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El poema “Un día habrá una isla’’ pertenece al escritor canario, Pedro García Cabrera
(1905, Vallehermoso, La Gomera - 1981, Santa Cruz de Tenerife). Realizó la mayor parte de
sus estudios en La Laguna. De hecho, sus primeros poemas se dan a conocer en dos revistas
tinerfeñas: Gaceta de Tenerife y Hespérides. En abril de 1931 se presentó a las elecciones en
las listas de coalición republicana - socialista, convirtiéndose en uno de los portavoces del
partido socialista en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y en el Cabildo Insular de
Tenerife, además de dirigir la publicación, El Socialista. Su gestión como concejal se
caracterizó por la reivindicación de políticas sociales, como la construcción de casas baratas
para obreros o la mejora de la educación. Por estas ideas socialistas y por pertenecer al bando
republicano, entre 1934 y 1946 sufrió el exilio, fue deportado, arrestado y encerrado en
diferentes cárceles y vivir algunos periodos en campos de concentración (La Isleta y Villa
Cisneros), hasta que, herido de guerra, fue nuevamente hecho prisionero y condenado a
treinta años de prisión en Fyffes, de la que saldrán 1946 para cumplir su condena en libertad
vigilada. Sus últimos poemas los escribe en Suecia, a donde se traslada cuando le
diagnostican un cáncer. Sus Obras completas se editan póstumamente, en 1987, y en 1997 le
fue concedida la Medalla de Oro por el Gobierno de Canarias.
La primera parte de la obra poética de Pedro García Cabrera (hasta 1936) pertenece a
esta etapa de creación vanguardista; la segunda, se inserta en la corriente del realismo social.
Su clasificación, sin embargo, se realiza en cuatro etapas:
a) Lirismo vanguardista: predomina el interés por la imagen y la metáfora vanguardista.
Sus poemarios eligen como escenarios la realidad geográfica insular. Destacan
Líquenes (1928), Transparencias fugadas (1933) y La rodilla en el agua (1935).
b) Influencia surrealista: el automatismo, las imágenes oníricas y el azar transforman
profundamente su lenguaje. A este momento pertenece Dársena con despertadores
(escrito en julio de 1936, en los días previos a su detención por la guardia civil) y
Senos de tinta, un libro escrito en prosa que quedó inconcluso.
c) Guerra y encarcelamiento: esta etapa abarca desde los poemarios escrito durante la
contienda militar (Entre la guerra y tú), hasta aquellos de los años cuarenta que
escribió durante su encarcelamiento en el Sáhara y Granada (Romancero cautivo, La
arena y la intimidad y Hombros de ausencia, entre otros).
d) Realismo social: el escritor rehumaniza ahora su voz poética y su escritura asume el
compromiso social. Algunos de sus libros más señalados son La esperanza me
mantiene, Entre cuatro paredes, Las islas en que vivo (al que pertenece el poema que
comentamos este examen) o Hacia la libertad.
El poema que comentamos pertenece a Las islas en que vivo, publicado en 1971. Los
temas de este libro coinciden con las preocupaciones propias de la época: la escritura se
centra en la solidaridad con los demás y mostrar la verdadera realidad del ser humano del
país. Por ello, Pedro García Cabrera escribió sobre la alienación, el deseo de libertad y de
justicia, temas que afectan más a la colectividad que al individuo. El tema de ‘’Un día habrá
una isla’’ es la necesidad de libertad de expresión frente a la censura y represión, ideas de
enorme vigencia en la actualidad.
Por último, los recursos poéticos son abundantes, por lo que queda justificada la
función poética. En la primera parte, destacamos el encabalgamiento (versos 1-2) y la
personificación (“donde mi libertad dé sus rumores’’, para expresar que la libertad será capaz
de hablar y transmitir su verdad a otros). En la segunda parte, continúan los encabalgamiento
(versos 6-7,8-9,10-11), además de los paralelismos y las anáforas (“aquellos que no’’, para
señalar a todos los que apoyan al poeta en su sueño) y las metáforas (“el corazón y el rumbo
en las tormentas’’, aludiendo a los que siempre se mantuvieron firmes a pesar de las
dificultades, “el tiempo en carne viva“, refiriéndose a quienes fueron torturados). Por último,
señalamos la antítesis (“en qué muero y en que vivo’’, influenciada por la poesía mística),
más encabalgamientos (versos 14-15, 17-18) y el cierre cíclico del poema, con la repetición
del segundo verso al final. También es muy notable la función expresiva en la parte inicial del
poema, porque los tiempos en subjuntivo (“sea, entierren, pisen”) crean las construcciones
desiderativas. Por último, también está presente la función apelativa para cerrar el poema, ya
que García Cabrera se dirige a todos nosotros como sus lectores, cuando escribe: “la alegría
del mar le pido a todos”.