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Afrodita
Afrodita
Mitología
Crono, uno de los titanes, hijo de Gea y Urano, quiso ayudar a su
madre a vengarse de Urano por el ultraje de “maquinar obras indignas”
(engendrar hijos monstruosos). Así lo cuenta Hesiodo en Teogonías
(165-200):
Hijos míos y de orgulloso padre. Si queréis obedecerme, vengaremos
el malvado ultraje de vuestro padre, pues él fue el que empezó a
maquinar obras indignas.
[...] Crono, astuto, cobrando ánimo, al punto respondió a su respetable
madre: “Madre, te prometo que puedo realizar ese trabajo, puesto que
no siento preocupación alguna por nuestro odioso padre, ya que fue el
primero en maquinar obras indignas”.
[...] Vino el poderoso Urano trayendo la noche y deseoso de amor se
echó sobre Gea y se extendió por todas partes. Su hijo desde la
emboscada lo alcanzó con la mano izquierda, a la vez que con la
derecha tomó la mons- truosa hoz, larga, de agudos dientes, y a toda
prisa segó los genitales de su padre y los arrojó hacia atrás.
[...] Los genitales, por su parte, cuando, tras haberlos cortado con el
acero, los arrojó lejos de la tierra firme en el ponto fuertemente batido
por las olas, entonces fueron llevados a través del mar durante mucho
tiempo; a ambos lados, blanca espuma surgía del inmortal miembro y,
en medio de aquélla, una muchacha se formó.
[...] Salió del mar la respetable bella diosa y bajo sus delicados pies a
ambos lados la hierba crecía. Afrodita [diosa nacida de la espuma, y
Citerea, ceñida de bella corona] suelen llamarla tanto dioses como
hombres, porque en medio de la espuma se formó [...].
Una versión diferente del mito griego explica el nacimiento de la diosa
Afrodita, como hija de Zeus y la ninfa del mar Dione.
Otras teorías la consideran una divinidad prehelénica que se remonta a
los tiempos de las grandes diosas madres del Mediterráneo oriental, lo
que la dota de mayor entidad y fuerza arquetípica en relación a otros
dioses y diosas de la tradición griega.
Cualidades de la diosa Afrodita
Afrodita es dueña de su propia vida, algo que muchas desearían
emular, y su libertad para tener dominio sobre sí misma se deriva del
lúcido cono- cimiento de que el amor es una esencia que reside en el
corazón de uno y que no tiene nada que ver con la permanencia ni con
la estabilidad de la relación.
Encarna, y esto podría parecer idealismo, la divina llamada del amor
que anhelan todos los seres humanos, para permitir que sus corazones
ha- blen sencilla y libremente en todo momento, sin serias ataduras
sentimentales cuya finalidad es sujetar y apresar al amado para
siempre. (Manuela Dunn Mascetti, Diosas. La canción de Eva)
Las cualidades representativas de la diosa Afrodita son:
Como la madre Hestia, Afrodita no tiene ambiciones para sus hijos, los
apoya para que hagan aquello que aman de verdad y les transmite,
con su modo de vida, la importancia de seguir los deseos del corazón.
Su ca- pacidad para poner la mirada en la belleza hace que vea lo
mejor de ellos y sean niños que crezcan con una buena autoestima. Su
carácter de diosa alquímica hará posible que los ayude y guíe en sus
procesos de transfor- mación y evolución mientras crecen. En realidad,
al igual que con todas sus relaciones, una mujer Afrodita puede ver el
“oro” en el ”plomo” cuando nadie más puede hacerlo y, desde el Amor,
que es la energía transforma- dora más grande que existe, regar las
semillas que luego brotarán como las mejores cualidades humanas.
La madre Afrodita comparte con la madre Perséfone la facilidad para
entrar en el mundo del juego y de la fantasía de sus hijos y disfrutarlo
igual que ellos. Asimismo, ambas comparten la capacidad para alentar
en ellos el desarrollo de la imaginación y la creatividad.
Los hijos de una madre Afrodita se sienten muy amados, y por lo
general adoran a su madre. Sin embargo, es necesaria la presencia
del ar- quetipo Deméter en su personalidad para que crezcan seguros
y se sientan emocionalmente sostenidos. La naturaleza apasionada de
la mujer Afro- dita, sin la influencia de otros arquetipos que la
equilibren, suele llevarla a vivir una maternidad inconstante,
desplegando gran energía sobre sus hijos y toda su atención para
luego, súbitamente, centrarla en otros as- pectos de su vida y dejarlos
temporalmente de lado. En estas ocasiones parece que no existieran
para ella, porque está totalmente absorbida por otro asunto o persona
que en ese instante la está fascinando. Este darle a sus hijos todo o
nada en cuanto a atención, a veces les crea un gran des- concierto e
inseguridad, y provoca en ellos conflictos con la figura de la madre y
con la figura femenina en general, que se proyectarán en su vida
adulta.
El análisis sobre sus relaciones con los hombres es amplio y esclare-
cedor. Jean Shinoda Bolen escribe:
Las mujeres Afrodita gravitan alrededor de hombres que no son nece-
sariamente buenos para ellas o con ellas. A menos que otras diosas
ejerzan su influencia, su elección de hombres suele ser similar a las
elecciones de Afrodita: hombres creativos, complejos, con bruscos
cambios de humor o emocionales como Hefestos, Ares y Hermes.
Tales hombres no ambicionan cimas profesionales, ni posiciones de
autoridad, ni desean estar a la cabeza de un hogar ni ser maridos o
padres.