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EL CÓDIGO DE ÉTICA DE UN

PASTOR BAUTISTA
EL SERMÓN DE LA MONTAÑA: Mateo 5:1-12
En todo el sermón de la montaña encontramos el perfil de un discípulo de Cristo.
En las Bienaventuranzas se halla una descripción específica de su carácter.
Podemos usar este parámetro para señalar algunos aspectos generales de “cómo”
debe ser un pastor bautista.
Jesús dijo: Bienaventurados

“Los pobres” - Un pastor bautista reconoce sus necesidades, y tiene una sana
relación con los bienes materiales; no se deja poseer por lo material y vive feliz con
lo que tiene.

“Los que lloran” – Un pastor bautista es sensible a las necesidades propias,


a las necesidades de sus ovejas y a las necesidades de la sociedad que lo rodea.

“Los mansos” – Un pastor bautista es receptivo. Está dispuesto a aprender, a


ser enseñado no sólo por quienes piensan como él, sino también por quienes tienen
opiniones diferentes a las suyas. Siempre está en constante crecimiento y
actualización.

“Los que tienen hambre y sed” – Un pastor bautista es un hombre de


acción. Está dispuesto a actuar porque le es impuesta una necesidad de establecer
la justicia de Dios en la tierra por medio de su Reino. No calla ni es pasivo ante el
dolor de otros.

“Los misericordiosos” – Un pastor bautista tiene empatía, es decir, tiene


capacidad para ponerse en los zapatos de otro, es comprensivo, tolerante y capaz
de sufrir con el que sufre.

“Los de limpio corazón” – Un pastor bautista piensa, habla y actúa sin


doblez. No tiene propósitos ocultos en sus acciones. Es limpio y puro en su
ministerio.

“Los pacificadores” – Un pastor bautista es un ayudante de Dios. Con su


palabra hablada y con su palabra escrita busca la paz. Es hábil para reconciliar y
no causa divisiones ni malos entendidos.
“Los perseguidos y vituperados” – Un pastor bautista es auténtico.
Sufre el agravio, pone la otra mejilla, lleva la carga la segunda milla y da su
vestimenta. Se asemeja a los héroes de la fe en que no pasa desapercibido, sino que
es criticado y herido injustamente, y a pesar de ello se mantiene de pie venciendo
con el bien el mal.

EL PERFIL PAULINO DE UN SIERVO: Timoteo 3:1-7, Tito 1:5-10

En estos pasajes encontramos las exigencias paulinas para un siervo


de Dios. Un pastor bautista debe ser:

o Intachable en su testimonio. o Sin vicios.


o Sano en su relación matrimonial. o Sin problemas serios de conducta familiar.
o Sano en su carácter. o Sin problemas doctrinales.
o Sano en su mayordomía financiera. o Con capacidad para enseñar y para convencer.

De todo esto, entonces, podemos establecer un código de ética


práctico que pueda regirnos como consiervos.

LOS DIEZ MANDAMIENTOS


De un pastor bautista
I- Como pastor bautista: reconozco que he sido llamado por el Señor
Jesucristo a cumplir con una tarea divina, para la que he de prepararme
espiritual, emocional, intelectual y físicamente en forma continua, procurando
así, cumplir eficientemente con el ministerio que me sea encargado por la
iglesia. Buscaré siempre tener como modelo de servicio al varón perfecto:
Jesucristo. Jamás buscaré mi provecho personal por encima del adelanto de la
obra. Jamás practicaré rituales que se contrapongan al mensaje de luz del
evangelio. Jamás practicaré la masonería.

II- Como discípulo: es mi deseo desarrollarme como persona por medio de


una vida devocional intensa. Practicaré la lectura diaria de la Biblia, la
oración persistente y la vida congregacional sana. Jamás permitiré el
estancamiento de mi persona, sino que buscaré mi desarrollo, crecimiento y
maduración constantes.
III- Como predicador: estoy comprometido a predicar la Biblia, la palabra de
Dios. Procuraré enseñar, exhortar, animar, alentar y desafiar a mi
congregación a conocer, vivir y defender los valores, principios y doctrinas
que el Espíritu Santo nos ha revelado por la Escritura Santa. Jamás predicaré
lo que no esté claramente señalado en la Biblia y mucho menos para conducir
a la iglesia a un cambio de identidad denominacional.

IV- Como líder: conduciré a la congregación que sirvo a buscar la voluntad de


Dios. Compartiré el liderazgo con otros a los que buscaré capacitar como
colaboradores en los cuales delegar la carga del ministerio. Respetaré la
individualidad de cada miembro de la iglesia, las diferentes posturas en el
seno congregacional y, sobre todo, la autoridad de la asamblea. Jamás
ejerceré un liderazgo autoritario, ni pasaré por encima de las decisiones de la
iglesia.

V- Como Consejero: ayudaré a las personas a encontrar solución a sus


problemas y necesidades por la enseñanza de la Palabra, sin usar mi
autoridad para manipular a los que se acerquen a mí para solicitar guía
espiritual. Guardaré con absoluta discreción todas las confidencias que se me
compartan. Jamás usaré dichas confidencias en perjuicio de quien me las
encargó buscando ayuda.

VI- Como ministro de culto: enseñaré y dirigiré a la congregación a cumplir


con los requerimientos legales y compromisos sociales correspondientes.
Procuraré que se establezcan los parámetros justos para la compensación a
todos los empleados de la Asociación Religiosa. Aceptaré la necesidad e
importancia de ser evaluado en mi desempeño. Jamás entraré en pleito legal
contra la A.R., aun cuando sea en detrimento de mi economía, confiando así
en la providencia divina.

VII- Como esposo y padre (en caso de ser casado y tener hijos): buscaré
el desarrollo integral (espiritual, emocional, intelectual, físico y social) de mi
familia, para ser ejemplo de vida cristiana a la congregación. Tomaré el
tiempo convenido con la iglesia para dedicarlo a la vida familiar. Jamás
abandonaré a mi familia por dedicarme a la obra. Jamás me endeudaré
irresponsablemente.
VIII- Como compañero en el ministerio: buscaré y practicaré sanas
relaciones con mis consiervos, y procuraré la ayuda de uno o varios de ellos a
favor de mis propias necesidades de ser aconsejado. Tendré en alta estima a
los pastores jubilados. Buscaré el respeto y el orden en la transferencia de
miembros de otra iglesia a la iglesia en la que ministro, considerando siempre
un diálogo franco de pastor a pastor, además del trámite correspondiente de
iglesia a iglesia. Jamás competiré injustamente con un consiervo por el
pastorado de una iglesia o un cargo determinado. Jamás hablaré mal de un
consiervo, ni escribiré cartas que desprestigien su reputación, tampoco
prestaré atención a quien lo haga así. Cuando sepa de un consiervo que ha
caído en pecado, buscaré su restauración de acuerdo a Mateo 18:15-22. Jamás
iniciaré una nueva iglesia con la membresía de una congregación en la cual mi
ministerio haya concluido, ni entorpeceré la integración de su nuevo pastor,
ni con comentarios, ni con visitas frecuentes. Jamás practicaré el plagio, ya
sea de escritos, de ideas o de miembros.

IX- Como miembro de esta denominación: guiaré a la iglesia a la decidida


y sistemática colaboración con las instituciones (Convención Regional y
Convención Nacional Bautista de México), en todos los aspectos,
compartiendo el trabajo, el personal, las capacidades y el diezmo
denominacional de colaboración económica al fondo cooperativo. Jamás
influiré en mi congregación para dejar de cooperar, ni con desinformación, ni
con información negativa.

X – Como miembro de esta alianza ministerial: prometo cumplir su


código de ética y trabajar por el alcance de sus objetivos. Me apoyaré en ella y
en la convención a la que pertenece en caso de problemas laborales o de
división en la congregación en la que ministro. Jamás violaré conscientemente
sus estatutos y nunca haré declaración alguna en su contra.

“Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de


Cristo.” Filipenses 1:27ª
El presente Código de ética fue aprobado por unanimidad por la Alianza Ministerial de la CNBM, A. R, en su
reunión plenaria del día 28 de julio de 1999 en la ciudad de Durango, Durango, México.

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