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A 55 años de un mismo día de mayo.

El “golpe fantasma” de Ali y el


movimiento “black live matter”

Es el 25 de mayo de 1965 y Neil Leifer ha tomado una de las instantáneas más


icónicas del siglo XX. En ella se ve erigido a un campeón defensor con la boca
abierta, como si gritara su nuevo nacimiento ante la miraba expectante de miles de
personas, como si mostrara su salida definitiva de la crisálida y se transformase en
el mito rebautizado bajo el nombre de Muhammad Ali.

Aquella noche, Muhammad Ali derrotaba por segunda vez a Sonny Liston con el
llamado “golpe fantasma”. Las especulaciones alrededor de un golpe que nadie
vio, no se hicieron esperar. Sin embargo, la cámara lenta desveló un certero y
preciso golpe que se incrustó en la sien del retador, lo que le hizo precipitase
contra la lona en un fulminante knockout. Esa pelea fue la demostración de lo que
podía hacer un hombre que flotaba como mariposa y picaba como avispa.

Muhammad Ali, había nacido bajo el nombre de Cassius Marcellus Clay. Sin
embargo, su amistad con el activista y defensor de los derechos
afroestadounidenses, Malcolm X; lo llevaría a conocer al líder de la Nación
Islámica, Elijah Muhammad; y serían ellos, los que le servirían como influencia
ideológica para que después de proclamarse campeón en su primera victoria
contra Liston, declarara lo siguiente: "Cassius Clay es el nombre de un esclavo.
No lo escogí, no lo quería. Yo soy Muhammad Ali, un hombre libre". De esta
manera, Ali le mostraba al mundo su segundo bautismo, uno que él había elegido
y con el que comulgaba plenamente su pensamiento antirracista.

La ideología que Ali iría gestando desde su infancia y que después se vería
reforzada en el activismo de grandes personalidades como Malcolm X y Martín
Luther King, lo llevaría a que, con palabras contundentes en contra de la Guerra
de Vietnam y una aguda crítica a la distinción racial, se posicionara como uno de
los grandes estandartes de la defensa de los derechos civiles de los
afroestadounidenses.
Han pasado justo 55 años de aquel “golpe fantasma” que encumbrara el segundo
bautismo de Muhammad Ali. Es el 25 de mayo de 2020 y en una calle de
Minneapolis se escuchan las últimas palabras de un hombre afroestadounidense
en asfixia: “I can´t breathe”. George Floyd es asesinado por el agente de policía
Derek Chauvin y son los videos captados por los celulares los que no dejan
espacio para la especulación y delatan el abuso de la autoridad policial.
Rápidamente el acontecimiento se hace viral y aquello que había sido silenciado
dentro de una agenda saturada de información sobre la pandemia, sale de su
confinamiento y toma las calles. Un movimiento ha renacido y lanza gritos de
protesta bajo un lema de lucha que, al ser tan paradójico, resulta reflejarlo como el
mejor de los espejos: “I can´t breathe”.

El movimiento reúne a personas que buscan respirar la libertad prometida hace


más de ciento cincuenta años. Se han cansado de la discriminación, el racismo y
el abuso policial. Con determinación marchan hacia la Casa Blanca y con un golpe
contundente como la picadura de una avispa, “le apagan las luces”. El presidente
se resguarda en su esquina roja, pero sus clásicos movimientos evasivos tan
efectivos en otra época, ahora parecen torpes intentos de mover las piernas hacia
la relección presidencial.

Los abusos de autoridad, el racismo y la ausencia de un contendiente político


fajador, han llevado a la gente a subirse al cuadrilátero y convertirse en la
oposición real de un discurso presidencial que alimenta la brecha racial. El poder
de un movimiento social que ha tenido en el ring a pesos pesados como Malcom
X, Martín Luther King, Toni Morrison o Muhammad Ali, parece que hoy vuelve a
renacer desde las trincheras de lo cotidiano y se ha puesto los guantes hechos
con la potencia viral de un video tan icónico como la instantánea de Neil Leifer y
con un grito desesperado de un hombre que representa a toda una comunidad
que lucha por respirar; y así, con la guardia arriba, ha tirado algunos ganchos bien
conectados que le han quitado puntos de aprobación a Trump y le han otorgado
una oportunidad titular a un Joe “dormilón” Biden, que parece no despertar.
Las distinciones raciales que desde niño observaba Muhammad Ali y por las que
protestó hasta su último aliento, son las mismas distinciones que hoy provocan un
nuevo enfrentamiento que hace retumbar los cimientos de la nación
estadounidense. La contienda contra el racismo sigue levantando los puños para
knockearlo antes de que pueda llegar una amañada decisión final.

El ring de la lucha social se ha encendido; y la pelea contra el abuso de poder y la


desigualdad social, merece un último round, en la que dos guantes, uno negro y
uno blanco, defiendan al mismo boxeador, en la que exista un “golpe fantasma”
que haga caer a la lona al racismo; y entonces, tengamos el privilegio de mirar una
nueva instantánea que muestre triunfal a la única consideración universal que nos
representa como humanidad, la de ser humano.

Edgar Alejandro Guadarrama Rueda

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