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SEMANA 2: ESCULTURA PÚBLICA Y CIUDAD

LECCIÓN 2.2 El contra monumento como construcción social

Un monumento es levantado por la necesidad de recordar. Monumento en latín significa


“recuerdo”, y ese recuerdo es señalado por un monumento como una marca capaz de
otorgarle un lugar a la memoria.
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Históricamente, esa vertical que interrumpe el equilibrio del horizonte ha sido un elemento
que se ha alzado para impedir el olvido, para darle un lugar al recuerdo y adonde ir para
recordar.

Con la construcción de las ciudades y del Estado, esa línea vertical se transforma en
discurso para ser un monumento, siendo un elemento encargado de retratar y representar
las acciones y personajes más relevantes de la historia de las ciudades, llegando a tener un
importante rol en la conmemoración y en la educación de la sociedad. En esta clase
revisaremos cómo la memoria se relaciona con la ciudad en la que vivimos.

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Monumento y lugar

Sin embargo, aún cuando el monumento es una representación del pasado, una narración
objetiva de la historia, no es una construcción terminada. Y es que un monumento
requiere de un proceso de asimilación y de lectura, que está condicionado a la
contingencia de lo que sucede en su propio entorno, entrando en un proceso de
significados que radica en la gran superficie de contacto que poseen con los distintos
acontecimientos sociales, históricos, políticos y también individuales propios de las
ciudades; siendo elementos en permanente construcción, como superficies donde es
posible que se inscriban los acontecimiento de una sociedad.

Por ejemplo, la Fuente Alemana, que es un monumento tradicionalmente conmemorativo,


representativo, figurativo y que no fue creado con la intención de interactuar con el
espacio y las personas, se ha visto alterado por años con el roce de lo cotidiano y el uso
corriente que se hace de él, en tanto es apropiado por innumerables personas que verano
a verano la usan espontáneamente de piscina, reinterpretando su sentido original para
reconstruir su significado a través de una nueva funcionalidad e interacción con otras
personas, ubicando al monumento ante el espacio público como un lugar en la ciudad
para la reunión.
Esta apropiación que hacen las personas que se bañan en la Fuente Alemana reduce la
monumentalidad del propio monumento, produciendo una acción que marca, afecta y
construye un espacio que se expande hacia el lugar y que transforma al objeto del
monumento en un lugar.

Espacio y experiencias

Si consideramos que el espacio es algo que está dado, pero que al mismo tiempo se 3
reconstruye constantemente por nosotros en la medida en que nos movemos en él,
entendemos entonces que, como plantea el historiador Gabriel Salazar, el espacio opera
entre la situación histórica que se hereda (el espacio que ya está construido), y el espacio
que se está construyendo todos los días por cómo nos desplazamos en él.

¿Cómo se puede distinguir entre el acontecimiento de que algo es levantado y su


trasformación en el tiempo? ¿Cuál será la memoria de la Fuente Alemana que tienen las
personas que se bañaron tardes completas allí? ¿El de un monumento y un país completo
que recuerda el centenario de una nación, o los recuerdos de una experiencia compartida
que ocurrieron en ese lugar?
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Y es que la memoria traspasa la facultad de retener y recordar el pasado como un mero
contenedor de historias y relatos individuales, para colocar su real valor en un proceso en
constante construcción, que funciona a partir de referencias socialmente elaboradas.
Porque, aunque la memoria se ubica en lo experimentado, en los acontecimientos vividos,
y es posible que se pierda entre lo imaginado, también es móvil, pendular, selectiva,
vulnerable a las transformaciones y a las apropiaciones, y se alimenta tanto de
imprecisiones como de percepciones. Es emotiva y latente. Y aunque sea vivida de manera
individual, es siempre un fenómeno colectivo.

Así, los recuerdos nunca están encerrados en el individuo ni aislados, emergen en una
trama de relaciones que permite representar el pasado a través de las relaciones con el
exterior, en distintas asociaciones y contextos. Donde, si bien algunos recuerdos no son
experimentados personalmente por un sujeto (por ejemplo la información externa como
datos, fechas y reseñas históricas), por medio de una fricción son capaces de penetrar en la
memoria personal.

Así, el recuerdo no siempre es el mismo, opera en distintas escalas de la memoria,


oscilando continuamente entre lo objetivo y lo subjetivo, entre la historia y la memoria, el
recuerdo y también el olvido.
Arte, memoria y olvido

Sin embargo, el hecho de que la historia (como historiografía) sea estable, permanente, y
obedezca a un procedimiento intelectual que exige un análisis y un discurso crítico, como
propone el historiador francés Pierre Nora, ha incidido en construir una amplia distancia
entre ambos planos del pasado, desapareciendo la memoria de las relaciones cotidianas.

La memoria reclama a la ciudad lugares para su presencia, y en esa carencia se han


levantado artificiosamente monumentos, museos, archivos, santuarios, festividades, etc. 4
como mecanismos que permiten aplacar la desolación de un mundo sin memoria y
desritualizado, y que emergen en la pretensión de articular, bajo el mismo escenario, el
pasado y el presente, lo tangible y lo simbólico de la realidad, anclando la memoria a un
lugar y colocando el recuerdo en lo sagrado.

¿Cómo mostrar lo que no está, la desaparición misma, o el olvido mismo?, ¿Cómo el arte
en la ciudad puede mostrar la negativa a ver, o mostrar la propia ausencia?

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Para citar este material educativo:

Cornejos Cavas, María de los Ángeles (2016) “El contra Obra acogida a licencia de
monumento como construcción social”. Material del curso Creative Commons Atribución-
"Arte y Espacio Público", impartido en UAbierta, Universidad No Comercial- CompartirIgual
de Chile. 4.0 Internacional.

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