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El poder de seguir adelante

El último fin de semana vimos el tema “Sucede hasta en las mejores familias”,
en donde se desarrolló el incidente en donde Jesús, niño de 12 años, fue
dejado por sus padres solo en Jerusalén por 3 días.

Y este suceso, en vez de crear en Jesús resentimientos, amargura o rebeldía


hacia sus padres, sirvió para afianzar y fortalecer su carácter, preparándolo
para todo lo que tenía que enfrentar en los años siguientes en el cumplimiento
de su propósito.

Para superar exitosamente este evento, vimos que realizó 3 acciones claras:
Perdonó, superó y avanzó. No se quedó detenido ni paralizado en lo que pasó.
Pero ese no fue el único momento de su vida en el que tuvo que perdonar y
seguir adelante, sino que hubo otros que veremos a continuación:

Filipenses 2:6-8 NBV


6 aunque él era igual a Dios, no consideró esa igualdad como algo a qué

aferrarse. 7 Al contrario, por su propia voluntad se rebajó, tomó la naturaleza


de esclavo y de esa manera se hizo semejante a los seres humanos. 8 Al
hacerse hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y
muerte en la cruz!

1. Rechazado desde el vientre de su madre.

Todo comenzó desde que Jesús estaba en el vientre de su madre. Sintió el


temor que la virgen María tuvo al concebir una bebé de manera sobrenatural,
pues podía perder al hombre que amaba, y con el que se iba casar.

De acuerdo a la ley ella podía ser apedreada por ello. Al principio su novio José
no le creyó, y pensaba dejarla secretamente. Eso debió causarle dolor a María
y el bebé en el vientre todo lo siente.

Y además de esas preocupaciones, María viajó en burro estando embarazada y


no había lugar en el mesón, por lo que tuvo que dar a luz en el establo, con los
animales, y poner al bebé en un pesebre. Así que, el nacimiento de Jesús fue
algo accidentado.

Mateo 1:18-19 NTV 18 Este es el relato de cómo nació Jesús el Mesías. Su


madre, María, estaba comprometida para casarse con José, pero antes de que
la boda se realizara, mientras todavía era virgen, quedó embarazada mediante
el poder del Espíritu Santo. 19 José, su prometido, era un hombre justo y no
quiso avergonzarla en público; por lo tanto, decidió romper el compromiso en
privado.
2. Rechazado por sus propios hermanos.

Luego del nacimiento sobrenatural de Jesús, quien fue concebido por el


Espíritu Santo, José y María tuvieron otros hijos de manera natural. Ellos
conformaron la familia terrenal de nuestro Salvador.

Lo interesante acá es que, siendo las personas más cercanas a Jesús, quienes
podían tener un acceso incomparable a su persona, carácter y naturaleza,
como nadie más podía tenerlo, inicialmente no creían en Él y no siempre su
relación fue buena. Juan 7:5 NTV Pues ni siquiera sus hermanos creían en él.

Y tú dirás: ¡cómo es posible ese suceso! Si eran los más cercanos, podían ver
cosas que nadie más, si yo era su hermano lo habría apoyado, etc. Pero,
aunque no lo creas, muchas veces es nuestra familia directa, los más cercanos,
los que se oponen más a nuestro propósito y llamado, incluso no nos creen.
Pero tranquilo, el Señor ya lo pasó y eso no lo detuvo, sí se puede.

3. Rechazado por sus vecinos y conocidos.

En un pasaje a Jesús se le designa como el “hijo de María”. Eso no era común


en Israel. En una época en que no había apellidos se usaba decir el nombre y
añadirle de apellido el nombre del papá. El nombre de Jesús debió haber sido:
“Yahshúa o Yeshúa Ben Yosef”, “Jesús hijo de José”.

Llamarlo “Jesús hijo de María”, “Yahshúa Ben Miryam”, era como decir que era
hijo ilegítimo, y de pronto así se le conoció en Nazaret, que es el lugar donde
Jesús vivió y creció.

Marcos 6:3 NTV Y se burlaban: «Es un simple carpintero, hijo de María y


hermano de Santiago, José, Judas y Simón. Y sus hermanas viven aquí mismo
entre nosotros». Se sentían profundamente ofendidos y se negaron a creer en
él.

4. Traicionado y abandonado por sus discípulos.

Como sabemos, la Escritura nos narra cómo Jesús, no solo fue rechazado o
abandonado por la gente del pueblo, incluso gente que lo vio hacer milagros,
también lo experimentó de parte de las personas menos esperadas, sus
propios discípulos.

Recordemos que Jesús vivió, comió, caminó, ministró, sanó, liberó junto a esos
hombres, así que no es que ellos no sabían quién era. Algunos de ellos,
incluso, vieron cómo Moisés y Elías estuvieron a su lado en la transfiguración,
quienes representaban a la Ley y los Profetas reconociendo al Mesías.
Pero, así y todo, Judas lo traicionó, lo vendió por plata, Pedro lo negó 3 veces,
aun cuando él decía que era el único que nunca lo abandonaría, y los demás
huyeron cuando fue detenido.

Mateo 26:56 NTV Pero todo esto sucede para que se cumplan las palabras de
los profetas registradas en las Escrituras». En ese momento, todos los
discípulos lo abandonaron y huyeron.

Lo impresionante es, que ninguna de estas experiencias tristes y


decepcionantes, pudo desviar a Jesús de su camino y su propósito. Si en
alguno de esos sucesos, Jesús se hubiera resentido o llenado de amargura, eso
no le hubiera permitido ser el salvador del mundo.

Muy por el contrario, esas experiencias lo fueron preparando para los


momentos más difíciles, antes de ir a la cruz y mientras estaba crucificado.

Ahí fue calumniado, torturado, golpeado, humillado y burlado por todo el


mundo, mientras el peso del pecado de todo el mundo estaba sobre Él. Y el
Señor no dijo una sola palabra de queja o insulto a nadie, solo abrió la boca
para decir: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.

Ese es nuestro Señor, quien experimentó todo tipo de rechazos, injusticias y


ofensas, pero eso no lo detuvo nunca. Sigamos su ejemplo, y no dejemos que
nada ni nadie nos desvíe del propósito de Dios. Hay que seguir adelante.

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