Está en la página 1de 1

1

Capítulo 4
Dios, su ley y Satanás

“Hoy día Satanás está tratando de vencer a los hombres, como venció a nuestros primeros padres,
debilitando su confianza en el Creador e induciéndoles a dudar de la sabiduría de su gobierno y de
la justicia de sus leyes. Satanás y sus emisarios representan a Dios como peor que ellos, para
justificar su propia perversidad y su rebeldía. El gran seductor se esfuerza en atribuir su propia
crueldad a nuestro Padre celestial, a fin de darse por muy perjudicado con su expulsión del cielo
por no haber querido someterse a un soberano tan injusto. Presenta al mundo la libertad de que
gozaría bajo su dulce cetro, en contraposición con la esclavitud impuesta por los severos decretos
de Jehová. Es así como logra sustraer a las almas de la sumisión a Dios” (Elena G. de White - CS
588-590).

“Lucifer tomó la posición de que el mal existe en el cielo y en esta tierra por causa de la ley de
Dios. De esta manera acusó al gobierno de Dios de ser arbitrario. Pero esto es falso,
enmarcado por el autor de toda mentira. El gobierno de Dios es un gobierno de libre albedrío,
y no hay un acto de rebelión u obediencia que no sea un acto de libre albedrío. Como creador
de todo, Dios lo gobierna todo, y él está obligado a hacer cumplir su ley en todo el universo.
Requerir menos de sus criaturas que la obediencia a su ley sería abandonarlos a la ruina. No
castigar la transgresión de su ley sería colocar al universo en confusión. La ley moral es la
barrera de Dios entre el agente humano y el pecado. Por eso es que la sabiduría infinita ha
colocado ante los hombres la distinción entre lo correcto y lo errado, entre el pecado y la
santidad… Las escrituras hacen claro que Dios es el Gobernante, y que el hombre se encuentra
ante la más elevada obligación de aceptarlo, y de obedecer su ley con el corazón y la mente,
confiando en su poder para obtener ayuda y protección” (Elena G. de White – Signs of the
Times, 5 de junio, 1901).

“El altruismo, principio básico del reino de Dios, incita el odio de Satanás, que niega hasta su
misma existencia. Desde el comienzo del gran conflicto ha tratado de demostrar que los
principios que constituyen el fundamento de la actividad divina son egoístas, y califica del mismo
modo a todos los que sirven a Dios. La obra de Cristo y la de todos los que llevan su nombre
consiste en refutar las acusaciones de Satanás. Jesús vino en forma humana para ofrecer en su
propia vida un ejemplo de altruismo. Y todos los que aceptan este principio deben ser
colaboradores con él, demostrándolo en la vida práctica” (Elena G. de White - La educación 154).

“Nada refrena ya a los malos y Satanás domina por completo a los impenitentes empedernidos.
La paciencia de Dios ha concluido. El mundo ha rechazado su misericordia, despreciado su amor
y pisoteado su ley. Los impíos han dejado concluir su tiempo de gracia; el Espíritu de Dios, al que
se opusieran obstinadamente, acabó por apartarse de ellos. Desamparados ya de la gracia
divina, están a merced de Satanás, el cual sumirá entonces a los habitantes de la tierra en una
gran tribulación final. Como los ángeles de Dios dejen ya de contener los vientos violentos de las
pasiones humanas, todos los elementos de contención se desencadenarán. El mundo entero será
envuelto en una ruina más espantosa que la que cayó antiguamente sobre Jerusalén” (Elena G.
de White – CS 672).

También podría gustarte