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La esperanza es un estado de ánimo optimista en el cual aquello que deseamos o aspiramos nos
parece posible. En este sentido, la esperanza supone tener expectativas positivas relacionadas con
aquello que es favorable y que se corresponde con nuestros deseos.
La expectativa confiada y el anhelo de recibir las bendiciones que se han prometido a los justos. En
las Escrituras se habla con frecuencia de la esperanza como la espera anhelosa de la vida eterna
por medio de la fe en Jesucristo.
El Señor te protegerá;
de todo mal protegerá tu vida.
El Señor te cuidará en el hogar y en el camino,
desde ahora y para siempre.
Salmo 121:7-8
INTRODUCCIÓN
Pero nosotros los hijos de Dios debemos tener esperanza siempre, pase lo que pase en
nuestra vida, no debemos perder la esperanza: Job 8.5.7
No nos avergoncemos de tener la esperanza que el próximo año será una año mejor
para nosotros, aunque todos digan lo contrario, no te avergüences de tener la
esperanza de que tu matrimonio se restaurara a pesar que hoy parezca que está
destruido, no te avergüences de tener la esperanza que la enfermedad será sanada
aunque los médicos digan lo contrario.
Posiblemente muchas personas trataran de robarte tu esperanza y convencerte que
nada cambiara, que todo al final saldrá mal, pero recuerda tu esperanza viene de
creer en lo que Dios hará no en lo que ves hoy en tu vida (Romanos 15:13) Y el
Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en
esperanza por el poder del Espíritu Santo.
Esas mismas palabras de Jesús tienen que ser para tu vida el dia de hoy, aunque
todo parece perdido, aunque el diagnostico de tu enfermedad es muy grave,
aunque te tu deuda parezca impagable, aunque tu problema parezca que no tiene
solución: NO temas, cree solamente.
Jesús tiene el poder de hacer lo que para los hombres es imposible, pues como
podemos ver en el texto, habían muchas personas en la casa donde la niña había
muerto, pero unos se lamentaban, otros lloraban y otros se burlaban, y
seguramente en tu vida, en tu dificultad encontraras esas mismas actitudes, pero
solamente Jesús puede hacer posible lo que parece imposible (Vs 41-42)
No te dejes desanimar por las personas que usara satanás para quitar la esperanza
de tu corazón.
El término esperanza denota confianza de lograr una cosa o de que se realice algo que se
desea.
La gran diferencia entre el querer de Dios y la respuesta del hombre es que esta última
siempre es ajena a la iniciativa del Señor, la Escritura dice: “Porque yo sé muy bien los
planes que tengo para ustedes -afirma el Señor-, planes de bienestar y no de calamidad, a
fin de darles un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11 NVI). Se debe tener claro que esta
participación del Señor no está circunscrita a una persona, pueblo o nación; la Palabra de
Dios declara: “El cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento
de la verdad” (1 Timoteo 2:4).
No se nos puede olvidar que Israel fue elegido pueblo suyo en tiempos pasados y eran los
depositarios de las múltiples bendiciones como lo declara la Palabra de Dios, “Que son
Israelitas de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las
promesas” (Romanos 9:4). Los gentiles estaban excluidos de todas estas bendiciones, “en
aquel tiempo estabais sin Cristo, alejado de la ciudadanía de Israel y ajenos de los pactos de la
promesa y sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efesios 2:2). Este texto enseña nuestra
condición sombría, oscura, sin un horizonte claro, perdidos sin ninguna esperanza.
Israel estaba comprometido y debía ser consecuente con lo que Dios había hecho por
ellos, librándolos de la esclavitud por lo cual el Señor les advirtió que no se olvidaran de
Él “Y se enorgullezca tu corazón y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa
de servidumbre” (Deuteronomio 8:14), no valoraron la buena voluntad de su Dios y se
alejaron de Él y de sus promesas.
Hay un pronunciamiento del Señor para mostrar la condición de su pueblo, “Toda cabeza
está enferma y todo corazón doliente, desde la planta del pie hasta la cabeza, no hay en el cosa sana
sino herida, hinchazón y podrida llaga” (Isaías 1:6). Este cometario sobre Israel nos conduce a
comprender el lamentable estado al que llegó este pueblo por haber rechazado las
bondades del Señor. Si esa era la condición del pueblo, del culto y de las promesas ¿cuál
sería la de nosotros? La Palabra enseña que los gentiles eran calificados como perrillos,
abominables a los judíos, pero Dios tenía un plan para la humanidad y lo declara a través
del apóstol Pablo, “El misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha
sido manifestado a sus santos a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este
misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros la esperanza de gloria” (Colosenses 1:26-
27). ¡Qué maravilloso, glorioso, se abrió una puerta, hay que abrazarla con el alma hasta el fin!
“Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve no es esperanza, porque lo que
alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo
aguardamos” (Romanos 8:24-25).
El apóstol Pedro, declara que esta es una esperanza viva por la resurrección del Señor
Jesucristo de los muertos, para conducirnos al bien que esperamos, para una herencia
incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para nosotros los que
con paciencia esperamos; porque un poquito y el que ha de venir vendrá y no tardará, “…
retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona” (Apocalipsis 3:11)
Recordemos el texto que dice: “Antes bien, como está escrito: Cosa que ojo no vio, ni oído no oyó,
ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1
Corintios 2:9).
Con el lema “SOMOS UNO” creo que todos estamos inmersos en el mismo sentir y
coincidimos en una misma esperanza de nuestra vocación.
¡Abracemos la esperanza, no la soltemos, que al final segaremos, porque esta esperanza
es única, a Él sea la gloria!
El apóstol Pedro, declara que esta es una esperanza viva por la resurrección del Señor
Jesucristo de los muertos, para conducirnos al bien que esperamos, para una herencia
incorruptible, incontaminada e inmarcesible.
Nótese que aquí hay tres puntos que Pedro toma como premisas de su
argumento:
18
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son
comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de
manifestarse. 19 Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la
manifestación de los hijos de Dios. 20 Porque la creación fue sujetada a
vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en
esperanza; 21 porque también la creación misma será libertada de la esclavitud
de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. 22 Porque sabemos
que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta
ahora; 23 y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las
primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos,
esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. 24 Porque en
esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque
lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? 25 Pero si esperamos lo que no vemos, con
paciencia lo aguardamos.
Hay algo que el diablo siempre le ha gustado hacer y es atacar a la
creación de Dios, pues sabe él que somos débiles.
La esperanza
La fe
El amor, entre otros.
Éstas son las que el diablo persigue mayormente en un cristiano. Por eso,
se denota inmediatamente el color de crisis cuando estamos siendo
perseguidos por las aflicciones y quizás nos sumergimos en las
circunstancias prestadas ajenamente.
Al mismo modo la Biblia nos enseña, que en medio del caos y también del
entorno muy desalmado producto de la carnalidad.
Ahora, cuando Jesús vino a nuestras vidas, nos hizo renacer; no para que
estemos dudando, ni descendamos en la crítica, ni en el desánimo; no, él
nos hizo renacer para una esperanza viva. 1 pedro 1:3. Bendito el Dios y
Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo
renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los
muertos,
Sin embargo, sigue sin ser resuelta una pregunta, ¿Esperanza para qué?
Entiendo por medio de lo que escribió el apóstol Pablo a los Romanos, que
nosotros los llamados conforme a su propósito, todas las cosas favorecen a
nuestro bien. Romanos 8:28. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas
las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son
llamados.
Aun cuando todo se vea difícil, mañana estará mejor; esa debe ser la
esperanza que nos identifique como verdaderos creyentes; por ahí dicen,
que entre más oscurece es porque va a amanecer.
Pues, Pedro nos compara como el oro y este no se prueba con hielo, con
martillo, con luz negra led; no, éste se prueba con fuego porque ahí es
refinado.
Así sucede con la fe de nosotros, el fuego refina nuestra fe, nos saca las
dudas, refina nuestra esperanza para que después de eso quedemos mejor
preparados y estar de pie ante las corrientes de este mundo.
Así que también la fe de nosotros, que realmente vale mucho, más que el
oro, al ser acrisolada por las diversas pruebas demostrará que es digna de
aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se deje ver.