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LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA – DOGMA MARIANO HORA SANTA

En los cielos y en la tierra sea para siempre adorado…


Todos: El corazón amoroso de Jesús Sacramentado.

Hasta ahora la Iglesia ha declarado cuatro verdades sobre María en forma


dogmática y son a saber:
1. María Madre de Dios
2. María Siempre Virgen
3. La Inmaculada Concepción de María
4. Y la Asunción de María

En 1950, el Papa Pío XII definió como Dogma de Fe La Asunción de María al


Cielo en Cuerpo y Alma. La fiesta de la Asunción de María es “La Fiesta de
María”, que festejamos hoy 15 de Agosto y es la más solemne de las fiestas que
la Iglesia celebra en su honor y conmemoramos todos los Misterios de su vida. El
Papa San Juan Pablo II definió que María realmente murió para seguir el camino
de Cristo y luego despertó, resucitó en cuerpo y alma y ascendió al Reino de
Dios.
Pautas para la reflexión:
¿Qué significa que María haya sido asunta, elevada a los cielos en cuerpo y
alma?

1. Una criatura, como nosotros, que dijo sí


Cuando contemplamos a Jesucristo como modelo del cristiano, nos asalta con
cierta facilidad una excusa: es que Jesucristo era Dios... Pero cuando
contemplamos a María no podemos excusarnos. María fue una creatura
totalmente humana, como nosotros, de carne y hueso. En ella contemplamos a
una creatura como nosotros, una "de los nuestros", que dijo sí a Dios. En el
pasaje de la Anunciación, san Lucas nos narra ese sí incondicional al ángel.
Simplemente se fio de Él, confió, y dijo: "Como tú dices, o mejor, como Dios dice,
que así se cumpla". En ese sí de María contemplamos a una creatura capaz de
ser plenamente generosa con Dios. Si ella ha sido capaz de decir sí, ¿por qué yo
no?
Un momento de silencio
Padre Nuestro, Ave María y Gloria al Padre

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CANTO EUCARISTICO
Adoremos y demos gracias en cada instante y momento…
Todos: Al Santísimo y Divino sacramento.

2. Una criatura, como nosotros, que mantuvo su sí


María no sólo dijo un sí; mantuvo ese sí. Fue un "sí sostenido". María respondió
afirmativamente al ángel, y a continuación, enterada de la gran necesidad que
tenía su prima Isabel, traduce ese sí en obras: toma las pocas cosas
imprescindibles que necesitaba, y se va a la montaña, a Ain Karym, a servir a
servir a su prima Isabel. Dice sí, y mantiene su sí. Ese "sí sostenido" sufrirá
tremendas pruebas: la prueba del tiempo: 30 años esperando la manifestación de
su hijo, y 30 años en los que Jesús parece un hombre más. La prueba de la
incomprensión: ver a su hijo despreciado por los jefes judíos, calumniado, vejado,
y brutalmente crucificado. La prueba de la soledad, ese primer Sábado Santo que
le debió parecer interminable, como a cualquier madre que pierde a su hijo. Y a
pesar de las pruebas tan duras, mantuvo su sí, fue fiel. Si ella ha sido capaz de
mantener su sí, ¿por qué yo no?
Un momento de silencio
Padre Nuestro, Ave María y Gloria al Padre

CANTO EUCARISTICO

Adoremos y demos gracias en cada instante y momento…


Todos: Al Santísimo y Divino sacramento.

3. Una criatura, como nosotros, que obtuvo el premio eterno


Después de pruebas tan duras, de esa afilada espada que fue penetrando su
tierno corazón, tal como le había profetizado Simeón, llegó el premio, la
recompensa. Primero, la alegría de la resurrección. Numerosos santos y padres
de la Iglesia coinciden en afirmar que la primera aparición de Cristo resucitado fue
a su Madre Santísima. ¡Qué alegría para la Virgen ver a su Hijo vivo y glorioso,
triunfante, como signo claro de su triunfo sobre el pecado! Jesús ha triunfado, y
su triunfo es el de todo hombre. Pero después de este premio, llegó la plena
recompensa por su fidelidad, la fiesta que celebraremos hoy: María es llevada en
cuerpo y alma al cielo. Es el premio a la fidelidad, a ese sí sostenido, y a la vez es
la garantía, el adelanto de la recompensa que Dios nos quiere ofrecer. Ella fue

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llevada al cielo como el fruto más excelente de la redención de su Hijo, pero esta
redención no es sólo para Ella, es para todo hombre.
Un momento de silencio
Padre Nuestro, Ave María y Gloria al Padre
Jesús Te glorifico porque magnificaste a Tú Madre María
Bello tipo o modelo de lo que nos sucederá a todos los que tenemos la dicha de
comulgar tantas veces. María fue asunta al Cielo, anticipadamente, por ser la
Madre de Jesús. Pero también, no lo dudemos, porque se hizo acreedora de esa
palabra de Jesús.
 Nosotros, los que nos alimentamos del Pan de Vida, no podemos conocer para
siempre la corrupción. “¿Cómo va a morir aquél cuyo alimento es la Vida?”,
pregunta desafiante San Ambrosio…
  
NOS PONEMOS DE PIE

CANTO EUCARISTICO

NOS PONEMOS DE RODILLAS


 ORACION
 Señor Jesucristo, Dios eterno y hermano nuestro, que tuviste en María una
Madre digna de ti, a quien glorificaste después de su muerte elevándola en
cuerpo y alma al cielo, y asociándola a tu reino celestial…….gracias por
encontrarnos dignos de ser miembros tuyos y templos del Espíritu Santo. Que el
estado en que recibamos la Sagrada Comunión, sea garantía de tu predilección.
Amén.
 
ACLAMACIONES
A cada aclamación contestaremos: Bendito seas, Señor.
 Jesús, que elegiste a María, para ser Madre tuya.
 Jesús, que preparaste a María haciéndola Inmaculada.
 Jesús, que llevaste con María, vida de familia en Nazaret.
 Jesús, que asociaste a María, a tu obra de la Salvación.
 Jesús, que constituiste a María, Madre de la Iglesia.
 Jesús, que hiciste a María, corazón de la Iglesia naciente.
 Jesús, que te dabas a María en la Fracción del Pan.
 Jesús, que hiciste a María partícipe de tu muerte.
 Jesús, que uniste a María, a tu resurrección gloriosa.
 Jesús, que unes a María, en tu Mediación de la gracia.

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 Jesús, que escuchas siempre, la oración de María.
 Jesús, que nos resucitarás, como resucitaste a María.

Decimos juntos:
Señor Jesús…. que en la Asunción de María nos das el modelo de nuestra
resurrección futura, prepáranos Tú mismo para nuestra muerte. Quítanos todo
miedo a ella y danos toda esperanza: Al comer tú Pan de Vida en la Eucaristía,
como lo hacía María en la Fracción del Pan, sabemos que tenemos la prenda de
la vida eterna.
Y a ti Madre María,….Tú esperabas la muerte como el momento dichoso de tu
encuentro definitivo y eterno con Jesús; para tener nosotros tu misma dicha,
mantennos en la doctrina y en la fe de la Iglesia: asiduos en la oración, en la
unión con los hermanos y en la recepción constante de la Comunión.
 
NOS PONEMOS SENTAR
COMPROMISO
Hermanos, María cumplió plenamente la misión para la que Dios la había elegido.
Es nuestro modelo perfecto. Preguntemos: ¿Soy como Ella? ¿Respondo a la
vocación específica que Dios me ha confiado por su Espíritu Santo en la
Iglesia y en el mundo?… Mi glorificación final está pendiente de mi fidelidad al
plan divino. ¿Cumplo con las exigencias de mi Bautismo?… ¿Me alimento
con el Cuerpo de Cristo, cuantas veces puedo, para asegurar mucho más
firmemente mi salvación…, para acrecentar la vida divina que Dios ha
depositado en mí ser?… Cuando me llegue el momento supremo, ¿me
encontrará el Señor con la lámpara prendida y a punto, igual que a María,
Madre y modelo de todos los hijos de la Iglesia?…
 
BREVE TIEMPO  PARA REFLEXIONAR    
                          
NOS PONEMOS DE PIE
CANTO EUCARISTICO

PRECES
Señor Jesucristo, que, en medio de las luchas de la vida, nos alientas a
perseverar para darnos un día el premio prometido, danos la sabiduría del
corazón para que tengamos la mirada fija en los bienes eternos que nadie nos
podrá arrebatar.

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Señor Jesucristo, atiende de modo especial a los pobres y a todos los hermanos
que sufren, que en medio de las luchas de la vida sientan la protección de la
Madre, que los ama y los espera junto a sí en la gloria.
Señor Jesucristo, te pedimos por los hermanos difuntos, haz que vean abiertas
las puertas de la patria bienaventurada.
 
PADRE NUESTRO
Cantado
Señor Sacramentado, Tú eres la prenda de nuestra resurrección futura y de la
vida eterna que nos has merecido. Lo que ya realizaste en tu Madre bendita lo
vas a hacer también un día con nosotros. Que la Comunión que asiduamente
recibimos sea nuestro viático seguro para la vida eterna. Así sea.
 
PODEMOS SENTARNOS

 LA GLORIA DE LA HUMILDAD Y LA VICTORIA FINAL


“Porque ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él,
tenga vida eterna y que yo lo resucite el último día” (Jn. 6, 40).
 María es elevada a lo más alto de la gloria porque aceptó que Dios la llevase a lo
más profundo de la humildad.
“Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille será ensalzado” (Mt.
23, 12).
 María reconoció que sin Dios ella no era nada, para que Dios fuese
absolutamente todo para ella. Junto con María adoramos humildemente a Jesús
en el Santísimo Sacramento reconociendo nuestra absoluta dependencia de Él.
Cada hora santa profundiza nuestra unión con Él, y nos hace capaces de dar
mucho fruto.
Tu hora santa de hoy significa aún más para Él, y será recordada en el cielo, para
gloria de Dios, a través de toda la eternidad.
"Maestro, ¡qué bueno que estemos aquí” (Lc. 9, 33).
Ser llamados a estar aquí hoy, acompañando a Jesús, es un privilegio tan grande
como el que tuvieron Pedro, Juan y Santiago cuando Jesús los llamó a estar con
Él en el monte Tabor. Ellos fueron testigos de la gloria de Su transfiguración;
nosotros somos testigos de Su divino amor y Su humildad, cuando nos llama a

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vivir en la gracia del momento presente. Nuestro Señor llama a toda Su Iglesia a
la oración y a la contemplación: “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por
muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido
la parte buena, que no le será quitada.” (Lc. 10, 41-42).
 LA SAGRADA EUCARISTÍA ES UN ANTICIPO DE SU REINO EN LA TIERRA.
“Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos” (Ap.
21,3).
“Si nos mantenemos firmes, también reinaremos con Él” (2 Tm. 2, 12).
Jesús en el Santísimo Sacramento es el Cordero Victorioso, el ‘Alfa y la Omega’,
el ‘Señor de señores’ y ‘Rey de reyes’.
“¿Quién no temerá, Señor, y no glorificará Tu nombre? Porque sólo Tú eres
Santo, y todas las naciones vendrán y se postrarán ante ti” (Ap. 15, 4).
 Cada vez que contemplamos a Jesús en el Santísimo Sacramento, Él nos eleva
a una mayor intimidad consigo mismo, abre las compuertas de Su amor
misericordioso para el mundo entero, y nos acerca más al día de Su victoria final,
en el que “Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en
los abismos y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria de
Dios Padre” (Flp. 2, 10-11).  “Pero el Reino de Dios ya está entre vosotros” (Lc.
17, 21b).
Al venir a nosotros en la Eucaristía, Jesús nos da la seguridad del cumplimiento
de Su promesa de la victoria final: “MIRA QUE HAGO UN MUNDO NUEVO” (Ap.
21,5).

CANTO EUCARSISTICO

ORACIÓN
Señor Jesús, por medio de María te entregamos con humildad nuestros
corazones para que nos ayudes a vivir todo el evangelio, en toda nuestra vida,
correspondiendo al don de la Eucaristía en la que nos das Tu Corazón.
Este sacramento contiene todo lo que eres y todo lo que tienes, “la entera riqueza
espiritual de la Iglesia” (Vaticano II), “una medida buena, apretada, remecida y
rebosante”. Te pedimos con confianza por EL TRIUNFO DEL INMACULADO
CORAZÓN DE MARÍA Y EL REINO DE TU SAGRADO CORAZÓN en cada
corazón humano para que “DIOS SEA TODO EN TODO” (1 Co. 15, 28).

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Señor Jesús, bendito seas por aquel momento en que María pasó de este mundo
al otro, cuando es asunta y elevada, cuando sobre ella se realizó lo que Juan
escribe en el Apocalipsis:
“Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo
sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está encinta, y grita
con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz.”(Apocalipsis 12,1-2)
Bendito sea aquel momento cuando en el cielo fue coronada como nuestra Reina
y fue Reina del cielo y de la tierra para siempre.

Jesús, haz que en ella mi corazón reconozca la fuerza del Espíritu Santo en mi
camino y mi meta de vida, haz que mi corazón te cante a Ti junto con ella y todos
los ángeles y santos. Haz que no deje de aclamarte porque Tú exaltas a los
humildes. Haz que mi alma sea adornada con todas aquellas virtudes que
adornaron su alma, para que alguna vez pueda unirme a la inmensa gloria del
cielo.
- Jesús, te alabo, porque Tú enalteces a los humildes y los premias con la gloria
del cielo.

BENDICION
Jesús, ahora te rogamos con María asunta y exaltada en el cielo, para que nos
bendigas con todas las bendiciones del cielo y de la tierra. Para que nos sanes en
el alma y en el cuerpo y así nos liberes de todo temor frente a la muerte.
Bendice a nuestra familia, comunidad y a todo el mundo. Por su intercesión,
líbranos a todos nosotros del maligno y de todas sus tentaciones. Calma nuestros
corazones con la fuerza del Espíritu, el que estuvo sobre Ti y en el cual Ella te
sirvió hasta el final. A Ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. AMEN.

Mientras esperamos la Bendición y durante ella, pongamos en manos


de JESUS EUCARISTÍA, nuestras intenciones particulares.

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