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RESUMEN DAVID HELD: LA DEMOCRACIA Y EL ORDEN GLOBAL. CAP.

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Los Estados modernos se desarrollaron como Estados-Nación: “aparatos políticos distintos
tanto de los gobernantes como de los gobernados, con suprema jurisdicción sobre un área
territorial delimitada, basados en el monopolio del poder coercitivo, y dotados de legitimidad.”
(p. 71).
Las innovaciones más importantes que trajo el Estado moderno (p. 71-72):
1] Territorialidad: Con la emergencia del sistema de EN se fijaron fronteras exactas.
2] Control de los medios de violencia: Monopolio de la fuerza y los medios de coerción. Para
ello fue preciso someter a los centros de poder rivales dentro de los EN.
3] Estructura impersonal de poder: Para que se consolidara un orden político impersonal y
soberano fue necesario eliminar la concepción de que los derechos, las responsabilidades y los
deberes políticos estaban ligados a la religión y a las prerrogativas de los grupos tradicionales.
4] Legitimidad: La erosión de las concepciones del derecho divino o el derecho estatal, provocó
que “los seres humanos como «individuos» y como «pueblos», empezaron a ganarse un lugar
en el orden político como «ciudadanos activos». La lealtad de los ciudadanos se convirtió en
algo que debían conquistar los Estados modernos: invariablemente esto implicó la pretensión
del Estado respecto a legitimarse para reflejar y/o representar las perspectivas e intereses de
los ciudadanos.” (p. 71-72).
En el EN confluyen dos tendencias (esbozadas en el capítulo 2 del libro de Held): “la noción el
Estado moderno como un sistema de poder circunscripto que impone una serie de controles y
mecanismos regulatorios tanto a gobernantes como a gobernados, y la noción del Estado
moderno como una comunidad política democrática en que los gobernantes son
representantes de los ciudadanos y responsables ante ellos.” (p. 72). Si bien estas tendencias
se encontraron muchas veces en tensión, se encontraron asociados en el EN democrático
liberal.
No hay que confundir EN y nacionalismo. Mientras que el primero requiere sólo la unificación
del aparato administrativo dentro de un territorio determinado, el segundo “denota la
existencia de símbolos y creencias capaces de crear pautas de comunidad étnica, religiosa,
lingüística y política” (p. 77).
No hay que minimizar las diferencias entre EN y el Estado Absolutista.
Formas del Estado moderno:
1] Constitucionalismo o Estado constitucional: se refiere a los límites del proceso de
elaboración de decisiones político o estatal. Se puede establecer la forma de tomar decisiones
o impulsar cambios (procedimentalismo). Se puede bloquear ciertos tipos de cambio
(sustantivismo).
2] Estado liberal: definido por el intento de crear una esfera privada independiente del Estado
y asegurar la liberación de la sociedad civil de toda inferencia política innecesaria. “El
constitucionalismo, la propiedad privada y la economía de mercado competitiva, junto con un
modelo de familia específicamente patriarcal, se consagraron como pilares del Estado liberal.”
(p. 73).
3] Democracia liberal o representativa: las decisiones que afectan a la comunidad son
tomadas por los representantes elegidos por el pueblo dentro del marco de la ley. Supone la
vigencia de un conjunto de reglas o instituciones: a) control constitucional de la política
gubernamental de los funcionarios electos; b) establecimiento de mecanismos para designar y
destituir pacíficamente a los funcionarios; c) derecho de todos los adultos a votar en las
elecciones; d) derecho de presentarse para ocupar cargos públicos; e) derecho a que cada
ciudadano se exprese libremente; f) fuentes accesibles de información, independientes del
gobierno y del control de un único cuerpo o grupo; g) derecho de formar e ingresar en
asociaciones independientes (políticas, sociales o culturales). (p. 74).
4] Comunidad política de partido único o unipartidista: Basada en el principio de que “solo un
único partido puede ser la legítima expresión de la voluntad general de la comunidad” (p. 75).
Contenido del capítulo:
Análisis de la manera en que el Estado moderno se desarrolló como EN; como la democracia se
conformó dentro del EN como democracia representativa liberal; como este tipo de
democracia predominó en el mundo político.
En el análisis se toman tres claves explicativas (o “macropautas”): la guerra y el militarismo; la
emergencia del capitalismo; la lucha por la ciudadanía.
Sección 3.1. Guerra y militarismo (pp. 75-83).
El sistema de Estados modernos fue producto de la intersección de procesos nacionales e
internacionales. “En el núcleo de estos procesos combinados se hallaba la aptitud de los
Estados para asegurar y fortalecer sus bases de poder y, de ese modo, ordenar sus relaciones,
internas y externas. Lo que estaba en juego era, en pocas palabras, la capacidad de los Estados
para organizar los medios de coerción (ejércitos, armadas y otras formas de fuerza militar) y
desplegarlos cuando fuera necesario.” (p. 76).
Held toma el caso de Inglaterra. Del siglo XII al XIX, entre el 70 y el 90 % del gasto estatal se
destinó a la fuerza militar. Entre los siglos XVII-XVIII el presupuesto estatal pegó un salto de
crecimiento, impulsado casi exclusivamente por los gastos militares (aumentó el costo de
mantener un ejército y una armada). (1)
El autor no apoya la tesis del determinismo militar (que sostiene que los cambios en la guerra
y los recursos militares son la única causa de los cambios en el Estado). Los hechos
mencionados arriba “indican que el desarrollo y el mantenimiento de la capacidad coercitiva
fueron centrales en la constitución del Estado; si pretendían sobrevivir, los Estados debían
procurarse esta capacidad y asegurarse su efectividad.” (p. 77). (2)
Todos los Estados europeos compitieron por desarrollar sus recursos militares. Muy pocos
tuvieron éxito; Gran Bretaña, Francia y España estuvieron entre los “sobrevivientes” de esta
competencia. (p. 77). Esta competencia entre Estados estaba guiada no sólo por ambiciones
de los gobernantes o consideraciones de política interna, “sino también por la
misma estructura del sistema internacional: los Estados individuales, para garantizar su propia
seguridad, debían prepararse para la guerra, un proceso que bastaba para generar inseguridad
en los demás Estados y los llevaba a responder con la misma moneda. (…) los Estados se
armaban y militarizaban en parte para aumentar su propia seguridad, y al hacerlo aumentaban
la inseguridad de los otros Estados, que a su vez recurrían al armamentismo – de ese modo,
todos los Estados se hallaban en condiciones de menor seguridad -. Este círculo vicioso de
inseguridad mutua se conoce como «el dilema de seguridad» del Estado.” (p. 78; el resaltado
es mío – AM-).

¿Cómo obtenían los Estados los recursos para financiar sus gastos militares?
Los Estados estaban obligados a desarrollar sus actividades de extracción = habilidad para
extraer recursos (hombres, armas, víveres o impuestos). Por supuesto, se desataron fuertes
resistencias entre los súbditos, las que, a su vez, debieron ser sofocadas por el Estado. Para
ello debió constituirse una estructura administrativa capaz de controlar efectivamente el
territorio. Así, “el desarrollo de ciertas organizaciones básicas del Estado moderno recibió su
impulso de la intersección de la guerra y los intentos de financiarla.” (p. 78).
“Con el tiempo, fue la creciente escalada de la guerra, y en particular su creciente dependencia
del cambio y la especialización tecnológica, lo que dio al Estado-nación su impronta distintiva y
su superioridad sobre las otras formas de Estado.” (p. 78).
La consolidación de Estados con fuerzas armadas sólidas no erradicó los conflictos con los
súbditos que se oponían a la militarización (por ejemplo, las disputas en torno a los impuestos
necesarios para sostener los gastos militares). La expansión de los medios de coerción fue de la
mano, por lo general, con el desarrollo de las demandas de representación de los súbditos en
el gobierno. “A medida que aumentaban los costos y las exigencias de la guerra, mayor era la
necesidad de los gobernantes de negociar con sus súbditos y conquistar su apoyo.” (p. 79). (3)
En otras palabras, “a medida que se involucraba en los preparativos para la guerra y en las
batallas, la gente comenzaba a tomar conciencia de su pertenencia a una comunidad política y
de los derechos y las obligaciones que esa pertenencia puede implicar. (…) la expansión de la
ciudadanía estuvo sin lugar a duda enlazada a los requerimientos militares y administrativos
del Estado moderno y la consecuente «politización» de las relaciones sociales y las actividades
cotidianas.” (p. 81). Held sostiene que hay que rechazar las explicaciones mecánicas: ciertas
democracias fueron estimuladas por las movilizaciones masivas (Gran Bretaña, Canadá, Países
Bajos), otras fueron producto de derrotas militares (Austria, Alemania, Italia y Japón).
El nacionalismo fue “una fuerza crucial en el desarrollo del Estado-nación democrático” (p.
81). Entre otras cosas, porque “estuvo estrechamente ligado a la unificación administrativa del
Estado” (p. 81). Los Estados promovieron la construcción de una identidad nacional que
legitimara sus esfuerzos tendientes al desarrollo de un aparato administrativo [Y esa
construcción retroalimentó la expansión de dicho aparato]: “la construcción de una identidad
nacional formó parte del proyecto de aglomerar a la gente dentro del marco de un territorio
delimitado con el propósito de afirmar o aumentar el poder del Estado. Los requerimientos de
la acción política hicieron del despliegue de la identidad nacional un medio para asegurar la
coordinación de las medidas políticas, la movilización y la legitimidad.” (p. 81-82). (4)
Sección 3.2. Estados y capitalismo (pp. 83-90).
Esta sección gira en torno al intento de dar respuesta al problema de cuál fue la relación entre
el desarrollo del sistema económico capitalista y el Estado moderno.
Ante todo, en sus orígenes globalización fue sinónimo de globalización europea. Sólo los
Estados europeos (producto del proceso reseñado en la sección anterior) poseían los recursos
necesarios para emprender largas expediciones ultramarinas y sostener colonias en los
territorios conquistados. A su vez, esa expansión profundizó el desarrollo de grandes
organizaciones en las metrópolis: “en particular, la expansión europea se convirtió en la mayor
fuente de desarrollo de la actividad y eficiencia estatales.” (p. 85). Con los recursos de las
colonias, los poderes ejecutivos y las burocracias estatales pudieron reforzar su autonomía
frente a las asambleas y parlamentos locales. (p. 85).
“Una vez más, aquellos Estados que pudieron organizar una infraestructura administrativa
sólida, contaron con la mayor población, tendieron una red impositiva efectiva y desarrollaron
la industria naviera y armamentista, se pusieron en ventaja y lideraron el proceso.” (p. 85).

El eje de la supremacía europea fue la expansión de los mecanismos económicos capitalistas,


iniciada alrededor de 1450. Desde sus orígenes, el capitalismo fue internacional. Su desarrollo
“introdujo un cambio fundamental en el orden mundial: hizo posible, por primera vez en la
historia, que se concretaran conexiones genuinamente globales entre Estados y sociedades;
penetró en los rincones más remotos del mundo e imprimió profundos cambios sobre la
dinámica y la naturaleza del poder político.” (p. 86).
Primero, se expandió el capitalismo comercial. O sea, las relaciones de mercado. (5)
S. XV: Cambios en la agricultura europea. Era de los desaguaderos, empleo de tierras
húmedas. Resultado: aumento de la productividad agrícola, creación de excedente para
operaciones de compraventa a largo plazo. Se organizaron las rutas comerciales de larga
distancia: costas septentrionales del Mediterráneo, corredores Norte-Sur que cruzaban
Europa, redes situadas en el Noroeste. Se aceleró la dinámica de la economía: oportunidades
agrícolas y navales. “Los objetivos de guerra se convirtieron gradualmente en objetivos
económicos: las empresas militares y de conquista se conectaron con la búsqueda de ventajas
económicas.” (p. 87). “Durante un intenso período, la globalización de las relaciones políticas y
económicas coincidieron en un mismo carril.” (p. 87).
Segundo (en paralelo con lo anterior), el Estado se fue involucrando en los asuntos de la
sociedad civil. Si las actividades económicas dentro de sus territorios eran exitosas, más
recursos quedaban disponibles para el Estado.
S. XVII-XVIII: Los Estados absolutistas y constitucionales fueron construyendo una sólida
injerencia en las actividades de la sociedad civil. (p. 88).
“El elemento que acompañó a este proceso fue, por supuesto, la creciente intercalación de la
sociedad civil con el Estado; pues por su capacidad para estabilizar y garantizar la efectividad
de la ley, los contratos y la moneda – de asegurar un marco que coordinara la economía
capitalista emergente -, el Estado se transformó en objeto de especial atención para las clases
y los grupos poderosos de la sociedad civil, que esperaban poder moldear la acción estatal y
adecuarla a sus intereses.” (p. 88). [No tiene desperdicio. Más allá de la distinción entre
sociedad civil y sociedad política, que supone generalmente una escisión de aquello que no
puede escindirse – la sociedad entendida como totalidad dialéctica - , la frase final es por lo
menos ingenua. ¿Alguna vez las clases dominantes dejaron de prestar atención al Estado? En
una sociedad de clases, el Estado constituye la forma más elevada de organización de la clase
dominante.]
“¿Cuál fue la relación entre las organizaciones estatales, las instituciones representativas y las
clases en la época de la formación del Estado moderno? (…) se pueden descubrir ciertas pautas
comunes. En primer lugar, el desarrollo del Estado se filtró a través de las estructuras sociales
de las distintas sociedades – esto es, de peculiares constelaciones de clases y grupos,
organizadas alrededor de diferentes tipos de recursos, y que podían cooperar con los
constructores del Estado o bien oponerse a ellos. Por ejemplo, en las regiones «capital-
intensivas» (áreas caracterizadas por el comercio, donde prevalecían las relaciones de
mercado), los comerciantes y los empresarios capitalistas favorecieron, y en ocasiones
impulsaron (como en Holanda y Gran Bretaña), estructuras estatales que ampliaron la
representación para incluir sus intereses. En contraste, las áreas «coerción-intensivas» (áreas
predominantemente agrícolas, donde la coerción directa es el factor básico del orden), los
terratenientes lograron un mayor control del Estado y pudieron obstaculizar el desarrollo de
asambleas o consejos representativos.” (p. 88-89; el resaltado es mío – AM-).
En las regiones capital-intensivas se verificó una peculiar pauta de relaciones entre el
capitalismo y el Estado modernos emergente. Se dio una alianza entre los gobernantes que
querían centralizar el poder político arremetiendo contra la nobleza, la Iglesia y los distintos
cuerpos estamentales, y las clases capitalistas en ascenso interesadas en remover los
obstáculos a la expansión de las relaciones de mercado. Esta alianza se mantuvo durante la
fase formativa del Estado moderno. (p. 89).
S. XVIII-XIX = La burguesía impulsó el gobierno representativo para evitar las injerencias
arbitrarias del Estado sobre el poder económico. [Este es el marco en que Adam Smith escribió
su Riqueza de las naciones. Sus recomendaciones de política económica van en esta línea.]. “la
lucha a favor de los derechos civiles y políticos fue reconstituyendo la naturaleza tanto del
Estado como de la economía – conduciendo al primero hacia el sistema político democrático y
a la segunda hacia el sistema de mercado capitalista.” (p. 90). En este contexto se produjeron
luchas en torno a qué contenido darle a la ciudadanía, las cuales fueron también intentos de
definir la acción del Estado. (p. 90).
Sección 3.3. Democracia liberal y ciudadanía (pp. 91-96).
Ciudadanía = “es un status que, en principio, atribuye a los individuos iguales derechos y
deberes, libertades y restricciones, poderes y responsabilidades. (…) Analizar la ciudadanía
consiste, entre otras cosas, en examinar los tipos de lucha que emprendieron los diversos
grupos, clases y movimientos para obtener mayores grados de autonomía y control sobre sus
vidas ante las distintas formas de estratificación, jerarquía y obstáculos políticos.” (p. 91).
En la fase formativa del Estado moderno, las luchas por la ciudadanía fueron sinónimo de
“intento de establecer cierta forma de soberanía popular mediante la sanción de ciertos
derechos civiles y políticos.” (p. 91). (6)
S. XVIII = Luchas por los derechos civiles en GB y EE.UU. Quedaron aseguradas la libertad
individual y la igualdad ante la ley. Si bien impugnaron las relaciones tradicionales de poder,
fueron funcionales al desarrollo del capitalismo: “los nuevos derechos autorizaban a cada
persona que los ejerciera a participar como un agente independiente en la competencia
económica; crearon individuos libres e iguales en status, un status fundante del contrato
moderno.” (p. 92).
Para concluir, Held se hace dos preguntas: ¿por qué en las comunidades occidentales la
ciudadanía cristalizó bajo la forma de derechos civiles y políticos? ¿Cómo hizo la democracia
liberal para triunfar sobre otras formas de gobierno alternativas?
Plantea que puede formularse una respuesta analizando la convergencia de tres factores
críticos:
1] Reciprocidad del poder = creciente dependencia entre los sistemas nacionales de regulación
de la cooperación de las poblaciones dominadas. (p. 94).
2] Crisis de los mecanismos de legitimidad tradicionales y su reemplazo por
“la legitimidad ofrecida por los sistemas democráticos representativos (…) que se basaba en
el reconocimiento de una relación recíproca entre gobernantes y gobernados, en la cual, por
un lado, estos últimos tenían el deber de respetar la ley y la autoridad del Estado, y, por el
otro, los primeros tenían la obligación de actuar siguiendo fielmente el amplio mandato
del «pueblo».” (p. 94; el resaltado es mío – AM -.).
3] La democracia representativa liberal no representaba una amenaza para las fuerzas y la
creciente autonomía de la economía de la sociedad civil. (p. 94).
El argumento habitual sobre el triunfo del EN sobre otras formas de Estado: “los Estados-
nación alcanzaron la supremacía porque triunfaron en la guerra, fueron relativamente exitosos
desde el punto de vista económico, y lograron un grado significativo de legitimidad entre sus
poblaciones y los demás Estados.” (p. 96).

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