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Retórica y predicación

Un modelo para el Siglo XXI

Sesión II

Rafael Pola

Texto programado de estudio

CDMX, 2020

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Contenido

2. Una concepción integral del predicador de acuerdo al modelo de Jesús,


presencia y anuncio del reino de Dios
Introducción
a. Un siervo herido
b. El aspecto espiritual
c. El aspecto intelectual
d. El aspecto ético
e. El predicador y su familia bajo la autoridad de la palabra de Dios
f. El predicador y la iglesia local bajo la autoridad de la palabra de
Dios

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Introducción
¿Qué es lo que percibe un adolescente que llega a nuestras
congregaciones locales, con un historial de desintegración familiar
y crisis personal? Dicen los expertos que una persona decide
quedarse o irse de la iglesia en los primeros diez minutos de su
visita. Observa el entorno, a las personas que lo rodean, el culto,
etc. Algunos permanecen y otros se van. Una figura importante en
la permanencia de los visitantes es la figura pastoral. De una u otra
manera la persona que está al frente de una congregación es el punto
focal para que los visitantes se identifiquen con él. Los elementos
pueden variar, su estilo de vida, su edad, la conformación de su
familia, sus hábitos y gustos. Por ejemplo, sabemos que en las
iglesias emergentes han surgido grupos cuya identidad común es el
gusto por las motocicletas. Todos comparten algo que los hace
sentir una comunidad. No debemos pasar por alto el contexto
congregacional para la proclamación de la palabra, es un contexto
que atrae o que aleja: la interacción de los congregantes, el hacerlos
sentir en casa, la iluminación, el mobiliario, la limpieza del lugar
del culto, el tipo de música, la decoración, todo suma. Al final del
día se espera que los visitantes digan ¡de aquí soy! Se espera que al
final del día, el Señor diga: me gusta lo que hacen.
A mis 14 años la imagen pastoral en la Iglesia Bautista
Horeb era un imán. Como también lo fue para decenas de jóvenes
y sus familias que estaban llegando a la iglesia. Dios había dotado
al pastor Rolando de un carisma especial, un don de gentes, una
memoria prodigiosa, no olvidaba tu nombre aunque te volviera a
ver diez años después. Cada persona que se relacionaba con el
pastor sentía que se establecía una relación especial. Además, como
señalé en el capítulo anterior, el entorno de una iglesia
completamente diferente era atrayente. Los expertos lo dicen con
claridad, si no hay algo que te diferencie como iglesia y como

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predicador, no habrá ninguna razón para que las personas
permanezcan ahí.
Lo dicho hasta ahora lo constaté años después, en una visita
al puerto de Veracruz, en México, acompañando a mi compañero
del Seminario el pastor Gonzalo Viniegra Villa. El pastor de la
Primera Iglesia Bautista de Veracruz era el hermano Joel Buzo.
Tenía un pequeño templo, lleno a reventar cada Domingo por la
mañana. La iglesia tenía todo el estilo de una iglesia bautista
tradicional y en medio del calor del puerto, a las 12 del día, era el
mejor momento para dormir una siesta, pero los congregantes
permanecían despiertos. Llegó el momento del sermón, el pastor
Buzo, ya mayor, subió a la plataforma y ocupó su lugar en el
púlpito, predicó alrededor de 45 minutos sin que nadie pudiera
escuchar nada, pero nadie se movía. Yo estaba en la primera banca
y no escuché ni una sola palabra. Terminó el culto y le pregunte a
mi amigo Gonzalo. Explícame, no entiendo que sucede, nadie oye
nada y la iglesia está a reventar. Me dijo, te vas a dar cuenta
enseguida. Efectivamente, el púlpito del pastor Buzo estaba
sustentado en un corazón lleno de amor, que su iglesia disfrutaba
semana a semana: los niños, los jóvenes y señoritas, los
matrimonios y personas mayores encontraban en él el amor del
Señor. No hay mejor contexto para la proclamación del Evangelio
que un corazón pastoral lleno del amor de Jesús.
En este capítulo vamos a abordar el asunto del predicador,
de la predicadora. Y lo haremos a la luz del modelo de Jesús,
nuestro maestro. La Biblia da para muchos modelos, cada uno de
ellos puede ser considerado a la luz del modelo de Jesús. La
hermenéutica evangélica siempre ha tenido como categoría central
de la interpretación de la Escritura a Jesús, es un hermenéutica
cristológica. Así que si estudiamos a Abraham, a Moisés, a Josué,

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a David, a Ester o a Rut, o a los profetas como modelos de
ministerio de la predicación, lo hacemos a la luz de Jesús,
cumplimiento de las Escrituras.
Sin embargo, la amplitud del ministerio de la palabra de
Jesús debe ser considerado a la luz del contexto de su vida. No sólo
consideramos su mensaje, sino su persona, porque están
indisolublemente unidos. La predicación se trata del testimonio de
una vida. Cuando hablamos, como en la sesión anterior, de la
verdad de la predicación, centrados en Cristo, se trata justamente
del testimonio de su vida. Como señala muy bien Dietrich
Bonhoeffer en su tratado sobre la predicación, se trata de un
testimonio, con el peso que este tiene en orden a la verdad de un
discurso. El testigo debe acreditar su experiencia como verdadera y
el testigo debe acreditar la confiabilidad de su persona. Los embates
del abogado acusador tratará de desacreditar al testigo para
invalidar su testimonio. Y eso es lo que va a tratar de hacer el
adversario durante todo tu tiempo de servicio al Señor.
Hay tres elementos que impactaron mi corazón de
adolescente en el ministerio de la predicación del pastor Rolando:
su inteligencia, su espiritualidad y su integridad. Después él enseño
que la autoridad del ministro tiene esos tres elementos como
sustento, en cada caso, bajo la autoridad de la palabra de Dios y la
corroboración de la congregación local. Así como Jesús, cuya
autoridad era rasgo distintivo de su ministerio de la palabra:
“29 porque les enseñaba como uno que tiene autoridad, y no como
sus escribas. Mateo 7:29 NBLA; 36 Todos se quedaron asombrados,
y discutían entre sí: «¿Qué mensaje es este? Porque con autoridad y
poder manda a los espíritus inmundos y salen». Lucas 4 NBLA
No es fácil encontrar los tres elementos en un predicador, en
una predicadora. Pero la concepción integral del ministerio de la
predicación y de la tarea del mensajero nos hace bordar sobre los

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tres. Son como las tres patas de un banco, si falta una de ellas,
difícilmente será útil. Estos son los primeros tres puntos a
desarrollar en este capítulo. Los siguientes también son una parte
importante del perfil del predicador: su familia, y su congregación
local.
a. Un siervo herido
Vivimos en un mundo herido. No es noticia fresca, aunque las
heridas cambian. El diagnóstico del mundo contemporáneo
entreteje conceptos como líquido, efímero, inestable, light,
cansancio, desgaste, sinsentido, nihilismo, pluralidad religiosa. Y
las aportaciones latinoamericanas, polarizado, violento, pobre,
desarraigado, desestructurado. El acercamiento psicoanalítico,
tanto individual como cultural, analiza el lenguaje. En él se expresa
las falencias humanas.
El profeta Zacarías (13:7) habla sobre el pastor que será herido
por la mano de Dios y Jesús dirá que en su propia vida, en su pasión,
se da cumplimiento a tal profecía, Mateo 26:31. Pedro intentó
interponerse, utilizando las armas a su alcance; pero el Señor no se
lo permitió. Jesús, nuestro modelo, asumió el costo de su vocación,
de su misión, de su identidad mesiánica. Sólo su sacrificio tiene
valor redentor; porque solamente él es el cordero de Dios que quita
el pecado del mundo. No obstante, la iglesia entendió que todo
sufrimiento por causa del Reino de Dios tiene sentido en él. Jesús
mismo habló de la dicha de ser perseguido y llorar por causa del
reino. (Mateo 6:4, 10) ¿Podemos ver la mano de Dios en los siervos
heridos? ¿O todo sufrimiento es causado por el propio pecado y los
ataques de los principados y las huestes de maldad? El sufriente Job
pensaba que se debe aceptar con fe todo lo que viene de la mano de
Dios, incluso aquello que consideramos malo. Ese fue el diálogo
teológico que sostuvo con su esposa. En nuestra América el
catolicismo ha elevado a los altares la pasión y el sufrimiento, es

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una religión del dolor. Recordemos que para que una persona se le
considere digna de ser elevada al rango de santo ha de mostrar
evidencia de un milagro y de martirio.
La conclusión es que hay de sufrimientos a sufrimientos,
algunos son por causa de nuestro seguimiento de Jesús y por causa
del reino y otros son por causa de nuestro propio pecado. Hoy,
encontramos en los púlpitos, en las plataformas, en los atriles de
nuestras iglesias siervos de la palabra heridos por causa del reino y
heridos como consecuencia de sus propias decisiones de vida. Sin
embargo, la Escritura nos muestra que en ocasiones ambas
dimensiones se entrecruzan. Sansón, el juez de Israel, sufrió su mas
terrible humillación por causa de su debilidad ante Dalila; pero al
final sabía que se trataba de una lucha entre Dagón, el dios de los
filisteos y Jehová, el Dios de Israel. Jueces 16.
Les propongo que meditemos en las heridas del siervo de la
palabra en las dimensiones de las tres patas del banco: la dimensión
espiritual, la dimensión intelectual y la dimensión ética. Si me
permiten la analogía: las heridas infringidas al espíritu, a la mente
y al carácter, sobre el carácter, recordemos que la palabra ética
proviene del griego ethos, que quiere decir carácter, una forma de
ser, y en su etimología también se tradujo como moral. Así que el
siervo de la palabra sufre heridas en su espíritu, en su relación con
Dios, en su mente y en su carácter. Son heridas largas y profundas.
Tienen una dimensión histórica, bíblica, sistemática y práctica. Las
heridas lastiman todo el lenguaje teológico de la iglesia y su
relevancia en el debate público. Los siervos de la palabra no
podemos cerrar los ojos ante la realidad de un lenguaje teológico
desgastado y herido. Veamos este cuadro para ayudarnos:

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Dimensiones / Patas Espiritual Intelectual Ética
Histórica
Bíblica
Sistemática
Pastoral
Pública
Apologética

Las heridas espirituales, intelectuales y éticas tienen una


dimensión histórica, bíblica, sistemática y pastoral. Y, vistas como
una totalidad, impactan su presencia pública y testimonio. También
las siervas y los siervos de la palabra sufrimos heridas que tienen
dimensiones histórica, bíblica, sistemática, y pastoral.
Como pueden observar cada una de las tres patas y de las seis
dimensiones se entrecruzan y dan para una reflexión de largo y
profundo aliento, una reflexión que nos desafía a una
transformación, renovación, de gran calado. Porque si los siervos
de la palabra no somos hoy conscientes de las dimensiones de
nuestro reto a la hora de ponernos de pie ante una o dos personas o
ante un auditorio de miles de escuchas, entonces, el Señor hará el
milagro de hacer que las piedras hablen por nosotros. Siervos con
voz profética, siervos con voz kerigmática, siervos y siervas con
voz pastoral. Porque la primera voz anuncia el cumplimiento de la
palabra de Dios, ayer, hoy y mañana, la segunda voz proclama el
mensaje de salvación y la tercera voz es palabra que cuida, guía,
orienta, edifica y estructura al rebaño. Restaurar el lenguaje de la
proclamación, de la predicación es un proceso urgente, que
demanda siervas y siervos de la palabra estructurados, porque nadie
puede dar lo que no tiene. Y si nuestras heridas significan una
pérdida de la estructura que nos da la historia, la Biblia, la teología
y la práctica pastoral, entonces, a fuerza de ser redundante, nadie
puede dar lo que no tiene. No se trata de la eficacia del discurso,

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sino de la estructura del lenguaje. Porque las heridas del paciente se
manifiestan con claridad en su lenguaje, un lenguaje sin referentes
sólidos y sin sentido del reino es la herida más profunda de la
proclamación de la palabra el día de hoy. Por estructura de los
siervos de la palabra me refiero a su formación integral: espiritual
(aquí incluimos su dimensión emocional-relacional), intelectual y
ética.
El proceso de estructuración de los siervos y siervas de la
palabra se da de adentro hacia fuera: del corazón a la vida pública.
Dios llega a nuestra vida y todo lo transforma; pero si no ha
transformado nuestros valores, nuestras verdades y nuestros
principios, nuestras actitudes ante la vida y nuestro lenguaje,
entonces ¿qué es lo que ha cambiado? Santiago dice con toda
claridad que no puede salir a la vez agua dulce y agua amarga de la
misma fuente. Santiago 3:1ss. Y no se trata solamente del lenguaje
soez. Y también Santiago nos ayuda a entender que si nuestra fe no
ha cambiado nuestra praxis, entonces está muerta y que si seguimos
atados a una sabiduría que no se expresa en acciones virtuosas,
entonces estamos viviendo en la dimensión de la mentira. Como
que hace falta volver a leer Santiago. Si no hemos permitido que
Dios restaure nuestra historia, nuestro pensamiento, nuestras obras,
y nuestra comprensión de la palabra de Dios, entonces su obra
permanece cautiva en la cultura de nuestro tiempo, la cultura light,
de lo superficial, de lo líquido, de lo rápido, de lo que carece de
sentido, de lo que tiene punch.
Al inicio de la sesión de hoy les preguntaba, ¿qué es lo que
percibe un adolescente al llegar a nuestras congregaciones locales?
Al paso del tiempo uno puede comprender que el poder del
ministerio de la palabra del pastor Rolando Gutiérrez se puede

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resumir en una frase que él solía repetirnos a los jovencitos: “el
hombre es método y disciplina.” Estas dos palabras, vertidas en
acción pastoral, estructuran la vida. Podemos oír muchos y bellos e
inspiradores mensajes, pero se trata de darle estructura a la vida de
las personas, sus familias y a la iglesia. Ese es el reto de la cultura
de la posmodernidad, la falta de estructura, de orden, de sentido.
Huyendo del agobiante y fracasado sueño en el método y de la
rígida disciplina, se desabarrancó en el caos y en el sinsentido. Dios
es un Dios que ordena, y lo hace con la fuerza de su amor, de la fe,
de la estructura de acogida que es su familia espiritual. Ya lo dice
claramente el libro del Génesis, un mundo sumido en el caos, por
el poder de la palabra de Dios, devino en cosmos.
Esas son las heridas profundas, las que rompen la estructura, las
que rompen el sentido del reino en la vida de la iglesia, las que
rompen su lenguaje.
Mi hermano Esteban Cortés, es un pastor en la Ciudad de
México, que también ha compartido su testimonio de la influencia
del pastor Rolando en su ministerio, (lo agregamos al final de esta
sección). Esteban no ha grabado su video y nos ha dejado su
testimonio por escrito, porque tuvo un evento vascular que le causó
daños en su lenguaje. Todos los domingos predica. El Dr. Joel
Ordaz, médico psiquiatra, diácono de la Iglesia Bautista Horeb tuvo
un evento vascular de tal magnitud que le afectó la mitad de su
cuerpo y su lenguaje, era muy difícil entenderlo al hablar,
combinaba palabras en inglés y en español, pero fue terapeuta de
decenas de personas en la iglesia y ayudó a muchos a encontrar en
Cristo el sentido de su vida. Pablo, casi ciego, se auxiliaba con la
ayuda de un amanuense para escribir sus cartas, las que han llegado
hasta nosotros y son contenido invaluable de nuestra fe. El siervo
de Isaías, nuestro pastor, fue un siervo sufriente al que la gente no
podía mirar. Recordemos el texto del profeta: “7 Fue oprimido y

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tratado con crueldad, sin embargo, no dijo ni una sola palabra.
Como cordero fue llevado al matadero. Y como oveja en silencio
ante sus trasquiladores, no abrió su boca.” Y es el salmsta quien nos
dice: “Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan sus corazones”
Salmo 95:7
Conversaba con el pastor Miguel Altamirano sobre el tema
del liderazgo y llegamos a pensar en alguna bibliografía que nos
ayudara a atender el problema de la credibilidad en el liderazgo
espiritual el día de hoy. En el ámbito de la proclamación y
predicación del evangelio del reino hay una herida profunda en su
credibilidad. La falta de credibilidad, no excluye ninguna de las tres
patas de nuestro banco: la espiritualidad, la formación intelectual y
la ética.
Compartiré algunas ideas sobre las heridas en las tres patas
de nuestro banco que simboliza al predicador o predicadora. El
espiritual, el intelectual y el ético.
El siglo XX fue el escenario de una intensa y a veces cruenta
polémica entre evangélicos y carismáticos. El movimiento de las
misiones de fe y los muy documentados avivamientos
norteamericanos inundaron, como casi siempre ha sucedido, la
tierra de nuestras américas. Muchas iglesia se dividieron, liderazgos
consolidados abandonaron las iglesias evangélicas tradicionales
para fundar nuevos movimientos y congregaciones multitudinarias.
Las eternas discusiones se dieron en el terreno de la pneumatología
y los milagros. Para el sector evangélico tradicional, lo que se ha
denominado evangelicalismo, todo lo extraordinario había cesado
con el cierre del Nuevo Testamento; para el movimiento
carismático todo lo extraordinario y sobrenatural seguía en plena
vigencia. Esta polémica parece que ha quedado en la historia con la
consolidación de las iglesias post denominacionales de corte
contemporáneo.

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En algunas de nuestras convenciones nacionales se ha
aprendido a convivir con esas y otras diferencias. Este tema nos
introduce en el ámbito de la vida espiritual. Una dimensión que se
ha visto como un reino en disputa entre la luz y la oscuridad, de
acuerdo a lo que señala el evangelio de Mateo (4:15ss). Jesús habló
de la realidad de ese reino con toda claridad de acuerdo al
testimonio de los evangelio. Nuestro acercamiento contextual no
pasa por alto la cosmovisión del mundo del Nuevo Testamento y su
choque con la cosmovisión de la modernidad y ahora, con la que ha
venido afincándose en la posmodernidad, muy abierta a todo lo
esotérico, mágico, simbólico y etéreo. La pregunta sobre las heridas
espirituales tiene que ver con la obra del engañador y la actuación
mentirosa de sus secuaces, tiene que ver con la opresión espiritual
en que viven amplios sectores de la humanidad. Sobre esta realidad
opresiva nos hablan con claridad los misioneros transculturales, que
están en el frente de batalla en el mundo del budismo, del islam y
del animismo. Y lo sabemos bien los que ministramos en nuestras
grandes ciudades en las que debajo de los puentes, en las zonas
marginadas y en los centros históricos abandonados pululan altares
a las imágenes de la muerte y los cultos satánicos, como lo saben
bien quienes ministran en el Caribe, tierra de la santería y el vudú.
Esa realidad está ahí y de acuerdo a la profecía mesiánica no podrá
resistirse al reino de la luz, proclamación del reino de Dios.
Les propongo que pensemos en otro aspecto de esta lucha y de
la heridas que infringe. Observo que las heridas espirituales más
profundas tienen que ver con la seducción, con la seducción del
mal, que se viste a la moda, la seducción del dinero, la seducción
de la lujuria, la seducción de la fama y la belleza física, la seducción
de la popularidad y los tres minutos de fama en las redes sociales,
la seducción del éxito a toda costa, la seducción de los populismos

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y las ideologías fundamentalistas, las heridas que provocan son
profundas y dañan a predicadores y predicadoras, dañan el
ministerio de proclamación de la iglesia. La seducción del
activismo y la obsesión por el trabajo que conduce a muchas
personas al agotamiento y al suicidio, la seducción de la abulia y la
flojera o de la actividad desenfrenada que hace que los siervos de
la palabra no tengan tiempo para la palabra ni para la oración.
Cuando las fuerzas de la oscuridad se manifiestan claramente el
poder del Señor se hace cargo de llevar en victoria a su pueblo.
Cuando las fuerzas de la oscuridad se visten con ropas de oveja y
seducen y engañan, hay que mantener todos los sentidos del espíritu
abiertos para tener discernimiento y cuidarse, porque como bien
dice la Escritura: “12 Así pues, el que cree estar firme, tenga cuidado
de no caer.” 1 Corintios 10 DHH
Hablemos ahora de las heridas intelectuales, éstas son de dos
tipos, el racionalismo y el irracionalismo. La historia de la iglesia
nos muestra el alto costo que pagó la proclamación del Evangelio
al caer en los sueños de la razón de la modernidad. En la que se
buscaba una referencia objetiva a todo discurso, incluyendo el
discurso de la fe. Fue la época de la frenética investigación sobre el
Jesús histórico y las exploraciones arqueológicas, los excesos del
método histórico-crítico que terminó destazando la Escritura y
sometiéndola a prejuicios más dañinos que los del acercamiento que
pretendían superar. En América Latina, sin embargo las heridas más
dañinas las ha causado el irracionalismo, el anti intelectualismo, la
desconfianza al estudio y la investigación, la mirada sospechosa a
la teología. Hay una herida, por lo tanto en la formación teológica
y en la formación multidisciplinaria, de los siervos de la palabra.
No debemos pasar por alto que en las Sagradas Escrituras hay todo
un género sapiencial, y que dar cabal lectura y comprensión al

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Evangelio de Juan y a la Carta a los romanos, así como al
Apocalipsis demandan una formación teológica nada despreciable.
Por ello la patrística y la Edad Media se señalaron por obras tan
importantes y tan determinantes en la formación teológica del
cristianismo occidental como Agustín de Hipona y Tomás de
Aquino. Posteriormente con la obra de Juan Calvino y Karl Barth,
sin dejar de mencionar a los grandes teólogos de la modernidad
como P. Tillich, W. Pannenberg, y el padre de la hermenéutica
moderna, Gadamer. Ahora bien, provoca heridas profundas el
racionalismo que eleva a los altares a la razón, así como el anti
intelectualismo que hace una apología de la ignorancia. La segunda
pata de nuestro banco nos habla de la herida de una formación
superficial de los siervos de la palabra.
La tercera herida tiene que ver con el aspecto de la integridad
ética de los siervos de la Palabra. Por varios siglos la iglesia ha
estado influida por el puritanismo inglés preocupado por la moral
personal, muy enfocada en las prohibiciones y la desconfianza en
el cuerpo. Pero ha sido lamentable observar como grandes sectores
de ese puritanismo no tuvo empacho en volver su rostro hacia otro
lado cuando se gestaban en su propio entorno las más horribles
historias de discriminación racial, la expulsión de las comunidades
indígenas y su confinamiento en reservaciones, el abuso
imperialista de sus gobiernos en los países de la América Latina, o
la explotación de los migrantes en sus grandes plantaciones
agrícolas, las fábricas y los restaurantes, y la muy contemporánea
contaminación del evangelio en la cultura de la prosperidad y el
espectáculo. He oído de grandes concentraciones de los “neo-
apóstoles” que reservan el lugar VIP para los que lo pueden pagar.
Y la manipulación de la fe de las personas a través de las campañas
de recaudación de fondos en el canal Enlace. La herida no respeta
el límite entre la moral personal de la ética social. Porque no sólo

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lastiman las falencias en la integridad personal, sino en la manera
en la que se vive la fe en la sociedad contemporánea, hija de la razón
ilustrada e instrumental y depredadora de su entorno ya en el
espacio de la sociedad, su relación con las minorías y con la
naturaleza en la que el Señor colocó a Adán no sólo para que la
labrara, también para que la cuidase.
Antes de pasar al desarrollo propositivo de las tres patas en la
que hemos imaginado las características de los siervos y siervas de
la palabra, diremos algunas cosas más que pretenden extraer
algunas conclusiones muy básicas.
Hay heridas propias del ministerio y de la vocación cristiana
que no nos ha sido dado eludir. Es el costo de ser un seguidor de
Jesús, de proclamar una contracultura, en medio de la cultura de la
llamada sociedad posmoderna. Estos costos tienen dimensiones
personales, familiares, eclesiásticas y sociales. Es el costo de
proclamar la luz en medio de un mundo de oscuridad. En segundo
lugar, hay heridas que de acuerdo a la palabra provienen de la mano
de Dios, pueden ser consideradas heridas infringidas por su
disciplina y por su pedagogía espiritual. La formación y el
crecimiento suelen ser muy dolorosos. Son como el esfuerzo de un
gusano por salir del capullo y convertirse en una mariposa mediante
su metamorfosis. Sin duda que los siervos de la palabra, en tanto
que iglesia del Señor, sufriremos el dolor de la transformación del
pueblo de Dios en medio de las luchas del reino y de su presencia
testimonial y profética en la sociedad. Y, en tercer lugar, hay
heridas que son la consecuencia de tomar por senderos
equivocados, llenos de espinas y de fieras rapaces que están
buscando la oportunidad de devorar. Son las heridas que se gestan
en la dinámica de la siembra y la cosecha. Son las muy dolorosas
heridas de la pérdida de la credibilidad y el resquebrajamiento de la
integridad. En cada una de las tres patas aparecen estas heridas: en

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la dimensión espiritual, en al dimensión intelectual y en al
dimensión ética. Heridas que invalidan todo argumento, todo
intento de persuadir, de convencer y de llamar a la conversión. Y a
pesar de ello, la palabra de Dios es poderosa. La palabra de Dios
tiene la promesa de no volver vacía, trasciende las falencias del
lenguaje de sus siervos y siervas, como el ministerio terapéutico del
Dr. Joel Ordaz y el testimonio homilético del pastor Buzo, el
primero incapacitado para hablar y moverse; pero no incapacitado
para escuchar y orientar a sus pacientes; el segundo incapacitado en
el volumen de su voz; pero no en el volumen de su amor por la
iglesia.
En las secciones siguientes pasaremos del diagnóstico a las
propuestas. En la comunicación del evangelio el mensaje y el
emisor son difícilmente desasociados. Aunque es verdad que un
argumento no se viene abajo aunque la persona que lo sostenga no
sea digno de credibilidad. El argumento se sostiene por sí mismo.
Cierto si nos ocupa la validez del discurso; falso si atendemos a la
comunicación. Ya que en comunicación es indisoluble el mensaje
y el portavoz. Un caso de pérdida de confianza, de descrédito es
importante. Hiere la comunicación.
Hay una herida profunda en el discurso de la iglesia que se
llama positividad, motivación, practicidad, manipulación y mentira.
La modernidad cerró sus oídos al discurso cristiano por su
descrédito en la iglesia y su confianza en la razón, la
posmodernidad no escucha a la iglesia por su desgaste histórico y
su hambre por lo diferente, lo tribal, lo esotérico y lo sensacional.
Hay avidez de oír, pero no precisamente el mensaje del evangelio
del reino: “3 Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana
doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán
maestros conforme a sus propias concupiscencias, 4 y apartarán de
la verdad el oído y se volverán a las fábulas. 5 Pero tú sé sobrio en

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todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu
ministerio.” 2 Timoteo 4 RVR1960
El predicador, la predicadora, son ministro de la palabra, la
herida más profunda en el corazón del ministro de la palabra es
perder el sentido de las palabras.

b. El aspecto espiritual bajo la autoridad de la Palabra de Dios


Lo primero que debo decir es que la dimensión espiritual a la
que me refiero es integral, toca al ser humano como una unidad bio-
psico-social. Y es una dimensión que se vive bajo la autoridad de la
palabra de Dios. Esta es una de las grandes aportaciones de la
herencia luterana de la Reforma y en particular del pequeño libro
que escribió Dietrich Bonhoeffer en el seminario de pastores que la
iglesia confesante abrió en Finkenwalde. Me refiero a Vida en
comunidad.
Lo integral es la interacción dinámica que se da entre lo físico,
lo emocional y lo interpersonal. Sabemos que las emociones afectan
al cuerpo y a las relaciones con otros; la vida social incide en el
bienestar físico y en el bienestar emocional; puede ser una dinámica
potenciadora o una dinámica que desintegre. Dios diseñó al hombre
para su gloria y su honra. No hay manera en que el ser humano
cumpla su propósito, encuentre el sentido de su vida, si no cumple
su diseño espiritual. Pero debemos aclarar desde ahora que lo
espiritual no debe ser entendido como una especie de misticismo o
un aura inmaterial que se posa en la cabeza de las personas, como
las imágenes de lo santos en la edad media. La vida espiritual es la
dimensión del reino en la vida de las personas, en la iglesia, en la
sociedad. Jesús proclamaba el reino y llamaba a las personas a
integrarse al reino de Dios. En este sentido no hay actividades
“espirituales” que nos hagan levitar sobre nuestro pies. La lucha de
los reformadores fue romper con la tradición monástica de la iglesia

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que separaba a los espirituales monjes con vocación contemplativa,
de la vida diaria en medio de la sociedad. Para el protestantismo
uno de los rasgos singulares de la vida espiritual era el trabajo y, sin
duda, que el reino de Dios significa el poder de Dios para
transformar la realidad con la expectativa de un cielo nuevo y una
tierra nueva. La espiritualidad heredada de los reformadores del
Siglo XVI valoraron el trabajo, el puritanismo inglés y el pietismo
alemán aportaron una dosis de devoción personal, de oración y de
alabanza, así como las iglesias libres confluyeron con el
puritanismo y el pietismo en la importancia de la dimensión
comunitaria de la vida espiritual. No se puede vivir en la dimensión
del Espíritu fuera de la comunidad de los creyentes. Porque el
Espíritu vincula, une, integra, da vida y forma al pueblo de Dios.
Así lo ejemplificó Jesús al vivir su ministerio en la comunidad de
los discípulos. El anacoreta no es un modelo cristiano.
La primera pata del banco que ejemplifica al predicador es
su vida espiritual. Bonhoeffer hablaba en su hermoso libro, al que
ya me he referido, Vida en comunidad, del día solitario y del día en
común. En el libro el teólogo describe de qué manera el pastor pasa
su tiempo a solas con Dios y de qué manera pasa su tiempo en la
comunión de los santos, bajo la palabra de Dios. La peculiaridad
del libro es que se escribió para un grupo de estudiantes que
compartían su vida en el Seminario, por lo que vivieron en
comunidad y también pasaban tiempo en soledad. Los elementos de
ambos días son: la lectura bíblica, especialmente de los salmos y la
oración. El día solitario incluye cómo escuchar a Dios, la
meditación diaria y la intercesión. En el día en común agrega la
celebración de la Cena, el cantar en común, la oración en común y
el trabajo. Bonhoeffer establece una relación entre la oración de la
mañana y el trabajo, distinguiéndolas; pero a su vez vinculándolas
(Bonhoeffer; p. 62-64). El trabajo le da una dignidad a la oración,

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porque la relaciona con la buena mayordomía del siervo de Dios y
la oración impregna al trabajo cotidiano de la presencia de Dios,
transformando toda labor en una forma de alabanza. La preparación
del sermón, como la ocupación del predicador, es un trabajo que lo
enfrenta al mundo de las cosas y que les da un sentido de alabanza.
Sabemos que el Señor Jesús señaló con toda claridad que el
cumplimiento del tiempo mesiánico significaba adoración en
espíritu y en verdad, es decir, en Cristo. Le señaló a la mujer
samaritana que el lugar no era lo trascendente, sino la relación con
Jesús. De esta manera hemos aprendido que toda la vida de los
siervos y siervas de la palabra ha de vivirse como alabanza al Señor.
Todo lo que hacemos sea de palabra, predicar, o de obra, proclamar,
debe hacerse como para el Señor y no para los hombres. La vida
espiritual del siervo de la palabra es que el mensaje que es llamado
a entregar día a día semana a semana debe hacerse como para el
Señor, y no para los hombres. Este es un criterio de evaluación
espiritual que nos libra del orgullo disfrazado de piedad y del
intelectualismo disfrazado de conocimientos y de la flojera y abulia
disfrazada de dependencia del Espíritu Santo. La dimensión
espiritual de los siervos de la palabra se vive en la humildad y
obediencia de quien se sabe siervo de la revelación y no su señor,
siervo de la iglesia y no su señor, siervo de la sociedad y no su
señor. La autoridad del mensajero está sustentada en la autoridad
de su Señor y no le es propia. Es una autoridad delegada que le
demanda una profunda y significativa dependencia de Dios y
sujeción a la autoridad de la palabra de Dios. La dimensión
espiritual de los mensajeros es la que le es dada de su dependencia
y llenura del Espíritu Santo, que no es un gas, ni un fluido, ni una
energía esotérica, es una persona que llena en la medida en que
reina.

19
c. El aspecto intelectual bajo la autoridad de la palabra de Dios
Hay grandes nombres en la historia de la iglesia que inspiran
nuestros corazones. Son gigantes de la fe, si se nos da el hablar de
esta manera. Portentos que supieron equilibrar su amor al Señor con
el camino de la fe que busca entendimiento. Cuando era joven me
gustaba mucho la revista Certeza, de la Comunidad Internacional
de Estudiantes Evangélicos, la frase que acompañaba cada número
era: creer es también pensar. Por cierto, título de uno de los libros
de John Stott que vale la pena releer hoy.
Quiero proponerles que pensemos en la imperiosa necesidad
de tener una pata sólida en el banco que hemos utilizado como
imagen de los siervos y siervas de la palabra, la pata del aspecto
intelectual. Es decir, la formación del pensar. Es imperiosa la
necesidad de aprender a pensar. La formación debe ser, hoy,
multidisciplinaria e interdisciplinaria. Cada día es más necesario
que los siervos de la palabra nos auxiliemos y aprendamos a trabajar
junto con los científicos sociales y los especialistas en la salud. Los
antropólogos, los psicólogos clínicos, sociales y educativos, los
sociólogos, los comunicólogos, los médicos y especialistas en la
salud pública, los filólogos y hermeneutas, los literatos y estetas.
No sólo para tener una mejor comprensión del ser humano y de la
sociedad, sino para trabajar con ellos en un espíritu
interdisciplinario. Para ello se requiere aprender a investigar, a
trabajar en equipo, a ser humildes y aceptar que el Señor dotó a su
creación de la capacidad de pensar, que pensar es un don de Dios,
no es pecado ni hace daño, no nos conduce a la locura o a la
incredulidad.
Les propongo que pensemos en la formación teológica de
los siervos y siervas de la palabra. Un púlpito sólido es una
imperiosa necesidad. Hoy tenemos púlpitos alegres, motivadores,

20
emocionantes, positivos, apocalípticos, apologéticos; pero es como
encontrar una aguja en un pajar, púlpitos sólidos teológicamente
hablando. Con una buena formación en las áreas de la historia, la
Biblia, el pensamiento cristiano y la práctica de la iglesia.
Creo que, sin duda, una de las aportaciones del ministerio
del pastor Rolando fue su comprensión de la iglesia local como
comunidad teológica. Nuestra América, nuestras américas, han
dependido mucho del pensamiento europeo y norteamericano. A mi
me sigue apasionando la lectura de los grandes teólogos europeos
del Siglo XX. Pero no estoy en desacuerdo con la necesidad de
emprender una labor teológica en español, en portugués, en el
francés del Caribe. Necesitamos pensar teológicamente desde
nuestra realidad y producir teológicamente en la iglesia local. No
se debe despreciar la tarea de los seminarios e instituciones de
educación teológica de excelencia; pero no cabe duda que la brecha
entre producción teológica e iglesia local sigue siendo abismal. El
primer libro que pude publicar cuando fui Presidente de la Unión
Nacional Bautista de Jóvenes en México se publicó originalmente
en el boletín de la Iglesia Bautista Horeb semana a semana, fue un
comentario, pensado en los jóvenes, de las declaraciones de fe de
las iglesias bautistas. El boletín dominical de la iglesia fue la cuna
de otros libros, especialmente de poemas. El pastor estaba
convencido que una de las maneras en las que sabemos que el Señor
está obrando en la seno de la congregación es la producción
literaria. Himnos, cantos, poemas, ensayos, artículos, tesis, nacen
en el seno de la comunidad de fe. Por ello es necesario y urgente
compartir nuestros boletines dominicales, ahora en su mayoría
electrónicos, para que nos leamos, nos critiquemos, dialoguemos,
trabajemos juntos, respondiendo a la necesidad de proclamar el
evangelio del reino y de edificar a la iglesia, así como dar razón de
nuestra fe, con humildad, a cualquiera que lo demande. Es un

21
muy grande el aislacionismo en el que solemos caer, tocando cada
quien su trompeta como si la suya fuera la única que vale la pena
tocar, o queriendo vender su modelo de iglesia en un espíritu de
propaganda y mercadotecnia, mas que de trabajo cooperativo y
diálogo. Uno de los tesoros que guardo en mis libreros son los
boletines empastados de mis compañeros de ministerio, tengo
boletines de hace décadas de pastores como Sergio Ulloa, Alfredo
Niño, Gonzalo Viniegra y Benjamín Chávez. Los leo y me gozo por
lo que el Señor me dice a través de su siervos. Se que para muchos
de ustedes esos nombres no son conocidos; lo importante es que al
mencionarlos me refiero a siervos de la palabra de carne y hueso,
que han tenido la disciplina de preparar y publicar su sermón,
semana a semana. Se puede hacer. Permítanme concluir esta parte
con una referencia personal, siguiendo a Pablo, permítanme esta
locura. Cuando estaba iniciando mi ministerio pastoral en una
iglesia del oriente de la Ciudad de México me aboqué a predicar el
Evangelio de Mateo. Semana a semana, Domingo a Domingo,
párrafo tras párrafo, dos años y medio. Luego junté todos los
sermones y le di forma de libro. Lo publiqué en mi blog personal y
cada semana recibe cientos de visitas. El libro se lo dediqué a dos
pastores, y esa es la locura, que fueron parte de mi ministerio en
aquellos años, a los pastores Miguel Altamirano y Daniel Moore.
Vale la pena leer para aprender, vale la pena escribir para ser exacto.
Vale la pena dejar una herencia a las generaciones que vienen detrás
de nosotros. El ministerio del pastor Rolando ha sido un gran legado
para miles de personas alrededor del mundo. Todo inició con un
pequeño mimeógrafo en la oficina pastoral. Olga Ruth, su secretaria
de toda su vida, mecanografiaba el sermón en un esténcil, un joven
lo imprimía en el mimeógrafo, se doblaba, y encartaba en el boletín
y se distribuía el Domingo en el culto, para seguir su lectura a la
hora que el pastor lo predicaba. Al final del mes los boletines, con

22
el inserto del sermón, se metían en un sobre y se distribuían por
todo el país y más allá. Una ocasión, llegué a la oficina del director
del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM en donde
era becario, en aquellos años dirigido por el Dr. Fernando Salmerón
y me encontré en el escritorio de la recepcionista el inconfundible
sobre amarillo tamaño media carta con el logotipo de Horeb. Hasta
ahí había llegado el púlpito del pastor Rolando.
Quiero continuar esta pata en una orientación diferente. La
formación intelectual de los siervos y siervas de la palabra ha de
considerar, como decía más arriba, una formación inter y multi
disciplinaria, una sólida formación teológica en las áreas de
teología de la historia, teología bíblica, teología sistemática y
teología práctica o pastoral. Pero me parece que si bien esta es una
herencia bien consolidada y áreas de especialidad que siguen siendo
columnas de seminarios y universidades, se requiere trabajar hoy a
fondo en la formación en términos de lo que se ha llamado la
literatura sapiencial. Es decir, no sólo conocimiento e información,
no sólo pensamiento teológico que responda a nuestro contexto;
sino sabiduría para saber conducirse en la vida y tomar decisiones
en las encrucijadas del mundo de hoy, sabiduría práctica para
articular los principios, valores y verdades de la palabra en nuestra
propia realidad, en nuestro mundo de la vida. Y sabiduría crítica
para estar a salvo del fanatismo y la ignorancia. Hay que trabajar el
Eclesiastés y la literatura sapiencial. Hay que trabajar la poesía para
dotar a la reflexión teológica y a la formación intelectual de corazón
y de devoción, para saturar nuestro pensamiento de las virtudes
asociadas a la sabiduría. Hoy, incluyendo a muchos predicadores y
predicadores les interesa salir bien en la cámara, tener una buena
camisa y un buen reloj, contar con un poderoso equipo de
producción y un escenario posmoderno, un grupaso de alabanza,

23
un auditorio dotado con la última tecnología. ¡Bendito sea Dios por
sus dones y regalos, por el bienestar con el que sobreabunda en
muchas vidas y ministerios! Pero creo que ayudaría mucho buscar
la virtud y la santidad sin la cual nadie verá al Señor.
Termino esta parte poniendo en nuestra conversación un
nombre. Eufemio Bonifaz López, hoy, esta noche, el pastor Bonifaz
sigue tratando de recuperarse del COVID en San Cristóbal de las
Casas, Chiapas, al sur de México. Conocí al pastor y misionero
Eufemio Bonifaz hace ya muchos años, por recomendación del
movilizador misionero Jaime García Merino, de Oaxaca, México.
Hice contacto con él por teléfono, no me pudo atender porque
andaba recorriendo los pueblos de los Altos de Chiapas. Me
contestó su esposa el teléfono, conversé con ella porque queríamos
llevar un grupo de nuestra iglesia en un viaje misionero. Al final de
la conversación le pregunté, hermana, cuantas iglesias y misiones
tienen hoy en el campo. La hermana se quedó pensando unos
instantes y me dijo, no se pastor, no las hemos contado, pero yo
creo que son como 25 iglesias y 40 misiones. El pastor Bonifaz
había sido llamado al ministerio siendo un trabajador de la
construcción. Unos meses después llegué con un grupo de
hermanas y hermanos a Simojovel, Chiapas, a unas horas de la
capital, Tuxtla Gutiérrez. Conocí personalmente al pastor Bonifaz,
maya de pies a cabeza y de corazón. Me hizo saber que su iglesia
se llamaba Iglesia Bautista Misionera La Sal de la tierra de
Simojovel y se ofreció a conducirme al templo, que ese día estaba
vacío, no era día de culto. Caminamos unos metros de su casa al
templo y cuando entré me quedé impresionado. Muros altos, el piso
de tierra, no tenía techo y algunos muros no tenían aplanado. Había
algunos enormes árboles que cubrían parte del techo del templo y
daban cierta sombra. El culto era muy temprano para evitar el calor
del sol del medio día. Algunas sillas de madera y pocas bancas. En

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la parte de atrás del templo había una rama y un pequeño vaso de
plástico amarrado con un hilo a la rama. Le pregunté si esa era la
iglesia madre de 25 iglesias y 40 misiones. Me dijo que sí. Me
imagino que vio mi rostro de incredulidad y me dijo -lo que pasa
pastor es que nuestra iglesia se llama misionera, todo el dinero que
los hermanos ofrendan se destina a las misiones y como no nos
alcanza, cuando alguien puede dar una ofrenda más, lo pone en este
vasito de plástico, así pagamos los pasajes que son muy caros. Pero
ya estamos pensando en poner el techo.-
Años después tuvimos el gozo de invitar al pastor Eufemio,
maya de pies a cabeza a que acompañara a un grupo de hermanos a
un viaje misionero de corto plazo a Málaga en España y Marruecos.
El ministerio allá se llama proyecto Perla y se dedica a trabajar con
víctimas de explotación sexual provenientes de África y otros
países de Europa. Me encantaba decir que era la hora en que el
pueblo maya debería cruzar el Atlántico para evangelizar Europa y
África. El pastor Bonifaz regresó de España, unos meses después
me compartió su proyecto de renunciar a su iglesia en Simojovel y
adentrarse en la selva lacandona de Chiapas para seguir sembrando
iglesias. Hoy está tratando de recuperarse del COVID en San
Cristóbal. Un siervo de la palabra que está herido en sus pulmones
y convaleciente; pero estoy seguro que al levantarse de esa cama
volverá, junto con su esposa e hijos, al sendero de la misiones. Un
hombre cuya lengua de origen es maya, pero que no sólo ha
sembrado iglesias, también ha formado pastores en su instituto
bíblico en Simojovel. Un hombre sabio.

d. El tercer aspecto es ética bajo la autoridad de la palabra de


Dios
No hay forma de eludir la integridad personal como un
elemento básico en la consolidación del ministerio de la palabra.

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Pensemos en los dos niveles en los que se da el estilo de vida
de los seguidores de Jesús. El primer nivel es el que corresponde a
la ética material, a la moral. Se trata de las pautas de convivencia y
de relaciones interpersonales. La modernidad sustentó la moral en
la autonomía y decisión propia de los individuos. El segundo nivel
Pastor Eufemio
es la reflexión sobre la ética material y se ha denominado
Bonifaz López y
propiamente ética o ética teórica, es la reflexión sobre la práctica y
su esposa
sobre la fundamentación de aquello que denominamos bueno.
Jesús nos señaló el norte al indicarnos que los dos grandes
mandamientos son el sustento de la ética del reino, la ética
contracultural que consiste en amar a Dios con todo el corazón y
amar al prójimo como uno mismo. La ética cristiana, la ética del
reino, es la ética del amor. Pero para ser consistente con el mensaje
del reino, el amor se vincula con la ética de la justicia. Las dos
manos de la ética del reino de Dios son el amor y la justicia. Mucho
tenemos que caminar todavía en ambas dimensiones cuando
hablamos de la dimensión social de nuestra fe. Dar testimonio de lo
que hemos creído en términos de amor y sus características
cristianas, misericordia y gracia. Recuperando la etimología hebrea
de la palabra amor y que se refiere a los términos yo-doy.
El sustento del ministerio de la palabra es la ética del amor
y de la justicia. Los siervos y siervas somos llamados a mostrar
estos valores en nuestro estilo de vivir. Permítanme recuperar una
de las cosas que he señalado anteriormente. La ética está vinculada
con el testigo y, como bien hemos aprendido al estudiar las
Escrituras, sabemos que la palabra testigo tiene la misma raíz
etimológica de la palabra mártir. El testigo sostiene su testimonio a

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lo largo de su vida aunque pueda tener el costo del martirio. Se trata
de un maratón, de una carrera de largo plazo. En ese largo camino
es probable que tengas golpes, caídas, heridas, luchas, crisis,
enfermedades, traiciones, apoyos, bendiciones. El libro de los
Proverbios dice: “Porque siete veces cae el justo, y vuelve a
levantarse” Proverbios 24:16 RVR1960.

e. El predicador y su familia bajo la autoridad de la Palabra de


Dios
No todos los ministerios de la palabra involucran a toda la
familia. El llamamiento y las vocaciones son personales, aunque sin
duda que la herencia hebrea se tejía en términos de familias
sacerdotales. Sabemos las tragedias que eso trajo aparejado, cuando
la vocación no era personal sino heredada. El caso del profeta
Samuel es paradigmático, 1 Samuel 8:1-10. De la familia de Moisés
sabemos muy poco. Y el desastre de la vida familiar de Salomón
también es ampliamente conocido. Nuestra experiencia en la Iglesia
Bauista Horeb fue la de una familia pastoral. El pastor Rolando y
su esposa Ednita, sus tres hijos, Edna Luz, Gustavo y Adalia Rut
participaban decididamente en el ministerio pastoral. Todos fueron
predicadores de la palabra.
No podemos cerrar nuestros ojos y voltear el rostro a la
amargura y frustración que han vivido muchos hijos de
predicadores y de pastores. Tampoco desconcoer que en muchos
casos han sido públicos sus fallos, sus heridas, sus caídas. Es por
ello que en esta parte de nuestra sesión me gustaría señalar que la
mejor manera de entender a la familia del predicador y de la
predicadora es como una estructura de acogida. Los hijos de los
predicadores, de las predicadoras, no deben ser depositarios de las
rsponsabilidades de sus padres, ni se les debe exigir lo que no son,
en primer lugar, comportarse como crsitianos cuando no lo son y

27
comportarse como pastores cuando no lo son. El anhelo de cada
familia en el servicio de la palabra es que la palabra sea un oasis,
un sustento y un gozo para todos y cada uno de sus miembros.
Habrá costos que pagar asociados a los ministerios de los padres,
sin duda, como lo pagan los hijos de los médicos, de los abogados,
de los maestros. Pero la familia es un lugar para estar protegido,
cuidado, amado, sostenido y potenciado. No hay familias perfectas.
Dicen los psicólogos sociales, que en nuestra sociedad todas las
familias son disfuncionales, la única diferencia consiste en el grado
de disfuncionalidad que les aqueja. Hay familias de predicadores y
predicadoras con fuertes figuras patriarcales, pastores y
predicadores tiranos, también las hay en donde el trono está
ocupado por la esposa, es un matriarcado a todo lo que da. No son
pocas las familias en donde la autoridad se deposita en uno de los
hijos, así que los padres pasan a segundo término. Y qué decir de
las familias en donde la autoridad descansa en la suegra. ¿De qué
se trata? De que la familia viva bajo la autoridad de la palabra de
Dios. La Biblia es muy útil para estructurar a la familia. El amor de
Cristo y la justicia del reino proveen de criterios para la conviencia
familiar.
Que el Señor nos libre de ofrecer la gracia para los
pecadores y la ley para las familias de los que sirven al Señor. Todos
pueden fallar y fallan, todos pueden caer y caen; pero el Señor libre
al siervo que falla de caer en manos de una iglesia legalista y tirana,
que no es capaz de restaurar a un ministro y proveer de gracia y
amor a su familia.

f. El predicador y la iglesia bajo la autoridad de la palabra de


Dios

28
El ministerio de la proclamación de la palabra ha sido dado a la
iglesia. Así lo entendemos en la gran comisión de Mateo 28. A
veces se convierte en una tarea exclusiva del ministro; pero la
proclamación no se circunscribe al púlpito del domingo por la
mañana, se trata de una encomienda que se cumple todos los días
de la semana de manera formal, no formal e informal. De manera
verbal o siplemente testimonial. ¿Quién llama al siervo de la
palabra? El Señor llama y la iglesia confirma el llamamiento. Los
dones y ministerios son dados para la edificación del cuerpo de
Cristo, para que se vivan en la dimensión de la misión de Dios.
El anhelo de compartir la palabra se corrobora en la iglesia
local. En la dinámica de la vida de la iglesia, de sus relaciones
fraternales, de su tiempo de oración y adoración juntos, Dios va
confirmando ministerios y dones. Hay hermanos y hermanas que
les encanta el ministerio de adoración. Los entusiasma cantar y
adorar, principalmente al frente de la congregacion los Domingos
por la mañana. Lindos hermanos y hermanas a quienes uno como
pastor se acerca y le pregunta, “hermano o hermana, le gusta cantar,
si pastor, me gusta mucho, -a que bien, ¿y por que no aprende?-
Recuerden que la salvación no es por obras, es por gracia.
Si le gusta predicar, si es un anhelo de su corazón, hay que
aprender.
La predicación es parte de una celebración. No se da
aisladamente. Es una parte esencial del culto; pero hay que cuidar
otras más para que todo trabaje en bien del mensaje del Señor y del
cumplimiento de su propósito. Por ello, ahora voy a decir algo que
podría no gustar a muchos. Pero en este tema los dejo en la libertad
que el Señor nos ha dado, cuando Pablo dice, así lo entiendo yo,
pero que a cada quien el Señor le de su entendimiento.
El culto es una experiencia estética. Es muy difícil componer
entre muchos una canción y más difícil aún pintar un cuadro entre

29
varios pintores. Se que hay muy buenas experiecnais colectivas;
pero si hablamos del culto se requiere un diseño en el que prive la
armonía, la proporción, la belleza. Desde adolescentes aprendimos
en nuestra iglesia que el culto está bajo la dirección del pastor.
Como un director de orquesta. Y durante años y años, con sus
excepciones naturales, nunca cedió el púlpito a nadie más. Para él
el pulpito era su responsabilidad. La responsabilidad del ministerio
de la palabra que alimenta, forma y guía a la iglesia. Esa autoridad
no se puede eludir ni compartir con otros. Dejenme decirlo así, “el
púlpito es sagrado”. Muchas tragedias y confusiones docrinales,
muchas convulsiones se dan cuando el púlpito es un desorden y una
feria de vanidades.
El culto se diseña para que la música, la oración, la lectura de la
palabra, las participaciones de cantantes y grupos, de solistas
ocupen su lugar. En esa labor de diseño intervienen los ornamentos
del culto, el cuidado del santuario, las tareas deiaconales y de los
ujieres, el lugar y el cuidado de los grupos por edades. Todo debe
inspirar a la adoración, a la reverencia, a la consagración de la vida,
a la oración, al encuentro con el Señor de la palabra. Cuando las
personas entran al lugar de la adoración el mensaje ya está ahí. Todo
habla y todo comunica la fe de una iglesia.
Cuando empezé mi ministerio pastoral en una iglesia al oriente
de la ciudad de México. Los hermanos que cariñosamente me
recibieron me llevaron a conocer las instalaciones de la iglesia.
Recorrimos una pequeña área educativa, el patio, y entramos al
santuario. De un lado bancas hermosas y casi nuevas, del otro,
bancas viejitas de cuando la iglesia inició. Una plataforma y al
fondo el bautisterio. Seguimos caminando y entramos por la parte
de atrás, el lugar por el que entran los candidatos al bautismo. Me
asomé al bautisterio y tuve ante mis ojos una escena dantesca:
sillitas de los niños rotas, partituras, himnarios y Biblias rotas,

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vestuarios de las escenificaciones de navidad y semana de pasión,
una mesa de la cena del Señor, etc. Pregunté, hermanos, ¿este es el
bautisterio? Si pastor, ¿cuánto hace que no bautizan? Uy, pastor
ya hace mucho tiempo que no bautizamos. Por eso el bautisterio se
convirtió en cuarto de cachibaches.
La predicación de la iglesia está en sus baños, en sus salones de
los niños, en la cocina de la iglesia, y, evidentemente en el
santuario. No me refiero a lujos; me refiero a cuidado espiritual.
Porque la iglesia es, tambien, una estructura de acogida. Y el templo
o el santuario, el salón o la habitación de una casa en donde se
celebra el culto, es la casa de la familia.
La tarea de proclamar el evangelio se vive en el contexto de la
congregación local. Hemos hablado del lugar del culto, de la casa.
Todos sabemos que la iglesia pasó muchos años en casas y patios
antes de construir nuevos lugares de culto, que la expansión del
evangelio tuvo una dinámica extraordinaria porque no se detenían
en edificaciones. Con el paso de los años se construyeron
parroquias y templos, adquiriendo una arquietectura especial, en
forma de cruz, en general. Hoy, se ha abandonado el concepto de
santuario para pasar al de salón de eventos. Es un paso motivado
por la necesidad de bajar barreras culturales y establecer puentes de
comunicación con la cultura contemporánea. Sin embargo, como en
muchas otras áreas de la vida de la iglesia, se tiene que replantear
la renuncia a los símbolos antiguos y repensarlo a la luz de los
símbolos modernos. Hoy, los símbolos son efímeros, en pantallas
que prenden y se apagan, en luces, escenarios, vestuarios muy
cercanos a la estética de lo grotesco, incluso de lo feo, símbolos
deportivos y empresariales, símbolos del éxito de la sociedad del
desperdicio y de las redes sociales. ¿Cómo impacta a la familia
espiritual? De la misma manera como impacta a la familia natural.
Impacto positivo y negativo. Los lenguajes de comunicación, los

31
contextos, la forma de recibir y emitir el mensaje. Toda una
transformación radical. No osbtante hay algo que permenece y que
es nuestro centro, la autoridad de la palabra de Dios.
En conclusión. Oremos por la restauración del lenguaje de
la proclamación de la iglesia. Oremos por la restauración de la vida
de las siervas y siervos de la palabra. Tomemos con especial
cuidado y responsabilidad, de corazón, la formación espiritual,
teológica y ética de los mensajeros del reino. Una espiritualidad
integral, uan formación inter y multidisciplinaria y orientada por la
sabiduría; una ética social afincada en el amor y la justicia como
testimonio de una vida.

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Rolando Gutiérrez-Cortés, su influencia en mi vida, el desarrollo
de mi ministerio, y mi predicación.
Esteban Cortés Solís

Le conocí el año de 1977 cuando John Stott visitó América Latina en un


Ciclo de Conferencias en torno a la Predicación Expositiva. Por las mañanas las
reuniones eran en la Capilla de la Iglesia “Puerta de Salvación” de la Iglesia
Nacional Presbiteriana, por las noches el hermano predicó en Horeb, para ilustrar
sus clases, una serie de sermones, sobre el Sermón del Monte con el título
‘Contracultura Cristiana’. El pastor Rolando tenía una comunicación cálida con
su congregación. Hablaba con quienes llegábamos de visita y era fraterno en su
trato. Se sentía cómodo como anfitrión y conversaba emocionado por lo que
estábamos escuchando.
En esos días también conocí a los Doctores Pablo Pérez y Gerald
Nyenhuis. En el púlpito cada noche se esa semana acompañaba a John Stott el
Doctor René Padilla.
Para 1980 pidió hablar conmigo una vez que Rosa Hamdan le habló de
nuestro noviazgo: “dígale que quiero hablar con él, le dijo”. Hice cita y me
recibió un miércoles, como me indicara la hermana Olga Ruth Gutiérrez Solís,
secretaria de la iglesia, quien me pidió ser puntual y cancelar a tiempo, si fuera
el caso.
Llegué y me sorprendió que utilizara una pequeña cajita de madera
donde estaban las notas pastorales de las personas que veían al pastor en cita
pastoral. La cajita estaba repleta de tarjetas. Con esfuerzo la hermana logró
insertar la mía.
Ahí conocí otra fase de su ‘estilo pastoral’. No había conocido a un
pastor que quisiese hablar con el novio de una joven miembro de su iglesia.
Hablamos y construimos el guion de la tesis, que en ese momento me urgió a
elaborar. Mostró su interés en el plano metodológico, yo estudiaba economía y
me inclinaba por el sector Agroalimentario y la Economía de las Comunidades
Indígenas. Después ofició en nuestra boda y a partir de ahí conocí su amplio
espectro intelectual.
Conocía varios de los temas en boga, en los campos de la Educación, de
la situación del continente y sus diferentes regímenes políticos. Hablamos del
Desarrollo Económico, de la industrialización y la Creación de Empleos, así
como en el de la instrumentación de Políticas Públicas. Pastor, teólogo -doctoró
con Barth-, filósofo del lenguaje, psicólogo, editor, epistemólogo, metodólogo,
que me mostró que las herramientas intelectuales están, o deben estar, al servicio
de la predicación.
Una de las cosas que me gustaron de su labor fue la dignificación del
ministerio pastoral, en la que se implicó durante sus años de ministerio en
México. Tuvimos oportunidad de hablar mucho acerca de los distintos grupos
étnicos de México y de las diferentes variantes lingüísticas, así como de lo que
Guillermo Bonfil Batalla denominó “El México Profundo”. Tenía una gran
habilidad para desarrollar programas y proyectos. Acostumbraba citarme muy
temprano para viajar al estado de Morelos y escribir contenidos durante el viaje.
Por grupos de edad o nivel escolar, por departamento o ministerio de la Iglesia.
Si no conocía un tema lo investigaba o pedía asesoría a algún especialista y desde
ahí reflexionaba. Ahí me percaté de la importancia de su formación filosófica y
el manejo de la Lógica que le daba orden y sistematización a su pensamiento.
A Edesio Sánchez le llama la atención su modelo homilético. Y la forma
cómo lo compartió con su iglesia. Ahora que es posible escuchar sus sermones
en una de las plataformas de música es buena oportunidad para corroborar dos
de sus grandes herencias: Kant y Barth. No solo era un pastor que predicaba.
Invirtió tiempo en poner al alcance de su iglesia lo creado e investigado, entre los

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que se encuentra su modelo homilético, del cual siempre me sorprendió el
“arreglo homilético” y su relación con “El Discurso del Método” de Rene
Descartes. Escribía su sermón consciente de su audiencia y del contexto mundial.
El diario Excelsior publicaba, todos los lunes, la Homilía del Obispo de
Cuernavaca, Morelos. El pensamiento teológico e ideológico de don Sergio
Méndez Arceo se publicaba en el periódico de la vida nacional, el pastor Rolando
publicaba, desde 1974, cada domingo su sermón como modelo homilético en ese
contexto.
Fue celoso del púlpito y cuidadoso del texto bíblico. Sabía en que
escenario predicaba y quienes los pensadores entre los cuales insertaba su
reflexión teológica. Menciono lo anterior porque la predicación es, o puede ser
también, apologética. En esa época convergían en Cuernavaca Erich Fromm
ligado a la Escuela de Frankfurt e Iván Illich al frente del CIDOC. Entre la
teología de la liberación (Méndez Arceo), el Instituto de Investigaciones
Sociales de Frankfurt (Fromm) y la Sociedad Desescolarizada (Illich).
El Centro Cultural Tlayacapan era otra forma de posicionarse frente a
esos pensadores y el liderazgo de su denominación.
Es importante señalar su inquebrantable disposición a colaborar
sistemáticamente con el liderazgo de su denominación; en este caso la
Convención Nacional Bautista de México, diezmando cada lunes para el trabajo
misionero. Apoyó cada iniciativa de ‘siembra de iglesias’ y se esforzaba por
proveer materiales de apoyo para fortalecer el liderazgo de la iglesia local.
En su trabajo pastoral formó y desarrolló el Instituto Bíblico Horeb para
proveer una formación teológica seria e informada, valiéndose de los recursos
humanos puestos por Dios en la Iglesia local y contando con un diseño curricular
no especificado en varias iglesias y denominaciones.
Conocer la Biblia, construir una mentalidad teológica, apoyar la obra
misionera, no esquivar la identidad denominacional, y apoyar ministerios
emergentes es algo que aprendí con él. Hasta ahora he tenido oportunidad de
trabajar con dos iglesias bajo su influencia y formación. La Iglesia Bautista
Monte Moriah y la Iglesia Bautista Antioquía. Educadas y disciplinadas en
diezmar con regularidad y con aprecio por una adecuada organización educativa,
administrativa y misionera.
Cuando inicié una segunda formación académica, apoyó mi tiempo
como estudiante de Psicología, tuvimos oportunidad de compartir acerca de la
obra de Jean Piaget como fundador de la Epistemología Genética. Y del Análisis
Institucional (René Lourau; Jacques Ardoino. Georges Lapassade) nunca
hablamos de psicoanálisis, tema o campo hacia el que me incliné, al dar un viraje
en mi formación académica. Él mantenía una postura crítica hacia esta práctica y
su epistemología.
En lo referente a mi ministerio pastoral fue respetuoso, me expresaba su
opinión si se lo pedía. En una ocasión me dijo: ‘quizá no le guste, lo que le puedo
decir’ Fue respetuoso y generoso. Me comentaba un sermón si se lo hacía llegar.
No hablábamos de la estructura del mismo, sino de su pertinencia, de su
proyección y sus diálogos implícitos. De las categorías teológicas y pastorales de
las que se echaba mano; leía entre líneas.
Hablábamos y desnudaba mis lecturas. En un par de ocasiones me
señaló a Kierkegaard y a Orlando Costas, que estaba leyendo en esos días.
Cuando nos conocimos yo había estado trabajando con pastores e iglesias en las
montañas del estado de Guerrero. Había colaborado con hermanos de
comunidades indígenas en Oaxaca.
Eso le emocionaba por su conocimiento del México rural y sus
demandas y por lo aprendido en su país natal. Sabía que nuestro punto de diálogo
y convergencia era el trabajo y los proyectos de la naciente Fraternidad
Teológica Latinoamericana. Sabía que veía y conversaba ocasionalmente con
Pedro Savage que, en sus visitas al país, se hospedaba con la familia Noguerón-

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Chang en Cuernavaca. Yo atendía una pequeña iglesia rural en dónde asistían los
hermanos y, a su vez, eran nuestros anfitriones.
Cuando venían a México hermanos como Samuel Escobar, René Padilla
o Pedro Arana, me convidaba a acompañarlos a cenar o a desayunar en un
ambiente íntimo y personal. Supo que trabajé mi análisis personal con el Doctor
Joel Ordaz Serratos, durante 4 años. El hermano Ordaz era médico psiquiatra y
psicoanalista, además era diácono de su iglesia. Cuando el doctor quiso formar
el Instituto Psicoanalítico Horeb, para dar terapia y formar pastores en ese
campo, pidió su apoyo. El pastor no creyó viable esa agenda, no apoyó el anhelo
de su diácono. Éste último lo sufrió, pero se mostró obediente a la vocación
eclesiástica.

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