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ESTRATEGIA
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MODULO
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HISTORIA MILITAR DE
0 COLOMBIA
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Pagina
INTRODUCCIÓN 5
1. OBJETIVO 6
2. METODOLOGÍA 6
3. ÉPOCA PRECOLOMBINA 8
3.1. La América Precolombina 8
3.1.1. Los Caribes 8
3.1.2. Los muiscas 10
4. DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA 12
4.1. Rutas y conquistas del interior del reino 15
4.2. Resistencia de Paeces y Yalcones 18
4.3. La conquista del noroeste 19
4.4. Sometimiento del nordeste 19
4.5. La guerra de exterminio contra los indómitos muzos 19
4.6. La cruenta y prolongada guerra contra los Pijaos 21
5. LA COLONIA (1550-1810) 23
5.1. El ejército en la Colonia 23
5.2. Contexto militar de la capitulación 23
5.3. La encomienda y su perfil castrense 24
5.4. El régimen militar y la Real Audiencia 25
5.5. Las letras y la espada 25
5.6. Don Juan de Borja 26
5.7. Choque de imperios 27
5.8. Confrontación de dos estrategias 27
5.9. De los corsarios a las armadas de guerra 28
5.10. El mar, obsesión defensiva española 29
5.11. El siglo XVIII y la evolución militar hispánica 30
5.12. Erección del virreinato de Santafé 30
5.13. Cartagena de Indias, baluarte militar 30
5.14. Suspensión y restablecimiento del virreinato 31
5.15. La guerra de “la oreja de Jenkins” 32
5.16. Sitio de Cartagena por el almirante Vernon 32
5.17. Las fuerzas defensoras de Cartagena 33
5.18. Reparación de las fortificaciones 34
5.19. Evolución militar bajo Carlos III 35
5.20. Carlos III y el régimen militar 35
5.21. Resurgimiento del fuero militar 35
5.22. La Rebelión Comunera y su impacto militar 36
5.23. Reestructuración militar en el virreinato 37
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6. LA INDEPENDENCIA 39
6.1. Principales antecedentes 39
6.2. La independencia de los Estados Unidos 39
6.3. La revolución francesa 39
6.4. La independencia de Haití 39
6.5. Primera expedición de Miranda 39
6.6. La invasión a España por Napoleón Bonaparte 39
6.7. Desarrollo del movimiento independentista 1810-1819 41
6.8. El 20 de Julio de 1810 41
6.9. Rivalidades internas 43
6.10. Declaraciones de Independencia absoluta 44
6.11. Primeras campañas militares de Bolívar en la Nueva Granada 44
6.12. La Campaña Admirable 45
6.13. Campañas de Nariño en el Sur 45
6.14. Desastre en Venezuela 46
6.15. El retorno de Fernando VII 46
6.16. La carta de Jamaica 47
6.17. La reconquista 47
6.18. Sitio de Cartagena 47
6.19. Toma de Santa Fe 48
6.20. El régimen del terror 49
6.21. Campaña Libertadora de 1819 51
6.22. Batalla del Pantano de Vargas 52
6.23. Batalla del Puente de Boyacá 56
6.24. Desplazamiento de Barreiro 56
6.25. Dispositivos de marcha 57
6.26. Escenario de la batalla 57
6.27. Consecuencias 59
6.28. El Nacimiento de la Republica 1819 59
6.29. El Congreso de Angostura 60
6.30. Batalla Naval de Maracaibo y liberación definitiva de Venezuela 60
6.31. Paso de la barra y asalto a Maracaibo 62
6.32. Congreso de Cúcuta y Constitución de 1821 64
6.33. Independencia de Ecuador, Perú y Bolivia 65
6.34. La Gran Colombia 65
3
7.9. Guerra Civil de 1876 79
7.10. Guerra Civil de 1885 80
7.10.1 Antecedentes 80
7.10.2 Desenlace 81
7.11. La Constitución de 1886 81
7.12. Guerra Civil de 1895 82
7.13. Guerra de los Mil Días 84
7.14. La Separación de Panamá 89
BIBLIOGRAFÍA 116
PREGUNTAS DE AUTOEVALUACÍON 1
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Módulo de Historia Militar 2014
INTRODUCCIÓN
La historia como base del poder político, fundamento del poder militar y esencia de
las ciencias militares: la estratégica, la táctica y la logística, el liderazgo y
conducción de las grandes campañas, batallas y combates.
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1. OBJETIVO
Que los alumnos del Curso de Estado Mayor de la Escuela Superior de Guerra,
futuros Comandantes de Unidades Tácticas y su equivalente en la Armada y
Fuerza Aérea, adquieran herramientas teóricas, analíticas y conceptuales sobre la
Historia Militar de Colombia dentro del marco del origen y desarrollo de la Nación y
del Estado Colombiano; sus hechos guerreros trascendentales en cuanto a sus
objetivos, organización, estrategia, táctica y logística empleada, los grandes
caudillos militares del país y sus condiciones de liderazgo, las relaciones de
causalidad histórica y demás aspectos temáticos militares. Con tales
conocimientos deben entender mejor la evolución militar del país y comprender
con objetividad la realidad presente y visualizar la del porvenir, en aras de una
óptima conducción militar, de la perfección de las condiciones de mando que las
circunstancias del presente requieren y el fortalecimiento de su patriotismo, todo
ello con el fin último de obtener la unidad nacional, la solidaridad social, la paz, el
progreso y el desarrollo espiritual, humano y material de Colombia.
Preparar y actualizar al futuro alumno del curso de Estado Mayor 2014 en temas
puntuales de la historia militar Colombiana, con el propósito de brindarles
fundamentos útiles que le permitan participar del debate y análisis; en el entendido
de que ello se convertirá en nuevas competencias o habilidades para el futuro
Teniente Coronel o Capitán de Fragata de las Fuerzas Militares.
2.- METODOLOGÍA
La materia la estudiaran los alumnos por su propia cuenta, durante el año previo a
su llamamiento al curso de Estado Mayor. Con tal estudio los alumnos deben
presentar el examen de admisión a tal curso, obtener capacidad analítica,
conceptual y crítica, sobre la evolución de la historia militar del país y fortalecer su
patriotismo e identificación con los valores supremos de la Nación Colombiana.
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Fuentes:
* Historia de las Fuerzas Militares de Colombia. Ed. Planeta. Bogotá. 1993.
** Historia de Colombia. Ed. Norma. Bogotá. 1987.
*** Capítulos especialmente elaborados para este texto.
Al final de cada capítulo hay una bibliografía básica, de la cual fueron tomadas las
citas complementarias, sirviendo de referencia para futuras consultas.
Plataforma
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3. ÉPOCA PRECOLOMBINA
Los Caribes, quienes ocupaban gran parte del litoral antillano y habían penetrado al
interior del país empleando los ríos como sus vías de comunicación y
exploración tenían una organización social basada en lo militar. En algunas
regiones, la guerra era una actividad transitoria de todo el grupo.
Estos indígenas usaban como armas, el arco con flechas envenenadas; pesadas
mazas; la macana, (o sable de madera dura, llamado en ocasiones „espada‟ por
los cronistas); y jabalinas del mismo material. Solían desplazarse por los ríos y a
través del Mar de las Antillas en „flecheras‟ unas maniobrables y rápidas
embarcaciones movidas a remo o vela que eran su principal medio de transporte y
asalto.
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Los caribes, refiere Terrero Monagas, “fueron soldados valerosos y veteranos;
instruidos en el manejo de sus arcos los que descargaban en todas las posiciones de
combate; maniobrando con destreza, hacían sus tiros por elevación, tal era el grado
de perfeccionamiento a que habían llegado en sus constantes
adiestramientos con las armas. Con aquel don hereditario en ellos, tenían la
intuición de la balística, para emplear con los mejores resultados el funcionamiento
del arco; calculaban cuándo el enemigo se hallaba ocupando una posición
elevada, es decir en una altura, para ejecutar la proyección de sus flechas
mediante las parábolas de sus tiros.”
Entre los caribes había un cuerpo especial de guerreros, llamado los mapurites,
cuya función es descrita así por Terrero Monagas: “cuando era amenazada su
línea de retaguardia, entonces entraba en juego el elemento defensivo de esta
unidad, el cual se reducía a una sustancia que ellos llamaban anoc-mafutiliqui
(espíritu de mapurite), la cual portaban en pequeñas vasijas de barro cocido (al
igual que el curare) herméticamente tapadas, cuya forma era redonda (...) que
arrojaban al enemigo como granadas; al reventar estos comprimidos de barro, se
regaba en el aire aquel veneno cuyo efecto era semejante al que hacía en los
peces el barbasco; produciendo en el enemigo un gran desconcierto en virtud de
sus condiciones tóxicas (...) esta actitud defensiva la habían ellos observado e
imitado del mapurite (o zorrillo).”
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Quienes dirigían el ataque entre los Caribes se llamaban Ditaynos. Estos, en las
Quazábaras (o combates) usaban mantas tejidas para cubrirse de los proyectiles del
enemigo. Entraban a la refriega con ellas dobladas sobre el brazo izquierdo,
dando las voces de ataque; las flechas que pegaban en la parte colgante de la
manta, como no encontraban firmeza se desviaban, y de este modo se cubrían
mientras realizaban el avance. Este sistema de oponer un cuerpo dúctil que no
presentara resistencia, fue una de tantas demostraciones del avance en la
evolución militar de estos guerreros. (Terrero M.)
El pueblo muisca fue menos guerrero que el Caribe, pero de organización social
más avanzada. Los muiscas ocupaban el altiplano cundiboyacense y se
dedicaban principalmente a la agricultura, la cerámica, la minería (de sal y
esmeraldas), el arte textil y la orfebrería, de la que llegaron a ser verdaderos
maestros.
Sus principales centros de poder fueron Bacatá (hoy Funza), Hunza (hoy Tunja) y
Guatavita, que además era su principal centro de orfebrería. El Zipa gobernaba
con centro en Bacatá, el Zaque en Hunza y el Guatavita en la población que
llevaba su nombre.
El territorio de los muiscas estaba rodeado por otras tribus, algunas de ellas de
origen caribe, como los muzos y los Panches, quienes eran sus enemigos y
además tenían terrible fama de caníbales. Las fronteras entre estos grupos no
eran inmóviles; de hecho los caribes se hallaban en constante expansión, y los
muzos habían expulsado a los muiscas de la región de Muzo, que antaño les
perteneciera y de donde se extraían las más finas esmeraldas.
Cuando se avecinaba una guerra, el Zipa daba orden a sus caciques menores y
jeques de que efectuaran el reclutamiento, y éstos salían presurosos a cumplir con
ese encargo. Cada uno por sus respectivas tierras iba reclutando cuanto varón
encontraba apto para la guerra y recolectando toda suerte de elementos bélicos,
principalmente macanas, garrotes, hondas, mazas estrelladas erizadas de puntas,
picas, flechas, tiraderas, escudos y broqueles de cobre y madera. También se
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aprovisionaban de maíz, para preparar bollos, mazamorra y chicha; fríjoles,
cubios, chuguas, tomate, repollo, ají y a veces yuca que intercambiaban por sal
con otros pueblos de clima cálido. Estos víveres eran almacenados en las
poblaciones por donde debía pasar el ejército. Como alimentación especial de los
caciques se cazaban venados y los pueblos llevaban curíes, conejos, patos y
algunas aves como tórtolas y perdices. Al lugar fijado para la concentración,
empezaban a llegar numerosos escuadrones según la importancia y jerarquía del
cacique o usaque que los mandaba; del oriente los del gran Guatavita, adornados
sus pechos con gruesos pectorales de oro y collares; por el norte las huestes del
leal cacique de Sopó y las del poderoso Tisquesusa, cacique de Chía y heredero
del trono, llevando en andas a su señor; por el occidente las austeras pero
aguerridas formaciones de güechas, que por su veteranía y audacia formaban la
columna vertebral del ejército del Zipa. Cada uno de estos cuerpos era seguido
por grupos de mujeres que llevaban múcuras llenas de chicha, bebida que fue
poderoso estimulante de guerreros.
_______________________________________________________________
- López de Gómara, Francisco. Historia general de las Indias. Ed. Orbis. 1985.
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4. DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA
Síntesis del texto realizado por el Brigadier General Roberto Ibáñez para el libro
“Historia de las Fuerzas Militares de Colombia”. Ed. Planeta. Bogotá. 1993.
Tras el descubrimiento del Nuevo Mundo por Colón en 1492, la Corona española
estableció en Sevilla el Consejo para la dirección de los negocios de Indias, que
más tarde conformó el Consejo Supremo de Indias y la Casa de Contratación
como instrumento rector para otros descubrimientos y para la conquista y
poblamiento de América, cada uno de los interesados en estos aventurados
negocios establecía un contrato privado, mediante el cual organizaba, armaba y
dotaba la expedición, a cambio del quinto real y de la evangelización de los
indígenas, para lo cual recibía el nombramiento de gobernador o de alguna otra
forma de autoridad.
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Un arcabucero de 1510
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similar interpretación, al ser considerado uno solo con su jinete; una bestia feroz
que alcanzaba a cualquiera y acometía sin piedad. El perro complementó el
espanto y temor del aborigen, mientras la espada de acero y la lanza superaban
ampliamente el poder destructor de los dardos y flechas precolombinas. Las
armaduras y cotas de malla importadas por los hispanos hacían inútiles las flechas
al tiempo que reforzaban la impresión de los indígenas acerca de sus poderes
sobrenaturales.
Cuando los aborígenes salieron de la sorpresa, fue tarde para pretender una
defensa colectiva; con escasa conciencia política y carentes de espíritu de unidad,
sus guerras y disputas tribales, a veces enconadas, sirvieron a los conquistadores
para establecer alianzas a su conveniencia.
Los indios por regla general atacaban a la distancia, en montonera y con armas
arrojadizas que poco efecto tenía en los españoles. Los caribes consideraban
una victoria cuando llegaban a matar a un español, a un caballo o a un perro. Los
conquistadores, por el contrario, protegidos eficazmente con escudos, rodelas y
gruesos sayos de algodón o cotas de malla (técnica que aprendieron de los
indios), y en algunos casos con yelmos y armaduras, buscaban el contacto
personal con los grupos beligerantes indígenas, diezmándolos previamente con
los fuegos de los arcabuces y con las lanzas, para luego introducirse en sus filas y
causarles horribles matanzas. A pesar de todo, las flechas envenenadas con
curare derrotaron algunas veces a los españoles; tal como ocurrió a Alonso de
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Ojeda y a Juan de la Cosa cuando, después de un éxito inicial, intentaron penetrar en
territorio de los turbacos y éstos, emboscados en los montes, los sorprendieron y
destrozaron completamente, contándose entre las víctimas al diestro y osado
marino. Ojeda se salvó milagrosamente huyendo por la selva al mar.
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penetración fueron impuestos por la geografía a través de líneas naturales, y por
eso hasta hoy han sido las rutas de acceso humano y comercial al corazón del
país. Desde Santa Marta, por el río y valle del Magdalena, ascendió al centro del
gran pueblo muisca el licenciado Gonzalo Jiménez de Quesada, trayendo el
acervo espiritual y la fuerza social que habría de personificar con mayor claridad a
la nación. Desde el Perú, y a través de los valles interandinos, penetró Sebastián
de Belalcázar, y desde Venezuela, por los llanos orientales, arribó Nicolás de
Federman.
Fueron los muiscas, como ya se advirtió, los más receptivos a los conquistadores,
que inicialmente procuraron corresponderles con buen trato, más por temor al
número que por convicción civilizadora. Desafortunadamente, la codicia
incontrolable terminó sobreponiéndose en el espíritu español y los indígenas
tuvieron que pagar cara su hospitalidad. Don Gonzalo Jiménez de Quesada,
después de entablar la paz con el Zipa Tisquesusa, fue a explorar las minas de
esmeraldas en Somondoco y los Llanos de San Martín, donde salió mal librado. A
su regreso tuvo noticias de los tesoros del zaque Quemuenchatocha en Hunza y
allí se dirigió para arrebatárselos, consiguiéndolo sin mucho esfuerzo. Pero no
satisfecho, lo puso preso y una fracción de su tropa siguió al templo sagrado de
Sugamuxi, donde el fuego descuidado de la avaricia lo redujo a cenizas.
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Tantas inquietudes generaron varias rebeliones como la de Tisquezoque quien,
cansado con la tiranía del conquistador Juan Gascón y en alianza con el cacique
de Saboyá, le dio muerte. O la del cacique Tundama, que ofreció en el pantano de
la Guerra (hoy de Vargas) batalla campal a sus enemigos y, después de haberlos
rechazado varias veces, se retiró ordenadamente a proseguir la resistencia; más
tarde, halagado por los conquistadores, acudió a su campamento para sufrir
traicioneramente la muerte a manos del capitán Baltasar Maldonado. También
cabe mencionar la fiera resistencia de los Sutas y Simijacas contra el capitán Juan
de Céspedes, que alentó la esperanza de una rebelión general, sangrienta y
cruelmente prevenida por Hernán Pérez de Quesada en la persona del sucesor de
Quemuenchatocha, el joven Aquiminzaque y de otros caciques importantes que
fueron cruelmente ejecutados.
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La expedición de Jerónimo de Lebrón en 1540, que trajo consigo las primeras
mujeres españolas, animales y semillas, fue definitiva para el crecimiento de la
población de Santafé y Tunja y para la prosperidad agropecuaria del interior del
reino en aras de la gestación de la más densa y trascendental ecúmene del país.
Los paeces por varios años continuaron desafiantes y victoriosos en sus tierras,
sobre la cordillera oriental, amenazando a Popayán. Ni siquiera Belalcázar en
persona pudo dominarlos, cuando en 1541 organizó una expedición con la cual
incursionó por Pitayó a sus dominios en la cuenca del río Páez. Allí la lucha fue
intensa y sangrienta, porque los indómitos indígenas, a pesar de las bajas que les
hacían los invasores, se defendieron paso por paso hasta derrotar al notable
conquistador en el peñol de Tálaga, elevado risco donde murió el capitán García
de Tovar. Los españoles se vieron forzados a retirarse a Cali, diezmados y
maltrechos.
Estas tribus tuvieron que ser rodeadas para lograr su sometimiento, que empezó
cuando los conquistadores los invadieron por el norte y el capitán Sebastián
Quintero fundó en el valle de Cambis la población de San Bartolomé, que luego
tomó el nombre de San Sebastián de La Plata, ciudad ésta que en 1553 sirvió de
base al alzamiento de Álvaro de Hoyón, español que, traicionando a su patria,
después de tiranizar a La Plata y asolar a Timaná, con cien hombres de la peor
ralea intentó atacar a Popayán, pereciendo en su intento a manos del gobernador,
capitán Diego Delgado.
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4.3. La conquista del noroeste
Poblado por guanes y laches de la gran familia chibcha, este territorio fue
explorado por el capitán Martín Galeano, a quien el cacique Mataregua le ofreció
batalla. Venciéndolo, consiguió dominar la región, sin más contratiempos militares
que algunas escaramuzas aborígenes que terminaban en desbandada cuando los
jinetes y los perros acometían sin piedad. Poco tiempo después los guanes se
rebelaron, pero fueron rápidamente sometidos por el capitán Pedro de Ursúa. Un
año más tarde, Hernán Pérez de Quesada salió de Santafé en busca de El
Dorado, a través del camino del sol, por tierras de los laches, pero al no
encontrarlo en esa dirección, regresó para internarse por los llanos orientales a las
selvas del Caquetá, desde donde remontó la cordillera para salir por Pasto a
Santafé, sólo con una tercera parte de la expedición.
Ocho años después, Ortún Velasco y Pedro de Ursúa, por mandato del
gobernador Miguel Díez de Armendáriz, consolidaron tales expediciones con la
fundación de Pamplona en 1549, en la comarca de los indios chitareros.
Otra de las tribus que presentó oposición enconada y tenaz al invasor fue la de los
temibles muzos, que resistieron varios años la oleada conquistadora, con inusitado
valor, tenacidad y algunas dotes militares. Los muzos dominaban la abrupta
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comarca de las esmeraldas, de difícil acceso e inhóspito clima, ubicada al norte
del territorio de los muiscas, a los cuales mantenían en permanente estado de
zozobra, con incursiones destinadas a satisfacer su antropofagia. A someterlos
marchó a finales de 1539 el capitán Luis Lancheros con escasos cuarenta
hombres, que él consideró suficientes para su propósito. Pero cuán lejos estaba
de la realidad: los muzos, avisados previamente, se aprestaron a la defensa de su
territorio. Situaron un fuerte destacamento en el paso obligado que protegía la
entrada y el resto se escondió con sus familias en la selva, recogiendo
previamente todo fruto o vitualla que pudiera servir al invasor. A duras penas logró
Lancheros franquear la entrada con pérdida de algunos de sus hombres pero, una
vez internado en la región de mortífero clima y escabroso terreno, sin poder
emplear caballos ni perros y permanentemente hostilizado por los indios, se vio
obligado a sacrificar sus monturas y el cuero de sus aparejos para satisfacer el
hambre y enseguida a abandonar la zona, diezmado y con grandes riesgos,
atravesando dominios panches, para llegar a Santafé.
Este primer éxito envalentonó de tal forma a los muzos, que con la ayuda del
cacique de Saboyá se dieron a nuevas incursiones contra los muiscas,
causándoles gran alarma. El gobernador de Santafé se vio obligado a enviar al
capitán Melchor de Valdés con cien españoles y varios centenares de indígenas a
someterlos. Tal como a Lancheros, le presentaron a la entrada fiero combate.
Después procuraron mediante hostigamiento diario y empleo de trampas durante la
marcha, que consistían en hoyos con estacas con puntas envenenadas
clavadas en el fondo, diezmarlos y desmoralizarlos por el hambre y la fatiga, hasta
llevarlos al río Zarbe (Minero) donde los caballos eran más estorbo que arma de
guerra. Allí, aprovechando el momento en que los españoles estaban fraccionados en
las dos orillas, les cayeron con todo el peso numérico y, aun cuando más de 500
muzos resultaron muertos, se consiguió la derrota de los españoles. Valdés perdió
la mitad de sus efectivos, pero logró escapar con los sobrevivientes huyendo
por los montes hasta llegar a Simijaca.
Por fin el bravo capitán Pedro de Ursúa en 1551, con ciento cuarenta infantes y
veinte jinetes, pudo sorprender, penetrar y pasearse victorioso por tierras de los
muzos, sin que éstos pudieran expulsarlo. Convencido de que su expedición era
definitiva, fundó la villa de Tuteda, que apenas supervivió cuarenta días a la salida
del conquistador, pues coaligados los muzos con los nauras, la atacaron y
obligaron a sus moradores a penosa y sangrienta retirada.
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El sometimiento definitivo de los muzos sólo se realizó en 1559, cuando
exasperados los muiscas y conquistadores por sus sangrientas incursiones que
llegaban hasta Ubaté, el capitán Luis Lancheros organizó dos columnas de
españoles e indígenas y, aprovechando su experiencia de veinte años atrás, en el
primer combate logró derrotarlos decisivamente y escarmentarlos en la
persecución con sinnúmero de perros que había preparado para tal propósito.
Así, la población aborigen fue diezmada y muchos indios huyeron al Carare,
donde se organizaron en cuadrillas de salteadores de caminos. Para afirmar la
conquista, Lancheros fundó la villa de Santa Trinidad de los Muzos que, gracias a
sus famosas esmeraldas, pronto cobró importancia, siempre en medio de la
violencia por la explotación de las gemas y el espíritu pendenciero de sus
habitantes.
Los pijaos (del Tolima) fueron los más tenaces y fieros defensores de su territorio.
Como auténticos guerreros, preparados desde la infancia a través del sufrimiento, la
agilidad y el valor, eran temidos por las otras tribus y por las fundaciones
establecidas en su territorio, a las cuales asaltaban y asolaban cada vez con
mayor osadía. Sus armas consistían en dardos, flechas, macanas, hondas y
piedras, que luego completaron con cuchillos y picas cuando tuvieron acceso al
hierro conquistador. Las galgas o piedras que utilizaron con máxima eficacia para
emboscar al enemigo causaron estragos en las numerosas expediciones
españolas que se organizaron para someterlos.
El primer conquistador que pisó su suelo fue Sebastián de Belalcázar que, como
pasó sin detenerse, no tuvo mayores dificultades. Baltasar Maldonado penetró en
1540 en la comarca de los pantágoras, vecinos de los pijaos por el norte e
igualmente belicosos, siendo su sorpresa mayúscula al encontrar cada pueblo
fortificado con elevados palenques de madera, que demandaban cada uno el
correspondiente asedio y asalto. El bravo conquistador se dio a la empresa, pero
en uno solo de estos ataques perdió veinte hombres y tuvo que contramarchar a
Santafé.
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Luego los capitanes Juan Alonso y Francisco Núñez Pedroso fundaron a Neiva y
Mariquita, respectivamente, las cuales se convirtieron junto con Ibagué en plazas
militares para sostener una guerra que duró cerca de un siglo.
En 1552, se alzaron los Pijaos acaudillados por Titamo y sitiaron a Ibagué. Sin
embargo, prevenidos los españoles, pudieron resistir hasta la llegada de 200
hombres de Santafé al mando del sargento mayor Hernando Salinas, quien desde la
población se lanzó en busca de sus osados enemigos, los cuales en número de 2000
lo esperaron en una colina. En vano trataron los españoles de coronarla para
expulsar a los indios a campo llano y someterlos a las cargas de los jinetes y
dentelladas de los perros; cada vez que lo intentaron fueron emboscados por
nubes de flechas y piedras, quedando el combate indeciso. No corrió igual suerte
Neiva, en 1569, cuando fue asaltada y destruida por los indomables Pijaos,
obligando a su asentamiento más al sur.
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5. LA COLONIA (1550-1810)
Síntesis del texto sobre la Colonia escrito por el General Alvaro Valencia Tovar y el
Doctor Fernando Mayorga García para el libro „Historia de las Fuerzas Militares de
Colombia‟. (Planeta. Bogotá. 1993).
Del asiento entre capitán y soldado nacía una relación no exclusivamente militar,
como tampoco lo era la hueste que se organizaba, pero sí con tal acento
preponderante. Tenía carácter aleatorio: el soldado se comprometía a contribuir
con su vida y su servicio militar al logro de la empresa incierta. Si esta fracasaba,
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no obtenía beneficio alguno. Si triunfaba en cambio, era factible alcanzar gloria,
riqueza, prestancia, representadas en oficios, encomiendas, tierras o participación en
el botín.
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Si bien el servicio militar estaba a cargo de los encomenderos, la dirección de los
asuntos concernientes a la milicia era responsabilidad de los virreyes, donde los
hubiere, de las audiencias y de los gobernadores.
En 1604, Felipe III decidió adjudicar los títulos de presidente, gobernador y capitán
general a don Juan de Borja, señalando en el primero de ellos que, hasta nueva
orden, se concederían esos oficios a caballeros “de capa y espada” que reunieran las
condiciones requeridas.
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presentar batalla en campo abierto y montando emboscadas en los pantanos y
pasos obligados de la montaña, aislando prácticamente el interior del occidente
del reino, especialmente la provincia de Popayán de la de Santafé, Ibagué,
Timaná, Neiva, La Plata, Cartago y Buga se vieron en peligro de ser destruidas.
A tal punto llegó la amenaza, que la propia Corona tuvo que intervenir, designando
a un presidente de capa y espada, con vasta experiencia militar, para someter a
tan valerosa tribu: don Juan de Borja, que llegó a Santafé en 1605. Posesionado
de su cargo, el nuevo presidente se dio a la tarea de preparar en forma la guerra
contra los pijaos. En primer lugar reunió a los más expertos capitanes, los cuales
determinaron tres factores esenciales: hacer un reconocimiento para saber
cuántos eran, para cuyo efecto nombraron al gobernador Domingo Erazo. En
segundo lugar, hacer la guerra simultáneamente desde Popayán y Santafé. Y en
tercer lugar, financiar la empresa con el concurso de los encomenderos.
Erazo salió con 260 hombres bien equipados a cumplir su misión, pero cuando la
iniciaba, los indígenas, al mando del cacique Calarcá, atacaron a Ibagué con
astucia militar sorprendente, obligando al español a acudir en su auxilio y luego a
perseguirlos. Terminada tal operación, hizo alianza con los coyaimas y para
probarla envió una expedición mixta a Amoyá y Maito, principal bastión de los
pijaos, pero estos huyeron hábilmente el combate, dedicándose los españoles a
incendiar y asolar los rancheríos indígenas. Luego Erazo construyó el fuerte de
San Lorenzo en Chaparral como base importante de operaciones, mientras en
Popayán se daba comienzo a la guerra por el occidente con la creación de otra
plaza militar en Bulira.
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lograron sorprender a los españoles y al propio capitán Ospina, a quien
encontraron convaleciente en su lecho. Calarcá descargó contra él su lanza, pero el
bizarro español le dio muerte con su pistola y tuvo alientos para capturar a
Cocurga, mientras don Baltasar y demás soldados se batían admirablemente y
rechazaban el asalto.
Entre tanto, España, dueña del mar Caribe, veía amenazado su dominio por
naciones que no estaban dispuestas a respetar su hegemonía en las Indias.
España se vio forzada por las circunstancias a asumir una estrategia defensiva.
Era la poseedora del territorio y debía defenderlo contra la codicia de ingleses,
franceses y holandeses en el mar y de los portugueses en tierra firme. De esos
territorios extraía metales preciosos, pedrería, finas maderas, especias de alto
valor, que sus naves transportaban a la metrópoli, a trueque de mercaderías
sobre las cuales la Corona mantenía un monopolio. Los galeones que hacían el
viaje entre las posesiones de ultramar y la metrópoli eran objeto de ataques por
parte de piratas, corsarios y filibusteros que, no contentos con los tesoros
capturados en el mar, realizaban incursiones audaces y depredaciones sin cuento en
los puertos de islas y costa firme del Caribe español.
27
franceses y holandeses, reduciendo el espacio caribeño español. Para
contrarrestar esas amenazas, la Corona optó por un sistema de puertos
fortificados que mantuviesen un polígono protector y un conjunto de bases para
sus naves de guerra y de transporte.
El siglo XVIII señaló la llegada a la cúspide del poderío naval inglés. Corsarios y
piratas comenzaban a ser fenómenos del pasado, y en su reemplazo surgía la
armada británica para cimentar la grandeza de un imperio oceánico aún más
extenso que el español en sus mejores días. El Caribe sería, una vez más, el
escenario de la confrontación entre las dos potencias navales, con suerte alterna
que alcanzó su clímax con el asedio del almirante Vernon a Cartagena de Indias y
28
la valerosa defensa que de la plaza sitiada hicieran el virrey don Sebastián de
Eslava y el legendario don Blas de Lezo.
29
En el interior, guarniciones escasas y figurativas en capitales como Santafé, o de
vigilancia y protección donde existían remanentes aborígenes como Popayán.
Para 1740, un año antes del ataque del almirante Vernon, todo aquel formidable
complejo defensivo constaba de:
Una fortaleza de primera clase con cuatro castillos: San Felipe de Barajas, Castillo
Grande o De la Cruz, San Luis de Bocachica y San José de Bocachica, con un
30
subtotal de 122 cañones. Dos fortalezas de tercera clase con la caleta de San
Sebastián de Pastelillo y Manzanillo, 28 cañones. Tres fortines: San Felipe de
Bocachica, Santiago de Bocachica y Remedia-pobres, 26 cañones. Dos baterías:
1 y 2 de Los Castilletes, 15 cañones. Dos reductos abaluartados: San Lorenzo y
Santo Domingo, 32 cañones. Cuatro semi-reductos abaluartados: La Media Luna,
San Lucas, Santa Catalina y San Ignacio, 50 cañones, dos hornabeques
abaluartados: La Cruz y Chambacú, con 11 cañones, dos hornabeques: El
Revellín y La Tenaza, 7 cañones. Doce baluarte: Santa Teresa, Santa Lucía, San
Pedro Mártir, San Andrés, San Pablo, San Pedro Apóstol, San Javier, Santa Clara, La
Merced, San José, Santa Isabel y San Juan Bautista, 131 cañones, para un gran
total de 425 bocas de fuego de diversos calibres, distribuidos en los 33 puntos
fortificados de la lista precedente1 .
Esquema operativo del teatro bélico de Bocachica a principios del siglo XVIII
1 Dousdebés, Pedro Julio, General. Cartagena de Indias, Plaza Fuerte. Bogotá. Ministerio de
Guerra, 1958, pp. 140 a 142.
31
Cuatro presidentes se sucedieron en ese período de 15 años, al cabo de los
cuales y ante la inminencia de una nueva guerra con Inglaterra, Felipe V decidió
restablecer el virreinato para elevar su jerarquía y asegurar la unidad defensiva
del litoral Caribe. El 20 de septiembre de 1739, en efecto, la real cédula del
monarca designaba al teniente general de los reales ejércitos, don Sebastián de
Eslava, virrey y capitán general del Nuevo Reino de Granada, con la misión
específica de organizar fuerzas de mar y tierra para la defensa del territorio.
En abril del año siguiente llegaba al puerto el nuevo virrey, trayendo consigo parte
del regimiento de Victoria, algunos de cuyos componentes había desembarcado en
Maracaibo y Santa Marta con el fin de reforzar esas guarniciones. En
Cartagena se encontraba desde comienzos de 1739 el teniente general de la
armada don Blas de Lezo, nombrado comandante del apostadero y de las
fuerzas navales que en él hicieran escala. Ante las informaciones recibidas de
este brillante marino, el virrey decidió permanecer en Cartagena para hacer frente a
las contingencias que se avizoraban.
La contienda entre las dos grandes potencias imperiales del siglo XVIII que se
venía gestando, estalló por fin a raíz de un incidente que podría considerarse
trivial - aunque horrendo- dentro del gran contexto de una confrontación armada: el
capitán español Juan de León Fandiño apresó con su nave guardacostas Isabel a un
buque contrabandista inglés comandado por el capitán Robert Jenkins, a quien
hizo cortar una oreja como castigo. El mutilado marino llegó hasta la Cámara
de los Comunes con su apéndice facial en un frasco de alcohol. La protesta
encendida del parlamento llegó hasta el trono de Jorge II y el 13 de junio de 1739
Inglaterra declaró la guerra a España.
La contienda entre los dos imperios tuvo el Caribe como uno de los principales
escenarios.
32
Portobelo «con solo seis navíos», según rezan las medallas que se acuñaron para
perpetuar este hecho de armas.
Muchas fueron las incidencias del asedio, que finalizó el 8 de junio, cuando la flota
inglesa inició el repliegue hacia Jamaica, derrotada no sólo por la heroica defensa
de la ciudad amurallada, sino por las enfermedades tropicales que se ensañaron
en sus hombres, causándoles más pérdidas que las armas de los sitiados.
También hubo anticipada acuñación de medallas sobre la rendición de Cartagena
que, al revés de lo ocurrido en Portobelo, resultaron vanas. El héroe de la
prolongada lucha fue don Blas de Lezo, que pasó a la historia con su pierna y su
ojo izquierdo perdidos en batallas anteriores, al igual que su brazo derecho
lesionado de por vida. El paciente trabajo de don Juan de Herrera y Sotomayor no
había sido en vano.
33
Como segundos actuaban respectivamente el gobernador civil de la ciudad,
coronel don Melchor de Navarrete, y el teniente coronel ingeniero Carlos Des
Noux, comandante a la vez de la línea defensiva de Bocachica, con sede en el
castillo de San Luis.
Artillería: a los 425 cañones emplazados habría que agregar 50 piezas entre
obuses y coronadas.
Las pérdidas sufridas en el asedio fueron espantables, sin que sea posible
precisar su número, que pudo llegar en las fuerzas inglesas a 12.000 hombres, y en
las españolas a 1.500 entre muertos, heridos y desaparecidos.
34
5.19. Evolución militar bajo Carlos III
En 1753 sucedió a Pizarro el joven mariscal de campo don José Solís Folch de
Cardona, una de las figuras más brillantes y atractivas en la galería virreinal. En
sus ocho años de gobierno prosiguieron con dinamismo los trabajos castrenses en
la Ciudad Heroica, continuados por su sucesor, teniente general de los reales
ejércitos Pedro Messía de la Cerda. El esfuerzo por mantener las fortalezas en la
más alta capacidad defensiva cubrió el resto del siglo XVIII y primeros años del
XIX.
Sin embargo, al firmar en Madrid el tercer pacto de familia con Francia, abrió el paso
a un nuevo conflicto con Inglaterra que, de hecho, repercutiría en América como
todas las guerras en que se comprometían las metrópolis europeas. Los ingleses
tomaron La Habana en 1762, configurando un nuevo peligro para el sistema
defensivo español, basado en la tríada estratégica de su armada, sus fortalezas y
sus fuerzas terrestres, sólidos los dos últimos componentes, débil el primero ante la
superioridad británica en los mares.
Cartagena ofrecía para entonces un carácter aún más inexpugnable que treinta
años atrás, cuando fue asediada por Vernon, sus fortificaciones restauradas,
completa su artillería y amunicionamiento. En cambio, las fuerzas terrestres
habían disminuido, por lo cual se reforzaron con 5 compañías del 2º batallón del
regimiento de Cantabria y 7 compañías del 2º batallón del regimiento de Navarra,
con un total de 1408 efectivos.
O‟Reilly había percibido las dificultades del servicio militar en América para los
cuerpos regulares españoles, por lo cual dirigió el esfuerzo reorganizado en dos
35
direcciones: crear incentivos que atrajeran a los peninsulares al servicio en
ultramar y recurrir a milicias nativas que sustituyeran en parte al ejército regular.
En el primer aspecto obtuvo del rey algunas preeminencias por las cuales se
eximía a los militares en América de ciertos impuestos y se les concedían diversos
beneficios. Por otra parte consiguió el resurgimiento del fuero militar instituido por
Felipe V, pero venido a menos más tarde, dando pie a conflictos de toda índole.
La larga historia de conflictos armados con Inglaterra volvió a cobrar forma con la
nueva alianza franco-española. Para 1779 el virrey Manuel Antonio Flores, que se
había trasladado a Cartagena ante la inminencia del peligro británico, escribía al
ministro de Indias José de Gálvez asegurando que la plaza de Cartagena estaba
bien defendida, las tropas preparadas y en excelente estado de instrucción.
36
Este nuevo conflicto tomó a España en precaria situación económica. Exhaustas
sus arcas, recurrió a las colonias para llenarlas con un régimen impositivo
asfixiante que el regente visitador Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres aplicó en el
virreinato de la Nueva Granada en forma inmisericorde.
La deteriorada salud del virrey Flores y la súbita muerte del gobernador y mariscal
de campo Juan de Torrezal Díaz y Pimienta nombrado para sucederlo, antes de
alcanzar a Santafé, colocaron el virreinato en manos del arzobispo de Santafé,
Antonio Caballero y Góngora, gestor máximo de las capitulaciones de Zipaquirá,
cuyo criterio en torno al fortalecimiento de la decaída autoridad virreinal sobre la
37
base de una estructura militar coincidió con el de su antecesor. Ningún régimen
fiscal y tributario podía imponerse sin el respaldo de la fuerza.
La rebelión comunera, pues, vino a producir un cambio total en la estructura militar del
Nuevo Reino de Granada, con ramificaciones a la audiencia de Quito y
capitanía general de Venezuela. Paradójicamente, fue el único virrey no militar en la
serie iniciada con Sebastián de Eslava y, por más señas, eclesiástico, a quien
correspondió esta importante tarea.
38
6. LA INDEPENDENCIA
Por Margarita Peña y Carlos Alberto Mora, Historia de Colombia. Ed. Norma. Bogotá
1987.
39
defenderían sus derechos como único monarca del territorio español y de sus
colonias.
40
Por su parte, en la Nueva Granada, el abogado Camilo Torres elaboró un
documento que se conoce como el Memorial de Agravios, en el cual protestaba
contra la discriminación a la que estaban sometidos los criollos. El escrito no
defendía la independencia pero amenazaba a los españoles con llevarla a cabo si
no se reconocía a los americanos la igualdad de derechos con relación a los
ibéricos.
Un pretexto les serviría como fulminante para iniciar el proceso que buscaban. El
20 de julio de 1810, en horas de la mañana, Joaquín Camacho se presentó ante
el virrey y le solicitó autorización para conformar una junta de gobierno en Santa
Fe. La esperada negativa del virrey ocasionó la continuación del plan previsto por
los criollos.
Cerca del medio día, Luis Rubio y los hermanos Morales se presentaron en la
tienda del español José González Llorente a quien solicitaron el préstamo de un
florero con el que adornarían la mesa del banquete que iban a ofrecer a don
Antonio Villavicencio (comisionado real que llegaba a la ciudad). La aparente
negativa del español fue el motivo de la disputa en la que participaron criollos e
hispanos y que llamó la atención de toda la gente reunida en la plaza, por ser día
de mercado.
En el momento acordado, los chisperos, o integrantes más jóvenes del grupo que
dirigía la revuelta, se dispersaron por toda la plaza gritando “Queremos Junta”,
41
“Viva el Cabildo” y consignas semejantes que exaltaron los ánimos de la multitud allí
reunida, la cual se lanzó contra las residencias y almacenes ubicados en la plaza,
la mayoría de propiedad de españoles.
En las horas de la tarde, la multitud, que todavía no veía el significado que tenía el
movimiento promovido por los criollos, comenzó a dispersarse y a regresar a sus
casas. Los criollos, que aún no habían logrado el objetivo que se habían propuesto
ese día, tuvieron que desplegar una gran actividad a fin de mantener la
manifestación popular ya que sin ella el Virrey no accedería a autorizar la
formación de la junta. Fue entonces cuando José Acevedo y Gómez dirigió una
proclama al pueblo para animarlo a apoyar la rebelión.
Entre tanto, José María Carbonell, un criollo joven y con gran capacidad de líder,
corría de casa en casa, invitando a la gente a unirse al movimiento y a pedir
cabildo abierto.
42
Una vez conformada la junta, sus integrantes procedieron a elaborar un
documento conocido como el Acta de la Revolución, la cual no es precisamente
una declaración de independencia con relación a España. El Acta de la Revolución
reconocía a Fernando VII como autoridad suprema y nombraba al virrey Amar y
Borbón como presidente del nuevo gobierno. Además, declaraba que la junta se
constituía como gobierno provisional y se comprometía a redactar una constitución
con la participación de todas las demás provincias del virreinato.
Indica el historiador Arteaga que “el 20 de julio de 1810 termina nuestra vida
colonial, como también la época de los precursores (...) La nación había nacido sin
sangre. El populacho no llegó a los terribles excesos a que con frecuencia se
abandona en circunstancias semejantes, pero siempre se dejó sentir por la
violencia de sus actos. Aprisionó al virrey, a la virreina y a todas las autoridades
coloniales el 15 de agosto del mismo año.”
Según los federalistas, el gobierno debía organizarse de tal manera que cada
provincia gozara de autonomía económica y política. Las provincias deberían estar
unidas por un pacto de federación y representadas en un organismo central (el
congreso) que residiría en la capital del territorio. Los Estados Unidos, que ya se
habían organizado de esta manera, sirvieron como ejemplo a quienes defendían el
federalismo. Dirigía esta corriente don Camilo Torres.
43
triunfo de Nariño, al frente de los centralistas. (Para un recuento más detallado de
este enfrentamiento, ver el capítulo dedicado a las guerras civiles del siglo XIX).
Bolívar llegó al territorio neogranadino en 1812, tras haber sufrido una grave
derrota en Venezuela (derrota que significó el hundimiento de la Primera
República en ese país; la recuperación del dominio por parte de los españoles y la
captura del General Francisco de Miranda).
Desde Cartagena, Bolívar dirigió una carta a los granadinos (el Manifiesto de
Cartagena) en la cual explicó las razones del fracaso del movimiento
independentista en Venezuela y donde los invitaba a unificar sus esfuerzos para
conseguir la libertad. En la misma carta, Bolívar criticaba al federalismo como
44
forma de gobierno para los territorios hispanoamericanos que luchaban por
independizarse de España.
En Venezuela los españoles los esperan escalonados. Pero los patriotas avanzan y
van capturando una a una las posiciones enemigas. Llegan a Mérida; y tras
derrotar a varios contingentes enemigos, entran en la ciudad de Trujillo. Allí
Bolívar se entera de los crímenes que han cometido los españoles en Caracas y
como respuesta expide su célebre decreto de „Guerra a muerte‟.
45
encargado por el Congreso de encabezar los ejércitos que debían desalojar las
tropas realistas que habían ocupado los territorios del sur y que ponían en peligro el
proceso de la Independencia.
Nariño partió con sus fuerzas y en diciembre de 1813 derrotó a las fuerzas
realistas que comandaba Juan Sámano en la batalla del Alto Palacé, cerca de
Popayán. Continuó su marcha hacia el sur y después de otras victorias intentó
ocupar la ciudad de Pasto pero fracasó debido a la hostilidad de sus habitantes
que eran partidarios de los realistas. En Pasto fue encarcelado, de allí le enviaron a
Quito y luego fue remitido a la cárcel de Cádiz en España, donde ha de
permanecer prisionero por cuatro años.
46
6.16. La Carta de Jamaica.
Una vez en Jamaica, Bolívar dirigió a los pueblos hispanoamericanos una carta en la
cual analizaba la historia latinoamericana desde los tiempos de la conquista
española y hacía ver la necesidad de que los pueblos hispanoamericanos
lucharan por su independencia. Así mismo, hacía algunas reflexiones y
advertencias sobre lo que sería el futuro del continente, una vez que lograra su
independencia.
6.17. La Reconquista.
Una vez en el poder, Fernando VII concentró todos sus esfuerzos en someter
nuevamente a las provincias que se habían rebelado contra el dominio español.
Con este fin organizó una expedición pacificadora al mando del experto militar don
Pablo Morillo, quien debía restablecer el orden en Nueva Granada e imponer otra
vez el dominio español.
47
Fusilamiento de los próceres de Cartagena el 24 de febrero de 1816 por orden del gobierno español. Pintura anónima del
siglo XIX. Museo Nacional, Bogotá
Morillo dividió sus fuerzas en 4 ejércitos que debían penetrar al país por diferentes
sitios. Una columna, al mando de Bayer, penetró por el occidente del país
ocupando Quibdó y Nóvita, y tomando luego hacia el río Cauca; Otra columna, al
mando de Warleta, ocupó Mompós, luego Zaragoza, Buga, Cali y Popayán; otra al
mando de Santacruz, pasó por Mompós y ascendió por el río Magdalena hasta
ocupar Honda; la otra, al mando de Morillo y Enrile, avanzó desde la costa hacia
Ocaña y de allí a Sogamoso, a Tunja y a Santa Fe. Mientras tanto, desde el sur,
Sámano avanzó desde Pasto hacia El Tambo.
Algunos contingentes enviados por los patriotas a detener el avance del ejército
español fueron batidos por las avanzadas de Morillo y tuvieron que replegarse.
Francisco de Paula Santander, con algunos compañeros, optó por retirarse hacia
los Llanos Orientales para mantener allí viva la llama de la Independencia.
48
6.20. El Régimen del Terror.
Durante el Régimen del Terror fueron ejecutados en el cadalso muchos líderes del
movimiento independentista. Entre ellos José María Carbonell, Camilo Torres,
Francisco José de Caldas, Antonio Villavicencio y Joaquín Camacho.
Policarpa Salavarrieta
Según cuenta en sus „Memorias‟ el general José Hilario López, quien siendo un
joven soldado estuvo presente en la ejecución de Policarpa: «La Pola marchó con
49
paso firme hasta el suplicio y en vez de repetir lo que le decían sus ministros, no
hacía sino maldecir a los españoles y encarecer su venganza. Al salir a la plaza y
ver al pueblo agolpado para presenciar su sacrificio, exclamó: "¡Pueblo indolente!
¡Cuán diversa sería hoy vuestra suerte si conocieseis el precio de la libertad! Pero no
es tarde. Ved que aunque mujer y muy joven, me sobra valor para sufrir la
muerte y mil muertes más y no olvidéis este ejemplo». Ya al pie del banquillo,
volvió otra vez los ojos al pueblo y dijo: « ¡Miserable pueblo, yo os compadezco!
¡Algún día tendréis más dignidad"!».
Las fuerzas patriotas, desplazadas por los españoles de los territorios ocupados,
se habían refugiado en Casanare, donde se preparaban para acciones futuras.
Entre tanto, Bolívar buscaba el apoyo internacional para sus campañas
libertadoras. Poco después de haber enviado la Carta de Jamaica, se dirigió a
Haití para solicitar el respaldo económico del presidente negro Alejandro Petión.
Este concedió el apoyo solicitado a cambio de la promesa de Bolívar de que una
vez lograda la independencia, liberaría a todos los esclavos existentes en este
territorio.
Con apoyo de los haitianos, Bolívar organizó una nueva expedición hacia
Venezuela.
50
para ello con los ejércitos reunidos en los Llanos de Casanare. Después de
analizar las condiciones del territorio llegó a la conclusión de que lograría el triunfo si
penetraba al país por el oriente, es decir por los Llanos y si hacía marchar a sus
ejércitos con gran rapidez a fin de cruzar la cordillera y sorprender a los realistas.
Esta atrevida decisión de Bolívar no había sido prevista por los españoles debido a
la dificultad que existía para atravesar la cordillera.
Francisco de Paula Santander. Litografía de Leveillc sobre un original de José María Espinosa. 1836. Casa
Museo 20 de julio, Bogotá
El plan fue apoyado por los altos mandos del ejército en mayo de 1819. Los
ejércitos venezolanos se dirigieron entonces a Mantecal y desde allí enviaron
comunicaciones a Santander quien se encontraba en Casanare. El ejército de
Bolívar se componía de 2.000 hombres y contaba con el apoyo de la Legión
Británica, enviada por el gobierno de Inglaterra.
En los primeros días de junio, las tropas de Bolívar se reunieron con las de
Santander y ambos líderes discutieron sobre la forma como proseguirían la
marcha. El 22 de junio iniciaron el paso de la Cordillera. Según el plan trazado, las
tropas escalaron el Páramo de Pisba, una ruta muy poco transitada. La situación
de los ejércitos no era buena: no tenían uniformes militares ni alimentación
suficiente para resistir el frío del páramo. Muchos soldados perdieron la vida.
51
El 25 de julio, el ejército libertador llegó al sitio denominado Pantano de Vargas, un
valle rodeado por algunas alturas, inundado a causa de las lluvias.
6.22. Batalla del Pantano de Vargas (por el Brigadier General Roberto Ibáñez).
52
Ciertamente, fue un error táctico y falta de previsión el no calcular las posibles
líneas de acción del adversario, así como la eventualidad del cruce de un
obstáculo natural e insalvable sin medios apropiados, que al dejarlo a retaguardia
no le daba al ejército patriota otra posibilidad que la de vencer o morir. Por eso,
cuando el ejército realista apareció aquella mañana sobre los cerros del Salitre, las
fuerzas de la república se vieron abocadas al combate en condiciones de terreno
adversas y sin posible vía de retirada. Pero el Libertador, acostumbrado a
combatir contra las mismas fuerzas de la naturaleza, era a la vez supremo
inspirador de la lucha revolucionaria y forjador en sus hombres de la fe
inquebrantable en la victoria final. Arrastrado por esa fuerza moral que lo hacía
irresistible ante las circunstancias, no cejó ante la contingencia táctica y dispuso el
combate, dosificando el empleo de sus unidades en forma conveniente.
Barreiro, por su parte, enterado del paso del río por las tropas libertadoras,
dispuso en la mañana del 25 de julio la marcha de la división, llevando una
compañía de Dragones como vanguardia.
En esta situación. Bolívar dispuso un ataque general de toda la infantería, con lo cual
se inició una tercera progresión pero, como la posición realista era formidable, fue
asimismo por tercera vez rechazado el ejército libertador, con lo cual quedó en
condiciones extremadamente críticas.
53
Bolívar, desde el cerro que hoy se conoce con su nombre, dirigía la acción. Al ver a
su infantería rechazada, a todo el ejército sin posible vía de retirada y a la
caballería enemiga avanzando imponentemente, cuando él no contaba sino con
escasos 300 jinetes semidesnudos, no pudo menos que impacientarse y exclamar
entrecortadamente delante de su estado mayor y otros oficiales que les
acompañaban: «Se nos vino la caballería y se perdió la batalla».
Desde luego, la decisión de la jornada no corrió por cuenta exclusiva del coloso
centauro y de los catorce más que le siguieron en su apoteosis, pues, como lo
afirma el parte realista, «toda la infantería y caballería cargó de inmediato». Sin
embargo, ellos dieron el ejemplo.
54
el famoso capitán Bedoya a manos del sargento Chincá, quien, herido de muerte,
fue llevado al otro día para Tibasosa, mientras repetía por el camino "Bedoya me
pringó, pero también se fue". A los tres días murió, a pesar de todos los cuidados
que le prodigaron».
También son dignos de mención, el particular heroísmo del coronel Jaime Rook,
quien ofreció su sacrificio «a la patria que habría de darle sepultura», y la
temeridad del teniente Juan Carvajal, que peleó contra varios adversarios
simultáneamente, ganándose por ello el sobrenombre de "León del Pantano de
Vargas".
La conducta del teniente coronel Juan José Rondón y del teniente Juan Carvajal fue
reconocida por el Libertador al día siguiente, ascendiéndolos a coronel y
capitán, respectivamente.
55
Después de la acción de Vargas, el ejército libertador retrogradó a Bonza y
Duitama, mientras el realista lo hizo hacia Paipa, quedando así prácticamente en las
mismas posiciones anteriores a la batalla.
Así, los dos ejércitos, ocho días después de la sangrienta batalla, quedaron en
condiciones de combatir. El realista, mermado psicológica y anímicamente, vio
agravarse su situación cuando el Libertador, con un movimiento de extraordinario
alcance ocupó a Paipa el 3 de agosto y luego, mediante hábil escaramuza y una
marcha nocturna en estricto secreto, retrocedió por el Salitre, tomó el camino de
Toca y en la mañana del 5 de agosto se apoderó de Tunja, cortándole a Barreiro las
comunicaciones con Santafé. Bolívar entró a Tunja en medio del entusiasmo de sus
habitantes a las 11 de la mañana, escoltado por la caballería del coronel Juan
José Rondón. La infantería llegó a las 5 de la tarde.
6.23. Batalla del puente de Boyacá (Por el Brigadier General Roberto Ibáñez).
Cuando desde Loma Bonita, frente a Paipa, Barreiro se dio cuenta de que el
ejército libertador había abandonado la población y en ella sólo permanecía la
guerrilla patriota del negro Félix Pabón, se percató de su aislamiento con Santafé y
por ello no pensó en otra cosa que recuperar sus líneas de comunicaciones. Por
tanto, el mismo día 5 de agosto marchó hacia el pueblo de Motavita, situado al
noroeste de Tunja, en condiciones adversas, pues los víveres y vituallas se habían
agotado y el rancherío estaba desierto por abandono de sus moradores; además,
durante la marcha, el ejército realista fue permanentemente hostigado por partidas
sueltas de la caballería patriota y por algunas guerrillas.
56
por lo que el jefe realista determinó con un movimiento flanqueanté recuperar sus
comunicaciones con Santafé.
57
Esta situación obligó a la vanguardia realista a organizar una débil resistencia
sobre la casa y luego sobre otros paredones más al sur, para asegurar el paso del
puente y su organización defensiva en la orilla opuesta de la quebrada Teatinos,
presionada denodadamente por los batallones Cazadores y 1° de Línea.
Entre tanto, las unidades de retaguardia rodeaban los batallones de realistas que
intentaban mantener sus posiciones. Parte de la caballería española con el
coronel Esteban Díaz, jefe del Estado Mayor, abandonó el campo de combate y
huyó por la vía Samacá-Chiquinquirá a Honda, mientras los otros cuerpos eran
rebasados y copados por el ímpetu del ataque patriota. De tal suerte, en poco
tiempo tanto en la vanguardia como en la retaguardia fue derrotada
completamente la Tercera División realista que aseguraba el virreinato de la
Nueva Granada. Barreiro con su segundo el coronel Jiménez, la mayoría de sus
oficiales y 1600 soldados cayeron en poder del ejército libertador y con ellos su
armamento, artillería, municiones y equipo de combate.
A la luz del análisis militar, fue esta acción un combate de encuentro, donde la
sorpresa; lograda por Bolívar gravitó desde el primer contacto, propiciando un
impacto psicológico negativo en la Tercera División realista, debilitada por las
marchas forzadas anteriores, lo que influyó para que su resistencia fuera endeble.
Algunos sostienen que fue casi una emboscada; quizás las circunstancias morales
generadas por la última carga del Pantano de Vargas pesaron grandemente en
Barreiro y sus fuerzas. Esta es la razón para que algunos resten importancia a la
acción del 7 de agosto en beneficio de la del 25 de julio.
58
Sin embargo, los resultados de una acción militar no se miden por las
circunstancias de su desarrollo y sus proporciones, sino a la luz de sus efectos en el
campo estratégico de la campaña y en el campo político de su objetivo final. Por eso
Boyacá es la más importante batalla librada en suelo colombiano.
6.27. Consecuencias.
59
6.29. El Congreso de Angostura.
-Se nombró un jefe o vicepresidente para cada uno de los departamentos: Germán
Roscio en Venezuela y Francisco de Paula Santander en Cundinamarca.
60
La situación para la República se tornó crítica cuando los españoles de Puerto
Cabello amenazaron con desembarcar cerca de Caracas y por poco obligan al
general Carlos Soublette a evacuar la ciudad. El riesgo fue aún mayor cuando el
general Morales, que reemplazó a Latorre en el mando de las fuerzas
realistas de Venezuela, logró derrotar a dicho jefe patriota en junio de 1822 en el
combate de Dobajuro y se apoderó nuevamente de Coro. De esta ciudad regresó
a Puerto Cabello con el propósito de romper el cerco patriota y amenazar el
centro de Venezuela.
Morales, por su parte, artilló sus buques en Maracaibo con los cañones del castillo
de San Carlos y fuerte Zapara, a la espera de la flota española que desde La
Habana navegaba hacia el lago a órdenes del capitán de navío Ángel Laborde.
Padilla tuvo que desembarcar en Santa Marta para sofocar una insurrección
realista que había logrado apoderarse de la ciudad, mientras el gobierno de la
61
república, en reconocimiento a sus hazañas en el sitio y toma de Cartagena, le
confería el grado de general de brigada (equivalente al de contralmirante) el 2 de
abril de 1823.
A comienzos de mayo el capitán Renato Beluche, que había sido enviado con el
bergantín Independiente, las goletas Antonia Manuela, Juana, Leona, Favorita y el
falucho Erosiont con auxilios para el general Soublette, junto con el capitán
Daniels que mandaba las goletas Carabobo y María Francisca, se vio obligado a
combatir contra la flota española cerca de La Guaira en condiciones
desventajosas y fue derrotado. Reluche apenas pudo salvar el Independiente, la
Leona y la Antonia Manuela, con las cuales enrumbó en busca de Padilla a quien
encontró en Los Teques.
62
Las fuerzas realistas, por su parte, contaban con 2 000 veteranos bien armados
guarneciendo los fuertes, más un escuadrón de caballería y 1.000 reclutas en
instrucción. Morales aguardaba la flota española de Laborde, cuyo poder de fuego
era muy superior a la republicana. La sola fragata Constitución contaba con 42
cañones de gran calibre.
Del 14 al 19 de mayo las dos flotas realizaron acciones de tanteo en las que la
realista llevó la peor parte, con varias bajas de oficiales y marinería. El 20,
mientras las naves republicanas eran lanzadas por un temporal hacia El Tablazo,
la armada realista intentó acometerlas, centrando el ataque sobre el buque
insignia Independiente, que lograron abordar, y en la refriega subsiguiente Padilla
fue herido en la cabeza en forma que perdió el conocimiento y se llegó a darlo por
muerto. Vuelto en sí, con su coraje habitual recobró el mando al grito de «Padilla
no ha muerto, viva la Virgen de los Remedios de Riohacha». El ataque fue recha-
zado con pérdidas de alguna consideración para los realistas, por lo cual Morales
quiso juzgar a varios oficiales, de lo que finalmente desistió ante el temor de un
levantamiento.
63
Entre tanto, el general Francisco Gómez, que había reemplazado transitoriamente
a Montilla por enfermedad de éste, intentó apoyar a Padilla, para lo cual alcanzó la
población de Sinamaica, pero el invierno lo obligó a regresar. Sin embargo, su
maniobra forzó a Morales a abandonar a Maracaibo para salir a su encuentro,
dejando apenas una guarnición de 500 hombres al mando del coronel Sebastián
de la Calzada. Avisado Padilla, coordinó con el coronel Manrique el ataque a la
ciudad, que se desencadenó los días 15 y 16, logrando hacerse a toda la artillería
del castillo, que hizo trasladar a sus buques, y capturando las embarcaciones
menores surtas en el puerto, con un costo de 40 muertos y 130 heridos por 80
muertos y 200 heridos del enemigo. Ante el inminente regreso de Morales con sus
2.500 hombres, Padilla evacuó la ciudad, trasladando su flota a la isla de Burros,
donde se repararon algunas embarcaciones y se repararon otras.
Fue una gran victoria para las armas de la república, que consolidó, ahora sí
definitivamente, la independencia de Venezuela, y liberó a Colombia de la guerra
en dos frentes, para dedicar su máxima atención al sur, donde Simón Bolívar se
aprestaba a librar la campaña libertadora del Perú. Puerto Cabello y Cumaná
quedaban perdidas para la causa del rey y en breve tiempo se rendían a los
ejércitos de Colombia. El arrojo de Padilla corrió parejo con su pericia naval, para
conquistar la más grande victoria en el mar de toda la guerra de Independencia.
Entre las leyes expedidas por el Congreso de Cúcuta hay que citar las siguientes: Se
abolió la trata de negros y se proclamó la „libertad de partos de las esclavas‟ o sea
que, en adelante los hijos de los esclavos serían considerados hombres libres. Se
declaró la igualdad de los indígenas con respecto a los demás ciudadanos. Y se
suprimieron algunos impuestos coloniales.
64
6.33. Independencia de Ecuador, Perú y Bolivia.
Bolivia, que hasta entonces había formado parte del Perú, se organizó
independientemente y adoptó tal nombre como homenaje al Libertador, quien no
aceptó el cargo de presidente pero redactó la constitución que debía regir al país.
Entre los comandantes que se destacaron en esa campaña hay que citar al
venezolano Antonio José de Sucre, a quien Bolívar confirió el título honorífico de
Gran Mariscal de Ayacucho; y al granadino José María Córdoba, quien se hizo
famoso al arengar a sus tropas y llevarlas al combate al grito de “A paso de
vencedores!”.
Por otra parte, se presenta una ruptura ideológica entre Bolívar y Santander, por la
forma como debería organizarse la joven república. Bolívar planteó una
constitución autoritaria que proclamaba la existencia de un presidente vitalicio que
gozaba de amplios poderes. Santander estaba en desacuerdo. Como consecuencia se
forman dos bandos: los que siguen a Santander, que fueron llamados „civilistas‟, y
los que siguen a Bolívar, que fueron llamados „militaristas‟.
65
El 25 de septiembre de 1828 un grupo de hombres intentó asesinar al Libertador,
quien logró salvarse huyendo por una ventana del Palacio de San Carlos.
Controlada la conspiración, fueron ejecutados algunos de sus dirigentes y
Santander, fue desterrado, pues alguno de los complotados lo acusó de haber
participado en la conspiración.
___________________________________________________________________
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7. LAS GUERRAS CIVILES DEL SIGLO XIX
Fue así como en ese lapso se desataron varias guerras civiles cuya motivación
estuvo principalmente en las radicales diferencias que surgieron acerca de la
forma como debería organizarse la naciente república.
Un analista político de la época señaló: “cada guerra trae una nueva constitución y
cada constitución trae una nueva guerra.”
67
No fue posible conciliar las diferencias y en 1812 los dos grupos acudieron a las
armas. Dos próceres encabezaron las facciones encontradas: el grupo centralista
estuvo dirigido por don Antonio Nariño, Presidente de Cundinamarca; en tanto que el
grupo federalista lo estuvo por don Camilo Torres.
Fue así como la Guerra Civil de 1813 debilitó y dividió a los republicanos,
facilitando el proceso de la Reconquista Española.
En el sur del país, “la noticia de la clausura ocasionó el incendio”. (Argos). Ante la
orden de cerrar dichos conventos, en Pasto el furor no tuvo límites y los frailes de
los conventos de Cali resolvieron resistir y oponerse con las armas en la mano. El
monje fray Francisco Villota monta a caballo, “empuña el estandarte de San
Francisco de Asís y seguido por más de 5.000 devotos, cual otro Pedro el
ermitaño, predica la guerra santa.” (Arteaga).
Esta será una terrible guerra religiosa. El gobierno envió al general Pedro
Alcántara Herrán a debelar el movimiento. Este marchó hacia el sur donde hubo
68
de enfrentar a los revolucionarios organizados en guerrillas y dirigidos por los
diestros Andrés Noguera y Estanislao España. En esa misma región el general
José María Obando, tras declararse “Supremo Director de la Guerra”, se unió al
alzamiento, mas fue derrotado y hecho prisionero.
Dice Argos que esta guerra pasó de ser religiosa a ser política.
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- Por su parte, los conservadores se definen como admiradores de Bolívar.
- Partidarios de una autoridad fuerte y centralizada.
- Que el Estado sea regulador de las actividades económicas.
- La religión católica debe ser la orientadora moral de la nación.
- Abogan por estrechos vínculos entre la Iglesia y el Estado.
- Además luchan por conservar las tradiciones, la lengua y los valores
heredados de la Colonia.
- Su enseña es la bandera azul.
Los conservadores representarán la tradición y el orden (la derecha), en tanto que los
liberales tomarán la bandera de la libertad y las transformaciones,
identificándose en este caso con los movimientos de izquierda europeos.
7.4.1. Antecedentes:
Desde las primeras horas del día 7 de marzo de 1849, señalado para la elección, se
vieron corrillos formados por toda clase de individuos con grandes divisas que
decían: “¡Viva López, candidato popular, terror de los conservadores!”. Se trataba
del candidato liberal José Hilario López.
Según refiere el historiador Arteaga: “El populacho invadió las cámaras del
Congreso y con gritos y amenazas quiso imponer su voluntad.” Las barras
pudieron ser despejadas, pero la multitud afuera grita, se exaspera y amenaza
romper las puertas. El Congreso se convence que de las amenazas pasará a los
hechos e intimidado, elige a López. El jefe conservador Mariano Ospina Rodríguez
escribe en su papeleta: “Voto por López para que el Congreso no sea asesinado”.
70
decretó la abolición definitiva de la esclavitud (1851). Pero al mismo tiempo, se
tomaron duras medidas anticlericales (por las cuales López sería excomulgado) y se
aumentó la agitación sectaria.
7.4.2. Desenlace:
Existen dos interpretaciones sobre esta guerra: la primera explica que fue a causa
de los atropellos protagonizados por los grupos exaltados liberales en contra de
los conservadores, con la tácita anuencia del gobierno. La segunda tesis afirma
que la causa de la guerra fue el decreto de liberación de los esclavos, pues “los
grandes propietarios de ellos se juzgaron arruinados al tenerlos que liberar.”
(Arteaga).
71
consideraba el alma del movimiento. El 6 de agosto de 1851 se libró en el Tolima la
batalla de Garrapata, donde el ejército oficial derrotó a la caballería enemiga
compuesta por los famosos lanceros tolimenses.
La guerra fue corta. Tan solo duró dos meses, pero se ocasionó una notable
pérdida de vidas, y se ocasionaron grandes gastos económicos, desmoralización y
odios profundos. Sin embargo, no hubo represalias; se decretó el indulto; el
partido liberal salió fortalecido y José Hilario López gobernará exclusivamente con él
a la nación.
En abril de 1854, el general José María Melo, quien era ministro de guerra, dio un
golpe de cuartel contra el presidente José María Obando y se declaró en ejercicio
del poder. Esto desencadenó otra guerra civil.
Esta guerra tuvo, al parecer, motivos económicos, pues fue librada entre
„Librecambistas‟ y „Proteccionistas‟.
72
' José María Obando. Litografía de Sarony sobre fotografía de Demetrio Paredes, realizada en 1852,
En 1853, Obando fue elegido para la presidencia, y aunque simpatizaba con los
draconianos, se vio obligado a aprobar la constitución de 1853, que era la
continuación de la política librecambista establecida por el gobierno anterior.
Efectivamente, José Hilario López, a pesar de las promesas que hiciera a los
artesanos, durante su mandato estableció el librecambio. Esta reforma favoreció a los
comerciantes importadores - exportadores y a los terratenientes interesados en
vincularse al mercado internacional.
Melo, defensor del proteccionismo, se proclamó jefe supremo del Estado, y como tal
abolió la constitución y disolvió el Congreso. Estos antecedentes fueron los que
desencadenaron la guerra.
73
En Tunja, el general Tomás Herrera se declaró presidente constitucional del país y
luego se trasladó a Ibagué, declarándola capital de la República. Herrera tomó el
mando de las tropas leales al gobierno legítimo; José Hilario López asumió el
mando del Ejército del Sur; en tanto que Tomás Cipriano de Mosquera
encabezaba el Ejército del Norte. Más tarde se les unió el general Herrán,
fortaleciendo esa coalición de liberales y conservadores contra el general Melo.
(Hay que anotar que para esa época el general Mosquera era conservador,
algunos años más tarde ha de cambiar de partido).
Escribe Vargas Martínez, biógrafo de Melo: “Las tropas leales a los partidos
políticos creados en la década anterior, bajo la dirección de tres expresidentes, se
unieron para acabar con el experimento social único en la historia del continente, de
crear (...) una república de artesanos.”
Los artesanos fueron organizados en milicias, junto con las tropas fieles a Melo y
se inició el enfrentamiento. El 20 de mayo de 1854 se dan los combates de
Zipaquirá y Tíquisa, donde Melo, encabezando sus fuerzas, propina sendas
derrotas a Tomás Herrera. Pero a continuación, el general Melo inicia una política
defensiva que lo hizo replegar dentro de los límites de la Sabana de Bogotá.
La guerra fue cruenta y Melo resistió durante 8 meses, hasta que el final las
fuerzas enemigas convergieron sobre la capital. El 4 de diciembre de 1854, luego de
un encarnizado combate, en que se luchó casa por casa, el general Melo optó por
rendirse.
74
El general Melo fue capturado y se le juzgó, condenándosele a una pena de 8
años de destierro. Ha de morir en México.
Esta guerra, en que triunfaron los expresidentes López, Mosquera y Herrán, con el
respaldo de los comerciantes y de los terratenientes conservadores, significó un
triunfo para el Librecambismo. El bando de los artesanos fue aplastado por esa
coalición y “centenares de artesanos (unos 200) fueron apiñados en campos de
concentración en Chagres, Panamá, donde murieron de fiebre y desamparo.”
(De Maetzu).
Esta no tuvo carácter nacional sino local, pues estuvo localizada en Santander, sin
embargo reviste una gran importancia.
Entonces los conservadores, dirigidos por los generales Leonardo Canal y Juan
José Márquez, se levantaron en armas contra el gobierno de Herrera: Para
encarar la insurrección, éste logró reunir una fuerza de 1.000 hombres, y se inició el
enfrentamiento.
Las tropas de Vicente Herrera son derrotadas en Suratá por las fuerzas
conservadoras del general Márquez, pero los liberales recuperan la iniciativa y
vencen a sus contrarios en los campos de Güepsa, San Andrés y Oratorio. Las
huestes azules quisieron continuar la lucha en Boyacá, pero dieron en el sitio de
La Concepción (Santander) con el ejército liberal del entonces coronel Santos
Gutiérrez.
75
Tras librar otros enfrentamientos, cuyo desenlace fue generalmente adverso,
finalmente los conservadores del Estado de Santander, se vieron obligados a
capitular y firmaron la paz en Bogotá, el 17 de septiembre de 1859.
Sin embargo, vale la pena anotar que con su acción evitaron que fuera separado de
Colombia el Estado de Santander.
En mayo de 1860, el presidente del Estado Soberano del Cauca, general Tomás
Cipriano de Mosquera, acusó al presidente de la República, el conservador Ospina
Rodríguez de interferir en los asuntos regionales y declaró la guerra al gobierno
central.
Mosquera, que había sido conservador, busca el apoyo de los liberales para esta
aventura bélica y tras nombrarse “Supremo Director de la Guerra”, marcha hacia la
capital al frente de un ejército de macheteros. Muchos se unen a la insurrección de
Mosquera, hasta su antiguo enemigo, el general Obando.
De modo pues, que Tomás Cipriano de Mosquera, que había sido bolivariano y
conservador, se insurrecciona con apoyo de los radicales y -señala Plazas Vega,
cambia de partido.
En la costa norte, las tropas liberales de Cartagena, comandadas por Juan José
Nieto, le ponen cerco a Santa Marta. Dirige la defensa de esta plaza el poeta y jefe
conservador caucano don Julio Arboleda, quien tras resistir un asedio de varias
76
semanas tiene que escapar con un puñado de sus hombres hacia Panamá; y
Santa Marta cae en manos de los revolucionarios liberales.
Con el apoyo del general Santos Gutiérrez, quien llega desde Tunja, Mosquera se
toma a sangre y fuego la capital. (18 de julio de 1861).
Fue así como gracias al decidido respaldo de los radicales, el general Tomás
Cipriano de Mosquera se estableció por segunda vez en la presidencia. Esta vez a la
cabeza de un gobierno de facto. La dictadura instaurada por él en 1861, a
diferencia de su primera administración, ha de caracterizarse por su espíritu de
franca intolerancia, en especial contra la Iglesia que hubo de sentir los rigores de la
persecución.
En febrero de 1862 los Guascas atacan a Bogotá irrumpiendo desde los cerros
orientales, mas tienen que replegarse llevando herido a su jefe, el coronel Manuel
Obando.
Ese mismo mes, el general Canal pasa con su ejército de Santander a Boyacá y de
allí a Bogotá. El general Mosquera se encuentra ausente de la ciudad y
entonces sus partidarios se atrincheran en el antiguo convento de San Agustín,
ahora convertido en cuartel. Las fuerzas de Canal le ponen sitio al convento, pero
tras un asedio de 3 días, tienen que retirarse con cuantiosas pérdidas, pues se
acercan refuerzos enemigos encabezados por el general Santos Gutiérrez y por el
propio general Mosquera.
El general Canal pasa a Antioquia y luego al Cauca donde une sus restantes
fuerzas a las de don Julio Arboleda, quien ha reaparecido en esa región. Tras
varios combates en el sur, en que la suerte se inclina en una u otra dirección,
Arboleda decide encaminarse hacia Pasto, acompañado sólo de sus edecanes.
Pero es una decisión fatal, pues al atravesar la sombría montaña de Berruecos
cae víctima de una emboscada. Es el 12 de noviembre de 1862.
77
Con ese asesinato prácticamente terminó la resistencia legitimista. El 30 de
diciembre de 1862 el general Canal se ve precisado a capitular en Pasto, lo cual
pone fin a la guerra en el sur. Los restantes focos de resistencia serán derrotados al
año siguiente.
78
- Se estableció la ausencia de un ejército profesional y permanente en
Colombia; mientras que los Estados sí podrían tener sus propias fuerzas
militares.
Se afirma que a Víctor Hugo, el gran literato francés, le hicieron llegar una copia
de esta constitución y que tras leerla comentó: “Es una constitución para ser
aplicada en un país de ángeles.”
Las sucesivas medidas anticlericales tomadas por los gobiernos radicales, fueron
poco a poco caldeando el ambiente político hasta que, en julio de 1876, los
conservadores decidieron levantarse en armas contra el gobierno del presidente don
Aquileo Parra.
Otros analistas creen que ese alzamiento estuvo motivado, más que en la cuestión
religiosa, en un deseo de recuperar el poder que les fuera arrebatado. Pero
muchos conservadores vieron esta guerra como una verdadera cruzada y un buen
número de religiosos hizo causa común con el alzamiento.
Entre los jefes destacados de las fuerzas gubernamentales hay que citar a los
generales Santos Acosta, Sergio Camargo y Julián Trujillo; mientras que
encabezando el alzamiento descollan los generales Leonardo Canal, Antonio
Cuervo, Marceliano Vélez, Manuel María Córdoba y Manuel Casabianca.
79
Batalla de Garrapata. A pesar de las fuertes cargas de caballería del general
Casabianca, el ejército de Santos Acosta logró resistir y al producirse una tregua del
combate, aunque éste se hallaba indeciso, Vélez dio orden a sus fuerzas de
retirarse en dirección a Antioquia. Esta decisión causó fuertes críticas entre sus
oficiales y desmoralizó a sus partidarios.
7.10.1. Antecedentes:
Núñez nuevamente fue elegido presidente para el período 1884-86 y esta vez
emprendió su proyecto de reformar la constitución de 1863, lo cual le atrajo una
feroz oposición por parte del radicalismo que no estaba dispuesto a dejar mover
una coma de esa carta. El presidente intentó formar un gobierno de coalición con
80
los radicales pero éstos lo rechazaron, prefiriendo irse a la guerra contra el
gobierno.
7.10.2. Desenlace:
En la costa norte, los radicales sitiaron a Cartagena, pero ésta resistió hasta la
llegada de refuerzos al mando del joven general Rafael Reyes. Los
revolucionarios, dirigidos por Gaitán Obeso y el general Sergio Camargo, optaron
por remontar el Magdalena en varios barcos de vapor que habían capturado, pero
en el sitio de „La Humareda‟ recibieron una apabullante derrota a manos del
general Guillermo Quintero Calderón, quien se había atrincherado allí.
81
- Se dio al país el nombre de República de Colombia.
- Fue establecida una sola legislación para toda la República y un ejército único.
Núñez falleció en 1894 y fue sucedido por su vicepresidente don Miguel Antonio
Caro, a lo cual los radicales vislumbraron una posibilidad de retomar el poder,
lanzándose a una nueva aventura bélica. Esta se inició el 3 de enero de 1895.
82
arrestados por la policía junto con otros conspiradores, pero otros siguieron
adelante con la rebelión.
El general Reyes prosigue hacia la Costa; vence al rebelde Lugo en las planicies
de Bolívar; y toma el camino de Santander donde une sus fuerzas con las del
gobernador. Juntos se preparan a repeler a dos ejércitos rebeldes que se hallan
reforzados por unidades venezolanas (pues Crespo, el dictador de ese país,
apoya al bando revolucionario). El primero de estos ejércitos está al mando del
general y médico José María Ruiz y el segundo al mando del general campo Elías
Gutiérrez.
Llegado el Ejército Nacional al pueblo de Enciso, cae por sorpresa sobre el primer
ejército liberal, con el agravante de que su jefe, el general Ruiz, se hallaba
ausente.
Tras una dura batalla, el contingente rebelde es batido y opta por retirarse del
campo. El triunfo del gobierno en Enciso es completado al final del día, de forma
involuntaria, por los propios liberales, quienes precipitan una segunda catástrofe.
En efecto, el segundo ejército liberal, el cual procede del sur, ignorante de lo
ocurrido en Enciso, ve llegar a las fuerzas derrotadas allí y las confunde con las
huestes del general Reyes, entablándose a continuación entre las dos legiones
83
liberales, una feroz batalla. Y así “los dos ejércitos que debían haberse reunido para
hacerle frente a Reyes, se aniquilan entre sí.” (Lemaitre).
Por primera vez en Colombia, una revolución había sido liquidada por completo en
menos de dos meses.
Fue un gran triunfo para el gobierno, el cual con generosidad expidió un indulto
general. Quizá fue un error, pues tal como lo indica Lucas Caballero, de inmediato los
jefes liberales se reunieron en casa de don Eustacio de la Torre Narváez “para
organizar un movimiento revolucionario mejor preparado y más pujante.”
El radicalismo, que para entonces era uno solo con el liberalismo (pues poco a
poco se había ido disolviendo el grupo de los Independientes), no se resignaba a sus
recientes derrotas, ni a su alejamiento del poder, y argumentando las políticas de
exclusión contra su colectividad adelantadas por los gobiernos conservadores de la
época, su mínima representatividad, su restringido acceso al sufragio, así como el
destierro de algunos de sus propagandistas, se lanzó a una nueva guerra, la cual ha
de resultar la más devastadora de todas las contiendas del siglo XIX. La guerra de los
Mil Días.
Casi un año más tarde, el 17 de octubre de 1899, el Dr. Pablo Emilio Villar, jefe del
liberalismo santandereano, dio la orden de alzamiento. De inmediato lo
secundaron otros jefes en Santander, Boyacá y Cundinamarca. El conservatismo
histórico, en lugar de cumplir con lo pactado, se colocó al margen de los
acontecimientos.
84
De inmediato empiezan los combates en esa región, mientras que numerosos
focos guerrilleros se alzan en todo el país, desde el Cauca hasta Panamá.
Un grupo de rebeldes encabezado por Julio E. Vengoechea, captura los vapores del
Magdalena, y planea organizar con ellos una flota para dominar el río, la cual no
obstante en breve fue deshecha en la batalla de „Los Obispos‟ (24 de octubre de
1899) por los dos buques artillados que le restaban al gobierno en el río, al
mando del general Diego de Castro.
Mas en vez de aprovechar ese triunfo y seguir hacia la capital, los rebeldes se
repliegan temporalmente y muchos se entregan a una celebración etílica.
85
Campaña del Norte (Dibujo) General Manuel Casabianca al centro
Vargas Santos, quien por ser el de mayor edad de los jefes revolucionarios había
sido nombrado „Generalísimo‟ del ejército rebelde, además de no efectuar un
reconocimiento previo del terreno, cometió otro grave error: en vez de atacar en
86
bloque, desplegó sus tropas (que ascendían a unos 7.500 hombres) en una
extensa línea de cerca de 20 kilómetros.
Por su parte, el general Pinzón (quien contaba con unos 9.000 soldados)
respondió con un error similar: “A una línea tan dilatada y fácilmente vulnerable
como la adoptada por Vargas Santos, Próspero Pinzón le opone una similar.
Fácilmente hubiera podido concentrar su tropa, romper la línea enemiga y destruir
rápidamente a los liberales.” (Villegas/ Yunis).
Allí luchan durante 15 días con sus noches. Al final, las fuerzas rebeldes son
derrotadas y unos 3.000 sobrevivientes tienen que replegarse. Allí comete otro
grave error Vargas Santos: escoge para ello el peor camino la llamada „Ruta de
Torcoroma‟ que lleva hacia Ocaña, pero que en realidad es una selva salvaje e
insalubre, donde van a perder la vida muchos más y a desaparecer lo que
quedaba del ejército liberal. Finalmente hasta sus jefes entran en conflicto y se
separan cada uno con un puñado de sobrevivientes.
Mientras tanto en otras regiones numerosos grupos guerrilleros (unos 326 según
Jaramillo) se crecen. Entre sus muchos jefes hay que citar al Negro Marín,
Aristóbulo Ibáñez, Max Carriazo y Tulio Varón en el Tolima; a Benito Ulloa y Juan
MacAllister en Cundinamarca; al indio Victoriano Lorenzo en Panamá y al general
Avelino Rosas (veterano de la guerra de Cuba y experto en tácticas guerrilleras)
en el Cauca.
Contra todos ellos y muchos más tiene que abrir operaciones el Ejército Nacional,
liderado por comandantes como el general Nicolás Perdomo, el general Peña
Solano, el general González Valencia y el general Lucio Velasco, entre otros.
Hay que anotar que la Guerra de los Mil Días no fue exclusivamente civil o interna,
pues otros países intervinieron en ella apoyando al bando revolucionario. Fueron
ellos Venezuela; Ecuador, Guatemala y El Salvador, cuyos gobiernos liberales
conformaban entonces una „Internacional Liberal‟ y querían ayudar al
derrocamiento del gobierno conservador colombiano.
El Ejército Nacional, sin embargo, logró batir a los restos del ejército revolucionario en
Santander e irá dando cuenta uno a uno de los distintos focos guerrilleros, al tiempo
que repele las agresiones extranjeras. Es una página de gran importancia y relevancia
en la historia de nuestras fuerzas militares.
87
A pesar del triunfo gubernamental en la batalla de Palonegro, el grupo de los
conservadores históricos, en inteligencia con el vicepresidente Marroquín, fragua
un complot para derrocar a Sanclemente. El golpe se da el 31 de julio de 1900,
con apoyo de algunas unidades del ejército. Sanclemente (quien por su salud
debía despachar en Villeta) es detenido allí mismo, al tiempo que en Bogotá
Marroquín asume la primera magistratura. Los históricos, ahora dueños del poder,
nombran un nuevo gabinete. Arístides Fernández, el jefe de la policía, quien apoyó
tácitamente el golpe, mantendrá ese cargo y además es ascendido a Gobernador
de Cundinamarca.
Uribe Uribe también reaparece para atacar a Cundinamarca desde los Llanos,
pero es derrotado en el Guavio. Opta por escapar hacia la Costa, pero allí sufre
una nueva derrota y finalmente decide deponer las armas y en tal sentido firma el
Tratado de Neerlandia, el 24 de octubre de 1902.
En Panamá Herrera pretende tomar las ciudades de Colón y Panamá, pero sus
hombres “son detenidos por los cañones de la flota norteamericana surta en la
bahía de esta última ciudad. La notificación es perentoria: los marines no
permitirán el ataque a estas ciudades. El gobierno de Marroquín ha solicitado su
apoyo. Herrera comprende que todo está perdido y accede a capitular.” (E. Santa).
La guerra de los Mil Días le costó al país unas 100.000 vidas, unos 370 millones
de pesos de la época en daños materiales, gran deterioro a la economía y a la
infraestructura, y unos daños morales imposibles de cuantificar. El radicalismo
resultó prácticamente destruido, en tanto que el gobierno, a pesar de obtener un
bien ganado triunfo, quedó dueño de un país prácticamente en ruinas. A partir de
1904 el general Reyes iniciará el proceso de su reconstrucción física y moral.
88
7.14. La Separación de Panamá.
Por su parte, los Estados Unidos construyeron un ferrocarril que unía las ciudades
de Colón y Panamá, a través del cual empezaron a desplazarse personas y
mercancías en ruta desde la costa este a la costa oeste del territorio
norteamericano. Con la guerra de Cuba (1898) la necesidad del canal se hizo aún
mayor.
Entonces, al producirse la guerra de los Mil Días y llevar el conflicto hasta esa
región, primero el indio Victoriano Lorenzo y luego Benjamín Herrera, los E.U.
vieron en riesgo sus intereses en la zona. Sus representantes advirtieron
inicialmente al general Salazar y al General Albán y luego al General Benjamín
Herrera que no permitirían ataques contra las ciudades de Colón y Panamá, ni
tampoco contra el ferrocarril.
89
En Bogotá, el presidente Marroquín presentó el tratado al Congreso para su
aprobación, pero resulta que don Miguel Antonio Caro, como senador que era y
enemigo de Marroquín, desde el golpe del 31 de julio, volvió pedazos el
documento, asegurando que esa propuesta lesionaba gravemente la soberanía del
territorio colombiano. Entonces el tratado no fue aprobado.
En Washington, Roosevelt se enfureció por lo que pudo interpretar como una mala
jugada del gobierno colombiano, y decidido a llevar adelante el proyecto del canal,
favoreció y ayudó a organizar un movimiento separatista panameño que, dirigido
por el Dr. Manuel Amador y con la complicidad del jefe de la guarnición
colombiana, general Esteban Huertas, declaró la independencia de Panamá con
respecto a Colombia el 3 de noviembre de 1903. Barcos de guerra de los E.U.
apoyaron con su presencia esa decisión y el gobierno colombiano no logró hacer
nada para evitarlo.
Pocos días más tarde, el gobierno panameño firmaba con los E.U. un tratado que le
concedía la autorización para construir el canal, cuyas obras van a efectuarse
entre 1903 y 1914.
________________________________________________________________
- Cacua Prada, Antonio. Nariño es la Patria. Universidad del Meta. Bogotá. 2001.
99
8. PRINCIPALES HITOS MILITARES EN LA HISTORIA DEL SIGLO XX
Desde mediados del siglo XIX se desató en la región del Amazonas y el Putumayo
una fiebre del caucho que va a traer serios efectos. Los selváticos territorios
meridionales de Colombia empezaron a ser invadidos por los caucheros en busca
del oro vegetal. Una incursión continuada por muchos años, la cual estuvo a cargo
principalmente de la siniestra Casa Arana, empresa peruana conformada por
aventureros sin escrúpulos que explotaban el caucho, esclavizando a los
indígenas, exterminando tribus enteras y asolando regiones sin respetar ni Dios ni
ley. José Eustacio Rivera da cuenta de ello en La Vorágine.
91
La frontera sur de Colombia fue durante el siglo XIX el río Napo, afluente del
Amazonas, pero desde allí los peruanos fueron avanzando muchos kilómetros
hacia el norte, penetrando en el territorio colombiano. Para la primera década del
siglo XX los caucheros habían extendido su poder incluso al norte del río Caquetá.
Para consolidar esos avances, en 1911 los peruanos intentaron un audaz golpe de
mano: en el remoto puesto militar de La Pedrera, situado en la orilla sur del
Caquetá colombiano, cierto día tres buques de guerra peruanos hicieron su
aparición. Acto seguido el jefe de la flotilla, respaldado por las bocas de fuego de
sus cañones y fusiles, intimó a la guarnición colombiana a retirarse al otro lado del
Caquetá, alegando que la ribera sur era peruana. Ante la negativa de la
guarnición, procedieron a atacarla con 500 hombres armados de ametralladoras y
cañones. Los colombianos, 70 en número, la mayoría enfermos, bajo el mando del
general Isaías Gamboa, resistieron heroicamente el ataque por tres días, al final
de los cuales los peruanos lograron ocupar la posición. En julio de 1911 se firmó
un nuevo acuerdo entre los dos países, para dirimir las diferencias y “alejar todo
peligro de choque”. El puesto de La Pedrera fue devuelto, gracias a lo cual
Colombia prácticamente se salvó de perder los departamentos del Putumayo y el
Amazonas.
Como colofón a esta historia hay que añadir que el comandante de ese ataque -
coronel Oscar Benavides- sería premiado años más tarde con la presidencia del
Perú.
92
8.1. Antecedentes e Inicios de la Escuela Naval.
Fue sólo hasta finales del siglo XIX que ésta, poco a poco, comenzó a
reconstituirse, aunque no como fuerza autónoma sino dependiente del Ejército
Nacional. Esa incipiente fuerza naval debió resistir los embates de las guerras
civiles de 1885, 1895 y 1899, en todas las cuales combatió con heroísmo en
defensa de la legalidad.
El 6 de julio de 1907 el presidente, general Rafael Reyes, dictó el Decreto 793 que
restablecía la Escuela Naval, ahora con el nombre de Escuela Naval Nacional, el
cual se complementó con el Decreto 1075, por el cual se reorganizó la Armada.
Para el efecto, se le destinaron los cruceros “Próspero Pinzón” y “Cartagena”, el
transporte “Marroquín” y los cañoneros “Hércules” y “Boyacá”.
El general Reyes encargó a un jefe político liberal que había sido su rival en la
guerra de 1895, Rafael Uribe Uribe, ahora Ministro Plenipotenciario en Chile (o
sea embajador) la misión de contratar en ese país una misión militar para fundar
una nueva escuela naval. Uribe Uribe contrató al teniente de la armada chilena
Alberto Asmussen.
Pasaron varios años hasta que en la presidencia del general Pedro Nel Ospina
(1922-26), el gobierno adquirió los cañoneros Junín, Boyacá, Pichincha y
Carabobo, con lo cual se dio un nuevo impulso a la Armada Colombiana.
93
La necesidad de contar con una marina de guerra sólo ha de ser cabalmente
comprendida en 1932, con ocasión del conflicto colombo-peruano.
Fue así como a partir de 1919, la aviación colombiana, tanto civil como militar, irá
estableciendo rutas aéreas e integrando el territorio nacional como ningún otro
medio de transporte podía hacerlo.
94
8.3. Nuevos Grupos Políticos
Algunos de sus integrantes iniciales han de mantenerse en esa línea, otros han de
pasarse al liberalismo.
95
aunque adhirió a la Internacional Comunista, mantendría bastante autonomía
programática, organizativa y política respecto a ésta.
Escribe Alvaro Gómez: “El episodio dolorosísimo pero aislado de las Bananeras,
en que perdieron la vida cien trabajadores, estremeció al país, por lo insólito, por
su inexplicable primitivismo. Pero el espíritu de convivencia se mantuvo e hizo
posible el cambio de gobierno pacífico en 1930, cuando el liberalismo subió al
poder.”
96
ejerce entonces desde el gobierno una fuerte presión sobre el electorado con el fin de
alejarlo de las urnas, y se engendra así un sistema de violencia partidista que da pie
al bando perseguido para discutir la legitimidad del régimen. Se rompió entonces
la intangibilidad de ese respeto por la vida humana que había sido la gran
conquista de los gobiernos conservadores. Lo que ocurrió en algunas regiones
del país a partir de 1932, creó un funesto antecedente para que, cuando más
adelante ascienda al poder el partido conservador, el fenómeno de la
violencia se repita, a la inversa y con intensidad mucho mayor.”
El PCC plantea como objetivo la toma del poder y sostiene como táctica “La
combinación de todas las formas de lucha.” Tal como lo expresara el Secretario
del PCC: “Aplicar todas las formas de lucha, ya sean legales o ilegales). Por otra
parte, Lenin el jefe mundial del movimiento, ha establecido el modus operandi: “En
principio nosotros no hemos renunciado jamás, ni renunciaremos al terror.”
97
eventualmente los comunistas, quienes a través del desorden podrían acceder al
poder.
Por otra parte, los agresores desconocieron el tratado Lozano-Salomón de 1922, así
como la declaración de Washington del 3 de agosto de 1932 en la cual
Colombia y Perú condenaban la adquisición de territorios por la fuerza.
Ante esa grave emergencia, el gobierno colombiano obtuvo una gran solidaridad
nacional y dio orden de iniciar las operaciones militares necesarias para recuperar el
Trapecio Amazónico. Se desplazaron hacia allá varias fuerzas: Un grupo de
cañoneras fue enviado desde Cartagena. Al mismo tiempo que al embajador en
Francia, general Alfredo Vásquez Cobo, se le encomendó la misión de adquirir allá
unos buques de guerra y con ellos cruzar el Atlántico remontar en Amazonas
hacia el teatro de los acontecimientos.
98
De forma paralela, una fuerza terrestre compuesta por unidades de infantería y
artillería fue enviada desde el centro del país atravesando los departamentos del
Huila y el Caquetá, en dirección al Putumayo.
99
Hidroaviones Colombianos en los ríos del sur
100
Combate de Güepi
101
El 30 de abril de 1933 fue asesinado en Lima el dictador peruano Sánchez Cerro y
su sucesor, el general Benavides invitó al gobierno colombiano a la negociación.
El 25 de Mayo de 1933, fue firmada la paz en Ginebra, Suiza, aceptando el Perú
retirar sus tropas de Leticia y Colombia devolver la capturada posición de Güepí.
Fue un importante triunfo militar y diplomático para Colombia. El Protocolo de paz,
amistad y cooperación entre Colombia y Perú sería firmado en Río de Janeiro en
1934.
“Los sindicatos van ganado desmedida libertad y poder; controlados por los
comunistas, van haciendo exigencias cada día mayores, trayendo un estado de
agitación permanente y un gran malestar social, sobre todo los braceros del río
Magdalena, los trabajadores petroleros y ferroviarios.” (Gómez A.).
102
El presidente Ospina fue un mandatario ponderado que le dio participación al
liberalismo en su gabinete, pero encontró una fiera oposición de parte de éste y de los
diversos movimientos izquierdistas que se habían venido consolidando.
Indica Gómez Aristizábal que “Cuando subió Ospina Pérez (en 1946) el liberalismo se
dedicó a impedir que pudiera gobernar. De 1946 a 1947 se desataron terribles
huelgas dirigidas por la izquierda. Una de las más poderosas fue la petrolera. En los
dos primeros años de gobierno de Ospina hubo 600 huelgas.”
103
Numerosos edificios públicos fueron quemados, los comercios saqueados, las
turbas liberaron a los presos y cometieron incontables asesinatos. El palacio
presidencial fue sitiado y el propio Ospina Pérez, estuvo a punto de caer en manos de
los extremistas. Gran parte de la policía se sumó a la revuelta y repartió armas a los
rebeldes. Muchos agitadores izquierdistas se habían dado cita en Bogotá y
participaron en los desórdenes que quisieron canalizar hacia el derrocamiento del
gobierno. Entre ésos hay que citar a Fidel Castro y Rafael del Pino, quienes
habían llegado de Cuba.
Hay que anotar una serie de antecedentes: Al terminar la segunda guerra mundial,
en 1945, la península de Corea que había estado ocupada por los japoneses, fue
104
dividida en dos zonas de ocupación: la región situada al norte del paralelo 38 sería
administrada por los soviéticos; y la región al sur, lo sería por los norteamericanos.
La Unión Soviética y los Estados Unidos, que emergieron de la guerra como las
dos superpotencias del mundo, han de protagonizar a partir de ese mismo año la
llamada „Guerra Fría‟, un sordo enfrentamiento que ha de escenificarse en todo el
globo, explotando en algunos lugares en forma de guerras locales, las cuales no
llegan a convertirse en un enfrentamiento generalizado entre las dos
superpotencias. Los E.U. eran los líderes del mundo capitalista y democrático; en
tanto que la URSS lideraba a los países comunistas y buscaba extender su
sistema y predominio al resto del globo.
En Corea del Norte fue colocado como jefe de gobierno el jefe comunista Kim Il
Sung; mientras que en Corea del Sur fue nombrado presidente Syngmann Rhee. Se
habló de unificación de la península coreana, pero las conversaciones no
condujeron a nada.
Los soviéticos se retiraron, mas dejaron atrás el régimen de Kim Il Sung, al frente
de un gobierno comunista y de un numeroso ejército entrenado y armado por
Moscú. A su vez, los norteamericanos se fueron retirando de Corea del Sur,
aunque dejaron allí algunos contingentes, en apoyo al gobierno de Syngmann
Rhee.
En 1949 se produjo otro hecho que vino a alterar el equilibrio geopolítico de esa
región. En China, después de muchos años de lucha, los guerrilleros comunistas,
encabezados por Mao Tse Tung, entraron en Pekin y proclamaron la fundación de
la República Popular China; o sea el establecimiento de un sistema comunista en
esa populosa nación. En breve la China Roja estableció un tratado de ayuda
mutua con la URSS de José Stalin, todo lo cual constituía un grave revés para la
política exterior de Washington, que sin embargo, no pudo hacer nada para
impedirlo.
105
Desde Japón, el General MacArthur acudió con refuerzos, en tanto que las
Naciones Unidas condenaban la agresión norcoreana. En el consejo de la ONU se
determinó enviar tropas multinacionales a repeler esa invasión. Muchos países
aceptaron ese llamado, tomando la decisión de despachar contingentes militares a
contener la agresión comunista.
Pero este éxito finalizó al acercarse éstas al río Yalú, en la frontera china. De
forma sorpresiva fueron atacadas por un enorme ejército chino que, cruzando la
línea limítrofe se desbordó causando confusión entre los norteamericanos
y atropellándolos de nuevo hacia el sur. Con sus maltrechas unidades MacArthur
lograría detener esa ofensiva en una línea irregular muy cercana al Paralelo 38,
allí se estancó el frente de batalla y los norteamericanos y surcoreanos se vieron
obligados a realizar una campaña que recordaba la guerra de trincheras de 1914-18.
El Batallón Colombia partió bajo el mando del teniente coronel Jaime Polanía y
arribó al puerto surcoreano de Pusán, el 15 de junio. Después de 6 semanas de
preparación, el contingente colombiano fue incorporado al Regimiento 21 de la
XXIV División de Infantería de Estados Unidos.
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Sobre la participación colombiana en la guerra de Corea, vale la pena recomendar
los siguientes libros:
-„Colombia en la Guerra de Corea‟, del general Alvaro Valencia Tovar y Jairo
Sandoval.
-„Por la libertad en tierra extraña‟, del brigadier general Gabriel Puyana García; y -
„Banzay‟, del coronel Francisco A. Caicedo Montúa.
La guerra de Corea terminó con un armisticio firmado por las partes enfrentadas, el
27 de julio de 1953. El Batallón Colombia, después de haber contribuido a la
defensa de la democracia y a proteger de la agresión comunista a una nación que
después ha sido ejemplo de desarrollo y prosperidad, partió hacia Colombia el 29 de
octubre de 1954.
107
En 1950 Ospina Pérez entregó el poder a su copartidario Laureano Gómez, tras
una elección presidencial a la cual el liberalismo no se presentó alegando falta de
garantías.
El general Rojas Pinilla pacificó el país, en particular los Llanos Orientales, donde
los guerrilleros entregaron sus armas y recibieron una amnistía que les permitió
incorporarse a la vida normal de la nación; aunque algunos de ellos fueron
asesinados posteriormente, en episodios que nunca se aclararon del todo.
El 10 de mayo de 1957, presionado por los dos partidos y por diversas huelgas y
protestas, el general Rojas renunció al cargo, nombrando para sucederlo una
Junta Militar, de 5 miembros, la que ha de gobernar entre 1957 y 1958.
Por medio de un acuerdo entre los dos partidos, se inició un período llamado el
„Frente Nacional‟. Este, que ha de prolongarse hasta 1974, consistía en una
alternación de los presidentes: habría uno liberal, uno conservador, uno liberal y
así sucesivamente. El objetivo de ese pacto político era poner fin a los cruentos
enfrentamientos bipartidistas.
El primer presidente elegido dentro del Frente Nacional fue el Dr. Alberto Lleras
Camargo. De filiación liberal y conocido por su espíritu patriótico, ha de gobernar
entre 1958 y 1962. Con el apoyo de ambos partidos, “su gobierno ofreció una
amnistía a los grupos alzados en armas, que fracasó porque el bandolerismo
continuó ya con visos políticos de extrema izquierda que habrían de declararse
años después.” (Plazas V.).
108
En 1962 fue elegido presidente el conservador Guillermo León Valencia. Entre
sus principales cometidos está el haberse dedicado a la pacificación del país.
“Enfrentó con valor poco común, a los insurgentes que habían establecido las
„repúblicas independientes‟ de Marquetalia, Riochiquito, El Pato y El Guayabero,
desalojándolos de allí mediante una combinación del empleo de la fuerza pública y
las labores de acción cívico-militar. Sin embargo, durante su mandato nacieron
dos peligrosos movimientos subversivos: Las FARC en 1964 y el ELN en 1965.
En los años siguientes varios grupos guerrilleros liberales, alzados en armas tras la
muerte de Gaitán en 1948, al tiempo que combatían al gobierno y buscaban
establecer “repúblicas independientes” controladas por ellos, iban siendo
permeados por la ideología comunista.
Para ese entonces, Fidel Castro, quien había establecido un régimen comunista
en Cuba, buscaba „exportar la revolución‟ hacia América Latina y daba un activo
apoyo a varios focos guerrilleros en la región. Su lugarteniente, el Che Guevara,
planteó el objetivo: “Crear dos, tres, muchos Vietnams.”
109
Los tres grupos subversivos recibieron apoyo de esos países para desestabilizar al
gobierno colombiano y derrocarlo para establecer un régimen marxista.
Fue así como el grupo de las FARC recibió apoyo económico, logístico e
ideológico por parte de la URSS; el ELN recibió otro tanto de parte de la Cuba
castrista; y el EPL de parte de la China Roja.
El presidente Guillermo León Valencia fue sucedido por los gobiernos de Carlos
Lleras (1966-70), Misael Pastrana (1970-74), Alfonso López M. (1974-78) y Julio
César Turbay (1978-82).
El M-19, que busca establecerse como guerrilla urbana, y con un modus operandi
similar al de los Tupamaros del Uruguay, da golpes publicitarios, al tiempo que
ejecuta secuestros, robos de armas y asesinatos. Al igual que el ELN, contará con el
apoyo de Cuba.
En materia de seguridad fue notoria la labor del Dr. Turbay Ayala (1978-82).
“Mediante la aplicación de una serie de medidas de seguridad que ya habían sido
dictadas por gobiernos anteriores, compiladas en lo que se llamó „El Estatuto de
Seguridad‟, su gobierno puso fin a un amago de guerra civil promovida por la
subversión comunista. Fueron capturados los miembros de un grupo denominado
„Autodefensa Obrera‟ y se dieron efectivos golpes al M-19, al PLA, al ELN y a las
FARC. Pero lo más importante fue que en forma incruenta y aplicando
ejemplarmente los procedimientos jurídicos, redujeron a prisión a medio millar de
miembros del grupo terrorista M-19. Fue una batalla jurídico-militar ganada por las
fuerzas del orden, que más tarde se convertiría en una derrota política al quedar
libres los terroristas y perdonados sus crímenes.” (Plazas V.).
El presidente Belisario Betancur (1982-86) decretó una amnistía que cobijó a los
miembros del M-19 y puso en libertad a sus presos. El movimiento subversivo sólo
había querido ganar espacio político y tiempo para reorganizarse. “Los combates
se recrudecieron en 1985, cuando el M-19 se organizó como un ejército regular en
Los Robles (Cauca) fortificando una considerable franja de territorio y obligando al
gobierno a sacarlos de allí mediante una decidida acción del ejército.” (Plazas V.).
110
Luego, un comando del M-19 protagonizó la cruenta toma del Palacio de Justicia
(noviembre de 1985). Allí murió un centenar de personas, entre ellas 11
magistrados, varios militares y policías, cerca de 30 particulares y 48 terroristas del
M-19, entre ellos varios extranjeros. En esa ocasión estuvo a punto de
sucumbir el sistema.
Mientras tanto, las FARC sostenían conversaciones con el gobierno, con el solo
propósito de adelantar su labor organizativa y su estructuración armada, llegando a
convertir el sitio de „Casa Verde‟, en el Meta, en una especie de santuario o
centro de convenciones.
El gobierno Betancur, por otra parte, firmó el contrato con una empresa sueca
para la construcción de la base naval de Bahía Málaga, con lo cual se dio un
importante paso para el desarrollo de la Armada y del litoral pacífico.
El presidente Virgilio Barco (1986-90) tuvo que enfrentar una sangrienta ofensiva del
narcotráfico. El asesinato del Dr. Luis Carlos Galán, por orden de la mafia, dio
origen a que el gobierno tomara fuertes medidas contra los grupos de
narcotraficantes, que llevaron al desmantelamiento de algunas bandas de
delincuentes y a la caída de sus cabecillas. Los narcos respondieron con actos
violentos, como el colocar carros bombas en distintas ciudades, principalmente en
Bogotá y Medellín.
Virgilio Barco logró pactar la paz con el M-19, movimiento guerrillero que
finalmente entregó las armas y tomó parte en las elecciones presidenciales de
1990.
Bajo el mandato del presidente César Gaviria (1990-94) arreció la batalla con el
narcotráfico. Durante su gobierno se dio de baja al capo Pablo Escobar y se
desmanteló el Cartel de Medellín, poniendo fin a sus actos de terrorismo.
111
En las décadas de 1980 y 1990, las FARC y el ELN siguieron creciendo y
diversificando sus acciones terroristas, agregando a las ya conocidas de asalto,
secuestro, emboscada y extorsión, las de ataques a los pueblos, voladura de
oleoductos, destrucción de la infraestructura eléctrica y vial, colocación de minas
antipersonales y terrorismo indiscriminado.
En el panorama internacional hay que señalar que entre 1989 y 1991 se produjo en
el mundo el colapso del sistema comunista. En 1989 fue derribado el muro de Berlín
y se desplomaron uno a uno los regímenes de Europa Oriental. En 1991 cayó el
sistema comunista en la URSS, víctima, no de un ataque externo, sino de sus
propias contradicciones.
En Colombia se desmovilizó el EPL (en febrero de 1991); pero las FARC y el ELN,
que tenían su financiación asegurada por el secuestro, la extorsión y el negocio del
narcotráfico, persistieron en la lucha. La cual cada vez se ha visto más
desprovista de un factor ideológico y más sustentada en consideraciones
económicas, pues manejan un negocio que cada año mueve millones de dólares.
¿A cambio de qué estarían dispuestos a desmantelarlo?
Por otra parte, hay que anotar que durante el gobierno Pastrana las Fuerzas
Militares se vieron fortalecidas con la formación de nuevas unidades, el aumento del
pie de fuerza y la modernización de las distintas armas.
112
Las Fuerzas Militares de Colombia, a lo largo de las últimas décadas han luchado
contra la amenaza planteada por la subversión, la cual pone en riesgo no sólo las
instituciones democráticas, sino la vida, honra y bienes de los ciudadanos, así
como su patrimonio ambiental, sometido a graves daños por las actividades del
narcotráfico.
Igualmente las Fuerzas Militares han combatido a las Autodefensas Ilegales, que en
varias regiones han perpetrado asesinatos selectivos y colectivos, han causado
desplazamientos forzosos de las regiones y también se han involucrado en
negocios de narcotráfico.
Fue así, como en noviembre de 1956 el Batallón Colombia participó en una misión
internacional, al ser enviado a Egipto bajo la bandera de las Naciones Unidas,
formando parte de fuerzas de paz destacadas al Canal de Suez, que tras haber
sido nacionalizado por el presidente Nasser de Egipto fue invadido por una
coalición de israelíes, franceses y británicos.
La ONU se opuso a esa invasión y para actuar como fuerza de paz, despachó un
contingente multinacional, del cual hizo parte el Batallón Colombia, el cual se
destacó en aquel legendario desierto por el eficiente cumplimiento de su
misión.
113
Luego, desde 1982, Colombia hace presencia con el Batallón Colombia No. 3, en la
Fuerza Multinacional de Observadores (MFO) que vigila la frontera entre Egipto e
Israel (península del Sinaí).
En el siglo XIX, época marcada por las guerras civiles, el Ejército Nacional y la
Armada hicieron su mejor esfuerzo en defensa de la ley y el orden, contribuyendo de
manera eficaz al establecimiento de un ordenamiento jurídico duradero, en una
época de gran inestabilidad política.
En el siglo XX, las Fuerzas Militares (Ejército, Armada y Fuerza Aérea) lucharon
por defender la integridad del territorio colombiano, en episodios tan destacados
como el conflicto colombo-peruano de 1932.
Así mismo, unidades del Ejército y la Armada, junto con tropas de la ONU,
combatieron en la remota península de Corea para salvaguardar el derecho de
autodeterminación de los pueblos y proteger la libertad y la democracia. Gracias a
su participación, hay que decir que Corea del Sur es hoy una nación próspera y
libre.
Durante la segunda parte del siglo XX, las Fuerzas Militares de Colombia (Ejército,
Armada y Fuerza Aérea) han realizado grandes esfuerzos para proteger a la
República y sus habitantes frente a una conspiración comunista internacional
(auspiciada durante años por la URSS, China y Cuba) y luego frente al ataque
combinado de la subversión, el terrorismo y el narcotráfico, tres elementos que se
fusionaron para convertirse en uno solo.
En todo ese tiempo y a través de esos distintos episodios, las Fuerzas Militares de
Colombia han sido garantes del ordenamiento jurídico y defensoras de la
democracia, en cumplimiento de su tarea constitucional de proteger el territorio
nacional, así como la vida, honra y bienes de sus habitantes.
Pero además de estas acciones valerosas y decididas, como todas las que
registra su gloriosa historia, las Fuerzas Militares han sido llamadas a realizar
otras tareas en el campo internacional, para preservar la paz y la concordia entre los
pueblos.
114
Por todo ello, podemos concluir que las Fuerzas Militares de Colombia, tanto en
nuestro país como en el extranjero, son garantes de paz, abanderadas de la
democracia y defensoras de los más arraigados valores del pueblo
colombiano.
115
BIBLIOGRAFÍA
- López de Gómara, Francisco. Historia general de las Indias. Ed. Orbis. 1985.
- Cacua Prada, Antonio. Nariño es la Patria. Universidad del Meta. Bogotá. 2001.
- Santa, Eduardo. La guerra de los mil días. Historia de Colombia. Salvat. Bogotá.
1988.
- Vargas Martínez, Gustavo. José María Melo los artesanos y el socialismo. Ed.
Planeta. Bogotá. 1998.
- Villegas, Jorge/Yunis, José. La guerra de los mil días. Carlos Valencia Editores.
Bogotá. 1979.
116
- Almanaque Colombia 1993. Ed. El Carnero. Bogotá. 1993.
- Cláver Téllez, Pedro. Crónicas de la vida bandolera. Ed. Planeta. Bogotá. 1987.
117
MÓDULO DE HISTORIA MILITAR DE COLOMBIA
PREGUNTAS DE AUTOEVALUACÍON
118
8) ¿Qué era la casa Arana?
a) La casa donde murió Bolívar
b) la primera compañía exportadora de café
c) una empresa cauchera del Perú
d) la sede de la Expedición Botánica.
119
16) ¿Quién comandaba el ejército realista en la Batalla del Puente de
Boyacá?
a) El general Morillo
b) El general Barreiro
c) El coronel Morales
d) El comandante Sámano.
RESPUESTAS
AUTOEVALUACÍON
121
14) ¿Qué eran las “Sociedades Democráticas”?
d) Grupos liberales extremistas.
122