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Principales indicadores macroeconómicos

Elaborado por
Dr. Antonio Gallardo López
Catedrático del IPN

Para entender el funcionamiento macroeconómico de una economía, es necesario prestar


atención a algunos indicadores que nos mostrarán la eficiencia de las políticas generadas en
este sentido y el desempeño de la macroeconomía a través de su marcha y tendencia. Así, es
indispensable que todo interesado en esta ciencia conozca sus repercusiones y su importancia
en un marco económico general. La medición de los indicadores, la descripción de las tendencias
y las fluctuaciones muestran el nivel de salud o de inestabilidad de la economía. Entre los más
importantes, se encuentran los siguientes: el mercado laboral, las finanzas públicas, la base
monetaria y costo del dinero, el comercio exterior y la inversión.

Mercado laboral

La producción en una economía está estrechamente ligada a la utilización de factores


productivos, ya que la combinación de estos es la que nos da como resultado la obtención de
bienes y servicios que satisfacen las necesidades de los individuos. Sabemos entonces, de
antemano, que estos factores son interdependientes, pero vale la pena distinguir entre sus
diferentes mercados debido a que cada factor tiene una relevancia específica. Es, sin lugar a
duda, el mercado laboral el más importante por todas las repercusiones; no sólo en cuanto a la
producción sino en la vida misma de los individuos. Por un lado, el trabajo es el único factor con
capacidad de generar riqueza y, por otro, es la única mercancía con la que cuentan la mayoría
de las personas para obtener ingresos.

El mercado de trabajo o laboral representa la fuente más importante de ingresos para las familias;
por lo tanto, es un indicador representativo de la salud económica. Por un lado, nos muestra
el grado de utilización del factor productivo más importante y, por otro, la participación de los
individuos dentro de la actividad económica. Se trata de un indicador que quita el sueño a
quienes dirigen las políticas económicas de un país, quienes deben estar atentos a tres
indicadores clave: a) la tasa de desempleo, b) la tasa neta de participación laboral y c) la tasa de
ocupación.
La tasa de desempleo es un porcentaje de las personas que desean ser ocupadas y no pueden
obtener un empleo. Se obtiene mediante la siguiente fórmula:

Se trata, por lo tanto, el porcentaje de la población activa que está desempleada. Es el cociente
entre el número de desempleados y la población activa. La tasa de desempleo tiende a variar
con el ciclo económico; es decir, cuando disminuye la producción, desciende la demanda de
trabajo y aumenta la tasa de desempleo. De ahí que este indicador esté tan estrechamente ligado
con el de la productividad.

Este indicador en materia económica se ubicó en promedio de 5 % a 7 % en la crisis económica


de 1995 a 1997. Actualmente, de 2006 a 2009 tiene una tendencia de 3.5 % a 4.7 %. En enero
del 2010, se reconoció una tasa de desempleo del 5.47 % y 12.5 millones de personas en el
desempleo informal.

La tasa neta de participación laboral se conoce como el número de personas que ingresa al
mercado laboral y es un indicador de la disposición del factor trabajo en edad productiva para
emplearse. Se obtiene mediante la siguiente fórmula:

La tasa de ocupación se define como el número de personas en edad de trabajar que tiene un
empleo y es un indicador de la disponibilidad de éste, así como del grado de interacción entre
las habilidades de la mano de obra y los puestos de ocupación. La tasa de ocupación muestra el
porcentaje de las personas en edad de trabajar que tiene un empleo. Se obtiene mediante la
siguiente fórmula:

El desempleo es, entonces, un indicador que se considera clave en la política económica.


En ese sentido, se tienen que considerar distintos conceptos sobre este mismo fenómeno que
nos muestran desde diferentes ángulos el desempeño del mercado laboral.

Desempleo friccional. Surge de la rotación normal del trabajo, es decir, el ingreso y salida de
la fuerza de trabajo, de la creación y destrucción cotidiana de fuentes de trabajo. Es un fenómeno
permanente y saludable en una economía creciente.

Desempleo cíclico. Fluctúa durante el ciclo económico, aumenta durante una recesión y
disminuye durante una expansión. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo,
cuando una economía entra en recesión, el empleo se contrae más rápido que el PIB y, cuando
la economía entra en un periodo de recuperación, el empleo tarda más que el PIB en alcanzar
los niveles que tenía antes de las crisis.

Desempleo estructural. Es un fenómeno que se presenta en la economía como consecuencia


de las innovaciones tecnológicas y se traduce por el despido de los trabajadores ante la
modernización de los procesos productivos. En estas circunstancias, la mano de obra tendrá que
actualizarse o readiestrarse para poder emplearse. En la actualidad, como consecuencia de la
globalización y la apertura de nuevos mercados, los países han propiciado mayor competencia
a nivel internacional, lo cual ha empujado a un mayor número de trabajadores al desempleo.

Desempleo estacional. Se debe a la naturaleza estacional de la actividad de algunas industrias.

Subempleo. Ocurre cuando una persona capacitada para una determinada ocupación, cargo o
puesto de trabajo no está ocupada plenamente, por lo que opta por tomar trabajos menores en
los que generalmente gana poco. También ocurre en algunas empresas en las que una persona
comienza con un cargo menor y después se capacita y se titula. Uno de los “trabajos del
subempleo” es la venta de artículos en la calle.

Empleo informal. Son las actividades laborales que se desarrollan fuera de la economía formal,
que se mantienen al margen del pago de impuestos y otras reglamentaciones propias de la
formalidad. En muchos casos, se trata de autoempleados que recurren al mercado informal por
la falta de oportunidades para insertarse en la economía formal.

A la hora de analizar el mercado laboral, es necesario tomar en cuenta los conceptos anteriores,
ya que las estadísticas pueden ser engañosas para los ojos poco entrenados en aspectos de la
realidad económica. Como ejemplo, para realizar un estudio verdaderamente objetivo del
mercado de trabajo en nuestro país, sería necesario considerar que, de unos 50 millones de
personas que constituyen la población económicamente activa, aproximadamente 25 millones
de ellos se encuentran en la informalidad; mientras que otro porcentaje igualmente significativo
se ubica en el subempleo. Por lo que la tasa de desempleo de 4.7 % reportada en el 2009
representa una distorsión de la realidad.
Finanzas públicas

En la macroeconomía, se estudian los grandes agentes económicos y sus interacciones en los


distintos mercados. Estos agentes son las familias, las empresas, el gobierno y el sector externo,
los cuales se complementan para constituir el sistema económico. Sin embargo, uno de ellos
juega un papel estratégico, como bisagra, con las facultades suficientes para orientar el
funcionamiento macroeconómico. Nos referimos, evidentemente, al gobierno, el cual es el
encargado de trazar una serie de políticas económicas pensando en el buen funcionamiento
de todo el complejo económico. El gobierno desempeña una función importante en la asignación
de los recursos, lo cual un aspecto necesario para el crecimiento y desarrollo de la economía.

Las finanzas públicas se refieren a la manera en que el gobierno maneja tanto sus ingresos como
sus gastos, es decir, describen los ingresos y egresos del sector público. La diferencia entre
ambos puede ser un déficit o un superávit presupuestario, el cual determina el monto de crédito
que el sector público tendrá que otorgar o asumir. Más precisamente, el déficit presupuestario o
fiscal es igual al aumento de la deuda del gobierno, porque de algún lado debe salir el
financiamiento monetario que se necesita. A la estrategia del gobierno de manejar sus ingresos
y gastos, se le conoce como política fiscal.

Los impuestos son la fuente de ingresos más importante del gobierno y se dividen en tres
categorías amplias: los impuestos a la renta; los impuestos a la propiedad, que pagan individuos
y empresas; y los impuestos al gasto, que se asocian con la compra de bienes. Las dos primeras
categorías se conocen como impuestos directos; a la última, se le llama impuestos indirectos.

Las utilidades de las empresas y agencias estatales son otra fuente de ingresos del gobierno,
aunque la tendencia actual es su privatización. Otros ingresos no tributarios son los derechos,
los productos y los aprovechamientos. En este caso, los impuestos reducen el nivel de ingreso
de los individuos, que, a su vez, modifican los patrones de consumo en bienes y servicios (como
en la cantidad de ahorro), lo cual impacta los niveles de ahorro privado y la producción tanto en
el corto y en el largo plazo. Los impuestos modifican el nivel de precios de la economía, mientras
que los costos modifican los factores productivos, y contrae el nivel de ingreso. Por ello, al
mermar sus utilidades, las empresas modifican sus decisiones de inversión en bienes de capital
o en la diversificación de nuevas inversiones.

Los egresos públicos se clasifican en cuatro categorías: el consumo del gobierno, la inversión
del gobierno, las transferencias a otros sectores y los intereses de la deuda pública. El gasto del
gobierno también suele describirse como gastos corrientes y gastos de capital.

El gasto corriente consiste en los desembolsos del gobierno ligados directamente con la
administración, como es el caso de compras de materiales, servicios generales, sueldos y
salarios, así como las transferencias del Estado. Estos últimos aumentan las rentas de
determinados grupos de la sociedad, como el de los jubilados por concepto de pensiones, los
subsidios a las empresas, etcétera.

El gasto de capital son las obligaciones del gobierno por concepto de inversiones físicas e
inversiones financieras y se traducen en obras de infraestructura como puentes, carreteras,
vías de comunicación, escuelas, hospitales y, en general, toda obra pública que permita el
aumento de capital. Estos gastos tienen un efecto directo en el crecimiento de la economía,
especialmente en el PIB, y en el nivel de empleo; mientras que los gastos corrientes aceleran en
mayor grado una presión en la demanda agregada y en el nivel de los precios.

Al inicio de cada año, el gobierno establece su política fiscal mediante dos documentos que
requieren de autorización previa por parte del congreso. Por un lado, la Ley de Ingresos, en la
que se describen todas las entradas que espera el gobierno, y, por otro, el presupuesto de
egresos, en el que se establecen las asignaciones del gasto público.

Lo que más preocupa a los gobiernos en materia económica son los desequilibrios fiscales, los
cuales se entienden como déficit; es decir, cuando los ingresos públicos son menores al nivel del
gasto público. En este caso, el gobierno adopta una política de deuda pública para financiar sus
operaciones. Así, decide si contrata una deuda dentro del territorio nacional, en los mercados
internacionales o mediante una combinación de ambas.

Si es deuda interna, acude al mercado de capital con la emisión de valores como cetes, bondes,
bonos de desarrollo de tasa fija, etcétera. Si la deuda es externa está, se constituye por créditos
o financiamientos con los organismos financieros internacionales o la emisión de títulos en los
mercados de capitales, con lo cual asume obligaciones o reestructura deudas antiguas por
deudas nuevas. La característica de estas obligaciones es que se contraen fuera del país, en
una moneda distinta a la nacional y deberá de ser amortizada en condiciones riesgosas derivado
de las fluctuaciones cambiarias.

El Estado que incurre en un déficit fiscal va endeudándose cada vez más con el paso del tiempo.
Ya que endeudarse más significa pagar más intereses sobre la deuda, para financiar esto, el
Estado deberá subir impuestos o reducir algún otro gasto que se reflejará en el poder de compra
de los individuos o en el empleo. Pero un déficit no siempre es negativo; sobre todo, cuando el
dinero que se pide prestado se dirige a incrementar nuestra capacidad productiva y, por lo tanto,
a aumentar nuestra renta en el futuro.
Base monetaria y costo del dinero

La política monetaria es el instrumento del gobierno por medio del cual se gestiona todo lo
relacionado con el dinero y es, actualmente en el marco del modelo económico neoliberal, la
herramienta más utilizada para incidir en el desempeño de la economía; sobre todo, porque dicho
modelo se fundamenta en el monetarismo que enarbola la teoría cuantitativa, es decir, el dinero
como la piedra angular de su análisis. Esta teoría cuantitativa del dinero nos dice, a grandes
rasgos, que la inflación se relaciona directamente con la cantidad de dinero puesta en
circulación. Por lo tanto, para mantener el poder adquisitivo de una moneda se debe regular la
cantidad de dinero en circulación. Es por esto que, en el marco del modelo neoliberal, se pugna
por la autonomía de la autoridad monetaria, es decir, del banco central que tendrá como principal
objetivo el mantener el poder adquisitivo de la moneda. En México, la institución que desempeña
ese papel es el Banco de México, que alcanzó su autonomía en 1993.

La base monetaria o dinero de alta potencia lo constituyen los billetes, monedas (efectivo) y los
depósitos que realizan los bancos en el banco central; esto debido a que es dinero que tiene la
más alta liquidez en comparación con los demás activos que se consideran como dinero (los
depósitos bancarios a la vista, los cheques, los bonos de ahorro, las letras bancarias, etc.). La
razón para denominar base monetaria sólo al efectivo y a los depósitos bancarios en el banco
central es el sistema fiduciario. Así, el efectivo que se encuentra en las cajas fuertes de los
bancos y los depósitos se utilizan como reservas que respaldan los depósitos bancarios de los
individuos y de las empresas, además de como una referencia para el dinero que los bancos
pueden poner a disposición de sus clientes. De esta forma, el efectivo más los depósitos de los
bancos proporcionan la base para la oferta total de dinero, por lo que podemos establecer que,
mientras mayor sea la base monetaria, mayor será la oferta de dinero.

La base monetaria es la principal vía por la cual el banco central decide la oferta monetaria
debido a que, de esta manera, regula la oferta de dinero. Esto puede hacerlo principalmente de
tres formas:

• Operaciones de mercado abierto. Compra y venta de activos al público


• La tasa de descuento. Préstamos a los bancos que varían los intereses para regularlos
• El coeficiente de reservas requeridas. Porcentaje de los depósitos que los bancos deben
mantener como reserva

El costo del dinero tiene su expresión directa en la tasa de interés, que es el porcentaje al que
está invertido un capital en una unidad de tiempo. Esto determina la demanda de dinero y
dependerá mucho de la política monetaria que aplique el banco central, el cual determinará el
nivel de la tasa de interés según sus objetivos. Aunque cabe señalar que hablar sobre de la tasa
de interés es una sobre simplificación, ya que siempre existe todo un conjunto de tasas de interés
diferentes. Cada una se asocia con una forma particular de préstamo: bancarios, cuentas de
sociedades constructoras, deuda gubernamental de corto plazo, deuda gubernamental de largo
plazo, bonos industriales, etc. Sin embargo, las tasas de interés tienden a subir y bajar juntas y
su movimiento refleja las condiciones generales del mercado financiero.

El costo del dinero dependerá de si se sigue una política monetaria expansiva o una restrictiva y
se relaciona directamente con los objetivos que se tengan en cuanto a la inflación que es la
principal preocupación de la banca central.

Política monetaria expansiva. Se da cuando el banco central encuentra las condiciones para
incrementar la oferta de dinero y la puede llevar a cabo mediante diversas acciones; por ejemplo,
participando en una operación de compra de títulos en el mercado de dinero o de capitales,
reduciendo los coeficientes de reserva obligatoria o concediendo créditos a los bancos
comerciales para ampliar su capacidad financiera. Estas acciones determinarán que la cantidad
de dinero amplíe la oferta de dinero. Esto bajará la tasa de interés, lo cual acelerará las compras
para inversiones físicas y productivas. Esta situación prevé un incremento de la demanda
agregada, la producción, el empleo, el consumo de las familias y el nivel de ingreso público. En
este proceso, la tasa de interés transmite el impacto recibido desde el mercado de dinero y lo
proyecta sobre el mercado de bienes hacia otras variables, como la inversión, el nivel de ingreso,
consumo, ahorro, etcétera.

Política monetaria restrictiva. Las autoridades monetarias indirectamente elevan el costo del
dinero y el crédito y disminuyen la liquidez del sistema para reducir o suavizar el alza del nivel
de precios. Para llevar a cabo esto, los responsables de la política monetaria venden títulos o
documentos públicos, aumentan los coeficientes legales de reserva de los bancos comerciales
o adoptan una política de restricción de los créditos y financiamientos de los bancos. Estas
acciones reducen significativamente la liquidez del sistema bancario y elevan la tasa de interés
del mercado, lo cual causa que la cantidad de dinero sea escaso y caro. En este contexto, la
demanda de créditos y de inversión productiva descenderá, así como el PIB, el empleo y el
consumo.

Comercio exterior

Los economistas miden las transacciones internacionales con las cuentas de la balanza de
pagos. Se trata de un documento que registra las operaciones de compra y venta por concepto
de importaciones y exportaciones de mercancías o bienes, servicios, transferencias, así como
movimientos de capital, generalmente en un periodo de un año que tiene un país con el resto del
mundo.

Los bienes y servicios que un país produce dentro de su territorio y que coloca en otros países
se denominan exportaciones. Las importaciones son mercancías o servicios que producen otras
compañías fuera del país, pero que se demandan y consumen dentro de nuestra nación.

El valor o el monto de las exportaciones están en función del ingreso del resto del mundo o del
sector externo, así como del tipo de cambio. Si se observa un crecimiento o una expansión de la
economía mundial, o si el tipo de cambio aumenta, el valor de las exportaciones aumentará.

En el caso de las importaciones, éstas están en función de la capacidad productiva de cada país.
Por lo tanto, dependen de la demanda interna y del nivel de ingreso de la economía. Si un país
genera bienes y servicios relativamente caros en relación con los que se encuentran en los
mercados internacionales, entonces se justifican las compras de bienes y servicios en otros
países; en consecuencia, aumentarán las importaciones. Este fenómeno es contrario cuando se
tiene una devaluación porque encarece y reduce el monto de las importaciones.

El intercambio a nivel internacional se justifica entre otras razones por las ventajas comparativas.
Esta teoría supone que las diferencias relativas de costos tienen su origen en las diferentes
dotaciones de recursos o factores económicos con que cuenta un país; por lo tanto, podrá
especializarse y exportar mercancías cuyos costos comparativos sean menores a los que tengan
otros países.

Otra de las hipótesis que configuran el intercambio comercial es la brecha tecnológica entre las
naciones, ya que marca las diferencias en las capacidades productivas, la tendencia del
comercio, el volumen y el nivel de los precios con que se compra y se vende.

El comercio internacional guiado por las ventajas comparativas potenciales puede conducir a un
país con atraso económico relativo a niveles de producción y de consumo más elevados. Es
decir, un país puede tener beneficios con el comercio internacional si orienta su especialización
productiva y, por tanto, su actividad exportadora, debido a las ventajas comparativas potenciales.

Con el incremento de la competencia a nivel internacional, el comercio exterior constituye la


fuente de divisas más importante de un país, pues mejora la posición a nivel internacional,
diversifica su economía e incrementa los índices de bienestar. La estrategia de desarrollo
económico de los países debe sustentarse en la especialización productiva y aprovechar
eficientemente las ventajas comparativas. Así, ampliará su capacidad productiva, de manera que
cubra las necesidades internas en primera instancia y con esto cree un mayor número de
empleos.
Los resultados derivados del intercambio internacional son un elemento clave que los gobiernos,
las unidades productivas, las familias y, en general, cualquier estudioso no deben dejar pasar. Si
el monto de las exportaciones supera al de las importaciones, incurrimos en un superávit; y, si
el valor de las importaciones es más alto que el de las exportaciones, entonces tenemos un
déficit. Una economía está en equilibrio cuando las exportaciones son iguales a las
importaciones. El desequilibrio en la balanza comercial o en la balanza de pagos en cuenta
corriente que muestra las importaciones y exportaciones de mercancías y servicios (incluyendo
las transferencias) necesariamente tendrá que financiarse con créditos o inversiones de largo
plazo. Decisión que habrá de considerarse por los pagos al servicio de la deuda o las utilidades.

Inversión

Entre los factores determinantes que contribuyen al crecimiento de la economía tenemos el gasto
de inversión. Ésta se conoce como los desembolsos en compra de bienes de capital y de todos
aquellos insumos o factores que una empresa requiere para su operación. La inversión supone
la decisión de los inversionistas de realizar una serie de gastos para la producción de bienes y
servicios con el objetivo de obtener una rentabilidad.

Existen una serie de elementos que inciden en el comportamiento de la inversión; pero, en


términos generales, tenemos las siguientes:

El beneficio esperado. Las erogaciones por concepto de compra de factores e insumos y la


combinación de estos en el proceso productivo señalan que en el corto plazo deberá de
obtenerse una rentabilidad. Si la tasa de retorno es relativamente más alta, en consecuencia,
habrá un aumento de la inversión; si la tasa es menor, habrá un descenso de estos gastos. Todo
esto de acuerdo con el comportamiento del ingreso que tenga la economía y la demanda efectiva
de los consumidores.

La tasa de interés. Existe una relación inversamente proporcional entre los gastos de inversión
y los cambios en la tasa de interés. Si los rendimientos de los instrumentos financieros son más
altos, las inversiones físicas serán relativamente más bajas. En estos casos, los dueños del
dinero preferirán correr menos riesgos colocando sus recursos en instrumentos financieros y no
arriesgarse en actividades productivas.

El nivel de gasto público. El gasto de capital constituido por las inversiones físicas e
inversiones financieras del gobierno es un promotor y un fuerte estímulo para la asignación de
capitales privados en proyectos de inversión. Las políticas públicas en obras de infraestructura
incentivan la contratación de grandes corporaciones que generan empleos directos e indirectos
necesarios para el crecimiento del PIB. El gasto del gobierno es un componente fundamental de
la demanda agregada, sus variaciones expanden o contraen la actividad económica.

El régimen político. Los capitales nacionales y extranjeros requieren estabilidad, seguridad,


certidumbre jurídica y política, es decir, los inversionistas requieren un marco legal, social y de
derechos que garantice la confianza de sus inversiones. Los flujos de capital serán más altos o
se reinvertirán independientemente de los cambios de régimen o transformaciones de carácter
social en la estructura económica, lo que garantiza la seguridad y certeza jurídica.

El tamaño y poder de compra del mercado. Todos los proyectos de inversión,


independientemente del giro, tienen como objetivo la utilidad. De allí viene el interés de consolidar
su ubicación en zonas cercanas que le permitan abastecerse de insumos con los mejores precios
y contar con infraestructura, servicios y vías de comunicación de calidad. Esto, a su vez, garantiza
un alto nivel de consumo de los bienes y servicios que generen.

No debemos olvidar que la inversión depende en gran medida del ahorro y que a su vez éste es
la parte del ingreso que no se consume, por lo que, en este sentido, es muy importante la política
de ingresos que siga el gobierno para incentivar el ahorro y por lo tanto la inversión

*
Referencias

Documentales

Dornbusch, R., Fischer, S. y Startz, R. (2004). Macroeconomía. McGraw Hill Interamericana.

Larraín, F. y Sachs, J. D. (2007). Macroeconomía en la economía global. Pearson.

Samuelson, P. A., Nordhaus, W . Dieck, L. y Salazar, J. J. (2005). Macroeconomía. McGraw


Hill Interamericana.

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