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Un hombre y una mujer tienen una discusión en la reja de la casa de ella. La mujer está enojada porque el hombre llegó tarde y sospecha que la está engañando. Intercambian acusaciones de engaño y celos. El hombre intenta disculparse pero la mujer no quiere escucharlo. Finalmente se despiden enfadados, aunque cada uno en secreto desea que el otro vuelva.
Un hombre y una mujer tienen una discusión en la reja de la casa de ella. La mujer está enojada porque el hombre llegó tarde y sospecha que la está engañando. Intercambian acusaciones de engaño y celos. El hombre intenta disculparse pero la mujer no quiere escucharlo. Finalmente se despiden enfadados, aunque cada uno en secreto desea que el otro vuelva.
Un hombre y una mujer tienen una discusión en la reja de la casa de ella. La mujer está enojada porque el hombre llegó tarde y sospecha que la está engañando. Intercambian acusaciones de engaño y celos. El hombre intenta disculparse pero la mujer no quiere escucharlo. Finalmente se despiden enfadados, aunque cada uno en secreto desea que el otro vuelva.
NARRADOR: Por entre las flores que adornan la reja, asoma
su cara alegre y risuea una zagalilla, modelo de hembra; con ojos muy negros y tez muy morena. De pronto un mocito de hechuras flamencas de prisa y gozoso a la calle llega, y el paso detiene ante aquella reja, que es altar y trono! Altar de su diosa, trono de su reina! estn frente a frente, la pava comienza.
HOMBRE: Hola, Carmencita MUJER: Hola, buena pieza!... A dnde has estado, Currillo? Contesta! Por qu no ha venido a las ocho y media como todas las noches?... me tenas contenta! Hace ya algn tiempo que tengo sospecha de Que t me engaas y si verdad fuera te juro sta que HOMBRE: Qu hice serrana? MUJER: Que eres una prenda que me engaa Curro. HOMBRE: Yo engaarte reina; has perdido el juicio? MUJER: Quisiera que lo pierda Te parece bonito tenerme en la reja cerca de dos horas esperando?
HOMBRE: Nena, es que yo MUJER: No quiero disculpa. HOMBRE: Espera y escucha un instante tan slo, princesa, que a un grillo se escucha y vale una perra
MUJER: Y t vales menos que un grillo, tronera, no quiero escucharte mentiras.
HOMBRE: Carmela! No tiene reparo no tiene prudencia no tiene miramiento
MUJER: Ni t tienes vergenza. HOMBRE: Por Dios, no te enfades que te pones fea, tu cara bonita, tu cara de reina
MUJER: Ya vienes con flores?... pues largo con ella, que aqu por fortuna nos sobra maceta HOMBRE: Por qu esos modales, por qu di Carmela. MUJER: Porque tengo celos. HOMBRE: Quin es esa hembra que amarga tu vida?
MUJER: No lo s; cualquiera Yo no la conozco ni quiero conocerla; una lagartona que te quiere para ella y no le importa el que yo no me muera.
HOMBRE: As que esto te ha dicho que te devuelva el dinero Mira piensas mi alma entera era mi madre cuando a ti morena no te conoca; ms la noche la noche aquella en que te vi por la vez primera, la part por medio, para que de veras sea la mitad para ti, la mitad para ella.
MUJER: Renuncio mi parte de alma tan perra HOMBRE: Qu hice? MUJER: Lo dicho: t sin duda piensas que vas a engaarme con la labia esa que el Seor te ha dado. Pues no te lo creas, que si t eres pillo, yo no soy tan tonta (lela). HOMBRE: Es que te has propuesto que tengamos gresca? MUJER: Lo que deseo es que ya no vuelvas ms por esta calle, porque yo a la reja no bajo ni a tiro para que t me veas HOMBRE: Ni falta que hace; no pases t pena por eso chiquilla. Descuida ya, Carmela que yo te prometo darte gusto. EA! Adis seorita. MUJER: Adis, sinvergenza. NARRADOR: La dama nerviosa la ventana cierra y tras la persiana marcharle contempla, l a cada paso vuelve la cabeza y exclama entre dientes: HOMBRE: Que baje maana a la reja Dios mo. NARRADOR: Y, entre tanto, ella se queda gimiendo: MUJER: Dios mo, que vuelva! que vuelva!