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¿Qué es la cultura?
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Eduardo Bericat
Universidad de Sevilla
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CULTURA Y SOCIEDAD
EDUARDO BERICAT
Universidad de Sevilla
E-mail: ebericat@us.es
I. Introducción.
II. Conceptos de cultura.
Biografía: Peter L. Berger (1929- ).
III. Componentes de la cultura.
IV. Referentes vitales de la cultura.
V. Modelos de sociedad y diversidad cultural.
VI. Las relaciones entre cultura y sociedad.
VII. El individuo, la cultura y las teorías de la acción.
VIII. Cultura y poder.
IX. A modo de conclusión.
Conceptos clave.
Preguntas para el debate y la reflexión.
Prácticas de investigación.
Películas relacionadas con el tema.
Lecturas para seguir avanzando.
Referencias bibliográficas.
Páginas web de interés.
Texto para debate: La era de la información, de Manuel Castells.
I. INTRODUCCIÓN
Los seres humanos estamos tan impregnados de cultura que, como los
peces en el agua, ni siquiera percibimos su existencia. Encontramos tan «nor-
mal» las maneras de comportarnos o relacionamos, y las formas en que
sentimos, pensamos, juzgamos o percibimos el mundo, que nos parecen sen-
cillamente «naturales». En general, somos ciegos a la cultura porque nos
constituye tanto por fuera como desde dentro. Por fuera es como una cam-
pana de cristal que nos envuelve, sólida pero transparente. Desde dentro es
el ojo que nos permite ver, incapaz de verse a sí mismo.
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tirados por perros lobos. Son excelentes artesanos zapateros, pues allí donde
el zapato no ajusta la circulación se detiene y el pie se congela. En la caza
de la morsa anudan varias vejigas hinchadas como globos al arpón, para
que con la resistencia que oponen al movimiento el animal agote sus energías
en la huida. Los esquimales adoran a una diosa, llamada Sedna, que domi-
na los recursos marinos (ballenas, morsas, focas) y la meteorología. Su reli-
gión conforma una cosmología, cuenta con jefes y sacerdotes muy podero-
sos, vinculados con Sedna, y están investidos con poderes para obrar milagros
y sanar enfermos por otros seres sobrenaturales. Construyen grandes casas
dedicadas al culto y a la danza, actividades que siguen un estricto ritual. Su
norma de hospitalidad exige acoger al viajero solitario ofreciéndole alimen-
to, morada y, con el debido consentimiento mutuo, compañía sexual. Los
viejos que no son útiles se van a morir solos o piden que les abandonen. El
pueblo esquimal es amante de la paz y goza de muy buena salud.
1. IDEAS
2. VALORES
Los valores son principios o criterios generales mediante los que juzga-
mos la bondad de las cosas, las acciones o los agentes. Están íntimamente
relacionados con lo que consideramos bueno, importante, preferible o de-
seable y, por ello, fundamentan los objetivos y metas que anhelan las perso-
nas y las sociedades. Libertad, tolerancia, amistad, salud, seguridad, orden,
igualdad, belleza, cohesión social, conservación de la naturaleza, honradez,
riqueza, tradición, felicidad, o respecto a los demás son ejemplos de valores
sociales. Los valores son ideales que indican cómo deberían ser las cosas y
cómo deberíamos comportarnos (deber ser), frente a lo que realmente son
y a cómo nos comportamos (ser). Talcott Parsons define el valor como un
elemento de un sistema simbólico compartido que sirve como criterio para
seleccionar entre las diversas alternativas de acción posibles en una situación.
Ello no significa que la conducta se ajuste a los valores, pues entre el deber
ser y el ser existe siempre una tensión: en unos casos anima la voluntad, en
otros promueve la hipocresía. El universo axiológico o valorativo de una cul-
tura, de un grupo social o de una persona, está compuesto por los valores a
los que se adscribe, y está ordenado según preferencias y jerarquías.
Shalom H. Schwartz resume las principales características de los valores:
1) al ser criterios generales que definen lo que para nosotros es importante
en la vida, despiertan emociones, positivas cuando asistimos a la realización
de los valores, y negativas cuando percibimos que están siendo amenazados,
2) hacen referencia a metas deseables que motivan la acción, 3) son genera-
les, por lo que trascienden los objetos, acciones o situaciones a las que se
aplican, 4) son principios o criterios que guían la evaluación y la selección
de conductas, políticas, personas, acontecimientos u objetos, determinando
si son buenos o malos, legítimos o ilegítimos, deseables o indeseables, 5) for-
man un sistema en el que están ordenados jerárquicamente según su impor-
tancia relativa, y 6) en toda evaluación y selección entran en juego múltiples
valores, por lo que hay que decidir cuál es de aplicación en cada caso.
3. EMOCIONES
Todos sabemos por propia experiencia subjetiva qué son las emociones,
así como la importancia que tienen en nuestras vidas y en todos los fenóme-
nos sociales. Sin embargo, mucho más difícil es llegar a definirlas. Experi-
mentamos las emociones como cambios fisiológicos que acontecen en el
interior de nuestro organismo (temblamos, lloramos, palidecemos, se agita
el pulso, sudamos), pero las emociones son algo más que eso porque somos
conscientes de ellas (algo nos duele, entristece, enamora, irrita, alegra, ate-
moriza, avergüenza). Las emociones son la conciencia del cuerpo y, como
cualquier otro tipo de conciencia, según demostró Sigmund Freud en el caso
de la ansiedad, cumple una función de señal: las emociones le dicen algo al
sujeto que las siente. En suma, las emociones son manifestaciones corporales
vinculadas con la relevancia que un hecho del mundo natural o social tiene
para un determinado sujeto. Estaré triste si ha fallecido un ser querido, y
alegre si ha ganado mi equipo. Aburrido en una fiesta si no tengo amigos, y
temeroso si alguien me acecha. Por muy internamente que sintamos las emo-
Las ideas, los valores y las emociones son los elementos constituyentes
de la cultura porque los seres humanos experimentan la vida como resulta-
do de la interacción y de las relaciones vitales que establecen con el mundo
natural, el mundo social y el mundo personal, sus tres referentes vitales. Cada
uno de ellos se ha ido desplegando en tres grandes ámbitos de la cultura, la
Ciencia, la Moral y el Arte. En cada uno rige, según Jürgen Habermas, un
criterio ideal diferente: la verdad, propia del conocimiento objetivo de las
cosas; la corrección, que califica el valor social o moral de las conductas
humanas; y la autenticidad, aplicable a las emociones que los individuos
sienten y expresan. En suma, los tres referentes vitales de la cultura son el
«yo», las «otras personas» que pueblan el mundo social, y las «cosas» que
existen en el mundo natural.
La Ciencia, pero también las técnicas, la artesanía, los saberes prácticos,
la brujería, la magia, los mitos, la prensa o el sentido común, es el ámbito
de la cultura especializado en la creación y desarrollo de conocimientos ver-
daderos. La Moral, pero también la religión, la ética, la justicia, las fábulas,
los debates o los chismorreos, produce cultura tendente a regular la interac-
Los ritos, que al igual que las normas tienen con respecto a la cultura un
estatuto especial, son ceremonias o actos organizados que se desarrollan
siempre de la misma forma conforme a un conjunto de reglas estrictas e in-
variables. Son actos, pero tienen un contenido expresivo o simbólico extraor-
dinario y fundamental, pues todo rito condensa en su seno un significado o
sentido clave de la cultura. Emile Durkheim sostuvo que cuando los indivi-
duos adoran a sus dioses están adorando, aún sin saberlo, a la propia socie-
dad. Tomando el rito sacrificial de un pueblo polinesio (Arunta) como mo-
delo de cualquier ritual, desveló el mecanismo mediante el que los ritos
producen sociedad. El ritual es una ceremonia colectiva en la que los miem-
bros de un grupo sincronizan sus conciencias: a) manteniendo unas mismas
ideas o foco de atención, b) compartiendo unos mismos valores, y c) sintien-
do juntos unas mismas emociones. El ritual crea una comunión espiritual de
individuos provocando una efervescencia colectiva mediante la que manifies-
ta emocionalmente en su interior la fuerza de lo social. Según Randall Co-
llins, cuando el ritual tiene éxito, el individuo abandona la reunión con re-
novada energía emocional, y la solidaridad grupal se actualiza y refuerza. En
un funeral, los asistentes centran simultáneamente su atención en la persona
fallecida, celebran conjuntamente el valor de la vida, y se funden en un mis-
mo sentimiento de tristeza. La vida colectiva está plagada tanto de grandes
ceremoniales y actos que adquieren naturaleza ritual, muchos de ellos me-
diáticos y globales (las Olimpiadas, el atentado de las Torres Gemelas, la foto
del niño sirio Aylan muerto en la playa, un partido de fútbol), como de in-
finidad de pequeños rituales cotidianos (el gesto de reconocimiento que ha-
cemos al cruzarnos con una persona conocida, la cena de Nochebuena, las
fiestas locales).
tido común es la del realismo ingenuo con la que los miembros del grupo
operan en el tiempo presente. La mayor parte de los shocks culturales que
experimentamos al convivir en una cultura que no es la propia derivan de
nuestro absoluto desconocimiento o falta de «ese sentido común». Por últi-
mo, en clara oposición al sentido común, que gobierna las definiciones de
la realidad presente, y a las tradiciones en vigor que actualizan el pasado,
emergen constelaciones culturales, doctrinas, verdades o visiones del mundo
orientadas hacia el futuro. Según Ann Swidler, en tiempos de trasformación
social las ideologías, en tanto sistemas sumamente articulados y explícitos
de creencias y ritos que aspiran a ofrecer una respuesta unificada a los pro-
blemas de la acción social, desempeñan un papel especial. La utopía, ese
«ningún lugar» creado por la imaginación desde el que se puede evaluar el
presente, abre el campo de lo posible más allá de la realidad actual, siendo
un evidente esfuerzo de la cultura por alcanzar la virtud y la perfectibilidad
humana.
Existen otros muchos fenómenos relevantes en la relación entre cambio
cultural y social. Por ejemplo, hablamos de rezago cultural (cultural lag)
cuando, debido al mayor ritmo del cambio social, tecnológico o económico,
las pautas culturales de unas sociedad quedan retrasadas con respecto a las
condiciones de existencia del momento presente (las vacaciones escolares
estaban ajustadas al período de la cosecha agrícola; la capacidad tecnológi-
ca para prolongar la vida exige la regulación de la eutanasia y de la muerte
digna). Esto supone que ha de haber un cierto grado de adaptación o ajuste
entre el mundo natural, el social y el cultural. La imaginación, los descubri-
mientos científicos, la innovación tecnológica y la creatividad simbólica van
en otros muchos casos por delante de la sociedad, que queda retrasada con
respeto a la cultura.
La importancia clave que tiene el universo simbólico en los juegos del po-
der explica los permanentes debates y conflictos culturales que intervienen en
la definición de las metas colectivas, la distribución social de los recursos, y la
arquitectura moral de una sociedad. Las grandes concepciones del mundo, las
religiones, las ideologías, las subculturas y los discursos establecen luchas in-
terpretativas, éticas y afectivas sobre el significado y el sentido de los fenóme-
nos sociales. En el ágora de la opinión pública se activan y desactivan perma-
nentemente múltiples debates (aborto, refugiados, eutanasia, educación
religiosa, tauromaquia, transgénicos, inmigración, machismo, corrupción,
etc.). La cultura de una sociedad está conformada por consensos (ideas, valo-
res o emociones en los que una gran mayoría está de acuerdo) y disensos (des-
acuerdos entre grupos de población). La dinámica y los resultados de estos
debates determinan tanto el mantenimiento del statu quo como los procesos
de cambio cultural y social. La dialéctica de los debates culturales articula las
dimensiones del orden y del conflicto social. En muchos casos la diferencia o
el descuerdo forma parte de la diversidad socialmente aceptable (alternativas
culturales). Pero el debate puede transformarse en conflicto simbólico si las
partes consideran perentorio alcanzar una decisión colectiva. Será guerra cul-
tural cuando los contendientes solo conciben la victoria sobre el adversario
con la pretensión de imponer a todos un nuevo modelo de vida o de sociedad.
Según la controvertida tesis de S. Huntington, publicada en un artículo de
1993 titulado «¿Choque de civilizaciones?», en la sociedad global los conflictos
culturales llegarán a ser tanto o más importantes que los económicos.
Paul Di Maggio ha demostrado que durante el siglo XIX las élites socia-
les de Boston financiaron instituciones que diferenciaban entre «alta cultura»
y «cultura popular», sacralizando y monopolizando para sí los objetos con-
siderados como alta cultura.
Pierre Bourdieu concibe la cultura como un recurso (capital cultural) que
las clases dominantes utilizan estratégicamente para distinguirse de las do-
minadas, mejorando así su posición social y preservando sus privilegios. Por
ejemplo, el bajo rendimiento educativo de los hijos de las clases trabajadoras
obedece a que la escuela evalúa a los niños según su familiaridad con la cul-
tura de la clase dominante. El habitus, o conjunto de disposiciones y esque-
mas perceptivos, valorativos o emotivos que los individuos adquieren por su
experiencia en las condiciones de vida típicas de su posición social, genera
unos modos y estilos de vida diferenciados según clase (habitus de clase) que
contribuyen a legitimar la diferencia. Incluso los criterios del «gusto», una
estructura afectiva asociada con el placer y el displacer, están condicionados
por el capital económico y cultural de cada individuo. Así, el gusto por el
golf, la música clásica, el arte o la sensibilidad estética se convierten en mar-
cas significantes de distinción social. Afirmando mediante su poder simbó-
lico la superioridad cultural de su modo de vida la clase dominante ejerce
violencia simbólica sobre los desfavorecidos.
En los años 60 del siglo pasado, la escuela británica de Birmingham im-
pulsó un nuevo campo de investigación, los «estudios culturales», revalori-
zando y mostrando interés por el análisis simbólico de la «cultura popular»,
esto es, por el modo de vida de las clases populares. Acotaron este campo
alejándose tanto de la «cultura de masas» (cultura diseñada, producida y
distribuida para el consumo del gran público), como de la «cultura folklóri-
ca» (manifestaciones culturales hechas por el pueblo para el propio pueblo),
determinadas que estén por las condiciones objetivas del entorno exterior, están
embutidas en una trama de significados y sentidos. La cultura, esta red simbó-
lica que conforma el entorno interior de la vida humana y social, posibilita y al
mismo tiempo constriñe la acción, genera simultáneamente rutina y creatividad,
y activa procesos de reproducción y de transformación del orden social.
En conclusión, si la realidad cultural goza de una relativa autonomía,
debemos estudiarla y analizarla por el valor que tiene en sí misma, y no como
un mero reflejo o subproducto de otras variables estructurales. De ahí que
Alexander nos sugiera analizar la cultura en dos fases. En la primera, debe-
mos analizar los contenidos de los fenómenos culturales, esto es, sus ideas,
valores y emociones, sus ideologías y discursos, o el modo de vida y las vir-
tudes que propugnan, poniendo provisionalmente en paréntesis sus relacio-
nes con la estructura social o natural. En primer lugar debemos comprender
el fenómeno cultural en su propios términos realizando una «descripción
densa» de los mismos. Ahora bien, en una segunda fase, analizado e inter-
pretado simbólicamente el fenómeno cultural bajo estudio, deberemos ubi-
carlo en y conectarlo con el contexto humano y social en el que opere. Solo
así captaremos y comprenderemos las experiencias y relaciones vitales que
los seres humanos fraguan en el crisol de su cultura.
CONCEPTOS CLAVE
• ¿Hasta qué punto crees necesario que todos los miembros de una sociedad com-
partan los mismos patrones culturales?
• ¿Qué papel siguen teniendo las ideologías y las utopías en el mundo actual?
• ¿Existe alta y baja cultura, hay diferencias entre cultura y entretenimiento?
• ¿Crees que todas las culturas y subculturas tienen el mismo valor y por ello me-
recen idéntico respeto y su perpetuación en el tiempo?
PRÁCTICAS DE INVESTIGACIÓN
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
La era de la información
LA SOCIEDAD DESDE
LA SOCIOLOGÍA
UNA INTRODUCCIÓN
A LA SOCIOLOGÍA GENERAL
QUINTA EDICIÓN
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