Está en la página 1de 9

LA ADOLESCENCIA

CAMBIOS
FISIOLOGICOS Y
PSICOLOGICOS
INTRODUCCIÓN
La adolescencia es el principio de un gran cambio, en el que el individuo empieza a tomar
decisiones propias y a medida que va pasando el tiempo sabe que esas decisiones tomadas
tendrán una consecuencia que les llevará a ejecutar una conducta, ya sea ésta de riesgo o no.

Es una etapa de transición entre un estadio, el infantil, para culminar en el adulto. Se trata de
una etapa de elaboración de la identidad definitiva de cada sujeto que se plasmará en su
individuación adulta. Todo ello supone un trabajo mental gradual, lento y lleno de dificultades
que hacen de la adolescencia un episodio del que casi todo el mundo se avergüenza, se relega
al olvido.

Y como dice algunos autores como J. Marías (1992) "con facilidad o esfuerzo se confina... a la
esfera de los malos sueños, o de lo que no ha existido".

Esta labor se manifestará en un conjunto de complejos sintomáticos que resumen las luchas y
en ocasiones violentos esfuerzos por resolver los retos que plantea el crecimiento y poder
alcanzar el estadio adulto. Es lo que se ha venido en llamar el Síndrome Normal de la
Adolescencia o la Crisis de la Adolescencia.

La adolescencia también comprenden un conjunto de cambios corporales que incluyen desde


el crecimiento físico hasta los neuroendocrinos que ponen en marcha unas modificaciones
corporales que culminarán en la consolidación de un cuerpo adulto y facilitarán la aparición de
los caracteres sexuales secundarios, diferenciados en el varón y en la mujer. Aparecen por
primera vez manifestaciones de la capacidad genésica y reproductiva con la menstruación y la
primera emisión seminal. Estos cambios se acompañan también por el desarrollo de los deseos
y las pulsiones sexuales, con una intensidad que desconocía hasta ese momento y que
constituyen uno de los elementos más difíciles de asimilar emocionalmente.

El concepto de juventud hace referencia a un criterio cronológico en el desarrollo vital y remite


a la idea de nuevo y a la vez de inexperto e inmaduro, de algo que requiere tiempo para acabar
su proceso de maduración.

.
LA ADOLESCENCIA
Es importante definir lo que es un adolescente antes de entrar en detalle a los cambios
fisiológicos y psicológicos.

Según la Organización Mundial de la Salud, adolescentes son todos los individuos


comprendidos entre los 10 y los 19 años de edad, definiendo como primera adolescencia (o
adolescencia temprana) de los 10 a los 14 años, y como segunda (o adolescencia tardía) de los
15 a los 19 años.

La adolescencia es una de las fases de la vida más fascinantes y quizás más complejas, una
época en que la gente joven asume nuevas responsabilidades y experimenta una nueva
sensación de independencia. Los jóvenes buscan su identidad, aprenden a poner en práctica
valores aprendidos en su primera infancia y a desarrollar habilidades que les permitirán
convertirse en adultos atentos y responsables. (UNICEF, 2002)

Existe una gran unanimidad en señalar la pubertad como inicio de la adolescencia. La


adolescencia es el periodo de tránsito entre la infancia y la adultez en la que se sufre una gran
cantidad de cambios anatómicos, físicos, cognitivos y socio-culturales.

Aquellos cambios que en el entorno familiar se va reflejando, y los padres de familias se van
dando cuenta que su niño o niña no es el mismo que siempre estaban como niños pegados al
papa o mama, el adolescente se encuentra rodeado de continuos cambios y muchas
posibilidades de elección. Los padres pueden ayudarles durante este proceso mediante pautas
saludables, conciliadoras y tolerantes. Para los padres de familia la adolescencia es una etapa
llena de cambios en que sus hijos continúan necesitando ser acompañados y recibir pautas
para poder enfrentarse a esos cambios con autonomía.

Los padres son una figura clave que debe establecer límites y comprender sus nuevas
inquietudes.

En lo general, la adolescencia no es solamente es un periodo de adaptación a los cambios


corporales, sino una fase de grandes determinaciones hacia una mayor independencia
psicológica y social. Es una época de aprendizaje y autodescubrimiento en la que se pasa de la
dependencia de la infancia a la interdependencia de la adultez mediante una transición
dinámica, que discurre de forma gradual y a un ritmo individualizado. Los cambios que
experimenta el adolescente suponen crecimiento y maduración, de forma global en todos los
aspectos de la vida.

Etapas de la adolescencia

De forma clásica hay dos etapas en la adolescencia, según el criterio cronológico: la primera
adolescencia (10-14 años) y la segunda adolescencia (15-19 años).

Con el tiempo en función del criterio evolutivo para diferenciar estas etapas, que tiene en
cuenta las grandes variaciones individuales y la influencia de los factores psicosociales. Así, la
adolescencia se vería dividida en tres periodos: primera adolescencia (12-14 años), segunda
adolescencia (15-17 años) y adolescencia tardía (18-21 años).
En la actualidad podemos ver que la adolescencia comienza mucho antes de lo que lo hizo
hace un siglo, porque la pubertad comienza para la mayoría en los países industrializados en
una edad mucho más temprana, debido a los avances en la nutrición y la salud. Sin embargo, si
se mide el final de la adolescencia en términos de asumir roles adultos, como el matrimonio, la
paternidad, y la independencia económica, este período vital también termina mucho más
tarde que en el pasado. De hecho, la transición a la edad adulta se ha vuelto tan prolongada
que constituye un período independiente del curso de vida en las sociedades de los países
industrializados, abarcando un tiempo casi tan largo como la propia adolescencia. Esta
prolongación de la adolescencia hasta edades más tardía es lo que se denomina la adultez
emergente, que se extendería de los 18 a los 25 años de vida. Esta etapa se describe como la
edad de las exploraciones de identidad, la edad de la inestabilidad, la sensación de ser el
centro de todas las acciones y de tener abiertas todas las posibilidades.

Cambios Fisiológicos
En primer lugar para los cambios fisiológicos, que tienen lugar durante la adolescencia, se
reserva el término pubertad. Este término proviene del latín pubertas (edad de la hombría), y
se refiere al desarrollo de las característica sexuales primarias o secundarias: cambios
glandulares, transformaciones en el tono de voz, pelo corporal y estructura del cuerpo. En
definitiva, el cuerpo se modifica en su tamaño y forma, lo que hace que el joven deba
adaptarse a los cambios físicos, así como a las tensiones emocionales y sociales que ocasionan
tales cambios. La pubertad puede comenzar a una edad tan temprana como a los 10 años,
aunque los límites normales son entre los 10 y los 15 años. Dentro de estos límites hay grandes
diferencias que guardan relación con la herencia. Cabe interpretar, pues, que las diferencias de
edad con respecto a la pubertad son semejantes a otras diferencias constitucionales que
guardan relación con el tipo corporal, el peso de las glándulas y el metabolismo.

Estos rápidos cambios físicos configuran una nueva elaboración de la “imagen corporal”. Es así
como; R.J. Havighurst (1972) sitúa a dicha tarea como una de las más importantes en el
desarrollo adolescente.

Rodríguez-Tomé et alt (1994) indica como el adolescente medio no únicamente es sensible al


cambio sino que, con frecuencia, está dotado de un gran sentido crítico respecto a su propia
imagen física cambiante, que está determinada en gran medida por la imagen “reflejada”.

M. Bruchon-Schweitzer (1990) señala que la concepción de imagen corporal que establece el


adolescente de una manera individual no es reflejo del cuerpo tal cual, sino una interpretación
de éste. Y a la vez, esta interpretación está influenciada por factores individuales y
contextuales que configuran valores y creencias sobre los estándares culturales de cuerpos
perfectos.

El comienzo de la pubertad es muy variable. Son muchos los factores que influyen en la edad
del inicio puberal como por ejemplo la alimentación, la zona geográfica en que se vive, el nivel
de vida, el patrón familiar de inicio puberal, etc. Además, igual que ocurre con la estatura,
existe una aceleración secular del inicio de la pubertad, de modo que en los países
occidentales la pubertad se ha adelantado unos 3-4 años respecto al comienzo del siglo.

La pubertad se inicia con el desarrollo sexual caracterizado por la maduración de los órganos
sexuales, la aparición de caracteres sexuales secundarios y el inicio de la capacidad
reproductiva. Como se ya se mencionó en un inicio se produce por los cambios hormonales
que comienzan a nivel cerebral y continúan en los ovarios y los testículos. Éstos aumentan de
tamaño y fabrican cantidades cada vez más elevadas de las hormonas (estrógenos para
mujeres y testosterona para hombres), responsables del desarrollo de los caracteres sexuales.

Cambios físicos en las mujeres

Para ser más específico, en la mujer se produce los siguientes cambios: en la mama y en el
vello púbico son más utilizados para controlar la evolución de la pubertad. El primer signo de
que la pubertad se pone en marcha suele ser el desarrollo mamario. El inicio del desarrollo
mamario se percibe como un endurecimiento por debajo de la areola, que puede ser
ligeramente molesto (denominado botón mamario). El crecimiento de los ovarios o del útero
sólo se puede comprobar utilizando la ecografía. Los ovarios adultos alcanzan los 30 cc de
volumen y el útero alrededor de 8 cm de diámetro. Más fáciles de apreciar son los cambios en
la vulva. Los labios mayores aumentan de tamaño formando en su superficie ligeros pliegues.
Los labios menores y el clítoris también aumentan de tamaño. En cuanto al vello va
aumentando de cantidad adoptando la forma triangular, de base superior, característica del
sexo femenino. El vello axilar tiene características similares al de los varones, pero no aparece
vello facial. Por último, la menarquia aparece en un rango de edad de 10-15 años.

Cambios físicos en los hombres

En los varones, el inicio de la pubertad se confirma por el aumento de tamaño de los


testículos, en concreto cuando éstos alcanzan el tamaño de 2 cm en su eje mayor (4 cc). Con
los testículos, también aumenta el tamaño del pene y aparece el vello púbico. Antes del inicio
de la pubertad el tamaño testicular es inferior a 4 cc, mientras que el tamaño definitivo está
entre 20 y 25cc. La piel de las bolsas escrotales se hace más rugosa y adquiere color más
oscuro. Los testículos fabrican espermatozoides (las células reproductoras masculinas) y un
líquido adecuado para que los espermatozoides se desenvuelvan. Todo este material
constituye el semen y se expulsa durante la eyaculación. Las primeras eyaculaciones
(poluciones) ocurren durante la noche en los primeros años de la pubertad y son
inconscientes. Se producen cambios en la voz. Durante algún tiempo es bitonal (aguda/grave)
y al final de la pubertad se fija el tono definitivo, generalmente más grave.

Como ya hemos visto en la adolescencia es un periodo de múltiples cambios una de ella es la


las trasformaciones físicas.

Cambios Psicológicos
De forma similar a lo que ocurre con las otras etapas del ciclo vital, la adolescencia posee sus
propias tareas del desarrollo que deben completarse para conseguir finalmente un
funcionamiento adaptativo durante la madurez. La tarea central de este período es la
búsqueda de la identidad. El logro de una identidad personal hacia fines de la adolescencia y
comienzos de la adultez involucra varios aspectos: la aceptación del propio cuerpo, el
conocimiento objetivo y la aceptación de la propia personalidad, la identidad sexual, la
identidad vocacional, y una ideología personal (filosofía de vida), que incluya valores propios
(identidad moral).

Es importante que el joven, chico o chica, tenga recursos personales que permitan una
adaptación psicosocial positiva a lo largo de la pubertad primeriza o tardía. Sin olvidar que es
necesario que el adolescente tenga un contexto familiar y escolar que amortigüe posibles
conflictos propios de esta etapa evolutiva, y facilite o favorezca un autoconcepto más positivo
y reorganizado una vez amortiguado el impacto físico de la pubertad.

J.P. Hill et alt (1985) se preocupa por otra de las condiciones críticas por las que pasa el
adolescente, el proceso de autonomía. En el largo periodo que va desde los doce a los dieciséis
años, el joven se mueve en una especie de limbo social formal e informal, sin gozar de los
derechos y privilegios del niño ni tampoco del adulto. Esta posición social es ambigua y genera
impotencia, ya que se carece de la seguridad que acompaña al status de niño o adulto, y del
poder para cambiar la situación. A causa de ello, el joven lucha por independizarse del control
de sus progenitores y establecer nuevas relaciones familiares, buscando una imagen más clara
de sí mismo.

Por un lado las teorías psicoanalíticas (Freud, A. 1969; aunque sustancialmente modificadas
por Blos, P. 1979) conceptualizan el proceso de autonomía como de lucha y estrés constante
entre padres e hijos adolescentes.

Por otro lado, las teorías del aprendizaje social (Bandura, A. 1977; Montemayor, R. 1983) y las
teorías cognitivo-sociales (Kohlberg, L. 1984) definen el proceso de autonomía del adolescente
desde una perspectiva positiva, presentándolo como un cambio hacia la autorregulación y
autogobernación de la propia persona al margen de las normas y reglas que hasta ahora le
habían impuesto los padres. Así, el punto central de estas teorías es la común consideración de
que no tiene porque haber conflicto entre padres e hijos-adolescentes en favor de una mayor
autonomía para los últimos.

Recientes investigaciones (Goñi, A. 1997), partiendo de modelos cognitivo-sociales, ponen de


relieve la distinta forma en que padres y adolescentes interpretan las reglas, las expectativas y
el sistema social familiar. En consecuencia estas divergencias provocan enfrentamiento entre
la legitimidad de la autoridad parental y la demanda adolescente de autonomía.

El joven llega a ser emocional y económicamente independiente de sus padres lo cual va a


implicar una separación progresiva de su familia de origen y un acercamiento hacia el grupo de
iguales, lo que puede acompañarse de conflictos familiares al migrar su centro de gravedad
emocional desde la familia hacia los amigos. No obstante, los adolescentes que perciben una
buena dinámica familiar tienen un mayor apoyo social, por lo que ambos pilares siguen siendo
necesarios hasta la adultez.

Como ya mencionaron algunos autores, la adolescencia se caracteriza también por el


desarrollo de las competencias emocionales y sociales. La primera se relaciona con la
capacidad de manejar o autorregular las emociones y la segunda con la habilidad para
relacionarse efectivamente con otros lo que contribuyendo finalmente al bienestar y
desarrollo psicosocial de los propios adolescentes. El desarrollo cognitivo es tan rápido como el
físico. Se avanza desde el pensamiento concreto (operatorio concreto) al abstracto
(operatorio formal). En la fase del pensamiento concreto los adolescentes tienen una
capacidad limitada para proyectar y creen que los demás piensan sobre ellos tal y como
piensan ellos, mediante un proceso gradual adquieren habilidades de razonamiento más
avanzadas, que incluyen entre otras la habilidad de pensar en todas las posibilidades y la de
razonamiento hipotético-deductivo, que le permiten una mejor resolución de problemas a
través de explorar una amplia gama de alternativas de manera sistemática y lógica
(deduciendo también sus posibles consecuencias). Es importante también el proceso de meta
cognición, según el cual “piensan sobre su propio pensamiento” (como se hace al escribir un
diario). Al alcanzar el pensamiento abstracto (o formal) pueden comprender ideas y
sentimientos de otras personas y ser empáticos con ellas.

El adolescente para alcanzar la etapa adulta tiene que hacer frente a una laboriosa elaboración
psíquica de suma trascendencia para su vida futura. Entre los factores comunes a todos los
adolescentes, que ejercen un efecto especial sobre su conducta y comportamiento
destacaríamos tres:

1. Sus relaciones con sus padres: supone su capacidad de ir cambiando de un estadio de


dependencia emocional infantil a uno de mayor independencia afectiva, en el que el
adolescente adquiere conciencia de que sus pensamientos y sentimientos son propios, no
dependiendo totalmente de como pudieran influir, condicionar o reaccionar sus padres.
Adquieren conciencia de tener una vida íntima propia que procuran mantener alejada de los
ojos de los adultos, una vida que buscan que sea secreta y propia. Esto es fuente de
enriquecimientos lingüísticos ya que es la forma de crear un código de comunicación entre
ellos que sea diferente e ininteligible para los adultos.

2. Sus relaciones con sus amigos: donde se muestra su capacidad para encontrar y escoger a
otros adolescentes, que aumenta, en grupo, sus esfuerzos y deseos de hacerse adulto. Un
grupo donde ensayar a través de las múltiples identificaciones proyectivas en sus miembros, su
identidad y sus nuevas capacidades.

3. La visión que tiene el adolescente de sí mismo como persona: si se ve o no como una


persona físicamente madura. Su visión de sí mismo como persona le tiene que llevar a la
exploración del mundo externo, donde ensayar y probar las nuevas posibilidades adquiridas,
donde aparecen nuevos intereses y preocupaciones. Es la proyección en el mundo exterior de
la transformación que está viviendo, con el consiguiente cambio en sus relaciones sociales.

En la adolescencia, la identidad personal aparece como “tarea” por delante, como proyecto de
algo que está por construir y que hay que construir. La construcción de la identidad, que viene
gestándose desde la infancia, ha de adquirir ahora un perfil no definitivo, pero sí maduro. Eso
lleva tiempo y no únicamente tiempo; esa labor se lleva a cabo gracias a experiencias
favorecedoras de la madurez, del proceso del hacerse y del devenir adulto. Y algunas de esas
experiencias pueden y deben ser proporcionadas desde la educación formal.
CONCLUSIONES
El profesional de salud debe conocer los cambios biológicos y psicosociales durante la
adolescencia, las variaciones dentro de la normalidad, así como cuáles son las necesidades de
salud, los riesgos y las formas de enfermar del joven.

La mayoría de los problemas de la pubertad pueden seguirse en Atención Primaria; ya que,


como hemos visto, no se necesitan pruebas especiales ni tratamientos específicos. La mayoría
de los problemas psicosociales son prevenibles, por ello es esencial la detección precoz y las
medidas preventivas sobre los factores de riesgo, promoviendo los factores de protección o
resiliencia.

La atención al adolescente debe realizarse de forma integral; en muchas ocasiones, se


precisará la ayuda de otros profesionales y el pediatra debe coordinarla con conocimiento,
interés y profesionalidad.

La contradicción de querer ser adulto pero sin dejar de ser niño sigue alimentando la idea de
una época convulsa, y lo es en muchos casos, pero de ese examen, con la ayuda de los padres
y del mejor conocimiento de su desarrollo y sus problemas por parte de los profesionales que
los tratamos, el adolescente madura y se convierte, en la mayoría de los casos, en un adulto
competente.
REFERENCIAS
BANDURA, A. (1977): Social learning theory. Nueva jersey: Englewood Cliffs. Prentice Hall.

BRUCHON-SCHWEITZER, M. (1990):Une psychologie du corps. P.U.F. Paris.

FREUD, A. (1958/1969): Adolescence. In the writings of Anna Freud: Research at the


Hampstead child-therapy clinic and other papers (1956-1965), vol 5, pp 136-166. New
york: International Universities Press.

GOÑI, A. (1997): Adolescentes y autoridad parental en el sentido de las discrepancias.


Comunciación presentada en el VI Congreso Internacional de educación familiar. 30 de
Abril. Málaga.

HAVIGHURST, R.J. (1972): Developmental tasks and education. Davis. McKay. New york.

HILL, J.P., HOLMBECK, G.N., MARLOW, L. et alt.(1985): Pubertal status and parentchild
relations in families of seventh-grade boys. Journal of Early Adolescence, vol 5, pp 31-
44.

KOHLBERG, L. (1984): The meaning and measurement of moral judgment. En L.Kohlberg (Ed).
Essays on moral development. New york: Harper & Row, II, pp 415-422.

PUJO, MARIO “Lo que no cesa del psicoanálisis en su extensión” Adolescencia y discurso.
Ediciones del Seminario. Bs. As. 2001

RODRÍGUEZ-TOMÉ, H. Y BARIAUD, F. (1994): Changes in self-conceptions in adolescence.


Communication à la IV Biennal Conference of EARA, Stockholm.

MONTEMAYOR, R. (1983): Parents and adolescents in conflict: all families some of the time
and some families most of the time. Journal of Early Adolescence, vol 3, pp 83-103.

También podría gustarte