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El proceso continuó con los acuerdos comerciales y se ha profundizado con los Acuerdos de
Complementación Económica y Tratados de Libre Comercio (TLC) firmados por el Perú, en los
cuales bienes y servicios son objeto de libre comercio.
Los cambios globales que han ocurrido en los últimos treinta años, influyen en la concepción
del concepto de región y lo que ocurre en ellas, Castells y Hall (1994) y Borja y Castells (1997),
citados por Ryszard R, L, (2001) mencionan que la geografía económica mundial se organiza
en redes globales de decisión e intercambio, cuyos puntos de confluencia son las ciudades, es
decir, la nueva economía global se articula territorialmente en torno a redes de ciudades
(Sassen, 1991); por lo que las ciudades adquieren un papel aún más importante en el nuevo
contexto mundial, constituyéndose como los puntos articuladores del complejo modelo
jerárquico del sistema global, para lo cual deben se capaces de afrontar la competencia
mundial.
Las ciudades en las diferentes regiones toman un papel principal en las relaciones que existen
en los diferentes territorios, de tal manera que a nivel mundial ciudades como Nueva York, Los
Ángeles, Paris, Londres, Tokio etc., tienen una gran influencia comercial y política sobre
regiones de otros países del mundo
Lo que ocurre a nivel mundial, se ve reflejado en las regiones interiores de nuestros países, de
tal manera que en los espacios regionales de cada país existen ciudades rectoras de cada
región. En el Perú, proceso de globalización incorpora a Lima Metropolitana y principales
ciudades macro regionales (Arequipa, Trujillo) y regionales (Chiclayo, Piura, Cajamarca,
Huancayo, Cusco, Iquitos, entre otras). Cada departamento-región tiene ciudades principales
que influyen en los territorios aledaños.
Lima y las metrópolis regionales son atractivas para inversiones –ligadas al sector servicios y al
sector industrial. En estas ciudades surgen múltiples centros especializados y redes de
actividades informacionales, industriales, comerciales y culturales, que generan alta densidad
de actividades y flujos de capital e información.
El bien común
Básicamente el bien común consiste en aquello que beneficia a la sociedad, incluyendo tanto a
ciudadanos como a sistemas sociales e instituciones.
El bien común ha de ser el objetivo número uno de todo Estado. El Derecho también tiene
como objetivo lograr el bien común, ese interés general que favorezca a toda la sociedad.
En primer lugar, hay que decir que el bien común hace referencia a un bien perteneciente a
toda la sociedad en conjunto, es decir, que no es propiedad privada de ninguna persona.
En segundo lugar, consiste en un beneficio para todos que es indivisible y que no se forma por
la suma de cada bien individual.
Asimismo, el bien común constituye una obligación del Estado, por lo que todos los aspectos
relacionados con el derecho como la justicia, el orden, la seguridad o las normas jurídicas se
constituyen con el objetivo de garantizar el bien común.
Por último, es importante tener en cuenta que no se debe confundir el bien común al que nos
referimos en este artículo con el término bien común que se utiliza en el ámbito económico.
El Libro Blanco de la Defensa Nacional, publicado en el año 2005, identifica dos tipos de
amenazas a la seguridad nacional peruana. Por un lado, se encuentran las amenazas externas, es
decir, las que podrían generarse si se intentaran aplicar en la subregión Sudamericana doctrinas
de seguridad incompatibles con la vigencia del derecho internacional, las amenazas internas
como los grupos terroristas y subversivos -contrarios al ordenamiento constitucional- que optan
por la violencia, los grupos radicales que promueven la violencia social y desbordes populares,
la delincuencia común organizada, el tráfico ilícito de drogas, la corrupción y la depredación del
medio ambiente.
Por tanto la nueva concepción de seguridad nacional no solo viene a ser la protección de la
nación frente a la amenazas externas, sino que también se involucra las amenazas internas.
Acorde a la Constitución Política del Perú y a las Leyes nacionales, el Ejército del Perú – al
igual que las otras instituciones armadas- cumple cinco roles estratégicos: garantizar la
independencia, soberanía e integridad territorial; participar en apoyo el orden interno; participar
en apoyo el sistema nacional de gestión de riesgos de desastres; participar en apoyo en la
política exterior; y participar en apoyo al desarrollo nacional. Se debe recalcar que estos roles
estratégicos han sido asignados por el Estado peruano; por consiguiente, debe ser el propio
Estado –por intermedio de los Gobiernos de turno- el que asigne los recursos que permitan el
desarrollo de capacidades para que esta institución armada los cumpla eficazmente, en beneficio
de la sociedad a la que sirve.