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GLINTON
23L
G85U
UI{IDAD, TRINIDAD Y
PLURALIDAT)
Dios, la creación y la cultura de la modernidad
EDrcroNES sÍcupl¿p
SALAMANCA
200s
SscuN»e Panrs
REPENSAR LA CREATUREIDAD
5
Lo rmry¿RSAL Y Lo PARTICULAR
Hacia una teología del sentido y de la verdad
1. Fundacionalismo 1, racionalidad
dos los progranras de analogías, que irnplican «religión», es decir, una dialéctica
161 Ltnictacl, trinitlatl pluraliclad
-t.,
Lo universal;' lo particular I 65
«PoR Él v eN É1...»
Hacia una teología de la relacionalidad
l. Recapitulación
función que dichos conceptos debían desempeñarr. Sin embargo. La lección teológica puede expresarse de la siguiente rranera:
parece al menos probable que, a su juicio, fuesen algo así
conro otorgar estatuto trascendental a lo que es simplemente parte del
conceptos trascendentales, que funcionaban como un sistema ana-
mundo creado es equivocar el objeto de culto y malinterpretar el
lógico, de rnodo que el espacio y el tiernpo absolutos ofrecían una
tipo de ser que es. Aquí llegamos al mismo, y alavez contrario,
base ontológica y racional para el tiempo y el espacio relativos,
problema de los tiempos premodernos. Allí, la tendencia era la de
que son el objeto de nuestra experiencia aparente2.
conceder a la eternidad y a la infinitud un estatuto teológico, el
Los conceptos de espacio y tiempo absolutos estuvieron suje_
cual, parecía negar la realidad debida al orden creado. Era como si
tos a una severa crítica por parte de los sucesores de Newton, a
aquellas, como atributos de lo absolutamente simple, fuesen los
veces --por ejemplo en el caso de Berkeley_ por motivos teológi_
trascendentales, y el mundo de lo plural de un modo u otro fuese
cos, y fue tarea de Kant reafirmar, en un sentido algo newtoniaio,
mayormente un epifenómeno. Ésa al menos es Ia interpretación
el estatuto trascendental de los conceptos de espacio y tiempo, si
moderna «secular» de moda. No obstante, si hemos de resistirnos
no su existencia real objetiva. El programa de Kant conllevaba
un a una elección que no es elección, entre la negación de la plena rea-
cambio en la trascendentalida4 de modo que ésta se hailaba ubi-
lidad del mundo del espacio y del tiempo y su sometimiento a las
cada no en la estructura objetiva de la realidad, sino en la estruc_
ideas humanas, hemos de buscar los verdaderos trascendentales,
tura objetiva de la racionalidad humana. Junto a este cambio se
los verdaderos rasgos del ser, dentro de cuya dinámica conceptual
produjo un desplazamiento de ra divinidad y una transformación
sea posible concebir la eternidad y el tiempo en su relación mutua.
en Ia ontología del espacio y del tiempo, de manera que se
convir_ Si la negación de Dios conduce a la idólatra confusión de tiempo
tieron en funciones de la racionaridad humana más que del mun-
y eternidad de lo finito y lo infinito, debemos preguntarnos qué
do real. No es que se diese una secularizacíón, en el sentido de
propuestas teológicas permitirán una integración adecuada entre
concebir el espacio y el tiempo de forma principalmente no teoló_
ambas, según la cual su orden, primero la eternidad y después el
gica, sino un desplazamiento; el locus de la ordenación divina
del tiempo, pueda ser afirrnado sin que la primera se imponga al se-
espacio y del tiempo era ahora la mente humana en vez de las
es_ gundo, tal como ha ocurrido en algunas teologías, tanto antiguas
tructuras eternas del ser (aunqr_re tal vez esto sea lo que significa
como modernas.
secularización). como hemos visto en capítulos anteriorÁ, ello
Por tanto, en éste y en los dos capítulos finales trataré de re-
no condujo a la apertura del tiempo, sino a una rígida espacializa_
pensar el marco dentro del cual se desarrolla la vida humana. Re-
ción del tiempo y mecaniz,ación del espacio, así corno á una pér-
pitiendo la expresión de Havel, me dedicaré a la búsqueda de las
dida de las coordenadas mediante ras cuales se orienta ra vida-hu-
coordenadas cuya pérdida ha conducido al empobrecimiento de
mana. Como en muchas otras esferas, la puja de la modernidad
nuestra cultura. O más bien, se buscará un nuevo conjunto de coor-
por la libertad llevó a una forma de esclavitud, en algunos
aspec- denadas que eluda tanto las deficiencias de aquéllas frente a cuya
tos peor que aquella de la que se intentaba escapar.
inadecuación y trabas el mundo moderno se rebeló justamente co-
mo el nocivo resultado que conllevó su inversión. Me concentraré
1.. se ha señalado que él no discutió su existencia, sino que simplemente
^. la
afirmó (A. Funkenstein, Theology and the scientiJic Imaginutioi, princeton no en el ser personal, aunque éste siempre será tenido en cuenta,
1986'92), y existe un debate conrinuo sobre el signifüarlo teoiógico sino en el marco, el contexto o la dinámica estructural en cuyo se-
para Newton
de la doctrina según la cuar el espacio y el tiemfo absolutos
foimaban er senso- no pensamos y tenemos aquel ser. Se busca una metafisica abierta,
rium divino el lugnr donde Dios percibe el univérso. Cf. H. Blumenb
The Le-
erg,
gifimacy of'the Modern Age, London I gg3, g0_g3. o más bien una teología de la creación que nos permita ubicarnos
. _
2. Parece claro que la distinción entre ambos corresponde
a la separación de en la realidad sin prescindir de la libertad y de la apertura a lo no-
índole platónica que Newton hace entre apariencia y..uiidud.
vedoso, sin las cuales no somos verdaderamente humanos.
tB2 Unidad, trinidad y pluralidad
«Porélyené1...» t83
2. Economía
co entre creación y redención, afirma que los diversos aspectos de
la acción de Dios constituyen una unidad a 1o largo del tiempo y
La indagación comienza con un análisis del concepto de eco_
del espacio: desde el comienzo en la creación hasta la plenitud fi-
nomía, aunque no entendido en el sentido sombrío y reduccionis_
nal escatológica, que, sin embargo, ha sido anticipada en Cristo y
ta que caracteríza a la mayoría de la modernidad. Una exposición
en la vida en el Espíritu. La creación,la caída,la redención y la es-
interesante del uso teológico primitivo del concepto es la ofreci-
catología tienen su puesto, concebidas de forma conjunta en su pe-
da por Frances Young y David Ford en su estudio de la Carta se_
culiaridad que no aislamiento, y en su relación mutua. A través de
gunda a los corintios. De su significado simple y original de ad_
su concepto trinitario de economía divina, Ireneo ha sido capaz de
ministración de la casa, la palabra pasó a ser usada en el Nuevo
permitir que la historia fuese ella misma, en virtud de su relación
Testamento, especialmente por parte de pablo, como una metáfo-
misma con Dios. Larazón es que todo Io que Dios hace, por me-
ra explícitamente financiera que expresaba aspectos de la acción
tanto humana como divina. En el centro de la cuestión se encuen_
dio siempre de sus dos manos, el Hijo y el Espíritu, se lleva a cabo
tra la cristología: «Ya conocéis la generosidad de nuestro Señor de forma efectiva y reconociendo debidamente la integridad del
Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para ser creado. Hans Urs von Balthasa¡ quien percibe que en Ireneo
enriqueceros en su pobreza>> (2 Cor 8, 9). pablo hace uso de la hay una especie de estética de la economía divina (uno de los apar-
idea de una economía de la generosidad divina para superar las tados de su capítulo sobre este teólogo se titula «Arte temporal de
nociones humanas de economía, basadas en la mera reciprocidad Dios»), comenta: «No se trata aquí de extraer del tiempo perdido
y la prudencia. Sobre todo se pone de manifiesto «el comercio un contenido permanente, como en el caso de los platónicos. á/
esencial y provechoso de la pasión y la muerte de Cristo». Me_ tiempo mismo adquiere validez ante lo eterno mediante la recapi-
diante la economía divina, se realiza en el mundo una nueva ma- tulación>>a . Para expresarlo de otra manera, se podría decir que Ire-
nera de ser humano: «El comercio de Cristo, su obra costosa, que neo es capaz de ofrecer una exposición notablemente coherente y
conllevaba sufrir las más duras realidades del pecado y de la satisfactoria de la constitución y participación divina en el tiempo
muerte, ha originado 'lafuerza de Cristo, (2 Cor 12, 9), una nue_ y el espacio del mundo creado. Se tiene en cuenta la peculiar diná-
va creación, una nueva moneda que puede, gracias a las arras del mica de la relación entre el tiempo y el espacio mediante la acti-
Espíritu, ser gastada en la clase de vida que puso de manifiesto el vidad creadora, sostenedora, redentora y perfeccionadora de Dios.
ejemplo de humildad y debilidad de Cristo»i. Es posible afirmar que pocas teologías posteriores han logrado
Tras estos inicios, una palabra del ámbito doméstico, junto a su una integración tan adecuada de tiempo y eternidad de unidad y
aplicación ala organización de las finanzas y la administración del pluralidad, como la de Ireneo. Su obra no debe ser idealizada, pues
estado, fue escogida parala teología por algunos de los padres pri_ también ha legado problemas a la tradición, pero en general no
mitivos -por ejemplo Ignacio, Clemente de Alejandría y Oríge- nos perderemos si la usamos como patrón para medir futuras in-
nes- a fin de expresar algunos aspectos del designio divino. El terpretaciones de la economía. En contraste con é1, algunas teolo-
concepto de economía se convirtió en una forma de integrar una gías corren el peligro de subrayar la creación a expensas dc la re-
pluralidad, de mantener la riqueza y diversidad de los caminos dención, o viceversa. La típica teología occidental, por ejemplo,
usados por el único Dios en y para con el mundo. Ireneo tiene en tiende a subrayar la salvación relegando la creación, y ello expli-
alta estima la idea de economía divina. Frente al divorcio gnósti- ca el hecho de que gran parte del reciente tratamiento de la cristo-
logía -por ejemplo en relación con la búsqueda del Jesús históri- mental, y en segundo lugar, una concepción del acontecer huma-
no que es diversificado y abierto porque está envuelto por la eter-
co- la aísle de su contexto más amplios. Esto es importante, por-
que distintos conceptos de economía divina conllevan diversos nidad. La doctrina de la apertura económica de Dios para con el
mundo se desarrolla de forma conjunta con la idea de que el mun-
modos de entender la relación de Dios con el tiempo y el espacio.
do está abierto tanto hacia Dios como hacia sus propias estructu-
Dichos variados énfasis, a su vez, suponen interpretaciones distin-
ras de ser. Así, la reflexión desde el punto de vista de la economía
tas de 1o que es vivir en el mundo6.
nos ofrece riqueza y variedad en el seno de un pensamiento teo-
Existen, pues, diversos conceptos de economía, y sus diferen-
lógico unificado; se podría hablar de relatividad sin relativismo.
cias dan origen a grandes variaciones en la enseñanza y en el én-
La <<economía» incluye el ser del mundo en sus relaciones con
fasis teológicos. No obstante, hay un consenso general en lo refe-
Dios y la acción de Dios en relación con el mundo.
rente a la orientación, de modo que la noción de economía nos
Este concepto también posee sus limitaciones. No puede consi-
ofrece, en primer lugar, un concepto de la acción de Dios en y pa-
derarse un rasgo universal del ser, y por consiguiente no es un tras-
ra con el mundo que es diversificada dentro de una unidad funda-
cendental. Dos razones deberían ser notorias alaluz de la discu-
5. Por razones que ya he expuesto, la tendencia occidental a separar la crea- sión anterior. La primera es que, tal como ha sido presentado, no
ción y la redención partió de Agustín, cuyo tratamiento sobre la creación está, con contiene dentro de sí los recursos para enfrentarse a las incoheren-
una excepción, virtualmente separado de la cristología. Si la polaridad que Tomás
cias con que es concebido. No nos presenta las coordenadas tras-
de Aquino establece entre naturaleza y gracia es un intento exitoso de integrar los
dos o si complica el problema al tratar los dos en categorías diferentes, es una cendentes que necesitamos para lograr desarrollar una crítica teo-
cuestión que sólo puede resolverse alal:uz de si su exposición de la naturaleza es lógica de las diferentes teorías de la economía y, de hecho, de las
adecuada como teología de la creación. Igualmente, a pesar de la brillante dialéc-
diversas teorías sobre el tiempo y el espacio. Sin hacer uso acrítico
tica de creación y reconciliación como la base externa e interna de ambas, el tra-
tamiento de Barth de la economía ha de considerarse gravemente desequilibrado o incluso fundamentalista del esquema de Ireneo o de cualquier
en vistas de la subordinación de ambas al fuerte impulso protológico, como dis- otro, no hay modo satisfactorio de decidir cuál es una interpreta-
tinto al escatológico, de su doctrina de la elección. De hecho, el núcleo del fallo
occidental parece derivar en conjunto de un énfasis en lo protológico frente a lo
ción desequilibrada de la economíay cuál no, de modo que usar
escatológico, de lo cristológico frente a lo pneumatológico, tal como se pone de una u otra requiere, por tanto, un cierto control teológico exterior.
manifiesto en el hecho de que gran parte de la escatología occidental, en contras- La segunda razón nos conduce al núcleo temático de este libro. La
te con Ireneo, concibe el fin como esencialmente un retorno a los inicios. El con-
cepto de Ireneo de economía tiene un impulso teleológico dinámico que concibe
modernidad, por así decirlo, es desde un punto de vista aquella
el fin como algo más que un mero regreso al principio. La mayoría de la teología época que ha hecho coincidir la economía del tiempo y el espacio
actual, dándose cuenta del desequilibrio, ha tendido a desequilibrarlo en el sentido con la acción divina al permitir diversas interpretaciones de la rea-
opuesto, subrayando lo escatológico a expensas de lo protológico, como por ejem-
plo en la afi¡mación de Pannenberg de que la creación es algo que ocurre desde
lidad. La objeción a cualquier intento de restringir la teología a la
el futuro, una inclinación patente, si no algo más, a hacer desaparecer la creación mera economía solamente no radica en que ésta se refiere al mun-
dentro de la escatologia. do del acontecer, sino que no permite asegurar una distinción on-
6. Así, una exposición de la economía como las versiones modernas y dis-
torsionadas de lreneo (como las de Schleiermacher y, siguiéndole a é1, la de
tológica entre Dios y el mundo. De ello depende la subsistencia
John Hick en Evil and the God of'Love, London 1968,217-221) minimizarán o del tiempo y del espacio, del ser y del devenir, de la unidad y de la
suprimirán el puesto del pecado y su superación en la cruz, produciendo una pluralidad, en su ser más propio. Para que el tiempo y el espacio
afirmación bastante deficiente de este mundo, el saeculum; en contraste, la idea
sean verdaderamente ellos mismos, se ha de resaltar su propio ser
agustiniana contra la que aquellas reaccionan tiende a ser más negativa, subrayan-
do el carácter irredimible de las cosas finitas y ubicando la salvación en un ám- y su propio ámbito, y ello sólo puede lograrse distinguiendo su ser
bito interior o relegándola a una escatología mayormente post-temporal (o ambas del ser de su creador. La deficiencia común a todas las doctrinas
cosas, pues las dos están mutuamente relacionadas, lo cual deriva de una pesimis-
meramente económicas, y ello incluye a las que tienden a reducir
ta creencia de que el mundo material no es susceptible de redención).
t86 Unidad, trinidad y pluralidad «Por él y en é1... » t87
la Trinidad a la Trinidad económica, es que pierden la dinámica de uniforme en todos sus usos, sino que se trata de un concepto gene-
lo que es la esencia de la economía, tal como se entiende teológi- ral que nos permite concebir algo de la dinámica universal y de la
camente: una inclusión estructurada, aunque abierta, del tiempo relación de todas las cosas en el espacio y en el tiempo. Al elabo-
en la eternidad. Una teología restringida a la economía.pierde lo rar su significado, somos libres para emplear los recursos concep-
que desea afirmar, la valoración positiva, pero no exclusiva o idó- tuales que la física de la relatividad moderna ha puesto a nuestra
latra, del mundo del espacio y el tiempo. disposición, así como los de la más reciente cosmología, la cual,
En el capítulo anterior traté en parte sobre las ideas de Cole- de forma paralela a la de Ireneo, hablaría de la flecha del tiempo, de
ridge, contrastándolas con la noción de trascendental. Las ideas la evolución cósmica, etc. No obstante, nos reservaremos el dere-
no encarnan rasgos universales del ser, sino que son conceptos in- cho de cuestionar esas especulaciones desde el punto de vista teo-
explicables mediante los que la mente entra en relación con las lógico, al poner en tela dejuicio las diversas interpretaciones de la
cosas más profundas de la existencia. Las ideas, y específicamen- economía de la creación y la redención. Ahora la pregunta es la si-
te la idea de la Trinidad la idea de ideas, pueden dar origen a tras- guiente: ¿Todas estas cosas unidas nos permiten aYanzar más y
cendentales a resultas de la elaboración de su contenido, pero sin analizat, aparlir de ellas, cosas que son ciertas en toda la reali-
tener una aplicación trascendental en sí7. De la economía se pue- dad? Es decir, ¿nos permiten descubrir un trascendental abierto
de decir que es una idea infinitamente fértil, pues abre toda clase que nos ayude a entender en cierta medida qué sucede con nuestro
de posibilidades para reflexionar sobre el mundo8. Podemos decir, mundo como creación de Dios?
por lo tanto, que como todos los conceptos el de economía se ha
formado dentro de la mente humana, aunque hemos de recordar
que, en virtud de su proveniencia, se trata de la mente bajo el im- 3. Perijóresis
pacto y la guía de la revelación y la inspiracióne. Como tal, tam-
bién podemos aceptar su estatuto <<relativo», es deciq que no es Hemos visto que el motor del concepto de economía era trini-
tario, aunque un concepto económico de la Trinidad. En Pablo, 1o
7. Es de gran interés para nuestro objeto el que el mismo Coleridge nos die- que le llevó a usar la metáfora económica fue la generosidad divi-
se como ejemplo de idea algo que se adecua perfectamente a nuestro tema. Me re-
na en Cristo y las arras que son representadas por el don del Espí-
fiero a la idea de vida, y según é1, dicha idea incorpora en sí tanto la unidad como
la multiplicidad de la realidad:<<Por Vida me refiero en todas partes a la verdade- ritu. También en Ireneo la economía tiene una configuración trini-
ra Idea de Vida, o aquella forma general bajo la que la Vida se nos manifiesta, que taria. Cuando nos planteamos las implicaciones de la participación
incluye todas las demás formas. He afirmado que se trata dela tendencía a la in-
económica de Dios en nuestra comprensión de su ser, el concepto
dividuación, y que los grados o la intensidad de la Vida consisten en la paulatina
realización de dicha tendencia [...] esa tendencia a individuarse no puede conce- patrístico más obvio que podemos descubrir es el de perijóresis.
birse sin la tendencia opuesta a conectar, al igual que lafterza centrífuga presu- Puede parecer que se trata de una evolución sorprendente. En esas
pone la centrípeta, o al igual que dos polos opuestos se constituyen mutuamente,
y son los actos constituyentes de una y la misma fuerza en el imán»; cf. S. T. Co-
discusiones modernas sobre la doctrina de la Trinidad en que se
leridge, Theory o/ Life, citado en M. A. Perkins, The Logos Reconciler. The Se- dudaba de su valor, el concepto de perijóresis a menudo apatecia
arch for Unity in the Relational, Lctgosophic System of Samuel Taylor Coleridge, como un ejemplo del modo en que tal doctrina es principalmente
tesis doctoral de la Universidad de Londres, London I 99 I , I 52- I 53.
8. Por ejemplo, ¿qué ocurre con 1a noción de economía política que sin du-
especulativa e inútil. Quiero afirmar 1o contrario. Dicho concepto
da en sus origenes tenía connotaciones teológicas? Cf. el análisis de su trasfondo abre toda clase de posibilidades para el pensamiento. Las razones
y sus implicaciones teológicas en J. Milbank, Theology and Social Theory, cap. 2. son, en primer lugar, que se trata de un concepto grávido de con-
9. De esta forma podemos evitar las inútiles disputas entre defensores de la
razón y de la revelación. En un tema como éste, ambas están implicadas conti-
ceptualidad espacial y temporal, que implica movimiento, repeti-
nuamente. ción e interpenetración; y en segundo lugar, que es una implica-
t88 Unidud, trinidad y pluralidad «Por él v en é1...» I ¿J9
ción de la unidad-en-la-diversidad de la divina participación eco- de reflexión teológico bajo el impacto de la economía de la crea-
nómica en el mundo. Puesto que el Padre participa económica- ción y de la redención. Que se trata de un concepto humano es bas-
mente en el mundo de diversas maneras, no puede suponerse sino tante claro, pues consiste en una forma de hablar del ser de Dios
que la acción del Padre, HUo y Espíritu es una dinámica personal mediante una analogía del movimiento en el espacio y en el tiem-
que los implica mutuamente. Parece deducirse que en la eternidad po. Aquí, si no queremos caer de nuevo en la tendencia de un con-
el Padre, el Hijo y el Espíritu comparten una mutua reciprocidad, cepto unitario de Dios que ha perseguido a las teologías de la Tri-
interpenetración e interanimación dinámicas r0. nidad tanto de Oriente como de Occidente, debemos aceptar una
Así pues, puede considerarse que el concepto de perijóresis se evolución del pensamiento como la de Barth en su tratamiento de
desarrolló por medio de una evolución en el pensamiento desde el la eternidad y la infinitud de Dios12. Puesto que Dios participa eco-
dinamismo de la participación divina en el espacio y en el tiempo nómicamente en el tiempo y en el espacio, no puede ser concebido
hacia las implicaciones de tal participación en la comprensión del como algo meramente intemporal y no espacial.Laperijóresis im'
dinamismo eterno de la deidad. Es una forma de expresar la uni- plica una autoformación interrelacionada que está ordenada pero
dad y la pluralidad del ser de Dios, cuya interacción con el mun- que a la vez es libre: Dios no carece simplemente de figura, no es
do es unificaday ala vez diversa; o sea, se trata de una manera de una mónada concebida por vía negativa, sino una vida interperso-
extraer las conclusiones de la economía. Lo más importante del nal eterna. Se da así una riqueza y un espacio en la vida divina, en
concepto es que permite a la teología preservar tanto la unidad co- sí misma y al salir de sí en la creación de un universo dinámico que
mo la pluralidad en su interrelación dinámica. Ello conlleva que constituye un orden relacional en el espacio y en el tiempo.
las tres personas de la Trinidad existen solamente en una relación De este modo, la perijóresis puede servir como un concepto
recíproca eterna. Dios no es Dios al margen del modo en que el analógico. Por un lado, se opone a una concepción meramente ne-
Padre, el Hijo y el Espíritu en la eternidad dan y reciben mutua- gativa y privativa de la eternidad y la infinitud' Dios no está fuera
mente lo que esencialmente son. Los tres no son meramente co- del espacio y del tiempo en virtud de una abstracción negativa a
existentes sino que uno constituye dinámicamente el ser del otro partir de las cualidades del ser finito. Por otro lado, no obstante,
en lo que Coleridge denominó «un círculo inefable de Seq Inteli- también debemos tratar el concepto de forma apofática si quere-
gencia, y Vida, Amor y Acción comunicativos»rr. Uno de los as- mos evitar una simple ecuación entre el uso de conceptos tempora-
pectos a destacar, en los términos que han dominado el argumen- les y espaciales en relación con Dios y con las realidades finitasr3.
to hasta ahora, es que permiten una peculiar clase de diversidad Un pensamiento propiamente analógico, por lo tanto, es esencial a
relacional, o más bien, de flujo no heraclíteo.Talvezpodamos de- fin de permitir la adecuada distinción en la relación entre Dios y el
cir que es heraclíteo en el sentido de que no es un flujo absurdo, mundo. Existe una diferencia en la cualidad de la temporalidad y
sino un flujo que posee un logos, o más bien, que «es» un logos,la la espacialidad divinas, la cual es, sin embargo, mostrada por la re-
lógica de su propio ser en relación. lacionalidad libre y trascendente de Dios que ha sido revelada en la
Como en el caso de la economía, en la noción de perijóresis te-
12. K. Barth, Church Dogmatics ll/1, 468-490 (sobre la espacialidad y la
nemos una construcción racional humana que se ha desarrollado
omnipresencia), 608-640 (sobre la eternidad).
bajo las restricciones de la revelación y la inspiración, un proceso 13. Así, no estamos leyendo el espacio y el tiempo en D'ios, como ocurre en
cierta teología moderna, por ejemplo la teologia del proceso, sino que estamos sa-
10. El derivado latino circumince.s.r¿¿-¡ es menos satisfactorio, pues ofrece una cando las consecuencias de la relación económica de Dios con el tiempo y el es-
concepción más estática. pacio. Al hacer esto debemos, junto con la tradición patrística, eliminar de nues-
1 1. M. A. Perkins, The Logos Reconciler, 195, citando el escrito inédito On iro pensamiento las limitaciones de nuestra espacialidad y temporalidad' de las
the Divine ldeas. cuales Dios es el creador eterno e infinito.
«Por él v en é1...» t91
t90 Unidad, trinidad y pluralidad
del escepticismo engendrado en otras áreas, celebra en su mayor La cuestión de la ontología está íntimamente relacionada' Para
parte la racionalidad y el sentido del universo. Según la teoría de la estética, la cuestión más importante se refiere a en qué sentido el
la relatividad por ejemplo, parecería que las mismas leyes fisicas arte puede concebirse como encarnación del ser, del sentido y de la
son válidas en todo el universo. Por el contrario, el arte de la mo- verdád. Los defensores de la autonomía del arte afirman acertada-
dernidad y de la tardomodernidad parece valorar lo contrario: la mente que no debería estar obligado a servir a determinados fines
absurdidad del mundo al que el artista impone un «sentido>» indi- morales ajenos ni, sobre todo, a fines políticos' Su tarea es servir
vidual o socialmente elaborado. Algo similar podría decirse, co- a la realidad tal como peculiarmente la percibe. Ello plantea la
mo con frecuencia se ha hecho, respecto de la relación entre la cuestión de la realidad. Por debajo de gran parte del debate sobre
ciencia y la ética. Algunas concepciones de autonomía moral re- el modernismo y el postmodernismo existe un desacuerdo sobre la
quieren la clase de desvinculación del entorno natural que Charles naturalezade lo real. Suponer que el absurdo, el mal y 1o discorde
que
Taylor ha descrito. Concentrémonos, en primer lugar, en la rela- son lo esencialmente real es favorecer a una visión maniquea
ción entre lo verdadero y lo bello, y pasemos de ahí a la ética. Co- afirma que la realidad no puede ser redimida. Pensar de otro modo,
mencemos con el famoso verso de Keats, en su Oda a una urna sin embargo, es implicarse en el interrogante acerca de si el arte
griega, «'Beauty is truth, truth beauty'-fhat is all / ye know on debería incorporar algún tipo de visión redentora, tal como ha he-
earth, and all ye need to know»-. cho durante la mayor parte de su historia. Está, por consiguiente,
A nivel superficial, se trata de un fragmento típico, aunque intrínsicamente unida a la cuestión moral, lo cual no significa que
temprano, de la absurda estética decimonónica, un síntoma de la deba enseñar moral, sino que debe de uno u otro modo llegar a
misma fragmentación que está enla raiz de nuestro problema. A comprender su relación con la realidad moral humana2T'
otro nivel, ¿,no puede apuntar hacia un estrato más profundo? ¿No ¿Qué aporta nuestro concepto a
la integración de los tres focos
es cierto que un científico en ocasiones usará criterios estéticos al de actividad y reflexión humanas, la verdad, la bondad y la belle-
elegir entre posibles teorías alternativas? ¿Por qué, entonces, el za? ¿Podemos considerat la periióresis como una pista que nos
hermoso y complejo mundo revelado por el microscopio y las a la necesaria integración de los tres ámbitos de sentido
matemáticas no anima a su vez al artista a expresar la verdad del "ord,rr"u
mientras conservan alavez su respectiva autonomía? Aquí volve-
mundo en obras que no simplemente expresen alienación social y mos a lo que George Steiner dijo respecto a Dios como funda-
desilusión cósmica, sino que en cierto modo reflejen el ser más mento de todo sentido. Merece la pena citar una vez más el pasa-
profundo de las cosas? Larazón por la que tan a menudo no lo je crucial:
hace es, por supuesto, tanto ontológica como teológica, o más que todo 1o que reconoce-
bien, como Peter Fuller ha mostrado con tanta clarividencia, anti- ¿Significa esto que todapoiesis adulta,
mosdeunatallairresistibleenlaliteratura,elarteylamúsica'es
teológica. Significativamente cita a William Morris: «El moder- de inspiración o referencia religiosas? En tanto materia histórica, de
nismo comenzó y continúa allí donde la civilización comenzó y inventariopragmático,larespuestaescasiinequívoca.Lareferen-
continúa negando a Cristo»26. Sin embargo, como hemos visto, el cia y la autorreferencia a una dimensión trascendente, a lo que se
problema no es Cristo, sino un Dios concebido al margen de Cris- sientequereside,explícita-esdecir,deformaritualyteológica'
to y del Espíritu. porlafuerzadelarevelación-oimplícitamente,fueradelámbito
inmanenteypuramenteprofano,garantizalasformascreadasdes-
*«'Labelleza esverdady la verdadbelleza'/ Todo eso ynada máshabéis de Homero y la Orestíada hasta L¿rs hermanos Karamázov Kaf-
y
de saber en la tierra» (traducción de J. V Martínez, P. N. Payá y M. Teruel)
26. Citado por P Fulle¡ Theoria. Art and the Absence of Grace, London 27. En alguna parte de este tema se halla la respuesta a la pregunta de si el rc-
1988, 139. trato de lo erótico degenera en pornografia.
202 Llnittod. trinitlatl t,.plurulidod
«Por él v en é1...» 203
l. El concepto de espíritu
nos de los usos más antiguos del concepto de escándalo: la muer- en la visión de Ezequiel del valle de los huesos, en el relato de Lu-
te ignominiosa de Jesús enla crvz. Se convierte en algo escanda- cas del nuevo acto de la creación por el que el niño es formado en
loso tanto desde el punto de vista moral como intelectual. el vientre de María, y en la resurrección de Jesucristo de entre los
Este capítulo, de hecho todo el libro, pretende afirmar que, muertos. El resultado de ello es que, mediante su Espíritu, Dios
frente a la idea recibida de que la particularidad es una desventa- permite a la creación abrirse hacia é1. En el Antiguo Testamento la
ja, lo que la modernidad precisamente necesita es una teología palabra ruah habla de la capacitación humana por parte de Dios,
que otorgue un puesto central a la particularidad. Si estoy en lo siendo por tanto un término relacional y particularista. «La ma-
correcto al defender que la amenaza a nuestra existencia personal yoría de los textos que tratan del ruah de Dios o de los hombres
en el mundo moderno deriva del impulso homogeneizador encar- muestran a Dios y al hombre en una relación dinámica. El que un
nado por tantas destacadas corrientes de pensamiento, acción y hombre sea viviente en cuanto espíritu, quiera lo bueno y obre con
cultura, se necesita desesperadamente una metafisica autoridad, no le viene de sí mismo»r. Una forma de hablar similar,
-o más bien
una teología del ser- en la que lo particular tenga gran importan- que tiene en cuenta el aspecto relacional, se encuentra en algunas
cia. No se logrará simplemente reiterando las afirmaciones histó- descripciones neotestamentarias de la acción del Espíritu. «No ha-
ricas en que la fe se ha basado tradicionalmente o recurriendo a béis recibido un Espíritu que os haga esclavos, de nuevo bajo el te-
teologías narrativas que nos obligan a preguntarnos por el sentido mor, sino que habéis recibido un Espíritu que os hace hijos adop-
de las cosas en su conjunto. Creo que podríamos hacer mejor uso
tivos y os permite clamar: 'Abba', es decir, 'Padre'. Ese mismo
del que hacemos de las particularidades narrativas y gloriarnos Espíritu se une al nuestro para dar testimonio de que somos hijos
bastante más en el escándalo del crucificado por los pecados del
de Dios» (Rom 8, 15-16). Así, el Espíritu pone en relación a Dios
mundo. Mas no es ése el principal propósito de este capítulo, que
con el mundo y, recíprocamente, al mundo con Dios. No obstante,
trata de analizar las posibilidades de algunas de las ideas que la
no se trata simplemente de una cuestión entre Dios y el mundo:
base histórica del cristianismo nos ofrece para interpretarro crara
también tiene que ver con el espíritu humano. Laafirmaciín de Pa-
y peculiarmente. Como en el capítulo anterior, nos centraremos
blo de que está ausente corporalmente pero presente en espíritu su-
en el marco dentro del cual se debe configurar la vida humana.
giere que los seres creados pueden trascender de forma limitada el
¿Dónde se podría hallar una teología del ser que resistiese las espacio al que están atados. Éste, por lo tanto, es el primer aspecto
presiones a favor de la homogeneidad concediendo la debida im-
de 1o que significa ser o tener espíritu: tiene que ver con la supera-
portancia a lo particular? Podemos encontrar un punto de partida
ción de barreras, con la apertura entre sí de personas y cosas.
en la teología del Espíritu. Puede parecer tal vez una afirmación
El segundo rasgo presenta el otro lado de la misma cuestión. El
sorprendente. ¿No está el Espíritu dedicado a cosas universales, a
Espíritu es lo que, lejos de abolir, más bien mantiene y hasta forta-
hacer real la acción de Dios por todo el universo? A mi juicio, no
lece la particularidad. No se trata de un espíritu de convergencia o
en primer lugar. En la Biblia se encuentran evidencias que sugieren
asimilación (de homogeneización), sino de relación en alteridad,
que en una teología del espíritu en general existen dos aspectos
una relación que no priva, sino que establece al otro en su verdade-
principales. El primero es que el espíritu tiene que ver con la supe-
ra realidad. Esto es especialmente evidente en las descripciones
ración de barreras. El espíritu relaciona entre sí seres y ámbitos
bíblicas de la obra del Espíritu divino, la causa perfectiva de la
opuestos o separados. Lo que es o tiene espíritu es capaz de abrirse
creación2. Es en términos de particularidades como podemos com-
a lo que es diferente de sí, de entablar una relación con el otro. Se
usa particularmente de Dios y del mundo. A través de su Espíritu, 1200 1, 6 I
l. H. W. Wolff , A ntropología del A ntiguo kstamento, Salamanca .
Dios entra en relación con el mundo, creando y renovando, como 2. Basilio, Sobre el Espíritu santo 15,36.38.
210 Unidad, trinidad y pluralidad El Señor que es el Espíritu )t I
prender muchas de las maneras en que el Nuevo Testamento descri- berador, el Espíritu respeta la alteridad y, así, la particularidad de
be la relación entre Jesús y el Espíritu. Para ver la función particu- quienes elige. Por ello, la descripción paulina de los diversos ca-
larizadora del Espíritu hemos de quitarnos de la mente la popular rismas en I Cor 12, por ejemplo, es tan importante para nuestro
idea de que el Espíritu era una posesión homogénea de Jesús, como concepto de lo que supone estar en comunidad pues conlleva ri-
una especie de relleno del alma. El Espíritu es aquel, el otro perso- quezay variedad no homogeneidad. Aquí hallamos lo esencial de
nal, por el que Jesús se relaciona con su Padre y con aquellos con la diferencia entre el Evangelio y el mundo moderno. Dios Espíri-
quienes tiene que entrar en contacto. Los relatos evangélicos de la tu es fuente de autonomía, no de homogeneidad, porque median-
relación del Espíritu con Jesús muestran las peculiaridades de las te su acción los seres humanos se constituyen en su peculiaridad y
distintas fases de su vida. El hecho de que el Espíritu formase su en redes de relacionalidad particulares.
cuerpo en el vientre y le permitiese confundir a los doctores en el En virtud de ambos aspectos, la superación de barreras y la
templo no descarta el hecho de que en el bautismo hay una nueva preservación de la particularidad me atrevería a afirmar que la
particularidad en su vida: una nueva vocación humana merced a noción de espíritu es fundamentalparanuestra comprensión de no-
una renovada relación con su Padre. La nueva donación del Espíri- sotros mismos y del mundo. Es, por tanto, candidata a ser ma idea
tu también condujo a Jesús a una relación particular con su propio al estilo de Coleridge,justo en el sentido que he estado analizando.
pueblo, una relacionalidad subsiguientemente expresada en las ten- Sin ella, somos incapaces de concebir adecuadamente algunas de
taciones, la enseñanza, las obras prodigiosas, la pasión y la muerte. las principales dimensiones de la vida. Cuando el espíritu es redu-
lmplicaba que é1 era esta clase de mesías, no aquella; la ejemplifi- cido o desplazadoporlarazón o la voluntad, surgen la desastrosa
cación de una forma de ser el pueblo santo de Dios y no otra. inhumanidad e irracionalidad de la época moderna. La particula-
Podemos percibir que el Espíritu lleva a cabo una función si- ridad se ahoga en la homogeneidad, o se afirma como la negación
milar en el ministerio de la Iglesia después de la ascensión, cuan- de relaciones humanas auténticas y abiertas. Sin embargo, espíri-
do, según la teología del cuarto evangelio, el Espíritu retoma la tu es una palabra limitada en principio al mundo personal, a Dios
obra de Jesús poniendo en relación a los creyentes (a creyentes y a los seres humanos. Tiene que ver con ese rasgo peculiar de las
particulares) con el Padre a través suyo. Los Hechos de los após- personas, con su capacidad de autotrascendencia, de pensar y de
toles están llenos de ejemplos de cómo se optó por un camino en actuff más allá del momento y lugar en que se encuentran. Para
vez de por otro debido a la orientación del Espíritu. Otra orienta- percibir por qué esto es así, conviene detenerse brevemente a exa-
ción la proporciona el concepto de Pablo del Espíritu del Señor minar la aportación de Hegel a este tema. Su postura era que el es-
como aquel que da la libertad al ser humano. Según esta noción, píritu tenía una importancia no meramente como ideal, sino como
la libertad de los cristianos deriva de su incorporación a una nue- trascendental. Según é1, el trascendental de trascendentales, el ras-
va -particular- red de relaciones: primero con Dios a través de la go universal del ser, era Geist, por lo general considerado como
fe en Cristo y después con otros en la comunidad eclesial. Al igual algo intraducible, pero cuya mejor interpretaciónfal vez sea la de
que el Espíritu libera a Jesús para que sea é1 mismo, otro tanto
ocurre con aquellos que son <<en Cristo», es decir, en la comuni- mos pensado exclusivamente en los siguientes términos: en el esta<lo como ins-
dad de su pueblo. La Iglesia es una comunidad no un colectivo; trumento de legislación y control y en el individuo como el portador de opciones
en otro caso ilimitadas. Sin embargo, la moralidad ya no puede predicarse del es-
una comunidad particular en la que personas particulares son ini-
tado, pues somos demasiado diversos para permitir que se legisle una única mo-
ciadas por la acción del Espíritu3. Se deduce que, como el Otro li- ralidad. Tampoco puede localizarse en el individuo, pues la moralidad no puede
ser privada en ese sentido. Hemos ignorado un tercer campo: el de la comunidad.
3. J. Sacks, The Persistence oJ'Faith. Religion, Morality and Society in a Se- Es, sin embargo, siendo miembro de una comunidad como aprendo un lenguaje
cular Age, London l99l , 45: «El problema de nuestra ecologia moral es que he- moral, una visión y una forma de vida».
2t2 Unidad, trinidad y pluralidad El Señor que es el Espíritu 2t3
espíritu racional. Este último término apunta a la orientación de ser humano abrirse hacia é1. También podemos establecer vínculos
Hegel hacia la tradición racionalista clásica; el primero nos habla con los temas del capítulo anterior. Si todo ser es 1o que es en vir-
de los orígenes bíblicos de su uso por parte de Hegel en dos de las tud de «un inefable círculo de Ser, Inteligencia, y Vida, Amor yAc-
principales connotaciones que lapalabra tiene en el Nuevo Testa- ción comunicativas», para repetir la definición de periióresis de Co-
mento. El Espíritu se usa a la vez como la forma de ser caracterís- leridgea, ¿qué mejor concepto que espíritu para expresar algo de su
tica de Dios («Dios es Espíritu») y como la tercera persona de la dinamismo relacional? En este sentido, la propuesta de Hegel es
Trinidad (el Espíritu de Dios), sentidos que Hegel tiende a unir, sin duda un avance sobre la tradicional metafisica del ser.
con un resultado ambiguo. Sin embargo, lo más importante para Afirmar la trascendentalidad -la aplicabilidad universal- del
nosotros es que el uso trascendental del concepto de Espíritu en concepto de espíritu conlleva, sin embargo, graves problemas,
Hegel introduce elementos de dinamismo e interrelacionalidad en ciertamente en lo que se refiere a la filosofia de Hegel. Se trata
conceptos de filosofia y teología. Como hemos visto, aquello que del problema del idealismo: la espiritualizacion de la materia y la
es o tiene espíritu es aapaz de abrirse a aquello que es distinto de inclusión del mundo en Dios. Si todo es espíritu, parecemos vol-
sí, de entrar dinámicamente en una relación con el otro. El Espí- ver a las dificultades que nos encontramos en nuestra descripción
ritu permite que se dé una forma de perijóresis entre la mente y el del tratamiento moderno por parte del hombre del mundo creado,
mundo, entre el mundo y Dios. Si la realidad más fundamental de cuya mera materialidad es problemática, y de hecho deja de ser
todas es espíritu, podemos comprender algo de la naturaleza de, parte de su ser real. Convertir a todo en espíritu supone provocar
por un lado, nuestro peculiar ser humano, de acuerdo con el cual una pérdida de particularidad o eso parece, porque la forma ma-
nuestro dinamismo personal y racional se desarrolla e/r el mundo, terial de los obietos de nuestra experiencia es el medio de su indi-
y por otro lado, de nuestra peculiar acción humana para con el viduación y el rasgo de su particularidad de modo que yo reco-
mundo, que puede modelarlo de una forma que no es totalmente nozco a alguien por la forma de su cabeza o el peculiar carácter de
ajena a su ser (algo que la filosofia mecanicista, con los amargos su paso. En términos hegelianos, sin embargo, la materia, el tiem-
resultados, aún presentes, en la forma en que tratamos al mundo, po y el espacio son finalmente abolidos a resultas del incesante
nunca ha sido capaz de integrar). Por el contrario, las filosofias movimiento del Espíritu. Como afirmé en el tercer capítulo, el re-
mecanicistas o materialistas conciben la mente y la materia como sultado de la acción del Espíritu es la abolición del tiempo, de
elementos ajenos entre sí, opuestos e incompatibles. El concepto modo que se produce una pérdida del dinamismoy dela periióre-
de espíritu es el enemigo de una visión dualista de la realidad que sls'misma, que fue la aportación específica al pensamiento que hi-
establece esferas del ser incompatibles o inconmensurables, y per- zo el concepto de espiritu. Cualquierperiióresis que disuelva a los
mite establecer vínculos entre las distintas dimensiones de la rea- particulares deja de ser perijóresls, convirtiéndose más bien en
lidad. Como enseñan los primeros capítulos de Génesis, nuestra una homogeneidad que no establece relaciones5.
presencia en y sobre el mundo es multiforme. El problema teológico subyacente parece encontrarse en el
Hay posibilidades, por consiguiente, de afirmar el estatuto tras- modo en que es concebida la Trinidad hegeliana. La forma moda-
cendental del concepto de espíritu. La noción es fundamental en lista en que el Espíritu sucede a las dos primeras personas de la
uno de los escasos intentos bíblicos de definir el ser de Dios y tam- Trinidad revela una versión de esa pesadilla de la teología occi-
bién en la comprensión bíblica del ser humano. En la afirmación dental, la trascendentalidad de la unidad. La pluralidad no es cele-
de que el Espíritu habla a nuestro espíritu se encuentra parte del
4. Cf. supra, el capítulo 6, p. 188.
misterio del misterio revelado de lo que supone ser un ser huma- sus matices pan-
5. Lo mismo ocurre con la tendencia romántica general, con
no en relación con nuestro creador. El Espíritu de Dios permite al teístas. a proyectar el espíritu sobre la nattraleza.
2t4 Unidad, trinidad y pluralidad El Señor que es el Espíritu 215
brada, sino abolida, porque no se le puede conceder estatuto tras- los demás. A diferencia de lo que sucede en muchas filosofias,
cendental, y ello, en parte, porque la pluralidad de las personas de permite que seamos cuerpos y almas, y por tanto, que tengamos
la Trinidad es meramente «temporal»6. No obstante, como vimos nuestro ser en un amplio número de actividades y relaciones. Al-
en el quinto capítulo en conexión con el análisis de la historicidad gunos rasgos de nuestra humanidad que en ocasiones se han con-
y de la naturalezatemporal de la verdad la aportación de Hegel es siderado como la única o la principal cualidad de nuestra perso-
muy importante. De un modo u otro, el espíritu está en el núcleo neidad tales como la conciencia, la subjetividad la voluntad la
de la cuestión de la realidad. Si el espíritu no es trascendental, razón o la creatividad permiten (e incluso fomentan) ideas indivi-
¿no
puede ser una de las ideas sin las que no podemos comprendernos
dualistas y no relacionales de la persona en la sociedad y en el
a nosotros mismos y al mundo? ¿No puede ser una manera de elu-
mundo. Subordinadas y controladas por un concepto de espíritu,
dir el monismo de la voluntad que subyace a tantos de los plan- ocupan su debido puesto en la antropología y la psicología.
teamientos más perniciosos del modernismo y del tardomodernis-
Como rasgo de la persona, por lo tanto, el espíritu tiene gran im-
mo, de modo que con su ayuda podamos concebir una pluralidad portancia y nos permite arrojar luz sobre este tema, por 1o que de-
relacional en vez de fragmentada, una rica complejidad en vez de
be afirmarse que puede ser una idea en el sentido de Coleridge.
un Babel conflictivo? La atención al concepto de espíritu como
Otrarazónpara defender el estatuto de idea del espíritu es que,jun-
instrumento de apertura y de respeto hacia aquello que es distin-
to al resto de ideas, es un concepto analógico que favorece el pensa-
to de nosotros mismos nos sirve como un correctivo a las tenden-
miento en diversos niveles. La principal diferencia entre el espíritu
cias despersonalizadoras de nuestra época. Si nos comprendemos
humano y el divino se expresa en la afirmación de que Dios es es-
como espíritu y como voluntad, ¿no encontraríamos una manera
píritu, mientras que las personas finitas tienen espiritu, y las cosas
de superar el individualismo que subyace en la moderna abolición
ni son ni tienen espíritu. Aquí llegamos al centro de la diferencia en-
del otro?
tre idea y trascendental. Dios es espíritu en virtud de la apertura no
La clave se encuentra en la doctrina de que, como cualidad de
cualificada de las personas trinitarias entre sí y de su movimiento li-
la persona, el espíritu tiene notable importancia y arroja luz sobre
bre e innecesario hacia el exterior en la creación y en la redención
este tema. Teológicamente, es una forma de hablar de la acción de
de aquello que no es Dios, es decir, de lo finito y lo temporal. Co-
Dios para con y en el mundo; antropológicamente, es un modo de
mo algo finito y temporal, pero creado a imagen de Dios, los seres
hablar de la apertura humana al mundo y de la apertura del mun-
humanos fienen espirituporque están abiertos a Dios, a los demás y
do al conocimiento, a la acción y al arte humanos. Otra ventaja es
al mundo de la forma peculiar, aunque limitada, que caructeriza a
que el espíritu, como aquello que es concebido como lo que abre
los seres humanos. Son capaces de relacionarse, amar, odiar, apre-
una persona a otra y una persona al mundo, no excluye las dimen-
ciar, explotar o entrar en relaciones esclavizantes y de ser redimidos
siones corporales y materiales de nuestra realidad ni, por supues-
para relaciones que no lo son, gracias al amor de Dios. Eso no ocu-
to en reacción a la excesivaracíonalización de la humanidad, ofre-
rre con el resto del mundo creado.
ce conceptos de la persona meramente mecanicistas o fisicalistas.
Por el contrario, favorece el desarrollo de la idea de persona como
una unidad, con su propia privacidad (verdaderamente particular),
y como un ser relacional, capaz de auténticas interacciones con
2. El problema de la sustancialidad
6. Así, Hegel repite como una imagen en un espejo la incapacidad tradicio- De acuerdo con el planteamiento desarrollado, espíritu es una
nal, a la que tanto nos referimos en los primeros capítulos, de articular una teolo- de aquellas ideas sin la cual somos incapaces de comprender ade-
gía de la creación verdaderamente trinitaria.
cuadamente nuestro lugar en el mundo. Sin embargo, no se trata
2t6 Unidad, trinidad y pluralidad El Señor que es el Espíritu 217
propiamente de un trascendental, porque no es un rasgo universal gos universales de nuestro mundo alaluz de la actividad econó-
del ser, sino que califica sólo el mundo de las personas en su rela- mica del Espíritu? Hasta ahora hemos hablado abundantemente
ción con otros y con el mundo. Creo que el concepto de espíritu no de la orientación del Espíritu haciala particularidad. Ha llegado el
nos ayuda a comprender la estructura de un átomo o la evolución momento de hacer algunos comentarios generales respecto a la
del universo material, a comer o a cultivar una col, o a apreciar una acción del Espíritu y en relación con nuestro particular interés en
obra de arte, al menos no desde el punto de vista de los objetos la doctrina de la creación. Según san Basilio, la función peculiar
consideradosT. Esto no supone sugerir que el modo en que trata- del Espíritu es perfeccionar la creación, lo cual podemos interpre-
mos el mundo de las cosas y los animales no es importante, sino tar como queriendo decir que lleva a plenitud aquello para lo que
que, si hemos de tratar el mundo adecuadamente, hemos de ser cada persona y cosa ha sido creada. En ese sentido, la tarea pecu-
concientes de su propio carácter y estatuto específico. Gran parte liar del Espíritu es escatológica. Una manera de ampliar esta in-
del desorden ecológico brota de una visión de la realidad mecáni- tuición desde el punto de vista teológico sería decir que el oficio
ca o tecnocrática; de tratar el mundo como si el espíritu fuese ab- específico del Espíritu es realizar el ser verdadero de cada cosa
solutamente irrelevante para su ser. Esto no es (lo niego enfática- creada introduciéndola, a través de Cristo, en una relación salvífi-
mente) a lo que me refiero al decir que las cosas no personales no ca con Dios Padre.
tienen espíritu8. Si hemos de tratar grandes segmentos del mundo A partir de dicha enseñanza podemos dar dos pasos. En primer
como -propiamente hablando- no matizados por el espíritu (co- lugar podemos analizar las implicaciones que tiene para nuestra
mo no siendo o no teniendo espíritu), debemos sin duda ser cons- doctrina de Dios. ¿Qué supone para nuestra comprensión de Dios
cientes del modo en que el Espíritu divino sostiene el mundo y lo que el ser personal del Espíritu consista en perfeccionar la crea-
dirige hacia su propia perfección, tanto con la acción humana co- ción? ¿Podemos en consecuencia hablar del Espíritu como, en
mo sin ella, y también de la forma en que el espíritu humano guar- cierto sentido, también el agente de la perfección del ser de Dios?
da relación con é1. Esto, sin embargo, no nos impide considerar 1o Creo que en este contexto es importante estar atento a las tenden-
más importante: que espíritu es un concepto usado para denotar cias aparentemente triteístas de algunas de las llamadas teorías so-
parte del misterio del ser personal. ciales de la Trinidad. La revelación no nos permite hablar de una
¿Dónde, pues, nos sitúa esto en nuestra búsqueda de nociones vida social; nos permite, sin embargo, decir que si el espíritu ac-
verdaderamente universales, de trascendentales? A fin de prose- túa de forma particular en la economía como aquel que perfeccio-
guir tal búsqueda hemos de plantearnos el mismo tipo de pregun- na la creación, es razonable suponer que debe realizar una función
ta que nos hicimos en el capítulo anterior. Si el estudio de la eco- semejante en relación con el ser de Dios, con la comunión que es
nomía de la creación y de la redención, nos condujo desde la la vida de Dios. Por consiguiente, no sólo debemos deciq con san
economía a la perijóresls, ¿qué podemos aprender sobre los ras- Agustín, que el Espíritu es el vínculo que unifica al Padre y al Hi-
jo; resulta incluso más necesario añadir que es el foco de la pecu-
7. En esto me opongo a los defensores de la llamada espiritualidad de la crea- liaridad del Padre y del Hijo, de su particularidad específica. Un
ción. Estoy de acuerdo en que existen «casos fronterizos», en los que hay lugar rasgo importante del ser de las personas es que tienen la capaci-
para la discusión, por ejemplo al reflexionar sobre lo que queremos decir al ha-
blar de un caballo «lleno de espíritu», pero creo que, en general, es esencial man- dad de ser ellas mismas, y no una función o un clon de otra perso-
tener la distinción entre lo personal y lo impersonal por el bien de ambos órdenes na. Por ello es importante subrayar la particularidad. Ricardo de
del ser. San Víctor afirmaba que la tercera persona de la Trinidad es esen-
8. Algunas cosas tienen vida, la cual se manifiesta a distintos niveles, parti-
cularmente en la diferencia entre animal y planta, pero, aunque guarda relación cial para que exista verdadera alteridad en Dios. Han de existir
con el espíritu, no es lo mismo. tres para que exista una autentica diversidad en Dios y éste salga
218 Unidad, trinidad y pluralidad El Señor que es el Espíritu 219
de sí mismoe. En este sentido, podríamos decir que la función del sia -el ser general- de Dios se constituye por lo que las personas
Espíritu en Dios es particularizarlas hipóstasis y mostraré poste- son mutuamente entre si en \na perijóresis eterna, dichos teólo-
riormente por qué he de usar este término técnico- o personas del gos hicieron posible concebir Ia prioridad de lo particular sobre lo
Padre y del Hijo: liberarlas para que sean ellas mismas. para que universal. Dios es lo que es sólo como comunión de personas, cu-
sean personas particulares en comunidad y como comunión. Por ya particularidad se encuentra en el centro de su ser, pues cada
consiguiente, la actuación específica del Espíritu tanto en el tiem- una tiene su propia forma de ser o rqónog únoq§eog peculiarlr.
po como en la eternidad, en la economía y en la esencia, consiste Por consiguiente (aqui pasamos de nuestra comprensión del crea-
en la constitución y la realización de la particularidad. Existe en- dor a una noción de trascendentalidad), la particularidad de los se-
tonces, y se trata de algo crucial para nuestro argumento, una for- res creados queda establecida por la particularidad que se encuen-
ma de particularidad en el núcleo mismo del ser de Dios. tra en el núcleo del ser del creadorr2.
Podemos ahora dar el segundo paso posible alaluz de la ense- La tradición teológica occidental, y casi del mismo modo la
ianza de Basilio de que el Espíritu es quien perfecciona la crea- oriental, no lograron capítalizar la revolución conceptual que se
ción. Puede argüirse que el concepto de hipóstasis, con sus conno- había producido. Como hemos visto, la abstracción y no la concre-
taciones de ser particular, debería ser más importante para nuestra ción se convirtió en la nota predominante del ser divino, una nota
reflexión de lo que históricamente ha sido. Creo que sólo así po- derivada más de la filosofia griega que de las particularidades con-
demos establecer el fundamento intelectual para la liberación de cretas de la revelación bíblica, más de una metafisica del ser que de
la pluralidad de su inclusión en la unidad, que constituye en gran una teología del espíritu. Dos citas de teólogos influyentes en Oc-
medida la realidad y la amenaza de la vida moderna. De acuerdo cidente ilustran la tendencia de concebir a Dios en términos de
con esta enseñanza, lo que podría denominarse la sustancialidad abstracción e indeterminación. Hablando de Dios, Pseudo Dionisio
de Dios reside no en su ser abstracto, sino en los particulares con- Areopagita escribe que «es de toda figura y de toda forma, pero sin
cretos a los que llamamos personas divinas y en las relaciones por forma ni hermosura alguna. porque en su incomprensible prioridad
las que mutuamente se constituyen. Puede afirmarse que cuando y trascendencia contiene anticipadamente los mismos principios,
la tradición occidental decidió traducir el griego ousia por sub- medios y fines de las cosas. É1 les comunica su pura iluminación,
stantia, que es de hecho la traducción literal de hypostasis,privo de suerte que todas existen en virtud de esta causa única e indife-
al concepto de persona del peso necesario, porque introdujo un renciada»r3. Igualmente, según Tomás de Aquino, <<El que es es el
excesivo énfasis en la realidad subyacente de Dios. Con dicha tra- más propio de todos los nombres de Dios [...] pues es nombre que
ducción se invita a pensar que la verdadera sustqncia de Dios, lo lo abarca todo, porque incluye al mismo ser como un piélago de
que él es sustancialmente, es el ser que subyace a las personas
1 1. La propuesta de Barth de usar modo de ser o tgónoE ónagletog como
particulares. Lo que se perdió fue la intensidad de la desinonimi-
equivalente de «persona», en vez de una forma de referirse al modo en que las
zación que los padres capadocios hicieron de ousia e hypostasis: personas son quienes particularmente son, no sólo hace imposible redimir e1 con-
convirtieron lo que eran términos sinónimos en palabras de signi- cepto de persona de su moderno uso individualista, sino que reitera la tendencia
ficado distinto'0. Al usar hipóstasis para referirse a los particula- occidental a hacer de la Trinidad algo prácticamente redundante al privar a las
personas de su actuación peculiar. Cf. K. Barth, Church Dogma¡ics l/1, Edin-
res concretos -las personas- y luego continuar diciendo que la ou- burgh 1975,355-359.
12. Sin duda es también significativo que la tradición occidental ha sido no-
9. Ricardo de San Víctor, De trinitate 3, 19 . tablemente débil a la hora de dar el peso, la sustancia necesaria a la tercera perso-
0. En relación con el concepto de desinonimización y la influencia de Cole-
1 na de la Trinidad.
ridge en su evolución, cf. S. Prickett, Words and TheWord. Language, Poetics 13. Pseudo Dionisio Areopagita, Los nombres de Dios, 5,824b; cf. Obras
and B iblical l nterp retation, Cambridge 1986, 1 37 - 1 40. completas del Pseudo Dionisio Areopagita, Madrid 1990, 329.
220 Unidad, trinidad y pluralidad El Señor que es el Espíritu 22 t
substancia infinito e ilimitado»ra. En el capítulo segundo hemos rencia u orden desarrollado por los cubistas, hasta el objeto encon-
descrito el prolongado impacto que ello ha tenido en la cultura oc- trado o Pop-art y las transformaciones aleatorias de Cage¡5.
cidental, y ahora nos interesa el problema general de lo que he lla-
mado la sustancialidad de la realidad. Si la existencia de Dios es Lo importante, que no puede subrayarse en exceso, es esto: no
esencialmente abstracta e indeterminada, como ambas citas sugie- se trata únicamente de una cuestión de pintura, sino de «un asunto
ren, ¿de dónde procede la determinación y la particularidad? Pare- metafisico moderno, una afirmación implícita de la natural eza de
cería que sólo de la negación de Dios, bien --en el caso de Hegel- lo real, que es plenamente transitoria, fragmentada y perceptible
como parte de un proceso dialéctico, o bien -en el caso de los se- sólo desde un punto de vista, una realidad accesible solamente en
guidores ateos de Hegel- como la negación de Dios en nombre de 'momentos' de representación contingentes e individuales»16. Es
la particularidad y la libertad humanas. decir, el planteamiento moderno del particular pierde ese particular,
Sin embargo, el resultado paradójico de las protestas moder- pues le priva de subsistencia y de sentido concretos. Los particula-
nas, como hemos defendido en los capítulos precedentes, no es la res pasan a ser insustanciales, porque se asume que su sustanciali-
confirmación de la particularidad y la sustancialidad del ser ante dad solamente puede afirmarse mediante universales subyacentes
la negación teológica, sino la pérdida de sustancia en los principa- en cuya existencia ya no cree el pensamiento moderno. Parece que
les movimientos intelectuales y artísticos del mundo moderno. Se nos encontramos de nuevo con el síndrome del que ya nos hemos
dice que G. K. Chesterton habría comentado de los cuadros de los lamentado frecuentemente en este libro: uta particularidad sin rela-
impresionistas que el mundo parecia no tener en ellos una colum- ción y una relacionalidad sin particularidad que son la convergen-
na vertebral, y algunos análisis de la tardomodernidad parecen cia de los opuestos, la misma cosa considerada de diversas formas.
confirmar el iuicio de que en el núcleo de la cuestión nos encon- Ha llegado, por lo tanto, el momento de plantear nuevamente
tramos con una pérdida de sustancialidad. La afirmación moder- la cuestión de la sustancia -o, como diré con la esperanza de mi-
na de la particularidad no ha salvado la concreción, sino que la ha nimizar los malentendidos, de la susfancialidad- y de afirmar que
amenazado, de modo que se ha perdido tanto la relación como la las personas y las cosas, dependiendo de un Dios comprendido
sustancialidad. Robert Pippin 1o expresa de la siguiente manera: sustancialmente y no de manera abstracta, han de ser comprendi-
Así pues, se puede detectar ya en la elección de tema de Manet das también como seres sustanciales, poseyendo su existencia pro-
una fascinación en el modernismo y últimamente en las discusio- pia y particular, en virtud de y a pesar de su relacionalidad mutua.
nes postmodernas por la particularidad radical de la existencia, y El momento no es propicio, pues la moda de muchas obras, espe-
por lo tanto [...] una negación de la «dependencia» de la inteligi- cialmente del ámbito teológico, consiste en afirmar la superiori-
bilidad de las personas o las cosas o los momentos respecto a las dad de la reflexión dialógica sobre la sustancial, como un modo
categorias o descripciones universales de la ciencia o la filosofia o completamente alternativo de concebir el serri. No obstante, como
incluso el lenguaje mismo tal como se entendía originariamente.
La reivindicación implicita es que la materia de la existencia inefa-
15. R. Pippin, Modernism as a Philosophícal Problem, Oxford 1990,37.
ble, original e «independiente» puede ser captada adecuadamente 16. Ibid.,36. Ceder el más mínimo tereno en esta cuestión a perspectivas
en una especie de experiencia radical, que va desde las escenas postmodernas sobre el mundo, tal como John Milbank parece hacer, es trastornar
aparentemente triviales y momentáneas captadas por los impresio- la doctrina de la creación, a pesar de lo que afirma: «Respecto al mundo finito, la
nistas, pasando por el ataque a las nociones tradicionales de cohe- creación ex nihilo radicalmente eliminafodo realismo. No hay cosas, no hay sus-
tancias, tan sólo relaciones y generaciones variables en el tiempo» (J. Milbank,
Theology and Social Theory, Oxford I 990, 426).
14. Tomás de Aquino, Summa Theoktgiae l, 13,l l; cf. Tomás de Aquino, ,sa- 17. Por ejemplo, S. McFague (Modebs de Dios: Teología para una era eco-
ma teokigica I, Madrid 1954, 565. lógica y nuclear, Santander 1994) parece referirse a esta distinción.
Unidad, trinidad pluralidad El Señor que es el Espíritu 223
¡t
será ya evidente en este momento, la primera pregunta es si resul- discusión, hay un aspecto de la enseñanza de Aristóteles que nos
ta posible tener la una sin la otrar8. El propósito del resto del ca- anima a suponer que tenía en mente una noción de sustancia de
pítulo se centra en defender la doctrina de que las dos, ontología y acuerdo con la que se refería a las cosas que experimentamos y de
relación, están unidas en su suerte y no constituyen planteamien- las que hablamos: los particulares. «[Su] deuda con Platón se ma-
tos opuestos a la manera en que comprendemos la realidad. La se- nifiesta [...] en la medida en que oscila entre identificar la sustan-
gunda cuestión es similar: intenta saber si podemos prescindir de cia con la cosa natural individual en su concreción [...] y con la
la noción de sustancia, de manera que nuestro mundo no pierda la forma que la hace ser lo que es»re. Por consiguiente, lo que haga-
sustancialidad en la que se fundamenta el sentido de nuestra vida mos de ello dependerá de lo que supongamos que sor dichos par-
como seres humanos particulares. Todo, no obstante, depende de ticulares. Ya sea que los consideremos inmutables o mutables, en
la noción de sustancia que desarrollemos. redes de relaciones o no. existe a primera vista motivo para afir-
Permítanme hablar un instante de aquello a lo que no me refie- mar que están ahí, porque estamos en relación con ellos: porque co-
ro. La protesta moderna contra la idea de Dios es en parte una memos col, nos golpeamos con una mesa o escuchamos una melo-
protesta contra una noción de sustancia divina, y particularmente día. No hay necesidad alguna de tomar literalmente el «sub» de la
contra Dios como una voluntad o una autoridad concebida unita- palabra latina empleada. Podemos usar la palabra sustancia de las
riamente e inmutable. Se habla mucho del carácter no relacional cosas particulares de nuestra experiencia sin tener que imaginar
de ese Dios, con cierta razón, pero también con demasiada exage- ninguna de las esencias escondidas de la mitología, algo diferen-
ración y de forma excesivamente simplista. Incluso se puede ar- te por debajo de la superficie. Consideremos que se refiere sim-
güir que la modernidad, puesto que a resultas de la obra de Des- plemente a las entidades particulares - cosas, personas, criaturas-
cartes se transfirió al ser humano una noción de sustancia similar, de nuestra experiencia cotidiana. La cuestión es: ¿tenemos motivo
ha reaccionado no sólo contra Dios, sino también contra las pers- para creer que dichos supuestos objetos de experiencia son sus-
pectivas sustancialistas de la persona humana. Así, la reacción tanciales o debemos, con los tardomodernos, creer que al exami-
contra un Dios sustancial erróneamente concebido ha conducido narlos desaparecerán como el gato de Cheshire y se harán insus-
a un falso concepto de sustancialidad humana, y ello a su vez ha tanciales, una mera neblina de relacionalidad homogéneamente
llevado a un concepto de ser humano que es relacional, pero in- insustancial?
sustancial. No es, por tanto, el pensamiento sustancial el que está
equivocado (¿qué hay de erróneo cuando se dice que tú eres tú y
yo soy yo en nuestra propia peculiaridad, concreción y particula- 3. Sobre los particulares
ridad?), sino 1o que se ha hecho con é1.
En este campo, quizás más que en ningún otro, todo depende En el centro de esta cuestión se encuentra el concepto de per-
de lo que se entienda por el término. Donald MacKinnon ha se- sona, que posee gran importancia. La centralidad de lo personal
ñalado que, a pesar de las complejidades y las dificultades de su ha quedado explícita en 1o que se ha dicho respecto al hecho de
que las personas tienen espíritu, y así, su peculiar ser relacional
18. Por ello quiero distinguir entre dos sentidos de «relacional>>. E1 primer está hecho a imagen de Dios. De hecho, es la pérdida de la centra-
sentido, idealista, es aquel conforme al cual las cosas sólo pueden ser conocidas
en términos de su relación con nosotros, o más bien de cómo aparecen ante no-
sotros.El segundo sentido, realista, es aquel según el cual las cosas tienen su ser 19. Gran parte del segundo capítulo trató de mostrar que la que prevaleció
(objetivo) en la relación. Según este último, existe una ontología de la relaciona- fue la segunda de las dos perspectivas que MacKinnon contrasta. Cf. D. M. Mac-
lidad: las cosas están constituidas en virtud de su relación con otras cosas. En e1 Kimon, «Substance» in Christology - a cross-bench view, en S. W Sykes-J. P.
primer caso, la ontología es, al menos en apariencia, rechazada. Clayton (eds.), Christ, Faith and History, Cambridge 1972,281 .
Unidad, tríni dad .t, pluralidad El Señor que es el Espírifu 225
lidad de la personalidad particular lo que constitLlye el tema de rio, el planteamiento típicamente occidental de la particularidad de
muchas secciones de la primera parte de este libro. La afirmación Dios tiende a hablar de sustancia única, o más recientemente con
más importante que podemos hacer en este momento es que, si las Barth y otros autores, de persona única. Sin duda, no es algo casual
personas son, como las personas de la Trinidad y en virtud de su que también se haya empleado la palabra ((sustancia» para el ser de
creación a imagen del Dios trino, hipóstasis, concretas y particu- los particulares del mundo creado que son percibidos o en cuya
lares, su particularidad es crucial para su ser. No es un desafortu- existencia se cree2r. Como hemos visto, enlaraíz del divorcio en-
nado accidente, sino nuestra gloria el que sealnos otros: cada uno tre realidad concreta y particularidad material está [a búsqueda
único y diferente. Pueden destruirse las fuerzas que tienden a la parmenídea de una realidad subyacente intemporal e inmutable,
homogeneidad descubriendo la manera de que las personas sean no el uso del concepto de sustancia como tal. Los problemas más
seres particulares, particulares en relación ciertamente, pero crea- importantes han surgido al tomar literalmente el metafórico «sub»
dos únicos y libres en virtud de esa misma relacionalidad. y al olvidar el modo en que el uso capadocio de hipóstasis nos
Mientras seguimos enfatizando lo personal y apoyándonos en permite pasar de la apariencia a la realidadz2. Es la concreción lo
obras recientes sobre la persona que complementarán esa breve que se perdió en la mayor parte de las búsquedas de un concepto
afirmación2o, nos concentraremos en el marco -en este contexto de sustancia, que casi siempre ha sido por aquello que subyace: o
podríamos hablar de inscape- dentro del cual se configura la vida una sustancia intemporal o una pluralidad intemporal y normal-
humana. La pérdida de la particularidad personal y, por tanto, de mente homogénea de átomos subyacentes. En ese sentido, ocurre
la libertad humana está unida a la pérdida de una adecuada con- prácticamente lo mismo con las formas platónicas, las mónadas de
cepción de la concreción del mundo en que se desarrolla la vida Leibniz, la dualidad de tiempo absoluto y tiempo relativo de Newton
humana. Pensar nuevamente sobre el particular personal supone el mecanicismo newtoniano, la sustancia desconocida de Locke y la
también volver a reflexionar sobre el particular material, el estatu- categoría de sustancia de Kant23. Rara vez se ha prestado atención al
to de las coles, las montañas, las estatuas y las melodías que nos particular con el que se encuenffan los sentidos, y cuando se ha he-
rodean, pues es la pérdida de la concreción de estas últimas la que cho, la reflexión se ha centrado no tanto en la relacionalidad consti-
ha contribuido al trastorno de la realidad personal de lo primero. tutiva de otros particulares cuanto en generalidades subyacentes.
Retornaremos, pues, a la discusión sobre la persona después de
haber tratado la cosa. 21. Ciertamente no ha sido la única palabra. En la distinción entre pensa-
miento y cosa extensa, Descartes usó el término latino res -prácticamente el mis-
En la historia del pensamiento se han empleado distintos voca-
mo aunque no exactamente coincidente con el inglés thing lo el español cosa (de
blos para denotar y caracterizar los particulares de los que el mun- causa)]-para caracterizar los dos rasgos de la realidad. Una cuestión interesante
do presuntamente se constituye. Están relacionados de una forma es en qué medida esta palabra, en el uso cartesiano, se refiere a particulares: sin
duda, él se ve particularizado como una res pensante, pero podría igualmente ser
compleja con el modo en que se ha concebido y expresado la par-
considerado como una descripción del carácter esencialmente homogéneo del
ticularidad de Dios. Como hemos visto, en una interpretación de la mundo mecánico.
teología de los Capadocios, los particulares definitivos que cons- 22. La evolución conceptual fundamental, canonizada en la definición de
Calcedonia, lue la conversión en términos sirrónimos de ónóorotrrg y rgóot»nov.
tituyen el ser de Dios son las hipóstasis o personas; por el contra-
El primer vocablo perdió sus connotaciones de algo subyacente y el segundo las
de una mera realidad superficial. En la persona de Cristo, la apariencia era la rea-
20. Cf. A. l. McFadyen, The Call to Personhood, en C. Schwoebel-C. Cun- lidad como Ireneo nunca dejó de señalar contra los docetistas: era 1o que parecía
ton (eds.), Persons, Diuine ¿tnd Humun. King's College Es.stt|,.y ¡n Theological ser.
Anthropoktgy, Edinburgh I 992; British Council ol Churches, The Forgoften Tri- 23. Donald MacKinnon utiliza el concepto de sustancia frente a un absurdo
nitv l. The Report of the BCC Study Commission on Trinitariun Doctrine Tbtlay, similar, la idea de que las cosas con «construcciones lógicas a partir de aconteci-
London 1989. mientos». Cf. D. MacKinnon, «Substance» in Christologt',284-288.
226 Unidad, trinidud y pluralidad El Señor que es el Espíritu 227
Los primeros son demasiado cambiantes y poco fiables, demasia- El objetivo de la polémica de Berkeley contra el ateísmo y el
do limitados a un tiempo y un espacio particulares. escepticismo era, en parte, establecer la concreción de lo particu-
Dos aparentes y reveladoras excepciones a esa regla han sido lar. Las cosas son tal como son percibidas porque Dios procura que
Duns Escoto y George Berkeley. La filosofia de la particularidad de así sea. El hecho de que la teoría de los particulares de Berkeley
Escoto, llamando la atención sobre la haecceitas,la individualida{ fue considerada, por ejemplo por el necio Dr. Jonson, lo contrario
es justamente elogiada. Parece demosffar una verdadera preocupa-
de lo que pretendía ser se debe, en gran medida, a la inadecuada
ción por la realidad única de cada cosa: «la singularidad es propia terminología de idea que heredó de la tradición de Descartes y de
de una cosa de acuerdo con su verdadera existencia, y ello desde sí
Locke. Los particulares concretos parecen ser momentos de per-
misma y sin determinación cualitativa»2a. La relación de esta singu- cepción inestables y meramente ocasionales enyez de las entida-
laridad con los conceptos generalizadores de la filosofia bajomedie- des sustanciales que Berkeley pretendía2S. Además, existe un serio
problema teológico, que aparece en las frecuentes discusiones de
val es, no obstante, oscura: «Esta realidad no es ni la materia ni la
la relación en Berkeley entre arquetipo y particular. El Dios de Ber-
forma, ni la cosa compuesta, pues ninguna de aquéllas es una natu-
raleza; es la realidad última del ser que es materia, o forma, o cosa keley es esencialmente el Dios del tradicional teísmo unitario, de
modo que la indiferenciación de su relación con el mundo parece
compuesto>2s. Según Copleston: <<La haecceitas no confiere una ul-
terior determinación cualitativa, pero sella al ser como ese set La obligar a elegir entre la pérdida de la alteridad del mundo y la pér-
dida de su sustancialidad. No hay manera de establecer teológica-
opinión de Escoto no puede, desde luego, identificarse con la teoría
mente la continuidad del árbol en el patio [de acuerdo con el famo-
de que toda naturaleza es por sí misma individual»26. A pesar de la
so problema planteado por Berkeley] sin una petición especial. No
oscuridad de los detalles hay, no obstante, una clara evolución en la
existe la hipóstasis, sino sólo la idea. En suma, la debilidad de las
dirección que buscamos. Como D. Knowles afirma:
filosofias tanto de Escoto como de Berkeley es que ninguna cuen-
Esta forma o haecceitas es una noción novedosa: es el factor defi- ta con una doctrina de la creación adecuada en la que pueda fun-
nitivo de inteligibilidad por debajo de lo genérico y 1o específico, darse la unidad y la diversidad de las cosas2e.
la base de la individualidad que hace a un ser diferente de todo lo
demás [...] Para Duns Escoto, el primer logro de la comprensión 28. G. Berkeley, Tres diálogos entre Hilas y Filonús, Madrid 1990, 155:
es la esencia singulaq no la común2?. «¿No es una prueba suficiente de la existencia de este guante el hecho de que lo
veo, lo toco y Io llevo puesto?Y si esto no basta, ¿cómo puedo estar seguro de la
realidad de esto que veo realmente en este lugar, sólo por el hecho de suponer que
La debilidad de la exposición de Escoto sobre la particulari- una cosa desconocida, que nunca he visto ni puedo ver, existe de una forma des-
dad -al margen de su oscuridad- se muestra en el hecho de que conocida en un lugar desconocido, o en ningún [ugar']».
fue seguida no por un fortalecimiento de su postura, sino por el 29. Las clásicas discusiones racionalistas de la particularidad son incluso
más problemáticas que las de Escoto y Berkeley. La teoria atomista de la particu-
nominalismo no relacional de Occam. En otras palabras, el ins- laridad de Leibniz está sujeta a las mismas dificultades, aunque de signo contra-
cape metahsico no era lo suficientemente fuerte para soportarlo, rio. El problerna con sus mónadas. como Charles Hartshorne no deja de indicar,
y desapareció. Nada en él sugiere una relacionalidad que corres- es que éstas carecen de ventanas, es decir, que no consideran la relacionalidad
como algo integral a su ser. Son sustancias que se contienen en sí mismas, a ima-
ponda y apoye la teoría de la particularidad. gen de la deidad monádica tan característica de la tradición occidental, y cuya ar-
monía se mantiene gracias a dicha deidad. El intento de Hartshorne de propor-
24. Duns Escolo, Comentario de Orlbrd ll. tll, q. I . cionarle ventanas es, a mijuicio, importante, pero finalmente no logra dotarlo $e
2s. lbid.,ll, IIl, q. 6. sustancialidad, sobre todo en la doctrina de que la unidad de una serie de aconte-
26. F. Coplestot't, Historia de lafilosofia Il. De Agustín a Escoto, Barcelona cimientos en el tiempo es meramente abstracta. Hay otro problema con el plantea-
1978, 495. miento de Leibniz, que también es el de Hartshorne: suponer que la realidad pri-
27. D. Knowles , The Evolution of Medieval Thought, London 1962,306. maria no es el particular que experimentamos, sino las partes subyacentes que lo
228 Unidad, trinidad y pluralidad El Señor que es el Espíritu 229
Así pues, el problema moderno de la sustancialidad resulta ser errores en nuestra percepción y descripción de las cosas, o que
el problema de Dios traducido a la teoría de las realidades finitas. puedan de hecho ser analízadas en las partes que las constituyen, ni
Coincidiendo con la arraigada negativa occidental a quedarse con afirmar que la superficie es lo único que existe. Se trata más bien
las hipóstasis concretas en su relación y a buscar a cambio un de negar la conveniencia de erigir toda una teoría del ser a partir
principio subyacente parula deidad se encuentra la negativa filo- del descubrimiento de que el sol no gira alrededor de la tierra. Ex-
sófica a aceplar que una cosa es principalmente lo que concreta- presado de forma más positiva, se trata de erigir tal teoría sobre las
mente es en su relacionalidad y su limitación espacio-temporal. implicaciones de una teología de la creación3r. No es necesario ne-
Frente a esta tendencia, debe afirmarse que para ser real un ser no gar que las cosas, así como las personas (aunque de forma diferen-
necesita estar apoyado por mónadas intemporales o por un sustra- te), esconden de distintos modos su ser verdadero. No es una tesis
to subyacente. En esto Berkeley sabía perfectamente cuál era el sobre la transparencia de las cosas para con la mente humana fini-
obstáculo a eliminar. Mi sugerencia es que algo es real -lo que es ta, sino sobre la concreción de las cosas en sus particulares confi-
y no otra cosa- en virtud del modo en que es sostenido en el ser guraciones en el espacio y en el tiempo: en su h(lecceitas.
no sólo por Dios, sino también por otras cosas en las configura- Para expresarlo de otro modo, quiero sugerir que las realidades
ciones particulares en el espacio y en el tiempo en que su ser es cruciales y concretas de nuestro mundo son las cosas particulares
constituido; es decir, en su creatureidad. Por poner un sencillo -sustancias-, que son lo que son en virtud de su ser totalidades
ejemplo, podemos decir que una nota musical tiene su propio se¡ constituidas de partes, pero de tal modo que son más que la mera
que le es concedido para su breve existencia, por su relación con suma de sus partes. En el mundo natural la tesis puede ser ejem-
el instrumentista, con el instrumento, con el movimiento del aire plificada por la naturaleza de los cristales, de los que a veces se
y con las demás notas; tiene su propio ser sustancial en el espacio dice que se configuran espontáneamente en las notables distribu-
y en el tiempo30. Eso no supone negar que a menudo se producen ciones de materia que son. Sin embargo, la tesis tiene una impor-
tancia particular en relación con sustancias elaboradas por el
constituyen. Es posible defender que la tendencia a suponer que la realidad es hombre, como las obras de arte. El modernismo y el tardomoder-
esencialmente distinta a la apariencia está en la raiz de la pérdida mode¡na de la nismo tendían a compartir la creencia gnóstica de que, porque los
sustancialidad, en la que la incapacidad de encontrar las partes ha llevado a creer
particulares materiales parecen ser etéreos, carecen del tipo d9 rea-
que no hay totalidad. La concreción desaparece porque no se ha descubierto un
fundamento para ello. Como hemos visto, Berkeley se había dado cuenta de eso iidad sustancial que el arte normalmente les ha adscrito32. Ésa es
hace tiempo, y el aspecto realista de su filosofia se preocupa por afirmar la cues-
tión teológica de que los particulares concretos de nuestra experiencia son lo que largo de los siglos; mientras un castillo de arena es borrado por la ola que llega
son en virtud de su constitución por Dios. El análisis de la sustancia en Kant es y uno puede rápidamente mencionar entidades (por ejemplo, las ondas sonoras
igualmente indicativo de la preocupación de la tradición por un fundamento in- diseminadas cuando el órgano de la capilla del King's College toca el preludio y
mutable y subyacente de la particularidad; pues basa lo que es espacial y tempo- la fuga de Bach) que nunca llegan a coagularse para formar una cosa, aun pose-
ral en lo que está fuera del espacio y del tiempo. Descubriendo acertadamente que yendo una Gestaltqualittit en sus relaciones mutuas que permite identificarlas
mediante un análisis meramente empírico la sustancia desaparece, o pierde sus- por lo que son».
tancialidad, trató de establecerlo en té¡minos de categorías. El análisis de Kant 31. Hemos de comprender el capítulo primero del Génesis como interesado
manifiesta 1a misma incapacidad que el de Leibniz y Hartshorne para aceptar el en narrar la creación de particulares, no de formas intemporales. De hecho, des-
dato concreto como algo real debido a que carece de alguna cualidad presunta- de un punto de vista, dicho libro puede ser comprendido como un todo que ofre-
mente necesaria para ser aceptado, en este caso un sustrato permanente. Por ejem- ce una exégesis extendida de ese capítulo.
plo cf. I. Kanf, Crítica de la razón pura, Madrid 2003, 228-229. 32. El gran logro de Victor Zuckerkandl es haber mostrado que incluso las
30. Nuevamente Donald MacKinnon ha acertado al mostrar que el hecho de realidades aparentemente más etéreas, las notas musicales, tienen su propia for-
que existan grados de sustancialidad no niega el hecho de lo que llamo sustan- ma de existir concretamente. La música es un ser en relación. Cf V Zuckerkandl,
cialidad en general. Cf. D. MacKinnon, «Substance»in Christology,2S6: <<La Man and the Musician. Sound and Symbol lI, Princeton 1973,98.195: «Las notas
forma de la capilla del King's College permanece relativamente inalterada a lo musicales pueden ser interpretadas como acontecimientos en un campo dinámico
230 Unidad, trinidad y pluralidad
El Señor que es el EsPíritu 231
tido intrínseco al servicio de nuestra instrumentalización, tal co- La sustancialidad es el don del creadoq concedido en Cristo,
mo tiende a ocurrir en el modernismo y en el tardomodernismoa2. en quien todas las cosas se mantienen unidas. Sin embargo, a la
Todos los particulares están formados por su relación con Dios luz de la peculiar acción del Espíritu como causa perfectiva de la
creador y redentor y con los demás particulares. Su ser particular creación, esa sustancialidad no está totalmente dada desde el prin-
es un ser en relación, cada uno distinto y único, aunque insepara- cipio, sino que tiene que lograr su fin. Se trata de algo que, a tra-
blemente unido a otros y, en el fondo, a todos los particulares. Su vés de la acción divina y humana, ha de ser perfeccionado a través
realidad, por consiguiente, consiste -y ésta es la diferencia funda- del tiempo y en el espacio, y por tanto, es dado desde el futuro con-
mental con otras teorías de sustancia- no en los universales que creto que constituye la promesa de la perfección particulaf'. Ése
ejemplifica, sino en la forma de su relación con Dios y con otras es el modo en que la creación forma el marco, inscape, de la cien-
hipóstasis creadas. Su forma es secundaria a, en tanto en cuanto cia, el arte y la moralidad. La actividad humana en y para con el
derivada de, su relación con el Otro y los otros. Así, con la mirada mundo se convierte así en parte del proceso más amplio en que la
que nos otorga la doctrina del Espíritu, somos capaces de ver que vida humana en su conjunto puede ser ofrecida al Padre en Cristo
la sustancia es una especie de trascendental. Todo es lo que es y y a través del Espíritu, agentes todos de la creación, redención y
no otra cosa. Las «sustancias», los particulares materiales, son las perfección divinas. Si lo que hemos afirmado se acerca a la ver-
cosas más reales que existen, porqze las hipóstasis divinas juntas dad el mundo creado en su teleología forma, o más bien debería
constituyen el ser de Dios. Por consiguiente, al igual que en el ca- formar, el marco para el crecimiento hacia la perfección de sus
pítulo anterior éramos libres para reconocer los momentos de ver- habitantes humanos. En el último capítulo, por lo tanto, retornare-
dad en la tendencia aparentemente universal de la mente humana mos a temas perfilados en el primero, es decir, a considerar lo que
a discernir un Logos que mantiene unido el ser de las cosas, aho- significa ser un ser humano en sociedad con otros seres humanos.
ra podemos reconocer los elementos de verdad en la búsqueda de
una teoría de sustancia, y de los objetos de las referencias y predi-
cados que intentamos. La búsqueda de sustancialidad da testimo-
nio de la universal relación del hombre -independientemente de lo
suprimida y distorsionada que esté por el pecado- con el creador,
que nos da un mundo sustancial en el que vivir, amar, criar hijos,
aprender, cultivar plantas, construir casas y hacer obras de artea3.
1. Recapitulación
justificada en gran medida, aunque su desplazamiento de lo divi- causa de la finitud humana y del pecado es necesaria la revelación
no ha tenido resultados catastróficos. para conocer a Dios tal como es. También está en 1o correcto, a mi
En la segunda parte de este libro se está presentando una vi- juicio, cuando mantiene que tal conocimiento no puede ser un me-
sión alternativa, no sólo al ateísmo de la modernidad sino tam- ro logro humano, sino que más bien debe ser, como logro humano,
bién a la deficiente teología contra la que aquél justificadamente un don del Espíritu santo. No obstante, creo que podemos avanzar
protestaba. Alaluz de la afirmación de que los problemas en am- más y sostener que pueden y deben establecerse vínculos entre las
bos lados derivan de las deficiencias en la reflexión trinitaria, he implicaciones teológicas de la revelación y todas las demás in-
intentado elaborar algunas tesis a partir de la convicción de Cole- quietudes intelectuales, morales y estéticasr. La revelación habla a
ridge de que la Trinidad es la idea de ideas, en cierto modo la lla- la razón humana y la constituye, pero de tal modo que libera las
ve que da acceso al mismo tiempo a todo el pensamiento y a toda energías inscritas en la racionalidad creada. En respuesta a esa
la realidad. Ello ha tenido distintas ventajas. Ha posibilitado una convicción, el capítulo quinto estaba destinado atratar de la cues-
respuesta comedida, en yez de rechazar, a algunas de las catego- tión del sentido y de la verdad" tal como ésta se planteaba en el ca-
rías centrales del pensamiento moderno, aun sugiriendo que han pítulo cuarto.
sido comprendidas de forma equivocada. En particular, la noción Asimismo, el capítulo sexto retomó el tema del capítulo terce-
de idea nos ha ayudado a desarrollar aspectos del pensamiento ro, mostrando que la cristología, en el contexto de toda la Trinidad
platónico -sobre todo aquellos sugeridos por la adaptación de la tiene una aportación importante que hacer al desarrollo de una
tradición platónica llevada a cabo por Coleridge- sin los inconve- concepción peculiar de la unidad de las cosas: una unidad que no
nientes del aparente menosprecio de la vida en el tiempo y en el existe a expensas de la pluralidad. Una unidad periiorética es una
espacio que ha sido casi siempre un rasgo de la forma que ha unidad de tipo plural y no unitario. En el capítulo séptimo se ha
adoptado el teísmo de índole platónica. Espero que este plantea- mostrado cómo la aportación pneumatológica responde a esta
miento también haya abierto nuevos senderos para reflexionar cuestión en una celebración de una particularidad que se configu-
sobre el marco dentro del cual se desarrolla la vida y, por lo tan- ra en el espacio y a través del tiempo. El segundo trascendental
to, haya tendido a contrarrestar el divorcio de lo humano y del abierto es, así, la sustancia o sustancialidad y ofrece un nuevo
mundo, que es tal vez el resultado más desastroso del proyecto planteamiento de los problemas a los que me refería en el capítulo
moderno. segundo. La pluralidad es verdaderamente plural porque todo es
Finalmente, el camino de Coleridge ha contribuido a hacer un creado por Dios para ser y devenir 1o que es y no otra cosa. Mien-
planteamiento no autoritario de la teología trinitaria del ser, del tras la función específica del Hijo eterno o de la Palabra es mante-
sentido y de la verdad. De acuerdo con é1, no debería haber una ner unidas todas las cosas, la tarea característica del Espíritu es la
distinción absoluta entre revelación y razón, y aquí adoptamos acción escatológica de perfeccionar 1os particulares, poniéndolos
una postura similar: lo que podemos aprender de la revelación, en en relación con su fuente y destino2. También podemos decir que la
este caso los conceptos trinitarios generados por la economía de la Palabra es el centro de racionalidad, que nos permite concebir la
salvación y comprendidos apofáticamente del ser eterno de Dios, relación entre el hombre y la naturaleza; mientras tanto, dentro de
se corresponde con las estructuras de la racionalidad humana uni-
versal. Con ello me refiero a que, puesto que los conceptos trini- 1 . Así puede configurarse la afirmación de la verdad y peculiaridad del cris-
tarios reflejan el ser de Dios, deberíamos estar preparados para, de tianismo, que está también verdaderamente abierto al diálogo con otras culturas y
religiones.
algún modo, encontrar su eco en el pensamiento humano y en las 2. Como veremos, el Espíritu logra esto llevando las realidades creadas hacia
estructuras del mundo creado. Barth tiene razón al afirmar que a el Padre a través del Hijo.
)/) Unidad, trinidad y pluralidad
El Señor trino 243
sar en las tres es ser llevado ineludiblemente a un concepto de ser teriores son una generalización correcta de las pistas y los indicios
compartido y relacional. de la Escritura. Si la teología posterior también percibió el mismo
Cuando hablamos de socialidad humana, hablamos ufla yez patrón en el Antiguo Testamento ,ciertamente a veces de forma
más analógicamente. No somos lo que somos eternamente porque, ingenua-, se debe a que el ser y la acción de Dios son correcta-
como se ha señalado en los capítulos anteriores, estamos constitui- mente adjudicados a un Dios cuyo ser se define más plena y per-
dos en una red de relaciones que se configura dentro de nuestros lí- sonalmente alaluz de la encarnación y del envío del Espíritu.
mites espacio-temporales. Y sin embargo, también somos particu- Con el segundo aspecto de la analogia, comenzamos con el
lares en relación, en 1o referente tanto a la constitución primaria de Antiguo Testamento, y especialmente con los capítulos iniciales
nuestro ser por pafte de Dios como a la constitución secundaria, en de Génesis, de los cuales este libro en su conjunto puede ser com-
patrones de socialidad creada, por parte de la sociedad humana. En prendido como una articulación. A1lí queda claro que la creación
primer lugar, consideremos los dos polos de la analogia tal como es de seres en relación, y en tres sentidos distintos, aunque rela-
ésta se configura en la economia de la acción divina en el tiempo, cionados. En primer lugar, el mundo es lo que es en virtud de su
sobre todo en su actuación en la comunidad humana. Ello nos 11e- creatureidad, que significa una llamada a la alteridad y alarela-
vará a lo que en términos generales podria llamarse eclesiología, ción con su creador. La negación de esto es la razón que subyace
como disciplina que trata del ser humano unido bajo Dios. al hecho de que los malentendidos del ser humano y mundano
El concepto bíblico crucial es el de koinonía o comunión. Refi- que perfilamos en los cuatro primeros capítulos adopten la refe-
riéndose a la acción de Dios, el Nuevo Testamento, bajo el impac- rida forma. Al intentar contemplar la creación al margen del crea-
to de la acción y la pasión de Jesús, habló de formas específicas de dor, son incapaces de contemplarla. En segundo lugar, la crea-
relación, ser y acción divinos que, no obstante, no implicaban una ción humana es lo que es como un ser en relación. El hecho de
pérdida de la unidad divina. Ciertamente, en algunos escritos no que tenemos nuestro ser verdadero en la comunión, y especial_
hay siempre una demarcación estricta entre las acciones de lo que mente en la comunión en alteridad que son el hombre y la mujer,
posteriormente terminó por llamarse las tres personas de la Trini- es en 1o que consiste el mensaje de Génesis tanto en sus aspectos
dad, especialmente entre las de Cristo y las del Espíritu. Sin em- positivos como negativos. Positivamente, la humanidad tiene ca-
bargo, lo fundamental sigue siendo válido, y el evangelio de Juan rácter social. Adán no puede encontrar un compañero entre los
es considerado acertadamente como la finalización de un proce- animales, ninguno que le permita verdaderamente ser él mismo.
so en el que se pone claramente de relieve una concepción del ser- Sólo cuando puede gozarse en la compañía de quien es un verda-
en-relación divino. El Padre entrega al Hijo, cuyo ser y voluntad dero otro-en-relación es capaz de trascender el estado meramen-
son inseparables de los suyos. Él y el Padre son uno, mientras que te individual que es una negación de la plenitud humana. Nega-
é1 es enviado a cumplir la voluntad del Padre en la tierra. Tras su tivamente, la caida conduce a rupturas de la comun ión cada vez
glorificación, el Hijo pedirá al Padre que envíe al Espíritu, quien mayores, que culminan en el asesinato, el más grave pecado con-
desempeñará una función semejante, aunque específica, en favor tra la imagen de Dios. La centralidad de las dos dimensiones de
de la Iglesia y el mundo, sin una indicación de que algo es una ac- la comunión está simbolizada especialmente en la historia de Ba-
cíón individual. Dios parece ser concebido no tanto como colec- bel, según la cual la ruptura de la comunión con Dios conduce a
tividad o individuo, sino como comunión, una unidad de personas la devaluación del instrumento más fundamental de comunión y
en relación. Si ello supone caructeñzar de forma anacrónica el comunicación, el lenguaje. Con la caida, el lenguaje, en vez de
lenguaje del Nuevo Testamento con términos que se desarrolla- relaciona¡ divide, y no es casual que en los Hechos de los após-
rían posteriormente, lo hago porque creo que estos términos pos- toles una de las primeras acciones del Espíritu santo, el dador de
246 Unidad, trinidad y pluralidad El Señor trino
mente en lo que es llamado darwinismo socials y en Nietzschee. tigación. El conocimiento es meramente una relación entre el in-
Según dicha exposición, una sociedad es una forma de contrato so-
dividuo autónomo y el mundo de la natural eza, y la moralidad es
una relación entre la ley universal y la individual, un producto de
cial que se hace por conveniencia o seguridad. La existencia social
la pura razón práciica» II
. Frente a esto, Hegel tiene una teoría de la
no es esencial a nuestro ser como seres humanos, sino una necesi-
dad más o menos desafortunada. Una noción semejante del con-
socialidad del ser humano como ser social. La debilidad de la con-
trato social, aunque más optimista, se halla en Locke, quien es, sin cepción hegeliana del ser social, no obstante, es que fácilmente se
convierte, como en el marxismo, en una forma de sociedad que su-
embargo, fuertemente individualista. Sir Ernest Barker afirmó
prime el particular.
que «la figura del individuo -sentado sobre su columna aislada-
Por lo tanto, sería mejor buscar el fundamento de una teología
es, en resumen, el símbolo que nos queda, tanto en el Ensayo como
de la socialidad en la reflexión de Coleridge. Al comienzo de su
en los Dos tratados»ro. Tanto Hobbes como Locke hallaron sus
carrera, Coleridge había intentado realízar una crítica de la visión
conceptos de contrato social en una socialidad deficiente, en la in-
hobbesiana de orden social. La teoría de Hobbes fracasa porque
capacidad de considerarlanaturaleza esencialmente social del ser
«un millón de individuos aislados es únicamente una abstracción
humano. Partiendo de esa idea es fácil llegar a la noción misma de
mental»r2. Respondiendo a ello, Coleridge desarrolló la noción de
contrato social. No solamente no hay una base histórica para esa
que la idea de un contrato social representa en cierto modo una
idea, sino que tampoco hay una base segura en la naturalezahu-
posibilidad fundamental para el pensamiento social humano. No
mana. Por consiguiente, no es ni siquiera una metáfora apropiada
es que el contrato social sea una realidad histórica, sino que refle-
mediante la que plantearse la naturaleza del orden social humano,
xionar sobre el ser humano alaluz de dicho contrato es una posi-
porque es una imposición sobre o una distorsión de la individuali-
bilidad permanente, una manera continua de concebir el ser hu-
dad esencial.
mano en relación.
Un agente importante en la crítica de dicha idea en los tiempos
modernos es G. W F. Hegel. Hegel ya ha aparecido en diversos Ahora bien, si esto se considera una afirmación de un hecho his-
capítulos como un catalizador esencial en la historia del pensa- tórico o la aplicación de una concepción [. . . ] de algo que ha ocu-
miento. Está claro que, como Robert Solomon ha señalado, Hegel rrido en los primeros momentos del mundo [...] no correré peli-
representa un claro avance sobre el individualismo de Kant. «Ca- gro [...] al afirmar que ese supuesto hecho es una mera ficción,
y la concepción de tal hecho una fantasía ociosa [...] pues, ¿qué
be destacar que no hay ningún elemento social en la imagen [de
pasaría si realmente se hubiese firmado un contrato original y se
Kantl, no hay comunidad de científicos, opinión pública o presio-
hubiese documentado formalmente? No soy capaz de percibir qué
nes de colegas, patronales o agencias que den becas para la inves-
mayor fuerza moral ganaría de ese modo. El mismo sentido de
obligación moral que nos hace guardarlo debe haber preexistido
8. Es cada vez más claro que lo que hoy en día se llama darwinismo social era
una de las fuerzas impulsoras del pensamiento del mismo Darwin, tal como ponen
con igual fuerza y en relación con las mismas obligaciones, em-
de relieve sus recientes biógrafos. Cf. A. Desmond-J. Moore, Dar-win, London 1991. pujando a nuestros ancestros a establecerlo [...]
9. La antropología de Reinhold Niebuhr presenta algunos rasgos de esta tra- Sin embargo, si en vez de la concepción o teoría de un contrato so-
dición y muestra las raíces teológicas de dicha teoría. En su forma más extrema cial originario, hablas dela idea de un contrato social siempre ori-
es una ontología de la caída o del pecado, en la que la alienación se convierte en
una característica esencial y definitoria del ser humano. En ese sentido, es una
I l. R. Solomon,Continental Philosophy since 1750. The Rise anct Fatt of the
versión social del gnosticismo, el cual es un rasgo tan marcado de parte del arte
Self, Oxford 1988,40.
modernista. Cf. supra, el epígrafe 5 del capítulo tercero, p. 1 13ss.
10. Citado por E. Barker de un artículo escrito por él mismo en 1932: Intro-
12. S. T. Coleridge, The Friend: A Series ofEssays to aid in the Formation of
Fixed Principles in Politics, Morals, and Religion. llith Literary Amusements ln-
,!:::,:tr,en Social Contract. Essays by Locke, Hume and Rousseau,London 1947,
terpersed, London I 844, 224.
252 Unidad, trinidad y pluralidud El Señor trino 25J
ginal, es algo tan cierto e indispensable que constituye el pleno de todo ser humano creado. Mantiene que la socialidad es un tras-
fundamento de la diferencia entre sujeto y siervo, entre una comu- cendental, y por consiguiente no sólo pertenece al ser redimido
nidad y una plantación de esclavos. Y esto, de nuevo, evolucionó
-ser en la Iglesia-, sino al ser creado en su conjunto. Aun aceptan-
de la aún mayor idea de persona, que se contrapone a cosar3. do el peligro de una ideología, en la que «la solidaridad humana
universal demasiado frecuentemente se basa en la noción de asi-
Si hemos de desarrollar estos pensamientos, hemos de tener en milación a un grupo social particular», afirma la necesidad del
cuenta el carácter metafórico y personal de la idea de contrato. No trascendental social. «El objetivo es establecer un elemento que
estamos más ligados por é1 a una visión meramente jurídica de las justifique una sociedad verdadera y así informe la praxis de la so-
relaciones humanas de 1o que lo estamos por la doctrina de que ciedad humana»rs. É1 también busca 1o que he llamado trascen-
Cristo murió bajo la ley. El lenguaje del contrato es una forma me- dentales abiertos, posibilidades para el pensamiento que sean uni-
tafórica de hablar de lo social. versales en su concepción, pero abiertas en su aplicación'6. Hardy
La idea de contrato social se convierte en el cimiento para de- sostiene que la «eclesiología», como socialidad explicitada, es la
fender que la eclesiología, en el sentido general de la palabra, es el verdadera forma del ser humano. Ser un ser humano es ser crea-
fundamento del ser humano. Ello no conlleva una idea autoritaria, do en y parala relación con Dios y con otros seres humanos. El
algunas veces contemplada en la historia del cristianismo, de que carácter particular de ese ser está definido y realizado cristológi-
todos han de ser «obligados a entrar» en la institución eclesiástica ca y pneumatológicamente, por Cristo creador y por el Espíritu
-y ha de notarse que no es parte de la visión de Coleridge-, sino santo, aquél mediante el cual se ha prometido y se realiza de vez
que el ser social, del tipo encarnado en una verdadera ecclesia, es en cuando la perfección de la creación. Una teología de la socia-
la expresión más profunda del ser humano. Es significativo que en lidad enseña que aquellos cuyo ser está constituido por la relación
este caso la Biblia nos haya dado un término para las relaciones so- con el Dios trino no deberían sucumbir ni a la ideología de la uni-
ciales que no permite ni una interpretación meramente individual dad ni a la de la pluralidad. La comunión es ser en relación, en la
ni meramente legal. Es el de alianza. Alíanzaexpresa sobre todo la que se reconoce debidamente la particularidad y la relacionalidad.
llamada de la raza humana a una relación libre y gozosa con Dios No obstante, ello no convierte a la socialidad en un trascendental,
y, así, con los demásra. y aquí me separo de la terminología de Hardy. Se trata de una doc-
En un destacado artículo, Daniel Hardy ha afirmado que, en trina de lo personal y deja sin respuesta la cuestión de la relación
ese sentido, la eclesiología puede ser considerada como la forma de la sociedad humana con el contexto material dentro del cual se
configura. Es, por consiguiente, un ideal más que un trascenden-
13. S. T. Coleridge, On the Constitution rf the Church and State, en J. Col- tal. Para descubrir algo de aquello requerido para una verdadera
mer (ed.), The Collected Works of Samuel Taylor Coleridge X, London 1976, 14-
trascendentalidad que incluya también al mundo no social, nos
15. Paul Johnson crta de Letters ll, 1197, un dicho que muestra la conciencia de
Coleridge del carácter relacional de aquellos creados a imagen de Dios: «Un tigre
macho y un tigre hembra no son más ni menos aunque uno los suponga viviendo 15. D. W. Hardy, Created and Redeemed Sociality, en C. E. Gunton-D. W
solos en su medio salvaje, o aunque uno suponga un millar de parejas. Pero el Hardy (eds.), On Being the Church. Essays on the Christian Community, Edinburgh
hombre se ve realmente modificado por la coexistencia con otros hombres, no 1989,34.
puede desarrollar sus facultades en soledad»; cf. P. Johnson, El nacimiento del I 6. Hardy ejemplifica la teoría trascendental con un paralelo de la filoso'l'ía
mundo moderno, Barcelona 2000, 7 66. de la ciencia: «El trascendental social es como lo que en ciencia se denomina una
14. Al respecto, estoy en deuda con Christoph Schwoebel. En la alianza con 'teoría genérica semiinterpretada', como la clásica teoría general de los campos
Abrahán se promete que en él serán benditas todas las naciones de Ia tierra; en la [...] Como esa teoría, está compuesta de nociones a las que no se asigna una in-
alianza establecida por la muerte y resurrección de Cristo, todos estamos llama- terpretación factual [...]; y sólo se puede probar conceptualmente [si] se da una
dos a la comunidad de reconciliación que su sacrificio ha hecho posible. mayor especificación»; cf. D. W Hardy, Created and Redeemed Socíality, 29.
254 Unidad, trinidad y plurutlidad
El Señor trino 255
ocupamos de otra famosa concepción del contrato social, una que, Una imagen del mundo moral espectacularmente egocéntrica [...]
de hecho, gira en torno a la noción de una dualidad del orden y la El «yo interior» de Rousseau se convierte en el «yo nouménico»
naturaleza sociales. de Kant, y la diferencia está más en el método que en la sustancia.
La pretensión trascendental comienza con esta extraordinaria con-
fianza en sí mismo de que se está en contacto con el principio ab-
4. Socialidad contextual soluto de la divinidad [...] En vez de moralidad tenemos una auto-
justificación cósmica la pretensión trascendental-r8.
Como hemos visto en la cita de Coleridge, la noción de contra-
to social, en algunas de sus formas, nos permite concebir en cier- El cambio en la fuente de trascendentalidad" de Dios a la vo-
ta medida que la socialidad posee un estatuto de ideal. Se trata de luntad humana, podría glosar, eslaraíz de las formas de aliena-
una de esas nociones sin las que no podemos comprender quién y ción típicamente modernas. En este caso, sirve de base a la pro-
qué somos. No obstante, aún no nos hemos ocupado de la segun- funda dificultad que encuentra el hombre moderno para vivir en
da cuestión planteada al final del resumen del trasfondo bíblico el mundo, donde oscilamos entre una ética kantiana de la domina-
del tema, la relación del ser social con el ambiente material. El ción y un culto de la naturaleza al estilo de Rousseau. ¿Cómo es
problema típicamente moderno aparece en el pensamiento de Rous- posible escapar de ello y lograr una forma de vida más plena en el
seau, uno de los defensores de la misma teoría del contrato social, mundo? Unavez más, la clave se halla en una doctrina trinitaria
el cual hemos visto que Coleridge usaba tan fecundamente. Así de la creación y en una teoría de la trascendentalidad.
como para Hobbes la condición humana es la de una lucha intes- Anteriormente vimos, en relación con la teología del evangelio
tina, para Rousseau es la de una lucha con la naturaleza, que es el de Juan, que Dios parece ser concebido no como colectividad ni co-
fruto de un orden social esencialmente antinatural. Tal como So- mo individuo, sino como comunión, como unidad de personas en
lomon lo expresa, «el infame contraste de la obra de Rousseau, relación. La teología de laTrinidad como un orden personal dinámi-
entre los felices individuos en el estado natural y las criaturas mi- co de donación y recepción es, en la idea de socialidad que sugie-
serables de la sociedad moderna, no está nunca muy lejos de su re, la clave de la cuestión de la trascendentalidad que buscamosre.
consideración». Cita los pasajes cruciales:
18. Ibid.,40-41.
El hombre salvaje, cuando ha satisfecho sus necesidades, está en 19. Se trata de uno de esos lugares donde la teología de la creación está in-
armonia con la natural eza y en paz con los demás [. . ] Ocurre al- separablemente ligada a la economía de la salvación, la cual proporciona su base
.
noética. El lenguaje bíblico trinitario de la acción salvífica de Dios se apoya fir-
go muy distinto en el caso del hombre que vive en sociedad [...]
memente en Ia terminología del sacrificio, y ella es la que constituye la puerta ha-
Lanaturaleza ha hecho al hombre feliz y bondadoso, y la sociedad cia la teología de laTrinidad aquí perfilada. Dios Padre «entrega» a su Hijo, per-
le ha privado de ello, convirtiéndole en un infelizrT. mite que sea entregado en manos de hombres pecadores. Jesús entrega su vida y,
sobre todo pero no únicamente en la teologia de la Carta a los hebreos, ofrece su
humanidad, perfeccionada por el sufrimiento, al Padre. Lo mismo ocurre con el
Es en el dualismo entre hombre y naturaleza donde Solomon Espiritu. Como don del Padre, es el aparchai, las primicias, de la acción perfec-
halla la base de lo que él denomina la pretensión trascendental, tiva de Dios en Cristo. Aunque bajo las condiciones de [a caída el sacrificio de Je-
aquello que yo he afirmado, desde un punto de vista teológico, sús ha de tomar la forma de derramamiento de sangre, ese aspecto no pertenece a
la esencia del sacrificio, que se encuentra más bien en la noción de don. Lo que
que deriva del desplazamiento de Dios. Kant, profundamente in- está en el centro es la donación del Hijo por parte del Padre, la autodonación del
fluido por Rousseau, compartía 1o mismo: Hijo al Padre y la capacitación que lleva a cabo el Espíritu para que la creación se
dé en respuesta. Así, pasamos de la economía al núcleo del ser de Dios. Es como
dinamismo de donación y recepción, asimétrico más que recíproco, como ha de
I 7. Citado por R. Solomon , Continental Philosophy since 1750,20-21 .
entenderse la comunión en que consiste la vida trinitaria.
25ó Unidad, trinidad y pluralidad El Señor trino 257
Dado que existe una diversidad de relaciones, la donación y re- la realidad no a nuestra creatureidad fundamental. La recapitula-
cepción trinitaria es asimétrica más que meramente recíproca, y es ción sacrificial de la vida humana por parte de Jesús se logra pa-
la clave de la trascendentalidad que perseguimos. Como las otras ra completar la creación, para liberar el ser creatural con la fina-
«ideas» en el sentido de Coleridge, también ésta parece generar lidad de que viva. Esa vida, que es la ofrenda a Dios de la acción
analogías de aplicación universal y abrir las siguientes perspecti- humana redimida, supone sin duda llevar la cruz y experimentar
vas. Lo primero es que el núcleo del ser y de la acción humana es un trabajo pesado y a menudo nada gratificante -1o que llamamos
una relacionalidad cuyo dinamismo es el de la donación y la recep- fracaso-, pero el fin principal es donar en gratitud aquello que se
ción. Puesto que la relacionalidad humana es análoga a la revela- nos ha dado para usarlo en alabanza de Dios.
da en la autodonación de Cristo, la imaginería sacrificial aparece, También es cierto que una visión cristiana de la vida entrará
en el planteamiento paulino de una ética no recíproca del don y la aquí en un serio conflicto con la modernidad y con 1o que Lesslie
respuesta, al comienzo de la sección ética de la Carta a los roma- Newbigin ha llamado su «mito de la plenitud». La doctrina de que
nos: «Os pido, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que la persona está llamada a realizarse a sí misma es individualista,
os ofrezcáis como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Éste un fruto característico de la pretensión trascendental que hace que
ha de ser vuestro auténtico culto» (Rom 12, l). La realización de el mundo gire alrededor de ese sol que es el individuo. La falsa
tal ética es necesariamente, como muestra su desarrollo en la Car- trascendentalidad que es la base ideológica del modernismo, con-
ta a los romanos, comunitaria y social: \a alabanza y la acción justa funde el carácter de la relacionalidad humana. Puesto que en la
son formas del ser humano que principalmente acaecen en la Igle- modernidad.la autorrealización individual ha desplazado a Dios
sia, en la Palabra y en el sacramento. Cabe destacaq en este sen- del centro del mundo, se convierte en el centro de la realidad, y así
tido, las formas de relacionalidad humana implicadas. Tanto en usa tanto a la persona como al mundo como un instrumento para
los evangelios como en las cartas, el énfasis ético fundamental es- lograr sus fines. Aquí resulta apropiado volver a aludir a la obser-
tá en contradicción con la mera reciprocidad. La subordinación vación de que, mientras el modernismo excluye al otro, el post-
creativa a los otros en conformación con Cristo y la repetición de modernismo trata de hacerlo irrelevante2r. Lalógica de la sociali-
su forma de ser para con los otros es la forma de humanidad que dad como don y recepción, sin embargo, muestra que el otro es
expresa el dinamismo trascendental de la realidad20. central para nuestro ser. Lo que recibimos y damos a otros es al-
Resulta importante subrayar que en esto tenemos una ética de go constitutivo: no laaulorrealización, sino la relación con el otro
la transformación y no de la sumisión o una glorificación en el su- como otro es universalmente la clave del ser humano.
frimiento del tipo que Nietzsche creía que estaba en el corazón del Al igual que con la vida humana en su orientación específica
cristianismo. Como ya hemos visto, el uso de imágenes sacrificia- -y habrá de notarse que la categoría trascendental está abierta a
les en este contexto no implican en primer lugar sufrimiento. La numerosas formas distintas y particulares de encarnarse en dife-
referencia trascendental no es a ello, sino a la libre ofrenda a Dios, rentes vidas-, 1o mismo ocurre con las formas de respuesta huma-
perfecta, de aquello que ha sido creado: una donación en gratitud na a Dios y al mundo en el pensamiento, en la acción moral y en
de aquello que ha sido dado para usarse enalabanza de Dios. El la obra estética. Así, llegamos al segundo rasgo de la analogía:
hecho de que a menudo esto implique un sacrificio en el sentido sus implicaciones para nuestra relación con el mundo no perso-
popular de renuncia o de sufrimiento se debe al carácter caído de nal. A través de la lógica del don y la recepción pueden buscarse
los vínculos entre la búsqueda humana de la verdad, la bondad y
20. Así, en la Carta segunda a los corintios, Pablo hace uso del lenguaje eco-
nómico que hemos hallado en otros lugares. En la economía trinitaria no existe,
cn virtud de la primacía de la donación, cálculo alguno de cantidades y fines. 21. Cf. supra, en el capítulo segundo la pág. 85.
258 Unidad, trinidad y pluralidad
El Señor trino
labelleza (entre las diversas formas de acción humana en y para y en el otro a una pura ética de la acción, y a su consiguiente mcn-
con el mundo). Si el verdadero objeto de toda acción humana es talidad revolucionaria. Tales tendencias modernas negativas sólo
la alabanza del creador, responder adecuadamente a su bonda{ pueden evitarse desarrollando una teología y una ontología dif'e-
tenemos aquí una luz común que ilumina todas las dimensiones rentes de aquellas frente a las que reaccionó la modernidad.
de la cultura humana. Afirmar que toda acción debería tomar la Ello nos devuelve a otro de los temas del primer capítulo, don-
forma de un sacrificio de alabanza es decir que cualquier activi- de se prometía el desarrollo de una concepción no platónica de la
dadpara con el mundo es una acción destinada a que el mundo trascendencia de Dios. La trascendencia significa, entre otras co-
pueda ser verdaderamente él mismo ante Dios. Ello no prescribe sas, alteridad. Como hemos visto, la modernidad se rebeló contra
de antemano la forma que ha de tomar cualquier empresa cultural una alteridad alienante, pero de tal modo que a la veznegó la tras-
particular, sino que la ubica dentro del marco de una trascenden- cendencia divina y amenazó la verdadera alteridad del mundo,
talidad universal que, como mostraba la observación de Daniel siendo así peor el remedio que la enfermedad. La pérdida de la al-
Hardy citada anteriormente, no impone una forma empírica espe- teridad-en-relación, tanto personal como cósmica. es su castigo ca-
cífica. A efectos similares, Charles Taylor cita un dicho de Wi- racterístico. En respuesta a la crisis de la modernidad la lógica tri-
lliam Perkins, un teólogo del siglo XVII, según el cual «si compa- nitaria de don y recepción modifica la lógica de la mera voluntad
ramos trabajo con trabajo, hay una diferencia entre fregar platos y que en gran medida ha dominado la tradición, tanto antigua como
predicar la palabra de Dios, pero no hay ninguna por lo que res- moderna, porque enmarca aquello que impulsa al pensamiento y la
pecta a complacer a Dios»>22. La relación de todo con Dios, reali- praxis humanos dentro de una metafisica social del don y la recep-
zada en la ofrenda libre de las cosas a é1, constituye la base de una ción. En primer lugar, la teología de la Trinidad nos permite conce-
trascendentalidad universal y abierta. bir la total alteridad ontológica de Dios y el mundo. Una cosa es
Por tales motivos, la práctica del arte y el dominio adecuado ser Dios y otra ser la creación. Toda forma de continuidad ontoló-
del orden natural son imperativos trinitarios, pues ambos son mo- gica,ya exprese un vínculo seguro entre la acción divina y la de
dos de cumplir el mandamiento del creador para quienes creó co- una Iglesia, ya exprese la participación automática de Dios en los
mo hombre y mujer a su imagen. Aquí tanto Rousseau como Kant seres creados, ha de ser excluida, a limine, como Barth gustaba de
malinterpretaron la relación del hombre con el mundo natural. decir, como una expresión de la pretensión trascendental que rei-
Sus planteamientos son dos caras del mismo dualismo de espíritu vindica la divinidad para 1o meramente creado. Sin embargo, en
y nalraleza, mente y cosa, que aliena a la persona y al mundo. segundo lugar, puesto que genera una teología de relaciones libres
Según la lógica de la relacionalidad, no podemos, de acuerdo con y abiertas, tal lógica no es necesariamente alienante. La relación de
Rousseau y sus seguidores de la moderna new age, romanlizar la Dios con el mundo es libre y personal, y por ello también liberado-
naturaleza de tal modo que se convierta en el criterio principal pa- ra. La enseñanza de que la creación es lo que es en virtud de la re-
ra el pensamiento y la acción, ni podemos, de acuerdo con Kant y lación real de Dios con ella, tanto en su principio absoluto de la na-
los mecanicistas, imponer sobre la nafutaleza una ética de la do- da como en su sostenimiento continuo y su orientación hacia la
minación totalmente externa. Ambos, en la misma medida, niegan perfección, no es la ofensa que se creía. Dado que el mundo tiene
la relacionalidad, que es la ley de nuestro se¡ tendiendo en un ca- su inscape, proporcionado por el Hijo, aquel que llegó a ser parte
so a una pura receptividad, y a su consiguiente conservadurismo, del mundo por el bien de éste, y por el Espíritu, cuya acción típica
es capacitar al mundo para que llegue a ser él mismo, una teología
22. Ch.Taylor, Fuentes del yo. La construcción de la identidad moderna, trinitaria de la creación ofrece lo que ni la antigüedad (en su mayor
Barcelona 1996.240. parle) ni la modernidad consiguieron de forma adecuada.
260 Unidad, trinidad y pluralidad El Señor trino )6t
5. Conclu.sión tales son funciones de las relaciones finitamente libres de las pcr-
sonas y de las relaciones contingentes de las cosas.
¿,Cuál es, pues, la naturaleza de la trascendentalidad que busca- Ser creado es tener una orientación, un dinamismo, que deriva
mos? A la luz de la discusión precedente, deberíamos deducir que de la creatureidad de las cosas por el Dios trino. Ese dinamismo
la socialidad posee un estatuto de ideal, en el sentido de Coleridge. puede ser trastornado y revertido incluso de tal modo que lo que
Es un concepto esencial para comprender el carácter peculiar de está orientado a su propia perfección particular participa, por el
los seres personales, pero no se aplica a todo. Los seres personales contrario, de la disolución y la muerte. Tal desorientación, sin em-
son seres sociales, de modo que puede decirse que tanto Dios co- bargo, al menos desde el lado de la eternidad, no priva del ser,
mo el hombre tienen su ser en su relación personal: su libre rela- pues sólo el creador puede hacer tal cosa. Lo que puede producir-
ción-en-alteridad23. Esto no ocurre con el resto de la creación, que se no es la privación del ser, sino la participación en pautas re-
no posee los rasgos de amor y libertad típicos de lo personal. De- lacionales que le hacen perder su integridad óntica. Ontológica-
beríamos concluir que el universo en su conjunto está caracteriza- mente, la criatura está destinada a cumplir su fin particular en el
do por la relacionalidad más que por la socialidad. Todas las cosas espacio y en el tiempo; ónticamente, está atrapada en una historia
son lo que son por ser particulares constituidos por numerosas y y en un dinamismo que trastorna su orden. Así, la redención sig-
diversas formas de relación. Así, la relacionalidad es el trascenden- nifica la reorientación del particular hacia su propio fin, y no una
tal que nos permite saber algo de lo que supone decir que toda per- recreación. El rasgo peculiar de las personas creadas es su función
sona y cosa creada está caracterizada por proceder y regresar al mediadora para que el resto de la creación logre su perfección. Es-
Dios que es en sí mismo, en su ser esencial e íntimo, un ser en re- tán llamadas a actuar, en la ciencia, en la ética y en el arte (en una
lación. Y se trata de un trascendental que alavez nos permite in- palabra, en la cultura), de tal manera que permitan que tenga lugar
corporar las intuiciones obtenidas en el tratamiento de los otros el sacrificio de alabanza, la ofrenda libre de todas las cosas, per-
dos trascendentales, la perijóresis y la sustancialidad. fectas, a su creador. Expresado teológicamente, el mundo creado
Así, pues, debemos afirmar tanto de Dios como del mundo llega a ser verdaderamente él mismo (avanza hacia su plenitud)
que tienen su ser en la relación. En el caso de Dios, los trascen- cuando, a través de Cristo y del Espíritu, es presentado perfecto
dentales son funciones de las relaciones eternas y libres entre las ante el trono del Padre. El sacrificio de alabanza, que es la res-
personas, cada una de las cuales tiene, en relación inseparable con puesta humana debida tanto a la creación como a la redención, ad-
las otras, su manera particular de ser y actuar. Ello no significa quiere la forma de esa cultura que permite al mundo personal y al
que tengamos una visión privada del ser de Dios, sino que las ca- no personal realizar su verdadero ser.
racterísticas generales del ser eterno de Dios, como personas en
relación, como comunión, pueden ser conocidas a partir de lo que
ha hecho y hace en las acciones que denominamos economía de la
creación y de la salvación. A su vez, la doctrina de Dios derivada
de la economía nos permite descubrir que la creación porta de di-
versas maneras las marcas de su acción, de modo que los trascen-
dentales determinan también a las personas y a las cosas de una
manera apropiada a lo que ellas son. En resumen, los trascenden-
23. Por consiguiente, pese a todo lo que he aprendido del artículo de Daniel
I lardy, no puedo asumir su «trascendental social».