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María de Guadalupe
CAMINO CUARESMAL
GUADALUPANO 2018,
vivir la misericordia
sirviendo a los peregrinos
en la Basílica de Guadalupe.
CELEBRACION COMUNITARIA
1
Directorio de Piedad y religiosidad Popular: EL "VÍA CRUCIS"
131. Entre los ejercicios de piedad con los que los fieles veneran la Pasión del Señor,
hay pocos que sean tan estimados como el Vía Crucis. A través de este ejercicio de
piedad los fieles recorren, participando con su afecto, el último tramo del camino
recorrido por Jesús durante su vida terrena: del Monte de los Olivos, donde en el
"huerto llamado Getsemani" (Mc 14,32) el Señor fue "presa de la angustia" (Lc
22,44), hasta el Monte Calvario, donde fue crucificado entre dos malhechores (cfr.
Lc 23,33), al jardín donde fue sepultado en un sepulcro nuevo, excavado en la roca
(cfr. Jn 19,40-42). Un testimonio del amor del pueblo cristiano por este ejercicio de
piedad son los innumerables Vía Crucis erigidos en las iglesias, en los santuarios, en
los claustros e incluso al aire libre, en el campo, o en la subida a una colina, a la
cual las diversas estaciones le confieren una fisonomía sugestiva.
132. El Vía Crucis es la síntesis de varias devociones surgidas desde la alta Edad
Media: la peregrinación a Tierra Santa, durante la cual los fieles visitan
devotamente los lugares de la Pasión del Señor; la devoción a las "caídas de Cristo"
bajo el peso de la Cruz; la devoción a los "caminos dolorosos de Cristo", que
consiste en ir en procesión de una iglesia a otra en memoria de los recorridos de
Cristo durante su Pasión; la devoción a las "estaciones de Cristo", esto es, a los
momentos en los que Jesús se detiene durante su camino al Calvario, o porque le
obligan sus verdugos o porque está agotado por la fatiga, o porque, movido por el
amor, trata de entablar un diálogo con los hombres y mujeres que asisten a su
Pasión.
En su forma actual, que está ya atestiguada en la primera mitad del siglo XVII, el
Vía Crucis, difundido sobre todo por San Leonardo de Porto Mauricio (+1751), ha
sido aprobado por la Sede Apostólica, dotado de indulgencias y consta de catorce
estaciones.
133. El Vía Crucis es un camino trazado por el Espíritu Santo, fuego divino que ardía
en el pecho de Cristo (cfr. Lc 12,49-50) y lo impulsó hasta el Calvario; es un camino
amado por la Iglesia, que ha conservado la memoria viva de las palabras y de los
acontecimientos de los último días de su Esposo y Señor.
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En el ejercicio de piedad del Vía Crucis confluyen también diversas expresiones
características de la espiritualidad cristiana: la comprensión de la vida como
camino o peregrinación; como paso, a través del misterio de la Cruz, del exilio
terreno a la patria celeste; el deseo de conformarse profundamente con la Pasión
de Cristo; las exigencias de la sequela Christi, según la cual el discípulo debe
caminar detrás del Maestro, llevando cada día su propia cruz (cfr. Lc 9,23) Por todo
esto el Vía Crucis es un ejercicio de piedad especialmente adecuado al tiempo de
Cuaresma.
134. Para realizar con fruto el Vía Crucis pueden ser útiles las siguientes
indicaciones:
— la forma tradicional, con sus catorce estaciones, se debe considerar como la forma
típica de este ejercicio de piedad; sin embargo, en algunas ocasiones, no se debe excluir la
sustitución de una u otra "estación" por otras que reflejen episodios evangélicos del
camino doloroso de Cristo, y que no se consideran en la forma tradicional;
— en todo caso, existen formas alternativas del Vía Crucis aprobadas por la Sede
Apostólica o usadas públicamente por el Romano Pontífice: estas se deben considerar
formas auténticas del mismo, que se pueden emplear según sea oportuno;
— el Vía Crucis es un ejercicio de piedad que se refiere a la Pasión de Cristo; sin embargo
es oportuno que concluya de manera que los fieles se abran a la expectativa, llena de fe y
de esperanza, de la Resurrección; tomando como modelo la estación de la Anastasis al
final del Vía Crucis de Jerusalén, se puede concluir el ejercicio de piedad con la memoria de
la Resurrección del Señor.
135. Los textos para el Vía Crucis son innumerables. Han sido compuestos por
pastores movidos por una sincera estima a este ejercicio de piedad y convencidos
de su eficacia espiritual; otras veces tienen por autores a fieles laicos, eminentes
por la santidad de vida, doctrina o talento literario.
La selección del texto, teniendo presente las eventuales indicaciones del Obispo, se
deberá hacer considerando sobre todo las características de los que participan en el
ejercicio de piedad y el principio pastoral de combinar sabiamente la continuidad y
la innovación. En todo caso, serán preferibles los textos en los que resuenen,
correctamente aplicadas, las palabras de la Biblia, y que estén escritos con un estilo
digno y sencillo.
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Un desarrollo inteligente del Vía Crucis, en el que se alternan de manera
equilibrada: palabra, silencio, canto, movimiento procesional y parada meditativa,
contribuye a que se obtengan los frutos espirituales de este ejercicio de piedad.
«DIOS ES MISERICORDIA»
MONICION DE ENTRADA
Las escuchar las Palabras del Profeta Zacarías: “Volverán sus ojos
hacia mí, al que traspasaron” (Za 12,10), queremos que estas palabras
proféticas se cumplan también en nosotros esta tarde. Que se eleve la
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mirada de nuestras infinitas miserias para posarse sobre Cristo el
Señor, el Amor misericordioso encarnado , que podamos contemplar
su rostro y escuchar sus palabras en esta “Casita Sagrada” de Santa
María de Guadalupe.
Celebrante:
R/ Y con tu espíritu
Oremos:
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Primera Estación
Jesús es condenado a muerte
Pilato les dijo: «Pues ¿qué mal ha hecho?». Ellos gritaron más
fuerte: «Crucifícalo». Y Pilato, queriendo complacer a la gente,
les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo
entregó para que lo crucificaran.
Meditación
Oración.
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Cuánto miedo hay en nuestras familias, en los lugares de trabajo, y en
nuestras ciudades, por la violencia que parece no parar…
Algunos tenemos también miedo de Dios: miedo de su juicio divino,
que nace de la poca fe, de no conocer su corazón y de las dudas
sobre su misericordia.
Señor Jesús, haz que el grito de nuestras angustias no nos impida
sentir la dulce fuerza de tu invitación: «¡No tengáis miedo!».
Segunda estación
Jesús con la cruz a cuestas
Meditación.
Oración
Tercera Estación
Jesús cae por primera vez
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Meditación.
Oración.
Te rogamos, Señor,
por todos esos sufrimientos que parecen no tener sentido,
por los judíos muertos en los campos de exterminio,
por los cristianos asesinados por odio a la fe,
por las víctimas de toda persecución,
por los niños esclavizados en el trabajo,
por los inocentes que mueren en las guerras.
Haznos comprender, Señor, cuánta libertad y fuerza interior hay en
esta inédita revelación de tu divinidad, tan humana como para caer
bajo el peso de la cruz de los pecados del hombre, tan divinamente
misericordiosa como para derrotar el mal que nos oprimía.
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junto a la cruz y lloraba
mientras el Hijo pendía
CUARTA ESTACIÓN
Jesús encuentra a su Madre
Meditación.
Dios ha querido que la vida venga al mundo a través del dolor del
parto: a través del sufrimiento de una madre que da la vida al mundo.
Todos necesitan una Madre, también Dios. «El Verbo se hizo carne»
(Jn 1,14) en el seno de una Virgen. María lo acogió, lo dio a luz en
Belén, lo envolvió en pañales, lo protegió y lo hizo crecer con el calor
de su amor, y lo acompañó hasta su «hora».
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María es mujer y madre, imagen de lo femenino y la ternura, de la
Sabiduría y la caridad. María, como madre de todos, «es signo de
esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto», y «como
una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros, y
derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios» (Exhort. ap.
Evangelii gaudium, 286).
Oración.
QUINTA ESTACIÓN
El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz
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Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene,
el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y
llevaron a Jesús al Gólgota, que quiere decir lugar de «La
Calavera».
Meditación.
Oración.
Señor Jesús,
te damos gracias por este don que supera todo deseo y nos desvela tu
misericordia.
Tú nos has amado, no sólo hasta darnos la salvación, sino hasta
hacernos instrumentos de salvación.
Mientras tu cruz da sentido a todas nuestras cruces, a nosotros se nos
da la gracia más grande de la vida:
participar activamente en el misterio de la redención,
ser instrumentos de salvación para nuestros hermanos.
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SEXTA ESTACIÓN
La Verónica enjuga el rostro de Jesús
Meditación.
El amor que encarna esta mujer nos deja sin palabras. El amor le da
fuerzas para desafiar a los guardias, para atravesar la multitud, para
acercarse al Señor y realizar un gesto de compasión y de fe: detener
el flujo de sangre de las heridas, enjugar las lágrimas del dolor,
contemplar aquel rostro desfigurado, detrás del cual se esconde el
rostro de Dios. ¿Cómo no ver el rostro del Señor en los millones de
prófugos, refugiados y desplazados que huyen desesperados del
horror de la guerra, de las persecuciones y de las dictaduras? Para
cada uno de ellos, con su rostro irrepetible, Dios se manifiesta siempre
como un valiente rescatador. Como Verónica, la mujer sin rostro, que
enjugó amorosamente el rostro de Jesús.
Oración.
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«Tu rostro buscaré, Señor» (Sal 27,8).
Ayúdame a encontrarlo en los hermanos que recorren el camino del
dolor y de la humillación.
Haz que sepa enjugar las lágrimas y la sangre de los vencidos de toda
época, de los que la sociedad rica y despreocupada descarta sin
escrúpulo.
Haz que detrás de cada rostro, también el del hombre más
abandonado, sepa descubrir tu rostro de belleza infinita.
Séptima Estación
Jesús cae por segunda vez
Meditación.
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de no tener poder, de no ser capaces de llevar adelante la propia vida.
Jesús, en cambio, encarna el «poder de los sin poder».
Oración.
Octava Estación
Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén
Meditación.
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Jesús, aunque está desgarrado por el dolor y busca refugio en el
Padre, siente compasión del pueblo que lo seguía y se dirige
directamente a las mujeres que lo están acompañando en el camino
del Calvario. Y hace un enérgico llamamiento a la conversión. “No
lloréis por mí”, porque yo estoy haciendo la voluntad del Padre, sino
llorad por ustedes por las veces que no hacen la voluntad de Dios.
Oración:
Señor Jesús,
que tu gracia sostenga nuestro camino de conversión para regresar a
ti, en comunión con nuestros hermanos,
por quienes te pedimos nos des tus mismas entrañas de misericordia,
entrañas maternas que nos hagan capaces de sentir unos por otros
ternura y compasión.
y de llegar a entregarnos por la salvación del prójimo.
Novena Estación
Jesús cae por tercera vez
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V /. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
Meditación.
Jesús cae por tercera vez. El Hijo de Dios experimenta hasta las
últimas consecuencias la condición humana. Con esta caída entra aún
más plenamente en la historia de la humanidad. Y acompaña en todo
momento a la humanidad que sufre. «Yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28, 21).
Oración.
Señor Jesús,
postrado sobre esta tierra reseca,
estás cerca de todos los hombres que sufren
e infundes en sus corazones la fuerza para volver a levantarse.
Te pido, Dios de la misericordia,
por todos los que se encuentran postrados por tierra por tantos
motivos: pecados personales, matrimonios fracasados, soledad,
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pérdida del trabajo, dramas familiares, angustia por el futuro.
Hazles sentir que tú no estás lejos de cada uno de ellos,
porque el más próximo a ti, que eres la misericordia encarnada,
es el hombre que más siente la necesidad del perdón
y sigue esperando contra toda esperanza.
Décima Estación
Jesús es despojado de sus vestiduras
Meditación.
Aquel cuerpo que el Padre ha «preparado» para el Hijo (cf. Sal 40, 7;
Hb 10, 5) expresa ahora el amor del Hijo por el Padre y el don total de
Jesús a los hombres. Aquel cuerpo despojado de todo, menos del
amor, encierra en sí el inmenso dolor de la humanidad y habla de
todas sus heridas. Sobre todo de las más dolorosas: las llagas de los
niños profanados en su intimidad. Aquel cuerpo mudo y sangrante,
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flagelado y humillado, indica el camino de la justicia. La justicia de
Dios que transforma el sufrimiento más atroz en la luz de la
resurrección.
Oración.
Señor Jesús:
Quiero presentar ante ti a toda la humanidad dolorida.
Los cuerpos de hombres y mujeres, de niños y ancianos, de enfermos
y discapacitados oprimidos en su dignidad. Cuántas violencias a lo
largo de la historia de esta humanidad han golpeado lo que el hombre
tiene como más suyo, algo sagrado y bendito porque procede de Dios.
Te pedimos, Señor, por quien ha sido violado en su intimidad.
Por quien no comprende el misterio de su propio cuerpo, por quien no
lo acepta o desfigura su belleza,
por quien no respeta la debilidad y la sacralidad del cuerpo que
envejece y muere. Y que un día resucitará.
UNDÉCIMA ESTACIÓN
Jesús es clavado en la cruz
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de mí cuando vengas a establecer tu Reino». Él le respondió:
«Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso».
Meditación.
Oración.
DUODÉCIMA ESTACIÓN
Jesús muere en la cruz
Meditación.
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victoria de la fe que transforma la muerte en vida eterna. “Contaré tu
fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré” (Sal 22,23).
Oración
Decimotercera Estación
Jesús es bajado de la cruz
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Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del
sábado, vino José de Arimatea, miembro noble del Sanedrín,
que también aguardaba el reino de Dios; se presentó decidido
ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Este compró una
sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana.
Meditación.
¿Quién podía recibir el cuerpo sin vida de Jesús más que aquella que
le había dado la vida? Podemos imaginar los sentimientos de María
cuando lo recibe en sus brazos; ella, que creyó en las palabras del
ángel y guardaba todo en su corazón. María, mientras abraza a su hijo
muerto, repite de nuevo su «fiat». Es el drama y la prueba de la fe.
Ninguna creatura lo ha sufrido tanto como María, la madre que, al pie
de la cruz, nos ha engendrado a la fe.
Oración.
Decimocuarta Estación
Jesús es puesto en el sepulcro
Meditación.
Oración.
CELEBRANTE:
CELEBRACIÓN COMUNITARIA DE LA
PENITENCIA EN CUARESMA
Notas previas:
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3. La reflexión tomada del Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2018,
puede leerse después del evangelio. Cada celebrante verá si debe acortarlo o
buscar otras formas de ofrecerlo a la gente.
4. En el cómputo total ha de pensarse que es necesario programar momentos de
silencio.
5. Es bueno que nos acompañen los símbolos tradicionales de la Cuaresma: la cruz
del presbiterio iluminada y el Evangeliario con cirios encendidos, que nos
recuerden: CONVERTÍOS Y CREED EN EL EVANGELIO. Estos símbolos pueden
introducirse en la procesión de entrada.
RITOS INICIALES
CANTO DE ENTRADA
ORACIÓN PRESIDENCIAL
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para ver con claridad el camino de la conversión. (Instantes de
silencio)
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA OPCION:
MONICIÓN A LA 1ª LECTURA
Examen
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Nuestros pensamientos:
Nuestras palabras:
Nuestras obras:
SEGUNDA OPCION
MONICIÓN AL EVANGELIO
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El pecado de omisión puede ser considerado como el pecado del
mundo. Continuamente oímos hablar de hambre, de desempleo, de
pobreza, de guerras, de inmigrantes, de excluidos... Ahora bien, ¿no
formamos nosotros parte de esta sociedad consumista y derrochadora
que al mismo tiempo se lamenta de la pobreza y miseria de tantos seres
humanos?
Examen
Después de escuchar la palabra del Señor, pensemos:
¿No hay en mi vida amigos y conocidos a los que podría echar una
mano, con los que podría ser más amable y servicial?
¿tengo tiempo para escuchar, para sonreír, para dar una palabra de
ánimo,...?
Tal vez mi respuesta es decirme que no puedo hacer nada, que estas
cosas me superan y desbordan. ¿De verdad creo que no podría aportar
mi granito de arena de alguna forma?
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¿Me pregunto sinceramente y sin miedos qué es lo que quiere Dios de
mí?
¿Hasta qué punto estoy disponible para cambiar y actuar según los
proyectos que Dios tiene sobre mi persona?
Una vez más nos sale al encuentro la Pascua del Señor. Para prepararnos a
recibirla, la Providencia de Dios nos ofrece cada año la Cuaresma, «signo
sacramental de nuestra conversión»[1], que anuncia y realiza la posibilidad de
volver al Señor con todo el corazón y con toda la vida.
Como todos los años, con este mensaje deseo ayudar a toda la Iglesia a vivir con
gozo y con verdad este tiempo de gracia; y lo hago inspirándome en una expresión
de Jesús en el Evangelio de Mateo: «Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la
mayoría» (24,12). Esta frase se encuentra en el discurso que habla del fin de los
tiempos y que está ambientado en Jerusalén, en el Monte de los Olivos,
precisamente allí donde tendrá comienzo la pasión del Señor. Jesús, respondiendo
a una pregunta de sus discípulos, anuncia una gran tribulación y describe la
situación en la que podría encontrarse la comunidad de los fieles: frente a
acontecimientos dolorosos, algunos falsos profetas engañarán a mucha gente
hasta amenazar con apagar la caridad en los corazones, que es el centro de todo
el Evangelio.
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Son como «encantadores de serpientes», o sea, se aprovechan de las emociones
humanas para esclavizar a las personas y llevarlas adonde ellos quieren. Cuántos
hijos de Dios se dejan fascinar por las lisonjas de un placer momentáneo, al que se
le confunde con la felicidad. Cuántos hombres y mujeres viven como encantados
por la ilusión del dinero, que los hace en realidad esclavos del lucro o de intereses
mezquinos. Cuántos viven pensando que se bastan a sí mismos y caen presa de la
soledad.
Otros falsos profetas son esos «charlatanes» que ofrecen soluciones sencillas e
inmediatas para los sufrimientos, remedios que sin embargo resultan ser
completamente inútiles: cuántos son los jóvenes a los que se les ofrece el falso
remedio de la droga, de unas relaciones de «usar y tirar», de ganancias fáciles
pero deshonestas. Cuántos se dejan cautivar por una vida completamente virtual,
en que las relaciones parecen más sencillas y rápidas pero que después resultan
dramáticamente sin sentido. Estos estafadores no sólo ofrecen cosas sin valor sino
que quitan lo más valioso, como la dignidad, la libertad y la capacidad de amar. Es
el engaño de la vanidad, que nos lleva a pavonearnos… haciéndonos caer en el
ridículo; y el ridículo no tiene vuelta atrás. No es una sorpresa: desde siempre el
demonio, que es «mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8,44), presenta el mal
como bien y lo falso como verdadero, para confundir el corazón del hombre. Cada
uno de nosotros, por tanto, está llamado a discernir y a examinar en su corazón si
se siente amenazado por las mentiras de estos falsos profetas. Tenemos que
aprender a no quedarnos en un nivel inmediato, superficial, sino a reconocer qué
cosas son las que dejan en nuestro interior una huella buena y más duradera,
porque vienen de Dios y ciertamente sirven para nuestro bien.
2. Un corazón frío
Lo que apaga la caridad es ante todo la avidez por el dinero, «raíz de todos los
males» (1 Tm 6,10); a esta le sigue el rechazo de Dios y, por tanto, el no querer
buscar consuelo en él, prefiriendo quedarnos con nuestra desolación antes que
sentirnos confortados por su Palabra y sus Sacramentos[3]. Todo esto se
transforma en violencia que se dirige contra aquellos que consideramos una
amenaza para nuestras «certezas»: el niño por nacer, el anciano enfermo, el
huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo que no corresponde a
nuestras expectativas.
El ayuno, por último, debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una
importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que
sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre;
por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y
sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a
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Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único
que sacia nuestra hambre.
Querría que mi voz traspasara las fronteras de la Iglesia Católica, para que llegara
a todos ustedes, hombres y mujeres de buena voluntad, dispuestos a escuchar a
Dios. Si se sienten afligidos como nosotros, porque en el mundo se extiende la
iniquidad, si les preocupa la frialdad que paraliza el corazón y las obras, si ven que
se debilita el sentido de una misma humanidad, únanse a nosotros para invocar
juntos a Dios, para ayunar juntos y entregar juntos lo que podamos como ayuda
para nuestros hermanos.
4. El fuego de la Pascua
Una ocasión propicia será la iniciativa «24 horas para el Señor», que este año nos
invita nuevamente a celebrar el Sacramento de la Reconciliación en un contexto de
adoración eucarística. En el 2018 tendrá lugar el viernes 9 y el sábado 10 de
marzo, inspirándose en las palabras del Salmo 130,4: «De ti procede el perdón».
En cada diócesis, al menos una iglesia permanecerá abierta durante 24 horas
seguidas, para permitir la oración de adoración y la confesión sacramental.
Los bendigo de todo corazón y rezo por ustedes. No se olviden de rezar por mí.
Francisco
[2] «Salía el soberano del reino del dolor fuera de la helada superficie, desde la mitad del pecho»
(Infierno XXXIV, 28-29).
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[3] «Es curioso, pero muchas veces tenemos miedo a la consolación, de ser consolados. Es más, nos sentimos
más seguros en la tristeza y en la desolación. ¿Sabéis por qué? Porque en la tristeza nos sentimos casi
protagonistas. En cambio en la consolación es el Espíritu Santo el protagonista» (Ángelus, 7 diciembre 2014).
[4] Núms. 76-109.
- 1ª FÓRMULA -
- Canto de una antífona penitencial -
- 2ª FÓRMULA
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Se lee el siguiente texto con antífonas penitenciales al principio,
final (e intercaladas).
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A: Devuélveme, que lo perdí, el gozo y la alegría,
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B: Sé bueno conmigo y con los otros
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ACCIÓN DE GRACIAS Y DESPEDIDA
BENDICIÓN
TEXTOS PREPARADOS POR: M. I. Sr. Cango. Mons. Jorge Palencia Ramírez de Arellano
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