Está en la página 1de 11

DEMOCRACIA Y ESTADO CONSTITUCIONAL

El constitucionalismo y la democracia son instituciones que desde sus raíces conceptuales y


orígenes históricos han estado contrapuestos. El constitucionalismo como aquel control al
ejercicio de lo público, incluyendo la participación popular y la democracia se observa como la
posibilidad de la partición popular en las decisiones de lo público, en este ensayo indagaremos
aquellos aspectos conceptuales para el manejo y acrecentar los conocimientos del ejercicio
ciudadano y político.

INTRODUCCION.

El presente ensayo trata de los temas relevantes de nuestra democracia y el estado


constitucional por ello partimos de las definiciones de los sitemas políticos y las formas de
gobierno vividos a lo largo de la historia de la humanidad y como estos fueron cambiando y
adaptándose siempre en beneficio del clamor popular

Sistemas políticos y formas de gobierno

Veamos en primer lugar algunas definiciones de sistema político que nos permitirán
comprender de manera más clara cómo se ha venido enriqueciendo el enfoque sistémico para
el estudio de Estado y del proceso de gobierno.

CONTRASTIVO DE DEFINICIONES DE SISTEMAS POLÍTICOS

AUTOR DEFINICION
David Easton (The Un sistema político es un conjunto de interacciones políticas. Lo que
political system: distingue las interacciones políticas del resto de interacciones sociales
1969) es que se orientan hacia la asignación autoritaria de valores a una
sociedad
Jean William Un sistema político es un conjunto de procesos de decisión que
Lapierre (L’analyse conciernen la totalidad de una sociedad globa
de systèmes: 1976)
Gabriel Almond (A Un sistema político es un sistema de interacciones, existente en todas
functional las sociedades independientes, que realiza las funciones de
approach to integración y adaptación, tanto al interior de la sociedad como en
comparative relación con las otras, mediante el uso o la amenaza del uso de la
politics: 1976) violencia física más o menos legítima
Karl Deutsch Conjunto capaz de autodirigirse a partir de la información que recibe
del medio ambiente, con el cual interactúa mediante lujos (Modelo
Cibernético).
Maurice Duverger Sistema político es la entidad en el cual confluyen los actores políticos.
(Instituciones Las instituciones políticas son, a su vez, las partes integrantes de un
políticas y Derecho subsistema político que es lo que se denomina régimen político.
Constitucional:
1955)
Samuel Phillips Conjunto formado por unas determinadas instituciones políticas, que
Huntington tienen unas determinadas expresiones formales identiicables en el
(Political Order in régimen jurídico, en relación con un cierto nivel de participación que
Changing Societies: se maniiesta en conductas observables empíricamente y referidas al
1968) ejercicio del poder político por medio de las instituciones y los actos
del gobierno
Respecto a las formas de Gobierno, a lo largo de la historia de la humanidad, los hombres han
diseñado diversas instituciones que de acuerdo con sus creencias, costumbres y hábitos de
obediencia, les han permitido gobernarse manteniendo la estabilidad y el orden social para la
consecución de los fines colectivos de paz, progreso y justicia, lo que ha significado el crear
formas de organización política y con ello han venido surgiendo diferentes regímenes políticos
y formas de gobierno. Esta organización que provee orden, estabilidad y dirección a cualquier
sociedad es precisamente el sistema político. La función principal que cumple este sistema es
la de conducir los esfuerzos de la comunidad hacia los propósitos que esta misma se ha
propuesto. De acuerdo con la participación mayor o menor en las decisiones que conciernen a
la colectividad, así como el grado de imposición o consenso es como se determinan los
regímenes políticos y las formas de gobierno. En el curso de la historia hemos conocido
variadas formas de gobierno, según el grado y número de participación de los gobernados. De
acuerdo con Bobbio (1989, p. 144), en la tradición clásica de la ciencia política podemos
distinguir tres tipologías de formas de gobierno: la clasificación de Aristóteles, la de
Maquiavelo y la de Montesquieu. La primera clasificación nos la ofrece el filósofo estagirita
Aristóteles, en su obra Política expone la teoría general de las constituciones, y recorre en su
análisis los conceptos de la ciudad (polis), del ciudadano y de la virtud política, y deduce de eso
las seis formas posibles de gobierno, buenas o malas: — con la autoridad de uno solo— la
monarquía o la tiranía; —con la de varios— la aristocracia o la oligarquía; —con la de todos—
democracia o la demagogia. Hay dos cosas que caracterizan las formas de gobierno según
Aristóteles: la persona o personas sobre las que recae el gobierno, y el objetivo que dicho
gobierno persigue. Así por ejemplo, conocemos la tiranía, que es el gobierno del tirano, de uno
solo, que impone contra derecho el gobierno, y lo ejerce sin justicia y con discrecionalidad. Un
ejemplo de éste es el gobierno de Nerón, quien provocó el incendio de Roma (julio del 64 d.C.)
y la persecución implacable de los cristianos en el siglo I de nuestra era. También han existido
gobiernos aristocráticos y despóticos, es decir aquellos que son dirigidos por unos cuantos
notables, como en el caso de gobiernos colegiados de notables que gobernaron en el período
más álgido de la Revolución que conmovió a Europa a fines del siglo XVIII. Por último tenemos
la democracia, el gobierno de todos y para todos. En contrapartida se ubica el modelo
demagógico, como deformación de la democracia y que se sustenta en la manipulación y el
engaño al pueblo. La siguiente clasificación corresponde al tratadista Florentino Maquiavelo,
que en su obra el Príncipe disminuye su tipología a dos formas de gobierno, en función de que
se trate del gobierno de uno solo o de una asamblea o cuerpo colegiado. Si bien distingue
entre repúblicas aristocráticas y democráticas, la diferencia fundamental se identifica con el
número de personas que participan en la función gubernamental. Finalmente el tratadista
francés Montesquieu retorna a una triple clasificación, retomando las dos que propone
Maquiavelo, República o Monarquía, y agregando una degeneración del gobierno de uno solo
al incorporar el despotismo. En esta forma se consideran las experiencias históricas que
ofrecieron las monarquías orientales antiguas, las repúblicas integradas por las asambleas
democráticas griegas, las repúblicas aristocráticas romanas, y las formas despóticas de oriente
vigentes hasta bien entrado el período contemporáneo (Japón, China, algunos países árabes,
entre otros). En la actualidad cualquier gobierno que pretenda justificarse frente a sus
gobernados se autodefinirá como democrático, ya que éste se ha constituido en el paradigma
universal del sistema político moderno, que promueve los valores de igualdad, libertad, justicia
y participación. Por otra parte, la premisa expresada en el párrafo anterior da lugar a otra
clasificación mucho más actual de las formas de gobierno. Desde la perspectiva de la teoría
clásica de la división y equilibrio de poderes diseñada por el Barón de Montesquieu y en las
categorizaciones de los sistemas políticos modernos y que reúnen las características de una
democracia (Sartori: 1994: p. 97), los regímenes pueden clasificarse en dos tipos, según la
preponderancia en la relación entre los poderes. Estos dos sistemas son por una parte, el
sistema presidencial en el cual se observa una preponderancia del órgano Ejecutivo sobre el
poder Legislativo y por otra parte el parlamentario, en el cual existe preeminencia del
Legislativo e incluso en muchos casos el propio poder Ejecutivo emana del parlamento para
configurar el gabinete de gobierno. Por ello a este último se le denomina parlamentario.

Si bien la teoría clásica parte de un necesario equilibrio de poderes que mantenga balanceadas
las instituciones mediante un sistema de pesos y contrapesos tendería a una cierta igualdad, la
realidad es que en la práctica en la mayoría de los casos, los sistemas políticos modernos y que
además podemos catalogar como democráticos, se colocan en la clasificación entre régimen
parlamentario o presidencial. Según el peso de condiciones históricas, culturales, e
instrumentales, estos dos tipos de sistemas son los que prevalecen en nuestros días.

La Democracia y sus distintas formas.

La democracia es una forma de gobierno en la cual existe participación popular y en la que


los ciudadanos pueden elegir y controlar, de manera directa o indirecta, a los gobernantes que
los representan. Es un sistema de gobierno ideal reconocido a nivel mundial y conforma uno
de los principios básicos de las Naciones Unidas.

La palabra democracia proviene del griego,“demos” significa pueblo y “kratos” significa


gobierno o autoridad. El concepto de democracia nació con el auge de la civilización Griega y el
crecimiento de las ciudades estados o “polis”. Estas ideas democráticas dieron origen a las
instituciones políticas que intentan resguardar el bien común y la participación de los
ciudadanos.

El sistema democrático es considerado la forma de gobierno más justa y conveniente para vivir
en armonía. El sistema fomenta las elecciones mediante el sufragio universal para la elección
de los gobernantes, y propone una división de los poderes para evitar el abuso de autoridad.

El sistema democrático presenta variaciones en el modelo, según los diferentes países del
mundo. Es importante aclarar que un gobierno deja de ser democrático cuando ejerce
una autocracia, dictadura u oligarquía dominante, a pesar de reconocer algunos de los
derechos de la población.

tipos de democracia.

Entre los principales, se destacan:

 La democracia directa o pura. Es un tipo de gobierno en el que los ciudadanos


ejercen el poder sin ningún intermediario. Las decisiones son deliberadas en
audiencias públicas.
 La democracia indirecta o representativa. Es un tipo de gobierno en el que los
representantes del pueblo (que fueron elegidos por todos los ciudadanos
mediante sufragio), son quienes toman las decisiones.
 La democracia semidirecta. Es un tipo de gobierno que combina tanto a los
representantes elegidos por el pueblo para ejecutar ciertas funciones, como al
pueblo que participa de manera directa para decidir sobre otros asuntos.
 La democracia parcial. También denominado “no liberal”, es un tipo de gobierno
en el que, a pesar de existir la convocatoria a elecciones y algunos principios
democráticos básicos, las actividades del gobierno no son de conocimiento del
pueblo.
 La democracia constitucional. También denominado “estado de derecho”, es un
tipo de gobierno que se basa en una ley fundamental o estatuto donde están
escritas todas las leyes y los derechos de los ciudadanos, que todo gobierno debe
respetar.
 La democracia parlamentaria. Es un tipo de gobierno que se diferencia de la
democracia representativa porque los ciudadanos ceden la elección por sufragio
al poder ejecutivo, que está en manos de los parlamentos subordinados por un
jefe de estado o monarca.

3.3. La Democracia como valor universal.

El reconocimiento de la democracia como sistema universalmente válido, cada vez más


aceptado como valor universal, ha supuesto una importantísima revolución del pensamiento y
constituye una de las contribuciones más importantes del siglo XX. Es en este contexto donde
debemos analizar el tema de la democracia como valor universal.

Sen, que ha defendido la teoría de las identidades múltiples frente a los fanáticos de la
identidad, desnudando la veta racista y excluyente que subyace en todos ellos, hace un
recorrido por las tradiciones democráticas de muchas sociedades, tanto de aquellas que
estaban circunscritas a un determinado ámbito o circunstancia, como de ciertos sistemas
políticos del pasado no occidental en donde la tolerancia fue la norma, para llevar luego sus
argumentos al punto crítico de nuestros días: la deseable universalización del sistema
democrático y sus valores. Y advierte contra el espejismo, propio de aquellas sociedades que
han resuelto satisfactoriamente la alternancia en el poder a través del voto libre, de creer que
con ello han resuelto sus problemas de legitimidad democrática. Para Sen la
democracia empieza con el voto libre, es su condición genésica, pero no termina ahí. La
democracia debe ser un sistema de rendición de cuentas, de participación ciudadana en las
decisiones, un estado de libre opinión y permanente debate, y de control independiente de los
órganos de gobierno.

3.4.La Democracia representativa.

Se entiende por democracia representativa o democracia indirecta a un tipo de sistema


democrático que opera en base a la representación política. Esto significa que
los ciudadanos delegan su poder soberano de decisión política en un conjunto de funcionarios
a quienes eligen a través del voto.

Este tipo de sistemas operan en la gran mayoría de las democracias modernas, a través de
diversos sistemas de representación para ejercer el poder ejecutivo y el poder legislativo de
una nación. Quienes ocupan cargos públicos se denominan representantes porque gozan del
poder político bajo el supuesto seguirán la voluntad popular.
La democracia representativa en la época contemporánea enfrenta dificultades y
limitaciones propias de su modelo. Así resurgió en ciertos ámbitos la idea de que sería
preferible una democracia directa, como la democracia ateniense. Sin embargo, la gran
mayoría de las naciones democráticas del mundo son representativas.

La democracia representativa sigue el modelo de las asambleas romanas.

Las democracias representativas tienen como claro antecedente a la República Romana.

Allí se fundaron las asambleas romanas como forma de gobierno.

En este sentido, las democracias representativas de hoy siguen más el modelo romano que el
griego (democracia directa).

Sin embargo, los pioneros modernos en esta materia fueron los anglosajones: en el siglo
XIII Gran Bretaña despojó a su rey de poderes ilimitados e institucionalizó un sistema que
permitía a los ciudadanos comunes ser representados por voceros.

En el siglo XVII, este sistema derivó en la institucionalización de la democracia liberal, a través


del Parlamento Británico. Esto permitió la Revolución Gloriosa y la Declaración de derechos de
1689.

En el siglo XVIII Francia y Estados Unidos hicieron lo propio con sus nuevos sistemas
políticos democráticos, fruto de la Revolución de las Trece Colonias Estadounidenses (1763-
1776) y la Revolución Francesa (1789) respectivamente. Este método de gobierno fue
replicado por las naciones participantes de la Revolución Industrial.

¿En qué consiste la democracia representativa?


La idea de la representación o la delegación del poder soberano del pueblo en sus funcionarios
públicos electos es la clave del sistema. Es decir, que se convoca a la ciudadanía
en elecciones públicas y libres para que elijan al grupo de personas que ejercerán el poder en
su nombre.

Estos funcionarios son investidos por un cargo con potestades y responsabilidades explícitas.
Se encargan de tomar las decisiones en materia política y legislativa que regirán la vida de sus
electores. Por eso se llama “democracia indirecta”: porque existe un mediador entre la toma
de decisiones y el pueblo.

Entre las características fundamentales de una democracia representativa están:

 Elecciones regulares. Se establecen según un calendario contemplado en la


Constitución Nacional y con plenos controles que garanticen la transparencia.
 Sufragio universal. Todos los ciudadanos del país que cumplan con los requisitos
mínimos tienen igual oportunidad de votar y expresarse políticamente, y sus votos
valen lo mismo.
 Participación de partidos políticos. Organizan al electorado y promueven la
participación pública, y a los cuales pertenecen los candidatos a cargos públicos.
 Hay una constitución nacional. A ella se sujetan los poderes públicos.
 Las decisiones se toman en instancias superiores. Las toman los representantes
electos y no directamente la ciudadanía.
 En ocasiones se hace referendos. Son consultas populares, cuando la materia a
decidir es demasiado importante o polémica como para ser definida únicamente
los representantes.

3.5. El Estado democrático y Constitución.

La democracia encarna el ideal de que el pueblo se autogobierne. Sin embargo, no es fácil


llevar este ideal a la práctica, fundamentalmente por lo difícil que resulta identificar lo que el
pueblo desea. La voluntad de la mayoría es un indicador, siempre imperfecto, de ello.

Por otra parte, este ideal, concebido sin restricciones, nos expondría al riesgo de que las
mayorías se vean tentadas de oprimir o someter a aquellos que no compartan su voluntad, de
infligirles daños irreversibles o incluso de exterminarlos. Es por eso que el ideal democrático
moderno se encuentra siempre acompañado de otro ideal valioso: el del constitucionalismo.

Las Constituciones expresan límites a la voluntad mayoritaria. Esos límites están dados por
reglas – como el procedimiento para la sanción de leyes – y por derechos. Ninguno de ellos
puede ser alterado ni siquiera por el más extendido consenso de la mayoría. Lo impide el ideal
constitucional. La combinación de los dos ideales da forma a lo que llamamos “democracia
constitucional”, un régimen de gobierno superior a la democracia ilimitada, pero también a
cualquier forma de gobierno constitucional no democrático.

Sin embargo, como decía el constitucionalista Carlos Nino, la unión entre democracia y
Constitución no es un matrimonio sencillo. Aquellos que reclaman grados altos de libertad de
decisión para la mayoría, verán en las Constituciones ataduras que debilitan el ideal de
autogobierno. Por su parte, los que conciben al límite constitucional como muy robusto y
exigente suelen desconfiar a menudo de las mayorías.

La relación entre ambos ideales tiene que guardar un equilibrio sobre el que deben trabajar los
legisladores en cada decisión que toman, los jueces en cada interpretación que hacen para
determinar la constitucionalidad de las leyes y la sociedad civil al presentar sus demandas al
gobierno. El diálogo y la deliberación son los caminos para encontrar el correcto balance entre
democracia y límite constitucional. Lo único que no podemos hacer si queremos preservar
nuestra democracia constitucional es anular de la ecuación uno de los dos ideales.

Es verdad que las Constituciones también fueron decididas, en el mejor de los casos,
democráticamente. Ello puede poner en duda la razón por la que esas decisiones
democráticas, tomadas por ejemplo en la Asamblea Constituyente, no podrían ser
contradichas por otras decisiones democráticas tomadas, por ejemplo, por la mayoría actual
en el Congreso de la Nación. Esta es una de las preguntas más difíciles que deben responder
aquellos que defienden la democracia constitucional. Para hacerlo, a veces recurren a
metáforas.

La más usual es la que surge del mito griego de Ulises, quien luego de la larga guerra de Troya
se embarcó con el deseo de regresar a Ítaca, donde se encontraban su casa y su esposa
Penélope. Conocedor de los peligros que podían frustrar su viaje, sabía que uno de ellos era el
de ser atraído por el canto de las sirenas que vivían en una isla del Mediterráneo y que
desviaban para siempre a los navegantes atraídos por sus voces. Ulises, curioso, quería
escuchar ese canto, pero también quería regresar a su casa, por lo que ordenó a los marineros
que lo atasen con cuerdas al mástil de la embarcación y que ellos mismos tapasen sus oídos
para evitar no ser atrapados por las sirenas. Éstas cantaron y Ulises, que trató de desatarse sin
éxito, llegó felizmente a destino.

La metáfora es útil para entender que a veces debemos limitarnos en el presente


anticipándonos a la posibilidad de que en el futuro tomemos decisiones de las que luego nos
arrepentiremos. En momentos de calma, alejados de la angustia y la presión de un hecho
dramático, podemos decidir mejor que cuando ese hecho sucede.

Decidimos constitucionalmente no torturar porque sabemos que en el futuro, cuando seamos


eventualmente víctimas de una agresión atroz, estaremos tentados de recurrir a la tortura.
Nuestras decisiones constitucionales nos protegen de nuestras decisiones futuras tomadas
bajo condiciones excepcionales.

Un importante asesor presidencial sugirió que dado que la mayoría de la gente estaría a favor
de la pena de muerte – dato no necesariamente cierto –, esta pena podría aplicarse pese a que
lo prohíbe nuestra Constitución y los tratados internacionales suscriptos por la Argentina. Un
ex juez de la Corte Suprema de Justicia expresó su deseo de que el Presidente no termine el
mandato previsto en la Constitución Nacional.

Algunos reclaman que las personas sospechadas de haber cometido delitos no deberían gozar
de las garantías constitucionales previstas para el proceso penal. Otros quieren imponer
requisitos a extranjeros que no se exigen a los nacionales para ejercer sus derechos a la
educación y a la salud, violando la igualdad ante la ley prevista en nuestra Norma
Fundamental.

3.6.Estado democrático y Derechos Humanos.

La democracia es uno de los valores y principios universales fundamentales de las Naciones


Unidas. El respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales y el principio de
celebrar elecciones periódicas y genuinas mediante sufragio universal son elementos
esenciales de la democracia. Estos valores están consagrados en la Declaración Universal de
Derechos Humanos y fueron desarrollados posteriormente en el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, que consagra el conjunto de derechos políticos y libertades civiles
que sirven de cimiento a las democracias auténticas.

Los derechos consagrados en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y


Culturales y los instrumentos posteriores de derechos humanos abarcan un conjunto de
derechos colectivos (por ejemplo, de los pueblos indígenas, las minorías y las personas con
discapacidad), y son igualmente esenciales para la democracia, en la medida en que garantizan
la distribución más equitativa de la riqueza, así como la igualdad y la equidad en lo relativo al
acceso a los derechos civiles y políticos.

La Sección de Democracia y Estado de Derecho es el punto focal del ACNUDH para las
actividades relativas a la democracia. La Sección se ocupa de elaborar conceptos y estrategias
operativas para reforzar la democracia y proporcionar orientación y apoyo a las instituciones
democráticas, mediante actividades de cooperación técnica y alianzas con las entidades
pertinentes de las Naciones Unidas, en particular el Fondo para la Democracia, el
Departamento de Asuntos Políticos y el Grupo de Trabajo sobre la Democracia. Según lo van
exigiendo las operaciones sobre el terreno o las necesidades de la Sede del ACNUDH, la
Sección proporciona asesoramiento jurídico y orientación cualificada sobre asuntos
pertinentes, tales como el respeto al derecho de participación en el contexto de elecciones
libres y equitativas, y la redacción de leyes y las actividades de capacitación.

3.7. Crisis de la Democracia: causas, manifestaciones.

En las democracias representativas, cuando la gente se siente disconforme y desconfía de sus


representantes tienden habitualmente a participar menos. En otros caso, eligen opciones cada
vez más radicales, incluso aquellas que abiertamente atentan contra la democracia.

Una respuesta intermedia es la expresión organizada y pacífica de la disconformidad. A través


de manifestaciones masivas, la población puede expresar sus intereses, y en algunos casos los
partidos políticos hacen eco de los mismos.

Los grandes problemas de la democracia representativa tienen que ver con la corrupción. Los
funcionarios políticos se encuentran supervisados por ellos mismos o por otros colegas, lo cual
dificulta la labor de fiscalización.

Además, tiende a producir clases o estamentos políticos. Esto significa que hay un sector de
la sociedad que se dedican a la política y que a cambio se enriquecen y ascienden socialmente,
tomando participación en otras áreas económicas de la vida civil.
Asimismo, la crisis de la representatividad es una gran crítica al sistema, asociada a la
corrupción. Los márgenes necesarios de confianza en la representación política parecen estar,
hoy en día, en crisis y franco deterioro.

3.8.¿hacia donde evoluciona el estado democrático y constitucional

la historia del Estado Constitucional es una constante evolución, como lo es la del Estado en
general o la de la Humanidad. Pero, centrándonos en el modelo surgido tras las revoluciones
liberales, lo cierto es que el cambio ha sido un elemento permanente que, a día de hoy,
continúa . Seguramente el más significativo desarrollo sea el del paso del denominado “Estado
Liberal” al “Estado Social”, el cual se caracteriza por importantes variaciones en aspectos
sustanciales. Así pasamos de una etapa en la que los poderes públicos eran sujetos pasivos en
la economía y se limitaban al mantenimiento del orden público, a ser sujetos activos e
intervenir decisivamente en la economía y en el mercado. Asistimos a la ampliación del
derecho de sufragio, del restringido sistema censitario al reconocimiento del derecho al voto
universal. El titular de la soberanía fue trasladándose del concepto Nación al pueblo. Pero uno
de los cambios trascendentales vino por el lado de los Derechos, surgiendo los denominados
derechos sociales, los vinculados al movimiento obrero y a las relaciones laborales,
inexistentes hasta la fecha.

Sin duda esa tendencia a no anclarse y seguir progresando nos llevará en un futuro a entender
superado ese “Estado Social”. De hecho, la denominada “crisis del Estado Social” forma parte
ya de los programas de estudio de la asignatura y en el horizonte se intuyen escenarios que, en
algunos casos, más parecen el retorno a fases pretéritas y a ideas ya superadas, pero quizá
sean en realidad el inicio de nuevas formas de entender el Estado.

Sea como fuere, si nos centramos en los Derechos la ya mencionada evolución ha demostrado
ser más veloz que la que pueda vincularse a los conceptos de Estado, dado que, tras la
aparición de los derechos sociales, la tipología de Derechos se ha agrandado notablemente,
demostrando ser esta la más efectiva y certera demostración de la adaptación del
ordenamiento jurídico a las transformaciones sociales. En este artículo pretendo reflexionar
sobre esos nuevos derechos que están apareciendo, buena parte de ellos vinculados a internet
y a ese mundo virtual que se aventura como protagonista de la actualidad y del futuro y, como
ello influye a su vez en la evolución del modelo de Estado.

4En este sentido es pacífica la doctrina cuando sitúa los denominados “Derechos de la primera
generación” en los llamados derechos civiles y políticos, siendo estos marcadamente
individuales y vinculados al ser humano en su condición de tal, e identificados con las primeras
declaraciones de derechos. Aquí encontraremos al derecho a la propiedad, a la libertad, al
honor, etcétera. Los de la “segunda generación” se consolidan con la aparición del Estado
Social y son de naturaleza económica y laboral. Aquí contamos con el derecho de huelga, el de
sindicación o el derecho al trabajo. Los de la “tercera generación”, nacidos ya bien entrada la
segunda mitad del siglo XX, se orientan hacia la solidaridad con colectivos o etnias minoritarias
y los denominados derechos culturales y medioambientales, tales como la conversación del
patrimonio, la diversidad cultural o la protección del ecosistema .Al ser estos últimos
relativamente modernos, muchas Constituciones no los recogen en su texto o, como ocurre
con nuestra Constitución española de 1978, los nombra dentro del apartado de “principios
rectores de la política social y económica”, en un capítulo aparte y diferenciado de los que la
propia carta magna denomina “Derechos y libertades” y, desde luego, alejados de la sección
bautizada como “De los Derechos fundamentales y de las libertades públicas” aunque, en
cualquier caso, dentro de un Título I que lleva por título “De los derechos y deberes
fundamentales”, lo que ha originado un gran debate doctrinal y jurisprudencial sobre el
alcance y eficacia de cada uno de estos derechos en función de su ubicación en un lugar u otro
de nuestra Constitución.

El modelo de democracia en el marco del Estado Constitucional tiene las siguientes


características: a) El reconocimiento de que el poder de la mayoría parlamentaria no es
absoluto sino relativo en tanto no puede desconocer las competencias y los límites materiales
y formales establecidos en la Constitución; b) La aplicación de la regla de la mayoría, en virtud
de la cual para que las decisiones políticas adoptadas sean legítimas se debe permitir la
participación de las minorías en la elaboración, aprobación y aplicación de las respectivas
políticas; y c) Si bien se exige mayor participación de los ciudadanos en el Estado, también se
exige mayor libertad frente al Estado.

La democracia se fundamenta pues en la aceptación de que la persona humana y su dignidad


son el inicio y el fin del Estado (artículo 1º de la Constitución), por lo que su participación en la
formación de la voluntad político-estatal, es presupuesto indispensable para garantizar el
máximo respeto a la totalidad de sus derechos constitucionales.

BIBLIOGRAFIA

CARLOS GÓMEZ DÍAZ DE LEÓN* Universidad Autónoma de Nuevo León.

Fuente: https://humanidades.com/democracia/#ixzz82VH17d7Y
"Democracia Representativa". Autor: Equipo editorial, Etecé. De: Argentina.
Para: Enciclopedia Humanidades. Disponible en:
https://humanidades.com/democracia-representativa/. Última edición: 23 enero, 2023.
Consultado: 20 mayo, 2023.

L.-M. DIEZ-PICAZO, Sistema de Derechos Fundamentales, Thomson Civitas,


2003, pp. 29 y s. G. PECES-BARBA MARTÍNEZ, Lecciones de Derechos
Fundamentales Dykinson, 2004, p. 103. J.-L. GARCÍA RUIZ, Introducción al
Derecho Constitucional Universidad de Cádiz, UCA, 2010.
A.-E. PEREZ LUÑO, Derechos Humanos, Estado de Derecho y
Constitución, Tecnos, Madrid 2001, pp. 223 y s. R. SÁNCHEZ FERRIZ, El Estado
Constitucional, Torant Lo Blanch, 2009.
http://www.un.org/es/events/democracyday/index.shtml .

También podría gustarte