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Con respecto a esta conducta, la meta de los psicólogos sociales es comprender y predecir
la conducta prosocial
—cualquier acto que beneficie a otros—. Generalmente, este término se aplica a acciones
que no tienen un beneficio directo para la persona que las lleva a cabo y que pueden
implicar algún grado de riesgo. Incluso acciones simples algunas veces pueden implicar
algún tipo de riesgo, como la cautela que tiene el Boy Scout
El término altruismo algunas veces se utiliza como sinónimo de la conducta prosocial
, pero el verdadero altruismo es la preocupación desinteresada por el bienestar de los
demás. Tal como comenta-remos más adelante, es posible que ningún comportamiento sea
puramente altruista. En este capítulo, primero describiremos los factores fundamentales que
influyen en la probabilidad de que un individuo dado responda o no a una emergencia
con una acción prosocial. Luego, examinaremos algunas de las características
disposicionales y emocionales de aquellos que ayudan a otros y de aquellos que reciben
ayuda , tanto en emergencias como en situaciones a largo plazo.
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MANUAL DE LA MATERIA PSICOLOGIA SOCIAL II
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Parámetros de la agresión:
Teorías psicosociales
Las siguientes teorías reflejan dinámicas sociales que contribuyen al desarrollo y
mantenimiento de la agresión.
Los mecanismos propuestos para explicar las relaciones entre estos factores
ambientales y la tendencia a agredir son similares.
El ruido:
El Hacinamiento:
El dolor
Antecedentes motivo-emocionales
Procesos de evaluación
Procesos de control observacional
Procesos de reevaluación de la situación
Los afectos negativos (ira, agitación, irritación, estado depresivo) pueden instigar
reacciones agresivas ante una provocación.
La cólera:
Emoción intensa que se caracteriza por el deseo o motivación para dañar y puede
instigar la agresión al menos a través de cinco vías. Está estrechamente vinculada
a la agresión afectiva o reactiva ya que incide sobre alguno de los factores
instigadores de la agresión.
Antecedentes socio-motivacionales
Ataque interpersonal
Por tanto la agresión no es una simple reacción fruto de una secuencia E-R
(ataque-reacción) sino que en todos los casos están presentes variables
intermedias y moduladoras de tal reacción.
La exclusión social
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Se refiere a la negación de derechos sociales, de oportunidades vitales
fundamentales y de procesos sociales que comprometen las posibilidades de
participación social de ciertos individuos, grupos, colectivos y sociedades.
Sólo es posible en virtud de la participación (activa y/o pasiva) del resto de los
miembros integrados de la comunidad
La violación de normas
Las normas tienen una cualidad moral prescriptiva y se refiere a las obligaciones,
derechos y privilegios que gobiernan la conducta: crea condiciones estables de
cooperación, informa de cómo deben ser las cosas, de lo aceptado y no aceptado,
de lo que será castigado o premiado y como.
El etiquetaje cognitivo:
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Sugiere que ante un estado de activación serán las cogniciones disponibles las
que etiquetarán la emoción como relevante para la agresión o no.
El motivo de venganza
Mecanismos cognitivo-motivacionales
Las relaciones entre grupos son con frecuencia conflictivas, sin embargo, la
tendencia a resolver conflictos de forma agresiva no es una característica que
defina las relaciones intergrupales, sino que está determinada por la orientación
dominante del grupo hacia la violencia (tendencia a considerar o no la violencia
como alternativa de respuesta).
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En grupos donde la violencia es valorada (bandas juveniles, grupos terroristas) se
crea una atmósfera social en la que las prácticas de agresión intergrupal son
habituales.
Ejm: Las altas expectativas generadas por el ideal republicano francés provocan
mayor malestar entre los colectivos excluidos.
TEMA V EL PREJUICIO
Algunas claves sobre el prejuicio desde la perspectiva psicosocial:
Allport, define el prejuicio desde las definiciones psicosociales como una antipatía
u hostilidad basada en una generalización defectuosa o inflexible, y Ashmore lo
define como una actitud negativa hacia un grupo definido socialmente y hacia
cualquier persona percibida como miembro de ese grupo.
Tres corrientes:
Una extensión de esta teoría es la del dogmatismo de Rokeach, según la cual las
características anteriores no son exclusivas de la política de derechas, sino que
también podemos encontrarla en la extrema izquierda. Ambos enfoques han
recibido importantes críticas teóricas y metodológicas, ya que obvian la
importancia de los factores situacionales en el prejuicio.
Los enfoques más utilizados en el análisis de este fenómeno han sido las
concepciones del prejuicio como actitud negativa y como conflicto intergrupal.
El modelo desde los tres componentes predice que habrá consistencia entre los
tres.
El prejuicio racial: Durante las tres últimas décadas se han desarrollado diversas
teorías que tratan de dar respuesta a la evolución del prejuicio racial. La mayoría
fueron acumuladas en EEUU.
Racismo aversivo
Racismo moderno
Creer que las demandas de estos grupos son excesivas y no se las merecen.
Racismo ambivalente
Modelo de disociación
El modelo propuesto por Devine, recurre al conflicto para explicar la paradoja del
prejuicio. Desde este modelo se atribuye el conflicto al desajuste entre las
respuestas basadas en el estereotipo y las basadas en las creencias personales.
Los estereotipos constituyen una forma de conocimiento procedente de la cultura y
fuertemente establecida en el individuo desde su más temprana historia de
socialización a a través de una activación muy frecuente. Los estereotipos pueden
activarse de forma automática por la presencia de indicios ambientales relevantes,
sin necesidad de atención consciente por parte del individuo.
Pettigrew y Meertens proponen que el racista sutil tiene una percepción exagerada
de las diferencias culturales entre el endogrupo mayoritario y el exogrupo
minoritario. Esto le permite justificar la situación de inferioridad social del
exogrupo, porque percibe inferioridad cultural.
El prejuicio sexista
Entre los instrumentos más recientes que miden el sexismo, cabe destacar la
Escala sobre Ideología de Género desarrollada en España con objeto de medir la
orientación tradicional y la igualitaria sobre Ideología de Género.
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Los autores del modelo han elaborado un instrumento para medir ambas formas
de sexismo, el Ambivalent Sexism Inventory.
La segunda estrategia utilizada por los sexistas para resolver las actitudes
conflictivas hacia las mujeres se pone en marcha cuando consideran un tipo
específico de mujer. Se distinguen entre diferentes dimensiones de evaluación
(competencia vs. Sociabilidad). Así, los sexistas evalúan negativamente a las
mujeres no tradicionales o poderosas, pero a la vez las respetan por ser
competentes. Y, a la inversa, a las mujeres tradicionales las evalúan con afecto,
pero las perciben incompetentes.
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Introducción
Los psicólogos sociales saben que la cultura tiene profundos efectos sobre la
conducta. Por ello, se hace necesario observar lo que hay alrededor de las
personas para poder comprender lo que hacen, lo que dicen, lo que piensan y lo
que sienten. Por tanto, es importante conocer la influencia de la cultura sobre el
comportamiento social. Esta influencia sirve para mostrar la tenue frontera que
existe entre lo social y lo cultural. De hecho, lo social y lo cultural son dos áreas
que se complementan. Así, saber cómo la gente reacciona ante las emociones en
función del contexto cultural, o conocer si un líder eficaz en Asia es similar a un
buen líder anglosajón, son algunos ejemplos de las investigaciones que se llevan
a cabo en la Psicología Social Transcultural.
En general, la Psicología Social analiza cómo los grupos sociales, las instituciones
y las culturas afec-tan a la conducta del individuo, siendo uno de sus objetivos
conocer el funcionamiento de la mente en sociedad. Esta determinación mutua de
mente y sociedad es lo que estudian los psicólogos sociales (Turner, 1999).
Por su parte, el trabajador social se ocupa, entre otros problemas, de las diversas
carencias del indi-viduo inmerso en una sociedad. Así, corno se ha señalado en el
Capítulo 1, uno de los objetivos del tra-bajador social es proporcionar bienestar al
ser humano, y en esto se incluye la adaptación de las per-sonas a su entorno
cultural. Este hecho requiere el conocimiento de la Psicología, ya que esta
disciplina permitirá al trabajador social conocer las manifestaciones y capacidades
de las personas frente a sus ne-cesidades, así como su comportamiento en las
relaciones individuales, grupales y sociales. Al mismo tiempo, le facilitará la
comprensión de la interacción de los individuos en las estructuras de los grupos y
organizaciones sociales (Ares, Ramírez y Sánchez, 1987).
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El individuo en sociedad
Holismo sociológico
Individualismo metodológico
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El individuo es la única unidad de análisis de las ciencias sociales. Es decir, no se
tiene en cuenta la unidad de análisis colectiva.
Los componentes del mundo social son individuos que actúan a la luz de sus
disposiciones mentales.
Interaccionismo
Las reacciones de las personas ante el mundo son una función de cómo perciben,
comprenden o interpretan dicho entorno social.
El dominio societal comprende los procesos colectivos que se caracterizan por ser
externos a los individuos. Por ejemplo, el estudio de las culturas.
La falacia atomística o error opuesto: en este caso se infiere que los procesos que
se producen en el dominio intrapersonal se dan también en los dominios grupa! y
societal. Es decir, es el error de inferir conclu-siones sobre el nivel superior con
datos correspondientes a unidades inferiores o a partir de datos individuales.
En conjunto, y para concluir con este epígrafe, la Psicología Social, tal y como
terminamos de exponer, es el estudio de la mente en sociedad. Si bien, en este
capítulo nos vamos a centrar en el estudio de la mente pero en la cultura. Es decir,
en el papel que juega la cultura sobre la persona.
DEFINICIÓN DE CULTURA
Tratar de dar una definición de cultura no es tarea fácil, ya que existe un amplio
debate sobre este concepto. Al mismo tiempo, hay una gran variedad de
definiciones. Así, en un primer momento, los an-tropólogos se centraron en el
estudio de los grupos de personas relativamente pequeños y aislados. Sin
embargo, en la investigación realizada en las islas de la Polinesia, Malinoswski
(1927, cit. en Smith, Bond y 1<agitcibasi, 2006) fue capaz de aunar tanto los
aspectos objetivos como subjetivos de la cultura, es decir, relacionó por ejemplo la
reproducción de la especie (aspecto objetivo) con el modelo de familia (aspecto
subjetivo). En su definición de cultura incluye el hábitat, las creencias, las normas
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y los valores heredados, formando parte integral de un modo de vivir particular.
Estas relaciones son importantes, ya que consideran a la cultura corno un todo.
Ciencias Humanas. Así, autores como Geertz (1988) definen la cultura como un
conjunto de significaciones, pero más que una definición, lo que propone este
autor es una forma diferente de ver las cosas, es decir, de observar las realidades.
En general, desde estas orientaciones científicas, como no se puede conocer
directamente el contenido mental de una persona, lo que se hace es determinar
esas características mentales a través de la observación de los comportamientos
personal y grupa!.
Por su parte, los psicólogos sociales han centrado su atención en el hecho de que
todos nacernos en un contexto cultural. En el proceso de socialización dentro de
este medio aprendemos a adoptar los usos y costumbres de otros individuos. Los
otros con quienes mantenernos contacto son parte de una sociedad; su cultura
consiste
– Observables
– La forma de vestir.
– Los patrones de comporta-miento, las reglas, las histo-rias, los mitos, el lenguaje
y las ceremonias.
– Inobservables
A pesar de la diversidad conceptual que existe sobre el término cultura, tal y como
hemos tenido ocasión de observar en los párrafos anteriores, la mayoría de los
autores están de acuerdo en que debemos considerar a la cultura como un todo
que incluya el conocimiento, las creencias, las normas, los roles, las costumbres y
cualquier otra capacidad adquirida por la persona como miembro de la sociedad.
En definitiva, tras las diferentes definiciones que los académicos ofrecen acerca
de la cultura, cabe des-tacar que no prevalece un único criterio, más bien existe un
consenso que indica que la cultura implica numerosos aspectos objetivos y
subjetivos interrelacionados, tal y como se muestra en el Cuadro 2.2.
Dos de las investigaciones más importantes sobre las dimensiones de valores que
definen la cultura son la de Geert Hofstede y la de Shalom Schwartz. Por ello, en
las siguientes páginas se realizará una presentación detallada de cada una de
ellas.
El estudio realizado por Geert Hofstede sobre los valores colectivos asociados al
tra-bajo, con una muestra de 116.000 empleados de la compañía IBM en 70
naciones (Hofs-tecle, 1980; 2001), junto con otras investigaciones posteriores
[véase el cuestionario apli-cado en 20 países sobre valores chinos, The Chinese
Culture Connection, en Hofstede y Bond (1988), instrumento diseñado con el
objeto de evaluar las diferencias culturales que guardan relación con la orientación
temporal y que se caracterizan por la búsqueda de resultados a corto o largo plazo
tras la realización de una tarea. La escala comprende también elementos
relacionados con el respeto por las tradiciones], nos van a permitir identificar cinco
dimensiones que explican diferencias en términos culturales. Estas son el
individualismo-colectivismo, la masculinidad-feminidad, la distancia jerárquica„ la
evitación de la incertidumbre y la orientación temporal.
En el Cuadro 2.3 se recogen algunos de los elementos que las constituyen, así
como una breve explicación de cada dimensión. El lector podrá constatar que
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tanto las expli-caciones que se exponen como los elementos planteados se
encuadran dentro del ámbito laboral, cuestión que considerarnos importante para
el desempeño profesional del Trabajador Social. En general, estas dimensiones
tratan de dilucidar algunos de los aspectos subjetivos de la cultura (véase el
Cuadro 2.2). Así, el individualismo-colectivismo explicaría la relación que existe
entre la persona y el grupo, la masculinidad-feminidad trataría la relación entre
hombres y mujeres, la distancia jerárquica analizaría la relación que tiene la
persona con la autoridad, la evitación de la in-certidumbre nos permitiría explicar
cómo se manejan los conflictos y la orientación temporal abarcaría las creencias,
normas y valores que tenemos frente a la concepción del tiempo.
Valores individuales
Shalom Schwartz.
Schwartz (1992) plantea que las relaciones entre los diez valores motivacionales
son dinámicas, es decir, las acciones dirigidas a la obtención de un tipo de valor
pueden tener consecuencias psicológicas en la consecución de otros valores. De
este modo, y dependiendo de la naturaleza del objetivo que se persiga, se va a
establecer una estructura de clasificación. Esta estructura posee dos grandes
dimensiones que se descomponen en cuatro factores. Es decir, estos diez valores
individuales o personales se agrupan, de modo circular, sobre dos ejes. El primer
eje opone el factor de apertura al cambio (que incluye los valores de auto-
dirección y estimulación) al de conservadurismo (valores de tradición, conformidad
y seguridad). El segundo eje opone el factor de promoción personal (logro y poder)
al de auto-trascen-dencia (universalismo y benevolencia). El valor de hedonismo
es compartido por los objetivos básicos de promoción personal y apertura al
cambio, tal y como se presenta en la Figura 2.2.
En todas las naciones en las que se han realizado estudios con la prueba SVS
(Schwartz Value Survey; Schwartz y Bilsky, 1990) [cuestionario diseñado para la
investigación cle los perfiles in-dividuales de valores, y donde el participante debe
evaluar la importancia que tiene cada valor como principio-guía en su vida] los
resultados han constatado que estos diez va-lores son universales (Schwartz,
2001).
Además, Schwartz plantea que algunos valores pueden estar asociados tanto a
los in-tereses individualistas como colectivistas, estableciendo una estructura
bidimensional donde las personas pueden tener un perfil de valores
exclusivamente individualista, úni-camente colectivista o de ambos tipos. En la
estructura total, cinco de los valores perso-nales responden a los intereses
individualistas (logro, poder, auto-dirección, estimulación y hedonismo) y tres a los
valores colectivistas (conformidad, tradición y benevolencia). Los dos valores
restantes corresponden a ambos tipos de objetivos y son, por tanto, mix-tos
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(seguridad y universalismo). Según este autor, las personas pueden dar
importancia simultáneamente a ambos tipos de orientaciones sin que éstas entren
en contradicción. Maria Ros 0951-20D7)
CONSERVADURISMO
Valores culturales
Schwartz (1994) expone una serie de valores culturales colectivos que permiten
diferenciar unas cul-turas de otras. Así, ciertas culturas, como las individualistas,
pueden caracterizarse por valores de auto-nomía intelectual y afectiva. Por su
parte, las culturas colectivistas también pueden poseer valores cul-turales
colectivos corno el conservadurismo. Veamos a continuación qué significa cada
uno de estos valores culturales.
Dominio versus armonía trata sobre la,actitud hacía el mundo en general. En las
culturas donde se valora el dominio, las personas buscan dominar y cambiar el
mundo social y la naturaleza, valoran el con-trol y la explotación de éste para
satisfacer las necesidades personales o grupales, además de conseguir objetivos
por medio de acciones asertivas (ambicioso, competente). Por su parte, las
culturas que enfatizan la armonía aceptan el mundo tal cual es, intentando
preservarlo más que cambiarlo o explotarlo. Se trata de adaptarse
armoniosamente al entorno (unidad con la naturaleza, mundo en paz, mundo de
belleza).
Integración de modelos
En la última década se han producido importantes flujos migratorios. Así, cada año
crece el número de personas que se trasladan a otros países por razones de
trabajo, estudio o bien porque huyen de una situación económica o política
desfavorable en su país de origen. Sea como fuere, cualquier migración conlleva
un contacto intercultural. Es por ello que tanto los psicólogos como ios
trabajadores sociales, entre otros profesionales, se han centrado en intentar dar
respuestas a esta demanda social.
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En este sentido, Palacín (2005) señala que no es extraño que en los servicios
sociales se pregunten qué hay de diferente en las personas de origen inmigrante
(en su cultura) que justifique el desarrollo de programas específicos o
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metodologías diferenciadas. De esta forma, los programas sociales se debaten
entre dos polos, bien analizar la cultura de los inmigrantes o, bien, ignorar las
diferencias y atender a las especificidades individuales de la persona que acude al
servicio. No obstante, entre estos dos extre-mos encontrarnos posiciones
intermedias, como es el desarrollo de competencias en mediación cultural por
parte de muchos Trabajadores sociales.
Veamos, a continuación, en qué consiste el choque cultural, así como una serie de
pautas de interac-ción que permiten mediar entre culturas.
Choque cultural
Área Demográfica:
Área Económica:
Área Social:
Área Identitaria:
Pérdida de identidad.
Área Cultural:
Además, tal y corno puede apreciarse en el Anexo, fa posición de los países cle
procedencia de los inmigrantes en comparación con España nos revela que las
diferencias culturales son de grado y no ab-solutas, es decir, dependen del grupo
de comparación. Por ejemplo, los latinoamericanos se sienten más colectivistas
que los españoles, así que ellos nos perciben a nosotros como más
individualistas, pero los españoles son a su vez más colectivistas que muchos
europeos (Basabe, 2007).
Si tratamos con personas que provienen de una cultura más colectivista (véase en
el Anexo el indi-cador de IDV «individualismo» y recuérdese que las naciones que
muestran menor puntuación son más colectivistas) hay que tener en cuenta que
funcionan de manera más grupal, valoran más las reuniones, el pasar el tiempo
juntos con toda la familia o con un grupo amplio de personas. En caso de los
latino-americanos, por ejemplo, «toda la familia» se mueve unida, acéptelo y sea
«hien educado» y respetuoso, manifieste más muestras de respeto hacia los
padres o ancianos.
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Además, mantener la imagen social o una «buena cara» es muy importante en las
culturas colectivistas. Tenga cuidado en «amenazar» a alguien con su crítica, no lo
desmienta directa y públicamente aunque us-ted sepa que lo que dice es
incorrecto o exagerado. También realizar una crítica delante de todo el mundo
aunque sea constructiva, puede herir los sentimientos riel otro, ya que no separan
la crítica de las ideas o acciones de una persona. Se suele producir, por tanto, la
sensación de que uno es descalificado y atacarlo.
Si trata con una persona de cultura más femenina que la española (muchos países
de América Latina, por ejemplo), recuerde que allí se valora más la armonía y la
expresión de cariño. Se espera que Ud. sea simpático y «bien educado».
Aproxímese más a las personas de lo que es habitual en España. Si se lo hacen a
Ud. no mal interprete las intenciones de estas personas. El tocarle o tener una
distancia física menor de lo que está acostumbrado no significa obligatoriamente
una intención de ligue, sino una ma-nifestación de simpatía y amistad.
Asimismo, las culturas femeninas valoran el trato más gentil y suave. Evite gritar o
discutir fuertemente por motivos de la vida cotidiana. Se interpretará como una
desconsideración y un signo de rudeza.
Si trata con personas de culturas más masculinas que la suya, no espere que
tengan el mismo nivel cle expresividad emocional que Ud. No lo interprete corno
falta de interés o simpatía, sino como que en este tipo de sociedades no se
potencia la expresión explícita de emociones, no se permite ser «blan-do». Se
espera que uno se mantenga firme aunque sufra, sobre todo si es un hombre.
Se tome su tiempo para expresar una idea y, además, es fundamental que tenga
en cuenta que «todos los caminos conducen a Roma».
Tenga en cuenta que no hay normas que diferencien los distintos tipos de
interacción (laboral / amistad).
Respete los títulos, la edad y las conexiones de una persona, al margen del tema
de la interacción que estén tratando.
Tiene en cuenta que las formas de relacionarse entre géneros son diferentes. Así,
las interacciones entre personas del mismo sexo tienden a ser más cercanas que
las relaciones entre géneros opuestos.
Como hemos visto al inicio del capítulo, la información obtenida a partir de las
unidades de aná-lisis en Psicología Social nos brinda la posibilidad de encuadrar
el estudio de las diferencias cultu-rales dentro del dominio societal, teniendo en
cuenta, por tanto, la unidad de análisis de carácter colectivo. Posteriormente, y
tras la presentación del concepto cultura, hemos de considerar que no prevalece
un único criterio que la defina, ya que el estudio de la cultura conlleva un análisis
del conjunto de normas, valores, actitudes y conductas compartidas por un grupo
de personas. Este aná-lisis debe realizarse atendiendo a la distinción entre lo emic
y lo clic. En concreto, lo emic parte de la exploración de las diversas formas en
que un comportamiento se desarrolla en un contexto determinado, mientras que lo
etic enfatiza la conducta universal.