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Consejos A Los Padres
Consejos A Los Padres
Familia
Así que como un don heredado, debemos asumir cuidadosamente nuestra paternidad y
esto no es una tarea sencilla. Generalmente no hemos recibido ninguna información previa que
Pienso que la mayoría de los hogares se han apropiado de las palabras del poeta
español Antonio Machado, cuando en uno de sus versos escribe: “Caminante no hay camino, se
Pero desde una perspectiva bíblica, sucede que se nos señalan claramente sendas,
valores y actitudes para transitar un camino de sabiduría que tendrá como destino, la
Ahora bien, tenemos que partir de que ninguno de nosotros es perfecto y nuestra
Si reconocemos nuestros puntos débiles y permitimos que Dios trabaje sobre ellos, la
relación entre padres e hijos crecerá sana. Por este motivo, le invito a que juntos revisemos
cuáles son las dificultades y aciertos que con frecuencia aparecen al abordar este tema.
Sobreprotección
Aparece cuando el padre o la madre, deciden todo por él, no permitiendo un sano
propia identidad.
Cuando el niño crece así, se siente incapaz de tomar sus propias decisiones y esa inseguridad
Esto es común en parejas que no funcionan bien y en familias donde el padre pasa
tiempo, y energía al cuidado de los hijos. El problema se agudiza cuando el niño empieza a
Cuando llega la etapa del noviazgo, la persona que ingresa a esa familia, capta que su
novio o novia, están bajo la tutela sobreprotectora de sus padres, pero secretamente sueña
Pero él “al fin solos” se desmorona, al constatar que los suegros están metidos dentro
del otro y no los sacarán fácilmente, sin que aparezcan fricciones o enfrentamientos. Se torna
que la fuente de autoridad está en sus suegros, comienza a perder el respeto por su marido y a
resentirse.
Los padres sobreprotectores cuando su hijo se casa, argumentan: “No perdí un hijo,
sino que gané una hija”. Ese es el problema. Siempre quieren ganar y mantener el control. La
realidad es que se va el hijo, aparece un yerno o una nuera y ellos se reciben de suegros.
unirá a su mujer, y serán los dos, una sola carne” (Gen. 2: 24). Este
reconozca.
Exigencias desmedidas
En el régimen altamente competitivo en que vivimos, muchos padres colocan sobre sus
hijos obligaciones que terminan desanimándolos. Para alcanzar la cúspide se les impone a edad
En ocasiones los padres no entienden a sus hijos y les generan culpas, porque les dicen
que hacen un gran sacrificio para darles una buena educación, que no saben valorar ni
aprovechar. Cuántos niños crecen con expresiones descalificadoras como: “Yo a tu edad” o la
robotizarlo en un esquema de vida que apunta a lograr nuestras propias expectativas o superar
nuestras frustraciones.
Enseñemos a que descubran su vocación, que tengan tenacidad y den lo mejor de sí,
para alcanzar sus metas. Pero por sobre todo, aceptar que al igual que nosotros, tienen
acepciones del vocablo disciplina: La primera se puede definir como “las pautas de conducta
que ordenan la actividad”. Hay familias que viven desorganizadas. No existen horarios para
El ajetreo de la vida moderna, lleva a que todos corran, y esto atenta contra el
desarrollo de las relaciones humanas y afectivas. Sin darnos cuenta, los niños crecen rápido y
se insertan en el mundo adulto, y aunque estuvieron bajo el mismo techo, hay un mutuo
en sus vidas para ayudarles a construir un mundo interior en armonía consigo mismo y con el
entorno.
La segunda idea acerca de la disciplina, tiene que ver con el castigo correctivo. Desde
que el auge de la psicología inundó a la sociedad, los padres que dan una palmada a sus hijos
Sin embargo la Biblia dice: “La vara y la corrección dan sabiduría, mas el
muchacho consentido avergonzará a su madre” (Prov. 29: 15). Estoy de acuerdo que
muchas veces, los padres se exceden, castigando con violencia y proyectando broncas
desmedidas. Es allí que la palabra de Dios nos exhorta con este proverbio: “Castiga a tu hijo
en tanto que hay esperanza, mas no se apresure tu alma para destruirlo” (Prov. 19:
18).
Toda disciplina tiene que guardar relación con la falta cometida acorde a la edad y sólo
Asimismo, cuando en una casa se ponen reglas y se anuncia la sanción, hay que
cumplirlas. En este sentido ambos padres deben ponerse de acuerdo y cualquier diferencia que
que más me dolía, era no poder salir a jugar al fútbol con mis amigos. Les pedía a mis padres
que me dieran una palmada, que para mí era más liviana de sobrellevar que la prohibición de
pegarle a la pelota.
Todos tenemos valores que hemos incorporado a nuestra vida y que transmitimos a
nuestros hijos. La diferencia radica en que algunos valores son elevados y otros pueden ser
totalmente desechables.
Permítame explicarlo. Frecuentemente escucho a padres que expresan: “Yo quiero que
mis hijos tengan lo que yo no tuve”. ¿Y qué es lo que no tuvieron? Generalmente se refieren a
bienes materiales, prestigio o placeres. Eso que piensan que hace feliz a los hombres y como
Sin darse cuenta les transmiten a sus hijos esos valores que harán
infelices.
Aclaro que no hay nada de malo en eso, y aunque hoy poseo muchas de las cosas que
no formaron parte de mi niñez, declaro que no son las esenciales. Agradezco a Dios que mis
Sin embargo, a mí me pasa al revés. Yo quiero que mis hijos y todos los niños y jóvenes
del mundo tengan lo que sí tuve. Fui criado con la seguridad que otorga el amor familiar, con el
estímulo para desarrollar mis habilidades naturales, con la corrección antes mis inconductas,
con el aliento en medio de los fracasos y con límites en horarios y tipo de amistades que
elegía.
¡Qué feliz fue mi niñez! ¡Cuánto me marcó! Me sentía rico y pleno, porque tenía
alimentos, vestimenta, jugaba, reía y hasta tenía un chanchito en el que guardaba monedas y
con el que me enseñaron a administrarme. Me acostaba cada noche de invierno, con un ladrillo
Jaime Barylko escribió: “Sólo Dios es capaz de crear algo de la nada. En el caso de los
seres humanos, los jóvenes son eso que nosotros hacemos de ellos”.
Un ser humano no se construye desde afuera, sino desde adentro. Es hasta allí donde
sólo puede llegar Jesucristo para perdonar los pecados y empezar a orientar la vida. Conocer a
“Dejad a los niños que vengan a mí, y no se lo impidan, porque de los tales es
Desde un comienzo Dios exhortó a las familias de su pueblo con estas palabras:
“Amarás al Señor tu Dios, de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus
fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón, y las
repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino,
Para concluir quiero compartir con ustedes una oración que la madre del General
Douglas Mac Arthur pronunciaba con frecuencia y cuyo contenido podemos apropiarnos cada
uno de nosotros para orar por nuestros hijos. Así derramaba su corazón ante Dios:
conservo con su amarillento tono que adquirió al pasar el tiempo y en la esperanza de que un
Pastor