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EL ARCA FAMILIAR

TEMA N°3 “HABLANDO CON DIOS”


¿QUÉ ES ORAR?
Es un dialogo entre Dios y el hombre., (Mateo 6:5-8., no para impresionar a
los demás, pues Dios los sabe todo.
5
Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie
en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los
hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
6
Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu
Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará
en público.
7
Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que
por su palabrería serán oídos.
8
No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué
cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.

¿QUÉ ES LA ORACIÓN?
Santiago 4:8
“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y
vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.”
 Conjunto de enunciados con que el creyente se dirige a Dios (mental o
vocalmente)
 Discurso, hablar con Dios
 (según la biblia) es el medio que Dios usa para comunicarse con el ser
humano.
TIPOS DE ORACION
1. Oración de fe: Que, si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y
creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa
para salvación. Romanos 10:9-10

2. Oración en acuerdo: Además os digo, que, si dos de vosotros se ponen


de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será
hecho por mi Padre que está en los cielos. Mateo 18:19

3. Oración de sanidad: ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los


ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre
del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y
si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Santiago 5:14-15

4. Oración en la intimidad: Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y


cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en
lo secreto te recompensará en público. Mateo 6:6

5. Oración intercesora: Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas,


oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los
reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y
reposadamente en toda piedad y honestidad. 1 Timoteo 1-2

6. Oración de petición: Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen


en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. Juan 15:7

7. Oración matutina: Yo amo a los que me aman, y me hallan los que


temprano me buscan. Proverbios 8:17

COMO ORAR EFECTIVAMENTE


Nuestros días están llenos de demandas: del trabajo, la familia, los vecinos.
Más que nunca es fácil de alcanzar a alguien o que nos alcanzan a nosotros,
sea por teléfono, celulares, email y los medios sociales. Tenemos que
aprender a poner todas estas distracciones a un lado cuando es tiempo de
orar. Una de las mejores formas de hacer esto es a través de la alabanza.
Empieza alabando a Dios y dándole gracias por todo. Puedes cantar o poner
música cristiana y así envolverte en la adoración. Algunas personas
prefieren leer un pasaje bíblico primero y dejar que sea Dios quien, por
medio de su palabra, empieza la conversación.
Pide perdón: Como no somos perfectos y a veces pecamos sin saberlo, toma
un momento para pedir perdón por tus pecados. Tomando el ejemplo del
Padre Nuestro, confiesa tus ofensas al Señor y pide que te ayude a no caer en
tentación y que te libre del mal.
Peticiones de acuerdo a la voluntad de Dios: En 1 Juan 5 encontramos una
hermosa promesa sobre las peticiones. El verso 14 dice "Ésta es la confianza
que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él
nos oye.
Además, cuando oremos debemos guardar silencio ante Dios. Debemos orar
a Dios con un corazón concentrado. No debemos ser tibios ni tener palabras
sin corazón. Cuando hablamos con nuestros padres, somos capaces de
respetarlos. Nuestra actitud hacia ellos es sincera. ¿No es porque son
nuestros mayores y nos han criado? Dios nos creó, nos concedió la vida, nos
proporcionó todo lo que necesitamos para vivir y Él nos ha concedido la
verdad. ¿No debería entonces ser aún más importante que oremos a Dios
con un corazón reverente? Independientemente de acerca de qué oremos a
Dios, debemos tener un corazón devoto y buscar las intenciones de Dios y
contarle con honestidad acerca de nuestros propios pensamientos y
dificultades y debemos esperar pacientemente el tiempo de Dios. Sólo de
esta manera obtendremos el esclarecimiento y la guía de Dios y
entenderemos Sus intenciones. Entonces nuestras dificultades se resolverán
a tiempo.
Cuando oremos nos debe quedar claro que somos creaciones y que Dios es
nuestro Creador. Dios sostiene todas las cosas y eventos en Sus manos.
Nuestro todo está controlado por Él. Lo que sea que encontremos todos y
cada uno de los días, sin importar si es un asunto importante o un asunto
menor, todo se debe a los arreglos de Dios. Cuando oremos a Dios debemos
mantenernos firmes en nuestra posición como creaciones y buscar la
voluntad de Dios con una actitud devota y sumisa ante Dios. No debemos
tener ninguna exigencia para Dios. Por ejemplo, cuando nos encontramos
con dificultades y no sabemos qué hacer, podemos orar así: “¡Dios! No
entiendo la verdad con respecto a este asunto. No sé cómo debo hacer las
cosas según Tus intenciones. Sin embargo, estoy dispuesto a buscar en Tus
palabras y hacer las cosas según Tus peticiones y satisfacer Tus intenciones.
Por favor esclaréceme y guíame. ¡Amén!”. Cuando nuestros corazones
tengan un lugar para Dios y cuando podamos estar en el lugar de una
creación y orar, postrarnos y dar adoración a nuestro Creador y cuando
podamos obedecer Su obra y poner Sus palabras en acción, sólo entonces
construiremos una relación normal con Dios y obtendremos la obra del
Espíritu Santo. Todos sabemos que Job fue un hombre que temía a Dios y
evitaba el mal. Cuando perdió todo su ganado, hijos e hijas, se cubrió de
llagas de pies a cabeza y estuvo soportando mucho dolor, creyó que Dios era
el gobernante de todo y que sin el permiso de Dios estas cosas no le hubieran
sucedido. Además, también sabía que todo lo que tenía, incluida su vida, le
había sido dada por Dios. Independientemente de cuándo Dios quiera cobrar,
es natural y correcto. Por lo tanto, no se quejó con Dios ni tuvo ninguna
exigencia para Dios. Como resultado, se inclinó y adoró y con un corazón de
sumisión oró a Dios. Dijo estas palabras: “Jehová dio y Jehová quitó; bendito
sea el nombre de Jehová” (Job 1:21).* “¿Aceptaremos el bien de Dios y no
aceptaremos el mal?” (Job 2:10). Job se mantuvo firme y dio testimonio de
Dios. Su razonamiento y su sumisión a Dios obtuvieron la alabanza de Dios. Si
también somos capaces de dirigirnos a Dios de la manera en que lo hizo Job,
si tenemos un lugar para Dios en nuestros corazones y si podemos orar a Dios
con un corazón que se somete a Él, independientemente de con qué pruebas
nos encontremos, Dios nos guiará y esclarecerá para que entendamos la
verdad. Nuestros espíritus se volverán cada vez más agudos y nuestros
pensamientos serán cada vez más claros. Cuando revelemos algo de
corrupción o tengamos algunas situaciones malas, será aún más fácil que
seamos conscientes de ello y lo resolvamos a tiempo. Entonces nuestra
relación con Dios se acercará cada vez más y nuestra vida crecerá cada vez
más rápido.
BENEFICIOS DE LA ORACION

Pasar tiempo con el Señor rinde tantos beneficios que no podemos prescindir
de ello. Él puede ayudarnos a resolver nuestros problemas, responder a
nuestros interrogantes, aliviar nuestras penas, consolarnos en nuestra
desazón, proporcionarnos alegría, acercarnos al Cielo y muchísimo más.

¡La oración altera las circunstancias! Es uno de los medios de los que se vale
Dios para satisfacer las necesidades y deseos de Sus hijos, siempre y cuando
sea beneficioso para ellos y para los demás. «Todo lo que pidáis en oración,
creyendo, lo recibiréis» (Mateo 21:22, Reina-Valera 1995).

También nos fortalece espiritualmente. El tiempo que dedicamos a


reflexionar y escuchar al Señor nos proporciona una fuerza interior que nos
ayuda a superar las épocas más difíciles de la vida. «El día que clamé, me
respondiste; me fortaleciste con vigor en mi alma» (Salmo 138:3).

Cuando nuestro espíritu flaquea y se nos turban los pensamientos, la oración


nos proporciona descanso y nos renueva. «Venid a Mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y Yo os haré descansar. Llevad Mi yugo sobre
vosotros, y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis
descanso para vuestras almas; porque Mi yugo es fácil, y ligera Mi carga»
(Mateo 11:28-30).

También nos da una perspectiva más optimista de la vida y nos lleva a verlo
todo con los ojos de la fe. Una vez que hemos encomendado un asunto a
Dios en oración, podemos tener la certeza de que Él se hará cargo del mismo
conforme a Su voluntad. Eso nos ayuda a combatir las preocupaciones y a ver
las cosas con un enfoque más positivo. «Sabemos que a los que aman a Dios,
todas las cosas les ayudan a bien» (Romanos 8:28). «Por fe andamos, no por
vista» (2 Corintios 5:7).

La oración nos consuela en los momentos de tristeza; nos infunde ánimo en


medio del abatimiento y valor para seguir adelante cuando ya no podemos
más. Jesús nos ayuda a ver nuestras dificultades objetivamente —como las
ve Él— y nos da sosiego. «Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus
heridas» (Salmo 147:3). «En medio de las preocupaciones que se agolpan en
mi mente, Tú me das consuelo y alegría» (Salmo 94:19, Versión Popular).

A medida que vamos aceptando y aplicando lo que el Señor nos indica,


adquirimos sabiduría. «Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a
Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada»
(Santiago 1:5).

Jesús nos guía por el laberinto de la vida. Nos indica qué hacer en situaciones
de apuro y cuando nos enfrentamos a decisiones difíciles. Ha prometido
darnos instrucciones, aclararnos los pensamientos y guiar nuestros pasos.
«Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas» (Proverbios
3:6). «Tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: "Este es el camino,
andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano
izquierda"» (Isaías 30:21).

Él nos inspira ideas geniales. «Clama a Mí, y Yo te responderé, y te enseñaré


cosas grandes y ocultas que Tú no conoces» (Jeremías 33:3).

También nos evita algunas complicaciones advirtiéndonos de ellas con


antelación. En otros casos nos da las soluciones a nuestros problemas. «El
que me oyere, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal»
(Proverbios 1:33).

Nos sana de nuestras dolencias físicas. «La oración de fe sanará al enfermo y


el Señor lo levantará» (Santiago 5:15a, NVI).

Nos concede perdón por nuestras faltas. «Mi pecado te declaré, y no encubrí
mi iniquidad. Dije: "Confesaré mis transgresiones al Señor"; y Tú perdonaste
la maldad de mi pecado» (Salmo 32:5).

Nos proporciona un conocimiento más profundo, tanto del mundo natural


como de la dimensión espiritual. «Como está escrito: "Cosas que ojo no vio,
ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha
preparado para los que le aman". Pero Dios nos las reveló a nosotros por el
Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios» (1
Corintios 2:9-10).

Al orar sacamos provecho de la energía divina, de tal modo que obtenemos


mejor rendimiento y se nos facilitan las cosas. «Él fortalece al cansado, y
acrecienta las fuerzas del débil. [...] Los que confían en el Señor renovarán
sus fuerzas; volarán como las águilas; correrán y no se fatigarán, caminarán y
no se cansarán» (Isaías 40:29,31).

La oración aumenta nuestra paz interior. «Por nada estéis afanosos, sino
sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego,
con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús»
(Filipenses 4:6-7).

Es también el conducto para invocar las promesas de Dios de que atendería a


nuestras necesidades materiales. «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis;
llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca,
halla; y al que llama, se le abrirá» (Mateo 7:7-8).

Jesús nos abre los tesoros de Su Palabra cuando le pedimos, como el rey
David: «Abre mis ojos, y miraré las maravillas de Tu ley» (Salmo 119:18).

Podemos obtener asistencia divina aun cuando no sepamos qué pedir. «El
Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como
conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con
gemidos indecibles» (Romanos 8:26).

CONSECUENCIAS DE NO HABLAR CON DIOS

Cuando dejamos de hablar con Dios, estamos expuestos a que Satanás y el


mundo nos arropen con sus ofrecimientos, le damos derecho legal para que
el pecado de manera deliberado entre en nosotros y nos manejen a su
antojo.

1- Perdemos la Identidad de hijos de Dios

2- Nos alejamos del Propósito y del Diseño de Dios

3- Nos debilitamos Espiritualmente

4- Nuestro corazón se endurece ante el pecado

5- Regresamos atrás, y nuestra condición vuelve a ser la misma o peor


que la que antes teníamos. (Mateo 12:44)

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