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CAMBIOS
FISIOLOGICOS Y
PSICOLOGICOS
INTRODUCCIÓN
La adolescencia es el principio de un gran cambio, en el que el individuo empieza a tomar
decisiones propias y a medida que va pasando el tiempo sabe que esas decisiones tomadas
tendrán una consecuencia que les llevará a ejecutar una conducta, ya sea ésta de riesgo o no.
Es una etapa de transición entre un estadio, el infantil, para culminar en el adulto. Se trata de
una etapa de elaboración de la identidad definitiva de cada sujeto que se plasmará en su
individuación adulta. Todo ello supone un trabajo mental gradual, lento y lleno de dificultades
que hacen de la adolescencia un episodio del que casi todo el mundo se avergüenza, se relega
al olvido.
Y como dice algunos autores como J. Marías (1992) "con facilidad o esfuerzo se confina... a la
esfera de los malos sueños, o de lo que no ha existido".
Esta labor se manifestará en un conjunto de complejos sintomáticos que resumen las luchas y
en ocasiones violentos esfuerzos por resolver los retos que plantea el crecimiento y poder
alcanzar el estadio adulto. Es lo que se ha venido en llamar el Síndrome Normal de la
Adolescencia o la Crisis de la Adolescencia.
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LA ADOLESCENCIA
Es importante definir lo que es un adolescente antes de entrar en detalle a los cambios
fisiológicos y psicológicos.
La adolescencia es una de las fases de la vida más fascinantes y quizás más complejas, una
época en que la gente joven asume nuevas responsabilidades y experimenta una nueva
sensación de independencia. Los jóvenes buscan su identidad, aprenden a poner en práctica
valores aprendidos en su primera infancia y a desarrollar habilidades que les permitirán
convertirse en adultos atentos y responsables. (UNICEF, 2002)
Aquellos cambios que en el entorno familiar se va reflejando, y los padres de familias se van
dando cuenta que su niño o niña no es el mismo que siempre estaban como niños pegados al
papa o mama, el adolescente se encuentra rodeado de continuos cambios y muchas
posibilidades de elección. Los padres pueden ayudarles durante este proceso mediante pautas
saludables, conciliadoras y tolerantes. Para los padres de familia la adolescencia es una etapa
llena de cambios en que sus hijos continúan necesitando ser acompañados y recibir pautas
para poder enfrentarse a esos cambios con autonomía.
Los padres son una figura clave que debe establecer límites y comprender sus nuevas
inquietudes.
Etapas de la adolescencia
De forma clásica hay dos etapas en la adolescencia, según el criterio cronológico: la primera
adolescencia (10-14 años) y la segunda adolescencia (15-19 años).
Con el tiempo en función del criterio evolutivo para diferenciar estas etapas, que tiene en
cuenta las grandes variaciones individuales y la influencia de los factores psicosociales. Así, la
adolescencia se vería dividida en tres periodos: primera adolescencia (12-14 años), segunda
adolescencia (15-17 años) y adolescencia tardía (18-21 años).
En la actualidad podemos ver que la adolescencia comienza mucho antes de lo que lo hizo
hace un siglo, porque la pubertad comienza para la mayoría en los países industrializados en
una edad mucho más temprana, debido a los avances en la nutrición y la salud. Sin embargo, si
se mide el final de la adolescencia en términos de asumir roles adultos, como el matrimonio, la
paternidad, y la independencia económica, este período vital también termina mucho más
tarde que en el pasado. De hecho, la transición a la edad adulta se ha vuelto tan prolongada
que constituye un período independiente del curso de vida en las sociedades de los países
industrializados, abarcando un tiempo casi tan largo como la propia adolescencia. Esta
prolongación de la adolescencia hasta edades más tardía es lo que se denomina la adultez
emergente, que se extendería de los 18 a los 25 años de vida. Esta etapa se describe como la
edad de las exploraciones de identidad, la edad de la inestabilidad, la sensación de ser el
centro de todas las acciones y de tener abiertas todas las posibilidades.
Cambios Fisiológicos
En primer lugar para los cambios fisiológicos, que tienen lugar durante la adolescencia, se
reserva el término pubertad. Este término proviene del latín pubertas (edad de la hombría), y
se refiere al desarrollo de las característica sexuales primarias o secundarias: cambios
glandulares, transformaciones en el tono de voz, pelo corporal y estructura del cuerpo. En
definitiva, el cuerpo se modifica en su tamaño y forma, lo que hace que el joven deba
adaptarse a los cambios físicos, así como a las tensiones emocionales y sociales que ocasionan
tales cambios. La pubertad puede comenzar a una edad tan temprana como a los 10 años,
aunque los límites normales son entre los 10 y los 15 años. Dentro de estos límites hay grandes
diferencias que guardan relación con la herencia. Cabe interpretar, pues, que las diferencias de
edad con respecto a la pubertad son semejantes a otras diferencias constitucionales que
guardan relación con el tipo corporal, el peso de las glándulas y el metabolismo.
Estos rápidos cambios físicos configuran una nueva elaboración de la “imagen corporal”. Es así
como; R.J. Havighurst (1972) sitúa a dicha tarea como una de las más importantes en el
desarrollo adolescente.
El comienzo de la pubertad es muy variable. Son muchos los factores que influyen en la edad
del inicio puberal como por ejemplo la alimentación, la zona geográfica en que se vive, el nivel
de vida, el patrón familiar de inicio puberal, etc. Además, igual que ocurre con la estatura,
existe una aceleración secular del inicio de la pubertad, de modo que en los países
occidentales la pubertad se ha adelantado unos 3-4 años respecto al comienzo del siglo.
La pubertad se inicia con el desarrollo sexual caracterizado por la maduración de los órganos
sexuales, la aparición de caracteres sexuales secundarios y el inicio de la capacidad
reproductiva. Como se ya se mencionó en un inicio se produce por los cambios hormonales
que comienzan a nivel cerebral y continúan en los ovarios y los testículos. Éstos aumentan de
tamaño y fabrican cantidades cada vez más elevadas de las hormonas (estrógenos para
mujeres y testosterona para hombres), responsables del desarrollo de los caracteres sexuales.
Para ser más específico, en la mujer se produce los siguientes cambios: en la mama y en el
vello púbico son más utilizados para controlar la evolución de la pubertad. El primer signo de
que la pubertad se pone en marcha suele ser el desarrollo mamario. El inicio del desarrollo
mamario se percibe como un endurecimiento por debajo de la areola, que puede ser
ligeramente molesto (denominado botón mamario). El crecimiento de los ovarios o del útero
sólo se puede comprobar utilizando la ecografía. Los ovarios adultos alcanzan los 30 cc de
volumen y el útero alrededor de 8 cm de diámetro. Más fáciles de apreciar son los cambios en
la vulva. Los labios mayores aumentan de tamaño formando en su superficie ligeros pliegues.
Los labios menores y el clítoris también aumentan de tamaño. En cuanto al vello va
aumentando de cantidad adoptando la forma triangular, de base superior, característica del
sexo femenino. El vello axilar tiene características similares al de los varones, pero no aparece
vello facial. Por último, la menarquia aparece en un rango de edad de 10-15 años.
Cambios Psicológicos
De forma similar a lo que ocurre con las otras etapas del ciclo vital, la adolescencia posee sus
propias tareas del desarrollo que deben completarse para conseguir finalmente un
funcionamiento adaptativo durante la madurez. La tarea central de este período es la
búsqueda de la identidad. El logro de una identidad personal hacia fines de la adolescencia y
comienzos de la adultez involucra varios aspectos: la aceptación del propio cuerpo, el
conocimiento objetivo y la aceptación de la propia personalidad, la identidad sexual, la
identidad vocacional, y una ideología personal (filosofía de vida), que incluya valores propios
(identidad moral).
Es importante que el joven, chico o chica, tenga recursos personales que permitan una
adaptación psicosocial positiva a lo largo de la pubertad primeriza o tardía. Sin olvidar que es
necesario que el adolescente tenga un contexto familiar y escolar que amortigüe posibles
conflictos propios de esta etapa evolutiva, y facilite o favorezca un autoconcepto más positivo
y reorganizado una vez amortiguado el impacto físico de la pubertad.
J.P. Hill et alt (1985) se preocupa por otra de las condiciones críticas por las que pasa el
adolescente, el proceso de autonomía. En el largo periodo que va desde los doce a los dieciséis
años, el joven se mueve en una especie de limbo social formal e informal, sin gozar de los
derechos y privilegios del niño ni tampoco del adulto. Esta posición social es ambigua y genera
impotencia, ya que se carece de la seguridad que acompaña al status de niño o adulto, y del
poder para cambiar la situación. A causa de ello, el joven lucha por independizarse del control
de sus progenitores y establecer nuevas relaciones familiares, buscando una imagen más clara
de sí mismo.
Por un lado las teorías psicoanalíticas (Freud, A. 1969; aunque sustancialmente modificadas
por Blos, P. 1979) conceptualizan el proceso de autonomía como de lucha y estrés constante
entre padres e hijos adolescentes.
Por otro lado, las teorías del aprendizaje social (Bandura, A. 1977; Montemayor, R. 1983) y las
teorías cognitivo-sociales (Kohlberg, L. 1984) definen el proceso de autonomía del adolescente
desde una perspectiva positiva, presentándolo como un cambio hacia la autorregulación y
autogobernación de la propia persona al margen de las normas y reglas que hasta ahora le
habían impuesto los padres. Así, el punto central de estas teorías es la común consideración de
que no tiene porque haber conflicto entre padres e hijos-adolescentes en favor de una mayor
autonomía para los últimos.
El adolescente para alcanzar la etapa adulta tiene que hacer frente a una laboriosa elaboración
psíquica de suma trascendencia para su vida futura. Entre los factores comunes a todos los
adolescentes, que ejercen un efecto especial sobre su conducta y comportamiento
destacaríamos tres:
2. Sus relaciones con sus amigos: donde se muestra su capacidad para encontrar y escoger a
otros adolescentes, que aumenta, en grupo, sus esfuerzos y deseos de hacerse adulto. Un
grupo donde ensayar a través de las múltiples identificaciones proyectivas en sus miembros, su
identidad y sus nuevas capacidades.
En la adolescencia, la identidad personal aparece como “tarea” por delante, como proyecto de
algo que está por construir y que hay que construir. La construcción de la identidad, que viene
gestándose desde la infancia, ha de adquirir ahora un perfil no definitivo, pero sí maduro. Eso
lleva tiempo y no únicamente tiempo; esa labor se lleva a cabo gracias a experiencias
favorecedoras de la madurez, del proceso del hacerse y del devenir adulto. Y algunas de esas
experiencias pueden y deben ser proporcionadas desde la educación formal.
CONCLUSIONES
El profesional de salud debe conocer los cambios biológicos y psicosociales durante la
adolescencia, las variaciones dentro de la normalidad, así como cuáles son las necesidades de
salud, los riesgos y las formas de enfermar del joven.
La contradicción de querer ser adulto pero sin dejar de ser niño sigue alimentando la idea de
una época convulsa, y lo es en muchos casos, pero de ese examen, con la ayuda de los padres
y del mejor conocimiento de su desarrollo y sus problemas por parte de los profesionales que
los tratamos, el adolescente madura y se convierte, en la mayoría de los casos, en un adulto
competente.
REFERENCIAS
BANDURA, A. (1977): Social learning theory. Nueva jersey: Englewood Cliffs. Prentice Hall.
HAVIGHURST, R.J. (1972): Developmental tasks and education. Davis. McKay. New york.
HILL, J.P., HOLMBECK, G.N., MARLOW, L. et alt.(1985): Pubertal status and parentchild
relations in families of seventh-grade boys. Journal of Early Adolescence, vol 5, pp 31-
44.
KOHLBERG, L. (1984): The meaning and measurement of moral judgment. En L.Kohlberg (Ed).
Essays on moral development. New york: Harper & Row, II, pp 415-422.
PUJO, MARIO “Lo que no cesa del psicoanálisis en su extensión” Adolescencia y discurso.
Ediciones del Seminario. Bs. As. 2001
MONTEMAYOR, R. (1983): Parents and adolescents in conflict: all families some of the time
and some families most of the time. Journal of Early Adolescence, vol 3, pp 83-103.