Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La Historia Del Holocausto
La Historia Del Holocausto
La decisión nazi de llevar a la práctica el genocidio fue tomada entre fines del
verano y principios del otoño de 19415 y el programa genocida alcanzó su
punto culminante en la primavera de 1942 —desde finales de 1942, las
víctimas eran transportadas regularmente en trenes de carga especialmente
construidos a campos de exterminio donde, si sobrevivían al viaje, la mayoría
eran asesinados sistemáticamente en las cámaras de gas—. A cargo de su
planificación, organización administrativa y supervisión estuvo Heinrich
Himmler.7 Por lo demás, fue la repetida retórica antisemita de Adolf Hitler la
que incentivó la ejecución de las matanzas, que además contaron directamente
con su aprobación.8 De esta forma, entre 1941 y 1945, la población judía de
Europa fue perseguida y asesinada sistemáticamente, en el mayor genocidio
del siglo XX. Sin embargo, este exterminio no se limitó sólo a los judíos, sino
que los actos de opresión y asesinato se extendieron a otros grupos étnicos y
políticos.9 Cada brazo del aparato del Estado alemán participó en la logística
del genocidio, convirtiendo al Tercer Reich en un «Estado genocida».10 Las
víctimas no judías de los nazis incluyeron a millones de polacos, comunistas y
otros sectores de la izquierda política, homosexuales, gitanos, discapacitados
físicos y mentales y prisioneros de guerra soviéticos. En total, un mínimo de
once millones de personas murieron, de ellas, un millón habrían sido niños.11
De los aproximadamente nueve millones de judíos residentes en Europa antes
del Holocausto, aproximadamente dos tercios fueron asesinados.12 La
maquinaria del Holocausto tenía una red de aproximadamente 42 500
instalaciones por toda Europa para confinar y matar a sus víctimas y contó con
la participación directa de entre 100 000 y 500 000 personas para su
planificación y ejecución.13
Por otro lado, a lo largo del Holocausto se produjeron episodios de resistencia
armada contra los nazis. El ejemplo más notable fue el Levantamiento del
Gueto de Varsovia de 1943, cuando miles de combatientes judíos mal armados
se enfrentaron durante cuatro semanas a las SS. Se estima que entre 20 000 y
30 000 judíos participaron en Europa del Este en los movimientos partisanos
creados durante la Segunda Guerra Mundial en los países ocupados por
Alemania, que contaron con millones de guerrilleros.14 Los judíos franceses
también tuvieron gran actividad en la Resistencia francesa. En total, se
produjeron alrededor de un centenar de levantamientos judíos armados.
La Unión Europea sancionó una ley que entró en vigor a finales de 2007
penando el negacionismo del Holocausto y de todos los demás crímenes nazis;
además, creó en 2010 la base de datos Infraestructura europea para la
investigación del Holocausto (EHRI), destinada a reunir y unificar toda la
documentación y archivos que conciernen al genocidio.16 Por otro lado la
ONU rinde homenaje a las víctimas del Holocausto desde 2005, habiendo
fijado el 27 de enero como Día Internacional de la Memoria de las Víctimas
del Holocausto, dado que ese día de 1945, el Ejército Rojo liberó el campo de
concentración de Auschwitz.
--http://www.ushmm.org/wlc/es/article.php?ModuleId=10005751
Durante la era del Holocausto, las autoridades alemanas persiguieron a otros grupos debido
a su percibida "inferioridad racial": los romaníes (gitanos), los discapacitados y algunos
pueblos eslavos (polacos y rusos, entre otros). Otros grupos fueron perseguidos por motivos
políticos, ideológicos y de comportamiento, entre ellos los comunistas, los socialistas, los
testigos de Jehová y los homosexuales.
A medida que la tiranía nazi se propagaba por Europa, los alemanes y sus colaboradores
perseguían y asesinaban a millones de otras personas. Entre dos y tres millones de
prisioneros de guerra soviéticos fueron asesinados o murieron de inanición, enfermedades,
negligencia o maltrato. Los intelectuales polacos no judíos fueron perseguidos y asesinados
por los alemanes. Millones de civiles polacos y soviéticos fueron deportados para realizar
trabajos forzados en Alemania o en la Polonia ocupada, donde generalmente trabajaban y
muchas veces morían en condiciones deplorables. Desde los primeros años del régimen
nazi, las autoridades alemanas persiguieron a los homosexuales y a otras personas cuyos
comportamientos no se ajustaban a las normas sociales prescritas. Miles de oponentes
políticos (incluidos comunistas, socialistas y sindicalistas), así como disidentes religiosos
(como los testigos de Jehová), fueron perseguidos por oficiales de la policía alemana.
Muchas de estas personas murieron como resultado de la encarcelación y el maltrato.
En los primeros años del régimen nazi, el gobierno nacionalsocialista estableció campos de
concentración para detener a oponentes políticos e ideológicos tanto reales como supuestos.
En los años previos al estallido de la guerra, los oficiales de las SS y la policía encarcelaban
en estos campos a cada vez más judíos, romaníes y otras víctimas del odio étnico y racial.
Para concentrar y controlar a la población judía y al mismo tiempo facilitar la deportación
posterior de los judíos, los alemanes y sus colaboradores crearon ghettos, campos de
tránsito y campos de trabajos forzados para los judíos durante los años de la guerra.
Asimismo, las autoridades alemanas establecieron numerosos campos de trabajos forzados,
tanto en el denominado Gran Reich Alemán como en territorios ocupados por los alemanes,
para personas no judías a quienes los alemanes buscaban explotar laboralmente.
Durante los últimos meses de la guerra, los guardias de las SS trasladaron a los prisioneros
de los campos en tren o en marchas forzadas, también denominadas “marchas de la
muerte”, en un intento por evitar que los Aliados liberaran a grandes cantidades de
prisioneros. A medida que las fuerzas aliadas se trasladaban por Europa en una serie de
ofensivas contra Alemania, empezaron a encontrar y liberar a prisioneros de los campos de
concentración, así como a los prisioneros que estaban en el camino en marchas forzadas
desde un campo hacia otro. Las marchas continuaron hasta el 7 de mayo de 1945, el día en
que las fuerzas armadas alemanas se rindieron incondicionalmente a los Aliados. Para los
Aliados occidentales, la Segunda Guerra Mundial finalizó en Europa oficialmente al día
siguiente, el 8 de mayo (día V-E), mientras que las fuerzas soviéticas anunciaron su “día de
la victoria” el 9 de mayo de 1945.
Después del Holocausto, muchos de los sobrevivientes encontraron refugio en los campos
de refugiados que administraban las fuerzas aliadas. Entre 1948 y 1951, casi 700 mil judíos
emigraron a Israel, incluidos 136 mil judíos refugiados de Europa. Otros judíos refugiados
emigraron a Estados Unidos y a otros países. El último campo de refugiados se cerró en
1957. Los crímenes cometidos durante el Holocausto devastaron a la mayoría de las
comunidades judías de Europa y eliminaron totalmente a cientos de comunidades judías de
los territorios ocupados de Europa Oriental.
-REVISTA CHILENA de Literatura
IV. DOCUMENTOS
CUANDO SUS CUERPOS SE HICIERON HUMO:
LO INDECIBLE DE LA
SHOÁ
A TRAVÉS DE LOS TEXTOS
LITERARIOS FEMENINOS
Alicia Ramos González
Universidad de Granada
aramos@ugr.es
Nosotros, los salvados,
en cuya osamenta hueca la muerte ya talló sus
flautas,en cuyas venas la muerte tocó ya con su arco,nuestros cuerpos todavía se
quejande su muerte mutilada.Nosotros, los salvados,todavía cuelgan las cuerdas
enroscadas para nuestros cuellosal aire azul...(Coro de los salvados, Nelly Sachs)Los
salvados de los Lagers y aquellos que no lo fueron cargan sobre sus cuerpos el
testimonio de un tiempo y un espacio concretos llamados
Shoá, una palabra hebrea con connotaciones apocalípticas que verbaliza la
indecibilidadde la hecatombe genocida nazi. Este trabajo ha sido realizado en el marco
del proyecto De Sefarad a Yídishland: las escritoras judías en Europa y sus diásporas, del
Proyecto de Investigación de Excelencia
CuRe.
En ella, los verdugos tomaron los cuerpos de sus víctimas para expresar su frialdad, su
ferocidad y su odio, y esos cuerpos se convirtieron en significantes de un sufrimiento
casi inimaginable y de una congoja, de una pena tal, que el espíritu que habitaba bajo su
piel apenas podía resistir. Y así, la barbarie, la injusticia y el dolor sometieron almas y
piel.
La degradación física de los judíos del Holocausto se produjo en los guetos y en
los campos de trabajo y exterminio. En los primeros, hombres, mujeres y niños fueron
segregados, controlados, señalados con la estrella amarilla de seis puntas, degradados
por el hambre y las epidemias, y aniquilados o desgajados para ser deportados en los
funestos transportes. En las industrias concentracionarias alemanas, los cuerpos,
marcados con un número, fueron humillados con la desnudez y la exposición pública,
torturados, violados y finalmente asesinados; cadáveres apilados o convertidos, tras
las mortíferas duchas, en olor y humo. Sus espíritus, atrapados en organismos
esqueléticos, debilitados y sin defensas, que apenas podían cargarlos, fueron víctimas
de aquellos elementos hostiles que flotaban en el aire de los campos –desesperanza,
ansiedad y pánico–, e, incapaces de dar aliento, se convirtieron en los más desleales
enemigos de aquellos organismos postrados que habitaban. Conforme las fieras
intentaban reducir al hombre a bestia, el respeto humano y la bondad fueron mermando
y los cuerpos descargándose poco a poco de todos sus valores morales y espirituales.
La exaltación de la raza y de la sangre arias llevó a la denigración y aniquilación
de judíos, eslavos, gitanos y negros; comunistas, socialistas y unionistas; escritores,
artistas, religiosos, homosexuales y discapacitados. Todos ellos fueron perseguidos
brutalmente, sin discriminar la política racial hitleriana a ninguna víctima por su sexo,
edad, condición o clase. Pero, a principios de la década de 1930, Hitler comenzó a
incluir en sus discursos violentas e injuriosas acusaciones especialmente contra las
mujeres judías que fueron definidas como un tipo degenerado de mujer, equiparable a
las prostitutas (Bock, Políticas (171-72). A partir de la victoria electoral del Partido
Nacionalsocialista en 1932, no solo sufrieron el antisemitismo racial de la
políticaimpuesta por el Führer sino que también soportaron su antisemitismo sexual y la
persecución única y cruel del nazismo hacia las judías (Cit. en Bock,
Políticas172). Y así, éstas fueron víctimas doblemente de la violencia física y psíquica
de los ideólogos de la sangre: por su raza –los judíos fueron concebidos como el mayor
enemigo del III Reich