Está en la página 1de 7

Prólogo.

Corría el año 2055 y las calles de Nueva York


nunca habían estado más desoladas que aquél
invierno. Parecía que el mismo clima era cómplice
de aquellos políticos que buscaban un cambio
para la nación. Se había formado una pequeña y
significativa brecha en la política y en la sociedad:
se dividían en aquellos que creían que los clones
tenían derechos iguales a los de los humanos, y
aquellos que no, aquellas personas que querían
tratar a estos seres como cosas, porque según
ellos eran antinaturales, no sentían y carecían de
conciencia. Los veían como un peligro para la
humanidad.
Poco a poco5 se iba gestando algo maligno: un
proyecto que prometía barrer del mapa a todo
clon, mestizo o persona que se interpusiera a la
eliminación de los primeros dos mencionados.
Todo estaba demasiado prematuro, tan silencioso
que podría decirse que nadie lo vio venir, porque
se creía que las protestas que mostraban en la
televisión serían suficientes como para detener el
cambio explosivo. Aquellos humanos que veían a
los clones como a sus pares se habían levantado
en contra de la propaganda fascista del nuevo
partido cuyo líder pretendía lanzarse a la
candidatura presidencial. Parecía posible… en
ése momento todo parecía posible.
# Capítulo 1
Era un lugar que parecía estar ubicado en la nada
misma. Oscuro y húmedo, y por el eco que
devolvía cada vez que alguien hablaba, se podría
decir que era enorme. El lugar perfecto para hacer
lo que estaban haciendo, era ideal para torturar a
alguien y evitar que sus gritos se escucharan por
fuera de esas paredes.
La figura del moreno tendida sobre la silla no
dejaba de imponerse: era un joven de un metro
ochenta de altura, y a pesar de estar
completamente atado e inconsciente, dejaba
relucir su actitud desafiante. El moreno sintió una
descarga eléctrica recorrer su cuerpo, luego un
grito de dolor, su propio grito lo hizo abrir
nuevamente los ojos. Su cuerpo temblaba y los
hombres, sombras borrosas que tenía enfrente, lo
miraban y se reían.
-¿Qué harás ahora, llorar? –la carcajada resonó
en el lugar y el hombre dio un golpecito en el
hombro a su compañero.
Frederick recuperó la visión poco a poco. No
respondió nada porque no tenía las fuerzas
suficientes para hablar, lo más probable era que
hubieran comenzado a torturarle desde hacía
mucho rato. Sentía la boca seca y los ojos
llorosos. Pero lentamente hidrató sus labios con
su lengua y enfrentó a sus agresores. Tal vez
Garret le había advertido a Faith que se lo
llevarían, pero no creía que fuese eso, de lo
contrario su novia lo habría llevado directamente a
Chicago, a Londres, a cualquier lugar, jamás se
habría quedado ahí, se lo habría dicho.
- — ¿Quién los envió? –sus ojos brillaron, eran
azules y con la luz tan blanca que alumbraba la
habitación su pupila se dilataba haciéndolos ver
aún más claros de lo que eran. Había un dejo de
ira en su mirada porque a pesar de la
circunstancia, el muchacho no aplacaba su
espíritu lleno de fortaleza y esto se veía bien
reflejado a través de sus ojos.
-Sabe hablar, ¿eh? Así que ahora los entrenan,
les dan sentimientos o los hacen creer que los
tienen, les llenan el cuerpo de plástico y agua, y
creen que pueden llorar. Juguetitos bastante
peculiares, pero inservibles al fin y al cabo.
El muchacho se sostuvo de los costados de la silla
donde estaba y se reincorporó con cuidado y
cierta dificultad, pero alguien lo abofeteó. No era
ninguno de los que habían hablado antes, pero
reconocía el timbre de su voz. El golpe nubló su
vista y sintió como su ojo ardía por la intensidad
del golpe.
-Veo que te han dado la bienvenida que mereces,
Frederick Blaust, interesante nombre te han dado
tus padres. ¿No te gustaría saber cómo te llamas
realmente? –Garret se puso en cuclillas e hizo que
el moreno lo mirase, su sonrisa era tan falsa y su
voz tan empalagosa, y pedante que Frederick
sintió un asco infinito.— Dale un poco de agua,
James. No queremos que digan que somos
inhumanos con estas basuras.
A pesar de querer tirarle el vaso en la cara al rubio
o por lo menos escupirle, Frederick se bebió el
agua, sintió como pasaba por su garganta y
refrescaba todo su cuerpo. Eso había sido como
recargar las baterías. De pronto se sentía mucho
más vivo que minutos atrás.
- —Eres un infeliz, ¿crees que Faith va a ir
corriendo a tus brazos? –preguntó Frederick
intentando herir al muchacho.- No sé qué
pretendan tú y Everett, pero te puedo asegurar
con mi vida que Faith no va a dejar que se salgan
con la suya.
-Es una lástima que le tengas tanta confianza a
Faith. Al final de cuentas es una Everett, ¿crees
que dejará a sus padres y todo lo bueno que tiene
por un pedazo de nada como tú? Puede tener a
cualquier hombre que quiera y cuando
desaparezcas no va a tardar mucho en
reemplazarte. Así es ella, ¿no te dijo que
estuvimos juntos durante más de un año? En
cuanto me tiró a la basura se fue con el primero
que se le cruzó en el camino. Es una zorrita con
cara de ángel.
Frederick intentó levantarse para partirle la cara
por estar insultando a su novia, pero el rubio se
echó para atrás, y las cuerdas impidieron que
Frederick lo alcanzara. James lo sentó
nuevamente y volvió a poner la pistola de
electroshock en su pecho para descargarla con
furia sobre él. Pero Frederick aguantó y esta vez
no gritó, sólo miró al rubio con tanto odio que
sintió unas ganas enormes de matarlo a golpes
ahí mismo. A todos. Bajó la mirada y tomó aire,
pero no podía hablar porque Garret era un maldito
hablador y un estúpido que creía saberlo todo.
-Mucho cuidado, Freddie. ¿Es así como te
llamaba tu mami? –El muchacho se puso muy
cerca del rostro del joven Blaust y soltó una
carcajada.-Creo que debieron respetar tu nombre,
aunque es cierto, habría sonado muy feo en
sociedad que te llamaran FR-576.-En los ojos de
Garret pudo verse un destello de triunfo. Se veía
que odiaba a Frederick incluso más que el padre
de su novia.

También podría gustarte