. Escúchame, después tenéis que comprobar
qué refugiados han podido verter el veneno. Pero nadie puede saberlo. Sería un caos. La
versión oficial es que solo son unas fiebres por cansancio.

- Bien. - asintió Kara. - Tú, William, conmigo. Quiero ver en todo momento qué haces.

*/*/*/*

Ya de noche, Kara entró en el despacho arrastrándose. Llegó hasta el sofá y se dejó caer. Dejó
caer la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Parecía que el cansancio empezaba a pasarle
factura. Cada vez su cuerpo tenía menos energía.

- ¿Ha habido algo de suerte? - preguntó Lena sin levantarse de su silla.

- No, nada. -murmuró Kara. - ¿Cómo están ellos?

- En un par de días estarán bien. La dosis no fue lo suficientemente fuerte.

- Bien, he colocado algunos guardias de confianza a vigilar el agua de forma disimulada.


Espero que puedan pillar a quien sea in fraganti.

- ¿Habéis encontrado donde estaba el veneno?

- Sí, de hecho, yo también había bebido de allí. Supongo que ellos debieron beber más agua.

- ¿Has notado algún síntoma? - preguntó Lena preocupada.

- No, estoy bien, tranquila. Solo cansada. - Kara suspiró.

Lena se levantó y se sentó a su lado. Estaba medio girada para poder ver a la rubia.

Kara no pudo evitar que se le escapara la risa.

- ¿Qué pasa? - preguntó Lena con curiosidad.

- Nada, cosas mías.

- ¿Podrías honrarme contándome que es tan divertido?

- ¿Cuánto hace de la coronación de Kal? ¿Dos meses?


- Más o menos.

- Me prometí que no iba a cruzar más palabras contigo. Mi plan va sobre ruedas de momento.
Todo un éxito. - se burló de sí misma Kara.

- No me voy a quejar de que tu plan fracase. - sonrió Lena.

*/*/*/*

Kara junto a William cargaban con algunas cajas con suministros desde el almacén del
hospital.

Habían pasado un par de días y no había aparecido nadie más envenenado. Etón había
llegado ese día informando que los Lane llegarían al día siguiente. Así que por primera vez
en semanas empezaban a respirar tranquilos. Podían ver el final del encierro.

- Pero, a ver, ¿la acompañas hasta su habitación cada noche y ya? - preguntaba confundido
William.

- Sí, claro. Ya te dije que lo nuestro había acabado. - contestó Kara como si fuera algo obvio.

Se agacharon para colocar las cajas en el suelo. Al levantarse, Kara se tambaleó. William
tubo que agarrarla para evitar que se cayera.

- ¿Estás bien? - preguntó William preocupado.

- Solo estoy cansada. - murmuró la rubia sin fuerzas.

- No, Kara. Estás ardiendo. Volvamos a que te miren.

- Estoy bien de verdad. - contestó intentando empujar a William lejos de ella, pero se
desmayó en el intento.

*/*/*/*

Kara se había pasado los últimos tres días delirando. A su cuerpo le estaba costando mucho
combatir el veneno. Debía llevar días notando los síntomas de un veneno que había seguido
bebiendo. Si eso no la mataba, Lena iba a hacerlo si ella misma no moría de la preocupación.
Llevaba días y noches en vela cuidando de ella. Tenía el corazón en un puño. Tanto que hasta
le dolía físicamente.

Tenían encarcelado al envenenador en las celdas del antiguo palacio. Por lo visto, quería
asesinar a la purificadora de Gimina.

Las tropas de los Lane y sofocaron rápido la revuelta. Todo el mundo había podido volver
sano y salvo a su casa. Habían capturado a unos cuantos cabecillas que Kal había mandado
interrogar.

Así que todo estaba volviendo poco a poco a la normalidad, excepto Kara.
Mientras se recuperaba, Lena había encargado a William que cuidara de la rubia durante el
día y que no se separara de su lado. Era de noche cuando la visitó en su habitación. Se acercó
al moreno que parecía concentrado en unos documentos que tenía entre manos. Él le había
dicho que mientras vigilaba a la rubia iba a ir adelantando la decodificación.

- ¿Cómo está? - preguntó Lena.

- Parece que está empezando a curarse. Creo que lo peor ha pasado. Son muy afortunados los
kryptonianos. Si nosotros hacemos eso, morimos. - suspiró William.

- Afortunados y cabezas huecas. ¿Quieres irte a descansar? Ya me quedo yo. - ofreció Lena.

William solo asintió y se levantó de su silla.

- ¿Has cenado? - le preguntó él antes de irse.

- Sí, tranquilo. Ve a dormir.

Una vez estuvieron a solas, Lena comprobó lo que le había dicho William. En efecto, parecía
que lo peor había pasado. Sintió el alivio invadir su cuerpo. La morena se sentó a su lado en
la silla y se dedicó a observarla.

Mientras la rubia había estado inconsciente, la mayoría de los heridos del hospital se habían
recuperado y no habían llegado más. Ahora solo faltaba que la rubia se recuperara. Habían
sido las semanas más largas de su vida. Y los últimos tres días, los peores.

Esa noche, como todas las otras, Lena se iba a quedar al lado de Kara cuidándola.

Era bien entrada la noche cuando la rubia empezó a moverse.

- Sed. Agua. - carraspeó la rubia como pudo intentándose incorporar.

- Espera. Ahora voy. Tranquila. - le contestó Lena empujándola de vuelta contra la cama. -
Casi nos matas del susto. - bromeó.

La rubia como respuesta solo sonrió con los ojos entre cerrados. Logró beber un poco.
Respiró profundamente y volvió a quedarse dormida.

*/*/*/*

El día siguiente se lo pasó durmiendo horas salteadas. Las horas que estaba despierta charlaba
con William que le hacía compañía o con Alex cuando iba a verla.

- Vaya susto nos ha dado. - decía Lena a Alex. Kara se acababa de volver a dormir, así que la
mayor había ido a ver a Lena a su despacho. La Luthor estaba repasado algunos papeles sobre
su mesa.

- Te mereces un descanso. - suspiró Alex. - ¿Cómo ha ido con Kara estos días? Me refiero a
cuando estaba sana.
- Bien, supongo. No lo sé, Alex. Había momentos en que me trataba cómo antes y otros en
que apenas me miraba. Por lo menos, ahora no me evita.

- ¿Pero quieres más? - insistió Alex.

- Claro que quiero más. La quiero de vuelta del todo.

- ¿Sabes? Tengo una idea. - sonrió perversa. - Los Danvers tenemos una casa en una pequeña
isla perdida en medio del mar. No hay nadie más en kilómetros a la redonda ¿Por qué no os
vais las dos unos días las solas?

- Me imagino la conversación: "¿Oye, Kara nos vamos de vacaciones? Claro, ¿por qué me
iba a negar a irme contigo a una isla desierta para estar a solas?". No veo qué podría fallar.

- No tiene por qué ir por propia voluntad.

- Alex Danvers, a veces, me das miedo.

*/*/*/*

- Hola, rubia. ¿Cómo estás hoy? - saludaba Lena a Kara que estaba sentada contra el cabezal
de la cama con la mirada perdida en la pared.

- Estoy tan destrozada como cuando me tuvisteis días sin comer. - la saludó de vuelta
bromeando.

- Técnicamente, llevas días comiendo muy poco. - rio Lena.

- Eso lo explica. - asintió Kara con media sonrisa.

- Por lo menos, parece que tu cuerpo ha expulsado el veneno. - dijo Lena mientras
comprobaba que Kara no tuviera más síntomas. Después se sentó a su lado.

- ¿Cuándo me podré ir?

- ¿Ya te quieres ir? - preguntó sorprendida. - Te acabas de recuperar. No te irás hasta que no
estemos seguros de que estás bien.

- ¿Y eso será?

- Cuando la jefa lo decida. - contestó Lena señalándose a ella misma.

- ¿Y la jefa no tiene motivos ocultos para mantenerme aquí? - rio Kara.

- Para nada. - bromeó la morena. - Fuera bromas, Kara. De verdad, quédate un par de días
más para acabar de recuperarte.

- Solo si me alimentáis.

- Por su puesto. ¿Algo en particular?


- ¿Puedo elegir? - dijo ilusionada Kara.

- La verdad es que no. - rio Lena. - La variedad no es muy grande. A penas estamos
empezando a llenar los almacenes otra vez.

- Pues quiero un plato de todo lo que haya.

- Claro, ahora vuelvo. - dijo Lena y se levantó. Antes de irse, añadió: - ¿Kara? Me alegro de
que estés bien. Y, también, de que aceptes quedarte unos días.

- Solo me quedo por la comida. - bromeó la rubia.

Kara se volvió a quedar sola en la habitación. Se tumbó de nuevo totalmente. Se estaba


aburriendo muchísimo, pero había intentado leer y solo había logrado un dolor de cabeza. Se
maldijo así misma por estar atrapada allí y con Lena ahora que todo había terminado. Quizá
podría escabullirse a Kandor cuando todo el mundo se fuera a dormir. ¡Cuánto echaba de
menos poder olvidarse de todo allí!

Lena no tardó mucho en volver con una bandeja en las manos con un par de platos encima.

- Ahora traerán el resto. - dijo Lena pasándosela a la rubia que volvió a sentarse.

- Gracias. ¿Te vas a quedar aquí? - preguntó Kara cuando vio a Lena sentarse en la silla al
lado de la cama.

- No tengo nada mejor que hacer. - respondió encogiéndose de hombros.

- ¿Y no vas a cenar?

- No tengo hambre.

- Como digas...

Al cabo de cinco minutos de incómodo silencio, llegó el resto de comida. Lena miraba
fijamente a Kara mientras esta comía.

- Anda, come un poco. - dijo Kara pasándole un plato.

- No, tranquila. Estoy bien.

- En serio, Lena. Come.

- Solo si me dejas un hueco a tu lado.

- Si no hay más remedio. - rio Kara haciéndose a un lado para dejar un espacio a Lena.

La morena se sentó a su lado y cogió uno de los tantos platos que le habían llevado a Kara y
empezó a comer a su lado.

- ¿Cómo está? - preguntó Kara. Lena se separó del plato para mirarla. La rubia no había
calculado lo cerca que estaban. Al encontrarse a el rostro de la Luthor a menos de un palmo
de ella mirándola fijamente, volvió la mirada rápidamente al plato y carraspeó.

- Bueno, creo que hablaré con los cocineros. - rio Lena que aún no había dejado de mirar a
Kara fascinada. Hacía mucho tiempo que no veía a Kara sonrojarse así.

- No voy a ser yo quien te lo impida.

Acabaron de comer sin decir nada más. Lena se levantó a dejar los platos vacíos en una
pequeña mesa y volvió a sentarse al lado de Kara.

Estaban las dos totalmente rígidas y en silencio. Kara se planteaba seriamente la posibilidad
de salir corriendo de la habitación, mientras Lena pensaba en si era buena idea presionar un
poquito a la rubia. Se inclinó hasta colocar la cabeza contra el hombro de Kara y suspiró.

Kara continuaba totalmente rígida debajo de ella. Lena cogió la mano que tenía más cerca y
empezó a acariciarla. Primero, fue un suave roce por el dorso. Al ver que la rubia no se
apartaba, la giró y empezó a pasar las yemas por la palma. Resiguió las líneas de las manos
lentamente. Después pasó a las cicatrices de las muñecas para volver sobre su camino y
reseguir los dedos. Repetía ese recorrido una y otra vez lentamente.

- Hacía mucho tiempo que no pasaba tanto miedo. Me pensaba que te perdía por siempre. -
rompió el silencio Lena.

- Lena...

- Tranquila, sé que no estamos juntas. Pero, por lo menos, te puedo ver. Puedo bromear
contigo o discutir. Puedo perseguirte mientras me ignoras o me evitas. Puedo inventarme
nuevas maneras de llamar tu atención. Puedo verte comer como si no tuvieras fondo o
destrozar algún muñeco de entrenamiento. Alex ya me ha contado que últimamente duraban
poco enteros. Sobre todo, los días que nos habíamos visto. - rio Lena.

- Me llevabas a los límites. No lo negaré.

- ¿Sientes algo por mí todavía? - preguntó Lena levantando la cabeza para mirar a la rubia
que seguía mirando al frente. - No te estoy pidiendo que volvamos juntas. Solo quiero
saberlo. Necesito saber si aún queda algo ahí.

Lena cogió la cabeza de Kara y la obligó a mirarla. La rubia cedió a mover la cabeza, pero
mantenía la vista gacha.

- Sabes que sí. - murmuró.

Lena se quedó mirando fijamente sus labios y, poco a poco, se acercó hasta besarlos. Dejó un
suave besó y se separó un poco a la espera de la reacción de la rubia. Kara no se movió.
Estaba con los ojos cerrados.

- Lena... - empezó la rubia.

La morena no la dejó continuar y la besó de nuevo. Esta vez alargó el beso hasta que Kara se
lo devolvió. Se besaron suavemente sin llegar a más explorándose de nuevo con cuidado.
Solo disfrutaba con el roce de sus labios. Lena intentaba no dar ningún paso en falso. Kara se
debatía internamente entre separarse o ceder del todo. Cuando les faltó el aire de separaron y
Lena apoyó su frente contra la de la Kara. Ninguna de las dos abría los ojos.

- Te he echado de menos. - dijo finalmente Lena.

- Y yo a ti. - murmuró Kara. - Pero sigo pensando lo que te dije, Lena. No vamos a volver. -
dijo separándose y se levantó de la cama.

- ¿A dónde vas? - le preguntó sorprendida por el movimiento tan brusco de la otra.

- Voy a refrescarme. - dijo poniéndose la primera ropa decente que encontró y se fue por la
puerta.

Las puertas del antiguo palacio estaban vigiladas. Utilizó uno de los tantos agujeros que
habían abierto los radicales durante el sitio para escaparse del hospital en dirección a Kandor.
Hacía frío en la calle ya de noche, pero lo agradecía. Después de los últimos días, necesitaba
respirar y sentir el aire fresco. Todavía podía sentir los labios de Lena sobre los suyos.

Kandor estaba a penas a diez minutos del antiguo palacio, pero se le hicieron eternos.
Mientras su cabeza le decía que continuara su camino, una parte de ella le suplicaba para que
diera media vuelta.

*/*/*/*

- Estos son los documentos que logré decodificar y estos otros están a medias. - dijo William
señalando diferentes montones sobre la mesa.

Lena y William volvían a estar en la habitación secreta de la biblioteca. Las cosas habían
vuelto a la normalidad en la capital. Kara había vuelto a evitar a Lena.

Habían mandado un mensaje Brainy para que volviera con Daron-Vex de donde fuera que se
lo hubiera llevado.

- Oye, ¿todos estos documentos están firmados por Zor-El? - preguntó Lena a William.

- Sí, los más antiguos. - respondió como si fuera algo obvio.

Continuaron ordenando y clasificando los papeles. William le enseñaba todo lo que había
encontrado y la ponía al día. Alex apareció poco después y se unió a ellos.

- No me puedo creer todo esto. Hasta Krypton nos dará su apoyo para meterlo entre rejas.
Sumado con lo que han soltado los detenidos...- decía aliviada la Danvers.

- Pues sí. La verdad es que lo va a tener complicado si quiere salir impune. - añadió confiada
Lena.

- ¿Se lo vais a decir a Kara? - dijo William levantando uno de los documentos.
- No necesita saberlo de momento. - cortó Alex. - Primero, centrémonos en atrapar a la Voz.
Tenemos que encontrar la manera de que venga hasta aquí. Será más fácil atraparlo en la
capital que en vuestro templo.

- Quizá yo pueda ayudarte con eso. - contestó William. - Seguro que lo puedo atraer.

- Bien, luego nos ponemos. Lena, ¿me acompañas? - dijo Alex saliendo por la puerta.

- ¿A dónde? - preguntó confundida siguiéndola.

- Tengo que explicarte algo. - sonrió perversa Alex.

*/*/*/*

- ¿Alex, has visto mi camisa azul? - preguntaba Kara a Alex desde la puerta de su cuarto. La
mayor estaba entrenando en el patio.

- No, ¿por qué? - preguntó de vuelta, pero Kara ya había desaparecido otra vez. Al cabo de
unos segundos, apareció bajando por las escaleras con prisa. - ¿Vas a la ciudad? - la paró.

- Sí, ¿por? - respondió Kara impaciente. Precisamente hoy Barry le había dicho que iba un
artista buenísimo de algún país extraño a Kandor y que tenía tres combates programados. No
quería perdérselo.

- Oye, ¿podrías pasar por un barco del puerto? Tenía que ir a revisarlo, pero aún no he ido. Y
hoy tengo cena con Kelly aprovechando que está en la capital y Kal, con Lois. ¿Te importa?

- Yo iba a desconectar un rato, Alex. - contestó haciendo un puchero.

- Vamos, es solo un momento. Haz este pequeñín favorcito a tu hermana favorita. - suplicó la
mayor.

- Como si tuviera otra. - bufó Kara.

- ¡Gracias! - dijo alegre Alex.

- Me refería a que no tengo otra hermana. Ve tú, Alex. Por una tarde que tengo libre...

- Venga, menos quejas, mano derecha del rey. Ve a hacer tú trabajo. - ordenó poniéndose
seria.

Evidentemente, Kara acabó cediendo.

Así que ahí estaba. En el puerto había decenas de muelles colocados en paralelo en la
profunda y estrecha cala que había en el centro de la ciudad. Según le había dicho Alex, el
barco prácticamente estaba en los últimos muelles. Era un barco de la corona, así que en
teoría debería ser fácil de reconocer. Pero casi era de noche y el puerto no estaba bien
iluminado. Kara se lo anotó en la lista de cosas pendientes para mejorar la capital.
Con un poco de esfuerzo, al final lo localizó en el último muelle. Algunos marineros se
encargaban de mover cuerdas y preparar velas. Quizá no iban a tardar mucho en volver a
partir. Subió a cubierta y preguntó por el capitán a una mujer que pasaba por allí. La mandó
al camarote del capitán bajo cubierta. Golpeó la puerta un par de veces, pero no recibió
respuesta. Abrió la puerta lentamente. La habitación estaba totalmente a oscuras.

- ¿Hola? Soy la princesa Kara Zor-El. Me envían... - empezó a decir Kara, pero antes de que
pudiera acabar la frase, la empujaron desde detrás hacia el interior de la sala. La puerta detrás
de ella se cerró. Intentó abrirla, pero parecía que la habían cerrado desde el otro lado. Miró si
se podía escapar por las ventanas. Eran demasiado pequeñas y apenas cabía por allí. Oyó
como daban órdenes para zarpar y el barco abandonó el puerto. - Maldición.

Volvió a la puerta y empezó a golpearla. Estaba atrapada. ¿Quién la querría secuestrar?


Pregunta tonta, literalmente hacía poco más de una semana la habían intentado matar. Con la
de enemigos que tenía, ¿quién no la querría secuestrar? Miró a su alrededor. Aquello ni tan
siquiera era el camarote del capitán. ¿Cómo había caído en una trampa tan tonta?

Decidió prepararse para cuando quien fuera que la había encerrado, volviera. Tarde o
temprano tendrían que aparecer. Por suerte, llevaba con ella su revólver. Valoró si encender
alguna luz para poder apuntar a algo, pero pensó que eso le daría una desventaja. Así que se
escondió entre las tinieblas en un rincón desde el que podía ver perfectamente la puerta
preparada.

Sus secuestradores no tardaron ni diez minutos en volver. Oyó el sonido de cosas moverse
detrás de la puerta y las llaves. Amartilló el revólver y se preparó para apuntar.

- ¿Kara? - oyó una voz la rubia nada más abrirse la puerta.

Una silueta iluminada entró junto con la voz, pero Kara no llegó a disparar.

- ¿Lena? - preguntó Kara sorprendida. - ¿Se puede saber qué es todo esto? - preguntó ahora
cabreada.

- ¿Sorpresa? ¿Perdón? - dijo Lena con una sonrisa incómoda.

- ¿Me puedes explicar por qué me acabas de secuestrar? - gruñó guardando el arma.

Lena se acercó a una pequeña lámpara de aceite que colgaba en la pared y la encendió.

- Fue idea de Alex. Quería que te tomaras unas vacaciones para acabarte de recuperar y todo
eso.

- ¡¿Cómo que unas vacaciones?! - exclamó Kara. - ¿Y por qué estás tú aquí también? Y sigue
sin explicar por qué me estáis secuestrando.

- Vale, Alex quería que nos fuéramos de vacaciones las dos solas. Como suponíamos que no
ibas a aceptar, tramó este plan.

- ¿"Ella tramó"? ¿Me tengo que creer que no fue idea tuya?
- Te sorprenderá saber que yo estaba en contra de estas vacaciones forzadas. Pero tu hermana
es muy persuasiva. Dice que está harta de estar en medio y de vernos como dos almas en
pena.

- La voy a matar. Ordena que demos medias vuelta. - gruñó Kara enfadada.

- No lo voy a hacer. - contestó Lena cruzando los brazos. - Y tienen órdenes de Alex de no
hacerte caso a ti.

- Lena, da la orden. - se acercó Kara a la Luthor amenazadoramente.

- No, quiero recuperarte y me parece que el plan de Alex es bueno. - contestó segura Lena sin
dejarse intimidar.

- ¿De verdad te parece buena idea secuestrarme para que vuelva contigo? - dijo incrédula
Kara separándose. - ¿Es que estáis locas?

- "Locas" no es la palabra que usaría.

- Es verdad. "Desesperadas" os pega más. ¿Puedo saber dónde vamos por lo menos?

- ¿Te suena la isla de Sonokym?

- Sí, claro. Espera, ¿nos vamos a una isla en medio de la nada? Tienes que estar de broma. -
lloriqueó Kara.

- Vamos, Kara. Ni que fuera tan mala compañía. - bromeó Lena descruzando los brazos, pero
Kara le lanzó una mirada asesina. - Lo captó. Hagamos un trato. El barco nos dejará y
volverá al cabo de una semana. Si después de esos días todavía no quieres volver conmigo, lo
aceptaré.

- Siempre dices lo mismo. - bufó Kara.

- Si no funciona esto, la verdad es que me he quedado sin recursos. Es mi último intento. Lo


prometo.

- Bien, ¿una semana dices? - preguntó Kara para asegurase.

- Exacto. - asintió Lena.

- Trato. - dijo alargando la mano Kara. Lena la tomó y la apretó sellando el pacto.

- Trato.

- Ahora tengo hambre. ¿Dónde está la comida?

- Déjame ir a pedirla y vuelvo.

- ¿Para que comamos juntas? - volvió a preguntar Kara.

- Sí, ¿por qué?


- Nada, ve. Yo espero aquí.

Justo el instante después de que Lena saliera por la puerta, Kara la cerró y la encalló desde
dentro.

- ¿Qué haces? - se oyó la voz de Lena desde fuera. La morena intentaba abrirla de nuevo,
pero no podía.

- Que tengamos que estar en la misma isla no significa que tengamos que convivir. Tú, por tu
lado y yo, por el mío. - rio Kara sintiéndose extremadamente lista.

- ¿No tienes hambre? - continuó Lena sin rendirse.

- Prefiero pasar hambre que cenar contigo. Nos vemos cuando lleguemos a Sonokym.

- Bien, como quieras. Pero para tu información llegaremos pasado mañana por la mañana.
¿Podrás aguantar más de un día sin comer?

- Aguanté semanas. Un día pasará rápido. - se burló Kara.


Parte 5 4/6

Nunca un día se le había hecho tan largo. Había rebuscado por todos los rincones del
camarote donde estaba encarrada para ver si encontraba algo que llevarse a la boca. Allí solo
había recambios de piezas del barco y cuerdas. Ni quiera había tenido un lugar cómodo para
dormir durante la noche.

Para el mediodía, había estado realmente tentada a salir fuera a buscar algo para comer. Para
la noche, tenía tanta hambre que no era consciente de que había salido del camarote hasta que
la brisa la golpeó en cubierta.

- Vaya, creía que podías aguantar semanas sin comer. - bromeó Lena. Cuando la Luthor la
había visto aparecer en cubierta, había ido a recibirla.

- Puedo, pero no quiero. - contestó Kara cruzando los brazos.

- Seguro. - se burló la Luthor.

- ¿Qué hay de comer?

- No, no. - rio Lena. - No va ser tan fácil conseguir comida. Tengo algunas condiciones.
Primera, cenaremos juntas en el camarote que tenía preparado para ti. Segunda, aceptarás que
por lo menos pasemos cinco horas de cada día juntas mientras estemos en Sonokym.

- Dos. - regateó Kara.

- Tres. - devolvió Lena.

- Dos y medio. - insistió Kara. Cuanto menos tiempo ganara Lena, mejor.

- Cuatro. - contestó confiada Lena.

- Está bien. Tres. - cedió Kara dando la batalla por perdida. Tenía hambre. No le venía de
media hora.

- Hecho. Tercera, aceptarás comportarte como una adulta durante esas horas.

- ¡Si has sido tú quien me ha secuestrado!

- Cuatro. Pasaremos la semana las dos en la casa de los Danvers.

- Oye, entonces no van a ser solo tres horas juntas.

- ¿Trato?

- No me puedo creer esto. - bufó exasperada Kara.


- No te oigo. ¿Qué dices? Creo que hace un rato que el cocinero ha dicho que la cena estaba
lista. Si tardas mucho, los marineros se lo habrán comido todo. -se burló Lena.

- Está bien, está bien. Tú ganas. ¿Tardaremos mucho en cenar?

- En unos minutos nos lo traen. ¿Vamos? Esta vez no te vas a quedar sola. - dijo Lena
empezando a caminar dejando atrás a la rubia.

Kara solo suspiró y siguió a Lena de vuelta al que representaba que era su camarote. Allí
Lena empezó a preparar una pequeña mesa auxiliar para cenar. Buscó algo para iluminarse
mientras comían y lo colocó lo suficientemente cerca para ver algo, pero lo suficientemente
lejos para no deslumbrarse. La rubia, mientras tanto, se sentó en una mesa que había en el
centro de la estancia donde había desperdigados documentos de navegación. Empezó a
leerlos como si entendiera algo de ahí.

Después de dos minutos mirando la espalda de Kara, Lena carraspeó.

- ¿Vas a estar así hasta que llegue la comida?

- Solo estoy leyendo. - contestó Kara sin levantar la mirada de las hojas.

- Has dicho que te comportarías.

- Y lo estoy haciendo.

- Eso no es verdad. - la riñó Lena.

Kara bufó y echó la espalda para atrás apoyándose en el respaldo de la silla. Se quedó
mirando el techo unos instantes. Cogió aire y suspiró. Finalmente, se levantó y se sentó
delante de Lena en la mesa auxiliar. Lena la miraba fijamente. Kara no podía descifrar esa
mirada, pero se la devolvió. La cena no tardó en llegar cortando ese momento. La rubia
agradeció ver que ella tenía como el doble de ración que Lena o cualquier otra persona.
Realmente estaba muy hambrienta.

Kara no despegó los ojos del plato en toda la cena. Podía ver como la morena hacía ademanes
de decir algo, pero nunca acababa de hablar. “Mejor” pensaba la rubia, cuanto antes acabaran
mejor.

Kara acabó de comer y levantó la vista para encontrarse con que Lena apenas había tocado la
comida. La morena seguía sin separar los ojos de ella.

- ¿Es tan horrible pasar tiempo conmigo? - preguntó Lena totalmente seria.

- ¿Qué quieres decir? - respondió confundida Kara.

- Sabes perfectamente qué quiero decir. No te entiendo, Kara. Me dijiste que aun sentías algo.
Me devolviste el beso. - dijo frustrada Lena bajando todas sus defensas. Llegar hasta la rubia
se le estaba llevando toda su energía. ¿Qué más podía hacer? ¿Por qué siempre tenía que
cerrarse así en banda?
- Sí, y también te dije que no quería volver contigo.

- No quieres saber nada de mí. - afirmó Lena.

- No es tan rotundo. Al final, te necesitamos para sacar Thera adelante. Pero no te quiero en
mi vida después de todo. No de ese modo.

- Kara, solo estaba cumpliendo con mi deber. Tú accediste a estar conmigo a pesar de la
situación. Y la situación te estalló en la cara. Fuiste tú quien me persiguió para estar juntas.
¿O es que no te acuerdas?

- Era una ilusa. Me manipulaste para conseguir lo que necesitabas.

- Y me moría por dentro por hacerte eso. Estuve tan cerca de abandonar a mi familia. No te
puedes imaginar cuánto. Pero pasaron cosas, la Voz de Rao te atrapó y mi hermano empezó a
enviar más y más mensajes. Tenía miedo de que, si no les contaba como infiltrarse, atacaran
de frente. No quería una batalla en las puertas de la ciudad.

- Ya… No me parece suficiente. ¿Es que acaso te pensabas que no íbamos a poder con ellos?

- ¡No quería una batalla de mi hermano contra ti! - gritó Lena exasperada. - ¿Es que no lo
entiendes? No quería tener que sufrir por las dos personas que más quiero.

- Y elegiste traicionarme. - le reprochó Kara.

- No te puedes hacer a la idea de lo mucho que me duele haberlo hecho. - lamentó Lena.

- Tomaste tu decisión. Ahora yo tomo la mía. Y no la respetas. Me has secuestrado.

- No la respeto porque te hace tanto daño a ti como a mí. - se defendió la morena.

- Me da igual.

- Kara, ¿puedes tragarte el orgullo por una vez y dejar de herirnos a las dos? ¿Qué es lo que te
molesta? ¿Qué te engañara durante semanas y no te dieras cuenta?

- No es eso.

- ¿Entonces qué es?

- Me siento una idiota. Por haberme enamorado de ti, estuve ciega y no vi lo evidente. Eso es
lo que me pasa. No quiero volver a estar tan idiotizada por amor. Amar es una estupidez.

- Siento ser la causa de que pienses eso. - respondió Lena dejándose caer contra la silla.

- Tarde. - acabó Kara levantándose. Se dirigió hasta la puerta y la abrió para la morena. - Si
no te importa, quiero dormir.

Lena se la quedó mirando y asintió derrotada.

- Qué descanses. - le contestó y se marchó con la cabeza gacha.


*/*/*/*

Cuando Lena dijo que por la mañana iban a llegar a Sonokym, no mintió. La isla había
aparecido durante la noche en el horizonte. A media mañana ya podrían desembarcar.

Kara estaba en cubierta cuando amaneció apoyada contra el mástil. Otra vez había pasado
otra noche en vela. Aun recordaba las noches en vela en Gimina. Desde entonces, de una
forma o de otra, Lena estaba cerca cuando dormía. Hasta que llegó la invasión de los Luthor
y ella la echó.

Se había pasado la noche dando vueltas en la cama sin parar de pensar en la conversación que
había tenido con la morena. Lena tenía razón. La echaba muchísimo de menos. Cuando Alex
le había dicho que la Luthor haría de intermediario entre la corona y el norte, una parte de
ella saltó de alegría. Se quedaría en la ciudad. Pero seguía doliendo. Dolía como un demonio.
Y, encima, Lena no dejaba de perseguirla, de intentar recuperarla.

- Rao…- gruñó Kara desperezándose. Estaba agotada.

- Bonitas vistas. - oyó la voz de Lena detrás de ella.

- Sí, hacía mucho que no venía aquí.

- No me refería a la isla.

- ¿Desde cuando eres un cliché andante? - bromeó Kara.

- Me quedo sin recursos. - rio Lena.

- Vaya. Te tenía por una persona más creativa.

- Y yo creía que no querías saber nada de mí.

- Las tres horas ya están empezando a contar.

- Pues habrá que aprovechar.

*/*/*/*

En la isla apenas había un pequeño muelle para desembarcar, así que tuvieron que llegar con
un bote.

Encima de un pequeño turón en el fondo de la isla, había la famosa residencia de los Danvers
solitaria rodeada por altas verjas que habían perdido la mayor parte de las maderas que la
debieron formar años atrás. Kara, sin esperar a Lena, empezó andar en esa dirección. La
morena mientras tanto se quedó a dar las últimas instrucciones a los marineros. Cuando quiso
darse cuenta, Kara ya estaba a mitad de camino.

La Luthor aceleró el paso para intentar alcanzarla, pero de todos modos la rubia llegó antes
que ella. Desde luego, Kara seguía teniendo más resistencia y velocidad que ella, porque ella
llegó ahogada a la cima.
Allí arriba, al lado de la casa, entendió perfectamente porque los Danvers habían construido
su residencia en un lugar tan remoto. A sus pies se abría una estrecha cala con una pequeña
playa de arena de apenas dos metros de ancho. Un pequeño camino tallado en el acantilado
que separaba la casa de la playa era el único acceso.

Cuando recuperó el aliento, dio media vuelta hacia la residencia. Era apenas una casa no muy
grande de tres pisos incluyendo la planta baja. El estilo le recordaba mucho a la fortaleza. Las
paredes eran de color ocre con cenefas azules y rojas.

Entró por la pequeña y única puerta de la casa. En la planta baja, estaban la cocina, una
especie de baño y una sala para limpiarse parecida a la que tenían en la capital. También
había lo que parecía la despensa vacía. No tardarían en traerles la comida que iban a necesitar
esos días. Las escaleras estaban al fondo. Kara no parecía estar en esa planta así que subió al
primer piso. Allí había una gran sala de estar que servía también de comedor a juzgar por la
mesa baja que había. Una puerta conducía a una habitación con un pequeño balcón. Allí
tampoco estaba Kara. Solo quedaba un piso más.

En el último piso encontró una pequeña habitación que parecía un desván por la cantidad de
trastos que había dentro. El resto del piso era una gran habitación con una terraza del mismo
tamaño. La rubia había movido una de las dos camas que había allí y la había colocado en el
exterior. Estaba tumbada encima con los brazos detrás de la cabeza mirando el cielo.

- ¿Por qué no me sorprende que estés aquí fuera tumbada? - sonrió algo nostálgica Lena.

- Quizá sí que me vendrán bien estás vacaciones. - contestó inspirando fuerte Kara. -
Veintiuna horas al día para desconectar. ¿Qué más puedo pedir?

- ¿Las que pases conmigo no cuentan?

- Es un sacrificio que hago para un bien mayor. Por cierto, yo me quedo esta habitación. Tú
tienes la de abajo.

- Aquí hay dos camas.

- Me da igual. Tú duermes en la habitación de Jeremiah y Eliza. Yo me quedo esta.

- ¿Alex y tú dormíais aquí? - preguntó Lena con curiosidad.

- Alex dormía allí y yo aquí. - contestó Kara señalando primero la cama interior y después la
que tenía debajo. - También vamos a repartirnos turnos para ir a la playa.

- ¿Cómo?

- Solo podemos pasar tres horas juntas al día. Yo pienso pasar mucho rato allí abajo. Por
tanto, cuando se cumplan las tres horas, te tendrás que ir.

- Para empezar, ¿por qué me tengo que ir yo? Segundo, no hace falta ser tan estrictas con las
tres horas, ¿no crees?
- A tu primera pregunta, me gusta más el mar que a ti y estoy aquí secuestrada por ti. Tengo
preferencia. Segundo, lo de las tres horas se seguirá al pie de la letra. Hoy llevas una hora y
media. Te queda la mitad.

- Eres de lo que no hay. - se quejó Lena.

- ¿Vas a malgastar tus preciadas horas en esto?

- No, nos vemos para la hora de comer. Qué descanses. - se despidió Lena.

- Seguro. - acabó Kara desperezándose. Cerró los ojos y se relajó oyendo como Lena salía de
la habitación. Quizá allí iba a ser capaz de dormir algunas horas.

*/*/*/*

Cuando Lena subió al cabo de un par de horas, se encontró a Kara durmiendo tranquilamente
donde la había dejado. La última vez que la había visto durmiendo tan profundamente fue
mientras estaba enferma. Un escalofrío recorrió su espalda. Mejor no pensar en ello.

Después de intentar despertar a la rubia unas cuantas veces, se dio por vencida. Parecía que
no iban a comer juntas. Bajó de nuevo y comió sola pensando en que haría con la hora y
media que le quedaba con la rubia ese día.

Una vez se había acabado su comida, le entró algo de sueño. Se levantó para ir a la que sería
su habitación, pero paró en seco en la puerta. Cogió la ropa de Kara que Alex le había dado y
la subió a la habitación de arriba.

Podría aprovechar que Kara dormía tan profundamente. Estaba tumbada boca arriba. Lena se
acercó silenciosamente y se estiró apoyando parte de su cuerpo en el costado de Kara y su
cabeza en su hombro. Después de estar en esa posición un rato, notó como la rubia rodeaba
su cintura. Se quedó dormida allí.

*/*/*/*

Kara no sabía cuánto rato había dormido, pero tenía muchísima hambre. Por el cielo podría
decir que era media tarde. Empezó a desperezarse cuando notó un peso sobre su lado. Giró la
cabeza para encontrarse a Lena tumbada allí. Rápidamente apartó a Lena de su lado haciendo
que se despertara.

- Has hecho trampas. - la acusó.

- No sé de qué me hablas. - respondió Lena haciéndose la inocente.

- Te has pasado del tiempo.

- Yo acabo de llegar.

- No es verdad. Estabas totalmente dormida.


- Eras tú la que estaba totalmente dormida. Yo acababa de llegar. De hecho, calculo que solo
he pasado diez minutos aquí.

- Estoy segura de que eso no es verdad.

- ¿Tienes alguna prueba?

- No.

- Pues entonces no puedes acusarme de nada. Me queda una hora y veinte minutos aún. Me
voy a la playa. - dijo la morena levantándose tranquilamente y abandonando la habitación. -
Queda algo de comida encima la mesa por si tienes hambre.

Kara gruñó enfadada. Estaba segura que Lena la estaba timando, pero no podía probarlo. Pero
primero, iba a ocuparse del hambre que tenía. Bajó al comedor y se encontró con algún plato
variado y una bandeja de fruta. Se comió todo rápidamente. Se tumbó al lado de la mesa y se
dedicó a mirar el techo. Podría ir a la playa, gastar la hora y veinte que le quedaba con Lena y
olvidarse de ella por lo que quedaba de día. Eso iba a hacer.

Y ese era el plan. Ya estaba a mitad de las escaleras que bajaban hasta la playa cuando se dio
cuenta que Lena se estaba bañando desnuda para variar. Sonrojada, dio media vuelta y volvió
sobre sus pasos sin mirar atrás. Necesitaba un plan B y los recursos allí eran limitados.
Decidió pasear por el resto de la isla. Mala opción. Después de tres rugidos de diferentes
animales salvajes pasada la verja decidió que prefería quedarse en la residencia. Lena estaba
entrando cuando llegó.

- ¿Ya has acabado? - dijo Kara señalando la playa.

- Toda tuya. Yo voy a quitarme la sal.

Kara se encogió de hombros y, sin decir nada más, salió disparada a la playa. Apenas, tocar la
arena se había quitado la ropa y había entrado en el mar. Casi se pone a llorar de lo mucho
que lo había echado de menos. Notaba las olas moverse a su alrededor mientras el agua la
envolvía por completo. Se tumbó en el agua y se relajó flotando en la superficie.

El Sol estaba empezando a ponerse así que el cielo tenía tonos naranjas. En esa posición el
agua le cubría las orejas y no escuchaba nada. Estaba totalmente aislada de todo lo que no
fuera el mar y estaba disfrutando de cada segundo.

No pasó mucho rato cuando el aire frío golpeó la parte de su cuerpo que no estaba cubierta
por agua. Debería ir saliendo ya. Tenía muchos días para volver.

Siguió la misma rutina que Lena y lo primero que hizo al llegar a la casa fue quitarse la sal.
Fuera, ya prácticamente era de noche así que se acercaba la hora de cenar. De momento, la
morena se había comportado respectando las horas. Si era cierto lo que decía, les quedaban
juntas una hora y veinte. Supuso, y no se equivocó, que Lena las querría gastar mientras
cenaban.
- Parece que el baño te ha ido bien. Pareces más relajada. - dijo Lena cuando Kara se sentó
delante de ella.

- Lo estoy, la verdad. Por cierto, pasar de las verjas no es una opción. Parece que la fauna se
ha vuelta algo agresiva.

- ¿Ha pasado algo? - preguntó preocupada Lena.

- No, pero no tentaría la suerte.

- Tampoco hay nada que me interese allí. Toda mi atención está aquí. - contestó Lena
mientras acercaba su mano a acariciar la de Kara que la apartó rápido.

- No toques. Suficiente has tenido antes.

- No sé a qué te refieres. - contestó Lena fingiendo inocencia.

- Lo sabes perfectamente. Estoy segura que has hecho trampas. - la acusó.

- ¿Quién sabe? - rio Lena.

- ¿Eso es una confesión?

- No.

Pasaron el resto de comida hablando un poco de todo y de nada. Cuando la hora y veinte
minutos había pasado, Kara se levantó deseándole las buenas noches a Lena y se fue a
dormir.

*/*/*/*

A pesar de haber dormido la mayor parte del día anterior, esa noche Kara pudo dormir
relajadamente.

Todo estuvo extrañamente y solitario. De hecho, incluso despertó y desayunó sola esa
mañana. ¿Dónde estaba Lena?

Intentó no darle más vueltas a la absencia de la morena y buscó algo con que entretenerse.
Dado que no había planeado ese viaje, no había traído nada para pasar las horas muertas.
Echó un vistazo al desván. Si no recordaba mal, debería haber alguna cosa con la que solía
entrenar cuando era pequeña. Estaba llena de energía de nuevo y quería sacarle partido.

Efectivamente, encontró un par de espadas de madera. Una era de Alex y la otra, suya.
Encontró un muñeco de entrenamiento, pero era para niños así que no le iba a servir de
mucho. Cogió el par de espadas, algunas protecciones y salió de la casa.

Había algunos pocos pinos alrededor de la casa. Eran árboles estrechos de corteza marrón
rojizo con densas y altas copas redondeadas llenas de hojas. Había gente que decía que esos
árboles tenían forma de setas. Aprovechándolos, Kara colocó las protecciones en uno de ellos
y se dispuso a golpearlo. Primero, entrenó movimientos de lucha cuerpo a cuerpo. Después,
lucha con una espada. Y, para acabar, entrenó algunos movimientos que Alex le había
enseñado para la lucha con dos espadas. Se le daba realmente mal coordinar el movimiento
de las dos armas.

Para cuando el Sol estaba prácticamente brillando en lo alto, Kara caía rendida al suelo
agotada.

El tiempo estaba loco. En teoría, no quedaba mucho para que empezara a llegar el frío. Había
días en que se notaba y necesitaba usar algo más de ropa. Otros, hacía tanto calor como en
verano. Ese era uno de esos días así que decidió ir a la playa a refrescarse un rato.

El agua fría la ayudó a relajar la musculatura cansada. Se sentó en la arena dentro del agua
justo antes del lugar donde rompían las olas. El agua le llegaba a la altura de la barbilla.
Desde esa posición podía relajarse hundida totalmente en el agua mirando el paisaje. Cuando
empezaba a sentir algo de calor en la cabeza, se sumergía completamente unos segundos y
volvía a salir totalmente refrescada.

Después de la quinta o la sexta vez de repetir ese ritual, pudo ver a Lena bajando las
escaleras. Siguió su recorrido con la mirada hasta que llegó a la arena. La morena dio un par
de pasos en su dirección y paró en seco. Se empezó a sacar la ropa lentamente. Kara apartó la
mirada rápido, solo para después sentirse tentada a volver a mirar. Hundió la cabeza de nuevo
en el agua intentando apartar sus pensamientos de la morena.

Cuando salió fuera a coger aire, se encontró de frente a Lena desnuda mirándola con los
brazos en jarra. Calculó mal la distancia que tenía con el agua y, en vez de coger aire, tragó
agua casi ahogándose. Kara se levantó tosiendo intentando expulsar el agua de sus pulmones.

- Nunca me cansaré de divertirme por verte hacer eso. - rio Lena.

- ¿El qué? ¿Morir ahogada? - respondió Kara ofendida.

- No, ponerte nerviosa por verme desnuda. Es muy tierno que te pongas así después de
haberlo visto todo de muchísimo más cerca. - bromeó Lena cerrando el espacio entre las dos.

- Me voy a bucear. - dijo Kara alejándose rápido al nado.

Lena empezó a reírse viendo la velocidad con la que había huido la rubia. La verdad es que
era un alivio ver que aun provocaba aquellas reacciones en Kara.

Después de refrescarse un poco, la morena salió fuera de nuevo. Colocó bien la tela que había
traído con ella en la arena y se tumbó boca abajo. Escuchando las olas del mar, le pareció
haberse quedado dormida cuando notó algo viscoso y mojado en su espalda. De un salto, se
apartó de esa cosa.

Kara empezó a reírse a carcajadas.

- ¿No te gusta la comida? - preguntó la rubia enseñando un pulpo que cargaba en una mano.

- ¡¿Cómo se te ocurre?!
- Llámalo mi pequeña venganza. - dijo Kara cogiendo el pulpo y mirándolo. - ¿Qué te
parece? En una horita tengo el almuerzo listo.

- Come tú. Gastaré mis horas en otro momento.

- Como quieras. - respondió Kara encogiéndose de hombros.

*/*/*/*

Después de comer, a Kara le había entrado sueño. Como Lena había dicho, no la había visto
mientras comía. Rebuscó en el desván. Si no recordaba mal, allí debería haber algunos libros.
No se equivocaba. De hecho, encontró otra cosa que le iría ideal mientras leía. Bajó de nuevo
hasta la entrada de la casa. Buscó un par de árboles que le sirvieran. Cerca del lugar donde
había entrenado había algunos y ató la hamaca. Se tumbó bajo la sombra de los árboles y se
puso a leer tranquilamente.

Lena no tardó en subir de la playa. Le preguntó por la comida y se fue adentro.

Con el suave balanceo de la hamaca y el sonido de las olas, Kara no podía evitar que se le
cerraran los ojos. Dejó el libro sobre su pecho y se durmió.

No sabía cuánto rato debería llevar durmiendo cuando notó algo de movimiento extraño.
Lena se intentaba subir a la hamaca.

- ¿Qué haces? - preguntaba asustada. - Nos vas a tirar.

- Déjame espacio. Tiene pinta de cómodo. - le decía Lena mientras la empujaba.

- Sí, hombre. Búscate otro sitio. - respondía Kara sin moverse un centímetro.

- He decidido que quiero gastar horas aquí.

- Pero no encima de mí.

- No especificaste como teníamos que pasar las horas. Así que te aguantas. Y ahora muévete.

Kara acabó cediendo y dejó un hueco a Lena. La morena se tumbó de lado apoyando la
cabeza en su pecho entre quejas de la rubia. La Luthor también había traído un libro, así que,
concentradas las dos cada una en el suyo, estuvieron tranquilas y relajadas un rato.

Quizá deberían llevar unos veinte o treinta minutos cuando Lena apartó su libro y lo soltó en
el suelo. Empezó a acariciar el brazo de Kara que tenía más cercano.

- Lena, ¿qué haces? - se quejó la rubia.

- ¿Te molesta?

- Sí.
- Ajá. - contestó de vuelta la morena sin detenerse. - Se te ha erizado la piel. Eso es que te
gusta.

- Eso es que me pones nerviosa.

- Vale. - acabó Lena cerrando los ojos y siguiendo con las caricias. Kara solo suspiró y se
rindió.

Al final, con el pasó de los minutos, Kara se relajó tanto que acabó quedándose dormida.

Cuando despertó, el Sol ya se estaba poniendo. Estaba sola otra vez. Encontró una nota
encima de ella. Lena le había dejado un mensaje avisándola que ya habían las tres horas y
que se verían al día siguiente. Esa noche, Kara volvió a cenar sola.

Al final, ese día no había pasado prácticamente tiempo con Lena. Según la morena lo había
pasado dormida. Mejor, así compensaba las horas que la Luthor le había robado.

*/*/*/*

Cuando se despertó por la mañana, lo primero en lo que pensó fue en cuándo vería a Lena ese
día: ¿para cenar? ¿en la playa? Se maldijo a sí misma por estar pensando en esas cosas nada
más levantarse. Se suponía que tenía que eliminar cualquier esperanza que la morena pudiera
tener, no alimentarla.

Para variar, desayunó sola. Bajó a entrenar un rato. No debía llevar mucho tiempo cuando
Lena apareció, la saludó y se tumbó en la hamaca que había al lado con un libro en la mano.
Lo abrió y empezó a leerlo concentrada. Kara se sentía un poco ignorada. ¿No se suponía que
habían ido hasta allí para que Lena la pudiera recuperar? ¿Qué hacía la morena?

- ¿Vas a gastar tus horas así?

- ¿Esto cuenta? - preguntó Lena fingiendo sorpresa.

- Un poco, ¿no crees?

- Pues vaya… no me parece justo.

- Pues ves a otra parte a leer.

- No, estoy cómoda aquí.

- Pues perderás tiempo.

- Pues vale. - respondió encogiendo los hombros.

Y sin decir nada más, Lena volvió a su lectura.

Y así pasaron las tres horas del día. Kara no entendía nada. Enfadada, bajó a la playa a
refrescarse. No iba a negar que tenía la esperanza de que la morena la siguiera y, por lo
menos, podrían discutir un poco. Pero Lena no se movió de la hamaca.
*/*/*/*

No la había visto en toda la tarde. Había intentado meditar y rezar a Rao, pero había sido
incapaz de estar concentrada más de dos minutos. Para la cena, Kara no sabía si subirse por
las paredes o empezar a hablar sola. Dos días enteros sin una sola conversación de más de
diez palabras. A este paso, iba a olvidarse de cómo hablar.

Empezó una lucha interna dentro de ella. ¿Subir raciones de comida para una o dos personas?
No iba a ceder para nada. Si tenía que pasarse una semana aislada sin hablar con nadie, lo
haría. Cosas peores le habían pasado. Esto no era nada. Iba a poder con ello, ¿verdad?

Cuando colocó los platos sobre la mesa, se dio cuenta que inconscientemente había llevado la
comida para dos personas. Suspiró. Dio media vuelta y golpeó suavemente la puerta de la
habitación de Lena. La morena debería estar allí. Nadie contestó. La abrió lentamente. Estaba
todo a oscuras. Quizá la morena no estaba allí.

- ¿Qué quieres, Kara? - preguntó de la nada una voz asustando a la rubia. Kara desde fuera no
lograba ver de dónde provenía la voz.

- ¿Vienes a cenar? - preguntó a la nada.

- ¿Ya has acabado?

- No. - contestó Kara, pero Lena no respondió. Parecía que esperaba que la rubia dijera algo
más. - ¿Quieres cenar conmigo?

- Ya he gastado las tres horas.

- Lo sé.

- No vale gastar horas del día siguiente.

- No te estoy diciendo eso. Solo quiero saber si quieres cenar conmigo.

- ¿Aunque no me queden horas?

- Sí.

- ¿Dónde está la trampa?

- No la hay.

- Entonces, ¿por qué me regalas tiempo?

- Porque sí.

- No lo entiendo.

- ¿Vas venir o no?

- Cuando me digas por qué.


- Por Rao, porque me aburro. Necesito interactuar con alguien. Por favor, Lena. ¿Puedes
venir y hacerme algo de compañía? Me voy a volver loca. - explotó al final Kara.

- Ahora sí. - dijo burlonamente levantándose de su escondite. La rubia solo bufó como
respuesta.

Las dos fueron a la mesa y se sentaron una enfrente de la otra. Lena fue la primera en
empezar a hablar.

- Así que, ¿estás pasando los días entrenando?

- Me tienes atrapada aquí. No tengo mucho que hacer.

- ¿Te has planteado buscar alguna manera de salir de aquí?

- ¿Cómo? ¿Has visto barcos de sobra por aquí?

- Cierto.

- ¿Sabes? Una vez, cuando tenía quince años o así, quería estar con Kal y no estar aquí. - rio
Kara. - Así que intenté construir una balsa con algunos troncos, cuerdas y tela. Se destruyó
nada más zarpar. No me alejé ni cien metros de la costa. No creo que ahora vaya a tener
mucha más suerte.

Ninguna dijo nada más. Se instaló un silencio en la sala mientras comían hasta que Lena
volvió a romperlo.

- ¿Entrenas con dos espadas?

- Alex me intentó enseñar antes de ir a Gimina. Es evidente que no lo consiguió. Solo intentó
aplicar lo que me explicó.

- No se te da muy bien.

- Es difícil coordinar los movimientos. – se defendió Kara. Lena volvió a no darle respuesta.
Se formó un silencio algo incómodo entre las dos que Kara intentó romper. - ¿Y tú que has
estado haciendo? No te he visto mucho.

- ¿Querías verme más? - dijo Lena con media sonrisa.

- ¿Por qué lo llevas siempre a lo mismo?

- Porque es lo que dejas intuir. Primero, me pides que cene contigo a pesar de haber gastado
ya mis horas. Y, ahora, te quejas de que no me ves.

- No me estaba quejando.

- Seguro.

- No debería haberte pedido cenar juntas. – se lamentó Kara.


- Lo siento, lo siento. Pero es muy divertido picarte. - rio Lena.

- Pues a mí, no me hace gracia.

- Vale. Cambio de tema. Pues he estado trabajando en proyectos y cosas. Tenía cosas
atrasadas por todo lo que ha pasado.

- ¿Te has traído trabajo aquí? ¿No se suponía que estábamos de vacaciones?

- Pero tengo mucha faena por hacer.

- Estás de vacaciones. Cuando acabemos de cenar, me das todos los papeles y los guardo yo.

- No, no. Tranquila, ya lo guardo yo.

- Te pondrás a trabajar.

- Te prometo que no.

- Como digas. Si te pillo trabajando, te tiro otro pulpo encima. - bromeó Kara.

- Pobre de ti. - contestó Lena completamente seria, cosa que hizo que la rubia estallara en
risas.

Continuaron charlando mientras cenaban, pero al final la comida se acabó. Lena no sabía si
ahora la rubia la volvería a echar o la dejaría quedarse un poco más. Kara no dijo nada. Solo
se tumbó en su lado de la mesa. Lena se levantó y se tumbó a su lado.

- Ya hemos acabado de cenar. - dijo Lena.

- Sí.

- ¿Me vas a echar?

- No.

- ¿Mañana podemos cenar juntas sin que pierda horas de mi tiempo?

- ¿Todo esto ha sido un truco para que te regalara más horas?

- Solo pregunto. Estoy pensando en cómo distribuir las horas de mañana.

- Está bien.

- ¿Y al medio día?

- No te pases.

- Vamos, me dirás que no te lo has pasado mejor que sola.

- Me duele tener que darte la razón. - reconoció Kara tapándose los ojos con las manos.
- Al final, no soy tan mala compañía. ¿Y para desayunar?

- Te estás pasando.

- ¿Por favor?

- Está bien. - aceptó Kara.

- No me puedo creer que he logrado convencerte de algo. - celebró la morena. - Voy a grabar
una placa en el hospital dedicada a este día. Voy a restregárselo a Alex. Este día no quedará
en el olvido. - bromeó Lena.

- ¡Oye! ¿Qué insinúas?

- Nada, nada. ¿Dormimos juntas?

- Vaya, te has pasado de la raya. - respondió rápido Kara mientras huía rápido a su habitación
antes de que la otra le volviera a convencer de algo. - Me voy a dormir sola. Hasta mañana.
Parte 5 5/6

Empezaba el cuarto día de la semana. Era el ecuador de las vacaciones y Lena solo había
conseguido volver prácticamente al punto previo a secuestrar a la rubia. Tenía que ponerse las
pilas si no quería volver a la capital con las manos vacías.

Se levantó temprano para preparar el desayuno de ambas. Una vez lo tuvo encima de la mesa
fue a despertar a la rubia que dormía en su habitación.

Kara parecía dormir profundamente sobre un costado. Con cualquier otra persona hubiera
recurrido a métodos como el zarandeo y llamarla por su nombre, pero era Kara. Se tumbó a
su lado mirándola de frente. Primero, le dejó un beso en la frente. Bajó hasta la nariz dejando
cortos besos. La rubia solo arrugó un poco la nariz, pero seguía durmiendo. Continuó por su
mejilla hasta llegar al límite de su cara. Entonces bajó recorriendo su mandíbula. Nada, la
rubia seguía dormida. La morena apartó el cabello rubio de su camino y colocó su mano
sobre la cintura de Kara para mantener el equilibrio y siguió bajando por su cuello. Encontró
un punto sensible porque la rubia dejó ir un suspiro y la agarró del brazo.

Entonces Kara la soltó y empezó a girarse para quedarse boca arriba. Se llevó la mano a la
cara a la vez que empezaba a estirarse.

- Buenos días. - susurró Lena en su oído.

- ¿Por qué no me sorprende que te hayas colado en mi cama? - murmuró Kara con la voz
ronca del sueño.

- El desayuno está listo. ¿Vienes?

- Un momento. Por lo menos, déjame abrir los ojos. - se quejó la rubia.

- Todo el tiempo que quieras. - asintió la morena sin moverse de su sitio.

- ¿Sabes que esto forma parte de las tres horas? No estamos ni desayunando, ni almorzando,
ni cenando.

- Me parece bien gastar tiempo así. - contestó Lena mirándola fijamente.

- ¿Y tienes que mirarme así mientras me despierto?

- Estás un poco quejica esta mañana.

- Es lo que tiene levantarte con tu secuestradora encima.

- La peor experiencia de tu vida. - rio Lena.

- ¿Puedes ir yendo, por favor? - le rogó Kara. - Ahora vengo yo.

- Está bien, pero solo porque me lo pides por favor.


Lena la dejó sola, cosa que permitió que Kara lograra recuperar la consciencia más o menos.
Su mente estaba sumergida en la sensación de despertarse con Lena acariciándola.

Pasaron el desayuno charlando animadamente. Kara entrenaría durante esa mañana. Lena
decidió que buscaría un refugio del Sol entre las rocas de la cala para leer.

Kara seguía empeñada en lograr aprender movimientos con las dos espadas. Estaba un poco
frustrada por su falta de coordinación. Y para compensarlo, empezó a golpear con más fuerza
el árbol. En uno de sus golpes, no calculó bien la distancia y la espada pasó de largo sin
golpear el objetivo. Pudo oír perfectamente como crujía su espalda. Intentó volver a la
posición inicial y toda su espalda volvió a crujir. Del dolor que la recorrió, le costó coger aire.
Prácticamente no podía mover la espalda. Y para acabar de mejorar el conjunto, las dichosas
costillas que se rompió también se dolieron del movimiento.

- ¡Rao! - gritó de dolor.

Intentó levantar uno de sus brazos, pero notó fuertes pinchazos en la espalda y no pudo.
Rendida volvió a dejar caer el brazo.

- Supongo que esto será todo por hoy. - suspiró la rubia. - Seguro que Lena tiene un remedio
de los suyos milagrosos.

Kara soltó tan delicadamente como pudo las espadas en el suelo. Se dirigió a la playa en
búsqueda de Lena. Fue toda una aventura bajar por allí con limitación de movimientos y sin
poder mirar siquiera el suelo que pisaba.

Afortunadamente, Lena no se había escondido mucho y la encontró fácilmente. La encontró


no es sinónimo de llegar hasta ella. La morena estaba en un rinconcito concentrada leyendo.
Para llegar hasta allí tenía que trepar por las rocas del acantilado. No era una opción que
valorara ahora mismo. Se acercó tanto como pudo a la Luthor manteniéndose en su campo de
visión y empezó a gritar su nombre.

Lena levantó la cabeza de su libro y la saludó cuando la vio. Pero volvió la vista a su libro.
Kara volvió a gritar su nombre. La morena volvió a levantar la cabeza interrogante.

- ¿Puedes venir? - gritó Kara.

- Ven tú. - gritó Lena de vuelta.

- No puedo.

- ¿Por qué?

- Ven.

Kara pudo ver como Lena soltaba un suspiro y se levantó. La morena iba vestida con una
especie de camisa ancha que le llegaba a la altura de medio muslo. Lo suficiente larga para
esconder un poco las cicatrices que tenía allí. Recogió algunas cosas que tenía por allí. Con
agilidad bajó por las rocas hasta la pequeña playa donde la esperaba Kara.
- ¿Qué pasa? - le preguntó preocupada.

- No me puedo mover. - confesó la rubia.

- ¿Cómo? - preguntó sorprendida.

- He hecho un mal gesto entrenando y no puedo mover la espalda.

Lena estalló en carcajadas al instante.

- ¿Podrías dejar de reírte y hacer algo para ayudarme? - se quejó la rubia.

- ¿Y yo qué quieres que haga?

- No sé. ¿No tienes alguna de tus medicinas?

- No. No contaba con que te fueras a hacer daño en mitad de una isla desierta, Kara. Lo tuyo
tiene mérito.

- Sí, muy gracioso. Pero sigo sin poder moverme.

- No tengo ninguna medicina, Kara. Pero quizá un masaje te ayude. - propuso la morena.

- Si tú lo dices. - dijo algo insegura.

- Espera que coloco esto por aquí. - dijo colocando una tela sobre la arena. - Quítate la camisa
y túmbate boca abajo.

- No. No me voy a quitar la camisa.

Lena volvió a estallar en risas.

- Tu verás. No hay nada allí que no haya visto ya. - dijo señalando el torso de la rubia. - Y no
soy yo la que tiene el problema.

- ¿No puedes darme el masaje por encima de la camisa?

- Poder, podría. Pero será igual de útil que no darte ningún masaje. Así que, si no quieres el
masaje, voy recogiendo. - dijo señalando la tela.

- Está bien, está bien. - contestó Kara, pero cuando subió los brazos para soltar los botones de
su camisa le volvió a dar un pinchazo. Era incapaz de desnudarse por sí misma. - No me
puedo creer lo que voy a decir. Lena, ¿me puedes ayudar a quitarme la camisa?

- Vaya y yo que pensaba que iba a costar muchísimo más llegar a esta fase. - bromeó Lena.

- Lena, en serio. Me duele mucho.

Lena levantó las manos en señal de rendición. Con una sonrisa divertida en los labios, se
acercó mucho más de lo necesario a Kara y empezó a desabotonar los botones de la camisa.
Kara prácticamente podía notar el aliento de la morena contra sus labios.
- Lena, no juegues. - bufó Kara levantando la cabeza para mirar hacia el cielo lejos de Lena.

- No sé a qué te refieres.

Una vez tuvo todos los botones desabrochados, Lena subió sus manos hasta la altura de las
clavículas de Kara. Resiguiendo la línea de los hombros de la rubia fue bajando la tela.
Cuando llegó a los brazos, continuó su camino hasta llegar a las manos. La camisa
prácticamente cayó por su propio peso al suelo.

Lena podía oír como se había acelerado la respiración de Kara.

- ¿Abusas así de todos tus enfermos? - se quejó la rubia.

- Kara, ya te he dicho que no sé a qué te refieres. Date media vuelta que te quito el sujetador.

La rubia se dio media vuelta dándole la espalda a la morena. Lena volvió a acariciar la piel de
Kara en su camino hasta el cierre del sujetador. Se fue encontrando las marcas tiernas de los
latigazos que había recibido la rubia no hacía tanto. Soltó el cierre. Subió las manos por sus
omoplatos hasta las tiras de la prenda y la arrastró hasta que cayeron de sus hombros. La
prenda cayó haciéndole compañía a la camisa.

- Túmbate boca abajo. - le ordenó Lena.

Kara obedeció. Con algo de dificultad y algún que otro pinchazo, lo logró. Lena entonces se
sentó encima de su trasero. Apartó el cabello de la rubia a un lado y observó su espalda.
Seguía teniendo los músculos de la espalda igual de marcados o más. No más de una decena
de cicatrices se repartían de forma puntual por la espalda. Lena sintió el impulso de acariciar
cada una de ellas con sus manos, con sus labios.

- ¿No tenías otro sitio donde sentarte? - se quejó la rubia.

- Desde aquí es más cómodo.

- Seguro.

- ¿Dónde te duele exactamente?

- En la espalda baja, alrededor de las costillas y debajo de los hombros.

- Déjame tocarte a ver si encuentro de donde viene el dolor exactamente. - le contestó Lena.
Empezó a la altura de los hombros y fue bajando poco a poco. - Dime cuando llegue.

Para cuando la mano había pasado la altura de los omoplatos, Kara le indicó que era allí.

- Vale, creo que puedo solucionarlo. Pero quizá duele un poco.

- Peor que lo que duele ahora no será.

Lena empezó trabajando la parte superior. Al principio, intentaba no hacer mucha fuerza para
no hacerle más daño.
Kara notaba las suaves manos de Lena pasearse por su espalda. No pudo evitar que la piel se
le erizará ante cada roce de la morena. Empezaba a sentir su corazón acelerarse y le costaba
respirar. Cada vez tenía más calor. Estaba segura que debía estar empezando a sonrojarse.
Intentó esconder su cabeza hundiéndola en la arena. Podía sentir como el dolor de su espalda
empezaba a desaparecer gracias a las caricias. Allí donde pasaba Lena, la piel le ardía.

Y cada vez las manos de Lena se movían más seguras, más firmes.

- ¿Va bien?

- Sí, no pares. - dijo la rubia entrecortadamente.

Lena notaba como Kara se iba relajando bajo sus manos. La morena reseguía con su mirada
la curva del cuello de la rubia. Reseguía los músculos que tenía debajo las manos. Se moría
por volver a poner los labios encima otra vez.

Podía notar las diferentes partes donde los músculos de la rubia se habían vuelto piedras. A
medida de suaves pasadas, los nudos se fueron aflojando y decidió apretar más. Solo con la
fuerza de sus brazos no logró aplicar suficiente fuerza. Aplicó la fuerza de todo su cuerpo
balanceándose, pero no calculó que en esa posición su cadera iba a chocar con la de la rubia.

Kara y Lena gimieron a la vez. Las dos se quedaron paradas.

- Perdona. - dijo Lena.

- Culpa mía. - murmuró Kara con la cabeza escondida.

Lena volvió a repetir el movimiento intentando evitar la colisión. Pero solo consiguió
reducirla. Volvió a notar como su cadera se frotaba contra de la otra. Para esas alturas Lena
tenía tanto calor que paró para quitarse su camisa.

Lena cambió de zona y empezó a centrarse en la espalda baja de la rubia. Inconscientemente,


Kara se arqueó buscando las manos de la morena. Lena retomó el masaje.

Kara estaba completamente excitada. Lo sabía perfectamente. Notaba como su entrepierna


ardía y necesitaba ser tocada. Cada vez que las manos de la morena se acercaban a sus
costados, notaba como sus caderas intentaban buscar las de Lena. También notaba como la
morena también se estaba excitando por cómo se movía su cuerpo contra el suyo.

La morena pasó justo por un punto que la estaba matando. El placer provocó que su cuerpo se
moviera solo. Sus caderas fueron a buscar el choque con las de Lena y ambas gimieron ante
el contacto.

- Lena, creo que deberíamos parar. - dijo Kara.

- Como quieras. - contestó Lena levantándose y saliendo de encima de la rubia. - Voy a darme
un baño. - dijo Lena antes de desaparecer en el agua.

Kara se quedó tumbada en la arena intentando ordenar sus pensamientos. Solo sentía un
agobiante calor. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para no ir detrás de Lena.
La rubia, al cabo de un rato, había vuelto a la casa sola. Dudaba mucho de que, si volvía a ver
a Lena desnuda en el mar en el estado que estaba, iba a poder resistirse. Preparó algo de
comida para las dos y se fue a dar un baño bien frío en la planta baja.

Cuando Lena volvió, comieron en silencio medio avergonzadas, medio acaloradas.

- ¿Dónde vas? - preguntó Lena a Kara una vez ya lo habían llevado todo de vuelta al piso de
abajo. La rubia estaba saliendo al exterior de la casa.

- Voy a descansar un rato en la hamaca. - dijo señalándola sin mirar a Lena de vuelta.

- Siento si te he hecho sentir incómoda. No era mi intención. - respondió la morena antes de


que Kara se fuera.

- Tranquila, he sido yo la que te ha pedido el masaje.

Kara no dijo nada más, pero continuaba agarrada al marco de la puerta sin moverse.

- Entonces, ¿puedo venir contigo? - pidió Lena.

- Está bien. Pero las manos quietecitas. - bromeó Kara.

La rubia salió por la puerta seguida de la morena.

La primero en tumbarse fue la kryptoniana que todavía estaba algo dolorida de la espalda.
Intentando no hacerle daño, Lena se tumbó a su lado. Apoyó la cabeza en su hombro y rodeó
la cadera de la rubia con su brazo. Kara la rodeó con el brazo y la apretó contra ella.

- No intentaba que pasara lo que ha pasado. - se disculpaba la morena otra vez. - Te lo


prometo. Nunca abusaría así.

Kara no dijo nada. Parecía pensar en algo.

- Eres como un maldito imán, Lena. Intento alejarme de ti, pero, cuando me doy cuenta,
vuelvo a ti. Lo odio.

- ¿Por qué lo odias?

- Porque me has hecho muchísimo daño. Porque nunca en mi vida creí que me pudiera sentir
así de traicionada.

- Kara, no sabes cuánto lo siento. Mis padres, Lex… Creía que tenía que demostrarles lo que
valía. Creía que estaba haciendo lo correcto. Esos últimos días, en nuestro refugio en las
montañas, no quería volver contigo. No quería porque sabía que iba a jugar contigo. Lex me
había ordenado jugar contigo. Kara, te quería tanto ya entonces, te quiero tanto aún, que era
incapaz de hacerte eso. Y también era incapaz de decirte que no. Lo siento tantísimo.

- Te creo, Lena. - suspiró. - Pero, necesito tiempo para ordenar todo, mis pensamientos, mis
emociones.
- Te daré todo el tiempo que necesites. - prometió Lena. - Voy a estar aquí para cuando estés
lista.

Kara no contestó. Solo suspiró.

- Vamos a dormir un rato.

Lena asintió y acabó de ponerse cómoda sobre el pecho de la rubia. Kara respiraba con
tranquilidad debajo de ella. Se concentró en ella, en su calor, en su respiración, en su olor.
Cerró los ojos y volvió a dormir en casa.

*/*/*/*

Kara no había conseguido dormir ni un segundo en toda la tarde. Notar el cuerpo de Lena en
su costado, después de lo que había pasado esa mañana… en fin, después de todo lo que
había pasado entre ellas.

Lena la quería. No era nada que la morena no le hubiera dicho antes. ¿Y ella la quería de
vuelta? Por supuesto que sí.

Al final, siempre estaba en su cabeza, aunque fuera en un pequeño rincón. Siempre estaba
allí. Suspiró. Por mucho que hubiera intentado convencerse, ni tan si quiera en Kandor,
cuando lo podía olvidar todo, lograba sacarse del todo a Lena de la cabeza.

¿Podía volver a confiar en ella? No lo tenía muy claro. Quizá con el tiempo…

A esas alturas ya se había dado cuenta que no podía vivir sin ella. Su propio cuerpo, sus
propias cicatrices, le recordaban quien era Lena para ella. Iba a estar marcada de por vida.

Seguramente no habían pasado más de treinta minutos desde que Lena se había quedado
dormida. Kara necesitaba aire. Se levantó como pudo para no despertar a la morena y bajó
hasta la playa.

Se desnudó y se metió en el agua. En principio, solo había ido allí para refrescarse. Se hundió
completamente y dejó que el agua fría la rodeara por completo.

Solo la rodeaba el silencio. Su interior dejó de ser una tormenta de pensamientos mientras
disfrutaba de los sonidos que la rodeaban. Solo estaban el mar y ella. Empezó a adentrarse en
el agua con cuidado de no hacerse más daño en la espalda. Exploró las rocas sumergidas.
Buceó y buceó. Encontró los escondrijos de diferentes animales. Continuó mar adentro hasta
llegar al final de la cala. Delante de ella se habría el inmenso océano. Era abrumador.

Se dirigió de nuevo a las rocas y las siguió explorando. Encontró un par de cueva escondidas
y un par de descansillos al borde del mar.

Para cuando se dio cuenta, estaba anocheciendo. Volvió a la playa y se vistió para volver a
casa.

Lena estaba empezando a preparar la cena.


- ¿Has traído algo esta vez? - le preguntó cuando la vio llegar.

- No, ¿es que has hecho mal los cálculos de la comida para estos días? - bromeó Kara.

- Era por saber si me ibas a atacar con la cena otra vez. - rio Lena.

Como respuesta, Kara también rio.

- Voy a limpiarme un poco. Ahora vengo a ayudarte.

Dicho y hecho. Kara a los pocos minutos apareció en la cocina y empezó a ayudar a Lena a
preparar la comida. Esa noche iban a comer ligero: algo de verduras y fruta. Entre las dos,
subieron la comida.

Al contrario de otras noches, Lena se sentó al lado de Kara en vez del lado opuesto. Kara no
dijo nada, solo empezó a comer en silencio.

- ¿Y cómo es que hoy has dejado a los peces en paz esta vez?

- No creo que esté en condiciones de pescar nada. Prefiero ahorrarme otro masaje.

- ¿No te ha gustado? - rio Lena.

- A algunas les ha gustado más que a otras…

- No era mi intención. Pero es difícil resistirse cuando estás cerca. No te lo voy a negar.

Lena dejó caer la cabeza sobre el hombro de la rubia.

- Esto es agotador. - suspiró Kara.

- ¿El qué?

- Resistirme a ti. Resistirme a mí.

- Pues no lo hagas.

Lena separó la cabeza del hombro de Kara. Agarró la cara de la rubia y la hizo girar para que
la mirara.

Lena dejó un suave beso en los labios de Kara que solo suspiró. Se separó dejando sus frentes
pegadas.

- Te amo, Kara. Déjamelo demostrártelo esta vez sin guerras de por medio.

Kara solo asintió, pero no se movió. Fue Lena quien volvió a cortar las distancias y la volvió
a besar una y otra vez. Volvía a saborear a Lena y esta vez no iba a detenerse. Colocó sus
manos en sus caderas y la apretó contra ella. Pero no tenía suficiente con esa postura.

Las separó de la mesa y volvió a acercar a Lena hasta que estuvo a horcajadas encima de sus
caderas. El beso hacía rato que había dejado de ser un suave contacto. Era una lucha de
labios, de lenguas.

Kara colocó las manos por debajo de la camiseta de la morena acariciando la espalda. Lena
de golpe se separó de ella y la agarró de los brazos. La rubia quedó confundida por el
repentino movimiento de la otra.

- ¿Qué pasa?

- Poco a poco, por favor. Necesito que vayas poco a poco.

- ¿Todavía estás mal?

- Sí, lo siento.

- Tranquila. - asintió Kara. - Seguiremos tu ritmo. ¿Quieres parar?

- No, quiero seguir besándote, por favor. Hace demasiado tiempo que no te besaba así.

- Volvamos a la cama.

- ¿Y quién recoge la mesa?

- Mañana.

Lena se levantó primero y ayudó a Kara a ponerse en pie. Subieron a la habitación de la


última y se tumbaron en la cama exterior.

Lena se tumbó boca arriba y Kara se colocó entre sus piernas.

- ¿Vas bien? - preguntó Kara preocupada.

- Sí. Bésame.

Kara cerró el espacio y volvió a besar a Lena.

Esa noche no pasaron de besos y acaricias. Acabaron dormidas enredadas la una en la otra.

*/*/*/*

Kara se despertó la primera cuando apenas estaba amaneciendo. Lena dormía a su lado con la
cara apoyada en su hombro. Era preciosa. Con la yema de los dedos empezó a acariciar las
facciones de la morena. Empezó por la curva de su mandíbula. Resiguió sus labios y subió la
nariz. Continuó por el contorno de los ojos para terminar cerca de su oreja y volvió a
empezar.

- Me haces cosquillas. - suspiró Lena.

- Perdón. - dijo Kara sin detenerse. Lena sonrió como respuesta y escondió la cara en el
cuello de la rubia. Dejó un beso allí. - Buenos días.

- Buenos días.
Se quedaron en silencio un rato abrazadas simplemente disfrutando la una de la otra.

- ¿Qué planes tienes para hoy? ¿Vas a ir a entrenar?

- Creo que eso ya no es una opción. Creo que voy a disfrutar de lo que nos queda de
vacaciones. Por cierto, ¿cuánto nos queda?

- Nos viene a buscar pasado mañana por la tarde.

- ¿Tan pronto? - lloriqueó Kara.

- ¿Ahora te quieres quedar? - rio Lena.

- Ahora estoy muy a gusto. - dijo la rubia apretando a Lena contra ella.

- Te he echado de menos.

- Y yo a ti. - dijo Kara besándola.

*/*/*/*

Después de no hacer nada en toda la mañana, cerca del mediodía decidieron bajar de nuevo a
la playa. Lena se volvió a desnudar por completo mientras Kara se sonrojaba y se quejaba.

- Kara, ¿tanto tiempo hace que no me ves desnuda que te da tanta vergüenza ahora? Vamos,
ayer no estaba tan tímida.

- No es lo mismo. - se quejó Kara cruzándose de brazos y haciendo un puchero.

- ¿Por qué?

- Sabes perfectamente porqué.

- No lo sé. Dímelo tú. - respondió Lena con una sonrisa pícara.

Kara notó como el sonrojo le iba a más. Dio media vuelta para evitar estar de frente a la otra.

- Porque la situación, el contexto, es distinto.

- ¿Sabes que eso tiene fácil solución?

- Qué graciosa. Intento darte espacio.

- Tranquila. Desnúdate y ven. - le sonrió Lena desde dentro del agua. Kara se la quedó
mirando unos instantes dubitativa, pero le hizo caso. Se quitó la ropa y se dirigió hacia ella.
Poco a poco se acercó buscando qué distancia estaba bien para la morena. - Kara, necesito
avanzar despacio, pero necesito avanzar. Ven. - dijo alargando la mano para que se la cogiera
la rubia.

Kara se acercó para cogerla. Cuando estuvo lo suficiente cerca, Lena le ofreció la otra. Una
vez cogidas de las manos Lena las pegó hasta juntar sus frentes.
- Tienes un tatuaje nuevo. - susurró Kara.

- Gracias por darte cuenta. - rio Lena.

Kara se refería a un tatuaje que nacía en la parte baja de la espalda, rodeaba la cadera de la
morena hasta acabar prácticamente encima de su obligo.

- ¿Qué dios es?

- Ichad. Dice la leyenda que sacrificó su alma y su libertad por salvar la de su familia y su
gente. Es algo así como un dios protector.

- Ya veo. - respondió la rubia pensativa.

- ¿En qué estás pensando, Kara?

- Puedo abrazarte.

- De acuerdo. - asintió Lena suavemente.

Esa era la primera vez que Lena entraba en contacto con otro cuerpo desnudo desde… bueno
desde hacía mucho tiempo. Pudo sentir una parte de ella encogerse, mientras otra se rendía al
contacto con la rubia.

- ¿Cómo vas? - susurró la rubia en su oído.

- Bien.

- ¿Seguro?

- Sí, Kara. No soy de cristal. Te lo diría si algo no fuera bien.

- Vale. - contestó Kara dejándole un beso en la frente.

Se separó un poco dejando las manos sobre las caderas de la morena. Lena colocó las manos
sobre sus hombros y la besó. Se abrazó por completo para cerrar la distancia con ella y apoyó
parte de su cuerpo en la rubia.

Kara por su parte dejó que Lena marcara el ritmo de sus besos. Solo apretó el agarre en sus
caderas para rodearla completamente con sus brazos.

La incomodidad en Lena había desaparecido completamente. Solo quedaba hambre por la


rubia y hambre por volver a disfrutar con ella. Todo en lo que podía pensar era en el cuerpo
de Kara pegado al suyo: sus manos rodeándola, sus pechos rozándose a causa de sus besos…
El calor del día anterior volvía a consumirla. Aumentó el ritmo de los besos, la profundidad,
todo lo que podía… Acariariaba cada centímetro de piel que encontraba a su paso. Amaba
sentir su cuerpo contra el de Kara. No parecía tener suficiente de la rubia.

- Lena… - dijo Kara cuando se separó sin aliento. - Necesito parar un poco o no voy a poder
controlarme.
- Volvamos a casa.

- ¿Estás segura?

- Sí. Confío en ti.

*/*/*/*

Kara y Lena estaban tumbadas desnudas de lado mirándose cuando a la rubia le sonaron las
tripas en la cama de la rubia.

- Te acaban de sonar las tripas. - rio Lena.

- Es tarde. - contestó sonrojada Kara.

- Se nos ha hecho un poco tarde.

- ¿Qué hora debe ser? - preguntó Kara frunciendo el ceño.

- Pues debe ser media tarde.

- Tengo hambre. - lloriqueó la rubia.

- Me había dado cuenta. - rio Lena.

- ¿Vamos a hacer la comida? - preguntó ilusionada Kara.

Lena rio.

- Vamos, seguro que tú también tienes hambre. - insistió Kara.

- Sí, pero de otra cosa. - dijo con media sonrisa y empezando a acariciar el vientre de la rubia.

- Lena, en serio, quiero comer. - repitió Kara agarrando la mano de Lena. - Y no quiero otra
broma de las tuyas.

- Si a ti también te hacen gracia. ¿Y si subes unas frutas y nos las comemos aquí?

- Está bien. - suspiró Kara. - ¿Algo en especial?

- Sorpréndeme.

- A sus órdenes. ¿Has visto mi ropa?

- Kara, literalmente soy la única persona en kilómetros a la redonda que puede verte. No
necesitas ropa. ¿No tenías tanta hambre?

Kara soltó un quejido y se fue desnuda dejando a Lena sola.

La morena se apoyó en la pared pegada a la cama exterior. Tenía una sonrisa tonta en los
labios y tenía la mirada perdida en el horizonte y el cielo. Estaba repasando las últimas horas,
los últimos días con Kara. Y pensar que ayer se preocupaba por tener que renunciar por
siempre a ella.

Kara volvió con un plato con diferentes frutas y se sentó a su lado.

- ¿Tenías pensado ir a la playa esta tarde? - le preguntó Lena mientras escogía la que más le
apetecía.

- No lo sé, la verdad. No tenía ningún plan en mente. ¿Por?

- Porque esas nubes de ahí tienen pinta a tormenta. - dijo Lena señalando una zona en el cielo
cubierta por nubes negras.

- No… - lloriqueó la rubia. - Pues esta noche tendremos que dormir abajo. Aquí va a hacer
mucho frío con la tormenta para dormir desnudas.

- Vaya, entonces sí que tienes plan para esta noche ¿no?

- Tenía un par de cosas en mente. - rio Kara dándole un pico a Lena. - Se tiene que ir a
recoger todo lo que hay fuera de casa y bloquear ventanas y puertas para que no entre el agua,
así que no te pongas muy cómoda.

Lena soltó un quejido.

*/*/*/*

Se había pasado toda la noche y el día siguiente lloviendo a cántaros. Salir de la casa no era
una opción, pero habían tenido formas de entretenerse.

Para cuando dejó de llover ya era el día de vuelta. Lena había dicho que el barco llegaría
pasado el mediodía, así que Kara quiso aprovechar las últimas horas que le quedaban en la
isla y volvió a la playa a nadar un rato más.

Cuando volvió a la casa ya era mediodía, comió algo con Lena y descansaron estiradas en la
cama hasta que llegara el barco.
Parte 5 6/6

La mañana del día de vuelta la había pasado de reunión en reunión poniéndose al día. No
había muchas novedades. Como todo parecía controlado, los Lane con Winn y Kelly
volverían a irse en un par

La mañana del día de vuelta la había pasado de reunión en reunión poniéndose al día. No
había muchas novedades. Como todo parecía controlado, los Lane con Winn y Kelly
volverían a irse en un par de días. A parte, Daron-Vex había vuelto de sus vacaciones por
Thera. Y, por lo visto, Brainy había vuelto bien acompañado por Nia que les hizo de guía
mientras estuvieron por el pequeño pueblo. ¿Quién iba a decir que aquel rarito iba a acabar
con la chica?

La comida la pasó con Winn para ponerse al día. Se contaron como les habían ido los últimos
meses. Había echado de menos hablar con su mejor amigo. Después, se lo llevo a Kandor,
pero él se fue bastante antes que ella.

Sí, habían estado bien esos días con Lena, pero había echado de menos estar en la taberna,
sobre todo después de toda la mañana de reuniones.

Era entrada la noche cuando llegó a la residencia de los Danvers.

- Vaya, he oído que las vacaciones han ido muy bien. - rio Alex cuando vio a Kara llegar a
esas horas. Kelly estaba sentada abrazada a su lado. Kara suponía que acababan de cenar. -
Espero que no hayas dejado a Lena muy cansada hoy. Tenemos trabajo mañana.

- Hoy no he visto a Lena desde que hemos llegado esta mañana. - contestó confundida Kara.

- ¿Y dónde has estado hasta ahora? - preguntó Kelly por curiosidad.

- Por ahí con Winn. - respondió Kara un poco a la defensiva.

- Perdona. Lena se ha ido poco después de que nos dijeran que estabas en la ciudad. Nos
pensábamos que estabais juntas.

- Habrá estado ocupada con el hospital. Me voy a dormir. Qué descanséis.

- Buenas noches. - respondieron ambas.

*/*/*/*

- Con todo esto, creo que podemos ir a por ellos. ¿Cómo lo ves, Kal?

Kal, Lena, Alex, Brainy y William estaban reunidos en la sala secreta de la biblioteca.

- Si vosotros estáis seguros, adelante. Confío en vosotros. ¿Tenéis algún plan para traer a la
Voz de Rao hasta aquí?
- Hemos pensado en celebrar una fiesta en el hospital en honor a los antiguos dioses y a Rao.
Usaremos la presencia de Daron-Vex como cebo para que venga. No creo que se pierda la
oportunidad para boicotear más tú reinado. Además, el resto de traidores también estarán
invitados y podremos cogerlos a todos a la vez.

- Bien. Una cosa más, ¿pensáis contárselo a Kara o hacerlo público? - preguntó Kal
preocupado.

- No creo que sea necesario ninguna de las dos cosas, Kal. Lo mantendremos en secreto con
el jurado y con Daron-Vex. - respondió Alex. - Por eso no la hemos convocado a esta
reunión.

- Entonces, tenemos una fiesta que preparar. – asintió Kal.

*/*/*/*

Ese había sido un mal día. Kara había ido al templo de Rao a rezar un poco. Un grupo de
gente la aplaudió allí por ser la “purificadora de Gimina”. Así había ido de cabeza a Kandor
por lo que se perdió una reunión y no había entregado unos documentos. Alex y Kal la había
reñido como si fuera una niña pequeña. Pero ellos no entendían que necesitaba desahogarse,
quitarse de la cabeza lo que había pasado en el templo.

Después le habían contado el plan de preparar una fiesta en el antiguo palacio. Ella no estaba
convencida del plan, así que en plena noche había vuelto a la ciudad a hablar con Lena.

- ¿Estás segura de esto? - le reprochó a la morena.

- Sí, Kara, tranquila por favor. - la intentó calmar Lena. - No va a pasar nada. Va a haber
suficientes guardias como para atraparlos y que nadie salga herido. - dijo agarrando la mano
de la rubia.

- Solo es que no confío en hacer esto en mitad de la ciudad después de lo que pasó, Lena. - se
explicó Kara con el ceño fruncido. Estaba preocupada por montar todo aquello en mitad del
polvorín que era la ciudad.

- Por eso es más fácil que piquen el anzuelo aquí.

Kara resopló y se separó de la morena soltando su mano. Apoyó sus manos en la mesa del
despacho de la morena y dejó caer la cabeza.

- La gente todavía comenta lo de la “purificadora de Gimina”. - dijo Kara derrotada.

- ¿Ha pasado algo hoy? - le preguntó Lena colocando la mano en su espalda baja.

- No, solo que he ido al templo y había allí un grupo de gente que me ha aplaudido cuando
me han visto.

- ¿Estás bien? - insistió la morena empezando a trazar círculos con sus caricias.

- No, mucho. - suspiró Kara. - Ya sabes que no me sienta bien.


- La gente olvidará. Puedes cambiar la opinión que tienen sobre ti. No te preocupes. - la
consoló Lena. Como la rubia no reaccionaba, se colocó a su lado y la obligó a enderezarse
para que la mirara. - ¿Quieres quedarte a dormir? Quizá un poco de mimos te ayudan.

- Solo necesito aire fresco e irme a dormir. Nos vemos mañana. - se despidió.

Kara estuvo un par de horas en Kandor antes de volver a la fortaleza.

*/*/*/*

- Toma. - dijo Kara acercándole el cuchillo que le había comprado meses atrás.

- Lo siento, Kara. Pero mi vestido no conjunta con una daga. - contestó Lena haciendo
énfasis en su vestido.

Estaban en el despacho del antiguo palacio real asegurándose que todos los documentos
estaban en orden. La fiesta empezaría en cualquier momento en el piso de abajo. Ambas
estaban vestidas para la ocasión. Lena llevaba un vestido negro que reseguía cada una de sus
curvas. Kara no podía evitar pensar en las ganas que tenía de quitárselo. Ella llevaba un traje
azul con el símbolo de la Casa de El en color rojo y amarillo en grande en mitad del pecho.

- Es para que estés segura. - insistió Kara.

- Kara, ya te lo he dicho. No va a pasar nada malo esta noche. - dijo Lena abrazando a la
rubia por el cuello y dejando un corto beso en sus labios.

- Es por si acaso, Lena. No quiero que te pase nada. - contestó Kara pegando sus frentes.

- Amor, tranquila. Todo va a ir bien. - continuó Lena enmarcando la cara de la rubia con sus
manos. -Confía en nosotros. El plan va a salir perfecto. Ahora, ¿vamos bajando? Creo que el
resto nos está esperando ya. - dijo separándose de Kara. - Y deja la daga encima de la mesa.

Kara obedeció y la siguió al exterior de la sala que daba al patio donde se celebraría la fiesta.
Había dos guardias apostados en cada lado de la puerta que vigilarían el despacho toda la
noche.

El patio estaba sitiado en el centro del antiguo palacio. Corredores en cada piso soportados
por columnas que llegaban hasta unos arcos lo rodeaban. Kara y Lena llegaron hasta las
escaleras que permitían bajar hasta la parte inferior donde ya habían llegado algunos
invitados. El resto del grupo se había encargado de darles la bienvenida.

Kara le ofreció su mano a Lena que la miró con una ceja levantada.

- Es para no caerte. - explicó la rubia.

- Sé andar, Kara.

- Insisto.

- No tienes remedio.
- Lo sé. - rio Kara. Lena agarró su mano y empezaron a bajar las escaleras juntas.

- ¿Será necesario esperar tanto para poner en marcha el plan? - se quejó Kara.

- Cuanto más relajados estén mejor, Kara. Esperemos que el vino nos ayude.

- Y yo espero que tengas vino de sobras. - bufó Kara. - Lo voy a necesitar después de
aguantar tanto tiempo a todos estos.

- Tampoco es para tanto.

- Pero es que lo odio.

- Vamos, Kara. Compórtate como la princesa de Thera que eres. - rio Lena.

- Solo porque tú me lo pides. - dijo Kara cuando llegaron al final de las escaleras. Hizo un
ademán de darle un beso a Lena, pero se dio cuenta de lo que iba a hacer y paró antes de que
nadie se diera cuenta. - ¿Nos vemos luego?

- Claro, disfruta de la fiesta.

- Sin duda.

Tal y como predecía Kara, estaba odiando cada segundo de aquello. Diferentes gobernadores,
ricos señores y otros de la misma clase se acercaron a charlar con ella de diferentes temas,
todos aburridos para su gusto. Kara estaba expectante por lo que iba a pasar esa noche.

De hecho, tuvo un momento extremadamente incómodo cuando el gobernador de Koron


empezó a insinuar que estaba interesado en arreglar un matrimonio de conveniencia entre
Kara y su hija, Siobhan. La muchacha de apenas trece años miraba encandilada a Kara,
mientras la rubia sentía repulsión solo de pensar en casarse con una niña. Afortunadamente,
Daron-Vex apareció para salvar a Kara. Se fueron a un lado del patio más solitario para
hablar un poco más en privado.

- Espero que las asperezas aparecieron durante las negociaciones no creen mal ambiente entre
nosotros, majestad. Solo defendía los intereses de Krypton y Thera.

- Cuando me amenazan, no suelo tomármelo muy bien. - respondió seca Kara.

- Es una realidad. Krypton tiene estos intereses en Thera. Si no los tuviera, no se tomaría
tantas molestias. Necesitamos los recursos que este reino puede ofrecernos.

- ¿Eso tiene que hacerme sentir mejor?

- Por favor, princesa, no me gustaría que tuvierais tan mala imagen de vuestro lugar de
origen. No podríamos haber crecido tanto sin hacer ciertos sacrificios. Deberíais venir a
Krypton para ver las maravillas del país. Os dije que, con el apellido Zor-El, llegaríais donde
quisierais. Tenéis más potencial que el de quedaros aquí siendo la segunda al mando de un
país de campesinos y salvajes.
Kara vio como Kal empezaba a concentrar a los invitados al lado de las escaleras.

- Thera es mi hogar. Si me disculpáis, tengo que ir a ocupar mi lugar junto a mi primo, mi


familia.

- Comprendo. - asintió Daron despidiéndose de Kara.

Todos se colocaron un par de peldaños por encima del suelo. Kal se colocó en el centro del
grupo, mientras Kara y Lena se colocaban cada una en un lado. Kara observó como grupos de
soldados se colocaban a cada lado de las diferentes salidas del patio.

- Señores, un momento de atención, por favor. - dijo Kal alzando la voz para que todos lo
escucharan. - Bien, como saben, nos hemos reunido aquí para celebrar la unión y convivencia
entre los antiguos theranos y los nuevos. Este hospital es la prueba de lo que la cooperación
entre ambos grupos puede traer a este reino. Es por eso que, en mi deber como rey, me veo en
la obligación de proteger Thera de cualquiera que intente sabotear esta paz llegando incluso a
conspirar contra mi reinado. - recitó Kal. Los presentes empezaron a murmurar entre ellos.
Uno de ellos intentó salir corriendo, pero fue detenido por uno de los soldados. - De hecho,
todos los conspiradores se encuentran aquí presentes. - Kal cogió un papel que le ofreció
Alex y empezó a recitar los nombres de los traidores que fueron siendo apresados uno a uno.
- Manchester Black, Lauren Haley, Sam Lane, Raymond Jensen, Sara Walker y la Voz de Rao
quedáis detenidos por traición, conspirar contra el rey, provocar revueltas en la capital y otros
delitos que se os serán expuestos durante vuestro juicio.

Este último, cargado como iba de oro y lujos, salió de la multitud y se acercó hasta Kal
furioso. Unos guardias se le echaron encima para evitar que llegara hasta el rey.

- No me puedes detener, chaval. Soy la Voz de Rao. - contestó el hombre deshaciéndose del
agarre de los soldados sin problema. Él era tan kryptoniano como Kara y Kal y tenía su
fuerza. - Como rey, no tienes autoridad para esto. - dijo irguiéndose amenazadoramente
delante de Kal. Uno de los guardias apuntó un revólver a su cabeza. La Voz se detuvo.

- Te equivocas. Ayer se aprobó una ley que me permite detenerte, traidor. Evidentemente, se
aprobó sin el conocimiento de los traidores del consejo.

Consiguieron enmanillar a la Voz con unas manillas a pruebas de kryptonianos, cortesía de


los Luthor, y lo pusieron junto al resto de detenidos para llevarlos a los calabozos de prisión.
Antes de que se fuera, Kara lo agarró de la camisa y le dio un puñetazo que lo mandó al
suelo. Se colocó encima de él a horcajadas inmovilizándolo.

- Eso era por los esclavos. Esto es por los latigazos. - dijo dándole otro puñetazo. - Esto por la
paliza que me disteis. - dijo soltando otro. - Y esto por la paliza que le disteis a Lena. - acabó
Kara dándole el último.

La Voz de Rao se echó a reír escupiendo sangre.

- “Paliza”. ¿Así es como tu puta lo llama? No parecía quejarse mucho mientras se la metía
hasta el fondo.
¿A qué se refería ese hombre? Kara levantó rápidamente la cabeza confundida y miró en
dirección a Lena que bajó la cabeza. Vio como Alex y Kal imitaban el gesto.

Kara se acercó furiosa hasta Lena.

- ¿Es verdad?

- Era el precio por tu libertad. Era eso o tu vida. - susurró Lena sin mirarla.

- ¿Lo sabíais? - dijo mirando en dirección a su primo y su hermana.

Los dos asintieron como respuesta. La Voz de Rao todavía se reía desde el suelo.

*/*/*/*

Kara se había ido corriendo en cuanto supo la noticia. Ninguno la volvió a ver en lo que
quedaba de día.

Cuando esa noche Lena se tumbó en la cama, no dejaba de darle vueltas a la cara que se le
había quedado a la rubia. Se la veía furiosa. Le costó mucho dormirse. Pasaron un par de
horas hasta que logró conciliar un poco de sueño.

Lena se despertó de madrugada. Una de sus guardianas no dejaba de gritar su nombre desde
fuera de su dormitorio. Se cubrió un poco para protegerse del suave frío que llegaba a la
noche a la capital.

- Mi señora, es la princesa. - explicaba la chica alterada. - Está en la puerta del palacio,


borracha y cubierta de sangre.

Lena nunca había recorrido tan rápido el camino que separaba su habitación de la entrada. Se
encontró a Kara abrazada a una columna en el vestíbulo rodeada por un par de guardias.
Tenía la vista perdida en el suelo y murmuraba palabras sin sentido.

- Volved a vuestros sitios. Yo me encargo de esto. - les ordenó.

- Señora, ¿está segura? - preguntó uno de ellos algo inseguro.

- Sí, segura. - asintió. - Yo me encargo de la princesa.

- Ella sola puede más conmigo que todos vosotros juntos. - rio Kara todavía en la columna.

Los soldados se retiraron dejándolas solas.

- ¿Estás bien, Kara? - le preguntó Lena levantándole la cara para que la mirara e
inspeccionando si estaba herida en algún sitio, pero la rubia seguía con la mirada pegada al
suelo.

- Sí, esta sangre no es mía. - murmuró con los ojos entrecerrados. Claramente estaba muy
borracha. Apestaba a sangre y alcohol.
- ¿Y de quién es? - preguntó Lena preocupada.

- De la Voz de Rao. - dijo victoriosa.

- ¿Está muerto, Kara?

- Claro. - rio la rubia.

- Kara, ¿qué has hecho?

- Le he hecho sufrir.

- Kara, esta no era la manera.

Kara bufó.

- Ha sido la más divertida. No sabes la cara que ha puesto cuando ha sentido que ya no podría
volver a hacer lo que te hizo a ti. - rio Kara. - Nunca más le hará daño a nadie, Lena. Te lo
prometo.

Lena negó con la cabeza. No se creía que la rubia hubiera sido capaz de eso. Para empezar,
tenía que quitarle toda esa sangre de encima y conseguir que no cayera redonda por el alcohol
en mitad del vestíbulo. Esperaba que nadie hubiera visto a la princesa de Thera pasearse por
la ciudad cubierta de sangre.

- Kara, amor, vamos arriba a limpiarte.

Kara asintió y se intentó despegar de la piedra, pero no aguantó el equilibrio y cayó de vuelta.

- Vale, vamos a hacer algo. Apóyate en mí, ¿quieres? - preguntó a una Kara que hizo un
puchero y dejó caer todavía más peso en la columna. - Vamos, amor. Colabora. No estás
guapa cubierta de sangre. Hay que limpiarte.

- Está bien. - murmuró.

Kara levantó un brazo lo suficiente como para que Lena se pudiera colar debajo. Logró
separarla de la piedra y aguantar el peso del cuerpo de la rubia contra su cuerpo. Agarrándola
de la cintura la fue empujando escaleras arriba de camino a su habitación.

- ¿Es por eso que no te querías acostar conmigo? - murmuraba Kara que se movía con los
ojos cerrados y daba cabezazos. - ¿Por lo que te hizo?

- Sí, Kara. - confesó Lena.

- Pero yo no soy como él. ¿Por qué te daba miedo? - lloriqueó Kara.

- Lo sé, amor. No eres como él. Solo tenía miedo.

- ¿Tenías miedo de la purificadora de Gimina?

- Amor, tú no eres esa persona. Esa persona no existe.


- Pero la gente cree que soy yo.

- No lo eres, amor. Los que te queremos sabemos que no lo eres.

- Pero el resto de Thera sí que lo cree. Yo no quiero que piensen eso.

- Vamos a trabajar en ello, tranquila. Pronto nadie te llamará así.

- ¿Crees que me dejen de llamar eso si saben que maté a la Voz?

Lena se detuvo en seco.

- Nadie puede saber que mataste a la Voz, Kara. - la advirtió. - ¿Queda claro? - le preguntó
Lena, pero Kara estaba muy borracha para pronunciar más palabras coherentes. - ¿Me oyes?

Kara solo asintió. Llegaron hasta la puerta de los aposentos de Lena donde había un soldado
montando guardia. Entre él y la morena, como pudieron, abrieron la puerta y la Luthor hizo
entrar a Kara con ella. La llevó hasta sus baños privados y encendió el mecanismo para llenar
una tina que tenía allí.

- Guau. Lo tienes muy bien montado aquí. Yo también quiero uno de estos. - reía la rubia.

- Ya nos encargaremos de eso. Ahora toca desnudarte y meterte aquí dentro. - insistió Lena
tirando del traje de la rubia. - Vamos. Ayúdame. - le pidió a Kara que no estaba haciendo
ningún esfuerzo.

Al final logró quitarle la ropa. Estaba empapada de sangre. Hasta había calado a través de ella
y había manchado la propia piel de la rubia. El agua de la tina estaba fría y Lena tuvo que
meter a Kara a la fuerza.

- Toma. Empieza a frotarte. - dijo Lena dándole una esponja. - Ahora vengo.

- No, quiero que me limpies tú. - lloriqueó la rubia. - ¿Dónde vas?

- Ahora vengo. Dame dos minutos.

Lena salió de nuevo al pasillo y dio instrucciones al guardia para que mandara unos mensajes
urgentes a Kal y a Alex.

*/*/*/*

- ¿Dónde la has dejado? - preguntó Alex.

Los tres estaban reunidos en el despacho de Lena. Apenas había empezado a amanecer
cuando Kal y Alex llegaron al antiguo palacio.

- Está durmiendo en mi cama. Después de limpiarla, cayó redonda. - explicó Lena que estaba
sentada en la silla de su escritorio. Kal y Alex la observaban desde el sofá. Lena suspiró. -
¿Está muerto?
- Sí. - respondió serio Kal. - Kara se ensañó con él. No tuvo que ser una muerte rápida.

- No voy a decir que lo lamente. - respondió Lena.

- Yo tampoco, pero esto no puede salir a la luz. - intervino Alex. - Kara torturó y asesinó a un
hombre que no había sido juzgado. Sería un escándalo.

- Tenemos que sacar a Kara de la capital ya, antes de que alguien sospeche de ella. - asintió
Lena.

- La Voz de Rao tenía suficientes enemigos como para que no sospechen de ella. - añadió Kal
quitándole hierro al asunto.

- La última vez que alguien vio vivo a ese hombre, Kara le estaba dando una paliza en
público. - respondió Alex como si fuera obvio. - Hay que seguir con el juicio, que sea
declarado culpable y decir que lo hemos ejecutado. Y que Kara no esté en la ciudad cuando
eso pase.

- Yo tenía previsto un viaje a Gimina para poner al tanto de todo a Lex. - sugirió Lena.

- ¿De todo? - preguntó nervioso Kal.

- De todo lo que puede saber. - aclaró la morena. - Me puedo llevar a Kara conmigo.

- ¿La purificadora de Gimina en Gimina? - bromeó Alex. - ¿Crees que es buena idea?

- Va para redimir sus errores. Política del nuevo gobierno. Además, Kara lo necesita. - les
explicó Lena.

- Está bien. - respondió Alex. - Pero voy con vosotras. Y llevaré mis tropas.

- Cuantas menos, mejor, Alex. Si nos ven llegar con muchas tropas y Kara, se van a poner a
la defensiva.
Parte 6 1/4

Kara miraba aburrida a través de la pequeña ventana del carruaje. Llevaba días sola encerrada
allí. Ella prefería ir a caballo como el resto, pero Alex y Lena habían insistido en que nadie la
viera por el norte hasta que no estuvieran seguras en el interior de Gimina.

En un principio, Kara les había dicho que no quería saber nada de ellas, quería estar sola, así
que las había echado del carruaje en cuanto intentaron poner un pie dentro. No habían vuelto
a intentar hablar con ella.

Kara no entendía por qué se la llevaban tan lejos de la capital. La Voz de Rao iba a ser
ejecutado igualmente, ¿qué más daba quien lo había hecho y quien no? Sus amigos, por
llamarlos de alguna manera, pecaban de alarmistas algunas veces. Y encima la llevaban a
Gimina. No había mejores sitios donde llevarla.

Además, también la habían desarmado. Ni un triste cuchillo le habían dejado. Decían que era
un peligro si llevaba armas con ella. Quizá no estaban tan equivocadas. La claustrofobia
empezaba a ser tan grande que hubiera sido tentador abrirse paso revólver en mano.

¿Qué si se arrepentía de haber matado a la Voz de Rao? No, lo único que lamentaba es que el
hombre había muerto demasiado rápido y no sufrió más. Debería pedirle al torturador de la
corte que le enseñara a hacer las muertes más largas y dolorosa.

Desde allí dentro no tenía manera de orientarse o saber dónde estaba. Pero por el frío que
empezaba a hacer y las montañas agrestes que lograba ver por la ventanilla, dedujo que
estaban cerca del paso de montaña que separaba el norte y el sur de Thera. Sus sospechas se
cumplieron cuando, llegada la noche, oyó la voz de Sam que daba la bienvenida al norte a
Alex y Lena.

*/*/*/*

Cinco días más tarde, al fin, la dejaron salir del carruaje. Cerca, Gimina se alzaba imponente
sobre uno de los turones. Era tal y como la recordaba.

Lena se le acercó con las riendas de un caballo y se las entregó. La morena empezó a decirle
algo, pero Kara solo subió a su caballo y se colocó junto al resto de caballeros esperando a
que remprendieran la marcha ignorándola. Alex y Sam estaban en la parte delantera de la
marcha. Lena se unió a ellas. Algo les dijo que las tres giraron sus cabezas para mirarla.

Su hermana arreó al caballo para que la llevara junto a ella.

- Me da igual si quieres continuar con tu pataleta, pero ocupa tu lugar al frente. - le ordenó
Alex.

- ¿Ahora no soy algo de lo que os tenéis que avergonzar? - respondió Kara ofendida.

- Hemos hecho esto para protegerte.


- Mejor no contesto eso. - acabó Kara antes de dirigirse al frente de la marcha donde Lena y
Sam las esperaban.

- Hola, princesa. Hacía mucho que no nos veíamos. - la saludó Sam.

- ¿Cómo está Ruby? - la saludó Kara de vuelta.

- Feliz ahora que vuelve a vivir en casa. - la atacó.

- Me alegro.

- ¿Vamos? - interrumpió Alex la conversación colocándose entre las dos.

Ambas asintieron y se centraron en el camino.

Lena se colocó a su lado durante la marcha.

- Kara, ¿podemos hablar?

- No.

- Quiero explicarte que pasó. Por favor, escúchame. - rogó Lena.

- Lena, de verdad, no quiero hablar del tema. - gruñó Kara.

- Ahora entiendo lo que me contabas, Lena. - rio Sam. - Todo un carácter.

Lena lanzó una mirada asesina a Sam. Kara prefirió ignorarlas.

Su camino no llegó mucho más lejos antes que Lex acompañado de su ejército les esperara en
la falda del turón de Gimina. La miró directamente enfadado y luego a su hermana.

- Se suponía que ibas a venir tú sola con nuestros soldados. - dijo Lex claramente furioso.

Lena se adelantó a la marcha y se puso a la altura de su hermano en el camino.

- Hola a ti también, Lex. - le contestó Lena.

- Te has plantado aquí con la princesa, una Danvers y sus tropas. - le echó en cara.

- Y por eso te vas a asegurar de que llegamos sanas y salvas al palacio. Ahora ya estamos
aquí.

- La próxima vez que quieras traer tus juguetes problemáticos, avisa. - le gruñó.

Lena solo asintió como respuesta mirando de reojo a Kara.

Lex ordenó a sus tropas que rodearan las reales, envolviéndolas. Anduvieron en esa
formación hasta las puertas de la ciudad. Fue difícil cruzarlas así, pero era necesario. A
medida que iban avanzando por las calles, aparecía gente enfadada de todas partes que
empezaban a abuchearles. Qué diferente de la capital, pensó Kara divertida. En algún
momento, la rubia vio pasar alguna lechuga volando cerca de ellos.

A medida que avanzaban por las calles, Kara fue reconociendo algunos edificios que ella
personalmente mandó quemar. Si no recordaba mal, alguno de ellos había sido una panadería;
otro, un almacén de carne; otro, la taberna donde murió James. De hecho, allí solo quedaban
una manzana de casas reducida a un montón de escombros quemados. Todo era culpa suya.

También vio muchas casas medio en ruinas y a gente sucia y hambrienta tirada en las calles.

Era desolador.

Entonces no pudo evitar sentir una punzada de dolor y culpabilidad al observar el estado en el
que había dejado la ciudad. Así que a esto se referían con “la purificadora de Gimina”.

Llegaron a la plaza central, donde estaba el palacio de Sam. Allí una multitud les estaba
esperando para recibirlos con más insultos y objetos voladores. Alex y Kara bajaron rápido
de sus caballos en frente de las puertas del palacio y subieron los escalones que la separaban
de la calle. Lograron colarse sin que nada las golpeara. Mientras tanto Lex escoltaría a sus
tropas al exterior de las murallas donde estarían más seguras de la multitud.

Sam y Lena entraron poco después de ellas siguiéndolas.

- Bien, esto ha sido incómodo. - bromeó Lena cuando estuvieron las cuatro juntas en el
vestíbulo del palacio, pero nadie le siguió la gracia.

- Esperemos a que vuelva Lex para ver cómo continuamos. Pasad. - dijo Sam señalando el
camino.

Llegaron a una gran sala con tapices dorados y rojos decorando las paredes de piedra. Había
tres sofás alrededor de una chimenea apagada. Las cuatro se sentaron allí, las hermanas en
uno y las dos amigas en otro, unas frente a las otras.

Kara apoyó los codos en sus rodillas y miraba el suelo pensando en lo que había visto dentro
de los muros. Recordaba haber quemado edificios, pero no recordaba que fueron tantos.
Tampoco recordaba mucho lo que había estado haciendo esos días por Gimina. Solo
recordaba estar obsesionada con Lena, encontrar traidores y el dolor de la muerte de James.

Por el rabillo del ojo, veía su hermana jugando con sus manos sin decir nada. Lena y Sam
tampoco hablaban.

Un silencio incómodo invadió la habitación.

- Así que eres la famosa Alex Danvers, general de los ejércitos de la Corona. - comenzó Sam
con curiosidad.

- Así es, mi señora. - asintió la Danvers.

Lena pudo ver con un poco de alivio como Kara abandonaba su estado meditabundo para
empezar a prestarles atención.
- Por favor, llámame Sam. Creo que podemos dejarnos de formalismos a estas alturas. -
insistió la gobernadora. - Tienes mejor cara que la última vez que nos vimos, Kara. - bromeó
mirando a la rubia.

- La última vez que nos vimos, estuve a punto de morir de hambre. - respondió Kara seria
cruzándose de brazos y dejándose caer contra el respaldo.

- Cierto. Para ser sinceros, fue algo agradable de ver. - dijo Sam con algo de rencor en su voz.

- Sam… - la advirtió Lena.

- No la defiendas, Lena. - respondió la otra ahora enfadada. - Me alegro que haya venido. Así
podrá ver lo que hizo. No entiendo como has dejado atrás todo lo que hizo.

- Estábamos en guerra, Sam. Y…

- Nosotros también perdimos gente aquí. - intervino Kara antes de que pudiera continuar
Lena.

- Esto es solo un aviso. – continuó Sam. - Arruinaste esta ciudad. Ya has visto como ha
reaccionado la gente al verte. Ni Lena podrá protegerte de ellos.

- Veo que ya les estás dando la bienvenida. - dijo Lex entrando a la sala seguido de un par de
sirvientes. - Lena. - dijo acercándose a esta y extendiendo sus brazos cuando estuvo en frente.
La morena se levantó y lo abrazó con cariño. - De verdad que me alegro de verte a pesar de
tus compañías.

- Kara ha venido aquí a reparar sus errores, ¿verdad? - respondió Lena rápidamente saliendo
del abrazo y mirando a la rubia.

Kara estaba confundida con el ceño fruncido. No sabía de lo que Lena estaba hablando.

Alex empezó a hablar por ella antes que la kryptoniana pudiera reaccionar.

- En el contexto de cambio de régimen dentro del Raoismo en Thera, hemos considerado


hacer una limpieza de cara a las figuras que alimentan a los radicales raoistas. Eso incluye a
la purificadora de Gimina. A la corona, le interesa que cambie la fama de Kara.

- Así que cambio en el régimen del Raoismo… Lena, ¿podrías iluminarme? - preguntó
divertido Lex mientras se sentaba en el último sofá libre.

La morena lo imitó volviendo a sentarse en su sitio.

- La Voz y otra gente poderosa del sur planearon un complot para derrocar a Kal. Los
detuvimos a tiempo. De hecho, la Voz de Rao ya ha sido juzgado y ejecutado por traición. -
explicó tranquilamente.

- Tengo que decir que la ironía me parece tremendamente divertida. ¿No lo crees, Sam? - rio
Lex.
- Pues sí, es gracioso ver cómo son incapaces de vivir en paz. - añadió Sam. - Necesitan estar
en guerra constantemente.

- Espero que, ahora que ya se han peleado entre ellos, no decidan volver a por nosotros. -
continuaba burlándose el Luthor.

- Por favor, comportaos. - intervino Lena.

- La causa de esta traición es que hemos desarrollado políticas a favor vuestro. - gruñó Kara. -
Podríais mostrar un poco de respeto.

- No puedes hablar de respeto aquí, princesa. - gruñó Lex de vuelta encarándose. Luego
volvió a una posición más relajada y suspiró. - Bien, a estas alturas todo Gimina debe saber
que estáis aquí. Ya que esto no tiene solución, ¿por qué no las ayudamos a instalarse? - dijo
mirando a Sam que asintió como respuesta. - El camino tiene que haber sido largo. Los
sirvientes están listos para llevaros a vuestras habitaciones. - dijo señalando la puerta de la
sala. - Vuestras cosas ya deberían estar ahí.

- Entonces, si nos disculpáis… - dijo Lena levantándose.

Kara y Alex la imitaron.

Salió de la sala seguida de cerca por las dos hermanas.

Un grupo de tres sirvientas las estaban esperando al salir de la sala. Una chica joven llamada
Amanda se presentó a Alex. Lena pareció reconocer a una chica joven que se le acercó. Y,
para acabar, una mujer mayor se acercó a Kara.

- Princesa, durante el tiempo que esté aquí, yo seré vuestra sirvienta personal. Mi nombre es
Isabela, aunque todo el mundo me llama Ela. Cualquier cosa que necesite, no dude en
pedírmelo. - se presentó haciendo una reverencia. - Si hace el favor de seguirme.

Acto seguido, la mujer empezó a andar por los pasillos del palacio. Kara asintió y la siguió.
Delante de ellas, Alex ya seguía a Amanda y Lena hablaba animadamente con la otra chica.

Subieron hasta el segundo piso por una gran escalinata de piedra clara. Ese piso constaba de
un gran pasillo con diferentes puertas y, al final, una pequeña escalera de caracol que subía a
pisos superiores. A Lena le indicaron que su habitación estaría en una de esas puertas. Alex y
ella, en cambio, tuvieron que seguir y subir las estrechas escaleras. Las sirvientas les contaron
que estaban subiendo por la torre del palacio. En la pared, de vez en cuanto, se iba abriendo
una pequeña ventana por la que se veía el exterior. Agujero tras agujera, la ciudad se veía más
y más pequeña. De vez en cuanto, se abría un pequeño rellano con una sola puerta de madera.
Alex paró en la segunda. Kara llegó hasta la tercera. Empezaba a estar sin aliento después de
tantas escaleras. Hubo un momento en el que sufrió por la mujer que tenía delante, pero,
viendo la energía con la que las subía, parecía estar más en forma que la misma rubia.

Kara no se podía quejar de la habitación. Era grande, más grande que la suya en la capital.
Tenía grandes ventanas en las paredes que le quedaban a izquierda y derecha. Desde ellas,
podía ver prácticamente toda Gimina. En la pared del fondo, había una gran cama de
matrimonio de sábanas blancas y patas y dosel de madera oscura. Pegada a su derecha, al
lado de la entrada, había otra puerta.

- Princesa, si me permitís el atrevimiento, os he preparado el baño para que podáis limpiaros


la suciedad del camino. - le explicó la mujer. - El señor Lex ha solicitado su asistencia a la
cena de hoy. Se servirá en una hora.

- Muchas gracias, Ela. Voy a agradecer este baño. - dijo Kara intentado ser amable.

- ¿Queréis que os ayude a limpiaros? - ofreció la mujer abriendo la puerta de su derecha.

Era un pequeño baño donde había una tina de madera con líquido humeante en el interior.

- No, gracias. Me las apañaré yo sola. ¿Mis cosas están aquí? - dijo Kara pasando al interior.

- Sí, está toda vuestra ropa colocada en armarios y estanterías. ¿Necesitáis algo más? -
respondió Ela parada en la puerta del baño.

- No, gracias. Puedes retirarte.

La mujer asintió y salió de su habitación. Realmente, no se le había podido pegar mucha


suciedad del camino encerrada en un carruaje. Pero se había pasado casi una semana sin
limpiarse y hacía mucho tiempo que no podía relajarse en condiciones. La mañana siguiente
de su encontronazo con la antigua Voz, se despertó ya en el incómodo carruaje. Tumbarse un
rato allí no le haría ningún daño.

Se quitó la ropa y la dejó tirada en el suelo allí mismo. Entró con cuidado notando el agua
ardiente contra su piel. Era una sensación agradable y relajante después del viaje. Cuando
estuvo completamente dentro, se tumbó. Apoyó su espalda contra el recipiente y cerró los
ojos soldando un suspiro. Se preguntaba que estaría haciendo Lena, si estaría haciendo lo
mismo. Había tres pisos de distancia entre ellas. Se preguntaba si Lex lo había hecho
intencionadamente.

Con el paso de los minutos, Kara pudo notar como su cuerpo se iba relajando. Pero no habían
pasado ni treinta minutos cuando volvió a salir del agua que ya empezaba a estar fría. Fuera
en la calle se oía mucho ruido. Se secó y se acercó levemente a la ventana para ver qué
pasaba.

La plaza central se había llenado de gente. No parecían contentos. Lex tenía razón. No había
tardado mucho en correr la noticia por toda Gimina.

Se apartó de la ventana y se vistió de nuevo con alguna muda limpia. Se sentía expuesta con
esas ventanas tan grandes. Se apoyó en el marco de la ventana y miró a la multitud mientras
esperaba que fuera la hora de ir a cenar. Después observó la ciudad. Podía ver que en casi
todas las manzanas había un agujero donde antes debía haber habido un edificio. Entonces,
Kara recordó estar sentada en esa misma plaza observando columnas de humo de las casas
que ella había mandado quemar.
Volvió a sentir una punzada de culpa. ¿Cómo había hecho todo aquello? Sentía los ojos arder
de la rabia y el asco que sentía por sí misma. Pero, ¿quién era ella para llorar? Ella no era la
que había sufrido. No se merecía ese derecho.

Alguien golpeó la puerta sacándola de sus recuerdos.

- Está abierto. - respondió Kara sin apartar sus ojos de la ciudad.

- Hola, veo que ya estás lista. - la saludó Alex y se acercó a su lado a observar lo mismo que
Kara. - ¿Vamos para abajo?

- ¿Sabes? Una parte de mí quería pensaba que lo de la “purificadora de Gimina” era una
exageración. - dijo Kara con media sonrisa triste.

- Vamos a compensarlos. Y vamos a quitarte ese horrible apodo. - la consoló Alex colocando
su mano sobre el hombro de la rubia.

- Eso espero. - suspiró Kara.

*/*/*/*

La palabra que Kara usaría para describir la cena es “incómoda”. La conversación


básicamente la condujeron Lena y Alex. Estuvieron poniendo al día a Lex sobre las
novedades en el sur con los judicios y cambios en la fe y el consejo. Pero todo ese
entretenimiento no impidió que el hombre aprovechara cualquier excusa para lanzar
comentarios contra la kryptoniana.

A la primera oportunidad que tuvo, la rubia escapó a su habitación. Por las ventanas podía
ver el cielo totalmente oscuro y la habitación estaba iluminada por algunas lámparas de aceite
repartidas por toda la habitación. Ela llegó unos segundos después explicándole que tenía la
cama y su ropa lista para irse a dormir. Kara se lo agradeció y la despidió por lo que quedaba
del día.

Necesitaba estar sola.

Se sentó a los pies de la cama. Colocó los codos sobre sus rodillas y escondió su cara entre
sus manos. Suspiró.

Miró hacia la ventana. Las calles de la ciudad estaban iluminadas. Se podían distinguir las
ruinas que ella había dejado atrás. Notó como la punzada de culpa que había sentido antes
crecía y crecía en su pecho. Era casi asfixiante. Volvió a esconder su rostro.

Se volvieron a oír unos golpes en la puerta de su habitación. Ella solo quería estar sola. Kara
no quería ni imaginarse la cantidad de visitas que sufriría si, en vez de tener la habitación más
aislada, tuviera una en el pasillo.

- Está abierto. - suspiró Kara levantando la cabeza para ver quién era esta vez.

Lena entró por la puerta con una media sonrisa y vestida con ropa de cama. Kara bajó de
nuevo la cabeza mirando al suelo entre sus pies.
- ¿Cómo estás? - preguntó la morena apoyándose en la puerta que había vuelto a cerrar detrás
de ella.

- Estupendamente. - ironizó la rubia.

- Me imagino. Lex ha estado un poco desagradable.

- Eso es un eufemismo, Lena. - se quejó Kara mirándola.

- Lo siento.

- No es tu culpa, es mía. - respondió Kara quedándose un rato en silencio pensativa. - ¿Sabes?


Las vistas de mis destrozos son espectaculares desde aquí. - añadió mirando la ventana.

- Kara, no te tortures. Eso está en el pasado. - dijo Lena acercándose a la rubia poco a poco
para consolarla.

- ¡Está en el presente! - explotó Kara levantándose de golpe dirigiéndose hacia ella. - ¡¿O es
que no lo has visto?! ¡El dolor que cause, la ruina que deje atrás, todo está ahí fuera! - seguía
gritando mientras daba otros pasos más hacia delante.

- Se puede arreglar. - contestó la morena dando un paso hacia atrás asustada por el repentino
cambio de actitud de la rubia.

- Sí, las casas se pueden reconstruir. Pero no borraras lo que hice. Maté a tus amigos. Maté a
los Graves. ¿Cómo puedes perdonarme? - le preguntó ahora completamente derrotada.

Ese tono en la voz de Kara logró recuperar a Lena del susto.

- Kara, yo maté a gente que querías. - la intentó consolar. - Claro que al principio te guardaba
rencor, pero he llegado a entender que el contexto nos forzó a hacerlo. Prefiero dejarlo todo
atrás. ¿Cómo si no vamos a poder construir de nuevo Thera? - dijo con media sonrisa.

- Entonces, ¿por qué no me contasteis lo que te había hecho ese cerdo? - preguntó la rubia
mirando el suelo. No era capaz ni de mirarla.

- Era complicado, Kara. - suspiró Lena. - Yo se lo pedí a Alex y Kal. Acababas de salir del
calabozo. No quería que hicieras nada estúpido.

- No confías en mí. - murmuró Kara llevándose las manos detrás de la cabeza. Se irguió con
expresión de dolor y empezó a pasearse por la habitación.

Lo que habían empezado con pequeñas punzadas de culpa se había convertido en un dolor
atroz en su pecho. ¿Cuál era su papel allí? ¿Qué pintaba ella en toda esa historia? ¿Era solo la
salvaje a la que se le tenían que ocultar las cosas porque no sabía controlarse? ¿Era la bestia
que destruía ciudades? ¿Era una niñata molesta? ¿Qué era ella?

- Sí, amor. Claro que confío en ti. - oyó la voz de la morena entre esa nube de pensamientos.
- Mentira, Lena. Eso es una mentira. - escupió con rabia contra ella misma. - Lo peor de todo
es que era evidente, pero no lo vi. Me siento idiota por no haberlo visto antes, por no haber
podido cuidar bien de ti.

Kara se dirigió hacia la ventana y se apoyó con las manos contra su marco. No dijo nada.
Respiraba entrecortadamente y con dificultad mientras veía las ruinas a sus pies.

- Kara, por favor. - dijo Lena acercándose a ella poco a poco.

Llegó a colocar su mano en su hombro, pero Kara se la apartó rápidamente y sin mirarla.

- No, Lena. Necesito estar sola.

Lena se quedó a su lado de pie y suspiró.

- Y yo te necesito, Kara. - confesó. - Y necesito contarte qué pasó, por favor. Kara, amor,
escúchame. Tenía miedo de decirte lo que había pasado. Me pasé días encerrada en una
habitación dándome asco a mí misma. Lo único que me mantenía cuerda era pensar que lo
había hecho por ti. No soportaba ver a nadie. - le explicó del tirón casi quedándose sin aire.
Sabía lo que estaba pensando la rubia y lo sentía en el alma. Pero eso no estaba bastando para
hacerla reaccionar, así que continuó confesándose. - Alex lo supo porque fue quien me
encontró de vuelta esa madrugada y curó las heridas. Kal lo supo por Alex. Nunca le conté
nada. Si hubiera tenido elección, nadie lo habría sabido. No quería que nadie lo supiera.

Kara no dijo nada. Solo continuó en la misma posición.

Al cabo de unos instantes empezó a murmurar.

- Esos días, cuando Alex nos llevó hasta la capital, quería cuidar de ti y hacerte feliz. Y ahora
descubro lo que tuviste que sufrir por mi culpa, Lena. Yo te hago daño.

- No es verdad, Kara. La guerra nos lo hizo. Pero eso se ha acabado. - dijo Lena. Esta vez
agarró suavemente el brazo de la rubia y tiró de él. Cuando tuvo el suficiente espacio, se coló
entre sus brazos y la abrazó. Kara no tardó en corresponder el gesto. Se quedaron así quietas
un rato. - Después de tanto, ahora no te rindas.

- ¿Qué no me rinda? - se burló Kara triste. - Tampoco he hecho nada que merezca la pena.
Por lo menos, nada que sea positivo. Mi nombre pasará a la historia como una asesina, una
tirana. Solo soy la purificadora de Gimina. Mira la ciudad, Lena.

- Eso lo podemos cambiar. - respondió Lena apretando su agarre en el cuerpo de la otra. - Y sí


que has hecho cosas positivas. Me sacaste de los calabozos de la capital, me mantuviste con
vida, protegiste a mi gente en el hospital durante las revueltas. Salvaste muchas vidas, ¿lo
sabes? Has hecho el bien y te queda mucho por hacer. Te necesitamos para sacar esto
adelante.

- Da igual. No quiero hablar de ello.

- Como quieras. - suspiró Lena separando su cabeza del cuerpo de la rubia para poder
mirarla. - Vamos a la cama, amor. Ha sido un viaje muy largo.
- ¿No vuelves a tu habitación? - preguntó confundida Kara separándose un poco más de
Lena.

- Quiero estar aquí contigo. - respondió Lena como si fuera algo obvio.

- ¿Y Lex no se va a enfadar?

- ¿Por qué tendría que hacerlo?

- Somos las que tienen las habitaciones más separadas. No creo que sea casualidad.

- Quién sabe. - dijo Lena encogiéndose de hombros. - Lex sabe de sobras qué tipo de relación
tenemos. No creo que piense que separar nuestras habitaciones unos metros más o menos
cambie eso.

- Si tú lo dices… - respondió Kara un poco insegura.

- Deja de darle vueltas a esa cabecita tuya y descansa, Kara. - bromeó Lena saliendo del
abrazo y tirando de la rubia hasta la cama.

Una vez tumbadas, Lena apoyó su cabeza sobre el pecho de Kara.

- Buenas noches. - le deseó la kryptoniana.

- Buenas noches, amor. - contestó Lena. Después se incorporó levemente para besar a la rubia
y volvió a su posición.

*/*/*/*

Al día siguiente, la multitud que se agrupaba en la plaza empezó a ser tan grande que llegaba
a extenderse por las calles cercanas. Era una marea de gente que no se cansaba. Estaban allí
todo el día recordando a Kara el monstruo que era. Ella se los miraba desde su habitación.
Evitaba bajar al resto de pisos del palacio a toda costa. No quería interactuar con nadie.
Sentía vergüenza de ella misma. Quería estar sola para poder pensar en paz.

A Alex, eso le había quedado claro cuando la había visitado esa mañana y la había echado de
malas maneras. Ela se encargó de subirle la comida y el vino para que se pudiera alimentar
allí sola.

En cambio, Lena había bajado a desayunar junto a su hermano y había vuelto casi al
atardecer. Por lo visto, había estado ocupada entre reuniones y visitas sociales. Cuando la
morena llegó, Kara seguía mirando por la ventana. Por lo menos, pensó Lena con dolor, había
rastros de que la rubia había estado entrenando y comiendo. No hablaron mucho. Kara no
quería hablar. Solo se tumbaron y se pusieron a dormir. Esa noche, Kara rechazó cualquier
gesto de cariño que Lena le había hecho. Eso le había dolido a la morena que comprendía el
dolor de la rubia y que solo quería ayudarla, consolarla, pero la otra no la había dejado. Se
durmieron esquinas opuestas de la cama.

Al segundo día, la multitud estaba más caldeada. Los gritos habían aumentado de tono. Ya no
eran solo insultos. También eran amenazas. Habían quemado toda la comida de las tropas
reales que había fuera de las murallas. Alex subió a informar a Kara de que había mandado
las tropas a repostar lejos de allí bajo los consejos de Sam y los hermanos Luthor. La rubia
simplemente asintió cuando escuchó las noticias y continuó con su encierro.

Cuando Lena volvió esa noche, intentó interactuar de nuevo con la rubia, pero actuaba igual o
peor que la noche anterior. La morena no podía soportar el dolor de verla en ese estado y que
no la dejará ayudarla. Esa fue la primera de muchas noches en la cual durmieron separadas en
Gimina.

Para el tercer día, Lex y Sam tuvieron que sacar sus soldados a la plaza para echar a la
multitud que empezaba a lanzar piedras contra el palacio. Esa misma tarde se convocó una
reunión de emergencia de los gremios. Alex tuvo que arrastrar a Kara hasta la reunión.

Por lo visto, las reuniones de los gremios tenían su propia habitación reservada en el edificio.
Era una gran sala con muros de piedra casi blanca. Sobresalía de las paredes un banco que
rodeaba toda la sala. Había diferentes posiciones separadas por pantallas de madera. Encima
de cada posición, había un tapiz con el símbolo de los diferentes oficios.

Esa era la primera vez que un kryptoniano había sido invitado a la reunión de los gremios
después de más de veinte años. Alex la había advertido que debía comportarse. Los últimos y
los primeros que habían tenido esa oportunidad habían sido sus propios padres.

Otra vez alguien sufría por miedo de que ella no se comportara en una reunión. ¿Tan baja era
la opinión que todos tenían de ella?

Una vez estuvieron todos los líderes, empezaron. Básicamente la primera parte consistió en
que Lena explicara las novedades de la corte, las nuevas leyes y las detenciones que se habían
realizado. Por lo que contó la morena, la mayoría de los traidores habían sido ejecutados y
todos sus negocios ahora eran propiedad de la Corona. Era la primera noticia que recibía
sobre ello. Supuso que llegaron las noticias los días que ella había estado encerrada en su
habitación o en el carruaje. Tampoco le importaba mucho.

- Todo eso está muy bien. Pero, ¿cómo nos beneficia todo esto? Me refiero a que, de
momento, no hemos visto nada real que la Corona haya hecho para merecer la paz. -
intervino un tal Morgan Edge. Era el líder del gremio de alquimia. Lena le había contado más
tarde que fue el que sustituyó al tal Ben Lockwood después de que fuera ejecutado por el
incendio de la taberna.

- La Corona se ha asegurado de que la antigua religión dote de los mismos derechos que el
Raoismo. Hemos protegido todo aquel que la practica. Hemos realizado grandes esfuerzos
para que la capital sea un lugar seguro para todos por igual. ¿Qué más quieres, Edge? -
preguntó Alex.

- Todo eso son detalles muy bonitos, pero nuestra economía, nuestra forma de vida sigue
estancada. No ha habido cambios en ese sentido. Los templos de la antigua fe robados por el
Raoismo siguen sin ser devueltos. Los gremios prácticamente seguimos ocultando nuestra
actividad para poder comerciar con el sur. Por no hablar de los baños que siguen estando
prohibidos o de los prisioneros que siguen sin ser liberados. - enumeró el hombre.
- Son aspectos en los que tenemos que trabajar, pero es algo que el rey tiene previsto abordar.
- se defendió Alex.

- ¿Cuándo? Porque creo que prácticamente todo su círculo de confianza está en Gimina. -
respondió Edge señalándolas. - En vez de estar aquí, intentado aparentar compasión o
arrepentimiento, deberíais estar en la capital arreglando todo esto.

- Edge, un poco de respeto. Recuerda que estás hablando con una de las dos grandes familias,
los Danvers. - se burló Lex.

Una mujer del gremio de los granjeros se levantó y escupió en el suelo.

- Esto es lo que pienso de los traidores de los Danvers. - gruñó entre dientes mirando a Alex.

- Señoras y señores, ¿podemos comportarnos como personas? - intervino Sam. - Alex no tuvo
nada que ver con la traición que sus padres perpetraron. Era una niña. Ella es tan inocente de
ello como el resto de nosotros.

- Pero bien que nos cazó. - se quejó otro líder.

- No vamos a llegar a ninguna parte así. - intervino esta vez Lena. - ¿Qué queréis? ¿Qué
volvamos a estar en guerra? ¿Volver a tener que ocultarnos? ¿Es eso lo que queréis?

- Queremos a la princesa lejos de Gimina y a la otra traidora, también. - contestó otra líder.

- La princesa Kara ha venido en son de paz y para mostrar al resto de raoistas cuál es el
camino a seguir. - la defendió Lena. - Vosotros no estuvisteis en la capital cuando los
radicales atacaron a nuestra gente. La princesa nos protegió y luchó contra su apodo. Ella no
se siente orgullosa de lo que hizo y si está aquí es para remendar sus errores.

- Tiene un largo camino por delante. ¡Por Thera! - dijo Morgan Edge dando por acabada la
reunión. Se levantó y se fue. El resto de líderes siguieron su ejemplo.

- Bueno podría haber ido peor. - suspiró Lena en cuanto estuvieron a solas los cinco.

- Sí, podrían haber pedido su cabeza clavada en una pica. - bromeó Lex mirando a Kara. -
Consideraos afortunada.

Lena le lanzó una mirada cargada de rabia, pero Kara solo se levantó y se marchó sin decir
nada. Tanta reunión le había dado sed, así que pidió a Ela que le subiera una jarra de vino.

*/*/*/*

Kara había perdido la noción de los días que llevaba allí encerrada. Solo sabía que Ela la
visitaba para traerle la comida o el vino que pedía la rubia.

Kara creía recordar que Alex y Lena habían ido en algún momento de algún día, pero no
estaba segura.
Estaba sentada en una silla colocada delante de uno de los ventanales. Tenía una jarra en la
mano, pero estaba casi vacía. Tenía que pedir a Ela que le subiera otra.

Desde allí, podía ver el lugar donde estaba situada la antigua taberna. James… Recordó como
ella le había ordenado ir allí. Si hubiera ido ella misma en vez de ir él…

Cerró los ojos y dejó que los recuerdos de momentos con James invadieran su mente
empujados por el vino.

*/*/*/*

Lex y Lena se encontraban sentados en los sofás en frente de la chimenea encendida cada uno
con un vaso de licor en sus manos. Durante las dos semanas que habían pasado en Gimina,
había refrescado bastante y el frío del otoño ya se había instalado en Gimina.

- ¿Estaba buena la cena? - preguntó Lex con curiosidad.

- Sí, ¿por qué? - respondió Lena desconfiada.

- Tranquila, no te pienso envenenar. - rio él. - Le he pedido al cocinero que preparara comida
típica de Daxam.

Lex dio un pequeño trago de su bebida ocultando media sonrisa.

Lena bufó. Sabía perfectamente qué era lo que quería su hermano.

- Por enésima vez, no me voy a casar con el príncipe Mon-El. - aseguró Lena y dio un sorbo a
su licor.

- Como quieras. - respondió él encogiéndose de hombros. - Solo era que, puestos a estar con
un idiota, por lo menos cásate con uno que pueda llegar a ser rey.

- Prefiero a Kara antes que cualquier corona, gracias.

- Sí, Kara ha demostrado ser un gran partido. Espero que en vuestro futuro hogar tengáis una
bodega más grande que la de aquí. Prácticamente se ha acabado todo el vino que teníamos.
Espero que el próximo cargamento llegue pronto o moriremos de sed. - se burló empezándose
a reír.

- Muy gracioso, Lex. - respondió de forma irónica completamente seria. Empezaba a sentirse
ofendida.

- No, en serio. - continuó volviendo a ponerse serio. - ¿Ha decidido ya la princesa como va a
pagar por todos sus errores o espera encontrarlo en el fondo de la jarra de vino? Que la gente
haya dejado de acumularse en las puertas del palacio no significa que todo esté solucionado.

- Estamos organizando un plan. - mintió Lena.

- Ya, te he estado observando. No has estado pasando tiempo con ella. Bueno, solo el vino ha
estado pasando tiempo con ella.
- Kara necesita reflexionar. - la defendió.

- Pues que reflexione pronto, Lena. Si no hace nada, no pintáis nada aquí. Os tendré que
echar de la ciudad. - sentenció Lex.

Lena se quedó en silencio pensando mirando las llamas. Tenía que conseguir que su hermano
diera una oportunidad a Kara y confiara en ella. Quizá una confesión por su parte iba a
comprar algo de tiempo a Kara, por mucho que le doliera hablar de ello.

- Kara asesinó a la Voz. A sangre fría. Sin juicio. De hecho, lo torturó hasta la muerte. -
explicó y dio un sorbo a su bebida sin separar la vista del fuego.

- Oh, por fin la dulce verdad. - oyó mofarse a Lex.- Típico de los kryptonianos. ¿Por qué no
me sorprende?

- La Voz me violó. Cuando Kara lo supo… Bueno, ya te puedes imaginar. - le respondió


mirándolo.

- ¡¿Qué la Voz hizo qué?! - gritó Lex poniéndose de pie furioso.

- No te alteres. Kara ya hizo el trabajo sucio por ti. - le dijo Lena tranquila. Decidió que en
ese momento lo mejor que podía hacer con su alcohol era bebérselo de un trago. Y así lo
hizo. No estaba disfrutando del tema de conversación.

- Eso es una pena. - respondió Lex otra vez calmado y sentándose en su sitio. - Debería haber
dejado eso para los profesionales como yo.

- Ves. Parece que tenéis más en común de lo que te piensas.

- Sigo sin ganarle simpatía. Por una vez, solo hizo lo correcto.

- Vaya, escúchate. Un kryptoniano haciendo lo correcto. - se burló Lena.

- ¿Dónde está tu punto, Lena?

- Te pido que tengas paciencia y que nos des más tiempo. - le pidió. - Kara es mejor persona
de lo que ha demostrado aquí. Solo necesita la oportunidad.

- Eso me lo puedes decir a mí si quieres. Pero no cambia el hecho de que la gente seguirá
queriendo su cabeza.

- Lo solucionaremos. - prometió.

- Lena, querida hermana, a veces eres demasiado optimista. - respondió Lex y se acabó su
bebida de un trago también.

*/*/*/*

- Alex, ¿hay novedades sobre los prisioneros? - preguntó Lena a la Danvers que acababa de
entrar al despacho de Sam.
Las dos norteñas habían estado repasando algunos documentos hasta que llegó la otra.

- Llegaran en un par de días. - asintió Alex cruzándose de brazos. - Las tropas que los
acompañan ya han recibido las órdenes de llevarlos hasta las puertas de la ciudad y dejarlos
allí sin llegar a entrar.

- Bien. Esperemos que esto nos haga ganar más tiempo. - suspiró Sam. - Aun no entiendo
como habéis conseguido arrastrarme hasta esto.

- Porque en el fondo también te cae bien Kara y quieres su bien tanto como nosotras. - rio
Lena.

- Bueno no compares lo que me importa a mí y lo que os importa a vosotras dos, su hermana


y su… ¿amante? ¿Qué sois realmente? - le preguntó Sam confundida.

- Por favor, es mi hermana. - se quejó Alex. - Estos temas cuando yo no esté presente.

- Danvers, has pasado demasiado tiempo con kryptonianos. - se burló Sam.

Alex se puso roja y se volvió hacia Lena ignorando a la otra.

- ¿Has hablado con Kara? - preguntó la Luthor.

- Lo mismo de siempre. - respondió Alex encogiéndose de hombros. - Hoy he intentado


entrenar con ella, pero me ha dicho que ya había entrenado hoy y que estaba cansada. Pero
me he dado cuenta que su equipo lleva en la misma posición desde hace días. No los ha
tocado.

- Así que va a peor. - murmuró Lena derrotada. No podía soportar ver a la rubia en ese
estado.

- Sí. Yo he intentado todo lo que está en mi mano, Lena. Quizá tú puedes hacer que
reaccione. Se supone que tiene que ir a la inauguración de la legalidad de los baños. Es en
dos días.

- Vete haciendo a la idea de que tendrás que ir tú y no, Kara. - le avisó la Luthor.

- No, por favor. - lloriqueó Alex. - No sé ni que se supone que tengo que hacer allí.

- ¿Es que en el sur no se limpian? - preguntó Sam a Lena sorprendida.

- Si yo te contara… - murmuró Lena llevándose las manos a la cara de forma dramática.

- Estoy aquí, gracias. - dijo Alex llamando la atención de las otras dos.

- Hagamos una cosa, si no consigo que vaya Kara conmigo, vas tú con Sam. - sentenció
Lena.

- ¿Cómo? ¿Por qué? No, no… No me parece un trato justo. - respondió nerviosa la Danvers.
- Venga, Alex. - se rio Sam. - Que lo de los kryptonianos lo decía en broma. Si rezas a
nuestros dioses, tienes que utilizar nuestros baños.

- Una cosa no tiene nada que ver con la otra. - aseguró Alex.

- Tienes que theranizarte otra vez. - se burlaba Sam.

*/*/*/*

Lena entró despacio en la habitación. Kara estaba sentada en el suelo mirando hacia la
ventana. Tenía la espalda y la cabeza apoyadas contra la cama. Todo su pelo rubio se
expandía desordenado desde su cabeza por todo el colchón.

- ¿Ya han organizado como van a ejecutarme? - se burló Kara dando un trago a su copa vacía.
Cuando se dio cuenta que no había líquido allí dentro, se alargó hasta la jarra que tenía cerca.

- No, todavía no. Pero a este ritmo, no les falta mucho. - le contestó Lena acercándose hasta
ella.

- Vaya, y yo que pensaba que iban a ser más rápidos. - dijo Kara dándole un trago
directamente de la jarra. El líquido tampoco llegó a su boca. Confundida, miró la jara y vio
que también estaba vacía. Esto con Barry no pasaba. Lanzó la jarra y, luego, la copa por los
aires y quedaron perdidas por el suelo de su habitación.

- Hemos estado cubriendo tus espaldas. - le echó en cara la morena.

- No teníais por qué. - rio la rubia.

- Sí, sí que teníamos. Tienes cosa que hacer, Kara. - la riñó.

- Me he retirado, no voy a quemar más casas. - bromeó Kara.

- Kara, ¿te estás escuchando? Tienes la oportunidad de arreglar tus errores y prefieres
encerrarte aquí para beber. - dijo Lena con dolor. Notaba como las lágrimas empezaban a
acumularse en sus ojos.

- Veo que lo vas pillando. - dijo divertida Kara.

- Esta no eres tú, Kara. Por favor, reacciona. Por Alex, por Kal, por mí. Sal de este pozo. - le
rogó la morena arrodillándose a su lado, pero Kara ni tan siquiera la miraba.

- No lo entiendes, Lena. Lo mejor que puede pasar es que muera aquí. El norte toma su
venganza y yo pago por mis errores. Todos ganamos.

- No puedo creer que estés diciendo esto. - le respondió derrotada negando con la cabeza.

Lena se fue corriendo intentando evitar que Kara viera sus lágrimas caer. Tampoco lo hubiera
visto. No la había mirado ni una vez.
Kara se quedó mirando la puerta una vez Lena se fue. Otra persona que salía herida…
Realmente era un monstruo.

*/*/*/*

Ela entró poco a poco sin hacer mucho ruido, como siempre.

Kara veía que el cielo estaba anaranjado así que era primera hora de la mañana o última hora
de la tarde. No estaba muy segura.

La mujer mayor cambió la jarra vacía por una llena que dejó encima de la mesa y se acercó
de nuevo a la puerta dispuesta a irse.

- Dime, Ela. - la interrumpió la rubia. - El resto de Gimina me demuestra lo mucho que me


odia. ¿Por qué tú no? - preguntó Kara que seguía sentada en el suelo mirando la ciudad.

- Mi trabajo consiste en servirle, no en odiarle, señora. - explicó tranquila la mujer.

- Pero me odias. - dijo Kara con media sonrisa.

- Os guardo rencor, sí. Mi hija y mi yerno perdieron el trabajo y la casa el día que vos los
descubristeis. No hay trabajo en la ciudad para ganar lo suficiente para reconstruirla. Ellos
viven conmigo y mi marido. Soy la única que lleva dinero y comida a casa. Así que voy a
seguir haciendo mi trabajo, aunque os guarde rencor, por ellos.

- ¿Me quieres muerta? Solo soy un monstruo que destruyó vuestra ciudad. - insistió Kara
echando la cabeza para atrás y mirando a la otra.

Ela se quedó unos instantes en silencio observándola.

- Con todo el respeto, señora, pero ahora solo parecéis una borracha lamentable. - le
respondió sincera. - La señorita Lena dice que queréis arreglar lo que nos hicisteis. Yo
prefiero que lo cumpláis y volver a tener comida para todos sobre la mesa. Y xvestra muerte
no va a solucionarlo.

- Lo que hice no se puede deshacer. - lamentó Kara.

- No, las llamas lo consumen todo. - reflexionó Ela. - Todo lo que se perdió, no volverá. No
os estoy diciendo que devolváis todo al punto donde estaba.

- ¿Entonces qué es lo que quieres? - preguntó Kara confundida levantándose y agarrando la


jarra llena para llenarse la copa.

- Somos un pueblo que hemos podido vivir sin vosotros, sin Krypton, todo este tiempo. No
necesitamos mucho para renacer. Supongo que solo necesitamos un empujoncito para
empezar a subir esta cuesta.

- Un empujoncito, ¿eh? - rio Kara dando un trago.


- Sois más útil para Gimina fuera de esta habitación haciendo lo que promete la señorita Lena
que aquí compadeciéndoos y bebiendo. Sí, la ciudad piensa que sois un monstruo. Si tanto os
duele, cambiadlo.

- Ni que eso fuera tan fácil. - se burló Kara.

- Todo empieza por pequeños gestos. Por ejemplo, esto me lo voy a llevar. - dijo Ela quitando
la jarra de las manos de Kara. - Si queréis vino, lo vais a buscar a la cocina.

- ¿No se supone que estás para servirme? - rio Kara.

- Sí, pero usted no es quien me paga. Estoy segura que la señorita Lena me doblará el suelo
por esto. - rio Ela como respuesta mientras se marchaba.

¿De verdad era posible compensar lo que había hecho?


Parte 6 2/4

- ¡Kara! Dichosos los ojos. ¿Qué te trae por un lugar tan alejado de tu habitación? - bromeó
Alex cuando se la encontró a los pies de la escalinata principal.

- Me han dado un empujón para salir de mi habitación. - dijo Kara sin encontrarle la gracia al
comentario de Alex. - ¿Tú de dónde vienes? ¿A qué hueles?

- Pues como no te dignabas a ir a la reapertura de los baños como negocio legal, he tenido
que ir yo. - explicó la mayor cruzándose de brazos.

- ¿Has ido a los baños? - preguntó Kara confundida.

- Horrible, no te lo recomiendo. - aseguró Alex.

- Yo ya he ido.

- ¿Tú? ¿Cuándo? - preguntó sorprendida la Danvers.

- Mientras estuvo en el escondite de los Luthor. - respondió Sam apareciendo por detrás de
Alex. - ¿Qué haces aquí abajo, Kara? ¿Se nos ha acabado el vino?

- Digamos que una de tus sirvientas necesita un aumento de suelo. - dijo Lena que apareció
por detrás de Kara y se colgó del brazo de la rubia.

- ¿Aquella mujer mayor te ha empujado fuera de la habitación? - preguntó alarmada Alex.

- Era un empujón metafórico, Alex. - aclaró Kara. - Solo espero no necesitar más.

- Date más crédito, amor. - susurró Lena acariciando la mejilla de la rubia y dejando un beso
en sus labios. Lena se extrañó cuando notó que Kara no se lo devolvía.

Sam salió huyendo tan rápido como pudo rumbo a cualquier otro sitio del palacio.

Alex empezó a seguirla.

- ¿Qué pasa?

- ¿Cómo soportas a esas dos todo el tiempo?

- Te lo aseguro, es mejor así que cuando están peleadas. Eso sí que es insoportable.

- Estaría encantada de oírlo. Lena nunca me cuenta lo interesante. - sonrió divertida.

*/*/*/*

- Buenas noches. - se despidió Lena parándose en la puerta de su habitación. Iba acompañada


solo por Kara.
- Lena, quería hablar contigo a solas. - dijo haciendo un puchero, pero mirando al suelo.

- Vaya… eso no lo esperaba. Has estado algo distante estos días.

- Lo sé. ¿Podemos subir arriba? Me siento más cómoda no teniendo la habitación de tu


hermano pegada a mí. - le suplicó.

- Claro, ve subiendo tú. Me visto para dormir y vengo. - asintió Lena.

- Hasta ahora. - se despidió Kara.

Subió las escaleras sola con tranquilidad, ordenando sus pensamientos. A penas la rubia
había tenido tiempo de llegar a su habitación y quitarse la camisa cuando Lena había llegado
ya con la ropa de cama puesta.

- Eso ha sido rápido. - dijo Kara sorprendida mientras continuaba con lo que estaba haciendo.

- Las escaleras son más fáciles de subir cuando te acostumbras. - explicaba la morena. - ¿Qué
querías? - le preguntó cuando la rubia ya estaba lista.

Kara se acercó hasta ella. Le agarró de la mano y tiró de Lena hasta que quedaron las dos
sentadas a los pies de la cama.

- Siento todo lo que ha pasado. No he llevado bien darme cuenta del daño que había causado.
- se disculpó Kara.

- No puedes volver a hacer esto, Kara. No puedes apartarnos así y encerrarte a beber. -
respondió Lena apretando la mano que tenía agarrada.

- Sé que no ha estado bien, Lena. No insistas. - bufó Kara apartando la mirada hacia el suelo.
- No quiero hablar del tema.

- Pero yo sí que quiero, Kara. - dijo colocando la mano sobre la mejilla de la rubia y girando
la cabeza para que volviera a mirarla, pero Kara seguía desviando sus ojos de ella. - Alex y
yo estamos a tu lado, apoyándote. Y nos preocupamos por ti. Ha sido duro verte estos días en
este estado.

- No vale la pena, Lena. - contestó derrotada.

- ¿Qué no vale la pena?

- Que os preocupéis por mí después de todo lo que he hecho. -murmuró soltándose del agarre
de Lena y enterrando la cabeza en sus manos.

- Kara, no vuelvas ahí. Otra vez, no. Mírame. - le contestó agarrándole las manos para que la
mirara. - Estoy aquí a tu lado. Y no veo ningún monstruo. ¿O te crees que habría ido detrás
de ti durante meses si pensara que lo fueras? ¿Sabes la de dinero que me habría ahorrado en
flores? - acabó Lena escapándosele la risa.

- Eres idiota. - rio la rubia también.


- Tú sí que eres una idiota. - dijo la morena haciendo una pausa para respirar. - Kara, te
quiero. Y voy a ayudarte en todo lo que me dejes. Pero necesito que me dejes. Me duele verte
así y no poder ayudarte.

- Lo siento.

- Ya sé que lo sientes. Pero prométeme que no vas a volver a hacerlo.

Kara se mostró dubitativa y no contestó.

- Kara, por favor…

- No valgo la pena. - volvió a decir Kara.

- Eso lo voy a decidir yo. ¿Queda claro?

Kara asintió mirando el suelo. Lena aprovechó para sentarse sobre su falda y la besó, pero la
rubia no reaccionó. La morena volvió a besarla sin respuesta y después bajó por su cuello
donde mordió y chupó hasta estar segura que había dejado marca. Sonrió sobre la piel de
Kara cuando la oyó suspirar y notó como se relajaba debajo de ella.

La rubia la agarró por las caderas y la apretó contra ella.

- ¿Vamos a la cama? - sonrió Kara sugerentemente.

- ¿Ahora me vienes con estas? - rio Lena.

- Hace semanas desde la última vez y después de esto... No soy de piedra. ¿O aun estás
incómoda con ello? - preguntó Kara preocupada.

- Solo porque parece que tus ánimos han mejorado.

- Tú siempre sabes cómo alegrarme el ánimo. - respondió Kara besándola.

*/*/*/*

Lena estaba ayudando a Kara a acabar de colocar bien el peto de cuero de su armadura ligera.
Después de eso, solo faltó colocarse el cinturón donde colgaba su espada y su revólver
descargado.

Había pedido a Sam que convocará en la plaza de la ciudad una reunión para los habitantes
de Gimina. Iba a salir del palacio y dar la cara. Kara iba a pedir disculpas públicamente y
pedir una oportunidad.

Lex se había mofado de ella, pero la dejó seguir con su plan.

La plaza estaba abarrotada alrededor del palacio. Lena se colocó a su lado derecho y le sonrió
dando su apoyo. Miró a su lado izquierdo y estaba Alex. Ellas tampoco confiaban mucho en
el plan, pero era un inicio.
Los sirvientes abrieron las puertas del palacio y Kara salió hasta el descansillo de las
escaleras principales. Lena y Alex la acompañaron colocándose detrás de ella.

Los insultos no se hicieron escuchar.

- Gente de Gimina, el motivo por el que estoy aquí como princesa de Thera es para…

- Tú no eres princesa de nada, usurpadora. - se oyó una voz entre la multitud que la
interrumpió.

- Para ayudar a Gimina y a su gente… - retomó Kara.

- Tú fuiste quien provocó esto, zorra. - la interrumpieron de nuevo.

Esta vez, después del grito, una piedra salió volando directa a su cabeza. La logró esquivar
por poco. Por suerte, tampoco había golpeado a Alex o Lena. Pero después de esa piedra,
vino otra. Y después, otra más. Volvieron a refugiarse dentro de los muros del palacio.

- Bueno, había ese riesgo. - dijo Sam que las esperaba en el interior. - No iba a ser tan fácil.

Kara subió furiosa a su habitación. Cerró la puerta con fuerza cuando estuvo dentro.

Se quitó el cinturón y lo lanzó contra la pared. Después de eso vino su peto, sus botas y
cualquier equipaje que llevaba encima.

Ela estaba entrando por la puerta cuando volaban sus espinilleras.

- Mi señora, ¿necesitáis algo? - preguntó la mujer tan servicial como siempre.

- ¿Qué hago, Ela? ¿Qué hago? No puedo ni salir a la calle. ¿Cómo se supone que os voy a
ayudar? - preguntó Kara desesperada.

- Primero de todo, no causa una buena impresión que salgáis a hacer un discurso de paz
vestida para la batalla. - contestó la mujer señalando todo el equipaje que había lanzado por
toda la habitación. - Segundo, ya os dije que no necesitamos nuestra ayuda. Pero no tenemos
los recursos básicos porque usted los destruyó.

Kara estuvo unos instantes perdida en sus pensamientos de pie en medio de la habitación
asimilando lo que Ela le acababa de decir. Pareció calmarse.

- Ya veo. - dijo al fin. Se dirigió hasta la puerta de la habitación y volvió a salir.

- ¿A dónde vais, señora? - preguntó Ela siguiéndola hasta las escaleras.

La rubia no le respondió y siguió su camino.

Cuando Kara llegó a la puerta, Lena, Alex, Sam y Lex todavía estaban allí.

La rubia miraba decidida la puerta principal.

- ¿Kara? - llamó su atención Alex.


- Abrid las puertas. - ordenó Kara.

- ¿Estás loca? Te matarán. - intervino Sam.

- Abrid las puertas. - Kara ordenó lenta y amenazadoramente.

Sam asintió y les ordenó a los sirvientes que las abrieran.

- Quedaos dentro. Esto es cosa mía. - se despidió Kara. Volvió a salir hasta el descansillo.

Afortunadamente, la gente ya no estaba tirando piedras cuando volvió a estar en la calle. Pero
los insultos arrancaron de nuevo rápidamente.

- He sido una idiota. - gritó Kara por encima de ellos. Esperó a que la gente esta vez la
escuchara. Poco a poco todos se fueron silenciando. - Me he presentado ante vosotros vestida
como la princesa, como el monstruo que destruyó vuestro hogar. Yo no quiero volver a ser
esa persona. No ha habido día desde que he llegado aquí en el cual no me haya retorcido de
dolor por el arrepentimiento. No os merecías lo que os hice. No estoy aquí para salvaros, ni
para deciros qué hacer. He conocido a suficiente gente del norte para saber que no necesitáis
ayuda para eso. Menos si viene de una kryptoniana. Solo quiero colaborar para arreglar lo
que destruí. Juro por Rao… y los antiguos dioses que solo quiero pagar mis errores
trabajando para que vosotros podáis volver a vivir en las condiciones que yo destruí.

Se hizo un silencio total en la plaza. Un murmullo tomó el relevo del silencio, pero no se
convirtieron en insultos. La gente simplemente se dio media vuelta y se fue de la plaza. Poco
a poco la multitud se fue disolviendo por sí misma.

Kara entró de nuevo en el palacio. Una vez se cerraron las puertas se apoyó en ellas y se dejó
caer hasta el suelo.

- ¿Se puede saber en qué estabas pensando? - la riñó Alex.

- Ahórrate el sermón. Parece que podré salir a la calle por un tiempo. - suspiró Kara.

*/*/*/*

- ¿Por qué hace tanto frío? - se quejó Kara.

A esas alturas del año, ya necesitaba tener encendida la chimenea de su habitación todo el
día. Además, en lo alto de la torre, hacía más frío que en el resto de pisos. Quizá el plan de
Lex era matarla de frío.

- Mi señora, ni siquiera estamos cerca del invierno. - rio Ela.

- Lo sé. Pero hace más frío aquí ahora que en el invierno de la capital.

- ¿Cómo es? - preguntó la mujer con curiosidad.

Estaba ordenando la ropa limpia de Kara y cambiando las sábanas de su cama, mientras la
rubia se ponía al día con unos documentos que había encima de su mesa.
- ¿El qué? ¿La capital? ¿No has estado nunca? - respondió Kara sorprendida.

- ¿Recordáis que la gente como yo allí no está bien vista? - contestó Ella señalando los
tatuajes que le cubrían manos y brazos.

- Cierto. - asintió la rubia. - Pues verás…

Kara empezó a describir la ciudad. Estuvo horas así. Cada vez que creía que estaba cerca de
acabar, recordaba otro nuevo rincón para describirle a Ela. Parecía que sería incapaz de parar.

Lena entró a la habitación más tarde, cuando la rubia le estaba describiendo cómo era el
mercado de la ciudad.

- Lo siento, Ela. Tiene morriña del sur. - rio Lena acercándose hasta Kara y colocó su mano
sobre el hombro de la rubia.

- Tranquila, señora. Es agradable conocer otros lugares, aunque sea por boca de otra persona.
A mi edad, no me quedan muchas energías para viajar tan lejos.

- No digas eso muy alto. Te podría tener horas describiéndote el sur. - la advirtió Lena
divertida.

- Echo de menos mi hogar. ¿Tan malo es eso? - se quejó Kara con un puchero.

- No, amor. De hecho, es muy, pero que muy tierno.

- Ajá, ¿ahora soy tierna?

- En general sueles serlo. Excepto cuando te enfadas. Entonces, eres de todo menos tierna.

- Estamos graciosas hoy. - rio Kara poniéndose de pie y rodeando la cintura de la morena. La
besó.

- Señoras, si no me necesitan para nada me iré. - dijo Ela antes de desaparecer rápido por la
puerta sin esperar respuesta.

Kara y Lena rieron.

*/*/*/*

Kara estaba tumbada boca arriba recuperando el aliento. Podía notar los labios de Lena
repartiendo besos por su bajo vientre. Estaba volviendo a subir pasando por su ombligo, sus
pechos, su cuello, hasta que llegó a la altura del rostro de la rubia y besó sus labios.

- ¿Qué tal?

- Genial, como siempre, Lena. - suspiró Kara.

Lena se tumbó a su lado acariciando su brazo mientras la rubia se recuperaba.

Kara notaba las cosquillas en su brazo y sintió su cuerpo acabarse de relajar.


Se tumbó sobre uno de sus lados. Delante de ella, se abrían las ventanas con la ciudad a sus
pies. Volvió a repasar los agujeros que ya había memorizado. Otra vez volvió el dolor de
culpa a su pecho.

Notó como Lena la rodeaba por la cintura y se abrazaba a su espalda. La morena dejó un beso
sobre su hombro.

- ¿Dónde está tu mente? - murmuró la Luthor contra su hombro.

- En ningún sitio. - mintió la rubia.

- Kara…

- Déjalo, Lena. - respondió Kara.

Cogió la mano de la otra y la apartó de su cuerpo y se levantó de la cama dejando a Lena


sola.

*/*/*/*

Era la primera vez que Kara iba a salir del palacio de Sam. Decir que no tenía miedo sería
mentir, pero debía salir. Tenía que cumplir su promesa. ¿De qué serviría su palabra si no lo
hacía? Lena iba con ella. Iba a ser su guía por Gimina.

La gente en la ciudad parecía tolerar su presencia por decirlo de alguna manera. Le lanzaban
miradas de desprecio y llegó a los oídos de Kara más de un insulto. Pero parecía seguro
moverse por las calles.

Claro, Kara ya había estado allí. Conocía las calles de la ciudad, pero desconocía el
significado de símbolos, costumbres… Lena le iba explicando una por una todas ellas.

Pasaron por el mercado que una vez Kara había visto rebosante de vida. Ahora no era ni la
mitad de lo que había sido. Y era culpa suya. Soltó un suspiro. Podía ver de reojo como Lena
la miraba preocupada. Poco después se adentraron por las callejuelas de la ciudad. Llegaron
hasta el palacio del gremio de la alquimia a juzgar por el símbolo en los muros. Kara recordó
que los palacios de Gimina, excepto el de Sam, tenían un banco pegado a la pared que
rodeaba el edificio. Esa mañana había mucha gente sentada. Nunca había visto el sitio tan
abarrotado.

- ¿Me explicas como funciona exactamente lo de los gremios? - preguntó Kara a la morena.

- No hay mucho que explicar. Creo que ya sabes lo básico. Los oficios más importantes se
agrupan alrededor de los gremios. La mayoría de ellos están formados por las diferentes
familias que se dedican a ello. El líder del gremio es el líder de la familia más rica. Cada
gremio tiene su sede central que siempre debe estar en manos de la familia dominante. -
explicaba la morena.

- ¿Y si una familia pierde su rol dominante pero no quiere ceder el palacio? - preguntó Kara
con curiosidad.
- Lo cede, Kara. - aseguró seria la morena. - Es lo que más le conviene si no quiere acabar en
la ruina absoluta. Se considera una traición al gremio comportarse así.

- Ya veo. ¿Y esa gente que espera? - dijo señalando la rubia a la gente sentada.

- Esa es la parte negativa de los gremios, Kara. Pero será mejor irse de aquí para que te lo
cuente. - contestó agarrando la mano de la rubia y llevándola por los callejones lejos del
palacio de Edge.

- ¿Dónde me llevas? - preguntó Kara soltándose y parándose en seco. Lena siguió andando y
la rubia volvió a emprender la marcha.

- Quiero rememorar viejos recuerdos. - dijo Lena divertida.

Finalmente, la morena se detuvo delante de una puerta.

- Espera un momento. Este lugar… - dijo Kara parándose delante de esa puerta también.

- Es por donde entraste a los túneles cuando te atrapé la primera vez. - rio Lena.

- Viejos recuerdos, ¿eh? - rio Kara también.

- Vamos sígueme. Por aquí llegaremos más rápido al palacio. - dijo Lena abriendo la puerta.

Detrás había unas escaleras que bajaban unos metros. Al pie de las escaleras, había un
distribuidor desde donde se abrían diferentes túneles. Era curioso porque cada túnel tenía un
azulejo diferente en el suelo justo en la entrada. Todo estaba iluminado por pequeñas
lámparas de aceite repartidas cada pocos metros.

- ¿Hay alguien que cuida de los túneles? - preguntó soprendida Kara.

- Claro, aunque cada vez se usan menos. En principio solo nobles y líderes de gremios tienen
permiso para moverse por aquí y cada vez lo hacen menos. Vamos y te cuento lo del banco. -
respondió Lena metiéndose en uno de los túneles.

- Vale… - contestó la rubia algo desconfiada por tener que meterse por allí.

- Cuando una persona se sienta en uno de esos bancos de los palacios, sea del gremio que sea,
significa que necesita un favor del líder. - le explicaba la morena mientras andaban. - El
problema es que todo favor tiene un precio y ese precio suele ser muy alto. La gente solo
acude a eso cuando está muy desesperada.

- ¿Y por qué estaba tan lleno?

- Porque Gimina es extremadamente pobre ahora. La gente recurre a eso para poder comer.
Sam está preocupada. Morgan Edge es el líder que más gente acumula en su puerta. No falta
mucho para que acumule la gente suficiente para echarla.

- Sam es la gobernadora de Gimina porque nosotros le hemos adjudicado ese rol.


Lena se echó a reír.

- Eso díselo a la gente de Gimina. Sam gobierna la ciudad porque la ciudad la considera una
buena gobernadora. Pero ya te he dicho que los favores tienen precios muy altos. Edge podría
cobrarlos tomando el control de Gimina. ¿Recuerdas que me dijiste que las mafias infectaban
Thera antes de vuestra llegada? Este es su origen.

- Visto como han resultado las cosas en el sur, creo que tampoco lo hicimos muy bien
eliminándolas. - suspiró Kara decepcionada. - ¿Cómo podemos evitarlo?

- Poco podemos hacer por los que ya hayan hecho un trato con él. Podríamos intentar reducir
el número de los que todavía esperan. La gente recurre a eso por desesperación. Si tienen un
plato sobre la mesa y un techo bajo el que dormir, dejarán de ir.

A penas habían pasado cinco minutos andando por los túneles, cuando Lena había indicado
que ya habían llegado al palacio. Unas largas escaleras que nacían en los túneles las llevaron
prácticamente hasta el salón de reunión de los gremios.

Era cierto que era más rápido el camino usando los túneles.

Lena y Kara decidieron ir al salón a descansar un poco. Alex y Sam parecían entretenidas
hablando en los sofás junto a la chimenea encendida.

- ¿Cómo ha ido? - preguntó Alex cuando las vio.

- Bueno, no me han lanzado ninguna piedra. - respondió Kara. - ¿Alguna novedad?

- ¿Sobre qué? - contestó confundida Alex.

- De la capital.

- No mucho, Kal dice que Brainy y William lo están ayudando con los raoistas. No se han
tomado muy bien que se ejecutara a la Voz de Rao. Ven a William como una Voz demasiado
conveniente para el rey y los Luthor así que hay que apagar algunos fuegos. Pero parece que
les va bien.

- ¿Tenemos fecha prevista de vuelta? - preguntó Kara.

- No, en principio no. ¿Por qué?

- Hay mucho trabajo por hacer aquí. - bufó la rubia dejándose caer en el sofá libre cansada.

- ¿Ahora quieres quedarte aquí? - rio Alex.

- He hecho una promesa por todos los dioses de Thera. Más nos vale que la cumpla. Si no,
voy a tener a todo el reino en mi contra.

- Hablando de los dioses… - intervino Lena.

- ¿Qué pasa? - preguntó Alex preocupada.


- De aquí poco tenemos una celebración en honor a Nezia. - explicó Sam.

- Cierto, ¿Ditrina era el nombre de la fiesta? - respondió Alex.

- Sí. - asintió Lena.

- ¿Traducción? - pidió Kara.

- Son unas fiestas para celebrar la vendimia del año. Irá bien para distraer a la gente y relajar
el ambiente. - explicó Lena.

- ¿Cuándo son? - continuó preguntando la rubia.

- Cuando acaben la vendimia. He hablado hoy con la líder de su gremio. Dice que en una
semana más o menos habrán acabado. Así que Lex, tú y yo tenemos trabajo. - respondió Sam.

- ¿Y nosotras no podemos ayudar? - intervino Kara.

- Con todo el cariño Kara, pero por lo menos Alex reza a nuestros dioses. - le contestó Sam.

- He dicho que voy a colaborar y eso haré. ¿Qué puedo hacer?

Sam miró con una ceja levantada hacia Lena que solo se encogió de hombros.

- Está bien. Para empezar y el problema más grave es que quemaste el santuario de Nezia, así
que, como mínimo, tenemos que recuperar el altar.

- ¿Por qué? - preguntó Kara sin entender muy bien porque un altar era tan importante.

- La tradición es que se vierta el mosto nuevo en el altar de Nezia, así que lo necesitamos.

- ¿Y dónde está?

- Bajo las ruinas que dejó uno de tus incendios.

- De acuerdo, así que tengo que limpiar las runas para poder acceder. - aclaró Kara.

- Correcto. - asintió Sam.

- Bien. Alex, ¿me ayudarás? - la rubia preguntó a su hermana.

- Qué remedio… - suspiró la aludida.

- Bien, esto ya está solucionado. - añadió Sam. - Del resto, será mejor que nos ocupemos
Lena, Lex y yo si no queremos que nadie se ofenda.

*/*/*/*

- ¿Para cuándo dijo Sam que teníamos que acabar esto? - preguntó Kara preocupada.
- Han acordado con la líder del gremio que en ocho días tendrá lugar la celebración. -
respondió Alex suspirando.

- Pues tenemos un problema.

Por lo que Sam y Lena les habían contado, el altar estaba situado en un antiguo edificio
donde se producía la mayoría del vino de la ciudad. El edificio ocupaba él solo una de las
manzanas de casas más grandes de la ciudad entera cerca de la entrada principal. Los
soldados de Kara habían encontrado el altar de Nezia en el interior y, al intentar quemar el
altar, quemaron la estructura entera. De hecho, aquella bodega era tan importante para
Gimina que apenas las otras iban a poder producir el vino de ese año sin ella.

La cantidad de runas que Alex y Kara tenían en frente era gigantesca. Solo una parte de la
estructura de dos pisos de altura a un lado se mantenía en pie. Sabían más o menos donde
estaba localizado el altar porque Sam les había dado un plano.

Escalaron la montaña de runas y se dirigieron a la zona en cuestión saltando entre las rocas y
trozos de madera. Afortunadamente no estaba situada muy adentro de la manzana. La
distancia hasta la calle era de unos treinta metros. Una vez tuvieran el altar, tendrían que
liberar un pasillo allí si querían sacarlo. La zona donde aproximadamente estaría era de unos
veinte metros cuadrados de dos pisos de runas amontonadas. Es decir, les esperaban ocho
días muy largos.

- Bien, deberíamos ir retirando los restos más pequeños para cuando llegue la grúa de Lena. -
sugirió Alex. Se agachó y cogió una pequeña piedra que lanzó a unos metros de distancia.

- Dijo que para mañana por la mañana estaría aquí. - asintió Kara observándola. - ¿Por dónde
empezamos?

- Yo empezaría por encontrar el altar. - explicó Alex. - No sirve de nada abrir un pasillo si no
sabemos hasta dónde.

- Propongo dividir la zona en dos mitades y competir para ver quien quita antes las piedras. -
dijo Kara divertida encarándola.

- Sí, porque estamos en igualdad de condiciones. - bufó Alex cruzándose de brazos.

- Mala suerte. - rio Kara. La rubia recogió algunos restos de madera que había entre las runas
y marco las dos zonas en cuestión. - La última en quitar las runas tendrá que cantar durante
las fiestas. - propuso Kara volviendo hasta ella.

- Con una condición, la que no encuentre en su zona el altar le debe un favor a la otra. -
respondió Alex con los brazos en jarra.

- ¿Trato? - respondió Kara alargando la mano derecha.

- Trato. - contestó Alex cerrando un apretón de manos.

- A todo esto, ¿dónde dejamos lo que vayamos sacando? - preguntó Kara mirando su zona.
Cuando volvió su vista a Alex, vio que ya se había puesto en marcha. - ¡Eh! Todavía no
habíamos empezado.

- Déjalas donde no molesten. Total, ahora no vamos a despejar todo el edificio. - respondió
Alex encogiéndose de hombros sin detenerse.

Para el medio día, Kara prácticamente había logrado despejar un tercio de su zona cuando
Alex llevaba casi un cuarto. Lena y Sam pasaron por allí a traerles algo de comida y agua. La
rubia agradecería un descanso porque empezaba a notar dolor en la espalda y sus costillas.
Todavía seguía un poco dolorida de Sonokym. Pero parar significaba darle ventaja a Alex.

- ¿Podéis parar un momento, por favor? ¿No tenéis hambre? - gritó Lena a un lado de las
runas.

- Muchísima, Lena. Pero parar unos instantes significa que Alex va a poder adelantarme. -
respondió Kara mientras se agachaba para recoger una roca de veinte kilos y la movía.

- ¿De qué hablan? - preguntó Sam a Lena confundida.

- Vete tú a saber. - suspiró Lena exasperada.

- ¿Podéis bajar las dos ya de ahí y comer algo antes de desmayaros? - gritó esta vez Sam.

- No, lo sentimos. - respondió Alex.

- A ver si os queda claro a las dos, o bajáis aquí ahora mismo o dormís en el suelo esta noche.
- gritó Sam.

- Já, ¿también dejarías a Lena durmiendo en el suelo? - respondió segura Kara.

- No, yo dormiría en la cama y tú, en el suelo. Además, yo tengo más armas con las que
castigarte. - sonrió perversa Lena.

- ¿Estás hablando en serio? - la miró Kara preocupada.

- Por supuesto. - asintió Lena.

- Alex, suelta las piedras. Hay que bajar ya. - dijo Kara corriendo hasta ella.

- Ni que fuera la primera vez que vaya a dormir en el suelo. - bufó Alex sin detenerse.

- Alexandra Danvers, baja de ahí ahora mismo. Kara, tendrás premio si arrastras a tu hermana
hasta abajo. - gritó Sam.

Kara aprovechó que Alex acababa de soltar la piedra que estaba cargando y la cogió de la
cintura y la hizo bajar junto a ella.

- Muy bien. Así sí. No era tan difícil comportaros como adultas. - las riñó Lena.

Kara y Alex cogieron su comida y se sentaron en algunas rocas junto a Lena y Sam. Las
cuatro empezaron a comer.
- ¿Se puede saber que mosca os ha picado? - rio Lena.

- Alex y yo hemos hecho una competición para ver quien limpia primero la runa pequeña. -
explicó Kara absorbiendo la comida sin masticar. Cuanto antes acabara de comer, antes
podría volver al trabajo.

- No puedo permitirme perder ni un segundo contra una kryptoniana. - afirmó Alex


imitándola.

- La verdad es que estás un poco en desventaja. - admitió Sam.

- Que no te engañe. La he visto mandar a Kara al suelo más de una vez. - le explicó Lena.

- Ya, pero a fuerza bruta no tengo nada que hacer. - se quejó Alex.

- Tranquila, Alex. Tengo una idea para equilibrar las fuerzas. - aseguró Sam.

- Oye, se supone que esto es entre ella y yo. No puedes ayudarla. - la interrumpió Kara
alarmada.

- Prometo que yo no voy a mover una piedra. - aseguró Sam.

- Bien. - respondió Kara más tranquila.

Lena solo se rio como respuesta. Sabía que Sam estaba tramando algo más.

Y Kara no tardó mucho en saber dónde había estado la trampa. Al cabo de una hora después
de que las dos amigas se hubieran ido, llegaron tres personas diciendo que tenían órdenes de
Sam para ayudar a eliminar la runa pequeña. Kara se alegró por tener algo de ayuda hasta que
especificaron que sus órdenes eran de ayudar únicamente a Alex.

En apenas un par de horas más Alex tuvo su zona limpia, mientras a Kara todavía le quedaba
otro tercio más. Alex y el resto de trabajadores se sentaron a charlar tranquilamente mientras
la rubia seguía moviendo piedras.

- Esto no me parece justo. - gruñó Kara indignada.

- Mala suerte. Has sido tú la que has propuesto la competición. - rio Alex. - He ganado.

- Has hecho trampas. - la acusó Kara.

- En ningún momento has especificado que Sam no podía contratar a tres personas para
ayudarme. - se defendió Alex. - Solo has pedido que ella no moviera piedras.

- Creo que era obvio. - bufó la rubia mientras soltaba una piedra especialmente pesada.
Empezaba a notar como estaba a nada de distancia de volver a quedarse clavada de la
espalda.

- No lo has especificado.
- Lo que digas. - respondió Kara revisando el trozo de biga que tenía entre las manos.
Esperaba que no fuera tan pesado como parecía.

- A todo esto, espero no haberos robado tiempo de vuestro trabajo. - dijo Alex al grupo que la
había ayudado.

- Solíamos trabajar aquí cuando el edificio estaba entero. Es el primer trabajo que tenemos en
semanas. - respondió uno de los trabajadores.

- Vaya, lo siento. - dijo Kara sorprendida parando en seco lo que estaba haciendo.

- Eso ya lo has dicho suficientes veces, usurpadora. Seguimos sin tener trabajo ni comida. -
contestó otra.

Kara no respondió. Solo asintió y bajó la cabeza. ¿Qué le iba a decir? Tenía razón.

Ya estaba anocheciendo cuando Kara acabó su parte. Al final, con la charla, se había tomado
con más calma el trabajo. En la superficie solo quedaban rocas grandes. Eran demasiado
grandes como para intentar moverlas solo con la fuerza de sus cuerpos. Iban a necesitar la
grúa para esas. Eran algo más de una cuarentena.

Kara y Alex llegaron arrastrándose hasta el palacio seguidas de los trabajadores. A estos
últimos, Sam les entregó comida para una semana y se fueron contentos. Ellas dos llegaron
hasta los sofás y cayeron derrotadas encima. Kara se sentó con los brazos y las piernas tan
extendidas como pudo. Alex prácticamente había caído tumbada en otro sofá.

- Creo que tenemos que pensar un nuevo plan para mover las runas. Yo no aguanto ocho días
a este ritmo. - gruñó Kara completamente dolorida.

- Pues imagínate yo. - se quejó Alex.

- El orgullo de Thera. - rio Sam cuando entró en la sala y las vio así.

- Es muy fácil hablar cuando todo lo que habéis hecho durante el día es estar sentadas. -
contestó Alex.

- Venga, va, Danvers. Levántate de ahí que creo que sé que es lo que necesitas. - sonrió Sam
algo perversa.

- ¿El qué? - preguntó Alex asustada.

- Un buen descanso en los fantásticos baños de Gimina. - aclaró Sam.

- No, gracias. - dijo Alex horrorizada. Parecía que había recuperado la suficiente energía para
salir corriendo.

- No es para tanto. Venga que yo también quiero ir. Me lo debes por lo de esta tarde. -
respondió Sam riendo.

- Está bien… - cedió Alex, pero no se levantó.


Sam agarró la mano de Alex y tiró de ella hasta que la Danvers estuvo de pie. Sin soltar sus
manos, se fueron de la sala a tiempo de cruzarse con Lena en la entrada.

- ¿Tú también me vas a arrastrar hasta allí? - le preguntó Kara exhausta sin moverse de sitio.

- ¿Qué me he perdido? - preguntó Lena mirando hacia donde habían desaparecido las otras
dos.

- Sam ha obligado a Alex a ir a los baños.

- Ya veo… - respondió Lena seria sin cambiar la dirección de su mirada.

- ¿Pasa algo? - preguntó Kara confundida.

- No, nada. ¿Cansada? - contestó Lena sentándose en el sofá al lado de Kara.

Hizo el intento de acercarse a la rubia, pero Kara se encogió y se puso a un lado para dejar
espacio entre las dos.

- Muchísimo. Y me vuelve a doler la espalda. - lloriqueó Kara.

- ¿Quieres otro masaje? - contestó Lena con media sonrisa.


Parte 6 3/4

A primera hora del día siguiente, había llegado un grupo de gente para trabajar con Lena y su
grúa. Kara no había parado de quejarse. Lena solo dejaba que fueran los trabajadores y a
Alex los que podían tocar su máquina. Es decir, todos, menos Kara.

- Por favor, ¿qué es lo peor que podría pasar? - se quejó la rubia.

- Que rompieras la máquina. O peor, que mataras a alguien. Además, eres más útil
enganchando las rocas. - respondió Lena algo enfadada.

- Pero es muy aburrido.

- Kara, eres la única en kilómetros a la redonda que puede hacer eso. Sube arriba y haz tu
trabajo. - gruñó Lena alejándose de ella.

- Vaya, está de buen humor hoy. - rio Alex junto a Kara cuando la Luthor no las podía oír.

- Qué me vas a contar. - suspiró Kara.

- Algo habrás hecho ya. - bromeó Alex.

- Déjame en paz, Alex. Vete a hacer tu trabajo. - respondió Kara enfadándose de golpe.

Al mediodía prácticamente habían conseguido retirar todas las rocas más grandes, pero,
debajo, volvía a haber más escombros pequeños que tenían que quitar a mano.

- Esto no se acaba nunca. - murmuró Kara. - ¿Alguien ve el altar? - preguntó elevando la voz
para que todos la oyeran. Nadie le contestó.

Kara ya se volvía a ver pasando lo que quedaba de día moviendo escombros con Alex. Estaba
agotada. Pero para sorpresa de las tres mujeres, los trabajadores de la grúa escalaron las runas
y se pusieron a trabajar con ellas.

Ni Kara ni Alex se iban a quejar de la ayuda extra.

Al anochecer habían conseguido quitar un piso de runas. Un bulto resaltaba entre el montón,
pero era muy tarde ya para continuar excavando.

Como el día anterior, los trabajadores las siguieron hasta el palacio donde Sam les dio algo de
comida y algunas monedas.

Sam y Alex se fueron a los baños mientras Kara subió directa hasta su habitación sin esperar
a Lena. La morena subió furiosa detrás de ella.

Kara y Lena apenas habían cruzado un par de palabras en todo el día.


Kara cerró dando un portazo. Lena la siguió abriendo de nuevo la puerta y también
cerrándola con fuerza.

- ¿Se puede saber qué te pasa? - le recriminó Lena.

- Eso te lo tendría que preguntar yo. - le contestó con el mismo tono Kara.

- Mira, hasta ahora he intentado tener paciencia. Pero estoy harta.

- No sé de qué me hablas.

- ¿Qué de que te hablo? De que Alex, Sam, Lex, yo, todos somos conscientes de lo mal que
estás.

- Yo ya estoy bien. - aseguró Kara.

- No, no lo estás.

- ¿Qué quieres que te diga, Lena? Tratándome así solo me das la razón.

- ¿La razón de qué Kara? ¿De qué eres un monstruo? - le preguntó Lena alterada. No podía
ser que Kara siguiera así. Pero la rubia tenía la vista fijada en el suelo sin intención de
contestarle. - Mira, Kara. Haz lo que quieras. No puedo más. Solo quiero ayudarte y no haces
más que rechazarme.

Eso fue todo lo que Kara supo de Lena en lo que quedaba de ese día. Y, al día siguiente, no
apareció para controlar la grúa. Alex le comentó que Lena le había dicho que se podían
apañar sin ella y que tenía cosas que hacer.

La sorpresa que Alex y Kara tuvieron ese día fue que cuando llegaron a las runas había una
veintena de personas esperándolas.

- Buenos días, ¿sucede algo? - preguntó Kara con algo de miedo al grupo cuando estuvieron
delante de ellos.

- Nos han dicho que aquí hay trabajo. - contestó un hombre señalando las runas.

- Bueno… - dijo Kara mirando a Alex. - De momento no es algo que dependa de nosotras. La
gobernadora tiene que estar de acuerdo.

- Hagamos una cosa, Kara. - la cortó Alex. - Vuelve a palacio rápido y habla con Sam.
Mientras tanto, vamos a preparar todo para empezar a trabajar. Les voy contado lo que
estamos haciendo.

- Voy. - asintió Kara empezando a correr hacia palacio.

Cruzó calles a la carrera levantando murmullos a su paso. No paró hasta que no estuvo en
frente de la puerta de Sam. La golpeó y entró sin esperar respuesta del interior.
Dentro se encontró a Sam sentada en su silla hablando con una Lena con los ojos llorosos que
rápidamente le dio la espalda para que no la viera Kara.

- ¿Sucede algo? - preguntó Sam con el ceño fruncido.

- Ha llegado un grupo de gente a las runas pidiendo trabajo. - dijo Kara recuperando el
aliento.

- Era algo que podía ocurrir. - suspiró Sam. - No podemos permitírnoslo, Kara. Primero es
este grupo de gente y luego es media Gimina. Por algo no habíamos empezado a trabajar en
reconstruirlo. Nos faltan recursos.

- Quizá la Corona puede ayudar. - propuso Kara. - Con Kal, redujimos los costes que se iban
a… bueno se malgastaban. Sumado a lo que han recaudado de los traidores. Quizá la Corona
tiene suficiente para gastar aquí.

- No seré yo la que te diga que no, pero eso creo que depende de Kal y está un poco lejos de
aquí para tomar esta decisión ahora mismo. - le respondió Sam.

- Suelo tener la sensación de que la gente se olvida que soy la segunda al mando de Thera. -
respondió seria sentándose en una de las sillas que había en frente de Sam. - Creo que tengo
el suficiente poder para poder decidir si la Corona va a hacer esto o no. Solo tendré que
acordar con Kal cuánto viene y cómo viene. ¿Crees que puedes soportar unos días pagando tú
los costes? Después te lo devolveremos todo.

Sam estuvo unos instantes en silencio pensando. Finalmente, suspiró y asintió.

- Está bien. Pero más te vale cumplirlo.

- Me aseguraré de ello. - dijo Kara relajándose en la silla. - ¿Te parece bien si acordamos todo
para los próximos días cuando volvamos esta noche? Tengo que volver a trabajar. He dejado
a Alex sola.

- Está bien. Cuando sepas cuanta gente está trabajando hoy, mándame a alguien para que
pueda preparar los pagos. Te aviso que esto se tiene que aprobar en una reunión de los
gremios. Ellos también van a formar parte de las negociaciones. - la advirtió Sam.

- De acuerdo. - se despidió Kara antes de irse cerrando la puerta.

Sam y Lena volvieron a quedarse solas en el despacho.

- ¿Crees que ha visto que estaba llorando? - preguntó la Luthor.

- Lo ha visto perfectamente, Lena. ¿Quieres continuar hablando del tema? - le preguntó


preocupada Sam.

- No merece la pena. Prefiero centrarme en otras cosas. Tengo una idea para solucionar
nuestro problema si esto tira para delante.

- Dime.
- Para la fiesta, podemos intentar despejar la mayor parte de la superficie del edificio y
celebrarlo todo allí. Hace un poco de frío para estar al aire libre, pero ayudará a animar a la
gente. Una vez pasen las fiestas, lo reconstruimos. La gente empieza a volver a tener trabajo,
reduce la desesperación y Edge pierde poder. Eres la primera interesada en que pase eso.

- Si Kara no cumple su palabra, va dar igual eso. Habré tirado el dinero que la ciudad que
necesita para otras cosas.

*/*/*/*

Ese mismo día habían encontrado el altar en la zona de Alex. Por lo que Alex también había
ganado esa apuesta y la rubia le debía un favor. Habían estado trabajando en el pasillo para
sacar el enorme trozo de roca.

El altar era una especie de banco de metro y medio de altura de mármol banco.
Evidentemente el incendio que tenía que destruirlo no le había causado daños graves.
Algunas esquinas estaban rotas por los impactos de las runas al caerle encima. También había
una gran grieta que amenazaba con romperlo por la mitad. Por lo que el resto de trabajadores
le dijo a Kara, los grabados que lo decoraban eran imágenes de Nezia y diferentes símbolos
que la representaban. También había una especie de cuenco excavado en el centro del banco
del que salía un canal también excavado que recorría la superficie del altar hasta una pared.
Desde allí bajaba hasta el suelo. Apartando un poco de escombros se veía que el canal
continuaba por el suelo.

Kara no iba a negar que era bonito, pero no podía evitar pensar en lo que iba a costar sacarlo
de allí sin romperlo más. Eso iban a tener que hablarlo con Lena para ver si tenía alguna idea.

Por otro lado, la rubia también recibió la fantástica noticia de que Sam había convocado la
reunión con los gremios para esa misma tarde, así que tuvo que asistir a la reunión justo nada
más llegar de trabajar. No pudo ni quitarse la runa y el sudor de encima para escuchar a Edge.

La reunión consistió en Sam exponiendo la propuesta de Kara y Edge quejándose de que la


Corona podía mover negocios en Gimina, pero los gremios en el sur, no y otras cosas por el
estilo. Al final, acordaron que eso lo negociarían Lex y Kal una vez pasara el invierno y que
los gastos para reconstruir Gimina los negociarían Kara y Sam. Edge no parecía muy
contento, pero no tuvo más remedio que aceptar cuando el resto de líderes estuvieron de
acuerdo con el plan.

Por fin, Kara pudo subir a su habitación deseando meterse en la tina que Ela le preparaba
cada noche.

Apenas acababa de entrar que Sam entró detrás de ella.

- Sam, por favor, ahora bajo para acordar gastos y eso. Déjame que me limpie primero. -
lloriqueó.

- No estoy aquí por eso. ¿Vas a hablar con Lena o vas a seguir ignorándola? - le preguntó
enfadada Sam. Kara se la quedó mirando sin saber exactamente qué responder. - Bien, Kara,
acabas de perder el poco respeto que tenía hacia ti como persona. Pero tenemos trabajo que
hacer. Me gustaría poder dormir esta noche, así que no te entretengas mucho. Te estaremos
esperando.

*/*/*/*

Afortunadamente la reunión no duró mucho. Consiguieron irse a dormir a mitad de la


madrugada. Reconstruirían la bodega y el resto de casas, negocios y templos que Kara había
quemado.

Lena no había intentado hablar con ella en toda la noche, lo mismo que había hecho Kara.

Y así pasaron los días siguientes. Kara no hacía el esfuerzo por hablar con Lena y Lena
tampoco hacía el esfuerzo de hablar con Kara.

Se convocó otra reunión con los gremios que no fue mal. Al final todos accedieron al plan
definitivo, pero tuvieron que escuchar quejas por parte de Edge. Prácticamente se quejaba lo
mismo de cada reunión.

*/*/*/*

Kara estaba sentada de nuevo delante del ventanal de su habitación. Era de noche de nuevo y
estaba sola. Miraba con dolor todo el trabajo que todavía les quedaba por hacer. ¿Y qué si lo
estaban reconstruyendo? Eso no quitaba el dolor que había causado.

Un recuerdo cruza la mente de la rubia. Vio y oyó a un niño llorando desconsolado porque
acababan de arrestar a su padre. El nudo en su pecho volvió a asfixiarla con fuerza.

Kara dio un trago largo de la jarra de vino que había subido hasta su habitación. Se le estaba
a punto de acabar. Tendría que ir otra vez abajo a buscar más.

*/*/*/*

La limpieza de las runas avanzó de forma mucho más rápida ahora que contaban con muchos
más trabajadores.

Para cuando llegó la celebración de las fiestas, se había liberado el suficiente espacio para la
gente y que fuera seguro.

La ceremonia avanzó sin muchos contratiempos. Básicamente consistió en un primer ritual


más dedicado a la diosa Nezia. Habían vertido el mosto de la cosecha de aquel año sobre el
altar. Concretamente lo habían vertido en el cuenco desde donde recorrió el canal que se
extendía por el suelo. El canal del suelo se dividía en cinco canales más pequeños que
llegaban hasta unas pequeñas hogueras donde se quemaba el mosto. Decían que era el
sacrificio de la cosecha y que de esta manera hacían llegar el líquido a los dioses.

Kara y Alex estuvieron presentes durante toda la ceremonia. Su hermana se colocó a primera
línea junto con Lex, Sam y Lena. Al final, su hermana rezaba a Nezia igual que rezaba a Rao.
Ella prefirió quedarse en una segunda línea. No quería ofender a nadie.
Pasada esta parte, se colocaron diferentes sillas y bancos repartidos por todas partes. También
se colocaron grandes jarras llenas de las cuales se servía todo el mundo. Cuando se acabó la
primera ronda, volvieron a rellenarlas. Ese día estrenaban el vino de la cosecha anterior y que
beberían hasta la próxima ceremonia.

No se puede decir que Kara estuviera excesivamente cómoda al inicio de la fiesta. Se tuvo
que sentar con las otras tres y Lex. No participaba mucho en la conversación. Parecía que las
otras cuatro personas le recriminaban su actitud. Además, también tenía que soportar alguna
mirada de rencor de la gente de la ciudad.

No muy lejos de donde estaba, vio a Ela tomando el vino junto a su familia y se acercó a ella
para saludarla. Pudo percibir como el resto de integrantes del grupo se tensaban cuando la
vieron llegar. Todos, excepto Ela.

- Buenas noches a todos. - los saludó Kara con media sonrisa tímida y algo nerviosa. Era la
primera vez que recordaba mezclarse ella sola con norteños de a pie.

- Buenas noches, majestad. - respondió la mujer mayor amablemente.

- Bueno, solo venía para darte las gracias. - sonrió Kara. - Sin tus consejos, esto no habría
sido posible.

- Majestad, solo le dije la verdad.

- Fue más que suficiente. Tu guía ha sido lo que nos ha llevado hasta aquí.

- Hemos oído que se empezaran a reconstruir nuestros hogares. - intervino un hombre


sentado en el mismo banco de Ela de unos cuarenta años.

- Es cierto y también los negocios. Aunque es más un empezaréis a reconstruirlos. Alex y yo


estamos aquí para echar una mano. No vamos a obligaros a hacer nada, pero faltará gente
para todas las obras. Así que, si estáis interesados en trabajar, se os pagará.

- Supongo que un carpintero os irá bien, ¿no? - bromeó el hombre.

- Nos iría perfecto. - asintió Kara con una sonrisa.

La kryptoniana acabó sentándose con la familia de Ela y charlando con ellos. Al final
acabaron llevándose bien. Para cuando se dio cuenta, estaba rodeada con gente de diferentes
familias hablando de todo y nada, de las obras que habría, cuales eran sus planes y otras
cosas.

Al acabarse la segunda ronda de jarras, entraron un grupo de músicos que empezaron a tocar
música animada. Algunos empezaron a bailar, otros lo intentaban. Alex se acercó a ella.

- Siento tener que robaros a la princesa, pero tiene una apuesta que cumplir. - intervino Alex
cortando la conversación.

- ¿De qué hablas? - preguntó Kara confundida.


- Tienes que cantar. - le recordó su hermana.

- No. - se negó la rubia moviendo su cabeza de un lado para otro en estado de pánico.

- Sí.

- Hiciste trampas.

- Ya dijimos que no contaban como trampas si no estaba especificado en las normas.

- Eso no es justo.

- Kara, hiciste un juramento sobre este lugar. No pretenderás ofender a Nezia, ¿no? - se burló
Alex.

La rubia podía notar las miradas de todos sobre ella.

- Está bien. - gruñó la rubia y se levantó de su sitio. - Pero esto es chantaje.

Kara siguió a Alex hasta donde estaban los músicos tocando.

- Alex, ¿qué voy a cantar? No sé ninguna canción. - preguntó Kara alarmada.

- ¿Recuerdas la canción del mar y el pescador?

- Sí, claro. No parabas de cantarla cuando éramos pequeñas.

- Perfecto, es una canción tradicional de Thera. De hecho, está dedicada a Eram, diosa del
mar. Vas a triunfar. - la felicitó Alex golpeándole la espalda suavemente.

- ¿Me enseñaste una canción dedicada a los antiguos dioses? - preguntó Kara ofendida.

- No seas dramática. ¿Y lo bien que nos viene ahora? - reía Alex.

Los músicos pararon de tocar cuando Alex se les acercó. Les susurró algo al oído y miraron
sorprendidos hacia Kara. Asintieron. Alex indico a Kara que se pusiera al lado de los
músicos. Llamó la atención de todos que se quedaron callados mirando en su dirección.

- Señoras, señores, a la princesa Kara le gustaría cantar nuestra querida canción “Madre,
quiero ser pescador”. Es una canción que cantábamos de pequeñas, así que le tenemos cierto
cariño. ¿Verdad, Kara?

Kara solo asintió mirando el suelo. Empezaba a notar como le subían los colores a la cara.

La música empezó a sonar. Ella se enganchó al ritmo cantando. Al principio, alternaba la


mirada entre Alex y los músicos por miedo a hacerlo mal y por vergüenza. Alex asentía
dándole ánimos. Para el estribillo, se atrevió a mirar a su audiencia y se encontró con más de
una boca abierta.

Madre, quiero ser pescador.


Protégeme, dulce madre.

Cuida de mí, por favor,

como lo hiciste con mi padre.

Continuó cantando hasta que la música se terminó. Un silencio invadió en toda la sala. Kara,
que, para esas alturas de la vida, estaba muerta de vergüenza y completamente sonrojada, se
marchó de allí casi corriendo. Iba a matar a Alex por esto.

Recorrió toda Gimina escopeteada hasta su habitación y se enterró bajo las sábanas. Se
planteó si alguien la echaría de menos si no aparecía por las obras durante la próxima
semana.

Oyó como su puerta se abría y se cerraba de nuevo. Ella seguía sin salir de debajo de sus
sábanas.

- Alex, si vienes a regodearte, ahórratelo. - se quejó desde su escondite.

- No sabía que podías cantar. - escuchó la voz de Lena decirle.

Kara pegó un bote de su cama hasta ponerse en pie de nuevo al oírla.

- No es algo que suela hacer. -admitió balanceando su equilibrio de un pie a otro nerviosa.

- Lo haces muy bien. - le contestó una evidentemente muy ebria Lena.

- Creía que estabas enfadada conmigo. - dijo Kara con el ceño fruncido.

- Lo frustrante es que no me puedo enfadar conmigo. ¿Qué me has hecho, Kara? - dijo la
morena antes de echarse a llorar.

Se acercó a ella tocándole el hombro. Lena solo la apartó.

- No. No lo hagas. Me haces daño, Kara. No paras de hacerme daño. ¿Por qué? ¿Tanto rencor
me guardas? ¿Es por eso que me apartas?

- No es rencor, Lena. Te prometo que no. ¿Por qué no hablamos mañana mejor? - le rogó
Kara intentándola consolar.

- Me vas a volver a ignorar como siempre. - respondió la morena alejándose unos pasos
marcha atrás.

- Lena, te lo prometo. Mañana hablamos. - dijo Kara acercándose a ella otra vez.

- Está bien. - asintió la morena con la mirada perdida. - Me vuelvo a mi habitación. No quiero
dormir contigo. - murmuró Lena.

- Claro. - asintió Kara con media sonrisa.


Lena se dio rápido media vuelta, pero se tambaleó. Kara tuvo que sujetarla para que no
cayera.

- Creo que vas a necesitar ayuda para no matarte.

- No hace falta. - respondió Lena intentándose zafar, pero Kara era más fuerte y no la soltó. -
Yo era una niña cuando subía y bajaba estas escaleras a ciegas.

- Seguro, pero no creo que lo hayas intentado nunca borracha. Vamos.

- No. - dijo Lena intentándose liberarse otra vez.

- Lena, por favor. Si te caes por las escaleras, me van a culpar a mí. Suficiente tengo ya.

Lena solo bufó y se dejó ayudar por la rubia. Salieron juntas de la habitación con Kara
agarrando su cintura y pegándola a su lado para que mantuviera el equilibrio. Era incómodo
bajar esas escaleras estrechas en esa posición, pero llegaron sanas y salvo hasta abajo. La
dejó en el piso de las habitaciones y se volvió a la suya.

Desde allí todavía oía la música de la fiesta. De hecho, podía ver grupos de gente paseándose
por las calles de Gimina cantando, bailando y bebiendo. Para ellos, parecía que la noche era
joven todavía. Para ella, era hora de irse a dormir.

*/*/*/*

Como era de esperar, Kara era la única despierta la mañana siguiente. Todos debieron estar de
fiesta hasta el amanecer. Desayunó sola y aburrida en la cocina del palacio. La noche anterior,
Sam le había dicho que ese día no habría nadie en condiciones para trabajar.

Sin nada que hacer, decidió vengarse de Alex. Cogió un cubo lleno de agua bien fría y subió,
haciendo casi malabares, hasta el cuarto de su hermana. Entró en silencio. Se preparó para
lanzar el agua desde los pies de la cama. Y se detuvo. La cama estaba vacía.

¿Dónde estaba su hermana?

Bajó de nuevo las escaleras confundida y preocupada. ¿Le habría pasado algo? Llegó de
nuevo al pasillo de las habitaciones.

Definitivamente, no le había pasado nada a Alex. Por lo menos, no le había pasado nada
malo. Se la encontró saliendo de la habitación de Sam con la ropa mal puesta y a hurtadillas.
Todavía no se había dado cuenta de que Kara estaba allí.

Kara sintió la rabia arder en su interior.

Se acercó a ella por la espalda y le echó el cubo encima. Alex de un salto se separó de ella.

- No es lo que parece. - respondió Alex asustada.

- Eso díselo a Kelly. - sentenció Kara lanzando el cubo con fuerza contra el suelo.
*/*/*/*

Era media tarde y Kara no paraba de dar vueltas en su habitación. ¿Cómo había podido hacer
eso su hermana? ¿A Kelly?

¿Kara iba a contárselo a Kelly? ¿Cómo debía hacerlo? ¿Cuándo?

- ¿Podemos hablar? - dijo Alex entrando con la cabeza gacha en su habitación y cerrando la
puerta detrás de ella.

- ¿Cómo has podido, Alex? - respondió Kara furiosa.

- Fue un error. No volverá a pasar. - aseguró la mayor.

- Ya, seguro… - se burló Kara. - En los próximos meses que pasemos aquí encerradas, ¿no va
a volver a pasar?

- No, estoy con Kelly y quiero serle fiel.

- Gran trabajo. - respondió Kara cruzándose de brazos no creyéndose una sola palabra.

- No volverá a pasar, te lo prometo. - dijo la mayor acercándose a su hermana.

- De todas formas, me da igual. - respondió Kara encogiéndose de hombros. - Voy a


contárselo a Kelly.

- No lo harás. -negó Alex con la cabeza.

- Por supuesto que sí.

- Me debes un favor. Vas a guardar el secreto.

- Esto no es un favor, Alex. - gruñó Kara.

- ¿Y qué es? Kara, eres mi hermana. Haz esto por mí. Esta noche va a ser un secreto entre tú
y yo. Si vuelvo a repetirlo, puedes contárselo. Pero si esto se convierte, que lo es, en una cosa
de una sola noche, no saldrá de aquí. - rogó Alex desesperada.

- ¿Sam sabe eso? - preguntó Kara levantando una ceja.

- Sí. - asintió Alex.

- De acuerdo, pero es la última vez que hago algo así, Alex.

Alex asintió relajando los hombros. Bajó la mirada suspirando. Kara aprovechó y golpeó su
cara con fuerza con el puño. La mayor cayó al suelo directa.

- Esto es por Kelly. - escupió la rubia.

Kara salió de su habitación sin esperar una respuesta de Alex. A medio camino de las
escaleras de caracol se encontró con Lena que subía.
- ¿Dónde vas? - preguntó Kara todavía alterada.

- Iba a verte. Quedamos en hablar hoy. - respondió Lena seria.

- No creo que sea un buen momento. - bufó Kara cruzándose de brazos.

- Ajá. Me esperaba esa respuesta. - dijo decepcionada Lena dando media vuelta. - Adiós,
Kara.

Genial, acababa de pagar con Lena su enfadado con Alex.

Kara corrió hasta ponerse a su altura y la atrapó del brazo.

- Espera. No es lo que piensas. - le respondió Kara. - Vamos a hablar, pero aquí, no. - le pidió.

- Tenía que hacer una ronda por la ciudad para revisar los edificios a reconstruir. - propuso
Lena.

- Te acompaño.

Lena asintió y volvió a bajar las escaleras seguida de Kara. Pasaron por el despacho de Sam a
buscar unos papeles y salieron a la calle.

Gimina parecía una ciudad fantasma.

- Veo que la noche fue dura. - comentó Kara.

- No ha sido una buena Ditrina si al día siguiente Gimina no está así. Diría que la de este año
ha sido un éxito. - rio Lena.

- Eso díselo a Alex y Sam. ¿Lo sabes? - le preguntó Kara y Lena asintió como respuesta. -
¿Lo apruebas?

- No, Kara. Seremos más abiertos con el tema del sexo y las relaciones, pero eso no significa
que aceptemos lo que han hecho. Alex ha engañado a Kelly. Ha estado mal.

Kara solo asintió y dirigió su mirada al cielo gris y a las torres de la ciudad.

Empezaron a andar por las calles de la ciudad en silencio. Lena miraba la lista que llevaba en
sus manos e iba anotando cosas. Kara solo iba andando a su lado.

- Siento haberme metido en tu habitación de esa manera. - rompió el silencio Lena.

- Tranquila. El vino nunca es buen consejero. - dijo Kara quitándole hierro al asunto. -
Supongo que no se podía estirar más la situación.

- Supongo. - respondió la otra encogiéndose de hombros y concentrada en los documentos.


Se detuvo delante de un edificio y empezó a tomar notas.

- ¿Qué querías decirme ayer? - preguntó Kara con curiosidad.


- No lo sé, Kara. - suspiró Lena. - Solo sé que estoy harta de tener que ignorarte por el
palacio.

- Lo sé. Es mi culpa. - aceptó Kara triste.

Se quedaron en silencio. Lena se la quedó mirando con una ceja levantada unos segundos.
Luego volvió a centrar su atención en los papeles.

- ¿Y qué quieres hacer? - preguntó sin mirarla.

- No quiero arrastrarte conmigo, Lena. No te lo mereces.

- Kara, te repito que eso es algo que yo tengo que decidir. - respondió seria mirándola esta
vez. Suspiró. - Si he estado así contigo estos días es porque estoy cansada de verte mal y que
no me dejes ayudarte. Es la segunda vez que me pides perdón por lo mismo.

- ¿Y qué quieres que le haga yo? Es que no puedo cambiar nada y me agobia verte a ti
intentándolo tanto. Necesito espacio para volver a ordenar mi mente.

Lena bufó negando con la cabeza. Se echó a andar de nuevo sin esperar a la otra.

- Por lo menos, podrías luchar por salir de la mierda en la que estás hundida.

- Eres tú la que ha decidido estar con alguien como yo. - insistió Kara poniéndose a su altura.
- Si tanto te duele estar así a mi lado, no lo estés, Lena.

- ¿No quieres estar conmigo? - le preguntó directamente sorprendida.

- Claro que quiero, Lena.

La morena estuvo unos instantes pensando mientras andaban por la ciudad.

- Está bien. Haremos una cosa. - dijo haciendo una pausa intentando ordenar sus
pensamientos. Quería ayudarla como fuera. No le importaba si tenía que hacer algún
sacrificio. - Tú y yo vamos a seguir juntas y te voy a dar más espacio del que te estaba dando
hasta ahora. Pero a cambio tú tienes que hacer el esfuerzo por mejorar.

Kara la miró escéptica parando su marcha. Lena se paró al cabo de unos pasos mirándola
interrogante.

- No sabes si voy a lograrlo, Lena. Hay cosas que he hecho que no van a cambiar.

- Me voy a arriesgar.

Kara suspiró derrotada. No iba a quitarle esa idea a Lena de la cabeza. ¿Qué no veía que
aquello no llevaba a ninguna parte? Un monstruo inútil como ella no tenía derecho a ser feliz.

- Como veas, Lena. No te voy a presionar a hacer algo que te puede hacer daño. - suspiró
Kara.
Lena se acercó hasta ella y la agarró de la mano.

- ¿Podré ir a tu habitación esta noche? - le pidió la morena con media sonrisa.

Kara se echó a reír.

- Está bien. Nos vemos esta noche en mi habitación.

Las dos volvieron a echarse a andar por las calles de la ciudad cogidas de la mano.

- Por cierto, ¿así que sabes cantar? - le preguntó divertida Lena.

- No me lo recuerdes, por favor. - se quejó Kara.

*/*/*/*

Resultó que la noche de Ditrina y su concierto había hecho que la gente de Gimina la viera
con mejores ojos.

Habían montado una especie de taberna en una zona libre de runas de la bodega cada día al
anochecer. Después de la jornada de trabajo, Kara, Alex y otros trabajadores se quedaban allí
a charlar. Kara tenía la sensación que cada día era mejor bienvenida.

Con el paso de los días, se hicieron diferentes equipos que se dedicaron a diferentes edificios.
Kara continuó trabajando en la bodega, mientras Alex se dedicaba a otros edificios. La
relación de las hermanas seguía tensa.

En cambio, con Lena todo iba bien. La morena no pedía más de lo que Kara estaba dispuesta
a dar y parecía que estaba cómoda con ello. A veces dormían juntas, a veces no. Dependía de
si les apetecía y si estaban a gusto. La Luthor tampoco volvió a insistir en hablar sobre su
estado de ánimo. Kara agradeció el cambio. Sentía que así se arriesgaba menos a hacerle
daño a Lena.

Después de trabajar ocho días seguidos antes de Ditrina, decretaron que hubiera días de
descanso periódicos que la gente aprovechaba para pasear por Gimina o celebrar cenas en las
plazas donde asistía media ciudad y cosas por el estilo. Kara no entendía cómo la gente podía
pasar tanto rato en el exterior con el frío que hacía.

En uno de esos días libres, Lena le propuso ir a un pequeño lugar que a Kara le iba a gustar.

La rubia tenía sus dudas. Hasta ese punto, no sacando las cosas del dormitorio y estaba yendo
todo muy bien. Pero Lena le aseguró que no había nada más detrás de esa excursión. Solo era
para airearse. Pero en realidad era un plan de la morena. Su relación se había vuelto fría y
distante. Solo se veían para tener sexo en la habitación de cualquiera de las dos y ya está. Ni
una cena, ni un paseo, absolutamente nada. Había notado como Kara se había acostumbrado
muchísimo a eso. Sentía que cada vez había más distancia entre ellas y planeó aquello para
poder pasar tiempo a solas con ella fuera de su dormitorio.

Salieron a caballo apenas estaba amaneciendo dirección a las montañas. Kara recordaba
parcialmente el lugar de haber pasado meses atrás de camino al escondite de los Luthor.
- ¿Me intentas secuestrar otra vez, Luthor? - bromeó Kara.

- Vaya, me has pillado. - rio Lena.

- ¿Dónde vamos? - preguntó la rubia por cuarta vez desde que habían salido de la ciudad.

- Es una sorpresa. Está en las montañas. - dijo divertida la morena.

- En las montañas está en refugio de los Luthor, Lena.

- Tranquila, princesa. Mi madre es quien está allí ahora. No tengo ningún interés en verla.

- ¿Qué hace allí? - preguntó Kara sorprendida. Es decir, estaba segura que el palacio de Sam
era mil veces más cómodo que aquel lugar en ruinas.

- Dice que no está de acuerdo con la alianza. Creo que está montando una guerrilla o algo así.
Lex lo tiene controlado. Corta cualquier suministro que vaya en esa dirección.

- ¿Seguro? - preguntó Kara ahora preocupada.

- Como mucho tiene tres o cuatro personas más allí con ella. No hay peligro. - aseguró Lena
tranquila.

Llegaron hasta la entrada de un bosque y se internaron en él con los caballos. No llevaban


mucho tiempo por allí cuando ante ellas apareció una pequeña fuente natural humeante que
había generado un pequeño lago.

- ¿Y esto? - peguntó Kara sorprendida.

- Aguas termales. - explicó Lena desmontándose del caballo. - El agua sale caliente de la
tierra. Vamos, desnúdate.

Acto seguido, la Luthor empezó a quitarse su ropa y a dejarla con cuidado sobre el caballo
para que no se ensuciara.

- ¿Es aquí donde me querías llevar? - preguntó Kara desconfiada.

- Sí. - contestó Lena que ya no tenía ropa y estaba entrando en el pequeño lago.

Kara se lo pensó dos veces. Tenía mucho frío con la ropa puesta como para quitársela.

- Estarás mejor aquí dentro, te lo prometo. - le dijo Lena guiñándole un ojo.

La rubia valoró seriamente si aquello era verdad. El agua humeaba y Lena no mostraba
signos de frío. Quizá estaba algo caliente eso. Pero la Luthor también se había bañado en ríos
fríos en pleno invierno. ¿Debería fiarse?

Lena la miraba divertida desde el agua con una ceja levantada.

- Si no vas a entrar, voy a tener que divertirme yo sola, Kara.


Eso era un argumento difícil de rebatir. Finalmente, Kara se desnudó también y entró en el
agua rápido. Estaba caliente, muy caliente. Hasta dolía un poco. Era un alivio.

Lena se le acercó, rodeó su cabeza con los brazos y dejó un beso en los labios de la rubia.
Kara la rodeó por la cintura y la apretó contra su cuerpo.

- ¿Qué te parece? - le preguntó Lena.

- Que podríamos canalizarla para que fuera directa a Gimina. - propuso Kara.

Lena rio como respuesta.

- No te queda invierno por delante…

- Ni me lo recuerdes. - lloriqueó Kara.

- ¿El año pasado también te quejaste tanto? - preguntó Lena con curiosidad mientras
acariciaba la mandíbula de la rubia.

- La situación era un pelín diferente.

- ¿Así? - dijo Lena dejando otro beso en los labios de la rubia. Empezó a bajar dirigiendo sus
besos al cuello de la rubia que solo suspiró.

*/*/*/*

- No ha estado nada mal, ¿cierto? - rio Lena.

Ambas estaban sentadas en la roca dentro del agua agitada, una al lado de la otra.

- Es un descanso no estar pensando en que tu hermano puede cruzar la puerta en cualquier


momento.

- ¿Piensas en mi hermano mientras lo hacemos? - preguntó Lena horrorizada.

- No. ¡Qué asco! - contestó Kara con repulsión.

Lena rio y se giró para mirar a la rubia.

- ¿Tienes prisa por volver a Gimina? - le preguntó la morena.

- No, ¿por qué?

- Porque he traído comida, así que podemos estar aquí hasta el anochecer.

- No te voy a decir que no. - suspiró Kara relajándose por completo en el agua. - Estoy
destrozada después de tantos días trabajando. - se quejó.

- La vida de princesa. Unas semanas trabajando y no puedes ni levantarte de la cama. -


bromeó Lena.
- Es muy fácil hablar desde un despacho. A ver cuando te veo levantando piedras. - siguió
quejándose Kara mientras se le escapaba la risa.

- Yo tengo trabajo gestionando todo el caos que has montado.

- Sam seguro que se puede encargar. - dijo Kara incorporándose un poco e inclinándose sobre
la otra.

- Necesita mi ayuda. - aseguró la morena.

- Yo también necesito tu ayuda ahora. - respondió Kara colocándose encima de Lena y


besándola.

*/*/*/*

- Dichosos los ojos. - dijo Alex cuando vio entrar a Kara y Lena a la sala de los sofás. -
¿Dónde estabais?

- En el paraíso. - contestó Kara dejándose caer sobre el sofá con una sonrisa.

Alex miró a Lena levantando una ceja pidiéndole una explicación.

- En unas aguas termales. - respondió la morena encogiéndose de hombros. Se sentó al lado


de la rubia y dejó caer su cuerpo hasta apoyarse en un costado de Kara.

- Sam me contó que había unas por aquí. – asintió Alex. - Me dijo de ir antes de que… bueno
el caso es que no vamos a ir ya. - murmuraba la Danvers mirando el suelo fijamente.

- Adiós a mi paraíso. - se quejó Kara.

- Kara… - rogó Alex.

- No, Alex. Me voy a dormir. - dijo Kara levantándose para irse y dejando a las dos morenas
solas.

Lena miraba a Alex con media sonrisa triste.

- ¿Cómo va con Sam? - le preguntó.

- Bien. - asintió la Danvers dejándose caer contra el respaldo de su sofá. - Ambas sabemos
que no estuvo bien lo que pasó y mantenemos una relación cordial. O todo lo cordial dentro
de las circunstancias.

*/*/*/*

- Lena, ¿te vas a dormir? - le preguntó Sam casi cuando estaba entrando en su habitación.

- Eso tenía previsto. ¿Me necesitas para algo? - le preguntó preocupada.

- Solo quiero hablar un poco. ¿Puedo pasar? - le preguntó Sam poniéndose a su lado.
- Claro. ¿Qué pasa? - dijo Lena abriendo la puerta para que entraran las dos. Después la cerró
de nuevo.

- Nada, bueno… sé que has pasado el día con Kara. ¿Todo bien? - dijo Sam preocupada.

- ¿Tendría que ir mal?

- Me refiero a que, si estás bien, Lena. - insistió Sam.

- Estoy bien. No te preocupes por mí. - dijo Lena intentando tranquilizarla.

- Claro que me preocupo. No estás bien con lo que sea que tenéis Kara y tú ahora.

- No pasa nada, Sam. Hoy por ejemplo Kara ha parecido ir a mejor. Todo se va a solucionar,
ya lo verás. Solo necesita algo de tiempo para asimilar todo esto.

- ¿Y si no lo hace nunca, Lena? ¿Vas a seguir torturándote con esto? Te duele que te aparte
así. Quizá no vale la pena que continuéis juntas.

*/*/*/*

Faltaban un par o tres de semanas para solsticio de invierno. Un mes y medio más o menos
para volver a la capital. Kara no sabía que iba a hacer Lena. La morena se estaba planteando
en quedarse un tiempo más en Gimina hasta que las obras estuvieran acabadas. Además, Lex
iba a ir a la capital y un Luthor tenía que quedarse en el norte.

Habían pasado unas semanas desde su escapada a las aguas termales. Al final, habían
convertido en una rutina ir a hacer excursiones por los alrededores de Gimina los días de
descanso. Sí, las cosas habían mejorado un poco, pero Lena se daba cuenta que Kara muchas
veces seguía estando en su mundo e intentando disimular que estaba deprimida. Lena la había
pillado más de una observando la ciudad triste desde su habitación. Y seguía sin dejar
ayudarse. Ya no sabía que más hacer.

Además, Kara seguía sin hablar con Alex. La Danvers no intentó acercarse más a ella. La
rubia suponía que se conocían suficiente como para saber que ese enfado no se iba a ir tan
rápido.

Kara y Lena estaban cenando en la habitación de la primera sobre la cama esa noche.

- Y dime, tengo curiosidad. ¿Cómo conocías esa canción? - le preguntó la morena.

- Alex me la solía cantar cuando pasábamos tiempo cerca del mar. - contestó Kara
encogiéndose de hombros. Se llevó un bocado a la boca. - Cuando crecimos, dejó de hacerlo,
pero se me quedó grabada en la memoria. Siempre que la recuerdo me viene a la mente el
mar de noche con la luna iluminándolo.

- ¿Cuánto llevas lejos del mar?

- Dos meses, ¿no? ¿Cuánto tiempo llevamos aquí? - preguntó Kara confundida. Realmente
había perdido la noción del tiempo.
- Eso más o menos. ¿Cuánto es tu récord?

- Mi anterior récord fue contigo. Espera. Tú me separas del mar. - la acusó bromeando Kara.

- No me voy a quejar por estar lejos de esa masa azul de agua. - rio Lena.

- ¡Oye! - se hizo la ofendida Kara.

- Tampoco te estarías bañando con lo poco que soportas el frío. - la acusó Lena.

- No, pero podría pasear por la arena, disfrutar de la brisa… - suspiró Kara con morriña.

- Si quieres te soplo yo. - bromeó Lena tirándose encima de Kara mientras soplaba. Kara la
intentó agarrar y separarla de ella. Lena casi estaba encima de los platos de comida.

- No ¡Para, Lena! Que tiras la comida. - intentó avisarla la rubia, pero era demasiado tarde. -
Ya se ha ensuciado la cama. - se quejó Kara viendo las sábanas manchadas.

- Qué pena. Ahora solo tendremos una cama para las dos. - bromeó Lena.

- Qué graciosa. Tengo sueño. ¿Cómo voy a dormir en esta cama? - lloriqueó Kara.

- Baja a mi habitación. - propuso Lena.

- ¿Y estar pared con pared con tu hermano? No, gracias. - lo rechazó Kara sin dudarlo.

- ¿Tienes miedo? - preguntó divertida Lena.

- No. - negó Kara.

- Tienes miedo. - afirmó esta vez Lena.

- No. - volvió a negarlo.

- Te da miedo mi hermano. - rio Lena.

- No, es solo respeto. - se defendió Kara.

- Vamos, yo no le he faltado el respeto a tu hermana y nos ha oído tener sexo varias veces. -
reía Lena.

- No, Lena. - lloriqueó Kara. - ¿Por qué me lo recuerdas?

- Fue gracioso. - continuaba riendo Lena.

- ¿Gracioso? ¿Sabes qué? Vamos a pasar la noche en tu habitación. - aceptó Kara.

- Eso quería oír. - asintió Lena contenta.

*/*/*/*
Lena entraba feliz en el despacho de Lex la mañana siguiente.

- Buenos días, hermanito.

- ¿Lo habéis hecho aposta? - gruñó Lex con unas ojeras que le llegaban hasta la mitad de las
mejillas.

- Era por si todavía te quedaban dudas sobre si estaría dispuesta al matrimonio con el
daxamita. - contestó Lena encogiéndose de hombros.

- Había otras maneras. - suspiró Lex echándose hacia atrás en su silla. - En fin, vamos a cosas
más importantes. ¿Alguna novedad con los prisioneros? Los gremios me están apretando
mucho.

- El último grupo llegará en una semana. - explicó Lena sentándose en otra silla.

- Perfecto. Esta tarde tienes que presentar el estado de las obras. Van a presionarte. Ese Edge
no se cansa. - se quejó Lex. - Ahora quiere venir conmigo a la capital en representación de
los gremios.

- ¿Vas a dejarle?

- No lo sé, Lena. Crece su poder en la ciudad y en el norte.

- ¿Todo esto que hemos montado no lo ha frenado?

- No, como mucho lo ha ralentizado. Pero es difícil detenerlo. Prácticamente actúa como el
líder de todos los gremios. Al final, vamos a tener que aceptar que será alguien a tener en
cuenta en futuras decisiones.

- Ya veremos, seguiremos trabajando en ello con Sam. ¿Algo más?

- No, Lena puedes irte. - la despidió Lex.

- ¿Puedo preguntarte algo?

- ¿Qué quieres? - bufó Lex.

- ¿Cuándo nos presentarás formalmente a Eve? Estás un poco mayorcito para ir


escondiéndote. Es gracioso. - rio Lena.

- Cuando sea el momento. Ahora, vete Lena. Tengo faena que no se va a hacer sola.

- Claro. Nos vemos luego. - se despidió la morena yéndose de la habitación.

*/*/*/*

Kara se movía por los pasillos del palacio tranquilamente cuando recibió un puñetazo en la
cara. Cayó directa al suelo. Cuando se recuperó del golpe, se encontró con Alex con cara de
dolor sacudiendo su mano de arriba a abajo.
- ¿Qué haces? - preguntó confundida.

- Esto es por ignorarme durante semanas. - respondió Alex.

- ¿Era necesario? - se quejó Kara mientras se tocaba la zona dolorida del golpe.

- Kara, sé que estuvo mal lo que hice. Llevo desde esa noche atormentada por los
remordimientos. - dijo derrotada Alex.

- Más faltaría. - respondió seria Kara levantándose. Pasó de largo a su hermana y siguió con
su camino.

- Kara, por favor. - suplicó Alex poniéndose en frente de la rubia de nuevo.

- ¿Qué quieres? - respondió Kara cansada de aguantarla.

- ¿Cuánto hace que no entrenas?

- Mucho. ¿Por qué? - respondió Kara cruzándose de brazos.

- ¿Quieres entrenar? - le propuso Alex.

Cuando Lena subió a la habitación de Kara se encontró a las dos hermanas a golpes. Cada
puñetazo más fuerte que el anterior. Asustada corrió para ponerse en medio y separarlas, pero
Kara la empujó lejos. Solo pudo quedarse a un lado a la suficiente distancia para estar a
salvo.

- ¿Qué hacéis? - preguntó alarmada.

- Entrenando. - respondió Alex después de darle un puñetazo a Kara en las costillas.

- Sí, claro. - respondió Lena de brazos cruzados.

- Terapia de hermanas. - dijo Kara después de soltar una patada en el estómago de Alex.

- ¿Y es necesario mataros? - preguntó Lena ya enfadada con las dos salvajes que había en
frente de ella.

- Lena, esa es la terapia de hermanas. - añadió Alex después de esquivar un golpe de la rubia
y lanzando otro.

- Como veías. Yo me voy a cenar abajo. - dijo Lena antes de irse.

Kara y Alex continuaron como si nada hubiera pasado.

Al cabo de un rato, Ela subió con la cena para dos.

- Señoritas, ¿qué sucede? Seguro que lo pueden solucionar como personas civilizadas. - dijo
la mujer intentando separarlas.
Cuando Kara vio que la mujer se les echaba encima, empujó a Alex lejos para dejar distancia
entre las dos. Su hermana la miró confundida hasta que vio a Ela entre las dos. Las dos
pararon para no hacer daño a la mujer sin querer.

- Tranquila, Ela. Solo estábamos entrenando amistosamente. - respondió tranquila Kara


mientras recuperaba el aliento. Fue hasta su cama y se sentó a los pies de esta.

- Esos golpes no tenían nada de amistoso, majestad. - la riñó Ela. - Por los dioses, están las
dos cubiertas de sangre. - dijo horrorizada.

- Quizá tienes razón. - rio Kara mirándose la ropa manchada de rojo.

- ¿No cenará hoy con la señorita Lena? - le preguntó Ela volviendo a la mesa donde había
dejado una bandeja con los platos de la cena.

- Creo que ha salido huyendo cuando nos ha visto. - respondió Alex riéndose.

- Normal. - contestó la mujer. Se las quedó mirando y se dirigió hacia las dos. - Bajen ahora
mismo a curarse esos cortes. - ordenó empujándolas hasta la puerta.

- Está bien, está bien. - rio Kara junto a Alex.

Kara y Alex bajaron charlando animadamente hasta el comedor donde estaban Sam, Lena y
Lex cenando.

- Buenas noches. - saludaron las dos. - Que aproveche.

Lex y Sam las miraban con las bocas abiertas, mientras Lena ni levantó la mirada de su plato.

- ¡Por los dioses! ¿Qué ha pasado? - se alarmó Sam.

- Tranquila, Sam. - dijo Lena concentrada en su comida. - Esa es su terapia entre hermanas.

- Y nosotros éramos los salvajes… - murmuró Lex negando con la cabeza.

- Señoritas, deberían ir a curarse. - apareció Ela detrás de las dos hermanas. Las agarró del
brazo y las arrastró hasta llegar a la cocina. - Usted, siéntese en ese banco y usted, en esa
silla. - les ordenó. - Solo faltaría que se pegarán más. Voy a buscar el material.

- Tranquila, Ela. Ya lo he traído yo. - dijo Lena entrando en la sala. - Toma, encárgate de
Alex. Yo me encargaré de Kara.

Cada una cogió una silla y la colocaron delante de las hermanas. Cuando Lena iba a sentarse,
Kara puso una mano sobre la silla.

- Quizá es mejor que tú cures a Alex. - propuso Kara. - Prefiero que me cure Ela.

Lena la miró confundida, pero no dijo nada más. ¿De verdad Kara era tan incapaz de aceptar
su ayuda que ya no la dejaba ni curarla? Eso se pasaba de la raya. Se fue hasta Ela y
cambiaron posiciones.
No eran heridas graves así que no tardaron en tenerlas curadas. Alex y Kara fueron a comerse
la cena que Ela había llevado a la habitación de la rubia. Lena volvió con su hermano y Sam.

Kara se sentó en la cama con su comida, mientras su hermana se puso en la mesa. Cada una
se concentró en su plato.

- Aquí es donde te metías por las noches. - dedujo Alex señalando la comida.

- Normalmente me quedo hasta tarde con los chicos en la taberna o como quieras llamar a
eso. Hoy me has encontrado por casualidad. - respondió Kara encogiéndose de hombros. -
Por cierto, ¿cómo lleváis la taberna? Hace mucho frío por la noche.

- Queda poco. ¿Sabes? Tiene prioridad reconstruir una manzana entera de casas antes que una
taberna. ¿Cómo lo hiciste para quemar todo eso? - preguntó Alex distraída.

- Eso no fue cosa mía. - murmuró Kara después de tragar la comida. - Fue donde murió
James.

- Vaya, lo siento. - respondió Alex triste quedándose en silencio. - Me refería a que cenas
aquí a solas con Lena. - aclaró Alex.

- A veces, supongo que se ha convertido en una costumbre. - respondió Kara frunciendo el


ceño.

Al cabo de un rato, se oyeron unos golpes en la puerta. Lena sacó la cabeza por allí.

- Solo venía a ver si habías vuelto a vuestra terapia. - explicó Lena.

- No, tranquila. De hecho, me voy a ir a dormir. - respondió Alex que ya se había acabado la
comida. - Buenas noches, Lena, Kara.

- Buenas noches. - contestaron las dos a la vez.

Alex se fue cerrando la puerta detrás de ella y dejando a las dos solas.

- ¿Todo bien? - preguntó Lena.

- Sí, claro. Ya nos conoces. Solo necesitábamos darnos unos golpes. - dijo Kara encogiéndose
de hombros.

- Lo más normal del mundo. Bueno, yo también tengo sueño. Buenas noches, Kara. - dijo
Lena dando media vuelta.

- Lena, espera. ¿Te quedas a dormir? - dijo rápido Kara desde la cama de donde no se había
levantado todavía.

- Claro… pero, Kara, estoy cansada. No estoy como para… - contestó Lena mirando a la
rubia de nuevo.
- No es eso. - la interrumpió Kara. - Bueno, es una pena descartarlo. - bromeó. Hubo unos
instantes en los que se quedó en silencio.

- Me voy a dormir, Kara. Buenas noches. Qué descanses. - respondió Lena con el corazón
dolorido todavía por el gesto de antes de la otra. Dio media vuelta de nuevo y abrió la puerta.

- ¿No te quedas a dormir? - se quejó la rubia.

- No.

- ¿Por qué? - le preguntó confundida Kara.

- ¿Por qué quieres que me quede a dormir? - respondió Lena dando un portazo y girarse para
mirarla dolida. - Te he dicho que no me apetece acostarme contigo. ¿Para qué más me
quieres?

- No entiendo que está pasando.

- ¡¿Cómo puedes ser tan cínica?! - explotó Lena. Kara la miraba confundida sin entender
nada. - ¿De verdad me estás diciendo esto Kara? Es decir, primero me pides perdón por
distanciarte, pero continuas igual. Me enfado. Vuelves a pedirme perdón, pero nada cambia,
incluso va a peor. ¿Quieres que te explique qué me pasa?

Kara solo se encogió de hombros con dolor. No tenía intención de responderle nada más.

- Buenas noches. - se despidió Lena.

La rubia suspiró cuando volvió a estar a solas. Se giró y tomó su posición habitual en frente
de la ventana. Era mejor así.
Parte 6 4/4

La cara de Kara y Alex debió ser un cuadro esa noche. Apareció una muchacha rubia de la
ciudad en el palacio y Lex la presentó como su prometida. Eve Teschmacher se llamaba la
chica.

Sam también parecía sorprendida. De hecho, la única que parecía saberlo era Lena.

- Por fin. Ya pensaba que mi hermano te iba a esconder para siempre. - bromeó Lena mientras
le daba un abrazo a la nueva rubia.

Esa noche, Kara no pudo escaparse de cenar con el resto. Por lo visto, la cena formaba parte
de la presentación formal. Por suerte, Lex estaba demasiado ensimismado con su prometida
como para prestarle atención. Esa noche se ahorró las pullas del hombre.

Así que matrimonio… Alex le había comentado que quería pedirle matrimonio a Kelly.
¿Todavía pensaba hacerlo? Tenía que preguntárselo.

Cuando acabaron de cenar, Lex se marchó con Eve bajo su brazo en dirección a su
habitación. Guiñó un ojo a Lena que bufó. Kara no sabía que significaba eso. Lena sufría por
la venganza que podía sufrir por parte de su hermano. Iba a ser una noche larga y ruidosa. Se
planteó dormir en el sofá al cual se dirigió sin pensarlo. Cuando se sentó estaba sola en la
sala. Se llevó las manos a la cara y se recostó contra el respaldo.

Ver a su hermano con Eve había traído con fuerza un montón de pensamientos a su mente.
Kara y Sam tenían razón. Ella no podía soportar estar con la rubia de esa manera. La amaba
demasiado para soportar que la rubia se torturara a sí misma. Se había estado engañando a sí
misma hasta la noche en la que Kara y Alex se habían peleado. Había querido creer que Kara
volvía a estar dispuesta a estar con ella de verdad, pero esta le quitó la ilusión de un plumazo.
Si Kara no quería luchar por ella y por su relación, ¿por qué debería hacerlo ella?

Para su sorpresa, el sofá se hundió a su lado. Kara puso una mano sobre su vientre y apoyó su
cabeza contra su hombro.

- Esta cena ha sido rara. - murmuró la rubia.

- ¿Por qué lo dices? - preguntó Lena bajando los brazos y rodeando a Kara. La morena se
quedó mirando el fuego concentrada.

- No lo sé. Ha sido raro ver a tu hermano así de… enamorado. - dijo contrariada Kara.

- No es la primera persona de la que se enamora Lex. - explicaba Lena. - La primera fue


cuando tenía dieciséis años creo. La segunda, tenía veintiuno. Eve es la tercera.

- ¿Qué pasó con las otras dos? - preguntó Kara con curiosidad.
- No funcionó simplemente. - contestó Lena mordiéndose el labio inferior. Qué irónico estar
hablando eso con Kara. Notó las lágrimas acumularse en sus ojos y se le hizo un nudo en la
garganta. Giró la cara para que la rubia no la viera. - A Lex, se le rompió el corazón cada vez.

- Lena, tranquila. - la consoló Kara malentendiendo sus reacciones. - Seguro que esta vez
todo va bien. Se los veía muy emocionados.

- Eso supongo. - suspiró Lena. - Es la única vez que se ha prometido. Supongo que después
de tres intentos, ha encontrado la definitiva.

- No será por falta de intentos. - rio Kara.

- No son tantos, Kara. Hay gente con suerte y hay gente que tiene que intentarlo muchas
veces. - murmuró Lena.

- ¿Cuántas veces has estado enamorada? - preguntó Kara con curiosidad otra vez.

- Creo que dos, aunque una ha sido mucho más intensa que la otra. - admitió Lena.

- Ya veo. - dijo Kara simplemente. La verdad es que se moría de ganas de preguntar más al
respecto. Pero no iba a hurgar más en algo que seguro que dolía a Lena. - ¿Vienes a la cama?
- preguntó Kara incorporándose de nuevo y separándose de la morena.

- Kara, no estoy de humor para nada ahora mismo. - se negó Lena.

- No te estaba pidiendo nada. Tengo sueño. ¿Vienes o no? - insistió Kara que ya estaba
levantada y ofreciéndole la mano a Lena para ayudarla.

- No, Kara. - volvió a negar Lena. Bajó la cabeza e ignoró la mano de Kara.

- ¿Sigues enfadada? - preguntó Kara preocupada.

- No estoy enfadada, Kara. - respondió Lena. Se mordió el pensamiento de su mente. Solo


estaba cansada de todo aquello.

- Como digas. - bufó Kara. - Buenas noches.

- Buenas noches, Kara.

La rubia se fue sin más. Le dolía ver así a Lena por su culpa. Llegó hasta su habitación.
Quizá le debía otra disculpa. Dio media vuelta y volvió tras sus pasos hasta los sofás.

Se encontró a Lena tumbada en uno de ellos tapada con una manta.

- ¿Vas a dormir aquí? - preguntó Kara ofendida ahora.

- Voy a pasar mejor noche aquí que en mi habitación. - explicó Lena simplemente cerrando
los ojos.
- ¿Mi habitación ya no es una opción? - preguntó Kara. Entendía que estaban mal, pero
dormir en aquellos sofás incómodos le parecía una exageración. ¿Tan horrible era pasar
tiempo con ella? Realmente esperaba una respuesta, pero Lena no parecía querer dársela. -
¿Me puedes decir de una vez qué te pasa?

- ¿Y a ti qué te importa? De verdad, Kara. ¿Qué más te da? - se quejó Lena incorporándose
para mirar a la rubia.

- ¿No puedo preocuparme por ti? - preguntó Kara dolida.

- No. Yo no me puedo preocupar por ti, tú no te puedes preocupar por mí. Déjame en paz,
Kara. - la echó Lena volviéndose a tumbar esta vez dándole la espalda.

- Es que no entiendo que tiene que ver eso con que duermas o no conmigo. - respondió Kara
cruzándose de brazos.

- ¿Para qué quieres que duerma contigo? - respondió cansada Lena.

- Pues porque no es cómodo dormir aquí. - respondió Kara como si fuera obvio.

Lena se incorporó harta.

- Mira, la verdad es que no quiero pasar tiempo contigo ahora mismo, Kara. Tú tienes
derecho a echarme de tu lado cuando te place. Ahora lo hago yo. - la despidió la morena.

Lena podía ver como Kara la miraba fijamente. Respiraba enfadada y tensaba la mandíbula.
Lena esperó y esperó a que explotara. Quizá así conseguía que reaccionara. Finalmente, la
rubia solamente bajó la cabeza.

- Si es así como lo ves… Entiendo que no quieras dormir conmigo. Buenas noches. - se
despidió antes de dejarla sola de nuevo.

- Buenas noches. - murmuró Lena soltando unas lágrimas cuando volvió a estar sola.

*/*/*/*

- Tienes mala cara, Lena. - dijo Sam cuando entró al despacho y se encontró con la morena
sentada en su escritorio trabajando.

- He dormido en el sofá. - explicó Lena incómoda.

La noche le había dejado la espalda llena de contracturas. Había dormido francamente poco
entre una cosa y la otra.

- ¿Por qué? - preguntó Sam preocupada. Se sentó a su lado.

- Necesito una habitación que no esté pared con pared con la de Lex. - confesó Lena con
media sonrisa.
- Entiendo, pero me lo podrías haber dicho anoche y habríamos preparado otra o podrías
haber ido con Kara. - razonó Sam.

- No iba a darle esa victoria a mi hermano. Y no voy a ir a dormir con Kara. - respondió Lena
al borde de las lágrimas.

- Lena… ¿ha pasado algo? - dijo Sam abrazándola.

- No puedo más, Sam. Tenías razón. - lloró Lena. - Voy a parar lo que sea que esté pasando
con Kara.

- ¿Ha pasado algo?

- Es que no puedo más. - lloró Lena con dolor. - La quiero tanto, Sam. Pero ella no hace nada
por salvar lo nuestro. Sigue regodeándose en su dolor y justificando todo en que es
demasiado poco para mí. Yo ya no sé cómo hacerle entender que ella me hace feliz sin
importarme lo que haya podido hacer.

Sam se arrodilló delante de ella y empezó a limpiarle las lágrimas con cuidado.

- Tranquila, cariño. Respira. ¿Por qué no te vas de la ciudad unos días y tomas un poco de
aire? Quizá así refrescas las ideas y puedes tomar una decisión. Sabes que tienes que tomarla.

Lena asintió dándole la razón. Tenía que plantearse seriamente acabar con Kara
definitivamente.

- ¿A dónde puedo ir? - respondió Lena con respiraciones entre cortadas.

- Donde sea, Lena. Necesitas alejarte de ella.

- No, Sam. Hay mucho trabajo por hacer. - negó con la cabeza Lena sin mirarla. - Tengo que
ayudarte con Edge.

- Lena, no vendrá de unos días. Puedo cubrirte con cualquier excusa tonta. Vete al bosque.
Desconecta allí. Olvídate de Kara. - le dijo Sam buscando la mirada de la Luthor.

*/*/*/*

Kara llegó feliz esa noche después de la taberna. Por fin tenían un techo y cuatro paredes. Y
había empezado a tocar un grupo de música. Por un momento se sintió tan a gusto como en
Kandor. Hasta habían cantado la canción de Eram. Había sido un espectáculo ver a todos los
borrachos intentando acertar una nota de la melodía.

Subió a su habitación y se quitó la suciedad del día. Ela no tardó en llegar con la cena para
una sola persona. Kara no se iba a molestar en llamar a Lena. Si la morena quería esto, era lo
mejor para las dos. La rubia no iba a irle detrás. Quizá esa última discusión serviría para que
Lena se diera cuenta de que ella no valía la pena.

Estaba cansada del día y de haber dado muchas vueltas en la cama la noche anterior. Se fue a
dormir tan pronto como Ela recogió los platos sucios.
Esa noche no pudo evitar dar también muchas vueltas, pero el agotamiento pudo con ella
antes de que fuera muy entrada la madrugada.

La mañana siguiente no se cruzó con Lena tampoco. Suponía que estaría ocupada con lo que
fuera.

Al tercer día de no verla, se empezó a preocupar. Era de noche cuando se encontró a su


hermana en el vestíbulo que volvía de trabajar.

- Alex, ¿has visto a Lena? - le preguntó la rubia.

Alex la miró confundida frunciendo el ceño.

- Se fue hace días, Kara. ¿De verdad no te has dado cuenta hasta ahora?

- ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Cuándo volverá? - preguntó Kara de carrerilla.

- A caballo. Hace tres días. A cumplir no sé qué recado de parte de Sam. Cuando acabe.
¿Tienes tus respuestas? - bufó Alex cansada.

- Bueno… - dijo Kara intranquila.

- ¿Qué pasa, Kara? ¿Qué has hecho ya? - la riñó Alex.

- Discutimos la última vez que nos vimos. - explicó Kara encogiéndose de hombros.

- Kara, no estoy de humor para esto. - se quejó Alex. - Ha sido un día muy largo.
Acompáñame a mi habitación que quiero descansar.

Alex pasó de largo a su lado con dirección a la escalinata. Efectivamente, la rubia se fue con
ella. Llegaron a la habitación de la mayor que empezó a desnudarse para limpiarse nada más
entrar.

- ¡Alex! - se quejó Kara tapándose los ojos.

- ¿Qué? Ni que no hubieras ido a los baños ya. A estas alturas, deberías estar acostumbrada. -
dijo ya desnuda Alex. Había dejado su ropa tirada en mitad de su habitación. Entró con calma
al baño seguida de la rubia. Dentro, le esperaba una tina humeante.

- Demasiadas veces has ido tú. - murmuró Kara.

- Kara, volvamos al tema en cuestión. - la riñó Alex.

- La última vez que vi a Lena discutimos.

- No me sorprende. ¿Ya se ha hartado de ti? - suspiró la mayor.

- No tiene gracia, Alex.

- No lo digo en broma, Kara. Cualquier otra persona te hubiera mandado a paseo a finales de
verano. No sé cómo te aguanta tanto. Mira que la has tratado mal estos días. Hasta me dolía a
mí ver como la despreciabas una vez tras otra. Tiene que estar muy enamorada de ti. - dijo
Alex entrando a la tina humeante. Se tumbó dentro soltando un suspiro de alivio. - Por fin.

- Pues entonces estará mejor sin mí. - respondió Kara encogiéndose de hombros.

- Lo que hay que oír. - murmuró Alex para ella misma, aunque la rubia logró oírla. - Pues
estoy de acuerdo. Lena debería dejarte ya de una vez. Lo mejor que podría hacer ahora
mismo es irse con el prometido ese que le ha buscado Lex. Si no se enamora de él, seguro
que puede buscarse un o una amante que la haga olvidarte.

Kara sintió una patada en el estómago cuando pasó por su mente la imagen de Lena con el
principito ese.

- No. - gruñó Kara enfadada.

- No, ¿qué?

- Lena no va a casarse con nadie. - repitió Kara furiosa.

- Lex está prometido. Yo planeo pedírselo a Kelly. Tú no tienes ninguna intención de luchar
por nada, ni por ella, ni por ti. ¿Por qué no debería buscarse alguien mejor?

- ¡Porque estoy yo!

- ¿Entonces en qué quedamos, Kara? ¿Debe estar contigo o no? Mientras estamos hablando
ahora mismo, puede ser que Lena haya viajado hasta Daxam para casarse con ese príncipe. Y
tú no tienes ningún derecho a decir nada después de estas semanas.

- No, Lena no va a estar con nadie que no sea… - empezó a decir la frase Kara, pero no la
acabó.

- Que no sea ¿quién?

- Déjame en paz, Alex. - contestó Kara dando media vuelta.

- No, ahora me vas a escuchar. Has hecho muchísimo daño a Lena estos últimos meses. No
he dicho nada hasta ahora porque eres mi hermana. Pero ya está bien, Kara. Lena no es tu
juguete al que puedes torturar a placer.

- Yo solo me estaba intentando torturar a mí. - se defendió la rubia.

- Pues por el camino has hecho lo mismo o peor con ella.

Kara no contestó. Se fue de la habitación cerrando de golpe la puerta.

Fue directamente hasta su habitación. Se echó sobre su cama y enterró la cabeza en su


almohada. Llevaba llorando desde que había salido de la habitación de su hermana.

Por primera vez desde que estaba allí, Kara desfogó todo el dolor que tenía acumulado en el
pecho. Todo el dolor que empezó a sentir el día que llegó a Gimina: la culpa, la pérdida de
James, el odio de la gente, todo lo que había pasado con Lena… Lloró y lloró durante una
eternidad.

Se volvió a imaginar a Lena con ese tal Mon-El. Sintió otra patada en el estómago. Podía
sentir náuseas del dolor. No quería ver a Lena con nadie más que no fuera ella. Lena debía
estar con ella. Pero Kara no se la merecía.

Quería que todo aquel dolor se terminara. ¿Qué tenía que hacer?

Ela entró al cabo de un rato con la cena y se la encontró en esa posición.

- Majestad, ¿qué sucede? - preguntó la mujer preocupada sentándose al lado de la rubia y


acariciándole la cabeza.

- Se ha ido, Ela. - lloró Kara sin levantar la cabeza de la almohada.

- ¿La señorita Luthor?

- Sí. - asintió con la cabeza enterrada.

- Pero volverá en unos días. No hace falta que se ponga así. - la intentó tranquilizar la mujer.

- ¿Y si no vuelve?

- ¿Qué queréis decir? - preguntó Ela confundida.

- Su prometido.

Ela se echó a reír.

- Dudo mucho que la señorita Lena acepte ese matrimonio. Creo que antes se queda soltera
hasta la muerte.

- Le he hecho mucho daño, Ela. Lo hacía por su bien, no quería que sufriera. Pero he
conseguido lo contrario.

- Estáis locamente enamorada de ella. ¿Por qué no actuáis en consecuencia?

- Porque no lo merezco. No después de todo el daño que he hecho. Merezco quedarme sola
para toda la eternidad.

- Señora, nadie merece eso. - la consoló.

*/*/*/*

Lena desmontó dolorida de su caballo después de noches durmiendo en el suelo del bosque.
Esos días le habían ido fenomenal para olvidarse de todo, sobre todo de Kara. Estaba
preparada para enfrentarla, para decirle que lo suyo iba a acabar ese día.

Todavía faltaba un poco para el atardecer así que supuso que la rubia todavía iba a tardar en
llegar de trabajar.
Pidió que le prepararan un baño mientras Sam le contaba las últimas novedades. La semana
siguiente sería el solsticio de invierno. Parecía que por lo menos iba a ser un solsticio de
invierno más o menos feliz en Gimina. El primero en paz después de muchos años y con la
mayor parte del daño causado por Kara arreglado. Iban a celebrar la ceremonia en el gran
templo que la misma rubia había ayudado a construir.

Cuando acabó con Sam, se limpió y se preparó para encarar a la kryptoniana. Se sentó en un
sofá mirando fijamente las llamas del fuego. Un sirviente la avisó de que Kara estaba ya en la
plaza de vuelta. Salió disparada. Cuando llegó al vestíbulo, Kara acababa de cruzar la puerta
de entrada.

- Lena… - susurró Kara sorprendida de verla allí. La rubia no tenía buena cara.

Lena no pudo evitar preocuparse. Quizá debería dejarlo para otro día que Kara estuviera
mejor.

No, no podía alargarlo más.

- Buenas noches, Kara. - la saludó. - ¿Podemos hablar?

- Claro. - asintió la rubia con el corazón en un puño. - ¿Te importa si voy a limpiarme un
poco?

- No va a ser muy largo. ¿Podemos ir a tu cuarto? - preguntó Lena señalando las escaleras.

- De acuerdo. - asintió triste.

Kara y Lena subieron en silencio. Kara cerró la puerta una vez las dos habían entrado y se
sentó en una de las sillas. Lena prefirió quedarse en pie.

- ¿Qué pasa, Lena? - preguntó Kara preocupada.

- No sé qué excusa te ha dado Sam, pero estoy segura que no te ha dicho la verdad sobre mi
ausencia.

- No fue muy convincente. - respondió Kara negando con la cabeza.

Lena notaba su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Lo mismo sentía Kara temiendo las
peores noticias.

La morena cogió aire.

- Después de estos días, he llegado a una conclusión. No podemos volver a estar juntas.
Tenías razón. Esto no funciona. - Lena lo dijo de carrerilla con dolor. No creía que fuera
capaz de decirlo si no era de esa manera porque la verdad es que había llegado a esa
conclusión por el desgaste de las últimas semanas. Ella no quería rendirse.

- ¿Es por qué has aceptado casarte con el daxamita? - preguntó Kara dolida.

Lena la miró interrogante. ¿A qué venía eso ahora?


- No, Kara. Sabes que no me casaría con nadie por conveniencia. Si quiero acabar con lo
nuestro es porque no puedo seguir viéndote en este estado y sin intentar mejorar. Te amo
demasiado. - dijo Lena antes de echarse a llorar.

- Lena, lo siento. - dijo Kara levantándose. - Lo siento de verdad. - dijo acercándose para
abrazarla.

- No me toques, por favor. - contestó Lena mientras la empujaba. Si dejaba que la tocara, no
creía que fuera capaz de rechazarla.

- Lena, sé que no tengo ningún derecho a decir esto. - respondió Kara atrapando las manos de
la morena. Tiró de ella para acercarla. La rubia subió las manos hasta enmarcar la cara de
Lena. Buscó su mirada y no dijo nada hasta que la encontró. De los ojos verdes de Lena
todavía caían lágrimas. - Te quiero, te amo, muchísimo. Sé que no he actuado como si lo
hiciera. Pero lo hago. Lena, no puedo vivir sin ti. Mi pesadilla es que estés con cualquier otra
persona que no sea yo. Cuando Alex me dijo que Lex seguía queriendo que te casaras con
Mon-El, creí que iba a matar a tu hermano de la rabia.

Lena odiaba como esas simples palabras podían tener tanto efecto en ella. Sentía un
cosquilleo en su pecho.

- Kara, no puedo más. Ahora me dices esto y luego haces otra cosa. - se quejó la morena
intentando separarse de ella, pero la rubia no la dejó.

- No prometo ser la mejor persona, ni no volverte a hacer daño nunca más, Lena. Pero te
necesito. No saber dónde estabas ha sido horrible. Te amo, Lena. Por favor, dame otra
oportunidad. Voy a cuidar tan bien de ti como pueda esta vez.

¿Cómo iba a poderse negar a eso? Kara la estaba mirando de forma tan entregada, tan viva.
Hacía semanas que la rubia no la miraba así.

- Por favor. - volvió a rogar Kara.

Lena asintió. Y Kara la besó. Era un beso salado. La kryptoniana se dio cuenta que ella
también estaba llorando.

La rubia se limpió las lágrimas intentando ocultarla, pero Lena la agarró de las manos.

- No, Kara. Llora. Desahógate, por favor.

- Es que lo siento tanto. Hice tanto daño.

- Kara, mira la ciudad. - respondió Lena llevándola hasta el ventanal. - Dime, ¿qué es lo que
ves?

- La ciudad que casi destruyo.

- Mírala bien, Kara. ¿No ves cómo se está levantando de sus cenizas? ¿No ves cómo vuelve a
la vida? Amor, cuenta los edificios que has ayudado a construir.
- No son los mismo que destruí.

- Pero pronto serán iguales, Kara.

- Tengo miedo, Lena. Tengo miedo de solo ser un monstruo. - dijo Kara echándose a llorar
por completo.

- No lo eres, amor. Tienes tus defectos, sí. Pero eres una buena persona.

- Solo dices eso para que deje de llorar.

- No, Kara. Tienes que llorar todo eso que llevas dentro. Vamos a la cama y lloras más
cómoda abrazada a mí.

*/*/*/*

Durante el día del solsticio, Kara y Alex debían dedicarle la mañana a Rao entre rezos y
oraciones. Se les dio el espacio necesario para que pudieran realizar sus rituales en paz.
Tampoco fueron las únicas de la ciudad en realizarlos.

Después, Kara y Alex salieron de la ciudad. El día anterior había nevado y estaba toda
Gimina y sus alrededores cubiertos de un manto blanco.

Kara tenía una sorpresa preparada para Lena. Sentía que le debía demasiado y quería
compensarla de alguna forma. Desde la noche en que se reconciliaron, todos los días Kara
había estado llorando hasta quedarse dormida siendo consolada con Lena, poco a poco
recuperándose.

Alex se había ofrecido a ayudarla con su sorpresa. Para la ceremonia de solsticio de invierno,
cada persona debía colocar sobre el altar una rama de olivo con una hoja por cada dios
antiguo. Alex y Kara habían ido a las afueras de la ciudad para buscar la suya, una para cada
una.

Cuando volvieron estaba anocheciendo y fueron directamente hacia el lugar donde iba a tener
lugar la celebración. El templo donde iba a tener lugar la ceremonia estaba situado delante
del gran mercado de Gimina. Habían liberado todo el espacio. Los sacerdotes de Amate se
habían encargado de la iluminación. Repartidos por aquel lugar, Lena y otros sacerdotes de
Iza se habían dedicado a contar pequeñas historias de los dioses a los más pequeños. De
hecho, cuando Kara llegó a la plaza, se encontró con Lena sentada en un banco rodeada de
pequeños, incluso tenía uno sentado en su regazo. Todos los niños escuchaban atentos lo que
la Luthor decía. La morena tenía una sonrisa pintada en los labios. Kara se preguntó si Lena
querría tener hijos.

- Kara, se te cae la baba. - bromeó Alex a su lado.

- Cállate y vamos rápido. - respondió Kara notando el calor en sus mejillas.

Había sacerdotes de todos los dioses repartidos por todas partes. Todos ellos diferenciados
por las túnicas de los rituales, cada dios tenía su color, como el día del solsticio de verano.
Kara llevaba su rama oculta, pero era difícil no romperla mientras la cubría. Quería llegar
cuanto antes dentro del templo donde estaría más tranquila y podría esconderla en un lugar
seguro.

La ceremonia no tardó en empezar. Primero, pasaron los diferentes grupos de sacerdotes a


hacer las ofrendas de cada culto. Lena estaba en el grupo de los sacerdotes de Iza. Lex, Eve,
Alex, Sam y Kara esperaban a un lado del altar principal. Kara había escondido su rama
debajo de un pequeño armario que había cerca.

Después de los sacerdotes, la gente del pueblo se acercó a dejar su ofrenda. Durante esta fase,
Lena volvió a su lado. Le sonrió y la cogió de la mano entrelazando sus dedos. Cuando
acabaron, era el turno de su grupo. Eran los últimos en ofrecer su ofrenda. Lena le soltó la
mano para acercarse al altar sin ella. La morena tenía asumido que la rubia, como siempre,
iba a mantenerse al margen de estos rituales. Ese momento fue el que Kara aprovechó para
correr en busca de su rama. Volvió a tiempo de llegar junto a Lena al altar. Colocó su mano
en la cintura de la morena para llamar su atención. Esta la miró confundida. Kara le enseñó su
rama y Lena la miró con sorpresa. Colocaron la rama juntas. Se alejaron de nuevo del altar.
Los sacerdotes de Amate prendieron fuego a las ofrendas para hacerlas llegar a los dioses.
Ahí se acabó la ceremonia religiosa.

El resto de la noche incluyo música y vino. Kara, divertida, empezaba a ver un patrón en
todas estas celebraciones.

Kara y Lena estaban sentadas en un banco solas admirando el espectáculo. La morena se


había dejado caer ligeramente sobre el costado de la rubia y ésta la había rodeado con su
brazo. La rubia se relajaba después de que la gente de la ciudad la hubiera obligado a bailar
con ellos.

- Creo que se va a hablar durante días de ti por Gimina. - bromeó Lena.

- Como si no llevara meses pasando. - bufó Kara medio sonrojada.

- Eres la primera kryptoniana que hace una ofrenda a los dioses antiguos.

- ¡Por Rao! ¿Qué me harán? ¿Crees que me prohibirán entrar en Krypton para siempre jamás?
- rio Kara y Lena la acompaño. - No es algo que me preocupe.

- ¿Por qué lo has hecho? - le preguntó mirándola a los ojos intensamente.

- ¿Por qué no? Es religión de Thera como lo es el Raoismo. ¿Por qué no debería hacerlo? Y
es importante para ti. - explicó Kara completamente roja y desvió la mirada.

- Eso háblalo con William. - bufó Lena.

- Hasta donde yo sé, no han excomulgado a Alex.

- Ella es therana. - le recordó Lena.

Kara se quedó unos instantes en silencio pensando.


- Yo nací en Thera como Alex y como tú. Me siento más therana que kryptoniana.

- Ven aquí. - dijo Lena para darle un beso en los labios. - ¿Volvemos al palacio?

Kara asintió con una sonrisa tonta.

*/*/*/*

Tenían previsto volver a la capital en tres días. Parecía que Edge estaba haciendo la cuenta
atrás porque cada vez estaba presionando más. Las reuniones con los líderes eran
directamente una reunión con él. El resto de líderes solo asentían cada vez que él hablaba.
Hasta Lex parecía empezar a estar de acuerdo con sus exigencias.

Volvía a insistir en que se autorizara a los gremios a comerciar directamente con el sur donde
estaban vetados y, además, había entregado una lista de prisioneros que según él no habían
vuelto todavía de las prisiones del sur.

Kara, Lena y Alex se habían reunido en la habitación de la última para hablar de lo último en
cuanto acabó la última reunión.

- ¿Dónde creéis que están? - preguntó Alex preocupada.

- No lo sé, Alex. Quizá fueron ejecutados y no se registró. - respondió Kara pensativa.

- Creo que las tres sabemos dónde están. ¿Hace falta decirlo? - contestó Lena algo ofendida.

- Son esclavos en Krypton. - asintió Kara. - Habrá que sacarlos de allí.

*/*/*/*

A falta de un día para su marcha a la capital todo explotó.

Lex convocó una reunión urgente con Edge y las tres.

Lena podía ver en la cara de su hermano lo furioso que estaba. Estaba sentado en su silla con
un Edge tranquilo a su espalda.

- Nuestra gente es esclava en Krypton. ¿No era una información suficientemente importante
para contarme, Lena? - empezó Lex extrañamente tranquilo.

- Era algo que estábamos en proceso de solucionar. - se intentó defender Lena.

- ¿Por eso lo manteníais en secreto esperando que nadie se diera cuenta? Lex, seguro que no
tenían ninguna intención de arreglar nada. Esperaban que nos olvidáramos del tema. -
intervino Edge.

- Eso no es verdad. Estuvimos negociando con el embajador de Krypton para eso. - respondió
Kara.

- ¿Y qué trato conseguisteis? ¿Krypton nos los va a devolver? - respondió Edge.


- No. - negó la rubia bajando la cabeza.

- Ja. ¿Lo ves, Lex? No ha cambiado nada. Estos kryptonianos se creen que nos pueden
pisotear y nosotros, tontos, hemos aceptado una tregua falsa. Kal-El es igual que su padre. -
insistió Edge.

- ¡Eso no es verdad! Lex, tú sabes que eso no es verdad. Mira lo que hemos hecho aquí. - dijo
Kara abriendo los brazos.

- ¿Qué habéis venido a hacer aquí? ¿Coronaros como las salvadoras para que os adoremos,
para que os demos las gracias? - se mofó Edge.

- No, hemos venido aquí para ayudar. No queremos nada más. Lex, no lo escuches. - rogó
Alex esta vez.

- Debería declararos la guerra de nuevo, Kara. - le habló directamente a ella. - Habéis


traicionado la gente de Thera. Nos habéis mentido y nos habéis traicionado. Pero, por el
cariño que le guardo a Kal, le daré una oportunidad para explicarse. Mañana partiremos como
estaba previsto a la capital. Tú, Lena, también. No confío en ti para dejar el norte bajo tu
cuidado.

- ¿Y a quién dejarás?

- A madre.

*/*/*/*

Llegaron a la capital en tiempo récord. Nunca se había realizado ese trayecto tan rápido.
Hubo un momento en que Lena pensó que los caballos iban a morir agotados.

Lex pidió una reunión con Kal y el consejo real nada más llegar. Kara casi no tuvo tiempo de
contarles que había pasado en el norte. Menos mal que Alex había enviado a Etón por
adelantado.

Prácticamente la mitad del consejo era nuevo. Era gente en la cual Kara sabía que Kal
confiaba. Incluso William había tomado un puesto. Estaban todos sentados alrededor de la
mesa presidida por Kal y Lex, cada uno en un lado. Lex estaba flanqueado por Edge,
mientras Kara ocupaba esa posición detrás de Kal.

- Quiero una explicación, Kal. - exigió Lex.

- Estamos tan metidos en esto como tú, Lex. No tenemos ningún poder de decisión. - se
defendió Kal.

- Seguro que… - empezó a hablar Edge.

- Calla, Edge. - ordenó Lex. El otro hombre cerró la boca con un sonoro golpe y bajó
avergonzado la cabeza.
- Krypton es militarmente superior a Thera. - explicó el rey. - Si decidiera invadir de nuevo
Thera, se nos llevaría a Kara y a mí por delante igual que a vosotros.

- Pues luchamos, Kal. - respondió Lex como si fuera obvio.

- Ya te he dicho que es una guerra perdida, Lex. - insistió Kal.

- La nuestra también era una guerra perdida y os tuvimos contra las cuerdas.

- Lex, créeme cuando te digo que no es lo mismo. ¿Cuánto aguantó Thera la última vez?
Krypton arrasó con Thera.

- Porque los Danvers nos traicionaron. - gruñó Lex entre dientes mirando a Alex.

- Los Danvers salvaron muchas vidas, Lex. Krypton tuvo piedad porque ellos cedieron y
vosotros, los Luthor, detrás de ellos. Tenían a Thera bajo su control y no hacía falta más
matanzas.

- Eso díselo a tu padre. - se mofó Lex.

- Mi padre recolectaba esclavos para mandarlos a Krypton. Son el precio a pagar para que nos
dejen en paz.

- “Son”. Entiendo que todavía hay que enviar más. - aclaró Lex.

- Sí, nos piden un número anual. Por lo menos, Kara y yo conseguimos reducir el número a
pagar.

- ¿De dónde los sacarás, Kal? - se mofó el Luthor. - ¿Vas a esclavizar a más de nuestra gente?

- No, Lex. Serán prisioneros condenados por ciertos delitos.

- ¿Y cuándo se acaben, Kal?

- Hay margen para pensar en una solución. - aseguró.

- Ya te la digo yo, Kal. Manda esos hombres a luchar contra Krypton en vez de entregarlos
como esclavos.

- Lex, la guerra no es una opción. - bufó rendido el kryptoniano.

- Tu reinado no presenta ninguna garantía para mí o mi gente, Kal-El. Si no declaras la guerra


junto a mí, la declararás contra mí. Te doy un día para que reconsideres tu respuesta. - dijo
Lex levantándose de su silla y saliendo de la habitación.

Lex seguido de Edge se fueron de la sala del consejo.

- ¡Maldita sea! - gritó Kara y golpeando la mesa.

Lena salió tras Lex. Lo atrapó casi llegando a sus aposentos en la fortaleza. Le pidió si podían
hablar en privado.
- Lex, tienes que pensar en el bien de Thera. - le rogaba Lena. - No puedes empezar otra
guerra.

- ¿Y qué hago, Lena? ¿Rezo a todos los dioses que, una vez se acaben los prisioneros, no
vuelvan a enviar a nuestra gente?

- Kal no haría eso.

- Kal es un cobarde sentado en un trono.

- Kal es lo suficientemente valiente para aceptar que no tiene el poder de decidir y que
empezar una guerra con Krypton es una locura. Lex, he estudiado sus libros, he visto sus
nuevas armas. Su tecnología está muchísimo más adelantada que la nuestra. No tenemos nada
que hacer.

- El reinado de Kal no presenta una garantía para nuestra gente, Lena. No es un rey digno de
Thera.

- ¿Y quién lo es, Lex? ¿Tú?

*/*/*/*

Kal, Kara, Lena, Alex y William estaban cenando en la casa de las dos hermanas. Estaban en
el comedor interior rodeando la mesa del suelo.

- Lex no cree que vayas a cuidar de Thera, Kal. – explicaba Lena. - Cree que eres un cobarde.

- Tan mal encaminado no va. - suspiró Kal. - Al final, Kara y yo no hicimos otra cosa que
rendirnos cuando Daron-Vex nos amenazó.

- Hicisteis lo correcto. No podemos entrar en guerra contra Krypton. - lo apoyó la Luthor. -


No conseguiríamos nada.

- ¿Qué proponéis? - preguntó Kal al grupo. - Lex parece muy dispuesto a luchar sea contra
quien sea.

- Hay que conseguir que confíe en este reinado. - respondió William.

- Pues cómo no tengáis una varita mágica. - dijo irónicamente Kal derrotado.

*/*/*/*

Ya pasada la hora de dormir, Kara y Lena estaban en la habitación de la primera en la


residencia de los Danvers. Lena no estaba de humor para volver al antiguo palacio ella sola.

La habitación de Kara ya estaba protegida del frío. La terraza estaba bloqueada y solo
quedaba la cama del interior. Estaban tumbadas con Lena apoyada en el pecho de Kara.
Estaban las dos en silencio cada una sumida en sus propios pensamientos.
- Kara, no podemos permitirlo. No podemos dejar que empiece otra guerra. - rogó Lena
escondiendo su rostro en el cuello de la rubia. - No podemos volver a ese infierno.

Kara la apretó contra ella.

- Tranquila, amor. No va a pasar. No habrá otra guerra. - la consoló Kara. - No lo vamos a


permitir.

*/*/*/*

A la mañana siguiente, volvían a estar reunidos Lex, Edge y el consejo real al completo.

Lex seguía convencido de que Kal era un rey débil que acabaría esclavizando a los suyos.

- Abdica. Y yo tomaré el trono. - propuso Lex.

- Venga, Lex. Eso es lo mismo que declarar la guerra a Krypton. - se quejó Kal llevándose las
manos a la cara.

- Visto lo visto, es necesario que un Luthor debe estar en el trono. - se mofó Lex. - Tú eres
demasiado débil para enfrentarte a tu gente. Es la única manera de proteger a Thera de verdad
de vosotros, los kryptonianos.

Se creó un silencio sepulcral en la sala. La tensión se podía cortar con un cuchillo. Parecía
que Lex iba a empezar la guerra allí mismo.

- ¿Y si fuera una Luthor? - intervino William.

Todos en la sala se giraron para mirar al moreno.

- Explícate, Voz. - respondió Lex.

- Lena se podría casar con Kal. - propuso William. - Habría una reina Luthor y un rey
kryptoniano. Krypton estaría tranquilo, mientras vosotros protegéis vuestros intereses.
Además, el próximo rey legítimo tendría sangre Luthor.

- No. - interrumpió Kara.

- Calla, Kara. - la cortó un miembro del consejo. - ¿Lena? ¿Lex?

- Quiero hablar con mi hermana a solas. - respondió Lex.

*/*/*/*

Lena y Lex estaban reunidos en los aposentos de este último. Llevaban casi una hora allí y no
había noticias. Kara no se había separado de esa puerta desde que habían entrado los dos
hermanos.

Primero, Kara había estado de pie esperando pacientemente sola. Después había empezado a
pasearse de un lado a otro de la puerta. Al final, acabó sentada en el suelo con la espalda
apoyada contra la pared y con las piernas estiradas. Estaba desesperada por saber de qué
estaban hablando allí dentro. Quería saber si Lena había logrado convencer a su hermano de
que aquello no tenía ningún sentido.

Finalmente, Lena salió seria al exterior. Kara se puso de pie rápido a su lado.

- ¿Has conseguido convencer a Lex de que este matrimonio es una locura? - le preguntó
impaciente.

- No, Kara. Lo he convencido para que confíe en mí como reina de Thera. - contestó Lena
con la vista perdida en el mar.

- Me estás tomando el pelo. - contestó Kara seria.

- Lo siento mucho, Kara. - dijo sin todavía mirarla. - Pero siempre has sabido que mi
prioridad es Thera.

Kara se acercó hasta ella cargada con furia, pero freno en seco cuando estuvo a unos pocos
centímetros de distancia. Dio media vuelta y se fue.

*/*/*/*

Kara estaba sentada en las rocas de los acantilados que rodeaban la fortaleza. No esperaba
que la siguiente vez que volviera a disfrutar de la brisa sería en esas condiciones. Allí volvía
a estar ella con el corazón roto. Lena había aceptado casarse con Kal. Menos mal que le había
asegurado no se iba a casar por conveniencia.

William llegó y se sentó a su lado.

- Lo siento, Kara. - se disculpó William. - Cuando he sugerido ese matrimonio, no he caído


en vuestra relación. Ha sido la desesperación por evitar una guerra.

- Tranquilo, William. Tú no has sido quien ha aceptado. - suspiró Kara. - Al final, supongo
que alguien lo habría sugerido.

- Es una pena que no seas la reina de Thera. Serías tú la que se casara con Lena y no, Kal.
Una pena que Jor-El matara a tu padre. - dijo William triste. Kara se giró a mirarlo
confundida. - ¿No te lo han dicho? He metido la pata. No he dicho nada, Kara. - dijo asustado
William. Intentó levantarse, pero Kara lo atrapó. Lo lanzó contra el suelo y se puso encima de
él a horcajadas inmovilizándolo. Lo agarró de la camisa y lo zarandeó.

- Habla, William. Habla o te mato. - le dijo furiosa.

- Zor-El, tu padre, era el que realmente tenía que convertirse en el primer rey kryptoniano de
Thera. Jor-El lo asesinó, también a tu madre, poco después de que nacieras. Luego convenció
a Krypton de que le entregaran el trono en vez de que pasara a ti. Que Krypton aceptara te
salvó la vida. Si no, también estarías muerta. La antigua Voz de Rao era la única que sabía
esto y se aprovechaba para hacerle chantaje a Jor-El.

- ¿Quién más sabes esto, William? - preguntó zarandeándolo de nuevo.


- Kal, Brainy, Alex y Lena. Estaba en los documentos encriptados de la antigua Voz.

*/*/*/*

Hacía catorce años que Lena no veía ese barco. Era el barco en el que Kara había zarpado
rumbo a Krypton.
Parte 7 1/5

La fortaleza no tenía un gran muelle donde amarrar los barcos. Solo tenía pequeñas pasarelas
con amarres para botes y pequeños barcos que comunicaban con las cuatro puertas en las
murallas.

Lena y sus hijos junto con Alex, Kelly y su hijo esperaban en el muelle principal a que Kara
desembarcara. El barco de la rubia se había parado a algo de distancia de la fortaleza y un
bote se había desprendido de él y venía en su dirección. Era media tarde a principios de
primavera. El calor en la capital volvía a renacer y el mar volvía a ser pacífico después del
invierno.

La morena podía distinguir la cabellera rubia a lo lejos. Hacía catorce años que no la veía.
¿Habría cambiado mucho? ¿Continuaría siendo la idiota de siempre o habría madurado? ¿Se
habría casado? ¿Tendría hijos? Lena no sabía nada de la vida de Kara desde que se fue. La
rubia se aseguró de que eso fuera así.

Ella le había rogado para que no se casara con Kal, pero Lena creía que no tenía más
remedio. Kara llegó a amenazar con contar a todo Thera lo que había pasado con sus padres,
pero la morena aceptó la boda y Kara zarpó en cuanto la noticia se hizo oficial en todo el
reino sin dar más guerra. No se despidió de nadie. Simplemente dejó una nota atrás diciendo
que aquel ya no era su hogar.

Ahora allí estaba Lena esperando la vuelta de la rubia junto a los hijos que había tenido con
Kal: dos chicos. El primero se llamaba Lars, era un alto chico y delgado de trece años, y el
segundo, Levi, de cinco. Ambos habían heredado el pelo oscuro y ojos claros de sus padres,
aunque Levi había heredado el ligero tono marrón de él. ¿Kara sabría de su existencia?

A unos metros de distancia del muelle ya se podía distinguir perfectamente a los pasajeros
del bote. Kara estaba tranquilamente sentada mirando en dirección a la fortaleza. A Lena le
chocó verla con el pelo recogido. Parecía que llevaba una larga trenza que colgaba sobre uno
de sus hombros. Hablaba tranquilamente con los remeros. Entonces dirigió su mirada hacia
ellos, los pasó de largo y volvió a observar la isla como si no hubiera visto a nadie. Parecía
más mayor, más madura que la última vez que la había visto. Bueno, al final habían pasado
catorce años. Seguro que ella parecía mayor también.

Los segundos que tardó Kara en llegar se le hicieron eternos. Empezaron a amarrar el bote de
costado al muelle unos metros delante de su posición, pero la rubia no hizo ademán de
levantarse. Ni tan siquiera los miró. Cuando el bote estuvo perfectamente asegurado, Kara se
levantó. Lena se dio cuenta que hasta parecía que se había vuelto más fuerte. Iba
impecablemente vestida con un uniforme militar. Era oscuro, casi negro, y constaba de una
casaca gruesa decorada con símbolos kryptonianos y unos pantalones a conjunto.

Con agilidad, Kara saltó del bote para poner los pies sobre el muelle. Anduvo hacia ellos,
acercándose a la fortaleza, y los pasó de largo sin siquiera dirigirles una mirada.
- Mamá, ¿qué le pasa a la tía Kara? - preguntó triste el pequeño Levi. Era demasiado joven
para comprender lo que estaba pasando allí.

- Tranquilo, cariño. A veces, tu tía puede ser un poco así. - le consoló Lena poniéndose de
rodillas a su altura. - No te preocupes. Vamos a volver a casa, ¿vale?

El pequeño solo asintió.

Lena lo envolvió con sus brazos y lo levantó con ella. Se puso en marcha en dirección al
palacio real. Kara ya no estaba cerca. Realmente, se había dado prisa para perderlos de vista.
Lars los seguía serio sin decir nada. Detrás, iban Alex y su familia.

Llegaron al palacio, cruzaron toda la planta principal hasta los grandes jardines traseros
donde dejó el niño en el suelo.

- Lars, ¿te podrás encargar de tu hermano mientras hablo con vuestra tía Kara? - le preguntó
Lena girándose hacia el muchacho. Prácticamente estaba a punto de igualar la altura de su
madre pese a ser tan joven. Había crecido mucho el último año.

- De acuerdo, mamá. Pero, ¿vas a tardar mucho? - preguntó el chico preocupado.

- No lo sé. Sabes cómo son los asuntos del reino. No sé cuánto tiempo querrá dedicarle hoy
vuestra tía. - le respondió acariciando el pelo del mayor.

- ¿No debería estar yo entonces? Como papá ya no está… - dijo el muchacho. Las lágrimas
empezaron a escaparse de sus ojos.

Lena paró en seco y lo abrazó.

- Lo que necesitas ahora es descansar. - lo consoló Lena. - No te preocupes por estas cosas.
Aún es demasiado pronto para ti.

El chico se abrazó a ella con fuerza y lo oyó sollozar contra su cuello.

- Vamos, cariño. Te dejo al mando. - dijo Lena separándose de él y emprendiendo el paso de


nuevo.

Se cruzó con las otras dos mujeres en la entrada del edificio. Alex y Kelly se ofrecieron a
cuidar de ellos mientras ella iba a hablar con Kara.

- ¿Seguro que quieres ir sola? - le preguntó Alex preocupada.

- Es mi deber como reina, Alex. Iré a ver dónde se ha metido. - contestó decidida.

- Suerte. - le deseó Kelly con una media sonrisa.

- Gracias. - respondió Lena imitando el gesto.

No fue difícil de encontrar la rubia. Solo con preguntar a un par de trabajadores de la


fortaleza descubrió que había ido directa al despacho del rey. Cuando entró, se la encontró
tranquilamente sentada en la mesa de Kal.

- Hubiera estado bien que, como mínimo, te hubieras presentado a tus sobrinos. - le recriminó
Lena. - Estaban ansiosos por conocer a su tía y más después de lo que ha pasado.

- Lena, no me vengas con estas tonterías a estas alturas. - respondió Kara con desprecio.

- ¿Tonterías? Esos niños acaban de perder a su padre y tú no has tenido ni la dignidad de ir a


su entierro. Has pasado por nuestro lado como si nada. ¿Cómo has podido?

- Si fuera por mí, no hubiera vuelto a pisar esta isla, Lena. - respondió Kara apoyándose con
tranquilidad contra el respaldo de su silla. -Pero Krypton considera que debe haber un
kryptoniano en el trono hasta que uno de esos mocosos sea lo suficientemente mayor. No me
interesa saber ni sus nombres. En cuanto pueda, no me vais a volver a ver el pelo.

- Así que esa es tu postura. - murmuró Lena cruzándose de brazos. Eso le había dolido.

- Gobernaré Thera el tiempo que deba. Es una pena que el barco de los Lane en el que viajaba
Kal se hundiera en el fondo del mar. Pero hay mucho trabajo que hacer. Espero contar con tu
perfecta colaboración. - pronunció Kara con una mueca perversa en el rostro. - Quiero que
convoques una reunión del consejo para dentro de una hora y que avises a los miembros que
después me querré reunir con ellos uno por uno.

- No soy tu secretaria, Kara. No puedes darme órdenes. - respondió Lena sin moverse de
sitio.

Kara se levantó de la silla y se acercó como un depredador acechando a su presa. Seguía


teniendo esa expresión en el rostro. Lena tuvo que frenar el impulso de retroceder ante el
avance de la rubia.

- Oh, Lena. Sí tienes que obedecerme. - sonrió Kara. - A partir de ahora, yo mandó aquí. A
partir de ahora, vas cumplir cualquier cosa que te ordene. ¿Sabes por qué, Lena? - dijo
invadiendo el espacio de la morena que no quiso ceder ante la rubia amenazante. - Estoy aquí
en nombre de Krypton y dudo mucho que quieras desobedecerles, ¿verdad? Ahora yo
gobierno Thera y tú vas a actuar en consecuencia. ¿No querrás empezar una guerra que no
puedes ganar? Piensa en tus pobres hijos. - se mofó Kara separándose de nuevo. - Avisa al
consejo. Ahora, Lena. - le ordenó volviéndose a sentar en la silla.

Lena solo asintió y dio media vuelta. En la puerta se cruzó con otra rubia alta que entraba al
despacho. Esa mujer iba vestida con el mismo uniforme que el que llevaba Kara. Lena se
aseguró cerrar bien la puerta cuando salió. No quería saber nada de ningún kryptoniano.

- Eso ha sido divertido. - rio Nyssa-Vex una vez estuvieron a solas ella y Kara. - Pero, ¿no
crees que ha sido un poco excesivo amenazar a tu futuro rey?

- Es una Luthor. Solo entran en razón con amenazas. - respondió tranquilamente Kara
acomodándose en la silla. - ¿Ya te has situado?
- No, Kara. Claro que no. - se mofó Nyssa. - Acabamos de llegar. Aunque veo que tú sí. No
hay nada como estar en casa, ¿no?

Kara bufó.

- Créeme cuando te digo que estoy deseando irme. - se quejó.

- ¿Va a ser esa mi mesa? - preguntó Nyssa divertida paseándose por la sala hasta otra mesa
que había allí.

El despacho del rey estaba situado en el primer piso del edificio de oficinas de la fortaleza.
Sus grandes puertas se abrían a una terraza con el patio central a sus pies. Dentro, en la pared
contraria a la de la entrada, había una gran ventana que prácticamente ocupaba toda la pared.
Por allí entraba una gran cantidad de luz que iluminaba la estancia. Justo delante de la puerta,
estaba la gran mesa del rey, la que hasta ese momento había sido de Kal-El. Unos metros a su
derecha, había una más discreta arrinconada. Kara no recordaba que estuviera allí la última
vez. De hecho, juraría que la mesa del rey estaba completamente centrada en la sala, en vez
de echada a un lado. Supuso que habrían hecho espacio para la otra. Las paredes del interior
tenían ese color amarillento que dominaba en la fortaleza y había diferentes frescos azulados
que decoraban todas las paredes.

- No, Nyssa. - le respondió Kara. - Tú vas a estar en la planta baja.

- Vaya, me vas a abandonar en estas tierras salvajes. ¿Qué va a ser de mí? - bromeó la otra
rubia.

- Creo que deberían estar más asustados los theranos de ti que tú, de ellos. - se rio Kara.

- Eso no te lo voy a negar. - rio de acuerdo con la otra. - ¿Empezaremos pronto? - preguntó
ahora seria Nyssa.

- Sí, tenemos una reunión en una hora.

*/*/*/*

Kara se sentó ocupando el lugar del rey presidiendo la mesa del consejo. Nyssa se puso
detrás de ella a un lado. Lena se sentó en el extremo opuesto de la mesa, presidiéndola
también. El resto de miembros del consejo, incluida su hermana, se sentaron a los lados.
William se sentó justo a su derecha, el lugar que solía ocupar la mano derecha del rey. Ese rol
pasó a ocuparlo el moreno cuando ella se fue. El hombre vestía cubierto de oro, como solía
hacer cualquier Voz de Rao. Kara pensó divertida que con un poco más de brillo encima y
conseguiría deslumbrar a todos los presentes.

- Bien, como todos sabréis, Krypton me ha mandado aquí para que tome las riendas de Thera
mientras alguno de los hijos de Kal es lo suficientemente mayor. Eso quiere decir que a partir
de ahora mis poderes pasan a ser los mismo que tenía Kal. A efectos prácticos, mis
decisiones son las decisiones de un rey de Thera de pleno derecho.

- ¿Y Lena qué? Ella sigue siendo la reina. - se quejó Alex.


- Lena era la reina consorte hasta que mi primo murió. Ni te atrevas a compararlo. - gruñó
Kara enfadada. - Krypton me ha asignado para ocupar este papel. ¿Alguien que quiera
oponerse a ello?

- Queremos pruebas. - intervino William. - ¿No esperaras que aceptemos, así como así, tu
llegada después de tantos años y que te dejemos tomar el poder?

- Claro. ¿Nyssa? - llamó Kara a su compañera. - Os la presentó. Es hija de Daron-Vex, creo


que todos lo recordareis. Está aquí para ayudarme con los trámites.

Nyssa ofreció un documento a William. Este lo leyó en voz alta delante de toda la sala.
Básicamente, decía que, vistas las circunstancias, Krypton insistía en recomendar que Kara
tomara el trono de forma provisional hasta que un heredero estuviera listo. En otras palabras,
Krypton ordenaba que Kara pasara a gobernar.

- Bien, superado este escollo, tengo que decir que, pese a esperar que mi estada aquí sea
corta, tengo muchos planes previstos. Kal dejó un país al borde de la ruina y el caos. Las
mafias han tomado la capital, los grupos radicales campan a sus anchas y la corona está
prácticamente arruinada. Esto va a acabarse. Esta tarde me voy a reunir con cada uno de
vosotros, por separado, para deciros lo que espero de vosotros. También me gustaría añadir
que también voy a tomar las riendas de la educación de los hijos de Kal. A partir de ahora, yo
decido qué van a estudiar y con quién.

- No tienes ningún derecho sobre mis hijos, Kara. - intervino Lena poniéndose en pie y
golpeando la mesa con sus manos.

- Uno de ellos va a ser el próximo rey de Thera, Lena. - respondió Kara manteniéndose
tranquila en su sitio. - Van a ser educados como es necesario para que cumplen correctamente
con su rol como un rey de Thera leal a Krypton. ¿Queda claro?

- No lo voy a permitir. - gruñó la morena.

- No tienes ningún poder para evitarlo, Lena. Deja de ponerte en ridículo. - respondió Kara
sin alterarse todavía.

El resto de los presentes bajó la cabeza. Nadie iba a ayudar a Lena. La morena se rindió y
volvió a sentarse en silencio vencida.

- Como veis, tenemos mucha faena por delante. Por eso, a partir de ahora, a primera hora,
tendremos reunión del consejo cada día sin excepciones. Y, varios días a la semana, también
por la tarde. - anunció Kara.

*/*/*/*

Lena y Alex estaban juntas en el edificio de la biblioteca y los talleres en un balcón del
primer piso mirando preocupadas en dirección a las puertas del ahora despacho de Kara. Lena
estaba apoyada con las manos contra la baranda de madera rojiza mientras, la Danvers había
dejado caer su peso contra una columna.
- ¿Cuántos van? - preguntó Lena derrotada.

- De momento, van cuatro de diez. Kara está haciendo una buena limpieza del consejo. Me
gustaría saber que hay en esa cabeza estúpida.

- No lo sé, Alex. - suspiró Lena.

- Ahí va el quinto. - dijo Alex cuando vio salir a un hombre del despacho llorando. - Se tiene
que decir que tiene estilo despidiendo gente. Van tres lloros, un puñetazo a la pared y un
desmayo. Apuesto lo que quieras a que esa mano está rota ahora.

- Los entiendo. Te aseguro que no quieres hablar a solas con esta Kara. Ha sido perturbador.

- Tan mal, ¿eh?

*/*/*/*

Fue el turno de William. El moreno entró temeroso al despacho. Kara estaba sentada en el
sitio de Kal tranquila. Nyssa se había sentado encima de la mesa secundaria de la habitación.

- Majestad. - la saludó William haciendo una reverencia.

- No hacen falta estos formalismos, William, a estas alturas. - lo saludó alegre Kara.

- Solo sigo el código, majestad. - le respondió el hombre sorprendido por su cambio de


actitud.

- Déjate de códigos. Tú y yo hemos compartido suficiente para olvidarlos. ¿Cuántos años


llevas siendo la mano derecha del rey?

- Catorce años, Kara. Cuando por desgracia nos dejaste, Kal me pidió que ocupara tu lugar. -
explicó tímido, casi pidiendo perdón.

- Ya veo. ¿Y cómo te has visto en este rol desde entonces?

- He intentado dar lo mejor de mí cada día de cada año. - aseguró.

- Estoy segura de eso. - sonrió Kara. - Al final, sabes bien que eres de las pocas personas en
la que puedo confiar en este lugar.

- Me siento honrado de que me digas eso, Kara. - respondió con alivio.

- Mi plan es que continúes siendo la mano derecha de lo que sea que se pueda llamar lo que
soy ahora mismo. ¿Reina en funciones, Nyssa?

- Sí, yo lo llamaría así. - respondió la otra rubia que estaba atenta a toda la interacción.

- Bien, ¿qué te parece ser la mano derecha de la reina en funciones, William? - le ofreció
Kara.

- Estaría encantado, Kara. Daré lo mejor de mí. - le prometió.


- Eso me gusta oír. Quiero que traslades tu despacho a este. Te quiero cerca. Tenemos mucho
trabajo por hacer. Esa será tu mesa. - anunció Kara señalando el lugar donde Nyssa estaba
sentada.

- Pero esa es la mesa de Lena. - explicó él.

- No te preocupes. Ya le daré yo la noticia. Mañana quiero reunirme contigo antes de la


reunión de consejo. ¿Bien?

- Por supuesto. ¿Quieres algo más?

- No, William, gracias. Puedes irte. Y, por favor, pide a mi hermana que entre.

El moreno asintió y, después de dar una reverencia, se fue. Estando solas otra vez, Nyssa se
levantó y se acercó a Kara.

- ¿Quieres que os deje solas para esta reunión? - le preguntó divertida Nyssa.

- No, prefiero que estés aquí presente. Nos va a ahorrar mucho tiempo. - respondió Kara seria
sin despegar los ojos de la puerta.

Kara se sorprendió por ver a alguien entrando tan segura a su despacho. Todos los del consejo
habían entrado asustados como animales al matadero. Parecía que su hermana estaba muy
segura de enfrentarse a ella.

- Hola, Kara. Cuánto tiempo. - la saludó Alex cuadrándose delante de Kara.

- Bastante, no te lo voy a negar. - respondió Kara con una sonrisa. Se levantó a coger una
jarra que había encima de algún mueble junto a unos vasos. Se sirvió y dio un pequeño trago.
Era vino del norte. - Veo que al final sí que te casaste con Kelly. Hasta tenéis un hijo. - dijo
Kara girándose en dirección a Alex y apoyándose en el mueble. - Supongo que no sabe lo que
pasó en Gimina con Sam.

- Sí que lo sabe, Kara. Ahórrate las amenazas. - le contestó a la defensiva Alex. - Y sí, estoy
casada con ella y tenemos a nuestro fantástico hijo llamado James. Todo esto lo sabrías si te
hubieras dignado a venir en algún momento. - respondió Alex cargada de rencor.

- Estaba ocupada, Alex. - contestó Kara encogiéndose de hombros.

- ¿Tan ocupada estabas como para no venir a la boda de tu hermana? - preguntó Alex
indignada.

- El ritmo de Krypton es absorbente. Todo es muy distinto allí. - respondió Kara mirando
pensativa por la ventana de su ahora despacho. - De hecho, por eso te he hecho llamar. -
explicó Kara dando otro trago.

La rubia había olvidado lo bueno que estaba el vino therano.

- ¿Me vas a echar a mí también?


- No, Alex. - negó Kara. Devolvió el vaso vacío a su sitio original. - Al final, no creo que
haya alguien más competente en toda Thera que tú para cuidar de los ejércitos. Sin embargo,
Nyssa tomará el mando de forma provisional. Tenemos un ejército de la edad de piedra. Es
necesario modernizarlo. Mientras esto suceda, tú superior directa será ella. - dijo señalando a
la aludida que seguía de pie al lado de la mesa de la nueva gobernante de Thera.

- ¿Es necesario que una kryptoniana tome el mando de los ejércitos theranos? - se quejó Alex.

- Sí, para este proyecto, lo es, Alex. - contestó serena Kara. - Ella tiene los conocimientos que
tú nunca has estado cerca de tener. Así que espero de ti una obediencia plena.

- ¿Y si me niego? - respondió Alex cruzándose de brazos.

- Entonces quizá Nyssa se quedará para siempre al mando de los ejércitos. ¿Qué te parece? -
preguntó Kara divertida a la otra rubia.

- Pues que tengo mejores lugares donde estar, Kara. - respondió burlona. - Pero supongo que
por Krypton podría hacer ese sacrificio.

- ¿Alex? - insistió Kara.

Alex se la quedó mirando unos instantes enfadada.

- Está bien. Obedeceré a Nyssa. - cedió Alex.

- Bien. A partir de mañana, se instalará en tu despacho. Ordena que lo preparen todo.

- A sus órdenes, majestad. - respondió secamente Alex. - ¿Sabes? Tenía previsto proponerte
de cenar esta noche en familia después de tanto tiempo. Supongo que eso está fuera de la
mesa, ¿no?

- Me espera una noche de trabajo muy larga, Alex. - bufó Kara volviéndose a su sitio.

La Danvers hizo una reverencia y se fue dejando a las dos rubias solas.

- ¿Por qué no vas con ella y te aseguras que no haga nada raro? - dijo Kara viendo como Alex
abandonaba enfadada la sala.

- ¿Quieres que te deje sola con la Luthor? - rio Nyssa.

- Puedo con ella, tranquila. Prefiero asegurarme que la general de los ejércitos no haga nada
raro. - respondió con suficiencia.

- ¿La misma que has rechazado porque prefieres pasar la noche en la taberna? - rio Nyssa. -
El amor entre hermanas ha brillado por su ausencia.

- Los lazos se rompen después de tanto tiempo. Ve a echarle un ojo, Nyssa. - ordenó Kara
mientras se levantaba para volver a llenar el vaso.

- Bien, como veas. ¿Nos vemos mañana, entonces?


- Sí, hasta mañana. - la despidió Kara después de beberse de un trago el vaso. Se quedó unos
instantes sola en el despacho. Volvió a su mesa. Cuando casi estaba llegando, Lena entró.
Claramente, había entrado con la misma actitud de Alex. Incluso, podía percibir la furia
saliendo de ella a metros de distancia. La morena cerró la puerta de un golpe y se acercó a su
mesa. La reunión del Consejo había sido una humillación.

Kara se sentó en el que ahora era su sitio. Lena cogió otra silla y se sentó en el lado opuesto
de la mesa de cara a la rubia.

- ¿Quieres regodearte más en tu poder, Kara? Prácticamente, no has dejado enfriar el cuerpo
de tu primo para tomar el poder. - le echó en cara.

- No vengas con estos dramatismos, Lena. Tengo mucho trabajo por hacer. - bufó casi
riéndose Kara.

- Ya somos dos.

- Aquí te equivocas, Lena. Quedas relegada de todas las funciones que Kal te asignó como
reina. A partir de ahora, volverás a ser simplemente el enlace entre Lex y la Corona. - dijo
Kara con media sonrisa. Se quedó unos instantes en silencio y luego volvió a Hablar. -
Bueno, como muestra de buena voluntad, si quieres, también te puedes encargar de los cultos
de los antiguos dioses. Me da igual. Haz lo que quieras.

- Lex no lo aceptará. El trato de paz era que como reina tuviera ciertas funciones, Kara. - se
defendió la morena.

- Me da igual lo que diga tu hermano, Lena. Si quiere guerra, lo aplastaremos sin problema.
Verás, la diferencia entre Kal y yo es que yo cuento con todo el apoyo de Krypton. Si tengo
que traer su ejército hasta aquí para aplastar a tu hermano, lo voy a hacer.

- ¿Vas a ser como Jor-El? - preguntó Lena furiosa. Podía notar que de la rabia acumulada
estaba a punto de ponerse a llorar allí mismo.

- Jor-El era un cobarde corrupto. Kal-El solo fue un cobarde. Sabes tan bien como yo que esa
rama de la Casa de El nunca debió estar en el trono. - explicó Kara tranquilamente cosa que
frustraba todavía más a Lena. La rubia estaba actuando como si nada mientras la humillaba
una vez tras otra.

- ¿Así que va sobre esto todo lo que estás montando? ¿Quieres reclamar tu lugar en el trono?

- Mi intención es cuidar de Thera. Siempre lo ha sido y siempre lo será, Lena. Y haré lo que
sea necesario para conseguirlo.

- Lex no lo va a aceptar.

- ¡Suficiente! - gritó Kara mostrando la primera emoción real desde que había llegado. - He
intentado hacer las cosas por las buenas, Lena. He estado leyendo el estado de las mafias del
norte. ¿Has visto lo que tu gente está haciendo aquí? Dime, ¿lo estás haciendo aposta o es que
sigues tan desesperada por complacer a tu hermano como siempre?
- No sé a qué te refieres.

- Lo sabes perfectamente. - respondió Kara notando como poco a poco el enfado que había
estado conteniendo empezaba a explotar. - Desde que nos conocemos no has hecho más que
buscar cumplir con las expectativas de Lex: traicionarme para infiltrarlos en la fortaleza,
aceptar este matrimonio... Respóndeme a algo. ¿Cuántas veces te has enfrentado a él? ¿Una?
¿Cuándo te diste cuenta que tu padre era igual que Jor-El? Siempre has estado buscando su
aprobación. Y tu hermano te ha usado para conseguir poder en el sur y es algo que no voy a
tolerar. Tu ineptitud para frenarlos ha sido lo que me ha motivado a quitarte tus funciones. Tu
hermano se ha estado riendo en vuestra cara y Kal y tú lo habéis permitido. Esto se acaba
hoy.

- No es justo lo que estás diciendo, Kara. - se quejó Lena bajando el tono. Eso había sido un
golpe bajo. - Kal y yo nos hemos dejado la piel para mantener la paz.

- Lo que digas. - contestó con desdén Kara relajándose otra vez. - Por cierto, también pienso
instalarme a vivir en el palacio real de la fortaleza. Deberías organizar todo para que tus hijos
duerman en la misma ala que tú y yo me iré a la de los herederos.

- Si te hubieras molestado en leer mis cartas, sabrías que así ya no se reparte el palacio real.

- ¿Y cómo lo hace? - preguntó Kara confundida.

- Kal y yo teníamos un ala propia para cada uno. Nuestros hijos viven en la parte baja del
palacio.

- ¿Kal y tú no compartíais el ala de los reyes? - preguntó Kara sorprendida.

El palacio real de la fortaleza era un edificio decorado como el resto de la fortaleza, paredes
ocres y cenefas rojas y azules decorando los alfeizares. También tenía las típicas pasarelas
abiertas al exterior o terrazas protegidas por columnas de madera roja. Lo que hacía especial
a ese edificio es que las dos primeras plantas eran un conjunto uniforme, pero, a partir del
segundo piso, el edificio se dividía en dos. Desde el exterior, parecían dos torres diferentes
separadas por un par de metros. Un ala era la que estaba reservada a los reyes y la otra, a los
hijos. Al menos así había sido antes de que la rubia se fuera. Por eso, Kara se había
sorprendido al saber que Kal y Lena no compartían ala.

- Kal se quedó con esa parte. Como te he dicho, si hubieras leído mis car…

- Lena, basta. Quemé cada una de las cartas que me enviaste. - la interrumpió Kara
bruscamente. La rubia suspiró y respondió más tranquila. - Bueno, esta nueva distribución me
va a facilitar mucho las cosas. Me instalaré en el ala de Kal. Mandaré que coloquen mis cosas
allí.

- Déjame antes quitar las de Kal. Por lo menos, demuestra este respeto por tu primo.

- ¿Cuándo estarán fuera?

- Por la noche ya podrás entrar las tuyas.


- Perfecto.

- ¿Tenemos que contar contigo para las comidas también?

- Por supuesto que no. No tengo ningún interés en mezclarme con tu familia.

- Son tus sobrinos. Ni los has mirado a la cara.

- Técnicamente, no lo son. Solo son los hijos de mi primo.

- Era como un hermano para ti. Tú me lo llegaste a decir.

- Lena, esos niños solo son mocosos a los que tengo que, por desgracia, tutelar. Lo que me
lleva al siguiente punto. Toma. - dijo Kara pasándole unos papeles que Lena agarró. - A partir
de ahora, esta será la rutina que llevaran a cabo. A parte de los maestros que tenían hasta
ahora, he traído conmigo a Dev-Em. Él se encargará de las franjas que he señalado. Serán
clases sobre historia y otros temas relacionados con Krypton. Ellos están muy interesados en
que reciban una educación adecuada.

- Es decir, está interesado en que sean siervos leales. - dijo Lena sin separar sus ojos de los
documentos mientras los analizaba.

- Llámalo como quieras. - contestó la rubia sin más.

- ¿Y cuándo voy a ver a mis hijos, Kara? - se quejó mirándola. Según los papeles que tenía
entre las manos, los dos empezarían las clases poco después del amanecer y las acabarían
entrada la noche. Hasta tenían las franjas de descanso y comida comprimidas para poder
asistir a más lecciones.

- Quizá puedes conseguir alargar la hora de cenar hasta los quince minutos. Yo no lo haría
mucho más largo. Tienen que levantarse muy temprano cada día. - se mofó Kara.

- Acaban de perder a su padre. ¿De verdad, vas a separarlos de su madre? - respondió


incrédula.

- Lena, te lo he dicho. No creo que seas lo suficientemente buena como reina, imagínate para
criar al próximo rey. Este será su nuevo horario. No van a faltar a ninguna de las clases.
¿Queda claro? - preguntó Kara, pero la morena no le contestaba. - Lena, ¿queda claro?

- Eres peor que la Kara que quemó Gimina. - le escupió.

- Si tú lo dices. - respondió encogiéndose de hombros. - En mi defensa diré que no tengo


previsto destruir nada. De hecho, estoy aquí para hacer crecer Thera como nunca lo ha hecho.

- Espero que no tardes mucho en toparte de frente con la realidad.

Kara se echó a reir.

- Tranquila, soy muy consciente de cuál es la realidad.


*/*/*/*

Cuando Lena llegó al palacio real ya era de noche. Alex y Kelly estaban allí cuidando de los
tres pequeños que jugaban en el jardín. Las dos mayores estaban sentadas en unos bancos
hablando. Alex tenía cara de que su reunión con Kara había ido igual que la suya.

- ¿Qué tal? - preguntó Kelly cuando llegó a su lado.

- Me ha destituido de todos mis cargos. Tengo las mismas funciones que cuando me instalé
aquí después de la guerra. - respondió Lena dejándose caer al lado de ellas. - ¿Tú, Alex?

- Ha colocado a la arpía que se ha traído al mando de los ejércitos. Ahora es mi superior


directa. - bufó Alex enfadada. - ¿Tú estás bien, Lena? - preguntó preocupada.

- Supongo. No esperaba que nuestro reencuentro fuera a ser así, Alex. - suspiró Lena.

- Yo tampoco. - asintió la Danvers.

Las dos bajaron tristes las cabezas.

- ¿Por qué no vamos a dentro y cenamos con calma? - propuso Kelly para intentar animarlas.

- ¿Podéis ir tirando vosotros? Tengo que hablar con Lars y Levi. - les pidió Lena enseñando
los papeles que Kara le había dado en su reunión.

Ambas asintieron y se llevaron al pequeño James hacia dentro. La Luthor llamó a sus dos
hijos. Levi se sentó en su falda, mientras Lars se sentó a su lado en el banco.

- ¿Tan mal ha ido con la tía? - preguntó Lars serio.

- Vuestra tía ha venido a cuidar del reino. Quizá sus métodos no están siendo los más
adecuados. Me gustaría deciros que, después de pasar tanto tiempo con ella al final de la
guerra, estoy convencida de que va a recapacitar. Pero, mientras tanto, está tomando
decisiones que puede que no nos gusten. A partir de mañana, vais a empezar una nueva
rutina. Ha traído un profesor con ella de Krypton que pasará a daros clases también. Toma,
Lars. Este es el tuyo. - dijo ofreciéndole un papel.

El chico lo cogió y empezó a leerlo.

- Pero, mamá. ¿Dónde está el tiempo libre? - se quejó el muchacho.

- Ya hablaré con ella para convencerla de que os deje tiempo para descansar. - lo intentó
consolar acariciando el cabello negro del mayor.

- ¿Y yo mamá? Déjame mirarlo. - dijo inquieto Levi saltando en su regazo señalando el papel
que todavía tenía en sus manos.

- Toma, tranquilo. - rio Lena ofreciéndole el suyo.

- ¿Qué significa esto? - preguntó inocente el más pequeño.


Lena se dedicó a explicarle parte por parte lo que ponía en el papel, mientras Lars se leía el
suyo.

- Hay otra cosa que os tengo que contar. Ella va a estar viviendo en el ala de vuestro padre. Si
no me equivoco, ya habrán acabado con el traslado.

- ¿A partir de ahora viviremos con la tía? ¿Podremos jugar con ella? - preguntó Levi
ilusionado.

- Vuestra tía va a pasar mucho tiempo trabajando. No va tener tiempo, cariño. Ella va a vivir
en el mismo edificio, pero casi no la vais a poder ver.

- Pues para eso podría irse al antiguo palacio y dejarnos en paz. - gruñó Lars enfadado. - Es
que no entiendo que pinta aquí.

- Lars, ya lo entenderás cuando seas mayor.

- No, mamá. Se supone que voy a ser el rey y no hacéis más que decirme que cuando me
haga mayor ya lo entenderé.

- Si quieres hablamos, luego. Ahora es hora de la cena, ¿de acuerdo? - ordenó Lena ahora
más seria.

El chico bajó la cabeza y asintió.

- Supongo que la tía Kara no estará, ¿no? - preguntó Lars.

- Lo más seguro es que no esté en ninguna, hijo.

*/*/*/*

Hacía horas que se había hecho de noche cuando Kara logró acabar con la faena de ese día.
Instalarse en Thera le iba a tomar más tiempo de lo que esperaba. Menos mal que había
estado leyendo informes en su camino de vuelta desde Daxam.

La rubia había vuelto a pisar Thera después de nueve años viviendo en Krypton y cinco en
Daxam. No iba a negar que le dejaba un regusto amargo volver a estar en la fortaleza. Así
que decidió ir a un lugar donde sabía que iba a alegrarse su ánimo.

Kara volvía a recorrer ese camino después de tantos años. La ciudad parecía y no parecía la
misma. Las calles eran las mismas, pero algunos viejos edificios ya no estaban y su lugar
estaba ocupado por otros nuevos. Esperaba que Kandor todavía estuviera abierto.

La rubia giró la última esquina y ahí estaba la taberna. Tal y como la recordaba, aunque el
cartel estaba algo más desgastado y envejecido. Dentro, el lugar olía a antro cerrado y estaba
abarrotado de gente. Había unos músicos tocando alguna música extraña en el escenario. Se
acercó a la barra para ver si lograba encontrar a Barry. Allí se encontró con una mujer morena
sirviendo la bebida estresada.
Kara se acercó hasta ella y le pidió una jarra de cerveza que no tardó en recibir. Ella ni se dio
cuenta de con quien estaba hablando de tan ocupada que estaba. La rubia le agarró del brazo
para pararla y llamar su atención. La morena se giró dispuesta a golpearla. Fue entonces
cuando la mujer se fijó en ella. Kara casi se pone a reír de la mandíbula desencajada por la
sorpresa de la mujer.

- ¿Por casualidad no estará Barry? - preguntó Kara divertida.

- Ahora lo llamo. - dijo la mujer desapareciendo de la barra.

Kara asintió y le dio un trago a su jarra divertida. Barry no tardó en llegar. La recibió con
calidez. Se dieron un abrazo y se colocó con una jarra a su lado. Se pusieron a charlar
tranquilamente mientras bebían.

- Parece que el negocio va bien. - dijo Kara mirando el lugar.

- No me puedo quejar la verdad. - respondió él encogiendo los hombros. - Los norteños son
aficionados a las peleas ilegales y el alcohol. Llenan el negocio. Algo positivo tendrá que
estén invadiendo la capital.

- Así que sigues con las peleas, ¿eh? - rio Kara.

- ¿Te has vuelto legal, Kara? ¿Me las vas a cerrar? - preguntó asustado Barry.

- Nada más lejos de mi intención. - respondió Kara. Echó un vistazo a su jarra que ya estaba
vacía. - ¿Cómo se llama? - preguntó señalando a la chica de la barra.

- Iris, es mi esposa.

- Iris, ponme otra. - le pidió Kara. La morena se acercó y le llenó el vaso en su mano. -
Gracias. De hecho, he venido a hacerte una propuesta. ¿Tienes algún hueco esta noche para
otro luchador?

- Bueno, podría programar otro combate. ¿Por qué? ¿Te has traído un luchador de donde sea
que vengas? - dijo sorprendido.

- Quiero pelear, Barry. - explicó la rubia.

El moreno explotó en risas. Kara lo miraba seria con una ceja alzada mientras daba otro
trago.

- Vamos, Kara. No puedes estar hablando en serio. - decía incrédulo.

- ¿Por qué no?

- Porque eres, bueno, eras la princesa. Unas peleas ilegales no son tu sitio.

- Barry, te prometo que no serán ni las primeras, ni las segundas, ni las terceras peleas en las
que me meta. Déjame pelear. - insistió la rubia totalmente seria.
- Kara… - dijo el hombre algo inseguro.

- Si quieres, te lo puedo ordenar. - le dijo encogiéndose de hombros.

- No hace falta. - suspiró Barry. - Solo me preocupo por ti. Además, ya llevas dos jarras
encima. - dijo señalando la jarra vacía en la mano de Kara.

- Me caben un par más te lo aseguro. Y más te vale apostar por mí. - rio.

Barry al final se fue a trabajar dejándola sola, mientras ella continuaba bebiendo.

Cuando fue la hora, los músicos abandonaron el escenario. Subieron los dos primeros
luchadores. Toda la multitud de la taberna, que había crecido todavía más desde que Kara
estaba allí, se volcó sobre el escenario. No fue una pelea excesivamente interesante para ella.
Había visto suficientes para no dejarse deslumbrar. Tampoco fue excesivamente larga. El
mismo nivel tuvieron la segunda y la tercera, aunque en estas el ganador tardó más en
noquear a sus adversarios.

Llegó su turno. Como mínimo se había bebido cuatro jarras de cerveza. La cabeza empezaba
a zumbarle y veía nublado. Llegó hasta el escenario. Se quitó la elaborada e incómoda casaca
que tenía que llevar por los códigos de Krypton y se quedó con una fina camisa blanca. Llegó
la primera al escenario. Estaba ansiosa por soltar los primeros golpes. Una mujer apareció al
otro lado. Kara pudo distinguir en la neblina como tenía el cuerpo cubierto de cicatrices y
marcas de peleas. Esa mujer tendría experiencia. Bien, esperaba entretenerse esa noche y esa
mujer podía darle una buena distracción.

Nada más lejos de la realidad. Kara acabó decepcionada. En un par de minutos, la otra estaba
inconsciente en el suelo. Tenía que decir a Barry que necesitaba mejorar el nivel. Quizá ella
le podía dar contactos.

*/*/*/*

Lena se sentía insultada otra vez esa mañana. Ayer Kara había hecho una faena excelente
para instalar ese sentimiento dentro de ella. Pero esto ya era el colmo. Entró sin llamar al
despacho real. William y Kara estaban hablando allí dentro.

- Kara, ¿podrías explicarme por qué me acabo de enterar que mi despacho ya no es este? -
Lena se acercó a la mesa donde Kara estaba sentada y golpeó el mueble con las manos. La
rubia, como el día anterior, iba impecablemente vestida como toda una kryptoniana con su
casaca oscura y el pelo recogido en una cola.

- ¿Cómo? - preguntó Kara confundida.

Lena respondió señalando la mesa que ahora era de William.

- Tampoco la necesitas ahora. - respondió encogiendo los hombros. - Es mejor que la ocupe
William. Puedes quedarte con el despacho que te dé la gana de los que han quedado vacíos.

- Podrías haberme avisado ayer. No te venía de dejarme más o menos en ridículo. - gruñó
Lena cruzándose de brazos.
- Tampoco hubieras podido hacer nada al respecto.

Lena se fue tal cual entró enfadada y sin decir nada más. Se cruzó con Alex en la puerta que
entraba al despacho de Kara.

- ¿Qué quieres tú, Alex? - bufó cansada Kara.

- Quiero que reconsideres tu decisión de colocar a Nyssa al frente de los ejércitos.

- Alex, ya te lo he dicho. Si no quieres acatar mis órdenes, ya sabes donde está la puerta.

- Para que se quede a Thera a vuestra merced. No, gracias.

- Pues vuelve al trabajo. - le ordenó. Alex se fue sin despedirse. ¿Por dónde íbamos? -
preguntó Kara al aire. - ¡Ah, sí! Necesito que revises esto. - dijo Kara ofreciéndole unos
documentos a William. - Son proyectos de leyes nuevas.

*/*/*/*

Lena y Alex habían parado de trabajar para comer juntas. Estaban en el nuevo despacho de la
primera. Se había apropiado del despacho de uno de los consejeros que la rubia había echado.
Era el que estaba más cerca del despacho de la Danvers lo que les permitía verse más.
Normalmente, Lena aprovechaba ese rato para comer con sus hijos, pero, con los nuevos
horarios de Kara, eso ya no era posible.

- ¿Cómo ha ido tu mañana? - preguntó Lena algo mustia.

- Horrible, esa mujer es insoportable. - se quejó desesperada Alex. - No para de despreciarnos


de forma constante y de reírse de nuestros métodos. Te juro que la mataría.

- No lo digas muy alto o Kara te condenará por traición. - se mofó Lena. - ¿Tú también lo has
notado?

Alex asintió.

- Todo lo que dice y habla es como si Krypton fuera lo mejor del mundo. Los años allí la han
vuelto uno de ellos.

- Dice que está aquí para hacer crecer a Thera. - respondió Lena encogiéndose de hombros.

- Claro, tienes que engordar la vaca antes de matarla. Y lo del ejército, tendrías que verlo.
Quieren cambiarlo completamente. Se dice que Krypton está a punto de entrar en guerra con
Apokolips. No me extrañaría que quieran usar a theranos de carnada. Deberíamos hablar con
Kara.

- ¿Y qué quieres decirle, Alex? - se quejó Lena.

Pareció que la otra no la estaba escuchando porque dejó la comida a un lado y se levantó
decidida.
- Voy a hablar con ella. - respondió Alex saliendo del despacho de Lena.

La Luthor suspiró. No tenía más remedio que seguirla para evitar que las dos hermanas
acabaran a puñetazos. Kara no tenía pinta de estar por la labor de tener esa terapia de
hermanas.

La Danvers entró sin llamar al despacho de Kara seguida de Lena. Estaba sola sentada en su
mesa haciendo faena. No había ni rastro de William o Nyssa.

- ¿Es que no tenéis trabajo? - bufó Kara parando para mirarlas.

- Queremos hablar contigo. - anunció Alex parándose delante de su mesa. Lena se colocó a su
lado.

- Decidme. Soy toda oídos. - sonrió la rubia recostándose en su silla. Otra vez esas dos
pasaban por su despacho. Si que la habían echado de menos…

- No podemos tolerar que hagas y deshagas Thera como te da la gana, Kara. - anunció Alex.

- Estoy haciendo esto por el bien de Thera, Alex. - suspiró la rubia.

- No, lo estás haciendo por el bien de Krypton. No puedes parar de hablar como ellos. Mírate
como vas vestida. Nos miras por encima del hombro como si fuéramos basura. Das más asco
que Daron-Vex cuando llegó exigiendo esclavos.

Kara se levantó hecha una furia encarando a su hermana. Empezaba a perder la paciencia con
cualquiera de las dos. ¿Cómo tenían el descaro de enfrentarse a ella una y otra vez después de
todo lo que habían hecho? No eran nadie para echarle en cara su forma de gobernar.

- No toleraré esa falta de respeto, Alex. - gruñó Kara enfadada. – Por tercera vez en los dos
días que llevo aquí, Alex, si no quieres acatar las órdenes, sabes dónde está la puerta.

- Lo que no quiero acatar son tus intentos por entregar nuestro reino en bandeja de plata a
Krypton.

- ¡Nuestro reino sigue en pie porque yo me he pasado los últimos catorce años dando la cara
ahí fuera! - explotó Kara. - ¿Sabes las horas que he tenido que dedicar a hablar con gente,
conseguir aliados, recuperar los esclavos que Jor-El envió? Es más, ¿sabes la cantidad de
dinero que tuve que ganar de las peores maneras para evitar que Kal hundiera a Thera en la
ruina? ¡Merezco más crédito del que me estáis dando! Te aseguro que evité más de una vez
que Krypton volviera a invadiros. ¿U os pensáis que ellos no están al tanto de lo que está
haciendo Lex y el resto de norteños? Estoy aquí para proteger Thera de quien sea necesario y
preparar al heredero para que sea capaz de hacerlo por sí mismo sin necesitar que le cubran
las espaldas constantemente. Y si todo este numerito es porque os estoy quitando poderes,
déjame iluminarte. No confío en ninguna de las dos. Me habéis traicionado y mentido a la
cara más de una vez. ¿Por qué debería fiarme de que no lo vais a volver a hacer? Os
mantengo en vuestros puestos porque es lo correcto para Thera. Si dependiera de mí, nada
más llegar os habría echado a patadas de la fortaleza. -escupió con rabia Kara. Colocó bien su
ropa y el pelo que se le había desorganizado durante su monólogo. Se sentó con calma otra
vez. Esperó a que alguna de las morenas dijera algo, pero ninguna abrió la boca. Ni tan
siquiera la miraban a la cara. - Volved al trabajo si no tenéis nada más que decir. - las echó.

*/*/*/*

Lena estaba sentada pensativa en la mesa del comedor del palacio real. Sus hijos habían
llegado agotados entrada la noche. Habían cenado un poco y se habían ido a dormir. Nunca
había sido tan fácil ponerlos a descansar.

Ella no había cenado. No tenía hambre. Tenía el estómago cerrado desde la discusión con
Kara. Colocó los codos sobre la mesa y ocultó su cara en sus manos. Fue entonces cuando se
permitió llorar después de días intentando ser fuerte. El estrés acumulado de gobernar, las
presiones de Lex, la muerte de Kal, la llegada de Kara, la impotencia que sentía por lo que la
rubia estaba haciendo… Todo era un caos en su mente.

Oyó las voces de Alex y Kelly acercarse. Se secó rápido las lágrimas e intentó disimular que
estaba llorando. Supo que no lo había conseguido cuando vio las miradas de las otras dos.
Lena también se dio cuenta de que Alex también tenía los ojos llorosos. Las dos se sentaron a
su lado y la rodearon con sus brazos. Alex y ella empezaron a llorar otra vez.

Lena había perdido la noción del tiempo cuando se volvieron a separar. Le dolía la cabeza de
tanto llorar.

- ¿Dónde están los niños? - preguntó Kelly.

- Están durmiendo. Han caído rendidos. Supongo que tengo que empezar a acostumbrarme a
esto. - suspiró Lena. - ¿James?

- Dormido, también. Se ha hecho tarde al final. ¿Ha llegado ya? - preguntó Alex refiriéndose
a Kara.

- No. Ayer también llegó de madrugada. Me dijo que era porque trabajaba hasta tarde. -
explicó Lena encogiéndose de hombros.

- ¿Crees que es cierto? - preguntó Alex algo desconfiada.

- ¿Te refieres a los rumores que llegaron de Daxam? - respondió Lena.

- Sí.

- No lo sé, Alex. No quiero pensar sobre eso. - gimió Lena. Notando que estaba a punto de
llorar otra vez. Se abrazó a Kelly y escondió la cabeza en su cuello.

- ¿Habéis hablado? - preguntó esta vez Kelly.

- No mucho. - suspiró Lena. - Lo justo para decirme que no leyó ni una de las cartas que le
envié. Me ha dicho que las quemaba sin ni siquiera abrirlas.

- Eso explica por qué nunca contestó. - reflexionó Alex pensativa. - ¿Crees que es cierto todo
lo que ha dicho?
- ¿Por qué iba a mentir? La verdad es que las cuentas nunca me cuadraron. Siempre salían
demasiado positivas para ser cierto. Supongo que era Kara la que nos mantenía a flote. ¿Soy
la única que se siente culpable por lo que hicimos, Alex?

- Hicimos lo que creíamos que era lo correcto, Lena. Pero nos equivocamos. Solo somos
culpables de equivocarnos. No te martirices. - la consoló la Danvers.

- Quizá si lo hubiéramos dicho antes, Kara habría sido reina y yo pudiera haber estado con
ella. - murmuró Lena al borde de las lágrimas.

- Y podríamos haber provocado una guerra con el norte. No creo que tu hermano la hubiera
aceptado en el trono.

- No lo sé, Alex. ¿Cómo salió todo tan mal?

- Piensa que por lo menos tienes a tus hijos.

- Lo único bueno que salió de todo esto.

- Disculpen. - las interrumpió un sirviente. - ¿Majestad? - llamó a Lena que seguía con la
cabeza enterrada en el cuello de Kelly. - Ha llegado un paquete para usted y la señora
Danvers.

- Tráelo. - asintió Lena.

El muchacho entró, dejó una caja cerrada sobre la mesa y se fue rápidamente sin decir nada
más. Alex se estiró para agarrarla.

- ¿Qué es? - preguntó Lena saliendo de su escondite con curiosidad.

- A ver, déjame verlo. Qué extraño. - murmuró Kelly.

- ¿Qué pasa? - le preguntó su esposa.

- Nada. Esta mañana, casi de madrugada, ha llegado un bote a la fortaleza con un paquete
similar. Me ha parecido extraño porque los que lo llevaban parecían que se estaba
escondiendo de algo. Ábrelo a ver si vemos qué es. - propuso Kelly.

Alex lo abrió y se encontró con un papel escrito por Kara que les ordenaba a Lena y a ella
estudiarse esos documentos. También les prohibía hablar de ellos con nadie porque era
información confidencial, incluido con ella. Debían fingir que nunca jamás les había dado
esos documentos hasta que ella se lo ordenara. Debajo de esa nota, había un montón de
papeles arrugados en blanco. Los quitaron y llegaron hasta los documentos. El primero era
una nota de una tal Cat Grant. Decía: “Espero que hagas un buen uso de ellos.” Las tres se
miraron interrogantes. No conocían ese nombre.

Inspeccionaron por encima los documentos. Parecían documentos científicos y planos de


máquinas de Krypton.

- ¿Ahora no es capaz de dar la cara para darnos esto? - gruñó Alex.


- Quizá es su manera de pediros perdón. Está confiando en que no se lo contéis a nadie. -
intentó razonar Kelly.

- ¡Me vienen ganas de gritarlo a los cuatro vientos! - gritó Alex.

- No, por favor, Alex. No quiero tener que enfrentarme otra vez a Kara. No mientras esté así.
- suplicó Lena.

- Está bien. - suspiró la Danvers. - ¿Cómo lo hacemos?

- Coge tú la mitad. Yo me encargo de la otra. Cuando acabemos, los intercambiamos.

- De acuerdo.
Parte 7 2/5

En poco más de un par de semanas, Kara había tenido tiempo de reorganizar los impuestos
del reino y las leyes más importantes que regulaban cualquier tipo de actividad económica.
No estaban centradas en ningún negocio en especial. En realidad, las leyes estaban diseñadas
para solapar los negocios de los diferentes gremios. Habían pasado de ser diferentes grupos
perfectamente delimitados a ser grupos con gran libertad de movimientos. Básicamente, de la
noche al día, todos habían pasado a ser la competencia de todos y cualquiera podía meter las
narices en negocios de otros. Explicó al consejo que eran un intento de parar los pies a las
mafias y enfrentarlas entre ellos. También había metido diferentes trampas legales que usaría
cuando fuera el momento adecuado.

A parte, también tuvo tiempo a decretar un censo obligatorio para todo Thera. Todo habitante
debía ser registrado. Contrató a un grupo de gente con su propio dinero y los mandó a
recorrerse todo el territorio menos el norte. La rubia quería reunirse con Edge y Lex antes de
presionarlos con nada.

Esa mañana, Kara y Nyssa se habían reunido a solas antes de la reunión del consejo.

- ¿Qué te parece? De momento, no nos podemos quejar. Todo va sobre ruedas. - dijo Nyssa
desperezándose. Acababa de entregar a Kara unos documentos de los cambios que estaba
realizando en el ejército.

- Eso parece. - respondió Kara mientras los revisaba vestida impecablemente con su uniforme
kryptoniano.

- ¿Esas dos no te han vuelto a molestar? - preguntó curiosa Nyssa.

- Con un poco de suerte, habrán tenido suficiente para una temporada. ¿Tú has detectado que
hayan hecho algo raro? - le preguntó levantando la mirada del papel.

- No. De momento, todo está limpio. ¿Se te ocurre algún otro sitio donde podrían estar
ocultando cosas? - respondió Nyssa cruzándose de brazos.

- Ni idea. Evito el contacto con ellas tanto como puedo. - respondió Kara encogiéndose de
hombros.

- Pero tienes que hablar con la Luthor. ¿O cómo te vas a reunir con su hermano? - la interrogó
Nyssa.

- Tiempo al tiempo. Primero, necesito reunir más información. - la calmó Kara.

- ¿Y estás trabajando en ello? - insistió.

- Sí, sabes que tengo mis métodos. Además, he descubierto un filón interesante. - se defendió
Kara.
- ¿De dónde lo has sacado?

- De la taberna.

Nyssa empezó a reírse a carcajadas.

- ¿Esa es tu excusa para ir noche sí, noche también?

- No te voy a negar que no saque otras cosas buenas de allí. - rio Kara. - Pero se reúnen
muchos norteños allí. La mayoría forman parte de las mafias. Creo que he identificado a
algunos de los más importantes.

- ¿Y ellos no desconfían de ti? - preguntó desconfiada.

- Solo soy una borracha que se pelea por dinero y que les ha regalado toda la libertad del
mundo. Se divierten viéndome pelear. Pobres ilusos. - se burló Kara.

- Perfecto. ¿Crees que una vez eliminadas las mafias podremos hacernos con el norte?

- Las mafias no son la única frontera. No va a ser fácil. Son muy orgullosos. Separarlos de su
esencia va a requerir más que eliminar a unos delincuentes. Tenemos que ser más listas que
Jor-El. - respondió Kara pensativa apoyándose en la mesa.

- Ese hombre era un incompetente.

- Sí, no pudo hacer peor su trabajo. - rio Kara. - Pero, ¿para eso estamos aquí no? No te
preocupes, para final de año, habré eliminado cualquier forma de rebeldía de Thera. Dejará
de ser un dolor de cabeza para Krypton. - aseguró.

Llamaron a la puerta. Kara dio permiso para el paso y entró William.

- Buenos días, Kara. ¿Querías verme? - preguntó el hombre.

- Sí, claro. Ven, William. Tengo que pedirte que empieces con un proyecto nuevo. - le explicó
mientras sacaba unos papeles de uno de sus cajones y se levantaba para acercarse a él.

- Yo ya estoy. Os dejo solos. - se despidió Nyssa saliendo por la puerta.

- Hasta ahora, Nyssa. - se despidió Kara.

William y Kara se quedaron a solas.

- ¿De qué se trata el proyecto? - preguntó con curiosidad.

- Necesito que inspecciones los terrenos que rodean la capital en un radio de veinte
quilómetros. Vamos a construir la base militar central de Thera. Estas son las
especificaciones. - dijo entregándole los papeles. - Planea también la construcción. Ponte a
ello discretamente. Lo haremos oficial cuando lo tengas todo listo.

- Como ordenes, Kara. - respondió William haciendo una reverencia.


*/*/*/*

Durante la reunión de ese mismo día, Kara informó a todo el consejo que volvería a enviar un
médico, un guardián y un profesor al norte para que tuvieran los mismos derechos que tenían
los del sur. Evidentemente, pudo ver en la cara de Lena que eso le había dolido directamente
en el orgullo.

Lo comprobó cuando la morena llegó enfadada a su despacho al acabar la reunión. Kara y


William estaban concentrados trabajando cuando los interrumpió.

- ¿Es que quieres que los vuelvan a matar? - preguntó Lena alterada.

- Evitar eso, Lena, es tu faena. - expuso Kara tranquilamente.

- Lex lo verá como un ataque directo a nuestras tradiciones.

- Mi intención no es nada del estilo, Lena. Tú viste el bien que hacía en el sur tener todo eso.
Solo quiero que los norteños puedan contar con eso también. - se defendió Kara.

- Eso no cambia que vas a mandar a profesor al norte a enseñar tus tradiciones y tu religión
como si fuera lo correcto.

- Nada más lejos de la realidad, Lena. Solo me preocupo por el norte del reino. Hay que
debilitar a las mafias y para hacer eso hay que eliminar la desesperación de la gente. ¿No
fuiste tú quien me dijo eso?

- Propongo que no vaya un profesor del sur, que sea un sacerdote de Iza.

Kara se echó a reír.

- Vamos, Lena. Eso es lo mismo que no mandar a nadie. Te ofrezco uno tuyo y uno mío. Pero
tendréis que cubrir los gastos de los sacerdotes vosotros mismos. Supongo que el culto de Iza
tendrá los recursos para eso, ¿no?

- Tendría que negociarlo con Lex y Edge.

Kara asintió complacida.

- Hablando de ellos. Quiero que prepares una reunión con ellos. Debería presentar mi nuevo
rol, ¿no crees? Además, el censo también se tiene que realizar en el norte.

- Con Edge será fácil. Suele bajar a hacer sus negocios a la capital. Pero a Lex no lo sacarás
del norte.

- Qué remedio. Pues prepara una reunión con Edge para la próxima vez que venga al sur.

- De acuerdo. Hablaré con tu secretario para ver cuando te va mejor. - dijo Lena con
desprecio señalando a William. Dio media vuelta y se fue sin decir nada más.

William y Kara volvieron a quedarse solos en silencio.


- Veo que Lena te tiene mucho cariño. - rio Kara.

- La relación se ha vuelto algo tensa con el paso de los años. - explicó William.

- ¿Y eso a qué se debe? - preguntó Kara con curiosidad.

- Supongo que está relacionado en que yo, como Voz de Rao, defiendo los intereses de los
raoistas y ella defiende los de su religión.

- Seguro. - asintió Kara.

- Por ejemplo, ahora: ha conseguido que aceptes expandir el alcance de los sacerdotes de Iza.
Ha remado a su favor y ha salido ganando.

- ¿Crees que no debería aceptarlo, William? - preguntó Kara con curiosidad.

- Exactamente.

- Lo tendré en cuenta. - asintió Kara divertida.

*/*/*/*

Lena se sentía triunfante. Había conseguido engañar al maldito profesor kryptoniano y había
rescatado a sus hijos de las clases. No se sentía culpable por haberlo hecho. Estaba casi
anocheciendo y a los pequeños todavía les quedaría otra hora de clase. Había pasado un mes
desde que Kara había llegado y les había obligado a hacer ese horario. Y desde entonces no
había podido pasar algo de tiempo de calidad con ellos.

Lars y Lena estaban charlando sentados en las alfombras mientras el pequeño Levi jugaba
cerca de ellos. Tenía el suelo lleno de diferentes objetos con los que había estado jugando.

- Mamá, no te puedes llegar a imaginar lo insoportable que es ese hombre. - se quejó Lars.

- Y da mucho miedo. - intervino Levi que rápidamente volvió su atención a sus juguetes.

- Cierto. El otro día no conseguía memorizar no sé qué parte de la historia de Krypton y creo
que estuvo a punto de arrancarme la cabeza. - bufó el mayor.

- No seas exagerado, Lars. - lo riñó Lena.

- Que sí, mamá. Que estaba muy enfadado. - se defendió Lars. - Pero es que estoy muy
cansado. Todo lo que hacemos Levi y yo es estudiar y dormir. Hace días que no puedo ni ir a
la ciudad. Vivo encerrado entre cuatro paredes.

- Lo siento, pequeño. - le contestó acariciándole la cabeza.

- ¿No has conseguido que la tía nos quite horas? - lloriqueó Lars.

- Tu tía sigue convencida que está haciendo lo correcto.


- ¿Y no puedes convencerla, mamá? - le suplicó Lars. - Solo quiero tener un poco de tiempo
libre con Levi.

- Kara es una persona muy… muy cabezona. Cuando cree que está haciendo lo correcto,
cuesta que cambie de opinión.

- Es horrible. ¿Por qué nos hace esto después de lo de papá? - dijo Lars a punto de llorar. Se
acercó a su madre para abrazarla, pero una voz lo detuvo.

- Porque eres su heredero. Compórtate como tal. - ordenó Kara desde la entrada de la sala.

Los tres se giraron rápidamente para ver a la rubia apoyada contra el marco de la puerta de
brazos cruzados.

- ¿Qué haces aquí tan temprano? - gruñó Lena poniéndose en pie.

- Me han avisado que los niños se estaban escaqueando de sus clases. Como suponía, estaban
contigo. - respondió la rubia claramente enfadada.

- Lárgate a hacer tus cosas, Kara. Déjanos en paz. - se defendió Lena colocándose entre sus
hijos y la rubia.

- Que sea la última vez que haces algo similar, Lena. - le dijo amenazadoramente acercándose
a ella.

Un empujón detuvo su avance. Lars se había colocado delante de Lena y había echado a Kara
unos pasos para atrás. El muchacho respiraba entrecortadamente.

- ¿O qué? ¿Qué le harás a mi madre? - la desafió Lars. - Eres tú la que deberías obedecerla y
no al revés.

- Lars, apártate de ahí. - le ordenó Lena colocando una mano sobre su hombro.

- No, Lena. Déjalo. - intervino Kara apartando la mano de la morena. - Por lo menos,
demuestra tener más carácter que su padre. Será la sangre Luthor. - dijo divertida Kara
mirando por encima del hombro del chico hacia la otra. De golpe, Kara agarró a Lars de la
camisa y lo estampó contra la pared más cercana. Lo agarró por el cuello y apretó un poco, lo
suficiente para que el chico se agobiara. Lena jadeó del susto y el pequeño Levi se escondió
detrás del primer mueble que se encontró. - Escúchame, chaval. Por si tu madre no te lo ha
dejado claro, quien manda en Thera soy yo. Ni tú, ni tu madre podéis hacer nada al respecto.

- Cuando sea rey, te voy a matar. - le gruñó Lars.

- Todavía te falta mucho para poder hacer eso. Eres tan débil que podría aplastarte con los
ojos cerrados. - sonrió perversa Kara. Lena se le echó encima intentando separarla de Lars.
No consiguió que se moviera un solo centímetro y Kara la lanzó al suelo. La Luthor sintió un
pinchazo en su vientre. No intentó levantarse de nuevo. La morena fue a hablar, pero la rubia
le hizo un gesto para que callara. Volvió su atención a Lars. - Si quieres ser lo
suficientemente fuerte para matarme, tienes que ir a todas tus clases sin excepción. No
querrás ser un rey tan patético como tu padre, ¿no?
Kara soltó al chico que cayó como un peso muerto al suelo.

- Por hoy, no voy a volver a las oficinas. Que nadie suba a mi ala, ¿queda claro? - les
preguntó Kara.

Lena y Lars asintieron desde sus posiciones. Pareció que, con esa respuesta por su parte, Kara
había quedado más que contenta.

- ¿Levi? - preguntó Kara mirando al más pequeño.

Él asintió asustado todavía desde su escondite.

- Bien. Buenas noches. - rio la rubia antes de irse por donde había llegado.

El silencio invadió la sala.

Lena suspiró algo más tranquila cuando el ruido de Kara se hubo alejado lo suficiente. Lars la
miraba con los ojos llorosos y respiración entrecortada. Podía ver en la cara de su hijo el
miedo que acababa de pasar. Ella se sentía igual. Levi salió corriendo de su escondite y se tiró
encima de la mujer. Escondió la cara en su pecho y empezó a llorar.

- Es una mujer mala, mamá. Sácala de casa. - suplicó el pequeño.

Lena lo envolvió en sus brazos y dejó besos en la coronilla del niño intentándolo consolar.
Era todo lo que podía hacer porque no podía sacar a Kara de allí.

Lars se limpió las lágrimas que estaban asomando de sus ojos otra vez. Tenía un gesto de
rabia pintado en la cara. Era igual que el de Kal y Kara. Decidido, se levantó y caminó hacia
la salida.

- ¿A dónde vas? - le preguntó Lena.

- Voy a pedirle a la tía Alex que me entrene.

*/*/*/*

Al final, Lena y Levi habían seguido a Lars hasta la residencia de los Danvers.

El mayor había suplicado a su tía que le entrenara porque necesitaba hacerse más fuerte. Alex
no entendía qué estaba pasando de pronto. Lars no había demostrado nunca un gran interés en
luchar. De hecho, que ella supiera, no había entrenado nunca. Con gestos, Lena le indicó a
Alex que luego se lo explicaría.

Fueron al patio donde tantas veces había visto entrenar a Kara años atrás. Parte ahora estaba
invadido por juguetes del pequeño James. A Lena le hizo gracia el contraste entre los
maniquís de entrenamiento y los muñecos que el niño Danvers-Olsen utilizaba para jugar.

Lena y Levi se sentaron en el mismo sitio desde donde la morena había pasado horas
observando a la rubia muchos años atrás. Parecía que había pasado toda una vida. El pequeño
todavía estaba temblando. Lena lo apretó contra ella hasta que se calmó.
Alex no le podía enseñar nada mucho más complicado a Lars que las bases. El chico no había
golpeado nada en su vida.

Al cabo de un rato, Levi se aburrió y pidió ir a jugar con los juguetes de James. Alex le dio
permiso, pero lo colocó a una distancia segura de ellos.

Kelly y James no tardaron en llegar. Los dos niños se pusieron a jugar juntos, mientras Kelly
se sentaba al lado de Lena y la abrazaba.

Llegó la hora de cenar. Kelly les ofreció que se quedaran a cenar con ellos. Lena aceptó
encantada. No quería volver a su casa y quedarse a solas con sus hijos y Kara otra vez,
aunque ella estuviera encerrada en su ala.

Lars y Levi casi se dormían encima de los platos. Estaban agotados del día a día y, encima,
había que sumarle lo que había pasado esa tarde. No tardaron en volver al palacio real. Lena
los acompañó hasta sus habitaciones. Tuvo que tumbarse junto al más pequeño para que se
quedara dormido. Decía que tenía miedo de que viniera la mujer mala.

Una vez dormidos los dos, Lena volvió con Kelly y Alex. Les contó lo que había pasado con
Kara.

- No sé qué se le pasa por la cabeza a mi hermana. - suspiró Alex. - ¿Y dices que se ha


encerrado en su ala?

- Eso ha dicho. Alex, no lo he ido a comprobar. No quiero volver a verla en una buena
temporada. - respondió Lena empezando a temblar.

- Lo entendemos, Lena. Tranquila. - la consoló Kelly. - Sabes que tienes que calmarte por tu
bien.

- He pasado mucho miedo. Temía tanto por Lars. - decía entrecortadamente Lena echándose a
llorar.

- Ya ha pasado. Respira. - le dijo esta vez Kelly abrazándola.

Lena tardó un rato a volver en sí. Alex y Kelly se esforzaron en buscar temas de conversación
para distraerla, pero no pudieron evitar volver a hablar de trabajo, es decir, las mafias que
atestaban Thera.

- Cada vez la presencia de las mafias se hace notar más, Lena. No sé si es como respuesta a lo
que está haciendo Kara. - explicaba Kelly. - Ahora ya ni se esconden. ¿Te puedes creer que
las putas del burdel ya se pasean por el puerto a plena luz del día?

- Esas mujeres no tienen la culpa de nada, Kelly. Créeme. - suspiró Lena. - La mayoría deben
estar obligadas a estar allí.

- ¿Qué monstruo puede hacer algo así? - gruñó Alex.

- Se me ocurren unos cuantos. Edge tiene una buena plantilla bajo su mando. - murmuró
Lena.
- ¿Y Sam cómo lo lleva? ¿Cómo están las cosas en el norte? - preguntó Alex preocupada.

- Bueno, desde que su marido volvió de Krypton, ha ganado algo de fuerza. Antes de su
vuelta, estaba a punto de rendirse. Es un gran apoyo para ella y para Ruby.

- Algo bueno que ha hecho Kara. - suspiró Alex.

- No se lo podemos negar. - estuvo de acuerdo Kelly. - Oye, Lena, ¿crees que podríamos
hacer algo contra el burdel?

- ¿Qué quieres hacer, Kelly? - preguntó desesperanzada. - Sabes los trucos sucios que utilizan
para escabullirse.

- Vamos, Lena. Anímate. Necesitas tener tu mente ocupada con algo. ¿Y qué mejor que
ayudando a esas pobres chicas?

- Yo os ayudaría encantada, pero la lapa de Nyssa no me deja respirar ni un segundo en paz. -


se quejó Alex.

- Tranquila, amor. Lena y yo lo tenemos controlado, ¿verdad? - sonrió Kelly.

*/*/*/*

Lena, Levi y Lars se acababan de sentar alrededor de la mesa para desayunar. Los chicos
parecían más tranquilos que la noche anterior, pero ninguno de los tres parecía haber dormido
mucho. Los dos pequeños tenían ojeras que casi les llegaban a las mejillas. No tenían ni
fuerzas para quejarse de las clases como cada mañana. Aunque Lars estaba arrasando con
toda la comida. Ella en cambio solo se estaba bebiendo un zumo. No tenía el cuerpo como
para comer nada por la mañana.

- Lars, come más despacio. Te vas a atragantar. - le riñó Lena.

- Es que tengo poco tiempo, mamá. Tengo que comer. La tía Alex me dijo ayer que
necesitaba comer mucho más si quería ganar a Kara.

Lena negó con la cabeza divertida. Había que ver qué ideas le metía Alex en la cabeza.

Una risa interrumpió la paz de la sala. Kara entraba tan tranquila en la habitación. Pasó de
largo a los niños y Lena y se sentó en el puesto más alejado de la mesa. La morena identificó
un olor extraño en Kara. Era dulzón. No era el primer día que notaba ese olor en la rubia
desde que había vuelto. Pero Lena no era capaz de identificar qué era. De todas maneras,
estaba demasiado ocupada lanzando miradas asesinas a Kara que se estaba empezando a
servir la comida.

Lena notó que la rubia estaba a medio vestir solo con una camisa blanca fina y los pantalones
del uniforme. No había ni rastro de su casaca. Eso sí, su pelo volvía a estar perfectamente
recogido en una trenza. Con los movimientos que estaba haciendo la rubia para coger la
comida, se le subieron las mangas lo suficiente para que Lena pudiera comprobar que las
cicatrices seguían allí. Eran las cicatrices que se había hecho en el escondite de los Luthor.
- ¿Qué pasa? - preguntó inocentemente Kara.

- ¿Qué haces aquí? - gruñó Lena incómoda.

- Desayunar. - respondió tranquilamente ignorando la actitud de los otros tres que la


observaban completamente en tensión.

- ¿Y tiene que ser hoy precisamente el primer día que te dignas a comer con nosotros?

Era la verdad. Kara en todo el tiempo que había pasado desde que había vuelto de Thera,
había hecho esfuerzos para evitarlos. Ni una comida, desayuno o cena habían compartido los
cuatro en semanas. Esa era la primera vez que veían a la rubia pisar esa sala con ellos dentro.

Kara podía ver como Lars agarraba fuerte el cuchillo, mientras Levi se acercaba asustado a
Lena. La rubia miró divertida al mayor.

- ¿Y por qué desayunas aquí abajo, Kara? - preguntó Lena volviendo a llamar la atención de
la rubia. - Vuélvete a tu ala.

- Porque se me ha hecho tarde. Entre que suben y no suben el desayuno, pasará demasiado
tiempo. Aquí acabaré antes. Tranquilos, no os molestaré mucho. He quedado con William
antes de la reunión del consejo. - respondió Kara encogiéndose de hombros y dando el primer
bocado a su comida.

- Bien, ya que estás aquí te informaré, Kelly y yo vamos a ir detrás del burdel. Kelly dice que
la situación es insostenible.

- No lo vais a hacer. - ordenó secamente Kara parando en seco de comer.

- Son parte de las mafias que tanto quieres destruir. ¿Por qué no?

- Porque os lo ordeno yo, Lena. No toques al burdel. Las mafias y cualquier cosa relacionada
con ellas son cosa mía. - respondió Kara. La tensión en la sala se podía cortar con un
cuchillo.

- Mamá, ¿qué es un burdel? – las interrumpió Levi con curiosidad.

*/*/*/*

Kara llegó bufando al despacho. No había podido ni desayunar tranquila. Había acabado
discutiendo con Lena por lo del burdel. Maldita Luthor. No podía dejar de meter las narices
donde no tocaba.

William ya la estaba esperando dentro.

- Espero que me des buenas noticias, William. Las necesito. - suspiró Kara dejándose caer en
su silla.

- ¿Qué ha pasado?
- Lena. No se puede convivir con esa mujer. - se quejó.

- La podrías enviar al antiguo palacio real de la ciudad. Ella ya ha vivido allí. La he oído
quejarse de tener que vivir contigo. Seguro que estáis todos más a gusto. - propuso él.

- Es una buena idea, William. - asintió Kara. - ¿Tienes lo que te pedí?

- Sí, aquí tienes los documentos del proyecto de la base militar. Hay tres opciones diferentes
que pueden ser válidas. Te las dejo para que decidas cual prefieres. Yo personalmente
prefiero esta. Cumple perfectamente con tus especificaciones y se podrían aprovechar
algunos edificios que ya hay.

- Gracias, William. Gran trabajo. - lo felicitó Kara. - Tengo otro gran proyecto para ti. Como
siempre, será secreto.

- Dime, Kara. Daré lo mejor de mí.

- A partir de hoy, empezarán a llegar los censos. El primero creo que ya ha llegado. Quiero
que estudies cuantos efectivos ganaríamos si obligáramos a que una persona por familia y
generación se enrolara en el ejército.

- ¿Quieres obligar a la gente a meterse en el ejército? - preguntó sorprendido.

- Durante estos años de paz, nuestro ejército se ha reducido a niveles críticos, William. Hay
que solucionarlo. ¿Puedo contar contigo? - insistió Kara.

- Claro. ¿Pero cuándo lo vas a anunciar al consejo?

- Primero, acaba los cálculos. Cuando consiga los censos del norte, también deberás
incluirlos.

*/*/*/*

Por la ventana entraba la suave brisa del mar. Ya habían quitado las protecciones que
colocaban cada año llegado el invierno. El clima del sur de Thera ya estaba haciendo llegar el
calor del verano a falta de un mes para el solsticio.

Esa mañana, un sirviente había ido a buscar a Lena a su habitación. Ella todavía estaba
dormida. Era muy temprano, mucho más temprano de la hora en la que la morena se solía
levantar. Tampoco es que hubiera podido tener algo de descanso de calidad en los últimos dos
meses. Meses en los cuales Kara había hecho y deshecho su vida como había querido. Ni
Lars, ni Levi, ni Lena se movían con comodidad por su propio hogar. Odiaba cada segundo
que tenía que pasar con ella.

Por lo menos, no había vuelto a amenazar a Lars. Tampoco ninguno de los tres se había
atrevido a volver a desafiarla.

Le avisaron que algo grave había pasado en la capital. Se había convocado una reunión del
consejo urgente.
Lena apenas tuvo tiempo de levantarse y vestirse. El desayuno ya lo dejaría para más tarde si
se tenía hambre.

Cuando llegó a la sala del consejo, Kara ya estaba sentada en su sitio junto con un par o tres
más de miembros. Lena se preguntaba cuando dormía la rubia. La noche anterior también
debería haber llegado entrada la madrugada porque no habían sabido nada de ella. Aunque la
morena se había dado cuenta que últimamente por lo menos un día a la semana Kara volvía
temprano. Era llamativo porque los días siguientes siempre se levantaba más… más relajada.
Sería que tal vez el mal humor le venía de dormir poco. Debía tomarse unas hierbas o algo
por el olor dulzón que desprendía siempre las mañanas siguientes.

Lena notó que Kara había abandonado su aspecto impecable que llevaba desde que volvió.
Tenía los ropajes de Krypton abiertos y mal colocados. Lo que más la cubría era una camisa
blanca que llevaba debajo. Estaba inclinada sobre la mesa con la cara oculta en sus manos.

- ¿Pues ir poniéndome al día? Ya que nos has sacado de la cama a estas horas. - la interrogó
Lena.

- Lena, no estoy de humor para aguantar esto hoy. - murmuró la rubia.

- ¿Qué ha pasado?

- Ha habido disturbios en la ciudad. Ahora lo contaré.

- ¿Y a ti qué te ha pasado? - preguntó Lena levantando una ceja.

- ¿Qué quieres decir? - preguntó Kara confundida levantando la cabeza para mirarla.

- ¿Te has visto?

- Ah, sí. No he podido dormir todavía. Estaba… trabajando cuando empezaron los
problemas. - suspiró Kara.

Lena solo asintió. Se quedaron en silencio mientras uno a uno, con cara de dormidos, iban
llegando el resto de miembros. En algún momento, Kara se había ido y había vuelto otra vez
vestida impecablemente. Ni rastro había de su aspecto anterior, ni agotada parecía.

Cuando llegó el último de los miembros, Kara empezó a hablar.

- Bien. Os he convocado aquí hoy porque esta noche ha habido unos altercados en la ciudad.
No es nada grave, pero habrá que realizar un seguido de medidas para controlar las
consecuencias. Como esperábamos, nuestras trampas están empezando a poner en aprietos a
las mafias. Esta noche ha habido una batalla entre una de las ramas de Edge contra una rama
del gremio de los mercaderes. Casi todos los últimos han sido asesinados. Hemos podido
detener a la mayoría de los supervivientes de ambos bandos. Necesito que cada uno de
vosotros se ocupe de las funciones que Nyssa ahora os entregará con urgencia. Si todos
realizamos bien nuestra faena, podremos provocar que las mafias entren en una guerra total.

Nyssa fue dejando diferentes documentos con listados delante de cada miembro del consejo.
Tenía un papel para todos ellos, excepto para Lena.
- ¿Eso no es peligroso, Kara? Convertirás la ciudad en un campo de batalla. - intervino Alex.

- Léete tu faena, Alex, y verás cómo vamos a evitar que nadie inocente salga herido. Visto
que el proyecto respecto a las mafias ya está funcionando perfectamente, os voy a anunciar
los nuevos. Se construirá una red de trenes por toda Thera. La primera vía irá de la capital
hasta Gimina. Lena, déjame acabar. - dijo la rubia a la morena que ya estaba abriendo la boca
para quejarse. - También se va a decretar que una persona por familia y generación debe
enrolarse en el ejército en toda Thera. Sí, Lena, incluso en el norte. - explicó Kara antes de
que la morena la interrumpiera.

- Estás loca, Kara. Vas a provocar otra guerra. - suspiró Lena rendida llevándose las manos a
la cara. ¿Es que la rubia no veía lo que estaba haciendo?

- Bien, con esto, será todo por hoy. - dijo ignorando a Lena. - Es urgente que hagáis todas
vuestras tareas. Lena, vienes conmigo. - ordenó Kara mirando a la morena que asintió.

Se dirigieron juntas hasta el despacho de la kryptoniana en silencio. William no las siguió.


Parecía que sus tareas hoy lo mantendrían lejos del despacho real.

- Siéntate. - le ordenó Kara.

Lena obedeció y se sentó en una de las sillas frente al escritorio de Kara. La rubia, antes de
sentarse, cogió una jarra que había colocada en una estantería junto con un vaso. Se lo llenó y
lo vació de un trago. Estaba muerta de sed y de calor. Las temperaturas habían subido y
empezaban a apretar a esas alturas de la primavera sobre todo con ese uniforme puesto.

Parecía que se iba a servir otro cuando Lena carraspeó llamando su atención.

- ¿Qué quieres? - le preguntó Kara cuando la miró interrogante.

Lena la miró incrédula. ¿Para qué la había llamado a su despacho? ¿Para verla emborracharse
a primera hora de la mañana? La rubia acabó de llenarse el vaso y se volvió para sentarse en
su sitio.

- ¿Cuánto crees que tardará Edge en volver a la ciudad? - le preguntó seria.

- Tenía previsto venir en un mes, algunos días antes del solsticio. Pero con la que has liado,
no me extrañaría que ya estuviera de camino.

- Bien, necesito que organices una reunión para el primer día de su llegada. - informó Kara.

- Claro, seguro que va a ser su prioridad quedar contigo antes de intentar solucionar lo que
has provocado. - se rio Lena.

- Si sabe lo que lo conviene, su primera parada será aquí. - respondió Kara serena sin seguirle
en el juego.

- Normalmente, Kal y ellos se reunían en el antiguo palacio. - explicó la morena. - Es terreno


neutral.
- Eso no es terreno neutral, Lena. Eso es meterse de lleno en el territorio de las mafias.

- No se van a meter en la fortaleza estando tú al mando y tu séquito de kryptonianos. - se


defendió Lena.

- Ya veo. - respondió Kara quedándose pensativa. - Supongo que, entonces, por el bien de
todos, lo haremos a vuestra manera.

- Kara, vas a provocar una guerra. - dijo rápido Lena. Tenía que decirlo, que quitárselo de
encima. Sufría cada vez que Kara tomaba una decisión respecto al norte.

- Tienes poca fe en mí. - rio la rubia.

- No es falta de fe, Kara. Ni siquiera te has reunido con Edge o Lex. ¿Cómo crees que se
tomaran los norteños que les obligues a formar parte de tu ejército? ¿O que invadas su tierra
con raoistas y trenes?

- ¿Su tierra, Lena? ¿Ya no es la tuya también? - sonrió divertida Kara.

- Ese no es el tema. ¿Estás escuchando lo que estoy diciendo?

- Te estoy escuchando, Lena. Eres tú la que no me escucha a mí.

*/*/*/*

Esa noche, la taberna estaba a rebosar. Más de dos meses después de su primer combate, Kara
ya se había ganado la fama de ser invencible por muchas cervezas que llevara encima. Barry
estaba teniendo problemas para mantener la emoción de los combates. Cada día tenía una
idea nueva loca para probar a Kara en el escenario. A la vez, los de las mafias solo la veían
como su distracción principal la mayoría de noches y una cliente más que importante el resto
de días.

La rubia estaba sentada bebiéndose su cuarta ronda preparándose para las batallas de la
noche. Se fijó en sus objetivos: el líder de las mafias de Edge en la ciudad y un subordinado
muy presuntuoso de la mafia de los herreros. Ninguno de los dos iba a luchar. Pero ella tenía
otros motivos para haber estado observando a ambos. Uno era ideal por su posición y el otro,
por ir presumiendo de las armas que fabricaba y del elaborado cuchillo que siempre llevaba
encima y, además, ser un borracho que siempre acababa tumbado por el alcohol. Kara sonrió
divertida. Esto iba a ser tan fácil. Si todo iba como tenía planeado, iba a arrasar con Edge en
la reunión del día siguiente.

Barry por fin la llamó al escenario. Como siempre, se quitó las incómodas ropas de Krypton
para quedarse en su camisa y sus pantalones. Esa vez se dio prisa con noquear a sus rivales.
Cuánto antes acabara eso, antes podría empezar de verdad su noche.

Tal y como esperaba, cuando acabaron los combates, el borracho se levantó dando tumbos y
abandonó la taberna con el resto de presentes. Kara dejó un margen para salir tras él.
Después, se dedicó a seguirlo. No había mucha gente en la calle y la mayoría estaban tan
borrachos como el hombre que seguía. Nadie se iba a dar cuenta de nada. El hombre se metió
en el pequeño callejón que llevaba hasta su casa. Sacó sus llaves y empezó a forcejear con la
cerradura para intentar atinar a meter la llave. Kara se acercó por detrás y, de un golpe lo dejó
inconsciente. Le robó el cuchillo y lo metió en su casa. Lo dejó tirado por el suelo. Sacó una
pequeña bolsa que llevaba llena de sangre y vertió el contenido encima de él, sobre su
camisa. Después se fue dejando la puerta abierta y comprobando que nadie la viera salir.

Ahora tocaba la segunda parte del plan. Su segundo objetivo tenía afición por ir al burdel
después de los combates. Así que allí se dirigió. Kara no era tan estúpida como para entrar
por la puerta principal. Iban a reconocerla. Por suerte, había comprado a una de las chicas
para que le abriera una puerta secundaria y la llevara por pasillos secretos del edificio hasta la
habitación del sujeto. Eran unos pasillos que servían para espiar a los clientes y moverse por
las habitaciones sin ser visto.

El hombre estaba encima de una puta moviéndose sobre ella y chillando como un cerdo. Era
una escena ridícula.

Justo después de que su chica le indicara como entrar a la sala desde el pasillo, Kara la mató
en silencio con el cuchillo robado. No podía dejar testigos. Entró sin que ninguno de los otros
dos se diera cuenta y los mató igual que a la primera. Se aseguró de dejar el puñal clavado en
el pecho del hombre.

Se fue triunfante sin que nadie la viera.

*/*/*/*

Kara miraba impaciente el reloj de bolsillo que había sacado de Krypton. A pesar de su noche
tan entretenida, había tenido tiempo de sobras de llegar a casa y dormir un rato. Incluso había
logrado mantener su aspecto impecable, aunque tenía que aceptar que el uniforme
kryptoniano ya era incómodo para el calor de Thera. Desde luego, en Krypton, no sabían lo
que era vivir donde de verdad hacía calor.

Estaban en la sala donde iba a tener lugar la reunión con Edge en el antiguo palacio real, pero
el hombre llegaba tarde. Impaciente por ver los resultados de su obra, se paseaba por la sala
arriba y abajo, mientras Nyssa y Lena estaban sentadas en la mesa y tenían una lucha de
miradas.

- Te aseguro que normalmente es puntual. - se disculpó Lena cuando se hubo aburrido de


Nyssa.

- Supongo que la muerte del cabecilla de sus mafias a manos de otra, le habrá causado
problemas. - dijo Nyssa divertida.

- La verdad es que ha sido muy afortunado este movimiento para vosotras. - sospechó Lena.

- ¿Crees que tenemos algo que ver? - rio Nyssa. - No éramos las únicas que sabíamos que
hoy llegaba a la capital. Visto como hemos dejado el ambiente, no me extrañaría que este
crimen fuera lo que parece: una simple rencillas entre mafias. Quizá, por fin, los otros
gremios se han cansado del poder absoluto de Edge y han pasado al ataque. O consideran que
ya no es apto para liderarlos. Cualquier opción es posible.
- Sea como sea, más vale que se presente, Lena. - gruñó Kara.

Tuvieron que esperar algo más de tiempo. Finalmente, el hombre llegó claramente alterado y
hecho un desastre. Parecía intranquilo. Kara hizo su mejor esfuerzo para no regodearse en su
obra.

La rubia se sentó en su sitio, presidiendo la mesa, con Lena a su izquierda y Nyssa a su


derecha. No dijo ni una palabra. Edge captó el mensaje y ocupó el lugar opuesto. Sus
ayudantes se colocaron detrás de él.

- Haber esperado hasta ahora ha sido una muestra de buena voluntad por mi parte, Edge. -
expuso Kara. - De ahora en adelante, no se volverá a repetir. ¿Queda claro?

- ¿Quién te piensas que eres, niña? - respondió enfadado Edge. - No eras más que una
muchacha inútil cuando yo estaba levantando un imperio.

- Por tu aspecto, deduzco que ese imperio se está desmoronando. - sonrió Kara confiada.

- Mis negocios no te importan.

- Sí que lo hacen, Edge. Mueves la mayor parte del dinero del norte. Eres alguien muy
importante en el reino. - se defendió Kara.

- Y me tratas con esa falta de respeto.

- Yo soy quien gobierna este reino.

- Lena es nuestra reina. - la contradijo.

- Lena solo era la reina consorte. Ahora es la reina madre. Krypton me ha designado como
reina en funciones mientras Lars crece.

- No obedecemos a Krypton. - respondió él ofendido.

- ¿Y si el motivo por el que te he convocado es para proponerte un negocio, Edge? Uno con
el que nadie podrá hacerte competencia y ganarás muchísimo dinero.

Se hizo un silencio sepulcral en la sala. Lena la miraba completamente confundida.

- Explícate. – respondió él interesado.

- No sé si has oído a hablar de los trenes.

- Sí, son esas bestias de hierro. ¿Es que quieres construirlos aquí en Thera? - preguntó
sorprendido.

- Exactamente. Y necesito un socio con el dinero y los contactos para montarlo. Tenía
pensado construir la primera línea entre la capital y Gimina. Después, ampliarlo al resto del
reino. Supongo que ves las posibilidades del negocio. Yo, por mi parte, te aportaré los
permisos necesarios y buenos contactos para conseguir la tecnología.
- ¿Dónde está la trampa? - dijo desconfiado.

- Necesito un aliado en el norte, Edge. Tengo grandes proyectos y necesito una voz razonable
allí. Estoy segura de que tú podrías ser esa voz.

Edge se quedó callado pensativo. Kara sabía que, en el estado actual de los negocios de Edge,
no se podía permitir el lujo de rechazar una oferta como esa. Si conseguía triunfar, iba a salir
rico y poderoso del negocio. Eso sí, solo si conseguía que funcionara.

- ¿Cuál sería la inversión inicial? - preguntó Edge.

- Nyssa tiene unos documentos donde se muestra el proyecto. – respondió señalándola. La


otra sacó una carpeta con documentos y se los dio a Edge. - Contacté con unos ingenieros
para que empezaran a darle forma. Tienes la ruta que seguiría la primera línea y el coste de
producción. También las ganancias de los diez primeros años. Si el coste inicial fuera
demasiado elevado, yo podría proporcionar parte del capital a cambio de tener un porcentaje
de la propiedad de la empresa y sus beneficios.

- ¿A título de la Corona o tuyo? - preguntó Edge con curiosidad.

- Mío. No pienso quedarme en el trono para siempre. - explicó Kara. - Estoy asegurándome el
futuro para cuando Lars suba al trono y yo no forme parte de la familia real.

- Es razonable. - asintió Edge pensativo mientras leía los papeles. - Tengo que valorarlo con
más calma, pero es un proyecto atractivo para mis intereses. ¿Para qué quieres mi favor en el
norte?

- Quiero volver a enviar profesores, médicos y guardianes para el norte como está establecido
en el sur. Con Lena, acordamos que iban a haber profesores sureños y sacerdotes de Iza por
igual. También quiero realizar un censo de la población y decretar que una persona por
familia y generación se enrole al ejército obligatoriamente.

Las cejas de Edge un poco más y se pierden detrás de su pelo de la sorpresa.

- Para eso vas a necesitar mucho más que mi favor, Kara. - rio Edge.

- Vamos, Edge. Tú y yo sabemos que tienes tanto poder en el norte como Lex. ¿Quieres mirar
los documentos del proyecto del resto de líneas? Con él, tendrías el poder sobre el transporte
de todo el reino. - respondió Kara encogiéndose de hombros. Sonrió preparándose para su
último golpe. - Si tu gremio no puede admitir tal proyecto, siempre puedo dividirlo entre los
diferentes gremios y que ellos hagan lo que yo te estoy pidiendo, Edge. Yo conseguiría mis
objetivos y ellos recuperarían poder.

- No, está bien. - contestó rápido Edge. - Deja que me lo mire. ¿Me los puedo llevar? -
preguntó señalando los papeles.

- Claro. Nosotras ya tenemos nuestras copias. - sonrió Kara.

Edge serio se levantó y se fue dejando a las tres mujeres solas otra vez.
Lena se giró rápido en dirección a Kara.

- ¿De verdad vas a darle ese poder, Kara? - preguntó Lena incrédula.

- Lena, por enésima vez, déjame hacer mi trabajo en paz y no te metas.

- Como enlace entre el norte y el sur, te diré que le estás regalando el sur a Edge.

- Como persona enviada a solucionar este caos, te diré que, de eso, ya os estabais encargando
Kal y tú.

Lena bufó cruzándose de brazos.

*/*/*/*

- ¡Salud! - brindaron Kara y Nyssa a solas en el despacho real. Era entrada la noche y la
habitación estaba iluminada con diferentes lámparas de aceite.

- Por Rao, el vino therano es una delicia. Nunca me cansaré de beberlo. - gimió Nyssa. Kara
rio como respuesta. - Tengo que decir que tenía dudas sobre tu plan, Kara. Pero está
funcionando mejor de lo esperado.

- Ese hombre es tan ambicioso que no es capaz de ver una trampa a un metro de él. - se mofó
Kara.

- Nos está abriendo las puertas del norte solo por dinero. A este ritmo, vas a conseguir que
pueda volver a Krypton antes del otoño. - decía feliz Nyssa.

- Te prometí que iba a hacerlo y yo cumplo mis palabras. Sé cuánto odias estar aquí. - la
consoló.

- Pues sí, entiendo que es donde naciste y todo eso, pero este sitio es una basura. - se quejó
Nyssa. - Estuve tres días deprimida cuando me ordenaron venir a ayudarte.

- Y has sido de gran ayuda, Nyssa. Voy a echarte de menos cuando te vayas. - dijo Kara con
una sonrisa agridulce.

- Zalamera. Seguro que eso se lo dices a todas las que pasan por tu cama. - rio Nyssa.

Kara también rio.

- Yo nunca les miento. No me hace falta. - respondió con una sonrisa dando un trago de su
vaso.

- En fin, estoy deseando volver. - suspiró Nyssa.

- En cuánto acabes con el tema del ejército podrás irte, Nyssa. Del resto me puedo encargar
yo. Como tú has dicho, mi plan está funcionando mejor de lo esperado.

- Me parece bien. Lo tienes todo controlado aquí. - asintió.


- Sin duda. - sonrió Kara.
Parte 7 3/5

El calor en el sur ya era abrasante. Estaban a una semana del solsticio de verano y cada vez
más le sobraban las ropas de Krypton. Kara sentía tanta envidia de Lena y sus hijos cuando
los veía pasearse por casa con ropas ligeras mientras ella iba cargada con esas mantas. Y solo
era temprano por la mañana. Al mediodía, iba a caer desmayada por el calor.

Esa mañana se le había vuelto a hacer tarde y tuvo que desayunar con los tres. Tenía que ir
con más cuidado y no distraerse tanto por las mañanas. Era la quinta vez que tenía que comer
con ellos y era tan incómodo como la primera. Aunque Levi había dejado de temblar cuando
pasaba cerca y Lars no agarraba el cuchillo como si fuera a apuñalarla en cualquier momento.
En cambio, Lena seguía igual o peor. No sabía cuántas veces había discutido con ella por las
horas de las clases de sus hijos. Se había convertido en su conversación rutinaria. Hubo un
momento en el que se pensó seriamente la idea de William de mandarla a la capital al antiguo
palacio.

De todas maneras, desayunar con los tres siempre era una ruptura en la rutina. De alguna
manera, pasaba algo con lo que entretenerse.

Por su parte, Lena maldecía cada vez que Kara aparecía por el palacio. Aunque fuera para ir
directa a su ala sin ni siquiera saludar. Llevaba casi tres meses sin poder pasar tiempo con sus
hijos. No había podido volver a sacarlos de clase porque Kara se había asegurado de tapar
cualquier salida. Y sí, había conseguido entretenerse con Kelly y el problema del burdel, pero
no quitaba que tenía la rubia metida en casa. Hasta empezaba a estar harta del olor dulzón
que desprendía Kara días como ese.

Podría ser un buen tema para meterse con ella. Discutir con ella era la única manera de llamar
su atención.

- ¿Cada cuánto te lavas, Kara? ¿Has vuelto a tus costumbres kryptonianas? - se burló Lena.

- ¿Huelo mal? - preguntó Kara sorprendida.

- Hueles raro, como muchas veces. - dijo indiferente Lena concentrándose en su plato.

- ¿En serio? - preguntó Kara todavía más sorprendida.

- Sí.

Kara se levantó maldiciendo algunas cosas en voz baja y dejando la comida a medias. Desde
luego eso no era lo que Lena esperaba. No la volvieron a ver durante el resto del desayuno.

De hecho, cuando Lena la volvió a ver, Kara tenía el pelo mojado como si acabara de
limpiarse. Vaya, sí que le había afectado lo que le había dicho. Se sintió orgullosa por esa
pequeña victoria.
Ese día, Kara les comunicó otro de sus flamantes proyectos. Una vez calculados y asignados
todos los nuevos reclutas, quería concentrarlos en una base militar que quería construir cerca
de la capital, todo pagado con su dinero. Lena estaba desesperada por las locuras que Kara
estaba haciendo. Además, ¿de dónde demonios sacaba tanto dinero la rubia?

Kara aseguró que la misión de esa base era poder proteger la capital mejor de cualquier
ataque de las mafias. Todos los miembros sureños, es decir, la gran mayoría del consejo,
estaban encantados con la idea. Lena ya se había dado cuenta de que ellos, que en un
principio habían rechazado la idea de Kara al mando de Thera, ahora estaban encantados. Al
final, la rubia estaba consiguiendo todo lo que se proponía. Y la mayoría de lo que se había
propuesto iba contra los norteños y a favor de los sureños. Todavía no se creía que el pequeño
traidor de Edge hubiera aceptado el trato de Kara.

Por lo menos, pensaba Lena inocente, todavía no se había metido con las religiones. Hasta
que anunció la segunda gran idea de la reunión. Quería celebrar el solsticio de ambas
religiones de forma conjunta en el templo principal de la capital. Un templo que había sido de
los antiguos dioses hasta que la Casa de El lo convirtió en raoista y nunca jamás volvió a los
antiguos dioses. Lena no pudo evitar interrumpir a Kara echándose a reír a carcajadas.

La rubia se quedó seria mirándola fijamente callada.

- ¿Hay algo que te haga gracia, Lena? - contestó Kara haciendo ver que estaba calmada, pero
la morena podía ver perfectamente como se tensaba su mandíbula y se cuadraba. Quizá a los
otros los podía engañar con su aspecto impecable, pero ella podía darse cuenta de que Kara
estaba a punto de explotar.

- Tus ideas, Kara. Vamos, has estado en la celebración de ambos solsticios. ¿Cómo quieres
combinarlos?

- Precisamente, Lena. Celebré ambos solsticios el mismo día. Tú y William os coordinareis


para los rituales. Visto el contexto, hay que mostrar que la corona no tiene preferencias. Tus
hijos, tú y yo estaremos en la primera línea.

- ¿Estás de broma no?

- ¿Vas a aportar algo interesante a la reunión? ¿Podemos continuar trabajando? - gruñó Kara.

Lena no volvió a abrir la boca. Kara ordenó que William y ella se reunieran para preparar el
gran día. Cada vez pintaba peor el día.

*/*/*/*

Kara volvía satisfecha a su despacho después de la reunión.

Uno de los hombres sureños del consejo, Vartox, se le acercó por los pasillos y le pidió hablar
en privado. Ella le indicó ir a su despacho. Él insistió en que lo siguiera a otro sito donde
había gente que quería hablar con ella. Kara lo miró desconfiada. Era un hombre mayor. No
parecía llevar armas encima. Parecía inofensivo. Así que seguramente podía descartar de
momento el intento de asesinato.
Asintió y lo siguió. La llevó hasta debajo del patio de la fortaleza donde estaban los
calabozos y almacenes. Escondido en una pequeña sala donde almacenaban algún tipo de
telas había un grupo de gente esperándolos. Kara los reconoció como gente rica o
gobernadores en el sur.

Todos se inclinaron cuando la vieron llegar.

- Majestad. - habló una mujer que se adelantó al grupo. - Mi nombre es Leslie Willis, aunque
supongo que eso usted ya lo sabe.

Kara se la quedó mirando fijamente analizándola. Desvió su miranda al resto y volvió a


mirarla.

- Sí, por supuesto. Os reconozco a todos. - contestó Kara cruzándose de brazos. - ¿Podéis
explicarme de que se trata todo esto? Tengo trabajo que hacer.

- Es por vuestro trabajo que estamos aquí. - respondió Leslie otra vez. - En los pocos meses
que lleva aquí, usted está solucionando todo el caos que el rey Kal, que con Rao descanse,
dejó atrás. Su trabajo al mando de Thera es todo lo que se podría esperar de una reina de
verdad. Alguien que no se acobarda ni obedece a los Luthor. Thera necesita el gobierno de
alguien fuerte como usted. - decía Lesli orgullosa.

Kara sonrió confiada.

- Por fin, alguien por aquí valora mi trabajo. Pero, ve al punto.

- El príncipe Lars, el heredero al trono, va a ser un rey igual o peor a su padre. Con esa sangre
Luthor corriendo por sus venas, no tardará en entregar el trono a Lex. Queríamos proponeros
que vos lo tomarais.

- ¿Cómo queréis que lo haga? Estoy bastante abajo en la línea de sucesión actualmente.

- Si es necesario, tomadlo de forma legítima.

- Para que fuera legítimo, mis sobrinos deberían morir. ¿Estáis proponiendo asesinarlos? - los
interrogó Kara tranquilos.

- Es un sacrificio necesario para Thera.

- Lex sería el primero en empezar una guerra contra el sur. - expuso Kara.

- ¿No estáis construyendo un gran ejército para eso?

- ¿Estaríais dispuestos a entrar en guerra por mí? ¿Sabéis todo lo que eso con lleva? ¿Os
mantendríais leales hasta el final?

- Haríamos lo que fuera necesario para acabar con cualquier rastro de los norteños, majestad.

Kara se quedó pensativa unos instantes.


- No os voy a negar que es una oferta interesante. Es verdad que Kal, por desgracia, dejó el
reino casi destruido y que Lars no va por mejor camino. Dejádmelo pensar.

- Acataremos cualquier orden que nos dé.

- Perfecto. - sonrió Kara.

*/*/*/*

Ya habían pasado unos días de la reunión con los conspiradores.

William y Lena habían conseguido dar con la clave para poder celebrar el solsticio de forma
conjunta. Todas las reuniones las habían realizado en el despacho real. Sí, en la mesa
secundaria de su despacho. Kara se divertía viendo como no se soportaban. Le parecía
gracioso. ¿Lena estaría molesta con él por qué William fue el único que le contó la verdad?

Ahora había vuelto a haber paz en el lugar. Los dos se habían ido para reorganizar a su gente
para los rituales, mientras Kara revisaba como colocar a los guardias en el templo. No era tan
idiota como para mandar a celebrar el solsticio uniendo las dos religiones y no colocar los
suficientes soldados para evitar revueltas. Sobre todo, teniendo en cuenta que ellos iban a
estar en medio de la multitud.

Fue entonces cuando Vartox entró sin llamar a la puerta.

- ¿No tienes los modales para llamar a la puerta? - gruñó Kara.

- Lo siento, majestad. Es que es urgente. Quieren saber su respuesta. - dijo el nervioso.

- Sois un poco impacientes. - protestó Kara.

- Quieren realizar el cambio cuanto antes posible. - se defendió él.

Kara se quedó pensativa unos instantes hasta que una sonrisa adornó su rostro.

- Está bien. Acepto.

- ¿De verdad? - contestó él sorprendido.

- Por supuesto, ¿por qué debería negarme? Soy mejor gobernante que lo que Lars jamás
podrá ser. Sobre todo, si tenemos en cuenta quienes son sus padres.

- ¿Y cuál es el plan, majestad? - preguntó ahora atento.

- Déjame valorarlo, Vartox. No podemos simplemente matar a la familia real. Se nos tiraría
todo el norte encima. Quiero el trono, pero lo quiero de la forma más pacífica posible.

- ¿Y eso os va a tomar mucho?

- Va a tomar el tiempo necesario.


- Hay algunos que están impacientes. - explicó preocupado. - Se sienten muy amenazados por
los norteños.

- Diles que yo daré las órdenes qué quiera y cuándo quiera. Si tanto me quieren como reina,
deberán empezar a obedecerme ya.

- Así se lo haré llegar. - asintió él haciendo una reverencia.

- Y que sea la última vez que tenemos una conversación como ésta aquí. Solo faltaría que
alguien estuviera escuchando detrás de la puerta. - lo riñó Kara.

- Lo siento, majestad. Tenéis razón. No volverá a ocurrir.

*/*/*/*

Kara se despertó feliz ese día. El día anterior había vuelto temprano del despacho y había
tenido una muy buena noche. Tenía que prepararse para el día. Por fin, había llegado el
solsticio.

Para ese día, el consejo entero le había rogado a Kara que, por lo menos, vistiera con la ropa
que la Casa de El usaba para los grandes eventos en vez de la ropa de Krypton. Ella fingió no
tener más remedio que aceptar. También lo agradecería porque esa ropa estaba más preparada
para el calor que el uniforme kryptoniano.

Allí estaba la prenda negra y dorada colocada sobre un mueble en su habitación. Kara
recordaba cuando fue la última vez que vistió algo parecido. Fue cuando se enfrentó a la Voz
de Rao por primera vez y este la mandó azotar. Evidentemente, esa ropa quedó destruida ese
día. Pero la rubia no podía evitar sentir algo de nostalgia. Acarició la ligera tela negra
decorada con vetas doradas que llevaban hasta el escudo de la Casa de El dorado y grande
encima del pecho.

Empezaba a hacerse tarde. Se vistió rápido. Mucho más rápido que cuando se tenía que vestir
de kryptoniana. Se recogió el pelo en una larga trenza y bajó desde su ala hasta el comedor.
Lena y sus hijos ya estaban vestidos sentados alrededor de la mesa. Los pequeños llevaban
trajes parecidos al suyo, pero con colores diferentes, más claros. El pequeño Levi vestía con
tonos rojizos, mientras Lars, azulados. Lena, en cambio, vestía un vestido verde con los
símbolos de la diosa Iza dibujados en negro sobre la parte baja. Esas no eran las ropas de los
sacerdotes de Iza que debería estar llevando ese día.

- ¿Hoy no vas a participar en los ritos? - preguntó Kara sorprendida sentándose en el que ya
era su sitio.

- Cuando me casé, dejé de hacerlo, Kara. - respondió Lena sin levantar su vista de su vaso. Si
algo en común tenían las dos religiones es que, hasta la noche, nadie tenía permitido comer. -
Es para evitar conflictos de intereses entre la Corona y las religiones. Kal y yo decidimos no
mostrarnos más participes de una religión que de la otra. La Corona debe ser neutral.

La rubia se la quedó mirando con sorpresa.


- ¿Ahora rezas a Rao? - rio Kara a lo que Lena le respondió con una mirada asesina. - Solo es
curiosidad.

- Si la ocasión lo requiere, sí. Lo hago. - afirmó Lena poniéndose extremadamente seria.

Kara pensaba en lo humillante que debía ser para Lena hacer eso después de todo.

- No veo dónde está el problema. - intervino Lars.

- Eso lo dices porque no conociste a tu madre hace unos años. Si esa Lena supiera que iba a
acabar rezando a Rao… - continuaba riendo Kara.

- Catorce años cambian mucho a una persona, Kara. - se defendió Lena.

- Eso no te lo voy a negar. - asintió la rubia acercándose un vaso lleno de zumo a la boca del
que empezó a beber.

- ¿Es verdad que mamá te robó un caballo y después de dejó inconsciente de un golpe? -
preguntó Lars de repente.

Kara se atragantó con el líquido y estuvo cerca de mojarse entera. Consiguió evitarlo. Lo
miró sorprendida y se lo encontró con media sonrisa desafiante.

- Sí, me robó un caballo y, sí, también me dejó tumbada de un golpe por la espalda. - contestó
Kara con los ojos entrecerrados. - Pero nunca tuvo el valor de enfrentarse a mí en igualdad de
condiciones.

- Si con igualdad de condiciones te refieres a que luchara contra ti cuerpo a cuerpo sin nada
más, contando que tú eres kryptoniana, siempre habrías acabado teniendo ventaja. Es decir,
mi madre solo equilibraba la balanza. Que tu no fueras capaz de pensar un poco más allá de
tus puños no es culpa suya. - respondió Lars encogiéndose los hombros.

Kara se echó a reír otra vez.

- Los tienes bien enseñados, ¿no? - la rubia preguntó a Lena.

- He intentado evitar que hereden la cabeza hueca que os caracteriza, kryptoniana. -


respondió la morena con media sonrisa.

Kara rio.

- Me alegra saber que por lo menos les estás enseñando algo útil.

Empezaba a hacerse tarde. El transporte que los tenía que llevar a la capital no tardaría en
zarpar.

- ¿Estáis todos listos? - les preguntó. Lena y los pequeños asintieron. - Bien, pues vámonos.

- ¿Tenemos que ir con ella? - preguntó asustado Levi mirando a su madre. - Yo no quiero ir
con la mujer mala.
- Tranquilo, hoy no puedo comer niños hasta la noche. - bromeó Kara. Se levantó y se agachó
justo en frente del niño. - Quizá mañana serás un buen tentempié. A tu hermano lo dejaré
como plato principal.

El pequeño se lanzó a abrazarse con fuerza a Lena.

- Kara, no estás ayudando. - la riñó la morena.

- Dejaos de tonterías y vámonos. No estaría bien que la familia real llegara tarde. - respondió
Kara incorporándose y saliendo de la sala sin mirar atrás.

Lena consiguió, con ayuda de Lars, que el pequeño dejara de agarrarse a ella como si la vida
le fuera en ello. El mayor fue el primero en salir detrás de Kara, luego fueron ella y Levi. El
camino hasta el muelle y hasta la ciudad fue en silencio y en tensión. Estaba convencida que
era el rato más largo que Kara y sus hijos habían compartido juntos hasta la fecha.

Ya allí, en la capital, Alex y Kelly se unieron a ellos. La rubia se había dado cuenta de que
parecía que Lena y las otras dos se habían hecho grandes amigas durante esos años. Al
contrario que con ella, a la morena la recibieron con un abrazo. Ella apenas tuvo un triste
saludo. Tampoco quería o esperaba más de su hermana.

Emprendieron el camino de subida hasta el templo principal de la capital, el que estaba


situado sobre un turón rodeado de jardines. El pequeño Levi no dejaba de quejarse por la
subida. Le recordaba a su madre la primera vez que subió allí con ella. Kara mentiría si dijera
que podía subir aquella cuesta con la misma facilidad que años atrás. Pero intentó disimularlo
con la máxima dignidad posible.

La multitud empezaba a acumularse en la cima. Inteligentemente, había la distancia


suficiente entre los altares de los antiguos dioses y el de Rao. Estaban todos repartidos en el
exterior, en los jardines del templo. Era imposible meter a toda la ciudad en el edificio. Kara
estaba satisfecha viendo como los diferentes grupos de soldados estaban repartidos por el
lugar.

Se dirigieron ante el altar de los antiguos dioses. Ellos cuatro se colocaron al frente de la
multitud a un lado del altar. Era una posición similar a la que la familia Luthor, Lex, Lionel y
Lllian, había tomado años atrás la primera vez que Kara había participado en el solsticio de
los antiguos dioses. En un principio, la rubia hizo ademán de colocarse sola un paso al frente
de los tres, pero Lars se colocó en primera línea, a la misma altura, a su izquierda. Kara
sonrió satisfecha. Parecía que el muchacho sabía sacar las garras. Lena y Levi se colocaron
medio metro detrás de ellos, al lado de Lars.

Como aquella vez en el escondite de los dioses, empezaron con los rituales a Nezia y a Iza.
La mayoría de los presentes eran practicantes de la antigua religión. No se sorprendió cuando
detectó algunos miembros del consejo, aunque obviamente faltaban Vartox y el resto de
conspiradores sureños.

Kara detectó a algunos curiosos raoistas que se acercaban al lugar. Era fácil identificar que
eran raoistas por las arcadas que tenían al ver el espectáculo de los sacrificios a Nezia, pero
no causaron ningún problema.
Cuando acabaron con todos los animales, se dio pasa al siguiente ritual, el de Iza. Kara pudo
notar lo intranquila que estaba Lena todo el rato que duró. Dedujo que a la morena todavía
debía costarle no participar en ellos.

Las ceremonias acabaron al medio día, momento de los rituales raoistas. Se limpiaron la
sangre que habían dejado los sacerdotes de Iza en sus rostros y se dirigieron hasta el altar a
Rao. Realmente la distancia de separación entre los sitios no era muy grande. Simplemente
había un pequeño conjunto de árboles que separaban los dos lugares y hacían de barrera.

La tradición raoista mandaba que ellos debían formar parte de la multitud, en vez de
separarse de ella. Eso no evitó que se colocaran a primera línea.

Esta vez sí, Kara detectó a los conspiradores cerca de ellos. Los saludó disimuladamente y
ellos devolvieron el gesto.

Se sentaron en el suelo de piernas cruzadas y empezó el ritual de meditación. Mientras


William iba murmurando oraciones de vez en cuando, ellos cerraban los ojos y se mantenían
en silencio rezando a Rao. Se suponía que debían pasarse cerca de dos horas así. La mayoría
de niños no solían participar en esos rituales porque era difícil tenerlos así durante tanto
tiempo, pero parecía que el pequeño Levi era completamente capaz de hacerlo.

Fue cuando el silencio por fin invadió el lugar cuando Kara pudo oírlo por primera vez. Un
leve tintineo cerca de ellos. Le prestó atención. Era el mismo sonido que hacía un arma
pequeña enfundada como un cuchillo. Nadie debería llevar un arma mientras durara la
ceremonia. ¿Habría alguien que quería sabotearlo?

Pasaron quince minutos y el tintineo no había cambiado. Hasta que Kara oyó perfectamente
como el propietario del arma la desenfundaba. Se levantó rápidamente alerta y se encontró a
Leslie abalanzándose contra Lars cuchillo en mano. Kara se lanzó contra ella empujándola
fuera de la multitud que hasta ese momento no se había dado cuenta de nada. Leslie se
levantó confundida mirando a Lars y después, a Kara. La familia real ya se estaba levantando
asustada. La rubia se colocó entre Leslie y ellos. La otra mujer se abalanzó sobre ella con el
cuchillo por delante. No luchaba mal. Kara tuvo que hacer algún esfuerzo para esquivar sus
ataques. Finalmente, consiguió agarrarle el brazo armado. Le quitó el arma y la mandó contra
el suelo inmovilizándola. Por fin, llegaron los soldados.

Kara retorció los brazos de Leslie para que no pudiera moverlos y la obligó a levantarse.

- Lleváosla. - les ordenó Kara entregando a la mujer. Se acercó levemente a ella. - Luego
hablaremos tú y yo. - le susurró antes de que la alejaran del sitio.

Lena agarraba a Levi contra su costado. El niño estaba temblando. No estaba siendo un buen
día para él. Primero, Kara y, luego, esta mujer. Intentó calmarlo, pero claramente no estaba
funcionando.

La rubia se acercó a ellos analizando si estaban bien. Y lo estaban.

William se acercó hasta ellos alarmado también.


- ¿Creéis que podemos continuar con el ritual? - preguntó claramente preocupado por su
salud, pensó Lena en tono irónico.

- William. - lo riñó Kara.

Lena los ignoró y se arrodilló delante de Levi quien ya estaba siendo consolado por Lars. El
pequeño gimoteaba abrazado al mayor. Al final, pareció que el pequeño pudo calmarse lo
suficiente como para continuar.

Volvieron a sus posiciones y nada más grave volvió a pasar.

Pero, por precaución, Lena propuso que la familia real se refugiara en el antiguo palacio hasta
los rituales a Amate al anochecer. A Kara le había parecido una buena idea y se había unido a
ellos también.

Se situaron cerca de la fuente donde la rubia se había escondido una vez de pequeña. Levi se
entretenía mirando los peces que había en el pequeño estanque donde desembocaba el agua
de la cascada y preguntándole a su hermano mayor cual eran los diferentes tipos. Lena los
miraba embelesada a su lado.

Kara estaba apoyada en un árbol observándolos de brazos cruzados a unos metros de


distancia. La morena se separó de los niños y se acercó a ella seria.

- ¿Debería darte las gracias? - preguntó una vez estuvo a su lado mirando en dirección a los
otros dos.

- Haz lo que quieras. - contestó Kara sin mirarla.

- ¿Qué le has dicho? - la interrogó Lena.

- ¿A quién? - preguntó confundida.

- A esa mujer.

- Nada importante. Solo que acababa de cometer traición. - respondió Kara encogiéndose de
hombros.

- Cuando enciendan las hogueras de Amate, volveremos a la fortaleza. Ya nos traerán la carne
bendecida. No quiero arriesgarme a exponerlos a más peligro.

- Me parece bien. -asintió Kara. Se hizo un instante de silencio entre las dos. - Parece que
Levi ya está mejor.

- De momento, sí. Pero no me extrañaría que se lo estuviera guardando. En cualquier


momento, podría echarse a llorar. Supongo que lo hará cuando volvamos a casa. - suspiró
Lena.

Kara volvió a asentir pensativa comprendiendo lo que le decía la morena.


- Voy a buscar algo para beber. ¿Queréis algo? - le preguntó Kara enderezándose y
separándose del árbol.

- ¿Puedes traer algún zumo para ellos? - le pidió la morena.

- ¿Vino para ti?

- No, zumo también.

Con la lista ya hecha, Kara se alejó hasta las cocinas del hospital donde llenó tres vasos con
zumos y uno con vino. Los colocó sobre una bandeja de madera y volvió tras sus pasos. Lena
había vuelto al lado de los niños. La rubia les entregó sus vasos. Agarró el suyo y volvió a
separarse de ellos colocándose bajo el mismo árbol donde estaba antes. Apoyó la espalda
contra él y se dejó caer. Se concentró en su vaso de vino del que iba bebiendo pequeños
sorbos de vez en cuanto mientras se sumía en sus pensamientos. De pronto, algo impactó
contra su costado casi derribándola contra el suelo. Afortunadamente, consiguió equilibrarse
y evitar que, del golpe, cayera todo el líquido del vaso.

- Gracias. - oyó la voz le pequeño Levi encima de ella.

Kara lo agarró de la parte de detrás de la camisa, lo separó de ella y lo empujó suavemente


lejos.

- Solo era un poco de zumo. - murmuró Kara sin mirarlo y volviendo a su posición original.

Pero el pequeño no entendió el gesto y se le volvió a echar encima.

- Gracias por salvar a mi hermano. - dijo el pequeño con la cabeza enterrada en su cuello.
Kara pudo notar como se humedecía su cuello. Genial, el niño estaba llorando encima de ella.
La rubia no podía estar más incómoda.

Miró en dirección a Lena y Lars. Se encontró a Lena sonriendo, mientras Lars los miraba
enfadado y serio de brazos cruzados.

- Está bien, chaval. Solo hacía mi trabajo. - dijo Kara golpeando suavemente la espalda del
niño. - Creo que Lars quiere decirte algo. - mintió. - ¿Por qué no vuelves con él?

El niño salió rápido de su escondite frotándose los ojos y volvió corriendo junto a su
hermano.

Kara solo bufó por fin liberada de su abrazo.

*/*/*/*

Tal y como había dicho, Lena y los niños se fueron nada más encendieron el fuego de Amate.
Kara organizó a los soldados para que los protegieran durante la vuelta y cuidaran del palacio
real en la fortaleza. Ella se iba a quedar para acabar el día del solsticio.

A pesar de ser un ritual a Amate, un dios antiguo, el sitio estaba lleno de raoistas. No había
nada como vino y carne acabada de cocinar para atraerles, pensó divertida Kara. Había
diferentes grupos de hogueras repartidas por todo el sitio que rodeaban a la hoguera principal
de Amate que ya estaba encendida. También había diferentes mesas con gente bebiendo y
comiendo. Kara calculaba que no quedaba mucho para que empezara la fiesta de verdad.

Se había sentado en una mesa junto a Alex, Kelly y el pequeño James. Prácticamente la
estaban ignorando. La rubia tampoco se sentía ofendida. No tenía ningún interés en
relacionarse con ellos tres. También estaba Nyssa junto a ella.

- ¿Así que esto hacen los theranos los días sagrados? ¿Emborracharse y comer? - preguntó
con algo de repulsión una vez hubieron acabado de cenar. La gente empezaba a levantarse y a
bailar alrededor del fuego.

- Más o menos. - sonrió Kara.

- Ahora entiendo muchas cosas sobre ti. - se burló la otra rubia.

- No me juzgues. Una vez has probado la buena vida, no puedes dejarla. - rio Kara dando un
sorbo de su vino.

- Si a esto lo llamas buena vida… - se mofó Nyssa. - Yo también me voy a ir. No comparto tu
interés por este espectáculo.

- Qué descanses. - se despidió Kara cuando la otra se levantó.

- Igualmente, aunque realmente dudo que vayas a dormir mucho esta noche. - rio Nyssa.

- Quizá Rao me sonría. - la acompañó Kara.

Nyssa se fue dejándola sola. Se aburría, así que se acabó su vino y se levantó a dar vueltas
por el lugar. La fiesta no tardó en llegar a su punto álgido. La gente ya estaba empezando a
buscar con quien pasar el resto de la noche.

Cuando volvió a su mesa se encontró, como esperaba, con que Alex y el resto ya no estaba
allí. Así que literalmente no le quedaba ningún motivo para quedarse allí. Volvió a dar vueltas
por el lugar. Había echado el ojo a un par de personas ya.

Mientras paseaba sola, eligiendo a quién acercarse primero, una chica unos años más joven se
le acercó y empezó a hablar con ella. Le resultaba familiar.

- Buenas noches, majestad. - sonrió coqueta.

- Buenos noches. ¿Tengo el placer de conocerte? - sonrió Kara confiada.

- Hace muchos años ya. Fue antes de que os fuerais a Krypton. - explicaba ella. - ¿Recordáis
la noche en la que detuvisteis a la antigua voz de Rao? Mi padre es el gobernador de Koron.

Un flash cruzó por su mente ya algo nublada por el vino. Recordó al hombre intentando
convencerla para que se casara con su hija, la que tenía ahora en frente de ella. Vaya, viendo
como había crecido la cría, quizás debería haber aceptado la propuesta.
- ¡Cierto! Ahora os recuerdo. Siobhan, ¿no? - sonrió Kara. La chica asintió.

- ¿Queréis vino? - le preguntó la chica sonriendo.

Kara asintió. Siobhan la agarró del brazo y la arrastró hasta una mesa vacía con una jarra de
vino y unas copas. Se sentó a su lado, pegada a ella. Quizá Rao sí que le iba a sonreír esa
noche.

Estuvieron un rato hablando y bebiendo vino. Cuando el alcohol ya dominaba sus cabezas, se
unieron al resto de la gente que bailaba alrededor del fuego.

Kara perdió la noción del tiempo allí con la chica. Ella no se movía mal. De hecho, se movía
extremadamente bien pegada a ella, con sus manos acariciando su cuerpo. Sus caderas se
rozaban continuamente. Las manos rozaban los sitios adecuados jugando, provocándola, pero
sin llegar a hacer nada. La rubia no veía el momento de buscar un lugar lo suficientemente
privado.

La temperatura en su cuerpo subía. La tensión se estaba empezando a acumular en su vientre


bajo. Después de más y más baile, llegó un momento en que realmente lo necesitaba ya.
Agarró a Siobhan del brazo y la arrastró hasta los árboles a un lugar oscuro. Se lanzó contra
sus labios. La otra la recibió encantada. Kara empezó a meter las manos por debajo de la
camisa de Siobhan cuando ella le agarró las manos.

- ¿Qué pasa? - preguntó Kara confundida.

- Lo siento, majestad. Yo soy raoista y esto… Esto es demasiado pronto para mí. - respondió
la chica mirando al suelo avergonzada.

Kara se separó de ella gruñendo.

- ¿De verdad vas a hacerme esto? - preguntó enfadada.

La chica asintió sin mirarla y se fue corriendo dejándola sola.

Perfecto, Rao se acababa de reír en su cara. Debía ser una venganza o algo por el estilo.
Volvió a la fiesta para ver si podría encontrar allí a alguien que le ayudara con la tensión
acumulada en su entrepierna, pero parecía que allí todos estaban servidos. Tampoco era
cuestión que corriera la voz por la capital que la reina regente se paseaba desesperada por
encontrar a alguien con quien pasar la noche.

Se le acababan las opciones esa noche. Tendría que ocuparse ella misma del asunto. Así que
emprendió su vuelta a la fortaleza. Consiguió que unos soldados la llevaran con un bote. No
estaba en condiciones de dirigir ninguna embarcación con el alcohol corriendo por sus venas
y su cerebro centrado en otras cosas.

Dando tumbos, llegó hasta el palacio real donde había los guardias apostados. La dejaron
pasar y emprendió el camino de subida hasta su ala. Llegó al rellano donde el edificio se
dividía. A su derecha se subía hasta su zona, mientras a la izquierda era el camino al ala de
Lena. ¿Estaría todavía despierta? No, Lena era un lugar donde no debería volver a caer. Pero,
¿de verdad iba a acabar esa noche sola?

Cogió el camino a su izquierda. No tenía ni idea de dónde estaba la habitación de la morena.


Fue abriendo puerta por puerta. Como agradeció que los niños tuvieran sus habitaciones en
otra parte del edificio. ¿Cómo les iba a explicar que por la noche iba dando tumbos abriendo
puertas por el palacio?

Finalmente, dio con la adecuada. Lena todavía tenía las luces encendidas. Estaba tumbada en
su cama en una habitación que no era extremadamente grande. Se levantó nada más ver a la
rubia allí. Se acercó a ella preguntándole qué hacía allí, pero la rubia se abalanzó sobre ella
besándola.

*/*/*/*

Lena estaba tumbada boca arriba con Kara escondida todavía entre sus piernas limpiando los
restos de su reciente orgasmo. La morena todavía estaba intentando volver a conectar sus
neuronas. ¿De verdad, después de tanto tiempo, por fin había vuelto a estar con Kara? A
pesar del contexto, no podía evitar hacerse ilusiones. ¿Por qué había aparecido la rubia en su
habitación? ¿La habría echado de menos también?

Kara se apartó de ella satisfecha y se tumbó boca arriba unos instantes a su lado. Miraba
fijamente el techo. Fue entonces cuando Lena pudo observar perfectamente los tatuajes que
tenía por el cuerpo. Eran símbolos de los antiguos dioses. ¿Desde cuándo Kara había
empezado a rezarlos tanto como para tatuárselos? Encima de su pecho, en el lugar del
corazón, tenía tatuados los símbolos de Eram, diosa del mar. En su hombro derecho se
entrelazaban los símbolos de Tire, dios de la paz, y Erit, dios de la guerra.

Lena se inclinó levemente dirigiendo su mano hacia los que tenía más cercanos, queriéndolos
acariciar. Todavía estaba sumida en las sensaciones del orgasmo. Pero apenas tuvo unos
segundos más para observar esos tatuajes. Kara se levantó de la cama y empezó a vestirse
dándole la espalda.

- ¿Dónde vas? - le preguntó Lena confundida.

- A dormir, ¿dónde quieres que vaya? - se burló.

Lena se quedó en silencio sintiéndose abandonada. Allí estaba ella tumbada en su cama
desnuda y Kara se estaba marchando nada más había conseguido lo que quería. Se estaba
vistiendo haciendo esfuerzos para que Lena no se cruzara en su campo visual. Tenía prisa
para irse. Era casi humillante.

Kara acabó de vestirse en silencio y se fue hasta la puerta de la habitación que abrió.

- ¿De dónde has sacado esos tatuajes? - preguntó antes de que la rubia se fuera. Todavía no la
había ni mirado una vez desde que se había levantado de la cama.

- Perdí una apuesta. No pienses cosas que no son. - respondió seria de espaldas a ella.
Despareció sin decir nada más cerrándola de un golpe seco.
*/*/*/*

Kara estaba de mal humor la mañana siguiente. Se había despertado temprano porque había
dormido muy mal. Estaba a punto de cruzar la puerta del comedor cuando una pequeña
espada de madera intentó golpearla en el estómago. A pesar de estar medio dormida,
consiguió agarrar el objecto antes de que impactara.

El pequeño Levi era el que la estaba empuñando.

- ¿Qué haces? - gruñó Kara tirando del objecto y arrancándoselo de las manos. Lo lanzó a
algún lugar de la sala.

- Quiero que me entrenes. - contestó el pequeño decidido.

- ¿Cómo? - preguntó Kara sorprendida.

- Quiero ser tan fuerte como tú para proteger a mi hermano.

Kara se echó a reír y se fue del palacio sin contestar al pequeño.

*/*/*/*

Kelly y Lena estaba reunidas en la residencia de las Danvers al día siguiente. Estaba
trabajando en diferentes estrategias para cerrar el burdel. Era plena noche. Los niños estaban
todos durmiendo después de la vuelta a la rutina.

Alex llegó quejándose. Por lo visto, Nyssa llevaba unos días obligándola a quedarse
trabajando hasta tarde. La acompañaron mientras cenaba.

- Creo que hay algo que tienes que contarnos, Lena. - dijo Kelly en algún punto de la cena.

- No sé a qué te refieres. - intentó disimular ella el estado mental que arrastraba desde el día
anterior.

- Llevabas todo el día que parece que te tengas a poner a llorar en cualquier momento. -
insistió Kelly. - ¿Es por lo que le pasó a Lars ayer?

No, no era solo eso. Kara la había ignorado todo el día. En la reunión, ni la miró. Intentó
perseguirla para hablar con ella, pero le dio esquinazo.

- Sí. - dijo la Luthor sollozando.

- ¿Seguro que es eso todo? - le volvió a preguntar ella.

- No. - respondió Lena echándose a llorar esta vez.

- ¿Qué ha pasado? - la abrazó preocupada Kelly.

- Kara llegó ayer a mi habitación borracha y me besó. Y yo no puede negarme. Sabéis lo


mucho que la he echado de menos estos años, todo lo que me ha dolido tenerla lejos. Nos
acabamos acostando. No os podéis imaginar lo ridícula que me sentí. Kara ni me miraba. No
creo que ni se diera cuenta de… de… - dijo Lena echándose a llorar todavía con más
intensidad.

Alex y Kelly la rodearon con sus brazos consolándola.

- ¿Quieres que hable con ella? - gruñó Alex una vez Lena les hubo acabado de contar todo.

- No, Alex. Esto es entre ella y yo. - pidió Lena.

- Si es lo que quieres… - respondió seria Alex. - Pero quizás le deberías contar todo.

- ¿Para qué, Alex?


Parte 7 4/5

Lena estaba esperando a Kara a la mañana siguiente cuando bajó de su ala. Se sorprendió
viendo como Levi atacaba a la rubia con una espada de madera y esta le cogía el objeto y lo
lanzaba lejos sin prestar demasiado atención a que alguien acababa de intentar golpearla.

- Quiero hablar contigo. - la llamó Lena antes de que la rubia pudiera irse.

- No tengo tiempo, Lena. Tengo una reunión. - le respondió Kara sin ni siquiera hacer un
ademán de pararse.

- Kara, esto no puede esperar. - insistió Lena agarrándole el brazo. Kara frenó en seco.

La rubia se la quedó mirando fijamente unos segundos.

- Está bien. – suspiró negando con la cabeza.

Lena la guio hasta un pequeño despacho del palacio. Hizo pasar primero a Kara. Una vez
dentro las dos, cerró la puerta apoyándose en ella con su espalda.

- Después de tratarme como me traste, me ignoraste durante todo el día siguiente. - empezó
Lena mirándola triste.

Kara no entendía el problema.

- ¿Cómo te traté? Ni que no te corrieras. - se quejó Kara. - Lena, solo fue un polvo. Supéralo.
- bufó negando con la cabeza.

Lena se acercó a Kara para cruzarle la cara de una bofetada. Sentía como los ojos le ardían
por las lágrimas cargadas de rabia.

- Das asco. - gruñó entre dientes. - Bien, si quieres hablar de otra cosa, ¿qué piensas hacer
con la traidora? - preguntó Lena recuperando la compostura. Se cruzó de brazos delante de
Kara.

- Déjame que me encargue yo del tema, Lena. - dijo ganando distancia otra vez. - Si esto es
todo, me voy a ir. - dijo la rubia emprendiendo a andar. Intentó esquivar a la morena, pero
esta le cerró el paso.

- No, Kara. Es la vida de mi hijo. Quiero saber qué está pasando y quiero saberlo todo. ¿Qué
le dijiste en verdad?

Kara suspiró. ¿Por qué Lena no podía aceptar las órdenes si más?

- ¿Por qué?

- ¿No te parece que, como madre, tengo derecho a saberlo?


- Solo si me prometes que dejarás que me encargue yo de todo. - avisó Kara y Lena asintió
como respuesta. - Bien, Vartox, esa mujer y más gente se me acercaron hará unos días para
conspirar contra Lars y colocarme a mí en el trono. Acepté para poder controlarlos de cerca.
Ella decidió atacarlo por su cuenta.

- ¿Quieres ser reina?

- Ya te he dicho que no tengo ninguna intención de quedarme en el trono.

- Entonces, ¿pusiste en juego la vida de mi hijo, un niño, para otra de tus maquinaciones? -
gruñó Lena enfadada.

- Tranquila, voy a encargarme de todo. No volverá a pasar. - respondió la rubia


despreocupada.

- Dime qué piensas hacer. - insistió Lena. - Es la vida de mi hijo la que está en juego.

- ¿Por qué no me dejas que me ocupe yo y después te lo cuento todo? - se quejó Kara. Tenía
ganas de irse de allí. No tenía intención de pasar ni un minuto más a solas con la morena.

- Porque no me fio de ti. ¿Por qué no quieres el trono?

- Ya te dije que estoy aquí para ayudar a Thera. Por mucho que tenga comprado a Edge, el
norte nunca me aceptará como reina si he pasado por encima del cadáver de un medio Luthor.
Así que no, no quiero el trono.

- Dime cuál es tu plan, Kara.

- ¿Por qué me lo pones tan difícil? - se quejó la rubia.

- ¿Por qué no me lo dices?

- Porque cuanta menos gente sepa el plan, mejor saldrá.

- No me sirve.

Kara suspiró mientras se rascaba la frente. Lena la sacaba de sus casillas.

- Eres imposible. Está bien. Si detengo ahora todos los conspiradores, con el poder que
tienen, solo conseguiré poner en contra de la Corona a los sureños. Quiero arruinar su
reputación, arruinarles cualquier cosa que tengan y, cuando estén rodeados de miseria, los
detendré por traidores. Para el resto de Thera, solo serán unos locos que, en medio de la
desesperación, intentaron conspirar contra Lars. Nadie los va a apoyar. Va a ser un corte
limpio. Y la traición a Lars quedará como algo solo reservado a los tontos. Pero para hacer
esto, necesito que se piensen que estoy de su lado.

- ¿Y cómo piensas conseguir todo eso? - preguntó Lena todavía dudando de la rubia.

- No te voy a contar mis métodos, Lena.


- ¿Por qué?

- Porque entonces no me vas a dejar hacerlo. Y, ahora, me voy que llego tarde. - dijo Kara
emprendiendo la marcha.

Lena intentó volver a cerrarle el paso, pero no fue lo suficientemente rápida. Golpeó contra
su hombro y notó como la Luthor trastabillaba a su lado.

Se fue cerrando la puerta de un golpe.

*/*/*/*

Por lo menos, después del encontronazo con Lena, recibió una buena noticia. La verdad es
que, en realidad, no tenía ninguna reunión, se lo había inventado para que la morena la dejara
en paz, cosa que no funcionó. Pero, por lo menos, había recibido esa carta de Cat Grant. Kara
la miraba feliz. Todavía no la había abierto. La estaba escondiendo en un cajón cuando Nyssa
apareció sin llamar a la puerta. Quizá debería colocar un cartel en la puerta indicando que
antes de entrar se tenía que llamar.

- ¿Qué quieres? - le preguntó arisca Kara.

- Vaya humor de perros tienes, chica. - se rio Nyssa.

- Nyssa… - la advirtió.

- Quiero comentarte mi fecha de vuelta para Krypton. - anunció la otra.

- ¿Ya has acabado con el ejército? - preguntó Kara sorprendida.

- He tenido a tu hermana haciendo horas extras. Espero que no te importe. Supongo que no. -
sonrió Nyssa. Kara negaba con la cabeza mientras se le escapaba la risa. - Calculo que al
ritmo que está trabajando, podré irme en una semana.

- Nyssa, entiendo que tienes ganas de volver a Krypton, pero no te precipites. Además, tienes
otras misiones aquí.

- Kara, las he estado vigilando como ordenaste. No he visto nada raro aparte de que te odian.
Y eso no es raro. Lena y Alex son inofensivas. Tienes el norte atado, el sur come de tu mano.
No es que me quede mucho por hacer.

- Como veas. Es para evitarte un viaje de vuelta. - sonrió Kara.

- Voy a asegurarme de que dejo todo bien atado para que no tenga que volver a pisar este
maldito reino. - dijo con desprecio.

*/*/*/*

Lena había querido hablar con Kara la noche anterior. Habían pasado unos días desde que la
rubia le había contado sus planes sobre los conspiradores y quería saber cómo iban. Quería
saber si su hijo iba a estar seguro, aunque tuviera que lidiar con Kara.
Pero la noche anterior, a pesar de volver temprano de trabajar, Kara había ido directa a su ala
y prohibió tajantemente que nadie la molestara para nada.

Viendo el humor con el que lo había dicho, Lena prefirió esperar al día siguiente. Las
mañanas después de volver temprano, Kara solía estar de mejor humor.

Lo que también solía pasar esas mañanas es que Kara salía tarde de su habitación. Ese día se
estaba haciendo especialmente tarde. Prácticamente, era la hora de la reunión del consejo.
Lena decidió subir a buscarla. Quizá se había quedado dormida.

Recordaba vagamente cómo llegar hasta la habitación principal.

Dentro, le pareció oír voces. Confundida, abrió la puerta sin llamar. Lo primero que notó fue
el olor dulzón que Kara desprendía a veces, pero muchísimo más intenso. Kara estaba de pie
a medio vestir mirándola sorprendida. Había dos muchachas desnudas sobre la cama
charlando con ella animadamente y dos sacos de monedas encima de una mesa.

Lena sintió como su corazón había dejado de latir un instante rompiéndose.

- Chicas, ¿por qué no cogéis el dinero y os vais? ¿Sabéis cómo salir? - dijo Kara retomando
la tarea de vestirse.

- Claro, majestad. - rieron.

Las chicas usaban como ropa una especie de vestido ligero que tardaron cinco segundos en
ponerse. Al contrario que Kara que se estaba peleando con la ropa kryptoniana.

Las chicas cogieron las monedas y se fueron pasando rápido por el lado de Lena riendo y
dejando un rastro de perfume dulzón a su paso. Las dejaron solas. Lena todavía no había
dicho nada. Estaba asimilando la escena que acababa de presenciar.

Sintió para variar como una bola de furia se instalaba en su estómago. ¿Cómo se atrevía a
meter a las putas en el palacio real?

- ¿Sabes? Ni Alex ni yo nos queríamos creer los rumores que llegaron de Daxam.
Pensábamos inocentes que tú nunca te convertirías en una putera. - dijo Lena mirando con
rabia a la rubia.

- A estas alturas, Lena, no me ofende que me llamen eso. - sonrió confiada Kara que ya se
estaba poniendo los zapatos.

La morena se fue sin esperar a que Kara la siguiera. Tenían una reunión a la que asistir y
llegaban tarde.

*/*/*/*

Lena sabía que eran las únicas dos que quedaban en el edificio de las oficinas en la fortaleza.
William se había ido hacía rato, igual que Nyssa. Alex fue la última. Salió arrastrando los
pies claramente agotada.
Aprovechando eso, Lena entró en el despacho de Kara. Se la encontró sentada trabajando en
unos documentos con la ayuda de algunas lámparas. Era una noche muy oscura, casi era luna
nueva.

Kara levantó los ojos del papel. No parecía sorprendida de verla.

Lena se recostó contra la puerta después de cerrarla mirándola mortalmente seria. Kara
pareció captar el mensaje. Asintió y empezó a recoger todos los papeles que tenía repartidos
encima de la mesa. Mientras tanto, Lena ocupó un lugar en una de las sillas en frente de su
escritorio. Kara se levantó a buscar la jarra de vino. Sirvió un vaso para Lena y uno para ella.

Lena rechazó el suyo y lo dejó olvidado encima de la mesa.

- Supongo que estás aquí por lo de esta mañana. - empezó Kara.

- Así es. Iré al grano. Kara, no volverán a entrar tus putas en la fortaleza.

- Voy a hacer lo que me dé la gana. - rio Kara.

- Mis hijos no van a compartir techo con ellas. ¿Cómo has tenido las narices de meterlas en el
palacio real?

- Ni que hoy haya sido la primera vez. - se burló Kara.

- ¿Cada vez que llegabas temprano al palacio era porque las tenía allí dentro? - preguntó Lena
dolida.

- Si no quieres saber la respuesta, no preguntes.

- Hoy ha sido la última vez, ¿me oyes?

- Como te he dicho muchísimas veces, aquí mando yo. Y voy a seguir haciéndolo tanto como
me plazca.

- No, Kara. Te he soportado muchas cosas, pero esto no lo voy a tolerar. - insistió Lena
empezando a ponerse nerviosa.

- ¿Y qué quieres que haga, Lena? Tengo necesidades que satisfacer. - rio Kara. - ¿O es que te
estás ofreciendo voluntaria? ¿No tuviste suficiente con lo del último día?

- Eso es un error que no volverá a pasar. - se defendió Lena.

- De eso, puedes estar segura. - contestó Kara pedante. - Solo me acosté contigo porque los
del burdel habían cerrado para celebrar el solsticio y no había otras putas disponibles. El
próximo día me encargaré de haber hecho una buena reserva para no tener que usarte a ti.

Lena se quedó en silencio intentando asimilar el golpe. Así que para Kara solo había sido una
puta más. Se sentía tan humillada que no sabía si sentir pena por ella misma o por Kara.

- ¿Cómo has acabado así, Kara? - preguntó Lena destrozada mirándola con lástima.
Esto era lo último que le faltaba a Kara. Lena no tenía ningún derecho a sentir pena por ella.
No necesitaba la compasión de nadie, todavía menos la de ella.

- ¿Tú me lo preguntas? - explotó Kara irguiéndose en su sitio. – ¿Tú, que me abandonaste


para casarte con mi primo, el rey, después de esconderme lo que había hecho Jor-El con mis
padres? Eso sí, la jugada te salió redonda. Has acabado siendo reina. - acabó Kara
prácticamente de pie. Cerraba las manos con fuerza en los brazos de la silla para evitar
golpear nada.

- ¿Qué querías que hiciera, Kara? - se defendió Lena.

- Había otras opciones. - dijo la rubia recuperando la calma y volviéndose a sentar relajada en
su sitio.

- Ah, ¿sí? ¿Cuáles? Ahora que sabes tanto, dímelo. Dime cuál era la opción correcta, Kara.
¿Entrar en guerra contra el norte otra vez? ¿Qué Kara?

- ¿Te das cuenta que al final te convertiste en el trozo de carne que tus padres y tu hermano
siempre habían planeado usar? Lex al final ha conseguido más poder en el sur del que jamás
tuvo Lionel gracias a ti. - se burló Kara otra vez con rabia. - “Por Thera” me dijiste. Y una
mierda, Lena, me abandonaste porque tu hermano te lo ordenó.

- No, Kara. Lo hice porque fui la única de las dos que era capaz de ver más allá de sí misma.
No iba a provocar otra guerra. Te repito, ¿qué otra opción había?

- ¡Suficiente, Lena! - gritó golpeando con su puño la superficie de la mesa. - Seguro que la
habríamos encontrado. Pero tengo que darte las gracias. Gracias por abrirme al mundo. Ha
sido de gran provecho.

- Eres una cínica.

- Y tú eres una zorra. - le respondió Kara con una sonrisa.

La morena no lo soportó más. Vació el contenido de su copa en el rostro de Kara. Se levantó


y se fue dando un portazo.

- Buenas noches, Lena. - sonrió Kara limpiándose los restos de vino.

*/*/*/*

Al final, Kara había acabado la noche en la taberna desfogándose de la discusión con Lena.
Había vuelto muy tarde y muy borracha. La mañana siguiente, el mundo todavía daba
vueltas. Calculaba que como mucho había dormido dos o tres horas.

No quería malgastar tiempo en la cama sabiendo que no iba a poder dormir más. Se vistió
con las malditas ropas kryptonianas y bajó al comedor a desayunar. Como cada mañana, Levi
la recibió intentando golpearla con la espada de madera. Como siempre, Kara había agarrado
la espada antes de que la golpeara.
- Así solo lograras perder la espada cada vez. Tienes que colocar tus manos así y así. - le
indicó Kara mientras colocaba correctamente el cuerpo del pequeño.

Eran los únicos despiertos a esas horas. La rubia decidió irse al despacho para evitar ver a
Lena. No estaba de humor.

Lena tampoco había dormido esa noche. No después de sentirse tan humillada, tan insultada.
A la hora de comer fue directa al despacho de Alex rezando a todos los dioses para que
estuviera sola. Afortunadamente, así era. Por lo visto, Nyssa tenía una reunión con Kara.

Lena le explicó lo que había descubierto la mañana anterior y la discusión entera. Alex se
subía por las paredes. Aseguró que Kelly y ella se iban a encargar personalmente de evitar
que Kara entrara sus putas.

*/*/*/*

Llegó el ansiado día en que Nyssa se marchó de vuelta a Krypton. La rubia se había pasado
toda la despedida soltando lágrimas de alegría. Alex casi las soltó también de alivio.

Efectivamente, Kara había logrado arruinar a todos los conspiradores en un abrir y cerrar de
ojos. Lena prefería no saber cómo lo había hecho. Tampoco quería cruzar una sola palabra
con ella. No lo había hecho desde la discusión de la semana anterior cuando Kara le había
dicho que la había usado como a una puta cualquiera.

Kara era consciente de que su hermana llevaba días intentando reunirse a solas con ella, pero
había conseguido evitarla lo más elegantemente posible hasta ese día. Alex la había
acorralado después de una reunión con ella y otros miembros importantes del ejército.

- Espero que lleves bien tu abstinencia. - sonrió Alex confiada.

La mayor estaba de pie, en frente de la mesa de Kara que estaba sentada como siempre en su
silla.

- ¿De qué me hablas, Alex? - bufó Kara cansada de tener que soportar estas charlas.

- De la falta de putas en la fortaleza.

- Así que has sido tú quien se ha encargado de boicotearlo. - gruñó la rubia.

- Sí, Kelly y yo. - afirmó Alex orgullosa hinchando el pecho.

- ¿Por qué no os metéis en vuestros asuntos en vez de en los ajenos? - le echó en cara.

- Ese era el plan hasta que me he hartado de ver a Lena destrozada por tu culpa. Primero, le
arrebatas a sus hijos y después juegas con ella.

- Tú también, no. Solo fue un polvo. - suplicó Kara.

- No fue solo un polvo cuando la miraste tan poco que no te diste de cuenta de que está
embarazada.
Kara se quedó callada unos segundos.

- Lena no está embarazada. -aseguró la rubia.

- Lena llevaba un mes embarazada cuando tú llegaste. - anunció la mayor.

- No. - negó Kara.

- Negarlo no lo va a cambiar.

*/*/*/*

Kara estaba de brazos cruzados apoyada en el marco de la puerta que conducía a los jardines
del palacio real. Tenía la casaca kryptoniana abierta dejando ver perfectamente la camisa
blanca de debajo. Observaba a Lena jugar con Levi. Todavía ninguno de los dos se había
dado cuenta de que ella estaba allí. El niño feliz le contaba a Lena como su tía Kara se había
dedicado a hacerle pequeñas correcciones cada mañana los últimos días. La rubia pudo notar
como un gesto de tristeza cruzó el rostro de la morena mientras escuchaba al pequeño.

¿De verdad estaba embarazada?

Fue entonces cuando él la vio y corrió directo hacia ella abrazándola por las piernas. Lena los
observaba reticente a acercarse. Kara intentaba sacárselo de encima. Lo agarró de la camisa y
tiró con fuerza. Al final, el pequeño se soltó, pero intentó forcejear para volverla a abrazar.
Cuando vio que no podía, decepcionado, se fue a jugar por los jardines.

- Tu kryptoniano no se ha presentado a darle clases. - explicó Lena.

- Lo sé. Ha dejado una carta de renuncia esta mañana. Venía a avisarte que a partir de ahora
se suspenden todas las clases que tenían con él. - dijo señalando a Levi.

- Levi dice que tenía tarea para enseñarle hoy. ¿No es un poco raro? - sospechó la morena.

- No sé qué pasa por la cabeza de ese hombre, Lena. - respondió Kara encogiéndose de
hombros.

- ¿No vas a traer a alguien más? - insistió la Luthor.

- No lo tenía previsto. ¿Quieres que traiga a alguien? - preguntó divertida la rubia.

- No, gracias. Ahora que Thera está libre de tu sequito de kryptonianos, no hace falta que
vengan más. Krypton podría pensarse que lo hemos matado o algo por el estilo. - se quejó
Lena.

Kara ignoró el último comentario.

- Quiero reunirme contigo y con Alex esta noche a solas aquí. ¿Crees que es posible? - dijo la
rubia cambiando de tema radicalmente.

- ¿Para qué? - preguntó sorprendida Lena.


- Tengo que hablar con vosotras. ¿Puede ser? - insistió Kara.

- Hablaré con Alex. ¿A qué hora llegarás de trabajar?

- No pensaba volver. Voy a quedarme por el palacio. - volvió a encogerse de hombros la


rubia.

- ¿Has vuelto a traerlas? - gruñó Lena.

- No, tu perrito guardián ha hecho bien su trabajo manteniéndolas fuera. - se burló Kara.

*/*/*/*

Esa fue la primera noche en muchos meses en los que Lena consiguió cenar en paz con sus
hijos. Ellos estaban felices por tener menos clases. Tenían una enorme lista de cosas que
querían hacer. Sobre todo, porque era verano y podrían ir al mar a bañarse sin preocuparse
por el frío o el mal tiempo. Se morían de ganas de volver a hacerlo. A veces, a Lena, le hacía
gracia lo poco que se parecían a ella en ciertos aspectos.

Los chicos se fueron a dormir y Alex llegó al palacio tal y como Lena le había pedido.
Ambas fueron al ala de Kara. La rubia estaba tumbada en su sala de estar encima de un
colchón colocado a un lado. Parecía jugar a hacer malabares con un cuchillo. Se incorporó
cuando las vio llegar y se sentó con las piernas cruzadas. Abandonó el cuchillo a un lado.
Seguía vestida con el uniforme de Krypton con la casaca abierta, pero la impecable trenza
que siempre llevaba había desaparecido. Les pidió que se sentaran en otro colchón en el lado
opuesto de la habitación.

- ¿Os habéis leído los documentos que os envié? - preguntó Kara.

- Sí, lo hemos hecho. - contestó Alex.

- ¿Para qué nos has mandado estudiar un montón de tratados y máquinas kryptonianos? -
preguntó Lena enfadada. Seguía sin querer saber nada de ella.

- ¿Creéis que es posible ponerlas en práctica aquí?

Alex y Lena se miraron confundidas.

- Hay cosas que sí, cosas que no. - explicó Alex. - Pero el mayor problema es de donde
sacarlas, Kara. No tienen pinta de ser baratas.

- Las primeras unidades las podría comprar. Después necesitaría que encontrarais la forma de
fabricarlos. - explicó la rubia.

- ¿Para qué, Kara? - preguntó desconfiada Alex.

- Solo quiero que Thera crezca sana. - se defendió Kara.

- ¿Y para eso tanto secretismo? ¿O nos tenemos que creer que ha sido casualidad que hayas
aprovechado el primer día en que no queda uno solo de tus kryptonianos? - le echó en cara
Alex.

- Estaría bien que por una vez nos contaras que estás planeando antes de encontrarnos de
frente con los resultados. - se quejó Lena.

- ¿Quién es Cat Grant? - preguntó Alex directamente.

Kara parecía que las había estado ignorando hasta que oyó las últimas palabras de Alex.

- ¿Cómo conocéis ese nombre? - preguntó Kara sorprendida.

- Había una nota para ti entre los papeles firmada por ella. - explicó la Danvers.

Kara suspiró y bajó la cabeza mirando al suelo. Estaba pensando. Tardó unos instantes antes
de volver la vista al frente.

- No sé por qué creía que no ibais a preguntar de más. - murmuró Kara rascándose la nuca. -
Cat Grant fue la mujer que me acogió en Krypton. Las cosas allí son bastantes distintas de lo
que os pensáis. La mayoría de gente no sabe qué es lo que están haciendo aquí. Para ellos, los
esclavos que llegan de Thera solo son trabajadores. Los aíslan para que no cuenten nada. Cat
es una periodista allí. Es muy importante y rica de hecho. Ella se dedica a desenmascarar al
gobierno de Krypton. Pero su influenza es limitada. Me enseñó todo lo que sé. Me instruyó y
tramamos un plan para liberar a Thera de Krypton. Esos inventos tienen que servir para darle
a Thera la suficiente capacidad para soportar una posible guerra contra ellos.

- ¿Por eso querías engordar nuestro ejército tan rápido? - preguntó Alex.

- Sí, si nuestro plan funciona correctamente, en un año o dos podríamos librarnos de ellos
para siempre. - continuó explicando Kara.

- ¿Y Nyssa qué pinta en todo esto? - insistió la Danvers.

- Con Cat, fingimos una gran discusión hace años. Que una therana como yo y ella fuéramos
amigas era sospechoso. Yo me dediqué a pasearme por Krypton alabándolos, despreciando
Thera. Todo el mundo creyó que yo estaba a favor de Krypton y en contra de Cat y Thera.
Tienen un ego muy grande. No costó que se lo creyeran. Pero no se acababan de fiar de mí.
Por eso, mandaron a Nyssa. Se suponía que venía a ayudarme, pero su verdadera función era
asegurarse que yo era fiel a Krypton y cumplía sus órdenes.

- ¿Cuáles son? - insistió Alex.

- Engordar a la vaca para que dé más carne. - contestó Kara con media sonrisa.

- Lo sabía. - celebró la Danvers.

- Os dije que mi única intención era cuidar de Thera. - se defendió la rubia.

- Era difícil de creer mientras ibas disfrazada y rodeada de kryptonianos. - dijo Alex.
- ¿Cuándo podréis poneros con los documentos? Hay algunos que tienen prioridad por
encima de otros. Sobre todo, los que están relacionados con alimentos y maquinaria y
equipamiento de combate. Os pasaré una lista.

- Lena es la que sabe más de estas cosas. - respondió Alex mirando a la aludida.

Lena suspiró. Todavía estaba procesando la información que la rubia acababa de soltar de
golpe como si nada hubiera pasado estos últimos casi cuatro meses. Intentó focalizarse en las
máquinas en vez de la mujer que tenía en frente.

- Depende de tus prioridades, Kara. Pero un año es un tiempo justo para ponerlo todo en
práctica, aunque los compres. Hay algunos que no los podremos construir por nosotros
mismos hasta de aquí mínimo un par de años. - explicó Lena.

- Ya veo. - respondió pensativa Kara. - Puedo hablar con Cat para ver si ella podría
suministrarlos durante tanto tiempo.

- Podrías haberlo dicho antes. - le recriminó Alex.

- No teníais ni que saber todo esto, Alex. No sé por qué os lo estoy contando.

- A ver si lo adivino, cuánta menos gente lo sepa, mejor. - intervino Lena.

- Exactamente. - asintió Kara. - Esto tiene que ser un secreto entre las tres. No puede salir de
aquí. Ni siquiera Kelly.

- ¿Y William? - preguntó la Luthor.

- Déjame a William a mí. Y, bueno, supongo que ya no tiene sentido que lleve esta ropa tan
incómoda. -rio Kara quitándose la maldita casaca.

*/*/*/*

Al día siguiente, Alex apareció por sorpresa en su despacho. Le pidió una cena de hermanas
sin nadie más. Solo para ponerse al día. Kara no estaba muy segura de aceptar, pero, por los
viejos tiempos, acabó cediendo. Que no fuera su enemiga no significaba que fuera a ser su
amiga.

Así que cuando acabó de trabajar ya entrada la noche se fue directamente a la residencia de
los Danvers donde la recibió Alex. Le contó que Kelly y James ya habían cenado y que se
habían ido a dormir. Kara pidió disculpas por llegar tan tarde.

Tenían la cena lista en el patio exterior donde solían cenar antes de que Kara se fuera. Había
echado de menos ese rincón. Se sentaron cada una en el extremo opuesto de la mesa. Era una
mesa cuadra de apenas un metro y medio de largo así que no estaban muy separadas.
Empezaron a comer en silencio.

Kara estaba incómoda. Todavía no sabía qué hacía allí. No quería estar allí con su hermana.
Quizá debería comer rápido e irse lo más pronto posible.
- ¿Y qué ha sido de tu vida fuera, Kara? - empezó Alex.

- Ya lo sabes. Unos años en Krypton y unos años en Daxam. No tiene mucho más. -
respondió Kara encogiéndose de hombros.

- ¿Por qué elegiste irte a Krypton? - continuó interrogándola Alex.

A Kara no le gustaba el tema de conversación y deducía que su hermana iba a seguir


preguntando hasta que no tuviera las respuestas que quería. Ella no tenía ninguna intención
de contar detalles sobre su vida lejos de Thera.

Tenía que lograr escapar.

- Daron-Vex me dijo que allí el apellido Zor-El me abriría puertas. La verdad es que no se
equivocaba. - contestó simplificando la realidad.

- ¿Conociste a mucha gente?

- Sí.

- ¿Cómo son los kryptonianos?

- Pues como nosotras. No entiendo tu pregunta.

- Me refiero de carácter.

- No sabría qué decirte. Hay un poco de todo. Por decirlo de alguna manera, son más
parecido a los raoistas que a los norteños. Son bastante fríos y distantes al principio. Pero te
acostumbras.

- ¿Allí también tienen su Voz?

- Sí, pero no se toman tan en serio la religión como los raoistas de aquí. Apenas realizan ritos
y da gracias si van a rezar una vez al mes. - rio Kara feliz por haber desviado el tema hacia
una cosa que no fuera su vida allí.

- Ya veo. ¿Es por eso que acabaste con tatuajes de los antiguos dioses? - volvió Alex a
preguntarle por su vida. Se le había acabado la suerte. Era evidente que la comunicación entre
ella y Lena era grande si había llegado a contarle lo de sus tatuajes. Estaba segura de que
Lena y las putas eran las únicas theranas que los habían visto.

- No, eso fue una apuesta que perdí en Daxam. - contestó simplemente.

- ¿Qué tipo de apuesta?

- Estoy empezando a hartarme de este interrogatorio, Alex. - se encaró Kara.

- Solo intento entender en qué momento mi hermana cambio tanto hasta convertirse en una
putera manipuladora. - le reprochó la Danvers.
Kara había tenido suficiente. Alex era de las que menos derecho tenía a reprocharle nada
después de todo lo que le había hecho.

- ¿Quieres saber cuándo? Cuando me enteré que mi hermana y mi primo se habían pasado
años mintiéndome y manipulándome durante la guerra. Encima, después, me escondieron lo
que le había pasado a mi novia. Y para acabar escondieron que mis padres fueron asesinados
por mi tío para quedarse el trono de Thera. ¿Me he dejado algo? Oh, sí. Mi novia me dejó
tirada para casarse con mi primo porque él ocupaba el trono que debía ser mío.

- Nunca hicimos nada de eso con mala intención. - murmuró Alex.

- Me da igual vuestra intención, pero son marcas difíciles de borrar. Nunca confiasteis en mí.
Yo ya no confío en vosotras. Si os he dado esos documentos es porque no tenía mejores
candidatas, Alex. - contestó sincera Kara.

- ¿Así que somos unos monstruos para ti? - preguntó dolida Alex.

- Solo sois gente que prefiero tener lo más lejos de mí posible. - respondió seria Kara.

- ¿Lo dices en serio? ¿Qué haces aquí entonces?

- Ni yo misma lo sé. Solo intento tener una convivencia pacífica con quien se supone que van
a ser mis aliadas.

- Así que ahora somos aliadas. - bufó Alex. Kara podía ver como su hermana empezaba a
acumular lágrimas al borde de los ojos.

- ¿Cómo quieres llamarlo?

- ¿Y tratas a tus aliados tan mal como has tratado a Lena?

- Volvemos al tema. ¿Qué quieres que te diga, Alex? No debería haber ido a esa habitación.
Lo sé.

- ¿Y por qué fuiste?

- Porque necesitaba echar un polvo y Lena era la que tenía más a mano.

- ¿Te estás escuchando? ¿Cómo puedes tratarla así de mal después de todo? - se enfadó Alex.

- Precisamente por eso, Alex. Lena es con diferencia la persona que más daño me ha hecho
nunca en mi vida.

-Deberías haber leído las cartas que te envió.

- Alex, me abandonó por Kal. No hay carta que remedie eso.

- Si hubieras leído las cartas, sabrías que Lena nunca tuvo la intención de abandonarte. Pero
te fuiste demasiado rápido para enterarte. Así que ella se pasó catorce años enviándote cartas
para que volvieras.
- ¿De qué estás hablando, Alex? - preguntó Kara confundida.

- Kal y ella hicieron un trato. Fingirían estar casados, convivir juntos, pero cada uno tenía el
derecho de montar su propia vida con quien eligieran. Se tocaban lo justo y necesario para
que ella se quedara embarazada. ¡Hasta Lena diseñó un sistema para calcular el día óptimo y
que se tuvieran que acostar el mínimo de veces necesarias! ¿Por qué te piensas que tenían
alas separadas del palacio? Kal estaba con Lois y Lena te esperaba a ti. ¿Por qué te crees que
murieron juntos, Kara? Durante catorce años, Lena ha esperado a que volvieras.

- ¿Y me tengo que creer que Lena ha estado sola durante catorce años? ¿Te piensas que soy
estúpida? - se rio la rubia. - ¿No crees que se dieron mucha prisa en tener a Lars entonces?

- Lex dijo que el único seguro que tenía de que el trato se estaba cumpliendo es que Lena se
quedara embarazada. ¿Sabes lo que fueron esos meses para Lena? Lex estaba acumulando el
ejército del norte preparándose para atacar y ella estaba teniendo que forzarse a acostarse con
Kal mientras lloraba cada noche porque te habías ido. Lo peor de todo esto es que, desde que
nos llegó la noticia de que volvías, Lena parecía inmensamente feliz. ¿Para qué? ¿Para que
ahora la trates así? Ojalá no hubieras vuelto nunca.

- ¿Y tú que pintas aquí? ¿Qué eres su perrito guardián? Si tanto me ha echado de menos, ¿por
qué no viene y me lo dice a la cara?

- Literalmente todo lo que has hecho desde que has llegado ha sido atacarla. ¿De verdad crees
que Lena está por la labor de contarte nada?

- Tonterías.

- No vuelvas a poner una mano encima de ella. - la advirtió su hermana.

- ¿O qué, Alex?

La Danvers no dijo nada. Solo se levantó de la mesa mirando al suelo y negando con la
cabeza.

- Sabes dónde está la puerta. - se despidió la mayor. - Y, Kara, deja en paz a los niños. Ellos
no tienen la culpa de nada.

*/*/*/*

Levi estaba emocionado. Esa mañana, después de intentar golpear a Kara, ella le había dicho
que avisara a su hermano porque, cuando acabaran las clases, iba a entrenarlos.

La que no estaba para nada contenta era Lena. No le apetecía darle permiso a la rubia para
que pegara libremente a sus hijos bajo la excusa del entrenamiento. No le extrañaría que los
golpeara más fuerte de lo necesario. Todavía no se creía lo que les había dicho hacía dos días
sobre Krypton. Si se dedicaba a mentir y manipular a todo el mundo, ¿por qué Alex y ella
precisamente iban a ser la excepción?

Cuando llegó la hora del final de las clases de sus hijos, cogió algunos documentos de su
despacho y se fue a buscarlos. Kara ya estaba allí cargada con material de entrenamiento.
- ¿Qué haces aquí? - gruñó Kara.

- No te voy a dejar a solas con mis hijos.

- No les voy a hacer daño.

- Porque yo voy a estar delante vigilándote.

- ¿No tienes trabajo que hacer? - le preguntó Kara.

Lena enseñó el pliego de papeles que llevaba. La rubia bufó como respuesta.

Una vez los dos chicos estuvieron fuera, Kara los llevó hasta los jardines del palacio real.
Mandó a los chicos vestirse con ropa adecuada para entrenar. Levi se fue corriendo
ilusionado, mientras Lars se fue enfurruñado por tener que entrenar con ella.

La rubia ya se había cambiado los pantalones por unos más cómodos, pero seguía llevando
una camisa de manga larga que no iba a ser muy cómoda para entrenar. Desde que se había
hecho los tatuajes, siempre iba tapada para evitar que nadie los viera. Pero, total, la única que
se podría escandalizar allí, ya los había visto. Así que cogió una camiseta de tirantes de entre
el material de entrenamiento y se cambió de ropa allí mismo. Fue cuando notó el aire fresco
sobre sus brazos y sus hombros cuando se dio cuenta de lo mucho que había echado de
menos ir vestida así de ligera en un sitio tan cálido como Thera. Ahora que no tenía que
llevar el estúpido uniforme kryptoniano tendría que revisar su armario.

Lena estaba sentada en un banco cerca de su posición concentrada en los papeles. Kara se
preguntaba si ella habría aprovechado el cambio de ropa para echar un vistazo.

Mala línea de pensamiento.

Los críos no tardaron mucho en llegar. Levi, el primero de los dos.

La decepción que se llevó cuando se dio cuenta que apenas tenían las bases del combate
cuerpo a cuerpo fue grande. Hasta le dolió en el orgullo.

- ¿Es que nadie los ha entrenado? - Kara se quejó hablando con Lena.

- ¿Para qué, Kara? Se supone que vivimos en paz. - respondió tranquilamente la morena.

- Pero necesitan unos mínimos. ¿Cómo se van a defender si alguien les ataca?

- El punto de vivir en paz, Kara, es que nadie les ataque.

- Mucha fe teníais Kal y tú. A partir de ahora, cada día después de clases vais a venir aquí a
entrenar conmigo.

Fue curioso el contraste de reacciones de los chicos. Levi saltaba por todas partes de
felicidad, mientras Lars dejaba caer los hombros con expresión de sufrimiento.

- ¿Y no me puede entrenar la tía Alex? - suplicó el mayor.


- La tía Alex no tiene sangre kryptoniana. Yo soy la mejor para adiestraros a los dos. ¿O es
que ya no quieres matarme? - sonrió divertida. - Nunca vas a poder si te entrena alguien que
no me puede vencer.

- Hay otras formas de matar a alguien que no incluyen la fuerza bruta. Existen los venenos.
¿Siempre ha sido tan creída? - preguntó Lars a su madre ignorando a Kara por completo.

- Es lo único que no ha cambiado. - respondió Lena encogiéndose de hombros.

- Pues no sé cómo la aguantabas.

- Con mucha paciencia.

- Tú tienes trabajo y tú tienes que entrenar. - los interrumpió Kara. - Ya me podréis criticar
todo lo que queráis cuando acabemos.

Levi se colocó rápidamente a su lado cuando Kara empezó a explicar. Lars se intentó resistir
todo lo posible, pero no tuvo más remedio que obedecer a la rubia.

Mientras que con Levi solo estuvo enseñando algunos movimientos y posturas, con Lars se
dedicó a entretenerse mandándolo al suelo una vez tras otra. Lena podía ver como crecía la
frustración dentro de su hijo mayor. Y si en algo se parecía a Kal y Kara es que cuando algo
lo frustraba, lo intentaba con el doble de ganas. Así que lo que quedaba de tarde pasó
rápidamente. Estaba anocheciendo cuando Lena tuvo que interrumpirlos para mandarlos a
todos a limpiarse. Hacía rato que estaban moviéndose casi a tientas.

Sus hijos estaban tan hambrientos de tanto ejercicio que tardaron apenas unos minutos en
estar listos para cenar. La sorpresa se la llevó cuando se encontró a Kara, ya limpia, sentada
en la mesa esperándolos para empezar a comer.

Lena se quedó parada en el umbral de la puerta. ¿Era demasiado tarde para pedir que les
subieran la cena a su ala? Levi pasó corriendo por su lado y se sentó ilusionado al lado de
Kara que lo miraba incómoda por la atención del pequeño. Lena sabía que nadie iba a sacarlo
de ahí. La Luthor suspiró. Qué remedio. Solo le quedaba rezar a los dioses para que Kara
decidiera que solo cenaría ese día con ellos y no lo repitiera cada vez que entrenaran.

Lars parecía tan ilusionado con la presencia de la rubia como ella. Ellos dos se sentaron tan
alejados de Kara como pudieron.

Levi estuvo todo el rato hablando con Kara. Bueno, sería mejor decir que estuvo todo el rato
hablándole a ella. Prácticamente le había hecho un resumen de sus cinco largos años de vida.
La rubia no parecía para nada interesada en escucharle o contestarle a nada de lo que le
contaba. Lars y Lena prefirieron centrarse en su comida e ignorar el espectáculo.

Al acabar la cena, los dos chicos se estaban durmiendo prácticamente encima de la mesa.
Lena cogió con cuidado de no hacer un mal gesto a Levi en brazos y se fue de la habitación
seguida de Lars. Los tres le desearon las buenas noches a Kara. La rubia solo se quedó
sentada viendo cómo se iban.
Lars se metió solo en su habitación, pero Levi se despertó lo suficiente para pedir volver con
Kara. Meterlo en la cama fue todo un logro para la humanidad. Prácticamente se quedó
dormido pronunciando el nombre de la rubia.

Por fin, Lena podría irse a dormir en paz.

A no ser que Kara decidiera darle otra alegría. Se la encontró delante de la puerta de su
habitación esperándola apoyada contra la pared.

- ¿Qué haces aquí? - ladró Lena enfadada. Ese era su lugar privado, Kara no tenía ningún
derecho de ir hasta allí otra vez. ¿Para qué? ¿Volver a usarla como su puta?

- Creo que lo sabes perfectamente. - dijo Kara acercándose con una sonrisa en los labios.

- Lárgate de aquí, Kara. - le contestó Lena. Pero la rubia no le hizo caso. Llegó hasta ella e
hizo ademán de colocar sus manos en las caderas de la Luthor, pero ella la rechazó. - No me
toques.

- Vamos, Lena. Me has dejado sin putas. Es lo mínimo que puedes hacer.

- Yo no soy una puta a la que puedas usar cuando te plazca.

- Pues el día del solsticio no me lo pareció. Y tú y yo sabemos que no me puedes negar nada.

Lena le soltó la bofetada más fuerte que pudo. Kara la agarró del brazo que la había golpeado
y tiró de ella hasta besarla.
Parte 7 5/5

Lena, no sabía cómo, había logrado empujar a Kara a unos metros de distancias rompiendo el
beso. Ambas respirabas entrecortadamente mirándose fijamente. Kara estaba siendo el
depredador y Lena, su presa.

- No, basta, Kara, por favor. - le rogó la morena.

Kara se acercó hasta la puerta de su habitación y la abrió de un empujón. La madera golpeó


contra la pared con fuerza.

- Entra, Lena. - le ordenó con media sonrisa perversa. - Sabes cómo va a acabar esto.

- No, Kara. Por favor.

- Lena, sí. Sabes que tú también vas a disfrutarlo. ¿No me has estado esperando catorce años?
Vamos a recuperar el tiempo perdido. - insistió Kara agarrando a Lena del brazo y apretando
hasta que la morena dibujó una mueca de dolor en su rostro. - Venga, Lena. - dijo
arrastrándola hasta la habitación.

- No así. - intentó resistirse Lena.

- No te hubieras casado con Kal. Todos pueden usarte como quieren. Yo también quiero mi
parte, así compórtate como debes.

Una vez dentro, Kara volvió a empujar la puerta con fuerza que se cerró de un portazo.

*/*/*/*

La tarde siguiente, Lena no tuvo valor para mirar a Kara entrenar con sus hijos. Había ido
directa a la residencia de las Danvers. En ese momento, estaba llorando desconsoladamente
mientras Kelly y Alex intentaban calmarla.

- Es que no sé cómo acabé cediendo. - decía entre respiraciones entre cortadas.

- Para empezar, Kara en ningún momento tuvo que aparecer por allí exigiendo nada. - dijo
enfadada Alex de brazos cruzados.

- Ya, pero tu hermana no atiende a razones. - le dijo Kelly.

- Pues quizá tengo que meterle las razones a golpes.

- No lo hagas, Alex. Déjalo. - lloraba Lena.

- Es que no puedo seguir viendo lo que te está haciendo.

- Da igual, Alex.
- ¿Pero vas a seguir cediendo, Lena? - preguntó Kelly preocupada.

Lena no respondió. Solo escondió la cabeza en su cuello.

- ¿De verdad todavía estás tan enamorada de Kara como para soportar todo esto, Lena? ¿Por
qué la aguantas?

- Porque sí, la sigo amando. Kara significa tanto para mí. Nos entendíamos más de lo que te
imaginas. Las dos siempre fuimos ninguneadas por nuestras familias. Kara fue la primera
persona que me vio más allá de ser la pequeña Luthor. Siempre me miró, me trató y me quiso
como a una igual. A día de hoy, es la única persona que ha hecho algo así. Y a la vez de todo
eso, también me desafiaba constantemente. Estar con ella era divertido y reconfortante. Mi
pequeño paraíso… Por eso, era incapaz de dejarla ir. Por eso, nunca me quise rendir con ella.
Creía que nunca iba a tener la suerte de volver a encontrar a alguien como ella, que me viera
como ella lo hacía. Y mira cómo ha acabado todo.

- Nunca le hicimos daño a propósito, Lena. Aquí la única que está hiriendo a los demás de
forma deliberada es ella. Te está atacando directamente. ¿Te das cuenta de que acaba de
hacer?

- ¿Y qué quieres que haga después de todo lo que le hemos hecho, Alex? Cree que le
mentimos y que la abandonamos.

- Lena, íbamos a contárselo todo. William se nos adelantó en el peor momento. Solo
buscábamos el momento adecuado. ¿Y este es el precio a pagar?

- No me hables de precios a pagar, Alex. Tú tienes la familia que siempre has querido. Yo
tuve que renunciar a todo, a mi vida entera, por salvar Thera. No tienes ningún derecho a
opinar.

- ¿Por qué no nos centramos en otra cosa? - intervino Kelly cambiando de tema. - Tengo una
idea para encargarnos del burdel.

*/*/*/*

Se podría decir que Kara se sentía orgullosa de lo mucho que Levi había progresado. El
pequeño parecía absorber como una esponja cualquier instrucción que le daba. Lars, por el
contrario, era bastante decepcionante, aunque no sería por falta de empeño del chaval. Sabía
por el resto de sus maestros que no era igual de malo con la tinta. Quizá, al final, ese chico
sería madera de despacho más que de campo de batalla. Pero como rey, tendría que saber los
básicos. Así que se iba a asegurar de que los conseguía.

Ese día, el mayor llegó prácticamente sin poder moverse. Decía que le dolía todo el cuerpo
por las agujetas. Levi en cambio daba botes por todas partes feliz. Lena no había vuelto a los
entrenamientos desde el primer día y durante las cenas y desayunos prácticamente la
ignoraba. Kara estaba indignada. Unos polvos tontos tampoco eran para ponerse así.

- Solo pido un poco de descanso. No soy un niño. No tengo la misma energía que él. - se
quejaba Lars.
- Vamos, chaval. Ni que fueras un anciano. Solo has estado entrenando ¿qué? ¿cinco días
seguidos? - se burlaba Kara.

- Para los que usamos el cerebro en vez de la fuerza bruta, son muchos días seguidos. - se
defendió Lars.

- Jo, Lars. Yo quiero entrenar contigo. - le suplicaba el pequeño triste.

- Levi, estoy muy cansado. - lloriqueaba el mayor. - ¿Por qué no vamos a la playa a jugar?

- ¡Vale! - gritó Levi lleno de alegría otra vez. - ¡Vamos a la playa! - gritó tirando de la ropa de
Kara.

- Toca entrenar. - contestó ella seria y se cruzó de brazos.

- Por favor. - suplicó el pequeño poniendo cara de pena.

- No. - respondió Kara orgullosa de no caer en eso.

- Vamos y te enseñamos nuestro lugar secreto. - insistió el niño.

- ¿Lugar secreto? - preguntó Kara curiosa.

Levi iba a decir algo, pero su hermano mayor lo interrumpió.

- No, Levi. Nadie puede ir allí aparte de nosotros dos y mamá.

- ¿Dónde? - insistió la rubia.

- A la playa. - contestó Levi como si fuera obvio.

- ¿Qué playa? - volvió a preguntar Kara.

Levi iba a decirle algo, pero Lars volvió a interrumpirlo.

- No, Levi. No se lo digas.

Hasta ahí habían llegado. Ahora de verdad Kara quería saber de qué diablos estaban hablando
los dos mocosos.

- No, chaval. Me vais a llevar hasta allí. - les ordenó. Lars suspiró cruzándose de brazos y
dándose media vuelta. Kara lo agarró del brazo y tiro de él. - Lars…

Él se zafó del agarre.

- De acuerdo, pero, por lo menos, déjanos coger las cosas para bañarnos.

*/*/*/*

Lena volvió al cabo de poco rato. Kara la había obligado a acabar con uno de sus dichosos
documentos y había tenido que quedarse hasta más tarde en su despacho. Tampoco iba a ir a
los jardines a vigilarlos, pero siempre se colocaba en una sala de su ala desde donde podía
echarles un ojo de vez en cuanto para comprobar que todo fuera bien.

Cuando llegó al patio donde suponía que estarían entrenando, se encontró con los materiales
tirados por el suelo abandonados. No había nadie por allí. Asustada corrió por todo el palacio
buscándolos, pero no los encontró.

Salió fuera y preguntó a los guardias que solían guardar las puertas del palacio real. Los
habían visto entrar, pero no habían visto salir a nadie. ¿Si no estaban en el palacio, pero
tampoco no habían salido de él, dónde demonios estaban?

Lena no tardó ni un segundo en caer. No podía ser. No la podían haber llevado allí. Lena
corrió de vuelta a su ala. Disimulada en una pared, había una puerta secreta que daba a un
pasillo oscuro y estrecho. Comunicaba directamente con el exterior de la muralla. De verdad
que Lena rezaba a todos los dioses por no encontrárselos allí. Logró llegar al exterior donde
la brisa de verano la golpeó. Las escaleras excavadas en la roca descendían por los
acantilados que rodeaban la isla. Lena los bajó con cuidado para no resbalar.

Pero sus rezos no habían servido de nada. Allí estaban sus dos hijos jugando en la pequeña
playa escondida en la cueva mientras Kara los miraba desde la arena. Era la misma cueva que
Kara le había mostrado hacía muchos años. Lena suspiró. No estaba en condiciones para
afrontar la conversación que iba a tener lugar. Continuó bajando hasta la playa. Sus hijos la
saludaron felices dentro del agua.

- No han salido de allí desde que hemos llegado. - informó Kara con tono neutral sin mirarla.
Estaba jugando con un poco de arena que tenía en su mano.

Lena se acercó hasta ella y se sentó a su lado.

- Les gusta más estar ahí dentro que aquí fuera. - explicó Lena.

- Los entiendo. - dijo con una media sonrisa Kara.

- ¿Y qué haces aquí entonces?

- ¿Por qué, Lena? - le dijo casi como un ruego Kara ignorando su pregunta. - ¿Por qué vuelve
a haber un acceso a esta playa?

- Lo mandé construir poco después de que Kal y yo nos casáramos. Por aquel entonces,
todavía tenía esperanzas de que volvieras, de que por lo menos leyeras mis cartas. Era una
forma de pedirte disculpas supongo. En mi cabeza era un intento de compensar la vida que te
pedía que llevaras conmigo. Por eso, el pasillo comunica solo con mi ala. Era un regalo para
ti.

Kara suspiró. Se llevó las rodillas al pecho y las abrazó. Entró la cabeza entre sus piernas. La
cabeza le daba mil vueltas.

Kara notaba pinchazos en su pecho. Lena no podía hacerle eso, no después de todo. ¿Qué se
suponía que le iba a decir ahora? ¿Qué se suponía que debía hacer?
- No es suficiente, Lena. - murmuró con la voz rota Kara. - No lo habría sido. No podía
soportar la idea de verte con Kal. Te amaba demasiado. Por eso, me fui. Tener que soportar
que te acostaras con él, que para todo el mundo fuerais un matrimonio perfecto. Esto no
habría compensado todo el dolor que me habría provocado.

- Lo sé. Lo entiendo. Kara, no te culpo por estar enfadada con nosotras, conmigo. Sé que te
hicimos daño. Hicimos tantas cosas mal.

- Ahora ya es tarde. - contestó cambiando completamente el tono de voz. Se levantó de su


lugar seria. - Habría que tapiar el pasillo. Es una entrada fácil a la fortaleza.

- ¿De verdad lo vas a hacer? - le preguntó la morena con media sonrisa.

- No. - respondió Kara para emprender la marcha dejando solos a Lena y sus hijos en la
playa.

Esa noche, después de la cena, Kara volvió a hacer una visita a Lena. Llamó a la puerta y
esperó a que le abriera.

- ¿Puedo? - preguntó la rubia mirando al suelo.

- La última vez no lo preguntaste. - le respondió la morena a la defensiva.

- No he venido a eso. - explicó la rubia fijando su mirada en los ojos verdes.

- ¿Y a qué has venido?

- Sinceramente, no lo sé. - suspiró la rubia.

Lena se hizo a un lado y dejó pasar a Kara. Lena se sentó en una silla mientras Kara se sentó
a los pies de la cama. Como en toda la fortaleza, la cama no era más que un colchón colocado
sobre el suelo. Por la gran ventana que tenía a su derecha entraba una suave brisa. Kara se
molestó en tomar un gran sopló de aire y llenar sus pulmones del olor al mar.

Lena estaba vestida con un fino vestido para dormir. Kara podía ver a través de él como se le
notaba el vientre hinchado. La rubia tenía que aceptar que Lena hacía un trabajo excelente
ocultándolo durante el día.

- ¿Lo saben Lars y Levi? - le preguntó la rubia señalando el bulto.

- No, todavía no les he dicho nada. No sé cómo decirles que me quedé embarazada de su
padre un mes antes de que muriera. - murmuró Lena.

- Debería ser pronto. No tardarán en darse cuenta.

- ¿Has venido a decirme lo que tengo que hacer?

- No, creo… - balbuceó Kara. Se quedó unos instantes en silencio ordenando sus
pensamientos. - ¿De verdad esperabas que aceptara las migajas, Lena?
- Era todo lo que podía ofrecerte.

Kara se la quedó mirando fijamente. Tensó la mandíbula y escondió la cabeza entre sus
manos soltando un fuerte suspiro. Luego volvió a levantarla y dirigió su vista al techo de la
habitación.

- Me dolió como un demonio, Lena. Sentí que me arrancaban el alma cuando aceptaste
casarte con Kal. - dijo Kara frunciendo el ceño. Lena fue a decir algo, pero la rubia la
interrumpió. - Déjame acabar, por favor. ¿Sabes la de veces que maldecí mi suerte, Lena? De
todas las mujeres en el mundo, fui a enamorarme de mi enemiga en mitad de una guerra. -
murmuró Kara con casi rabia. Se quedó unos instantes en silencio mirando el techo y, luego,
miró el mar a través de la ventana. Se levantó y se apoyó en su marco de espaldas a Lena. El
mar debajo de ella golpeaba con violencia contra las rocas de la isla, pero, si miraba al
horizonte, parecía una masa de agua inofensiva. - Y, como era de esperar, la guerra nos
separó. Quizá debería haberte hecho caso en vuestro escondite. Deberíamos haber acabado
nuestra historia allí. No nos habríamos herido tanto mutuamente. - dijo Kara suspirando. - Sé
que no me abandonaste a mala fe, Lena. Sé que te dolió tanto como a mí. Lo sé. Y, con los
años, gracias a Cat y aprender lo que significa estar delante de un reino como Thera, he
entendido que no había otra opción. El norte y Krypton se estaba tirando contra nuestra
yugular. Hubiéramos muerto y habríamos arrastrado a mucha gente inocente por el camino.
Alguien se tenía que sacrificar: tú y yo o todo Thera. El reino no se lo merecía después de
una guerra civil de veinte años. - reflexionó en voz alta la rubia. - Sé que tomaste la decisión
correcta. Hiciste lo más sensato y lo más responsable. Por lo menos, una de las dos fue
responsable. Pero saber que me estabais escondiendo lo que había pasado a mis padres lo
empeoró todo. Creía que al final solo habíais jugado conmigo.

- Te prometo, Kara, que te lo íbamos a contar. Tenía los documentos apartados para poder
dártelos. - se sinceró la morena. - Pero hubo las revueltas y después de que mataras a la Voz
tuvimos que huir a Gimina. Había pensado en contártelo entonces, pero te sumiste en esa
depresión. No quería empeorarlo. Ojalá Lex nunca se hubiera enterado de lo de los esclavos,
ojalá William nunca hubiera propuesto este matrimonio. - murmuró Lena e hizo una pequeña
pausa. - Hay muchos “ojalás”, demasiados. Siento el daño que te pudo hacer, Kara.

- Menuda pieza estaba hecha. - se rio Kara recordando los viejos tiempos. - No causé más
caos porque no era posible.

- Quizá deberíamos haberte entregado el trono. Podría haber estado contigo… - continuaba la
morena.

- Sabes también como yo como habría acabado eso. Tendríamos entonces una guerra contra
el norte, el sur y Krypton. Y yo, al mando, siendo la mayor cabeza hueca del reino. – se
volvió a reír Kara. Volvió a darse la vuelta para mirar a Lena y se cruzó de brazo. - Eso sí que
habría sido un caos. Menos mal que Cat es una maestra excelente.

- Si te sirve de consuelo, ahora eres una increíble gobernante, aunque no comparta tus
métodos.

- He aprendido a base de golpes. - asintió la rubia. - Supongo que al final he vuelto aquí en el
momento correcto. El caso es que nadie habría aceptado mi reinado entonces. Ahora solo lo
hacen unos locos que pretenden matar unos niños por el camino. No es un gran séquito.
Además, técnicamente, el trono no es mío y nunca lo fue. Mi padre nunca fue coronado,
nunca fue rey. Además, no sé hasta qué punto se tendría que contar con la línea sucesoria de
mi padre contando que éramos unos invasores que habían matado a la antigua familia real
therana. Si yo fuera Krypton, también le habría dado el trono a Jor-El en vez de a una mocosa
que no sabía ni andar. Necesitaban a alguien al mando de la invasión y Jor-El, por mal que
nos pese, era la opción que Krypton tenía más a mano. Así que, técnicamente, el legítimo
heredero al trono es Lars y no, yo.

- Solo técnicamente, Kara.

- Al final, eso es lo que cuenta para estas cosas. Tampoco hay que darle más vueltas. No es
algo que tú y yo hayamos decidido o podamos hacer nada al respecto.

Las dos se quedaron unos instantes en silencio sumidas en sus propios pensamientos. Kara
continuaba de pie contra la ventana y Lena, sentada. Ninguna de las dos era capaz de mirar a
la otra.

- ¿Y ahora qué? - preguntó Lena al cabo de un rato.

- De momento, quizá es hora de enterrar el hacha de guerra. - murmuró Kara todavía con la
vista pegada al suelo, a los pies de la morena. - Pero necesito que me prometas algunas cosas,
Lena. La primera, se acabaron los secretos y las mentiras. La segunda, confía en mí cuando
tome decisiones sobre el reino.

- De acuerdo. Al final, tú sí que has podido enfrentarte a Edge y a mi hermano. - asintió la


morena. Levantó la mirada hacia la otra. - Pero, a cambio, Kara, deja de usarme y de intentar
herirme, por favor. Sabes lo que sigo sintiendo por ti. Entiendo que no sientas lo mismo, pero
deja de aprovecharte de mí.

Kara levantó la vista y la miró con el ceño fruncido. Volvió a mirar el suelo y asintió.

- Sé que te he hecho daño. Estaba muy furiosa y no te he estado tratando bien. Por mucho que
me hubiera dolido lo que pasó, no debería haberte tratado así.

- No estabas tan equivocada. - respondió Lena con una sonrisa triste. - Al final, solo soy un
objeto que todos han usado sin contemplaciones.

- Lena, no. Fuiste tú quien me enseñó a valorarme más. - contestó mirándola fijamente. -
¿Sabes? Me enseñaste buenas cosas. Sin ti, todavía estaría quemando ciudades. - rio Kara. -
Sigue tus propios consejos, por favor. - respondió la rubia con media sonrisa. Se incorporó
separándose de la ventana y se acercó a la puerta. - Buenas noches, Lena. Qué descanses. - se
despidió.

- Igualmente.

*/*/*/*
William entró tranquilo al despacho. Acababa de finalizar unos recados y volvía al despacho
que compartía con Kara como su mano derecha. Como siempre, la saludó y se fue directo
hacia su mesa.

- Espera, William. Quiero hablar contigo. - dijo la rubia levantándose de su silla con algunos
papeles en la mano. Se dirigió hasta el lado de la mesa más cercano a él y dejó su peso caer
contra el mueble.

- Dime, Kara. Pasa algo. - respondió preocupado acercándose hasta ella y parándose delante.

- Sí. Estás despedido, William. - anunció Kara.

Pareció que le costó procesar la notica.

- No lo entiendo. - la miró sorprendido.

- Toma. - dijo la rubia ofreciéndole los papeles que tenía en la mano.

Él los cogió y empezó a examinarlos.

- ¿Qué es esto? - preguntó él mientras iba hasta su mesa y se sentaba en su silla.

- Es una lista de todos los proyectos que has manipulado para sacar dinero. Aunque este no es
el único motivo por el cual estás despedido.

- ¿Cómo? - preguntó confundido.

- Sé todo lo relacionado con Russell. Sé que desde el principio estuviste jugando con
nosotros. Buscabas colocarte como mano derecha del rey para poder recuperar a tu amigo de
Krypton. Pero yo estaba en medio. Así que encontraste la manera de echarme. Solo por
curiosidad, ¿proponer la boda entre Kal y Lena fue algo que tuvieras previsto desde el
principio o solo aprovechaste la oportunidad?

William se la quedó mirando con sorpresa. Luego dejó caer su peso contra el respaldo de su
silla.

- ¿Desde cuándo lo has sabido? - suspiró.

- Lo descubrí en Krypton cuando me encontré con él y me contó su historia. Solo tuve que
atar cabos. - respondió Kara cruzando los brazos.

- Así que este tiempo has estado poniéndome a prueba. - decía él con la vista pegada a las
hojas que había abandonado encima de la mesa.

- Correcto. - asintió Kara. - ¿Por qué no esperaste a que lo salváramos nosotros? No era
necesario montar todo lo que montaste.

- Fuisteis vosotros, los kryptonianos, los que no mandasteis allí. No confiaba en que fuerais a
hacer algo diferente a Jor-El. Además, tú eras la que te dedicaste a sacar a la gente de allí
cuando estuviste allí. Si yo no hubiera hecho lo que hice, tú no habrías acabado en Kypton y
sabes tan bien como yo que ellos seguirían allí.

- Eso no te lo voy a negar. - respondió Kara tranquila. - Por eso, te estoy dando la
oportunidad de que te vayas de forma pacífica y sin montar escándalo. Simplemente,
acéptalo, William.

- ¿No vas a acusarme de ningún delito?

- De ninguno que hayas cometido antes de este instante. Te tendré vigilado. Si vuelves a
hacer algo por el estilo, entonces serás juzgado como cualquier otro, aunque seas la Voz de
Rao.

- Entiendo. - asintió William. - Recogeré mis cosas.

*/*/*/*

Como cada noche, Kara había cenado con los otros tres, pero esta vez le había pedido a Lena
reunirse después de la cena. La morena la había mirado con una ceja levantada, desconfiando
de ella. La rubia había tenido que prometer que iba a mantener su palabra.

Así que después de que Lena acostara al pequeño Levi, se había reunido con Kara en el
mismo comedor donde habían cenado. A su vuelta, los sirvientes ya habían limpiado la mesa
y solo quedaban dos copas y una jarra de vino que Kara estaba usando para rellenar ambos
recipientes.

- No voy a beber, Kara. – le informó Lena mientras se sentaba en su sitio.

- ¿Por qué? - preguntó confundida Kara que recibió como respuesta una mirada seria de Lena
con la ceja alzada. Entonces recordó que la morena estaba embarazada y no debería beber en
esas condiciones. - Cierto, lo siento. Me cuesta acostumbrarme.

- ¿Qué quieres?

- Hoy he despedido a William. - anunció Kara. - Quiero que seas mi mano derecha.

- ¿Cómo? ¿Yo? No lo entiendo. ¿Y por qué lo has echado? ¿Ya no sois tan amigo? ¿O es que
has descubierto la alimaña que es?

- Solo le estaba parando trampas para tener pruebas de que estaba robando dinero y
manipulándonos para conseguir poder.

Lena se la quedó mirando fijamente y después se echó a reír.

- Vaya… No es que me sorprenda. Y tus métodos ya tampoco me sorprenden. Lo que me


extraña es que me pidas que lo sustituya.

- ¿Por qué? - preguntó Kara. No sabía si ofenderse o reír.

- Según tú, había sido una reina nefasta.


- Cierto. Pero creo que tienes muchísimos conocimientos muy útiles. - explicó. - Solo
necesitas una buena guía para conducirlos y que, sobre todo, pueda darte la capacidad de
tomar decisiones por ti misma y eliminar la influencia que Lex tiene sobre ti.

- ¿Y esa eres tú? - preguntó Lena divertida.

- No veo por qué no. - respondió Kara encogiéndose de hombros.

- De verdad que tu ego ha crecido hasta niveles insospechados.

- Ni que de momento alguno de mis planes hubiera fallado.

- Eso no te lo puedo negar. Hablando de tus planes, ¿me puedes decir cómo va ese plan tuyo
para parar a los conspiradores sureños?

- Primero dime si aceptas ser mi mano derecha.

- Solo si me devuelves mi mesa en el despacho real.

- Claro.

- Bien, acepto. Ahora dime si has conseguido cargarte a los que conspiran contra mi hijo.

- Estoy cerca. Como sabes, la mayoría de ellos ya están arruinados. No ha sido difícil, han
hecho lo que les he pedido sin dudarlo. Aunque ahora es el momento más delicado. Cuando
se enteren que he echado a la Voz de Rao y te he colocado a ti, se van a dar cuenta de todo.
Va a ser cuando pasen al ataque desesperado. Y podré cazarlos sin problemas.

- No sé si alegrarme o asustarme de ti.

- Soy efectiva. - respondió Kara encogiendo los hombros.

- Te dedicas a engañar y manipular gente.

- También mato a las piezas que estorban. - aceptó Kara sin vergüenza.

- Fuiste tú quien mató al cabecilla de Edge, ¿no?

- Efectivamente. - asintió.

- Mataste a dos putas por el camino.

- Solo eran putas.

- Kara, la mayoría de esas chicas están allí porque las arrastran y las obligan a trabajar como
putas y tú solo haces que aprovecharte de ellas igual que las mafias.

- Lena, no empecemos. - bufó Kara cansada.

- Te estoy diciendo la verdad. Es por eso que quiero que ese burdel desaparezca. – la avisó
Lena.
- Lena, deja el burdel en paz. Dijiste que ibas a confiar en mis decisiones. Yo me encargaré
del burdel.

- Kara, eres su cliente de mayor categoría.

- Realmente, ya no. Te recuerdo que Alex y Kelly no las dejan entrar en la fortaleza.

- Siempre puedes ir hasta allí, ¿no? Si puedes ir hasta allí a matar a alguien, digo yo que
podrás ir a acostarte con alguna.

- Cierto… No lo había pensado. - respondió Kara mirando un punto fijo de la mesa. Luego
volvió a mirar a Lena. - El caso es que tienes que dejar al burdel y todo lo que esté
relacionado con las mafias en paz. Confía en mi plan.

- Me estás pidiendo que confíe en un plan del que solo conozco partes, Kara. Se supone que
ahora soy tu mano derecha. Acepto dejar en paz el burdel si eso es lo que quieres. Pero no
puedo asegurar lo mismo de Alex y Kelly. ¿Por lo menos podrías contarme algo de tu plan?

- Sabes más que suficiente de momento. - respondió Kara sintiéndose satisfecha con la
charla. Allí ya no tenía nada más que hacer. - Me voy.

- ¿Dónde vas ahora? - le preguntó sorprendida Lena.

- Me voy a la taberna a pelearme un rato.

*/*/*/*

Desde que Kara le había contado que participaba en peleas ilegales no había podido evitar
preocuparse por la seguridad de la rubia.

La Luthor se había puesto las ropas más desgastadas y pobres que encontró. Buscó capuchas
y otras prendas de ropa que escondieran su rostro y se lanzó a la calle siguiendo a Kara. Lo
más difícil fue seguir a la rubia en el trozo que separaba la capital de la fortaleza. Era bastante
llamativo ver un barco cruzar el mar que separaba la ciudad de la isla en plena noche, dos era
algo excepcional. Pero, afortunadamente, Lena aprovechó bien la falta de iluminación.

Ya en tierra firme de nuevo, la rubia llevaba unas calles adelantadas, pero Lena consiguió no
perderle el rastro. Fue hacia el mercado que a esas horas estaba vacío y se metió por unas
callejuelas. Allí había una vieja taberna. “Kandor” decía el cartel. Kara entró en su interior.
Lena se quedó observando fuera unos instantes escondida en un rellano valorando si entrar o
no. En el poco tiempo que llevaba allí, pudo ver a diferentes líderes de las mafias entrar
también. ¿Dónde diablos se estaba metiendo Kara? Entrar por la puerta delantera no era una
opción, así que necesitaba la trasera. Esperaba que tuviera una. Rodeó la manzana de
edificios y efectivamente tenía una.

La puerta estaba entre abierta. Dentro se podía oír el ruido de gente gritando y música. Con
cuidado, intentando abrir el mínimo la puerta, echó un vistazo al interior. Era una especie de
almacén. No había nadie. Entró a hurtadillas con la mala suerte que un hombre alto, moreno y
delgado entraba también desde otra puerta. Se encontraron de frente.
- Majestad, ¿qué hace usted aquí? – preguntó el hombre sorprendido.

- ¿Está Kara aquí? - preguntó ignorando la pregunta de él.

- Sí, está en la barra. Espere, ¿sabe ella que está usted aquí? - preguntó asustado.

- No. ¿Puedo echar un vistazo? - dijo ella señalando la zona de donde provenía el ruido.

- Claro. - respondió él haciéndose a un lado.

Lena se acercó al marco de la puerta que comunicaba el almacén con la sala donde se
acumulaban los clientes. El lugar estaba lleno de mesas y había unas bailarinas danzando
sobre un escenario. Estaban vitoreadas por los borrachos de las mesas. Kara estaba de pie
apoyada en la barra bebiéndose de un trago la jarra que tenía en las manos. Al acabársela, se
pidió otra y se la volvió a beber de un trago.

- ¿Es que es vuestra cliente estrella?

- Más o menos. - rio el chico incómodo rascándose la nuca.

- No irá a pelear así, ¿no?

- Todavía le faltan un par de jarras para estar lista para pelear.

- ¿Es que está loca? - preguntó Lena horrorizada.

- Eso mismo le dije yo la primera noche, pero estando así de borracha vence a cualquiera. -
respondió entre risas.

- La voy a matar. ¿Cómo se le ocurre? - dijo preocupada. - ¿Cuándo empiezan los combates?

- En media hora más o menos.

- Bien, me la voy a llevar. - decidió Lena.

- Buena suerte. - rio el hombre. - Ha pedido participar en todos los combates de la noche.

- Tráela a aquí. - ordenó Lena.

- ¿Cómo queréis que haga eso, majestad?

- ¿Prefieres que salga yo a buscarla?

- No. - negó rápido el hombre. - Ahora vuelvo con ella.

Lena siguió con la mirada al hombre desde el umbral. Él se acercó a Kara y le dijo algo al
oído. Kara lo miró confundida y miró luego en su dirección. Cuando la vio, se golpeó la
frente con la palma mientras negaba con la cabeza. Kara entró enfadada al almacén. El chico
ni siquiera la había seguido.

- ¿Se puede saber qué haces aquí? ¿Me has seguido?


- Por supuesto. - respondió Lena cruzándose de brazos. - Kara, ¡vas a pelear borracha delante
de la mitad de las mafias!

- Sí, ya lo sé. Está todo controlado. Esto es mi tapadera.

- Una mierda esto es una tapadera. Ahora mismo vamos a volver a la fortaleza.

- No. Quiero pelear, Lena. Me ayuda a desestresarme. De hecho, lo que estás haciendo solo
está consiguiendo que me entren más ganas de golpear algo. Si quieres volver tú, hazlo. Yo
me quedo aquí. - respondió la rubia dándose media vuelta.

- Kara, ¿dónde vas? - logró decirle antes de que cruzara la puerta de nuevo.

- A continuar bebiendo, queda poco para el primer combate. - respondió de espaldas a ella. Se
sentó en la barra y fue a por la siguiente jarra.

Lena bufó frustrada. No iba a irse sin la rubia. Se quedó en su antigua posición observando el
espectáculo. Parecía que las bailarinas ya habían acabado y ahora unos músicos se situaban
encima del escenario.

Esperaba que los combates no tardaran en empezar. Se estaba muriendo de ganas de volver a
meter a la rubia en la fortaleza. ¡Por los dioses qué media hora más larga!

Al fin, los músicos se fueron del escenario. Lo limpiaron y la gente se empezó a apelotonar al
alrededor. Kara se incorporó de su posición en la barra, dejó sus cosas allí mismo y se dirigió
al escenario. Por el camino, la miró y le guiñó un ojo.

Se subió al escenario por un extremo y su adversario por el otro. Pero antes de que se
pusieran en posición de pelea, la rubia decidió gritar algunas palabras. Ya estaba más que
claramente borracha.

- Barry, ¿por qué no le ponemos emoción a la noche? Propongo que el combate sea de los tres
contra mí.

El chico miró a Kara entre sorprendido y asustado. La multitud empezó a gritar a favor de la
propuesta y otras dos personas subieron al escenario para colocarse junto al otro adversario.
Barry no tuvo mucha opción a negarse.

Los tres se abalanzaron contra Kara que los esquivó sin muchos problemas. El combate
continuó. Ellos lanzaban golpes que la rubia conseguía esquivar disfrutando de la frustración
de los otros. Después, ella los golpeaba y los lanzaba lejos. Así continuaron un rato hasta que
dos de ellos consiguieron coordinar sus ataques de manera que Kara se había quedado
atrapada. Los recibió ambos, uno en el estómago y otro en la cara. Toda la multitud lo
celebró. La expresión de la rubia cambió completamente. Pasó de estar divertida a estar
enojada. Los dos que la habían golpeado aguantaron dos golpes certeros y cayeron redondos
al suelo. Lo mismo pasó con el tercero.

Kara bajó enfadada del escenario. Recogió sus cosas y se fue sin más de la taberna. Lena tuvo
que correr, saliendo por la puerta trasera, para poder alcanzarla ya casi en el mercado.
- Kara, espera. - le pidió Lena.

- Déjame, Lena. No quiero hablar. - gruñó enfadada.

- Te sangra el labio. - dijo agarrando el brazo de la rubia para tirar de ella y hacer que parara.

Kara de un golpe se liberó.

- Solo es un corte. - dijo volviendo a emprender la marcha.

- Kara, por favor. - le pidió Lena otra vez alcanzándola.

Kara frenó en seco encarándola.

- No, Lena. Esto era mi espacio. - dijo furiosa señalando en dirección a la taberna. - No tenías
ningún derecho a invadirlo. No te metas en mis asuntos, no pintas nada.

Kara volvió a emprender su marcha.

- Sí que son mis asuntos si te dedicas todas las noches a exponerte a que te den palizas o que
te maten. ¿Es que no eres consciente del peligro que corres allí? - respondió Lena alarmada
persiguiéndola.

- Soy plenamente consciente, Lena. - respondió frenando en seco otra vez. - Pero esto… esto
es lo que me ha mantenido cuerda todos estos años. No tenías ningún derecho a invadirlo.

- Kara… - dijo Lena relajando el tono.

- ¿Sabes que es viajar a otro país y convertirte en un mono de feria? - continuó sin mirar a la
Luthor. - ¿Que te llamen salvaje y te lancen a luchar noche sí y noche también para
entretenerse? No, Lena. No lo sabes. Eso es lo que tuve que aguantar todos esos años en
Krypton. Al final, lo convertí en mi terapia, en el lugar donde me desfogaba por tener que
aguantar ser humillada constantemente.

- Lo siento. No lo sabía. Yo solo estaba preocupada, Kara. - se disculpó Lena. - El otro día
parecía que habías tenido una buena vida allí.

- Son demasiados “lo siento”, Lena. - bufó Kara. - Cat Grant fue la única persona que me
trató como a una igual y cuidó de mí. Por eso, en cuanto tuve la oportunidad me fui a Daxam.
Y sí, allí me convertí en una putera. ¿Qué querías que hiciera? Necesitaba desahogarme
después de todos esos años. - suspiró Kara. Luego se echó a reír. - Por cierto, menos mal que
no te casaste con Mon-El. Él era el mejor cliente de todos los burdeles y tabernas de Daxam.

- ¿Os conocisteis? - preguntó Lena sorprendida.

- Éramos… Somos amigos, Lena. - contestó girándose para mirarla. - Ha sido el único amigo
que he tenido en catorce años. Y sí, me he vuelto una persona sin escrúpulos y manipuladora.
Es lo que tiene soportar nueve años en esas condiciones.

Lena se quedó en silencio. No sabía qué decir.


- Volvamos a la fortaleza. - ordenó Kara reemprendiendo el camino al puerto.

Lena la siguió de cerca en silencio.

- Por lo menos, déjame cuidar de ese corte.

- Está bien. - asintió Kara.

*/*/*/*

Lena decidió que ya no era posible seguir escondiendo su embarazo a sus hijos. Decidió
primero hablar con Lars. Así que, antes de que fuera a entrenar con Kara, lo fue a buscar a la
salida de la sala donde recibía clases. Se lo llevó a un rincón solitario de los jardines del
palacio y se sentaron en un banco.

- Lars, tengo que contarte algo. - empezó Lena seria mirando a la nada.

- ¿Ha pasado algo? - preguntó él preocupado.

- Estoy embarazada.

Los dos se quedaron en silencio. Lena no podía ni mirarlo a la cara.

- Mamá, ya lo sabía. - respondió él.

- ¿Lo sabías? - preguntó Lena sorprendida mirándolo.

- Sé que lo intentas disimular, pero hace tiempo que me di cuenta. Pero no sé por qué no nos
lo has contado todavía. ¿No es de papá?

- Claro que es de papá, hijo.

- ¿Entonces?

- La muerte de vuestro padre y la llegada de Kara os trajo mucho estrés y nervios. No quería
que tuvierais más preocupaciones.

- Pero, mamá. ¿Cómo iba a ser esto una preocupación? - dijo feliz Lars. - Voy a tener otro
hermano pequeño.

- O hermana. - reía Lena.

- Cierto. - asintió Lars con una sonrisa. Ansioso, se puso otra vez de pie. - Tengo que ir a
entrenar. Kara y Levi deben estar esperándome.

- ¿Ahora te gusta ir a entrenar? - preguntó Lena divertida.

- No, lo odio con toda mi alma. - afirmó seguro. - Pero tengo que ser capaz de vencer a la tía.
- explicó. - ¿Se lo dirás a Levi?

- Esta noche, durante la cena.


- ¿La tía lo sabe?

- Sí, y tu tía Alex y Kelly también.

- De acuerdo. ¿Vienes a vernos entrenar? - dijo esperando a que su madre lo siguiera.

- Tengo trabajo que hacer. Tu tía Kara no para de mandarme deberes ahora que soy su mano
derecha.

Rieron los dos.

- Nos vemos en la cena entonces. - asintió él.

Lena y Lars fueron juntos hasta la zona de los jardines donde solían entrenar. Kara y Levi ya
estaban allí calentando.

- Nos vemos luego. - se despidió Lena de los tres.

*/*/*/*

Los tres estaban charlando tranquilamente sobre alguna cosa que había pasado durante el
entrenamiento cuando Lena llegó al comedor. La morena se sentó al lado de Levi. Empezaron
a cenar con tranquilidad, aunque Lena se moría de nervios por tenerle que dar la noticia al
más pequeño. No sabía cómo se lo tomaría. Con Lars, todo había ido más que bien.

La comida se acabó antes de lo que le hubiera gustado. Ese era el momento adecuado, antes
de que el pequeño se fuera a la cama.

- Levi, cariño, hay algo que tengo que contarte. - empezó Lena.

- ¿Qué pasa, mamá? - la miró el pequeño preocupado.

- No es nada malo, cariño. Verás, no sé cómo contártelo. - empezó a decir agobiada por no
saber cómo empezar. - De aquí unos meses, vas a tener un nuevo hermanito o hermanita.

- ¿Cómo? - preguntó él confundido.

- Estoy embarazada. De aquí poco, habrá un nuevo bebé por la casa.

- ¿De verdad? - preguntó esta vez ilusionado. - ¿Podré hacer de hermano mayor?

- Sí, cariño. - asintió Lena feliz.

- ¡Bien! - celebró. - ¿Tiene el mismo papá que Lars y yo?

- Sí, cariño. También será hijo de tu padre.

- ¡Qué bien! - dijo el pequeño lanzándose a abrazar a su madre.

- Con cuidado, Levi. No querrás hacer daño a tu futuro hermanito. - le avisó Lena mientras lo
rodeaba con sus brazos.
- No, yo lo voy a cuidar tan bien como Lars cuida de mí.

- Así me gusta. - le respondió Lena acariciándole la cabecita.

- ¿Puedo ver tú barriga, mamá? - preguntó ilusionado Levi.

- Claro, ven. - dijo señalándole el espacio que debía ocupar a su lado.

- ¡Eh! Yo también quiero. - se quejó Lars.

Los dos se levantaron y se sentaron alrededor de su madre. Lena se levantó la camisa dejando
ver el bulto en su vientre. Lars y Levi pusieron sus manos allí, prácticamente encima del
tatuaje que adornaba esa parte del cuerpo de la morena.

Kara se levantó y se fue dejándolos solos. Se sentía una intrusa en esa escena, aunque se
sentía feliz por ellos. Parecían muy contentos.

- ¿Da patadas? - preguntó Levi a Lena ilusionado.

- Muy poquitas. Todavía es pronto. - le respondió la morena.

- ¿Cuándo nacerá? - preguntó esta vez Lars.

- Cerca del solsticio de invierno.

- ¿De verdad? ¡Qué guay! - respondió Levi.

*/*/*/*

- Tía Kara, tengo que decirte algo. - se le acercó serio el pequeño Levi antes de entrenar al día
siguiente.

- ¿Qué pasa pequeño? - preguntó Kara arrodillándose para ponerse a la altura del niño.

- Quiero que me entrenes más tiempo. Quiero ser todavía más fuerte. - afirmó él.

- ¿Ha pasado algo, pequeño? - respondió Kara preocupada.

- No. Pero ahora voy a tener otro hermanito. Tengo que volverme más fuerte porque tengo
que protegerlos a los dos, a Lars y a él. Porque si dependemos de Lars, vamos a perder
seguro.

Kara estalló a carcajadas.

- No digas eso de tu hermano, Levi.

- Tía, no lo defiendas. Es muy malo. Si se da golpes a él mismo cuando te intenta pegar.

- Eso es cierto. - asintió Kara. Era la verdad. Tampoco iba a negarlo.


- ¿Ves? Tengo que ser lo suficientemente fuerte para protegerlos a los dos. Y a mamá,
también.

- Pero no tengas prisa, Levi. Todavía te vas a hacer daño y no vas a poder luchar nunca más.

- Pero, tía… - lloriqueó el pequeño.

- Escúchame, Levi. Ya eres muy fuerte para un niño de tu edad. De verdad, has aprendido
muchísimo. Tienes que tener paciencia. Te prometo que, si sigues así, vas a ser la persona
más fuerte de Thera cuando seas mayor.

- ¿De verdad lo piensas?

- Estoy segura.

- ¡Toma! - gritó el pequeño feliz. - ¡Vamos a entrenar!

*/*/*/*

Kara y Lena estaban sentadas cada una en su mesa en el despacho real. Ese día se les había
hecho tarde. Estaba empezando a atardecer y todavía no habían terminado.

Kara maldecía no poder ir a entrenar con los chicos. Empezaba a pillarle el gusto.

Miró hacia Lena. La morena estaba concentrada en su faena. Tenía la cabeza apoyada sobre
su mano derecha, donde tenía una pluma. La mano izquierda se frotaba el vientre. Había
dejado de vestir intentando disimular el embarazo. Por lo visto, le resultaba muy incómodo.
Tenía el ceño fruncido y no dejaba de suspirar.

- ¿Todo bien por aquí? - preguntó Kara levantándose de su silla y colocándose de pie al lado
de la morena.

- Sí, es que me está costando concentrarme. - respondió Lena dejando la pluma sobre la mesa
y girando la cabeza hacia Kara.

La rubia nunca la había visto tan pálida.

- ¿Te encuentras bien, Lena? - preguntó asustada Kara.

Lena no llegó a responderle. Cayó desmayada en cuanto abrió la boca para contestar. Kara
consiguió cogerla en el aire por poco.

*/*/*/*

Y así, sin más, el verano empezaba a agotarse. Kara se preguntaba en qué momento de su
vida el tiempo había empezado a pasar tan rápido.

Las mafias estaban prácticamente entre la espada y la pared. Tan concentradas estaban en
evitar que la rival se recuperara, que no intentaban recuperarse ellas mismas. Edge, iluso de
él, ya había empezado a construir las vías de los trenes. Los conspiradores sureños habían
sido encarcelados la semana anterior y los había colocado en el próximo paquete de esclavos
dirección a Krypton. Todas las piezas estaban empezando a encajar. Ya faltaba poco para
empezar con la fase final de su plan.

Pero había una pieza que le preocupaba y que no había tenido en cuenta cuando había llegado
a Thera. Ya era de dominio público que Lena estaba esperando el tercer hijo de Kal-El.
Empezaba a ser algo difícil de ocultar. Y con ello empezó a empeorar la salud de la morena.
Al principio habían sido pequeños sustos, pero con el paso del tiempo fueron a más. El
médico de la corte le dijo que por el bien del bebé y de ella no podría hacer grandes esfuerzos
hasta que naciera. La morena prácticamente no podría salir de la cama hasta entonces.

Kara estaba preocupada por ella. Y no era solo porque no podía estar mucho tiempo
trabajando en su proyecto. Estaba preocupada por verla tumbada allí sin mucho que poder
hacer.

Esa noche, como las últimas desde que Lena estaba en ese estado, estaban los cuatro cenando
en una sala de estar contigua a la habitación de la morena. Preferían evitar que tuviera que
subir y bajar escaleras. Habían colocado una mesa baja, como todas las de la fortaleza, en esa
sala. Ese se había convertido en su nuevo comedor.

Levi y Lars celebraban haber pasado el día en la playa secreta jugando con la rubia. Ella
había aprovechado lo último que quedaba de verano para enseñarles a pescar en las rocas.
Según ella, era parte del entrenamiento. No es que lo estuviera disfrutado tanto como ellos.

De hecho, estaban cenando sus capturas. Levi se dedicaba a presumir y señalar todo lo que
había conseguido. Lars por su parte no tenía mucho de lo que presumir.

- Hay métodos más eficientes que pescar con las manos. Solo digo eso. - se defendía el
mayor.

- Dices eso porque se te da muy mal, Lars. - reía Levi. Kara lo acompañó, mientras Lena la
riñó con la mirada.

- Levi tiene razón. - se defendió la rubia levantando las manos.

- Voy a diseñar algo que me va permitir pescar diez veces más peces que vosotros y en la
mitad de tiempo. - gruñó Lars.

- Claro que sí, cariño. Tienes todo mi apoyo. - lo animó Lena agarrándolo de la mano.

- Mamá, no te burles tú también. - se quejó Lars cruzándose de brazos.

- No me estoy burlando. Lo digo en serio. Tú y yo vamos a trabajar en algo para que se


enteren estos dos.

- ¡Vale! - celebró el mayor alzando los puños.

- Eso es trampa. Mamá te va a ayudar. - murmuró Levi enfadado cruzándose de brazos.

- Y a ti te va a ayudar la tía. - se defendió Lars. - Somos dos contra dos.


- Venga, chicos. Callaos y comed que os tenéis que ir a dormir. - los riñó Kara.

- Vale… - respondieron los dos.

La cena no pasó con muchos más imprevistos. Kara bajó con Lars y Levi para acostar al más
pequeño. Lo había estado haciendo ella desde que Lena no podía.

- Vamos a ganarles, ¿verdad? - decía el pequeño frotándose los ojos mientras se tumbaba en
su cama.

- Te lo prometo. Ahora, toca dormir. - decía Kara mientras lo cubría con las mantas.

- Buenas noches, tía. - se despidió el pequeño cerrando los ojos.

- Buenas noches, pequeño.

Kara volvió sobre sus pasos para comprobar que Lena estuviera bien. Se la encontró
intentando levantarse de su sitio sobre la alfombre.

- ¡Ey! Déjame ayudarte. - dijo Kara poniéndose a su lado y ofreciéndole su mano.

- Puedo hacerlo sola. - bufó Lena.

- Ya, pero va a ser mejor si te ayudo yo.

- Lo que tu digas. - murmuró la morena cogiendo su mano.

Kara tiró con cuidado y consiguieron que se pusiera en pie sin hacerse daño.

- Tenemos que buscar muebles para que no te tengas que levantar tanto del suelo. - pensó
Kara en voz alta.

- A mí, me gustan estos muebles. - aseguró Lena.

- Solo lo digo para ahorrarte esfuerzos.

Llegaron hasta la cama de Lena. Se colocaron a un lado y se prepararon para bajar otra vez
hasta el suelo.

- Venga, te ayudo a tumbarte. - dijo Kara agarrando a Lena por la cintura y la pegó a su
costado para que le sirviera de apoyo a la otra. Las dos descendieron poco a poco hasta la
cama. Cuando Lena tocó el colchón, la rubia la soltó y se puso de nuevo en pie.

Lena dejó caer la espalda contra la pared que había en el cabezal de la cama. Kara rodeó la
cama y se sentó a su lado.

- ¿Por qué haces todo esto, Kara? - le preguntó Lena.

- Te estoy ayudando, Lena. - respondió Kara sin entender el verdadero sentido de la pregunta.

- Le puedo pedir a cualquier sirviente que lo haga.


- Va a ser más rápido si lo hago yo. - dijo encogiéndose de hombros.

Lena negó con la cabeza. No se refería a eso. Empezó a acariciar su vientre con una sonrisa.
Pudo ver de reojo como la rubia la miraba atenta.

- ¿Quieres? - le ofreció Lena.

- ¿Puedo? - preguntó ilusionada Kara.

- No te lo preguntaría si no quisiera.

Kara asintió y poco a poco acercó la mano al vientre de Lena. Pasó su mano por el bulto que
cada día se hacía más grande. Lo acariciaba con mucha suavidad.

- ¿Crees que será niño o niña?

- Me gustaría que fuera una niña, la verdad, para añadir algo de variedad a la familia. - rio
Lena.

Kara la acompañó riéndose. Se instauró un corto silencio que Kara volvió a romper.

- ¿Por qué decidisteis tenerlo tan tarde, Lena? Era peligroso.

- Kal y yo evitábamos lo máximo posible tener que acostarnos. Era muy incómodo para
ambos. Él amaba a Lois y yo, a ti. Lo odiábamos. Lo intentábamos separar en el tiempo tanto
como podíamos. El consejo opinó que era mejor tener un tercer hijo antes de que fuera
demasiado tarde.

- ¿Así que lo tuvisteis porque el consejo os obligó?

- Si no hubiera sido por el consejo y Lex, no habríamos tenido ni uno. Te lo aseguro. - rio
Lena.

Kara suspiró sin despegar la mirada de la barriga de Lena. Dejó caer su cabeza contra la
pared pensativa. Todavía continuaba dejando caricias con su mano.

- ¿Qué pasa? - le preguntó Lena.

- Nada.

- Kara, nos conocemos lo suficiente.

- No es nada, de verdad. Solo estaba pensando en todo y nada.

- ¿Estás bien?

- Sí, solo que mi plan está a punto de acabarse.

- ¿Algún día me vas a decir en qué consiste tu plan final?

Kara soltó una pequeña risa amarga.


- Tengo un problema para hacer eso. Empiezo a ser incapaz de cumplir una parte.

- Odio que seas tan críptica.

- Lo sé. - sonrió.

*/*/*/*

Alex y Kara estaban reunidas en el despacho real. Era algo solitario desde que había echado a
William y Lena no podía salir de la cama.

Alex había pasado a informar a Kara como iba la instrucción de los nuevos reclutas y la
adquisición de las nuevas armas. Todo iba viento en popa. Ya tenían reunidos más de un
tercio de los soldados que tenía previsto añadir al ejército. Habían creado diferentes centros
para adiestrarlos por todo el reino. La base principal estaba prácticamente acabada. Y las
armas encajaban a la perfección en el nuevo ejército que Nyssa había ayudado a construir.
Por lo menos, aguantarla tantos meses había servido de algo. Menuda sorpresa se iba a llevar
Krypton cuando Thera usara su ejército para defenderse de ellos en vez de ser sus aliados.

- Hay otra cosa que te tengo que contar, Kara. - dijo extremadamente seria Alex antes de irse.

- Con esa cara, no sé si preocuparme. - rio Kara. ¿Qué podría ir tan mal?

- Es sobre el burdel.

- Ya os he dicho que me encargaré de él cuando yo lo considere. - suspiró Kara.

- Ese es el problema. No creemos que lo vayas a cerrar nunca. Kelly y yo hemos estado
trabajando en ello. De hecho, ahora mismo, las tropas se están encargando de él.

- ¡¿Cómo?! - dijo Kara levantándose alarmada de su sitio. - Alex, dime que me estás tomando
el pelo.

- No, Kara. Es una realidad.- respondió cruzándose de brazos.

- Páralo ahora mismo. - ordenó enfadada.

- Ya es tarde.

- ¡Maldita sea, Alex! - gritó furiosa golpeando la mesa con sus puños. - Os quiero ver a Kelly
y a ti ahora mismo en el ala de Lena. Sin peros. ¡Ya! - dijo señalando la puerta.

Alex asustada salió corriendo. Kara recogió algunos papeles y fue también allí. Lena estaba
sentada sola revisando documentos cuando llegó.

- ¿Ha pasado algo? - preguntó Lena preocupada por verla allí a esas horas.

- No pienso decir una palabra antes de que lleguen ellas dos. Pero ya les vale. ¿Tanto les
costaba estarse quietas? - respondió Kara claramente molesta.
Kelly y Alex no tardaron en llegar también.

- Bien, ya que estáis todas aquí. Os voy a contar lo que habéis hecho en realidad. Estaba a un
par de semanas de acabar con Edge y todas las malditas mafias de aquí hasta el norte. Tenía
una perfecta trampa preparada para acabar con ellos de un golpe. Una maldita trampa en la
que llevo trabajando desde que llegué. Una trampa en la que no van a caer ahora que están
alertas. ¡¿Tanto os costaba esperar a mis órdenes?! - gritó Kara furiosa.

- No parecías muy dispuesta a acabar con el burdel. - se defendió Alex.

- Alex, cuando dije que acabaría con todas las mafias, me refería a todas sus formas, incluida
esa. Hasta ahora se pensaban que la Corona no les estaba prestando nada de atención y que
sus problemas los estaban causando entre ellos. ¿Sabéis que puede pasar ahora? ¿Sabéis qué
va a pasar cuando se den cuenta de lo que he estado haciendo con ellos?

- Van a declararte la guerra. - afirmó Alex.

- Exacto. Rezad para que no incluyan a Lars.

*/*/*/*

Y rezar a los dioses no sirvió de mucho. Lena, a los pocos días, recibió una carta de Lex
informando que, visto como la Corona se había estado comportando con ellos bajo las
órdenes de Kara y Lars, consideraban que la Casa de El no era digna del trono de Thera.

Esa misma noche las campanas de alarma de la ciudad sonaron con fuerza. Las mafias la
estaban arrasando. Ellos lograron huir de la fortaleza antes de que fuera demasiado tarde.
Parte 8 1/4

Todavía estaban en la cubierta del barco observando como la línea de la costa se iba haciendo
pequeña en la oscuridad. La ciudad, en llamas, se volvía en un faro en el horizonte. En un
abrir y cerrar de ojos, habían perdido por completo la capital de Thera. Todo el esfuerzo que
había realizado se estaba volviendo cenizas ante sus ojos.

Lena estaba de pie a su lado, apoyada contra el costado de Kara. La rubia estaba preocupada.
Desde luego, el esfuerzo y los nervios de la huida no iban a ser buenos para la salud de la
morena y del bebé. Quería ponerla a reposar cuanto antes mejor. Pero la morena no quería
irse de allí. En la oscuridad de la noche, Kara pudo detectar un par de lágrimas que resbalaron
por las mejillas de la Luthor. La rodeó con su brazo y la apretó contra ella intentándola
consolar.

Maldita sea. Había estado tan cerca. ¿Por qué no la habían escuchado? ¿Por qué no la habían
dejado seguir con su plan?

Kara suspiró. Prácticamente lo acababan de perder todo.

- Lena, deberías ir a tumbarte un rato. - insistió la rubia.

- ¿Y ahora qué? _ lloraba la Luthor.

- Ya está. Tranquila. - la consoló Kara con una sonrisa amarga.

Lena escondió su rostro en el cuello de la rubia. Sus hijos se acercaron a ellas y las abrazaron.

- ¿Qué vamos a hacer, mamá? - lloriqueó el pequeño Levi.

Lena se separó del abrazo para poder limpiarle las lágrimas al niño.

- Para empezar, necesitas descansar, cariño. - le respondió la morena.

- Avisaré para que nos preparen el camarote. - dijo Lars marchándose.

- Tú también necesitas descansar, Lena. - repitió la rubia.

- Lo sé. - suspiró la morena volviendo su vista a la ciudad. Aunque sabía que la rubia tenía
razón, necesitaba estar allí arriba. Sentía que estaba perdiendo todo por lo que había luchado
ante sus ojos.

El mayor de sus hijos no tardó en volver. Ese barco era el que la familia real solía usar para
viajar. Siempre estaba amarrado en la capital. Por eso pudieron usarlo para huir, aunque
escaparon del puerto con poco más de lo llevaban puesto.

A la altura de la cubierta, había el camarote que había estado reservado para Kal. Debajo,
bajo cubierta, había el camarote reservado a Lena. Y eran dos familias en el barco. Kelly,
Alex y James habían huido con ellos. Decidieron dividir cada camarote para cada familia. El
camarote superior, por tener un acceso más fácil, fue para la de Lena.

Así que, siempre con la ayuda de Kara que no se separaba de su lado, la morena llegó hasta
allí. Era oscuro. Había una pequeña ventana empañada en un lado y se filtraba algo de luz
entre las maderas de la pared. Había una cama bastante grande de un metro de altura nada
más entrar y otra, un poco más pequeña, a un lado de la sala, a unos metros de distancia de
los pies de la primera.

Tanto Lars como Levi insistieron para que Lena se quedara con la más grande. Era la que
más necesitaba descansar en condiciones de los tres. Kara la ayudó a tumbarse con cuidado.
Lena no había dicho nada, pero se podía ver en su cara que empezaba a sentir molestias.

- ¿Necesitas algo? - le preguntó Kara.

La morena negó con la cabeza.

- Por favor, asegúrate que los chicos se ponen a descansar también.

La rubia asintió y prácticamente tuvo que arrastrar a los muchachos hasta su cama. Kara
agarró a Levi y lo colocó a la fuerza tumbado en la cama. El niño estaba inquieto. No quería
dormir. La rubia pudo ver que estaba conteniendo las lágrimas.

Miró a Lena suplicándole por ayuda. No tenía ni idea de qué hacer.

- Tráelo, Kara. - le dijo la morena.

- ¿Estás segura?

Lena asintió. La rubia cogió en brazos al más pequeño y lo dejó al lado de Lena. Levi se
abrazó a Lena que le dejó un beso en la cabecita.

Lars miraba la escena desde un lado, pensativo.

- ¿Qué vas a hacer ahora? - preguntó Lena a Kara.

- Voy a reunirme con Alex para planear qué hacer ahora. - respondió colocando las manos en
su cintura.

- Déjame ir con vosotras. - respondió la morena decidida incorporándose un poco. Pero Kara
negó con la cabeza.

- Primero, descansa. No vamos a tomar ninguna decisión importante sin ti. - la calmó con una
sonrisa.

- Voy a ir contigo, tía. - intervino Lars.

- Lars, tú también necesitas dormir. - le respondió Kara.


- No, tía. Se supone que voy a ser el rey y mi capital está en llamas. Se ha acabado
esconderme detrás de los demás. Dijiste que mi padre había sido un rey patético. Quiero
aprender lo que de verdad necesito saber.

Kara miró interrogante a Lena esperando a que la morena le diera una respuesta. Ella solo se
encogió de hombros y asintió.

- Está bien, chaval. Quizá va siendo hora de que empieces a saber qué significa ser un rey.

*/*/*/*

Kara, Lars y Alex estaban reunidos en el camarote del capitán. Dada su pronta salida, el
hombre tenía que estar en cubierta para dar las órdenes necesarias. Eso les había permitido a
los tres encontrar un rincón donde hablar.

- ¿Qué hace aquí, Lars? - preguntó sorprendida Alex.

Kara solo se encogió de hombros mientras colocaba diferentes mapas de Thera encima de la
mesa.

- Quiero estar aquí, tía. Es mi deber como futuro rey. - respondió el chico imitando a Kara y
colocando las manos en su cintura.

- ¿No eres un poco joven aún? - preguntó Alex levantando una ceja.

- Quiero aprender. - aseguró convencido.

- Si a Kara y a tu madre les parece bien…

- Mientras no moleste, puede estar donde quiera. - respondió Kara distraída. - Bien. Esto ya
está. ¿Qué sabemos hasta ahora, Alex? - preguntó Kara apoyándose en el mueble analizando
los mapas.

Alex se puso a su lado junto a Lars.

- Vieron al ejército de Lex cruzar el paso de montaña, así que entiendo que su plan era
mandar un ataque de frente a la capital. Pero no ha podido cruzar la distancia que separa la
capital del norte tan rápido. Deduzco que las mafias tenían suficientes armas para causar el
caos en la ciudad. Te dije que ibas a causar el caos en la capital con tu plan. - le reprochó
Alex cruzándose de brazos a su lado.

- Alex no tienes ningún derecho a decir esto. Has sido tú quién ha provocado todo esto.
Deberías haberme hecho caso desde el principio. - le respondió Kara irguiéndose a su lado
amenazante.

- Si nos hubieras contado cuál era tu plan, ahora no estaríamos así. - la encaró Alex.

- Tu deber era obedecer. Y no lo has hecho.


La tensión estaba aumentando por momentos. Ninguna de las dos parecía querer ceder. Kara
apretaba con fuerza los puños para contenerse.

- ¿Podemos centrarnos? - intervino Lars. - No sé de qué estáis hablando y no sé si quiero


saberlo. Pero creo que tenemos problemas más grandes que saber de quién es la culpa.

Kara y Alex bufaron cruzándose de brazos. La rubia volvió a mirar los mapas en la misma
posición de antes intentando recuperar el control de la ira.

- Da igual. - contestó Kara rápido. - Bien, si el ejército de Lex está entrando en el sur
necesitamos reagrupar el ejército que está repartido por todo el territorio. - suspiró Kara
analizando el mapa. - Por los dioses, esto será difícil. Y Lena tampoco está para muchos
nervios. Necesitamos encontrar un lugar para que se refugie junto con Levi. Y también
tenemos que encontrar un refugio para James.

- Kelly y yo hemos hablado. Te queríamos proponer que ellos dos, Kelly y James, huyan por
separado. Lex irá en busca de Lena, Lars y Levi cuando sepa que hemos escapado.

Kara asintió.

- Sí, todos los que estemos cerca de ellos tres estaremos en peligro. - respondió Kara
quedándose unos instantes en silencio. - Está bien, Alex. ¿Tienes alguna idea de dónde se
pueden esconder?

- No lo sé. - respondió la mayor encogiéndose de hombros. - Queríamos conocer tu opinión


antes de hablar nada más.

- ¿Ahora te importa mi opinión? - se mofó Kara mirándola con rabia fijamente.

- Por favor, tía, centrémonos. – volvió a intervenir Lars.

- Lo que me faltaba… Un mocoso dándome lecciones… - murmuró Kara bajando la mirada


de nuevo.

- Necesitáis centraros, por favor. Por si no os acordáis, se nos tira el ejército del norte encima.
- insistió el chico. - Y vosotras dos sois las únicas que de momento pueden encontrar una
forma de estar todos seguros.

Se quedaron otra vez en silencio.

- Kara tiene razón. - rompió el silencio Alex asintiendo. - Necesitamos reagrupar el ejército.
Intentaré ponerme en contacto con ellos, pero no creo que sea muy eficaz. Ahora mismo
estarán más preocupados de que Lex no centre su atención en ellos que en luchar.

Kara asintió suspirando.

- De momento, lo mejor que podemos hacer es alejarnos del continente. Deberíamos


escondernos entre las islas del archipiélago y esperar a que lleguen noticias. - acabó Kara
separándose de nuevo de la mesa.
Lars y Alex asintieron y dieron por acabado la conversación. Juntos, abandonaron la
habitación.

Fuera estaba amaneciendo cuando Lars y Kara volvieron a la habitación. Levi dormía
tranquilo abrazado a Lena que parecía que todavía no había descansado nada.

- Deberías dormir un poco, Lena. - la riñó la rubia.

- No puedo. - sonrió cansada.

- Todo va a estar bien, mamá. - respondió Lars mientras se sentaba a su lado y la abrazaba.
Lena correspondió al abrazo de su hijo escondiendo la cabeza en su cuello.

Kara estaba en silencio. Los observaba apoyada en el marco de la puerta con los brazos
cruzados con media sonrisa.

- Los dos necesitáis dormir, así que ya estáis tardando. Tumbaos y cerrad los ojos por lo
menos. - bromeó la rubia.

- ¿Qué vas a hacer tú? - le preguntó preocupada Lena saliendo de su escondite.

- Voy a decirle al capitán lo que vamos a hacer de momento. - respondió Kara señalando con
el pulgar a su espalda, hacia la cubierta.

- ¿Alguna pista?

- Vamos a escondernos mar adentro.

- Lex nunca ha tenido afición por el mar. No creo que sea capaz de rastrearnos. - suspiró Lena
asintiendo.

Lars ya se había separado de ella y se había tumbado al lado de Levi.

- Será cosa de los Luthor. - rio Kara. - Ahora en serio, Lena. Duerme.

- ¿Y tú? ¿Dónde vas a dormir?

- Hasta que no esté segura de que estamos a salvo, voy a estar despierta. Luego ya buscaré
algún rincón. Descansad. - sonrió Kara cerrando la puerta detrás de ella.

*/*/*/*

Al final, Kara se había entretenido charlando con algunos marineros. Solo volvió a la
habitación cuando era mediodía. Habían preparado algo de comida con las pocas provisiones
que había en el barco y la rubia se había ofrecido para llevarla a los otros tres.

Cuando entró, todavía estaban durmiendo. Eran un nudo de tres personas abrazadas. No
podía evitar sentir algo de envidia. Hacía tiempo que no abrazaba a nadie así ella. Además,
eran capaces de pegar ojo, mientras ella solo estaba preocupada por mantenerlos a salvo y no
creía que fuera a dormir hasta que no supiera que estaban lo suficientemente lejos de Lex.
Dejó la bandeja que llevaba con comida en una pequeña mesa y se acercó a Lena. Suponía
que iba a ser más fácil despertarla a ella que a los niños. La movió suavemente durante unos
instantes. No parecía reaccionar.

Kara no pudo evitar quedársela mirando y pensar en lo preciosa que era. En que, a pesar de
todo lo que había pasado, la había echado mucho de menos mientras estuvo lejos de Thera.

No, no era momento de pensar eso.

La llamó suavemente a la vez que la sacudía suavemente. Por fin, la morena reaccionó. Abrió
los ojos un poco y arrugó el ceño.

- ¿Qué ahora es? - murmuró medio dormida.

Luego volvió a cerrar los ojos. Kara rio.

- Es la hora de comer. Os he traído algo. ¿Crees que podrás despertarlos? - le preguntó Kara
señalando los niños.

Lena suspiró. Se sentó con cuidado contra el cabezal de la cama. Empezó por Lars que sería
el más fácil de despertar. De hecho, se despertó al instante que Lena colocó su mano sobre su
hombro algo alterado. Miró confundido a Kara y Lena.

- ¿Ha pasado algo? - preguntó nervioso mientras abría los ojos.

- Es hora de comer. - le contestó Kara. - Despierta a tu hermano.

Lars empezó a zarandear salvajemente a Levi para que se despertara mientras las dos mujeres
se echaban a reír. Levi se incorporó y empezó a golpear las manos de su hermano para que lo
dejara en paz.

- Quiero dormir. - se quejó el pequeño volviendo a tumbarse.

- Es hora de comer. ¿No tienes hambre? - le preguntó Lena.

- Sí. - respondió frotándose los ojos incorporándose otra vez al instante.

Kara volvió a la mesa riendo y cogió dos de los platos y cubiertos que había traído con ella.
Se los dio a los dos niños. La rubia hizo un último viaje para darle a Lena su parte. Kara
agarró sus cosas y se sentó en la otra cama de la habitación.

- ¿Alguna novedad? - preguntó Lars con el ceño fruncido.

- Relájate, Lars. No ha dado tiempo a qué pase nada. - le respondió Kara tranquilamente
probando el primer bocado de lo que fuera que tuviera entre manos. Hacía tiempo que no
probaba nada tan malo. Intentó disimular la mueca de asco que le nacía del alma.

- Solo quiero estar listo. - se defendió Lars.

- Todo llegará, cariño. - le respondió Lena acariciando su cabeza.


Comieron en relativo silencio despacio. Ninguno de ellos parecía tener mucha energía.

Cuando acabaron, Kara recogió todas las cosas y volvió a salir a devolver los platos.

Mientras tanto, Levi seguía pegado a Lena, pero Lars se levantó y se sentó en la cama
opuesta. Pero no duraron mucho en esa posición. Kara llegó diciendo que James los estaba
buscando para jugar. Los dos niños salieron ilusionados hacia cubierta.

- ¿Crees que es seguro? - preguntó Lena entre divertida y preocupada mirando como sus hijos
desaparecían.

- No les va a pasar nada. Tampoco los vamos a abandonar si caen del barco. - rio Kara.

- Eso espero. - sonrió Lena.

- Después de todas las molestias, sería un desperdicio de esfuerzos. - añadió la rubia


encogiéndose de hombros escapándosele la risa. Se acercó hasta Lena y se sentó a su lado. -
¿Cómo estás?

- Bien, supongo. Preocupada.

- ¿Y el bebé? - preguntó Kara alargando la mano para colocarla sobre el vientre de Lena, pero
se detuvo a medio camino y la apoyó contra el colchón.

Lena sonrió enternecida por el gesto. Ella sí que llevó las manos hacia su tripa y empezó a
acariciarla como si pudiera hacer llegar sus caricias al bebé.

- Bien, creo que al final la huida no nos ha pasado tanta factura.

- Me alegra oír eso. - sonrió Kara.

- Claro que lo hace. Estoy fabricando otra víctima de tus entrenamientos. Estoy segura que ya
estás planeando sus ejercicios.

- Por supuesto. ¿Por quién me tomas? - rio Kara girándose para quedar de espaldas a la
morena. Luego suspiró. - ¿No estás cansada?

- Un poco. Creo que debería dormir un poco más. ¿Y tú?

- Yo ya dormiré por la noche.

- ¿Estás segura? Tienes una fantástica cama a tu disposición. - dijo señalando el extremo
opuesto del camarote.

- Tentador, pero no. Quiero asegurarme de que estamos a salvo. - respondió volviéndola a
mirar.

- Como quieras. Esa cama no se va a mover de ahí.

Kara negó con la cabeza. Se levantó y se fue en dirección a la puerta.


- Voy a echar un vistazo a los niños. Además, que estemos en alta mar no es motivo para no
entrenar. - rio Kara mientras se iba.

Lena la observó hasta que abandonó la habitación. Se tumbó de nuevo en la cama cuando se
quedó a solas.

Era verdad que no se encontraba mal, pero podía sentir en parte como el ajetreo sí que le
había pasado factura a su cuerpo.

Con la soledad, llegaron sus pensamientos. Se llevó las manos a la cara cuando las lágrimas
volvieron a amenazar con salir. ¿Cómo había salido todo tan mal? Había renunciado a tanto, a
su vida, a su felicidad, a Kara, para evitar que esto pasara. No había servido para nada. Había
sufrido para nada. Sentía un dolor en el pecho y una ansiedad que creía que había dejado
atrás hacía mucho tiempo.

Dejó escapar un par de lágrimas. Y después de esas fueron muchas más.

Al final, se quedó dormida sin saberlo dejando la almohada completamente empapada.

*/*/*/*

Lena esperaba que la rubia hubiera estado bromeando cuando habló de entrenamientos, pero
se dio cuenta de que no cuando vio llegar a Lars arrastrando las piernas y quejándose horas
más tarde. Detrás de él entraron Levi y Kara satisfechos. Todos vestidos con la ropa que
solían usar para entrenar.

- ¿De verdad los has hecho entrenar? - preguntó sorprendida cuando vio a la rubia. - ¿Y de
dónde han sacado esa ropa?

- A tu primera pregunta: por supuesto, Lena. ¿Por quién me tomas? En la vida hay
prioridades y entrenar es una de ellas. A tu segunda pregunta: la cogí antes de escapar. -
respondió orgullosa.

- ¿Te paraste a recoger cosas para poder entrenar en mitad de una huida? - preguntó la
morena atónita.

- No veo por qué no.

Lena se frotó la frente. De verdad que había gente que no tenía remedio en este mundo.

- ¿Y cómo os vais a limpiar ahora? ¿Vais a ir oliendo a sudor todo el viaje? - se quejó Lena.

- Yo de ti me iría acostumbrado. No tenemos agua de sobras para ducharnos. Ni nosotros, ni


nadie en toda la nave, incluida tú. - se rio Kara.

- ¿Estás de broma? - preguntó Lena herida.

- Claro que no. - respondió la rubia como si fuera obvio.

- Esto es la peor tortura que he sufrido nunca. - se quejó Lena haciéndose la dramática.
- Pues yo lo prefiero así. No me gusta limpiarme. - afirmó Levi seguro.

- Kara, eres una influencia horrible. - se alarmó la morena mirando al pequeño y luego a la
rubia.

- Solo es cosa de niños. - se defendió Kara riéndose.

- Escuchadme bien los tres. - se puso seria Lena. - Ya podéis ir fuera a buscar con qué
limpiaros. Pero no vais a volver a entrar oliendo así de mal.

- Pero mamá… - empezó a gimotear el pequeño.

- Nada de “pero”. Fuera los tres. - les ordenó señalando la puerta del camarote.

Los tres bajaron las cabezas y se fueron sin decir nada más.

Al cabo de un tiempo los tres volvieron limpios, más o menos. Los marineros les habían dado
unos trapos para quitarse la suciedad de la piel. Lena prefería no saber cómo lo habían
conseguido. Se contentaba sabiendo que estaban limpios. Levi y Lars se tumbaron en su
cama y Kara fue a buscar la cena.

La comida del mediodía le había parecido mala y la de la noche no la mejoraba mucho. Iban
a ser unos días muy largos. Se lo comía porque no tenía más remedio y tenía un bebé al que
hacer crecer. En otra época, se habría pasado todo el viaje sin comer.

Como había hecho al mediodía, la rubia recogió las cosas y salió a devolverlas. Levi y Lars
se tumbaron de nuevo ahora ya en su propia cama. Los dos estaban tan cansados que cuando
Kara volvió ya estaban dormidos profundamente.

La rubia que, como una bruta, había entrado haciendo ruido, rápidamente empezó a ir de
puntillas para no despertarlos cuando los vio. Fue divertido ver el contraste tan brusco en su
actitud. Lena dejó escapar una pequeña risa. Kara se acercó hasta su lado y se sentó junto a
ella en la cama.

- ¿Todo bien? - le preguntó mirándola fijamente. Luego bajó su mirada a su vientre.

- Sí, claro. Ya te he dicho que estoy bien. - dijo colocando las manos sobre el bebé.

- ¿Me lo dirías si estuvieras mal? - le preguntó Kara divertida. Lena negó con la cabeza como
respuesta. - Eso pensaba. - rio.

- Muy graciosa. - le respondió golpeándola suavemente el brazo. - ¿Qué vas a hacer ahora?
¿Por fin dormirás un poco?

- ¿Estás preocupada por mí? - preguntó Kara fingiendo excesiva ilusión.

- No, pero eres la única adulta que se puede hacer cargo de ellos. - respondió Lena haciendo
ver que no le importaba Kara en lo más mínimo, pero se le escapaba la risa.

- Alex también puede. - continuó la rubia.


- Alex tiene suficiente con su propia familia.

- ¿Así que ahora confías en mí para que cuide de ellos?

- Lo haces sin que yo te lo pida. - respondió ahora seria Lena.

- Es mi deber. - respondió Kara encogiéndose de hombros quitándole hierro al asunto.

- Ya… Creo que te estás excediendo un poco en tus deberes. - bromeó Lena.

- ¿Tú crees? – respondió la rubia y empezaron a reír las dos.

- ¿Dónde vas a dormir, Kara? - dijo Lena colocando su mano sobre la que la rubia tenía más
cerca y acariciándola.

La rubia se las quedó mirando unos instantes en silencio.

- Seguramente encuentre una cama libre con la tripulación. - susurró.

- ¿Vas a dormir con los marineros? - preguntó Lena medio riéndose.

- ¿Qué tiene de malo?

- ¿Sabes? En esta cama cabemos las dos.

- Necesitas descansar, Lena. - suspiró Kara.

- Puedo dormir tranquilamente contigo a mi lado. Y tú no mereces el suplicio de tener que


dormir con un montón de gente roncando a tu alrededor.

- La verdad es que se pueden oír desde cubierta. - dijo Kara haciendo una mueca.

- ¿Lo ves?

- No lo sé, Lena. ¿Quieres decir que esto es lo mejor dado nuestro historial?

- Kara, somos adultas ya. Y este último mes hemos comprobado que podemos convivir en
paz. Quédate aquí. - insistió Lena apretando la mano de Kara que todavía no había soltado.

- Está bien. - aceptó la rubia. Tampoco iba a negarse a poder dormir en condiciones, aunque
fuera al lado de Lena.

Kara rodeó la cama y se tumbó arriba al otro lado de la otra. La morena la imitó y se tumbó
también de lado quedando frente a frente.

Kara estaba completamente tensa. Lena se echó a reír.

- ¿Qué es tan gracioso? - preguntó Kara ofendida.

- Nada, acabo de recordar algunas noches mientras me tenías secuestrada.


- Te tenía capturada. Eras mi prisionera. - la rectificó.

- Llámalo como quieras, cariño. El caso es que hubo noches que estabas tan tiesa como ahora.
Hay cosas que no cambian.

- Me alegra divertirte, pero a mí no me hace gracia. - se quejó haciendo un puchero.

- Vamos, Kara. Relájate. Ni que fuera la primera vez que dormimos juntas.

- Ya sé que no lo es. Pero te recuerdo que es la primera en años. - se defendió.

- Cierto. - asintió Lena mirándola fijamente.

- Mejor dormimos. - respondió Kara girándose para estar de espaldas a la morena.

- Buenas noches.

- Qué descanses.

*/*/*/*

- ¡Tía, has dormido aquí!

Eso fue lo primero que oyó Kara a la mañana siguiente, seguido de un golpe en su estómago.
Levi acababa de aterrizar sobre ella para darle los buenos días. La rubia ni tan solo abrió los
ojos. Lo agarró por la camiseta y lo dejó de nuevo en el suelo. Dio media vuelta y volvió a
intentar dormir. Pero el niño volvió a subir a la cama y se le tumbó encima. Kara bufó.

- Levi, es hora de dormir. - murmuró.

- ¡Pero si ya ha salido el Sol y los marineros han empezado a cantar! ¿No los oyes? - dijo el
pequeño ilusionado.

- Si me gritas al oído, no puedo. - se quejó Kara. - Vuelve a la cama. Tu madre necesita


descansar.

- Jolín, es que no estoy cansado. - gimoteó el niño en su oído.

- Si vuelves a la cama, esta tarde te enseño una técnica ultra secreta.

- ¡Vale! - gritó el niño feliz. Bajó rápidamente de encima de ella regalándole algún golpe por
el camino y se tumbó en su cama. - ¿Así está bien, tía?

- Duerme.

- Vale… - murmuró el niño.

La siguiente vez que Kara se despertó fue por el sonido de la puerta abrirse y cerrarse de
golpe. Casi le costó recordar dónde estaba. Se encontró a Lena sentada a su lado mirándola
divertida.
- ¿Qué hora es? - preguntó con la voz ronca.

- Media mañana.

- ¿Tan tarde? - lloriqueó Kara.

- Parece que te ha pasado factura no dormir en dos días. - bromeó Lena.

- Ajá. Todavía dormiría más. - dijo la rubia escondiendo su rostro en la almohada.

- Puedes. Tampoco hay donde ir. - le dijo encogiéndose de hombros.

- Pero hay cosas que hacer.

- Kara, descansa. Nada de lo que puedas hacer aquí es urgente. No vendrá de que duermas un
poco más.

- Si tú lo dices. - respondió Kara volviendo a ponerse en una posición cómoda para dormir. -
¿Dónde están Levi y Lars?

- Han salido a desayunar. Te estábamos esperando, pero parecías una marmota. - rio Lena.

- ¿Y tú?

- No tengo hambre.

- Tienes que comer algo.

- Tú duerme. Les he pedido a los niños que cuando acaben de desayunar nos traigan lo más
parecido a fruta que haya por aquí.

- Me parece bien. Buenas noches. - suspiró Kara antes de cerrar los ojos y volverse a quedar
dormida.

La última y definitiva vez que se despertó esa mañana fue cerca del mediodía. Estaba
acostada sobre su costado. Lena estaba tumbada a su lado sobre su costado también y
mirando el techo.

La rubia se la quedó mirando unos segundos.

- ¿En qué piensas? - murmuró Kara.

- En que cómo voy a mantener a Lars y Levi limpios mientras estamos aquí.

- ¿En serio? - preguntó Kara desconcertada.

- Claro que no. - rio Lena. - ¿Qué te piensas?

- Bueno, no es que no seas tiquismiquis con la limpieza. - se defendió Kara.

- Has pasado demasiado tiempo en Krypton.


- Eso seguro. - dijo la rubia completamente seria. No era un comentario que le hubiera hecho
mucha gracia precisamente.

- Perdón. - se disculpó Lena cuando notó el cambio en el humor de la otra.

- Tranquila. - respondió negando. Kara se giró para quedar boca arriba. - Estaba pensando,
¿ellos han ido alguna vez a unas termas?

- No, nunca. Las de la capital estaban infestados de gente de las mafias. Y no han viajado
mucho por Thera.

- ¿Dónde es lo más lejos que han ido? - preguntó girando la cabeza para mirarla.

- No han estado nunca en el norte si esa es tu pregunta. - respondió Lena encogiéndose de


hombros y mirando su vientre que empezó a acariciar.

- ¿Cómo? ¿Por qué?

- Porque no confiaba en mi hermano. Desde que se enteró de lo de los esclavos, se volvió


más radical, más como Edge. No confiaba en llevarlos al norte donde estaríamos a su merced.

- ¿Así que son unos medio Luthor que nunca han pisado el norte? Es un poco irónico. -
reflexionó Kara arrugando la nariz.

- Un poco. - suspiró Lena.

- ¿En qué pensabas entonces? - dijo Kara cambiando radicalmente de tema.

- ¿Qué? – preguntó la morena sin entenderla mirándola interrogante.

- Antes, cuando me he despertado. -explicó la rubia.

Lena volvió la vista a su vientre. No le resultaba cómodo mirar a Kara teniéndola tan cerca
después de todo.

- En todo y en nada. - mintió. - ¿Sabes que no tengo nombre para el bebé? Creo que empieza
a ser hora de que lo decida.

- ¡Claro, Lena! ¿Cómo no lo has pensado todavía? - respondió Kara incorporándose y


sentándose a su lado.

- Porque tenía muchas cosas en la cabeza como todos los inventos que me pediste que
estudiara. - se defendió Lena incorporándose también.

- Bueno, supongo que estaría feo que te pidiera que continuaras con ellos, ¿no? - dijo Kara
rascándose la nuca.

- ¿Los has traído también? - preguntó Lena sorprendida.


- No era algo que me apeteciera dejar a merced de Lex como comprenderás. - se defendió
Kara.

- ¿Quieres que me ponga a ello?

- No, mejor piensa en el nombre del bebé. ¿Han traído algo para comer al final? Me estoy
muriendo de hambre. - contestó poniéndose en pie.

- Sí, allí hay algo de pan y la última ración de fruta del barco. Saboréala bien.

- ¿Has comido tú? - preguntó Kara inspeccionando la fruta.

- Sí, mientras dormías. - asintió la morena.

- Bien… - dijo dando el primer mordisco. - Creo que saldré fuera. Al final, ayer con Alex
hablamos poco sobre qué hacer ahora.

- ¿Podríais tener las reuniones aquí? Me gustaría tener opinión sobre mi futuro. - respondió
mordaz Lena.

- Necesitas descansar.

- Kara, estoy descansada. Pero no me gusta que toméis decisiones sin mí. Y se supone que
soy tu mano derecha todavía, ¿no?

- Está bien. - asintió Kara. - Hablaré con Alex para reunirnos aquí después de comer.

*/*/*/*

Habían pasado un par de días desde que habían decidido el plan a seguir. Durante este
tiempo, habían aprovechado para parar a comprar las provisiones suficientes para el viaje que
les esperaba en una pequeña isla alejada de todo. Tan aislados estaban qué Kara incluso
dudaba de que se fueran a enterar de que Lex se había rebelado contra la Corona.

Primero irían a la costa sur de Thera. Era el lugar más seguro para Kelly y James. Alex se
encargaría de a reagrupar las tropas allí. Los otros cuatro viajarían hasta la frontera del sur
con el norte. Allí, entre las montañas, Lena explicó que había un pequeño refugio escondido
y prácticamente vacío. Lex no lo conocía y seguramente lo iban a despistar escondiéndose en
las puertas del norte. Kara debía reagrupar las tropas repartidas por esa zona.

La rubia intentó ponerse en contacto con Krypton, pero era demasiado pronto y estaban
demasiado lejos como para recibir una respuesta.

Kara había acabado instalándose en el camarote con los otros tres. Pasaban los días lentos en
el barco. No había mucho que hacer. Lena y Kara se dedicaban a trabajar en los documentos
kryptonianos organizando prioridades y viendo si alguno de eso inventos les iba a ser útil en
la guerra. Alex y Kelly se habían ofrecido a cuidar de los niños que se pasaban los días
jugando o entrenando. Aunque, en realidad, Lars se había dedicado a perseguir a Kara y Alex
para que le instruyeran.
Esa mañana, Alex se lo llevó para empezar con ello, mientras Lena y Kara se quedaron en el
camarote a solas. Estaban sentadas la una al lado de la otra, hombro contra hombro. Lena
acababa de apoyar su cabeza en la rubia y suspiró.

- ¿Estás cansada? - le preguntó Kara sin separar sus ojos del papel.

- No, no es eso. - dijo negando con la cabeza.

- ¿Entonces? - preguntó la rubia dejando el documento abandonado en la cama para mirarla.

- Estoy preocupada, Kara. ¿No lo estás tú? - murmuró Lena evitando los ojos azules.

- Intento centrarme en solucionarlo. - respondió encogiéndose de hombros. - ¿Estás bien?

- Sí, tranquila.

- No me lo parece, Lena. - respondió Kara preocupada. - Desde hace días, estás apagada.

Lena se rompió por completo oyendo ese tono en la voz de la otra.

- Kara, todo lo que hemos pasado no ha servido para nada.

- No, Lena. No es cierto. Ven aquí. - dijo Kara girando su cuerpo para que Lena se pudiera
apoyar completamente contra ella. La envolvió con sus brazos y dejó un beso en su cabeza.

La morena se escondió en el cuello de la rubia y empezó a llorar. Kara la apretó contra ella
con cuidado.

- Vamos a encargarnos de Lex y Edge. Ellos son los que han abusado de su poder y ahora nos
declaran la guerra. Tú y yo vamos a salvar Thera de ellos. Y todo habrá valido la pena. - la
consoló.

Lena dejó caer algunas lágrimas más.

- ¿Qué vamos a hacer con mi hermano? - lloraba la morena con un nudo en la garganta.

- No lo sé, Lena. No lo sé. - suspiró Kara.

*/*/*/*

- ¿No se suponía que estabas entrenando con Lars y Levi? - le preguntó confundida Lena
cuando Kara entró sola esa misma tarde al camarote.

- Les he dejado peleando entre ellos. - respondió despreocupada Kara sentándose a su lado.

- Kara, ¿has dejado a mis hijos sin vigilancia para que se peguen? ¿Te das cuenta que Lars es
mucho mayor que Levi? - preguntó Lena horrorizada.

- Yo no me preocuparía por Levi precisamente. Creo que tiene más opciones de ganar él que
Lars. De todos modos, en algún momento tendrán que aprender a entrenar solos.
- Son niños. - se quejó Lena.

- Alex y yo no teníamos una edad muy diferente cuando empezamos a entrenar solas.

- Vosotras dos no sois un buen ejemplo. - dijo Lena recalcando el “no” en la frase.

- Tengo la sensación que eso debería ofenderme. - rio Kara.

- No sé por qué me esfuerzo. - bufó Lena llevándose las manos al rostro desesperada. Se dejó
caer para atrás.

- Lena, relájate. No les va a pasar nada. - la intentó tranquilizar. - Ten un poco de fe en ellos.
Además, si se les va de las manos, hay veinte marineros ahí arriba que los pueden separar. -
rio Kara. Hizo una pequeña pausa antes de continuar. - ¿Tú cómo estás?

- Ahora mismo, preocupada por mis hijos. - le reprochó.

- Lena, sabes a lo que me refiero. - contestó Kara seria.

- Me encuentro bien, Kara. Ni que hubiera tenido que hacer algún esfuerzo hoy.

- Me refería sobre el tema de la guerra. ¿Cómo estás, Lena? - preguntó otra vez.

- Un poco mejor, gracias. - sonrió tímidamente Lena mirándose las manos con las que había
empezado a jugar.

- Bien. ¿Y qué haces? - le preguntó con curiosidad.

- Miro tus documentos. - respondió cogiendo el papel que tenía en su regazo. - A este paso,
me los voy a saber de memoria.

- Mejor. - celebró Kara. - ¿Qué tienes?

- Toma. Creo que sé cómo construir este. - dijo Lena ofreciéndoselo.

Kara no le hizo caso. Se sentó pegada a ella. Con cuidado, la separó del cabezal de la cama y
se coló en el espacio libre sentándose ella contra el cabezal y quedando Lena entre sus
piernas y apoyada en su pecho.

- ¿Qué haces? - le preguntó Lena confundida.

- Así será más cómodo mirar el mismo papel. - le contestó Kara detrás de ella.

- Si tú lo dices…

- Déjame verlo. - dijo Kara quitándole la hoja. La colocó delante de la morena de manera que
ella podía mirarla por encima del hombro de Lena. - Así, bien. ¿Ves? Las dos lo podemos leer
perfectamente.

- Hay otras maneras. - respondió Lena cruzándose de brazos y girando la cabeza para mirarla.
- Pero esta es la mejor para tu estado. Además, esta mañana necesitabas un abrazo. -
respondió Kara encogiendo los hombros y con media sonrisa con la vista pegada al papel.

- Esta mañana, Kara. - murmuró Lena algo sonrojada.

- ¿Me dirás que estás incómoda? - la miró divertida Kara a menos de medio palmo de
distancia.

- No es eso. - se quejó la morena mirando rápidamente el papel de nuevo.

- Pues no hay más discusión. Cuéntame que tienes pensado. - contestó Kara volviendo su
atención al papel que ofreció a Lena para que lo cogiera.

- En que un día, a este ritmo, me vas a matar. - se quejó Lena.

- Muy graciosa. ¿Continuamos? - insistió.

Lena suspiró. Agarró el papel y empezó a explicar. Kara, al cabo de unos instantes, rodeó su
cintura colocando sus manos acariciando su vientre hinchado y apoyó la mandíbula sobre su
hombro. La morena dejó de hablar.

- ¿Te molesta? - le preguntó Kara.

- No.

- Continúa entonces. Era muy interesante lo que estabas diciendo.

Lena siguió explicando. Y, una vez acabaron con ese documento, cada una empezó a trabajar
en el suyo. Kara no parecía dispuesta a cambiar la posición en la que estaban. Solo había
separado su mano derecha de su vientre para ir cogiendo los diferentes papeles en los que
trabajaba. La otra seguía en la misma sobre ella.

Era la primera vez en su vida que se sentía acompañada de esa manera estando embarazada.
Lena, no sabía si era por inercia u otra cosa, pero con su mano izquierda cubrió la de la rubia.
Kara no la retiró. No hizo ningún gesto de rechazo. Solo acomodó mejor la cabeza que tenía
sobre su hombro y continuó concentrada.

Después del tercer documento de Kara, la rubia suspiró contra su hombro. Dejó el papel
sobre la cama y volvió a envolver completamente a Lena con sus brazos. Besó el hombro
sobre el que llevaba rato apoyada. Se hizo el silencio en la habitación. Ninguna de las dos
dijo nada. Casi habían dejado de respirar. Kara cerró los ojos y volvió a suspirar intentando
contenerse, pero no sirvió de mucho. Volvió a dejar besos en el mismo punto y empezó a
subir por el cuello de la morena. A la vez, bajó su mano derecha para cubrir el bajo vientre de
la morena y la izquierda la subió hasta su pecho que masajeó. Sonrió cuando notó el pezón
endurecerse en su palma.

Lena dejó caer la cabeza hacia atrás apoyándose contra el hombro de la rubia. Podía sentir la
mano de la rubia bajar más abajo de su vientre y cubriéndola por completo. Suspiró, casi
jadeó, ante el contacto. Ahí se dio cuenta de lo que estaba pasando. Agarró las manos de la
rubia y se las quitó de encima. Se separó de ella como si ardiera.
- ¿Qué pasa? - preguntó Kara confundida. - ¿Te he hecho daño?

- No, Kara. – respondió sin mirarla.

- ¿Entonces?

Lena entonces la miró. Tenía la mirada cargada de rencor y dolor.

- Kara, te sigo amando como el primer día. Pero no puedes hacerme esto. No, después de lo
que hiciste la última vez. Que te quiera no significa que haya olvidado lo que hiciste.
Abusaste de mí.

La rubia sintió eso como una bofetada. Se quedó parada asimilando lo que la morena le
acababa de decir. No era la primera vez que le echaba eso en cara, pero era la primera vez que
notaba ese dolor tan visceral en ella y le afectaba tanto.

- Lo siento, Lena. Yo… No sé qué decir. - murmuró Kara mirando las sábanas.

- Da igual. No digas nada. - dijo Lena. Salió de entre las piernas de la rubia y se sentó de
nuevo a su lado contra el cabezal.

Kara había colocado las palmas de sus manos en sus propios muslos y apretó. Todo el cuerpo
le ardía.

- Me voy. - dijo de pronto saltando de la cama.

- No hace falta que te vayas, Kara. - suspiró Lena.

Kara no llegó a contestar. Ya se había ido.


Parte 8 2/4

Alex llevaba rato riéndose en el camarote del capitán. Lars y Levi se estaban limpiando
después de entrenar.

- Yo no le veo la gracia. - respondió Kara cruzándose de brazos.

- Me imagino el trauma de los niños si llegan a entrar en el camarote.

- Me alegro que te resulte tan divertido que Lena no me deje ponerle una mano encima.

- Lo que me parece divertido es el trauma que podríais causar a los niños si se encuentran a
su tía y a su madre en plena acción. Lo otro me parece normal.

- ¿Por qué? - preguntó Kara ofendida.

- ¿De verdad tengo que explicártelo? - respondió Alex incrédula. - Kara, ¿te das cuenta de lo
que hiciste? Te rebajaste a la altura de la antigua Voz, de Kal. La usaste sin más. Te recuerdo
que torturaste y asesinaste a la Voz por hacer exactamente lo mismo.

- No la estaba usando. - se defendió Kara. - Y tú no eres la mejor para hablar. ¿O hace falta
recordarte lo que pasó en Gimina? Seguro que Sam no ha sido la última con quien has
engañado a Kelly.

- Para empezar, Sam sí ha sido la única. Fue un grandísimo error de mi parte. Y sí, casi me
cuesta la relación con Kelly. Pero no te atrevas a comparar una cosa con la otra. Tú te has
pasado de la raya y te has regodeado durante estos meses haciéndole daño.

- ¿Me vas a culpar después de todo lo que he pasado estos años? No sabes cuánto he sufrido.
- se defendió Kara.

- ¿Todo lo que has pasado estos años, Kara? Primero, es cierto. No lo sé. Pero, ¿en qué
cabeza cabe que el maltrato, la humillación y el abuso a los que has sometido a Lena pueden
estar mínimamente justificados? Si de verdad fueras una persona madura y racional, no
habrías actuado así. Y lo sabes. Segundo, ¿y todo lo que ha pasado ella? ¿Te has puesto en su
lugar? ¿O te piensas que te abandonó para conseguir ser reina y que ese era su gran plan? ¿De
verdad te piensas que solo jugó contigo para hacerse con el poder? ¿Te piensas que ella no te
ha echado de menos durante estos catorce años? ¿Que no lo ha pasado mal? Además, ¿sabes
qué? No tienes ningún derecho a echarle en cara nada. Se dejó violar por la Voz para salvar tu
vida, te aguantó en Gimina hasta que te la estabas llevando por delante y eso es solo el
principio de una lista larga de cosas que ella ha hecho por ti. Sí, sacrificó poder tener una
vida contigo para salvar un reino y evitar una guerra civil. Estos catorce años, se ha tenido
que dejar usar por su hermano y el consejo como si no valiera nada. Y llegas tú y todavía lo
empeoras más.

- ¿Por eso no me obedeciste cuando te dije que no tocaras el burdel? ¿Te das cuenta que tú
misma has echado a perder todo lo que Lena sacrificó? Y no es la primera vez que me
traicionas.

- ¿Y te piensas que no me arrepiento de lo que he hecho? Claro que lo hago, Kara. No sabes
cuánto me duele y cuánto lo siento. He echado a perder el sacrificio que las dos hicisteis. Y
mucha gente morirá por mi culpa. - contestó derrotada Alex. - Y si la traición de la que
hablas es no contarte lo que les había pasado a tus padres, te diré que estábamos esperando el
momento oportuno y William sacó ventaja de ello. Nos manipuló a nosotras igual que lo hizo
contigo. ¿Y sabes por qué no te obedecí? - suspiró. - Antes de que te fueras, me había pasado
la vida cubriendo tus espaldas y limpiando el caos que dejabas a tu paso, incluso antes de que
fueras a Gimina por primera vez. No puedes negarlo, Kal y yo siempre estuvimos a tu lado
cuidando de ti porque eras alguien impulsivo e irracional. No digo que fueras mala persona,
Kara. De hecho, eras demasiado buena. Pero no pensabas en las consecuencias de lo que
hacías y el resto pagábamos por ello. - le dijo Alex mirándola fijamente. Kara solo bajó la
cabeza resoplando. - Llegaste vestida de kryptoniana, dando órdenes a diestro y siniestro y
sin explicar nada de tu magnifico plan. ¿Sinceramente? No te compré lo que nos contaste de
los documentos. Seguía creyendo que nos ibas a vender a Krypton. ¿Qué querías que pensara
si te veía comportarte con Lena como lo estabas haciendo? Se suponía que ella es la persona
que más has amado, quien había sacado de ti tu mejor versión y no hacías otra cosa que
hacerle más y más daño.

- Si tan horrible soy, ¿por qué me dejas acercarme a ella otra vez? ¿No eres su perrito
guardián?

- El problema es que ella todavía te ama como una tonta y tú te aprovechas de ello.

- Eso no es cierto. - respondió a la defensiva.

- ¿No? Dime por qué.

- Yo no me estoy aprovechando de ella. Alex, es solo sexo. No entiendo dónde está el


problema.

- El sexo lo disfrutan dos personas, no solo una. Y, desde luego, no provoca que una de ellas
acabe sintiéndose usada y humillada al día siguiente.

- Déjame en paz, Alex. - gruñó la rubia.

Kara se fue dando un portazo.

*/*/*/*

Llegó el día en que llegaron a un rincón solitario de la costa sur donde podrían desembarcar a
salvo Alex, Kelly y el pequeño James. No se quisieron llevar a ningún marinero para estar
más seguras, decían que ellas podrían con cualquiera que les atacara.

El resto partió hacia el norte. En un par de semanas llegarían a su destino. Tenían que
asegurarse de tomar la ruta más segura para que no los encontraran.
Sin la compañía de los otros tres, los días se hacían todavía más aburridos y más largos. Por
las mañanas, Lena había empezado a hacer de maestra de Levi, mientras Kara enseñaba a
Lars a gobernar. Por la tarde, Kara los entrenaba hasta el anochecer.

Durante el día no tenía momentos para estar a solas con Lena cosa que Kara lamentaba en
parte. Por las noches, la cosa había cambiado. De alguna manera, habían convencido a los
niños para que durmieran ellos en el camarote que Alex y su familia habían dejado vacío,
mientras ellas continuaban en el mismo. La versión para los niños es que dormían en camas
separadas. Era una gran mentira. Ninguna de las dos dudó cuando la primera noche a solas de
nuevo se tumbaron en la misma cama.

La morena seguía con su norma de no dejarse tocar por Kara. La rubia estaba frustrada. Esa
noche no había empezado bien. Estaban discutiendo cuando la rubia se dejó caer en la cama
llevándose las manos al rostro.

- Es que no lo entiendo. - se quejó la rubia.

- Sí que lo entiendes, Kara. Lo entiendes de sobra. - le respondió Lena enfadada cruzándose


de brazos sentada a su lado.

- Venga, Lena. Estoy segura de que estás tan caliente como yo o más después de estos días. -
dijo Kara incorporándose un poco para apoyarse sobre sus codos.

- Mira, Kara. Quizá se te ha olvidado después de tantas putas, pero en esta vida no todo es
sexo. Y te he dicho que no me vas a tocar.

- Lo estás deseando. ¿Cuándo fue la última vez, Lena? ¿Hace un mes? Estarás deseando
que…

- ¡Basta! Te he dicho que no. - acabó explotando Lena. - Y por si no lo recuerdas, me había
pasado catorce años sin acostarme con nadie. Así que un mes no es nada en comparación.

- Sí, claro. - bufó Kara con desdén. - En catorce años, no te acostaste con nadie. ¿Y cómo te
quedaste embarazada?

- ¿Sigues sin creer que te estuve esperando todo ese tiempo? La única persona con quien me
he acostado ha sido con Kal, sí. ¿Cuántas veces? Cuatro o cinco en catorce años y te aseguro
que no fue algo que disfrutara ninguno de los dos. Hubiera preferido no hacerlo,
sinceramente. - respondió Lena ofendida.

- Me parece difícil de creer, sí. Seguro que alguno de vez en cuando alguien caía. - se burló
Kara.

- Dioses, ¿cómo puedes ser tan estúpida? No, no cayó nadie en catorce malditos años porque
te amo y era incapaz de estar con nadie que no fueras tú. ¿Pero sabes qué? Siento que fue una
pérdida de tiempo. Ojalá te hubiera olvidado. Lárgate de aquí. - le ordenó señalando la
puerta.

- ¿Qué? No. - negó con la cabeza Kara.


- Lárgate del camarote. No te quiero ver más. - le gruñó Lena furiosa.

Kara se levantó enfadada y se fue dando un portazo.

Lena aprovechó la soledad para volver a llorar de la rabia. Abrazó sus rodillas y bajó la
cabeza llorando y desahogándose. Se asustó cuando la puerta se abrió bruscamente. Kara
entraba enfadada otra vez. Abrió la boca para decir algo, pero paró cuando cruzaron las
miradas. No llegó a decir nada. Se la quedó mirando unos segundos y se fue.

No la volvió a ver en toda la noche.

*/*/*/*

Kara se había pasado todo el día sin pasar por el camarote. Lena ya suponía que no volvería a
ver a la rubia hasta que llegaran a puerto.

La morena se cubrió con las mantas y se tumbó en la cama suspirando. Sin nadie a su lado,
las noches eran más frías en mitad del mar en pleno otoño. Se había incorporado para apagar
la luz cuando Kara entró en la habitación.

- ¿Qué quieres ahora, Kara? - bufó Lena.

- Lo siento. - respondió sincera la rubia.

Lena se la quedó mirando con una ceja levantada.

- ¿Qué es lo que sientes? ¿Abusar de mí, menospreciarme …? ¿Qué, Kara?

- Todo. Yo… Sé que no es excusa, pero después de estos años en Krypton y Daxam… Tienes
razón cuando dices que me volví fría y manipuladora. - se sinceró Kara. - No soy consciente
de que hago daño. Me he acostumbrado a ser así. Tampoco estoy acostumbrada a tener gente
a mi alrededor por quién preocuparme o que se preocupen por mí. No han sido unos años
fáciles.

- Tampoco lo han sido para mí, Kara. Y sé que mi decisión es la culpable de que pasarás esos
años tan malos. - suspiró Lena. - Tengo la sensación que ya hemos tenido esta conversación.

- Yo también. - rio Kara. - La pena es que tanto sufrir no haya servido para nada.

Lena fijó su vista a las sábanas de la cama.

- ¿Y qué quieres hacer? - acabó preguntando.

- Quiero hacer las cosas bien entre nosotras, supongo. - dijo Kara encogiéndose de hombros y
tardó unos segundos en volver a hablar. - Estar en Thera otra vez hace que eche de menos ser
feliz y estar con otra gente sin ningún interés oculto. Había aceptado que eso no era para mí.

- Kara… - murmuró Lena negando con la cabeza.


- Quiero compensarte por lo que te he hecho estos meses porque no te lo merecías. Pero no te
prometo que pueda volver a sentir lo mismo por ti, Lena. - respondió Kara dejándose caer a
los pies de la cama.

- Ya veo… - dijo Lena llevándose cubriéndose el rostro con las manos intentando calmar el
remolino de sentimientos que empezaba a sentir dentro de ella. Odiaba que Kara tuviera ese
poder sobre ella.

- Pero sí que quiero cuidarte y asegurarme de que tú, el bebé y los niños estáis bien. ¿Puedo?
- le rogó Kara buscando su mirada.

- Kara, es que no sé qué decirte. - se quejó Lena. Suspiró negando con la cabeza rendida. - La
verdad es que no puedo decirte que no, aunque sé que me arriesgo a que todavía me hagas
más daño.

- ¿Qué hacemos entonces?

- ¿Qué quieres hacer?

- Solo déjame estar a tu lado sin más. Sin que haya nada más de por medio. Déjame ser tu
amiga por lo menos.

Lena dejó escapar una risa triste incrédula.

- ¿Una amiga después de todo?

- Supongo que no es la mejor manera de describirlo. - respondió Kara con una sonrisa
incómoda. - Pero no se me ocurre otra palabra. Lo importante es que, ¿entiendes lo que te
estoy pidiendo?

- Sí, Kara. Lo entiendo. - suspiró Lena.

- ¿Puedo? - insistió la rubia.

- Sí, sabes que no te puedo decir que no.

- Me siento un poco culpable por ello. - dijo Kara con una media sonrisa triste.

- Abrázame, por favor. - le pidió Lena.

Kara se acercó a ella y la envolvió con sus brazos. Se tumbaron todavía sin separarse y se
quedaron dormidas en esa posición.

*/*/*/*

Había sido una noche dura. Después de la conversación, a Lena le había costado dormirse.
Además, cada vez le costaba más encontrarse cómoda para descansar con el embarazo
entrando casi en la fase final.
Se había despertado varias veces por culpa del oleaje. Esa noche el barco no había parado de
balancearse de un lado a otro. Kara parecía profundamente dormida cada vez que abría los
ojos a su lado. Qué suerte tenía la condenada.

Cuando se despertó por última vez, ya estaba amaneciendo y decidió que no iba a hacer el
esfuerzo por volverse a dormir otra vez. Se levantó con cuidado y cogió algunos papeles de
encima de la pequeña mesa para trabajar mientras el resto no se despertaba.

Fuera se oía cierto movimiento de los marineros. Kara dormía de espaldas a ella. Lena se
sentó de nuevo en la cama junto a ella con cuidado y se concentró en uno de los inventos. Era
el diseño de una máquina que se movía por el vapor. Llevaba días centrada en intentar
entender todo su funcionamiento y pensando cómo iba a poder reproducirla. Kara le había
dicho que los kryptonianos la usaban para un sinfín de aplicaciones y que eso les ponía en
ventaja. Lena tenía que lograr imitarlos.

Kara se despertó cuando oyó un fuerte sonido en el exterior. Se incorporó alterada.

- Tranquila, hace rato que están moviendo no sé qué fuera. Están haciendo mucho ruido. - le
explicó Lena a su espalda.

La rubia se dejó caer cansada sobre la cama boca arriba. Se quedó mirando fijamente a la
morena. Estaba concentrada en los papeles que tenía entre las manos.

Siempre le había gustado observarla mientras trabajaba.

- ¿Qué miras? - preguntó Kara incorporándose y sentándose pegada a ella.

- La máquina de vapor.

- ¿No llevas días con eso? - preguntó la rubia frunciendo el ceño.

- Sí, pero no podía dormir. Así que quería aprovechar para trabajar en él.

- ¿Por algo en concreto? - preguntó Kara preocupada.

- La mala mar no me ha dejado descansar bien. - dijo Lena intentando desviar el tema de la
conversación.

- Vaya… ¿Seguro que eso es todo? - insistió la rubia. No sé creía que la noche anterior no
tuviera parte de la culpa.

- Sí, Kara. - suspiró Lena mirándola fijamente.

Kara sabía que, si era culpa suya que la morena había pasado mala noche, la Luthor no se lo
iba a decir. Decidió que era mejor no insistir.

- Bien, voy a buscar el desayuno entonces. - dijo Kara cambiando de tema. - ¿Crees que
estará hecho?
- Hace una media hora que han parado para desayunar. - explicó Lena volviendo su atención
al papel.

- ¡Lena! ¿Por qué no me has avisado? Nos habrán dejado solo las sobras. - respondió Kara
dando un bote y saliendo corriendo por la puerta.

La morena se echó a reír. A veces, seguía siendo peor que una cría.

Kara volvió al cabo de un buen rato. Había ido a llevarles también el desayuno a los chicos
antes de volver a su camarote.

Colocó la bandeja con la comida sobre la cama cerca de la morena y se sentó pegada a ella.
Lena dejó caer el peso sobre su costado. La rubia levantó el brazo y rodeó los hombros de la
morena que se acabó de acomodar. Comieron en silencio en esa posición.

El cuerpo de Lena se había acoplado tan bien al de Kara que hasta le dolía a la morena. Se
relajó en esa posición y dejó que el calor del cuerpo de la rubia la rodeara. Cuánto había
echado de menos estar así con ella.

Levi y Lars las encontraron en esa posición. Los dos las buscaban para empezar sus
lecciones.

- Tienes unos hijos demasiado aplicados. - se quejó Kara llevándose la mano libre a la cara.

*/*/*/*

Kara fue la primera en volver de limpiarse después de los entrenamientos. Desde hacía unos
días, había decidido que los tres iban a competir cada día en una prueba diferente. El orden de
victoria iba a ser el orden para limpiarse. Evidentemente, Kara siempre era la primera en
volver.

Según ella esto lo hacía para motivar a Lars para que entrenara más duro. Kara decía que
tenía que hacerse más fuerte y que iba a usar los métodos que hicieran falta para motivarlo.
Lena le recordó que por mucho que Lars fuera el heredero, seguía siendo un niño y que no se
pasase de la raya. De hecho, el mayor siempre era el tercero en volver por detrás de Levi.

- Tienes que hacer alguna trampa. No puede ser que Levi gane siempre a Lars. - reía Lena.

Kara se había acercado a la otra cama a dejar el trozo de tela que los marineros les habían
dejado para limpiarse. Luego volvió hacia ella y se sentó a su lado en la cama contra el
cabezal.

- Lena, créeme cuando te digo que Lars es lo más nefasto que he visto en mi vida y Levi, un
genio. Ahí dentro repartiste algo mal. - dijo señalando el vientre hinchado de la morena
riendo también.

- ¡Oye! ¿Alguna queja en cómo geste a mis hijos? - respondió riéndose.

- Este tema empieza a ser asqueroso. - contestó la rubia haciendo una mueca y volviendo la
vista al frente.
- Eso es porque no has visto un parto. - dijo Lena dándole un suave codazo a la rubia.

- La verdad es que no. - suspiró Kara. Y tenía planeado que eso continuara así.

- Pues eso va a cambiar en no mucho tiempo.

- ¿Qué quieres decir? - preguntó Kara entre asustada y confundida.

- Que tú vas a estar dándome tu apoyo mientras nace el bebé. - dijo Lena como si fuera algo
evidente.

- Tienes que estar de broma. No puedo hacer eso, Lena. - dijo Kara levantándose y
separándose de ella. Acabó contra la pared como un animal acorralado y asustado.

Lena se reía a carcajadas.

- Kara, por los dioses, que has abierto a gente en canal. Solo es un parto.

- Te sobra el “solo” en esa frase. Yo no tengo estómago para ver eso.

Solo con imaginarse ver un bebé entero salir de ahí hacía que le doliera todo el cuerpo y le
entraran nauseas.

- ¿Te retiras tan pronto de estar a mi lado? - sonrió confiada Lena.

- No es justo, Lena. Te prometo estar a tu lado en todo lo que quieras, menos en el parto.

- Vas a estar, Kara. Eso te lo aseguro. - le prometió Lena.

Kara empezó a lloriquear mientras se le escapaba la risa. Se acercó de nuevo a la cama. Le


hizo señas a Lena para que se separara del cabezal y se sentó detrás de ella como siempre.
Colocó las manos sobre el vientre de Lena.

- Pequeño, vas a ser un buen chico y te vas a quedar ahí dentro el máximo tiempo posible.
Tienes que darme tiempo para fugarme. - susurró la rubia mientras lo acariciaba.

- ¡Kara! - se quejó Lena golpeando las manos de la rubia suavemente. - Además, ya te he


dicho que va a ser una niña.

- ¿Ya has elegido el nombre? - preguntó Kara mientras apoyaba la cabeza sobre el hombro de
Lena.

- Sí, Lisha.

- ¿Y si es un chico?

- Va a ser una niña. - la miró convencida Lena.

- Estás muy confiada, ¿no?

- Por supuesto. - asintió la morena.


Lars y Levi entraron juntos al cabo de un rato con la bandeja de comida. Les acercaron la
comida mientras ellos se sentaban en la cama contraria a comer. Ninguna de las dos hizo
ademán de cambiar de posición. Total, estaban cómodas y no era la primera vez que los niños
se las encontraban así. Nunca decían nada al respecto. Aunque Kara se dio cuenta que esa
noche Lars estaba algo intranquilo. Miraba la cama sobre la que estaba sentado y luego las
volvía a mirar a ellas, pero no dijo nada.

Llegó la hora de dormir y los niños se fueron solos. Lars aseguró que él se encargaría esa
noche de hacer dormir a Levi.

No era un problema para Kara. Estaba cómoda donde estaba. Tenía las manos sobre el vientre
de Lena resiguiendo el tatuaje que tenía la Luthor allí. Hacía un par de días había notado
algunas patadas del bebé y quería volver a sentirlas. La morena había dejado sus manos sobre
los muslos de la rubia y había dejado caer su cabeza contra el hombro que había detrás de
ella.

- Ichad. El dios que se sacrificó por salvar a su gente. Veo la ironía en el asunto. - rio Kara.

- Supongo que sí. - suspiró Lena apoyando su cabeza contra el cuello de Kara.

- ¿Crees que hoy también dará alguna? - preguntó Kara ilusionada.

- Eso te lo puedo asegurar. - bufó Lena.

- ¿Te duele? - le preguntó preocupada.

- Estoy bien, Kara. Son cosas que vienen con el embarazo.

- Es el tercero. - murmuró Kara.

- Lo es. - asintió Lena.

- ¿Cómo fueron los anteriores?

- ¿Qué quieres decir?

- No lo sé. Siento curiosidad.

- Pues fueron más fáciles y más difíciles a la vez. Mi cuerpo aguantaba más con Lars, pero no
sabía cómo interpretar lo que sentía en mi cuerpo y estaba asustada. El primero también fue
el más solitario supongo. Estaba sola. No tenía a nadie con quien compartir lo que estaba
sintiendo. Con Levi, Lars estaba a mi lado casi todo el tiempo impaciente por conocer a su
hermano pequeño, pero al final era solo un niño.

- ¿Y Kal?

- Era un poco incómodo para los dos, ¿sabes? Nunca se atrevió a tocar mi vientre. Mucho
menos esperó sentir las patadas de los dos. En general, solo nos veíamos en el despacho. El
resto del tiempo lo pasábamos por separado.
- Pues él se lo perdió. - murmuró Kara sobre su hombro antes de dejar un corto beso. -
Mereces a alguien mejor.

A Lena dejó escapar una corta risa.

- ¿Cómo sería la persona ideal según tú?

- Alguien que te ame, que pueda cuidar de ti y tú cuidar de esa persona, alguien que les guste
a Lars y Levi, alguien que se preocupe por Thera, alguien que…

- Kara, ¿eres consciente de que te estás describiendo a ti? - la interrumpió Lena quitándose
las manos de la rubia de encima y separándose de ella.

La otra se echó a reír.

- ¿No crees que ya han pasado demasiadas cosas entre nosotras como para que todo fuera a
funcionar otra vez?

- Quizá. - asintió la Luthor. - Vamos a dormir. No estoy de humor como para lidiar con esta
conversación ahora.

- Claro. - respondió Kara moviéndose de su posición para tumbarse en un lado de la cama. -


Buenas noches, Lena.

*/*/*/*

Por la mañana, no habían hablado mucho. Un ambiente enrarecido había inundado el


camarote. Kara se fue temprano con Lars y Levi llegó para recibir clases.

El pequeño estaba sentado a su lado. Quizá Kara tenía razón con que Lars era mejor con la
pluma que con la espada. De hecho, que era nefasto con la lucha. Levi era todo lo contrario.
Lena tenía que pensar un regalo para compensar todo lo que debían haber aguantado sus
profesores con el pequeño. Era incapaz de estarse quieto atento a las lecciones. Solo quería
moverse y entrenar. Incluso se pasaba las horas practicando posturas y movimientos que Kara
le había enseñado. Y, desde luego, no quería saber nada que comportara usar el cerebro y no,
los músculos.

Lena suspiró. No tenía la energía para pelearse con su hijo.

Una hora antes del mediodía, Lars llegó con los hombros hundidos y pensativo.

- ¿Dónde está Kara, Lars? - preguntó Lena preocupada. A esa hora todavía debería estar con
ella.

- Por ahí. - dijo encogiendo los hombros. Se paró a los pies de la cama frente a ella, pero tenía
la mirada fijada en las sábanas.

- ¿Pasa algo?
- Hay algo que te quiero preguntar, mamá. - dijo mirándola por primera vez desde que había
entrado. - ¿Dónde ha estado durmiendo la tía estos días?

- En esa cama, ¿dónde si no? - dijo señalando la cama opuesta.

- Mamá, antes de ayer durante la cena, doblé la punta de la sábana para comprobar si la
usaban o no. Aún sigue ese pliegue allí. Es decir, la tía ha dormido como mínimo estas dos
noches contigo.

- Es verdad. Yo también lo he mirado hoy. - añadió Levi a su lado.

Lena entendió en ese momento lo que debía sufrir Kara cada vez que se adelantaba a ella
usando el cerebro. Lars era un listillo, en el buen sentido.

- Vaya… ¿Os molesta que duerma con ella? - contestó Lena con el ceño fruncido.

- No, mamá. Lo que nos molesta es que nos lo intentéis esconder. ¿Por qué? - preguntó
sentándose a sus pies.

Lena suspiró. Su historia con Kara no era algo que estuviera por la labor de compartir con sus
hijos. Tampoco creía tener la energía para revivir ese año de su vida.

- Es complicado, chicos. - respondió seria.

- Somos mayores para entenderlo. - insistió Lars.

Lena rio.

- Cariño, no sois tan mayores. Y hay cosas que ni yo entiendo.

- ¿Kara es tu Lois? - preguntó Levi con curiosidad.

- Sí y no, pequeño. - respondió la morena. Los dos chicos la miraban esperando a que
continuara explicando. - Quizá nunca os he explicado la versión real de cómo nos conocimos
Kara y yo y todo lo que vivimos.

- ¿No le robaste el caballo? - preguntó Levi decepcionado.

- Sí, sí que lo hice. - rio Lena. - Lo que es diferente es lo que ocurrió después. Siempre os he
contado que nos hicimos amigas después de eso, mientras nos capturábamos la una a la otra.
La realidad es que nos hicimos más que eso. Nos enamoramos la una de la otra.

- ¿Y qué pasó? - insistió Lars.

- Que me casé con vuestro padre. Vosotros sabéis el trato que teníamos para que Lois pudiera
vivir con él. Yo… Cuando se decidió que nos íbamos a casar, Kara se enfadó mucho y se fue.
Yo quería que ella viviera con nosotros como Lois hacía, pero no era algo justo para ella
después de todo. Tampoco creo que lo fuera para Lois.

- ¿Te odiaba? - preguntó el mayor con curiosidad.


- Sí, cariño. Creo que los tres aquí sabemos cómo puede reaccionar cuando se enfada mucho.
¿Recuerdas cuando te tuvo contra la pared? No reconocía a tu tía. Ha cambiado mucho desde
que se fue. Pero esos ataques de ira siempre los ha tenido, aunque nunca había amenazado a
alguien directamente, al menos no si formara parte de su familia. Lo que sí había hecho es
destrozar material de entrenamiento. - rio Lena recordando el gasto en ese material que Kara
causaba en la fortaleza en esos tiempos. Alex estaba desesperada.

Lars asintió pensativo.

- ¿Rompía cosas la tía? - preguntó Levi con curiosidad.

- Sí. Vuestras tías Alex y Kara vivían en la residencia de los Danvers. Después de la guerra,
Kara rompía como mínimo cuatro muñecos de entrenamiento al día. - explicaba Lena con
media sonrisa.

- ¿En serio? Sí que es fuerte la tía. - decía Levi fascinado.

- Lo es. - asintió Lena.

- Pero hay una cosa que no entiendo, mamá. Si tanto te odiaba por casarte con papá, ¿qué está
pasando ahora? ¿Estáis juntas otra vez? - volvió Lars al tema principal.

- No, cariño. Por eso, os hemos ocultado que dormíamos juntas. Porque no queríamos que
pensarais eso.

- ¿Tú la sigues queriendo?

- Es complicado.

- ¿Y por qué duerme contigo?

- Para poder cuidarme.

- Tampoco hace falta que duerma contigo para eso, ¿no? - insistía Lars. - Es que no lo
entiendo.

- Ya te he dicho que es complicado, Lars. A veces, las cosas que pasan en la vida pasan
demasiada factura.

- Podemos hablar con la tía para que te vuelva a querer. - dijo Levi ilusionado como si
hubiera dado con la solución.

- ¿Qué dices, Levi? Estas cosas no funcionan así. - lo riñó Lars.

- Jo… Es que yo quiero que mamá tenga alguien para estar feliz como lo estaba papá con
Lois.

- Levi, cariño. No te preocupes por mí. - le dijo Lena acariciando la mejilla del más pequeño.

- ¿Nunca pensaste en buscar a alguien más, mamá?


- No, Lars. Siempre tuve la esperanza de que Kara volviera. ¿Sabes el pasillo que lleva a la
cueva secreta? Solo está comunicado con mi ala porque era un regalo para ella. Ella fue la
primera persona que descubrió la playa.

- ¿De verdad? - respondió el mayor sorprendido.

- Sí, ella se pasaba horas allí antes de que nos encontráramos en el norte. Pero tapiaron el
acceso que ella usaba por mi culpa. Mandé construir el pasillo para que ella pudiera volver.

- Parecía enfadada cuando le enseñamos el pasillo. - recordó Lars.

- No creo que estuviera enfadada, Lars. - lo tranquilizó Lena.

- ¿Nos puedes contar la historia de verdad, mamá? - le pidió. - Tengo la sensación de que no
sabemos nada de antes de que naciéramos.

Lena suspiró.

- Va a ser largo. ¿Por qué no vais a buscar la comida y os lo cuento mientras comemos?

*/*/*/*

Kara estaba sentada en la proa del barco esperando a que los dos chicos vinieran. Era la hora
de entrenar y parecía que llegaban tarde.

El día había sido raro. Ella no tenía la mente muy clara, pero al final había estado planeado la
reagrupación de las tropas. Lars a media mañana se había ido con una excusa tonta y no lo
había vuelto a ver. Quizá se había aburrido de gobernar. No le quedaba nada al chico.

Estaba completamente sola si no contaba los marineros que iban y venían por todas partes.
Pero ninguno de ellos le prestaba mucha atención. Kara se distraía mirándolos porque no
quería poder pensar. Prefería llenar su mente antes de dejar un vacío que iba a estar ocupado
por Lena. Aunque no lo estaba logrando mucho.

Bastante tarde, llegaron los dos chicos. Pero no parecían listos para entrenar.

- ¿Llegáis tarde y no venís preparados? - los riñó Kara cruzándose de brazos cuando
estuvieron cerca.

- Hemos estado con mamá. - explicó Lars

- ¿Se encuentra bien? - preguntó Kara algo preocupada.

- Sí. - respondió simplemente el mayor.

- Entonces, no es excusa. Toca entrenar. Tenéis tiempo de sobra para estar con ella. - continuó
riñéndoles Kara.

- Nos ha estado contando vuestra historia, tía. - añadió Lars tranquilo.


- ¿Os ha vuelto a contar que me robó el caballo? - bufó Kara.

- Sí. Y cómo te drogó para ganarte, como consiguió que te rompieras las costillas y después
cuidó de ti… Nos lo ha contado todo. También nos ha contado que estabais juntas cuando se
casó con papá.

Kara se lo quedó mirando con sorpresa.

- Supongo que antes no lo sabíais. ¿Hay algo malo en ello?

- ¿Por qué quemaste todas sus cartas? ¿Por qué no volviste antes con ella? Mamá te esperó
mucho tiempo. - le reprochó Lars.

- La vida es complicada, chaval. No me vengas a dar lecciones. No sabes nada. -se defendió
Kara. - Cuando te hagas mayor, ya lo entenderás.

- Tú no viste a mamá triste cada vez que papá y Lois pasaban juntos cerca de ella. Al
principio, pensábamos que mamá sí que estaba enamorada de él, pero solo te echaba de
menos a ti. Y tú la abandonaste.

- Tu madre me abandonó a mí, crío. No sé qué os ha contado vuestra madre, pero ella me
traicionó. Estaba enfadada con ella, por eso me fui. Mi intención era no volver jamás. -
respondió Kara cruzándose de brazos.

- Nos lo ha contado también. Ella lo lamenta mucho. Y es cierto que no lo entiendo. Mamá
también me ha dicho que lo que hiciste era lo mejor. Pero la verdad es ya no estás enfadada
con ella porque si no ¿por qué la cuidas tanto a ella y a nosotros?

- De verdad, odio que te parezcas tanto a ella en algunas cosas. - bufó Kara. Ese chico cada
día se parecía más a su madre dándole vueltas a todo lo que observaba. Lo peor es que
además acertaba. - No, ya no estoy enfadada con ella.

- No quiero que le hagas daño. - dijo Lars llevándose las manos a las caderas.

- No es mi intención. De todas maneras, este tema es algo que tenemos que hablar nosotras,
Lars. No te metas.

- Voy a cuidar de mi madre pase lo que pase. Y si tengo que pasar por encima de ti, voy a
pasar, Kara. - la amenazó.

- Yo también, tía. - añadió el pequeño que había imitado la postura de su hermano.

Kara se puso a reír.

- Pues para eso tendríamos que empezar a entrenar ya, ¿no creéis? Id a prepararos. Tenéis dos
minutos.

*/*/*/*
Kara entró con el pelo húmedo después de limpiarse. Lena estaba tumbada en la cama con la
mirada perdida. Haber despertado tantos recuerdos la había dejado exhausta.

- ¿Cómo ha ido el día? - rio Kara.

Lena se incorporó un poco mirándola con el ceño fruncido. No entendía la repentina alegría
en ella.

- Bien. ¿Por qué? - preguntó desconfiada.

- ¿Quieres agua? Tanto hablar te habrá dado sed. - bromeó la rubia.

Lena entendió a lo que se refería. ¿Qué le habrían dicho Lars y Levi?

- ¿Estás enfadada?

- No, creo que no. - respondió alegre la rubia. Dejó la tela encima de la otra cama y se tumbó
a su lado. Se tumbó sobre un costado con el codo sobre el colchón y la cabeza apoyada en su
mano al lado de la otra. Lena la miraba esperando que continuara. - Tus hijos me han vuelto a
amenazar. Dicen que, si te hago daño, van a pasar por encima de mí.

- ¿Y eso te divierte?

- Lars ha vuelto a entrenar en serio. Resulta que eso era lo que necesitaba para motivarlo. Si
lo hubiera sabido antes… Los dos se han esforzado mucho hoy. - sonrió orgullosa.

- No te entiendo. - le dijo sincera Lena negando con la cabeza.

- Ha sido divertido. De hecho, siguen practicando. No querían parar. Como persona que adora
luchar, es un orgullo que estén tan comprometidos.

- En resumen, te sientes orgullosa de que mis hijos se estén volviendo unos cabezas huecas
como tú. - le reprochó.

- Más o menos. Oye, es gracioso ver a dos críos amenazándome con matarme. - rio Kara.

- ¿Y cuándo van a ir a dormir, Kara?

- Después de cenar, los iré a buscar si todavía siguen allí. - la tranquilizó la rubia. - ¿No te
habrás enfadado conmigo? ¿Puedo dormir en esta cama o voy a la otra?

- Haz lo que quieras, Kara. - bufó Lena cruzándose de brazos.


Parte 8 3/4

No habían pensado en un pequeño detalle cuando organizaron la huida al refugio. El lugar


estaba bien. Era ideal para esconderse, porque estaba casi aislado. Eso se traducía en que los
pocos caminos que había en la zona estaban en mal estado. Y la ruta que comunicaba
directamente con el sitio no era un camino exactamente. Lo único que tenía en común con un
camino es que, de vez en cuanto, había algún cartel, pero era ir como campo a través del
bosque. Kara por sí sola habría podido llegar en un día como mucho, pero cruzar esa zona
con una mujer embarazada que no puede hacer esfuerzos y dos príncipes que habían tocado el
bosque cinco minutos en toda su vida era un reto. Tardaron tres días al final.

El primer día, Kara robó un pequeño carro que arrastraba ella misma con Lena y todos sus
objectos encima por una pequeña senda abandonada y en mal estado. El pequeño Levi se
ponía con ella y la intentaba ayudar cosa que por lo menos era graciosa, aunque no servía de
mucho. Lars, en cambio, se divertía viéndola sufrir caminando al lado de su madre. El resto
de días se dedicó a llevar ella misma a Lena en sus brazos porque el carro era inútil para el
resto del camino.

A la rubia le gustaba pensar que ella también les estaba enseñando a cazar y sobrevivir en el
bosque, pero lo cierto es que era Lena quien sabía más. Llegó un punto en que los chicos se
dieron cuenta de que era su madre, y no su tía, quien sabía moverse en el bosque para
sorpresa de los niños, así que cada vez que tenían que escuchar los consejos de una de ellas,
prácticamente ignoraban a Kara.

Durante la primera noche, se habían colocado para dormir Kara junto a Lena a un lado de una
pequeña fogata y Lars y Levi, al otro lado. Después de cinco gritos de los niños por cualquier
ruido que viniera del bosque, acabaron durmiendo entre ellas dos con Lars abrazado a su
madre y Levi, a Kara. La noche siguiente ya no hubo dudas de cómo iban a dormir. Los dos
se colocaron directamente entre ellas. Kara se consoló que, por lo menos, no pasaría frío
mientras tenía Levi agarrado a ella como si le fuera la vida en ello. El único “pero” es que el
niño daba patadas mientras dormía. Así que la rubia se despertaba a mitad de la noche por sus
golpes.

Kara estaba maravillada cuando llegaron al refugio por dos motivos: el lugar era precioso y
ya no tendría que aguantar esa aventura por el bosque.

Escondido en un valle muy estrecho y de poca profundidad, había un pequeño lago. En el


centro de este, había un templo dorado que se conectaba a la costa por una pequeña pasarela
hecha de grandes rocas. Había tres o cuatro casas de madera pintadas de blanco en mal
estado. Estaban escondidas entre el bosque cerca del agua. El suelo era tierra negra y había
diferentes caminos hechos con trozos de madera que comunicaban los edificios entre ellos.

Descender hasta el lago fue bastante complicado. Era un camino de rocas afiladas y, cargando
a Lena, fue todo un desafío. Lograron llegar hasta abajo intactos. Un hombre mayor y otra
mujer los recibieron sorprendidos. Un hombre de más o menos de misma edad que Lena y
Kara apareció poco después del bosque. Por lo visto, nadie los visitaba. Lo que había
provocado que la poca gente de la aldea se fuera y solo quedara esa familia. Todavía se
acordaban de Lena a pesar que hacía casi veinte años de la última vez que la vieron. No
tenían ni idea de quienes eran Kara, Levi o Lars.

Lena y Levi se quedaron con los mayores, mientras Lars y Kara ayudaron al otro hombre a
preparar una de las casas vacías para que ellos pudieran instalarse allí. Solo entrar, se
encontraron con parte del techo que había caído encima de lo que suponían que una vez había
sido la sala del comedor y la cocina a juzgar por los diferentes muebles que había. El aire
exterior se colaba por el agujero enfriando u humedeciendo el sitio. Las paredes estaban
sucias y cubiertas por hiedras. Había dos puertas que conducían a una habitación y una
especie de baño. Era más parecido a una especie de terma therana en miniatura que cualquier
cosa que los kryptonianos hubieran llevado a Thera. Tenía una gran tina cuadrada excavada
en la piedra de metro y medio de profundidad y con una especie de escalones para sentarse en
el interior. Como mínimo allí cabían los siete y no faltaría espacio. A un lado de la puerta del
baño había una escalera que conducía a una especie de buhardilla encima de esas dos salas
donde había otra cama.

- Bien, chico. Tenemos mucho trabajo por hacer. Espero que estos días durmiendo en el
bosque te hayan servido para valorar esto. - dijo Kara divertida golpeando el hombro del crío

- Hemos vivido muy bien en un palacio, ¿no? - suspiró Lars.

- No te lo puedes ni imaginar. - rio la rubia.

Kara y el otro hombre escalaron hasta el tejado. Con algunas maderas, ramas y hojas
consiguieron tapar el agujero del techo. Si había una gran tormenta no iba a servir de mucho,
pero era lo mejor que podían conseguir en ese momento. Lars se dedicó a sacar los
escombros del interior del edificio. Kara miraba orgullosa desde las alturas como poco a poco
los entrenamientos habían conseguido fortalecerlo. Parecía todo un kryptoniano moviendo
todo aquello casi sin esfuerzo.

Kara encendió la chimenea de la casa. Con un poco de suerte, el calor podría llegar a todos
los rincones. Por lo menos, quitaría la humedad y el frío que se había pegado a las paredes.

Intentaron acondicionar lo que sería la cama de Lena en la habitación de la planta baja. El


colchón de paja estaba podrido, así que tendrían que improvisar algo. El hombre se ofreció a
dejarles unas pieles que, con un poco de hojas y ramas secas debajo, conseguiría emular un
colchón decente. No sería lo mismo que un colchón, pero algo haría. Como condición, Kara
prometió conseguirle nuevas. Lars y Levi dormirían en el piso superior. Como la mayoría de
pieles iban a ser para Lena, ellos tendrían que conformarse con una y una manta.

Cargó a Lena hasta su nueva cama. La morena no paraba de quejarse defendiendo que podía
caminar los cinco metros que separaban las dos viviendas.

A Lena, no le costó ni un minuto instalarse allí. Parecía extremadamente cómoda. Y,


efectivamente, no duró mucho tiempo en la cama. Cogió una silla de la casa y la llevó hasta
la puerta. Se sentó allí observando el paisaje, el lago y el bosque que las rodeaba.
Kara la imitó y acabaron las dos sentadas la una al lado de la otra mientras Lars y Levi daban
una vuelta para explorar el lugar.

La morena parecía hipnotizada observando el paisaje.

- ¿Lo echabas de menos? - le preguntó la rubia que la miraba con media sonrisa.

- No te puedes imaginar cuánto, Kara. He estado tantos años viviendo en la capital que no
recordaba la paz que me da la montaña. - dijo Lena emocionada disfrutando del aire fresco
que golpeaba su cara.

La rubia le agarró la mano y se la apretó con cariño. Estuvieron un rato así en silencio hasta
que los niños volvieron diciendo que tenían hambre y querían cenar. Lars lanzó una mirada
asesina a Kara cuando vio que tenía la mano de su madre cogida. La rubia aprovechó para
burlarse de él y decirle que le quedaban muchos entrenamientos por delante para enfrentarse
a ella. Levi, totalmente convencido de que su hermano no lo iba a conseguir nunca, se ofreció
a ser él quien se enfrentara a la rubia si le llagaba a hacer daño a Lena.

Cenaron junto a la otra familia. Ofrecieron las provisiones que habían logrado acumular por
el bosque como agradecimiento por la acogida que tuvieron.

Llegó la hora de dormir y cada uno fue a su cama.

Kara tenía frío durante la noche. La chimenea no daba para calentar toda la casa y menos en
esa época del año acercándose el invierno. Lena y Lars tendrían que pensar en alguna manera
para calentar las habitaciones.

Lena estaba tumbada sobre su costado a su lado e irradiaba calor.

- ¿Puedo abrazarte? - susurró Kara.

- ¿Qué? - le preguntó Lena extrañada.

- Es que tengo frío.

- Vamos, ni que fuera para tanto. - se burló la morena.

- Lena, estoy temblando. -aseguró la rubia.

- Es broma, ¿no? - dijo colocando la mano sobre el muslo de la otra que estaba temblando. -
¿Lo estáis haciendo tú o de verdad tienes tanto frío?

- Odio el frío, lo sabes. - se defendió. - Por favor, ¿puedes compartir un poco de tu calor
corporal conmigo?

- Solo si te dejas de quejar. - suspiró Lena.

- Gracias. - respondió Kara rápido.


Se colocó de costado contra Lena y apoyó la cabeza en el hombro de la morena. Al principio,
intentó envolver la cintura de la morena, pero acabó colocando su mano sobre el vientre
dibujando caricias sobre él. Observaba como su mano se iba moviendo sobre el bulto.

- Ha dado una patada. - rio la rubia sin despegar sus ojos.

- Ha estado intranquila desde que salimos del barco. Parece que está contenta de estar en el
bosque. - decía con una sonrisa.

- Sigues convencida de que es una niña.

- Sí, lo será. Y le gustará tanto como a mí estar en el bosque.

- No como a Lars y Levi. Parece que les hemos sometido a una tortura. Todavía no sé cómo
han conseguido llegar hasta aquí. - reía Kara.

- Tendría que haberlos traído antes. Casi me ha ofendido que mis hijos no se supieran mover
por las montañas. - bufó Lena.

- Tienen tiempo para aprender mientras estemos aquí. - dijo Kara encogiéndose de hombros.

- Eso espero. - suspiró la morena.

- ¿Sabes? Lars ha sido capaz de mover un montón de escombros hoy. Cada vez está más
fuerte. - sonrió Kara.

- ¿Ahora te enorgulleces de él? - rio Lena.

- A ver, sigue siendo un negado para luchar, pero por lo menos es más fuerte. Sí, me siento
muy orgullosa de ello. -asintió la rubia. - Mi suplicio tiene recompensa.

- Tú disfrutas enseñándoles a luchar. No lo niegues.

- Para nada. - rio Kara.

- Sí que lo haces, lo adoras. - la picó Lena. - Tendrías que verte cuando estás con ellos.

- ¿Cómo estoy? - preguntó Kara mirándola confundida.

- Te brillan los ojos, Kara. Tienes ese brillo que tenías hace años. - le explicó tranquila Lena.

- Al final, he acabado cogiendo cariño a los dos mocosos. - murmuró Kara volviendo a mirar
el vientre de la morena.

- Se hacen querer. - asintió Lena divertida. - ¿Sabes? Ellos también te han cogido mucho
cariño.

Kara se incorporó para mirar sorprendida a Lena. Ella le respondió besándola suavemente.
Lena se separó sorprendida por lo que ella misma acababa de hacer. La rubia escondió su
rostro en el cuello de la morena.
Kara pudo sentir como se le hacía un nudo en la garganta y las lágrimas crecían en sus ojos.
Empezó a respirar entrecortadamente. No quería llorar. De verdad, que no quería soltar
ninguna lágrima. Aspiró con fuerza el olor que desprendía Lena. Intentó calmarse, pero pudo
notar como una gota se escapó de sus ojos. Se centró en la Luthor a su lado y apartó el dolor
de dentro de ella. Al final, se quedó dormida con su mente llena de la morena.

*/*/*/*

Kara y Lars se habían ido hasta el templo en el centro del lago. Estaba dedicado a Amate.
Había estatuas del dios por todas partes. El interior era oscuro y la luz solo entraba en el
interior a través de agujeros en las representaciones del dios. Era poético contando que era el
dios del fuego.

La rubia decidió que allí iba a ser el lugar donde se iba a dedicar a planificar los siguientes
pasos. Había conseguido que el capitán del barco le cediera algunos mapas que habían
llevado hasta el edificio. Pero la prioridad era conseguir que la casa fuera adecuada para
mantener a Lena y al bebé sanos en el interior. Lars se ofreció a empezar a pensar en algo
para calentar la casa mientras ella analizaba las rutas que comunicaban el lago con el resto de
territorio.

Cerca del mediodía, Lars y Kara volvieron para conseguir la comida que tenía que servirles
para lo que quedaba de día. Kara y Levi se fueron a pescar, mientras Lars y Lena montaban
diferentes trampas. La otra familia les señaló donde podrían conseguir ambos grupos más
presas y se separaron.

Y llegaron a un acuerdo con la otra familia. Ellos cuatro se encargarían de cazar a los
animales, mientras los otros tres se encargarían de las verduras y cereales ya que ellos tenían
un huerto y, con la vejez de los padres, el hijo no daba abasto para encargarse de todo. Las
pieles de los animales muertos serían para la otra familia para compensar las que les habían
regalado.

No fue una gran pesca, pero tendrían para pasar un par de días mientras las presas caían en
las trampas de Lena y Lars.

Por la tarde, Lars y Kara, con el apoyo psicológico de los sentados en sillas Levi y Lena, se
dedicaron a reparar más partes de la casa. Quitaron parte de las plantas de las paredes y
buscaron mejores maderas para reparar el tejado para evitar que el frío entrara por allí.

Por la noche, cenaron juntos en el comedor de la casa tranquilamente.

Volvió a hacer frío mientras dormían, así que Kara volvió a dormir abrazada a Lena.

*/*/*/*

Los días pasaron y la casa empezó a ser un lugar más o menos habitable. Lars y Lena
diseñaron una especie de sistema que permitía hacer pasar agua caliente por diferentes zonas
de la casa dejando calor a su paso. Kara estuvo cerca de llorar de alegría cuando dejó de tener
frío a todas horas.
Habían acabado de cenar. Los niños ya se habían ido a dormir y se habían quedado solas en el
comedor. Kara se levantó y empezó a recoger y limpiar todo lo que habían ensuciado,
mientras Lena la observaba tranquila sentada.

- ¿Hoy tampoco me vas a dejar ayudarte? - se quejó la morena.

- Ya has hecho más esfuerzo del necesario con todo esto, Lena. Ahora toca descansar.

- No tengo mucho sueño hoy. - pensó en voz alta la morena. - ¿Te queda mucho?

- No, casi estoy. ¿Por qué? ¿Necesitas algo? - respondió la rubia girándose para mirarla
secándose las manos.

- Quiero dar una vuelta por el lago. ¿Me acompañas?

- Es peligroso moverse por el bosque a estar horas y en tu estado. _ la advirtió.

- Kara, estoy cansada de no hacer nada. Necesito moverme un poco.

Kara suspiró. No iba a quitarle esa idea de la cabeza. Había notado como Lena estaba ansiosa
por salir fuera y moverse por el bosque desde el día que llegaron, pero siempre había uno de
ellos tres que la detenía.

- Es por tu bien y el del bebé.

- Andar hasta la orilla del lago no me va a hacer daño. Tú te has podido mover, pero no sabes
que es estar encerrada desde hace meses entre cuatro paredes. Quiero respirar aire fresco.

Kara se la quedó mirando unos instantes seria. Al final, acabó bajando la cabeza asintiendo.

- Está bien. Déjame recoger esto y te acompaño. Pero no vamos a alejarnos mucho.

- Como quieras. - celebró Lena feliz por su pequeña victoria.

Kara guardó los platos y cubiertos en los viejos armarios. Habían hurgado entre las diferentes
casas abandonadas y habían encontrado una buena cantidad de utensilios que la gente había
dejado atrás cuando se habían ido. Con ellos, habían tenido una vida muy fácil desde que
habían llegado.

La rubia agarró con cuidado uno de los trozos de leña en la chimenea como si fuera una
antorcha. Se acercó hasta la morena y se paró a su lado.

- ¿Vamos?

Lena asintió y se levantó. Se agarró del brazo de Kara y se dirigieron juntas hacia el exterior.

La paz reinaba fuera. A penas se oían a algunos animales escondidos en la oscuridad. La


luna, entre las montañas, iluminaba el lago con el templo tomando colores plateados
reflejando su luz. Bajaron con cuidado hasta él. En mayor parte, la orilla del lago estaba
cubierta por hierbas altas, pero de vez en cuanto se habría un claro que permitía acceder a él.
Kara las guio hasta el rincón donde solía pescar con Levi. Era un pequeño entrante del lago
de poca profundidad libre de vegetación. Había algunas rocas que la morena usó para
sentarse. Kara clavó la antorcha en el barro.

- Tengo tanta envidia de vosotros que podéis disfrutar de todo esto. - suspiró Lena mirando el
lago hipnotizada.

- Piensa que no es para siempre. - le respondió Kara que estaba de espaldas a ella justo al
borde del agua mirando el templo. - En menos de dos meses podrás enseñarle a tu nuevo hijo
lo que es el bosque.

- Tengo ganas de conocerlo. - dijo la morena acariciando su vientre triste. Hizo una pausa
antes de continuar intentando ordenar sus pensamientos. - Pero tengo miedo, Kara. No está
siendo un embarazo fácil. Tengo miedo de que no nazca sano.

Kara, oyendo la voz desconsolada de Lena, dio media vuelta y llegó hasta ella.

- ¡Ey! Tranquila, va a estar todo bien. - la consoló Kara sentándose a su lado y rodeándola
con su brazo. - Este pequeño es un luchador. Solo hace falta ver las patadas que da. - bromeó.

- ¡Qué me vas a contar! - bufó Lena medio riéndose y volviendo su vista al lago. - Me ha
molido las costillas.

Se quedaron unos instantes en silencio disfrutando del silencio. La rubia observaba a la


morena. Tenía el lago y la luna de fondo. Era casi mágico. Y volvió a despertar un remolino
en su interior. Empezó a notar pinchazos en su interior en lugares donde hacía tiempo que no
había nada, donde durante años había habido un absoluto vacío. Bajó la cabeza y apoyó su
frente contra el cabello negro de la otra.

Lena notó el cambio en Kara. Dejó que la rubia la apretara contra ella. Agarró la mano de la
rubia que la rodeaba y la apretó. Luego entrelazó sus dedos con los de ella.

No lo había dicho, pero también tenía miedo de ella. Tenía miedo de que Kara volviera a
jugar con ella. Pero no lo iba a decir porque la tenía a su lado en ese momento y con eso le
bastaba.

- Siento curiosidad Kara, no lo voy a preguntar con ánimos de ofenderte. ¿Hubo alguien en tu
vida mientras estuviste fuera, a parte de las putas? - preguntó Lena separándose para girarse a
mirarla.

Kara la observaba en silencio seria. Suspiró y dirigió su mirada al lago.

- Sinceramente, sí. _ asintió pensativa. _ De hecho, estuve a punto de casarme con un


kryptoniano. Eso fue antes de ir a Daxam y todas las putas.

Lena la miraba con sorpresa.

- ¿Y qué paso?
- Que al final, aunque él hacía el esfuerzo para cambiarlo, solo me veía como una bestia
therana. Rompí el enlace. Lo que hizo que todavía me menospreciaran más. - respondió con
una sonrisa triste todavía con la vista centrada en el lago.

- Lo siento. - dijo Lena quedándose en silencio. - ¿Lo amabas?

- Nunca me enamoré de él como me enamoré de ti. - respondió mirándola fijamente esta vez.

Lena apartó la mirada y volvió a su anterior posición enterrada en el abrazo de la rubia.

Las dos se quedaron en silencio sumidas en sus pensamientos, pero Kara no tardó en
romperlo.

- ¿De verdad que no hubo nadie más en catorce años, Lena?

La morena suspiró.

- No, realmente. Hubo una mujer con la que me llevaba muy bien. Ella sabía el trato que tenía
con Kal. Estuvimos a punto de tener algo, pero realmente no llegó a pasar nada. No podía
evitar compararla contigo constantemente. No eras tú.

La rubia asintió como respuesta, pensativa.

No se movieron en un buen rato.

Pero Kara no tardó en empezar a temblar de frío.

- ¿Quieres volver? - le propuso Lena preocupada.

- Da igual, puedo aguantar un poco más si quieres.

- No, volvamos. El lago no se va a ir a ninguna parte. Prefiero que no enfermes. - sonrió la


morena poniéndose en pie. - Pero te aviso que vamos a volver.

Kara asintió riéndose como respuesta.

La rubia se puso de pie a su lado y le ofreció el brazo para que volviera a colgarse de él. Lena
se entrelazó a ella y volvieron tranquilamente.

Ya dentro, Kara fue a devolver la leña a la chimenea mientras Lena se adelantaba a la cama.
Cuando ella llegó a la habitación, la morena ya se había tumbado lista para dormir, así que la
imitó tumbándose a su lado y abrazándola como hacía cada noche.

Pero con el problema del frío solucionado, dejaba de tener una excusa para dormir abrazada a
Lena. Sobre todo, cuando se dio cuenta de que, al cabo de un rato, tenía calor. No quería
separarse de ella, pero no quería que Lena estuviera incómoda por estar ella pegada.

Suspirando se separó y se tumbó boca arriba a su lado.

- ¿Qué pasa? - le preguntó Lena.


- Nada, que ahora tengo calor. - murmuró Kara.

- ¿Te estás quejando después de lo que nos ha costado a Lars y a mí construirte esto? - le
reprochó la morena mirándola con una ceja levantada.

- No, creo… Has preguntado tú. - se defendió la rubia.

- Descansa, Kara.

- Qué remedio… - bufó. - Ahora soy yo la que no tiene sueño…

*/*/*/*

La luz de una nueva mañana se filtraba entre la ventana cerrada de la casa despertando a
Kara. Se removió intentando evitar que el Sol la golpeara directamente. Volvía a hacer frío
esa mañana. Hacía días que se habían dado cuenta que el calor que conseguían por la noche
no duraba hasta la mañana. Sin todavía abrir los ojos, buscó a la morena en la cama. No
estaba muy lejos, la rodeó con los brazos y se abrazó fuerte contra ella. Ahora hacía
muchísimo menos frío.

- Buenos días. - murmuró Lena.

- Buenos días.

- ¿Vuelves a tener frío?

- Ahora ya no.

La morena rio. La rodeó con sus brazos y dejó que Kara quedara perfectamente pegada a su
cuerpo.

- No es por interrumpir el momento, pero te recuerdo que nos hemos quedado sin carne ni
pescado. Dijiste que iríamos temprano por la mañana.

- Pero hace mucho frío, Lena. - lloriqueó Kara. - Déjame disfrutar un poco de este momento.

- No tienes remedio. - negó Lena riendo. - Yo me voy a ir levantando.

La morena soltó a Kara y empezó a separarse de ella.

- No. Cinco minutitos más. - suplicó la rubia.

- Kara, hay que despertar a los chicos.

- Te prometo que voy a ir yo. Déjame dormir un poco más. - dijo golpeando el espacio que la
morena acababa de abandonar.

- Está bien. - cedió Lena. Volvió a la posición que había abandonado al lado de Kara.

Cuando la rubia volvió a empezar a respirar profundamente, la morena se dio cuenta que no
iban a ser cinco minutos solo. Se había quedado profundamente dormida a su lado. Con
cuidado, se separó de ella y salió de la cama.

Subió las escaleras con cuidado de no hacer un esfuerzo de más y llegó hasta la habitación de
los chicos. Levi estaba tumbado en horizontal con la cabeza clavada contra las costillas de su
hermano. Lars huyendo de él estaba dormido en el canto de lo que se suponía que era una
cama.

Con cuidado, despertó primero a Lars que estuvo a punto de caer cuando se giró para mirarla.
Lars murmuró un “buenos días” y se marchó por la puerta medio dormido. Lena se sentó al
lado del pequeño. Lo zarandeó suavemente, pero no había manera. Kara apareció por la
puerta de la habitación frotándose los ojos.

- Lena, te he dicho que me encargaba yo. - murmuró Kara somnolienta. Era incapaz de abrir
los ojos completamente y estaba despeinada. Era todo un cuadro.

- Si fuera por ti, todavía estaríamos en la cama.

- Ajá. - asintió Kara todavía incapaz de formular una respuesta más elaborada. - Ya me
encargo yo, Lena. Vuelve a bajo con Lars.

- ¿Segura?

- Ajá. - volvió a repetir Kara.

- ¿No te vas a dormir aquí con Levi? - preguntó Lena desconfiada.

- ¿Tú sabes la tortura que es dormir con tu hijo?

- Podrías dormirte en el suelo ahora mismo.

Kara negó con la cabeza.

- El suelo está demasiado frío.

- Está bien. - suspiró la morena. - Voy a bajo a preparar las cosas.

Lena volvió a la planta baja. Lars estaba sentado en una silla, pero con el cuerpo tumbado
totalmente encima de la mesa.

La morena se acercó a acariciarle la cabeza y el chico respondió incorporándose de nuevo.

- ¿Me ayudas a preparar un poco de comida? Creo que nos queda algo de pan y fruta.

- De acuerdo. - asintió el chico y se puso de pie mientras empezaba a preparar el desayuno. -


Siéntate mamá, ya lo hago yo.

Arriba se escucharon golpes y gritos. Lars y Lena se miraron entre ellos. Ninguno de los dos
hizo ningún gesto por ir a mirar qué estaban haciendo Levi y Kara. Era mejor no saberlo. Al
final, bajaron los dos felices cuando Lars ya había servido la poca comida que les quedaba.
- Lars, Levi, esta mañana id a revisar las trampas a ver si ha caído algo. - empezó Kara. - Yo
iré a ver si pesco algo.

- Yo iré a vigilar que no te ahogues. En mitad de la montaña, te podría pasar cualquier cosa si
te dejamos sola. - añadió la morena riéndose.

- Lena… - se quejó la rubia.

- ¿Alguna vez se ha ahogado en un lago, mamá? - preguntó Levi con curiosidad.

- No, Levi. - respondió Kara ofendida. - Nunca me he ahogado en un lago. Pero a tu madre le
gusta burlarse de mí.

Cuando acabaron de desayunar, cada grupo se separó y se dedicaron a sus faenas.

Kara estaba parada cerca de la orilla del lago. El agua le llegaba hasta medio muslo. Tenía
una lanza alzada por encima de su cabeza esperando que su presa pasara cerca. Vio un pez
despistado dar vueltas cerca de ella. Lo atacó, pero la esquivó.

- ¡Odio pescar así, Lena! - se quejaba la rubia.

La morena se había sentado en las rocas observándola divertida.

- Sigues moviéndote demasiado, Kara. Parece mentira que, catorce años después, tenga que
volver a decírtelo. - reía la morena.

- Es que estoy temblando de frío. - lloriqueó. - No puedo evitarlo. Ya me gustaría verte a ti


hundida en esta agua helada con el frío que hace.

- Si me dejaras pescar, ya hace rato que tendríamos peces para una semana.

- Sí, lo que digas. Pero tú no vas a hacer ningún esfuerzo. - le respondió señalándola.

- Pues síguete congelando. - respondió Lena encogiéndose de hombros. - Yo estoy cómoda


aquí.

Kara le contestó entrecerrando los ojos.

Volvió a prepararse para atacar al siguiente pez, pero las dos empezaron a oír los gritos de los
dos niños. Se miraron asustadas entre ellas.

- Tú quédate aquí. - ordenó Kara pasando a la carrera por el lado de Lena.

Todavía se oían los gritos a través del bosque. En su vida se había movido tan rápido por el
bosque. Entre los árboles distinguió a los dos niños tirados en el suelo. Levi encima de Lars.
Se estaban peleando.

Kara agarró al pequeño a la carrera y lo separó de Lars.

- ¿Se puede saber qué estáis haciendo? - gritó todavía alterada.


- Lars es idiota. - respondió Levi cruzándose de brazos colgando de los brazos de Kara
todavía.

- Tú eres el idiota, enano.

- ¡Suficiente! - los riñó. - ¿Qué ha pasado?

- Había un conejo atrapado en la trampa y se ha escapado por culpa de Levi.

- No, ha sido culpa tuya. Tía, decía que no quería matarlo. Ha intentado cogerlo en brazos y
se le ha escapado.

- Lars… - respondió Kara girándose para mirarlo.

- ¿De verdad te lo estás creyendo, tía? Claro, es porque Levi es mejor que yo, ¿no? - dijo
ofendido Lars levantándose. Empezó a caminar hacia el lago y pasó de largo a su madre que
acababa de llegar con ellos.

- ¿Qué ha pasado? - preguntó Lena a Kara.

- ¡Y yo qué sé! - se quejó la rubia que todavía tenía a Levi entre sus manos.

Lena negó con la cabeza y se fue detrás de Lars. Se lo encontró golpeando un árbol a orillas
del lago. Tenía que hablar seriamente con Kara sobre qué les estaba enseñando a sus hijos.

- Lars, detente. - le ordenó Lena cruzándose de brazos a su espalda.

- ¡No quiero! - repitió el chico. Con el último puñetazo, su mano empezó a sangrar.

- Detente ahora mismo, Lars. - dijo esta vez agarrándolo de los brazos. - Cálmate.

Lars entonces empezó a llorar y se lanzó a abrazarla.

- ¿Qué pasa, cariño? - le preguntó preocupada. - ¿Qué ha pasado?

- A Levi se le ha escapado el conejo y la tía le ha creído como siempre. Y no puedo más. _


decía entrecortadamente contra su cuello.

- ¿De qué no puedes más? _ respondió Lena acariciando la cabeza del chico.

- ¿Y si no soy un buen rey?

- ¿Por qué dices eso?

- No lo sé. Tengo miedo, mamá. Y la tía Kara no para de decir que Levi es mucho mejor que
yo. Le hace mucho más caso que a mí. Quizá debería ser él el rey y no, yo.

- Tranquilo, cariño. _ lo consolaba Lena. _ Tu tía solo dice eso para motivarte. Y, Lars, no
dudes sobre ti, cariño. Vas a ser un rey grandioso, el mejor que Thera haya tenido.

*/*/*/*
Kara estaba sentada en la entrada de la casa encargándose de las piezas que habían caído en
las trampas. Levi estaba cerca de ella observándola atentamente con una mueca de asco. Lena
se acercó hasta ellos. Mandó al pequeño al bosque a buscar leña y se sentó al lado de Kara.

- Tú y yo tenemos que hablar. - le informó Lena.

*/*/*/*

Kara prácticamente había rodeado la mitad del lago. Lena le había dicho que Lars se había
ido por allí.

Efectivamente, se lo encontró arrodillado en la orilla limpiándose la sangre de las manos.


Kara carraspeó para llamar su atención. Lars levantó la cabeza para mirarla. Después se
incorporó y se fue ignorándola.

Kara corrió hasta él y lo agarró del brazo.

- Chaval, a mí nadie me da la espalda. - gruñó en su oído. - Tú y yo tenemos que hablar. - dijo


tirando de él y sentándolo en un tronco de un árbol caído. Ella se sentó a su lado. - Tu madre
me ha contado lo que habéis hablado.

- ¿Y qué? ¿Me vas a volver a decir que Levi es mucho mejor que yo? ¿Te vas a burlar de mí
otra vez?

- No, Lars. No estoy aquí por eso. - suspiró Kara. - Quizá te he estado presionando
demasiado. Lo hago porque quiero que seas mejor rey que el que fue tu padre. - se disculpó la
rubia. Se quedó unos instantes pensando en cómo continuar. - No me mal entiendas. Levi es
mejor que tú luchando, pero solo es mejor en eso. Y si te parece que solo insisto en la lucha,
es porque es en lo que más yo os puedo aportar algo. Tú y tu madre sabéis hacer cosas que ni
Levi ni yo nunca vamos a ser capaces. Tu hermano y tú sois diferentes al final. Siéntete
orgulloso de lo que eres capaz, Lars. Además, créeme cuando te digo que la fuerza bruta no
es una buena forma de gobernar.

- Pero tú sí sabes gobernar. - respondió con lágrimas al borde de caer.

- Y nadie confiaba en que lo pudiera hacer antes de que me fuera a Krypton. Si superas las
veces que me dejaron al margen de cualquier decisión relacionada con el reino tanto cuando
tu abuelo reinaba como cuando lo hacía tu padre… Parte del enfado que tenía con tu madre
estaba relacionado con eso. Lars, la verdad es que he tardado más de treinta y seis años en
aprender y me he equivocado muchísimo por el camino. Tú solo tienes trece años. Cuando te
decimos que tengas paciencia, es por eso. Permíteme decirte que estoy convencida que vas a
ser mejor gobernante de lo que yo voy a ser jamás. Levi seguramente siempre va a ser mejor
luchando que tú, pero nunca va a ser tan inteligente como lo eres tú.

El chico se estrelló contra ella y empezó a llorar contra su cuello. Kara lo abrazó y lo
consoló.

Lena los vio llegar a media mañana. Lars tenía mejor cara. Con algo de vergüenza, le pidió si
tenía algo para curar las heridas en sus manos.
*/*/*/*

- Bien, chaval. Hoy toca día intenso. - dijo Kara nada más entrar al templo de Amate. - Hoy
vamos a empezar a hablar de la guerra. Tu tío debe llevar un mes removiendo media Thera
buscándonos.

- De acuerdo, ¿qué quieres que haga? - dijo Lars poniendo sus manos sobre las caderas.

- Escuchar, de momento. - empezó la rubia. - En un par de días, voy a salir del valle para
empezar a reunirme con diferentes personas. Pasaré bastante tiempo fuera y tu deber es
proteger a tus hermanos y a tu madre.

- Yo debería ir también. Soy el futuro rey. - razonó el chico.

- Lars, eres el único a parte de mí que puede cuidar mínimamente de tu madre y luchar. Levi
es demasiado pequeño. Así que vas a escuchar las rutas que voy a tomar y las estrategias que
voy a usar para negociar solo para saber qué está pasando. Y ya está. Pero antes, tengo que
hablar contigo de una cosa seria. Tengo que proponerte algo que va a representar una
decisión que marcará tu reinado.

- ¿Qué es, tía? - preguntó tenso.

- Sabes que estuve unos años viviendo en Daxam. Allí me hice amiga del entonces príncipe
Mon-El, el actual rey. Tengo a medio pactar una alianza con ellos, pero no depende solo de
mí esa decisión. Tú deberás respetar esa alianza.

- ¿Quieres que decida si quiero una alianza con Daxam? - preguntó Lars confundido. - ¿No
son unos esclavistas como Krypton?

- Ya, no. Con un poco de suerte, Mon-El va a cambiar eso. Lo que quiero es que escuches mis
motivos para hacer esa alianza y sigas mis consejos.

- Entonces, ¿por qué me has dicho que es una propuesta? ¿Tengo oportunidad de negarme?

- Solo si consigues rebatir mis argumentos. - sonrió Kara divertida.

*/*/*/*

- ¿Qué le has hecho a Lars? - preguntó Lena cuando volvieron a la habitación después del
paseo nocturno hasta el lago ya entrada la noche.

- ¿A qué te refieres? - preguntó Kara sin entender de qué le estaba hablando la otra.

- Está raro desde esta mañana.

Kara recordó la discusión que había tenido con el muchacho. Evidentemente, no había sido
capaz de rebatir uno solo de sus argumentos y había acabado aceptando la alianza. Aunque él
lo intentara ocultar, se sentía orgulloso e ilusionado por haber podido participar en algo
relacionado con el gobierno del reino.
- ¿Recuerdas la alianza con Daxam? Pues he estado hablando con él del tema. Al final, en
pocos años será su responsabilidad.

- ¿Cómo se lo ha tomado? - preguntó Lena con curiosidad.

- Mejor de lo que esperaba. El muchacho ya empieza a tener algo de consciencia. La charla


con él del otro día le ha ido bien. - respondió Kara tumbándose en la cama y colocando sus
manos detrás de la cabeza relajada. - ¿Qué? - preguntó a Lena que estaba sentada a su lado
mirándola con media sonrisa.

- Nada. - respondió.

La morena se inclinó hasta la rubia y la besó. Kara, sorprendida, correspondió el beso cuando
se dio cuenta de lo que estaba pasando. Colocó su mano por detrás del cuello de Lena e
intentó profundizar el beso. Acarició los labios de la morena pidiéndole permiso para entrar
en su boca, pero la otra se separó.

- Te quiero, Kara. - le dijo Lena.

No esperaba una respuesta. Dio media vuelta y se tumbó a su lado. Cerró los ojos y se
dispuso a dormir.

*/*/*/*

- Mamá, ¿ayer discutiste con la tía? - le preguntó susurrando Lars con curiosidad cuando
acabaron de comer al mediodía. Vigiló que Kara estuviera lejos para no oírlos.

- No, ¿por qué?

- Porque parece que no haya dormido nada en toda la noche. - explicó el mayor de sus hijos.

Lena se puso a reír a carcajadas.

- ¿Qué le has hecho a la tía, mamá? - preguntó asustado Levi.

- Nada, tranquilos. ¿Por qué no estrenamos el baño ahora que ya está arreglado? - les propuso
Lena ilusionada. Habían conseguido arreglar los baños de la casa. Hacía tanto tiempo que no
había pisado unas termas y había tenido que aguantarse con los baños kryptonianos. Se moría
de ganas de estrenarlo.

- ¡Vale! - gritaron alegres los niños.

- Pero después de entrenar que nos vamos a ensuciar esta tarde. - añadió Lars.

- Está bien. Miraré que esté listo para cuando acabéis de entrenar. - asintió Lena.

- No hagas esfuerzos, mamá.

- No te preocupes y vete a preparar para entrenar antes de que vuelva vuestra tía quejándose
de que llegáis tarde.
*/*/*/*

Lena había conseguido encajar perfectamente los tiempos. Para cuando llegaron los tres de
entrenar, el baño acababa de estar listo para usar, lleno de agua humeante. Los chicos dejaron
la ropa en la misma puerta del baño y entraron corriendo a la habitación. Como nunca habían
estado en unas termas, les hacía ilusión estar en algo parecido a ello.

- ¿Vas a venir o no? - le preguntó Lena a la rubia que se había quedado parada en mitad del
comedor mirando con miedo la puerta por donde habían desaparecido los niños. - Vamos,
Kara. No es para tanto.

- Mira, acepté estar desnuda delante de mujeres desconocidas porque, al final, tenemos lo
mismo. Pero no me lo compares con estar desnuda delante de tus hijos.

- Son niños. Kara, ¿de verdad ahora, después de tenerte que arrancar a las putas de encima, te
vas a poner así?

- No es lo mismo. - respondió roja como un tomate cruzándose de brazos.

- Tú te lo pierdes. - sonrió Lena mientras se desnudaba delante de ella.

Kara no despegaba los ojos de ella y de su cuerpo. Estaba jugando con ella y estaba
disfrutando cada segundo.

Cuando toda su ropa estuvo en el suelo, dio media vuelta y entró en el baño encontrándose a
los niños salpicándose agua entre ellos.

- Chicos, comportaos. Los baños son sitios donde uno va a relajarse. ¿O tengo que pedirle a
vuestra tía que suba el nivel de los entrenamientos? - los amenazó.

- No, mamá, por favor, ya nos cálmanos. - suplicó Lars agarrando a su hermano y forzando a
que se sentara en uno de los lados del cuadrado. Ella se dispuso a entrar con ellos, pero veía
que le iba a ser complicado en su estado.

Notó una mano que le agarraba el brazo. Miró a su lado y se encontró con Kara desnuda junto
a ella completamente roja de la vergüenza.

- Deja que te ayude. - se ofreció.

Lena asintió y esta vez, con la ayuda de la rubia, no tuvo problemas para entrar. Se sentó en
el lado opuesto a sus hijos y Kara, a su lado, con el agua cubriéndoles hasta la altura de los
hombros.

- Jolín, tía. Sí que tienes cicatrices. - dijo Levi fascinado. - ¿Son todas de peleas?

- No. - murmuró Kara a media voz.

- ¿Alguna te la ha hecho mamá? - preguntó Lars divertido.

- Sí, alguna. - volvió a murmurar.


Los tres tenían que hacer un esfuerzo para poder oír lo que decía.

- ¿Qué le pasa, mamá? - preguntó Levi confundido por la actitud de Kara.

- Nada, hijo. Que los kryptonianos se toman muy en serio llevar ropa puesta. - se burló Lena.

Los tres con sangre Luthor empezaron a reír a carcajadas.

- Yo no le veo la gracia. - contestó Kara cruzándose de brazos.

- Vamos, tía. Tampoco es para tanto. - insistió Levi nadando hacía ella.

- No. - lo paró la rubia con el pie a medio camino. - Tú, en tu sitio y yo, en el mío.

- Haz caso, Levi. - la acompañó Lena. - Si no, tu tía es capaz de salir corriendo.

- Vale… - aceptó el pequeño.

El niño nadó triste de vuelta a su sitio. Se relajaron unos instantes en silencio. Kara hasta
pudo notar como le empezaba a bajar la sangre del rostro hasta que Lars volvió a hablar.

- ¿Y qué cicatrices te hizo mamá?

*/*/*/*

Habían acabado de cenar y los niños ya habían subido para arriba a dormir. Ellas dos se
habían quedado un rato hablando a solas en el comedor tranquilamente y, después, habían
vuelto a su habitación. Esa noche, Lena había preferido no ir al lago.

- Tampoco ha sido para tanto al final el baño. - dijo Lena entrando delante de Kara que
cerraba la puerta detrás de ella.

- Eso es porque no te han preguntado por todas tus cicatrices ni se han burlado porque una
kryptoniana tenga tatuajes theranos. - se quejó la rubia volviendo a recuperar el rojo en sus
mejillas.

- A mí, me gustan esos tatuajes. - sonrió Lena. Kara hizo una mueca tomándose lo que le
había dicho como otra burla. - Lo digo enserio, Kara. Además, creo que son dioses que
encajan perfectamente contigo. - afirmó colocando su mano sobre la camisa de Kara en el
lugar donde debía estar el tatuaje en su pecho, el dedicado a la diosa del mar. Kara colocó su
mano encima de la de Lena.

- Bueno, ya que tenía que hacérmelos, por lo menos que valieran la pena. - suspiró Kara y
entrelazó sus dedos con los de la otra. - Mañana me voy a ir ya. Voy a empezar a reagrupar
las tropas.

Lena asintió.

- Como me gustaría que esto no se acabara nunca y nos pudiéramos quedar así para siempre.
- le dijo Lena mientras la abrazaba.
- A mí, también. - suspiró Kara rodeándola con sus brazos.

Se quedaron unos instantes en silencio sin cambiar de posición disfrutando estando envueltas
en el calor de la otra.

- Kara… - suspiró Lena. Se separó lo suficiente de ella para poder mirarla de frente. Luego se
acercó a ella y la besó.

La rubia correspondió al beso y volvió a llevar su mano detrás de la cabeza de Lena. Pidió
permiso como la noche anterior para poder entrar en la boca de la otra y, esta vez, la morena
accedió dejándole el paso libre. Después de meses volvía a disfrutar del sabor de la morena,
aunque en realidad lo sentía como si hiciera años que de verdad no volvía a estar allí.

Lo que empezó como un beso suave, rápidamente escaló a un beso desesperado. Kara volvió
a notar los pinchazos en su pecho. Pero no eran unos pinchazos desagradables. Los sentía
como una caricia, como algo que estaba devolviendo la vida a su interior vacío.

Lena las guio hasta los pies de la cama hasta que las piernas de Kara chocaron contra el
mueble y la rubia cayó sentada encima.

Las dos respiraban con dificultad. La rubia tenía las manos sobre su cintura y la acercó hasta
ella mirándola desde abajo.

- ¿Estás segura? - le preguntó Kara.

Lena solo asintió.

- Pero esta vez tenemos que vigilar con el ruido. No quiero traumatizar a los niños también.

Las dos empezaron a reír a carcajadas.

*/*/*/*

Kara volvió cuatro días más tarde. No parecía muy animada.

Se sentó junto a Lena y Lars, mientras mandaron a Levi a comprobar las trampas.

- Se niegan a darme apoyo. Creen que la guerra es culpa mía y prefieren tener a Lex en el
trono antes que a mí o a Lars. - explicaba Kara.

- ¿Y ahora qué? - preguntó Lars preocupado.

- Era algo que se podía ver venir. Solo son un regimiento. Con un poco de suerte, es algo
puntual y el resto acepta. Por otra parte, he logrado encontrar el modo de ponerme en
contacto con Mon-El, así que por lo menos vamos a poder contar con su ejército.

- La de vueltas que da la vida. - suspiró Lena pensativa recordando la época en la que sus
padres no paraban de insistir en que se casar con él.

Kara asintió entendiéndola.


- Mañana me volveré a ir. Estaré algo más de tiempo fuera porque pasaré por diferentes
sitios. Calculo que estaré algo más de una semana fuera. - explicó algo mustia.

- ¿Cómo está el reino, Kara? - preguntó preocupada Lena.

- De momento, hay un poco de caos. Lex no tiene un ejército tan grande como para cubrir
todo el territorio y ahora mismo está concentrado en encontrar a Lars y Levi.

*/*/*/*

Era de noche y las dos volvían a estar a solas en su habitación.

- ¿Escucharon algo? - preguntó Kara divertida.

Había abrazado a Lena por detrás y estaba acariciando su vientre mientras dejaba besos en su
cuello.

- No han dicho nada. - rio Lena.

- Bien.

Kara se separó un poco de ella y se inclinó hasta besarla suavemente.

- ¿Me has echado de menos? - preguntó a Lena.

- Muchísimo. - sonrió la morena mientras se giraba entre sus brazos para continuar con el
beso.

*/*/*/*

Pasó casi un mes con Kara yendo y viniendo.

Lena estaba a pocas semanas de dar a luz. Lars y Levi prácticamente vivían pegados a ella
cuidándola mientras la rubia estaba fuera.

Se le habían acabado los paseos nocturnas con ella. Otro motivo más para echarla de menos.

Las noticias con las que llegaba Kara eran siempre las mismas. Los regimientos más cercanos
al norte no querían meterse en una guerra contra Lex y a favor de Kara. Pero esa última vez,
la rubia había vuelto con algunas buenas noticias. Alex sí que había logrado concentrar las
tropas del extremo sur de Thera y le pedía a Kara que se uniera a ella.

Kara no quería abandonarlos. Menos cuando el bebé estaba a punto de nacer. Pero Lars y
Lena le aseguraron que ellos estarían bien y que era más necesario que Kara estuviera con el
ejército que con ellos escondida.

Así que, a su pesar, los dejó y viajó hasta el sur de incógnito para unirse a Alex.
Chapter 48

Kara estaba apoyada contra la barandilla del barco disfrutando de la brisa del mar. Estaba
amarrado en el puerto más sureño de Thera. No hacía tanto frío allí como lo hacía en el lago,
pero igualmente echaba de menos estar con Lena y los niños.

- ¿Todo bien por aquí? - se acercó Alex por detrás y se colocó a su lado con media sonrisa.

- Sí, solo estaba pensando. - asintió Kara.

- ¿En ellos?

- Sí. - suspiró. - ¿Tú no tendrías que estar en una reunión?

- Han aceptado que comandes los ejércitos, Kara. A partir de ahora, tú mandas. - le anunció.

Kara sonrió aliviada.

- Bien. Tenemos un Luthor al que cazar. Es como en los viejos tiempos.

- Tiempos muy viejos, Kara. - rio Alex.

*/*/*/*

Tres victorias seguidas y habían conseguido expulsar a Lex totalmente de las provincias más
sureñas de Thera. También eran las provincias donde tenía una presencia más débil.
Quedaban bajo su poder todavía la mitad del reino, incluida la capital. Pero por lo menos
tenían algo con lo que empezar.

Habían convertido la base militar más grande de la zona en su centro de operaciones. Estaba
pegada al mar. Estaban allí mientras planeaban los siguientes ataques que les permitirían
aislar la capital para recuperarla.

El solsticio de invierno había pasado hacía una semana. No había sido una gran fiesta. No era
el momento para ello. Además, la rubia no tenía cerca a las personas con las que de verdad
quería celebrarlo.

Kara estaba tumbada en una hamaca tomando el Sol invernal relajada cuando llegó Alex con
una sonrisa y un trozo de papel en la mano.

- Sorpréndeme. Lex se rinde y nos devuelve Thera. - rio Kara.

- No exactamente. Es un mensaje de Lena. El bebé ha nacido. Dice que es una niña y se llama
Lisha. Dice que están todos muy bien. - le contó Alex feliz.

- ¿De verdad? - preguntó Kara dando un bote y poniéndose de pie.


Se acercó hasta Alex que le entregó la nota. Leyó las buenas noticias. Kara sonrió como hacía
tiempo que no lo hacía. La invadió la tranquilidad de saber que todo había ido bien y a la vez
estaba repleta de euforia. Miró a su hermana que la observaba atenta.

- ¿Quieres celebrarlo con algo de vino? - le propuso su hermana.

- No, gracias. No voy a probar una gota hasta que acabe todo esto. Dioses, Alex. No me lo
puedo creer. - empezó a reír Kara. - Me muero de ganas de verla.

- Me lo imagino. ¿Dónde vas? - le preguntó Alex al ver que Kara salía corriendo de pronto.

- Necesito quemar energía. Voy a entrenar un rato. - gritó Kara mientras se alejaba.

*/*/*/*

Kara paseaba por la playa feliz. Ya hacía rato que había acabado de entrenar. No quedaba
nadie en todo el lugar que pudiera seguirle el ritmo. Se sentía francamente excitada. Solo
podía pensar en volver al lago con ellos y conocer a la pequeña que tantas veces había sentido
dar patadas en el interior de Lena.

Al final, la morena tenía razón. Había tenido una niña. ¿Estarían contentos Lars y Levi? ¿El
pequeño pasaría todo el día entrenando para poder cuidar de su hermana? ¿Y Lars? ¿Estaría
aguantando todas esas horas con Levi sin quejarse o lo habría abandonado a su suerte?

Kara se sentó en la arena y empezó a jugar con ella mientras se los imaginaba a los cuatros en
el lago pasando el tiempo juntos. ¿Cómo habrían celebrado el solsticio? ¿La niña habría
nacido antes, durante o después?

La rubia tomó un gran sopló de aire marino e intentó relajar su interior que quemaba de la
alegría contenida.

*/*/*/*

Kara no sabía cómo esa mujer había acabado allí. Ese día se les había unido un nuevo
regimiento. Tenía a Vázquez delante de ella ofreciéndole entrenar.

No la había vuelto a ver desde el escondite de los Luthor y se acababa de enterar que era
coronel del ejército real.

- Te aviso que no te lo voy a poner tan fácil como la última vez. - reía Kara mientras se
dirigían al campo de entrenamiento.

- Conozco tus tácticas ya. - decía segura la otra mujer. - No me vas a pillar por sorpresa como
al resto de desgraciados de este lugar. Parece que tienen miedo de entrenar contigo.

- Últimamente me lo estoy tomando en serio. - respondió Kara encogiendo los hombros.

La verdad es que después de la primera semana, no había una sola alma en toda la base que
estuviera dispuesta a entrenar con ella. Empezaba a apreciar el esfuerzo que hacían Lars y
Levi aguantándola cada día.
Entraron al recinto de entrenamiento y fueron a la plaza reservada para las luchas cuerpo a
cuerpo. Estaba bastante llena. Se pusieron en una esquina las dos solas.

- Bien, veamos si eso es cierto. - respondió Vázquez tomando posición.

Kara, en frente de ella, también tomo su posición. Y empezaron a pelear.

Al cabo de un par de horas, acabaron las dos tiradas en el suelo satisfechas.

- ¡Por fin alguien que me sigue el ritmo! - exclamó la rubia feliz y agotada.

*/*/*/*

Estaban en el barco de camino al último puerto cercano a la capital que quedaba fuera de su
poder. Era el último punto que les quedaba para tener la capital rodeada y a su merced. Por lo
que sabían, Lex ya la había dado por perdida y la había abandonado dejando pocas tropas
atrás.

Esa batalla en concreto fue corta. Fue tan corta que nunca sucedió. El puerto estaba protegido
solo con un par de cañones situados en las murallas de un castillo al lado del mar. Cuando
vieron al ejército de Kara, solo los usaron para lanzar tres disparos en señal de rendición.

Mientras el ejército desembarcaba, Alex y Kara amarraron su nave a unos islotes cerca de la
costa alertas por si Lex decidía atacarles desde el mar.

Las dos hermanas charlaban tranquilamente cuando llegó un bote con un soldado cargando
con un papel que entregó a Alex. Era noticias urgentes. Él se retiró rápidamente dejando a las
dos hermanas solas.

Alex leyó el papel quedándose completamente seria.

- Dime que esta vez sí que es Lex rindiéndose. - bromeó Kara.

Pero su hermana no siguió la broma. Estaba completamente seria mirando el papel en sus
manos. Casi parecía que se había puesto pálida.

- Kara, baja del barco ahora mismo. - le dijo cuando levantó la mirada.

- ¿Qué dices, Alex? ¿Cómo quieres que baje del barco ahora? - le preguntó confundida la
rubia sin entender lo que estaba pasando.

- Baja al maldito islote ahora mismo, Kara. - le ordenó, casi gritó, su hermana otra vez.

- ¿Se puede saber qué mosca te ha picado? - le respondió Kara cruzándose de brazos.

- ¡Ve! - acabó gritando Alex.

- Está bien. -aceptó levantando los brazos en señal de rendición.


Kara contrariada bajó por unas escaleras hasta un bote que la llevó a ella y a Alex al islote
que no era más que unas cuantas rocas con cuatro árboles mal repartidos. Alex estaba seria
leyendo una vez y otra el papel. La rubia había intentado adivinar de qué se trataba la noticia,
pero Alex no le decía nada.

La primera en bajar del bote fue la mayor. Se adentró en la isla dejando atrás a Kara que
estaba empezando a perder la paciencia. La siguió. Justo cuando fue a reprocharle a Alex su
actitud, esta se giró para encararla.

- Kara, Lex ha enviado una noticia a todo el reino. Dice que encontró a Lena y a sus hijos
escondidos entre las montañas que separan el norte y el sur del reino. Los ha ejecutado por
traidores y, como último Luthor, defiende que el trono solo le pertenece a él.

Kara sintió como si golpearan con fuerza su pecho. No estaba entrando aire en sus pulmones
y se le empezaba a hacer un nudo en la garganta.

- No, Alex. Esta broma no tiene gracia. - dijo entrecortadamente.

- Toma. Léelo tú misma. - dijo Alex dándole la nota.

Kara se apartó como si le estuviera ofreciendo un hierro al rojo vivo.

- No, Alex. No es verdad. Lex miente. No puede haberlos matado.

- Te dejaremos sola para que asimiles la noticia. - dijo colocando una mano sobre su hombro.

Alex pasó a su lado y se fue.

Kara notaba como sus rodillas se doblan bajo su peso. No tenía fuerzas para sostenerse. Fue
tambaleándose hasta agarrarse al árbol más cercano. Vomitó todo lo que tenía en el estómago.

Casi no podía respirar. Golpeó con fuerza el árbol al que se estaba agarrando y gritó. Gritó
hasta que le empezó a doler el cuello. Las lágrimas cayeron de sus ojos.

No podía ser cierto. No podían estar muertos. Lars y Levi no podían estar muertos. Lena no
podía estar muerta. Después de todo por lo que habían pasado, no podía estar muerta. Lex no
podría haber matado a su hermana. Kara iba a volver a verla. Iba a volver a verla como
cuando volvió de Krypton. Todo iba a estar bien. No podían haberlos matado.

Golpeó de nuevo el árbol. Iba a matar a Lex. Iba a matarlo con sus propias manos y se iba a
asegurar que pagaba por lo que había hecho. Volvió a golpear el árbol una y otra vez hasta
que este cayó al suelo. Luego siguió con el siguiente y cuando ese también cayó, continuó
con otro hasta que no quedó un solo árbol en pie en el maldito islote.

*/*/*/*

El día en el que tuvieron que tomar la capital llegó. Kara bajó la primera delante de las
tropas. Se decía que había arrasado con todo lo que se encontró por delante fuera lo que
fuera, fuera quién fuera.
Lo cierto es que Alex tuvo que separarla del cadáver de uno de los generales de Lex al cual
había estado torturando durante horas en las mazmorras de la fortaleza.

- Kara, por favor, tienes que calmarte.

- ¡No! Me calmaré el día que tenga la cabeza de Lex en mis manos. - gruñó mientras salía
corriendo.

*/*/*/*

Se instalaron en la capital, en el antiguo palacio real, en el que hacía años había vivido Lena.
La fortaleza había sido arrasada por Lex. No era más que un montón de ruinas encima de una
pequeña isla.

Kara se paseaba de arriba abajo con la mirada perdida todos los días. Si la querías encontrar,
solía estar en la fuente detrás de los jardines o en la antigua habitación de Lena.

Estaban a mitades de invierno y cada vez tenían más arrinconado el ejército de Lex donde era
más fuerte, en el norte. La rubia solo hablaba de ir a por él y matarlo cuando no estaba
murmurando el nombre de “Lena” con la mirada perdida. Alex se pasó todo el invierno
intentando que no mandara a los soldados a una muerte segura solo para vengar a la morena.
Cada vez, Kara la miraba con rabia y se iba para estar sola.

Esa vez llegó al límite. Se había prometido no probar una gota de alcohol hasta que acabara
la guerra, pero necesitaba adormecer su mente. Recorrió las calles de la ciudad en la
oscuridad. Daba pena. Había quedado todo destrozado por el paso de Lex. Había edificios
caídos, edificios quemados, monumentos destrozados. A Kara se le caía el alma a los pies a la
vez que ardía de rabia.

Llegó hasta Kandor que, afortunadamente, seguía en pie y abierta, aunque también había
sufrido desperfectos. Dentro estaba vacío. Era la primera vez que lo veía así. Ni tan solo
había nadie encima del escenario.

Kara se sentó en la mesa más arrinconada. Barry, apareciendo de la parte de atrás del local, se
acercó a ella con un par de jarras de cerveza y se sentó a su lado.

- ¿Cómo estás? - le preguntó preocupado.

Menuda cara debía llevar si eso era la primera cosa que le decía el moreno.

- No quiero hablar de ello. Solo quiero beber. - dijo dando el primer largo trago.

- Kara, no me voy a quejar por tener un cliente en estos tiempos. Pero sea lo que sea lo que
haya pasado, esta no es la mejor solución.

- ¡No hay una mierda de solución, Barry! - le gritó. - Déjame en paz. Solo te quiero cerca
para llenarme la jarra.

- Solo me preocupaba por una amiga. - le respondió el hombre.


- Solo eres un camarero de una taberna de mala muerte. Cumple con tu trabajo.

Barry enfadado se alejó de ella.

Kara lo ignoró y se bebió lo que quedaba de su jarra de un trago. Cogió la que el otro había
dejado abandonada y también se la bebió.

Dicho y hecho, él solo se acercó para irle rellenando la jarra una y otra vez.

Por fin, logró que su mente se volviera a nublar. Por primera vez en semanas, podía notar
como flotaba. Su mente viajó a los momentos que compartió con ellos tres. Cada vez que el
efecto del alcohol se iba, bebía más y más. Cuánto más pudiera hundirse en esos recuerdos,
mejor.

Llegó un momento en el que, tan metida estaba en ese estado, que todo le empezó a dar
vueltas. Ya no era capaz de ver nada más allá de su jarra. Empezó a estar terriblemente
mareada y su mente no era capaz de juntar dos pensamientos. Tuvo que dejar caer todo su
peso sobre la mesa para no caer al suelo. Sabía qué le estaba pasando, pero eso no la iba a
hacer parar de beber. Mejor si era así.

Entre la neblina, de lejos, le pareció oír la voz de Barry y su hermana hablar.

Lo siguiente de lo que fue consciente fue de estar en los jardines del palacio vomitando todo
lo que tenía en su estómago. Alex la tenía agarrada para que no cayera de bruces al suelo y le
iba dando agua para que se hidratara, mientras le decía palabras que Kara no lograba
descifrar.

Después de eso, recordaba llegar a su habitación con la ayuda de la otra y tumbarse en la


cama abrazada a una jarra llena de agua. Esa noche logró quedarse dormida sin soltar una
sola lágrima.

*/*/*/*

Acabó el invierno y Kara iba a peor cada día. Cuando entendió que no la iban a dejar ir a por
Lex a las bravas, dejó de prestar atención a las reuniones. Solo estaba allí de cuerpo presente,
pero tenía la mirada perdida en cualquier punto de la sala. No daba ninguna respuesta, aunque
le preguntaran directamente.

Alex estaba preocupada por ella. La rubia lo notaba, pero no iba a hacer nada al respecto.
Solo podía pensar en Lena y los niños y en las diferentes maneras con las que podría torturar
a Lex.

Se sentó en el césped contra el árbol desde el que una vez había estado observando a los otros
tres durante el solsticio de verano. Ya hacía un año desde que había vuelto allí y solo le había
servido para sentir tanto dolor que pensaba que se iba a morir de tristeza y rabia.

Alex se paró a su lado.

- Kara, hemos vuelto a recuperar Midvale. Brainy y Nia están bien y a salvo. - le anunció.
- No como Lena. - respondió Kara sin mirarla.

Kara observaba las palomas que bebían de la fuente. Esos malditos animales habían vuelto a
la capital.

Un momento, esos animales habían vuelto a la ciudad.

- Hay una paloma, Alex. - dijo Kara de pronto incorporándose alerta.

- Sí, Kara. Al final, voy a tener que poner a dieta otra vez a Etón.

- No, Alex. Hay una paloma. - dijo mirándola y señalando al pájaro en cuestión.

- ¿Has perdido totalmente ya la cabeza? - le preguntó con el ceño fruncido.

De pronto, la rubia salió corriendo detrás de uno de los pájaros. Lo persiguió por todas partes.
Acabó metiéndose en la fuente y arrastrándose por la hierba. Finalmente lo agarró y fue
corriendo hasta Alex.

- ¡Es una paloma, Alex! - gritó feliz mostrándosela.

Kara se fue corriendo hacia el interior del edificio. Alex fue detrás de ella persiguiéndola por
todo el palacio hasta que llegaron a su despacho.

- Cierra la puerta. Asegúrate que todas las ventas estén cerradas. Que no se escape. - le
ordenó la rubia mientras se sentaba y dejaba el animal con cuidado sobre la mesa. Lo empezó
a examinar.

- ¿Me puedes contar qué diablos te pasa? - le preguntó Alex cruzándose de brazos.

- Creo que nunca te conté como Lena consiguió meter a los Luthor en la fortaleza. - dijo Kara
mientras toqueteaba la pata de la paloma.

- No. ¿Qué tiene eso que ver con este pobre animal?

- Lena y Lex se comunicaban con las palomas que llevaban anillas como esta. - respondió la
rubia enseñándole el metal en la palma de su mano. Era una anilla parecida a la que años
atrás Kara había visto usar a Lena.

- No lo entiendo. - contestó Alex arrugando el ceño y dejando caer su peso contra el armario
del despacho.

Kara se levantó soltando el animal que fue a volar a la esquina más alejada de la habitación.

- Apártate. - la empujó Kara, mientras empezaba a remover cajones. - ¿Dónde está la tinta?
Necesito un papel.

Alex abrió la puerta superior del armario y sacó lo que estaba buscando la rubia. Se lo
ofreció.
- Gracias. - le dijo Kara, mientras cogía el material y se sentaba de nuevo. - Este método de
comunicación solo lo usan ellos dos y Lena es la única que sabe que yo sé descifrarlo.

- No sé dónde quieres llegar.

A Kara le temblaban las manos de los nervios. Puso tinta en la anilla como vio a Lena
hacerlo. Acabó más manchada ella que el metal.

- ¿Por qué iban Lex y Lena a mandarse mensajes, Alex? ¿No se supone que Lena está
muerta? - le preguntó concentrada en su tarea.

- ¿Crees que es Lena comunicándose contigo?

Kara cogió el papel y rodó el metal encima. Luego sonrió sintiendo como por primera vez en
meses el aire entraba en sus pulmones. Suspiró y se dejó caer contra la silla.

- Sí. Mira lo que pone: “Sonokym”. Están vivos, Alex. Están vivos y en Sonokym. - dijo
ofreciéndole el papel manchado.

Alex lo agarró y lo leyó.

- Kara, esto podría ser una trampa. Podría ser un mensaje de Lex para capturarte.

- Él no sabe que yo sé hacer esto. - prometió Kara.

- ¿Estás segura de ello? Es una jugada muy arriesgada por parte de Lena. Podría haber sido
Lex quien lo encontrara. - dudó la mayor.

- Alex, es un mensaje de Lena. Voy a ir a Sonokym. Y si es una trampa de Lex, por lo menos
voy a poder vengarlos.

*/*/*/*

Kara y Alex con Etón sobre el hombro cogieron un barco pequeño. Ellas solas lo podían
tripular y se lanzaron al mar.

Alex seguía insistiendo en que aquello era una locura y que las iban a matar.

La rubia solo pensaba en ir hasta Sonokym a solas para que nadie descubriera que Lena
estaba viva y que siguieran a salvo. Estaba convencida de que había sido la morena quién
había enviado el mensaje. Tenía que serlo.

*/*/*/*

La isla apareció ante sus ojos durante el atardecer.

Poco a poco se fueron acercando hasta ella.

Para cuando ya fue de noche, estaban tan cerca que se podía distinguir bajo la luz de la luna
llena la figura de una mujer morena con un bebé en brazos y dos chicos morenos a cada lado
al final del muelle.

Alex tuvo que agarrar a Kara para que no saltara del barco para llegar antes a la costa. La
rubia no era capaz de separar los ojos de lo que estaba viendo. Quedaban veinte metros para
llegar y ya podía empezar a distinguir el rostro de Lena, Lars y Levi.

No aguantaba más.

Se acercaban demasiado lentas para su gusto. No estaba segura de llegar hasta el muelle si
saltaba en ese momento, pero le dio igual. Saltó con el suficiente empuje para colocarse
encima por los pelos. Estuvo a punto de perder el equilibrio y caer al agua, pero se estabilizó.
Giró hacia las figuras que la esperaban. Corrió hacia ellos y Lars y Levi empezaron a correr
hacia ella.

- ¡Tía! - gritaron los pequeños echándosele encima a medio camino. Kara los estrechó contra
ella. No se podía creer que lo estuviera haciendo. Podía sentir lágrimas de alivio correr por
sus mejillas.

- Pequeños, ¿cómo estáis? - dijo arrodillándose para quedar a la altura de Levi y alternando la
miranda entre los dos.

- Bien, pero Lisha llora mucho. No nos deja dormir. - se quejó Levi cruzándose de brazos.

Kara se echó a reír a carcajadas. Levantó la mirada hasta Lena que se había empezado a
acercar a paso calmado.

La rubia se levantó alzando a Levi con ella y, seguida de Lars, empezó andar hasta Lena.

Cuando estuvo frente a ella, la rodeó con el brazo que tenía libre. La morena la imitó
quedando los dos niños atrapados entre ellas.

- Nos estáis aplastando. - dijo Levi pegado a su pecho. Las dos se separaron riéndose y Kara
se acercó a ella hasta besarla. - ¡Qué asco!

Kara solo volvió a reír y dejó su frente apoyada en la de Lena mientras observaba esos ojos
que pensaba que nunca más iba a volver a ver.

Levi se revolvió de su agarre y acabó bajando él solo. Ella aprovechó el espacio libre y
agarró a la morena por la cintura para colocarse suavemente contra ella y el bebé que
sujetaba.

- Has dejado a tu hermana tirada con el barco. - rio Lena.

- Me pensaba que habíais muerto. - susurró Kara.

Lena subió una mano hasta su mejilla y limpió sus lágrimas que habían continuado cayendo.

- Lo sé. Lo siento. Era difícil ponerse en contacto.


- No te preocupes. Lo importante es que los cuatro estáis a salvo. - dijo mirando en dirección
a la bebé atrapada entre las dos. - Al final, es una niña.

- Te dije que estaba segura de ello.

- Lisha, Lisha Kal-El. Soy tu tía Kara. - la saludó Kara con una sonrisa. - No lo entiendo.
¿Qué ha pasado? - le preguntó Kara con los ojos brillantes.

- Luego te lo cuento. Ve a ayudar a tu hermana antes de que alguien acabe empapado. - le


respondió Lena señalando el muelle.

Kara se giró y se encontró con Alex, Lars y Levi forcejeando con las cuerdas para conseguir
amarrar el barco.

- Ahora vuelvo. - dijo girándose de nuevo hacia Lena y dejando un corto beso en sus labios.

Salió corriendo para ayudarles lo antes posible. Consiguieron amarrar el bote sin que nadie
acabara en el mar.

Los seis subieron hasta la colina donde estaba la casa de verano de los Danvers. Llegaron
hasta las verjas que delimitaban el terreno de la casa. Dentro, había montado un campamento
de soldados Luthor.

Kara miró asustada a Lena.

- No te preocupes, amor. - le dijo agarrando su mano. - Seguidme.

Lena los llevó hasta la carpa más grande del campamento. Allí dentro estaba Lillian Luthor
sentada en una silla bebiendo tranquilamente de una copa de vino.

- Vaya, veo que al final sí que has conseguido traer a tu tonta kryptoniana. - se quejó nada
más verla.

- ¿Qué está pasando? - preguntó Kara alternando la mirada entre Lena y su madre.

- Que algo he hecho mal para criar a dos hijos tan idiotas. - bufó Lillian tomando otro sorbo
de la copa.

Lars se cuadró al lado de Lena y su hermano pequeño lo imitó.

- Mamá no es idiota. - la defendió Levi.

- Por lo menos, una dio a luz a los príncipes de Thera. Era más de lo que esperaba de ella.

- Siempre tan amable, madre. - contestó Lena haciendo una mueca mientras acomodaba a la
niña en su pecho. Kara y Alex seguían en shock mirándolas a las dos. - Mi madre nos salvó
cuando Lex fue a por nosotros en el valle. Nos sacó de allí la noche antes de que él llegara.
Como nos escapamos delante de sus narices y por culpa de nuestra madre, fingió que nos
había matado.
- ¿Por qué los salvaste? - preguntó Alex desconfiada.

- Los Luthor nunca jamás deben atacar miembros de la familia sean quienes sean. - gruñó
Lillian enfadada. - Además, Lex hace años que solo es un títere de Edge. Por lo menos,
salvando a Lars, los Luthor conseguirán gobernar Thera de forma legítima. Es una pena que
tenga sangre kryptoniana, pero supongo que es un sacrificio aceptable.

- Mamá, me cae muy mal la abuela. - dijo Levi intentado que fuera un susurro a Lena.

- Tranquilo, pequeño. No eres el único. - respondió Kara riendo. - Pero supongo que es un
sacrificio aceptable tener que soportarla si os ha salvado la vida.

- Lo que hay que oír. - se quejó Lillian acabándose el vino. - ¿Queréis algo en particular o
habéis venido a molestar?

- Ya nos vamos, madre. Buenas noches. - dijo Lena mientras empujaba al resto del grupo
hacia la salida.

En la casa, la cena los estaba esperando. Comieron todos juntos alrededor de la misma mesa.

Por lo visto, Lars y Levi habían estado durmiendo en el piso de arriba, en la antigua
habitación de Kara y Alex. A Lars le había gustado dormir al raso en el bosque y había
acabado colocando su cama en la terraza para dormir bajo las estrellas como solía hacer Kara,
mientras la cama de Levi estaba dentro de la sala. Lena había dormido en la antigua
habitación de Eliza y Jeremiah. Hasta habían construido una pequeña cuna para Lisha que
estaba colocada al lado de la cama de la morena.

Levi había estado practicando su capacidad de pescar durante ese tiempo, cosa que le costó
un resfriado por meterse en el mar en pleno invierno. Lars se había dedicado a aprender todo
lo que podía y empezó a diseñar con Lena una manera de pescar peces más rápido para poder
competir contra Levi y Kara.

Kara reía a carcajadas. Sentía su pecho lleno mientras escuchaba sus historias. Acabó la cena
con el brazo alrededor del hombro de Lena y la morena abrazada contra su costado.

Todos se fueron a dormir a sus habitaciones, menos Alex que prefirió dormir en el comedor
antes que compartir la habitación con los niños o con Lena y Kara. Según ella, ya había oído
suficiente en su vida de ellas dos. No quería tener que verlo.

Ya a solas, Lena se sentó en una silla en el pequeño balcón de su habitación para dar de
comer a Lisha. Kara se sentó a sus pies y apoyó la cabeza sobre sus piernas mientras las
miraba.

- ¿Qué pasa? - le preguntó Lena mirándola relajada.

- Te quiero.

Lena se quedó con la boca abierta sorprendida. Luego sonrió.

- Yo también te quiero, Kara. - dijo acariciando su mejilla.


Kara la abrazó rodeando sus piernas y empezó a llorar contra ella.

- No te puedes llevar a imaginar cómo me destrozó pensar que habíais muerto. Cuando llegó
la noticia de vuestra muerte, casi muero yo. No lo podía soportar. No podía soportar la idea
de no volver a veros nunca más.

- Ya ha pasado, amor. - respondió Lena acariciando su cabello.

Kara continuó un rato más en esa posición, desahogándose contra ella, mientras Lena la
acariciaba.

Acabó de alimentar a Lisha. Lena las hizo levantarse a ambas y se encargó de que la pequeña
eructara antes de meterla en su cuna. Kara las miraba hipnotizada como si estuviera viendo la
cosa más maravillosa del mundo.

La morena, al final, dejó a la pequeña en la cama junto a un juguete y se acercó hasta Kara de
nuevo, pero la pasó de largo y se acercó al balcón de nuevo.

- ¿Has visto algo que te guste? - sonrió Lena de espaldas a ella.

Desde su perspectiva, Kara veía la silueta de Lena rodeada por la luz blanca de la luna. Sobre
el mar, la luna pintaba las olas de color plateado. Eran unas vistas espectaculares.

La morena notó como unas manos la agarraban de la cintura desde detrás y sentía un beso en
su hombro. Se giró y rodeó el cuello de la rubia con sus brazos.

- Sí, mucho. - susurró Kara rodeando la cintura de la otra y la besó.

Lena profundizó el beso. Todavía tenía el corazón a mil después de que Kara le dijera que la
quería por fin después de tantos años. Quería volverla a sentir junto a ella. Quería volver a
disfrutar de su compañía. Colocó sus manos por debajo de la camisa de la rubia, pero ésta la
detuvo de golpe.

- ¿Qué pasa? - preguntó Lena confundida.

- Está Lisha aquí. - susurró la rubia nerviosa.

- Es un bebé, Kara. - respondió Lena incrédula.

- ¿Y?

- Que no se va a enterar de nada y mucho menos va a recordarlo.

- Bueno, me sigue pareciendo incómodo.

- ¿En serio, Kara? - rio Lena.

- ¿Qué pasa? No quiero traumatizar a más gente. Alex parece afectada. - se defendió Kara.
- Tú y yo no vamos a traumatizar a Lisha, así que ya me estás llevando a la cama. - afirmó
Lena colocando un dedo en el pecho de la rubia y empujándola hacia dentro.

*/*/*/*

Lena se despertó a media noche por los lloros de Lisha. Bufó agotada. Había olvidado lo
agotador que era cuidar de un bebé.

- No sé qué hacer. - oyó la voz de Kara rogándole por ayuda.

Levantó la cabeza y se encontró a la rubia cubierta solo con su camisa sentada en el balcón
con la pequeña en brazos con expresión de pánico.

Lena sonrió ante la imagen.

- Ven aquí. Veamos qué le pasa. - le dijo Lena ya incorporada.

Kara se acercó hasta la morena y le devolvió a la niña. Se sentó a su lado en la cama mientras
Lena le empezaba a explicar todas las cosas que le podrían estar pasando. La Luthor notó en
su cara el agobio que estaba pasando la rubia.

- Relájate, Kara. Solo es un bebé. - la tranquilizó Lena y acarició su muslo desnudo.

- No la habremos traumado, ¿no? - preguntó preocupada.

Lena se echó a reír mientras se encargaba de la pequeña. La volvió a dejar en su cuna y


volvió con Kara.

- Se nota que tienes más experiencia. - se quejó Kara.

- Es el tercer hijo que tengo, Kara. Algo he aprendido. - razonó Lena.

- Si no te hubieras casado con Kal, ¿habrías querido tenerlos? - preguntó la rubia


observándola atentamente.

- ¿Me estás preguntado si alguna vez pensé en tener una familia contigo, Kara? - dijo
dejándose caer al lado de la otra.

Pudo ver bajo la luz de la luna como las mejillas de la rubia se enrojecían. Dejó un beso sobre
ellas mientras Kara murmuraba algo sin sentido.

- Sí, Kara. Lo quería. - respondió abrazándose a su costado. La rubia la rodeó y la apretó


contra ella - ¿Tú?

- Sí, me hubiera gustado. - asintió.

- Sé que ellos tres no son tus hijos, pero estás siendo una gran ayuda para educarlos.
Prácticamente te ven como una madre. - murmuró Lena contra su cuello haciéndole
cosquillas.
- Si tú lo dices, solo hago lo que me sale. - respondió Kara encogiéndose de hombros.

- Pues con eso está más que bien. Ellos te han cogido mucho cariño en poco tiempo. No
paraban de hablar de ti mientras estabas fuera.

- Vaya… - respondió Kara todavía más roja.

- Te estás sonrojando mucho. - dijo divertida Lena.

- No puedo controlarlo, ¿vale? Ojalá alguno de ellos lo herede y sufras por ellos. - se
defendió Kara.

- Pues me parecerá muy tierno. - rio Lena.

- Cállate. - se quejó la rubia.

*/*/*/*

Llegó la tarde del día siguiente. Lars y Levi estaban en su habitación. El mayor estaba
apoyado contra la pared en la terraza leyendo un libro, mientras el pequeño jugaba con
algunos juguetes en el interior.

- Venga, chicos. Tenemos que recuperar los tres meses de vacaciones que habéis tenido. -
anunció Kara dando palmadas.

Levi empezó a saltar de alegría, mientras Lars suspiraba y cerraba el libro dejándolo en el
suelo.

Kara les dejó un rato para que se prepararan para luchar mientras cogía el material que tenía
allí. Los arrastró hasta los árboles cerca de la casa y montó el pequeño campo de
entrenamiento. Decidió que, aprovechando que tenía las espadas de madera, empezaría a
enseñarles a los niños cómo usarlas. Lars solo se quejaba por tener que aprender a manejar
otro objeto más con el que acabaría golpeándose a sí mismo veinte veces esa tarde.

Lena bajó con la pequeña Lisha y se sentó en el suelo cerca de ellos observándolos entrenar.

Lars logró escaparse un momento, mientras Kara estaba concentrada en enseñarle otro nuevo
movimiento a Levi.

- Socorro, mamá. - susurró. - No sé qué le pasa a la tía hoy, pero tiene demasiada energía.

- Es que os ha echado de menos. Esta es su forma de decíroslo. - rio Lena.

- Pues podría buscar otra manera. - bufó Lars.

Kara lo llamó para que no se escaqueara del entrenamiento y el chico no tuvo más remedio
que volver.

*/*/*/*
Con el paso de los días, Kara y Alex empezaron a mezclarse con los soldados Luthor.

La hermana mayor se mantenía en contacto con el ejército en tierra a través de Etón, mientras
Kara había conseguido indicar a Mon-El cómo reunirse. La diminuta isla de Sonokym iba a
empezar a quedarse pequeña.

La parte positiva es que los soldados Luthor habían espantado lo suficiente a los animales
salvajes como para que no los molestaran y que fuera seguro pasearse por todas partes.

Kara estaba sola reconociendo cada metro de la isla. Respiró profundamente desde los pies de
la colina mirando al mar. Sabía que estaba a punto de acabar la guerra y podría poner en
marcha su plan de nuevo. Esta vez lo iba a conseguir.

*/*/*/*

Era mediodía. Acababan de comer y Kara y Lena habían vuelto a descansar a su habitación.

Lisha había empezado a llorar nada más ellas tocaron la cama.

La rubia se levantó a buscarla y se sentó con ella en el balcón. En pocos minutos, Lisha
volvía a estar dormida en sus brazos.

- Se te empieza a dar mejor. - sonrió Lena desde la cama.

- Supongo que pasados los primeros diez sustos todo se vuelve más fácil. - rio Kara mirando
a la pequeña.

- Un poco. - contestó Lena haciendo una mueca feliz.

Kara levantó la mirada y se quedó observando el horizonte con el ceño fruncido.

- ¿Pasa algo? - respondió Lena preocupada.

- Los barcos de Mon-El. Más nos vale preparar un buen banquete y sacar el vino bueno para
esta noche. - rio Kara.

*/*/*/*

Salieron otra vez de noche del recinto de la casa Kara, Lena, Alex, los niños y la abuela
escoltados con un par de soldados cargados con antorchas. Se esperaron al final del muelle a
que los tripulantes del bote que se acercaba a la isla desembarcaran.

Mon-El apareció con Imra, su esposa embarazada, colgada de su brazo y un séquito de diez
personas. Cuando vio a Kara, pidió con la mirada a Imra que lo soltara y se acercó a
abrazarla.

- Cuánto tiempo, sinvergüenza. - rio Kara. - Veo que no has perdido el tiempo. - bromeó
mirando en dirección a su esposa.
- Ya lo sabes, cuando conoces a la adecuada, el tiempo no es un problema. - sonrió
enamorado mirándola.

- Quién te ha visto y quién te ve. Los burdeles han perdido su mejor cliente.

- Eso ya lo hicieron cuando te fuiste de Daxam. - se la devolvió.

- Supongo que los dos hemos dejado esa vida. - respondió Kara mirando hacia Lena.

- Lena, cuánto tiempo. - la saludó educadamente Mon-El con una reverencia.

- Mucho. Te presento a mis hijos, Lars, Levi y Lisha. - dijo Lena señalando a cada uno de
ellos a medida que los iba nombrando.

- Majestad. - saludó Mon-El a Lars haciendo una reverencia.

El chico que quedó parado sin saber qué hacer.

- Mon-El, déjate de formalismos. El chico ni tan solo ha sido coronado. - rio Kara.

- Tengo que causar buena impresión a mi futuro aliado. - dijo Mon-El sonriendo a Lars y
guiñándole un ojo.

- No es necesario. - consiguió balbucear Lars completamente sonrojado provocando que


todos rieran, menos Lillian que se llevó una mano a la frente negando con la cabeza.

- ¡Eh! Yo sigo sin saber que es un burdel. - se quejó Levi.

- Cuando seas mayor, seguro que lo sabrás. - le dijo Mon-El acariciándole la cabeza. - Tienes
unos hijos fantásticos, Lena. Creo que tuvimos suerte en no casarnos al final.

- Seguramente. - rio Lena.

Volvieron a la casa en la colina después de que Mon-El ordenara a su séquito que montaran
su campamento allí mismo para poder acomodarse en la isla.

Habían montado una gran mesa llena de comida y vino cerca del límite del acantilado que
rodeaba la pequeña cala, al lado de la casa, donde había unas vistas preciosas de la isla con el
mar a sus pies.

Tal y como había calculado Kara, el vino faltó al final de la animada noche. La guerra había
pasado a ser un problema para el día siguiente.

- Todavía me acuerdo de ese día que te peleaste con ese marinero therano. - reía Mon-El. -
Ibais los dos borrachos como cubas.

- Fue una gran noche. - sonrió Kara nostálgica.

- Y qué lo digas. Acabaste con tatuajes a los antiguos dioses.


- Sí, cambiando de tema, ¿cómo está ese hombre? ¿Sigue borracho de taberna en taberna? -
preguntó Kara intentando alejar el tema de sus tatuajes de la conversación.

- ¿Os ha contado lo que pasó esa noche? - la ignoró Mon-El dirigiéndose al resto de
comensales.

- No, exactamente. Cuéntanos más. - sonrió Lena divertida viendo como Kara se ponía
nerviosa por momentos.

- ¿Cómo no se lo has contado, Kara? - rio el rey daxamita. - Aún no sé cómo conseguiste
engañar al hombre para que se pensara que te había ganado.

- ¿Te dejaste ganar? - le preguntó Lena sonriendo.

- No, no lo hice. Es que Mon-El iba tan borracho que no se acuerda. ¿Verdad?

- Claro que me acuerdo, si no te parabas de quejar de que echabas de menos Thera ese día.
¡Qué pesada estuviste! Solo te faltó regalarle todas tus cartas al viejo para conseguir los
tatuajes.

- Mon-El, ¿por qué no cambiamos de tema? - gruñó Kara entre dientes.

- ¿Por qué? - preguntó el hombre confundido.

- No, Mon-El. Continúa, por favor. - insistió Lena divertida.

*/*/*/*

Kara tenía una resaca horrible el día siguiente. Cómo echaba de menos ser joven y no tener
ninguna. Prácticamente rodó hasta la mesa para desayunar con el resto.

Empezaba a hacer el calor de primavera típico de Thera. Quizá debería bañarse en el mar un
rato para despertarse antes de la reunión. Era un día importante.

Se reunieron en la carpa del coronel de Lillian.

Estaban de pie alrededor de una mesa donde habían puesto un mapa de Thera con las tropas
de Lex, Kara y Mon-El colocadas en sus posiciones.

- Bien, está es la situación actual. - empezó Alex. - Lex está arrinconado contra la frontera
entre el norte y el sur, así que prácticamente ha perdido el control sobre el sur. La parte
positiva es que tenemos barcos y tropas para rodearlo en el paso de montaña.

- ¿Crees que será tan fácil? - le preguntó Kara. - Hay otra cosa importante. Me ha llegado un
mensaje de Krypton. Dicen que me mandan cinco regimientos para ayudarnos a reconquistar
Thera.

- No sé si estar feliz de que vengan soldados kryptonianos. - bufó Lena.


- Pueden ser de ayuda, pero van a tardar en llegar. Krypton no está muy cerca precisamente. -
añadió Kara encogiéndose de hombros.

- Bien, entonces eso nos deja donde estábamos. - continuó Alex. - Si conseguimos que Lex se
quede protegiendo el paso de montaña podríamos conseguir atraparlo allí.

- La cuestión es cómo conseguimos eso. - dijo Mon-El.

- Actualmente solo hay dos motivos por los que mi hijo no se movería de allí: una es porque
se lo diga Edge y la otra… - intervino Lillian mirando a Lena y Lars.

- ¿Quieres usarlos cómo cebo? - gruñó Kara.

- Tranquila, kryptoniana. Solo con uno bastará. - respondió Lillian.

- Iré yo. - se ofreció Lars.

- No, hijo. Yo iré. - le dijo Lena colocando una mano sobre el hombro del chico.

- Lena es peligroso. - insistió Kara.

- Me quedé una vez atrás y Lex vino directo a por mis hijos y a por mí. No voy a repetirlo. -
aseguró Lena.

- Yo creo que deberían ir los dos. - intervino Mon-El. Kara le lanzó una mirada asesina. - No
me mires así. Nos aseguraríamos el tiro. Y Lars debe estar en el campo de batalla si pretende
ser el rey de Thera.

Kara suspiró apoyándose contra la mesa pensativa mirando el mapa.

- Lo que nos lleva a cómo vamos a conseguir la paz una vez Lex caiga. - dijo Lillian. - No lo
va a tener fácil. No creo que Thera esté dispuesta a aceptarlo como rey viendo el historial de
los kryptonianos aquí.

- Bueno, yo tenía un plan cuando volví. Creo que puedo hacerlo funcionar de nuevo. -
explicó Kara.

- Estaría bien que nos contaras cuál era tu plan porque a día de hoy seguimos sin saberlo. - se
quejó Lena cruzándose de brazos.

- Supongo que esta vez tendré que contároslo. - asintió Kara.

*/*/*/*

Kara y Lena observaban desde sus caballos el campo de batalla en lo alto de un precipicio.
Cada uno de los bandos había empezado a mover sus fichas y ellos iban ganando.

Lars, ayudado por Alex y el resto de generales, comandaba las tropas del sur contra el
ejército de Lex que los esperaba preparado para recibir el ataque sureño de frente. Y entonces
fue cuando los atacaron desde el norte.
Como esperaban, el ejército de Lex se asustó al ver aparecer las tropas de Mon-El y Lillian
en su retaguardia. Era un caos. Huyendo de ellos, se habían precipitado contra las tropas del
sur que los esperaban con diferentes trampas y algunas armas kryptonianas que habían
llegado gracias a Cat Grant o que Lena había logrado replicar. Estaban masacrando a los
soldados norteños.

Y, tal y como Lena esperaba, en esa situación desesperada, Lex emprendió su huida con
algunos soldados por un pequeño agujero en los precipicios que rodeaban el paso de
montaña.

Kara y Lena se miraron entre sí.

- ¿Lista? - le preguntó Kara cargando su escopeta.

La morena asintió y se pusieron en marcha junto a un grupo de veinte soldados más a caballo.

Lex y Edge todavía estaban cruzando el pequeño valle. Los atacaron por los lados sin que se
lo esperaran, pero fueron tan cobardes de continuar su huida cabalgando a toda velocidad
abandonando a sus hombres que estaban luchando contra sus soldados.

Kara y Lena fueron tras ellos.

Kara sacó su escopeta y empezó a dispararles. Era difícil darles en mitad de la montaña en
plena persecución. Llevaban varios minutos a la carrera cuando logró darle a Lex. Él cayó al
suelo desde el caballo por una herida en la espalda baja.

- Tú sigue a Edge. Yo me encargo de Lex. - le ordenó Lena.

Kara se la quedó mirando unos instantes dudando, pero luego asintió y se adelantó a ella a
toda velocidad.

Lena cabalgó hasta llegar a Lex que se arrastraba por el suelo hasta su revólver que había
acabado lejos a causa de la caída.

La Luthor bajó del caballo con calma. Agarró el arma de Lex antes de que él llegara y se la
quedó. Se apartó de Lex hasta quedar a unos cuatro metros. Examinó el arma estaba cargada,
pero Lex no había llegado a disparar ni una sola bala en mitad de una batalla.

Lena lo miró con asco. Sacó su propia arma y lo apuntó. La amartilló.

- Vamos, Lena, somos hermanos. Por mucho que hayamos tenido nuestras diferencias, no me
vas a matar. - la intentó convencer Lex.

Lena disparó dos veces contra el pecho el hombre que la miraba sorprendido mientras se
llevaba las manos a sus heridas. Estaban ahora llenas de sangre.

- Dejamos de ser hermanos día que decidiste matar a mis hijos. - dijo con rabia Lena
disparando dos veces más a la cabeza de Lex.

Se lo quedó mirando mientras volvía a guardar su arma.


Kara llegó al poco tiempo sobre el caballo. Bajó rápidamente y la abrazó.

- Ya está, amor. - la consoló. - Ya está hecho. Ya han muerto.

*/*/*/*

Después de la derrota de Lex y Edge y con el apoyo de Lillian y Sam, tomar el norte
completamente fue cuestión de días.

Se habían instalado en Gimina un par de días atrás. Lars se paseaba por las calles
descubriendo el norte acompañado de algunos soldados por protección, aunque la morena
sospechaba que el chico había descubierto los túneles y se escapaba cuando nadie lo vigilaba.
Lena lo había dejado a su aire. A sus catorce años, Lars cada vez quería tomar más
responsabilidades y dar la cara ante la gente. Crecía a un ritmo sobrecogedor.

Kara y Lena habían vuelto a ocupar la misma habitación que la rubia ya había tenido tiempo
atrás allí. Ela ya no estaba. Murió años atrás. Pero todo continuaba más o menos igual.

Las dos estaban tumbadas en la cama desnudas y abrazadas. Lisha dormía en su cuna
tranquila.

Lena tenía la cabeza apoyada sobre el pecho de la rubia con la mano sobre su tatuaje,
mientras Kara dejaba caricias sobre su espalda.

- Ha llegado un mensaje de Krypton. En un par de días me iré para recibir a las tropas. Me
convertiré en una comandante kryptoniana. - suspiró la rubia.

- Sabes que sigue sin gustarme tu plan, Kara.

- Tienes que aceptar que ha mejorado con el paso del tiempo. - rio Kara.

- Es que era difícil que fuera a peor. - se quejó Lena levantando la cabeza para mirarla.

- Prométeme que lo vas a seguir pase lo que pase, Lena. Prométemelo. - le rogó la rubia.

- Te lo prometo. - asintió Lena triste.

Kara la besó suavemente. Lena volvió a su posición anterior concentrándose en el latido del
corazón de la otra que se encontraba bajo su oído queriendo aprovechar el poco tiempo que
les quedaba juntas. Otra vez se veía renunciando a su propia felicidad por Thera.

*/*/*/*

- Gente de Thera, - empezó un Lars más mayor colocado sobre un escenario en el centro del
mercado de la capital. Una multitud lo rodeaba atenta. - ayer logré acabar con la plaga que
asolaba el reino. Ayer logré arrancar del trono y ejecutar a la tirana Kara Zor-El. Durante tres
años, ella y su séquito de kryptonianos causaron el caos y el dolor en el reino después de la
última guerra contra mi tío. Mucha gente fue ejecutada y encarcelada durante su reinado,
gente del norte y gente del sur. Todos fuimos víctima de su opresión. Eso nos ha unido como
pueblo. Nos ha vuelto uno solo capaz de enfrentar cualquier enemigo. Ya no importa quien
sea del norte del sur, rece a los antiguos dioses o a Rao. Lo que importa es luchar contra
aquellos que nos pretendan herir. No puedo prometer devolver a la vida los caídos, pero
prometo cuidar del reino como nadie lo hizo. Pasaré noches en vela, lucharé en cualquier
batalla y defenderé a cualquier persona que lo necesite. Y, sobre todo, renuncio a mi herencia
kryptoniana. Mi gente, mi reino, es Thera. Sin vosotros, esto no habría sido posible. Prometo
asegurarme de que Thera crece suficientemente fuerte para que nunca jamás ningún país
extranjero nos someta a su yugo. A partir de ahora empieza en Thera un nuevo período de
paz y riqueza.

- ¡Viva al rey! ¡Muerte a los kryptionanos! ¡Muerte a la tirana! - celebraba la multitud.

*/*/*/*

Lena estaba apoyada contra la barandilla del barco disfrutando el suave calor de la primavera.
Por fin, después de tantos años podía respirar tranquila. Lisha corría por la cubierta
perseguida por Levi que no le quitaba el ojo de encima.

Lars se había quedado en la capital. Era el nuevo rey de Thera y tenía obligaciones que
cumplir. Todo era muy reciente, la muerte de la tirana y la llegada de la paz. A penas habían
pasado pocos meses de todo aquello, pero Lars había insistido en que se fuera a Sonokym.

La última batalla en la que Kara y todo un ejército entero de krytonianos había caído en su
trampa había sido especialmente dura. Se habían pasado tres años otra vez escondidos
luchando contra invasores desde su antiguo refugio el norte, pero al final, habían logrado
erradicarlos de Thera. Mucha gente había caído en el reino. Las mafias y los corruptos
sureños habían sido arrancados de raíz por Kara. El pueblo therano no había dudado ni un
instante en apoyar a Lars cuando la kryptoniana empezó a encarcelar a gente inocente y a
amenazar con ejecutarlos. Por primera vez en muchos años, Thera entera, con la ayuda de
Daxam, había luchado unida contra un mismo objetivo, Kara y Krypton, con Lars
encabezando a los theranos.

El plan era que pasara seis meses en la isla cada año. Estaba preocupada por dejar a Lars solo
en la capital, pero él contaba con el apoyo de mucha gente de confianza. Sangre fresca capaz
de muchas cosas que ella ya no podía hacer. Debería empezar a asumir que ya no era su lugar
aquel. Ya no era reina. Era tiempo de relajarse. Había renunciado a suficientes cosas en la
vida. No iba a renunciar a esos seis meses. Esperaba que, con el tiempo, pudiera quedarse a
vivir allí para siempre.

Desembarcaron a primera hora de la mañana solo los tres en el bote que ella misma se
encargó de amarrar al muelle mientras Levi cuidaba de la pequeña Lisha.

Sacaron las cosas del pequeño barco y se dirigieron hasta la antigua casa de los Danvers que
había vuelto a ser abandonada durante ese tiempo.

Dejaron las cosas en la puerta. Los niños corrieron escaleras arriba y ella detrás de ellos. Qué
extraño. No había nadie.

Cogió a Lisha en brazos y, con Levi, bajaron hasta la playa.


Kara salía empapada del agua con su más reciente captura que todavía se removía en sus
manos intentando liberarse.

- ¡Tía! - gritó Levi saliendo corriendo hacia ella. - ¿Qué has capturado? - preguntó con
curiosidad.

- Es solo una dorada. - dijo ella riendo.

- Vaya, pierdes facultades. - se burló Levi.

- Y tú te has vuelto un listillo. - rio Kara salpicándolo con agua. Cuando estuvo segura de que
estaba lo suficientemente mojado, le tiró el pescado para que se peleara con él y avanzó hasta
Lena y Lisha. - Cuánto tiempo. - la saludó Kara. - Al final, han pasado unos cuantos años.

- Demasiados. Ven aquí. - dijo Lena tirando de la mano de la rubia y besándola.

*/*/*/*

Estaban tumbadas en la hamaca descansando después de comer. La brisa del mar las
balanceaba suavemente. Se respiraba una tranquilidad absoluta.

Lena había vuelto a colocarse sobre el hombro de Kara, disfrutando de la compañía de la


otra, mientras la rubia la apretaba contra su costado.

- ¿Estás bien? - le preguntó la morena levantando la cabeza para poder mirarla.

- Sí, claro. - respondió Kara encogiéndose de hombros.

- Kara, una vez me dijiste que no querías pasar a la historia como una asesina y una tirana. Y
es exactamente lo que te ha pasado.

- Me da igual, Lena. - sonrió Kara. - Voy a pasar lo que me queda de vida rodeada del mar y
sin tener que preocuparme por nada. Esto será el paraíso. Además, lo que importa es el reino.
Lars va a poder gobernar un reino limpio de cualquier corrupción y que cree en él
ciegamente. No queda nadie vivo que pueda poner en riesgo su reinado. Y después de la fama
que les he dado a los kryptonianos, norteños y sureños harán cualquier cosa que él quiera con
tal de asegurarse que Krypton no vuelve a atacarnos, incluso llevarse bien entre ellos.

- Sigo sin poderme creer que llegaras a Thera convencida de morir. - bufó Lena volviendo a
colocarse completamente sobre Kara.

- Lena, estaba desesperada. Lo único que me mantenía en vida era mi deber con Thera y si
tenía que renunciar a vivir por el reino, lo iba a hacer encantada. - dijo la rubia inclinándole la
cabeza a Lena para que la mirara. - Lo único que me dolía era hacerte todo el daño que te
llegué a hacer. Sentía tanto asco por lo que te estaba haciendo.

- Querías que te odiáramos todos para que te matáramos llegado el momento.

- Sí, creía que así iba a lograrlo. Era parte del plan de la “tirana Kara Zor-El”.
- Solo digo que había otras soluciones. - argumentó Lena.

- Tienes que aceptar que esta ha funcionado muy bien. - rio Kara.

- Menos mal que decidiste cambiar esa parte. Me gusta más fingir tu muerte que no tener que
matarte de verdad.

- Seguro que en algún momento se te pasó de verdad por la cabeza.

- Por supuesto, idiota. Eras insufrible.

- Tu idiota. - continuó riendo Kara. Se hizo una pausa y la rubia dejó un beso sobre la frente
de Lena.

- ¿Cuándo decidiste cambiarlo? - murmuró la morena.

- La última noche en la que discutimos en el barco. Hasta ese entonces, había sido capaz de
ignorar lo que provocaba en mí todo lo que te estaba haciendo, pero me mató verte tan
destrozada por mi culpa ese día. Aunque tengo que aceptar que ya a mitades de verano se me
hacía cada vez más difícil seguirlo. Empecé a encontrar un motivo que hacía que sintiera que
no valía la pena sacrificar mi vida.

- Me alegra oír eso, Kara.

- Lo sé. - sonrió la rubia besando suavemente a la morena.

Lena escondió su cabeza en el cuello de Kara respirando tranquilamente.

- ¿Estás segura de que no volverán? - susurró la morena.

- No creo. Están en plena guerra contra Apokolips y ha sido una vergüenza la derrota que han
sufrido aquí. Van a estar lo suficiente escarmentados para no volver jamás. Ahora sí que
podemos decir que hay paz en Thera.

La puerta de la casa se abrió de golpe y Lisha y Levi corriendo tirándose encima de las dos.

- Nosotros también queremos mimos. - se quejaron los niños.

Lena y Kara hacían malabares para conseguir aguantar el equilibrio y no caerse de la hamaca.
Acabaron hechos un nudo entre los cuatro mientras reían.

- ¿Paz decías? - preguntó Lena feliz.

Fin
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