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,

i Coordina
POSTULACIÓN GENERAL DE LAS ESCUELAS PÍAS

ENSEÑANDO A PERDONAR
Escolapios, 1936

PUBLICACIONES ICCE
Madrid, 1995
Las biografías de los trece mártires se han tomado de MARIO CARISIO, Sch. P.,
«Tes:igos de la Fe» (ICCE, Madrid 1990), siendo nuevos los demás textos
de la presente pubiicación.

Pm:.d,1· T\\"íFR DEL Río v Juuo DEL Río

©Ediciones ICCE Madrid


© Postulación General de las Escuelas Pías. Roma

Depósito Legal: S. 719-1995

Imprime:
Gráficas VARONA
Rúa Mayor, 44. Teléf. (923) 263388. Fax 271512
37008 Salamanca
ENSEÑANDO A PERDONAR
Escolapios, 1936
Cada una de las Provincias escolapias y de las Diócesis en
que murieron estos trece escolapios realizaron el proceso exigi-
do para analizar la autenticidad de su presunto martirio. Las
conclusiones de tales trabajos fueron aceptadas en el Vaticano
por la Comisión para las Causas de los Santos el 15 de marzo
de 1985.

Terminados cuantos exámenes y consultas se requieren, Su


Santidad, Juan Pablo II, ante la citada Congregación, declaró
"que consta del martirio y su causa de los Siervos de Dios
Dionisia Pamplona Polo y doce compañeros, de la Orden de los
Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas
[,~.s (PF. Escolapios), muertos el ar7.o 1936"; -:ra el 15 de diciem-
bre de 1994.

Al ser diversos los días de sus respectivos martirios se esco-


gió el 22 de septiembre, fecha en que murió el valenciano Carlos
Navarro, para celebrar litúrgicamente la memoria de los trece,
encabezados por el rector de Peralta y el primero en dar su vida.
¡

El 1 de octubre de 1995, en una ceremonia en que se beatifi-


có a un grupo muy numeroso de mártires (entre ellos del seglar
Vicente Vilar David, ex-alumno del Colegio escolapio San Joa-
quín de Valencia, y a un sólo "confesor", el escolapio P. Pietro
Casani) el Papa Juan Pablo II los proclamó "Beatos"; desde ese
día se les puede dar culto público en sus parroquias, en sus
Diócesis de origen o martirio y en las casas escolapias.

7
--~.----

Llamada a la propia Santidad

Es justo que diga dos palabras en la beatificación de catorce hermanos


nuestros, el P. Casani y trece mártires españoles.
La santidad es un don para la Iglesia, para esta pequeña Iglesia que
son la Escuelas Pías, y para esa Iglesia que sois los familiares de los már-
tires escolapios, las parroquias en que nació su fe, amén de los que entren
en la órbita de su iradiación martirial. Y por ser don es, también, motivo
de acción de gracias. El don es más don cuando se complementa con el re-
conocimiento. Y no sólo reconocimiento en causa ajena, sino sintiendo el
don de la santidad como propio, como hecho a uno mismo.
Cuando la santidad nos visita en la vida de nuestros hermanos, es pre-
cisamente porque Dios aldabonea nuestro corazón, en espera de que nos
sintamos heridos por la gracia de una exquisista llamada a la propia san-
tidad.
¿Qué significa la 'propia santidad', sino el bautismo en el Espíritu, en
el mismo y único Espíritu que da, refuerza, unge sin interrupción de y en
espiritualidaci de cada uno de nosotros?. Espírirtu Santo y espiritualidad
de santidad. Perfecta ecuación:
- Ser santo es ser hijo de Dios, ni más ni menos.
- Ser santo es seguir a Jesús, en un discipulado que se va adentrando
en los pensares, sentires y quereres del Maestro. Lento, tenaz, defi-
nitivo. Maravillado siempre.
¡
- Ser santo no es más que ser mejor lo que somos. Es ir adecuando
nuestro caminar al ideal del Evangelio y al que hemos profesado.
- Ser santo es dejarse conducir por el Espíritu Santo. Dejarse: ¡Qué
expresión tan bella referida al Espíritu! La navecilla oreada por la
brisa del Espíritu, comentaba Calasanz en una carta. Me subyuga,
de pronto, la imagen de las Constituciones de Calsanz: "Dejándose

9
llevar y traer por la Providencia ... ; como el borriquillo aquel que
Cristo cabalgaba el día de Ramos, que se dejaba conducir y enca-
minar a todas partes".
La única tristeza que nos cabe es la de no ser santos, decía León Bloy.
Le tenemos miedo, acaso, a la santidad y nos excusamos en todo el
andamiaje de las Causas de los santos, beatos, venerables y siervos de
Dios: que si al Papa se le va la mano en lo referente a las Causas; que si el
dinero que supo;-:c una beatificación, como la de nuestros catorce herma-
nos; que ... Dinero de y para los pobres, es la excusa sempiterna Un. 12,5 ).
Con todo, la santidad no es más que el itinerario de la mente hacia
Dios, el camino inexcusable de purificación, iluminación y de unión con
Dios. Es el "descálzate, que pisas tierra sagrada" con que Dios llamó a
Moisés en el desierto para que liberara al pueblo esclavizado (Ex. 3,5). Es
el compromiso con el hermano, con el hombre viviente que es el camino
de Dios, según apreciación de S. Ireneo.
Mírese por donde se mire, enfóquese por donde se enfoque, en nues-
tro ser cristianos, religiosos, sólo hay una salida: la santidad de y en Dios.
Esta es la dulce o terrible invitación. Estamos irremisiblemente en la ór-
bita de la santidad. Quedaremos, quizá, a mitad de camino, remoloneare-
mos sin dar pasos decididos, nos lanzaremos finalmente a la aventura ...
No hay otra ruta posible. "Ir a Dios, ir a no-Dios": ésta es la cuestión. En
medio, la santidad. Esta santidad nuestra de cada día. Nuestra, no porque
la hayamos trabajado tanto que nos pertenezca, sino porque Dios nos la
da, nos remite a El; agraciados nosotros. La santidad siempre es recibida,
es don y gracia. "Sed perfectos como lo es vuestro Padre". 'Perfecto'
quiere decir pulido, acabado, redondeado, hecho en plenitud. Así se po-
ne de relieve la activísima pasividad que entraña la perfección. Arcilla y
divino alfarero. Obra maestra, del Maestro. 'Dejarse', otra vez y siempre.
Pues sí, hermanos, yo quisiera que aprovecháramos el acontecimien-
to del uno de octubre para reconciliarnos -cada uno desde donde esté-
con la santidad, con la propia s~ntidad, como espectativa.
La beatificación de Pedro Casani y de nuestros hermanos Dionisio y
compañeros mártires es, debe ser, ¿será?, un acontecimiento de gracia y
santidad.
San José de Calasanz ponderaba la renovación de los votos de los re-
ligiosos como punto menos que el martirio. Así se expresaba: "La ratifi-
cación de los votos solemnes o profesión, hecha por puro amor de Dios,

10
es una acción tan grata a Dios, que sobrepasa a todas las otras que puede
hacer el hombre, salvo el martirio" (carta del 20-7-1642).
Quizás sería una buena manera de sintonizar con nuestros mártires:
los que serán próximamente beatificados y los que, en número de 256 (?)
en España, convalidaron sus repetidas renovaciones de los votos con la
última, la que las lleva atadas a plenitud, su martirio.
El Papa en su Carta Apostólica Tetio Millenio Adveniente en prepa-
ración al Jubileo del año 2000, después de ponderar la siembra de márti-
res y el patrimonio de santidad que caracterizaron las primeras genera-
ciones cristianas, a las que presenta como motores del desarrollo de la
Iglesia en el primer milenio, invita a no perder esos testimonios y semillas
de santidad. En efecto, dice: "En nuestro siglo han retornado los márti-
res, muchas veces ignorados, como 'soldados desconocidos' de la gran
causa de Dios. En la medida de lo posible no deben perderse en la Iglesia
estos testimonios. Como ha sido sugerido en el Consistorio, conviene
que las Iglesias locales se esmeren en no dejar perder la memoria de cuan-
tos han sufrido el martirio, recogiendo la necesaria documentación". Y
concluye así: "El mayor homenaje que todas las Iglesias tributarán a
Cristo, en el umbral del tercer milenio, será la demostración de la omni-
potente presencia del Redentor, mediante frutos de fe, esperanza y cari-
dad, en los hombres y mujeres de tantas lenguas y razas, que han seguido
a Cristo en las diversas formas de la vocación cristiana". El reciente
Sínodo sobre la Vida Consagrada pide que se prepare la edición del mar-
tirologio del siglo XX (proposiLión nº .:53 ).
No puedo dejar de pensar en tanto don de santidad derramado por el
Espíritu S:rnto en nuestrJ.s amadas Escuelas Pías, en el martirio cruento o
incruento en España, Europa Central, América Latina, donde hermanos
nuestros, copartícipes del patrimonio de santidad de nuestro padre, San
José de Calasanz, dejaron testimonio de su vocación escolapia llevada
hasta donde el don de Dios tuvo a bien conducirles 'para gloria de Dios
y utilidad del prójimo'. /
Estamos ya en la primera fase de preparación para la celebración ju-
bilar del año 2000. La Iglesia nos ha permitido poner, con este granito de
santidad celebrada en estas beatificaciones, nuestra pequeña contribución
inicial al Jubileo en su momento antepreparatorio. Ojalá podamos, en un
profundo 'sentire cum Ecclesia', acompañar las etapas previstas que nos
han de llevar al año 2000 con pasos y hechos significativos. El mejor de

11
-- ;---
los cuales será, desde luego, un renovado compromiso de santidad.
Inexcusable, al estilo de Jesús: "Me santifico a mí mismo, para que ellos
se santifiquen a su vez" Qn. 17,19).
El Apocalipsis acaba así: "El que es justo, siga practicando la justicia;
y el que es santo, siga santificándose. He aquí que vengo pronto y mi re-
compensa va conmigo para pagar a cada uno según sus obras. Yo soy el
alfa y la omega, el primero y el último, el principio y el fin. ¡Biena-
ver:ti.:rz.jos los que lavan sus vestiduras en la sangre del Cordero para
que tengan parte en el árbol de la vida y entren por las puertas de la ciu-
dad! ... El Espíritu y la esposa dicen: 'Ven'. El que lo oye diga: 'Ven'. El
que tenga sed, venga; el que quiera, tome gratis el agua de la vida ...
1¡1 'Ciertamente vengo pronto'. Amén. Ven, Señor Jesús" (Ap. 22).
Quisiera invitar a toda la Orden, a los familiares de los mártires y a
sus parroquias, y al pueblo cristiano que entre en conocimiento de sus vi-
das testimoniales, a poneros, serena y humildemente, en estado de santi-
ficación acelerada. Vivamos la alegría de ser llamados de nuevo a la santi-
dad, en la beatificación de nuestros hermanos.
Y me gusta terminar como concluía la lectura diaria del Martirologio
de otros tiempos, que, tras relatar la vida de los santos más conocidos del
día, añadía: y en otros lugares se celebra a otros muchos santos mártires,
confesores y santas vírgenes. ¡Demos gracias a Dios!
Con afecto

Roma, 27 de junio de 1995

]osEP MARÍA BALCELLS, Padre General

- -- ------ 12
San José de Calasanz, fundador de los Escolapios. Escultura en
el Monasterio de !rache (Navarra) ante la que rezaron los once
mártires sacerdotes.

13
Introducción

La Orden de las Escuelas Pías tiene un fecundo martirologio. Más de


doscientos religiosos hijos de S. José de Calasanz fueron testigos de la fe
y sellaron con el sacrificio de sus vidas su fidelidad a Cristo durante la
Guerra Civil española.
Entre ellos seleccionaron trece, cuyos martirios fueron probados en
los respectivos procesos y confirmó solemnemente el Papa Juan Pablo II
el 15 de diciembre del año 1994:

Los PP. Dionisia Pamplona, Manuel Segura, Faustino Oteiza y los


HH. Florentín Felipe y David Carlos de la Comunidad de Peralta de
la Sal, pertenecen a la Provincia escolapia de Aragón.
A las Escuelas Pías de la Provincia de Cataluña pertenecen los PP.
Enrie Canadell, Maties Cardona, Francesc Carceller e Ignasi
Casanovas, todos ellos fueron apresados mientras se encontraban en
cz,:>a de: sus familiares y sacrificados en Olot, V.1llibona, f orcail y en
Can Brunet en el municipio de Odena.
Los Y Y. L.arios Navarro, José Ferrer y Juan Agramunt eran miembros
de la Provincia escolapia de Valencia y sufrieron el martirio buscando
refugio en sus familias.
El P. Alfredo Parte, al confesar ser sacerdote escolapio de Villaca-
rriedo (Cantabria), murió mártir tfas penosa prisión; pertenece a la
Provincia escolapia III Demarcación.

Fueron sacrificados entre los meses de julio a diciembre del año 1936.
Vidas sencillas, ejemplares, empapadas de bienaventuranzas y sonri-
sas. Vidas entregadas a la educación de los niños y jóvenes bajo el lema ca-
lasancio de "Piedad y Letras".

15
La beatificación nos recue.rda la fidelidad heroica de unas vidas con-
sagradas a Dios en las Escuelas Pías; su ejemplo, coronado por el don del
martirio, ayudará a gastar y dar nuestras vidas con la máxima generosidad
en favor de la juventud de nuestro tiempo.
Al leer estas páginas recordemos el coraje de la fe de estos testigos. A
imitación de Cristo supieron responder al insulto y a la violencia de la
muerte, con el perdón y la comprensión.
' e l:,
' .a •1an hceno
' J " sus vwas,
·J en 1.ns d'1as e,:
l
persecuc10n
· •
y oe
1
rnucrt<:'.
carne de convicción y ejemplo testimonial. Levantaron cátedra ante la::i
fosas de los cementerios, o en cárceles inhóspitas, o en la cuneta de las ca-
rreteras, o frente a un muro acribillado.
Al vivir el gozo de su glorificación como mártires y testigos de la fe,
decimos con el escolapio Ramón Castelltor:
1

1
"Polvo de huesos, eco de lecciones,
ceniza de recuerdos y rocío de lágrimas,
flotan y brillan y se transfiguran y se hacen
rostro, voz, nombre, sonrisa, abrazo ... "

Los nombres de estos mártires escolapios se grabarán profundamen-


te en nuestros corazones y se convertirán en plegarias emocionadas. La
Familia Calasancia siente alborozo al poder comprobar que el llanto de
ayer suena ahora a Aleluya Pascual. Lo que ayer fue siembra cargada de
dolor y lágrimas, hoy es un mensaje de esperanza, un himno al valor, a la
fidelidad.
Los mártires escolapios son unsímbolo de abnegación y valentía, al
entregar su vidd. sembraron amor. Reconozcamos su mensaje para cons-
truir la civilización del amor que será posible desde la riqueza de la vida
fecundada por ideales espirituales mantenidos con heroísmo en el mo-
mento de la cruz y de la prueba.
En la beatificación de estos hijos de Calasanz brota algo nuevo que
llama a la esperanza. Con el perdón total del pasado, Cristo en sus confe-
sores y mártires infunde ánimo y confianza para poder decir con el
Apóstol: "Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lan-
zándome hacia lo que está delante, corro hacia la meta, para ganar el pre-
mio, al que Dios llama desde arriba en Cristo Jesús" (Fl. 3,14).
,
i Coordina
POSTULACIÓN GENERAL DE LAS ESCUELAS PÍAS

ENSEÑANDO A PERDONAR
Escolapios, 1936

PUBLICACIONES ICCE
Madrid, 1995
Las biografías de los trece mártires se han tomado de MARIO CARISIO, Sch. P.,
«Tes:igos de la Fe» (ICCE, Madrid 1990), siendo nuevos los demás textos
de la presente pubiicación.

Pm:.d,1· T\\"íFR DEL Río v Juuo DEL Río

©Ediciones ICCE Madrid


© Postulación General de las Escuelas Pías. Roma

Depósito Legal: S. 719-1995

Imprime:
Gráficas VARONA
Rúa Mayor, 44. Teléf. (923) 263388. Fax 271512
37008 Salamanca
ENSEÑANDO A PERDONAR
Escolapios, 1936
Cada una de las Provincias escolapias y de las Diócesis en
que murieron estos trece escolapios realizaron el proceso exigi-
do para analizar la autenticidad de su presunto martirio. Las
conclusiones de tales trabajos fueron aceptadas en el Vaticano
por la Comisión para las Causas de los Santos el 15 de marzo
de 1985.

Terminados cuantos exámenes y consultas se requieren, Su


Santidad, Juan Pablo II, ante la citada Congregación, declaró
"que consta del martirio y su causa de los Siervos de Dios
Dionisia Pamplona Polo y doce compañeros, de la Orden de los
Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas
[,~.s (PF. Escolapios), muertos el ar7.o 1936"; -:ra el 15 de diciem-
bre de 1994.

Al ser diversos los días de sus respectivos martirios se esco-


gió el 22 de septiembre, fecha en que murió el valenciano Carlos
Navarro, para celebrar litúrgicamente la memoria de los trece,
encabezados por el rector de Peralta y el primero en dar su vida.
¡

El 1 de octubre de 1995, en una ceremonia en que se beatifi-


có a un grupo muy numeroso de mártires (entre ellos del seglar
Vicente Vilar David, ex-alumno del Colegio escolapio San Joa-
quín de Valencia, y a un sólo "confesor", el escolapio P. Pietro
Casani) el Papa Juan Pablo II los proclamó "Beatos"; desde ese
día se les puede dar culto público en sus parroquias, en sus
Diócesis de origen o martirio y en las casas escolapias.

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--~.----

Llamada a la propia Santidad

Es justo que diga dos palabras en la beatificación de catorce hermanos


nuestros, el P. Casani y trece mártires españoles.
La santidad es un don para la Iglesia, para esta pequeña Iglesia que
son la Escuelas Pías, y para esa Iglesia que sois los familiares de los már-
tires escolapios, las parroquias en que nació su fe, amén de los que entren
en la órbita de su iradiación martirial. Y por ser don es, también, motivo
de acción de gracias. El don es más don cuando se complementa con el re-
conocimiento. Y no sólo reconocimiento en causa ajena, sino sintiendo el
don de la santidad como propio, como hecho a uno mismo.
Cuando la santidad nos visita en la vida de nuestros hermanos, es pre-
cisamente porque Dios aldabonea nuestro corazón, en espera de que nos
sintamos heridos por la gracia de una exquisista llamada a la propia san-
tidad.
¿Qué significa la 'propia santidad', sino el bautismo en el Espíritu, en
el mismo y único Espíritu que da, refuerza, unge sin interrupción de y en
espiritualidaci de cada uno de nosotros?. Espírirtu Santo y espiritualidad
de santidad. Perfecta ecuación:
- Ser santo es ser hijo de Dios, ni más ni menos.
- Ser santo es seguir a Jesús, en un discipulado que se va adentrando
en los pensares, sentires y quereres del Maestro. Lento, tenaz, defi-
nitivo. Maravillado siempre.
¡
- Ser santo no es más que ser mejor lo que somos. Es ir adecuando
nuestro caminar al ideal del Evangelio y al que hemos profesado.
- Ser santo es dejarse conducir por el Espíritu Santo. Dejarse: ¡Qué
expresión tan bella referida al Espíritu! La navecilla oreada por la
brisa del Espíritu, comentaba Calasanz en una carta. Me subyuga,
de pronto, la imagen de las Constituciones de Calsanz: "Dejándose

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llevar y traer por la Providencia ... ; como el borriquillo aquel que
Cristo cabalgaba el día de Ramos, que se dejaba conducir y enca-
minar a todas partes".
La única tristeza que nos cabe es la de no ser santos, decía León Bloy.
Le tenemos miedo, acaso, a la santidad y nos excusamos en todo el
andamiaje de las Causas de los santos, beatos, venerables y siervos de
Dios: que si al Papa se le va la mano en lo referente a las Causas; que si el
dinero que supo;-:c una beatificación, como la de nuestros catorce herma-
nos; que ... Dinero de y para los pobres, es la excusa sempiterna Un. 12,5 ).
Con todo, la santidad no es más que el itinerario de la mente hacia
Dios, el camino inexcusable de purificación, iluminación y de unión con
Dios. Es el "descálzate, que pisas tierra sagrada" con que Dios llamó a
Moisés en el desierto para que liberara al pueblo esclavizado (Ex. 3,5). Es
el compromiso con el hermano, con el hombre viviente que es el camino
de Dios, según apreciación de S. Ireneo.
Mírese por donde se mire, enfóquese por donde se enfoque, en nues-
tro ser cristianos, religiosos, sólo hay una salida: la santidad de y en Dios.
Esta es la dulce o terrible invitación. Estamos irremisiblemente en la ór-
bita de la santidad. Quedaremos, quizá, a mitad de camino, remoloneare-
mos sin dar pasos decididos, nos lanzaremos finalmente a la aventura ...
No hay otra ruta posible. "Ir a Dios, ir a no-Dios": ésta es la cuestión. En
medio, la santidad. Esta santidad nuestra de cada día. Nuestra, no porque
la hayamos trabajado tanto que nos pertenezca, sino porque Dios nos la
da, nos remite a El; agraciados nosotros. La santidad siempre es recibida,
es don y gracia. "Sed perfectos como lo es vuestro Padre". 'Perfecto'
quiere decir pulido, acabado, redondeado, hecho en plenitud. Así se po-
ne de relieve la activísima pasividad que entraña la perfección. Arcilla y
divino alfarero. Obra maestra, del Maestro. 'Dejarse', otra vez y siempre.
Pues sí, hermanos, yo quisiera que aprovecháramos el acontecimien-
to del uno de octubre para reconciliarnos -cada uno desde donde esté-
con la santidad, con la propia s~ntidad, como espectativa.
La beatificación de Pedro Casani y de nuestros hermanos Dionisio y
compañeros mártires es, debe ser, ¿será?, un acontecimiento de gracia y
santidad.
San José de Calasanz ponderaba la renovación de los votos de los re-
ligiosos como punto menos que el martirio. Así se expresaba: "La ratifi-
cación de los votos solemnes o profesión, hecha por puro amor de Dios,

10
es una acción tan grata a Dios, que sobrepasa a todas las otras que puede
hacer el hombre, salvo el martirio" (carta del 20-7-1642).
Quizás sería una buena manera de sintonizar con nuestros mártires:
los que serán próximamente beatificados y los que, en número de 256 (?)
en España, convalidaron sus repetidas renovaciones de los votos con la
última, la que las lleva atadas a plenitud, su martirio.
El Papa en su Carta Apostólica Tetio Millenio Adveniente en prepa-
ración al Jubileo del año 2000, después de ponderar la siembra de márti-
res y el patrimonio de santidad que caracterizaron las primeras genera-
ciones cristianas, a las que presenta como motores del desarrollo de la
Iglesia en el primer milenio, invita a no perder esos testimonios y semillas
de santidad. En efecto, dice: "En nuestro siglo han retornado los márti-
res, muchas veces ignorados, como 'soldados desconocidos' de la gran
causa de Dios. En la medida de lo posible no deben perderse en la Iglesia
estos testimonios. Como ha sido sugerido en el Consistorio, conviene
que las Iglesias locales se esmeren en no dejar perder la memoria de cuan-
tos han sufrido el martirio, recogiendo la necesaria documentación". Y
concluye así: "El mayor homenaje que todas las Iglesias tributarán a
Cristo, en el umbral del tercer milenio, será la demostración de la omni-
potente presencia del Redentor, mediante frutos de fe, esperanza y cari-
dad, en los hombres y mujeres de tantas lenguas y razas, que han seguido
a Cristo en las diversas formas de la vocación cristiana". El reciente
Sínodo sobre la Vida Consagrada pide que se prepare la edición del mar-
tirologio del siglo XX (proposiLión nº .:53 ).
No puedo dejar de pensar en tanto don de santidad derramado por el
Espíritu S:rnto en nuestrJ.s amadas Escuelas Pías, en el martirio cruento o
incruento en España, Europa Central, América Latina, donde hermanos
nuestros, copartícipes del patrimonio de santidad de nuestro padre, San
José de Calasanz, dejaron testimonio de su vocación escolapia llevada
hasta donde el don de Dios tuvo a bien conducirles 'para gloria de Dios
y utilidad del prójimo'. /
Estamos ya en la primera fase de preparación para la celebración ju-
bilar del año 2000. La Iglesia nos ha permitido poner, con este granito de
santidad celebrada en estas beatificaciones, nuestra pequeña contribución
inicial al Jubileo en su momento antepreparatorio. Ojalá podamos, en un
profundo 'sentire cum Ecclesia', acompañar las etapas previstas que nos
han de llevar al año 2000 con pasos y hechos significativos. El mejor de

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los cuales será, desde luego, un renovado compromiso de santidad.
Inexcusable, al estilo de Jesús: "Me santifico a mí mismo, para que ellos
se santifiquen a su vez" Qn. 17,19).
El Apocalipsis acaba así: "El que es justo, siga practicando la justicia;
y el que es santo, siga santificándose. He aquí que vengo pronto y mi re-
compensa va conmigo para pagar a cada uno según sus obras. Yo soy el
alfa y la omega, el primero y el último, el principio y el fin. ¡Biena-
ver:ti.:rz.jos los que lavan sus vestiduras en la sangre del Cordero para
que tengan parte en el árbol de la vida y entren por las puertas de la ciu-
dad! ... El Espíritu y la esposa dicen: 'Ven'. El que lo oye diga: 'Ven'. El
que tenga sed, venga; el que quiera, tome gratis el agua de la vida ...
1¡1 'Ciertamente vengo pronto'. Amén. Ven, Señor Jesús" (Ap. 22).
Quisiera invitar a toda la Orden, a los familiares de los mártires y a
sus parroquias, y al pueblo cristiano que entre en conocimiento de sus vi-
das testimoniales, a poneros, serena y humildemente, en estado de santi-
ficación acelerada. Vivamos la alegría de ser llamados de nuevo a la santi-
dad, en la beatificación de nuestros hermanos.
Y me gusta terminar como concluía la lectura diaria del Martirologio
de otros tiempos, que, tras relatar la vida de los santos más conocidos del
día, añadía: y en otros lugares se celebra a otros muchos santos mártires,
confesores y santas vírgenes. ¡Demos gracias a Dios!
Con afecto

Roma, 27 de junio de 1995

]osEP MARÍA BALCELLS, Padre General

- -- ------ 12
San José de Calasanz, fundador de los Escolapios. Escultura en
el Monasterio de !rache (Navarra) ante la que rezaron los once
mártires sacerdotes.

13
Introducción

La Orden de las Escuelas Pías tiene un fecundo martirologio. Más de


doscientos religiosos hijos de S. José de Calasanz fueron testigos de la fe
y sellaron con el sacrificio de sus vidas su fidelidad a Cristo durante la
Guerra Civil española.
Entre ellos seleccionaron trece, cuyos martirios fueron probados en
los respectivos procesos y confirmó solemnemente el Papa Juan Pablo II
el 15 de diciembre del año 1994:

Los PP. Dionisia Pamplona, Manuel Segura, Faustino Oteiza y los


HH. Florentín Felipe y David Carlos de la Comunidad de Peralta de
la Sal, pertenecen a la Provincia escolapia de Aragón.
A las Escuelas Pías de la Provincia de Cataluña pertenecen los PP.
Enrie Canadell, Maties Cardona, Francesc Carceller e Ignasi
Casanovas, todos ellos fueron apresados mientras se encontraban en
cz,:>a de: sus familiares y sacrificados en Olot, V.1llibona, f orcail y en
Can Brunet en el municipio de Odena.
Los Y Y. L.arios Navarro, José Ferrer y Juan Agramunt eran miembros
de la Provincia escolapia de Valencia y sufrieron el martirio buscando
refugio en sus familias.
El P. Alfredo Parte, al confesar ser sacerdote escolapio de Villaca-
rriedo (Cantabria), murió mártir tfas penosa prisión; pertenece a la
Provincia escolapia III Demarcación.

Fueron sacrificados entre los meses de julio a diciembre del año 1936.
Vidas sencillas, ejemplares, empapadas de bienaventuranzas y sonri-
sas. Vidas entregadas a la educación de los niños y jóvenes bajo el lema ca-
lasancio de "Piedad y Letras".

15
La beatificación nos recue.rda la fidelidad heroica de unas vidas con-
sagradas a Dios en las Escuelas Pías; su ejemplo, coronado por el don del
martirio, ayudará a gastar y dar nuestras vidas con la máxima generosidad
en favor de la juventud de nuestro tiempo.
Al leer estas páginas recordemos el coraje de la fe de estos testigos. A
imitación de Cristo supieron responder al insulto y a la violencia de la
muerte, con el perdón y la comprensión.
' e l:,
' .a •1an hceno
' J " sus vwas,
·J en 1.ns d'1as e,:
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persecuc10n
· •
y oe
1
rnucrt<:'.
carne de convicción y ejemplo testimonial. Levantaron cátedra ante la::i
fosas de los cementerios, o en cárceles inhóspitas, o en la cuneta de las ca-
rreteras, o frente a un muro acribillado.
Al vivir el gozo de su glorificación como mártires y testigos de la fe,
decimos con el escolapio Ramón Castelltor:
1

1
"Polvo de huesos, eco de lecciones,
ceniza de recuerdos y rocío de lágrimas,
flotan y brillan y se transfiguran y se hacen
rostro, voz, nombre, sonrisa, abrazo ... "

Los nombres de estos mártires escolapios se grabarán profundamen-


te en nuestros corazones y se convertirán en plegarias emocionadas. La
Familia Calasancia siente alborozo al poder comprobar que el llanto de
ayer suena ahora a Aleluya Pascual. Lo que ayer fue siembra cargada de
dolor y lágrimas, hoy es un mensaje de esperanza, un himno al valor, a la
fidelidad.
Los mártires escolapios son unsímbolo de abnegación y valentía, al
entregar su vidd. sembraron amor. Reconozcamos su mensaje para cons-
truir la civilización del amor que será posible desde la riqueza de la vida
fecundada por ideales espirituales mantenidos con heroísmo en el mo-
mento de la cruz y de la prueba.
En la beatificación de estos hijos de Calasanz brota algo nuevo que
llama a la esperanza. Con el perdón total del pasado, Cristo en sus confe-
sores y mártires infunde ánimo y confianza para poder decir con el
Apóstol: "Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lan-
zándome hacia lo que está delante, corro hacia la meta, para ganar el pre-
mio, al que Dios llama desde arriba en Cristo Jesús" (Fl. 3,14).
Provincia escolapia de

Aragón
Peralta de la Sal está en el corazón de todos los escolapios; es la cuna de
San José de Calasanz.
Los primeros religiosos de la Orden llegaron por primera vez en
1695. Y en Peralta construyeron el Noviciado, un Colegio y la Capilla en
el mismo lugar donde estaba la casa paterna de Calasanz.
En el centro de la plaza, situada delante del Santuario, en el año 1902,
se colocó una estatua de bronce del Santo, regalo de la reina María Cristina.
"Aquí nació José -aquí estuvo la Casa de los Calasanz-. Aquí, donde
su cuna estuvo, está su altar ahora". Esta es la leyenda que corona en la-
tín la cima del retablo del Santuario escolapio de Peralta.
Ahora, desde el 1 de octubre de 1995, cinco hijos de Calasanz decla-
rados beatos por la Iglesia enriquecen este lugar calasancio. Estos cinco
mártires de la Provincia de Aragón vivieron en Peralta de la Sal. Son ya
cinco nuevos motivos de la historia que el pueblo comparte con la Orden
rl.e bs E~'C 1Jeks Pfas, fund-i._lz.. po:' el h;jc nüs ilustre d.: este pequeño rue-
blo aragonés.
Peralta es la tierra en que vivían, rezaban. trabajaban v enseñaban es-
tos mártires escolapios. El P. Dionisio Pamplona, el P. Rector, cuidaba la
comunidad y la parroquia; el P. Manuel Segura formaba a los novicios y
postulantes; el P. Faustino Oteiza enseñaba a los niños en la escuela; el H.
Florentín, viejito, rezador; y el H. David Carlos, en el vigor de sus casi
treinta años, estaba entregado a los trabajos de la huerta y la cocina.
Sobre aquella monotonía en la vida tranquila, sobre aquel Valle de la
Ganza, poblado de encinas, olivares, los mares verdes o dorados de trigos,
las ermitas de la Virgen, se iba cerniendo un huracán, fruto de un fenó-
meno muy complejo, de causas enormemente adversas y difusas, nacidas
en todos los rincones de España.
Los acontecimientos que se sucedieron a partir del año 1931 rompieron
todas las previsiones. Fueron obra de elementos exaltados que destruyeron

19
toda disciplina y aprovecharon para desahogos y venganzas. A partir del 23
de julio de 1936 se perdió totalmente la calma y, con la llegada de extremis-
tas venidos de fuera, comenzó la serie de acontecimientos que golpearon
fuertemente a la Comunidad Escolapia de Peralta.
En medio de un clima de desorden y turbación a cada uno de los cin-
co escolapios de Peralta les fue quitada la vida con violencias porque eran
rcli:~iosos. Tcnfa:n <'r. el pueblo amigos y discírulos que les dc~pidicron
enm: espanto y lágrimas, dcsconccnados e impotcmes.
Emociona escuchar el recuerdo lleno de veneración de aquellos ado-
lescentes de entonces que, atónitos y turbados, vieron escenas dolorosas.
Hoy solo quieren contemplar la palma hermosa que les regala la Iglesia al
proclamarlos "beatos", "mártires'', y revivir el testimonio de sus vidas
ejemplares.
Los mártires son también hijos predilectos de este pueblo. San José de
Calasanz, el Padre, el maestro, el paisano, adoraba a su patria. Acariciaba
y recibía muy familiarmente en Roma a los de dicho lugar, se ufanaba de
ser hijo de ese lugar, les regalaba medallas, les encomendaba cartas, les pre-
guntaba por sus parientes y por los hijos de sus hermanas y otras personas
del pueblo, así testificó Juan Azen, agricultor natural y habitante de Peralta
de la Sal, cuando el proceso de beatificación calasancio.
Y ahora, José de Calasanz es el primero que los recibe sobre los cie-
los del Valle de la Ganza, en esa fiesta romana en que Juan Pablo 11 de-
clara "be2.tos", "felices'', a esos hijos de Peralta.
El Beato P. Dionisio Pamplona levanta la llave de la parroquia. Y
bendice. El Beato P. Manuel Segura, con las Constituciones de la Orden,
mira a los novicios de hoy. El Beato P. Faustino Oteiza enseña y cuida
con amor a sus gentes de Peralta. Camina despacio en sus pasos ancia-
nos el Beato Florentín Felipe y nos cuenta que estrena oídos nuevos, él
que vivía el silencio de su sordera. Y el Beato David Carlos, juvenil y
alegre, verá cumplido su deseo dt'i ser santo, de "hacer algo por Dios".
Estos escolapios, hombres buenos, sencillos, que murieron rezando y
perdonando, nos invitan a mirar hacia la meta. Las vidas tronchas ayer,
hoy son pletórica espiga. La crueldad del final de sus historias se corona
con la flor de Aragón y Peralta: unas ramas de olivo que son paz. Para to-
dos. Aquel huracán en que todos, todos perdimos, sacudió duramente.
Ahora, ya, todo alegría. Y gratitud a Jesucristo.

¡l___ . 20
DIONISIO PAMPLONA POLO
(1868-1936)

Al estallar la guerra civil española, el 18 de julio de 1936, el P. Dionisio


Pamplona era Rector de la casa escolapia de Peralta de la Sal, lugar nativo
del Fundador de la Orden de las Escuelas Pías, San José de Calasanz. A
su cuidado esta~a también la parroquia del pueblo.
Había llegado a Peralta en el mes de julio de 1934, tras haber ejercido
el ministerio escolapio en diversos colegios de la Provincia religiosa de
Aragón. Hue un retorno, porque
en aquella misma casa había trans-
currido su período de noviciado y
había sido ya antes Maestro de
novicios y también Rector.
A pesar de ser Peralta una po-
blación muy pequeña, la situa-
ción se hizo difícil para los esco-
lapios al acercarse la revolución y
la consecuente contienda civil. El
P. Dionisio fue muy pronto cons-
ciente de esto. En ca~ta a su prima
Rosario, escrita el 1O de julio de
1936, escribía así:

"Pasamos por unos tiempos muy


difíciles y no hay más remedio
que obrar con toda prudencia pa-
ra que nadie pueda decirnos que
estamos fuera de nuestro lugar. P. Dionisia Pamplona, rector de la comu-
Siempre ha sido precisa en el nidad de Peralta de la Sal. Foto tomada el
cumplimiento del deber, mas hoy 16 de julio de 1935, un año antes de su
es de toda necesidad". muerte.

21
Animado por este convencimiento, el P. Dionisia tuvo el coraje de ce-
lebrar la Misa en la iglesia parroquial aun después del estallido de la re-
volución. Asistió una sola persona. En el momento del ofertorio, fue obli-
gado a suspender la celebración y a abandonar el templo.
El clima político de Peralta había cambiado: se acercaban días de
prueba para la Comunidad escolapia que buscó en la oración la fuerza ne-
cesaria pxa :ifronrar los inevít::ibles sufrimientos y h::ista 1•! mismo marti-
.. ; li "'"e'·"
ri·1..__, ~"' d
',,.ne i.....t::~,
·u,.,s·'e - ,.el -·,sane'·
El P. Faustino Oteiza, en una importante carta enviada al P. Provincial
de Aragón, describe así cuanto sucedió el 23 de julio de 1936:

"El día 23 de julio, a eso de las 4.30 de la tarde, vino una cuadrilla de 40
a 50 extremistas de Binéfar armados de bombas etc., con ánimo de
bombardear y quemar el colegio; nosotros, al saberlo, nos reunimos en
el oratorio del Noviciado, recibimos la absolución, y esperamos tran-
quilamente la muerte ... Pero los del pueblo pudieron evitarlo con la
condición de sacarnos de casa y de quemar todo lo que significa reli-
gión. Después vino el comité comunista a intimamos el abandono del
colegio; nos resistimos -sobre todo el P. Rector- todo lo posible, pero
tuvimos que ceder a la fuerza".

En previsión del desarrollo que podían tomar los acontecimientos, el


Santísimo Sacramer.to había sido llevado de ia iglesia del colegio al orato-
rio del noviciado, considerado lugar más seguro. Los religiosos estaban
convencidos de que, una vez que se hubiesen marchado aquellos hombres
de Binéfar, podrían regresar a la propia casa.
Pero las cosas tomaron otro rumbo. Hacia las 20.30 de aquel triste 23
de julio, el P. Rector, los demás padres y hermanos de la Comunidad, los
novicios y los postulantes fueron conducidos, entre gente armada, a la ca-
sa de la familia Llari, transformada para la ocasión en cárcel provisional.
Se les dio algo para cenar, y persohas amigas proporcionaron colchones
para dormir. El P. Dionisio, Rector, recibió del Comité la orden de no
acostarse.
Al alba del 24, el P. Dionisio. preocupado porque el Santísimo Sacra-
mento de la iglesia parroquial -corría el riesgo de ser profanado, aunque
sólo él tenía las llaves del templo-, demostrando un valor extraordinario,
pidió a los novicios si alguno de ellos estaba dispuesto a acompañarle a
la parroquia y ayudar a misa. Se ofreció José Yáñez. Los dos pudieron
salir abriendo desde el interior la puerta que daba a la calle con una llave
que habían encontrado, aprovechando que los guardias estaban dur-
miendo.
A pesar de haber tomado toda precaución para evitar ser descubier-
tos, fueron vistos por algunos, quienes informaron inmediatamente al co-
mité. Mandaron hombres en su busca; primero a las casas donde pensa-
ban habrían podido refugiarse, después a la parroquia, donde el P.
Dionisio apenas había terminado de celebrar la Misa y consumido las
Especies eucarísticas.
La iglesia fue rodeada. U no de los hombres, habiéndole visto asomar-
se a las ventanas de la parte superior, le dijo: "Baja, baja, que no podrás es-
capar". El P. Dionisio, dando una vez más muestra de su valor, salió rápi-
damente con José Yáñez, cerró las puertas y conservó en sus manos las
llaves de la iglesia.
Cuando llegó a los pies de la escalera que conduce de la puerta de la
iglesia a la plaza Mayor, fue rodeado por hombres armados. José Yáñez,
temeroso, huyó a casa de Llari. Instigaron al P. Dionisio para que les en-
tregara las llaves de la iglesia, pero respondió con resolución: "Yo no en-
trego las llaves más que al Sr. Obispo, que me las dio". Insistido nueva-
mente mientras uno de los hombres le apuntaba con su fusil detrás de la
nuca, amenazándolo de muerte, siguió negándose a ello. Como en tales
circunstancias se resistiese aún a entregarlas, un amigo del sacerdote, al
ver que estaba a punto de ser asesinado, le gritó: "Por Dios, P. Rector, en-
trégueles la llave, que lo van a matar". El P. Dionisia volvió instintiva-
mente la cabeza hacia el lugar de donde provenía la voz y, aprovechando
esta distracción, le fueron arrebatadas las llaves de su mano izquierda,
donde las tenía.
Hizo ademán entonces de dirigirse hacia la casa de Llari, para reunir-
se con sus hermanos, pero fue detenido y sometido a registro: el rosario,
medallas, el libro de rezo, todo fue arfojado al suelo; también le fue quita-
do el dinero del colegio, que llevaba consigo. Seguidamente fue conduci-
do al Ayuntamiento; media hora más tarde, escoltado por dos hombres ar-
mados de fusil, lo trasladaron a la cárcel.
El mismo 24 de julio, hacia las tres de la tarde, fue llevado esposado a
la cárcel de Monzón, siendo además objeto de improperios e insultos.
Entre otras cosas, se oyó decir: "¡La pagarás muy cara!", un modo de in-

---------- --· ·--·· ·-· ·-· --------- 2.3 . ----------¡-··------- -


dicar que la muerte era segura e
inmediata.
En Monzón le hicieron bajar
a la puerta de la cárcel. Al hacerlo,
se le cayó el sombrero, y uno de
los que lo acompañaban se lo co-
locó de nuevo en la cabeza, dán-
dole, al mismo tiempo, un fuerte
golpe; el P. Pamplona, sereno y re-
signado le dio las gracias. Fue en-
cerrado en la celda número 1, la
primera de las tres que se encon-
traban en el pasillo de la derecha
del entresuelo, celda muy húme-
da, oscura y repugnante.
Permaneció en aquella pri-
sión, sereno y tranquilo, hasta ya
entrada la noche del 25 de julio,
fiesta de Santiago Apóstol. Ha-
biendo llegado a Monzón la co-
Parroquia de San fo sé de Calasanz inau-
lumna llamada del P.O.U.M.
gurada en 1915 en el colegio de Buenos
Aires (Argentina) en la que el P. Dionisia
("Partido Obrero de Unificación
fundó la "Cofradía de la Virgen del Marxista", de ideología anarquis-
Carmen" (1921) y erigió el altar a San fosé ta), se decidip ajusticiar a los pri-
de Calasanz. sioneros en l~ plaza Mayor. .
Hacia las 10.30 de la noche
fue sacado de la cárcel. Al estar su
sotana llena de polvo y de telarañas, recogidas en las cárceles de Peralta y
de Monzón, pidió al carcelero un cepillo para limpiarla; hecho lo cual, se
lo devolvió y, golpeándole amablemente en la espalda, le dijo: "Adiós,
hasta la eternidad".
Desde la cárcel fue conducido, junto a los demás presos, a la plaza
Mayor, llena de gente y profusamente iluminada. Siendo el único sacer-
dote, fue colocado en primera fila, como blanco preferido. Alto y delga-
do, se distinguía también de los demás por su sotana. Aparecía sereno,
fuerte, tranquilo; de vez en cuando alzaba los ojos al cielo y movía sus la-
bios en oración. Cuando se dio la orden de fuego, hizo la señal de la cruz

24
y después cruzó los brazos sobre el pecho. Eran cerca de las 11 de la no-
che de aquel 25 de julio cuando cayó acribillado a balazos, gritando "¡Viva
Cristo Rey!".
Media hora más tarde su cuerpo fue recogido y arrojado a un camión,
junto con los de los otros 24 fusilados y, posteriormente, sepultado en
una fosa común del cementerio de Monzón.
La ejecución del P. Dionisio Pamplona y de los otros condenados, re-
alizada en la plaza Mayor ante centenares de personas, suscitó rechazo y
malestar en gran parte de la población. Por ello, los nuevos fusilamientos
ya no tuvieron lugar allí. Terminada la guerra, dicha plaza Mayor fuella-
mada «Plaza de los Mártires» y en la fachada del edificio del Banco de
Aragón se colocó una lápida con esta inscripción:

R.LP.
R.P. escolapio Dionisia Pamplona
mártir por Dios y por España en este lugar
25 de julio de 1936

El P. Dionisio Pamplona es el primero de los Siervos de Dios muerto


en el cumplimiento de su deber de sacerdote. La muerte heroica, afronta-
da con ánimo sereno y admirable fortaleza de espíritu, no es sino la con-
clusión de una existencia vivida "para alabanza de Dios y utilidad del pró-
jimo'', siguiendo el ejempio de San José de Calasanz.

Había nacido en el seno de una familia profundamente enraizada en la fe


de la población de Calamocha (Teruel); era hijo único; su padres se lla-
maban Santiago y Damiana. Muy pronto sintió el deseo de dedicarse a
Dios en la Orden de las Escuelas Pías.
Inició el noviciado, vistiendo el hábito escolapio en Peralta de la Sal, el
16 de noviembre de 1882, donde hizo slt primera profesión el 2 de agosto
de 1885; cursó los estudios filósóficos en !rache y los teológicos en S. Pe-
dro de Cardeña, donde emitió su profesión solemne el 17 de noviembre
de 1889. Fue ordenado sacerdote en Jaca el 7 de septiembre de 1893.
Cuando hubo terminado el período de formación, su vida y sus es-
fuerzos estuvieron entregados totalmente a la educación de niños y jóve-

------n-es~ =io~co:os: 1-a-P~vincia escolapia de :gó_n_;:te fue-su~i:=i~-


5 --- i________ .,_
;

--L_
nerario: Jaca (1890-1891), Sos del Rey Católico (1891-1894 ), Zaragoza
(1894-1895), Alcañiz (1895-1903), de nuevo Jaca (1903-1905), Peralta de
la Sal (1905-1913 ), Pamplona (1913-1919), Buenos Aires (1919-1922), se-
gunda vez en Pamplona (1922-1928), Barbastro (1928-1934) y nueva-
mente Peralta (1934-1936).
Su personalidad profundamente religiosa, a la vez exigente y paternal,
se mostró, sobre todo, durante los seis años en que fue Maestro de novi-
cios, en el trienio trar.scun:Jo en Bm nos Aires como Rc.:tor y Pán ">.:
de la Parroquia «San José de Calasanz» y en el período de rectorado en
Pamplona.
Como Maestro de novicios se dedicó con entusiasmo y total empeño a
la formación de los futuros escolapios quienes lo recordarían luego con ca-
riño y veneración.
El P. Angel Clavero decía de él que era un religioso austero por tem-
peramento y por convicción, fiel a la observancia religiosa, perseverante
en la acción, espiritual y piadoso. Buen conocedor del corazón de los
hombres, sabía imbuir sólidas virtudes cristianas en los jóvenes a él con-
fiados, más con el ejemplo que con la palabra. Actuaba siempre en forma
muy discreta, pero eficaz.
Durante el rectorado en Peralta de la Sala -recordaba el P. Valentín
Aísa-, dio muestras de gran prudencia y celo en promover la vida religio-

P. Dionisia, en
el colegio de
Pamplona
(Navarra), con
los niños
de Primera
Comunión
de 1927.
1-
1
1 f _______ - 26

J.L
1
'

sa y la actividad educativa, preocupándose de que los alumnos progresa-


sen no sólo en las letras y ciencias humanas, sino también en la virtud.
Sabía imponerse con su personalidad y atraer las voluntades, conquistan-
do la simpatía de todos.
En Pamplona, por su parte, manifestó todo su celo sacerdotal dando
vida a movimientos religiosos y sus funciones en la iglesia del Colegio, si-
guiendo los tiempos litúrgicos, reavivando la devoción a la Eucaristía y a
la Virgen y promoviendo la participación activa de los fieles, especial-
mente de los niños y los jóvenes. Entre sus méritos se cuenta el haber ins-
tituído los «Turnos Eucarísticos», cuya finalidad era promover la comu-
nión frecuente.
En Buenos Aires, aunque permaneció sólo por tres años, dejó un gra-
to recuerdo. Además de Rector, fue Párroco de la Parroquia «San José de
Calasanz», situada en un barrio popular de más de 40.000 habitantes. Si
como Rector del Colegio, al cual estaba unida la Parroquia, no obtuvo lo
que deseaba al no ser propicias las circunstancias, su labor como Párroco
fue excelente y de abundantes frutos. En la Parroquia pudo desplegar me-
jor sus dotes de religioso y de sacerdote a través de una profunda acción
apostólica. En definitiva, fue un Párroco modelo: vivió para sus fieles, sin
ahorrarse fatigas y esfuerzos para estimular la piedad o asistir a los enfer-
mos; no puso nunca límites a su celo apostólico. Era consciente de su res-
ponsabilidad y habría preferido morir como en realidad hizo, antes que
traicionarla. Tuvo la alegría de ver erigido y consagrado un rico altar de
mármol dedicado a San José de Calasanz, Patrono titular de la Parroquia,
don generoso de Dña.lnés Ortiz, gran bienhechora que había sostenido,
ella sola, los gasto de la construcción de la iglesia.
En Buenos Aires, el P. Dionisio era estimado como buen Superior y
óptimo Director del Colegio, pero dio también prueba de poseer fibra
de apóstol y madera de Párroco, consciente como era siempre de sus de-
beres.
Su celo sacerdotal, tan ampliamente manifestado en las favorables cir-
cunstancias de Buenos Aires, se reavivó de nuevo cuando, en 1935, le fue
encomendada la Parroquia de Peralta de la Sal. Frente a la grave situación
en que se encontraba, tras la marcha del anterior párroco, el corazón del
P. Dionisio se conmovió profundamente. El mismo lo cuenta en una car-
ta escrita a su amigo el P. Angel Aznar, a la sazón Párroco de Buenos
Aires:

___27__
"Una novedad tengo que comunicarle, la cual seguramente agradará a
todos. Como aquí el Gobierno no paga a los curas y los pueblos tam-
poco, por no estar acostumbrados y educados para ello, resulta que al-
gunos dejan los pueblos y éstos se encuentran sin sacerdote; tal sucede
en Peralta de la Sal. Con esto se pierde naturalmente la fe y se malean
las costumbres en forma tal que parece nos encontramos en plena pam-
pa. Así bs cosas y deseOSl) de remediarlas, me ofrecí al Sr. Obispo de
t·;,."'f cor1·ando
Tl.)Tr"•' J. l;,: l ~r'" '" "(:. ,¡ b·"'Cl-':<--iro del p Pro\: 'ci~l r'·'''"1 11 1 --c,·,
11,.;, .LI..\....~ \.. ,,Á . \o..i. ,1,.l\... ,_ • -~·· ~ • .i ... ~ ! ·~L

las veces de Párroco y su Emma. Rvdma., con fecha 2; de .:ii.:Í\.'mbr~ di:


1935, me ha nombrado Regente de la Parroquia de Peralta de la Sal pa-
ra que in omnibus haga las veces de Párroco. Rueguen por mí para que
marche bien en todo y pueda no sólo sostener, sino aumentar la fe de
este pueblo, tan querido de todos nosotros".

Fue párroco por poco tiempo en Peralta de la Sal, pero lo suficiente


para mostrar su entusiasmo y el cuidado desinteresado de los fieles a él
confiados.
El secreto de su celo, como de toda su vida interior, se encuentra en
su amor por Jesucristo y María. Amores que le mantuvieron firme du-
rante toda su vida, pero especialmente en el momento de la prueba ante el
pelotón de fusilamiento, en la plaza Mayor de Monzón, la noche del 25
de julio de 1936.

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28
P. FAUSTINO OTEIZA SEGURA
(1890-1936)

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V
~

Desde 1931 habían comenzado a producirse en algunas zonas de España


las primeras manifestaciones antirreligiosas. El P. Faustino Oteiza, a lasa-
zón Maestro de novicios en Peralta de la Sal, supo disipar el temor de los
familiares de los novicios, algunos de los cuales deseaban llevárselos a ca-
sa. Pero, al mismo tiempo, entendió muy bien que un día u otro iba a lle-
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gar la hora de la prueba y debía estar pronto a afrontarla. .l.

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«Si llegara el caso, que no espe-
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ro, de derramar mi sangre por t'
Jesucristo, con su divina gracia,
con gusto la daré. ¿Puede darse
una mayor dicha?"

escribía a sus familiares ese mis-


mo año de 1931.
La tarde del 8 de noviembre
de 1933 llegó a Peralta un camión
lleno de extremistas. U nidos a
otros hombres del pueblo, forma-
ban un grupo de alrededor de 80
personas. Convencidos de que la
revolución había triunfado en to-
da España, se prepararon a incen-
diar el cuartel de la Guardia Civil
y el Colegio de los Escolapios,
aunque, afortunadamente, no
P. Faustino Oteiza en el día de su ordena- consiguieron sus objetivos.
ción sacerdotal, el 14 de septiembre de A pesar de que todas las sali-
1913. das del pueblo se encontrasen
---44--- -- ---------------------- - - - - -
bloqueadas, dos jóvenes pudieron huir y dar la alarma en Benabarre.
Mientras tanto, los religiosos, conocidas las intenciones, habían dejado el
Colegio, vestidos de paisano, y refugiado en casa de algunas familias de
Peralta. En el Colegio permanecieron sólo el P. Faustino Oteiza y el Hno.
David Carlos. Hacia las 4.30 de la mañana siguiente entraron en Peralta
cerca de 40 guardias civiles que obligaron a huir a los forasteros.
Lo que no sucedió en 1933, sí se verificó, en cambio, en julio de 1936,
cuando la situación se había agravado en gran manera. La comunidad es-
colapia de Peralta vivía con el temor de nuevas represalias, especialmente
tras haberse formado un comité revolucionario de izquierdas, pronto sus-
tituido por otro más belicoso.
La tarde del 23 de julio, día en que, por orden del comité, todos los
religiosos, novicios y postulantes fueron obligados a dejar el Colegio y
dirigirse a Casa Llari, acondicionada como cárcel provisional, el P.
Faustino, en precarias condiciones de salud, debió también seguir la suer-
te de sus hermanos. En Casa Llari vivió con el espíritu de quien se prepara
para el martirio y, al mismo tiempo, ayudó a sus compañeros a afrontar-
lo con valentía, serenidad y sentimientos de perdón hacia los perseguí.:..
dores.
Tras el asesinato del P. Dionisio Pamplona, del P. Manuel Segura y del
Hno. David Carlos, de la comunidad de Peralta sólo quedaban con vida el
P. Faustino Oteiza y el Hno. Florentín Felipe.
El 29 de julio, por orden del comité, los cuatro novicios que habían
sido dejados con los religiosos, fueron sacados de casa Llari y entregados
a otras familias del pueblo. Al P. Faustino y al Hno. Florentín, en cambio,
les trasladaron a Casa Zaydín, donde permanecieron hasta el día en que
fueron conducidos al martirio.
Los últimos días de su existencia, los vivió el P. Faustino orando y es-
cribiendo cartas a los familiares de su hermanos asesinados y al P.
Provincial de Aragón. Durante las visit~s que le hacían los novicios, los
postulantes y otras personas del pueblo,' tenía palabras de ánimo para to-
dos. En las tardes recitaba el santo Rosario, acompañado por las buenas
señoras de Casa Zaydín. No pudiendo celebrar misa, hacía que uno de los
novicios le leyera las partes de la liturgia del día y la oración eucarística,
recibiendo, después, la comunión espiritual.
El P. Faustino sentía el deseo del martirio y tenía una fuerte nostalgia
del cielo, envidiando a sus hermanos llamados antes que él a dar este tes-

-l- -- 45___ - -
timonio. En carta dirigida al P. Provincial de Aragón da detallada noticia
de la muerte del P. Segura y del Hno. Carlos; escribía así:

"Lo que siento es que no pude participar de su dicha. Tal vez, como
inútil, el Señor me tendrá reservada únicamente la pobre condición del
criado de Job, que se libró de la catástrofe para darla a conocer al amo.
Cún-:pL'"' siempre b voluntad ele Dius".

El 9 de agosto, al momento de terminar la comida, se presentaron en


Casa Zaydín dos hombres, comunicándole que, por orden del comité,
debían acompañarles a Fonz, con el fin de deponer en una causa. Pero era
sólo un pretexto. Así lo entendió el P. Faustino y, en voz alta, dijo al
Hno. Florentín: "¡'Hala, Hno. Florentín, que nos vamos al cielo"; res-
pondiéndole éste, con voz serena y sus ojos vueltos al cielo: "Qué dice,
padre, que nos vamos al cielo? ¡Pues qué lo vamos a hacer, si así lo quie-
re Dios!".
Habiéndosele concedido un poco de tiempo para prepararse, el P.
Faustino lo aprovechó para confesar a las personas que se encontraban
en la casa y para disponer su propia alma a la prueba suprema.
Previendo que a las pocas horas su cuerpo, ya cadáver, sería arrojado en-
tre las malezas, se vistió de paisano, para evitar que su hábito religioso
fuese profanado. Antes de dejar la casa, quiso renovar sus votos religio-
sos y ciar su bendición sacerdotal a los presentes, bendición que las bue-
nas señoras de Casa Zaydín recibieron de rodillas, con lágrimas en los
ojos y pidiendo al P. Faustino que orara por ellas en el cielo. "Sí, sí -res-
pondió el padre-. Me acordaré de todos, pediré por todos y por nues-
. ".
tros enemigos
Hacia las cuatro de la tarde se detuvo un coche delante de Casa
Zaydín y los dos religiosos fueron obligados a subir a él. La calle se en-
contraba llena de gente, llegada para saludar a los últimos religiosos de
Peralta. Todos permanecieron de pie, en respetuoso silencio, hasta que el
coche desapareció de su vista en dirección a Azanuy. A unos 4 kilómetros
de este pueblo, los dos religiosos fueron obligados a bajar del coche y fu-
silados.
Sus cadáveres fueron rociados con gasolina para ser quemados, pero
el fuego no llegó a destruirlos. Por ello, por orden del comité de Azanuy,
fueron sepultados en el mismo lugar en que recibieron el martirio.

46
Los ¡óvenaescola¡
dt taia Esp••
est· :fi"b"1 filos<1
en e1. lonastc
de I rae!., tém1
municipa!Je Aye
(NavamiAel puc
natal del P.Faust

En recuedo . ~ 'OS religiosos, se erigió un pequeño monumento


en el que se 1<2:

i(:ron su vida por Dios y por España


·)S escolapios de Peralta de la Sal
u tino Oteiza y Hno. Florentín Felipe
IX-VIII-1936

Terminadi fa ~.·. • ~'.lS


restos fueron colocados en la iglesia escola-
pia de Peralta~e :onde se encuentran hoy. A muchos años de dis-
. .
tanCia e rei.: :re ,,_moria del P. Faustino Oteiza eran aún muy vi-
vos en Peraltad-e · c< mo muestra este testimonio recogido por el P.
Claudio vilá .?4.L

"Yo ync e mi tiempo recor4amos que el P. Faustino cogió la


viruela al r a un enfermo dé la misma, desahuciado, de casa
Premi11et nadie quería atender, por miedo a contagiarse. Sólo
.
le ai.isi6 e.
.
monr ..
, ~1s~no, quien acabó contagiado, estando a punto de

Se t•·1t" Je :uno Lmtos gestos heroicos del P. Faustino, alma ge-


neroS.l ·• .. Se io f ' 1' e o a los habitantes de Peralta de la Sal.

.... 47
··~
Merece la pena que reproduzcamos aquí, e íntegramente, la carta en que
el P. Faustino relata al Provincial la muerte de los tres religiosos de su co-
munidad. Es el relato más cercano que tenemos, una verdadera 'acta marti-
rial'. Es el testimonio del sentimiento con que viven y mueren, relatado por
quien puede correr su misma suerte, como así lo hará ocho días más tarde;
es, por tanto, la manifestación de su fe: quienes se quedan a este lado de la
v1"d a p1ckn,
. ' a 1C" c1uc se van, su .interces1on
., " cu2:~Go • 1 "
en c.1 c1e .
1 ,
csten o , reci-
biendo por rcspt:.::sta "lo hJ:·cmos". Faustinl.'' e·~,·iJi,1 L: :;·:ucn,_ de sus her--
manos y anhela "morir por Jesucristo"; da a sus compañeros difuntos ..::
trato de "mártires", "santos" y "bienaventurados" que hoy les reconoce la
Iglesia. Además hallamos los tres requisitos necesarios para el martirio:
- Morir por odio a la fe: los que se adueñaron de Peralta querían "que-
mar todo lo que significa religión".
- No resistirse al martirio, no escapar de él: "esperamos tranquila-
mente la muerte", "adiós, hasta el cielo".
- Perdonar a quien te mata: "el Señor se compadezca de nuestros per-
seguidores".

f Benedicitef
Peralta de la Sal
1 de agosto de 1936 (Cvsa Zaydín)
M.R.P. Provincial
Zaragoza

Amadísimo P.: Bienaventurados los que padecen persecución por la


justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. No sé, Padre, si ésta llega-
rá a sus manos; de todos modos voy a hacerle, como pueda, una sencilla re-
lación de lo principal ocurrido por acá.
Ante todo le digo que estamos de enhorabuena, porque tenemos tres
mártires en toda la extensión de la palabra: el P. Rector, el P. Manuel y el
Hno. David. Hasta la fecha el Señor no me ha juzgado digno de derramar
mi sangre por Jesucristo; no sé si me concederá tanta dicha como ha otoro-
gado a mis santos hermanos, y, según me dicen, también al P. Salvador, al
P. ]ulián Pascual, Antonio Ortiz, Eustaquio Aguilaniedo, tal vez al P.
Col/, y Hno. Antonio. El Señor sea bendito.
Voy a darle cuenta de los hechos cronológicamente, si puedo, porque
aunque el Señor me infunde bastante fortaleza, V.P. puede considerar có-
mo estará mi corazón.
El día 23 de julio a eso de las 4 '30 de la tarde vino una cuadrilla de 40
ó 50 comunistas de Biné/ar armados de bombas, etc., con ánimo de bom-
bardear y quemar el colegio; nosotros, al saberlo, nos reunimos en el ora-
torio del noviciado, recibimos la absolución, y esperamos tranquilamente
la muerte ... Pero los del pueblo pudieron evitarlo con la condición de sa-
carnos de casa y de quemar todo lo que significa Religión.
Después vino el comité comunista a intimamos el abandono del cole- t~
gio; nos resistimos, sobre todo el P. Rector, todo lo posible, pero tuvimos
que ceder a la fuerza, y a las 8'30 sin cenar, entre gente armada, nos con-
dujeron a casa Llari, constituída en cárcel provisional: los guardias nos tra-
jeron la cena y algunas personas afectas prepararon colchones para des-
cansar.
El día 24, el P. Rector fue a la parroquia a celebrar y sumir el San-
tísimo Sacramento, llevando para ayudarle al Hno. José Yániz; como los
guardias que nos vigilaban estaban dormidos y, por otra parte, no nos ha-
bían dicho que estábamos presos, creyó el P. que podía ir sin permiso, lo
que irritó a los comunistas. El P. se cerró por dentro en la parroquia y ce-
lebró; entre tanto se reunió un gentío inmenso en la plaza; al salir le echa-
ron el alto, pidiéndole la llave de !a parroquia; se resistió estando a punto
de ser muerto; al fin, a instancias de los buenos, medio las entregó o se las
quitaron. Lo cachearon, le toman todo el dinero que ascendía a 6.750 ptas.,
lo condujeron a la cárcel, y al poco rato oímos el auto que lo conducía a
Monzón; no sé, lo único que nos dijeron que el día de Santiago fue marti-
rizado con 24 más de los principales. El Señor los tenga en su gloria.
El día 26 uno nos trajo en un papel las partículas de los copones del
oratorio del noviciado, nos confesamos y tuvimos la dicha de comulgar a
semejanza de los antiguos mártires. En cuanto podíamos, hacíamos nues-
tros rezos y oración, pues los guardias y todos nos han tenido muchas
consideraciones y nos ha visitado casi todo el pueblo condoliéndose de
nuestra desgracia. Han destrozado los altares de la parroquia, iglesia y
capilla, quemado las imágenes. Los del pueblo no tenían valor para tirar J
!
la estatua de la plaza (S. José de Calasanz), pero vinieron forasteros y la
destrozaron y mataron a un guardia, que se escapó de la catástrofe de
Tamarite.

49
·------·--------
También han quemado los altares e imágenes de San Roque, La Mora,
Ganza, Calasanz, Fonz, Estadilla, Carrodilla, Azanuy, San Esteban, Bi-
néfar, Gabasa, Purroy, Zurita, Baels, Alcampel, Tamarite, etc., etc., y
muerto a casi todos los sacerdotes y personas principales.
El día 27 el comité (es la única autoridad que hay) sin cuyo permiso
nadie puede moverse, acompañó a cinco postulantes (seminaristas escola-
pios) a Binéfar y Binaced para entregarlos a familias conocidas de los mis-
!' os; c:·;::ndc se arr:glen las .:(ls.;·s, i7·,.:n ,:-: stts cas"ts. En e.ct1_1 mismo di-1 el co-
. , 1
rmte puuizco ¡· , ' do z;-z¡,:;.taiulo"
un van. . ' i.os 1 . • , .
'lh :mos a tGinar algun no:'zu: ;_ ,¡sta
,

que puedan ir a sus casas. lnmediatemente se ofrecieron más que novicios


había: enseguida los distribuyeron por las casas, dejando a cuatro mayores
para que nos hicieran compañía, permitiendo además a todos que vinie-
ran, cuando quisieran, a visitarnos.
Los de Peralta estaban empeñados en salvarnos, pero temían a los fo-
rasteros, que venían en camiones armados.
El día 28 llegaron tres autos de foras teros; estaban para marchar ya,
cuando un jovenzuelo les dijo que estábamos en su casa. De momento se
pararon y quisieron quitarnos la vida a todos, pero los del pueblo procura-
ron apaciguarlos contentándose con dos víctimas: al Hno. Florentín lo sal-
varon por anciano, y a mí por enfermo.
A eso de las diez se presentaron en la casa un forastero de Tarragona
con uno del pueblo, con sendas escopetas y preguntando por el P. Manuel
y el Hno. David; salimos los tres. Dijo el forastero:
- 'Prepárense los dos que irán a Arén a entregar personalmente los chi-
cos a sus padres'.
Enseguida comprendimos que era un pretexto.
- 'Voy a ponerme los zapatos', dijo el P. J1anuel.
Entramos en la habitación, púsose de rodillas diciéndome: 'Déme la
absolución', después el Hno. David; nos abrazamos tiernamente y nos di-
jimos: 'Adiós, hasta el cielo'.
Radiantes de alegría se presentaron a los guardias, quienes los llevaron
en auto hasta el lugar del suplicio. Yo aún tuve ánimo para decirles:
- 'Cuando estén en el cielo, rueguen por nosotros y por mí en particular'.
- 'Lo haremos' - contestaron.
El lugar del martirio fue encima de Gabasa con vistas a Purroy, junto
a unas carrascas que hay próximas a la carretera; debía ser entre 11 y 12
del día 28 de julio. Con toda tranquilidad preguntaron:

¡ 50
1

L
- '¿Nos hemos de poner de rodi- f
llas?' y haciendo la señal de la cruz es-
peraron el disparo que les había de
proporcionar la palma del triunfo in-
mortal, gritando el P. Manuel: '¡Viva
Cristo Rey!'. Te Deum laudamus.
Bienaventurados los que mueren en el
Señor.
Los cadáveres fueron quemados.
Yo guardo la maleta del P. Manuel con
ropa. Lo que siento que no pude parti-
cipar de su dicha. Tal vez, como inútil,
el Señor me tendrá reservada única-
mente la pobre condición del criado de
Job, que se libró de la catástrofe pa-
ra darla a conocer al amo. Cúmplase
siempre la voluntad de Dios.
El día 29 el comité llevó a Arén Carta autógrafa al P. Provincial
(donde está el P. Ramón) a ocho novi-
cios, tres de Arén y cinco más. De
suerte que aquí quedamos 14 chicos, el Hno. Florentín y un servidor.
En ese mismo día nos distribuyeron por las casas a los que quedamos,
con libertad para salir por el pueblo. Al Hno. Florentín y a mí nos han des-
tinado a casa de Zaydín, en donde estamos admirablemente, pues las se-
ñoras se desviven por obsequiarnos. No sabemos cómo corresponder a tan-
ta bondad. El Santo Padre (S. José de Calasanz) se lo recompensará.
Aquí vienen los chicos tres o cuatro veces al día a visitarnos.
Nosotros no salimos de casa, pero la gente viene con relativa libertad a
visitarnos.
Entre las muchas personas buenas, µ quienes estamos sumamente
agradecidos, quiero hacer mención del Sr.jaime Meler, que se ha desvivi-
do y expuesto por atendernos en todo, mientras hemos estado presos, por
lo que merece nuestra eterna gratitud.
El colegio está completamente saqueado, los libros del noviciado que-
mados. ¡Un horror! Los mejores ornamentos y alhajas de iglesia en poder
del comité, la biblioteca está intacta, lo que menos ha sufrido hasta ahora,
es el noviciado. El oratorio está aún igual.

-51-
Los chicos todos están bien mirados por todos con mucha simpatía y
obsequiados. Pienso escribir al Sr. Obispo.
No sé cuándo ni cómo llegará ésta a sus manos, porque para Zaragoza
no hay correo. Según cómo queden las cosas y tan pronto como sea facti-
ble, si a V.P. le parece bien, podía mandar de ahí un auto para 14 ó 16 con
equipajes e iríamos a ésa, pues no tenemos dinero; si no, nos arreglaremos
como podamos; el Hno. Florentín irá a Alquéu-r y un servidor a Ayep-ui.
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de la raya de Cataluña está constituido el comunismo y en las torres on-
dea la bandera comunista, y todo el mundo, hasta nuestros chicos, tiene
que llevar la bandera o insignia comunista.
En fin, Padre mío, no sigo más. Si nos vemos en la tierra, hasta que nos
veamos; y, si no, adiós, Padre, hasta el cielo. Saludo afectuosísimo a todos
los PP. y HH. Rueguen por nosotros por intercesión de nuestros mártires,
para que el Señor nos dé lo que más nos conviene y se compadezca de nues-
tros perseguidores y bendiga a nuestros bienhechores.
Adiós, Padre, adiós.
Bendiga a su afmo. y humilde hijo en Jesucristo
Faustino de la Virgen de los Dolores, escolapio
P.D.
Dicen que los cuerpos del P. Manuel y del Hno. David, a pesar de la
leña y de la gasolina, no se queman. No puedo asegurar todavía nada, pe-
ro Dios es admirable en sus santos.

Faustino había nacido en Ayegui, junto al Monasterio de !rache (Nava-


1
rra) el 14 de febrero de 1890. El y tres hermanos eran hijos de Isidoro y
Angela.
Desde la infancia, transcurrida en Ayegui, su pueblo natal, y más aún
desde que frecuentó las Escuelas Pías de Estella, se había distinguido por
una bondad, piedad, aplicación y seri'édad no comunes en niños de su
edad. U na de las cosas que más se le habían grabado era la larga fila dejó-
venes escolapios que recorría las calles de Estella provenientes de !rache,
a 1 km. de Ayegui, donde se encontraba la Casa Central de estudios de las
Escuelas Pías de España. Venciendo su timidez, Faustino les pedía estam-
pas de San José de Calasanz y de la Virgen de las Escuelas Pías que des-
pués conservaba cuidadosamente entre sus cosas.

52 --- ---------
Hacia los 14 años sufrió un fuerte ataque de pulmonía que lo llevó al
umbral de la muerte, a tal punto que recibió el viático. U na vez restable-
cido, solicitó entrar en la Orden de las Escuelas Pías como clérigo, dando
cumplimiento de esta manera a su deseo de ser sacerdote, crecido con él
desde su infancia. Vistió el hábito escolapio en Peralta de la Sal el 9 de no-
viembre de 1905 e hizo su profesión de votos simples el 15 de agosto de
1907. Para realizar sus estudios de filosofía volvió a su querido Monas-
terio de !rache. La teología la cursó en Alcañiz y en esta ciudad emitió su
profesión de votos solemnes el 15 de julio de 1912. Ese mismo año reci-
bió su primera y única obediencia para la Casa de Peralta de la Sal, encar-
gado de enseñar en la "Escuela de Niños", que, por ser la única escuela
del pueblo, era frecuentada por todos los niños de Peralta. Fue ordenado
sacerdote el 14 de septiembre de 1913.
Se dedicó a su trabajo con verdadero espíritu calasancio. Podemos de-
ducirlo por el programa y los propósitos que se leen en un cuadernillo es-
crito de su puño y letra en aquellos años.
El año 1919 fue nombrado ayudante del Maestro de novicios, cargo
que ejerció hasta 1926, cuando sus superiores le nombraron Maestro de
los mismos novicios. Desde entonces su vida estuvo enteramente dedica-
da a la formación de los jóvenes escolapios.
Sus ex-novicios conservaron siempre un buen recuerdo de él, consi-
derándolo un hombre de Dios, seriamente empeñado en el camino de la
:-:ierfección. El P Félix Leorza afoma ~ue "sr,;s avisos, consejos y correccio-
nes llevaban siempre el sello de un gran celo por nuestro aprovechamien-
to". En los momentos difíciles, cuando llegaron las primeras amenazas de
rncendiar el Colegio, supo tranquilizarles y darles valor, asegurándoles
que haría todo lo posible por salvarles, aun a riesgo de morir.
Uno de sus ex-novicios recuerda un episodio que puede ayudarnos a
comprender su personalidad de religioso ejemplar:

"Era el día de Viernes Santo del año 1931. Después de la oración de la


mañana, los novicios fuimos al oratorio del Noviciado (los novicios te-
níamos la oración con la Comunidad en la iglesia) para tener el capítu-
lo de culpas. El P. Faustino, como siempre, rezó con todo fervor las
preces y nos dirigió una sentida y ardiente plática sobre la Pasión del
Señor y, al terminar, nos dijo: 'Carísimos novicios: Uds. han dicho mu-
chas veces en público sus faltas; hoy les pido yo perdón por los malos

l 53
El P. Faustino
en foto
conmemorativa
de uno de sus
primeros grupos
de alumnos.
Peralta de la Sal,
.. haci.1 1916.

ejemplos que les he dado'. Acto seguido, se levantó y besó los pies de
los novicios que estaban en los dos primeros bancos de las dos filas. Yo
fui uno de los novicios cuyos pies fueron besados por el P. Faustino.
Este acto de humildad se imprimió en mi mente para toda la vida".

Era muy amable. Su aspecto y su trato infundían veneración y respe-


to. De aquí deriva el ascendiente que n.:vo sobre los novicios a quienes
amaba como a hijos, y sobre los habitantes de Peralta, aun sobre aquellos
que eran indiferentes o estaban alejados de la Iglesia. El P. Valentín Aísa
afirma que "a su lado, no podía uno menos que comportarse como buen
religioso en el hablar, en el pensar y en el obrar".
Hablaba con frecuencia a los feligreses, y sus palabras penetraban en
el corazón de quienes le escuchaban porque cuanto decía era coherente
con su vida. El tema preferido de sus predicaciones era la misericordia de
Dios. Sus "amores", alimento de sú vida inferior y de su apostolado, eran
la Eucaristía, la Virgen y San José de Calasanz.
Desde muy niño había deseado ser sacerdote para poder celebrar dia-
riamente la santa misa. Una vez ordenado7 la celebraba con tal fervor que
los fieles quedaban contagiados. Los novicios disputaban entre sí por ser-
virle en la celebración. Una de sus primeras preocupaciones, tras ser nom:-
brado Maestro de novicios, fue obtener el permiso de conservar el San-
-- ~----- :;imo Sacramento en el oratorio del Noviciado. Imit~dº__ª _sª_º ~º-m~pi-lio
Mª Pirrotti, llamaba a Jesús en la Eucaristía "el hermoso Amante". Y, que-
riendo que todos los jóvenes se enamoraran de la Eucaristía, escribió mu-
chos artículos sobre el tema para la revista "Juventud Calasancia".
Muy grande fue también su devoción a la Santísima Virgen, a la cual
ofrecía cada día una "corona de flores". En el horario de su jornada había
escrito: "María se complacer en verte trabajar por Dios, Ama y haz amar
, ".
a M ana
Era muy devoro de San José de Calasanz, Fundador de las Escuelas
Pías, nacido en aquel mismo pueblo de Peralta de la Sal y cuidaba con mu-
cho cariño del Santuario a él dedicado. En muchas de sus cartas habla con
entusiasmo de los tr_abajos de reacondicionamiento de la casa de Peralta,
de la iglesia y de la capilla dedicada al Santo. Que fue uno de los promo-
tores, se deduce de cuanto él mismo escribió a su hermano Evaristo: Yo
he sido el que más interés he tenido en que siguiera adelante, porque ver-
daderamente esto necesita arreglo".
Grande debió ser su dolor al conocer que el santuario había sido sa-
queado, que las sagradas imágenes y los altares habían sido profanados y
destruidos y que hasta la capilla del Santo había sido pasto de las llamas.
Cuando oía contar estas cosas a los novicios y postulantes, acostumbraba
a decir: "Sí, lo destruirán todo"; pero añadía a continuación: "Después lo
reharán más hermoso que antes". El amor por el Fundador de las Escue-
las Pías le movía también a promover peregrinaciones a su santuario, así
como era también deseo suyo que San José de Calasanz fuera nombrado
Patrono de los Maestros de España. Muchos de sus deseos se realizaron
después de la guerra .
. . \l lJ.(.i~crs~ CS(ulapiu, el P. fl.t:..:s:i:10 era co11s~i-..:r::-..: \..:...: ~~~ puLiíl-l ir ~:d
encuentro del martirio. El Señor comenzó a prepararle no sólo infun-
diendo en él santos deseos, sino poniendo también la cruz sobre sus es-
paldas con dieciséis años de anticipación. Los primeros avisos llegaron en
febrero de 1920, cuando cayó víctima de la enfermedad que le marcaría
para el resto de su vida. Aun debilitado, ho permaneció nunca en cama ni
abandonó del todo la escuela. Se recuperó pronto, pero le quedó un tem-
blor crónico, que le sería siempre característico y fuente de no pocas mo-
lestias: la enfermedad de Parkirtson.
Cuando por motivos de salud, en octubre de 1934, dejó el cargo de
Maestro de novicios para ser ayudante del nuevo Maestro, su salud pare-
ció mejorar. Así informaba a sus familiares:

55
«Mi salud por ahora va muy bien, gracias a Dios; he mejorado mucho;
el temblor va poco a poco desapareciendo, me encuentro con muchas
más energías, llevo las clases sin cansancio, hasta podré predicar uno de
estos días; no sé si se consolidará la mejoría; de todos modos, cúmpla-
se la voluntad de Dios".

En otra carta, de 1935, escribe:


"Yo continúo llevando la crucecita con que el buen Jesús se ha digna-
do obsequiarme».

Acostumbrado al sacrificio, su espíritu estaba pronto a afrontar la


prueba suprema, el martirio. Tras la famosa derrota electoral de febrero
de 1936, así escribía:

"Se conoce que el Señor quiere purificarnos un poco; procuremos ser


fieles a Dios estando dispuestos a sobrellevar con paciencia y santa ale-
gría todo cuanto su Divina Majestad se digne enviarnos, aunque sea el
.. ,,
martina .

Su deseo del martirio nos lo dan a entender claramente las cuatro car-
tas -hechas famosas- escritas el año 1936, fechadas los días 1 y 2 de agos-
to y dirigidas al P. Provincial de Aragón y a los familiares de los PP.
Dionísio Pamplona y Manuel Segura y del Hno. David Carlos. En una de
ellas se lee:

" ... de muchas leguas a la redonda yo soy el único sacerdote que quedo
con vida, hasta ahora. Si el Señor me llama, pronto estoy; esa será mi
dicha".

La hora tanto esperada llegó la tarde del 9 de agosto de 1936. El P.


Faustino era plenamente consciente de ello. Subiendo al coche que debía
llevarlo al martirio., -al anciano Hno. Florentín, que le preguntaba "¿A
dónde nos llevan?", respondió "Al suplicio, Hermano!"

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