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MANUAL DE LA MATERIA PSICOLOGIA SOCIAL II

UNIVERSIDAD MEZE

TEMA I LA PRESENTACIÓN DEL YO


https://www.academia.edu/30245424/LA_PRESENTACION_DEL_YO
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TEMA II PRINCIPIOS BASICOS DE LA COMUNICACIÓN


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TEMA III CONDUCTA ALTRUISTA

CAPITULO 10 LIBRO SICOLOGIA SOCIAL BARON Y BYRNE


https://www.academia.edu/17262283/Psicologia_Social_Robert_A_Baron_Donn_Byrne

Con respecto a esta conducta, la meta de los psicólogos sociales es comprender y predecir
la conducta prosocial
—cualquier acto que beneficie a otros—. Generalmente, este término se aplica a acciones
que no tienen un beneficio directo para la persona que las lleva a cabo y que pueden
implicar algún grado de riesgo. Incluso acciones simples algunas veces pueden implicar
algún tipo de riesgo, como la cautela que tiene el Boy Scout
El término altruismo algunas veces se utiliza como sinónimo de la conducta prosocial
, pero el verdadero altruismo es la preocupación desinteresada por el bienestar de los
demás. Tal como comenta-remos más adelante, es posible que ningún comportamiento sea
puramente altruista. En este capítulo, primero describiremos los factores fundamentales que
influyen en la probabilidad de que un individuo dado responda o no a una emergencia
con una acción prosocial. Luego, examinaremos algunas de las características
disposicionales y emocionales de aquellos que ayudan a otros y de aquellos que reciben
ayuda , tanto en emergencias como en situaciones a largo plazo.

ACTIVIDAD EXTRACLASE: Con base a la teoría y a tu experiencia personal, noticieros e


historia investiga un evento similar al presentado en EL ESTUDIO DE CONDUCTA
PROSOCIAL de la página 400 del libro de texto base y realiza análisis y conclusiones.
Elabora el reporte en tu cuaderno, toma foto y súbelo a tu carpeta de evidencias.
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Página 404
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TEMA IV LA CONDUCTA AGRESIVA


Agresión: cualquier forma de conducta dirigida a dañar o injuriar a otro ser vivo
que está motivado a evitar tal trato. Se incluyen conductas que teniendo la
intención de provocar un daño fracasan en lograr este objetivo y se excluyen
aquellas que provocan daños sin tener intención. La intención es el elemento
central de la definición. Dos tipos:

1. Agresión afectiva u hostil: Se refiere a las acciones cuyo fin último es


provocar un daño. Ejm asesinato por venganza.
o Se considera impulsiva y dirigida por la ira
o No hay consecuencias más allá de la propia venganza
o Es reactiva, precedida por una instigación previa
o Es más irracional que la instrumental
2. Agresión instrumental: Se refiere a las acciones dirigidas a conseguir algún
objetivo o un fin que no es un daño en sí mismo, el daño es un medio para
conseguir algún otro fin sea el sometimiento de la víctima, colaboración o
un beneficio de cualquier tipo. Ejm robos con extrema violencia
o Se realiza tras anticipar consecuencias reforzantes o para evitar
castigo.
o No precisa de estímulos instigadores previos.
o Es deliberada, racional no guiada por la ira.
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La distinción entre la agresión hostil e instrumental se basa en motivaciones
diferentes y sugiere diferencias también en las expectativas de consecuencias y
en los antecedentes situacionales.

Parámetros de la agresión:

 La modalidad de respuesta (verbal o física)


 Su visibilidad (abierta o encubierta)
 El tipo de daño que produce (físico o psicológico)
 La duración de sus consecuencias (transitorias o duraderas)
 Los agentes implicados (individual, interpersonal, grupos)

Violencia: Es un subtipo de agresión, se refiere a las formas extremas de agresión


física. Consiste en infligir fuerza intensa a seres vivos o propiedades con el
propósito de destruirlos, castigarlos o controlarlos.

Supuestos básicos en el análisis psicosocial de la


agresión
1) El comportamiento agresivo es un comportamiento “normal” que forma parte del
repertorio de las conductas habituales de las personas.

Las modernas teorías (evolucionista, etología, sociobiología). Defienden el origen


innato de la agresión: existen ciertos mecanismos innatos que participan en la
agresión. Existencia de una conexión cerebral cólera-miedo asociada a ciertas
emociones relacionadas con la agresión y relevantes para la supervivencia.

Destaca su valor adaptativo para el ser humano y la propia especie

Las teorías del impulso. Apela a mecanismos motivacionales: Motivo de hacer


daño como reacción a eventos del entorno (los que provocan frustración o dolor).

Las teorías biológicas. Apela a mecanismos motivacionales: Motivo de satisfacción


inmediata. Relacionadas a procesos de activación-inhibición asociados
respectivamente a la dopamina (satisfacción urgente) y serotonina (inhibición de la
conducta)

Perspectiva evolutiva: Las conductas agresivas entran dentro de la normalidad ya


que se encuentran estrechamente unidas al desarrollo evolutivo.

La agresión es una consecuencia conductual de la adquisición de nuevas


habilidades físicas y sociales, son fruto de la fuerza recién adquirida y de la
creciente autonomía física. Se reduce con la experiencia.
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2) La cultura regula el uso de la agresión en las relaciones interpersonales y
sociales.

La violencia se transmite culturalmente de generación en generación y lo hace:

 Tanto de forma activa como pasiva,


 Dotándola de significado
 Promocionando que sea más o menos frecuente
 Predominando unas formas concretas de agresión sobre otras.
 Modula las condiciones para su ejercicio
 Modula la elaboración de expectativas para sus consecuencias.

Dentro de cada sociedad la cultura no es completamente homogénea sino que


coexisten distintos códigos o normas de violencia. Compartir un marco general de
normas, valores y actitudes no es incompatible con la existencia de subculturas
más proclives a la violencia.

La Subcultura de la violencia: Existencia (dentro de grupos, bandas, coletivos) de


condiciones, códigos y manifestaciones específicas donde el uso de la violencia
está regulado, legitimado e incluso ritualizado. Ejm: violencia de género, entre
bandas, grupos terroristas… En ellas se desarrollan actitudes que promueven la
violencia y articulan su práctica con tres actitudes:

1. Actitudes pro-violencia: justifican la agresión y culpabilizan a la víctima


2. Desaprobación de la violencia:
o rechazo de la conducta agresiva y
o evaluación negativa de los agresores.
3. Actitudes pro-víctima: reflejan empatía y apoyo hacia las víctimas.

La subcultura recurre con frecuencia a los rituales de agresión: conductas


estereotipadas que ayudan a enfrentarse de manera experta a las dificultades de
las situaciones. Los rituales cumplen dos funciones: dan seguridad para
enfrentarse a situaciones amenazantes y ayudan a prevenir actos de agresividad
descontrolada (hipótesis de catarsis).

Los supuestos innato y cultural provocan una transformación de los significados y


manifestaciones de la agresión. Concretamente se tiende al rechazo de ésta en
relaciones interpersonales y colectivas al tiempo que se delega en las instituciones
el control de los procesos de violencia y los instrumentos para tal fin.

Teorías psicosociales
Las siguientes teorías reflejan dinámicas sociales que contribuyen al desarrollo y
mantenimiento de la agresión.

Teoría del aprendizaje social. Aprendizaje Vicario


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Propone que la agresión se adquiere, mantiene y desarrolla según los principios
del aprendizaje social. Los procesos que explican que el comportamiento agresivo
se adquiere por aprendizaje social son dos:

El modelado: permite a las personas aprender el tipo de comportamientos


apropiados en diferentes situaciones, el tipo de personas con las que debemos
comportarnos de una u otra forma y el tipo de consecuencias que tienen ese tipo
de comportamientos. Se da el aprendizaje de los comportamientos observados.
Ejm Experimento de Bandura y Ross. “El comportamiento agresivo se adquiere
por aprendizaje social.

Este factor influye especialmente si el modelo es relevante para el observador.

La imitación: mecanismo por el que posteriormente se reproduce la conducta


aprendida.

El aprendizaje vicario o por observación depende además de:

 Las características del modelo: el grado en que el modelo y el observador


son semejantes, la simpatía que despierta y el estatus-poder que ostenta
favorecen la imitación de su conducta.
 Las consecuencias de la conducta observada: cuanto más positivas son las
consecuencias para el modelo, mayor probabilidad habrá de que el
observador incorpore esa conducta.
 La intensidad o cantidad de refuerzo (beneficios) que recibe el modelo
alienta el aprendizaje y su imitación (especialmente en condiciones
similares y ante interlocutores semejantes a los observados)
 Las conductas agresivas que no van seguidas de consecuencias o son
castigadas reducen la frecuencia de la agresión por parte del observador.

Teoría de la escalada de violencia

La escalada de violencia es la dinámica que se genera cuando una vez que se


inician acciones agresivas o violentas, la parte afectada tiende a responder con
violencia generándose un intercambio de agresiones sucesivas que tienden a
aumentar en frecuencia e intensidad. Por tanto se cronifica las relaciones hostiles
y obstaculiza las posibilidades de alcanzar una solución al conflicto.

La escala de violencia puede iniciarse de dos formas:

1. A partir de una agresión aislada que es seguida de una respuesta agresiva


de mayor intensidad y así sucesivamente
2. A partir de repetidas acciones de exclusión social y de humillación hacia
una de las partes que finalmente son respondidas con una violencia de gran
intensidad.
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La espiral el silencio: la agresión pública y silenciosamente tolerada:

En el contexto de la agresión, la espiral o conspiración del silencio es el proceso


por el que la no intervención y el silencio de los observadores de agresiones o de
actos violentos son interpretados como una señal de conformidad. De modo que lo
que es sólo opinión de una parte llega a ser considerado como una manifestación
de aceptación generalizada.

Esta situación dificulta la expresión de posiciones contrarias a este tipo de


acciones y en este sentido promueve la violencia (la víctima pierde esperanza en
encontrar apoyo y los agresores persisten en su conducta impunemente).

Los observadores se enfrentan a ello de diversas formas: evitan verse


comprometidos, dan señales de simpatía a los agresores y justifican sus acciones
minimizando la gravedad de lo ocurrido.

Antecedentes de la agresión: evidencia empírica


Los factores situacionales y de contexto que participan en el proceso de agresión
son:

Factores procedentes del entorno físico

Los estímulos físicos y ambientales instigadores de la agresión son de naturaleza


aversiva. Los más estudiados son: el ruido, la temperatura ambiental extrema, el
hacinamiento y el dolor. Todos ellos tienen en común:

La subjetividad e interpretación que la persona hace de los estímulos del contexto


es la clave para entender su influencia en la conducta.

Los mecanismos propuestos para explicar las relaciones entre estos factores
ambientales y la tendencia a agredir son similares.

El ruido:

 Lo más estresante es la imposibilidad de predecirlo y la falta de control


sobre él
 El ruido continuado tiene un efecto acumulativo que mina la tolerancia a la
frustración.

El Hacinamiento:

 No es la densidad (nº personas) sino la experiencia subjetiva displacentera


asociada a la densidad la variable que se asocia a la tendencia a agredir.
 Afecta más a hombres que a mujeres.
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La temperatura:

 Teoría de la “Ley térmica de la delincuencia”: predice una relación lineal


entre temperatura y agresión.
 Estudios posteriores se inclinan por considerar la relación curvilínea entre el
clima y la violencia siendo:
o Clima muy frío: niveles inferiores de violencia
o Climas cálidos: los niveles más altos de violencia
o Climas extremadamente calurosos: con niveles moderadamente
altos.
 Otros estudios encuentran una relación en forma de U invertida entre el
afecto negativo (que provoca la combinación de las condiciones de
temperatura) y la agresión.
o Mayores niveles de agresión: condiciones moderadas de afecto
negativo
o Disminución de tendencia a agredir: afecto escasamente aversivo o
extremadamente aversivo.

El dolor

Cuando se tiene la oportunidad de dañar genera mayor deseo de hacer daño


incluso a aquellos que no son causantes directos del dolor.

El dolor provoca emociones negativas asociadas a la agresión como irritabilidad y


cólera, estas emociones son mayores cuando se anticipa a la persona que va a
ser sometida a una experiencia dolorosa.

Antecedentes motivo-emocionales

La frustración como antecedente de la agresión

Hipótesis de la frustración-agresión: Supone una relación directa entre frustración-


agresión. Afirma que la agresión siempre es la consecuencia o reacción inevitable
de la frustración. Cualquier estímulo o acontecimiento que obstaculiza o bloquea la
consecución de una meta genera frustración y ésta desencadena inevitablemente
una reacción agresiva. La frustración es antecedente necesario para que se de
agresión

1ª Revisión de Berkowitz. Propuesta de la activación o arousal: relación indirecta


entre frustración-agresión. La activación o arousal es un mecanismo mediador
entre frustración y agresión que permite concebir la frustración como uno de los
muchos factores que (de forma indirecta) favorecen la agresión. La energía que
aporta la frustración propiciará que las tendencias de acción de cada persona
tiendan a manifestarse. La frustración es un caso más entre los estímulos que (por
ser activantes y aversivos) propician reacciones agresivas. (Cualquier estímulo
estresante y aversivo podrían también provocar agresión.
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2ª Revisión de Berkowitz. El afecto negativo: mecanismo por el que indirectamente
la frustración puede desencadenar agresión. La frustración desencadena una
reacción emocional de cólera caracterizada por manifestaciones expresivo-
motoras (enrojecimiento, elevación de la tasa cardíaca, cerrar los puños…) y que,
mediante procesos de condicionamiento clásico activan en la memoria un conjunto
de cogniciones, experiencias pasadas y guiones de acción relevantes para la
agresión.

Las emociones como antecedentes de la agresión

Los estados emocionales son importantes variables que intervienen en las


interacciones sociales agresivas. Algunas teorías proponen la existencia de
mecanismos innatos asociados a emociones relevantes para la supervivencia:

Ejm: “El modelo del cálculo emocional de la agresión”:

El mecanismo es la conexión cerebral cólera-miedo. La primera emoción estaría


unida al ataque ofensivo y la segunda al ataque defensivo desencadenando
conductas agresivas o de huída. Este mecanismo viene modulado por procesos
cognitivos como:

 Procesos de evaluación
 Procesos de control observacional
 Procesos de reevaluación de la situación

Estos procesos permiten el análisis de los costes-beneficios derivados de las


posibles reacciones:

 Ante situación de cólera si la agresión es eficaz y sin riesgos altos se opta


por ella.
 Ante situación de miedo se opta por la huída si nos lleva al éxito. Si la huída
no es posible se propicia una conducta de ataque defensivo.

Al margen de estos mecanismos específicos se propone que varias emociones


pueden explicar los efectos de factores de la agresión:

Los afectos negativos (ira, agitación, irritación, estado depresivo) pueden instigar
reacciones agresivas ante una provocación.

Emociones positivas (alegría o empatía) pueden inhibir las conductas agresivas y


facilita conductas de ayuda hacia otras víctimas. La empatía será más intensa a
medida que aumente la intensidad y la inmediatez de las señales de dolor. Existe
incompatibilidad entre estas emociones + y las respuestas agresivas. Existe una
relación negativa entre empatía y agresión o delincuencia.
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Ambos tipos de emociones (positivas y negativas) tienen efecto mediador sobre la
manifestación de conductas agresivas.

La cólera:

Emoción intensa que se caracteriza por el deseo o motivación para dañar y puede
instigar la agresión al menos a través de cinco vías. Está estrechamente vinculada
a la agresión afectiva o reactiva ya que incide sobre alguno de los factores
instigadores de la agresión.

1. La cólera reduce la inhibición de la agresión: justifica la venganza agresiva,


elemento clave al decidir agredir e inhibe procesos de razonamiento y juicio
moral para analizar situaciones.
2. Hace más persistente en el tiempo la intención agresiva y aumenta el
recuerdo de los eventos instigadores y del estado de activación.
3. La ira adquiere valor informativo: para identificar las causas, la culpabilidad
y las posibles formas de respuesta. En situaciones ambiguas la ira
promueve interpretaciones hostiles.
4. La cólera preactiva pensamientos agresivos, guiones, esquemas y
conductas expresivo-motoras de agresión utilizadas para la interpretación
de lo que ocurre y la selección de respuestas agresivas ante la situación.
5. La cólera aporta energía para la realización de conductas ya que aumenta
los niveles de Arousal. Esto promoverá conductas expresivo-motoras de
agresión

Antecedentes socio-motivacionales

Ataque interpersonal

El ataque interpersonal es el instigador más potente de la agresión. Incluye una


diversidad de estímulos que provienen de otras personas (insultos, menosprecios,
agresión verbal y física).

Adquiere su carácter instigador por cuestiones subjetivas cuando se percibe una


provocación. Por tanto debemos atender a:

 Factores situacionales: contexto social instigador de la agresión


 Factores personales: modula la percepción, activación, codificación e
interpretación del contexto así como las reacciones al ataque consideradas
oportunas.

Por tanto la agresión no es una simple reacción fruto de una secuencia E-R
(ataque-reacción) sino que en todos los casos están presentes variables
intermedias y moduladoras de tal reacción.

La exclusión social
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Se refiere a la negación de derechos sociales, de oportunidades vitales
fundamentales y de procesos sociales que comprometen las posibilidades de
participación social de ciertos individuos, grupos, colectivos y sociedades.

Se considera la exclusión como forma de agresión y a su vez como agente


elicitador de agresión.

La exclusión como forma de agresión (ostraicismo, marginación, rechazo,


descalificación, denigración). Se incluyen situaciones que resultan de estos
procesos (marginación, pobreza, desigualdad cultural, económica o social).

Contextos: tres contextos donde se da exclusión con dimensiones propias: c.


escolar (bullying o matonaje); c. laboral (mobbing) c. social (exclusión estructural:
se realiza desde las instituciones o normas sociales).

Diferencia exclusión/rechazo interpersonal: La exclusión:

Sólo es posible en virtud de la participación (activa y/o pasiva) del resto de los
miembros integrados de la comunidad

La naturaleza social de la agresión se observa por respuestas de evitación por los


otros miembros de la comunidad. El temor a convertirse en víctimas del
ostraicismo les alienta respuestas de rechazo y devaluación.

Relación Exclusión- agresiones extremas: Ejm: asesinatos masivos en centros


escolares. La situación de exclusión genera en los agresores sentimientos
duraderos de humillación e injusticia que habían sido definitivos en el deseo de
vengarse y de acabar con sus propias vidas.

La violación de normas

Las normas tienen una cualidad moral prescriptiva y se refiere a las obligaciones,
derechos y privilegios que gobiernan la conducta: crea condiciones estables de
cooperación, informa de cómo deben ser las cosas, de lo aceptado y no aceptado,
de lo que será castigado o premiado y como.

La evidencia empírica confirma que la violación de normas (incumplimiento o


transgresión de normas) suscita reacciones agresivas, genera sentimientos de ira,
agresión y deseos de reparación de la injusticia. En ocasiones adopta la forma de
querer dañar al causante de la situación, sin embargo, no provocarán reacciones
agresivas si se juzga que tal infracción está justificada.

Mecanismos implicados en el proceso de agresión


(proceso por el que la conducta agresiva llega a manifestarse)
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La activación como intensificador de la agresión afectiva

La frustración, el ruido, el hacinamiento y otros aportan activación o energía para


la acción. En este estado de activación la conducta resultante será agresiva sólo si
la persona está predispuesta a actuar de esta forma frente a otras alternativas de
conducta.

En los estudios de activación de la conducta agresiva, se confirma este efecto


puesto que entre los grupos de experimentación el mecanismo diferencial no fue la
frustración por perder o deseo de venganza sino la simple activación derivada de
la competición. P 336

Transferencia de la activación y cólera

Transferencia de excitación: Zillman: Aplicado a la agresión sugiere que la energía


producida por un estímulo inicialmente irrelevante para la agresión puede añadirse
al arousal elicitado por otro estímulo (próximo en el tiempo) que sí es relevante
para la agresión.

Es decir, se acumulan ambas energías para la realización de una conducta


agresiva o dominante. El arousal producido por un estímulo puede ser transferido
a otro instigador situacional al atribuir erróneamente que la activación se debe al
segundo.

Los estudios en este sentido mostraron los siguientes resultados:

La intensidad de la provocación modula los efectos: mayor tendencia a vengarse


cuanto más fuerte había sido la provocación.

El tiempo de la demora de venganza debía ser tal que la excitación o “activación


residual” (provocada por el estímulo inicialmente no relevante para la agresión) no
se hubiera extinguido.

La relación entre los factores instigadores (frustración, provocación…) está


mediada por el nivel de arousal que provocan

Aumentar el nivel de arousal en una persona predispuesta para la agresión puede


aumentar la tendencia a agredir

La transferencia de la excitación se da con mayor probabilidad si uno de los


estímulos elicita emociones relevantes para la agresión (ira o deseo de venganza)

Cognición y emoción en la transferencia de excitación

El etiquetaje cognitivo:
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Sugiere que ante un estado de activación serán las cogniciones disponibles las
que etiquetarán la emoción como relevante para la agresión o no.

Defiende que la condición que facilita el efecto de la transferencia de excitación es


que debe ser etiquetada como emoción negativa consecuencia de una
provocación ignorando la principal fuente de excitación.

Incluso en situación donde se somete a una segunda fuente de activación a una


persona que ya ha recibido un ataque interpersonal (que desencadena enojo o ira
en la persona), la transferencia se producirá sólo si los mecanismos cognitivos y/o
emocionales que acompañan a tal activación son relevantes para la agresión.

Si se atribuye la excitación a la provocación: la activación es etiquetada de cólera


y aporta energía a conductas agresivas.

Si se atribuye a una causa no relevante, la conducta agresiva será menos


probable.

La cólera en la transferencia de excitación:

Perspectiva complementaria a la anterior que prioriza la relevancia de la emoción


en la transferencia de activación. Propone que el etiquetaje no es una condición
necesaria para que la excitación provocada por un estímulo irrelevante se
experimente como cólera. La propia emoción de cólera actúa como fuente de
información.

Según esta perspectiva la experiencia de cólera:

Guía a las personas en la interpretación de sus causas, en la atribución de


culpabilidad y elección de respuestas oportunas.

Fuente de información para aclarar el significado de situaciones ambiguas

Interpreta las interpretaciones e intenciones desde una perspectiva hostil

Algunos autores consideran la cólera como una respuesta emocional (expresada


física, emocional y comportamentalmente) desencadenada por mecanismos
puramente asociativos. Por efecto de condicionamiento clásico (incluso en
ausencia de etiquetaje) la respuesta de cólera está asociada a respuestas
relevantes para la agresión.

El motivo de venganza

Los pensamientos rumiativos y la idea de vengarse van acompañados de una


fuerte sobrecarga emocional que activa los aspectos relevantes para la agresión.
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En este estado la persona está orientada a conseguir reconocimiento y
compensación (meta de retribución)

El motivo de venganza es la consecuencia de que el perceptor:

 Atribuya responsabilidad y/o intencionalidad al provocador.


 Experimente ira.
 Crea que el acto de venganza es posible y está pendiente.

Mecanismos cognitivo-motivacionales

Los procesos atributivos contingentes a un ataque interpersonal son los elementos


determinantes de la experiencia de arousal-cólera y de los deseos de agredir.

Creencias en un mundo hostil: creencias que expresan desconfianza y percepción


del mundo amenazante. “las personas van a lo suyo y no puedes esperar nada de
nadie” “no puedes fiarte de nadie o te decepcionará”

Creencia en un mundo justo: las experiencias de las personas son consecuencia


de sus actos. Desencadena procesos de justificación y aceptación de la violencia
(consentimiento social de la agresión. “cada uno tiene lo que se merece”

Creencias normativas o normas sociales: Son creencias aceptadas socialmente


por las que se transmiten la aceptación y aprobación de la agresión (puede ser
adecuado en unas culturas y inaceptable en otras). Ejm: creencias que defienden
la legitimidad de la venganza personal

Esquemas procedimentales: Actúan como Scripts o guiones de acción. Ofrecen


información sobre las formas adecuadas de enfrentarse a los eventos. Indican
como debe de sentirse una persona expuesta por ejemplo a la provocación e
informa de la pertinencia o no de las conductas agresivas.

Consideración de las consecuencias futuras: La agresión puede ser el resultado


de anticipar las consecuencias positivas en dos sentidos: posibilita el logro de
beneficios y el éxito en la competición; y satisface el deseo de venganza. Ejm:
reforzar autoestima aamenazada, despertar respeto y temor después de haber
experimentado humillación

Mecanismos grupales instigadores de la agresión

Las relaciones entre grupos son con frecuencia conflictivas, sin embargo, la
tendencia a resolver conflictos de forma agresiva no es una característica que
defina las relaciones intergrupales, sino que está determinada por la orientación
dominante del grupo hacia la violencia (tendencia a considerar o no la violencia
como alternativa de respuesta).
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En grupos donde la violencia es valorada (bandas juveniles, grupos terroristas) se
crea una atmósfera social en la que las prácticas de agresión intergrupal son
habituales.

Dinámicas intragrupales de agresión: Agresión ejercida entre los miembros del


propio grupo.

Factores intragrupales para la agresión:

1. Los relacionados con la adquisición de liderazgo o de alto estatus. La


pugna por el poder lleva a estrategias agresivas de coacción
2. Los que surgen cuando el propio grupo o líderes sienten amenazados su
posición de poder por agentes externos o conflictos internos.
3. Cuando la pérdida de consenso dentro de un grupo estimula el desarrollo
de conflictos externos para favorecer la unidad y cohesión.
4. Cuando se percibe que desde el exterior se está recibiendo un ataque que
atenta contra la integridad del grupo, sus valores o su sistema de vida.

En un grupo que se define a partir de la violencia, la agresividad es un requisito


necesario para el alto estatus, los líderes sirven como modelos de acción y
reforzarán la agresividad e identificación con la violencia frente a otras
alternativas.

El desarrollo de grupos potencialmente hostiles y agresivos es más probable en


situaciones de crisis política, identitaria y social. Se organizan en torno a un líder
que simboliza las metas del grupo. El líder decide si la acción colectiva violenta
(incluida la autoinmolación) es deseable o inevitable.

La ruptura con el exterior se consigue mediante el aislamiento físico del grupo o


mediante la ruptura de vínculos ajenos al grupo. Se desarrollan comunidades
cerradas caracterizadas por: despersonalización, compromiso total, ideología
compartida.

Se organizan de forma autocrática, con fuerte estructura jerárquica en la que los


procesos de influencia y validación social (obediencia a la autoridad,
desindividuación dentro del grupo, imitación y sugestión, ilusión de invulnerabilidad
del grupo si permanece unido, moralidad superior del propio grupo frente al resto)
actúan como formas de presión intragrupal para lograr mayor identificación,
cohesión y aceptación de las normas agresivas del grupo.

Aparecen miembros que vigilan las conductas de los compañeros.

La diferencia entre unos grupos y otros es el grado en que llegan a incapacitar a


sus miembros para desarrollarse fuera del grupo o establecer relaciones
intergrupales no destructivas.
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Dinámicas intergrupales de agresión: Agresión ejercida en las relaciones con otro
u otros grupos. Tres teorías en el estudio de la agresión en las relaciones
intergrupales:

1. Teoría realista del conflicto.


2. Teoría de la identidad social
3. Teoría de la comparación social.

Teoría realista del conflicto


Las relaciones entre grupos marcadas por la competición del tipo “suma-cero”
(para que uno gane el otro tiene que perder) por los recursos valorados y escasos
desencadenan con mayor facilidad el rechazo, la hostilidad y la discriminación
intergrupal.

Esta circunstancia es especialmente clara cuando la amenaza recae sobre el


bienestar o la situación de poder de los líderes o miembros de mayor estatus.

Teoría de la identidad social


Los mecanismos que sirven para producir cohesión grupal pueden actuar como
instrumentos de exclusión y agresión intergrupal. El favoritismo endogrupal se
manifiesta en:

 la tendencia a favorecer los miembros del propio grupo frente a los no


miembros (consecuencia de la categorización social)
 manifestaciones agresivas de rechazo social hacia los no miembros.
(consecuencia de pérdida de cohesión interna o percepción de amenaza a
la identidad social del grupo)

Teoría de la comparación social. Festinger


Identifica los mecanismos y condiciones que pueden llevar a la manifestación de
acciones colectivas violentas dirigidas a cambiar la situación social. Adquieren
especial relevancia en situaciones en las que aparecen desigualdades sociales.
Señala el papel que pueden tener los sentimientos de ilegitimidad, injusticia y
frustración en las manifestaciones de violencia.

¿Cómo sirven a la teoría realista del conflicto? Predicen la agresión societal


cuando los miembros de una sociedad experimentan desequilibrio entre sus
necesidades o expectativas de meta y lo que consiguen:

Frustración sistémica: descontento que produce ese desequilibrio y puede llevar a


violencia sociopolítica.
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Privación relativa: revueltas sociales que surgen cuando los miembros de la
sociedad culpan al sistema político del desajuste entre el bienestar ( metas o
expectativas) esperado y el alcanzado.

¿Cómo sirven a la teoría de la identidad social?. Están en la base de una identidad


social inadecuada. El resultado negativo de comparar al propio grupo con uno u
otros grupos en una dimensión valorada socialmente produce malestar que puede
desencadenar una acción violenta dirigida a recuperar una identidad social
positiva.

Ejm: Las altas expectativas generadas por el ideal republicano francés provocan
mayor malestar entre los colectivos excluidos.

Factores psicosociales de riesgo


Existen factores psicosociales de riesgo o síndromes culturales de violencia.
Derivados de:

1. Primeras experiencias con la familia: incapacidad de los adres para


desarrollar vínculos afectivos seguros con los hijos, patrones que carecen
de autoridad…
2. Experiencia de violencia en la comunidad (bandas armadas), en la familia o
en la sociedad (terrorismo, guerra, medios de comunicación)
3. Los niños que conviven con la violencia suelen padecer además de:
pobreza, malnutrición, hacinamiento, desempleo de padres, ausencia de
estimulación cognitiva.

La experiencia temprana de violencia

Experiencia directa de violencia

La exposición a un ambiente violento convierte al niño en una víctima de la


violencia en doble sentido:

Efectos en el desarrollo emocional y psicosocial: desordenes conductuales y


emocionales, conducta agresiva y antisocial, autoestima, desarrollo moral,
expectativas de felicidad futura… (conductas relacionadas con el deseo de
protegerse y prevenir futuros maltratos y no tanto con el desarrollo de conductas
antisociales proactivas dirigidas a dañar a otros)

Compromete la capacidad de los padres para satisfacer las necesidades de


cuidado (bien porque los propios progenitores son agresores o porque la violencia
en la comunidad les lleve a sentirse atemorizados e indefensos).

Experiencia indirecta de violencia: agresión observada de los medios de


comunicación
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Existe cierto consenso por el que se considera que los mass media actúan sobre
la realidad promoviendo y difundiendo aspectos que regulan la vida de las
personas y sus visiones del mundo.

Ofrecen un amplio abanico de episodios de violencia que:

 Ilustran un variado repertorio de conductas o manifestaciones concretas de


este tipo
 Transmiten las normas, valores y actitudes en las que estas acciones se
fundamentan y promueven este tipo de comportamientos.

El modelado, la imitación y el aprendizaje operante son herramientas útiles para


explicar que la violencia presentada en los medios de comunicación puede
promover el aprendizaje de comportamientos concretos y su puesta en práctica.
Además se reduce la reacción que produciría la visión del sufrimiento de las
víctimas y de los actos violentos en sí mismos.

A pesar de ello no se puede presuponer que los espectadores sean receptores


pasivos de la información e imágenes que observan. Los efectos se reducen
sustancialmente en función de la situación (naturaleza real o ficticia de las
imágenes) que rodea la exposición y del marco cultural (promueven o no el uso de
la violencia) en el que se producen.

Resultados: los medios de comunicación pueden en determinadas ocasiones


fomentar la violencia y las normas, valores y actitudes que la sustentan.
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TEMA V EL PREJUICIO
Algunas claves sobre el prejuicio desde la perspectiva psicosocial:

Hay varios aspectos definitorios del estudio del prejuicio:

 El primero de ellos es su orientación social: se trata de un fenómeno que se


origina en los procesos grupales y que está inevitablemente unido al
contexto de las relaciones entre grupos, ya que: Va dirigido a grupos, tiene
una orientación socialmente compartida, y al dirigirse de unos grupos hacia
otros, tiene una naturaleza claramente intergrupal. El tipo de relaciones
intergrupales que se establecen influye claramente en la dirección, nivel e
intensidad del prejuicio.
 El segundo aspecto definitorio del estudio del prejuicio es que suele
centrarse en los juicios previos negativos o desfavorables.
 Por otra parte, el estudio psicosocial permite abordarlo desde el punto de
vista de las cogniciones, las emociones y la conducta.

Allport, define el prejuicio desde las definiciones psicosociales como una antipatía
u hostilidad basada en una generalización defectuosa o inflexible, y Ashmore lo
define como una actitud negativa hacia un grupo definido socialmente y hacia
cualquier persona percibida como miembro de ese grupo.

El prejuicio puede adoptar diversas formas y manifestaciones, así como tener


orígenes diferentes, en función del grupo con el que se interactúa. Es necesario
tener en cuenta las características concretas de los grupos implicados, así como la
naturaleza del contexto social, político y cultural en el que tienen lugar las
relaciones intergrupales.

Evolución y tendencias en el estudio psicosocial del prejuicio racial

Tres corrientes:

 La primera, que resume la investigación realizada entre 1920 y 1950


representa el prejuicio como una psicopatología, una aberración peligrosa
del pensamiento normal. En 1950 el prejuicio era considerado un problema
social. En esta etapa, los estudios se centraban en medir y describir el
problema y comprender su origen. La atención se dirige a identificar a
través de test de personalidad y actitudes, quién es prejuicioso,
identificando y suponiendo al resto de la sociedad normal.
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 La segunda corriente en la conceptualización e investigación del prejuicio,
que iría de 1950 a 1990, comienza con una asunción opuesta: el prejuicio
está basado en procesos normales. En esta etapa los estudios están
destinados a conocer cómo los procesos normales asociados con la
socialización y las normales sociales subyacen al prejuicio y ayudan a su
transmisión. Así, surgen en los años 70 dos importantes aproximaciones. A
un nivel macro, la de la teoría de la identidad social, que ponía de
manifiesto el importante papel que desempeñan la categorización, la
identidad social y la personal en los procesos subyacentes al prejuicio. La
evidencia revelada en el paradigma del grupo mínimo, en el cual la mera
asignación de personas a grupos basándose en criterios arbitrarios era
suficiente para producir discriminación a favor de los miembros del propio
grupo y a veces contra los miembros del otro grupo.
 En la segunda aproximación, a un nivel más micro, el desarrollo de nuevas
teorías e instrumentos en la investigación sobre cognición social
enfatizaban la normalidad del prejuicio. Esta perspectiva cognitiva e
intraindividual complementaba la perspectiva motivacional y grupal
aportada por la teoría de la identidad social para reforzar la concepción
sobre la normalidad del prejuicio.
o En este periodo surgen teorías basadas en sesgos sutiles y no
intencionados, como el racismo simbólico o el racismo aversivo.
 La tercera corriente en la investigación del prejuicio, que comienza a
mediados de la década de 1990 y caracteriza la mayor parte de la
investigación actual, enfatiza los aspectos multidimensionales del prejuicio y
se beneficia de nuevas técnicas para estudiar procesos que antes ya se
habían identificado pero no se podían medir.

Enfoques y concepciones en el estudio del prejuicio desde la psicología social: La


teoría de la personalidad autoritaria desarrollada por Adorno, Frenkel-Brunswick,
Levinson y Sandford : según esta teoría, los niños que habían sido objeto de una
educación severa y conforme a los códigos morales convencionales,
experimentaban sentimientos hostiles y agresividad hacia sus padres que
desplazaban hacia personas que consideraban más débiles o inferiores.

Una extensión de esta teoría es la del dogmatismo de Rokeach, según la cual las
características anteriores no son exclusivas de la política de derechas, sino que
también podemos encontrarla en la extrema izquierda. Ambos enfoques han
recibido importantes críticas teóricas y metodológicas, ya que obvian la
importancia de los factores situacionales en el prejuicio.

Desarrollos teóricos recientes defienden que las diferencias individuales en las


que se intenta basar la explicación del prejuicio son realmente un producto de
dinámicas grupales. Se expone un modelo que explica estas variables individuales
en términos de procesos grupales. Así, el modelo dual de procesos grupales sobre
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diferencias individuales en prejuicio concibe la personalidad prejuiciosa autoritaria
como un fenómeno intragrupal que implica el rechazo de personas percibidas
como desviadas que amenazan la permanencia o la legitimidad de las normas
sociales.

Los enfoques más utilizados en el análisis de este fenómeno han sido las
concepciones del prejuicio como actitud negativa y como conflicto intergrupal.

Respecto a la consideración del prejuicio como actitud, las definiciones clásicas


del prejuicio ya presentadas y vigentes en los análisis actuales, coinciden en
conceptualizarlo como una actitud negativa hacia un determinado grupo social o
hacia sus miembros por el hecho de pertenecer a ese grupo.

Si aplicamos las principales características utilizadas para definir las actitudes al


ámbito del prejuicio, podemos considerar los siguientes aspectos clave en este
fenómeno:

Se trata de un juicio que implica una evaluación cargada afectiva y negativamente,


en el que el objeto actitudinal son uno o varios exogrupos y sus miembros.

Es un fenómeno relativamente estable y duradero en el tiempo y, la actitud


prejuiciosa, una vez formada, influirá, mediará y guiará el comportamiento del
individuo hacia los miembros del exogrupo.

Desde la aproximación acerca de la estructura de las actitudes, el prejuicio estaría


formado por:

Un componente afectivo que se define por los sentimientos, estados de ánimo y


reacciones emocionales que experimentan las personas en relación con los
objetos de actitud.

Un componente cognitivo que se define por la información o el conocimiento que


las personas creen que tienen sobre los objetos actitudinales, es decir, por las
creencias. Se denomina “estereotipo”.

Un componente conativo o conductual que hace referencia a la intención de


conducta o a las acciones que las personas llevan a cabo en relación con el objeto
actitudinal. En el caso del prejuicio, la intención de conducta o la propia conducta,
será predominantemente negativa. Ha sido denominado “discriminación.”

El modelo desde los tres componentes predice que habrá consistencia entre los
tres.

Modelos contemporáneos en el estudio del prejuicio


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Actualmente, el prejuicio directo, abierto y manifiesto ha sido sustituido por nuevas
formas de prejuicio, más encubiertas.

El prejuicio racial: Durante las tres últimas décadas se han desarrollado diversas
teorías que tratan de dar respuesta a la evolución del prejuicio racial. La mayoría
fueron acumuladas en EEUU.

Racismo aversivo

Desarrollado por Gaertner y Dovidio, se basa en el conflicto existente entre la


negación por parte de los blancos de ser prejuiciosos y los sentimientos y
creencias negativas inconscientes que mantienen hacia los afroamericanos,
transmitidas de generación en generación y potenciadas institucionalmente
durante muchos años. No reflejan una hostilidad manifiesta, sino que incluyen una
cierta incomodidad, inseguridad e incluso miedo. Generalmente, el racista aversivo
refleja un favoritismo endogrupal más que un rechazo exogrupal. Refleja una
superioridad cultural de los blancos.

La ambivalencia que experimentan los racistas aversivos está basada en la


existencia simultánea de sesgos raciales inevitables y de adherencia a principios
no discriminatorios.

Las acciones de los racistas aversivos son más variables e inconsistentes. No


discriminarán en situaciones en las que existan normas sociales claras y en las
que la discriminación sería obvia para ellos mismos y los demás. En otras
ocasiones lo expresarán, pero de modo sutil, indirecto y racional, cuando puedan
justificar o racionalizar. Sus características más notables son:

En contraste con los racistas tradicionales, defienden un tratamiento igualitario y


justo hacia todos los grupos.

A pesar de sus buenas intenciones conscientes, inconscientemente experimentan


incomodidad hacia los negros, por lo que intentan evitar contactos interraciales.

Cuando el contacto interracial es inevitable, experimentan ansiedad e


incomodidad, por lo que tratan de retirarse de la situación.

Se adhieren estrictamente a reglas y códigos de conducta establecidos en las


situaciones interraciales que no pueden evitar.

De forma consciente, y cuando les sea posible, tratarán de no discriminar.


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Los racistas aversivos aparecen como personas no prejuiciosas en las medidas de
autoinforme, pero hay otras técnicas en el campo de las actitudes que han
permitido profundizar.

Para intervenir este tipo de prejuicio, Dovidio y Gaertner sugieren diferentes


estrategias para combatirlo, tanto a nivel individual como intergrupal. Que las
personas sean conscientes de su prejuicio es un método muy eficaz para
reducirlo. A nivel grupal, los autores defienden la estrategia de la recategorización.

Racismo moderno

Se basa principalmente en percibir que los valores de la ética protestante están en


peligro. Existe una percepción de que los afroamericanos están amenazando los
valores genuinamente norteamericanos, basados en principios de democracia.
Este racismo está caracterizado por:

La defensa de los valores tradicionales de la ética protestante.

La creencia de que los afroamericanos u otros grupos minoritarios no respetan


estos valores y se aprovechan de la discriminación positiva.

La existencia de un afecto negativo difuso hacia los miembros de los grupos


minoritarios, como consecuencia de largos años de racismo institucional.

Los racistas modernos se caracterizan por:

No considerarse racistas, ya que sus creencias son “hechos objetivos.”

Identificar el racismo con las características del prejuicio tradicional.

Considerar que en la actualidad no existe discriminación hacia los grupos


minoritarios.

Creer que las demandas de estos grupos son excesivas y no se las merecen.

No asumen estereotipos negativos tradicionales hacia estos grupos minoritarios, ni


están de acuerdo con las medidas segregacionistas. El racista moderno otorga
una importancia fundamental a la trasgresión de los valores anglosajones.

Racismo ambivalente

Insiste en el conflicto emocional que experimentan los estadounidenses blancos al


mantener dos actitudes contradictorias fuertemente arraigadas en la sociedad
americana. Según Katz, los racistas ambivalentes experimentan un conflicto
emocional entre sentimientos positivos y negativos hacia los grupos raciales
estigmatizados. Se trata de la defensa de los valores democráticos, igualitarios y
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humanitarios que lleva a los americanos a simpatizar y empalizar con los negros
por el trato injusto que han recibido a lo largo del tiempo. Y también, del
individualismo basado en los principios de la ética protestante.

La existencia simultánea de estas dos actitudes opuestas genera ambivalencia.


Dicha ambivalencia puede provocar una amenaza a la autoestima, ya que entran
en contradicción el autoconcepto de personas igualitarias y humanitarias con los
sentimientos negativos experimentados hacia las minorías por no respetar los
principios individualistas.

La diferencia entre este modelo y el de racismo aversivo reside en los


mecanismos propuestos por cada modelo para resolver el conflicto.

Según Katz, la ambivalencia produce inestabilidad conductual: las respuestas del


individuo serán positivas o negativas dependiendo de que la actitud que se active
en una situación determinada sea favorable o desfavorable. Además, los racistas
ambivalentes exagerarán sus respuestas con el fin de proteger su autoestima.

Modelo de disociación

El modelo propuesto por Devine, recurre al conflicto para explicar la paradoja del
prejuicio. Desde este modelo se atribuye el conflicto al desajuste entre las
respuestas basadas en el estereotipo y las basadas en las creencias personales.
Los estereotipos constituyen una forma de conocimiento procedente de la cultura y
fuertemente establecida en el individuo desde su más temprana historia de
socialización a a través de una activación muy frecuente. Los estereotipos pueden
activarse de forma automática por la presencia de indicios ambientales relevantes,
sin necesidad de atención consciente por parte del individuo.

Las personas disponemos también de otro tipo de información en nuestra memoria


sobre los miembros de los exogrupos: las creencias personales, que se
desarrollan más tardíamente que el aprendizaje del estereotipo, como
consecuencia de diversos factores. Según Devine, las creencias personales son
estructuras más recientes y, por tanto, menos accesibles que los estereotipos y
requieren un procesamiento controlado para su activación.

Devine considera que algunas personas experimentan un conflicto entre sus


creencias personales no prejuiciosas y sus respuestas prejuiciosas reales hacia
ciertos exogrupos.
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Modelo de prejuicio sutil y manifiesto

Este desarrollo se ha realizado en Europa. Los autores de este modelo realizan


una distinción entre dos tipos de prejuicio: el manifiesto y el sutil. El primero se
corresponde con el prejuicio antiguo o tradicional, y se caracteriza por el rechazo
abierto del exogrupo y la percepción de amenaza a los recursos del endogrupo,
así como por el rechazo al contacto y a las relaciones íntimas o cercanas con el
exogrupo.

La principal aportación de estos autores se encuentra en su concepción del


prejuicio sutil. El prejuicio sutil se basa en una defensa de los valores
tradicionales, junto con la percepción de que el exogrupo minoritario no los respeta
y está recibiendo favores inmerecidos, como en el racismo moderno.

Pettigrew y Meertens proponen que el racista sutil tiene una percepción exagerada
de las diferencias culturales entre el endogrupo mayoritario y el exogrupo
minoritario. Esto le permite justificar la situación de inferioridad social del
exogrupo, porque percibe inferioridad cultural.

El racista sutil evita expresar emociones abiertamente hostiles porque sería


socialmente indeseable, pero al mismo tiempo tampoco experimenta emociones
positivas hacia ese grupo.

Meertens y Pettigrew establecen una tipología que permite clasificar a las


personas dependiendo de la puntuación obtenida en las dos escalas de prejuicio.
Quienes puntuan alto en las dos escalas se denominan fanáticos, los que obtienen
una puntuación alta en la escala sutil y baja en la manifiesta se denominan sutiles,
y los que puntúan bajo en ambas escalas se denominan igualitarios. El tipo 0 o
error son aquellos inconsistentes: alto en manifiesto y baja en sutil.

El prejuicio sexista

La atención que se comenzó a dedicar al estatus de las mujeres en la década de


los 70 inspiró el desarrollo de un instrumento de medida para evaluar las actitudes
hacia los roles de género. Se trata de la Escala de Actitudes hacia las Mujeres,
que ha resultado ser mucho más útil e informativa de lo que se había pensado
inicialmente. Esta ecala evalúa un tratamiento diferenciado de hombres y mujeres
basándose en que existe una doble norma para juzgar la conducta de ambos y en
la creencia de que las mujeres no desempeñan determinados trabajos tan bien
como los hombres.

Entre los instrumentos más recientes que miden el sexismo, cabe destacar la
Escala sobre Ideología de Género desarrollada en España con objeto de medir la
orientación tradicional y la igualitaria sobre Ideología de Género.
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Teoría de sexismo ambivalente

Este planteamiento defiende la coexistencia de dos tipos de sexismo: hostil y


benevolente. El sexismo hostil caracteriza a las mujeres como un grupo
subordinado y legitima el control social que ejercen los hombres. El sexismo
benevolente idealiza a las mujeres como esposas, madres y objetos románticos,
presuponiendo también la inferioridad de las mujeres, al considerar que necesitan
de un hombre que las cuide y proteja.

Los autores del modelo han elaborado un instrumento para medir ambas formas
de sexismo, el Ambivalent Sexism Inventory.

1)El patriarcado, o poder estructural masculino: La manifestación ideológica del


patriarcado es el paternalismo, la justificación de la dominancia masculina. Esta
justificación tiene un lado hostil(dominante) y otro benévolo(protector)

El paternalismo dominante consiste en la creencia de que los hombres deberían


tener más poder que las mujeres.

El paternalismo protector hace referencia a la percepción de que los hombres


deben proteger y mantener a las mujeres que dependen de ellos.

2)La diferenciación existente entre hombres y mujeres: Esta diferenciación tiene


un componente hostil y otro benévolo.

La diferenciación de género competitiva consiste en la creencia subyacente de


que, como grupo, las mujeres son inferiores a los hombres en dimensiones
relacionadas con la competencia.

La diferenciación de género complementaria se basa en que los roles


convencionales de las mujeres complementan y cooperan con los de los hombres.
(Tareas del hogar vs trabajo de los hombres)

3)Heterosexualidad: Con componente hostil y benévolo también.

La hostilidad heterosexual incluye la creencia de que las mujeres son peligrosas y


manipuladoras para los hombres.

La intimidad heterosexual está basada en la complementariedad y cooperación


entre hombres y mujeres, aspectos que conducen a una mayor intimidad con el
otro sexo.
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¿Cómo intenta un hombre resolver el conflicto psicológico que genera la
ambivalencia? Los sentimientos ambivalentes se resuelven dirigiendo afecto
positivo y negativo hacia distintos tipos de mujeres. De este modo, es
psicológicamente consistente amar a algunas mujeres y despreciar a otras.

La segunda estrategia utilizada por los sexistas para resolver las actitudes
conflictivas hacia las mujeres se pone en marcha cuando consideran un tipo
específico de mujer. Se distinguen entre diferentes dimensiones de evaluación
(competencia vs. Sociabilidad). Así, los sexistas evalúan negativamente a las
mujeres no tradicionales o poderosas, pero a la vez las respetan por ser
competentes. Y, a la inversa, a las mujeres tradicionales las evalúan con afecto,
pero las perciben incompetentes.
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TEMA VI CULTURA Y CONDUCTA


EL ESTUDIO DE LA CULTURA EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Introducción

Los psicólogos sociales saben que la cultura tiene profundos efectos sobre la
conducta. Por ello, se hace necesario observar lo que hay alrededor de las
personas para poder comprender lo que hacen, lo que dicen, lo que piensan y lo
que sienten. Por tanto, es importante conocer la influencia de la cultura sobre el
comportamiento social. Esta influencia sirve para mostrar la tenue frontera que
existe entre lo social y lo cultural. De hecho, lo social y lo cultural son dos áreas
que se complementan. Así, saber cómo la gente reacciona ante las emociones en
función del contexto cultural, o conocer si un líder eficaz en Asia es similar a un
buen líder anglosajón, son algunos ejemplos de las investigaciones que se llevan
a cabo en la Psicología Social Transcultural.

En general, la Psicología Social analiza cómo los grupos sociales, las instituciones
y las culturas afec-tan a la conducta del individuo, siendo uno de sus objetivos
conocer el funcionamiento de la mente en sociedad. Esta determinación mutua de
mente y sociedad es lo que estudian los psicólogos sociales (Turner, 1999).

La Psicología Socia! Transcultura! tiene en cuenta los conocimientos generados


en la teoría e inves-tigación psicosociales y los aplica al estudio de las culturas,
Una de las principales características que la definen es que trata de establecer
similitudes y diferencias entre contextos culturales en creencias, nor-mas, valores
y roles. Es decir, la Psicología Social Transcultural realiza comparaciones en: las
creencias que las personas tienen sobre la cultura, las normas como las reglas y
expectativas que regulan las conductas que son deseables e indesea-bles para los
miembros de la cultura, los valores como principios relevantes en la vida con los
que las personas evalúan lo que es de-seable, bueno o bello, y que sirven de guía
para la conducta diaria o corno enunciados acerca de cómo deben ser las cosas,
los roles corno las conductas esperadas y prescritas para las personas con
posiciones definidas en la estructura social (Triandis, 1995).

Por su parte, el trabajador social se ocupa, entre otros problemas, de las diversas
carencias del indi-viduo inmerso en una sociedad. Así, corno se ha señalado en el
Capítulo 1, uno de los objetivos del tra-bajador social es proporcionar bienestar al
ser humano, y en esto se incluye la adaptación de las per-sonas a su entorno
cultural. Este hecho requiere el conocimiento de la Psicología, ya que esta
disciplina permitirá al trabajador social conocer las manifestaciones y capacidades
de las personas frente a sus ne-cesidades, así como su comportamiento en las
relaciones individuales, grupales y sociales. Al mismo tiempo, le facilitará la
comprensión de la interacción de los individuos en las estructuras de los grupos y
organizaciones sociales (Ares, Ramírez y Sánchez, 1987).
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Parte de lo expuesto anteriormente se refleja a lo largo de los diferentes capítulos


que constituyen este manual. En concreto, éste se centra en explicar la
importancia que tiene la cultura sobre el ser hu-mano. Para ello, en primer lugar,
se abordará el concepto de cultura. En segundo lugar, se analizarán algunas
matizaciones sobre e] estudio de las culturas. A continuación presentaremos dos
de los modelos, el de Hofstede y el de Schwartz, que sirven para estructurar las
diferencias culturales y, por último, mos-traremos las estrategias de interacción
que permiten tener una adecuada adaptación a los diferentes contextos culturales.

El individuo en sociedad

Una de las cuestiones que terminamos de plantear es que la Psicología Social


estuclia la relación riel individuo y la sociedad, aunque esta interacción individuo-
sociedad ha estado teñida de controversias. En este sentido, es importante
conocer la visión que sostuvieron los individualistas metodológicos y los
seguidores de las aproximaciones más holísticas. Dicha disyuntiva se intenta
explicar mediante una co-rriente más integradora, el interaccionismo.

En el Cuadro 2.1 se presentan estas tres perspectivas.

Cuadro 2.1. Perspectivas sobre el estudio de la Psicología Social

Fuente: Turner, 1999, pp. 3-6

Los interaccionistas estudian a los individuos en relación con sus sistemas y


comunidades culturales. Además, este enfoque de análisis incluye tanto procesos
entre las personas —denorninados interperso-nales—, como procesos
individuales (intrapersonales), sin olvidarse de lo grupal y lo societal. Veamos a
continuación en qué consisten cada uno de ellos.

Según Sapsford (cit. en Morales, 1999) en el estudio de la Psicología Social se


pueden diferenciar cua-tro dominios de análisis: las sociedades o instituciones
sociales, los grupos, las relaciones interpersonales

Holismo sociológico

Supremacía de lo social sobre lo individual. Es decir, lo social es más importante


que el conjunto de individuos que constituyen una sociedad.

La vida individual tiene su origen en la vida colectiva.

Individualismo metodológico
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El individuo es la única unidad de análisis de las ciencias sociales. Es decir, no se
tiene en cuenta la unidad de análisis colectiva.

Los componentes del mundo social son individuos que actúan a la luz de sus
disposiciones mentales.

Interaccionismo

La interacción entre individuas puede producir procesos psicológicos diferentes a


los de la Psicología individual.

Las reacciones de las personas ante el mundo son una función de cómo perciben,
comprenden o interpretan dicho entorno social.

Las mentes individuales no se forman en aislamiento, sino en interacción social.

y el dominio intrapersonal. Además, ningún dominio es más importante que otro,


es decir, no existe una relación jerárquica entre ellos sino de complementariedad,
esto significa que todos ellos contribuyen desde su óptica a la comprensión de los
fenómenos, siendo esa comprensión mucho más rica si se tienen en cuenta las
relaciones entre los diferentes dominios. Veamos a continuación cómo se
caracte-riza cada uno de ellos:

El dominio societal comprende los procesos colectivos que se caracterizan por ser
externos a los individuos. Por ejemplo, el estudio de las culturas.

El dominio grupal se ocupa de la interacción de las personas que constituyen un


grupo. Esta intera-cción grupal puede generar una serie de significados
compartidos, como, por ejemplo, la cohesión grupal, que se analizará en el
Capítulo 4 sobre «Procesos grupales y relaciones intergrupales».

El dominio interpersonal implica la participación de dos o más personas. Aquí las


personas se con-sideran como un todo, sin referirse a sus pertenencias grupales y
culturales. En este sentido, el Ca-pítulo 6 ilustra este dominio de análisis.

El dominio intrapersonal enfoca las estructuras internas de las personas, por


ejemplo, las actitudes y la agresión. Ambos temas se abordarán en dos de los
capítulos de este manual (el 3 y el 8, res-pectivamente).

Además, y siguiendo a Morales (1999), hay que reconocer la distinción entre


dominios para evitar los errores que se originan entre las distintas unidades de
análisis. Estas confusiones son la falacia eco-lógica y el error opuesto.

La falacia ecológica: se cornete cuando se infiere que a partir de las


características o relaciones que se encuentran en el dominio societal, éstas se dan
también en el interpersonal. Este error da por supuesto que todos los miembros de
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un grupo muestran las mismas características. Por ejem-plo, por el hecho de
pertenecer a una cultura se aplican falazmente a un individuo algunas de las
características «típicas» de la cultura (como considerar que cualquier persona por
ser alemán es extremadamente racional). Es decir, se utilizan los datos agregados
del grupo para realizar inferencias sobre los individuos.

La falacia atomística o error opuesto: en este caso se infiere que los procesos que
se producen en el dominio intrapersonal se dan también en los dominios grupa! y
societal. Es decir, es el error de inferir conclu-siones sobre el nivel superior con
datos correspondientes a unidades inferiores o a partir de datos individuales.

Llegados a este punto, es importante matizar que en el análisis transcultural se


suelen tener en cuenta las unidades de análisis individual y colectiva. Así, se
analizan los resultados de caria uno de los individuos en relación a su cultura de
pertenencia a través de modelos muitinivel. Estos modelos, también denominados
jerárquicos, arrojan información a nivel individual y colectivo, y resuelven las
falacias ecológica y atomística que terminarnos de mencionar.

En conjunto, y para concluir con este epígrafe, la Psicología Social, tal y como
terminamos de exponer, es el estudio de la mente en sociedad. Si bien, en este
capítulo nos vamos a centrar en el estudio de la mente pero en la cultura. Es decir,
en el papel que juega la cultura sobre la persona.

En síntesis, el debate sobre la influencia de la cultura en los procesos psicológicos


mentales tiene una larga trayectoria en la Historia de la Psicología (véase Cubero
y Santamaría, 2005). Estos autores destacan la importancia de los significados
culturales en la constitución de la mente del individuo. T. Waitz (cit. en Cubero y
Santamaría, 2005) defendió la influencia de la mente en la cultura, estableciendo
una re-lación de interdependencia entre mente y cultura. Waitz no sólo considera
que la cultura determina los modos de pensar y relacionarse con los demás, sino
que va más allá y analiza el otro sentido de la re-lación. Es decir, el pensamiento
incide en la cultura generándola y preservándola.

DEFINICIÓN DE CULTURA

Tratar de dar una definición de cultura no es tarea fácil, ya que existe un amplio
debate sobre este concepto. Al mismo tiempo, hay una gran variedad de
definiciones. Así, en un primer momento, los an-tropólogos se centraron en el
estudio de los grupos de personas relativamente pequeños y aislados. Sin
embargo, en la investigación realizada en las islas de la Polinesia, Malinoswski
(1927, cit. en Smith, Bond y 1<agitcibasi, 2006) fue capaz de aunar tanto los
aspectos objetivos como subjetivos de la cultura, es decir, relacionó por ejemplo la
reproducción de la especie (aspecto objetivo) con el modelo de familia (aspecto
subjetivo). En su definición de cultura incluye el hábitat, las creencias, las normas
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y los valores heredados, formando parte integral de un modo de vivir particular.
Estas relaciones son importantes, ya que consideran a la cultura corno un todo.

Existen muchas definiciones de cultura analizadas desde otras orientaciones


teóricas afines a las

Ciencias Humanas. Así, autores como Geertz (1988) definen la cultura como un
conjunto de significaciones, pero más que una definición, lo que propone este
autor es una forma diferente de ver las cosas, es decir, de observar las realidades.
En general, desde estas orientaciones científicas, como no se puede conocer
directamente el contenido mental de una persona, lo que se hace es determinar
esas características mentales a través de la observación de los comportamientos
personal y grupa!.

Por su parte, los psicólogos sociales han centrado su atención en el hecho de que
todos nacernos en un contexto cultural. En el proceso de socialización dentro de
este medio aprendemos a adoptar los usos y costumbres de otros individuos. Los
otros con quienes mantenernos contacto son parte de una sociedad; su cultura
consiste

La concepción de la cultura como mapa mental.en las prácticas vigentes,


transmitidas de generación en ge-neración (Baron y Byrne, 2005). Por tanto,
desde esta óptica la cultura representa un mapa mental, es decir, cada indi-viduo
posee una guía de comportamientos culturales que comparte con su grupo social.

Los trabajos de Casullo y Fernández (2005) indican que el término cultura


incorpora aspectos muy diferentes, como valores, actitudes, opiniones,
tradiciones, costumbres e his-toria. El plano cultural refleja patrones aprendidos de
com-portamiento, prácticas de crianza, criterios de elección de parejas, así como
rituales relacionados con las concepciones de salud y enfermedad. Sin olvidarnos
del hecho que el mar‑

– Observables

– La forma de vestir.

– Los patrones de comporta-miento, las reglas, las histo-rias, los mitos, el lenguaje
y las ceremonias.

– Inobservables

-Valores, normas, creencias y presunciones compartidas


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La cultura como conjunto de características observables e inobservables que
comparten los miembros de una comunidad y que son transmitidas degeneración
en generación.

A pesar de la diversidad conceptual que existe sobre el término cultura, tal y como
hemos tenido ocasión de observar en los párrafos anteriores, la mayoría de los
autores están de acuerdo en que debemos considerar a la cultura como un todo
que incluya el conocimiento, las creencias, las normas, los roles, las costumbres y
cualquier otra capacidad adquirida por la persona como miembro de la sociedad.

En definitiva, tras las diferentes definiciones que los académicos ofrecen acerca
de la cultura, cabe des-tacar que no prevalece un único criterio, más bien existe un
consenso que indica que la cultura implica numerosos aspectos objetivos y
subjetivos interrelacionados, tal y como se muestra en el Cuadro 2.2.

Bases para la descripción de cultura Aspectos subjetivos

A) Creencias, normas y valores sobre: la relación con la autoridad.

la relación entre la persona y el grupo, la relación entre hombres y mujeres, los


modelos de familia, cómo se manejan los conflictos, la relación entre la persona y
la naturaleza, la concepción del trabajo,

B) Roles adscritos a la estructura social, posiciones definidas socialmente y


conductas esperadas (padres-hijos, trabajador social-inmigrantes, etc.).

Aspectos objetivos: Patrones de reproducción. Hábitat. Idioma.

Claves para entender el análisis de la cultura

Las investigaciones realizadas sobre la cultura señalan que es importante


considerar una serie de claves para reconocer qué entendemos por cultura. Estas
claves, que a continuación vamos a explicar brevemente, han sido recopiladas por
Páez y Zubieta (2003).

La cultura es compartida: las concepciones de la cultura suponen el carácter


compartido de las creencias o significados. Así, se considera cultural una conducta
que, aunque no sea practicada por todas las personas, es juzgada y compartida
como apropiada por una mayoría social.

La cultura es dinámica y contradictoria: la cultura no es una entidad estable e


inmutable, sino que es un sistema en tensión, dentro de la cual existen normas
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contradictorias. Por ejemplo, el individualismo norteamericano caracterizado por
dar prioridad a los fines individuales se asocia simultáneamente con una gran
capacidad de adaptación a los otros.

La cultura es normativa: los valores culturales, que moldean la conducta so-cial,


definen lo que se espera que sea la realidad. Es decir, lo deseable y aceptable
socialmente. Estos valores generalmente son sistemas de creencias compartidos
por las personas que tienen un mayor estatus social.

La cultura se transmite: la conducta es aprendida y transmitida de generación en


generación.

La cultura como un conjunto de significados: la cultura es una abstracción pero o


inferencia de conductas y creencias individuales, aunque no es una reali-dad
diferente de éstas. Es decir, no se trata de una entidad superior a las con-ductas
de las personas que conforman una sociedad.

La cultura no coincide con la raza, la etnia, la nación, ni con e! lenguaje.

La cultura como creatividad: la cultura es una caja de herramientas que las


personas utilizan activamente para crear y recrear significados.

Comparaciones emic y etic sobre culturas

Tras la presentación de algunas claves sobre el análisis de la cultura, y antes de


exponer los mo-delos de Hofstede y Schwartz, es importante conocer cómo deben
realizarse las comparaciones entre diferentes culturas. En este sentido, la
distinción emic-etic nos permitirá mostrar cómo se pueden rea-lizar las
comparaciones transculturales. En muchas ocasiones, se estudian culturas
aplicando instru-mentos que no se generaron en ellas. Este enfoque, denominado
etic impuesto, es el que ha predo-minado en la investigación transcultural. Es
decir, frecuentemente se han utilizado instrumentos desarrollados en la cultura
occidental para realizar estudios en otros contextos culturales. Esto ha su-puesto
la universalidad de las categorías occidentales y su consiguiente imposición en
otras culturas (Berry, 1989).

A continuación, y siguiendo al psicólogo canadiense Berry (1989), presentamos en


la Figura 2.1 un diagrama que describe los pasos a seguir para determinar si
existe comunalidad entre culturas.
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característica común, ya que si no la comparten la comparación entre ambas
culturas es inviable, mientras que si tienen algo en co-mún existiría un «etic
derivado», es decir, estaríamos ante una es-tructura universal compartida por las
diferentes culturas (véase ilus-tración a la izquierda).

Por tanto, esta secuencia de análisis ha dado lugar a la diferenciación entre la


perspectiva etic y la emic. La mirada etic impuesta analiza la cultura a partir de
modelos desarrollados fuera del contex-to particular que se está analizando,
mientras que la perspectiva emic lo hace utilizando conceptos propios del contexto
que se está estudiando. En general, la mirada emic permite comprender los
com-portamientos de la vida cotidiana en su hábitat.

En definitiva, tanto la ¡perspectiva etic como la emic son necesarias cuando se


realizan comparaciones transculturales, sin olvidarnos de la noción de «etic
derivado», que se logra mediante la comparación sistemática de un mismo
comportamiento o proceso en diferentes contextos culturales, tal y como se
representa en el paso

Dos de las investigaciones más importantes sobre las dimensiones de valores que
definen la cultura son la de Geert Hofstede y la de Shalom Schwartz. Por ello, en
las siguientes páginas se realizará una presentación detallada de cada una de
ellas.

La intersección, representada en color azul, sería el etic derivado.

El modelo sociocultural de Hofstede

El estudio realizado por Geert Hofstede sobre los valores colectivos asociados al
tra-bajo, con una muestra de 116.000 empleados de la compañía IBM en 70
naciones (Hofs-tecle, 1980; 2001), junto con otras investigaciones posteriores
[véase el cuestionario apli-cado en 20 países sobre valores chinos, The Chinese
Culture Connection, en Hofstede y Bond (1988), instrumento diseñado con el
objeto de evaluar las diferencias culturales que guardan relación con la orientación
temporal y que se caracterizan por la búsqueda de resultados a corto o largo plazo
tras la realización de una tarea. La escala comprende también elementos
relacionados con el respeto por las tradiciones], nos van a permitir identificar cinco
dimensiones que explican diferencias en términos culturales. Estas son el
individualismo-colectivismo, la masculinidad-feminidad, la distancia jerárquica„ la
evitación de la incertidumbre y la orientación temporal.

En el Cuadro 2.3 se recogen algunos de los elementos que las constituyen, así
como una breve explicación de cada dimensión. El lector podrá constatar que
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tanto las expli-caciones que se exponen como los elementos planteados se
encuadran dentro del ámbito laboral, cuestión que considerarnos importante para
el desempeño profesional del Trabajador Social. En general, estas dimensiones
tratan de dilucidar algunos de los aspectos subjetivos de la cultura (véase el
Cuadro 2.2). Así, el individualismo-colectivismo explicaría la relación que existe
entre la persona y el grupo, la masculinidad-feminidad trataría la relación entre
hombres y mujeres, la distancia jerárquica analizaría la relación que tiene la
persona con la autoridad, la evitación de la in-certidumbre nos permitiría explicar
cómo se manejan los conflictos y la orientación temporal abarcaría las creencias,
normas y valores que tenemos frente a la concepción del tiempo.

Teniendo en cuenta estos elementos, a continuación vamos a presentar las


características de estas cinco dimensiones que tratan de analizar la variabilidad
cultural.

Individualismo-colectivismo. Hofstede define el individualismo corno la


independencia emocional de grupos, organizaciones y otros colectivos (Hofstede,
1984, p. 157). El individualismo representa a las sociedades en las que los
vínculos entre las personas son laxos: se espera que cada persona desarrolle su
vida por sí misma y que se ocupe de su familia más próxima.

El colectivismo, corno realidad opuesta, caracteriza a sociedades en las que las


personas desde su na-cimiento están integradas en grupos cohesionados y
extensos (la familia que abarca tanto a los padres como a los tíos, abuelos y
demás familiares), que a lo largo de la vida de sus miembros continúan
prote-giéndoles y que como intercambio se espera una lealtad incuestionable. En
este sentido, el concepto co-lectivismo no tiene ningún significado político, ya que
se refiere al grupo y no al estado (Hofstede, 2001).

Masculinidad-feminidad. Esta dimensión se refiere a la distribución de los roles


entre hombres y mu-jeres. Los estudios de Hofstede (1984, 1998, 2001) ilustran el
impacto cultural de este reparto, ya que los roles de género cambian
completamente de una cultura a otra. Así, las culturas masculinas se caracterizan
por la competitividad, ambición y asertividad. En estas sociedades los papeles
sociales de am-bos sexos son claramente distintos (por ejemplo, el hombre es el
cabeza de familia, mientras que la mujer debe respetar su autoridad y encargarse
de la crianza de los hijos). Por su parte, las culturas fe-meninas enfatizan la
armonía interpersonal y las relaciones. En estos contextos culturales los roles de
género se solapan (tanto hombres como mujeres deben preocuparse por la
calidad de vida y colaborar por igual en las tareas domésticas). En el Capítulo 9 se
desarrollan ampliamente numerosas cuestiones sobre Psicología Aocial y Género.
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En el escenario del Trabajo Social se espera que el profesional tenga rasgos más
acordes con la fe-minidad cultural (p. e., tolerancia, sensibilidad, expresividad,
empatía), ya que estas características le permitirán desempeñar mejor sus
funciones laborales.

Distancia jerárquica. Es el grado en que los miembros menos poderos de las


instituciones y organi-zaciones, dentro de una cultura, aceptan y esperan que el
poder y los recursos se distribuyan de manera desigual. Las culturas con alta
distancia jerárquica valoran la jerarquía social y el respeto hacia la au-toridad
(Hofstede, 1984). Por su parte, se considera que los países con una puntuación
baja en esta dimensión son aquellos en los que no se acepta que el poder esté
distribuido de manera desigual y cuando esto ocurre, es un mal que, intentará ser
minimizado (Hofstede, 2001).

En general, la desigualdad social es un problema que tendrá que tratar el


Trabajador Social, ya que es una situación que se da en todos los contextos
culturales, aunque como terminamos de analizar, en algunas sociedades estas
desigualdades están más marcadas. No obstante, en las culturas con una alta
distancia je-rárquica (p. e. Latinoamérica) se va a considerar que las
desigualdades son la base del orden social y, en este caso concreto, las personas
menos poderosas van a aceptar que se produzca este desequilibrio social.

Evitación de la incertidumbre. indica en qué medida una cultura programa a sus


miembros a sentirse cómodos o incómodos ante situaciones no estructuradas, es
decir, ante acontecimientos desconocidos. Estas situaciones inciertas hacen que
las personas se posicionen en un continuo que parte de una acep-tación y
asunción plenas de esta incertidumbre y llega, en el otro extremo, a una ansiedad
intolerable frente a la misma. Así, y como consecuencia de la incertidumbre, las
diversas sociedades han desarro-llado diferentes recursos que les permiten
enfrentarse a ella y huir de la ambigüedad. Por ejemplo, me-diante la tecnología
para predecir los acontecimientos futuros, por medio de reglas formales e
informales que guían el comportamiento de los otros, y a través de la religión
como conocimiento revelado de lo desconocido (Hofstede y Bond, 1988; l-lofstede,
2001).

Orientación temporal. Esta quinta dimensión se refiere a la orientación que se


otorga en la vida al tiempo (a corto o largo plazo). Fue encontrada tras la
aplicación del cuestionario de valores chinos (The Chinese Culture Connection).
Los valores que se vinculan a la orientación a largo plazo son ahorro y
perseverancia, mientras que los asociados a la orientación a corto plazo son
cumplir con las obligaciones sociales y salvar la «cara» (Hofstede y Bond, 1988; l-
lofstede, 2001).
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Las personas socializadas en culturas con una orientación a corto plazo estarán
centradas en el consumo inmediato de todo, tanto monetario como de tiempo, ya
que viven para el presente. Evidentemente, nada de esto ocurre cuando la
orientación a largo plazo es alta, puesto que aquí las personas se caracterizan por
estar orientadas hacia el futuro.

Consecuentemente, la posición que adopten las sociedades respecto a esta


dimensión determinará la orientación que los individuos desarrollen respecto a la
vida y, por supuesto, tendrá su reflejo en las relaciones sociales y familiares, ya
que si la orientación que adoptan ante una situación es a largo plazo las personas
se plantearán, por ejemplo, la economía familiar con vistas al ahorro para el futuro,
puesto que ésto les permitirá una disponibilidad de sus ingresos a largo plazo
(Medina Brito, 2006).

La descripción de las dimensiones que diferencian a las culturas, y que


terminamos de exponer, no debe entenderse como una explicación de carácter
cultural opuesta, es decir, dos valores incompatibles (el individualismo y el
colectivismo) pueden coexistir en la misma cultura y activarse según la situación.
Así, los miembros de las culturas colectivistas pueden actuar de una forma muy
individualista cuando tratan con personas que no son miembros de su endogrupo.
Por tanto, cuando se trata de explicar el comportamiento en las culturas
colectivistas es importante tener en cuenta en qué escenario social se realiza la
interacción y quiénes son «los otros». Además, cuando se cambia de contexto
cultural se pue-den alterar los valores originarios. En este sentido, tal y como
señala Basabe (2007), algunos inmigrantes africanos procedentes de países
colectivistas, cuando tratan de establecerse en Europa e interaccionar con los
uropeos, adoptan valores individualistas.

Finalmente, y antes de exponer los modelos de Schwartz, es importante señalar


que los estudios psi-cocosociales han mostrado que las dimensiones culturales
tienen influencia sobre ciertos procesos psi-cológicos (véase en el manual de
Fiske, Markus, Kitayama y Nisbbett, 1998, [os análisis sobre individua-lismo y
distancia jerárquica). En esta línea, la investigación realizada en 29 países por
Fernández, Carrera, Sánchez, Páez y Candía (2000) constató que en la cultura
occidental, caracterizada por el in-dividualismo, la expresión de emociones
negativas es más intensa que en los contextos colectivistas y que poseen además
una alta distancia jerárquica.

Los modelos de valores de Schwartz


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Shalom H. Schwartz ha desarrollado dos modelos de valores, que nos van
a permitir conocer, por un lado, los valores individuales (unidad de análisis
individual) y, por otro, los valores colectivos (unidad de análisis colectiva).

Valores individuales

Schwartz y Bilsky (1990), con el propósito de analizar los valores humanos


individuales, han desarrollado un modelo teórico. En dicho modelo proponen que
los valores humanos tienen una estructura universal, clasificando los valores en
diez tipos motivacionales, don-de cada valor refleja metas y objetivos a perseguir;
tal y como se describe a continuación. Posteriormente, en la Figura 2.2, el lector
podrá constatar que estas motivaciones se agru-pan en cuatro objetivos básicos y,
al final del epígrafe, también se podrá comprobar cómo estos diez valores pueden
poseer una orientación individualista, colectivista o mixta.

Las diez motivaciones básicas se definen en los siguientes términos:

Shalom Schwartz.

Profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén

Auto-dirección: Elección independiente de actos y pensamientos.

Estimulación: Excitación, innovación y reto.

Hedonismo: Placer y sensación grata para uno mismo.

Logro: Éxito personal demostrando ser competente.

Poder: Estatus social y prestigio, control y dominio sobre personas o recursos.


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Seguridad: Seguridad, armonía y estabilidad social, en las distintas relaciones y
con sí mismo. (7.5) Conformidad: Restricción a las acciones, inclinaciones e
impulsos, que pudieran molestar o per-judicar a otros, así como el cumplimiento
de reglas sociales o normas.

(7.5) Tradición: Respeto, compromiso y aceptación de las costumbres e ideas que


la tradición cultural o la religión prescriben.

Benevolencia: Preservación y preocupación por el bienestar de la gente con la que


se está frecuen-temente en contacto.

Universalismo: Comprensión, tolerancia, apreciación y protección del bienestar de


toda la gente y de la naturaleza.

Schwartz (1992) plantea que las relaciones entre los diez valores motivacionales
son dinámicas, es decir, las acciones dirigidas a la obtención de un tipo de valor
pueden tener consecuencias psicológicas en la consecución de otros valores. De
este modo, y dependiendo de la naturaleza del objetivo que se persiga, se va a
establecer una estructura de clasificación. Esta estructura posee dos grandes
dimensiones que se descomponen en cuatro factores. Es decir, estos diez valores
individuales o personales se agrupan, de modo circular, sobre dos ejes. El primer
eje opone el factor de apertura al cambio (que incluye los valores de auto-
dirección y estimulación) al de conservadurismo (valores de tradición, conformidad
y seguridad). El segundo eje opone el factor de promoción personal (logro y poder)
al de auto-trascen-dencia (universalismo y benevolencia). El valor de hedonismo
es compartido por los objetivos básicos de promoción personal y apertura al
cambio, tal y como se presenta en la Figura 2.2.

En todas las naciones en las que se han realizado estudios con la prueba SVS
(Schwartz Value Survey; Schwartz y Bilsky, 1990) [cuestionario diseñado para la
investigación cle los perfiles in-dividuales de valores, y donde el participante debe
evaluar la importancia que tiene cada valor como principio-guía en su vida] los
resultados han constatado que estos diez va-lores son universales (Schwartz,
2001).

Además, Schwartz plantea que algunos valores pueden estar asociados tanto a
los in-tereses individualistas como colectivistas, estableciendo una estructura
bidimensional donde las personas pueden tener un perfil de valores
exclusivamente individualista, úni-camente colectivista o de ambos tipos. En la
estructura total, cinco de los valores perso-nales responden a los intereses
individualistas (logro, poder, auto-dirección, estimulación y hedonismo) y tres a los
valores colectivistas (conformidad, tradición y benevolencia). Los dos valores
restantes corresponden a ambos tipos de objetivos y son, por tanto, mix-tos
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(seguridad y universalismo). Según este autor, las personas pueden dar
importancia simultáneamente a ambos tipos de orientaciones sin que éstas entren
en contradicción. Maria Ros 0951-20D7)

Por ejemplo, cuando se busca la seguridad grupal (valor de seguridad) o el


bienestar de todos (univer-salismo), el individuo persigue tanto su interés personal
como el de la colectividad. En este caso, los va-lores individualistas y colectivistas
no son incompatibles sino complementarios (Páez, Fernández, Ubi-!los y Zubieta,
2003; Ros y Gouveia, 2001). Para un mayor desarrollo del estudio de los valores
humanos desde la perspectiva psicosocial, véase Cuadrado (2006).

CONSERVADURISMO

Fuente: Schwartz (1992).

Valores culturales

Ahora se presentará la descripción de los valores teniendo en cuenta la


unidad de análisis colectiva. Este nivel de análisis representa las prioridades
valorativas en una sociedad. En general, las medias na-cionales en valores
describen la esencia de la socialización de sus miembros, sin tener en cuenta las
di-ferencias individuales debidas a las experiencias particulares (Smith y Schwartz,
1997).

Schwartz (1994) expone una serie de valores culturales colectivos que permiten
diferenciar unas cul-turas de otras. Así, ciertas culturas, como las individualistas,
pueden caracterizarse por valores de auto-nomía intelectual y afectiva. Por su
parte, las culturas colectivistas también pueden poseer valores cul-turales
colectivos corno el conservadurismo. Veamos a continuación qué significa cada
uno de estos valores culturales.

Conservadurismo versus autonomía. En el polo de conservadurismo están las


culturas que enfatizan la dependencia con respecto hacia la colectividad, el
mantenimiento del statu quo, así corno la conve-niencia y la restricción de las
acciones que puedan amenazar la solidaridad grupa! y el orden establecido. En el
polo de autonomía el individuo se ve como único, es decir, busca expresar sus
atributos internos (pre-ferencias, motivos y sentimientos). Se diferencian dos
subtipos: la autonomía afectiva (el conseguir expe-riencias afectivas individuales
positivas como el placer, vida variada, etc.) y la autonomía intelectual (énfasis en
ideas independientes y los derechos del individuo, con valoración de la curiosidad,
la creatividad, etc.).
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Jerarquía versus igualitarismo responde a la cuestión de cómo se distribuyen los


recursos, el poder y las oportunidades. Las culturas que priorizan el igualitarismo
conciben a los individuos como semejantes, so-cializan a sus miembros en la
valoración de la cooperación voluntaria, la preocupación y el respeto por los
demás. En las culturas jerárquicas el comportamiento socialmente responsable se
rige por el desempeño de roles adscritos, es decir, que nos viene dacio y que por
lo tanto no es Lin papel adquirido voluntariamente. Se enfatiza el cumplimiento de
las obligaciones adscritas a los roles y se sanciona cuando no se cumplen.

Dominio versus armonía trata sobre la,actitud hacía el mundo en general. En las
culturas donde se valora el dominio, las personas buscan dominar y cambiar el
mundo social y la naturaleza, valoran el con-trol y la explotación de éste para
satisfacer las necesidades personales o grupales, además de conseguir objetivos
por medio de acciones asertivas (ambicioso, competente). Por su parte, las
culturas que enfatizan la armonía aceptan el mundo tal cual es, intentando
preservarlo más que cambiarlo o explotarlo. Se trata de adaptarse
armoniosamente al entorno (unidad con la naturaleza, mundo en paz, mundo de
belleza).

Conducta social responsable: las formas de cómo motivar a las personas a


respetar el bienestar de los demás y coordinarse con ellos.

El papel de la humanidad en el Mundo social y en la naturaleza: someterse y


ajustarse.

Integración de modelos

Teniendo en cuenta que los modelos que terminamos de presentar corresponden


a diferentes unida-des de análisis, ahora vamos a intentar integrar los dos
modelos que comparten la misma unidad de aná-lisis. Es decir, las dimensiones
culturales de Hofstede y los valores culturales de Schwartz. Esta compa-ración
tiene como propósito comprobar si las naciones que un autor considera que son
poco jerárquicas, por ejemplo, son clasificadas por el otro autor o modelo también
como igualitarias. Veamos a continua-ción si se producen similitudes o no entre
ambos modelos.

Los resultados obtenidos en diferentes investigaciones (véase Páez y cok., 2003;


Ros y Gouveia, 2001) nos muestran que las puntuaciones nacionales de valores
individualistas de Hofstede coinciden con la autonomía de Schwartz, además la
dimensión de individualismo-colectivismo se vincula nega-tivamente con el
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conservadurismo versus autonomía, es decir, a mayor colectivismo más
conservadu-rismo. Las puntuaciones nacionales de alta distancia jerárquica, por
su parte, correlacionan negativa-mente con el igualitarismo, o lo que es lo mismo,
a mayor distancia jerárquica menor igualitarismo. Por otro lado, la masculinidad
cultural se asocia al dominio y la evitación de la incertidumbre con el valor cultural
de armonía, es decir, por una parte, las culturas que presentan puntuaciones
elevadas en mas-culinidad también van a poseer valores de dominio y, por otra
parte, a menor evitación de la incertidum-bre mayor armonía (véase Gráfico 2.1).

En definitiva, ambos modelos muestran validez convergente, es decir, tanto las


dimensiones culturales de Hofstede como los valores culturales de Schwartz
tienen a concurrir entre sí, mostrando relaciones positivas que indican que a
mayor individualismo también mayor autonomía (véanse los valores
indi-vidualistas en el Anexo) o que a mayor distancia jerárquica mayor jerarquía
(véanse los valores de dis-tancia de poder en el Anexo). No obstante, los
indicadores sobre las desigualdades de estatus (alta dis-tancia jerárquica de
Hofstede y jerarquía de Schwartz) y los del colectivismo (o bajo individualismo)
tienden a solaparse, es decir, las sociedades con valores colectivistas también
poseen valores jerárqui-cos.

EL ESTUDIO DE LA CULTURA EN PSICOLOGÍA SOCIAL • 49

Finalmente, con el objeto de poder conocer cómo se comportan las diferentes


naciones en función de las dimensiones culturales que terminamos de exponer, en
el Anexo se muestran las puntuaciones, por país, según los modelos que
comparten la misma unidad de análisis. Es decir, se presentan los datos para la
unidad de análisis colectiva.

A partir de aquí, el resto del capítulo se centrará en la parte aplicada de lo que


venimos analizando sobre las diferencias culturales. En este sentido, abordaremos
el proceso de integración de los inmi-grantes, las pautas de interacción entre
personas socializadas en diferentes culturas, así como la adap-tación a nuevos
contextos culturales.

TRABAJANDO 1UNTOS HACIA. LA INTEGRACIÓN

En la última década se han producido importantes flujos migratorios. Así, cada año
crece el número de personas que se trasladan a otros países por razones de
trabajo, estudio o bien porque huyen de una situación económica o política
desfavorable en su país de origen. Sea como fuere, cualquier migración conlleva
un contacto intercultural. Es por ello que tanto los psicólogos como ios
trabajadores sociales, entre otros profesionales, se han centrado en intentar dar
respuestas a esta demanda social.
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En general, tal y como señalan Páez y Zlobina (2007), la inmigración es un


fenómeno complejo que supone muchos retos a afrontar, tanto para los
inmigrantes como para la sociedad de acogida. Por una parte, la sociedad
receptora tiene que encontrar el mejor modo de incorporar a sus nuevos
integrantes y saber manejar las diferencias culturales, religiosas y de organización
social que traen consigo las per-sonas extranjeras. Por otra, los inmigrantes deben
adaptarse psicológica y culturalmente al nuevo con-texto que representa la
sociedad de acogida. Estos procesos de adaptación de la sociedad de acogida y
de los inmigrantes se enmarcan en el proceso de aculturación (para una
descripción más detallada sobre la aculturación consúltese en este manual el
capítulo sobre «Psicología Social del Prejuicio y la Acul-turación»).

En el caso de los inmigrantes, este proceso de aculturación consiste en


modificaciones en sus patrones de conducta, en su identidad etnocultural, es
decir, engloba su sentido subjetivo de pertenencia y todos los demás cambios
producidos por el hecho de vivir en un país distinto. Por ejemplo, Blanco (2000)
diferencia cinco áreas donde se producen los cambios originados por la migración
(véase Cuadro 2.5).

Si bien es cierto que cuando dos culturas entran en contacto experimentan


cambios e influencias mu-tuas, la tendencia general es a que exista desigualdad
en la magnitud de dichas modificaciones e influen-cias, y que una cultura tenga
más dominio sobre la otra, lo que posibilita el poder llegar a diferenciar entre una
cultura dominante y su relación con el conjunto de grupos minoritarios no
dominantes. Esto no quiere decir que el grupo dominante no perciba los cambios
durante el contacto ya que, realmente, la aculturación supone a menudo el
crecimiento de la población, una mayor diversidad cultural, la frag-mentación
social, y la aparición de reacciones negativas—cono el prejuicio, la discriminación
y el ra-cismo— (véase, en este sentido, el Capítulo 5), así como cambios socio-
políticos. Sin embargo, el impacto de la aculturación será más fuerte sobre los
grupos minoritarios, los cuales se transformarán du-rante el contacto, conduciendo
este hecho a la modificación de los rasgos que les definen culturalmente y que
serán, por tanto, diferentes a los que poseían previamente al acercamiento.

En este sentido, Palacín (2005) señala que no es extraño que en los servicios
sociales se pregunten qué hay de diferente en las personas de origen inmigrante
(en su cultura) que justifique el desarrollo de programas específicos o
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metodologías diferenciadas. De esta forma, los programas sociales se debaten
entre dos polos, bien analizar la cultura de los inmigrantes o, bien, ignorar las
diferencias y atender a las especificidades individuales de la persona que acude al
servicio. No obstante, entre estos dos extre-mos encontrarnos posiciones
intermedias, como es el desarrollo de competencias en mediación cultural por
parte de muchos Trabajadores sociales.

Veamos, a continuación, en qué consiste el choque cultural, así como una serie de
pautas de interac-ción que permiten mediar entre culturas.

Choque cultural

Cambio en ias pautas de fecundidad, concretamente, una disminución de


natalidad y acercamiento a las tasas de natalidad de la sociedad receptora.

Mejora de las condiciones de vida en lo referente al nivel de ingresos, pero


inestabilidad y precariedad laboral al mismo tiempo.

Resocialización en el nuevo entorno y procesos de discriminación y exclusión


social.

Área Demográfica:

Área Económica:

Área Social:

Área Identitaria:

Pérdida de identidad.

Vivencia, en el caso de las mujeres, en un entorno cultural más igualitario.

Área Cultural:

La diversidad cultural plantea en ocasiones malentendidos, conflictos, así como


transformaciones en la cultura de acogida. En este sentido, tal y como señala
Basabe (2007), conocer las fuentes del choque cultural y explorar las diferencias
culturales debe servir para comprender algunas de las claves culturales que
explican los distintos comportamientos, así como para abordar eficazmente el
trabajo social con per-sonas procedentes de otras culturas.
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El choque cultural es un sentimiento de profunda desorientación que experimentan


las personas y los grupos cuando se adaptan a una nueva cultura. Es la
percepción de una distancia o diferencia cultural en las creencias, prácticas
culturales, normas y valores entre la cultura de origen y la nueva cultura de la
sociedad con la que una persona entra en contacto.

Las consecuencias del choque cultural es lo que se ha denominado estrés de


aculturación. En general, las investigaciones han mostrado, en grupos muy
diversos (emigrantes económicos, refugiados, estu-diantes internacionales,
trabajadores internacionales cualificados, etc.), que la distancia cultural se aso-cia
al estrés, problemas psicológicos y dificultades de aprendizaje sociocultural
(Basabe, 2007).

Estado general de depresión y frustración

Tensión o fatiga cultural, sobrecarga por la necesidad de operar permanentemente


de forma consciente y voluntaria (irritabilidad)

Sorpresa, disgusto, ansiedad, ocasionadas por el hecho de tomar conciencia de


las diferencias

Además, tal y corno puede apreciarse en el Anexo, fa posición de los países cle
procedencia de los inmigrantes en comparación con España nos revela que las
diferencias culturales son de grado y no ab-solutas, es decir, dependen del grupo
de comparación. Por ejemplo, los latinoamericanos se sienten más colectivistas
que los españoles, así que ellos nos perciben a nosotros como más
individualistas, pero los españoles son a su vez más colectivistas que muchos
europeos (Basabe, 2007).

Por último, las personas procedentes de sociedades más lejanas culturalmente


necesitarán adquirir más conocimientos y habilidades para desenvolverse e
interaccionar con éxito en el país de acogida. Pasemos a exponer en qué consiste
este entendimiento intercultural, según Páez y Casullo (2000).

Cómo interaccionar con las personas que pertenecen a culturas colectivistas

Si tratamos con personas que provienen de una cultura más colectivista (véase en
el Anexo el indi-cador de IDV «individualismo» y recuérdese que las naciones que
muestran menor puntuación son más colectivistas) hay que tener en cuenta que
funcionan de manera más grupal, valoran más las reuniones, el pasar el tiempo
juntos con toda la familia o con un grupo amplio de personas. En caso de los
latino-americanos, por ejemplo, «toda la familia» se mueve unida, acéptelo y sea
«hien educado» y respetuoso, manifieste más muestras de respeto hacia los
padres o ancianos.
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Además, mantener la imagen social o una «buena cara» es muy importante en las
culturas colectivistas. Tenga cuidado en «amenazar» a alguien con su crítica, no lo
desmienta directa y públicamente aunque us-ted sepa que lo que dice es
incorrecto o exagerado. También realizar una crítica delante de todo el mundo
aunque sea constructiva, puede herir los sentimientos riel otro, ya que no separan
la crítica de las ideas o acciones de una persona. Se suele producir, por tanto, la
sensación de que uno es descalificado y atacarlo.

Cómo interaccionar con las personas que pertenecen a culturas femeninas

Si trata con una persona de cultura más femenina que la española (muchos países
de América Latina, por ejemplo), recuerde que allí se valora más la armonía y la
expresión de cariño. Se espera que Ud. sea simpático y «bien educado».
Aproxímese más a las personas de lo que es habitual en España. Si se lo hacen a
Ud. no mal interprete las intenciones de estas personas. El tocarle o tener una
distancia física menor de lo que está acostumbrado no significa obligatoriamente
una intención de ligue, sino una ma-nifestación de simpatía y amistad.

Asimismo, las culturas femeninas valoran el trato más gentil y suave. Evite gritar o
discutir fuertemente por motivos de la vida cotidiana. Se interpretará como una
desconsideración y un signo de rudeza.

Cómo interaccionar con las personas que pertenecen a culturas masculinas

Si trata con personas de culturas más masculinas que la suya, no espere que
tengan el mismo nivel cle expresividad emocional que Ud. No lo interprete corno
falta de interés o simpatía, sino como que en este tipo de sociedades no se
potencia la expresión explícita de emociones, no se permite ser «blan-do». Se
espera que uno se mantenga firme aunque sufra, sobre todo si es un hombre.

En las culturas masculinas se valora más el logro y la orientación a la tarea, así


que puede que el cli-ma en el trabajo, por ejemplo, le parezca muy duro. Se evita
hablar mucho y se suele procurar más el cumplimiento de los objetivos laborales.
Sea más directo y explicite claramente lo que quiere decir. No insinúe, sino ex
prese sus ideas con claridad y de una forma más definida.
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Antes de concluir con estas pautas de interacción entre culturas, es necesario


puntualizar que estas orientaciones son generales. Sin duda alguna, cada persona
aparte de pertenecer a una cultura con cier-tas pautas de pensamiento y conducta
(valores culturales compartidos) tiene su propio autoconcepto y experiencias
vitales (Páez y cols., 2003).

Adaptación a otros contextos culturales

A continuación se ofrecen una serie de estrategias de adaptación en función de


los diferentes marcos culturales. No están todas las combinaciones posibles, pero
también somos conscientes de que conociendo lo que es adaptativo en el polo de
una dimensión (por ejemplo, la adaptación en contextos con alta dis-tancia
jerárquica) uno podrá desenvolverse mejor en el otro polo. De este modo, se
presentan algunas in-clicaciones para las personas que deciden o tienen que
relacionarse con colectivistas y que poseen una alta distancia jerárquica, o que
son más masculinos que ellos, sin olvidarnos qué es lo que se espera de nosotros
cuando interaccionamos con personas socializadas en otros contextos culturales
diferentes al nuestro.

Adaptación a culturas colectivistas con alta distancia jerárquica. Estos contextos


culturales estarían representados por África del oeste, Guatemala y Panamá. Así,
si Ud. tiene que adaptarse a estas culturas es importante que:

Se tome su tiempo para expresar una idea y, además, es fundamental que tenga
en cuenta que «todos los caminos conducen a Roma».

Recuerde que el tiempo es flexible y que la puntualidad no es una norma social.

Tenga en cuenta que no hay normas que diferencien los distintos tipos de
interacción (laboral / amistad).

Respete los títulos, la edad y las conexiones de una persona, al margen del tema
de la interacción que estén tratando.

Conozca que lo público y lo privado, lo laboral y la amistad están profundamente


mezclados.

Examine el conjunto de la situación y no exprese abiertamente emociones y


pensamientos cuando sean conflictivos o pongan en entredicho la opinión de una
persona que ostenta poder.
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Exprese demandas y orientaciones afectivas ambiguas y sutiles, que permitan
varias interpretacio-nes, con el objeto de salvar la cara de su interlocutor.

Adaptación a culturas masculinas. Países con elevadas puntuaciones en este


indicador cultural son, entre otros, Austria, Estados Unidos, Japón, México y
Venezuela. En estas culturas la adaptación será mejor si:

Conoce que se valoran la competición y la dureza.

Tiene en cuenta que las formas de relacionarse entre géneros son diferentes. Así,
las interacciones entre personas del mismo sexo tienden a ser más cercanas que
las relaciones entre géneros opuestos.

Recuerda que no se reconocen las flaquezas, ni las debilidades.

En general, la adaptación implica un conocimiento del otro, un aprendizaje del


nuevo contexto cul-tural y conlleva la transformación de conductas y, en
ocasiones, también de los modos de establecer re-laciones. En definitiva, requiere
el desarrollo de habilidades sociales en espacios multiculiurales que fa-vorezcan y
refuercen las relaciones de convivencia.

Como hemos visto al inicio del capítulo, la información obtenida a partir de las
unidades de aná-lisis en Psicología Social nos brinda la posibilidad de encuadrar
el estudio de las diferencias cultu-rales dentro del dominio societal, teniendo en
cuenta, por tanto, la unidad de análisis de carácter colectivo. Posteriormente, y
tras la presentación del concepto cultura, hemos de considerar que no prevalece
un único criterio que la defina, ya que el estudio de la cultura conlleva un análisis
del conjunto de normas, valores, actitudes y conductas compartidas por un grupo
de personas. Este aná-lisis debe realizarse atendiendo a la distinción entre lo emic
y lo clic. En concreto, lo emic parte de la exploración de las diversas formas en
que un comportamiento se desarrolla en un contexto determinado, mientras que lo
etic enfatiza la conducta universal.

A lo largo de este capítulo hemos querido hacer hincapié en cómo influye el


contexto cultural sobre el comportamiento del individuo. Es por ello que nos hemos
centrado en analizar las diferencias entre culturas individualistas-colectivistas,
masculinas-femeninas, con baja o alta distancia jerárquica, etc. Estas dimensiones
sobre el conocimiento cultural parten del modelo sociocultural de Hofstede y se
complementan con la teoría de valores culturales de Schwartz (conservadurismo
vs. autonomía, jerarquía vs. igualitarismo, dominio vs. armonía). Así, la
comprensión de dichos modelos nos va a permitir afrontar con mayor éxito el reto
que supone tener que habituarse a un nuevo marco cultural o tener que
interaccionar con personas socializadas en otras normas sociales. En definitiva, el
estudio de las diferencias culturales entre grupos debería servirnos para buscar
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me-tas comunes, que mejoren la convivencia intercultural y la integración social,
aminorando —en la medida de lo posible— el choque cultural.

Finalmente, hemos tratado de destacar que en sociedades cada vez más


multiculturales, los Tra-bajadores sociales deben ser capaces de relacionarse y
comunicarse con personas muy diversas. En conclusión, deben conocer cuáles
son los comportamientos que se ven influenciados por la cultura y saber cómo
mediar en las diferencias interculturales, intentado ofrecer pautas de interacción y
estrategias de adaptación para una adecuada relación intercultural.

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