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repudiando al apóstol persiguiéndolo, apedreándolo, azotándolo y hasta encarcelándolo. En 2 Corintios 11: 23-29
resume las peripecias por las que tuvo que pasar: Cinco veces recibió 40 azotes menos uno, tres veces fue azotado
con varas. Una vez apedreado. Tres veces padeció naufragio. Una noche y un día estuvo como náufrago en alta mar.
Transitó por caminos solitarios con unos pocos acompañantes.
Se encontró con ríos desbordados y amenazantes. Peligros de ladrones. Peligros de los de su nación. Peligros de los
gentiles. Peligros en la ciudad. Peligros en el desierto. Peligros entre falsos hermanos. Trabajos, fatigas y desvelos.
Hambre, sed y ayunos. Frío y desnudez. Y además de todo esto, la preocupación por todas las iglesias.
En su trayectoria también alcanzó a la juventud. Incorporó a Timoteo y Juan Marcos en su misión y llegaron a ser sus
valiosos asistentes (Hechos 16: 1-3; Colosenses 4: 10). ¡Ay hermanos! Ante un líder así de comprometido con la misión
evangélica, al
menos oremos por él. Pero llama la atención que en todos estos viajes, por agotadores y desafiantes que hayan sido,
no encontramos en el libro de Hechos un solo pedido de oración de Pablo a la iglesia. Se nos presenta a Pablo como el
apóstol de los gentiles, el que lleva el mensaje, el que ministra a todos, el que enfrenta a todos y el que ora por todos.
Pero no pide que se ore por él. Estaba enfocado en alcanzar personas: «No busco lo vuestro, sino a vosotros» (2
Corintios 12: 14).
¿Estará bien ser pasivos ante los esfuerzos evangélicos de nuestros pastores hoy?
¿No debiéramos siquiera orar por ellos en sus esfuerzos misioneros?
CORRESPONDENCIA
El registro de la vida de Pablo en el libro de los Hechos está enfocado en los demás y es él quien está
orando y ministrando a todos. Pero es en sus epístolas donde vamos a percibir el lado personal del
apóstol. Cuando empieza a escribir sus famosas epístolas para consolidar la fe de los creyentes,
empezamos a descubrir el lado humano de este auténtico predicador del evangelio.
Al escribir su epístola a los Romanos, alrededor del año 55 d. C., les pidió fervorosamente que oraran
por él (leer Romanos 15: 30-32).
Fue en esta epístola que abrió su corazón confesando que le pesaba que los miembros de su familia
no aceptaran el evangelio (Romanos 9: 1-3).
Cuando escribió su segunda carta a los Corintios, alrededor del año 56 d. C., los invitó a corresponder
del mismo modo como Pablo ministraba a ellos: «Nuestra boca se ha abierto a vosotros, oh corintios;
nuestro corazón se ha ensanchado. No estáis estrechos en nosotros, pero sí sois estrechos en vuestro
propio corazón. Pues, para corresponder del mismo modo (como a hijos hablo), ensanchaos también
2vosotros» (2 Corintios 6: 11-13).
Y desde la cárcel en Roma por los años 61/62, pidió claramente a los Efesios, Filipenses y
Colosenses, que oraran en todo tiempo y lo incluyeran también. (Leer Efesios 6: 18, 19; Filipenses 1: 19;
Colosenses 4: 2-4).
¡OREN POR MÍ! Fue la clara petición del apóstol Pablo. Frente al desafío de alcanzar al mundo gentil
con el evangelio compartió su preocupación con las iglesias y estas sumaron sus esfuerzos a los del
apóstol, orando en todo tiempo por él. Hoy, no es menos importante orar por el alcance del mundo con la
predicación.
¡Cuánto territorio queda aún por conquistar! Millones transitan inconscientes de la solemnidad del tiempo
REVIVE 2022
en que vivimos. Necesitamos orar y apoyar más decididamente los esfuerzos de nuestros pastores.
CONSOLIDACIÓN
Sí, la iglesia entendió el mensaje de Pablo. Es la recepción del evangelio lo que nos hace personas
maravillosas. Es la recepción del Espíritu Santo lo que nos saca de nuestro enfoque egoísta y nos une
en un solo cuerpo armonioso y feliz.
Así vemos en el Nuevo Testamento un liderazgo convertido, fuerte y misionero gestando a una iglesia
también convertida, fuerte y misionera. Y cuando la iglesia comprendió la enorme responsabilidad del
apóstol, cuando dimensionó los alcances de la predicación y asimiló los propósitos divinos, se consolidó
el equipo misionero más poderoso que el mundo haya visto. Una estela de hombres y mujeres se unió a
este apóstol apasionado por las almas: El noble Bernabé. El joven Juan Marcos. El valiente Silas. El
joven Timoteo. El médico Lucas. Lidia, la comerciante internacional de Filipos. Aristarco, asistente de
Pablo en la prisión de Roma. Epafrodito, pastor de Filipos. Epafras, pastor de Colosas. Priscila y Aquila,
el matrimonio conocedor de las Escrituras. Lucio, Jasón y Sosípater, parientes de Pablo. Gayo,
bautizado por Pablo y hospedador del apóstol. Erasto, tesorero de la ciudad de Corinto. Filemón,
entrañable amigo de Pablo.
Iglesias enteras proveyeron recursos y capital humano para la avanzada del evangelio. Los filipenses
le hicieron llegar provisiones hasta la cárcel de Roma (Filipenses 4: 10, 15, 18). Los Corintios le hicieron
patente su gran afecto por medio de Tito (2 Corintios 7: 6).
Nosotros también hemos de imitar a la iglesia primitiva:
Cuando la conversión de las almas es el impulso dominante de nuestro pastor, hemos de orar por él.
Cuando él resienta el golpe del enemigo en carne propia, hemos de levantar a nuestro pastor. Cuando
veamos que involucra a la juventud en el cumplimiento de la misión, oremos por él. Cuando la tristeza
por familiares no convertidos menoscaba sus fuerzas, hemos de implorar con él.
¡Qué iglesia será la nuestra cuando como un solo cuerpo nuestro corazón lata al unísono mientras
aguardamos la bienaventurada esperanza!
Hoy es día de orar por el pastor, por el equipo ministerial de nuestra iglesia. No nos olvidemos de
aquellos que han pasado por aquí, que han dejado también su huella entre nosotros. Estén donde estén
oremos también por ellos.
ILUSTRACIÓN
El 19 de octubre de 1856, diez mil personas se apretujaban en los asientos y las galerías del Auditorio
de Música de Surrey, Inglaterra, para escuchar al predicador Carlos Spurgeon, y otras diez mil
esperaban pacientemente fuera en los jardines. 3
Al poco de comenzar, mientras Spurgeon estaba orando, alguien gritó malintencionadamente: “¡Fuego!”.
La gente comenzó a correr enloquecida, y en la estampida se produjeron siete muertes y veintiocho
personas tuvieron que ser hospitalizadas. La prensa de Londres, se ensañó con el joven predicador, que
cayó en depresión y se recluyó por varias semanas. Pero la congregación lo respaldó y apoyó
unánimemente, y decidieron levantar un nuevo local de cultos con capacidad para 6,000 personas al que
pusieron el nombre de “Tabernáculo Metropolitano”, y en el que se celebraban varios cultos a fin de
poder acoger no solo a los miembros de la congregación, que rondaban ya esa cifra, sino al enjambre de
visitantes. Destruido por dos incendios, uno en 1898 y otro en 1941 a causa de los bombardeos
UNIÓN MEXICANA DE CHIAPAS
alemanes, el “Tabernáculo Metropolitano” fue reconstruido y sigue en activo como iglesia bautista
independiente hasta el día de hoy.
Ante líderes de la talla del apóstol Pablo o de otros como Carlos Spurgeon, la iglesia no ha titubeado
para sumar sus esfuerzos a la predicación del evangelio.
CONCLUSIÓN
Y hoy nos toca orar por nuestro pastor. Venga pastor con nosotros, venga aquí adelante. Usted no está
solo. Hay una iglesia que lo estima y hoy se está comprometiendo a orar por usted. Usted fue llamado
por Dios para trabajar en la viña del Señor por tiempo completo. Ningún otro interés rivaliza con su
misión. En este llamado no hay conflicto de intereses. El enemigo lo sabe y se interpondrá todos los días
para neutralizar sus esfuerzos. Pero sepa que esta iglesia estará orando por usted y los suyos. Llamo
también a la iglesia: ¿Hay entre nosotros uno que haya visitado al pastor para orar por él? ¿Hay aquí
uno que haya sido alcanzado con la predicación de nuestro pastor? ¿Hay un joven que haya sido
motivado por el pastor a involucrarse en la misión? ¿Hay entre nosotros una familia agradecida por la
intervención del pastor? ¿Hay alguien que vaya a agregar al pastor y los suyos en su lista de oración?
¿Habrá alguien que quiera unirse al pastor en la tarea de preparar a un pueblo para la venida del Señor?
Si los hay, los invito a unirse en oración por nuestro pastor y el equipo ministerial de la Iglesia
Adventista.