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UNA HISTORIA PROPIA1

Todos tenemos una historia, estamos entretejidos por esa historia. No es ni


buena ni mala, es una suma de dichas y desdichas, de incidentes, de
accidentes, de alegrías y de sufrimientos. Mientras no se acepte que esa
historia sea por cierto la nuestra, no es posible vivirla bien. Mientras uno
permanezca en la NOSTALGIA de un padre o una madre que serían diferentes
de lo que son, no podríamos avanzar, porque toda nuestra energía está al
servicio de la nostalgia. Uno se queda en un solo lugar rumiando su
frustración, uno no emprende su propio camino.
Cuando se siente que esto es posible, es importante saber quiénes eran
nuestros ANCESTROS y donde vivían.
Hagan que les cuenten su historia para conocerse mejor, para saber mejor
quienes son… Esta historia les pertenece; interroguen a sus padres, a sus
abuelos y a sus bisabuelos, puesto que cada vez más y cada vez con mayor
frecuencia se puede tener la suerte de conocerlos. Los amigos de nuestros
padres, las personas de edad conocen TESOROS DE HISTORIAS que no
cuentan porque ya nadie piensa en preguntarles.
Hagan su árbol genealógico (¿Para plantar allí a sus padres ¿). Como dice
bellamente Cocteau: “Hay que cantar sobre su árbol genealógico”.
Cuando hay misterios, es interesante hablar de ellos, soñar con ellos.
Todo esto con AGRADECIMIENTO hacia aquellos que les han dado la vida y
tratando de hacer bien las cosas como ellos, si se puede mejor, y dentro de lo
posible nunca lo peor. Esto ya está bien como programa de adolescente.
En la adolescencia se reviven, sin siquiera saberlo, muchas cosas de la
infancia en los sueños o en los fragmentos de recuerdos, que son como trocitos
intactos de nuestra historia que remontan la superficie.
Se dice que las personas que van a morir ven en un instante todo su pasado.
En la adolescencia, el niño que éramos muere para transformarse, y quizá por
eso los recuerdos vuelven con tanta fuerza. No hay que tener miedo. Es
natural. No hay motivos para sentirse raros.
Cada momento que vivimos no es sino un punto en la trayectoria de nuestra
vida. Es importante saber de dónde venimos para comprender mejor a donde
vamos, y porque tomamos esa dirección. ¿Es buena para nosotros? Siempre
es útil preguntárselo a sí mismo. ¿Cómo he llegado aquí? ¿Bebé “por
accidente” o bebé largo tiempo deseado? ¿Cómo hemos sido recibidos?
¿Nacimos con la cabeza hacia adelante o con las nalgas hacia delante? Nos

1
Tomado de Palabras para Adolescentes o el Complejo de la Langosta. De Francoise Dolto y Catherine
Dolto – Tolitch. 1989. Editorial Atlàntida 1992.
dieron el pecho o el biberón? ¿Quién nos cuidaba? Todo eso es nuestra
historia, es algo precioso y tenemos el derecho a conocerla cuando es posible.
Se puede preguntar a los padres, con la condición de que no respondan si no
tienen ganas. Cuando una formula preguntas sobre su historia, hay que ser
atrevido y está muy bien atreverse, pero atención, a veces las respuestas
hacen mucho mal en el momento.
En la adolescencia, uno se da a luz a sí mismo, uno se vuelve responsable de
sí mismo tanto si ha sido un bebe bien recibido como si no lo fue.
Cuando uno conoce la historia de su familia, de sus padres, puede sentirse
culpable por lo que ellos hicieron, en lugar de asumirlo sin culpabilidad. El
sentimiento de culpabilidad es un veneno violento para el ser humano. A veces
son las cosas ocultas en nuestra historia las más dolorosas y culpabilizantes:
nos impiden avanzar, desarrollarnos. Ese pasado que nos molesta es lo que
llamamos neurosis.
La neurosis no es una enfermedad sino un padecimiento, que puede
transmitirse de generación en generación mientras no se comprenda de qué se
trataba. Un pequeño acontecimiento escondido, vergonzoso, en la vida de
cualquiera, puede también estropear la vida de sus descendientes. Uno puede
liberarse de esa neurosis, por ejemplo haciendo psicoterapia.
Aunque el pasado es tan importante, nunca hay que olvidar que todo se revive
cada día. Por el contrario, ningún pasado frustrado impide tener un hermoso
PORVENIR.

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