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Neoinstitucionalismo de elección racional frente a institucionalismo

sociológico:
¿Cuál es la mejor alternativa para el estudio de las realidades políticas?

Este trabajo analizará el alcance explicativo que tienen el neoinstitucionalismo de elección


racional y el institucionalismo sociológico. Mediante una revisión teórica y bibliográfica se
contrastará las fortalezas de cada enfoque para explicar las diferentes fases del ciclo de vida
de las instituciones, así como su capacidad de interpretar las interacciones entre instituciones
e individuos. Finalmente, se discutirá dos alternativas útiles para enfrentar las limitaciones de
cada enfoque y ampliar el rango explicativo de los mismos. Estas opciones son: la
complementación entre enfoques y el institucionalismo de racionalidad restringida.

PALABRAS CLAVE

Nuevos institucionalismos, institucionalismo de elección racional, institucionalismo


sociológico, racionalidad limitada, isomorfismo.

Introducción

Los nuevos institucionalismos nacen como una respuesta a la necesidad de la ciencia política
de construir teorías empíricas que puedan testear los fenómenos políticos de forma científica. En los
años ochenta, se da el auge de estas nuevas perspectivas teóricas que traen a la discusión la
importancia de los seres humanos y su interacción con las estructuras para la creación, estabilidad, y
cambio de las instituciones (Peters, 2003, p. 13). Desde la economía, se adaptan los supuestos de la
elección racional al institucionalismo para crear una perspectiva explicativa que tome en cuenta la
disposición humana a actuar en virtud de un cálculo de beneficios individuales, pero bajo las
restricciones impuestas por las instituciones (Peters, 2003, pp. 71-97). Mientras que, desde la
sociología, se reconecta con los postulados clásicos de Durkheim, Weber y Parsons, para explicar las
instituciones y su funcionamiento a partir del efecto de los símbolos, la cultura, los fenómenos
sociales en las actuaciones de los seres humanos (Peters, 2003, pp. 149-150; Jenson & Mérand, 2010,
p.75). A continuación, se procederá a comparar las fortalezas explicativas de cada una de estas
corrientes institucionales, asimismo, se concluirá con una discusión de como integrarlas para poder
tener un rango explicativo mucho más amplio de las situaciones políticas.

Factores incidentes para el alcance explicativo

Como factor contextual, hay que resaltar que la corriente de la elección racional proviene de
la escuela estadounidense de economía política. Los primeros intentos por introducir el enfoque de la
elección racional en el análisis político fueron realizados por Elinor Ostrom (1982; 1990), quien
dedicó su carrera al entendimiento de como las instituciones pueden ayudar los problemas de
cooperación sociales, que ella denominó “tragedia de los comunes”. A ella le siguieron otros
prominentes investigadores estadounidenses, entre los más destacados, Kenneth Shepsle (1986) y
Douglas North1 (1990) quienes continuaron en este rumbo introduciendo los supuestos de la elección
racional al estudio de las instituciones (Caballero Míguez, 2007, pp. 14-15). Por lo que, cabe
mencionar que, cuando se incorporó al enfoque racional el factor instituciones, se tenía presente, de
manera especial, las lógicas interactivas de Occidente desarrollado.

Adicionalmente, se tiene que entender que el nuevo institucionalismo de la elección racional


busca ser un referente empírico generalizable en el común de los análisis políticos, con postulados
simples, prácticos y parsimoniosos (Weyland, 2002, p. 61). De hecho, los análisis basados en este
institucionalismo parten de los mismos tres fundamentos comunes. El primero es que los seres
humanos como individuos son el eje de estudio de la política; estos actúan racionalmente para
maximizar sus intereses dentro de los límites impuestos por las instituciones. El siguiente supuesto es
que las instituciones están diseñadas de tal manera que aseguran el cumplimiento de lo estipulado sin
tener que imponerlas por coerción, excepto en situaciones excepcionales. Finalmente, para esta
perspectiva, el origen de las instituciones es motivado por los beneficios que traen los individuos, en
especial, son creadas para sortear problemas de coordinación social. La historia y la cultura vienen a
ser incentivos de segundo orden con escasa o nula interferencia en el origen de las instituciones
(Peters, 2003, pp. 75-76). Es así como, tanto la génesis histórica como las bases teóricas del
neoinstitucionalismo de elección racional son determinantes para precisar que fenómenos políticos
pueden ser explicados por esta perspectiva.

Por su lado, el institucionalismo sociológico nace de la vertiente organizacional de la


sociología. En los años setenta, algunos investigadores empiezan a refutar la idea de que los estudios
organizacionales deben tomarse como una línea separada de los culturales (Hall & Taylor, 1996, p.
946). Desde Weber, los estudios centrados en las burocracias fueron vistos desde la lógica del
desarrollo social moderno hacia la eficiencia (Hall & Taylor, 1996, p. 946). Sin embargo, los
sociólogos de la época se empiezan a dar cuenta que las muchas prácticas culturales permean las
instituciones y permiten la transmisión de símbolos y valores (Hall & Taylor, 1996, p. 946). Por lo
tanto, desde esta línea teórica, el análisis de la incrustación de la cultura en las instituciones es
fundamental para entender la realidad social.

A diferencia del institucionalismo de la elección racional, el sociológico no tiene tan


demarcado supuestos teóricos que sean muy precisos y compulsorios, pero si se puede encontrar
algunos puntos clave que tener en cuenta antes de analizar el alcance explicativo de esta perspectiva
teórica. El primero es que la definición de institución que tienen los teóricos de esta perspectiva no es
tan restrictiva como en la elección racional. En el caso del institucionalismo sociológico, se incluye
además de las reglas, normas y procedimientos formales, a las estructuras de significación, los

1
Hay que resaltar que, actualmente se categoriza a North como de los precursores de una variante del enfoque
neoinstitucionalismo de la elección racional clásico, que se lo denomina institucionalismo de racionalidad
restringida (Kato, 1996; p. 554).
sistemas simbólicos, las guías morales, es decir, instituciones informales que los individuos han
aprendido debido a su interacción con su medio y cultura (Hall & Taylor, 1996). El segundo punto es
cómo afectan las instituciones a las acciones humanas. Desde este enfoque, las instituciones proveen
de una guía simbólica y cognitiva sobre cómo actuar dentro de la sociedad (Hall & Taylor, 1996).
Adicionalmente hay que resaltar que, si bien las instituciones construyen las estructuras de significado
humanas e impactan en los comportamientos individuales, de la misma manera, las personas a través
de acatamiento y la interacción con las instituciones las retroalimentan y robustecen (Hall & Taylor,
1996, p. 948). Este proceso es lo que los sociólogos llaman institucionalización. Finalmente, los
procesos de origen, mantenimiento y cambio de las instituciones no se justifican en virtud de su
eficiencia, sino de en función de la legitimidad con la que son evaluadas por los actores sociales (Hall
& Taylor, 1996, pp. 949-950).

Alcance explicativo

En principio, se debe notar que la fortaleza explicativa del institucionalismo de elección


racional recae en el análisis de los efectos de las instituciones en el comportamiento racional de los
seres humanos. De la misma manera, es útil para comprender porque las instituciones perduran en el
tiempo (Peters, 2003, p. 79). Al contrario, el institucionalismo sociológico tiene su fuerte en la
explicación del origen de las instituciones, las situaciones de inestabilidad, de cambio de estas e
incluso de disolución (Peters, 2003, p.148). Si se analiza las fortalezas de cada enfoque se podría
alegar, que más que ser perspectivas contrapuestas o excluyentes, son complementarias, pues al
utilizarlas en conjunto, se podría explicar todo el ciclo de las instituciones.

Sobre el origen, a pesar de que el institucionalismo de elección racional alega que, al inicio de
las instituciones, existe un cálculo racional sobre la eficiencia de crearlas por parte los emprendedores
iniciales, desde la elección racional, se suele pasar por alto la profundización del proceso que da lugar
al inicio de las instituciones (Peters, 2003, p.88). Por el contrario, las explicaciones sociológicas son
mucho más ilustrativas. Se estudia como la tradición, la ideología, las simbologías y los códigos
morales configuran la lógica de lo que es adecuado, y cómo esto da lugar a la creación de
instituciones formales o informales (Hall & Taylor, 1996, p. 947). En este sentido, se puede
argumentar que el enfoque sociológico tiene un mayor explicativo en este aspecto.

En segundo lugar, un ámbito que se explica de manera efectiva desde el enfoque de la


elección racional es como se desarrolla el proceso de institucionalización de las reglas, normas y
códigos sociales. En esta perspectiva, la institucionalización se entiende como la aceptación de la
mayoría de los individuos de las restricciones impuestas por las instituciones. Es así como, los seres
humanos eligen actuar de manera racional y persiguiendo sus intereses personales dentro de un marco
institucional (Peters, 2003, p. 75). Este conocimiento de los límites se da por una repetida interacción
con las estructuras, donde los sujetos, como en la teoría de juegos, aprenden que la cooperación es
beneficiosa para sus fines (Peters, 2003, p. 79). Normalmente, los países con tradición democrática
más antigua, especialmente los que dentro de la literatura son referidos como primer mundo, han
logrado este estadio de desarrollo de las instituciones (Weyland, 2002, p. 67). Se podría argumentar
que también este proceso ha sido propiciado por una ética, cultura e ideología semejante, pero se
escapa de los límites de este enfoque, el que entenderá este desarrollo como parte del cálculo racional
de los individuos que acatan repetidamente las normas institucionales porque obtienen beneficios
personales.

El institucionalismo sociológico, por su parte, también es capaz explicar de manera efectiva


cómo se alcanza la institucionalización. La explicación que le dan al acatamiento de lo estipulado y la
estabilidad de las instituciones reside en que estas han sido asimiladas como legítimas por los
individuos. (Farrell, 2018, p. 35). Es así como, pueden existir instituciones que, a los ojos de los
economicistas de las instituciones, no son eficientes, pero que persisten en el tiempo. Aquí la
perspectiva sociológica argüirá que esas instituciones están blindadas por la lógica de que son
adecuadas, por lo tanto, han sido sedimentadas socialmente.(Hall & Taylor, 1996, p. 949). Por
ejemplo, esto se puede observar en países que han incluido dentro de su legislación leyes a favor de la
naturaleza, a pesar de que, los recursos de la explotación pueden ser, en términos económicos, mucho
más beneficiosos. En este caso, la institución se mantiene porque es vista como legítima.

Para el neoinstitucionalismo de la elección racional, el campo explicativo va más allá de


interpretar los mecanismos de institucionalización; este, asimismo, puede analizar en base a los
postulados teóricos los resultados de los procesos políticos interactivos e incluso se puede predecir
comportamientos futuros, siempre y cuando hablemos de una situación de equilibrio. En estos
procesos interactivos, los individuos saben o pueden suponer los incentivos de los otros jugadores, y
pueden desarrollar una estrategia que los lleve a alcanzar el máximo beneficio personal dentro de los
límites que imponen las reglas del juego. (Peters, 2003, p. 77). Es así como, entre los procesos más
apropiados que se pueden explicar desde el neoinstitucionalismo de elección racional están la
interacción en las legislaturas, las coaliciones partidistas, los procesos de negociación de paz, los
acuerdos comerciales, las alianzas político- militar de larga data, ya que son procesos que pueden usar
efectivamente las herramientas analíticas de la teoría de juegos. (Geddes, 2018, p. 87). Asimismo, las
relaciones entre el ejecutivo y la burocracia, los comportamientos dentro de los partidos políticos
pueden ser explicados desde el enfoque de la elección racional, específicamente, desde la teoría de
principal-agente. (Geddes, 2018, p. 87).

Como antes se alegó, el institucionalismo sociológico no se ocupa tanto de los resultados de la


interacción de los individuos en entornos institucionalizados, en especial, no intenta predecir
comportamientos de los individuos en situaciones de equilibrio. Sin embargo, es capaz de explicar
porque existen instituciones formales que no cumplen con las funciones para las que fueron creadas y
solo persisten en papel, sin tener real impacto en las actuaciones humanas. Una de esas explicaciones
reside en que existen reglas informales que compiten con las instituciones formales, y están
sedimentadas en el imaginario social con mucha más fuerza que las que se imponen como
obligatorias. (Brinks et al., 2020, p. 10). Un caso cotidiano pueden ser los tramitadores de los
procesos burocráticos. Aunque exista una institución formal que prescriba que es ilegal usar
tramitadores, la regla informal es que los tramitadores producen resultados más rápidos y favorables.

Otro caso de no acatamiento de las instituciones formales que es explicado desde el enfoque
sociológico es el de entornos de crisis e inestabilidad. Cuando las instituciones son cambiadas de
manera frecuente, los individuos tienden a no internalizar las estructuras de significado necesarias
para la legitimación institucional. (Brinks et al., 2020, pp. 33-35). Es así como, ya que no hay una
interacción prolongada entre los individuos y las instituciones, que permita la mutua construcción de
significados, los individuos prefieren actuar por fuera, ateniéndose a reglas informales, que suelen ser
más estables, y que permiten a los seres humanos asignar un sentido a la vida social. (Brinks et al.,
2020, pp. 36). Los países fuera de la esfera occidental suelen padecer del problema de la inestabilidad
democrática. (Weyland, 2002, p. 67). Muchos hacedores de política pública culpan al diseño de las
normas de los bajos niveles de acatamiento, y cambian hacia una “mejor” institución, pero no se dan
cuenta que el problema reside en que el cambio constante no deja que estas se sedimenten.

La última explicación del no cumplimiento de lo estipulado por las instituciones formales


viene de la ecología de la población2. La ecología de la población alega que las instituciones compiten
por recursos, por lo que, las que los obtienen tiene perdurabilidad y llegan a que sus funciones se
cumplan. (Peters, 2003, p. 153). Si bien hay instituciones que persisten en papel, no todas realmente
afectan al comportamiento de los individuos. Estas suelen ser instituciones sin recursos operativos
como funcionarios burocráticos, policiales o judiciales que garanticen su ejecución. Es así, que la
actuación por fuera de las normas y reglas formales se puede explicar porque no existe una capacidad
del órgano estatal para hacer que estas se cumplan. (Brinks et al., 2020, p.29). En estados frágiles o
fallidos, los ciudadanos no ven que el imperio de la ley llegué a sus vidas cotidianas, por lo que, no
tienen miedo a romperlas. Asimismo, puede suceder que los estados concentran su contingente en las
zonas más “importantes” como los centros urbanos, y dejan las áreas alejadas y rurales sin la
aplicación de medidas coercitivas que incidan en el acatamiento de las normas formales. (Brinks
et al., 2020, p.28).

Como se mencionó anteriormente, el neoinstitucionalismo de la elección racional carece de


poder explicativo en los contextos de cambio y disolución institucional. Si bien algunos estudios
mencionan que estos procesos se dan por la falta de eficiencia de las instituciones, es decir, porque no
2
Según Peters, la ecología de la población se define en analogía de la ecología biológica, así: “… el entorno de
las organizaciones es capaz de sustentar sólo determinado número de estructuras… [ya que] existe una provisión
limitada de fondos públicos y de apoyo político para las organizaciones del sector público, de modo que ese
sector sólo puede apoyar a determinado número de instituciones.” (2004; p. 153)
son útiles para que los individuos alcances sus intereses, no es un tema en el que se profundiza. Por el
contrario, la explicación del cambio y la disolución institucional son abordados por el enfoque
sociológico de forma central. Hay varias explicaciones que se usan para entender este proceso. Entre
las más importantes están la explicación relacionada a teoría de roles, la ambiental y la que surge de la
ecología de la población.

A partir de la teoría de los roles, se interpreta el cambio institucional como un proceso


mediante el cual se añaden o disminuyen roles que llevan a cabo los individuos. Cuando las personas
entienden y aceptan los roles que estipulan las instituciones, se abre la posibilidad al aumento de
roles. En el opuesto, cuando las instituciones no se asimilan por la población, el cambio tiende hacia
la disminución de roles. (Peters, 2003, p. 162). Por otro lado, la perspectiva ambiental explica que las
instituciones cambian cuando son capaces de adaptarse a los factores exógenos que amenazan su
continuidad (Peters, 2003, p. 162). Cambios sociales en la idiosincrasia generacional, la exposición a
la globalización cultural y económica, alteraciones en la composición étnica pueden hacer que
instituciones antes sedimentadas pierdan legitimidad. En esos casos, las instituciones tienen que
adaptarse, o pueden llegar a disolverse para ser remplazadas por otras que encarnen las ideas y
necesidades imperantes en la sociedad (Peters, 2003, p. 162). En la misma línea, los modelos basados
en la ecología de la población ven el cambio institucional como un producto de factores externos. Las
instituciones compiten entre sí, y las que son más capaces de adaptarse a los choques producidos por
las transformaciones y, sobre todo, a la asignación de recursos para su mantenimiento, son las que
perduran. (Peters, 2003, p. 153). Según estos modelos, las instituciones jóvenes y muy viejas son las
que más posibilidades tienen de no sobrevivir, pues o todavía no se han sedimentado o son muy
inflexibles. (Peters, 2003, p. 154).

Un último punto que se debe discutir es cómo se entiende que, en sitios diferentes, se puedan
adoptar las mismas instituciones. Esto, para el institucionalismo de la elección racional, se explica
desde sus postulados fundacionales. El hecho de que se asuma a los individuos racionales, capaces de
adaptar sus preferencias a las restricciones impuestas por las instituciones es general para el común de
las situaciones sociopolíticas. En este sentido, de forma exógena, se presupone que los individuos son
maximizadores de beneficios, por lo que, aprenderán “cuanto antes normas más flexibles y aceptar los
valores institucionales, si es que desean tener éxito en esa institución.” (Peters, 2004, 74). Por
consiguiente, según este enfoque, un país podría imitar instituciones que han probado ser eficientes en
otros contextos para poder mejorar los problemas sociopolíticos de esa comunidad. En la práctica,
esto dista de ser realidad. Podemos ver como instituciones como el presidencialismo, que funcionan
relativamente bien en países como Estados Unidos y Costa Rica, han traído alta inestabilidad otros
países del sur global, como Perú, Bolivia, Venezuela, entre otros.
¿Cómo se explica entonces el fenómeno de que en ciertos contextos se pueda llegar a tener
similares instituciones que son eficientes y funcionales, mientras que, en otros casos, las mismas
instituciones producen efectos muy divergentes? Esto fue explicado desde el enfoque sociológico por
DiMaggio y Powell (1984) con el concepto de isomorfismo. Según estos autores, el isomorfismo se
produce cuando instituciones de distintos contextos llegan a tener prácticas homogéneas.(Peters,
2003, p.156). Estos autores parten de la idea de Weber sobre el desarrollo lineal de las burocracias
hacia un modelo eficiente y moderno, que se producía por las fuerzas competitivas entre
organizaciones y la centralización del poder estatal (DiMaggio & Powell, 1983, p. 147). Entonces, en
una línea similar, explican que la interacción entre la racionalidad de los individuos y la búsqueda de
estabilidad en las reglas y procedimientos da como resultado que las instituciones lleguen a compartir
funciones básicas y tener efectos parecidos, a pesar de no ser parte del mismo país o estado
(DiMaggio & Powell, 1983, p. 147). Sin embargo, algo que se resalta es que el isomorfismo solo
sucede en comunidades con características ambientales semejantes (DiMaggio & Powell, 1983, p.
149). En este sentido, puede suceder que, países de occidente desarrollado adopten instituciones
exitosas de otros estados de la misma esfera y obtengan buenos efectos, pero si extrapolamos esas
mismas instituciones a contextos culturales y políticos muy divergentes, se puede esperar que no
funcionen bien y que muchas veces fracasen.

Discusión

El análisis del alcance explicativo de los institucionalismos antes mencionados saca a


colación una pregunta central en la política ¿cuál es la mejor alternativa para el estudio de las
realidades políticas? No hay una respuesta definitiva a esa pregunta. Depende mucho de los objetivos
de la investigación y del objeto de estudio. En este sentido, no es necesario que los académicos
adopten un solo enfoque para toda su producción investigativa y es una buena práctica aprender las
herramientas metodológicas y teóricas de los dos enfoques. Sin embargo, en esta sección, se
propondrá dos alternativas para potenciar las capacidades explicativas de estos institucionalismos y
poder explicar la realidad política de manera más integral. La primera opción es entender las
fortalezas y los límites de cada tipo de enfoque. A partir de eso, delimitar que fenómeno se quiere
entender y, tomando en cuenta aquello, escoger el enfoque que más mayor capacidad explicativa
tenga para ese determinado caso. En este sentido, se complementarían entre sí estas perspectivas, pues
el enfoque de la elección sociológico podría ser usado en los casos en que el de la elección racional
está limitado explicativamente y viceversa.

La segunda opción es la adopción de una variante que integra las partes importantes de los
enfoques antes discutidos. Este enfoque se llama institucionalismo de racionalidad restringida y fue
desarrollado para sortear las limitaciones creadas por la separación entre la racionalidad y el medio
social. De esta manera, integrar a la visión racional, los matices que provee la perspectiva sociológica.
Este enfoque nace de los estudios que hace Robert Bates (1983; 1990) en Zambia sobre las
instituciones estatales referentes a la agricultura y a la economía. Bates usa la premisa de que los seres
humanos, dado que son entes racionales, persiguen la maximización de sus beneficios (Rakner, 1996,
p.16). Sin embargo, el giro que añade Bates es que las preferencias no se moldean solo en función de
las restricciones que imponen las instituciones sino también de los factores sociales como la etnia, la
religión, la ideología(Kato, 1996, p. 565; Rakner, 1996). No obstante, la formalización del
institucionalismo de racionalidad restringida se da con Herbert Simon, del cual se desprende la
concepción de que la racionalidad depende de las percepciones. En este sentido, el comportamiento
humano busca la maximización de sus intereses, pero los intereses dependen de lo que los individuos
perciben como conveniente (Kato, 1996). Las percepciones, sin embargo, están limitadas por la
información que poseen los individuos para tomar las decisiones y también la influencia del medio
social (Kato, 1996, p. 576). En este sentido, los intereses se ven impactados por factores contextuales
y sociales, aspectos que clásicamente son estudiados desde la perspectiva sociológica. A pesar de las
ventajas de esta opción, hay que recalcar que, al usar un enfoque intermedio como el de la
racionalidad restringida, se puede perder una de las características centrales del institucionalismo de la
elección racional que es su capacidad desarrollar inferencias que sean generalizables.

Las dos opciones presentadas son una salida coherente a las limitaciones impuestas por el uso
restrictivo de solo una perspectiva del nuevo institucionalismo.

Conclusión
Este trabajo ha contrastado las fortalezas explicativas del institucionalismo de la elección
racional y del sociológico. El objetivo de este análisis, más allá de la discusión bibliográfica y teórica,
es presentar un instrumento útil para decidir qué tipo de enfoque es más ventajoso para los estudios a
realizar. Se debe recordar que al final, esta decisión depende del investigador y cuáles sean los
objetivos de su estudio. Los dos enfoques nos proveen herramientas para entender diferentes facetas
de la realidad; el entendimiento desde los dos lentes es necesario y complementario. El racionalismo
limitado, discutido al final, también puede ser una apuesta coherente para entender realidades políticas
como las del tercer mundo sin dejar de lado la premisa de que los humanos son racionales y buscan
maximizar lo que consideran beneficioso para ellos. Lo importante es que sea cual sea el enfoque
usado, se lo emplee de manera rigurosa, científica y lógica, usando sus fortalezas para incrementar el
potencial explicativo de lo investigado.
Referencias Bibliográficas

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