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Diccionario de los Sentimientos José Antonio Marina

José Antonio Marina y Marisa López Penas

Diccionario de los sentimientos

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Diccionario de los Sentimientos José Antonio Marina

EDITORIAL ANAGRAMA BARCELONA

Este libro no habría podido escribirse sin la sabiduría y generosidad de Julio Marina, cuya pericia
informática y tenaz entusiasmo nos permitió manejar, sin morir en el empeño, colosales masas de
información. Quede constancia de nuestra gratitud. J.A.M. y M.L.P.

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Diccionario de los Sentimientos José Antonio Marina

Gran obertura en dos movimientos

MOVIMIENTO PRIMERO: UN MODELO DE DICCIONARIO

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Queremos comenzar con una advertencia. Quien no sienta fascinación por las palabras, quien no
se sienta atraído por las enrevesadas relaciones que tejen, sorprendido por su perspicacia, intrigado
por sus metáforas ya casi irreconocibles, quien no perciba que internarse en las complejidades del
lenguaje es hacer espeleología íntima, pasar de los ecos que oímos a la voz que gritó en la
espelunca originaria, no debe leer este libro. Antes que un diccionario, antes que un texto sobre los
sentimientos, hemos escrito un homenaje a la lengua, a todas, festivo y solemne a la vez y en las
celebraciones sólo deben entrar los que se encuentren con ánimo de celebrar.

En el diccionario hay miles de historias entremezcladas, y hace falta la paciencia de un botánico o


de un arqueólogo o de un miniaturista para desentrañarlas. Es necesario un cierto gusto para
descifrar enigmas léxicos y para valorar la poética de la minuciosidad y de la precisión. Si cumplen
esos requisitos, disfrutarán y aprenderán muchas cosas explorando el vocabulario de los afectos.
Pero tengan en cuenta que no basta leer las palabras. Hay que paladearlas, manejarlas, jugar con
ellas, navegar por sus cauces interiores. «Me gusta palabrear», escribió Pessoa. «Las palabras son
para mí sirenas visibles, sensualidades incorporadas. » Pues eso.
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Este libro no debería estar escrito sino pintado, como nos ha enseñado el arte chino, para que cada
palabra mostrara la belleza de su textura. El pictograma de la palabra china paz es una agregación
de los signos techo y mujer. ¡Bello descubrimiento! Y la palabra negro significa «la esencia
inagotable del mundo». De ahí que todos los grandes calígrafos, esos maravillosos híbridos de
filología y pintura, usaran sólo el color negro para dibujar, la insondable tinta china de nuestra
infancia, con sus aguadas todopoderosas. De estos maestros hemos aprendido la atención, el
miramiento, la pasión contemplativa hacia las palabras. Las valoran tanto que cuidan
apasionadamente la elección de los nombres propios, para que se adecuen a su destinatario, no
sólo por su significado sino por el sonido y por la belleza de su grafía. 1 Nosotros también
querríamos hacer una lingüística poética, que integrara el rigor y el deslumbramiento, por eso casi
nos ha salido un libro de meditación taoísta o zen.

Una escuela de serenidad donde van a encontrar mal acomodo los que gusten sólo de la palabra
apresurada y simplificadora. Filólogo, no lo olviden, significa, ante todo, «el que lee lentamente».

El léxico contiene una sabiduría popular almacenada durante milenios. Su análisis nos ilustra
acerca de cómo construimos el Mundo de la vida. Nos muestra las preferencias, los intereses, las
creencias, el sistema de normas, las costumbres de una sociedad. «El idioma de un pueblo nos da
su vocabulario, y su vocabulario es una Biblia bastante fiel de todos los conocimientos de ese
pueblo», escribió Diderot, en el artículo «Encyclopédie» de la Encyclopédie. Esto convierte la
semántica en una esforzada expedición a los orígenes. La historia del idioma presenta un aspecto
muy similar al de las excavaciones arqueológicas, que descubren las huellas estratificadas de la
vida humana, de sus anhelos y fracasos, como un fascinante hojaldre cosmogónico. Desde el fondo
de los tiempos nos han llegado generosas herencias de antepasados desconocidos: los objetos de
la cotidianeidad, las agujas de coser, las pequeñas vasijas para guardar lágrimas, los
enterramientos. Y también las palabras, los verbos, el subjuntivo, las insistentes metáforas, tan
conmovedoras y misteriosas como esos restos de afanes antiguos. Son fruto de incontables
experiencias lejanísimas, y su perspicacia anónima guía nuestra perspicacia personal. El léxico
afectivo nos va a introducir en la enigmática historia de la especie humana, capaz de sentir y
deseosa de expresar lo que sentía. Nos parece ver a nuestros antepasados sorprendidos,

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Diccionario de los Sentimientos José Antonio Marina

asustados, fascinados por los sentimientos, por unas fuerzas de origen desconocido que les
manejaban, haciéndoles sufrir, alegrarse, desear, estar pendiente, matar, morir.
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Si un diccionario fuera la única fuente de información para un extraterrestre, sabría que los
terráqueos perciben, conocen, evalúan, sufren, desean, se decepcionan, se desesperan, y muchas
cosas más. Sin embargo, sólo podría entender el significado de esas palabras cuando pudiera
saltar desde ellas hasta la experiencia. La aclaración de unas palabras por otras tiene un límite,
más allá del cual resulta necesario salir del reducto lingüístico. Sólo podemos entrar en un
diccionario si somos capaces de tender un puente que le una con la experiencia.

Este libro estalla por todas sus costuras. Es un «diccionario cognitivo», que pretende mostrar las
relaciones del léxico con el conocimiento. Es la cartografía de un viaje de ida y vuelta. La
experiencia fundamenta el léxico, que a su vez analiza, organiza y retiene la experiencia. Es un
léxico castellano, que busca correspondencias o contradicciones en otras lenguas. Es el estudio
sobre palabras que quiere ser una investigación sobre la realidad. Semejantes pretensiones nos
han recomendado un complicado método de trabajo. En primer lugar, hemos hecho una
investigación de campo inductiva, a la descubierta, sin presupuestos previos, sobre la
documentación guardada en los diccionarios castellanos, para buscar en ella la organización vital
que hay por debajo. Hemos comenzado analizando las palabras que designan emociones, afectos,
sentimientos, sin ser muy estrictos en su selección, dejando que el mismo diccionario nos guiara.
Cada uno de los sentimientos pertenece a una familia léxica (amor, amar, amante, enamorar,
enamoradizo, amable, etc.). Prolongando el análisis, hemos comprobado que las familias no
permanecen aisladas, sino que por medio de referencias cruzadas o de elementos comunes se
agrupan en clanes, y éstos en tribus. Por ejemplo, nostalgia y añoranza forman un clan. Y junto a
melancolía, tristeza, desamparo y compasión forman la tribu de los «sentimientos de pérdida».
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Cada una de esas tribus se funda en una representación semántica básica, 2 que es un trozo de
experiencia que el lenguaje se encargará de analizar o de manejar en bloque, según sus
necesidades. El saharaui tendrá muchas palabras para designar la arena, y, posiblemente, muy
pocas para hablar de la hierba. La representación semántica de un vergel será tan inaudita y
mágica que tendrán que referirla a una vida paradisíaca y ultraterrena. Una vez organizadas -sin
duda provisionalmente- las tribus sentimentales castellanas, hemos hecho calas en otras lenguas, a
veces muy distantes, para ver si esas representaciones semánticas básicas, esos dominios
acotados de experiencia, aparecían también en ellas. Se trata, como es obvio, de un intento
elemental e incoativo. Es más un programa de investigación que un logro. Por último, hemos
contrastado estos resultados con lo que nos dice la psicología o la antropología, para comprobar si
corroboran nuestros hallazgos. Todo parece indicar que las tribus sentimentales son comunes a
todas las culturas, aunque su despliegue en familias sea distinto. Esto permitiría teóricamente
elaborar un diccionario universal de los sentimientos, en el que cada idioma pudiera aportar sus
peculiaridades dentro de marcos comunes. Hay, pues, una esperanza de entendimiento.

El universo afectivo está formado por un sistema de representaciones semánticas básicas, que son
el resultado de la experiencia. El léxico expresa, analiza, subraya determinados aspectos de esa
base experiencial, a la que ayuda a organizarse, configurarse y establecerse. En el caso del léxico
sentimental las representaciones básicas adquieren un formato narrativo. Un suceso desencadena
un sentimiento porque afecta al sujeto en su bienestar o en sus aspiraciones. El sentimiento
desencadena a su vez nuevos deseos, y puede manifestarse en expresiones y comportamientos,
que a su vez pueden despertar nuevos sentimientos. Este modelo general nos permite comprender
las palabras, hacer inferencias, entender los discursos. Nos resulta fácil comprender frases como
las siguientes: «Prefirió perjudicarse él mismo antes que colaborar. Le come la envidia», «El
despego del hijo entristecía a la madre y enfurecía al padre».
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