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La Demografia Como Herramienta Epidemiologica
La Demografia Como Herramienta Epidemiologica
La Demografia Como Herramienta Epidemiologica
Población y salud se encuentran hasta tal punto interrelacionadas que las disciplinas que
las estudian, la Demografía y la Epidemiología, tienen un origen común e indistinto en la
Inglaterra de fines del siglo XVII. Es sólo a partir del siglo XIX que progresivamente se
independizan y diferencian sus dominios. La Epidemiología se aleja paulatinamente de
los problemas poblacionales y se encamina, a partir del descubrimiento de los microbios a
fines del siglo XIX, hacia el estudio de las enfermedades y sus gérmenes específicos y
luego, en la segunda mitad del siglo pasado, hacia la identificación de los factores de
riesgo en un nivel individual de producción de la enfermedad (Susser et al, 2001).
En la actualidad se observa una tendencia creciente a una nueva convergencia, en la
medida en que la Epidemiología busca convertirse en una “ecoepidemiología” que tenga
en cuenta todos los niveles de organización, desde el micronivel dentro del individuo
hasta el macronivel social y global. En esta perspectiva, los aspectos poblacionales
retoman un lugar central. La interrelación entre los cambios demográficos y los cambios
en los perfiles de salud se convierte en punto básico de la confluencia de ambas
disciplinas (Schwartz et al. 1999; McMichael et al. 2000).
I - DEMOGRAFÍA ESTÁTICA
1
Estructura demográfica
Tres son los ejes de análisis que se derivan de la estructura demográfica: el nivel de
envejecimiento, la relación de sexos y la relación de dependencia potencial.
1. Nivel de envejecimiento
La composición por edad y sexo se refleja gráficamente en la pirámide de la población,
que muestra el peso relativo que cada grupo de edad y sexo tienen con relación al
conjunto.
La observación de la pirámide permite apreciar el nivel de envejecimiento que presenta
una población en función de la participación que tienen los jóvenes y los ancianos en su
conformación. Resulta también muy expresiva la composición por los grandes grupos
de edad de la población, como se muestra en el Cuadro 1. De esta manera pueden
identificarse modelos de estructura demográfica que permiten clasificar a las poblaciones
como jóvenes, intermedias y envejecidas.
Si se examinan las gráficas correspondientes a Misiones y Tierra del Fuego pueden
observarse sus formas claramente triangulares y sus marcados escalonamientos. Sus
bases son notablemente amplias y sus cúspides muy estrechas. Son poblaciones
jóvenes, como puede apreciarse por la elevada presencia de menores de 15 años y
escasa (particularmente en Tierra del Fuego por el perfil migratorio de sus habitantes) de
personas de 65 y más años. La pirámide correspondiente a la Ciudad de Buenos Aires
se asemeja a una forma trapezoidal, con base angosta y cúspide amplia. La
participación de los mayores es notablemente superior, que señala su acentuado
envejecimiento. La población del país presenta en estos aspectos una situación
intermedia.
2
Cuadro 1.
Composición porcentual de la población por grandes grupos de edad.
Jurisdicciones seleccionadas. Año 2000.
Grandes
Ciudad de Tierra del
grupos de Misiones Argentina
Buenos Aires Fuego
edad
0-14 17.5 36.3 36.7 27.7
15-64 65.7 58.5 61.4 62.6
65 y más 16.8 5.2 1.9 9.7
Total 100.0 100.0 100.0 100.0
Fuente: INDEC
2. Relación de sexos
Las poblaciones más envejecidas tienen mayor presencia femenina. Esto se debe a que
las mujeres viven más que los hombres, por tanto a mayor cantidad de personas ancianas
mayor será la presencia femenina. Pero como, a modo de una compensación biológica
de esa desigualdad, nacen más hombres que mujeres (aproximadamente 105 cada 100),
las poblaciones jóvenes suelen tener mayoría masculina.
Cuadro 2
Índice de masculinidad. Jurisdicciones seleccionadas.
Año 2001.
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3. Relación de dependencia
Esto encuentra su fundamento en que dado que las diferentes edades tienen
comportamientos diferentes con relación a la producción y al consumo, la composición
por edad puede afectar la capacidad de generar ingresos y de cubrir debidamente las
necesidades de salud y educación. Es por ello que la composición por grupos de edad
que presenta una población es considerada un condicionante estructural para el
desarrollo económico y social (CELADE-BID, 1996).
Un indicador que intenta apreciar ese aspecto es la razón de dependencia potencial, que
también se desprende de la estructura demográfica. Esa razón establece la relación
entre los potencialmente inactivos por su edad (jóvenes y adultos mayores) con los
potencialmente activos también por su edad.
Debe quedar claro que no es una medición de la actividad económica en sí, sino de cuán
favorable es una composición por edad para la actividad económica. Cuanto más sean los
activos y menos los inactivos, menor será el peso que deberán sostener los activos y
mayor la posibilidad de atender adecuadamente las necesidades de los inactivos, así
como de generar ahorros que a su vez pueden revertirse en inversiones que sean un
estímulo para el crecimiento económico (CELADE-BID, 1996).
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II - DEMOGRAFÍA DINÁMICA
Pt = P0 + N – D + I - E
Donde
Pt : población en el momento ‘t’ en el que se desea establecer su tamaño
P0 : población en el momento anterior ‘0’ (generalmente fecha censal)
N : número de nacimientos
D : número de defunciones
I : número de inmigrantes
E: número de emigrantes
Estas tres variables son las que determinan también los cambios en la estructura de la
población. Pero la disminución de la natalidad tiene en el proceso de envejecimiento de
la población un rol preponderante. Una natalidad elevada mantiene alta la proporción de
menores, ‘alimenta’ en abundancia la base de la pirámide. Por el contrario, si la natalidad
declina se estrecha esa base y se expanden los escalones superiores. Es el llamado
‘envejecimiento por la base’.
La acción de la mortalidad es más ambivalente en este proceso, dependiendo del estadio
de su evolución. En un primer momento, cuando la mortalidad de los niños, jóvenes y
mujeres en edad fértil disminuye marcadamente, su acción es rejuvenecedora y se
traduce en un ensanchamiento de la base de la pirámide. Pero cuando el descenso de la
mortalidad favorece a las personas de edad avanzada, como sucede en la actualidad en
5
los países desarrollados, su efecto envejece la pirámide: es el llamado ‘envejecimiento
por la cúspide’ (Chesnais, 1990)
La migración tiene, en general, un efecto rejuvenecedor en la población receptora y de
envejecimiento de la expulsora, dado que los emigrantes son habitualmente personas
jóvenes que se desplazan en busca de mejores oportunidades laborales. Sin embargo, el
impacto de la migración sobre la pirámide de edades no suele ser importante si no es en
el marco de procesos migratorios de gran envergadura.
Las tasas se expresan habitualmente por 1000 habitantes pero ello puede ampliarse (por
10.000, 100.000 habitantes) a fin de obtener números enteros que resultan más
comprensibles. Esto es lo que se denomina factor de ampliación.
La tasa se construye para un período determinado, habitualmente un año. La población
que figura en el denominador es la estimada a la mitad del período.
Las tasas brutas o generales miden la probabilidad de ocurrencia de los sucesos en el
total de la población. Son medidas bastante rústicas de los fenómenos demográficos,
están influidas por la estructura demográfica de esa población y por tanto su
comparabilidad se encuentra limitada.
Para obtener medidas más refinadas que permitan un mejor análisis de los procesos
demográficos se discrimina la población en subgrupos más homogéneos y se calculan así
tasas específicas por edad, sexo, raza, etc.
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Al convertir los números absolutos en tasas, resulta posible la comparación de los
fenómenos en distintas poblaciones y momentos históricos, que permite valorarlos
adecuadamente.
1. Natalidad
La natalidad se mide con la tasa bruta de natalidad, que informa cuantos nacimientos
ocurren en una población y en un período determinados cada 1.000 habitantes.
La medición de la fecundidad, que relaciona los nacimientos con la población que puede
concebirlos, expresa con más precisión la intensidad del comportamiento reproductivo de
una población.
La tasa general de fecundidad es el cociente entre los nacimientos y las mujeres en edad
reproductiva, que en nuestro medio se considera entre los 15 y los 49 años.
1
En los textos traducidos del inglés es común que el significado de los términos ‘fecundidad’ y ‘fertilidad’
se encuentren intercambiados, dado que en ese idioma fecundidad es ‘fertility’ y fertilidad es ‘fecundity’.
7
Esta tasa puede construirse en forma específica por diferentes variables: por edad, por
raza, por nivel socioeconómico, etc., a fin de dar cuenta de las diferencias en la
fecundidad por esas variables. Tienen particular relevancia las tasas específicas por
edad, que señalan la evolución de las pautas reproductivas a lo largo de la vida fértil de la
mujer y por tanto el valor que alcanza en edades consideradas de riesgo para la salud de
la madre y el niño.
Cuadro 3
Tasas de natalidad y general de fecundidad (*)
Jurisdicciones seleccionadas. Año 2000.
Tasa de Tasa general de
Jurisdicción natalidad fecundidad (*)
x 1.000 x 1.000
Ciudad de Buenos Aires 14.3 61.0
Misiones 25.8 108.1
Tierra del Fuego 19.9 81.7
Argentina 19.0 77.2
(*)
estimada
Fuente: Estadísticas Vitales, Ministerio de Salud de la Nación
Si la tasa global de fecundidad se calcula con el número de hijas (por aplicación del
índice de masculinidad al nacer) que tendrá cada mujer al final de su vida reproductiva, se
obtiene la ‘tasa bruta de reproducción’. El valor de esta medición radica en que evalúa en
que medida la población de mujeres en edad fértil se está reemplazando por otra
generación de mujeres, que es un condicionante del crecimiento futuro de la población.
Una tasa de reproducción inferior a 1 indica que la actual generación de mujeres no está
siendo sustituida íntegramente, mientras que un valor superior significa un excedente en
ese reemplazo.
2. Mortalidad
Es la medida más simple del fenómeno de la mortalidad, al ser la relación entre las
defunciones de un año y la población media de ese mismo año.
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Tasa bruta de mortalidad: Nº de defunciones X 1.000
Población total
Su valor como indicador del nivel de salud de una población es bastante limitado pues en
su resultado también influye la composición por edad que tenga la población ya que las
personas a las diferentes edades de la vida tienen distintos riesgos de morir. Cuanto
mayor sea la presencia de ancianos en una población, mayor será el número de
defunciones y mayor será el valor de su tasa de mortalidad. Es decir, que se encuentra
condicionada por la estructura demográfica y no es por tanto apta para comparar el nivel
de mortalidad de dos regiones o países con diferente composición. Los resultados del
Cuadro 4 muestran claramente ese efecto en las jurisdicciones argentinas seleccionadas.
Cuadro 4
Tasas brutas de mortalidad
Jurisdicciones seleccionadas. Año 2000.
Tasa bruta de
Jurisdicción mortalidad
x 1.000
Ciudad de Buenos Aires 11.0
Misiones 5.1
Tierra del Fuego 2.6
Argentina 7.5
Fuente: Estadísticas Vitales, Ministerio de Salud de la Nación
Una manera de eliminar la influencia que ejerce la estructura de edad en la tasa bruta es
utilizar un procedimiento de ajuste o estandarización. En términos generales, el ajuste
anula el efecto causado por diferencias en la composición por edad de manera de poder
hacer comparables los resultados obtenidos en dos poblaciones que difieran en esa
característica. (ver Anexo).
Otra manera de proceder es calcular tasas específicas, que miden el riesgo de morir de
grupos específicos de edad.
Estas tasas permiten comparar poblaciones aunque sus estructuras demográficas sean
distintas, pues al comparar grupos específicos de edad (si ellos son relativamente
pequeños) se excluye la posible acción de las otras edades. Puede observarse en el
Cuadro 5 como se altera el orden de riesgo que tienen las poblaciones estudiadas cuando
se comparan tasas específicas en lugar de tasas brutas.
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Cuadro 5
Tasas de mortalidad específicas (*) de grupos de edad seleccionados.
Jurisdicciones seleccionadas. Año 2000.
Las tasas de mortalidad se pueden construir en forma específica por diversas variables
además de la edad, como ser por sexo, nivel socioeconómico, ocupación, raza, etc. De
esta manera se miden los riesgos diferenciales de morir que tienen las personas de
acuerdo a esas características; los resultados obtenidos permiten orientar las acciones de
salud a los subgrupos de población más expuestos.
Una aplicación refinada y sintética de la medición de riesgos específicos por edad y sexo
es la esperanza de vida al nacer, que establece los años que en promedio vivirán los
integrantes de una generación (población nacida en un año determinado) si prevalecen
las tasas del momento en que se ha construido el indicador. Es una medición muy
apreciada ya que resume en un valor único el de la mortalidad a todas las edades y es por
ello ampliamente utilizado como indicador del nivel de vida de una población. Se pueden
también calcular esperanzas de vida para cualquier edad.
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Principales tasas de mortalidad
(1) (2)
TASA NUMERADOR DENOMINADOR Factor de
Ampliación
Bruta de mortalidad Nº de defunciones Población total 1000
Mortalidad especifica Nº de defunciones Población de 1000
por edad de edad x edad x
Mortalidad especifica Nº de defunciones Población de 1000
por sexo ej. masc de varones varones
Mortalidad por causa Total muertes por causa Población total 10.000
específica específica 100.000
Mortalidad Nº de defunciones de Nacidos vivos 1000
infantil menores de un año
Mortalidad Nº de defunciones Nacidos vivos 1000
neonatal de menores de 28 días
Mortalidad Nº de defunciones de Nacidos vivos 1000
postneonatal niños de 28 días a <1 año
(3)
Mortalidad materna Nº muertes maternas Nacidos vivos 10.000
(1) Los datos de numerador y denominador se refieren a un mismo lugar y tiempo determinado
(2) La población corresponde a la estimada para la mitad del período.
(3) Muertes por causa de embarazo, parto y puerperio
3. Migración
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III - LA TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA
40
20
1850 1950
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“En las sociedades tradicionales la fecundidad y la mortalidad son altas. En las
sociedades modernas la fecundidad y la mortalidad son bajas. En el medio se da una
transición demográfica”. Así define Demeny (1983) este proceso que paulatinamente se
fue extendiendo al resto del mundo y más recientemente a los países más pobres. Su
consecuencia es una explosión demográfica de gran magnitud, que produjo que entre
1950 y 1987, es decir en sólo 37 años, la población mundial se duplicara (de 2.500 a
5.000 millones de personas).
En la Argentina, los primeros indicios del comienzo de la transición demográfica se
ubican a fines del siglo XIX, adquiriendo en las primeras décadas del siglo XX una
tendencia firme. Pero su desarrollo se ajustó poco al modelo clásico transicional sino que
fue caracterizado por Pantelides (1983) como un “modelo no ortodoxo”. En su descenso,
las tasas de mortalidad y fecundidad siguen un recorrido en paralelo y no presentan en
ningún momento un desfase importante entre ellas. Este comportamiento ha sido atribuido
a la influencia de la masiva inmigración europea que trae de ultramar pautas de baja
fecundidad.
60
50
40
30
20
10
0
1870 1890 1910 1930 1950 1970 1990
Natalidad Mortalidad
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edades y consiguientemente el perfil de las causas de muerte. Así, en la Ciudad de
Buenos Aires el 80% de las muertes son de personas de 65 y más años, las que imponen
su patrón de causas de muerte al conjunto.
Es decir, la transición demográfica es un condicionante de una transición
epidemiológica, entendida como un cambio en los patrones de enfermedad,
discapacidad y muerte (Frenk et al. 1994)
Pero en la transición epidemiológica también actúan factores independientes de la
dinámica demográfica propiamente dicha:
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BIBLIOGRAFÍA
1. Caldwell, J.C., (2001), “Demographers and the Study of Mortality. Scope, Perspectives
and Theory”, en “Population Health an Aging: strengthening the dialogue between
Epidemiology and Demography”, Annals of the New York Academy of Sciences, Vol.
954:19-34.
2. CELADE-BID (1996), “Impacto de las tendencias demográficas sobre los sectores
sociales en América Latina. Contribución al diseño de políticas y programas”, Santiago
de Chile.
3. Chesnais, J.L. (1990), “El proceso de envejecimiento de la población”, CEPAL-
CELADE, Santiago de Chile.
4. Demeny, P., “Early Fertility Decline in Austria-Hungary: a lesson in Demographic
Transition”. Citado por Pantelides (1983).
5. Dever, Alan G.E. (1991) “La Demografía como herramienta de la Epidemiología” en
“Epidemiología y Administración de Servicios de Salud”, OPS-OMS.
6. Frenk, J., Lozano, R y Bobadilla, J.L. (1994), “La Transición Epidemiológica en
América Latina”, en Notas de Población, Nº 60, año XXII, Santiago de Chile.
7. Livi-Bacci, M. (1993), “Introducción a la demografía”, Editorial Ariel, Barcelona.
8. McMichael, A.J. y Beaglehole, R. (2000), “The changing global context of public
health”, The Lancet; 356: 495-99.
9. Omran, Abdel R. (1972) “La Transición Epidemiológica. Una teoría del cambio
poblacional”. Atención Médica, Vol. 1, número 2, septiembre 1972.
10. Pantelides, E.A. (1983), “La transición demográfica argentina: un modelo no ortodoxo”,
Centros de Estudios de Población, Buenos Aires.
11. Pressat, R. (1981), “Introducción a la Demografía”, Ariel, Barcelona.
12. Schwartz, S., Susser, E. y Susser, M. (1999), “A future for Epidemiology?”, Annual
Review Of Public Health, 20:15-33.
13. Susser E. y Bresnaham M. (2001), “Origins of Epidemiology”, en “Population Health an
Aging: strengthening the dialogue between Epidemiology and Demography”, Annals of
the New York Academy of Sciences, Vol. 954:6-18.
14. Vallin, J. (1994), “La Demografía”, Centro Latinoamericano de Demografía, Santiago
de Chile.
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