ESCALONADA: IDEAS PRELIMINARES SOBRE LA AUTORIDAD Y LA
INTERPRETACIÓN DE LAS CONSTITUCIONES La nueva cultura jurídica del neoconstitucionalismo creada por Robert Alexy se concibe como una institución flexible a las necesidades sociales, considerando que el ordenamiento jurídico puede modificarse o reestructurarse en razón de satisfacer las necesidades de los administrados. Sin embargo, para algunos críticos esta teoría desconoce las bases del constitucionalismo, pues, en su necesidad de modificar sistemáticamente la juridicidad de un territorio se crea un caos institucional, pues las entidades y funcionarios desconocen los criterios de aplicación y funcionamiento del poder público a raíz de la inestabilidad jurídica. Cabe señalar que las constituciones estructuradas bajo la óptica de Estado Social de Derecho se caracterizan por mantener un equilibrio entre la democracia y los derechos humanos, situación que no se cumple con el neoconstitucionalismo.
De acuerdo con estos postulados metateoricos se hace conveniente
realizarse esta pregunta orientadora ¿Excede el neoconstitucionalismo el alcance del derecho positivo? Sin duda alguna no puede considerarse que el ordenamiento de un país debe dinamizarse a necesidades aisladas de un grupo de personas, pues en la actualidad en la necesidad de ser garantistas con los derechos fundamentales de los administrados se ha promovido un movimiento en contra de la autodeterminación, ya que, una persona que nace hombre no puede clasificarse en el género masculino porque para la edad no cuentan con la madurez para hacerlo y por ende se hace necesario la consolidación de sistemas no binarios para proteger la diversidad de género. ¿Desde cuándo las funciones de las constituciones están orientadas a modificar realidades naturales del ser humano? Tal parece que la apuesta del neoconstitucionalismo está ligada con adaptar las nuevas tendencias sociales como máximas socio-políticas afectando los orígenes del verdadero significado del constitucionalismo.
En definitiva, el neoconstitucionalismo es una apuesta arriesgada para
sociedades como Colombia que evidentemente cuenta con bases conservadoras, pudiendo significar que los cambios sistemáticos de esta norma de mayor jerarquía transmitan inseguridad jurídica y desconfianza institucional, ocasionando un descontento social e imprimiendo nuevas dinámicas comportamentales, toda vez, que la ciudadania considerará acciones alternativas para dar soluciones a sus necesidades cotidianas.
Ahora bien, en segunda instancia se aborda la teoría de la estructura jurídica
escalonada del ordenamiento jurídico, entendiendo que las sociedades requieren de regulaciones todo el tiempo para aquellos comportamientos que requieren ser reglados para evitar vulneraciones no solo a derechos inherentes en la vida del hombre y la sociedad sino a los sistemas y modelos sociales en el que se encuentra circunscrito el ser humano, es decir, que el ordenamiento jurídico es una consecuencia de las necesidades generalizadas en el tiempo de la población que se estructuran con la finalidad de conservar las instituciones sociales que de generación en generación han dinamizado las relaciones sociales para los diferentes contextos.
La propuesta teórica de Adolf Merkl permite inferir que la configuración de
sistemas jurídicos y sobre todo constitucionales no debe basarse en las necesidades subjetivas y esporádicas de un pequeño conglomerado que exige modificaciones y legislaciones sistemáticas sobre el tipo de sociedad en el que quieren desarrollarse, sin embargo, se considera pertinente crear normas positivas que permitan satisfacer las necesidades sociales de todos los grupos sin perder de vista las estructuras e instituciones que fundamentan la realidad social de los administrados.
Un reflejo de estas tendencias puede evidenciarse cuando diferentes grupos
sociales del país han exigido al legislativo la creación de normas tendientes a la pena de muerte o la castración química frente a los violadores de niños, niñas y adolescentes, cuando la estructura del ordenamiento jurídico colombiano está diseñado para garantizar el derecho a la vida y la dignidad humana, pues esta situación ha causado descontento en la sociedad por la inexistencia de dichas regulaciones, pero atendiendo el espíritu propuesto de esta teoría se debe comprender que las formas jurídicas aplicables a dichas situaciones están encaminadas no ha endurecer las penas y sanciones sino a transformar los comportamientos sociales para garantizar que todas las personas residentes en el territorio cuenten con la seguridad y la certeza de poder gozar libremente de sus derechos y principios generales inherentes al ser humano.
Finalmente, para producir efectos positivos a los sistemas sociales se hace
pertinente tener nociones acerca de la autoridad y la interpretación de las constituciones, pues históricamente se ha considerado que los conflictos sociales se derivan por la complejidad en que se diseñan las normas constitucionales, las cuales tienen un efecto de aplicación inmediata tanto para juristas como operadores del derecho como para los no juristas integradores del derecho. De acuerdo con lo anterior debe plantearse el siguiente interrogante ¿Se pueden comprender las normas constitucionales sin tener estudios en derecho? El deber ser de las constituciones es que se estructuren todas basadas en las capacidades de interpretación critica que alcanzan todos los ciudadanos, esto implica que el ordenamiento jurídico debe emplearse a partir de un lenguaje tradicional y de fácil entendimiento que facilite su interpretación, es decir, basado en la experiencia que producen las relaciones sociales, pues de cierta manera los efectos que se producirán serán generales, ya que, a mayor interpretación mayor obediencia y menores conflictos.
Bajo este panorama se considera que la incidencia de las autoridades
públicas durante el proceso de interpretación constitucional debe estar supeditada en desagregar aquellas conceptualizaciones que sean complejas y produzcan conflictos sociales por desconocimiento o falta de interpretación, situación que no impide la aplicación sancionatoria del ordenamiento jurídico. Las autoridades no deben ser meras espectadoras, quienes pasivamente esperan que la sociedad actué conforme proposiciones jurídicas que apenas entiende, en este sentido se deben generar estrategias que permitan comprender el contexto de cada norma en la conciencia de todos y cada uno de los administrados.
En tal caso, los acompañamientos de las instituciones deben propiciar la
generación de interpretaciones objetivas aplicables a las situaciones cotidianas en las que se sustentan las relaciones humanas, permitiendo una consolidación del comportamiento basado en el modelo constitucional.