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Obligado:
El Estado tiene respecto de todas las personas bajo su jurisdicción, las
obligaciones generales de respetar y garantizar el pleno goce y ejercicio de sus
derechos, que se imponen no sólo en relación con el poder del Estado sino
también frente a actuaciones de terceros particulares en determinadas
circunstancias.
De estas obligaciones generales derivan deberes especiales, determinables en
función de las particulares necesidades de protección del sujeto de derecho, en
este caso por su condición personal, por tratarse de niños y adolescentes, es
decir sujetos en desarrollo.
EL deber de garantía, por su parte, adquiere especial intensidad en relación
con niñas, ya que las mismas son particularmente vulnerables a la violencia.
Articulo 3 CDN
La Corte Interamericana en el caso Caso González y otras (“Campo
Algodonero”) Vs. México, que refiere a hechos que sucedieron en ciudad
Juárez, lugar donde se desarrollan diversas formas de delincuencia
organizada. Asimismo, desde 1993 existe un aumento de homicidios de
mujeres influenciado por una cultura de discriminación contra la mujer.
https://www.corteidh.or.cr/cf/Jurisprudencia2/ficha_tecnica.cfm?nId_Ficha=347
En esta sentencia la Corte señala que “la prevalencia del interés superior del
niño debe ser entendida como la necesidad de satisfacción de todos los
derechos de la infancia y la adolescencia, que obliga al Estado e irradia
efectos en la interpretación de todos los demás derechos de la Convención
cuando el caso se refiera a menores de edad. Asimismo, el Estado debe
prestar especial atención a las necesidades y los derechos de las presuntas
víctimas en consideración a su condición de niñas, como mujeres que
pertenecen a un grupo en una situación vulnerable”
Articulo 12 CDN
En el caso de los niños y niñas, si bien son sujetos titulares de derechos
humanos, aquéllos ejercen sus derechos de manera progresiva a medida que
desarrollan un mayor nivel de autonomía persona
Caso Atala Riffo y Niñas Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 24 de febrero de 2012
https://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/resumen_239_esp.pdf
Los hechos del presente caso inician en el año 2002, cuando Karen Atala Riffo
decidió finalizar su matrimonio con Ricardo Jaime López Allendes, con quien
tenía tres hijas: M., V. y R. Como parte de la separación de hecho,
establecieron por mutuo acuerdo que Karen Atala Riffo mantendría la tuición y
cuidado de las tres niñas en la ciudad de Villarrica. En noviembre de 2002 la
señora Emma de Ramón, compañera sentimental de la señora Atala, comenzó
a convivir en la misma casa con ella y sus tres hijas. En enero de 2003, el
padre de las tres niñas interpuso una demanda de tuición o custodia ante el
Juzgado de Menores de Villarrica. En octubre de 2003, el Juzgado de Menores
de Villarrica rechazó la demanda de tuición. En marzo de 2004 la Corte de
Apelaciones de Temuco confirmó la Sentencia. En mayo de 2004 la Cuarta
Sala de la Corte Suprema de Justicia de Chile acogió el recurso de queja
presentado por Ricardo Jaime López y le concedió la tuición definitiva.
La Corte IDH, en este caso decidió escuchar a las niñas teniendo en cuenta
que tenían en este momento 12, 13 y 17 años de edad y, “por tanto, podrían
existir diferencias en sus opiniones y en el nivel de autonomía personal para el
ejercicio de los derechos de cada una”.
Por otra parte, “la Corte reitera que los niños y las niñas ejercen sus derechos
de manera progresiva a medida que desarrollan un mayor nivel de autonomía
personal […]. En consecuencia, el aplicador del derecho, sea en el ámbito
administrativo o en el judicial, deberá tomar en consideración las
condiciones específicas del menor de edad y su interés superior para
acordar la participación de éste, según corresponda, en la determinación
de sus derechos. En esta ponderación se procurará el mayor acceso del
menor de edad, en la medida de lo posible, al examen de su propio caso.
Asimismo, la Corte considera que las niñas y los niños deben ser informados
de su derecho a ser escuchados directamente o por medio de un
representante, si así lo desean. Al respecto, en casos en que se presenten
conflictos de intereses entre la madre y el padre, es necesario que el Estado
garantice, en lo posible, que los intereses del menor de edad sean
representados por alguien ajeno a dicho conflicto”