nunca habían estado más desoladas que aquél invierno. Parecía que el mismo clima era cómplice de aquellos políticos que buscaban un cambio para la nación. Se había formado una pequeña y significativa brecha en la política y en la sociedad: se dividían en aquellos que creían que los clones tenían derechos iguales a los de los humanos, y aquellos que no, aquellas personas que querían tratar a estos seres como cosas, porque según ellos eran antinaturales, no sentían y carecían de conciencia. Los veían como un peligro para la humanidad. Poco a poco5 se iba gestando algo maligno: un proyecto que prometía barrer del mapa a todo clon, mestizo o persona que se interpusiera a la eliminación de los primeros dos mencionados. Todo estaba demasiado prematuro, tan silencioso que podría decirse que nadie lo vio venir, porque se creía que las protestas que mostraban en la televisión serían suficientes como para detener el cambio explosivo. Aquellos humanos que veían a los clones como a sus pares se habían levantado en contra de la propaganda fascista del nuevo partido cuyo líder pretendía lanzarse a la candidatura presidencial. Parecía posible… en ése momento todo parecía posible. # Capítulo 1 Era un lugar que parecía estar ubicado en la nada misma. Oscuro y húmedo, y por el eco que devolvía cada vez que alguien hablaba, se podría decir que era enorme. El lugar perfecto para hacer lo que estaban haciendo, era ideal para torturar a alguien y evitar que sus gritos se escucharan por fuera de esas paredes. La figura del moreno tendida sobre la silla no dejaba de imponerse: era un joven de un metro ochenta de altura, y a pesar de estar completamente atado e inconsciente, dejaba relucir su actitud desafiante. El moreno sintió una descarga eléctrica recorrer su cuerpo, luego un grito de dolor, su propio grito lo hizo abrir nuevamente los ojos. Su cuerpo temblaba y los hombres, sombras borrosas que tenía enfrente, lo miraban y se reían. -¿Qué harás ahora, llorar? –la carcajada resonó en el lugar y el hombre dio un golpecito en el hombro a su compañero. Frederick recuperó la visión poco a poco. No respondió nada porque no tenía las fuerzas suficientes para hablar, lo más probable era que hubieran comenzado a torturarle desde hacía mucho rato. Sentía la boca seca y los ojos llorosos. Pero lentamente hidrató sus labios con su lengua y enfrentó a sus agresores. Tal vez Garret le había advertido a Faith que se lo llevarían, pero no creía que fuese eso, de lo contrario su novia lo habría llevado directamente a Chicago, a Londres, a cualquier lugar, jamás se habría quedado ahí, se lo habría dicho. - — ¿Quién los envió? –sus ojos brillaron, eran azules y con la luz tan blanca que alumbraba la habitación su pupila se dilataba haciéndolos ver aún más claros de lo que eran. Había un dejo de ira en su mirada porque a pesar de la circunstancia, el muchacho no aplacaba su espíritu lleno de fortaleza y esto se veía bien reflejado a través de sus ojos. -Sabe hablar, ¿eh? Así que ahora los entrenan, les dan sentimientos o los hacen creer que los tienen, les llenan el cuerpo de plástico y agua, y creen que pueden llorar. Juguetitos bastante peculiares, pero inservibles al fin y al cabo. El muchacho se sostuvo de los costados de la silla donde estaba y se reincorporó con cuidado y cierta dificultad, pero alguien lo abofeteó. No era ninguno de los que habían hablado antes, pero reconocía el timbre de su voz. El golpe nubló su vista y sintió como su ojo ardía por la intensidad del golpe. -Veo que te han dado la bienvenida que mereces, Frederick Blaust, interesante nombre te han dado tus padres. ¿No te gustaría saber cómo te llamas realmente? –Garret se puso en cuclillas e hizo que el moreno lo mirase, su sonrisa era tan falsa y su voz tan empalagosa, y pedante que Frederick sintió un asco infinito.— Dale un poco de agua, James. No queremos que digan que somos inhumanos con estas basuras. A pesar de querer tirarle el vaso en la cara al rubio o por lo menos escupirle, Frederick se bebió el agua, sintió como pasaba por su garganta y refrescaba todo su cuerpo. Eso había sido como recargar las baterías. De pronto se sentía mucho más vivo que minutos atrás. - —Eres un infeliz, ¿crees que Faith va a ir corriendo a tus brazos? –preguntó Frederick intentando herir al muchacho.- No sé qué pretendan tú y Everett, pero te puedo asegurar con mi vida que Faith no va a dejar que se salgan con la suya. -Es una lástima que le tengas tanta confianza a Faith. Al final de cuentas es una Everett, ¿crees que dejará a sus padres y todo lo bueno que tiene por un pedazo de nada como tú? Puede tener a cualquier hombre que quiera y cuando desaparezcas no va a tardar mucho en reemplazarte. Así es ella, ¿no te dijo que estuvimos juntos durante más de un año? En cuanto me tiró a la basura se fue con el primero que se le cruzó en el camino. Es una zorrita con cara de ángel. Frederick intentó levantarse para partirle la cara por estar insultando a su novia, pero el rubio se echó para atrás, y las cuerdas impidieron que Frederick lo alcanzara. James lo sentó nuevamente y volvió a poner la pistola de electroshock en su pecho para descargarla con furia sobre él. Pero Frederick aguantó y esta vez no gritó, sólo miró al rubio con tanto odio que sintió unas ganas enormes de matarlo a golpes ahí mismo. A todos. Bajó la mirada y tomó aire, pero no podía hablar porque Garret era un maldito hablador y un estúpido que creía saberlo todo. -Mucho cuidado, Freddie. ¿Es así como te llamaba tu mami? –El muchacho se puso muy cerca del rostro del joven Blaust y soltó una carcajada.-Creo que debieron respetar tu nombre, aunque es cierto, habría sonado muy feo en sociedad que te llamaran FR-576.-En los ojos de Garret pudo verse un destello de triunfo. Se veía que odiaba a Frederick incluso más que el padre de su novia.