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Texto 1

¿Por qué los humanos perdimos la cola?

Soy tajante en la respuesta: los seres humanos no hemos perdido la cola, puesto
que nunca la tuvimos. Además, en caso de haberla tenido y perdido, no tendría
sentido hablar de un «porqué» y, mucho menos, de un «para qué».

Su función original fue propulsarse en el medio acuático

Sorprendentemente para algunos, la cola es una de las cinco grandes características


de los miembros del filo de los cordados y que, consecuentemente, presentan los
vertebrados. Se trata de una elongación del extremo posterior del cuerpo y su inicio
está justo detrás del ano.

La cola solo era una extensión de notocorda (la cuerda cartilaginosa que tienen en
el dorso los animales del tipo de los cordados, y que en los vertebrados
corresponde a la columna vertebral), médula espinal y musculatura en la región
postanal. Cuando aparecieron las vértebras, la cola se reforzó con el extremo de la
columna vertebral, esto es, con las vértebras caudales. Su función continuó siendo
propulsar el movimiento en el medio acuático, aunque con mayor eficiencia.
Actualmente podemos apreciarla en la ondulación típica de un tiburón que está
nadando.

El reto de desplazarse fuera del agua

La revolución anatómica y fisiológica que supuso la conquista del medio terrestre


implicó también a la cola. En primer lugar, esto ocurrió por lo más obvio: la cola
ya no propulsa el movimiento, sino que lo hacen las patas. Pero hay otro aspecto
oculto mucho más interesante. Al no tener empuje que contrarreste la fuerza del
peso (como ocurre en un medio denso como el agua), la gravedad es un problema
cuando aspiramos a no vivir arrastrándonos.

«Levantar» el cuerpo fue una tarea compleja, pero las novedades evolutivas
adaptaron diseños biológicos que dejan boquiabierto al más competente de
los ingenieros de caminos, canales y puertos. De hecho, surgió una morfología
esquelética muy parecida a los puentes de Forth, en Escocia: el tronco estaría
suspendido entre los dos pares de patas (los pilares), los músculos y ligamentos
(elásticos y flexibles) contrarrestarían las tensiones, y los huesos (duros y rígidos)
resistirían las compresiones.

Para soportar el peso, era fundamental evitar el aplanamiento y adoptar la forma


curva. Por eso, y como en los puentes de arco suspendido, se seleccionó la forma
de columna arqueada. Pero surgió un nuevo problema: nuestro maravilloso puente
biológico no podía ser estático, puesto que un animal se tiene que desplazar. Debía
ser un puente móvil, en el que la cola jugara un papel clave orientándose hacia el
lado contrario al que se hacía el apoyo. Así, oscilando a izquierda y derecha, se
evitaban las sobrecargas al actuar de contrapeso.

Aún más interesante fue el papel de la cola en los reptiles que se pusieron de
pie. La bipedestación de dinosaurios como la del iguanodóntido «Ouranosaurus»,
biomecánicamente, no es más que un balancín infantil donde la cola contrarresta
el peso de la mitad anterior del cuerpo. El punto de equilibrio sería la cadera.

Más funciones sorprendentes de la cola

La cola también contribuyó a aumentar la eficiencia de la bipedestación reptiliana


actuando como «tercer apoyo», función que también apreciamos en mamíferos
bípedos como los canguros. Cuando están en reposo, las patas y la cola forman un
trípode que garantiza un perfecto equilibrio.

Además de en estas atribuciones básicas, la cola puede intervenir en variadísimas


funciones, como defensa, depredación, atracción sexual, reserva de nutrientes,
control de la direccionalidad del vuelo (en el caso de las aves), comunicación
social, mantenimiento térmico e, incluso, en el caso de especies arborícolas de
colas prensiles, la suspensión y desplazamiento de rama en rama.

Todos de acuerdo, pues, en que la cola es un invento morfológico estupendo.


Entonces, ¿por qué hemos prescindido de esta herramienta biológica tan plástica y
multifuncional?

Los humanos no perdimos la cola; nunca la tuvimos

La línea evolutiva que llevó a los homínidos se caracterizó, en lo que respecta


al esqueleto axial, por tres transiciones principales: la pérdida de la cola y las
adaptaciones a la postura ortógrada (erecta) y la locomoción bípeda.

No obstante, estos tres grandes cambios no sucedieron simultáneamente. De hecho,


la pérdida de la cola ocurrió en el contexto del pronogrado (desplazamiento con
apoyo en las cuatro extremidades) y gorilas y chimpancés se desplazan de esta
forma sin exhibir cola. Su pérdida, pues, es un fenómeno evolutivo independiente
a la postura erguida y ocurrido con anterioridad a la aparición del primer hominino.

Es decir, los humanos no hemos perdido la cola porque, en nuestro linaje


evolutivo, se perdió mucho antes de que apareciéramos como tales.

Por otra parte, como han argumentado Bo Xia y sus colaboradores en un artículo
publicado por bioRxiv en 2021, la cola se perdió de forma drástica. Se debió,
simplemente, a una mutación consistente en la inserción de un elemento Alu en
el genoma del ancestro hominoide. (Las secuencias Alu son trozos móviles de
ADN, no codificantes, es decir, que no sirven para producir proteínas, asociados a
diferentes procesos evolutivos de los primates). Lo demostraron fácil y sencillamente
insertando la secuencia Alu en un intrón del gen TBXT de ratones y, ¡oh sorpresa!,
nacieron ratoncitos sin cola. (Un intrón es un segmento de una molécula de ADN
o de ARN que no codifica proteínas y que interrumpe la secuencia de genes).

Por último, conviene recordar que las mutaciones son al azar, es decir, no hay
un «porqué». Simplemente, ocurren, y, si no afectan a la eficacia biológica de la
especie, no se seleccionan negativamente, es decir, la selección natural no les corta
la cabeza y siguen para delante. No hay finalismo, es decir, tampoco hay un «para
qué», ni se sigue ninguna ruta hacia la perfección de nada preestablecido. De
hecho, las inserciones con Alu han sido vinculadas con varias enfermedades
heredables en humanos, como la hemofilia A y B y como el cáncer de colon
hereditario.

A la vista de todo esto, ¡qué pena que no tengamos cola! A las maravillosas
aplicaciones funcionales que hemos comentado habría que añadirle lo que
supondría evitar estos factores de riesgo patológicos arrastrados por las secuencias
Alu. Aunque, para más de uno, lo que realmente se echa de menos es la idea de
disponer de una cola lustrosa, hechizando a quien la contemplara. Con lazos,
«piercings» o, simplemente, con un brillante pompón peludo. . . ¡Qué arma de
seducción más poderosa hemos perdido los humanos!

A. Victoria de Andrés Fernández, “¿Por qué los humanos perdimos la cola?”.


The Conversation España (19 de junio de 2022)
(fragmento adaptado).

1.- Según el texto, ¿cuál fue de las transiciones principales de la línea evolutiva que
llevó a los homínidos?
A) El aumento del volumen cerebral.
B) La habilidad para manipular objetos.
C) La adaptación a la postura ortógrada.
D) El desplazamiento de una rama a otra.
2.- ¿Cuál es el propósito comunicativo del texto?
A) Aclarar a los lectores y lectoras que los seres humanos nunca hemos tenido
colas.
B) Invitar a los lectores y las lectoras a imaginar cómo, de tenerlas, lucirían sus
colas.
C) Criticar las hipótesis que alguna vez consideraron que los humanos perdimos
la cola.
D) Explicar las investigaciones que concluyeron que los humanos nunca hemos
tenido cola.

3.- El estilo del artículo combina un vocabulario técnico con un tono


A) cínico.
B) casual.
C) formal.
D) pesimista.

4.- ¿Cuál de los siguientes enunciados sintetiza el contenido del párrafo que empieza
con las palabras “Para soportar el peso, era fundamental”?
A) Para que el animal pudiera desplazarse en dos patas, la cola debía ir de un
lado a otro para permitir así el equilibrio.
B) Adoptar la forma curva supuso un problema porque era necesario que el
animal pudiera desplazarse sin dificultades.
C) La forma de columna arqueada permitió soportar el peso, aunque para
desplazarse el animal movía la cola para hacer contrapeso.
D) La clave para que un animal se mantuviera en dos patas era poder soportar
su propio peso y por eso era necesario el aplanamiento.
5.- Para la autora, el finalismo es la idea de que la selección biológica tiene
A) una lógica.
B) un destino.
C) un propósito.
D) una explicación.

6.- En relación con el texto, ¿cuál es la finalidad de mencionar a Bo Xia en el párrafo


que empieza con las palabras “Por otra parte, como han argumentado”?
A) Demostrar credibilidad al nombrar a un pensador que la autora rechaza.
B) Dejar claro quién fue el investigador principal dentro de una publicación.
C) Hacer persuasivo el texto al incluir un científico que los lectores conocen.
D) Proporcionar información necesaria para comprobar las fuentes utilizadas.

7.- En el párrafo que empieza con las palabras “Por otra parte, como han
argumentado”, ¿qué pasaría si eliminamos la información escrita entre paréntesis?
A) El texto sería menos legible para un público general.
B) El párrafo perdería la coherencia temática que tiene.
C) El texto sería menos creíble para lectores especialistas.
D) El párrafo no tendría juicios de valor y sería más objetivo.
Texto 2

¿Eliminamos el acento gráfico?

Los cimientos de la lengua española temblaron en 1997, cuando Gabriel García


Márquez pidió la jubilación de la ortografía, “terror del ser humano desde la cuna”,
proponiendo el entierro de las “haches rupestres”, sugiriendo un criterio racional
para “la ge y la jota” y reclamando “más uso de razón en los acentos escritos, que
al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revólver
con revolver”.

Muchas lectoras pensarán que, si bien es complicado confundir “revólver” y


“revolver”, esa tilde nos pone las cosas un poco más fáciles. ¿O es solo una
apariencia?

El origen de la tilde en español

Para encontrar los primeros textos con acentos gráficos en español debemos
retroceder a la Edad Media, concretamente al siglo XV. El primer caso conocido
de acento castellano se encuentra en el manual “Doctrina Christiana” (1477), en
las palabras “justícia” y “fortuíto” (Tobarra, 2005).

Unos años más tarde, en 1492, Antonio de Nebrija menciona por vez primera
la existencia del acento gráfico, cuyo uso se generaliza durante el siglo XVI. No
obstante, no es hasta 1726, con el Discurso proemial del Diccionario de lengua
castellana de la Real Academia Española (“Real Académia Españóla” en sus
primeras actas), que se establece un sistema de reglas sobre cuándo se deben
utilizar las tildes.

Reformas y debates

Desde entonces, ha habido varias reformas de la ortografía en español, la última en


2010. En ella, siguiendo de alguna manera el camino marcado por García Márquez,
se eliminaron los acentos gráficos en palabras con diptongos ortográficos como
“guion”, en el adverbio “solo” y en los pronombres demostrativos (por ejemplo,
“este”). Esta última actualización dio lugar a numerosos debates en redes sociales,
donde los observantes de la ortografía reclamaban el regreso de la tilde como una
pieza fundamental en nuestra forma de expresarnos, mientras otros se escudaban
en que las tildes no son más que una muestra de un clasismo ortográfico que
distingue las personas de “buena educación”.
Pero ¿tiene la ciencia algo que aportar a este debate? Los acentos que indican
la sílaba tónica están ausentes en la mayoría de las lenguas y, en español, las
nuevas normas eliminan con cierta soltura su obligatoriedad en algunos casos. Por
ello, la cuestión que nos ocupa es si los acentos ayudan realmente al
reconocimiento de las palabras durante la lectura o si, por el contrario, se trata
de una reliquia de nuestro idioma cuyas reglas detalladas, con muchas
excepciones, precisan de decenas de páginas en su explicación.

La ciencia de las tildes

Para examinar si la omisión del acento gráfico conlleva un coste en la lectura, la


lingüista Schwab hizo un experimento en el que pidió a las personas participantes
que decidieran si el ítem que se les presentaba era una palabra española,
independientemente de si estaban correctamente acentuadas o no (tanto “cárcel”
como “carcel” serían palabras; se evitaron las palabras con acento diacrítico,
como “sábana”/“sabana”). Curiosamente, Schwab no encontró diferencias entre los
tiempos de reconocimiento de ambos tipos de palabras.

La ciencia cognitiva siempre intenta ir un poco más allá, y persigue captar los
momentos más tempranos del procesamiento cognitivo de las palabras escritas,
aquellos de los que no somos ni conscientes. Con este objetivo, Perea, Fernández-
López y Marcet examinaron el papel de las tildes en un experimento de decisión
léxica con “priming” enmascarado.

El “priming” enmascarado es una técnica en la que, antes del estímulo-objetivo


(aquel al que las participantes responden) aparece muy brevemente (durante 50
milisegundos) un estímulo-señal, que la persona lectora procesa sin darse cuenta.
Cuando el estímulo-señal es idéntico al estímulo-objetivo, se da una facilitación a
la hora de reconocer este último. De esta manera, los tiempos de respuesta son más
rápidos que cuando se presenta un estímulo-señal diferente al estímulo-objetivo.
Los resultados mostraron que los tiempos de identificación para una palabra como
“CÁRCEL” fueron esencialmente los mismos cuando iba brevemente precedida de
“cárcel” o “carcel”.

¿Y qué ocurre cuando leemos oraciones con palabras sin acentuar? Marcet y
Perea encontraron, con el empleo de un dispositivo de seguimiento ocular, que
cuando se omitía el acento gráfico de una palabra los costes en los tiempos de
lectura eran mínimos. Aunque la omisión del acento indujo a algunas personas a
regresar a la palabra con acento omitido, lo cual se puede explicar dado que la
omisión de la tilde supone una falta de ortografía que puede llamar nuestra
atención.

¿Jubilamos los acentos gráficos?

En resumen, al menos en personas adultas, el acento gráfico en español no parece


jugar un papel importante cuando leemos. Además, el empleo de las tildes implica
una dificultad extra a la hora de escribir a la que, con seguridad, nos hemos
enfrentado. ¿Cuántas personas no han dudado sobre si “derruido” o “distraído”
llevan acento?

En cualquier caso, no debemos obviar el potencial papel facilitador de las tildes


como guía para la lectura en voz alta en los primeros niveles de enseñanza del
idioma, o en el caso de palabras nuevas (véase el caso de variantes del covid
como la ómicron). Futuras investigaciones han de examinar el coste que supone la
omisión de los acentos gráficos en su función prosódica (señalar la sílaba tónica) y,
posiblemente, como García Márquez invocaba, alcanzar un mayor uso de razón en
las normas ortográficas españolas.

Al fin y al cabo, y cerrando con otro ganador del Premio Nobel, Octavio Paz:
“La lengua es de todos o de nadie, y las normas que la rigen son reglas flexibles y
están sujetas al uso (. . . ). El idioma vive en perpetuo cambio y movimiento, esos
cambios aseguran su continuidad, y el movimiento, su permanencia”.

María Fernández-López, Ana Marcet Herranz y Manuel Perea, “¿Eliminamos el


acento gráfico?”. The Conversation España (16 de diciembre de 2021) (fragmento
adaptado).

8.- ¿Cómo se puede calificar la postura de los autores a partir de la forma en que
presentan la información sobre la ortografía?
A) Como parcial, porque consideran que las reformas a la ortografía dificultan el
aprendizaje del idioma.
B) Como objetiva, porque presentan argumentos a favor y en contra de eliminar
el acento gráfico en el español.
C) Como crítica, porque cuestionan la conveniencia de adoptar reglas
ortográficas que se deben explicar ampliamente.
D) Como indiferente, porque exponen los debates acerca de los cambios en el
acento gráfico sin tomar posición al respecto.
9.- ¿Qué relación se establece entre el segundo y el tercer párrafo de la sección “La
ciencia de las tildes”?

En el segundo, En el tercero,

se expone una técnica de la se explica esa técnica y


ciencia cognitiva usada para investigar
se describen
el lenguaje.
los resultados de una investigación que la utilizó.
A)

se explica que el se demuestra el impacto que


B) reconocimiento de las tienen esas palabras sobre el
palabras escritas es un acto inconsciente.
inconsciente.
se detalla un experimento se expone ese experimento
C) usadoparaanalizarla decisión léxica.
a propósito de la palabra “cárcel”.

se describen los propósitos se ejemplifica uno de esos


D)
de la ciencia cognitiva. propósitos.

10.- A partir de lo expresado en el primer párrafo de la sección “Reformas y debates”,


se infiere que
A) las reglas ortográficas generan desacuerdos entre las personas.
B) las reformas a la ortografía española son cada vez más estrictas.
C) los parámetros de la buena educación exigen enseñar ortografía.
D) los cambios ortográficos de 2010 los inspiró Gabriel García Márquez.

11.- Según el texto, ¿en qué año se formaliza el uso del acento gráfico?
A) 1477
B) 1492
C) 1726
D) 2010
12.- ¿Cuál es la función del último párrafo?
A) Predecir la eliminación del acento gráfico en el español.
B) Sintetizar la opinión de los escritores sobre la ortografía.
C) Destacar la importancia del Premio Nobel en la historia de la lengua.
D) Reafirmar la idea de que las reglas ortográficas seguirán cambiando.

13.- ¿Por qué se menciona a Gabriel García Márquez en el texto?


Porque
A) recibió el Premio Nobel de Literatura.
B) fue una reconocida figura intelectual.
C) hizo una llamativa propuesta ortográfica.
D) fue miembro de la Real Academia Española.

14.- Según la investigación de Marcet y Perea, ¿qué ocurre cuando se lee una palabra
en la que se ha omitido el acento gráfico?
A) Se dificulta la comprensión del texto.
B) Se impide la identificación de la palabra.
C) Se modifican poco los tiempos de lectura.
D) Se cambian mucho los acentos prosódicos.

15.- ¿Cuál es el propósito comunicativo del texto anterior?


A) Reflexionar sobre la conveniencia de conservar la tilde en el español.
B) Informar acerca de las reformas más recientes de la ortografía española.
C) Opinar sobre la incidencia de la ciencia cognitiva en la ortografía española.
D) Razonar acerca de la importancia de la tilde para comprender textos en
español.
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