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El Experimento de los Ojos de Jane

Elliott: ¿cómo se desafió al racismo en un


aula?
El experimento de los ojos azules y marrones fue un polémico estudio desarrollado por la
profesora Jane Elliott en 1968 para explicar, a sus alumnos, las falacias del racismo.
Descubramos su historia.

Eran las seis de la tarde del 4 de abril de 1968. Martin Luther King, pastor y
activista estadounidense líder del movimiento por los derechos civiles para los
afroestadounidenses y ganador del Premio Nobel de la Paz, es asesinado en el
balcón del Lorraine Motel en Memphis, Tennessee, a manos de James Earl Ray, un
segregacionista blanco.

Se calcula que 300.000 personas acudieron a sus funerales, al tiempo que su


muerte provocó una oleada de motines raciales en más de sesenta ciudades de los
Estados Unidos. La muerte de Martin Luther King paralizó el país, pues había sido
la máxima figura social en lo que a la lucha contra la segregación y la
discriminación racial se refiere.

Y en este contexto sociopolítico, Jane Elliott, una docente estadounidense, decidió


que era su deber como profesora el que sus alumnos entendieran y
comprendieran aquello contra lo que había luchado Martin Luther King. Y fue así
como desarrolló, sin ser psicóloga, uno de los experimentos psicológicos más
famosos de la historia.

Un experimento tremendamente polarizado entre sus defensores, que consideran


que fue una experiencia positiva para los pequeños, y sus detractores, que afirman
que la profesora cruzó todos los límites de la ética de la enseñanza. Hablamos del
famoso experimento de los ojos azules y marrones. Y en el artículo de hoy
vamos a sumergirnos en su historia.

Las Leyes Jim Crow, la segregación y


Martin Luther King
Antes de entrar en profundidad en la historia del experimento, es interesante
ponernos en contexto y comprender las bases del concepto alrededor del cual gira
el estudio de Jane Elliot: el racismo. El término de “raza” nace en España
alrededor del siglo XV en el contexto de los procesos de conquista del imperio
español tanto de América como del sur de la Península Ibérica.

Y desde aquel momento en el que se diferenciaron distintas razas, se comenzó a


otorgar privilegios a unas y obligaciones a otras, naciendo así una discriminación
que, por desgracia, sigue vigente en la actualidad. Y es que por mucho que se
hayan logrado grandes avances a nivel social gracias a la lucha de muchos
activistas y a pesar de que el concepto de “raza” no sea aplicable a la especie
humana de acuerdo a lo que dictamina la propia biología, el problema sigue
presente.

El racismo sigue siendo una realidad que afecta a muchas personas incluso en
países avanzados (o aparentemente avanzados) en cuestiones de igualdad.
Cuando hablamos de racismo, nos referimos a una forma de discriminación en la
que una persona o colectivo es tratada de forma injusta con motivo de su cultura o
etnia.

Así, a lo largo de la historia, el racismo ha dado (y, por desgracia, da) pie a la
persecución de determinados grupos étnicos que son considerados como
inferiores. Pero, sin duda, uno de los más aterradores ejemplos de ello fue la
persecución que los afroestadounidenses tuvieron que sufrir, en el contexto de las
famosas Leyes Jim Crow, en Estados Unidos.

Después del período de Reconstrucción, las legislaturas estatales blancas


promulgaron unas leyes que instauraban la segregación racial en todas las
instalaciones públicas bajo el lema de “separados pero iguales”, algo que,
evidentemente, derivó en una discriminación hacia todas estas personas negras,
que vivían con menos derechos que los blancos.

De ahí que la figura de Martin Luther King, uno de los líderes del movimiento por
los derechos civiles para los afroestadounidenses y de la lucha contra esta
segregación racial, fuera, es y siga siendo tan importante a nivel histórico, pues su
labor fue crucial para que, al menos ante la ley, todos los estadounidenses fueran
iguales.

Por ello, cuando, tras lograr que se promulgara la Ley de Derechos Civiles de 1964
y la Ley de Derecho de Voto de 1965 y que las Leyes Jim Crow se anularan, este
activista falleció, el mundo entero lloró su muerte. Y fue en este contexto que
una profesora de una escuela del país creyó que era esencial que sus alumnos
comprendieran las falacias de la discriminación, buscando una forma de honrar la
memoria de Martin Luther King.

¿Qué fue el experimento de los ojos azules


y marrones de Jane Elliott?
Jane Elliott es una educadora y docente estadounidense que se hizo
internacionalmente conocida por el experimento que vamos a descubrir a
continuación. Con el objetivo de que sus alumnos comprendieran las falacias de la
discriminación racial, quiso convertir el aula en un lugar de discriminación. Pero no
entre blancos y negros, sino con motivo del color de ojos.

Un lunes por la mañana (en 1968), sin previo aviso y sin consentimiento de los
padres, Jane Elliott empezó el experimento. Dijo a los niños que las personas con
ojos azules eran mejores que aquellas con los ojos marrones, diciendo que los
estudios demostraban que tener los ojos azules iba ligado a una mayor inteligencia
y que tener los ojos de este color te hacía, como ella decía, superior.

Y fue entonces cuando dijo a los niños que los de ojos azules tendían cinco
minutos más de recreo, que los de ojos marrones tendrían que quedarse en clase
esperando, que los de ojos marrones no podrían beber agua directamente de la
fuente e incluso que los de ojos marrones tenían prohibido jugar con los de ojos
azules, pues, les dijo, eran inferiores a ellos.

Al terminar con su discurso, dijo que los niños con los ojos marrones debían
ponerse una cinta para que así todos pudieran verlos desde lejos y saber de qué
color eran sus ojos. Al mismo tiempo, ella misma empezaba a quejarse de que los
niños con ojos marrones hacían perder el tiempo en clase, pues eran muy lentos
haciendo las tareas.

Los niños con los ojos marrones empezaban a sentirse mal consigo mismo, al
tiempo que, si bien algunos de ojos azules no querían tratarlos mal, otros
empezaban a discriminarlos y reírse de ellos. Pero fueron necesarios apenas dos
días para que la discriminación invadiera esa clase de tercero de primaria. Porque
el mismo martes, después del recreo, Jane se dio cuenta de que algo estaba
ocurriendo.

Dos niños se habían peleado porque uno se había burlado del otro por tener los
ojos marrones, pues se empezaban a referirse a ellos como “ojos marrones”, del
mismo modo que a los negros se les llamaba con un nombre que todos
conocemos. Pero lejos de detener el experimento aun sabiendo que aquellos
inocentes niños se estaban convirtiendo en crueles discriminadores, Jane Elliott lo
complicó todo todavía más. Y el miércoles, le dio la vuelta a todo.

Llegó a clase y dijo que les había mentido, que la verdad era que eran los de ojos
marrones los que eran superiores. Así, les pidió que los de ojos marrones se
quitaran las cintas y que se las pusieran a los de ojos azules, que ahora eran los
inferiores. Los derechos pasaron a los de ojos marrones y las prohibiciones, a los
de ojos azules. Empezó a ser muy dura con los niños con los ojos azules.

Y los niños, creyendo que realmente eran inferiores, empezaron a bajar su


rendimiento. Ellos mismos, los de ojos azules, se decían que eran tontos. Y la
profesora se limitaba a decirles que, en efecto, lo eran. De todos modos, viendo la
situación y el clima que se estaba creando en el aula, Jane Elliot, esa misma tarde,
decidió detener el experimento.

Habló con todos los niños y les preguntó que qué habían aprendido y si realmente
el color de los ojos de alguien tenía que importar en el modo como lo trataban.
Todos los niños dijeron que no. Y, entonces, les preguntó si el color de piel debía
importar. De nuevo, todos los niños dijeron que no. Todo tenían claro que no
debían reírse de nadie por su etnia, que daba igual si teníamos la piel oscura
o blanca. Todos éramos iguales.

Con un discurso acerca de cómo lo que define si somos buenas o malas personas
son nuestros actos y no nuestro color de piel, les dijo que ya podían quitarse esas
cintas. Pues no importaba que tuvieran los ojos azules o marrones. Todos eran
iguales. El experimento de los ojos había terminado y su fama se hizo mundial,
pues el método era muy poco convencional y había atravesado todos los límites de
la enseñanza. La polémica sigue vigente a día de hoy.

Y es que seguramente la intención de Jane Elliott era buena y pura, pues los
propios alumnos dijeron, tiempo después y ya como adultos, que aquella
experiencia les había cambiado la vida para bien. Pero no podemos negar que jugó
con la ética, obligando a niños de ocho años a discriminar a sus compañeros y a
sufrir el peso de la discriminación.

Una lección de vida a cambio de ser víctimas directas de la discriminación durante


unos días. ¿Es defendible el experimento de Jane Elliott? Que cada lector
encuentre su propia respuesta a este dilema. Nosotros no buscamos dar una
solución, pues en la vida todo es una escala de grises. Nosotros simplemente
hemos contado la historia.

Bibliografía: https://medicoplus.com/psicologia/experimento-ojos

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