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APRENDER A ORAR

A la luz de la Biblia, aprendemos que necesitamos aprender a orar. La oración no se trata


de cómo podemos orar, qué palabras podemos decir, sino de cómo Dios ha revelado que
quiere que lo hagamos.

Nunca hemos oído a alguien decir: “Una pregunta, ¿me enseñas a orar?” Sin embargo, eso
fue lo que los discípulos de Jesús hicieron (Lucas 11:1). Ellos no le preguntaron “Maestro,
¿me enseñas a caminar sobre el agua o a multiplicar panes?” Preguntaron cómo orar,
porque vieron que Jesús era un hombre de oración y en su ejemplo entendieron la
importancia de orar.

Pensemos por un momento: Acercarnos a Dios a nuestra manera, y no a la manera de Él,


es el acto de orgullo más grande que un hombre puede realizar. Por eso es importante
aprender a orar correctamente.

Dios es tu amoroso Padre Celestial, y desea saber de ti. Tú puedes acudir a Él por medio de
la oración. Como hijo Suyo que eres, puedes pedirle a tu Padre Celestial ayuda y guía para
tu vida.

Se puede orar en voz alta o en la mente. Puedes hablar con Dios como lo harías con
cualquier otra persona. No es necesario que tus palabras sean elocuentes ni que estén
memorizadas. Es más importante que abras tu corazón y te muestres tal como eres. Cree
que Él está ahí y que escucha, porque así es. Cree que Él te ayudará, porque lo hará.

Comienza tu oración
Antes de empezar, busca un lugar tranquilo donde te sientas cómodo. Una buena manera de
comenzar es dirigiéndote a Dios por Su nombre. Trata con: “Querido Dios”, “Querido
Padre Celestial”, “Padre nuestro que estás en los cielos”, o simplemente “Dios”.

Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que
está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.
Mateo 6:6

Es necesario que cuando oremos, pensemos por qué oramos lo que oramos.

Muchas frases en muchas oraciones que incluso podemos escuchar en nuestras


congregaciones, podrán sonar bonitas y hasta inspiradoras, pero no son bíblicas, ni siquiera
un poco. Muchas de esas cosas rayan en la herejía, como la manía de declarar cosas a
diestra y siniestra.

Cuando decidimos pensar más sobre la oración, nos veremos desechando un montón de
ideas que no agradan a Dios y depurando nuestro conocimiento al respecto. ¡Y eso es
bueno!

Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es
su voluntad para ustedes en Cristo Jesús.
1 Tesalonicenses 5:16-18

No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus
peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Filipenses 4:6-7

Mantén una conversación con Dios


Habla con el corazón y comparte tus esperanzas y tus deseos, así como tus preocupaciones
y tus problemas. Puedes pedirle ayuda, dirección, perdón o sanación. Lleva ante Él
cualquier cosa que tengas en la mente, reconociendo que Su sabiduría es más grande, y Su
tiempo mejor que el tuyo. Puedes preguntarle lo que Él desea para ti.

Comparte con Dios tus sentimientos acerca de otras personas. Ora por sus necesidades o
pregunta maneras en las que puedes amarlas y ayudarlas.

Expresa gratitud a Dios por todas las bendiciones de tu vida. Incluso los desafíos pueden
ser una bendición. Eso nos ayuda a ser humildes, lo cual mantiene nuestra mente y nuestro
corazón más receptivos a las respuestas de Dios.

Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su


voluntad, él nos oye.
1 Juan 5:14

El Señor está cerca de quienes lo invocan,


de quienes lo invocan en verdad.
Salmo 145:18

Acaba tu oración
Una vez hayas dicho todo lo que deseabas decir, puedes acabar tu oración diciendo: “En el
nombre de Jesucristo, amén”.
Lo hacemos así porque Jesús es el medio para conectar con nuestro Padre Celestial, y todas
las cosas deben hacerse en Su nombre.

Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en
el Hijo.
Juan 14:13

Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Mateo 18:20

Actúa conforme a tus deseos justos


Hay sabiduría en el dicho: “Ora como si todo dependiera del Señor, y luego trabaja como si
todo dependiera de ti”. A menudo es durante el proceso de la acción cuando recibimos la
guía y la ayuda de Dios.

“ Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.”

Mateo 7:7

Dios se comunica con nosotros por medio del Espíritu Santo, en forma de buenos
pensamientos e ideas, o de sentimientos de paz y consuelo. Cuando sentimos esas cosas,
significa que Dios nos está alentando, mostrándonos la verdad y dándonos dirección.

Todo el mundo sentirá el Espíritu Santo a su propia manera. La Biblia con frecuencia lo
describe como “una voz apacible y delicada” (véase 1 Reyes 19:11–12), que casi parece
susurrar a tu mente.

A menudo Dios contesta nuestras oraciones por medio de otras personas. En el momento
oportuno, Dios puede poner personas en nuestra vida que sean o que nos den la respuesta
que hemos estado buscando. También podemos recibir respuestas a nuestras oraciones al
leer lo que Sus profetas han enseñado en la Biblia . Cuando oramos y leemos la palabra de
Dios, el Espíritu Santo puede darnos ideas y guía personalizadas. Dedicar tiempo a estudiar
Su palabra es también una manera de demostrarle a Dios que verdaderamente deseamos
recibir una respuesta de Él.

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