Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Sustancias Carcinogenicas
Sustancias Carcinogenicas
Técnica N°12
Materia: HIGIENE II
Nota: El presente texto es solo una guía de estudio. La misma deberá ser complementada con el estudio
acabado de la bibliografía que se cita en el programa de la materia
El cuero esta formado de muchos tipos de células. Estas células crecen y se dividen
controladamente para producir mas células según sean necesarias. Cuando las células
envejecen mueren y son reemplazadas, si el ADN sufre un cambio que consiste en que las
células no mueren cuando deberían (TUMORES).
LEUCEMIA: cáncer que empieza en el tejido en el que se forma la sangre, como la médula
ósea y causa que se produzcan grandes cantidades de células sanguíneas anormales y que
entren en la sangre.
LINFOMA Y MIELOMA: cánceres que empiezan en las células del sistema inmunitario.
CÁNCERES DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL: cánceres que empiezan en los tejidos
del cerebro y de la médula espinal.
La diferencia mas importante entre los tumores benignos y malignos consiste en que estos
últimos invaden las estructuras circundantes y se expanden (se metastasizan) hacia los
demás tejidos, al contrario de los tumores benignos.
VÍAS DE METÁSTASIS
Los tumores malignos tienden asimismo a crecer mas rápidamente que los neoplasmas
benignos, y están compuestos por células atípicas alteradas de tal modo que ya no responden
a las señales reguladoras que coordinan la velocidad de división celular y evitan la invasión
de los tejidos circundantes.
1. Inicio: alteración de una célula normal en célula cancerigena por medio de una
mutación.
Que alteraciones deben producirse para que una célula normal se convierta en una célula
cancerigena. Ya que un tumor puede surgir a partir de una sola célula transformada, la
manifestación del cáncer se traslada de una generación de células a la siguiente. Por tanto el
primer cambio ocurrido es genético, ya que se produce una alteración de la estructura y de la
función del ADN de una célula.
En multitud de casos la transformación de la célula cancerigena esta asociado a cambios en
oncogenes específicos que poseen funciones alteradas en comparación a su estado habitual
(denominado protooncogenos).
Una de las funciones especificas de los oncogenes parece ser el control del crecimiento
durante el periodo de desarrollo del embrión humano y el feto momento en el cual la
prorifelación de tejidos se sucede a una velocidad con el fin de crear un ser humano
completamente formado a penas nueve meses de gestación.
Pese a todo las células que han sufrido dos o más alteraciones genéticas, imprescindibles
para el inicio del cáncer y un periodo posterior de crecimiento no desembocan en un cáncer
maligno. Como estas células transformadas originan antigenos extraños en su superficie
exterior, pueden ser reconocidas y rechazadas por los mismos componentes del sistema
inmunológico (células T) que expulsan los parásitos invasores.
Algunas sustancias químicas tóxicas pueden suprimir la capacidad corporal para reconocer y
expulsar las células activadoras. Tales sustancias se conocen como inmunosupresoras y
algunas de ellas se emplean clínicamente en trasplantes de órganos.
Tras la fase de crecimiento, las dos etapas imprescindibles para que se produzca un efecto
maligno consisten en la invasión de los tejidos circundantes y la metástasis (es decir, el
movimiento) hacia órganos situados en posiciones distantes. Tanto la fase de invasión como
la de metastasis se conocen ambas bajo el termino oncogénico de avance.
Con el fin de que se produzca una invasión los grupos localizados de células cancerígenas
necesitan enzimas que no se encuentran habitualmente disponibles, para así disolver el
escudo protector que rodea el órgano de origen.
Una vez en el órgano de destino, estas células viajeras deben ser capaces de desarrollarse
en un entorno extraño (es decir, sin el apoyo de los tejidos complementarios del órgano de
origen).
Estas no suelen formar parte de las capacidades habituales de las células y solamente pueden
adquirirse a través de alteraciones genéticas. En conclusión el desarrollo de un cáncer invasor
y metástasico precisa de ulteriores mutaciones a las ya necesarias para dar inicio a un proceso
carcinogénico.