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La Solidaridad
La Solidaridad
El hombre en este mundo no está solo, se reconoce y sabe quién es, cuando descubre
al ‘otro’. El ‘tú’, me hace ser ‘yo’ persona, que piensa y actúa, según las circunstancias
que le toca vivir en este mundo.
Cuando nos adherimos a los intereses o necesidades de los demás, ejercemos una
virtud llamada solidaridad. Una persona solidaria es aquella que no solamente se
muestra conforme con la actitud del otro, sino que participa en sus consecuencias.
El hogar constituye un medio natural para la iniciación del genero humano en esta
virtud; luego en el desarrollo de la vida, se van estableciendo intercambios solidarios
entre las personas. El trato con los demás nos lima y pule las aristas del ‘ego’ y nos
ayuda a ubicarnos en la sociedad.
El ‘ego’ en el ser humano es tan fuerte, que su desborde nos lleva al ‘egoísmo’. Esto
es un replegarse en sí mismo, sobre los intereses de los otros, lo cual impide compartir
las cualidades y afectos con el prójimo.
Esto nos demuestra que el menor de nuestros actos, hechos con amor repercute en
beneficio de todos. Es por eso que esforzándonos por llevar una vida solidaria al
servicio de los demás, lograremos desarrollar el amor al prójimo. Muchas veces nos
resultará difícil, pero es una virtud básica para la vivencia de nuestro cristianismo.
Para compartir
¿recurrimos al ‘no te metas’? Por pereza, por indiferencia, por rutina, para no
involucrarnos en algo nuevo.
Escuchemos la Palabra
‘Existe una solidaridad entre todas la criaturas, por el hecho de que todas tienen el
mismo Creador y que todas están ordenadas a su gloria’. (Catecismo de la Iglesia
Católica).
Tenemos presente que somos miembros del cuerpo místico rezando por el
Papa, la Iglesia, nuestro país, conocidos, desconocidos, etc., etc.
Salmo
La revista Crecer Nº 20, año 2001, tiene un valioso material para profundizar el tema.
Así como el Cuadernillo Idea Fuerza 2001, Tiempo de Solidaridad, Tiempo de Servicio
Compromiso