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1- ¿Cómo debiese ser el fin que estamos buscando?

¿Debe necesitar algo


más? Ejemplifique e identifique uno (o más) pasajes que iluminen este
punto (cita abreviada y señalar página), y exprese su opinión al respecto. (3
ptos.)

Aristóteles plantea que toda actividad humana tiene un fin que pueden ser
desarrolladas a través de acciones que están orientadas al bien. Por lo
tanto, el fin que todo ser humano debe perseguir es la felicidad, como
menciona Aristóteles: “el vivir bien y el obrar bien juzgan ser lo mismo que
el vivir prósperamente” (pág. 50, cap. IV) Esto quiere decir que la felicidad
es encontrada dentro de un crecimiento personal, donde hay un sentimiento
de generosidad y menos individualismo. Sin embargo, es difícil definir lo
que es la felicidad porque el vulgo considerará la felicidad a cosas
manifiestas como lo es la riqueza o un regalo, y el enfermo la salud, entre
otros. Desde un punto de vista personal, Aristóteles está en lo correcto, ya
que para ser feliz primero se debe tener intenciones positivas para
evolucionar nuestra personalidad, de manera que entenderemos que la
verdadera felicidad no está, necesariamente, en lo material, sino en la
belleza interior y personal.

2. ¿Cuáles son las dos especies de virtudes que señala Aristóteles? ¿Cuáles son
sus características? Explique en detalle y señale uno (o más) pasajes que
iluminen este punto (cita abreviada y señalar página) (3 ptos.)

La virtud es dividida en dos especies, la primera es la virtud ética, la cual tiene que
ver con la búsqueda de una vida moralmente correcta, por lo que es necesaria la
practica y el habito en el actuar con el bien en consideración, de manera que no es
una virtud de naturaleza “La piedra, la cual, naturalmente, tira para abajo, nunca
se acostumbrará a subir de suyo para arriba” (Pag. 75, cap. I). Por otro lado, esta
la virtud dianoetica, esta tiene que ver con la sabiduría y el pensamiento, es decir,
que se utiliza la razón para pensar situaciones y perfeccionar el intelecto. “La
piedra, la cual, naturalmente, tira para abajo, nunca se acostumbrará a subir de
suyo para arriba” (Pag. 75, cap. I)

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