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PLANTEAMIENTO:
¿Cómo ser feliz? ¿Cual es el bien propio y específico del hombre? ¿Cómo debe ordenar el hombre su vida
para alcanzar la felicidad? ¿En qué consiste la virtud y qué relación guarda con la felicidad? ¿Coinciden lo
bueno y lo feliz en lo virtuoso? ¿Estamos obligados a la felicidad o realmente podemos elegir no ser feliz?
OBJETIVO DE LA ÉTICA
Investigar cuales son el fin, la perfección y la felicidad que corresponden al hombre para ordenar su conducta y
alcanzar tales objetivos.
LA FELICIDAD
A este bien supremo se le llama felicidad, "que al menos por lo que se refiere a su nombre se da un
consentimiento general" (EN I, 1095a). Ahora bien, si es verdad que hay acuerdo sobre el nombre, no existe
unaminidad sobre su naturaleza,¿en qué consiste, donde cifrarla?. La dificultad estriba en señalar ese fin
supremo, ese bien perfecto, esa felicidad deseada por todos los hombres. No obstante Aristóteles le asigna
varias condiciones:
La felicidad es aquello a que se ordenan y dirigen todas las acciones humanas. Ordenar en el doble sentido del
término: a) poner orden en nuestras acciones y en las posibilidades que se nos ofrecen. b) mandar, prescribir
que posibilidades deben elegirse y realizarse por ser mejores o contener más bien.
La felicidad es sinónimo de perfección. Acto y no potencia, debe ser definitiva y suficiente por sí mismo para
hacer feliz al hombre, sin necesidad de que se le sobreañada ninguna otra cosa.
La felicidad constituye la actividad más excelente y elevada del ser humano, y en la que encuentra su
realización integran y plena como tal.
La felicidad es un bien autárquico, se busca y vale por sí mismo y no para conseguir otro bien
Su posesión debe tener fijeza, estabilidad y continuidad a lo largo de toda la vida (EN I,2,1094a / 7,1097b)
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Si la perfección y la felicidad del hombre consisten en la actividad conforme a la virtud es natural que
esa actividad sea de acuerdo con la virtud más elevada. Y puesto que Aristóteles coloca las virtudes
dianoéticas o intelectuales en un plano superior a las morales o éticas esta claro que el "acto de pensamiento
es lo que hay de más divino en el hombre" Lo que hace al hombre completamente feliz es ocuparse de la
ciencia teórica más elevada, cuyo objeto es el mejor objeto, Dios, Acto puro, cumbre de todos los seres y
perfecciones.(EN I,13,1102a / X 7, 117a)
Es la más continua, podemos mantenerla por más tiempo que cualquier actividad práctica.
El sabio necesita pocas cosas para vivir. Se basta a sí mismo, pues no necesita más que estar a
solas para poder entregarse a la contemplación.
1 El placer y la felicidad. Fue una cuestión muy debatida en los círculos platónicos y de la cual Aristóteles se hace eco. Aristóteles
establece que el placer no es el sumo bien como opinaban los cirenaicos (Eudoxo de Círicos) ni tampoco lo considera un mal como
sostenían los cínicos (Espeusipo).Lo definió como "un acto de una cualidad conforme a la naturaleza",un resultado que acompaña a
toda actividad natural del hombre."Cada placer es propio del acto que completa. Hay un placer propio de cada uno de nuestros actos
en particular"(EN X,5,1175b19)..Así hay placeres más o menos elevados, entre los cuales hay que dar preferencia a los del alma
frente a los del cuerpo.
En los placeres de la actividad espiritual o intelectual no cabe exceso. Pero si en los corporales, y por eso deben ser regulados
por la virtud de la templanza. Así pues, lo que da al placer su verdadero valor no es el placer mismo, sino la acción a que corresponde y de
la cual resulta."Los verdaderos placeres del hombre son las acciones conforme a la virtud"(EN I,8,1099a).
Para Epicuro y también para Aristóteles el placer acompaña a la felicidad. Con palabras del Estagirita "La vida feliz es
placentera".No hay felicidad sin placer. Ahora bien, una cosa es que el placer acompañe a la felicidad y otra es que la felicidad consista en
placer; y esta es la diferencia y lo peculiar de los sistemas hedonistas: que para ellos la felicidad consiste en placer, hasta el punto de que
el bien es bien porque es causa de placer. El eudemonismo aristotélico aunque incluyan el placer como un elemento de la felicidad, hacen
consistir a esta, en algo formalmente distinto al mero placer.
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La vida contemplativa es la única que se ama por sí misma, y es lo que distingue principalmente
a los hombres de los animales y lo que más asemeja a los dioses.
Características de la virtud:
La naturaleza dota al hombre de ciertas disposiciones tanto para las virtudes intelectuales como
para las morales. Unos individuos nacen con más talento que otros o con un temperamento menos agitado
por las pasiones. Para convertir esas disposiciones naturales en hábitos firmes y permanentes se requiere
un largo ejercicio hasta convertirlos en modos permanentes de actuación.
"El bien del hombre es una actividad de acuerdo con la virtud y si las virtudes son varias, de acuerdo
con la mejor y más perfecta, y además en una vida entera. Porque una golondrina no hace verano, ni un solo
día, y así tampoco ni un solo día ni un instante bastan para hacer venturoso y feliz" (EN 1098a)
La virtud tiene por misión completar la buena disposición natural y asegurar la ejecución perfecta,
es decir, disponer al hombre para actuar de un modo perfecto."Así por ejemplo, la virtud del ojo hace que
el ojo sea bueno y que realice debidamente su función, porque gracias a la virtud del ojo se ve bien... Si
así sucede en todas las cosas, también en el hombre será la virtud esta manera de ser moral que hace de
él un hombre bueno, un hombre de bien y gracias a la cual realizará la obra que le es propia" (EN
II1,1103a).
No constituyen objeto de la virtud aquellas acciones que son involuntarias. Tampoco puede llamarse
virtuoso el que obra por el solo impulso de su naturaleza.
"La virtud es un hábito selectivo que consiste en un término medio relativo a nosotros, determinado por el
logos y por aquello por lo que decidiría un hombre prudente juzgando conforme a la recta razón y
experiencia"(EN II,6,1106b35).
- No hay que confundir el término medio con una especie de mediocridad, sino que es la cumbre,
la cima donde se halla el bien y la felicidad.
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- La virtud ocupa el término medio entre dos extremos viciosos. Asi, p.e. LA VALENTÍA es un
término medio entre la temeridad y la cobardía. La GENEROSIDAD entre la avaricia y la ostentación. Sin
embargo, el propio Aristóteles hace notar que hay acciones morales en las que no cabe establecer término
medio, así es, en relación con el bien y la perfección se halla la virtud en el punto más alto.(EN
II,6,1107a10).
Hay casos en los que resulta factible determinar el término medio entre dos extremos viciosos, pero
hay actos que no admiten este rigor y hay que contentarse con criterios menos estrictos. Aristóteles
rechaza recurrir a Ideas trascendentes como Platón, acude a un criterio más homogéneo e
interiorizado, más inmanente: LA RECTA RAZÓN. La cual no hace relación a Dios ni a la ley eterna,
sino que viene a identificarse con la facultad de discurrir bien o con la prudencia, a la cual como rectora
de los actos humanos le corresponde discernir el exceso o defecto en las acciones, así como deliberar
sobre los medios más adecuados para lograr el fin y el bien posibles para el hombre.(EN
II,2,1103a).Puesto que la recta razón no es una cosa separada y subsistente, Aristóteles propone
entenderla como el medio que señala el buen juicio de un hombre prudente y sensato juzgando
conforme a su experiencia.
CLASES DE VIRTUDES
La clasificación aristotélica esta hecha en función de las partes del alma: la racional cuya función
consiste en ordenar y la irracional sometida a la anterior, dos son pues, las virtudes correspondientes, la
virtud intelectual y la moral.
LAS VIRTUDES INTELECTUALES son hábitos que perfeccionan la inteligencia. Se reconocen dos grupos:
a) las que hacen referencia al entendimiento teórico o especulativo.(versa sobre cosas
necesarias y universales). Surgen tres virtudes intelectuales:
1) la ciencia (facilita el conocimiento demostrativo de las cosas universales y necesarias, es
el hábito del buen razonamiento).
2) el intelecto (tiene por objeto el conocimiento de los principios que se emplean en la
demostración de la ciencia, conocidos por intuición).
3) la sabiduría (tiene por objeto los principios y las razones altísimas de las cosas y viene a
ser el resultado de la unión de intelecto y ciencia).
b) Las que hacen referencia al entendimiento práctico o direccional (le corresponde deliberar
sobre las acciones en particular).
1) el arte es la virtud intelectual que regula la función creadora, "consiste en cierta facultad
de producir dirigida por la razón verdadera"
2) la prudencia. Es la virtud intelectual más importante."Facultad que perfecciona el intelecto
en orden a fijar el justo medio de las demás virtudes". Su función es deliberar el bien para actuar
bien. Supone la ciencia, la experiencia y la deliberación. Ciencia porque el prudente debe juzgar
conforme a los principios universales. Experiencia porque se aplica a los hechos particulares. (EN
VI,12,1144b)
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Las VIRTUDES MORALES se subdividen según regulen la parte irracional del alma o las relaciones
del hombre con sus semejantes.
b) Se refieren a las relaciones sociales con los demás hombres las siguientes
virtudes:
1.- Liberalidad, entre la tacañería y la prodigalidad. Sobre el uso de las riquezas.
2.- Magnaminidad, entre la pusilaminidad o ruindad y la megalomanía o vana ostentación. Cuya
materia son los honores y la gloria.
3.- Magnificencia, entre la mezquindad y el despilfarro. Versa sobre el uso de las riquezas cuando
se trata de hacer grandes expensas.
4.- Virtud que tiene por objeto hallar el medio entre los pequeños honores. No tiene nombre especial
en Aristóteles, pero si sus vicios, indiferencia y ambición.
5.- Dulzura o mansedumbre, entre la imposibilidad y la cólera. Regula la pasión de la cólera.
6.- Veracidad, entre la disimulación y la fanfarronería.
7.- Buen humor, o gracia en la conversación, o urbanidad; entre la rusticidad grosera y la bufonería.
8.- Amabilidad, entre el carácter socarrón y pendenciero y la adulación. Sobre el espíritu servicial.
9.- Némesis, entre la envidia y el alegrarse del mal ajeno. Se trata de horror al mal y a la injusticia.
10.- JUSTICIA es la principal de todas las virtudes morales. Y a la que dedica todo el libro V de la
Ética a Nicómaco. Es el fundamento del orden social y humano la que da armonía a todas las
demás virtudes.
Bibliografía
G. Fraile "Historia de la Filosofía" B.A.C. vol I Madrid 1976.
En suma, Scheler define los valores como “el a priori de lo emotivo, como objetos intencionales del sentir, que
se dan de inmediato al sentir intencional, como los colores a la visión”. Es decir, los valores son esencias
independientes de la existencia. La existencia participa de las esencias. Por ejemplo, la verdad es una esencia,
un valor, porque su existencia no depende de la gente veraz. Lo mismo podemos decir de la justicia. Un
hombre justo participa de la justicia. Cuando el hombre justo muera, la justicia como esencia no desaparecerá.
Los valores son esencias que no cambian, son eternas. Para Scheler los valores se descubren, no se
inventan. La captación subjetiva del valor por el hombre se llama en ética “estimativa”, teniendo en cuenta el
discernimiento moral. Para Scheler existe una escala de valores, una jerarquía como son: Los valores
sensibles, vitales, espirituales y religiosos. El consideró que la jerarquía más alta la constituyen los valores
religiosos, siendo la santidad la más destacada. A todo valor corresponde un anti – valor, es decir tiene
carácter de bipolaridad. Para Scheler la persona no se identifica ni con el alma, ni con la substancia
metafísica, ni siquiera con el yo. Lo que hace persona a un individuo son los valores. Por ello,
fundamentalmente el hombre se diferencia de los animales. Finalmente, el valor incluye un componente
afectivo y otro cognitivo (el estimativo).
En los estudios actuales se considera que los valores no son iguales. Frisancho (2001) establece que los
valores tienen distinta naturaleza debido a que existen diferentes categorías o “dominios de los valores”. En el
siguiente ejemplo se percibe la diferencia:
La justicia es un derecho de las personas, debería ser administrada correctamente, para todos, sin
favoritismos ni coimas.
No me gusta que en un entierro se usen vestidos de colores. A un entierro debe irse con ropa oscura en
señal de respeto. Siempre lo hemos hecho así en mi familia y en mi pueblo.
¡Me encanta los helados de chocolate!. Prefiero los de vainilla.
¿Que tiene que ver nuestra preferencia por los helados de chocolate con el luto o la administración de justicia?
Parece tratarse de cosas distintas, y sin embargo… estas tres afirmaciones denotan valores. Lo que ocurre es
que nuestro deseo de justicia es un valor moral. El usar luto es un valor socio-convencional y la preferencia en
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los sabores es un valor personal. Si bien en todos los casos estamos tratando con valores, cada uno pertenece
y alude a un dominio valorativo distinto.
Los valores personales son los que expresan gustos o preferencias individuales y expresan nuestras
diferencias como personas. Pero, no todo son preferencias personales, ya que por ser seres sociales y estar
situados en un entorno social, existen acuerdos sociales. Como por ejemplo las reglas de urbanidad, las reglas
de tránsito, etc. Se trata de costumbres y normas sociales que son casi siempre culturales, susceptibles de ser
modificadas. En cambio los valores morales se distinguen por su universalidad, son inalterables no se cambian
ni se modifican por alguna ley, sino por su propia naturaleza ética. Desde el punto de vista de los valores, la
educación moral se debería ocupar principalmente de los valores morales, es decir, de aquellos cuya
prescriptividad es universal y son inalterables en el tiempo y no dependen de convenciones o acuerdos
sociales.
En consecuencia, los valores personales, sociales o morales serán percibidos a través de los comportamientos
de las personas.
Definición de la felicidad
Pero volvamos de nuevo al bien objeto de nuestra investigación e indaguemos qué es. Porque parece ser distinto en cada
actividad y en cada arte: uno es, en efecto, en la medicina, otro en la estrategia, y así sucesivamente. ¿Cuál es, por tanto, el
bien de cada una? ¿No es aquello a causa de lo cual se hacen las demás cosas? Esto es, en la medicina, la salud; en la
estrategia, la victoria; en la arquitectura, a casa; en otros casos, otras cosas, y en toda acción y decisión es el fin, pues es
con vistas al fin como todos hacen las demás cosas. De suerte que, si hay algún fin de todos los actos, éste será el bien
realizable, y si hay varios, serán éstos. Nuestro razonamiento, a pesar de las digresiones, vuelve al mismo punto; pero
debemos intentar aclarar más esto. Puesto que parece que los fines son varios y algunos de éstos los elegimos por otros,
como la riqueza, las flautas y, en general, los instrumentos, es evidente que no son todos perfectos, pero lo mejor parece ser
algo perfecto. Por consiguiente, si hay si hay sólo un bien perfecto, ése será el que buscamos, y si hay varios, el más
perfecto de ellos.
Ahora bien, al que se busca por sí mismo le llamamos más perfecto que al que se busca por otra cosa, y al que nunca se
elige por causa de otra cosa, lo consideramos más perfecto que a los que se eligen, ya por sí mismos, ya por otra cosa.
Sencillamente, llamamos perfecto lo que siempre se elige por sí mismo y nunca por otra cosa.
Tal parece ser, sobre todo, la felicidad, pues la elegimos por ella misma y nunca por otra cosa, mientras que los honores, el
placer, la inteligencia y toda virtud los deseamos en verdad por sí mismos (puesto que desearíamos todas estas cosas,
aunque ninguna ventaja resultara de ellas), pero también los deseamos a causa de la felicidad, pues pensamos que gracias a
ellos seremos felices. En cambio, nadie busca la felicidad por estas cosas, ni en general por ninguna otra.
Parece que también ocurre Lo mismo con la autarquía, pues el bien perfecto parece ser suficiente. Decimos suficiente no en
relación con uno mismo, con el ser que vive una vida solitaria, sino también en relación con los padres, hijos y mujer, y, en
general, con los amigos y conciudadanos, puesto que el hombre es por naturaleza un ser social. No obstante, hay que
establecer un límite en estas relaciones, pues extendiéndolas a los padres, descendientes y amigos de los amigos, se iría
hasta el infinito. Pero esta cuestión la examinaremos luego. Consideramos suficiente lo que por si solo hace deseable la
vida y no necesita nada, y creemos que tal es la felicidad Es lo más deseable de todo.
Definición de la virtud
Es, por tanto, la virtud un-modo de ser selectivo, siendo un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón y
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por lo que decidiría el hombre prudente. Es un medio entre dos vicios, uno por exceso y otro por defecto, y también por no
alcanzar, en un caso, y sobrepasar, en otro, lo necesario en las pasiones y acciones, mientras que la virtud encuentra y elige
el término medio, Por eso, de acuerdo con su entidad y con la definición que establece su esencia. La virtud es un término
medio, pero, con respecto a lo mejor y al bien, es un extremo.
(Aristóteles, Ética a Nicómaco. Libro II. Capítulo 6).
Autoevaluación
1. ¿En qué se diferencia la ética y la moral? (4 puntos)
2. En un sentido usual, la “ética” y la “moral” se ocupan de: (2 puntos)
a) determinar lo posible y lo imposible del saber humano.
b) determinar lo que es “bueno” y lo que es “malo”
c) determinar la “realidad” o “irrealidad”.
La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos,
sino dar lo mejor de sí misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia
el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas.
Las virtudes humanas son actitudes firmes, disposiciones estables, perfecciones habituales del entendimiento y
de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón
y la fe. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena. El hombre virtuoso es el
que practica libremente el bien.Las virtudes morales se adquieren mediante las fuerzas humanas. Son los
frutos y los gérmenes de los actos moralmente buenos. Disponen todas las potencias del ser humano para
armonizarse con el amor divino.
Cuatro virtudes desempeñan un papel fundamental. Por eso se las llama ‘cardinales’; todas las demás se
agrupan en torno a ellas. Estas son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. ‘¿Amas la justicia? Las
virtudes son el fruto de sus esfuerzos, pues ella enseña la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza’
La prudencia es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero
bien y a elegir los medios rectos para realizarlo. La prudencia es la ‘regla recta de la acción’, escribe santo
Tomás (s. th. 2-2, 47, 2), siguiendo a Aristóteles. No se confunde ni con la timidez o el temor, ni con la doblez o
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la disimulación. Es llamada ‘auriga virtutum’: conduce las otras virtudes indicándoles regla y medida. Es la
prudencia quien guía directamente el juicio de conciencia. El hombre prudente decide y ordena su conducta
según este juicio. Gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y
superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar.
La justicia es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les
es debido. La justicia para con Dios es llamada ‘la virtud de la religión’. Para con los hombres, la justicia
dispone a respetar los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones humanas la armonía que
promueve la equidad respecto a las personas y al bien común. El hombre justo, evocado con frecuencia en las
Sagradas Escrituras, se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su conducta con el prójimo.
‘Siendo juez no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande: con justicia juzgarás a tu
prójimo’ (Lv 19, 15). ‘Amos, dad a vuestros esclavos lo que es justo y equitativo, teniendo presente que también
vosotros tenéis un Amo en el cielo’ (Col 4, 1).
La fortaleza es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del
bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y de superar los obstáculos en la vida moral. La virtud
de la fortaleza hace capaz de vencer el temor, incluso a la muerte, y de hacer frente a las pruebas y a las
persecuciones. Capacita para ir hasta la renuncia y el sacrificio de la propia vida por defender una causa justa.
La templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los
bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la
honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discreción y no
se deja arrastrar ‘para seguir la pasión de su corazón’.
ACTIVIDADES: