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Historia de Europa Oxford

El siglo XIX
Historia de Europa Oxford Historia de Europa Oxford
(
Editor de la colección: T. C. W. Blanning Editor de la colección: T. C. W. Blanning

PLAN DE LA OBRA:

(
La Grecia clásica (publicado)
Robin Osborne El siglo XIX
Los romanos (pub!. prevista: 2004)
Europa 1789-1914
La alta Edad Media (pub!. prevista: 2002)
(
Rosamond McKitterick
(
El cenit de la Edad Media (pub!. prevista: 2004)
DavidPower Edición de T. C. W. Blanning (

La baja Edad Media (pub!. prevista: 2003)


Malcolm Vale (

El siglo XV1 (pub!. prevista: 2003)


Traducción castellana de
Evan Cameron
Mercedes García Garmilla
El siglo XVII (pub!. prevista: 2002)
Joseph Bergin

El siglo XVIII (publicado)


T. C. W. Blanning (

El siglo XIX (publicado)


T. C. W. Blanning
Europa 1900-1945 (pub!. prevista: 2003)
Julian Jackson

Europa desde 1945 (publicado)


Mary Fulbrook (
(

CRÍTICA
Barcelona
(

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Historia de Europa Oxford Historia de Europa Oxford
Editor de la colección: T. C. W. Blanning Editor de la colección: T. C. W. Blanning
PLAN DE LA OBR,\_;

La Grecia clásica (publicado)


Robin Osborne . El siglo XIX
Los romanos (pub!. prevista: 2004)
Europa 1789-1914
La alta Edad Media (pub!. prevista: 2002)
Rosamond McKitterick
El cenit de la Edad Media (pub!. prevista: 2004)
DavidPower Edición de T. C. W. Blanning
La baja Edad Media (pub!. prevista: 2003)
Malcolm Vale
El siglo XVI (pub!. prevista: 2003)
Traducción castellana de
Evan Cameron
Mercedes García Garmilla
El siglo XVII (pub!. prevista: 2002)
]oseph Bergin
· El siglo·xvm (publicado)
T. C. W. Blanning
El siglo XIX (publicado)
T. C. W. j3lanning
Europa 1900-1945 (pub!. prevista: 2003)
]ulian ]ackson
Europa desde 1945 (publicado)
Mary Fulbrook

CRÍTICA
Barcelona
Prefacio del editor de la colecciór1

Escribir una historia general de Europa es una tarea que presenta muc.hos
problemas, pero lo más dificiL sin duda, es conciliar la profundidad del
wálisis con la amplitud del enfoque. Todavía no ha nacido el historiador
capaz de escribir con la misma autoridad sobre todas las regiones del con-
tinente y sobre todo'S sus variados aspectos. Hasta ahora, se ha tendido a
adoptar una de las dos soluciones sigtiientes: o bien un único investigador
ha intentado realizar la investigación en solitario, ofreciendo una pers-
pectiva decididamente personal del periodo en cuestión, o bien se ha reu-
nido a un equipo de expertos para que redacten lo que, en el fondo, es más
bien una antología. La primera opción brinda una perspectiva coherente,
pero su Cobertura resulta desigual; en el segundo' caso, se sacrifica la uni-
dad en nombre de la especialización. Esta nueva serie parte de la convic-
ción de que es este segundo camino el que presenta menos inconvenientes
y que, además, sus defectos pueden ser contrarrestados, cuando menos en
gran parte, mediante una estrecha cooperación entre los diversos colabo-
radores, así como la supervisión y encauzamiento del director del volu-
men. De esta forma, todos los colaboradores de cada uno de los volúmenes
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copy- han leído el resto de capítulos, han analizado conjuntamente los posibles (
right, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra solapamientos u omisiones y han reescrito de nuevo sus aportaciones) en
por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento infor- (
un ejercicio verdaderamente colectivo. Para reforzar aún más la coheren-
mático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.
cia general, el editor de cada volumen ha escrito una introducción y una (
Fotocomposición: Pacmer, S. A. conclusión, entrelazando los diferentes hilos para formar una sola trenza.
En este ejercicio, la brevedad de todos los volúmenes ha representado una
© Oxford University Press 2000
ventaja: la necesaria.concisión ha obligado a centrarse en las cuestiones
The Nineteenth Century was originally published in English in 2000.
This translation is published by arra~gement with Oxford University Press. más relevantes de cada periodo. No se ha hecho el esfuerzo, por tanto, de
El siglo XIX se publicó originalmente e,-n. inglés en 2000. Esta traducción se publica cubrir
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todos
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los ángulos
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por acuerdo con Oxford Unive-rsity h~ss, 1ses; lo que s1. les ofrec.~mos en este volumen es un cammo para adentrar-
© 2002 de la traducción castellana p.µá España y América:
EDITORIAL CRITICA, S. L. ,,... se, con brevedad, pi>r<> con rigor y profundidad, en los diferentes period~s
Provenc;.a, 260 de la historia de Eutopa y sus aspectos más esenc.iales.
08008 Barcelona
e-mail: edi;orial@ed-critica.es T. C. W. Blanning
http://www.ed-cdtica.es
ISBN: 84-8432-341-2
Depósito legal: B. 19.725~2002 Sidney Sussex College. (
Impreso en España Cambridge ·
2002. ~ A & M Grafic, S. L., Santa Perpetua de Mogoda (Barcelona)
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l ntroducción:
el final del Antiguo
Régimen
T. C. W. Blanning

Durante el siglo diecinueve Europa cambió más rápida y radicalmente


que durante cualquier período anterior. Quizá lo más fundamental fue que
su población creció hasta más del doble, pasando de 205 millones de ha-
bitantes en 1800 a 414 millones en 1900, sin contar los 38 millones que
emigraron a otras partes del mundo a lo largo de este siglo~ La economía
creció aún más rápidamente, ya que el Producto Nacional Bruto (PNB
-es decir, el rendimiento económico total para todos los europeos) au-
mentó en un 120 por 100 entre 1830 y 1913-. Pero, para la gente de la
época,, la revolución en las comunicaciones resultaba realmente n1ás visi-
ble que las tasas de crecimiento anual aparentemente modestas que ex-
presan estas frías cifras. En !800 los ricos viajaban en carruajes tirados
por caballos, mientras que los pobres iban a pie; en 1900 losrico~ viaja-
ban en ferrocarril en primE:ra clase o en sus propios automóviles, mien-
tras que los pobres utilizaban el ferrocarril en tercera clase o ,se desplaza-
ban en ómnibus, tranvía o metro. La primera línea del metro d~ París se
abrió en 1900 y transportó 15 millones de pasajeros durante su primer
año de funcionamiento (un número que se había multiplicado por.yein-
te en 1909). El 17 de diciembre de 1903, el primer vuelo en un ávión a
motor abrió el camino hacia una aceleración aún 1nás revolucionaria de
la velocidad en los viajes. Durante gran parte del siglo los mensajes viajas
ron sin tocar el suelo, gracias al invento del telégrafo en la década de
1830 y-al del teléfono durante la década de 1870, La palabra escrita, más
ligada a la superficie terrestre, también se difundió de forma más rápi-
10 EL SIGLO X.IX INTRODt:Ccró1~: EL FINAL DEL ANTIGUO RÉGIMEN i..l

da y a n1ayores distand2,s cuando la mecarázaci6n de hs im.prentas y de r.iguas potencias coloniales con10 Gran Bretaifa., Ru.sia) Portugal, Países Ba-
las n1áquinas de fabricar papel pusieron el coste unitario de los periódi- jos y Francia se unieron en la ccnquista del mundo otros recién llegado.~·\
cos al alcance de los bobillos de la clase obrera. Esto se vio acompañado y tales con10 Bélgica y Alemania. A finales del siglo, con10 nos explica
fomentado por la práctica desaparición del analfabetismo de los países si- Hopkins·, a la exploración había seguido la partición, y a la partición la
tuados al oeste, norte y centro de Europa. Esta transforn1adón no quedó ocupación. Se puede poner en duda si las poblaciones nativas, en su papel
1in1itada al continente europeo. Las potencias imperiales, ccn Gran Bre- de destinatarias finales, valoraron como una compensación adecuada el
taña a la cabeza, sojuzgaron grandes zonas del mundo, hasta tal punto cristianismo que los europeos tan1bién les aportaron. Esta expansión no
que-co1;10 nos dice Tony Hopkins en el capítulo 6-incluso los pingüi- se limitó tampoco a una adquisición territorial: las potencias europeas
nos de la'Antártída tuvieron que reconocer su dominio. No es de extrañar utilizaron su fuerza para convertir estados que eran nominalmente inde-
que el poeta francés Charles Péguy escribiera en 1914 que el mundo ha- pendientes en se1nicolonias, iniponiéndoles tratados com.erciales unilate-
bía cambiado más desde que él empezó a ir a la escuela en la década de rales. Los <<imperios invisibles» establecidos en Oriente Medio, China y
1880 que durante los dos milenios anteriores. .América del Sur podían ser tan explotadores como las otras versiones más
Todos estos cambios, y otros muchos n1ás, se describen y analizan en formales. Sólo los Estados Unidos de América y Japón demostraron que
los capítulos siguientes, así como las fuerzas que contribuyeron a crear habían aprendido del ejemplo europeo, los primeros al crear en un princi-
una estabilidad menos llamativa 'pero igualmente im.portante. D(;: hecho, pio un imperio interior a expensas del imperio ·español y de su propia po-
podría haber motivos para elegir vivir en el siglo diecinueve con prefe- blación aborigen, al que luego añadieron un imperio de ultramar en el
rencia sobre cualquier otra época, aunque sólo sea por lo relativan1ente Pacífico y en el Caribe, y el segundo al colonizar Corea y algunas zonas de
pacífico que fue. Encajado entre dos luchas históricas mundiales por la China. La aplastante derrota que infligieron los japoneses a los rusos en la
hegemonía -francesa y alemana respectivamente-, las únicas guerras guerra de 1904-1905 demostró que el equilibrio de poder eutre Europa y
importantes durante los noventa y nueve años que transcurrieron entre el resto del mundo estaba cambiando.
Waterloo y Sarajevo fueron los breves y encarnizados conflictos que con- Es significativo el hecho de que fuera la derrota en esta guerra la que
dujeron a la unificación de Italia y a la de Alemania. En proporción a las ci- prendió la 1necha de la primera gran crisis del régimen zarista, que se tra- í
fras de población, el número de hombres que murió en combate fue siete dujo en la revolución de 1905. Se puede decir que la guerra ruso-japone-
veces inferior al que 1nürió en las misma condiciones durante el siglo an- sa fue asimismo el primer movimiento de guijarros que anunciaba el gran
terior. l:lsta es la razón por la que Paul Schroeder anuncia provocativa- corrimiento de tierras de 1914. Dado que fue también la derrota bélica a
mente al principio del capítulo 5 que se va a centrar en explicar la paz. Los manos de los prusianos y de sus aliados alemanes Jo que puso fin al im-
europeos del siglo diecinueve resultaron ser los beneficiarios de un inten- perio de Napoleón III en 1870, es fácil valorar la importancia de la paz in-
so proceso de aprendizaje impuesto a las grandes potencias por Napoleón ternacional para mantener la estabilidad interior. Dicha paz contribuía
después de 1805. El tratamiento que éste dio a las potencias vencidas fue también a preservar el prestigio vinculado a un territorio y el poder de que
tan brutal y de tal rapacidad que hasta los más torpes tuvieron que recono- disfrutaban ·sus prqpietados. Si bien los «oscuros molinos satánicos» de
cer la necesidad imperiosa de encontrar una nueva base pará las relacio- Blake parecen dar una imagen más adecuada de la sociedad decimonóni-
nes internacionales.,.En esencia, la política internacional del siglo dieciocho, ca que el Carro-del heno de Constable. hemos de recordar que la mayoría
basarla en la compétíción y el conflicto engendrados por la obsesión de de los eu.top.eos continuaron ganándose la vida con la agricultura durante
mantener un e<J.uilibrio de poderes, fue sustituida por un siste·ma basado todo el siglo. En 1900 se dedicaban a esta actividad entre un cuarto y un
en el concierto y el equilibrio político. tercio de los ho]¡mdeses, belgas y suizos; entre un tercio y la mitad de los
Menos afortunados·fúeiOn los no europeos, a los cuales no se aplicaba alenlanes, IOs.fra.'nceses, los irlandeses y los escandinavos; y entre la mitad
este código de conducta niás civilizado. De hecho, se puede decir que los y los dos terci.o; de los italianos, los españoles y los austro-húngaros. En " (

recursos y la energía que los _ europeos ahorraron gracias a la paz en sus el caso de Rusia, el país con mayor extensión, las cifras ascendían al ochen-
respectivos países, fueron ·desviados a la expansión en ultramar. A las an- ta por ioo. Además, las medidas políticas tardaron mucho tiempo en po:
12 EL SIGLO XIX INTRODÚCCIÓN: EL FINAL DEL ANTIGUO RÉGIMEN 13

nerse al nivel de la econon1ía, ya que los terratenientes continuaron ejer- dad a la demoledora experiencia de la Revolución Francesa y Napoleón,
ciendo una influencia totalmente desproporcionada con respecto a su fueron más austeras, más competentes, más misioneras, menos aristocrá-
contribución económica. Incluso en Gran Bretaña, «el taller del mundo», ticas en su composición social, más populistas y -en el caso de la Iglesia
las deferencias para con los terratenientes hacían que, incluso en una épo- Católica- más ultramontanas. Estaban mejor equipadas en todo lo que era
ca tan avanzada corno la década de 1880, hubiera aún 170 miembros del necesario para tratar con un mundo polarizado en el que tanto las creencias
Parlamento que eran hijos de. pares o baronets. Los terratenientes se ha- como la incredulidad se propagaban con una estridencia cada vez mayor.
blan ayudado a sí mismos fundando partidos políticos y grupos de presión Si el siglo diecinueve fue el siglo de la ciencia popular en el que Darwin y
para proteger y fomentar sus propios intereses, demostrando ser exacta- Nietzsche proclamaron la muerte de Dios, fue también el siglo del resurgi-
mente igi'ial de expertos que sus rivales del comercio o de la industria a la miento de la vida monástica, de la piedad victoriana, de Santa Bernadette
hora de aprovechar las oportunidades que les brindaba el desarrollo de .de Lourdes, y del Concilio Vaticano que proclamó la infalibilidad papal.
los nuevos medioS de comunicación. Paz, tierra y fe fueron las rocas en las que se asentó el viejo orden, pero
Paradójicamente, el poder tenaz del campo quedó también demostra- no hay roca tan dura que no llegue a erosionarse. Como eA"Plica Jafiles .
do por su Potencial para ocasionar conflictos. Aunque en aquella época se Sheehan en el capítulo 4, aunque la religión fue. realrneni~ un factorfun-
temía especialmente a las ciudades y a sus «peligrosas clases sociales», fue - damental en las cuestiones relativas a este siglo, dejó de ser un hecho acep-
en el campo donde se dieron los mayores brotes de violencia. Las institu- . tado dentro de la vida cultural: se había convertido en un problema. Si las
ciones sociaÍes y culturales asimilaron relativamente rápido a los pobres iglesias se habían vuelto menos confiadas y más reivindicativas, lo mismo
urbanos, pero los campesinos resultaban mucho más difíciles de contro- les sucedía a los que rechazaban radicalmente su autoridad. Incluso --o
lar. Por ejemplo, aunque en París, Viena, Milán o Berlín se produjeron quizá especialmente- algunos países hasta entonces considerados de
acontecimielltos que monopolizaron la atención eÍ1 1848, las revolucio- Una ortodoxiél mo'nolítica, como España o Rusia, experimentqron un rá-
nes de aquel año fueron también rurales, y donde se decidió su resultado pido aumento del anticlericalismo·militante y de una despreocupada in-
fue precisamente en el campo. Ali! donde la violencia política y social per- diferencia. ~os cristianos podían vivir con las proyocaciOn~s de tábahos
sistió y se convirtió en endémica --en Irlanda, España, el sur de Italia, intelectuales corno Voltaire (incluso se necesitaban mutuamente), pero
Hungría y Rusia- esto se debió en gran medida a que la «cuestión agra- los desafíos planteados por Comte, Marx, Darwin, Huxley o Nietzsche
ria,; no se pudo resolver. Púe en Rusia donde existía la máxima dificultad eran de un calibre diferente. Cuando las grandes ciudades crecieron, las ca:. ·
para encontrar una solución y fue allí donde las consecuencias de este fra- municaciones se expandieron, y las oportunidades para las actividades se-
caso iban a ser más explosivas y de mayor alcance. «Paz y tierra» se con- culares de esparcimiento proliferaron, las iglesias no pudieron avanzar lo
vertiría en el lema de 1917; de ahí el sabio veredicto de Richard Pipes suficientemente rápido, ni siquiera para mantenerse en ~as mismas posi-
cuando dijo que la Revolución Rusa fue en primer lugar y a~te todo «un ciones. Su impresionante capacidad para la organización política y lamo-
motín de soldados campesinos». vilización popular no logró disfrazar su movimiento relativo hacia posi-
Aunque el «largo. siglo diecinüeve» terminó ell la conflagración de la ciones marginales. En las última$ elecciones generales que tuvieron lugar
Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa, en su mayor parte estuvo ca- en Alemania antes de 1914, el Partido Católico de Centro consiguió unos
racterizado por la paz internacional y el predo1ninio ininterrumpido de resultados honrosos al ganar 91 escaños, pero quedó eclipsado por el
los intereses de los terratenientes. El equivalente cultural de esta constan- triunfo de los socialdemócratas, que lograron 112 escaños y el 35 por 100
cia fue la vitalidad de la religión y de las iglesias. En su capítulo sobre del voto popular. Los propios cristianos eran claramente conscientes de
«religión y cultura» en el volumen de esta colección dedicado al siglo que el suelo se ID:OVÍa bajo de sus pies, un sentimiento que Matthew Arnold
dieciocho, Derek Beales termina afirmando: «El siglo diecinueve en Euro- captó con especial elocuencia en su melancólico poema Dover Beach, cí-
pa,.tal1to éri los países católicos con10 en los protestantes, sería una c(Era de tado por Sheehan en su capítulo.
resurgimiento religioso'~>> Es un tema que se aborda repetidamente tam- Así pues, aunque es posible, o incluso probable, que fuera mayor el nú-
bién en el presente volumen. Las iglesias que emergieron con posteriori- mero de personas que rendían culto a un Dios cristiano con más com-
14 EL SIGLO XIX INTRO-OÚCCió'N: EL FINAL D:'.L ANTIGUO RÉGIMEN 15

prensión. e intensidad q'.!e en cualquier otra época de la historia de Euro- den1ostraron que no se podía ignorar la lección política fundamental de la
pa, la percepción de los contemporáneos sugería que la era de !a fe estaba Revolución Francesa -que ningún régimen se podía considerar legítin:o
dejando paso a la era de! dinero. El mismo cambio de perspectiva subya- si no asumía la participación popu.!ar-. Ta1npoco las insurrecciones que
ce a la emergencia de la «cuestión social», que iba a suscitar un debate aparentemente terminaron en derrota, co1no las de Italia y Alemania en
igualmente intenso. Como escribe Colín Heywood en el capítulo 2, el si- 1848, dejaron de producir un cierto impacto, dado que establecieron unas
glo diecinueve fue, aunque tímidamente, una época de mejoras, pero no señales indicadoras que estadistas como Cavour y Bismarck finalmente si-
es menos cierto que estm'o todo él marcado por la difícil situación de [os guieron. Incluso un Estado como era el Reino Unido, que tenía tanto éxi-
pobres. L;;s•éríticas de Proudhon, Marx o Chernyshevksy, las novelas de to con su política conservadora, se vio obligado a realizar cambios impor-
Dickens, Balzac o Freytag, los poemas de Hood, Hugo o Heine, las pintu- tantes entre 1829 y 1832, así como también posteriormente a intervalos
ras de Courbet, Millet o Leibl, incluso el monumental Anillo de los Nibe- regulares. Sólo los imperios rüso y oto111ano permanecieron fieles a la au-
lu,igos de Richard Wagner (citado por Nial! Perguson en el capítulo 3 ), cada tocracia, con unas consecuencias que ya entonces eran predecibles. Como
uno a su m!inera, dan todos ellos testimonio de este problema. A pesar de indica Robert Tornbs en el capítulo 1, aunque tomaran caminos diferentes
que los profetas de la fusión de las clases sociales demostraron estar equi- y se movieran a distintas velocidades, los europeos del siglo diecinueve pa-
vocados (excepto en Rusia), a pesar de que el capitalismo demostró. ser 1 recían viajar todos hacia el mismo destino: el constitucionalismo liberal.
capaz de aumentar los ingresos de todas las clases sociales, fue la percep- Su progreso se vio acelerado por la necesidad de adaptarse a los cambios
ción de la pobreza creciente y de las cada vez más marcadas desigualdades sociales y económicos> especialmente~ la expansión demográfica, urbana
1 e industrial. Como sostiene Niall Ferguson, el siglo diecinueve fue «un
la que dio fuerza a la ofensiva dirigida a conseguir un cambio social radi-
cal. Impulsados por la opinión pública, alentados por las organizaciones 1 período decisiyo en la historia económica europea». No se trató de una
de los trabajadores e intimidados por el malestar social, los gobiernos se revelación repentina, pues realmente la mayoría de las innovaciones tec-
sintieron obligados a responder. Las leyes para mejorar las condiciones 1 nológicas databan del siglo anterior e incluso en Gran Bretaña el progre-
. laborales, para permitir la negociación colectiva, para proveer la seguri- 1 so fue lo suficientemente gradual e irregular como para suscitar dudas COn
dad social, para establecer instalaciones recreativas, y todo un despliegue respecto al concepto mismo de «revolución industrial». Pero la i:endencia
de djferentes medidas, condujeron a un cambio fundamental en los pode- 1 a la larga estaba clara y el cambio acumulativo era inequívoco; hacia 1900,
res sociales, que en la mayoría de los países contribuyó a evitar un Arma- hasta el más intransigente y obtuso de los señores podía ver que en el equi- (
gedón socialista.
1
¡ librio económico de Europa se había producido un cambio general, por
Medidas similares de protección y recorte de los derechos preferentes l muy deplorable que esto le pudiera parecer. Hay un dato estadístico
citado por Colin Heywood que resulta especialmente elocuente: de los
transformaron también el perfil de la política europea. Como consecuen-
. cia de las Guerras Napoleónicas, cualquier cosa que pareciera relacionada
con la Revolución Francesa se consideraba sospechosa. Especialmente des-
pués de la conferencia celebrada en Karlsbad en 1819, los políticos que te-
l
j
cien millonarios que murieron en Gran Bretaña entre 1900 y 1914, seten- (
ta y dos tenían su fortuna basada en los negocios. Junto con la revolución
de las comunicaciones mencionada anteriormente, el colosal incre- · (
¡

nían poder decisorio en el continente, encabezados por, el canciller austría- n1ento de la productividad tuvo como consecuencia una expansión pro- (
co príncipe de Metternich, resistieron firmemente frente a las tentativas de porcionada del aparato estatal. Aunque durante la mayor parte del siglo
extender la participación política fuera de las elites tradicionales. Como las teorías económicas más famosas propugnaban el libre comercio en el
explica Paul Schroeder en el capítulo 5, se debe establecer una clara distin- exterior y el laíssez-faire en el interior, la industrialización llegó acompa-
ción entre el «sistema de Viena», que logró su Objetivo de mantener la paz ñada de la burocratización. Los datos estadísticos más impactantes que se
en el exterior, y el <<sisten~.a de Metternich», que no consiguió alcanzar su pueden encontrar en este libro son quizá los que nos dicen que durante el
objetivo de preservar el státu quo en el interior. El logro de la independen- . último tercio del siglo diecinueve el número de funcionarios civiles guber-
cia por parte de los griegos en la década de 1820 y por parte de los belgas namentales aumentó de 224.000 a 304.000 en Francia, de 99.000 a 395.000
en 1830, junto con el éxito de las revoluciones. de 1830 y 1848 en Francia, en Gran Bretaña, y de 204.000 a 405.000 en Alemania.
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L . .(
16 EL SIGLO xrx rNTRoDUCc1ók: EL FINAL DEL ANT!Guo RÉGrMEN 17

Éste no era el único ámbito en el que Prusia, y la AJemania que creó, tanda, ya que todavía quedaba mucho n1undo para repartir. De hecho, el
llegaban a las cotas más altas. Cada uno a su manera, los seis autores del imperialismo sirvió de válvula de· seguridad para las potencias europeas
presente ensayo indican que el siglo diecinueve se podría llamar <{el siglo hasta la década de 1890. Pero entonces, como afirma Paul Scbroeder, re-
alemán» por lo que respecta al continente europeo, del mismo modo que sultó inoportuna: porque la intensidad de la pugn~ crecía en proporción
fue «el siglo británico» en ultramar. En 1800, la Europa germanoparlante, inversa a la cantidad de territorio que quedaba sin ocupar; porque los go-
dividida en los numerosos Estados del Sacro Imperio Romano, podía biernos optaban cada vez más a menudo por la confrontación, en lugar de
ciertamente presumir de tener una cultura extraordinariamente rica, so- por compartir el poder;" porque cualquier actividad de otra potencia en
bre todo en lo relativo a n1úsica, literatura y filosofía, pero en cualquier algún territorio que hasta entonces estuviera sin reclamar se consideraba
otro aspeéto quedaba eclipsada por sus vecinos occidentales. En 1900 era como una amenaza; y porque la necesidad de J?racticar una política mun-
también el Estado más poderoso del continente y desafiaba a Gran Breta- dial (Weltpolitik) llegó a dominar el pensamiento político en lo relativo a
ña en el liderazgo económico. Especialmente en las nuevas industrias de política internacionál.
alta tecnología, como la industrta química, la farmacéut_ica, la óptica y la Alemania estaba destinada.ª competir en el escenario mundial -y es-
electrónica, los alemanes demos~raron ser mucho más hábiles a 18. hora de taba igualmente destinada a fracasar-. Esto preparó el marco para la ero-
explotar en el 1nercado los descubrimientos científicos. Además, un nú- sión final t;iel sistema de Viena y sus versiones posteriores, que habían ser-
mero cada vez mayor de estos descubrimientos procedía: de sus propios vido a Europa tan bien y durante tanto tie\Upo. Cuando las grandes
laboratorios de investigación, que proporcionaban el apoyo institucional potencias dejaron de buscar un equilibrio en Europa, para dedicarse a la
necesario·para descubrir y mantener la inventiva individual. Los benefi- política imperialista a nivel mundial, las alianzas se endurecieron, los
cios de esta situación sobrevivieron durante mucho tiempo al régimen que acuerdos se hic,ieron más difíciles y los incidentes de poca importancia
los propició: entre 1900 y 1930 veintiséis científicos alemanes ganaron el empezaron a ser más peligrosos. Aunque los alemanes ciertamente con-
premio Nobel, más de la cuarta parte del total de premios otorgados. Pero tribuyeron a desencadenar esta espiral descendente, su contraproducente
su supremacía no estaba limitáda a la «ciencia pura». En el campo econó- ruido de sables--como en la Primera Crisis Marroquí de 1906 o en la Se-
micamente improd.uctivo -pero no carente de ilnportancia-, de la his- gnnda Crisis Marroquí (o «incidente de Agadirn) de 1911- sólo fue un
toria fueron los al~manes los que con sus nuevos seminarios de investiga- ~.specto sintomático de un cambio general en el comportamiento inter-
cióri marcaron el camino a seguir. nacional. Fiel a su promesa de concentrarse en la ·paz más que en la gue-
Poderosos, prósperos y cultos, los alemanes de 1900 tenían plenamen- rra, Paul Schroeder demuestra que la pregunta que ha de plantearse no es
te justificado el hecho de sentirse satisfechos de sí mismos. Sin embargo, «¡qué causó la guerra en 1914?», sino. «¡qué fue lo que había evitado la
en un aspecto importante carecían de autoestima, ya que la combinación guerra hasta 1914, y no.pudo seguir evitándola?». A lo largo del siglo die-
de nna geografia desfavorable y el retraso en formar una nación resultó cinueve,-la paz se había mantenido gracias a una cultura política compar-
ser un handicap insuperable para quien llegó tan tarde a la pugna por las tida qlle se basaba en garantías y limitaciones mutuas. Pero cuando s~
colonias de ultramar. En cuanto a calidad. y extensión, las posesiones ale- abandonó esta cultura política para seguir una táctica política mtindial,
manas sólo llegaban al nivel de los imperios de tercera clase, tales como entonces volvió la amenaza de una guerra generalizada> que no se había
Portugal y Bélgica. No sorprende que esta diferencia alarmara y, en la mis- visto en Europa desde 1815.
ma medida, hiriera el amor propio, especialmente el de aquellos alemanes Las consecuencias fueron tan devastadoras que surge la tentación de
que estaban influidos por Jas ideas sociales darwinianas relativas a la su- busca:r pruebas de un malestar que se remontaría a épocas muy anterio-
premacía del más apto. En consecÚencia, surgió la demanda, cada vez más res dentro del siglo diecinueve. Se trata de una tentación que resulta po-
estridente, de «un lugar bajo el sol», por utilizar la memorable metáfora derosamente atractiva. Los seis autores de los capítulos de este libro
acuñada por el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, von Bülow, en su encuentran facetas oscuras en un período que habituahnente se asocia
primer discurso ante el Parlamento Imperial en 1897. Si esta demanda se con el progreso material y cultural. Por ejemplo, Tony Hopkins compara
hubiera planteado a mediados del siglo, no hubiera tenido tanta impor- el mundo soleado de Robinson Crusoe (1719), de Daniel Defoe, cuyo hé-
1
18 EL SIGLO XIX

roe epónin;o es el arquetipo del optimista práctico, con El corazón de las


tinieblas (1902) de Joseph Conrad, cuyo personaje principal muere en el
Congo al grito de: «¡El horror! ¡El horror!». Nial! Ferguson cita la gran
novela de Theodor Fontane Der Stechlin (1899), en la que el terrateniente
prusiano Jon Stechlin lamenta que la fábrica local de vidrio esté produ-
ciendo alambiques que· se utilizará...11. para crear ácidos corrosivos, es decir,
Política
«los instrumentos para la gran conflagración general a nivel mundial».
James Sh.,eehan nos remite al hiinno que George Gissing dedicó con odio RobertTombs
a la ciericia, a la que él tildaba de «despiadado enemigo de la humanidad».
Por supuesto, se pueden encontrar t;:ontraejemplos en la misma n1edida,
que reflejan ampliamente la creencia de que fue en todos los aspectos.el
mejor de los siglos posibles y, de hecho, en la conclusión volveremos a ha-
blar des,_; lado bueno. No obstante, como una advertencia contra la ten- El triunfo del liberalismo
tación de calificar a este período como «la Era de las Mejoras» o «la Era
del Progreso» ( como rezan los títulos de dos estudios clásicos sobre el si- La política, en el sentido moderno de negociación pública e instituciona-
glo diecinueve), permítanme que finalice esta introducción con una nota lizada para consegnir poder y ventajas, fue esencialmente un invento del
sombría, citando del poema 1 de Matthew.Arnold The Scholar Gypsy la es- siglo diecinueve. Las ideas y costumbres que la configuraron -entre las
trofa de la que Sheehan toma el segundo verso: que figuran la tradición judeocristiana, el feudalismo, la monarquía, la
justicia, los derecho~ eran mucho más antiguas. Sin embargo, s·u refor-
¡Esperabas una chispa· procedente del cielo!, y nosotros, mu!aci<:ín en ideologías y programas se llevó a cabo rápidamente: como
. seres livianos que creemos a medias en nuestros credos-informales, . demuestra James J. Sheehan en el capítulo 5, ésta fue la gran época de los
que nunca sen!imos profundamente> ni tenemos una voluntad clara, sistemas intelectuales. La invención de un vocabulario político interna-
cuyas ideas nunca han conseguido hacer que los actos dieran fruto, cional determina este proceso; los «ismcis» nacieron principalmente en
cuyas vagas résoluciones nunca se han realizado ·plenamente> las décadas de 1820 y 1830: el «liberalismo» ( en Francia, durante la déca-
para los que cada año que vemos llegar
da de 1820), el «socialismo» (en Francia y Gran Bretaña, durante la dé-
engendr.a nuevos comienzos,·y decepciones nuevas,
que vacilan y balbucean la vida, cada de 1830, posiblemente tomado del italiano), el «conservadurismo»
y pierden mañarni el terreno que han ganado hoy... (en Gran Bretaña; durante la década de 1830), el «comunismo» (en Gran
¡Ah!, caminante, inola eSperamos nosotros también! Bretaña y Francia, durante la década de 1840). Los medios de que se
sirve la pOlítica para funcionar ---burocraciáS, constituciones> parlameri~ ·
tos, periódicos, elecciones- aunque ya existían en el siglo dieciocho o
antes eJ,1. algunas' partes de Etiropa, .como Gran Bretaña y Suecia, llegaron
a ser universales'durante el siglo dfo:cinueve. También se generalizaron las
prácticas de unos políticos cada vez más profesionales: «sonrisas atorni-
lladas y cortesía fingida, la falsa genialidad, el apretón cordial de una
··mano inmunda, la risa forzada con CJ.ue se debe responder·a un chiste gro-
1 ThoU waitest for the spark from heaven! and we,/ Light half-believers of our casual
sero, el odioso cumplido que se ha de murmurar entre dientes para hala-
creeds,/ Who never deeply felt, nor clearly willed,/ Vvhose insight nev_er has borne fruit in,
deeds,/ Whose vague resolves never have been fulfilled;/ For whom each year we see/ Breeds gar a la sucia esposa y a la hija mugrienta, la indispensable alabanza de los
new beginnings, disappointments new;/ Who hesitate and falter life away,/ And lose tomo:- más viles prejuicios religiosos». Esta queja formulada por Lord .Cranbor-
rrow the ground won today-/ Ah! do not we, Wanderer, await it too? ne en 1859 habría encontrado un pesaroso asentimiento en la mayor par-

L
20 EL SIGLO XIX POLÍTICA 21

te de la Europa de aquella época, y sin duda también en todas las poste- quierda, acompañado de ideas de democraci~ derechos hu1nanos y jus-
riores. ticia social, en un prhner momento extremado, pero luego tópico- se
Las similitudes saltan a la vista cuando se observa la Europa del siglo puede observar por toda Europa. Como el liberal británico Sir William
diecinueve y sus ramificacione~ de ultran1ar, y no hay que olvidar que de Harcourt afirmaba irónicamente en 1888, «ahora _somos todos sodalis-
una de éstas, Estados Unidos, Europa aprendió much3.s técnica políticas. tas». Las teorías historicistas que suponen la existencia de un camino
Las constituciones y los partidos de los distintos estados compartían mo- «progresivo» desde el arcaísmo a la modernidad eran plausibles en tales
delos comunes. Los individuos influyentes n1antenían correspondencia y circunstancias. La «historia \i\Thig» inglesa> que ensalza «la libertad que se
celebr3:bati encuentros. Los sllcesos catastróficos que Se producían en un propaga de un precedente a otro», tiene analogías en el continente: la his-
país tenían repercusiones en otros lugares. Otros acontecimientos menos toria republicana francesa, por ejemplo, describe una república liberal
dramáticos surgían a menudo en distintos países: por ejemplo, las pen- parlamentaria como la cul~inación forzosa del proceso revolucionario
siones de vejez se implantaron en Gran Bretaña en 1908 y en Francia en francés. El marxism6, especialmente en sus versiones popularizadas> ha-
191 O. Los salarios de los parlamentarios franceses, invariables desde 1848, blaba de una progresión «científica» inevitable desde el feudalismo, pa-
aumentaron sustancialmente en 1906, mientras que los miembros del sando por el capitalismo, para llegar a una utopía socialista con aboli-
Parlamento británico comenzaron a recibir pagas en 1911 -siendo am- ción de clases. , ·
bos resultado de procesos similares de profesionalización-. El sufragio Sin embargo, bajo esta apariencia de progreso común se esconden
de las mujeres se convirtió en una ·cuestión importante en gran parte de unas. enormes diferencias que se iban haciendo cada vez mayores. En los
Europa a partir de 1900. estados europeos occidentales y sus colonias autogobernadas de América
Tales similitudes indican que existían unas creencias compartidas, del Norte y Australasia, las instituciones políticas llegaron a ser amplia-
unos problemas similares, así como, por parte de cada país, un estudio y
una emulación conscientes de lo que se practicaba en los otros países.
¡' mente representativas de la sociedad civil; los políticos elegidos garanti-
zaban la influencia sobre el ejercicio del poder;.Ios gobiernos se volvieron
Tanto si lo aplaudían como si lo deploraban, las gentes de la época coin-
cidían en opinar que el «progreso» estaba adoptando unas formas comu-
l1
'·, relativamente abiertos y se respetaron las libertades civiles. En otros lug~-
res, más obviamente en Rusia y el i~perio Austro-Húngaro, y en mehor
nes en los distintos países. En la década de 1830, el pensador y aristócrata medida en Alemania, siguieron siendo lo que un político liberal alemán
francés Alex.is de Tocqueville encontraba amplio consenso cuando afir- llamaba «un absolutismo disimulado con una decoración parlamentaria
maba que la igualdad y la democracia según el modelo americano cons- que jugaba ingeriuamente con un pseudo-constitucionalismo». En Espa-
tituían un futuro inevitable. Con posterioridad a 1860, la tendencia en ña y en sus antiguas colonias americanas, en Italia y en los Balcanes, las
toda Europa era ampliar el elector~do, hasta entonces masculino, y con- apariencias constitucionales apenas lograban encubrir viejas formas de
ceder a las mujeres el derecho a votar en las elecciones locales. Incluso mercadeo de poder, gobietno de facciones, y conflictos. Por lo tanto> la
Rusia aprobó en 1905 una constitución que preveía un Parlamento ele- historia de !a políti<:a decimonónica se puede describir sencillamente
gido. c01no la supervivencia y adaptación de los «antiguos regí1nenes», Sus ins-
Así pues, todo indica que por distintos ca1ninos se estaba llegando a tituciones y elites, que incluso en los países más liberales siguie;ron man-
un destino común. Francia, Italia, España y Portugal llegaron al libera- teniendo importantes posiciones de poder. Sería imprudente limitarse a
lismo constitucional a través de guerras civiles y revoluciones que se decir que eran supervivie.ntes ~rcaicos condenados a desaparecer. El siglo
produjeron una y otra vez, pero Gran Bretaña y Escandinavia sólo ex- veinte demuestra que los estados poderosamente intervencionistas y las
perimentaron algunos temblores de baja intensidad. En Alemania fue- elites que gobernaban a través de stis manipulaciones tenían al menos
ron las victorias militares las que hicieron posible un gran cambio polí- tanto futuro como los liberales que predicaban un gobierno autolimita-
tico, mientras que en Austria y en Rusia fueron las derrotas militares las dor basado en el debate racional entre ciudadanos dotados de espíritu cí-
que forzaron este cambio. Lo que loS historiadores políticos franceses vico. ¿Qué políticas eran más «modernas)>: las de Guizot y Gladstone> o
han denominado «sinistrismo» -un desplazamiento general hacia la iz- las de Bismarck y Napoleón III?
22 EL S!GLO XIX POLÍTICA 23

Este capítulo está estructura.do en simHitudes y diferencias. La prime- napoleónico y de I.os regímenes revolucionarios, así corno sus colaborado-
ra parte examina la amplia cronología política común del continente, en res, fueron cesados. La consecuencia general de toda esta confusión fue
lo relativo a cuestiones fundamentales con1partidas, cambios sociales y que a partir de 1814 y, al menos, hasta 1848, Europa estuvo luchando por
culturales comunes, y convergencia de ideologías e instituciones. La se- reconstruir unos sistemas políticos viables frente a los odios, las envidias,
gunda parte resume las diferencias entre los distintos estados y socieda- los temores a posteriores agitaciones políticas, las eSperanzas de nuevos
des) así como el contraste entre sus circunstancias geopolíticas. triunfos revolucionarios, y unas lealtades divididas entre autoridades e
ideologías rivales. Como veremos más tarde, todo esto fue especialmente
acusado en la zona donde los conflictos fueron inás intensos antes de 1814,
que sufrió de nuevo graves sacudidas revolucionarias en 1830.
l'-Iitos y acontecimientos decisivos El segundo gran acontecimiento compartido, en el traino final de las
reper~usiones de la Revolución Francesa, fue la crisis económica que se
. Los fenómenos similares que aparecieron en la política europea se debían produjo a finales de la década de 1840. La depresión se había dado con
en gran medida a una cronología ampliamente compartida oC3.sionada anterioridad, e incluso en tiempos recientes -el hundimiento de 13:_ ~co'.": .:_;,?:!/:;,:'':i!. _;:.·;
por sucesos que se produjeron a una escala continental o global. Estos su- . nomía durante la posguerra en 1815-1816, la crisis de la agricultura~ m·<i-
cesos dieron lugar a respuestas similares, y esta similitud era producto de diados de la década de 1820-, pero entre 1845 y 1847 se vivió algo nuevo:
una actitud consciente, ya que los comentadores, los políticos y el pueblo el impacto simultáneo de una de las últimas grandes crisis agrícolas (oca-
en general miraban hacia otros paises extranjeros en busca de lecciones y sionadas por factores meteorológicos y por enfermedades ~cierta plaga
teorías. que destrozó la cosecha de patatas-, que produjeron la hambruna y una
La primera fase, qué cubre las primeras décadas del siglo, estuvo mar- migración en masa, unido a un nuevo tipo de catástrofe financiera vincu-
cada por las repercusiones de la Revolución Francesa. Un antiguo orden lada con los ciclos de inversión, el crédito y la confianza. Las co,;secuen- (
político basado en la soberanía dinástica, los privilegios de los nobles y los cias fueron profundos trastornos económicos, destituciones, ba.ncarrotas·~
·derechos corporativos, se había visto perturbado cuando poblaciones en- ejecuciones de hipotecas, desahucios, desempleo masivo y ha,mbre. Esto< })\:Jf.t( h
teras, desde Irlanda hasta Rusia, llegaron a estar implicadas en la política y no desembocó en todos los lugares en agitaciones revolucionarias. Las (
\
en la guerra. Monarquías que luchaban por salvar su vida -en Gran Bre- muertes por inanición que se produjeron masivainente en Irlanda pudie-
taña, Prusia, Austria e incluso Rusia- habían permitido o fomentado la ron ser la causa de que allí fuera imposible una reacción de ese tipo. Pero
partidpación política patriótica: «sujetos» pasivos se habían convertido en tampoco se produjeron revueltas importantes en las zonas más desarro-
«ciudadanos» activos, Los impuestos y la deuda habían ascendido hasta lladas de Gran B.retaña o de los Países Bajos (donde miles de personas•··
niveles nunca alcanzados ariteriormente. Regiones completas habían caí- murieron de hambre), ni, c~mo contraste, en la atrasada Rusia. Sin ·em-,
do en la ruina económica, mientras que otras se habían enriquecido. Las bargo, en áreas políticamente frágiles del continente, los sistemas políti- ·
iglésias habían Sufrido persecución y expropiaciones en Francia, España, cos se derrumbaron como en un. efecto dominl). en febrero y marzo. de ,
Alemania e Italia; incluso el Papa fue apresado y, sólo en Francia, en- 1848, cuando las noticias de la revolución se difundieron a través de las ·
tre 2000 y 3000 sacerdotes y monjas fueron ejecutados. Pero, en cierto principales rutas de comunicación: desde Nápoles a París (éste fue el
modo, las iglesias emergieron con más fuerza como lideres y pilares de la acontecimiento decisivo), después, hasta Munich y Viena, y desde allí en. r
resistencia popular a la invasión. Antiguas soberanías, como el Sacro Im- cinco _días hasta Budapest, Venecia, Cracovia, Milán y Berlín. La cierno~
pedo Romano y la República de Venecia, fueron destruidas: casi el 60 por · craciá, el republicanismo, el socialismo y el nacionalismo reaccionaron . · - -
100 de los alemanes cambiaron de gobernantes durante la Rev.:,lución. entre sí dentro de uno de los mayores movimientos popi.\lares.de la his-:• i://
Nuevos estados lucharon por su legitimación, su territorio y su supervi- toria ·europea. Pero la contrarrevolución no era menos Contagiosa: Ía re'"": ' <:J ·'Ii,
vencia. Cuando terminó la guerra, hordas de soldados fueron desmoviliza- presión de la insurrección de los trabajadores en París en junio de 1848 y
das y las industrias de guerra se hundieron. Los funcionarios del régimen la victoria· del general austríaco Radetzky en Italia animaron a los conser- ,.,,J.
\]::
P'OLÍT!CA
24 EL SIGLO XIX

disturbios antisemitas se extendieron desde Gran Bretaña hasta el Mar


vadores de todos los países, de modo que durante el resto de 1848 y en
Negro. En Francia, el mundo político se vio convulsionado por el Caso Drey-
1849, se les vio salir victoriosos en Alemania, Austria, Hungría e Italía.
fus (1894-1898), cuando un oficial judío fue injustamente acusado de
El tercer gran episodio compartido fue tarnbién de origen económico:
fraidón. Eil Viena, el populista antisemita Karl Lueger llegó a ser alcalde
Ia llamada Gran Depresión, un largo período de desaceleración económi-
en 1897, después de que el emperador se hubiera negado tres veces a
ca que comenzó con crisis bursátiles en Berlín, Viena y Nueva York en
aprobar su elección. La recuperación del dinamismo económico a finales
1873. El desencadenante fueron las repercusiones financieras de la Gue-
de la década de 1890 no trajo la calma. El crecimiento económico dio
rra Franco-Prusiana, ia caída de los valores de los ferrocarriles, y también
nue·vos impulsos a la militancia obrera, que en varios países logró intimi-
los cambios estructurales en la economía mundial. En particular, los pro-
dar a los gobiernos, obligándoles a ampliar el sufragio, y contribuyó a que
duct~s alimenticios procedentes del continente an1ericano, de Australia y
fuera cada vez mayor el respaldo electoral al socialismo parlamentario: en
de la Europa del Este produjeron una interminable crisis de los precios
1912, el partido socialista era el mayor partido de Alemania y el segundo
agrícolas, los cuales a su vez afectaron a la industria. Las repercusiones
en in1portancia en Francia. En resu1nen, aunque aparentemente la políti-
políticas fueron amplias, justo en un momento en que la escolarización
ca parlamelltaria constitucional se había convertido en la norma, buena
masiva, los periódicos a bajo precio y las ampliaciones del sufragio esta-
parte de E1:1ropa se encontraba en una situación de incertidumbre políti-
ban alterando el juego político. El liberalismo, que parecía estar en alza en
ca. En Alemania, los conservadores 1naquinaban en murmullos un golpe
toda Europa, sufrió las consecuencias. Su teoría del libre cambio, adopta-
de Estado. En Austria, el Parlamento prácticamente dejó de funcionar.
da pór los sectores de opinión más progresi~tas, parecía estar en el centro
En Rusia, la constitución, que había ·sido aprobada recientemente, se con-
de la crisis, y los partidos liberales perdieron poder e influencia en Ale-
virtió pronto en papel mojado.
mania, Austria y Gran Bretaña. Los agricultores y los fabricantes pidieron
ser protegidos de las· importaciones y se movilizaron políticamente 9ara
obligar a los gobiernos a establecer aranceles. Se produjo una división en-
tre los partidos políticos y también entre el electorado. Cuando estos «im-
puestos alin1entarios» hicieron que subiera el coste d~ la vida para los tra-
El sustrato político
bajadores, que ya sufrían el azote del desempleo, aumentó el apoyo a los
Las crisis ib~ y venían, pero tres temas universales y permanentes indu-
partidos radicales y socialistas, así como a los sindicatos más militantes,
jeron a los ciudadanos a entrar en política y definieron sus solidaridades
incluso violentos. La revolución se respiraba de nuevo en el aire durante
y conflictos: el Estado, la tierra y la religión.
las décadas de 1880 y 1890. Los anarquistas arrojaron bombas en el Parla-
La política consiste esenciahnente en influir sobre el Estado. Cuando el
mento francés, y asesinaron al Zar de Rusia, al Presidente de Francia, a la
Estado incide cada vez más y con mayor eficiencia en la vida cotidiana, la
Emperatriz de Austria, al Presidente del Gobierno Español y al Rey de
política impórta a más gente. Los estados habían aumentado sus exigen-
Italia. Incluso el West End Íondinense fue escenario de disturbios en un
cias dllrante los siglos dieciocho y diecinueve. Lo que les impulsaba a hacer
«Domingo Sangriento (aurique rio mucho)» de 1887. Los gobiernos in-
esto era la guerra y la cantidad de hombres y dinero que ésta consmnía.
tentaron aliviar el malestar social introduciendo reformas sociales y
En 1810 se había llegado a un máximo ·de exigencias sin precedentes, que
subsidios de vejez. Los.pequeños empresarios, te1niendo el ascenso del so-
afectaban a toda la sociedad y tuvieron consecuendas políticas inevita-
ciaÜsmo y la subida de los impuestos, emi,ezaron ta1nbién a organizarse.
bles, Aunque durante todo el siglo diecinueve la población de la época fue
Muchos se sintieron atraídos por los nuevos movimientos nacionalistas
vivamente consciente de la expansión del Estado, en términos financieros
radicales, que irrumpieron en la política en Alemania, Italia y Francia, al-
esta expansión se estabilizó o disminuyó después de Waterloo, ya que el
teraron la Cámara de los Comunes británica e hicieron casí ingobernable .
gasto y el reclutamiento se redujeron con el fin de frenar el malestar políti-
el Imperio de los Habsburgo. El antisemitismo político hizo acto de pre-
co y las demandas de represent_ación popular. Esta reducción del gasto fue
sencia cuando los socialistas, los conservadores y los nacionalistas ataca- un factor fundamental para el éxito relativo que lograron la mayoría de
ron a los judíos, considerándolos el epítome del capitalismo rapaz. Los
íi
26 EL S~GLO XIX
POLÍT!CA 27
1

los Estados e:i. sus intentos de hacer fr:ente a las p!'esiones sociales y eco- cotporaciones municipales, entidades de gobierno provinciales, universi-
n6n1icas q,1e se generaron durante el siglo diecinueve. Como afirma Mi- dades, órdenes religiosas e instituciones de beneficencia. La Revolución
ch.ael :Mann, las disputas en materia de impuestos son el gran generador Francesa había barrido limpiamente estos derechos corporativos, que
de los cor_flictos de clase. Los estados relativamente pacíficos y parsimo- condenaba por considerarlos «privilegios», y reclamaba solamente para el
niosos S'.l::':deron menos agitaciones políticas, ya que un gobierno econó- Estado el derecho a dirigir la sociedad en nombre del bien común. Na-
mica.r::.1er: ·~e barato fue una ~xigencia popular básica dentro de todo el es- poleón había creado en 1800 una administración uniforme, jerárquica y
pectro progresista que abarcaba desde Gladstone hasta los rebeldes de la centralizada, que debía transmitir la voluntad del emperador «a la veloci-
Comuna, . de París. Por lo tanto, en tiempo de paz los estados se encontra- dad de un flujo eléctrico>>. Sus sucesores no tenían intención de abolir
ban lirñitados en sus ambiciones. En Gran Bretaña el gasto estatal como esta administración, que posteriormente· copiarían otros estados nuevos
porcentaje del PNB descendió a lo largo de todo el siglo. Incluso en Fran- o reconstituidos, entre los que se incluían Bélgica, España e Italia. Se eli-
cia, considerada el arquetipo de· activismo estatal> las preocupaciones minaron muchas oligarquías y soberanías en miniatura, especialmente las
principales siguieron siendo durante todo el siglo las tradicionales: orden del ámbito del viejo Sacro Imperio Romano, sustituidas por estados
público', poder militar y prestigio. Era esencial niantener la paz si se de- post-revolucionarios) nuevos o de amplia extensión territorial, corno
seaba limitar la carga fiscal y conservar la tranquilidad política. A la in- Prusia y Bavíera, que tuvieron que hacer ·valer su autoridad sobre nuevos
versa, la guerra y los impuestos fomentaban los cambios políticos, de una territorios y pueblos. En todas partes el instrumento utilizado fue una
man~ra más significativa en el caso de las grandes potencias continenta- «burocracia» profesional creciente.
les: Francia, Austria, Prusia y Rusia. Ciertos estados financieramente frá- A partir de la década de 1840, los estados también crecieron al hacer-
giles, como Austria, se vieron atrapados en un dilema insoluble: proteger 1 se cargo de actividades económicas en expansión consideradas impor-
la seguridad interna y externa suponía destinar diriero para el ejército; pero tantes desde un punto de vista político o estratégico. Ejemplos obvios de
1
gastar ese dinero significaba aumentar los impuestos, lo cual requería ha- 1 estas actividades son los ferrocarriles, importantes para el moVimiento
cer concesiones políticas. Por este motivo, los conservadores austríacos de tropas, y el correo, para controlar la comunicación de opiniones. Lamo-
nunca pudieron permitirse una defensa adecuada contra las rebeliones
1 dernización económic~, al misn10 tiempo que prometía buenfls perspec-
internas o los ataques de países extranjeros. El esfuerzo militar de todos los tiv:as en cuanto a los ingresos tributarios, tan1bién generaba malestar: en
grandes estados aumentó durante el período de guerra comprendido en- consecuencia•, lo.s estados intentaron establecer normas, proteger los in-
tre 1854 y 1871, y durante la carrera de armamento anterior a 1914, época . tereses que podían verse afectados, y mantener el orden público. La edu-
en la que los impuestos y el reclutamiento volvieron a ser causas de impor- cación, una. necesidad económica, podía configurar también el modo en
tantes conflictos políticos, que condujeron a la expansión espectacular que pensaban los ciudadanos; como un ministro francés dijo en la déca-
del apoyo a los radicales y los socialistas. A pesar de todo, el gasto estatal da de 1880, «nunca aceptaremos que la educación de los ciudadanos sea
en Europa sólo alcanzó una media del 10 por 100 de la renta nacional en una: industria privada». Por consigu~ente, ,en muchos países los ferrovia-
1913. Únicamente a finales ddsiglo veinte, tras el impacto de dos guerras rios, los· empleados de_ correos y lós maestros se ·convirtieron en funcio-
mundiales, aumentó el gasto estatal hasta acercarse al 50 por 100, hacien- narios civiles. El alcance del control estatal dependía de cómo se valora-
do que las políticas económicas y fiscales de los Estados se convirtieran . sen las necesidades de defender al Estado frente a las amenazas internas
eri la cuestión política primordial. o externas, no de sus características formales __:.monarquía o república,
Aunque los estados del siglo diecinueve refrenaron sus apetencias de estado constitucional o autoritario-. Así, por ejemplo, la (relativamen-
dinero y soldados después de la derrota de Napoleón I en 1815, sin em- te amenazada) TerceraRepúblicafr')ncesa ejerció un control más amplio
bargo ampliaron sus actividades de tiempo de paz. Concentrándose en que la (segura) monaNuía británica.
conseguir ingresos, eficiencia y obediencia, a partir de finales del siglo. Cualesquiera que fuerán la amplitud y los motivos de la expansión es-
dieciocho los estados asumiei:on las funci9nes reg~ladoras, educativas y tatal, ésta significaba empleos, prestigio, poder y beneficio. El número .de
sociales de otras antiguas instituciones autónoffias, tales como gremios, civiles a los que los estat;Ios dieron empleo ascendió vertiginosamente: du-

(
EL S!GLO xrx POLÍTICA 29

rante el último tercio del siglo, en Alemania pasó de 210.000 a 405.000; en en los países más agrícolas hasta un 80 por 100 de los habitantes dependía
Gran Bretaña, de 99.000 a 395.000; en Francia, de 224.000 a 304.000. Las de la agricultura o de la explotación forestal. La tierra era el centro de
elites de la ciudad y del campo se procuraban cargos como prefectos, go- existencia para toda la población, independientemente de lo amplias
bernadores, magistrados y alcaldes. En los estados constitucionales se pre- que fueran las diferencias económicas y sociales. El espectro iba desde las
sentaban a estos cargos en las elecd_oneS y utilizaban su influencia sobre grandes granjas cercadas de East Anglia o Flandes en un extremo, pasan-
los votantes o negociaban fa~ores con el gobiernó central. Un primer mi- do por los viñedos especializados y los huertos de Burdeos o de Holanda,
nistro francés aleccionaba a sus funcionarios en los siguientes términos: los minifundios d_e supervivencia de Gascuña, Irlanda o el oeste de Ale-
«La justicia se la debéis a todqs) pero los favores habéis de reservarlos para mania, y los latifundios «feudales» de Andalucía y Hungría, hasta lo más
aquellos que hayan demostrado su fidelidad». Se trataba de una relación profundo de la servidumbre (incluso esclavitud en los principados del
simbiótica: el gobierno central necesitaba el apoyo de las elites locales, que Danubio) que existió hasta mediados de siglo en el este de Europa y en
podían ejercer su autoridad econórriica y social tanto en interés del Estado, ciertas zonas de Escandinavia. En todas partes, las luchas por la tierra, tan-
corno en el suyo propio. Influir sobre el Estado y beneficiarse de él -y a to pacíficas como violentas, configuraron distintas actitudes políticas. Lo
veces plahtarle cara o incluso atacarle- se convirtió en la preocupación novedoso del siglo diecinueve fµ.e que el cambio económico estaba ha-
ineludible de un número cada vez mayor de individuos, comunidades y ciendo desaparecer las relaciones tradicionales entre las personas y la tie-
grupos de intereses, que comenzaron a organizarse, haciendo_ que sus vo~ rra, del mismo modo que los cambios políticos amenazaban la autoridad
ce~ se oyeran en mítines y reivindicaciones, así como a través d.e la prensa.
Desde la década de 1810 hasta la de 1840 en toda Europa surgieron los prí
meros partidos políticos, asociaciones de trabajadores, grupos de presión
0 ¡ tradicional de las elites de terratenientes. Las fuertes disputas sobre el
uso tradicional de los bosques y los pastos comunales hicieron que lasco-
munidades rur~les se posicionaran en contrá de los terratenientes que
y movimientos clandestinos; a n1enudo estaban viriculados con las distin- qnerían poner en práctica planes de modernización y también en contra
tas tendencias ideológicas que habían aparecido durante la Revolución del Estado. La explotación de los siervos y el trabajo obligatorio adn en vi-
Francesa o los períodos napoleónicos. Las elecciones para las asambleas gor fueron los motivos de las revueltas campesinas que se produjeron duo
locales; regionales y nacionales, allí donde existían, se convirtieron en los 1 rante la primera mitad del siglo. ·
focos de la política. Una prueba de esto es que en Francia, en 1848, cuan- La tierra siguió siendo la fuente principal del poder político. Los terra-
dó se aprobó el sufragio masculino, el 80 o 90 por 100 de los hombres vo- tenientes esperab~n que sus arrendatarios y braceros fueran leales, o al
taron, a pesar de que muchos de ellos eran analfabetos y vivían en pueblos menos obedientes; además, esta situación se Ílnponía a través de restric-
remotos. A veces esto era una muestra de la fe conmoVedora que tenían en ciones legales al movimiento de personas, y mediante multas e incluso
la democracia; a menudo sé trataba de una negociación sin disimulos: castigc¡s corporales -en· algunos países, hasta la década de 1900-. En
«Podéis nombrar diputado a un caballo, con tal de que consigamos el fe- la segunda mitad del siglo, cuando los campesinos empezaron a conse-
rrocarril». Se pagaban los votos mediante favores que salían del cuerno de guir el derecho al voto -primero en Francia en Hl48, después en Ale-
la abundancia del Estado, o bien los ·pagaban directamente los candidatos, mania en 1871, en Gran Bretaña en 1884, en España en 1890, enlamo-
en metálico o mediante ((convites». Los p'artidos y las elecciones en ningún narquía de los Habsburgo en 1907, en Italia en 19Í2-los terratenientes
lugar estaban libres de interferencias más o menos opresivas ejercidas por que intervenían en la política lc¡cal y nacional esperaban el apoyo en las
funcionarios estatales o notables poderosos. Esto dio lugar a continuas lu- urnas. Donde era necesario, se imponía mediante el soborno o la coac-
chas por las libertades políticas, luchas que marcaron toda la política eu- ción: la vot~ción er3. pública en Austria y Prusia, por ejemplo, y el secreto
ropea a lo largo del siglo. no era efectivo en Gran Bretafia o Francia. A menudo, u'n sacerdote o el
La segunda gran cuestión universal fue la tierra: la propiedad, los arren- administrador de la finca reunía al campesinado para que votara todo jun-
damientos, los derechos que se debían pagar por su uso, y el poder deri- to. Un terrateniente alemán distribuía a sus campesinos papeletas de voto
vado de su posesión. Hasta la mitad del siglo, la mayoría de los habitantes ya marcadas y metidas en sobres cerrados. Un votante curioso se puso
de todos los países, excepto Gran Bretaña y Bélgica, cultivaban la tierra; a abrir su sobre para ver qué estaba votando y recibió del indignado ad-
so EL $1GLO XIX POLÍTICA 31

m:.z:dstrador un golpe en la cabeza, al tiempo que oía: «¡La Votación es se- del marco urbano-. En Inglaterra y en el norte de Frar.cia las explota-
creta, sinvergüenza!». En el contexto británico la palabra «deferencia» se ciones agropecuarias comerciales en arrendamiento no crearon igualdad
utiliza a menudo: se refiere a la aceptación totalmente voluntaria de un li- y fraternidad, pero sí al menos una estabilidad social que tendía hacia el
derazgo político ejercido por la elite de terratenientes, lo que significa que conservadurismo político. En Dinamarca, la servidumbre -que no es-
en la década de 1880 alrededor de 170 escaños de la Cámara de los Co- tuvo completamente abolida hasta 1861- fue sustituida con éxito por
munes todavía estaban ocupados por hijos de los pares o de los baronets. un campesinado que disfrutaba de la propiedad de la tierra. Pero allí
También en Francia los terratenientes dominaron el parlamento hasta la donde no se llegó a un acuerdo agrario viable, la situación llegó a ser po-
década de 1880. Cuando se celebraban elecciones, a menudo daban órde- líticamente peligrosa. Polonia constituyó un dramático ejen1plo: cuando
nes tajantes que podían estar apoyadas tanto en amenazas de desahucio los nobles nacionalistas se rebelaron contrá el gobierno austríaco en Ga-
como en recompensas por la lealtad. En el este y el sur de Europa, una vez litzia en 1846, los siervos se pusieron del lado de los austríacos, matando
que fue otorgado el derecho al voto a los campesinos, la «deferencia» po- varios cientos de nobles rebeldes y entregando cabezas a cambio de una
día llevar consigo medidas más brutales, inclui~a la violencia. Ya fue- rec~mpensa. En Irianda, unos granjeros arrendatarios relativamente
ra mediante la zanahoria o mediante el palo, las zonas rurales pobres se prósperos ~estuvieron una guerra a menudo violenta y finalmente victo-
convertían frecuentemente en los feudos electorales de terratenientes con- riosa contra grandes terratenientes a los que veían como extranjeros, f?t-
servadores o de candidatos presentados por el gobierno. Sin embargo, zando al gobierno a que, a partir de la década de 1880, expropiara extensas
esta opresión podía producir el resúltado contrario. Ya desde 1849, los propiedades -lo cual no fue suficiente para aplacar lo que se convirtió
campesinos y los trabajadores dieron un apoyo inesperado a los movi- en la base del nacionalismo irlandés, que finalmente fracturó el estado
1nientos anarquistas y socialistas, supuestamente «proletarios», en gran más rico y poderoso de Europa-. Las consecuencias más extremas se
parte del sur de Europa. Con la difusión de la agricultura y la ganadería dieron en Rusia, cuyo gobierno, despavorido y tembloroso, abolió la ser-
comerciales en las últimas décadas del siglo, los sindicatos agrarios, los vidumbre en 1861, pero dejó a la mayoría de los siervos liberad6s en un
partidos campesinos -uno de éstos logró la mayoría en la cámara baja estado de sujeción, pobreza y descontento estrepitoso. El hambre de tie-
danesa desde 1872-y un enorme número de cooperativas -por ejem- rra de los campesinos éontribuyó al hundimiento del estado zarista y su
plo, las cooperativas productoras de vino, mantequilla o bacon, así sucesor libéral en medio de las tensiones de la guerra de 1917, y favoreció
como las que proporcionaban créditos- se convirtieron en fuerzas so- el ascenso de los bolcheviques con su lema «Toda la tierra para los cam-
ciales y políticas importantes. La política rural afectaba a la totalidad del pesinos».
sistema, no sólo porque la población campesina era muy numerosa, sino La tercera cuestión universal era la religión, que creaba identidades y
también porque, con el fin de neutralizar el radicalismo de las ciudades, trazaba fronteras intangibles desde Londonderry hasta Sarajevo. Las dife-
se le había dado una representación en los parlamentos superior a la que rencias religiosas habían contribuido en gran medida a configurar las
en realidad le correspondía. identidades «nacionales», por ejemplo, en España, Gran Bretaña, Rusia y
Por lo tanto, un acuerd9 viable con el campesinado era esencial para ·Hol~nda. Eran todavía esehciales para hacer revivir o cre~r un sr;ntido de
(
fa estabilidad política. Las revueltas campesinas de 1848, que se produje-, nación en pueblos sometidos. Dentro de los estados ya constituidos, la re-
ron en la época en que la población rural y la crisis agraria alcanzaban ligión era un ingrediente esencial para la lealtad política, a pesar de que
máximos, forzaron la abolición de los últimos vestigios de explotación surgían nuevas ideologías que pretendí¡n sustituirla. El elemento re-
de siervos que quedaban en Centroeuropa. Después, los campesinos li- ligioso de la política podía ser explícito y formal, como en el caso del Par-
bres o los trabajadores asalariados, aunque vivieran en la pobreza, de- tido Católico de Centro de Alemania, o podía crear una afinidad más
mostraron ser una fuerza política menos explosiva, como señaló Karl amplia, así el fuerte elemento inconformista dentro del Partido Liberal
Marx desdeñosamente -a pesar de que las grandes masas de campesi- británico, o como la ampliamente extendida tendencia de· las minorías ju- (
no.s que se vieron obligadas a abandonar el campo para buscar trabajo eri días y protestantes a apoyar partidos de izquierda, o la identificación de la
las ciudades se convertían frecuentemente en un elemento radical dentro derecha fráncesa con el catolicismo. (

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32 POLÍTICA 33

Las iglesias eran las principales -con frecuencia las únicas- institu- co. Iricluso hubo pueblos franceses que en la década de 1850 se convirtie-
ciones sociales, culturales, educativas y de beneficencia, especialmente en ron colectivamente del catolicismo al protestantisn10 porque rechazaban la
las con1unidades pequeñas. El clero era el único que ejercía una influen- influencia política conservadora del párroco. Por otro lado, muchas ac-
cia ideológica constante sobre las masas, al menos hasta la segunda mitad titudes políticas tenían unas raíces religiosas que existían previan1ente.
del siglo, cuando en ciertos países se ericontraron con que algunos n1aes- En- todo caso, lo espiritual y lo ten1p~ral se reforzaban n1utuamente. Los
tros empleados por el Estad9 en las escuelas eran sus rivales. Los estados partido$. de la oposición ganaban el apoyo de minorías religiosas con-
necesitaban al clerO para transmitir instrucciones, educar, instar a obede- denando la recaudación de diezmos y los poderes ad1ninistrativos de
cer las leyes, e incluso para confirmar la legitimidad de la sociedad y el iglesias oficiales que eran impopulares -en las zonas periféricas celtas
estado;.,El irónico lema inglés «Dios bendiga al señor y a su familia, y de Gran Bretaña, por ejemplo, constituían Wla fuente perenne de actitudes
nos mantenga en nuestras propias pqsiciones» tenía una contrapartida literalmente opuestas a la religión oficial y a las clases dirigentes (Esta-
más política en la insistencia de loS sucesivos regímenes france~es en que blishment)-. En Francia, donde la Revolución había abolido los diezmos .
después de la 1nisa dominical todos los sacerdotes·entonaran el «Dios sal- y había vendido extensas propiedades de la Iglesia en la década de 1790,
ve a nue.Stro Rey» -o «a nuestro Emperador» o «a nuestra República»-. la hoi-da de afortunados cornpradores se opuso durante generaciones a
Todos los gobiernos intentaron controlar las iglesias y tuvieron mucha los conservadores que há.brían podido intentar restaurar los antiguos de-
habilidad fomentando una iglesia estatal «oficial» como fuente de orden. rechos de lá Iglesia, causa fundamental de división política. Durante las
Espec:ialmente en los países protestantes, el clero poseía en· muchos casos décadas de 1830 y 1840, los socialistas franceses intentaron, con algún
unos poderes coercitivos considerables. Muchos clérigos de la iglesia an- éxito, crear sus propias religiones, y utilizaron el eslogan «Jesús fue el pri-
glicana eran magistrados, y en Alemania los hombres que la iglesia con- mer comunista» para ganar adeptos; los sace'rdotes radicales respondie-
denaba por inmoralidad podían ser castigados con el reclutamiento for- ron inventando -versiones cristianizadas del socialismo. Muchos movi-
zoso para el ejército; los ministros calvinistas o luteranos de Escoci~ y 1 mientos étnicos o nacionalistas dependían en gran medida· del clero
Escandinavia tenían una autoridad moral aplastante. Algunos regíme- 1 -de hecho, incluso había inventado algunos de ellos-, por ejemplo en
nes nuevos impíc;is y cínicos -como el de Napoleón, cuy() concordato de 1 Greda, Bulgaria, Polonia, Rumanía, Irlanda y Croacia. Los estados toma-
1801 con el Vati_cano aspiraba a convertir al clero francés en «gendarmes 1 ron represaÍias penalizando aquellas iglesias que eran un foco de oposi-
c0n sotana»- estaban ansiosos por intervenir en la dirección de las igle- 1 ción política. Muchos negaron la igualdad plena de derechos a los adep-
sias al igual que lo estaban otros gobiernos n1ás antiguos, como el de tos de religiones minoritarias hasta bien entrado el siglo. En Inglaterra> la
Federico Guillermo III de Prusia, que en 1822 decretó la fusión de las ley llamada University Tests Act (que permitía sólo a los anglicanos ser
iglesias calvinista y luterana para convertirlas así en un instrumento más miembros de Oxford y Cambridge) sobrevivió hasta 1871.Algunos go-
eficiente al servicio'del Estado. Las propias autoridades. eclesiásticas esta- biernos emprendieron acciones más agresivas. La Kulturkampf de Alema-
ban en general ansiosas por ser intervenidas, a cambio del reconocimien- nia contra la iglesia católica en la década de 1870, basada en la acusación
to de su importancia social y cultural. . de que lós católicos eran «enemigos del Reích», y la política anticlerical de
En consecuencia, la disidencia política solía incluir también la disiden- los gobiernos republicanos franceses después de la década de 1880, en la
cia religiosa. Esto se podía traducir en el anticlericalismo o el ateísmo, que que se afirmaba asimismo «le cléricalisme, voila renne1ni!» («¡el derica-
fueron habituales en la política de izquierdas a partir de 1848 en toda la 1 lismo: ése es el enemigo!»), dieron como resultado el cierre de escuelas, la
Europa católica del sur y en ocasiones se expresaron de forma violenta: confiscación de propiedades, e incluso la encarcelación del clero.
por ejemplo, tres obispos de París fueron asesinados durante las insurrec- Lejos de ir extinguiéndose a lo largo del siglo, las cuestiones religiosas
ciones de 1848 y 1871. O podía significar una adhesión a religiones no adquirieron mayor importancia a través de las innovaciones políticas.
oficiales; la oposición al Estado se veía reforzada si tenía un aliado reli-. La democracia dio voz a las masas que practicaban la religión y, por
gioso para organizar e inspirar a sus seguidores. No sie1npre está claro consiguiente, influyó en quienes les enseñaban y predicaban. En mu-
cuál era el impulso que actuaba en primer lugar, si el religioso o el políti- chos casos los nacionalismos abrazaron la religión, y viceversa. Con la
34 EL SIGLO XIX POLÍTICA 35

im.plantación de la enseñanza obligatoria se planteó la cuestión t;ascen- degradante. Las urbes tenia.n un aspecto anárquico y carecían de la in-
dental de si las iglesias controlarían Ias nuevas escuelas y la enseñanza que fluencia controladora del señor y el cura, siendo sus «masas» deshu-
en éstas se impartía. Las demandas de derechos políticos para las mujeres manizadas y peligrosas: <(Los bárbaros que anienazan a !a sociedad», se
ofrecieron a las iglesias la posibilidad de ejercer una influencia política leía en un periódico francés en 1831, «no están en las estepas tártaras,
mayor, ya que las n1ujeres eran n1ás 1;eHgiosas que los hombres, y ésta fue sino en los ex:t.r'arradios de Ias ciudades industriales·». Para Jos conserva-
la razón por la que los partidos de izquierda de los países católicos se opu- dores -y no sólo para ellos- la den1ocracia, la revolución y el socialismo
sieron al sufragio ferneniilo. Las nuevas cuestiones sociales -por ejemplo, no significaban otra cosa que el alboroto del populacho urbano. Los re-
los sufri~uiél1tos de los trabajadores urbanos- rejuv.enederon la actividad volucionarios se concentraban también en las ciudades. Pero el momen-
caritativa tradicional cristiana. Algunas ideas cristianas tradicionales, como to álgido llegó a su fin cuando las botas militares sofocaron las rebeliones
el carácter pecaminoso de la usura, adquirieron una renovada importancia en París, Viena, Berlín, Venecia y Roma. Dos décadas más tarde, en mayo
en el marco de la crítica al capitalismo. En consecuencia, las organizacio- de 1871, la era.de la revolución urbana en la Europa occidental termi-
nes sociales cristianas, los sacerdotes políticamente activos y los partidos nó donde había empezado: en París. La Comuna de París, el mayor le-
confesionales -como el Partido Católico Belga (1863), el Partido Anti- vantamiento popular del siglo, fue aplastada sin piedad: «en el París en
rrevolucionario Protestante de Holanda (1878) o el Partido Social Cris- llamas», afi_rmaba Fran~ois Furet, «la Revolución Francesa se despidió de
tiano de Austria ( 1891 ) - se convirtieron en una de las características la historia».
permanentes del panorama politico europeo. En realidad resultó que las ciudades rara vez fueron tan turbulentas
como la gente de aquella época temía o esperaba. Fuei-on nienos violen~
tas que el camp~ y menos propensas a la revuelta. Después de las primeras
décadas de desordenado crecimiento e inmigración, desde la de 1,840 has-
Política y cambio ta la de 1870, las ciudades lograron la integración de sus poblaciones me-
diante las escuelas, los clubes sociales y deportivos, los sin4icatos, las
El siglo diecinueve·fue consciente, incluso exageradamente consciente> de iglesias y los partidos políticos. En el último cuarto de siglo, el «proletaria-
lo que significaba el cambio. La revolución política, la revolución indus- do» se encaminó mayoritariamente hacia las acciones colectivas pacíficas
trial, el declive y el resurgimiento de la religión, y los inventos ideológicos y la política constitucional. Así, las ciudades demostraron ser el centro y el
crearon un turbulento crisol social y cultural. Los pesimistas lamentaban motor, no de la anarquía y la revolución, sino de la moderna politica de
el hundimiento de los viejos valores: el honor quedaba desplazado por la masas. Los sect9res pro(esionales y del comercio produjeron activistas
ambición; las obligaciones mutuas se ignoraban para pensar sólo en el políticos capaces de desafiar al monopolio de la pequeña aristocracia te-
beneficio. Los optimistas enSalzaban el progreso económico e intelectual; · rrateniente. Los' propietarios de las fábricas exigían a menudo de sus tra-
algunos estaban impacientes por construir una sociedad ideal a través de bajadores una deferencia similar alá que los terrat_enientes exigían de sus
la revolución social o ele la transformación moral. Todas las nuevas ideas arrendatarios; y tras las reformas de la segunda mitad del siglo esta defe-
políticas del siglo fueron una respuesta a este s·entimiento de cambio. To- rencia se podía expresar a través de las urnas. Los líderes populares -perio-
das las nuevas actividades políticas quedaron configuradas por dos cam- distas, abogados; médicos, maestros, sindicalistas, concejales de ayuntamien-
bios espectaculares: la emigración a las ciudades y las comunicaciones. tos, escritores~ Profesores- podían en ocasiones adquirir una influencia
Las ciudades, por supuesto, no eran algo nuevo -en 1800 la mayor tan grande coino la de la vieja aristocracia. Estos grupos, a los que el repu-
ciudad del continente, después de París, era Nápoles-, pero su repentina blicano francé~ Léon Gambetta definió en 1875 como «los nuevos estratos
expansión sí .era un fenómeno nuevo: Londres, París, San Petersburgo, sociales», se Convirtieron en el fermento del republicanismo radical en_
Birmingham, Berlín y muchas otras se duplicaron o triplicaron en cin- Francia después de 1880, y también en otros países dirigieron movimien-
cuenta años. Esto generó recelos entre las elites políticas e intelectuales1 tos radicales y socialistas. Gambetta, un abogado que era hijo de un tende-
que consideraban la emigración a las ciudades como algo deplorable y ro, siguió una trayectoria brillante dirigiendo a Francia en sus luchas con-

1
EL SIGLO XIX POLÍTICA 37

tra Alemania en 1870, cuando contaba 32 años de edad. Al otro lado del en lo relativo a las actividades organizadas. En Francia, en los años 1847-
canal, un fabricante radical llamado Joseph Chamberlain siguió un cami- 1848, en una «campaña de banquetes» -cenas políticas en las que los po-
no similar, aunque algo menos brillante, cuanto tenía poco más de 40 líticos proponían varios «brindis», modo de eludir las leyes que prohibí-
años, emergiendo como una figura politica destacada en Gran Bretaña, an las reuniones públicas- participaron alreded~r de 20.000 personas.
después de haber sido un alcalde reformista de Birmingham. El carismáti- Los políticos de nivel nacional no comenzaron a celebrar reuniones pú-
co Karl Lueger, reformador y-antisemita, obligó a los reacios Habsburgo a blicas de masas (mítines) hasta las décadas de 1870 y 1880, una de las mu-
aceptarle después de haber sido elegido alcalde de Viena cuatro veces. Los chas prácticas políticas copiadas de Estados Unidos. En Francia, Gambet-
medios 4e·que se valieron estos hombres fueron las organizaciones que la ta se nombró a sí mismo «vendedor ambulante de la democracia» a
sociedad urbana requería y, al mismo tiempo, hada factibles: sociedades mediados de la década de 1870. En Gran Bretaña, el líder liberal W. E.
filantrópicas y religiosas que impulsaban cruzadas por la templanza, la GladstOne inició las priÍneras · elecciones generales modernas con una
moralidad y la higiene; grupos de presión del comercio y la industria; so- campaña en la región escocesa de Midlothian en 187.9: «imaginen», Se es-
ciedades ~ooperativas y de ayuda mutua que proporcionaban tiendas de candalizaba The Times, «un Pitt o un Castiereagh recorriendo con sll pro-
alimentación con precios económicos, modestas socie4a~s de seguros de en- paganda electoral las provincias y depositando su confianza no sólo en un
fermedad y de entierro digno; sindicatos, que fueron legalizados en Gran sin1ple puñado de electores, sino en cualquier muchedumbre que consi-
Bretaña en 1824 y en Francia en 1881, pero que ya existían en la semi-clan- guiera reunir». Y las muchedumbres acudieron. La ideología y la «opi-
destinidad en todas partes. Además,uo fueron menos importarites los par- nión» -que, según escribió Balzac, «se fab~icaban con tinta y papel»-
tidos políticos, que evolucionaron entre las décadas de 1870 y 1900 de ser estaban aún 1nás ampliamente diseminadas, sobre todo en forma de
unos clubes privados informales, hasta convertirse en grandes organiza- periódicos, que se qifundían por todo el territorio de cualquier Estado, y
ciones permanentes. Gran Bretaña y Alemania fueron los primeros países también de un Estado a otro mediante suscripciones por correo y por la
que copiaron el ejemplo americano. copia mutua de información. Los gobiernos intentaron restringir y cen-
La comunicación ( tratada por Niall Ferguso11 en el capítulo 3) fue el surar, pero fue una batalla p~rdida de antemano. Se abrieron salas de lec-
segundo gran cambio que hizo posible las carreteras, los ferrocarriles, la tura para aquellas personas que no pudieran costearse libros o periódicos
m~gración, el comercio, la alfabetización, los servicios postales, los perió- ( demasiado caros hasta que llegaron las innovaciones comerciales y tec-
dicos y la literatura a un precio accesible. El volumen de comunicación y nológicas de la década de 1880, en clubes y cafés se leían en voz alta. En
movimiento interno aumentó enormemente: en Francia, en 1840, se rea- Inglaterra, uno de cada veinte adultos leía periódicos dominicales en 1850;
lizaban seis millones anuales de viajes en tren; en 1900, fueron 430 millo- en 1900 lo hacía uno de cada tres.
nes. La política del siglo diecinueve creía e11 el poder motivador de las pa- El efecto político más profundo de la comunicación de masas fue la
labras: en panfletos, artículos, proclamas, también en poemas, y sobre consolidación de lo que Benedict Anderson denomina «comunidades
todo en los discursos. Los políticos comenzaron· a·escribir en los periódi- imaginadas», existentes en las mentes de sus miembros. Entre estas co-
cos e incluso viajaban por todo el país para influir en la «opinión públi- munidades, las 1nás importantes son las naciones. Líah Greenfeld ha
ca» directamente. Las campañas organizadas ponía'n de manifiesto la afirmado que «es el nacionalismo el que ha hecho que' nuestro mundo
cantidad de individuos -incluidas las mujeres y otras personas sin dere- sea políticamente lo que es». Pero incluso en Estados constituidos largo
cho al voto- a los que ya entonces se podía movilizar. En Gran Bretaña, ~iempo atrás, como ,Francia o Inglaterra, el sentido de pertenencia a un
en las campañas de la década de 1820 contra el tráfico de esclavos, y en las ente común era relativamente débil durante el siglo dieciocho. Lo que
de la década de 1840 contra las leyes proteccionistas relativas a la impor- un político francés llamó en 1789 «una reunión miscelánea de pueblos
tación de cereales ( Corn Laws), se implicaron millones de personas y obli- disgregados» era un colectivo que hablaba media docena de idiomas y
garon al gobierno a actuar. Difícilmente Se podría encontrar algo compa- docenas de dialectos. Las identidades locales y regionales tenían más
rable .a esto. En Alemania, en 1832, entre 20.000 y 30.000 nacionalistas ¡ importancia que la pertenencia a una «nación» abstracta. Las evolucio-
liberales se reunieron en Hambach, lo cual supuso un punto culminante 1 nes que tuvieron lugar en el siglo diecinueve afectaron a esta cuestión en
'
38 EL SIGLO XIX

todas partes. La movilidad requería y fomentaba un lenguaje común, al Papa como individuo y la aparición de modernos centros internacio-
y hacía que la «cultura nacional» fuera esencial para la vida moderna y nales de peregrinaje, con10 Lo urdes, se convirtió asimismo en un cuerpo
para la política. Las escuelas eran los vectores principales; la educación n1ás genuinamente unido, dejando de ser una asociación de iglesias re-
primaria llegó a ser prácticamente universal en la 1nayoría de los países gionales ampliamente independientes. Los n1isn1os mecanisn-tos de n10-
durante el tercer cuarto de siglo, e incluso la edu.cación secundaria mul- vilidad y comunicación - a través de los cuales identidades nacionales
tiplicó su extensión, Alemania, que en este aspecto iba en cabeza, tenía o internacionales más an1plias se formaron, chocaron o incluso reempla-
en 1900 un millón de· plazas en la enseñanza secundaria. La literatura, zaron lealtades de clan, parroquia o región más antiguas y estrechas-
los librps" de texto y los periódicos crearon al n1eno.s una ilusión de ex- sirvieron de sostén a toda la gama de ideología y partidos.
periencia compartida. Los símbolos- desde n1apas e imágenes en las Sin embargo, este siglo de cambios no desplazó a las viejas elites. Rara
paredes de las aulas en las escuelas, hasta monumentos conn1emorativos vez, si es que alguna vez lo hicieron, for111aron los <<nuevos estratos socia-
y museos -planteaban la idea de identidad territorial e histórica. Des- les» una causa política común contra ellas (la Liga Británica de oposición
files, fes.tivales, elecciones, guerras, revoluciones, incluso los aconteci- a las leyes que impedían la libre importación de cereales, Anti-Corn Law
mientos deportivos, contribuían a establecer una «memoria» común, unas League, es la excepción que confirma la regla). Pocos hombres de Iiegoc/· ,.J
veces embellecida y otras e:k-purgada de lo que se consideraba inconve- cios optaron por una dedicación a tiempo completo a la política. Los
niente. Como afirmaba el filósofo francés Ernest Renan en una famosa nuevos ricos generalmente sé integraban en la nobleza mediante matri-
conferencia pronunciada en 1882, si bien una nación requería ~<la pose- monios u obteniendo títulos directamente. Estos nobles de nuevo cuño
sión común de un rico patrimonio de recuerdos», también necesitaba demostraron ser al menps tan aficionados a utilizar la organización polí-
olvidar lo que no contribuía a su cohesión. Estas iniciativas incrementa- tica y las comunicaciones modernas como sus oponentes: las primeras
ban el sentido de unídad dentro de los estados culturalmente homogé- elecciones del siglo diecinueve basad~s en el sufragio masculino, que se
neos y los gobiernos las utilizaron con tal objetivo; pero al mismo celebraron en Francia en abril de 1848, dieron como resultado una vic-
tiempo crearon también una encqnada rivalidad entre los grupos étni- toria conservadora, siendo elegidos. muchos nobles y sacerdote_~_.. Ltii.~_....
cos que coexistían dentro de los estados multinacionales. Un buen ejem- Napoleón Bonaparte demostró entre 1848 y 1851 en Francia que un elec-··
plo es Praga, capital de Bohemia, donde la población que hablaba checo torado masivo podía apoyar a un gobierno conservador y) de hecho, .
y estaba constituida, en origen, por inmigrantes rurales, pidió tener los autoritario. En la atmósfera más decorosa de Gran Bretaña en la década
mismos derechos que los alemanes en lo relativo al idioma, lo cual im- de 1880, los «nuevos estratos sociales» fueron igualmente conservadores:
plicaba tener acceso al trabajo en condiciones iguales o incluso mejores. había nacido Villa Torismo, es decir la gran casa del conservadurismo de·
De esta manera, el nacionalismo se convirtió en el vehículo de una am- la época, y la Liga Conservadora Primrose ( Conservative Primrose Lea-
plia gama de ambiciones y resentimientos. El tema de defender y hacer gue), con dos millones de miembros) era una de las mayores organizacio-
avanzar el «interés nacional>> llegó a 5:er un elemento crucial del discur- nes. de Europa y apoyaba lealmente a un partido que en gran parte estaba
so Político, además de una parte de lá e:X.perienciz: de 1ni1lones de ho1n- dirigido por aristócratas. Por lo tanto, no sólo en las sociedades rurales
bres cuando el reclutamiento 1nilitar masivo se convirtió en norma en el autoritarias e inmóviles de Europa oriental, sino ta1nbién en los estados
último cuarto de siglo. industriales más urbanos, la nobleza y la burguesía profesional estableci-
La nación no fue la única comunidad que surgió en la imaginación de 1 da conservaron una posición prominente en el gobierno y en la política.
(
los individuos. Colín Heywood explica el desarrollo de las «identidades» La alta burguesía, que a menudo era crítica con el capitalismo y desdeño-
en el capítulo 2. La «conciencia de clase>>, especialmente el sentimiento de sa con las nuevas da.ses medias, propotcionaba también la mayoría de los
pertenencia a un «proletariado» nacional o internacional, tiene caracte- ' pfofetas del socialismo, entre los que cabe mencionar a Blanqui) Bakunin,
rísticas similares, con símbolos compartidos, congresos, canciones (la más · Tolstoi y Lenin. A un nivel más modesto están los casos del primer diri-
famosa de ellas fue La Internacional), mitos y recuerdos. La Iglesia Cató- gente marxista británico, H. M. Hyndman, que se educó en el Trinity Co-
lica, con su cultura cada vez más ultramontana, que incluía la veneración llege de Cambridge y jugaba al criquet representando a Sussex, así como•
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40 EL S.ZGLO XIX 41

el más importante parlamentario socialista_francés, Jean Jaures) que fue créativos de una multitud de visionarios socialistas; el polaco Adam 11ic-
profesor de lenguas 'clásicas y hennano de un almirante. kiewicz, el irlandés Daniel O'Connell y el italiano Giuseppe Mazzini fue-
Resumiendo, se de1nostró que gobernar una sociedad can1bíante te- roi1 quizá los profetas más celebrados del nacionalismo. Lo que éstos y
nía menos peligros de lo de los comentaristas de las décadas de 1830 y muchos otros tuvieron en común durante aquellas décadas creativas vita-
1840 habían pronosticado. Las ciudades no se convirtieron en ciénagas les fue la percepción de una BU.ropa que se encontraba en un estado de
llenas de bárbaros. Las revolúciones resultaron pólvora mojada, ya que las cambio permanente que requería nuevas ideas e instituciones.
zonas más modernas de Europa llegaron a ser las más estables. El artesano Las constituciones daban testimonio de los procesos de emulación y
respet~ble. que iba a la iglesia con sus mejores gales de domingo y partici- convergencia. Las revoluciones americana y francesa habían adoptado
paba en la gestión de una mutualidad en su tiempo libre era un personaje a1nbas unas constituciones escritas, configuradas como un contrato entre
más importante y más emble1nático para la modernidad que el revolu- ciudadanos iguales. Esta ficción tan inspiradora se convirtió en tema fun-
cionario exaltado que salía con una antorcha llameante. Las viejas elites se damental de debate .en la Europa continental antes de 1848. ¿Eran .sobe-
dieron prisa para organizar su propio apoyo político, basado en la defe- ranos los reyes o los pueblos? ¿Pertenecía el poder a los gobernantes o era
rencia popular y el temor a la agitación política, con lo que ciertos aspec- conferido a éstos por fos ciudadanos? En Francia, Luis XVIII se vio real-
tos del ~<Antiguo Régiinen>> continuaron existiendo hasta 1914 y más to- mente forzado a conceder una constitución en 1814, aunque su denon1ina-
davía, frecuentemente con una forn1a rejuvenecida. ción oficial fue la de carta real «otorgada» libieinente. Para los gobernan-
tes tradicionales la mera idea de una constitución era anatema: Federico
GuilleJ:mo IV afirmó que nunca permitiría que «un pedazo de papel» se
interpusiera entre él y sus súbditos. En España (cuya constitución atípi-
Ideologías e instituciones camente liberal de 1812 fue un modelo para los revolucionariós durante
toda una generación), Italia, Alemania y Europa oriental, los gobiernos
Las· ideologías y las instituciones muestran también cómo estaba conver- otorgaron constituciones en tiempos de crisis, como durante el período
giendo Europa, ya que las personas miraban 'al otro lado d.e sus fronteras revolucionario de 1830, y las abolieron cuando volvieron a sentirse sufi-
buscando modelos diferentes para seguirlos o para evitarlos. Esta actitud cientemente fuertes. Sin embargo, no eran sólo los revolucionarios y
no era nueva, pero se vio enormemente incentivada por las experiencias los liberales·quienes exigían las constituciones. Especialmente en Alema-
comunes de la Revolución Francesa y de la «Revolución Industrial», una ni~, fueron apoyadas discretamente por burócratas con tendencias mo-
expresión acuñada en Francia durante la década de 1820. Parecía como si dernas, que las consideraban una ayuda para gobernar eficientemente
cierto~ países -Gran Bretaña, por su libertad política, su estabilidad y su controlando los caprichos de monarcas y cártesanos. Después de las re-
dinamismo económico; América, por su democracia y su movilidad so- voluciones de 1848, la mayoría de los estados continentales había conce-
cial; Francia> por su tradición revolucionaria y su prestigio cultural- en- dido constituciones y la cuestión estaba fonnalmente cerrada, aunque los
carnaran un futuro posible. Tanto si eran objeto de admiración, como si Habsburgo abolieron las suyas en 1851, cuando ya se sentían seguros tras
eran detestados, es innegable que sus experiencias resultaban significati- haber derrotado a los revolucionarios. Las excepciones más importantes
vas. Eran lecciones que se explicaban en un cuerpo internacional de ideo- fueron Rusia --cuyo gobierno se negó a otorgar una constitución hasta
logías cada vez más elabora.das> formuladas más o menos entre 1770 y que se vio forzado a ello por la revolución de 1905-y Gran Bretaña, que
1870 por una intelectualidad cuyas figuras destacadas eran famosas en en la práctica era constitucional, pero no sufrió durante este período nin-
toda Europa. El irlandés Edmund Burke y el saboyano Joseph de Maistre gún trastorno político que hiciera necesaria una constitución en fonna de
fueron los padres e inventores del conservadurismo; el escocés Adam código.
Smith, el francés Alexis de Tocqueville y el inglés John Stuart Mili adqui- Las constituciones reconocí.an necesariamente un derecho de repre-
rieron renombre como teóricos del liberalismo; el francés Henri de Saint- sentación. Tener algún tipo de organismos représentativos era ya dar un
Simon, el galés Robert Owen y el prusiano Karl Marx fueron los más gran paso; después, su forma, sus poderes y los modos de elección eran
p·oLÍTICA 43
42 EL SIGLO xrx

crudales. ¿Qué es lo que tenía que estar represente.do? ¿Los «intereses» di- cualificados profesionalmente o tuvieran una educación. En la práctica,
vergentes que existían dentro de la sociedad, o algún tipo de «voluntad todo esto variaba enorn1en1ente. En Gran Bretaña) según la Gran Ley de la
general»? ¿El objetivo era defender la sociedad existente, o cambiarla? Los Reforma Electoral ( Great Reform Act) de 1832, una mezcla de propiedad y
monarcas habitualmente procurabap n6 tener 1nás asa111bleas que los es- cualificaciones tradicionales dio un censo de 650.000 electores, aumenta-
tados o las dietas, tradicionales en su forma y con una función n1eramen- do por las reformas posteriores de 1867 y 1884 hasta cerca de seis nüllones
te consultiva, que repre~entaSen a las regiones·y a distintos estamentos, en -n1ás del 60 por 100 de los hmnbres adultos. Francia, después de 1848, fue
vez de rep,resentar a una sola «nación» de ciudadanos. Este tipo de asan1- el prilner país, y durante décadas el único, que concedió el sufragio «uni-
bleas se -tonstituyeron con muchas vacilaciones en la n1ayor parte de Ale- versal» a nueve millones de hombres. El éxito de Napoleón III c01no gana-
mania entre 1815 y la década de 1860. Los reformistas liberales deseaban dor de las elecciones entre 1848 y 1870 sugirió a algunos conservadores
asambleas nacionales según el modelo británico o el francés, con debates la idea de que la democracia bien gestionada no era su enemigo, porque
públicos, con voz a la_hora de legislar, con poder para plantear preguntas los campesinos leales o dóciles-lo que Bismarck llamó «los elementos sa-
a los ministros y para influir en su nombramiento y su destitución, y con ludables que constituyen la esencia y la 111ayoría _del pueblo»- superarían
control sobre el presupuesto, siempre era el resorte crucial del poder. Los en votos a los turbulentos radicales de la clase media y la clase obrera. Pero · ./
demócratas y los revolucionarios pedían parlamentos u.nicamerales, pocos políticos tuvieron la valentía suficiente para emprender este cainino.
elecciones frecuentes y salarios para los parlamentarios, con el fin de· Así pues, incluso cerca de finales de siglo, siguieron existiendo unas
hacer que los parlamentos fueran sensibles a las demandas populares. amplias diferencias en cuanto a la proporción de población con derecho
Pero después de la aterradora experiencia de la Convención Revoluciona- a voto, también en algunos países liberales, que en muchos casos mantu-
ria Francesa (1792-17_95 ), los liberales y los conservadores deseaban se- vieron los requisitos de ciue los votantes fueran propietarios o estuvieran
gundas cámaras, siguiendo aproximadamente el modelo de la Cámara de cualificados para leer y escribir: en 1890, el 27,l por 100 de la población
los Lores británica, con el fin de limitar el poder de cámaras bajas que pu- tenía el derecho al voto en Francia; el 23,2 por 100 en Grecia; el 21,7 por
dieran ser radicales. Durante el siglo diecinueve, se probaron muchos 100 en Alemania; el 16,3 por 100 en Gran Bretaña; el 13,9 po'r 100 en Di- ..
modelos distinto$, pero para los primeros años del siglo veinte, iodos los namarca, el 9,7 por 100 en Italia, y el 9,1 por 100 en Noruega. Durante la
grandes estados _:_incluso Rusia después de 1905-tenían un par!amen- década de 1890, varios países aprobaron el sufragio masculino al menos
to·bicameral, con una cámara alta que habitualmente se surtía de burócra- en teoría; las ffiujeres) sin embargo, en los casos en que tenían algún de-
tas veteranos, terratenientes nobles, miembros del clero y militares. recho a voto, lo tenía!). restririgido generalmente a las elecciones locales.
Incluso los parlamentos más débiles podían hostigar a los ministros, Solamente en Finlandia ( 1906) y Noruega (1907) podían ellas votar en las
y las derrotas electorales podían poner en un aprieto a regímenes que se elecciones nacionales. En la mayor parte de la Europa católica no tenían
vanagloriaban de disfrutar de la lealtad de sus súbditos. En consecuencia, ningún tipo de derecho al voto: los miembros conservadores del clero se
los sistemas electorales y su manipulación se convirtieron en un motivo oponían a estos <;lere5=hós poi razones de principio) y la izquierda p0r ra-
de lucha perpetua. ¿Quién podía votar y cómo? ¿El sistema electoral debe- zones prácticas. Aderriás, el hecho de ampliar el electorado Jnasculino, in-
ría reflej_ar la jerarquía social tal como era, o debería ser un medio para directamente supuso un retroceso en los derechos de las mujeres y anuló
transformar la sociedad? Durante la mayor parte del siglo y en la mayo- el derecho de voto que algunas habían poseído anteriormente, derecho
ría de los lugares de Europa, el sufragio «universal» ( es decir, masculino) basado en la propiedad. ·
parecía un disparate y una imprudencia, incluso se lo parecía a los libera- Pero el tamaño del electorado no fue la única cuestión. En estados
les, que ponían el énfasis en la necesidad de racionalidad y moderación. pseudo-liberales o autoritarios, como Prusia) Austria, Rumanía y Rusia, el
Sólo los ciudadanos responsables debían votar, no los que fueran igno- electorado -aunque -se denominaba «universal»- estaba dividido· -'en :·
rantes y sugestionables. Esto significaba que sólo votarían los que poseye- «clases» o «curiales»,· determinadas por los impuestos que pagaran. Así,
ran una propiedad importante y pagaran impuestos directos, especial- por ejemplo, en Prusia el 4 por 100 de contribuyentes que pagaba los im-
mente la contribución territorial. o, en ciertos casos, los que estuvieran puestos más altos tenía el mismo poder electoral que el 84 por 100 que
4,4 EL SIGLO XIX POLÍTICA 45

pagaba los impuestos más bajos; para elegir a un diputado de la cárnara 1 Hubo organizaciones electorales como una francesa llamada Aide-toi le
baja, en Austria se requerían sólo sesenta y cuatro aristócratas, frente a ¡ ciel t' aidera, fundada en 1827 para oponerse a la iniciativa oficial de divi-
10.760 campesinos. Los curiales más bajos, además, votaban indirecta- dir arbitrariamente los distritos electorales. En la década de 1820 existie-
mente, a través de delegados. ron tambiél1 unas prhneras organizaciones reivindicativas cuyo obje-
Independientemente de lo liniitado que estuviera el electorado, de lo tivo era ejercer influencia a través de la propaganda y movilizar a la
sesgadas que estuvieran las rÍormas, y del poco poder que tuviera el Par-
lan1ento, .aun así valía la pena ganar las elecciones. Con frecuencia, los
1 opinión pública, tal fue el caso de la Sociedad Antiesclavista o, en Francia,
los Amis de la Presse. Hubo clubes parlamentarios elitistas cuyos pro~oti-
nuevos ·.,electores demostraban un interés admirablemente serio por la pos fueron los Vvhigs y los Tories británicos, que, con la llegada de un elec-
política, forcejeando con largos artículos de prensa y aguzando el oído en torado masivo, c01nenzaron a instalar agentes electorales y trabajadores
los mítines públicos. Pero también existía el otro lado de la moneda: el so- del partido en las circunscripciones . .Durante n1ediados de la centuria, los
borno ( en Inglaterra especialmente basto y escandaloso, con una corrup- pqrtidos políticos apa¡;ecieron en todos los países, y hacia la primera dé-
ción -habitualmente en forma de ríos de cerveza gratuita- que llegaba cada del siglo veinte adoptaron unas pautas 1nuy similares, que tendían a
a alcanzar hasta la mitad de los distritos a principios de la década de 1880), absorber todo el espectro del conservadurismo y el socialismo, llegando
manipulación de las fronteras de las circunscripciones, intimidación (por casi hasta los extre1nos: los partidos eran organizaciones legales con dis-
ejemplo, hostigamiento por parte de la policía a los partidarios de la opo- tintas tendencias ideológicas, líderes reconocidos, empleados fijos, pren-
sición), fraudes descarados y toda una gama de métodos basados en el sis- sa, conferencias y manifiestos, que enfocaban todo este aparato, primor-
tema del palo y la zanahoria. Como atestiguaba un típico alcalde francés dialmente, a ganar las elecciones.
en 1889: «ya les dije l:,astantes veces que no habrfa indemnizaciones (de Así pues, a finales de siglo, las constituciones, los parlamentos y los
los daños producidos por las inundaciones] si el n1unicipio no conseguía partidos políticos se habían convertido en norma por toda Europa. Sin
una mayoría republicana». En las zonas rurales donde los notables y el embargo, paradójicamente, detrás de esta fachada de convergencia, la
clero de la localidad, y a veces tan1bién funcionarios gubernamentales, divergencia era mayór que en 1815. La división realmente significativa no
apoyaban todos enos a los mismos candidatos -como, por eje1nplo, en era la que diferenciaba monarquías y repúblicas, ni siquiera la que dis-
zonas rurales de Austria, Irlanda, España y Prusia- el resultado era el tinguía los sistemas electorales según fueran amplios o restringidos,.
previsto de antemano, incluso sin hacer trampas, y 1nuchas elecciones se sino la que ceÚtraba su atención en si los regímenes parlamentarios eran
ganaban sin oposición alguna. Pero los electorados más numerosos de las hberales ( cada vez más estables) o burocracias autoritarias ( cada vez más
zonas urbanas requerían un tratamiento más sutil y más costoso, espe- precarias) capaces de evitar el Parlamento. En Europa occidental, los
cialmente la propaganda incluida en periódicos sobornados o subvencio- parlamentos controlaban a los gobiernos. En Europa oriental y central no
nados, campañas electorales, mítines, octavillas y carteles. Estas técnicas se era asi. En el imperio alemán después de 1871, la monarquía de los Habs-
Copiaron de América. Así, por ejemplo, el barón francés Mackau, sup-ues- burgo (tras un breve paréntesis liberal que se dio a partir de 1867), y en
tamente empapeló París con unos dos millones de c~teles para unas elec- el imperio ruso, incluso después de la constitución de 1905,.el poder se-
ciones celebradas en 1889. Esto requería trabajo y dinero, y por lo tanto guía en manos de funcionarios profesionales que dependían nominal-
una organización de partido más elaborada y, a menudo, métodos dudo- mente de la autoridad monárquica. Mientras Austria y Rusia coffietían
sos para recaudar fondos. errores dentro de unos sistemas que atravesaron una serie de desastres y
Durante el siglo diecinueve surgieron partidos políticos dotados de cambios de dirección, la constitución alemana había sido diseñada cui-
una organización y se convirtieron en los p:r:,incipales canales de la activi- dadosamente por Bismarck, el primer ministro prusiano que luego fue
dad política. Estos partidos tenían orígenes diversos. Existían redes de el primer canciller de Alemania, para mantener el poder de la corona, el
conspiración cuyo objetivo eran insurrecciones o a1notinamientos, como ejército y la nobleza. Resumiendo, el elemento democrático -es decir, el
los Carbonari italianos de la primera década del siglo, y la Sociedad para los Reichstag, elegido por sufragio masculino directo- no podía destituir
Derechos del Hombre que apareció en Francia durante la década de 1830. al canciller imperial, ni negarse a aprobar el presupuesto imperial, ni
EL SIGLO XIX POLÍTICA 47

controlar los gobiernos federales de los estados, sobre todo el de Prusia., n1ediante una revolución realizada desde arriba, mantuvo el poder de las
que conservaba su siste1na electoral no democrático de los tres estamen- viejas elites, disilnulándolo detrás de una fachada constitucional. La hi-
tos. A la cabeza de la administración estaba el canciller, no111brado oor el pótesis del «canüno especial» lleva a la conclusión de que esto creó una
rey de Prusia en sus funciones como ~mperador de A1en1ania, y grar; par- tensión fundamental entre la 1nodernidad de la econmnía y la sociedad
te del poder legislativo quedaba en n1anos de la cán1ara alta, el Bundesrat, alemanas y la naturaleza reaccíonaria de su Gobierno, que utilizaba mé-
formado por funcionados nÓmbrados por los Estados federales, pero todos cada·vez más peligrosos tanto en el interior, con10 en el exterior,
controlado~- en la práctica poi: Prusia. Además, las fuerzas annadas per- para mantener su poder. Aunque las líneas generales de la historia son in-
n1anecíarí en gran medida fuera del control de los civiles. En Austria y Ru- contestables, las conclusiones de la hipótesis del «ca1nino especial» son
..,,, __
sia, las constituciones y los parlamentos elegidos tenían, de manera s!lni- discutibles. ¿Cuánto tuvo de «especial» Alemania, ya sea en comparación
lar, un escaso efecto sobre el ejercicio real del poder. con lo supuestan1ente «normales» que pudieron ser Gran Bretaña y Fran-
cia (cada una de ellas muy diferente de la otra); con sus vecinos del este,. ·
Austria y Rusia, que también mantuvieron monarquías autoritarias en
medio de una modernización social y económica,. o incluso con sus. v~c::.b.- ;,;.,:.,
Caminos divergentes nos escandinavos del norte, que también evitaro'n la revolución, pero sin
embargo se convirtieron en países democráticos?
¡Cómo se puede explicar esta diferencia entre la progresiva liberalización Ahora bien, incluso si abandonamos la idea de que Alemania fue úni-
de algunos estados y el autoritarismo permanente de otros? Los historia- ca porque le faltó una «revolución burguesa» (en cualquier caso, un con-
dores suelen estudiar c;:ada país de forma aislada, en parte por razones cepto dudoso)) sí es seguro que este país se enfrentó a unos problemas
prácticas, y en parte porque se supone que las condiciones internas socia- políticos específicos. El Reich de 1871 fue establecido por los príncipes
les, e~onómicas o culturales ofrecen una explicación suficiente sobre sus alen1anes, no por el pueblo. Había en él importantes grupos que estab?-n
procesos políticos. Un breve estudio de los cuatro estados más poderosos descontentos, especialmente los católicos y los trabajadores, -que consti-
de Europa -Alemá.nia, Gran Bretaña, Francia y Rusia- mostrará hasta tuyeron los primeros partidos políticos de masas de Alemania-el Cen\·
qué-punto fue divergente su experiencia política. Pero no debemos caer tro Católico y el Partido Socialdemócrata- y fueron tachados de «ene-
en la idea demasiado fácil de suponer que eran únicos. migos del Estado». Se introdujeron importantes reformas desde arriba
La historiografía alemana ha sido especialmente introspectiva. Se ha -las más notables fueron las medidas relativas a la seguridad social es-
diagnosticado que un «camino especial» (Sonderweg) hacia la .moderni- tablecida por Bismarck (seguro médico y de accidentes) entre 1881 y
dad, en contraste con la progresión histórica supuestamente normal 1886, mucho antes de que otras medidas parecidas se introdujeran en
repre~ei:tada por Gran ~retaña y Francia, fue la raíz de un malestar que cualquier otro Estado democrático o liberal- con la intención de neutra-
culn;unó en la catástrofe nazi. Alemania, según este análisis, no vivió una lizar el apoyo de los trabajadores al socialismo. Sin embargo, nunca se lo-
«revolución burguesa» normal, com.o la que tuvo lugar en Gran Bretaña gró vencer a la oposición política:_ de hecho, los partidos católicos y so-
en el siglo diecisiete o en Francia en el dieciocho. Aunque la presión que cialistas crecieron. Y, lo que es más importante, el sistema político del
incitaba a un cambio político, especialmente en nombre del nacionalismo Reich llegó a ser caótico e imposible de controlar. A los partidos se les per-
y el liberalismo, se había ido haciendo cada vez más intensa" sobre la oe- mitió intervenir en cuestiones relativas a legislación y prerrogativas lo-
neración previa, la revolución popular fracasó en 1848 cuando las r:o- cales, pero nunca recayó sobre ellos la responsabilidad de gobernar. Des- (
narquías · absolutistas volvieron a imponer su autoridad por la fuerza. pués de la subida al trono del inestable Guillermo II y de la destitución
Posteriormente, Bismarck castró el liberalismo cuando consiguió unificar de Bismarck en 1890, una serie de cancilleres nombrados por el emperador
a Alemania, satisfaciendo así las ambiciones de los nacionalistas liberales, ostentaron la presidencia de un sistema descoordinado y a la deriva, sin (
que consintieron sus métodos de «sangre y hierro» -es decir, las guerras ninguna visión estratégica que pudiera reemplazar el absolutismo impla- ,(
contra Dinamarca, Austria y Francia--. El nuevo Reich, fundado en 1871 cable de Bismarck.
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EL SIGLO XIX
POLÍTICA 49

Gran Bretaña se utilizó, y a n1enudo se utiliza todavía, como una vara Francia seguía un can1ino muy diferente a los de Alemania o Gran
de medir con la que juzgar a los estados del continente. Su característi- Bretaña. La revolución no dejó un legado de paz. y nonnalidad, sino al
ca más elogiada era -para los contemporáneos del siglo diecinueve 1 y menos un siglo de división e inestabilidad. Esto no se puede explicar ha-
para muchos historiadores actuales no británicos lo sigue siendo- Ia [ blando de tensiones sociales y económicas inusuales, porque Francia, con
capacidad de cambiar gradualrnente'y en procesos relativamente pacífi- 1 sus n1uchos terratenientes, el bajo crecimiento de su población y un cam-
cosi según la versión aI~bada; y luego criticada, como «historia whig>>. bio económico lento, vivió menos ruptura social que sus vecinos. La res-
t puesta está en su cultura política. La revolución dejó como legado la idea
Ahora bien, ¿fue Gran Bretaña la norma, el camino correcto hacia la ' de que la política podía transformar la existencia, y que el Estado no de-
«111oder:µi-d8.d>)? ¿O fue un paíS raro, medio aislado de Europa, que con-
servó elementos del Antiguo Régimen incluso después de entrar en el bía limitarse a defender y administrar la sociedad, sino que tenía que con-
figurarla y conducirla. Pero no hubo acuerdo sobre la forma que debía
siglo veinte, y que transforn1ó, sin un plan predeterminado, un sistema 1
parlan1entario arcaico en un instrun1ento para conseguir una aquies-
cencia popular controlada? Su historia durante la prim~ra parte del si-
¡ adoptar o los objetivos que debía perseguir dicho Estado. Como decía un -
escritor del siglo diecinueve, «la revolución ha fundado una sociedad,
glo diecinueve se puede considerar como una sucesión de crisis retrasa- pero todavía está buscando un gobierno». Una clase polftica profunda-
1 mente dividida alímentaba toda una gama de objetivos ideológicos con-
das o aplazadas gracias a una combinación de concesiones y medidas
represivas puesta en pi:áctica por una elite gobernante poderosa y con-
¡ flictivos y a menudo utópicos. Al menos hasta la década de 1880 - y se
fiada, qúe actuaba unida en su propósito de defender el sisterna frente a podría decir que hasta la de 1890- no había consenso con respecto a las
posibles perturbaciones democráticas. La emancipación de los católicos 1 reglas de la política, y existía una división crónica en lo relativo a ideolo-
gías. Por lo tanto, si el consenso británico era integrar el conflicto dentro
(1829) evitó conflictos importantes en Irlanda; la Gran Ley de la Refor-
ma Electoral (1832) aÍivió el malestar en Inglaterra ampliando la re-
presentación parlarnentaria sin alterar los fundamentos del sisten1a; la
!¡ del sistema constitucional, en Francia el objetivo último de la oposición
política era cambiar éste. En consecuencia, toda crisis política se conver-
tía en una crisis constitucional; la violencia nunca estaba muy lejos. Sin
· anulación de las leyes proteccionista$ relativas a la importación de cere-
ales ( Corn Laws) en 1846 debilitó el radicalismo _de la clase media al pre- embargo, los cambios sucesivos de régimen-en 1814, 1815, 1830, 1848,
cio de un hundimiento temporal del partido tory; pero los gobernantes 1851, 1870- sólo satisfacían a una de las partes, y nunca suscitaban una
se resistieron enérgican1ente al radicalismo popular de los cartistas. A aceptación general durante mucho tiempo, ni conseguían ui1a legitimi-
partir de mediados de siglo, la política británica -la única que estaba dad que no se cuestionara. Estos regímenes representaban visiones ideoló-
relativamente libre de crisis financieras y que era en cierto modo invul- gicas incompatibles: el paternalismo católico de la Restauración Borbóni-
nerable a las amenazas _externas- se convirtió en un juego absorbente para ca; el liberalismo elitista de la Monarquía de Julio; la democracia utópica
ganar poder. En consecuencia, muchos historiadores analizan esta polí- de la Segunda República; el populismo autoritario del Segundo Imperio;
tica a través de las rivalidades entre las elites de la «alta política», en vez el liberalismo democrático de la Tercera República.
de hablar de lucha ideológica o de conflicto social. La democratización No obstante, había un amplío acuerdo en que la solución n1oderna
gradual) que fue en parte el resultado de estos manejos políticos para con- inevitable era algún tipo de representación parlamentaria. Después de
seguir ventajas electorales, exigía a la clase política que tuviera voluntad una historia llena de altibajós durante la revolución y el Prhner Imperio,
de acomodarse a la presión popular, y a los que acababan de recibir sus de- las prerrogativas parlamentarias se desarrollaron rápidamente entre 1814
rechos políticos que quisieran aceptar las reglas existentes. En Escandi- y 1830. La implantación del sufragio «universal» (masculino) en 1848 me-
navia, Bélgica y Holanda se puede observar una democratización prag- diante la acción revolucionaria de la multitud parisina, demostró que la
mática similar de los sistemas parlamentarios. Es significativo que 1as democracia podía beneficiar a los conservadores: una lección que Napo-
reformas nunca resolvieran el problema de Irlanda, donde se encontra- león III aplicó con meticulosidad, y que aprendieron rápidamente Bis-
ron frente a un grave descontento comparable con el de otros estados mul- marck y el británico Benjamin Disraeli, dirigente tory, poniéndola ambos
tinacionales, con10 Austria, Alemania o Rusia. en práctica para aumentar sus respectivos electorados en 1867. La líber-
50 EL SIGLO XIX POLÍT'ICA 51

tad política fue aplastada durante el gobierno autoritario de Napoleón III política fundan1ental. En la primera década del siglo veinte aún estaba su-
en la década de 1850, pero se recuperó progresivamente en la de 1860, friendo las tensiones derivadas de la industrialización y de la emigración
adoptando la forma de lo que el dirigente liberal Thiers llamó das liber- a las ciudades que los países occidentales habían sufrido en la década de
tades necesarias». La Tercera República, que llegó después de la caída de Na- 1840. Además 1 lo más importante era que el régimen zarista era esencial-
poleón III en 1870, fue en realidad un·co1npromiso, <<el gobierno que nos mente distinto d;:: los regí1nenes de sus vecinos o2cidentales, ya que se ha-
divide lo menos posible»: una república dem.ocrática, pero dotada de bía desarrollado a partir de un «estado propietario» en el que el zar·era
una Constit~ción (1875) diseñada por monárquicos c.on el fin de incor- considerado el dueño del país y de su población. A diferencia de occiden-
porar un. sellado conservador, una poderosa administración centraliza- te donde el feudalismo se había atrincherado en la idea de gobierno de la
da, y un sistema electoral que favoreciera a las pequeñas circunscripciones le; y de los derechos, según la 1:tadi~ión rusa, los súbditos de los zares no
poseían derechos, ni disfrutaban de protección legal. No había grandes
rurales. Así pues, esta república tenía tanto en común con las monarquías
constitucionales modernas, tales con10 Bélgica e It~lia, como con repú- n1agnates territoriales que hicieran de contrápes_o político al autóc~ata,
blicas federalés más antiguas, co1no Suiza o Estados Unidos, o con elAn~ como en Gran Bretaña en el siglo diecisiete o en Francia en el dieciocho.
tiguo Régimen liberal de Gran Bretaña, con el que a menudo la compa- No existían las antiguas asambleas provinciales que habíí;ln sido la cuna
raban. Las características políticas de la Tercera República en la práctica de la política en Francia, Alemania y Austria; no existían empresas. autó-
-marcada por el temor al retorno de la dictadura- resultaron ser un nomas; no había burguesía, ni sociedad civil. Era algo más parecido a un
Ejecutivo débil, un Parlamento fuerte, y una relajada organización de los imperio colonial que a las estructuras posfeudales de Austria y Alemania,
partidos. Esto significaba cambios ministeriales rápidos~ caos legislativo, que siempre reconocieron ciertos derechos a al menos algunos de sus
prioridad para los inter~ses y las cuestiones locales, y, en períodos electo- súbditos.
rales, llamamientos para defender grandes principios ideológicos. Esto Resultaba particularmente dificil llevar a cabo una reforma progresiva
conectaba, según decía un con1entarista, con los gustos, hábitos e incluso en este contexto. En la década de 1860 se suprimió la servidumbre, se intro-
· debilidades de los franceses. · dujo un sistema judicial, y se constituyeron instituciones de gobierno loca-
Rusia era diferente del resto de las sociedades y los gobiernos euro- · les llamadas zemstvo. Pero los zemstvo chocaron con la burocracia. A los
peos, aunque aparentemente hubiera ocddentalizado algunas caracterís- intelectuales desposeídos, generalmente apartados de la elite administrati-
ticas tales como tener un emperador comparable con los. de Alemania y va (el más famoso fue Lenin, hijo de un inspector escolar ennoblecido), se
Austria, y finálmente un parlamento, la Duma, modelado según las pau- les negó la mayoría de los medios de expresión política. En consecuencia,
tas que se seguían en Austria y Prusia. Durante el período que estamos no se integraron en el reformismo constitucional como lo había hecho la .
t_ratando aquí, Rusia era, desde luego, una sociedad con una 1nayoría mayoría de los radicales y socialistas de la Europa occidental durante el
· abrumadora de población rural, lo cual significaba que muchos de los último cüarto de siglo. Algunos derivaron hada grup?s terroristas que,
cambios realizados en las circunstancias políticas que hemos esbozado aunqu~ eran reducidos, desbarataron iniciativas de reforma concedidas a
1
anteriormente -comunicaciones, en1igración a las ciudades, alfabetiza- regañadientes y que dependían de la vacilante resolución y la voluble vo-
ción- llegaron allí más tarde que al occidente europeo. ¿Determinaban - luntad de monarcas y cortesanos. Lo más notorio fue que asesinaron al
estas circunstancias su política? Podríamo-s objetar que Rusia era poco
'
·! lo
«zar liberador» Alejandro II en 1881, cual interrumpió la reforma po-
más rural que Hungría o España. Mantuvo la explotación de los siervos lítica. Los sucesores de este zar se resistieron a devolver el poder a las ins-
durante sólo una déc~ada más, aproximadamente, que la mayor parte de tituciones elecias. El último zar, Nicolás II, y sus consejeros abolieron la
Centroeuropa, y la abolió antes de que Estados Unidos o Brasil abolieran Constitución que la revolución de 1905 les había óbligado a aceptar y neu-
la esclavitud. Experimentó una rápida modernización económica desde la tralizaron la Duma haciendo que el sistema electoral de este parlamen-
década de 1890 en adelante, que la convirtió para 1913 en la tercera eco- to, diseñado al estilo prusiano, fuera aún más contrario a la democracia.
_nomía industrial de Europa. Sin embargo, no consiguió estabilizar el pro- Sin embargo, durante la primera dé_cada del siglo veinte surgieron los
blema agrario, que, como se ha dicho anteriormente, era una cuestión partidos liberal, nacionalista y socialista revolucionario. Como en Alema- /
POLÍTICA 53
52 EL SIGLO XJX

nia y Austria, los ministros imperiales intentaron controlar el sistema po- co de los estados no discurría a lo la;rgo de las líneas sociales, culturales o
lítico mediante negociaciones, propaganda, represión y reformas hechas económicas. Ahora bien, la política no es una mera contingencia aleato-
desde arriba;además de un invento ruso: una demagogia garantizada por ria. Como indicó Marx, los hombres hacen la historia, pero no bajo las
la policía. El ministro de finanzas Sergei Witte (1893-1903) y el primer condiciones que ellos eligen.
ministro Piotr Stolipin (1906-1911) apostaron por el crecimiento eco-
nómico y emprendieron una reforma agraria con el fin de incrementar el
poder del Estado y debilitar la oposición política, pero la destitución de
Witte y el asesinato de Stolipin a manos de un extremista del ala derecha Geopolítica
demuestran el callejón sin salida al que había llegado el régimen. La mo-
narquía autocrática, en la que se suponía que el zar dirigía y coordinaba Las relaciones entre estados impusieron unas condiciones cruciales. Hay
la policía, no podía funcionar en un gran Estado que se estaba moderni- ejemplos obvios. La historia política de Francia no se puede explicar sin
zando. En la práctica este régimen significaba predominio de las faccio- hacer referencia al resto de Europa: los cambios políticos trascendentales
nes, falta de decisión y una burocracia en la que se luchaba cuerpo a cuer- -en 1789, 1799, 1814-1815, 1870, 1940, 1944, 1958- están todos ellos
po. La pregunta sobre si el régimen podría haberse liberalizado o haber estrechamente relacionados con la guerra o la derrota. En Rusia, la derro-
fortalecido su control del poder si la guerra no hubiera llegado en 1914, ta de Crimea precipitó la emancipación de los siervos, y las revoluciones
nunca se podrá responder con certeza, pero la posibilidad parece escasa. de 1905 y 1917 fueron también consecuencias de una derrota.. Las políti- · ··
A lo largo de la hi~toria de Rusia, el único medio de resistencia contra el cas internas de Alemania y del imperio de los Habsburgo están asimismo
gobierno había sido la insurrección campesina o la revolución de los cor- marcadas por la guerra. No se trata necesariamente de reiVindicar la «pri-
tesanos y soldados en palacio, como el fallido alzamiento de los decem- macía de la política exterior». A menudo, se emprende un detern1inado
bristas en 1825 protagonizado por los oficiales del ejército. La Revolución tipo de política exterior por razones internas, y en todo caso dicha políti-
Bolchevique de 1917 fue una combinación de ambas tradiciones. ca exterior está sometida a restricciones de tipo interno. Por otra parte, la
Como muestran estos resúmenes, el desarrollo político divergente se· políti~a interior se desarrolla en condiciones impuestas por el poder in-
explica en gran medida por las peculiaridades internas históricas, cul- ternacional. Otros ejemplos menos obvios que los de los estados más
turales, sociales y económicas, pero no constituyen una razón menos grandes pueden ilustrar mejor esta cuestión. Bélgica, como Francia (dela
poderosa los actos políticos deliberados de los gobernantes y de los pue- que había formado parte entre 1795 y 1814), fue escenario de una revo-
blos. No obstante, Europa no era sencillamente un mosaico de estados lución en 1830, y sufrió turbulencias comparables durante los años si-
yuxtapuestos; es importante destacar que constituía un sistema y que sus guientes. Pero esto terminó a finales de la década de 1830, y Bélgica, a di-
acontecimientos políticos seguían ciertas pautas. Estas pautas no se ajus- ferencia de Francia, mantuvo su forma monárquica de gobierno a partir
taban a las hipótesis más obvias. No existe una línea clara entre la Europa de entonces. El cambio determinante eS internacional: neutralidad ga-
tradicionalmente católica y la protestante: la protestante Prusia resulta- rantizada y protección contra cualquier intervención externa. Incluso
ba ser políticamente muy diferente de la protestante Holanda, y la católi- los restos más inverosímiles del Antiguo Réghnen -Luxemburgo, Liech-
ca Francia muy diferente de la católica Austria. Haber tenido una revolu- tenstein, Mónaco- sobrevivieron al estar protegidos de interferencias
ción no era garantía de una estabilidad posterior -como en los casos de exteriores. Un ejemplo de un caso diferente es Schleswig-Holstein: en la
Francia o España-, pero tampoco era necesariamente la causa de una parte anexionada a Prusia en 1864-1866, los gránjeros votaron en una
inestabilidad crónica, como en el caso de Bélgica. Los países más ricos y gran proporción por Hitler durante la década de 1930, mientras que los
más «modenios», como Alemania, no eran necesariamente los 1nás esta- del otro lado de la frontera con Dinamarca votaron a los socialistas. En.
bles políticamente, ni los más democráticos; tampoco los más pobres este caso el desarrollo político está configurado por las fronteras, no por
eran necesariamente los más turbulentos. Los can1bios radicales y brus- estructuras socioeconómicas o por tradiciones culturales. Desde esta
cos en la dirección política ponen de manifiesto que el desarrollo políti- perSpectiva, podemos dividir Europa más o menos en cuatro zonas: la
54 EL SIGLO XIX POLÍTICA 55

primera sería la zona de las guerras revolucionarias francesas; la segunda, gún lugar dentro de esta zona pudo la vida política desarrollarse libre de
la zona de las luchas por la supremacía que tuvieron lugar entre l 850 y la posibilidad de interferencias externas, ya fueran éstas revolucionarias o
1871; la tercera, la zona protegida; la cuarta, la zona rusa. contrarrevolucionarias. La revolución que tuvo lugar en Francia en fe-
Ya hemos menciona.do las devastadoras consecuencias sociales, eco- brero de 1848 hizo que toda Centroeuropa cayera en el caos, sin que se pue-
nómicas y políticas de las guerras revolucionarias francesas (1792-1815), da descartar como causa el derrumbamiento de la confianza en sí mismos
pero no su dimensión geográfica. Aunque toda Europa, desde Irlanda hasta por parte de los gobernantes conservadores: «Eh bien, mon cher», decía
los Urales, se vio afectada, el centro del continente tuvo que ser reconstrui- Suspirando el canciller austríaco Metternich, «tout est fini». Sólo cuando
do completamente después de 1814, mientras que las dos superpotencias, las revoluciones de 1848 quedaron definitivamente sofocadas, disminuyó
Gran Bretaña y Rusia, mantuvieron su dominio en sus respectivas ubi- en esta zona de Europa la inestabilidad política que había dejado como le-
caciolles periféricas occidental y oriental. Alemania, desaparecido ya su gado la Revolución Francesa. Es significativo el hecho de que ninguna
viejo mosaico político, tuvo que ser reconstruida. Para ser capaz de resis- otra zona se vio seriamente afectada por la revolución de 1848.
tir un posible resurgimiento de Francia, sus estados de mayor tamaño, so- La segunda zona (que hablando en sentido amplio es el núcleo de la
bre todo Prusia y Baviera, se extendieron absorbiendo los restos de la Ale- primera zona después de 1848) es la de la lucha por la supremacía que
mania occidental, y Austria se anexionó el norte de Italia> que también mantuvieron Prusia, Austria y Francia en Europa central, donde las dis-
había tenido que ser reconstruido después de su transformación en putas persistieron entre 1850 y 1871 con consecuencias políticas dura-
una serie de estados marionetas franceses y de la anexión parcial que lle- deras. Paul Schroeder analiza esta lucha en el capítulo 5; lo que aquí nos
vó a cabo Napoleón. En Francia se restauró la monarquía borbónica, si- interesa son sus consecuencias internas. Que en Centroeuropa existiera
guiendo el ejemplo de sus primos Borbones en España y Nápoles. En re- una violenta rivalidad entre las grandes potencias no era, por supuesto,-
sumen, gran parte del centro y el sur de Europa se encontraba bajo una nada nuevo> pero un deseo compartido de evitar otra caída en una catás-
dirección nueva e incierta. Unos súbditos recientemente adquiridos te- trofe similar a las guerras revolucionarias hizo que los estados se contu-
nían que demostrar lealtad, o al menos aquiescencia. Pero la revolución y vieran desde 1814 hasta mediados de siglo. Sin embargo, la desaparición (
su derrota habían dejado a miles de personas perjudicadas, desplazadas e de la generación de Metternich en 1848 -cuyos miembros a menudo se
irritadas. Nadie sabía si los nuevos gobiernos o los gobiernos restaura- habían definido a sí mismos con pesimismo corno «los que resistimos
dos iban a ser permanentes. Revolucionarios potenciales tenían la espe- todo lo que podamos»- llevó al poder durante los años siguientes por
ranza de que la derrota de la Revolución Francesa fuera sólo temporal y poco tiempo a unos hombres preparados para sacar provecho de las nue-
de que la revolución pudiera ser reiniciada en toda Europa: polacos, bel- vas fuerzas históricas, entre las que se incluían la derp.ocracia y el nacio-
gas, españoles e italianos confiaban en que una Francia revolucionaria nalismo. Como dijo Napoleón III, «si marchas a la vanguardia de las ideas
acudiría en su ayuda. Como consecuencia, las revoluciones que tuvieron de tu siglo, esas ideas te sostendrán ... si marchas contra ellas, te derriba-
lugar en Francia en 1830 y 1848 desencadenaron conflictos turbulentos rán». Y como afirmó Bisrnarck, más concis"arnente, «si ha de haber una re-
en todo el continente. volución, preferimos hacerla en vez de padecerla».
Las mismas expectativas de contagio revolucionario subyacen a la Napoleón IlI tenía la esperanza de reordenar Europa por el interés de
represión paranoica desencadenada contra las opiniones políticas entre Francia, Bismarck esperaba dominar Alemania por el interés de Prusia.
1818 y 1848 por las grandes potencias alemanas, Austria y Prusia, que se Ambos tenían el propósito de fortalecer el orden político: el uno intenta-
consideraban a sí misn1as como las defensoras de la seguridad alemana y ba perpetuar el imperio bonapartista, y el otro el de la corona y la nobleza
europea contra nuevas agitaciones políticas devastadoras. Éste es el con- prusianas. En consecuencia, la guerra emprendida por Napoleón III en
texto de las revoluciones militares en las décadas de 1820 y 1830 en Espa- 1859 para expulsar a Austria fuera de Italia tenía como objetivo tanto lo-
ña y Nápoles, de las agitaciones liberales y nacionalistas y de su represión grar la primacía de Francia en Europa> como ganar apoyo nacionalista en
en Alemania y Austria, y de disturbios esporádicos en Francia, Bélgica, Francia: en parte tuvo éxito. La guerra de Bismarck en 1866 contra Aus-
Polonia y los Balcanes} e incluso en la parte occidental de Rusia. En nin- tria y los otros estados germánicos se llevó a cabo con el fin de conseguir
EL SWLO XIX POLÍTICA 57

para Pr~sia el don1inio de Alemania, y ta1nbién para castrar a la oposición internacionales, e incluso por la geografía. La mayoría de estos países ha-
de los liberales en el interior satisfaciendo sus propias ambiciones na- bían sido campos de batalla del conflicto hasta las guerras revolucionarias
cionalistas: fue un éxito total. Esta estrategia política se ha denomina- francesas, e incluso durante éstas, en ias que estuvieron involucrados a
do «cesarismo», siendo descrita abreviadamente por un historiador como fondo y con grandes pérdidas; además sufrieron tensiones y, en algunos
«autoridad activa y democracia pasiva». Tanto Napoleón III como Bis- casos> revoluciones durante al menos una generación a partir de 1814.
marck adoptaron el sufragio universal. Ambos promovieron la economía Posteriormente, sus derroteros políticos no fueron en la 1nisma direc-
dirigida por el Estado y las reformas sociales, de nuevo con el fin de mar- ción. En particular España y Portugal padecieron una larga ordalía de
ginar a la oposición y consolidar el apoyo de las masas. El asalto final de violencia civil e inestabilidad política. Escandinavia, los Países Bajos y
su lucha fue la guerra de 1870. Ésta destruyó el cesarismo en Francia, que Gran Bretaña fueron escenario de luchas entre las clases privilegiadas
entonces se e1nbarcó deliberadamente en la dirección opuesta, es decir, el y las fuerzas democráticas similares a las que se producían en otros lu-
parlamentarism.o liberal, como ya hemos visto, pero consolidó el cesaris- gares de Europa, pero acabaron casi siempre en acuerdos; incluso la pe-
mo en Alemania durante décadas. nosa separación de Noruega y Suecia en 1905 se llevó a cabo sin violen-
Lo_s otros estados que participaban en esta lucha -Italia y Austria- cía. Lo que los países de esta zona tenían en común era que ningún
t~rnb1én resultaron profundamente afectados. Italia, que logró la unifica- bloque externo se inmiscuyó en su autodeterminación política, y que en
1 c:ón corno un resultado colateral de las luchas de Francia, Austria y Pru-
sia, se enfrentó con problemas políticos de larga duración, ya que gran
general quedaron fuera de la lucha por la supremacía que se desarrolló
en el continente después de 1848. Parece evidente que esto aumentó la
parte de su población sentía poca lealtad hacia el nuevo estado-nación. La probabilidad de que llegaran a configurar una estabilidad política. Lo
unificación no sólo no consiguió remediar el retraso económico del sur contrario es lo que vemos en los casos de España ( cuyos problemas inter-
sino que incluso lo exacerbó más. La política parlamentaria estaba co~ nos se agravaron por el ligero entrometimiento de Francia y Gran Breta-
rrompida por las exigencias de funcionamiento del nuevo sistema: como ña en la década de 1840) e Italia (un campo de batalla para la rivalidad
dijo un político, «si se le hace un traje a un jorobado, habrá que hacer un entre Francia y Austria desde 1815 hasta 1866).
traje con joroba~>. Austria, tras ser derrotada en 1859 por Francia y en La zona que estuvo más eficazmente protegida fue el noroest~ de Eu-
1866 por Prusia, sufrió una transformación. Los húngaros aprovecharon ropa, considerada corno la esfera de influencia británica a partir de 1814.
la oportunidad para darle un vuelco a su propia derrota de 1849 y forzar Bélgica y Holanda -el Reino Unido de los Países Bajos- se desgarra-
en 1867 la escisión en la «doble monarquía» austro-húngara, de tal forma ron entre revolución y guerra en 1830. Su posición protegida significa
que cada monarquía tenía su propio gobierno. Esto fue una derrota para en primer lugar que la ruptura revolucionaria pudo producirse sin las in-
el conservadurismo dinástico, pero condujo hacia un futuro de conflictos tervenciones contrarrevolucionarias que tuvieron lugar en Alemania,
incesantes entre grupos étnicos, en parte debido a la opresión que ejercie- Polonia, España e Italia, y en segundo lugar que las grandes potencias
ron los húngaros sobre las minorías rumana y eslava. A estas minorías se zanjaron enérgicamente el conflicto en 1839 mediante el Tratado de Lon-
les negaba la igualdad cultural y política, y estaban sometidas a una des- dres, garantizando la neutralidad y la independencia de Bélgica. Según
carada división de los distritos electorales cuyo objetivo era favorecer a este tratado, los belgas y los holandeses quedaron en libertad para re-
otros. En la zona austríaca, los múltiples partidos étnicos habían parali- solver sus propios,problemas, pero no para luchar entre sí. Sus constitu-
zado el Parlamento. Si los políticos británicos fracasaron en el asunto ir-· ciones (de!831 y 1848) en lo esencial aún siguen vigentes. Al verse en-
landés, Austria-Hungría era «solamente un conjunto de Irlandas». frentados, como el resto de Europa, con el desastre econó1nico de finales
La tercera zona es la zona protegida: principalmente Gran Bretaiia, los de la década de 1840, Bélgica, Holanda, Gran Bretaña y los países escan-
Países Bajos y Escandinavia; en menor medida, todas las franjas maríti- dinavos limitaron deliberadamente el conflicto haciendo concesiones
mas de Europa; también otros países más pequeños, sobre todo Suiza. Esta políticas: sus gobiernos no reaccionaron excesivamente ante la insurrec-
zona estaba <<protegida» -muy desigualmente- por el poder británico ción y la amenaza extranjera, ni se entregaron a la desesperación. En
{que> por supuesto, alcanzaba su mayor eficacia en el 111ar), por acuerdos 1848, Dinamarca tuvo la protección de Gran Bretaña y Rusia frente a la
58 EL SIGLO XIX POLÍTICA 59

agresión nacionalista alemana) pero no frente al ataque austro-prusiano El descubrimiento de la debilidad y la naturaleza arcaica del estado y de
en 1864. Suiza, que hasta 1848 fue una turbulenta zona que hacía de pa- la sociedad impulsó la modernización, tanto para que Rusia se equiparara
rachoques entre Francia y Austria, y donde estalló una guerra civil en militarmente con occidente, como para evitar la agitación política que se
1847, quedó después verdaderamente neutralizada y siguió un camino si- estaba generando entre los siervos, que eran conscientes de la debilidad
milar de acuerdos internos. La monarquía constitucional y la política de sus gobernantes. Pero entonces llegó el casi medio siglo durante el que
parlamentaria, siguiendo a grandes rasgos el modelo de Gran Bretaña, Rusia se despegó a medias de los conflictos europeos, sobre todo de la lu-
tuvieron aceptación en los Países Bajos y Escandinavia, que experimenta- cha por el dominio en Centroeuropa en la década de 1860. Las guerras
ron un crecimiento económico notable, beneficiándose de la paz y de un contra Turquía y las que tuvieron lugar en Asia no afectaron a la capacidad
acceso libre y seguro al amplio mercado británico. Los reinos de Escandi- del estado para mantenerse, por lo que se abandonó la reforma funda-
navia, que al principio eran unas sociedades pobres y bastante atra_sadas, mental del sistema. Sin embargo, un deseo de modernización industrial,
se transformaron en unas prósperas democracias agrícolas. Después de ante todo con fines militares, produjo a partir de la década de 1880 un pro-
1860, Dinamarca y Suecia disfrutaban probablemente del crecimiento grama intensivo de construcción de vías férreas y de industrialización que
económico sostenido más alto de Europa, dentro de un potente círculo de supuso altos impuestos para los campesinos, así como un aumento de la
. estabilidad y prosperidad. emigración a las ciudades y de la alfabetización, todo lo cual trajo consigo
Nuestra cuarta zona es Rusia y su esfera de influencia, que incluía una un inevitable malestar social y político. Se reprimió a la oposición hasta
Finlandia semiautónoma, las regiones que posteriormente serían los es- la desafortunada guerra de 1905 contra Japón. Como había sucedido con la
tados bálticos, la Polonia rusa, Ucrania y, de manera informal, los Balca- derrota en Crimea, este nuevo fracaso tuvo repercusiones políticas inter-
nes orientales; incluSo Hungría, como ya hemos indicado anteriormente, nas, y precipitó la revolución en las ciudades y en las zonas rurales. La apre-
fue devuelta. por las tropas rusas al gobierno de los Habsburgo en 1849. surada implantación de una constitución contribuyó a cahnar a la oposición,
Rusia era la segunda potencia hegemónica en 1814, pero una vulnerabili- pero estas concesiones quedaron revocadas en la práctica cuando terminó (
dad evidente --cultural, política y, posteriormente, incluso militar- la guerra y pasó el riesgo inmediato de una crisis. (
afectaba a sus relaciones con el resto de Europa, y de ahí que su desarro- Esto recue~da las políticas vacilantes de los estados conservadores du-
llo político fuera el que luego resultó. Sus gobernantes temían que las rante las décadas de 1820 y 1830, antes de que Napoleón III y Bismarck
ideas y procedimientos occidentales tuvieran un efecto corruptor y de- demostraran que la democracia se podía utilizar. Sin embargo, los zares
sestabilizador-unos temores que se vieron confirmados por el conflicto no habían aprendido aquella lección, o creían que no era aplicable a Rusia.
que surgió entre ex soldados y funcionarios en activo durante la década El comienzo de otra guerra más en 1914 y la incapacidad para dirigirla sa-
posterior a 1815-. Aunque los gobernantes se lamentaban del «atraso» tisfactoriamente) acabaron por destruir tanto el prestigio del zar, como la
en que vivía Rusia, por otra parte también reivindicaban los valores su- capacidad del régimen para aplastar a la oposición: en 1917 dicho régi-
periores de sus tradiciones, y se temían, en cualquier caso, que el cambio men era ya insalvable. La supervivencia de la autocracia zarista a lo largo
era imposible sin caer en un desastre. Su victoria sobre Napoleón en 1812, del período que aquí analizamos exigía el mantenimiento del poder en el
basada en un poder militar enorme, aunque nada sofisticado, y el efecto interior y en el «exterior inmediato»: los países vecinos y los propios súb-
de aislamiento producido por el carácter primitivo de su economía y su ditos respetaron dicha autocracia sólo mientras parecía invencible. Por
organización social (Rusia tenía sólo unos 1.600 kilómetros de ferroca- consiguiente, la paz en el exterior y la democratización i~terna fueron
rril en 1860-menos que España o Bélgica-) significaban que eran ca- dos cosas que generaciones de zares y de funcionarios imptriales con-
paces de permanecer fuera de la corriente principal de las tendencias sideraron demasiado arriesgadas; pero la alternativa, consistellte en gue-
políticas europeas. Ningún poder exterior hizo intentos de interferir. rra y represión, finalmente demostró ser fatal. Sólo cuando el imperio
Ninguno se opuso a la represión de la rebelión polaca en 1830 y 1863. ruso se derrumbó, tuvieron Polonia, los países bálticos, los Balcanes y
Pero Rusia recibió un duro golpe en 1854 cuando Gran Bretaña y Francia buena parte de Centroeuropa un respiro de unos pocos años para seguir
la derrotaron en la guerra de Crimeá. sus propias vías políticas.
60 EL SIGLO XIX POLÍTICA 61

pués de 1914, las creaciones políticas que habían tenido más éxito duran-
Conclusión te el siglo diecinueve -el Estado, la nación, los partidos políticos, la ciu-
dadanía integrada- se convirtieron en armas devastadoras en el marco
El «largo siglo diecinueve» comienza y termina en un cataclis1no de gue- de las disensiones internacionales e internas. Transcurriría casi todo el si-
rra y revolución. Esto da a los años comprendidos en este intervalo, den- glo veinte antes de que se lograse agotar esos conflictos, con un coste sin
tro de su diversidad, una cierta unidad en cuanto que se trata de una era precedentes en vidas y sufrimiento. El más influyente de los inventos po-
relativa1nente pacífica y en la que tiene lugar una construcción económi- líticos del siglo diecinueve, la democracia liberal, se mantuvo pagando el
ca, social, cultural y, no en menor medida, política. La característica pri- precio de una victoria pírrica.
mordial es seguramente la capacidad de inventar: ideologías, discursos e
imágenes; «comunidades imaginadas», como son la nación, la clase social
y los partidos; instituciones de gobierno, representación y negociación.
Esto se hizo, según la famosa frase de Disraeli, como «un salto en la os-
curidad», ya que, aunque existían modelos reconocidos de progreso y
modernidad, el futuro político era en gran medida impredecible y a me-
nudo aterrador. ··
¿Cómo es posible que se hicieran tantas cosas? La frecuencia relativa-
mente escasa de la guerra significa que los estados planteaban a sus súbdi-
tos unas exigencias más.moderadas que en los siglos dieciocho o veinte. Dis-
ponían de recursos para mantener el orden público, mediante la fuerza
cuando era necesario,: pero también mediante concesiones, conciliación y
reforma. Estas medidas se vieron favorecidas por una moral «victoria-
na» característica y una seriedad intelectual existentes entre los políticos
y también entre las personas corrientes. La ideología que se hizo más fa-
mosa como personificación de estás actitudes fue el liberalismo de Glads-
tone, pero fue evidente hasta cierto punto en todos los países una mezcla
de religión, deferencia, deseo de superación personal, filantropía, ciencia
y optimismo progresista, todo ello impulsado por el deseo de evitar la re-
volución y el caos social. También hubo puntos débiles. La apariencia de
progreso y consenso creciente fue a menudo superficial y encubría una
c01nbinación inestable de ideas, grupos e instituciones difícilmente com-
patibles, como la monarquía y la democracia, la autoridad y el liberalis-
mo, la nación y la clase. Esto se ve claramente en Alemania, una construc-
ción volátil que intentaba abarcar la democracia dentro del absolutismo y
utilizar el nacionalismo para neutralizar la división en clases sociales; tam-
bién era patente en Rusia, donde ulla monarquía arcaica intentaba au-
mentar su poder construyendo una moderna economía industrial. Por
toda Europa existían grupos descontentos y conflictos no resueltos, dán-
dose las situaciones más graves en los estados multinacionales y en aque-
llos en que aún se rechazaba una representación política legitima. Des-
2
SOCIEDAD 63

¿Cómo han conceptualizado los historiadores esta transformación del


viejo orden social en Europa? Comenzaron describiéndola como el des-
plazamiento desde una sociedad de estamentos jerárquicamente organi-
zada (al estilo del Ancien Régime francés, con sus tres estados) hasta una
Sociedad sociedad de clases más fluida. Dicho en pocas palabras, este cambio in-
cluía una revolución industrial que, antes o después, modificaría la es-
tructura social de cada nación y prepararía el camino para una «revolu-
Colin Heywood ción burguesa». Una vez desaparecido el viejo estamento aristocrático, al
menos en la parte occidental de Europa, la burguesía industrial estuvo
preparada para enfrentarse a una clase obrera que acababa de emerger.
No obstante, a finales del siglo veinte los historiadores se han mostrado
insatisfechos con esta explicación esencialmente marxista. En primer lu-
Conceptualización del cambio gar, descubrimientos recientes realizados en el marco de la historia eco-
nómica tienden a socavar los cimientos de las hipótesis fundamentales de
Vivir en la Europa del siglo diecinueve significaba ser testigo del cambio
dicha explicación. Indican que, incluso en Gran Bretaña, la industrializa-
social a tal escala que se podría sentir tanto fascinación como preocupa-
ción fue un proceso tan gradual y fragmentado que habría sido incapaz
ción. Era fascinante porque los sucesos ligados a la revolución industrial
de producir una polarización bien definida de la sociedad dividiéndola
y a la Revolución Francesa hacían crecer la esperanza de vencer a algunos
en una burguesía dominante y una clase obrera subordinada. El concep-
de los antiguos azotes de la humanidad, como la escasez de alimentos, la
to de «revolución burguesa», tanto si se aplica a la revolución radical que
ignorancia y la opresión. Al mismo tiempo, resultaba inquietante ya que (
convulsionó a Francia en 1789, como si se refiere a la versión «silenciosa»
esas mismas fuerzas revolucionarias parecían amenazar toda la estructu-
que se desarrolló en España durante la primera parte del siglo diecinue-
ra de la sociedad. El siglo diecinueve fue, de forma autoconsciente, una
ve, se está volviendo difícil de mantener. En su lugar, hay pruebas de cier-
época de mejoras, pero también se vio asediado por la «cuestión social»
ta forma de fusión o acomodación entre los intereses de los terratenientes
(la difícil situación de los pobres rurales y urbanos). Frédéric Ozanam
y los comerciales.
(1818-1853), el liberal católico que fundó la Sociedad de San Vicente de
Frente al punto de vista tradicional, una crítica más radical pone en
Paulen Francia, escribió en 1837:
cuestión la totalidad del modelo asociado con el marxismo y fundamen-
La problemática que divide a los hombres en nuestros días no es ya una cuestión tado en los conceptos de «base económica y superestructura» para expli-
de formas políticas, sino una cuestión social; la de decidir si ha de triunfar el es- car el cambio social; y la suposi_ción, según dicho modelo, de que sean las
píritu egoísta o el espíritu de sacrificio; si la sociedad ha de ser un inmenso co- fuerzas económicas las que determinen en última instancia la vida políti-
mercio para beneficio del más fuerte, o la consagración de cada uno al beneficio ca y cultural de una sociedad. La tendencia reciente ha sido «desvincular»
de todos, y principalmente a la protección del débil. el cambio político del cambio económico. Actualmente, los historiadores
dan más peso a lo que se percibe como un cambio relativamente autóno-
Ozanam temía que se produjera una lucha terrible entre los ricos y los po- mo dentro de la esfera política y cultural. Por encima de todo, para aque-
bres, «el poder del oro» y «el poder de la desesperación». Las reacciones llos que han asumido las teorías del «cambio lingüístico», el modo en que
ante el cambio social oscilaban desde la calurosa aceptación por parte de un el lenguaje configura nuestra percepción del mundo es una cuestión im-
industrialista liberal como Friedrich Harkort en Westfalia, hasta el rechazo portante. Afirman que el lenguaje produce la «realidad», en vez de limi-
absoluto manifestado por un personaje reaccionario como Joseph de Mais- tarse a reflejarla. Desde este punto de vista, no es sencillamente la•expe-
tre. La mayoría de los contemporáneos sintieron probablemente una cierta riencia de la explotación o de la riqueza lo que conduce a diferentes
ambivalencia con respecto al «progreso,> que se percibía en su entorno. formas de conciencia de clase, sino, citando a Gareth Stedman Jones, «un
[I
64 EL SIGLO XIX SOCIEDAD 65

particular ordenamiento lingüístico de la experiencia». En este sentido, la ddente europeo más rápidamente que en la parte oriental del continente.
tarea dd historiador es centrarse en «la fabricación de significados como Lo's rusos estaban acostumbrados a utilizar un sistema de cuatro estados
una actividad humana fundamental» (Patrick Joyce). El resultado, según (sosloviia) para describir su socíedad en el siglo diecinueve, aunque poste-
el postestructuralismo, es una tendencia a abandonar los conceptos re- riormente tuvieron que admitir la existencia de anomalías tales corno la
lativamente fijos y estables de clases y estructuras sociales, para hablar «clase obrera» ( rabochii lclass). Sin embargo, por toda Europa, muchos con-
preferiblemente de identidades «móviles, fracturadas y contradictorias». te1nporáneos utilizaron indistintamente _la vieja termínologia y la nueva
Estas identidades sólo se pueden entender en sus co11textos históricos durante gran parte del siglo, Jo cual sugiere que su forma de entender el
particulares. En vez de considerar, por ejemplo, una clase obrera que ad- concepto de clase podía ser diferente de la nuestra. También hicieron uso
quiere su forma final bajo el capitalismo y busca su expresión política en de otras divisiones tanto morales como políticas cuando hablaban de la so-
el socialismo, se nos invita a estimar que la «clase obrera» es una estruc- ciedad en que vivían, tales como contraponer trabajadores· cort ociosos
tura social que sirve para unir grupos diversos en lugares y períodos de tiem- privilegiados, o decir el pueblo y sus opresores.
po concretos ( como en Europa a finales del siglo diecinueve o principios Lo que aún es más perjudicial para la vieja ortodoxia es que los histo-
del veinte) con fines políticos. Por consiguiente, los individuos podrían riadores han llegado a constatar que la suposición implícita de que una
considerarse a sí mismos como trabajadores, pero al mismo tiempo (y, en clase era un «actor coherente, homogeneizado y antropomorfizado», o
muchos casos, sería lo más importante) actuarían corno padres) habitan- una «cosa>>, según dijo mordazmente E. P. Thompson, es actualmente di-
tes de un vecindario, miembros de una iglesia> entusiastas de un deporte fidlmellte sostenible. Dicho de otra manera, son reacios a plantear que las
o una afición> etc. Al estilo auténticamente «postmoderno», se considera clases estuvieran forrriadas por personas de un ambiente social similar que
que todas estas idéntidades se superponen y son índeterminadas e inesta- pudieran actuar conjuntamente corno un solo individuo para defender
bles, ya que no se pueden vincular a una base económica material. Incluso sus intereses, con exptesiones tales como «la burguesía se dio cuenta del
la sociedad se convierte en «la sociedad», un concepto construido discur- peligro» o «la clase obrera desconfiaba de esta politica». En vez de esto, in-
sivamente a principios .del siglo diecinueve como un objeto que había de sisten en el carácter variopinto de las' identidades de las personas, siendo
ser estudiado y reformado. especialmente importante el género de las mismas. Sigue pendiente la ta-
Lo que surge de todo esto es UJ).a «nueva historia social» que queda algo rea de decidir la relación entre lo «social» y lo <dirigüístico»: una cuestión
desordenada, ya que la historia política y cultural invade buena parte de su discutible. En principio, todo el mundo está de acuerdo' en que debería ser
territorio. También aparece una visión ortodoxa del cambio social en el si- recíproca, pero en la práctica los historiadores se exponen a acusaciones de
glo diecinueve, fuertemente vapuleada por los historiadores que han opta- «reduccionismo socio-económico» o «determinismo lingüístico))'. Si, por
do por las teorías del «cambio lingüístico». En el co~senso general entre una parte, descifrar la política a partir de la estructura social parece dema-
historiadores queda un remanente de la vieja teoría en el sentido de que se siado simple, por la otra, centrarse exclusivamente en el lenguaje da poco
produjo un desplazamiento desde el lenguaje de los estamentos hasta el margen pata explicar un cambio político-y social tan grande.
lenguaje de las clases. Por una parte, durante el siglo dieciocho en la mayo- El propósito de este capitulo es ofrecer una interpretación de la mane-
ría de las zonas de Europa se hablaba aún en términos de una sociedad di- ra, más· compleja, y en cierto modo más fascinante, de explicar el cambio
vidida en tres (o a veces cuatro) estados: por ejemplo, los que luchaban, social en la Europa del siglo diecinueve. Se estructura en torno a sectores
los que rezaban) y los que trabajaban con sus 1nanos. Por otra parte, desde de la época representativos de lo que actualmente Jlamaríamos la «so-
aproximadamente la década de 1750, se hablaba cada vez más de clases, ciedad del bien común». Desde luego, estos sectores pueden haber sido
como cuando se mencionaba el tríptico formado por la clase alta, la media muchos, por lo que nos centraremds en algunos de los más influyentes,
y la baja. Karl Marx (1818-1853), alineando a los burgueses y los proleta- clasificándolos en tres grupos con las etiquetas de liberales, socialistas y
rios en su Manifiesto comunista de 1848, realizó la fan1osa afirmación de. cotiservadores. La influencia marxista es la causa de que muchos exper-
que «la historia de todo tipo de sociedad que haya existido hasta el pre- tos hayan afirmado que estas ideologías promocionaban los intereses de
sente es ia historia de la lucha de clases». Este cambio se produjo en el oc- las dases-,media, trabajadora y alta, respecfr.,r::!.mente. Hay algo de cierto en
66 EL SIGLO XIX SOCIEDAD

ello, pero actualmeute somos todos muy conscientes de la existencia de aliviar la pobreza sólo conseguirían fomentar la «aversión al trabajo» que
socialistas pertenecientes a la clase media, trabajadores conservadores, y sentían los pobres. Otros liberales fueron más compasivos y propusieron
otras combinaciones parecidas, por lo que nos resulta difícil seguir esa lí- diversas medidas para ayudar a las personas a ayudarse a sí mismas. Estas
nea al pie de la letra. Por consiguiente, se reelaborará el material disponi- disposiciones eran, por ejemplo, las cajas de ahorros y las clases de educa-
ble para explorar los elementos constituyentes, reales o «imaginarios», a ción para adultos, e incluso una limitada intervención estatal para prote-
los que aludían aquellas maneras confrontadas de ver la sociedad, el pro- ger el trabajo infantil.
ceso constante de formación y reconstitución de identidades colectivas, y Ciertamente, el individuo estaba en el centro de la teoría liberal del
la mezcla de esperanza y desilusión que va asociada con la persecución de progreso: al menos en principio, los liberales se oponían a cu~lquier co~a
un ideal. La impresión dominante que sugieren las fuentes de información que interfiriera con la libertad individual. Esto podía conducir a una Vi-
del siglo diecinueve es la de un anhelo de armonía social en medio del sión más bien estrecha de las relaciones sociales. Por ejemplo, durante la
cambio, y un cierto desasosiego con respecto a la dirección en la que esta- década de 1820, Harriet Martineau (1802-1876) consideraba a la sociedad
ba evolucionando la sociedad industrial. meramente como un «conjunto de individuos». Lo que se esperaba crear
era un entorno que abarcara a todos, en el que la educación, el talento y el
trabajo duro serian recompensados a expensas de los. privilegios de los
aristócratas. Este individualismo competitivo no era del gnsto de todos.
El liberalismo, los «estratos sociales medios», Hubo críticos que lo rechazaron considerándolo como algo que produci-
y la sociedad competitiva ría un tipo de sociedad <<atomizada», basada en el principio de «cada uno
para si mismo, y todo ... para los ricos, nada para los pobres», corno dijo el
A primera vista, el liberalismo del siglo diecinueve aparece como un ca- socialista francés Pierre Leroux (1797-1871) a principios de la década de
mino desigual hacia la armonía social. Para los liberales, las máximas 1830. Así pues, ¡era el liberalismo sencillamente un arma para la nueva
prioridades se situaban en las esferas política y económica. En sus cain- clase media en su lucha contra la aristocracia? ¡Entendía en alguna medi-
pañas electorales reivindicaban sobre todo alguna forma de gobierno re- da la posibilidad de una sociedad del bien común más amplia? Y, ¡hasta
presentativo que sustituyera al absolutismo, y un régimen del tipo lais- qué punto se hicieron realidad sus ideales sociales a lo largo del siglo?
sez-faire en lugar de la regulación burocrática de la economía. Por estos A largo plazo, el ideal liberal implicaba el surgimiento de una sociedad
planteamientos, su influencia fue, desde luego, enorme, especialmente en sin clases constituida por individuos libres e iguales. A corto plazo, sin
la zona occidental de Europa. Como a los partidarios de Thatcher y de embargo, el lib~ralismo se dirigía bastante abiertamente y sin reparos a
Reagan en la década de 1980, a los liberales se les puede acusar de cierta los «estratos sociales medios» de la sociedad. Por una parte, esto suponía
indiferencia con respecto a los asuntos «sociales», en el sentido de que denigrar a los que estaban por encima y por debajo de ellos: la aristocra-
a menudo demostraban poca simpatía por la difícil situación de los po- cia y las <~clases bajas». Por ejemplo, en novelas alemanas escritas durante
bres. Los liberales sentían cierta inclinación a considerar que las debili- las décadas de 1850 y 1860 se describía a los aristócratas como unos in-
dades morales de los pobres tenían la culpa de la pobreza en que éstos se dividuos demasiado decadentes, tortnosos e ignorantes para poder de-
encontraban. Por ejemplo, el poeta español Ramón de Campoamor afir- senvolverse en el mundo moderno. Las clases bajas siempre fueron con-
maba que la pobreza era «la consecuencia de la vagancia, el vicio y la sideradas incapaces de alcanzar una plena ciudadanía por ser demasiado
ineptitud». La postura firme defendida inflexiblemente por los liberales dependientes de sus patronos y de las instituciones de caridad. Por otra
sostenía que, con una política del laissez-faire, el progreso material acaba- parte, las personas situadas entre estos extremos fueron idealizadas de
ría beneficiando a todos los miembros de la sociedad. Por consiguiente, la distintas maneras. Es importante constatar que, para que todo esto suce- (
respuesta a la pobreza había que buscarla en el ámbito de la política eco- diera, dichas personas intermedias tenían que ser definidas en términos
nómica. John Prince Smith fue un notable defensor del manchesterismo morales y políticos, así como en los económicos que asociamos conven-
en Alernania, y durante la década de 1840 insistía en que los planes para cionalmente con la idea de clase.
SOCIEDAD
68 EL SIGLO XJX

Dror Wahrman ha afirmado recientemente que el desarrollo comercial les de «la parte respetable de la sociedad», estaban decididos a hacer todo
e industrial proporcionó 1a base, tanto en Inglaterra como en Francia, para lo posible por que los cambios fueran mínimos. En la esfera política, an-
una narrativa que tenia como tema una clase media ascendente, aunque en tes de 1848, la mayoría favorecía el juste milieu, el término medio razona-
la década de 1820 dicho desarrollo en ningún país había llegado todavía ble consistente en una monarquía constitucional y una cierta forma de
tan lejos co1no para ser un motivo que determinara forzosa1nente tal con- sufragio restringido. No obstante, dentro del liberalismo existía también
ceptualización. Para Wahnnan, de todas las fuerzas que intervenían en este un ala radical, que finalmente se mezcló con el socialismo. Políticamente
fenómeno, las que ejercían mayor presión eran las políticas: la necesidad, podría identificarse con el republicanismo o la democracia, y, a diferen-
según los doctrinaires franceses, de presentar reivindicaciones contra una cia del liberalismo ortodoxo, estaba dispuesta a aceptar la intervención
aristocracia atrincherada en sus privilegios o, para .los whigs ingleses, la de estatal en áreas tales como la educación primaria y el impuesto progresi-
enfrentarse a una sociedad supuesta1nente «postaristocrática» después de vo sobre la renta. Sin embargo, permanecía fiel al ideal de una sociedad de
1832. Wahrman describe a estos liberales como políticos que evocaban un pequeños propietarios. En Par[s, durante la década de 1840, los líderes re-
<(electorado imagin~rio», la «clase inedia», al que se pretendía captar afir- publicanos idealizaban una sociedad democrática y estrictamente iguali-
inando su inteligencia e ind~pendencia, convirtiéndolo en un colectivo taria, que girara en torno a los campesinos independientes, los pequeños
eminentemente adecuado para representar los intereses del conjunto de la comerciantes y los propietarios de talleres módestos. Durante el 1nismo
sociedad. En 1831, Lord Brougham declaró: «Al decir 'el pueblo; me refie- período, en Inglaterra, los cartistas propusieron un Plan Agrario que ha-
ro a la clase media, la riqueza y la inteligencia del país, la gloria del linaje bría permitido a parte de la población gozar al menos de una vida inde-
británico». De 1nanera similar, en los estados alemanes, los liberales defi- pendiente en una pequeña granja. Este proyecto resultó extraordinaria-
nían su identidad sodal con unos ténninos convenientemente ambiguos, mente popular en los distritos industriales del norte de Inglaterra, lo que
como Mittelstand o Mittelklasse. Una vez más se reivindicaba que este gru- era un anticipo del apoyo que daría posteriormente la clase obrera al li-
po venía a ser algo más que un nivel intermedio dentro de la sociedad. beralismo y a la presentación de la reforma agraria.
Friedrich Dahlmann, en un escrito de 1847, lo llamaba el «núcleo de la na- Se produjeron otras variaciones de la «sociedad del bien común» libe-
ción», que lograba combinar la sabiduría del antiguo estamento clerical ral que reflejaban las circunstancias locales, especialmente la prepon-
con la riqueza y el poder de la vieja nobleza. Allí donde la población per- derancia de la industria o de la agricultura. Eu el norte de Inglaterra, una
teneciente a los estratos sociales medios era escasa, corno en España o en minoría selecta de personas adineradas promocionó la idea de una comu-
Hungría, el liberalismo podía adoptar un tinte fuertemente aristocrático. nidad industrial definida por el historiador R. J. Morris como «una socie-
Sin embargo, en general, estos grupos constituyeron la mayor parte del dad de pequeños propietarios independientes, muy trabajadores y auto-
soporte liberal durante la primera mitad del siglo. Eu Alemania, por ejem- disciplinados». En el otro extre1no, se situaba la lógica de una sociedad
plo, el liberalismo atrajo a algún que otro aristócrata y a unos pocos tra- industrial competitiva que producía una elite de sabios e industriales, y una
bajadores cualificados, pero en su mayor parte fue una causa que apoyaron 1nasa de trabajadores condenados a una existencia bastante terrible y si-
los funcionarios del gobierno, los profesionales, los hombres de nego- niestra, como previó Charles Dunoyer en 1825. Sin embargo, la mayoría
cios, los artesanos y los granjeros independientes. de los liberales no sentía interés por la sociedad industrial: a mediados de
De hecho, se podría decir que para los liberales en la sociedad ideal no siglo todavía suspiraban por un mundo de e1npresas a pequeña escala ·e11
habrían clases, ya que la mayoría de los ciudadanos pertenecerían a la cla- los sectores de la agricultura y de las industrias artesanales. Por eje1nplo,
se inedia. La armonía social estaría garantizada evitando diferencias sus- en los estados del sur y el oeste de Alemania los liberales seguían compro-
tanciales en la distribución de la propiedad. Benjamin Constan! (1767- 1netidos con los antiguos gremios, en la idea de que contribuían a prote-
1830), en la Francia de la Restauración, se planteaba como objetivo una ger a los dueños de los pequeños talleres independientes.
nación de propietarios independientes, en la que la «burguesía rica y tra- Para que se diera cualquier forma de visión liberal de la sociedad era
bajadora» constituiría el 99 por 100 de la población. Los liberales creían funda1nental la existencia de una floreciente «esfera pública». Jürgen Ha-
firmemente en el progreso, pero, dado que eran miembros incondiciona- bennas define esta esfera pública como un á1nbito en el que los individuos
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70 EL SIGLO XlX

particulares, que en el caso ideal serían, por un lado, independientes de hay que destacar que los liberales daban mucha importancia al debate y a
influencias familiares o mercantiles, y por otro lado independientes asimis- la disidencia dentro del orden social que propugnaban. La «esfera pública»
mo del Estado, se unen en distintas instituciones para crear opinión pú- tenía la capacidad de formar toda una serie de identidades colectivas, al-
blica. Habermas vincula la formación de esta esfera pública durante el siglo gunas de las cuales competían entre sí, mientras que otras se superponían.
dieciocho con el auge de una economía capitalista y de una «burguesía» La$ personas podrían verse a sí mismas como, por ejemplo, aristócratas
de comerciantes, banqueros, empresarios e industriales. Sin embargo, se- o clase media, católicos o protestantes, monárquicos o republicanos,
gún las objeciones de sus críticos, la «esfera pública» también se puede miembros de un coro local, seguidores de un club deportivo, parte de una
considerar como un espacio en el que se podrían forjar distintos tipos de comunidad científicá, o colaboradores de distintas instituciones benéfi-
identidad, en ningún caso exclusivamente la identidad «burguesa». El ex- cas. Tomemos, por p.9ner un. caso, la ca~acterística de pe_rtenecer a una
traordinario cambio institucional que facilitó este proceso fue la.prolife- iglesia. Esto podría ser una párté importante de una identidad individual,
ración de asociaciones privadas en la Europa occidental a finales del siglo dado el tiempo y él esfuerzo que requiere, y las lealtades que se generan
dieciocho y durante el diecinueve. Entre sus actividades figuran la ayuda por rivalidad con otras confesiones. El ejemplo de Bradford pone de ma-
a los pobres, la educación popular, la reforma moral, el ahorro, la investi- nifiesto la lucha de la iglesia anglicana oficial para adaptarse a la nueva
gación científica y el ocio. En Marburgo, una pequeña ciudad universita- sociedad industrial y urbana, cuando tres sectas disidentes -los baptis-
ria de Hesse, a principios de! siglo diecinueve se produjo un frenesí de tas, los congregacionistas y los metodistas- progresaban con un éxi-
fundaciones, desde el círculo social exclusivo Sonntagsgesellschaft hasta to continuo. El historiador Theodore Koditschek ha puesto de manifiesto
otros clubes más populares relacionados con la gimnasia, el tiro y la mú- cómo incluso los empresarios más ocupados estaban dispuestos a con-
sica. De manera ~imilá.r, Manchester tuvo una biblioteea co1no la Subs- vertirse en diáconos o hacer de lectores en su congregación, a trabajar en
cription Library, su Sociedad Literaria y Filosófica, su Royal Manchester escuelas dominicales, sociedades para la difusión de la Biblia e institucio-
Institute y su Club de Billar, por nombrar sólo unas pocas de sus institu- nes benéficas. El fabricante de rapé William Whitaker llegó hasta la ban-
ciones. Indudablemente, tales instituciones ofrecían soluciones para los carrota en 1860 después de entregar contribuciones excesivas a su Iglesia
apremiantes problemas que padecían los terratenientes radicados en las Metodista de John Wesley. En Lille, un pequeño grupo de empresarios de
ciudades y que el Estado no llegaba a abordar: sobre todo el orden públi- la Asociación Católica de Patronos del Norte trabajó duramente, sin tener
co y la pobreza. Patrocinaban actividades de ocio «racionales» (por ejem- grandes éxitos, todo hay que decirlo, para defender su fe católica. El otro
plo, la lectura frente a la costumbre de beber), y facilitaban el control de bando en Francia era el anticlerical, que también tenía su cuota de cruza-
las iniciativas en lo relativo a la caridad. 1ambién hacían posible que aque- d~s. Aquí el personaje clásico es Monsieur Homais, el farmacéutico de la
llas personas que disponían de suficiente tiempo libre y abundantes re- obra de Flaubert Madame Bovary, que se afanaba incansablemente por
cursos se relajaran en compañía de otros de su mismo nivel. El diario de defender sus principios: «¡Mi Dios es el Dios de Sócrates, de Franklin, de
J. W. Shorthouse, hijo de un fabricante cuáquero de Birmingham, retrata Voltaire y de Béranger! ¡Profeso la Confesión de fe del coadjutor de Sabaya
un tipo de vida muy sociable durante la década de 1850, con práctica de y los principios inmortales del 89!».
deportes> lectura, conferencias, conciertos y viajes. Las mujeres no estaban totalmente excluidas de estas asociaciones pri-
Algunos historiadores han afirmado que las asociaciones privadas de- vadas) pues colaboraban especialmente en obras de caridad tales como
sempeñaron la función de fomentar la conciencia de la clase media fren- visitar a los pobres y organizar comedores de beneficencia. En principio,
te a algunas diferencias materiales e ideológicas muy obvias. No obstan- tales entidades habían formado parte de un proyecto liberal para la socie-
te, esto parece de un dogmatismo innecesario, puesto que hay pocas dad, que era más favorable a la emancipación de las mujeres que cualquier
pruebas de que la pertenencia a una clase fuera un tema central dentro de proyecto conservador. Después de todo, los liberales tenían en común
su gama de intereses. Bien podría ser que estas entidades complacieran con las feministas un compromiso por las libertades individuales Y la re-
los sentimientos de exclusividad de aquellos grupos sociales europeos que forma educativa. Sin embargo> en la práctica incidía la realidad de las
fueron muy conscientes de su posición privilegiada. Al mismo tie1npo, relaciones de poder existentes entre los dos sexos y difícilmente se puede
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evitar llegar a la conclusión de que el liberalismo decimonónico hizo más 1nás amplia y realizar carreras relacionadas con profesiones de cuídado-
para dar poderes a los hombres. Los liberales aceptaban como µn hecho ras, como la enseñanza o la medicina, las mujeres se tropezaban con una
lo que consideraban como la desigualdad «natural» y eterna de las muje- fuerte oposición por parte de los defensores del statu quo. Pilar Tauregui,
res, y durante el siglo diecinueve rara vez les ofrecieron el voto o la igual- una de las priineras 1nujeres que estudiaron en una facultad de medicina
dad legal con los hombres. En el núcleo de su ideología estaba la vieja idea en España, recibió pedradas de sus compañeros de clase en 1881. En Ale-
de siempre de «esferas separadas» para los hombres y las mujeres: el inun- mania, alrededor de 1900, algunos maestros intentaron demostrar que no
do «público» de los negocios y la política era para los primeros, mientras era ventajoso contratar ( con un sueldo más bajo) a mujeres alegando que
que un mundo «privado» que giraba en torno al hogar y la crianza de los éstas tenían más bajas por enfermedad y ¡más depresiones nerviosas que
niños se adjudicaba a las 1nujeres. Es en cierto modo discutible si la <<ide- ellos! En definitiva, los avances de las mujeres en la educación y en otras
ología doméstica» en la que se basa esta división sexual del trabajo dentro profesiones antes de 1914 fueron muy limitados, y queda la sensación de
de la familia se debería asociar especialmente con la clase media. Lo que que se produjo un airado descontento en distintos frentes.
está claro es que la mayoria de las mujeres que procedían de esta clase so- Esto nos lleva a la cuestión de hasta qué punto la agradable percep-
cial -ayudadas por la relativa opulencia de sus maridos y por la contra- ción, captada en las décadas de 1830 y 1840, de una sociedad de propieta-
tación de servicio doméstico- se dedicaban al hogar y a los asuntos del rios independientes y muy trabajadores sobrevivió hasta la última parte
corazón (aunque no necesariamente a la ociosidad, por supuesto) en vez del siglo. La respuesta es, necesariamente, que esta visión fue retrocedien-
de a hacer una carrera. Además, hubo durante todo el siglo diecinueve do paulatinamente en toda Europa. Incluso la propia «clase media» sufrió
una tendencia a excluir a las mujeres casadas de 1a imp1icación directa en reveses cada vez más serios, siendo arruinada por la competencia entre
la gestión de las grandes granjas y de los negocios. El contexto en que se grupos de distintas categorías y entre determinados intereses económi-
dio esta situación está n1arcado por la necesidad cada vez más apremian- cos. En el nivel más alto, un pequeño número de comerciantes, industria-
te de algún tipo de preparación científica o técnica. Por ejemplo, en la ciu- les y, sobre todo, banqueros se distanciaron cada vez más de los que ha-
dad francesa de Roubaix, a principios de siglo, mujeres como Pauline blan sido sus iguales. La revolución industrial había generado una nueva
Motte Brédart (1795-1871) 'pudieron alcanzar una buena reputación
0 figura: el hombre qúe se había hecho a sí mismo, es decir, alguien que se
como hábiles gestoras de negocios en su ir y venir de sus hogares a la fá- había elevado desde los harapos hasta la riqueza trabajando muy duro y
brica de algodón propiedad de la familia, A partir de mediados de siglo, ganando en la competencia técnica. Realmente era algo parecido a un
esta posibilidad quedo radicalmente excluida, ya que se esperaba de ellas mito, dado que la mayoría de los que se hicieron muy ricos en el mundo
que dedicaran toda su energía a los asuntos domésticos. Bonnie Smith de los negocios habían tenido unos orígenes muy humildes. A pesar de
afirma que aquellas mujeres quedaron finalmente alienadas por los valo- todo, en los negocios se podían hacer enormes fortunas, y el advenedi-
res de la sociedad industrial, que les llevaron a percibir el orden social zo ocasional se las arreglaba para imponerse, co1no fue el caso de Titus
como una estructura estática y jerárquica. Esto no impidió que las muje- Salt, que levantó un gigantesco imperio dehilaturas de lana en Bradford,
res fueran importantes fuentes de capital en las en1presas familiares: de o de August Borsig,-que comenzó su carrera como carpintero y acabó
hecho, citando lo que afirn1a Ute Frevert sobré los matrimonios, «un en- siendo fabricante de locomotoras en Berlín. A finales del siglo diecinueve,
lace en el momento y lugar adecuados podía saldar deudas, ganar socios nuevas fonnas de riqueza comenzaron a rivalizar e incluso superar a las
leales para la empresa, cre:lr relaciones comerciales y cimentar coalicio- antiguas. En Gran Bretaña, a partir de 1880 los hombres de negocios
nes políticas». (predominantementé en el sector financiero, más que en la industria) co-
No obstante, se generaron siempre ciertas tensiones entre el tipo n1uy menzaron a superar a los terratenientes. Según W. D. Rubinstein, de los
especial de femineidad impuesto por la «ideología doméstica» y la reali- 100 millonarios que fallecieron en Gran Bretaña durante el período 1900-
dad de las aspiraciones de muchas mujeres durante los últimos años del 1914, 72 pertenecían al mundo de los negocios. En Francia, estudios rea-
siglo. Incluso cu.ando actuaban dentro del 1narco general de su función de lizadas ~ohr~ fa ti.r.mezq ~n. v~ri:::i.s dud.ades i:mportantes ponen de mani-
madres, buscando la oportunidad de recibir una educación secundaria fiesto el peso cre~iente que tuvieron los grandes negocios a partir del
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período del Segundo Imperio: en París fueron los comerciantes y los ban- fue relativamente mal a medida que las sociedades se volvían cada vez
queros quienes tomaron la delantera, mientras que en Lyon y Lille fueron más ricas durante el siglo diecinueve. Adeline Daumard estima que en Pa-
los fabricantes. rís, por ejemplo, en 1820 poseían el 20 por 100 de toda la riqueza, pero en
Estos burgueses enriquecidos adquirieron bienes raíces, establecieron 1911 sólo el 3 por 100, La independen'cia, que ellos apreciaban por en-
sus propios círculos sociales exclusivos) y buscaron honores tales como cima de todo, estaba constantemente amenazada por su necesidad de so-
escaños en la Cámara de los Lores británica o la pertenencia al cuerpo de licitar contratos y créditos a los comerciantes mayoristas. Algunos eran
oficiales de la reserva en Alemania. Algunos de ellos establecieron relacio- más vulnerables qne otros: se puede distinguir un núcleo de artesanos y
nes con las elites tradicionales de terratenientes, aunque estas relaciones pequeños comerciantes bien establecidos, y un grupo más periférico de
adoptaron formas diferentes en las distintas zonas del continente. En Ru- hombres y mujeres con escasez de capital y muy poca formación, con nego-
sia, los Romanov consiguieron incorporar la embrionaria clase media a cios que aparecían y desaparecían más rápidamente. En Bremen, dnrante
una versión tardía de la sociedad de estamentos, concediéndoles privilegios los años del período 1890-1914, un tercio de todos los comercios al por
y estableciendo un chin (jerarquía) especial para comerciantes e indus- menor cesaban en su actividad en menos de seis años. Durante la misma
triales en el Cuadro de Jerarquías. 1 Mientras tanto, en Alemania la mino- etapa, los negocios artesanales parisinos tenían una raina de producción
ría privilegiáda de los terratenientes mantenía a distancia a los hombres de «lujo» y otra de artículos «corrientes». La primera se basaba en una
de negocios. Un gran fabricante de armamentos como F. A. Krupp podía minoría selecta de artesanos con una formación muy cualificada y alcan-
tener su Villa Hügel, invitar a miembros de la vieja elite a cenar con él, zó un gran nivel en la fabricación de objetos de lujo tales como muebles,
y aparecer en los círculos de la corte, pero la mayoría de los demás hom- joyas y bronces artísticos. La segunda, por el contrario, produjo un ejérci-
bres de negocios de máximo nivel tenían que contentarse con un estilo de to de artesanos más especializados (y menos cualificados), entre los que
vida opulento sin relación con la nobleza, En Gran Bretaña, por el con- fueron típicos los sastres y zapateros que proliferaban por todas partes,
trario, una larga tradición de hijos no primogénitos de la pequeña aristo- trabajaban con materiales más baratos y estaban sometidos a una divi-
cracia dedicados al comercio y a las actividades profesionales contribuía sión del trabajo más amplia. Como David Blackbonrn matizaba en el caso
a bajar un poco las barreras existentes entre la aristocracia y la burguesía, de la Alemania imperial, se pueden observar también divergencias entre
siendo especialmente llamativa la integración mediante el matrimonio artesanos y minoristas con respecto a la cuestión del libre comercio, así
(
entre banqueros de la City londinense y hacendados aristócratas. Tam- como entre este «antiguo» sector y otro más nuevo formado por los tra-
bién en Nápoles una nueva oligarquía comercial conseguía establecer re- bajadores de cuello blanco del sector público.
laciones matrimoniales con los estratos inferiores de la aristocracia local, Samuel Smiles (1812-1904) detectó los primeros signos de desconten-
(
a lo que contribuía la proliferación de títulos de poca importancia. Así, a to en Inglaterra a mediados de siglo. Según el historiador R. J. Morr°is, la
través de caminos diversos, emergía una nueva plutocracia en la Europa famosa obra SelfHelp' (1859), lejos de ser nna celebración del éxito mate-
occidental a finales del siglo diecinueve, compuesta por elementos aristó- rial, fue un desesperado esfuerzo de lipetite bourgeoisie por imponerse (
cratas y burgueses, poniendo en un compromiso el ideal propugnado en cuando estaba atrapada entre una clase gobernante egoísta y violenta, y una
(
los inicios del liberalismo. clase obrera hundida en la pobreza y no menos violenta. Finalmente, los
Mientras tanto, lo que se podría llamar los «soldados de a pie» dentro dueños de modestos talleres artesanales y los pequeños comerciantes con- l
de aquella visión particular, es decir, la petite bourgeoisie (pequeña bur- tinuaron siendo considerados en Gran Bretaña como parte de una amplia (
guesía) de dueños de talleres artesanales y pequeños comerciantes, se en- clase media. Sus equivalentes en la Europa continental estaban definidos
frentaba a un entorno cada vez más hostil. Puede que su número aumen- más claramente como un grupo de pequeños negociantes, identificados con
tara, sobre todo en el sector de la venta al por menor, pero en general les la denominación Mittelstand en Alemania o con el término francés classe

1 2 Obra didáctica de autoayuda del escocés Samuel Smiles, un entusiasta del progrei.o
Cuadro que reglamentaba la condición de los nobles en tres categorías de jcrarqufas
paralelas: ejército, servicio civil y servicio de la corte. (N. de la t.) material basado en la empresa individua! y el libre comercio, (N, de la t.) (
(
(
EL SIGLO XIX SOCIEDAD 77

moyenne. Mientras que !os miembros de la petite bourgeoisie británica si- como sostiene el historiador Harold Perkin, seguía existiendo una cierta
guieron fieles al Partido Liberal y al ideal individualista, sus vecinos su- tensión entre el ideal «empres~rial» y el ideal «profesional».
cumbieron a veces a las tentaciones de asociaciones políticas tales cmno el En resumen, según afirma Dror Wahrman refiriéndose al caso británi-
Allgemeiner deutscher Handwerkerbund (Unión General de Artesanos Ale- co, la «clase media» se volvió más media que clase. En el escenario político
manes), fundado en 1882, o la Association nationa/,e de la petite bourgeoi- de la Europa del siglo diecinueve, hubo muchos llamamientos pidiendo el
sie, fundada en Bélgica en 1900. Estas tentaciones no apartaron a muchos apoyo de la clase media. Puede ser que la burguesía o bürgertum de la Eu-
de su propio ambiente, que tenía estrechos vínculos con los trabajado- ropa continental (que excluía a la clase media más baja) fuera un grupo
res del entorno, aw1que siempre hubo un potencial de aparición de con- social más coherente y cohibido que la clase media británica o americana.
flictos relacionados con el crédito y los niveles de precios. Sin embargo, resultaba más evidente la existencia de un proceso de for-
Dentro de la «clase media» se puede establecer otra distinción entre in- mación y reforma.. Cuando la amenaza del absolutismo y del patronazgo
tereses comerciales y profesionales, especialmente en los países que llega- de la aristocracia fue cediendo en el occidente europeo, empezaron a pre-
ron tarde a la industrialización. En Alemania, la wirtschaftsbürgertum valecer diversos intereses particulares. El «capitalismo monopolista» co-
(burguesía de los negocios) formada por empresarios, jefes de gestión y menzó a suplantar al capitalismo competitivo original, y los profesionales
rentiers, y la bildungsbürgertum (burguesía culta) de abogados, jueces, fun- emprendieron una dura lucha por realzar su estatus, siendo los médicos
cionarios civiles con formación universitaria, periodistas, etc., se mantu- y los juristas los que encabezaron la marcha con sus organizaciones pro-
vieron más apartadas una de otra de lo que lo estuvieron en Gran Breta- fesionales. Todo esto quedaba muy lejos del espíritu de armonía que la
ña y en Francia. Los. negocios mercantiles en Alemania se materializaron versión liberal de la «sociedad del bien común» deseaba para la «clase me-
con una relativa lentitud durante el siglo diecinueve, mientrás que la bu- dia». Asimismo es importante constatar que las esperan~as liberales de
rocracia del Estado siguió siendo excepcionalmente numerosa y gozaba que la propiedad llegaría a generalizarse en distintas formas a medida que
de un enorme prestigio. Los hijos de los hombres de negocios estudiaban se desarrollara la economía, demostraron ser de un optimismo desespe-
generalmi'.fnte ·en un realgymnasium y en una universidad técnica, que- rante. Sin duda muchas personas consiguieron llegar a disfrutar una cier-
dando los gymnasien y las facultades de derecho o de filosofía para los hi- ta independencia como consecuencia de sus bienes y su educación, pero
jos de los funcionarios. Los 1natrimonios entre los dos sectores de la bur- hubo enormes desigualdades que persistieron durante todo el siglo dieci-
guesía eran raros y, aunque los que tenían su origen en el mundo de los nueve. Hacia el último tercio de este siglo, se empezaba a ver claro que las
negocios entraban a veces en el mundo profesional, el 1novúniento en clásicas iniciativas «filantrópicas» de los liberales encaminadas a ayudar a
sentido contrario se daba sólo en casos"sumamente excepcionales. De los pobres no podían eliminar el «residuo» empobrecido que forcejeaba
manera similar, en Italia, a finales de siglo, la borghesia profesional de la obstinadamente en medio de la abundancia. La visión de la sociedad que
burocracia estatal se había convertido en algo parecido a una casta, capaz había tenido el liberalismo en sus orígenes quedó completamente frus-
de rivalizar con el poder de los negocios industriales que habían surgido trada por esta persistencia de la «cuestión social», que ponía en duda su fe
recientemente. En otros lugares de la Europa occidental se produjo un en el progreso, en la armonía social y en una «sociedad civib libre de. in-
proceso de industrialización más gradual que generó unas condiciones jerencias estatales. E~ el caso· francés, Jacques Donzelot ha seguido el pro-
más favorables para que se entremezclaran familias dedicadas a ocupa- ceso de invención de <do social» a partir de 1848, que se puso en 1narcha
ciones diferentes. Los lycées franceses y las public schools británicas pro- a medida que disminuía la confianza en la responsabilidad individual, un
porcionaron en cierto modo un ámbito para la educación secundaria en concepto que tanto gustaba a los liberales, y surgía la correspondiente vo-
común, con lo que las barreras matrimoniales fueron menos evidentes. luntad del estado republicano de aliviar la carga que constituían algunos
Los Heywood, una rica familia de banqueros de Manchester~ tenían vín- de los riesgos de la vida cotidiana. Se puede decir que este proceso esta-
culos familiares con negocios locales en la industria y el comercio) con la bleció los fundamentos de la legislación social encaminada a cubrir si-
Iglesia de Inglaterra ( un obispo de Winchester) y la abogacía (dos aboga- tuaciones difíciles, tales como los accidentes laborales, el desempleo y la
dos propietarios de haciendas en Bedfordshire y Cornualles). Aún así, tal vejez.

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EL SIGLO XIX SOCIEDAD - 79

trabajadores su dificil situación, cuál podía haber sido su idea de la «so-


El socialismo, los trabajadores y la sociedad ciedad del bien común», el papel que desempeñaban entre ellos los «arte-
solidaria . sanos», y cómo respondían a los llamamientos que les hadan los socialis-
tas para que actuaran como «clase obrera».
· Casi desde el principio, surgieron diversas críticas al liberalismo y a sus No hay ni que decir que los trabajadores (es decir, los trabajadores ma-
supuestas consecuencias para las relaciones sociales. Ya fueran radicales o nuales dependientes de un salario) se sentían ofendidos cuando eran
conservadores, todos los liberales se aferraron a la idea de que la pauperi- tachados de «bárbaros», (<esclavos», o cualquier otro tipo de apelativo in~
zación de las masas era el talón de Aquiles de cualquier proyecto diseña- frahumano. El sastre parisino Grignon reconocía en 1833 que sus cama-
do para lograr el progreso. Cuando llegaron las décadas de 1830 y 1840 ya radas tenían que trabajar entre catorce y dieciocho horas diarias, y que
habían dejado reflejada en montones de panfletos y artículos la imagen les quedaba poco tiempo para su educación. Sin embargo, culpaba de esto
estereotipada de una fuerza de trabajo desmoralizada por las largas jor- a un gobierno que favorecía a los ricos por encima de los pobres, negan-
nadas laborales, los bajos salarios y la pobreza de las viviendas. Un pe- do a los trabajadores su dignidad humana. Al poner el énfasis en las cau-
riodista francés advertía en 1831 de que «los bárbaros que amenazan la sas políticas de los problemas sociales, Grignon resultaba típico dentro
sociedad no están en el Cáucaso ni en las estepas tártaras; están en los fau- de su ambiente: entre los trabajadores, las personas de opinión «avanza-
bourgs («suburbios») de nuestras ciudades industriales». Mientras los li- da>> ponían una gran fe en ganar las elecciones, conseguir la república,
berales consideraban que las duras condiciones constituían una prueba garantizar impuestos más bajos, etc., considerando que éste era el camino
de carácter, que algu~os superarían y otros no, sus oponentes las veían hacia adelante. Por otra parte, los trabajadores eran extremadamente crí-
como una acusación contra la economía política liberal. Los primeros so- ticos con el modo en que su independencia se veía socavada por el sis-
cialistas fueron vehementes en su condena de la sociedad competitiva: por tema de salarios. Frecuentemente se quejaban de que se les estaba pri-
ejemplo, Louis Blanc (1811-1882) calificaba esta economía de «sistema de vando de beneficiarse de los frutos de su trabajo. Estaban bastante
exterminio», al que consideraba responsable de una larga lista de males, menos ilusionados que los liberales con las nuev~~ clases medias, en
desde la pobreza y la degradación moral, hasta el crimen y las crisis indus- las que veían casi siempre unos intermediarios inú1:íles: «una multitud
triales. También propusieron Una amplia gama de versiones socialistas de de traficantes, comerciantes, agentes a comisión, administradores, tra-
la «sociedad del bien común», elaboradas con mucho más detalle que tantes, negociantes, etc.», como decía el tejedor Charles Noiret en 1840.
cualquiera de las que habían propuesto los liberales. Pero, ¡qué era lo Mientras estos ust.Írpadores se abrían camino con sus tretas entre los pro~
que decían los propios «bárbaros»? En otras palabras, ¡existe espacio para ductores y los consumidores para llevarse su parte, la libre competencia
algo intermedio entre, por una las famosas doctrinas socialistas de Marx, hacía que los salarios bajaran hasta niveles intolerables. Según esto, la «cues-
Proudhon y compañía, y, por otra, el catálogo de duras condiciones de tión social» se veía agravada por una nueva «aristocracia financiera» que
trabajo y de vida documentadas una y otra vez por los contemporáneos y se expandía mucho más allá de su función propiamente dicha, comer-
en los libros de historia? Trabajos recientes realizados por historiadores ciando y prestando, trastornando lo que Grignon llamaba las «relaciones
que analizan la dimensión cultural de la revolución industrial han hecho de independencia e igualdad» entre patronos y obreros. Estos últimos mi-
posible que se conozca esta visión intermedia. Buscando testimonios, se raban hacia atrás con cierta nostalgia, recordando una época en que las
han dedicado a estudiar los escritos de personas que en muchos casos comunidades no habían sido aún minadas por el individualismo: por
sólo se vieron relacionadas de una forma marginal con la vida cotidiana ejemplo, los tiempos de la cottage economy,3 con sus tejedores manuales,
del proletariado, aunque su talento excepcional les dio una autoridad con- era algo que a los obreros de las fábricas de algodón de Lancashire les
siderable dentro de sus propias comunidades; se trata, sobre todo, de mi- gustaba recordar.
litantes del movimiento obrero, poetas que eran al mismo tiempo traba-
jadores, y personas que escribían colaboraciones para los periódicos de la J Economía h,1sada en d trabajo realizado por el obrero, a veces junto con su familia, en
clase obrera. Lo que se va a investigar en esta sección es cómo veían los su propio domicilio. (N, de la t.)
80 EL SIGLO XIX SOCIEDAD 81

Para los primeros sodalistas de las décadas de 1830 y 1840, la «asocia- así, hubo muchos fenómenos de continuidad hasta llegar al período de la
cióm, era la clave para conseguir la «sociedad del bien común». Insistían Primera Guerra Mundial. Cierto nú1nero de grupos socialistas, especial-
en los beneficios que proporcionaría la cooperación dentro de una aso- mente en la Europa continental, mantuvieron su fe en las cooperativas de
ciación libre y voluntaria, por contraste con la competencia entre obreros productores, considerándolas como un medio para conseguir que los ne-
y la opresora disciplina de los centros de trabajo que imponía el capitalis- gocios se emanciparan del sistema de salarios. También quedaron ecos de
mo. Hasta cierto punto, los trabajadores debían esta idea a los detallados la vieja búsqueda de relaciones de respeto mutuo entre patronos y traba-
esquemas propuestos por teóricos de la clase media tales, como Robert jadores cualificados, sieI1do esto evidente entre los sindicalistas de las tra-
Owen (1771-1858) y Charles Fouáer (1772-1837). Los famosos falanste- de unions de las empresas de in~enieria y construcción naval en Tyneside.
rios (phalansteres) con los que soñó Fourier serían como grandes hoteles Hacia el final del siglo, los distintos grupos socialistas hablaban cada vez
en los que se podrían alojar unas 1600 personas y funcionarían al mismo más en términos de clases y lucha de clases, y manifestaban una mayor
tiempo como unidades de producción. Para resolver el problema de hacer confianza en que el Estado ayudaría a los pobres y a los desfavorecidos.
que el trabajo fuera al mismo tiempo atractivo y productivo, se utilizaría Para algunos, la «sociedad del bien común» tendría que esperar a que se
un sistema de retribución mediante dividendos en lugar de salarios y se produjera un cambio revolucionario apocalíptico que condujera a la so-
realizaría en grupos de amigos. Algunos de estos socialistas «utópicos», ciedad sin clases con la que soñaban los marxistas, o al colectivismo de los
como Fourier y Wilhelm Weitling (1808-1871), prácticamente ignoraron anarquistas. Para otros, quizá la mayoría de los socialistas europeos de
la maquínaria industrial, mientras que otros, especialmente Owen en su este período, el ideal estaba más cerca de las condiciones existentes y con-
complejo textil de New Lanark y Étienne Cabet (1788-1856) en su libro sistía en una serie de refonnas encaminadas a favorecer los intereses de
· Viaje a Icaria, le dieron la bienvenida. La mayoría de ellos desconfiaban los trabajadores y suficientes para conseguir sus objetivos. Una encues-
del estado, pero Louis Blanc le atribuía un papel decisivo en el estableci- ta realizada con obreros alemanes en vísperas de la Primera Guerra Mun-
miento de centros de trabajo sociales. Hubo distintos planteamientos en dial puso de manifiesto que muchos de ellos anhelaban una sencílla vida
relación con la propiedad privada, que fue defendida por Fourier, pero rural. Un joven minero cifraba sus· esperanzas en tener gran cantidad de
Cabet y Owen se inclinaban más por el comunismo. Finalmente, todos comida, un poco de cerveza y dormir toda la noche después de una jor-
aceptaron que sus comunidades estarían basadas en alguna forma de re- nada de trabajo, y añadía: «Me construiría yo mismo una bonita· casa para
ligión, siendo Cabet un defensor de la idea de que el comunismo era en poder vivir en algo que me perteneciera». De manera similar, un ajusta-
realidad un cristianismo llevado a la práctica. La idea de asociación tam- dor metalúrgico de la zona industrial del centro de Rusia le contaba al in-
bién surgió entre los propios trabajadores, especialmente en aquel inver- geniero F. P. Paulov que su situación había sido ideal en una fábrica de vi-
nadero político que era París, siendo consideradas las asociaciones como drio en la que había trabajado anteriormente, porque allí cada família
una parte de la lucha obrera contra la explotación que llevaban a cabo los tenía una choza, un pequeño establo para el ganado, una huerta y la posi-
patronos. Durante un~ huelga contra los patronos, resultaba tentador bilidad de llevar su ganado a pastar.
pensar en prescindir de ellos completamente. La primera fase de la revo- Los líderes de las primeras corrientes «utópicas» del socialismo tenían
lución de 1848 provocó una marea de asociaciones dedicadas a la eman- esperanzas de reunir apoyos de la mayoría del espectro social. Finalmen-
cipación de los trabajadores; en París los obreros de la construcción, por te, la realidad fue que la mayoría de sus seguidores procedían de las filas de
ejemplo, afirmaron que deseaban escapar de la «esclavitud», de tal modo los artesanos cualificados. Casi cuatro quintos de los icarianos de Cabet,
que en adelante trabajarían sólo para sí mismos y para sus familias. quizá 50.000 individuos en Francia durante la década de 1840, trabajaban
Tales planteamientos moderados en relación con la comunidad y la en las industrias artesanales, destacando especialmente los sastres y los
cooperación sobrevivieron a duras penas al violento desenlace de la re- zapateros. Los historiadores han sentido frecuentemente la tentación de
volución de 1848 y al tenso clima político que siguió a ésta. Durante la vincular el socialismo «utópico» con las preocupaciones del «artesano».
segunda mitad del siglo, fue quedando cada vez más claro que el sistema John Breuíl!y ha llegado al punto de sugerir que las ideas de Weitling, que
capitalista estaba sólidai11ente establecido en el occidente europeo. Aún era precisamente sastre) se basaban completa.mente en una visión de la
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producción artesanal en pequeños talleres. La hipótesis ha sido que los dio sobre el trabajo cualificado en la industria de la confección de prendas
«artesanos» desempeñaban un papel destacado en el movimiento obrero de vestir durante las décadas de 1830 y 1840. Los sastres, aunque no nega-
de los primeros tiempos, ya que, por una parte, su categoría como tra- ban a las mujeres el derecho a trabajar por un salario, estaban a favor de
bajadores cualificados estaba sometida a la amenaza de las fuerzas capi- una clara separación entre el hogar y el trabajo, y permitían que su sector
tal~stas, y, por otra, tenían capacidad para organizar una resistencia estuviera dominado en los talleres por equipos de hombres cualificados.
enérgica. Christopher Johnson influyó en el seguimiento de esta línea de En cambio, las costureras aceptaban formas de organización para realizar
argumentación utilizando la historia de los sastres de París como estudio el trabajo tanto en el taller, como en el hogar, y opinaban que sus intereses
de un caso concreto. Atribuyó la militancia de estos sastres durante las dé- se veían mejor servidos mediante medidas reguladoras de las tarifas del
cadas de 1830 y 1840 a la precaria posición que estos hombres dotados de trabajo a destajo en su sector. Detrás de esta postura había una visión san-
una formación profesional tuvieron en el negocio de la sastrería a medi- simoniana de una república social en la que las mujeres podrían obtener el
da, cuando se afianzó la confección (la producción de ropa pret-a-porter). divorcio, administrar su propio salario, rechazar el dominio de un marido
La sastrería corría el riesgo de convertirse en el típico trabajo mal pagado egoísta, y combinar el cuidado de los hijos con el «derecho al trabajo». En
que se basaría en la mano de obra barata, principalmente femenina, para 1848, según se decía en La voix des femmes: «La mujer trabajadora contri-
la mayor parte de su producción. Los sastres reaccionaron con una mili- buirá con su salario a los ingresos de la familia y nosotros, que hemos pe-
tancia bien organizada, que sacaba fuerzas de su orgullo de dedicarse a una dido el derecho al trabajo para todos, nos atreveremos también a creer en
actividad cualificada. De hecho, hubo muchas comunidades de artesanos la igualdad, la expresión religiosa y fraternal de los dos sexos». Desafortu-
urbanos en toda Europa, cuya solidaridad se basaba en el hecho de que los nadamente para las mujeres, con demasiada frecuencia, sus colegas mas~
hombres vivían, trabajaban y pasaban su tiempo de ocio juntos en un ve- culinos no llegaban a compartir su entusiasmo por la igualdad. Sally Alexan-
cindario especial. Qnizá los más famosos a mediados de siglo fueron los der toma nota del modo en que el radicalismo en Gran Bretaña durante
canuts (tejedores de seda) de Lyon. La revuelta que protagonizaron en 1831 los primeros años del siglo diecinueve hablaba el lenguaje de sus líderes:
hizo que se extendiera como un terremoto por todo el continente cuando pequeños propietarios de industrias artesanales, trabajadores domésticos
tomaron el poder en la ciudad y juraron «vivir trabajando o morir lu- desplazados, artesanos y trabajadores cualificados de las fábricas. Estos hom-
chando». A partir de aquel momento, la figura del «artesano radical» se bres miraban hacia atrás, al siglo dieciocho, para encontrar su idea de un
convirtió en un ejemplo impresionante. nuevo orden social. Daban por supuesto que el trabajo de las mujeres de-
No obstante, existen dos inconvenientes importantes en relación con bía limitarse a «asistir» a los trabajadores masculinos cualificados, y que el
esto. En primer lugar, §e trata de un enfoque muy limitado: nos dice mu- lugar de una mujer dentro de la familia debía ser de subordinación al hom-
cho sobre el malestar de los hombres cualificados durante las primeras bre, siendo éste el cabeza de familia.
etapas de la industrialización, pero muy poco sobre otros trabajadores, en Otro inconveniente de la tesis del «artesano radical» es el hecho de que
particular sobre las mujeres. Algunos de los primeros socialistas, especial- esté centrada en los zapateros y los sastres. Jacques Ranciere se pregunta
mente Owen, Fourier y los seguidores del conde de Saint-Simon, fueron, por qué estas dos actividades tenían un papel tan destacado en los movi-
para lo habitual en su época, unos feministas excepcionales. Fourier afir- mientos radicales, siendo las menos respetadas de todas las actividades in-
mó que «las mejores naciones siempre han sido aquellas que conceden la dustriales desarrolladas en la comunidad. Cita al trabajador y poeta Hil-
mayor cantidad de libertad a las mujeres». Según esto, por si sirve como bey, el cual admitía que trabajaba exclusivamente en la producción de
dato, Fourier creía que Francia era «la nación más civilizada», y Espa:ñ.a «la ropa infantil porque este trabajo requería tan sólo un mínimo de esfuer-
menos indulgente con el bello sexo». En sus falansterios propuso que las zo e inteligencia: «Dejemos que aquellos que quieren ropas cosidas y di-
mujeres trabajaran en las mismas condiciones que los hombres y que es- señadas con primor se las hagan ellos mismos, si así lo desean. Yo, por mi
tuvieran libres de las obligaciones del matrimonio. Sin embargo, en el ám- parte, intento embrutecerme lo menos posible». ¡Esto sí que es sentirse or-
(
bito socialista había indicios de una cierta divergencia entre las maneras de gulloso del trabajo realizado! Podría ser que en las dos actividades men-
considerar al hombre y a la mujer. Joan Scott lo ha explicado en un estu- cionadas, la militancia se pudiera atribuir a que la propia debilidad de su (
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solidaridad dentro del ramo les indujera a adherirse a valores ajenos a la cunstancias normales eran ignorados por las masas, pasaban a un pri-
propia actividad, tales con10 el republicanis1no o el socialismo utópico. mer plano durante los períodos de lucha. En 1833, los sastres que estaban
En consecuencia, varios historiadores se han sentido inclinados a bus- en huelga recurrieron a André Troncin, «un hombre que repartía su tiem-
car en el ámbito cultural la fuente de las identidades colectivas de los tra- po libre entre los cafés de estudiantes y la lecWr~ de los grandes pens_a,do-
bajadores. Han detectado la influencia del pasado en los conceptos del res». En 1848, los pintores de brocha gorda p1d1eron un plan de acciona
siglo diecinueve. Por ejemplo, la hermandad que predica el cristianismo «su excéntrico colega Confais, el dueño de un café, que los solía matar de
se convertiría en la solidaridad de los trabajadores, o el Tercer Estado bur- aburrimiento con sus armonías fourieristas y sus experimentos freno-
gués delAncien Régi.me se complementaría con el Cuarto Estado, que sería lógicos».
«el pueblo». Para el dirigente socialista Alexander Herzen (1812-1870), la Otras versiones posteriores del socialisn10 hacían a menudo sus llama-
comuna campesina de Rusia, la mir u obshchina, constituiría la base de un mientos a un electorado explícitamente proletario. Sin embargo, los so-
sistema anarquista formado por pequeñas unidades de producción auto- cialistas iban a descubrir que la «clase obrera» estaba tan fragmentada
gestionadas. El historiador William Sewell ha seguido esta línea con cier- como cualquier «clase media». Incluso cuando trabajaban para forjarse
ta profundidad, argumentando que en Francia los artesanos asumieron una solidaridad entre los obreros, sus propios prejuicios tenían como
hacia 1848 el liderazgo de las actividades basadas en la conciencia de cla- efecto la exclusión de algunos miembros potenciales. Un exa1nen minu-
se, en gran medida porque estaban bajo la influencia de una ética here- cioso del modo en que los socialistas veían el futuro revela· que, en gene-
dada del antiguo sistema de gremios. Los gremios, según decía Sewell, rai, su visión estaba sesgada hacia las aspiraciones de la mano de obra
defendían los intereses materiales de un ramo, pero además creaban una masculina cualificada de los talleres y las fábricas: es decir, de los hilado-
«comunidad moral» que se mantenía unida por los votos de lealtad y de- res que trabajaban con las máquinas de.hilar, los trabajadores.~el metal,
voción a un santo patrón. El movimiento obrero de principios del siglo los mecánicos, los ferroviarios, los trabaJadores de la construcc10n y otros
diecinueve continuó manteniendo la idea de la industria o el negocio como similares. En particular los historiadores británicos han debatido sobre la
una c01nunidad moral y espirit.ual ordenada, ya que los trabajadores im- cuestión de •si este tipo de trabajadores constituían una «aristocracia del
plicados en dicho movimiento sentían así reforzada su oposición al in- trabajo», sobornada mediante buenos salarios, autori~ad sob~e otros tra-
dividualismo competitivo. También pusieron al día su lenguaje político y bajadores y, en cierta medida, control sobre su propio tra~aJo, par~ q~e
organizativo para adecuarse a la Revolución Francesa: los trabajadores aceptara el orden social existente. Se podría decir que los lideres sociah~-
manuales, por ejemplo, se convirtieron en «el pueblo», y la empresa pasó tas manifestaban cierta1nente la misma desconfianza que la burguesia
a ser una asociación libre y voluntaria. La historia termina en la primave- con respecto a los trabajadores ocasionales y no cualificados. El ':'undo
ra de 1848, con la lucha de los trabajadores en Paris, pugnando por cons- de los militantes era quizá demasiado austero y centrado en el traba¡o para
truir un orden social nuevo y completo basado en el trabajo. Por consi- que les gustasen aquellos cuyas vidas estaban marcada_s ~or p_eríodos de
guiente, las respuestas de los trabajadores al desafio planteado por el nuevo dese1npleo, violencia y delitos menores. A veces, los socialistas intentaban
sistema industrial estaban configuradas por «valores, supuestos, prácti- asumir también los intereses de los campesinos, pero sin mucho éxito. El
cas, expectativas y sentimientos preexistentes». movimiento populista fue un primer experimento para llevar el socialismo
Jacques Ranciere ha ido aún más lejos en cuanto a diferenciar los sue- a los campesinos, especialmente en Rusia, pero no consiguió grandes re-
ños de los obreros de las décadas de 1830 y 1840 de sus experiencias reales sultados. A partir de finales de la década de 1860, los anarquistas españ~- ..
en los centros de trabajo. Según lo ve Ranciere, la historia cede el paso a les e italianos lograron aprovechar para su causa el descontento generali-
un pequeño grupo de trabajadores excéntricos cuya influencia es decisi- zado que existía entre los campesinos sin tierra, o jornaleros del campo, ~e
va. Estos hombres estaban más interesados por sus ideas que por la mo- los enormes latifundios del oeste de Andalucía y del valle del Po. Otros mi-
nótona rutina del trabajo manual. Sus «relaciones contradictorias» con litantes intentaron canalizar hacia el socialis1no 1~$ trá.diciones colectivistas
los sansimonianos, los icarianos y otros profetas del nuevo mundo fueron de las cmnunidades rurales, como hizo, por ejemplo, el Partido Obrero fran-
las que forjaron el discurso de la identidad del trabajador. Aunque en cir- cés, consiguiendo algunos progresos entre los peq_ueñ~~ propietarios ru-
86 Et SIGLO XIX SOCIEDAD

rales de Provenza a principios del siglo veinte. Sin embargo, en general, los rarquías según la posición social, a las que los trabajadores eran extre-
socialistas fueron reacios a apoyar cualquier redistribución de la tierra, madamente sensibles. Los obreros metalúrgicos de San Petersburgo hi-
ateniéndose a la idea marxista inicial según la cual el campesinado estaba cieron una lista de más de cien categorías laborales distintas cuando res-
condenado a desaparecer bajo el capitalismo. pondieron a una encuesta realizada en su sector en 1908. Uno de aquellos
Los militantes siguieron también luchando con el compromiso socialis- hombres, S. l. Kanatchikov, recuerda en sus memorias que los modelistas
ta general de avanzar en la causa de las mujeres trabajadoras. Otros teóricos cualificados despreciaban a los trabajadores de origen campesino, de-
socialistas posteriores fueron, en general, más imprecisos,que los «utópi- bido en gran medida a que su aspecto era diferente: «Vestían botas altas,
cos» en las cuestiones relativas a las mujeres; Marx, por ejemplo, se limitó blusas tradicionales con estampados en algodón ceñidas con una faja,
a predecir que la familia «burguesa» desaparecería junto con el capitalis- llevaban el pelo cortado "a tazón", y tenían unas barbas que rara vez pa-
mo. El alemán August Bebe! (1840-1913) fue, en cierto modo, una excep- saban por las manos de un barbero». De manera similar, los villauds
ción, argumentando en su obra La mujer y el socialismo (1879) que sólo se- establecidos en Limoges menospreciaban a los bicanards, que acababan de
ría posible el final de la «esclavitud de sexo» si «el Estado y el orden social llegar del campo, tachándolos de paletos obstinados, que todavía espe-
existentes sufrían una transformación radical». Es cierto que muchas mu- raban oír el canto del gallo en vez de la sirena de la fábrica. A veces, los tra-
jeres trabajadoras pusieron sus esperanzas en el socialismo, desde las par- bajadores eran leales con una empresa determinada, la familia que era
tidarias de Owen y las sansimonianas de la década de 1830, hasta las «ama- dueña de ella, y el vecindario en el que dominaban. Patrick Joyce ha des-
zonas» rusas y las feministas alemanas del Partido Socialdemócrata a finales cubierto el curioso fenómeno de la rivalidad entre las fábricas de algo-
del siglo diecinueve. Hacia el fin de siglo, ciertos grupos de trabajadores or- dón que votaron unánimemente al Partido Conservador o al Liberal en
ganizados empezaron a pedir que a los hombres se les pagara un «salario las elecciones de 1868 en Blackburn.
familiar» que les permitiera mantener a sus familias sin que sus esposas Desde luego, los movimientos obreros de los distintos países de Euro-
o hijos pequeños tuvieran que realizar un trabajo remunerado. En el caso pa tuvieron un cierto éxito en cuanto a persuadir a grupos tan dispares
de Francia, esto fue especialmente relevante en sectores tales como la im- para que actuaran favoreciendo loS intereses comunes, y quizá incluso para (
prenta y la marroquinería, donde los varones estaban amenazados por la que se consideraran a sí mismos como una clase trabajadora. Hay que ano-
competencia de la mano de obra femenina que resultaba más barata. Mu- tar en su haber a lo largo del siglo una contribución al logro de medidas
chas mujeres trabajadoras, que estaban acostumbradas a laborar tanto en reformistas para mejorar las condiciones de los obreros en sus centros de
lo que se llamaba la esfera pública como en la privada, no se dejaron im- trabajo, el alojamiento, la educación, la seguridad social, etc. También co-
presionar por el socialismo. La feminista alemana Clara Zetkin (1857- secharon numerosos fracasos cuando los trabajadores optarpn por apo-
1933) no se hacía ilusiones, pero pensaba que «el trabajo es la condición yar versiones muy diferentes de la «sociedad del bien común», como las
indispensable para la independencia económica». de los liberales o los conservadores católicos. No es realmente sorprenden-
Incluso los trabajadores estaban divididos por diferencias tales como, te que los movimientos obreros nunca lograran conquistar ninguno de
la posición social, la cualificación, el sector en el que trabajaban, la filia- los estados europeos antes de 1914. No obstante, muchos historiadores se
, ción religiosa, la ideología política, las lealtades locales y regionales, los han sentido inclinados a juzgar cada caso en la medida en que se aproxi-
orígenes geográficos, etc. A principios del siglo veinte, en las minas y las mara a la «conciencia revolucionaria». Resulta evidente considerar «avan-
acerías del País Vasco, los patronos pudieron valerse de las fuertes identi- zado» el movimiento obrero alemán, con su numerosísima militancia, su í
dades regionales de los trabajadores para su propio provecho. El fiero administración centralizada y su compromiso ostensible con las doctri-
nacionalismo vasco de los nativos, que estaba fuertemente impregnado nas marxistas, mientras que el correspondiente movimiento británico,
de catolicismo y antisocialismo, les separaba de los inmigrantes de Gali- más reformista) se ha calificado de «atrasado». Pero un planteamiento tan (
cia, Valencia o Zamora. Divisiones similares entre inmigrantes y nativos teleológico delata la influencia residual del marxismo «vulgar». Como los
surgieron con los irlandeses en Lancashire, los belgas en el norte de Fran- seguidores de Fox y Genovese admitieron posteriormente con cierto pesar,
cia, y los polacos en el Ruhr. En muchos sectores se habían elaborado je- el lujo de que disfrutaron los historiadores marxistas hasta la década de
88 EL SIGLO XIX SOCIEDAD

1950 fue que sabían cuál era el final de la historia: la ascensión al poder la Revolución Francesa, y en particular el giro violento qlle ésta tomó du-
de la _clase traba;adora. Actualmente, dado que esto se ve coino un resul- rante el Terror, provocaron una tendencia al pensamiento contrarrevolu-
tado_u1;probable, los historiadores tienen más libertad para valorar cada cionario que haría oír sus ecos durante todo el siglo diecinueve. Eviden-
n:ov1m1ento obrero nacional (e incluso regional) según sus circunstan- temente algunos pensadores miraron al pasado en busca de inspiración.
cias. ~a postura revolucionaria de muchos trabajadores en Rusia y en Ale- Joseph de Maistre (1753-1821) estaba convencido de que el único modo
man1~ s~ po_dría atribuir, en parte, a los efectos perturbadores de la in- en que las personas podían vivir en sociedad era n1ediante una obediencia
dustnahzac1ón tardía, pero rápida, que se produjo en estos dos países incondicional a lo que él reconocía como instituciones irracionales, tales
Y ~n parte al c~rácter autoritario del Estado. Por el contrario, el plantea~ como la monarquía hereditaria, la Iglesia Católica, y el matrimonio indi-
~1ent~ :eform1sta de los británicos se puede vincular a una cierta buena solnble. Se dio cuenta de que entre los enemigos del orden social en Fran-
disp?s1~1ón de los patronos para entrar en la negociación colectiva con cia figuraban los protestantes, los juristas, los metafísicos, los periodistas,
los smd1catos, y a la ex.istencia de un Estado parlamentario. Se debería re- los judíos, los revolucionarios americanos, los intelecttialeS, los científicos
cordar que existieron diversas versiones de la «sociedad del bien común» y los críticos: es decir, cualquiera que pudiera conducir a las personas a cues-
pr~pugnadas por los socialistas, y que no todas ellas requerían una revo- tionar las fuentes de autorídad existentes. Los católicos sC>dales franceses
lución política violenta. como Armand de Melun también 1niraban hacia atrás recordando con nos-
talgia la monarquía borbónica, aunque tampoco dejaban de impresionar-
les los gremios medievales. Durante la década de 1840 Melun tenía la es-
peranza de resucitar el sistema corporativo en una forma nueva que fuera
El conservadurismo, los «estratos sociales adecuada a las condiciones del siglo diecinueve, reuniendo a los maestros
superiores» y la sociedad jerárquica artesanos cristianos y a sus aprendices en un patronage (patronazgo).
El político más influyente de esta ola contrarrevolucionaria fue Ed-
mundBurke (1729-1797), irlandés de nacimiento, del que se puede decir
Podría parecer perverso finalizar un estudio del siglo diecinue;e con el
que·con su obra Reflections on the Revolution in France (1790) estableció
ideal de una sociedad jerárquica y estable. Una visión de este tipo cierta-
mente recordaría más a la concepción de la sociedad de jerarquías y los fundamentos del conservadurismo moderno. Para Burke la <<Sociedad
estamentos del Ancten Régime. Las imágenes tradicionales de la Gran Ca- del bien común» se aproximaba a la que conoció en su entorno en Euro-
pa a finales del siglo dieciocho. Su objetivo era garantizar que el cambio
dena del_ Ser había~ sugerido un rango decretado por la divinidad, en la
que, segun el catec1_smo anglicano, cada individuo debía trabajar honra- permitiera la continuación del creci1niento orgánico de las instituciones
d~ment~ «para reahzar su tarea en la vida en el nivel para el cual Dios tu- ya establecidas. Al aceptar que las sociedades pudieran avanzar lenta1nen-
te hacia formas más complejas y civilizadas, Burke se distanció de las po-
vier~ a bien llamarle». Durante la década de 1750, Soame Jenyns había de-
ducido cuáles eran las in1plicaciones conservadoras que tenía esta vi.Sión siciones estrictamente reaccionarias. Lo que no aceptaba era la creencia
del cosmos para el orden social: de que las sociedades pudieran remodelarse de acuerdo con principios
abstractos, cb1úo habían intentado hacer los révoiuciOnarios franceses
El univers? s~ parece? una gran familia bien organizada en la que todos los man- durante la década de 1790 eh nombre de la libertad y la igualdad. Afirmó
dos Ylos s1rv1entes, e mcluso los animales domésticos, están subordinados uno que cada sociedad poseía su propio cbi1jüi1to de prejuicios, y tj_ue estos
~tros ~egún unas jerarq~ías adecuadas; cada uno disfruta de los privilegios y g~1.~ constitLiíaii la base para la anTIOnía: <<Lós apreciamos porque són prejui-
t1_ficac1ones c~rrespond1entes a su posición y; al mismo tiempo, contribuye, en cios, y cuanto más hayan durado, y cuanto más general haya sido su pre-
virtud de esa Justa subordinación, a la magnificencia y felicidad del conjunto.' dorriinio, n1ás los apreciamos>>. El législádof sensato construiría las leyes
sobre estos prejulCios, eri vez de emprei1det la empresa arriesgada de in-
'.' finales _del siglo d;eciocho, bajo la influencia de la Ilustración,. estas tentar superarlos. Esto le llevó a defender instituciones ya existentes) como
rdeas estaban empezando a caer en desgracia. Sin en1 bargo, la llegada de la Iglesia de Inglaterra (y la Iglesia Católica Romana én Francia); y la je-
90 EL SIGLO XIX SOCIEDAD 91

rarquía social establecida. No estaba menos convencido que los liberales · cinas de contabilidad contra las fincas y los negocios, de los burócratas del go-
de que los terratenientes eran la espina dorsal de la sociedad, aunque para bierno contra las relaciones derivadas de la historia del país, del aprendizaje Ydel
él los más importantes eran los miembros de la gran aristocracia: «los talante engreído contra la virtud y el carácter honorable.
grandes robles cuya sombra protege a un país.» Aceptaba las desigualda-
des entre los individuos y pronosticaba que, incluso en Inglaterra, la ma- Durante la década de 1840, el rey de Prusia Friedrich Wilhelm IV y sus
yoría de la población seguiría siendo pobre e ignorante. Su influencia en consejeros pudieron resistirse a las peticiones de una constitución apro-
absoluto quedó limitada a Inglaterra; de hecho, su audiencia más recepti- vechando la debilidadliberal en este terreno. Afirmaban que sólo un régi-
va estaba en los estados alemanes. men autocrático podía defender a los pobres y los débiles, conseguir que
Los partidarios del viejo orden se podían encontrar entre los más ar- progresara una justicia social y promover obras de caridad cristiana. (¡Esto
dientes críticos de las consecuencias sociales del individ~alismo y de la no dejaba de ser un tanto pretencioso viniendo de un régimen tan obvia-
nueva economía del laissez-faire: por ejemplo, el muy católico y muy con- mente entregado a los intereses de los terratenientes e incluso de los em-
servador conde Alban de Villeneuve-Bargemont en Francia, o el tory di- presarios!).
sidente Thomas Carlyle en Inglaterra. Su opinión general era que el La estrategia que con tanto agrado discutían estos conservadores pru-
«vínculo del pago en dinero» estaba destrozando la preocupación pater- sianos, consistente en intentar forjar una alianza entre la corona y el pro-
nal que el rico sentía por el pobre y que había florecido en la sociedad letariado contra una burguesía liberal, tendría una larga historia. Por
tradicional orgánica y jerárquica. Durante la década de 1830, Villeneuve- ejemplo, en 1844, Friedrich Wilhelm contribuyó a fundar en Berlín la So-
Bargemont vapuleó la nueva ciencia «inglesa» de la economía, acusándo- ciedad Central para el Bienestar de las Clases Trabajadoras. Posteriormen-
la de quebrar los lazos fraternales que unían al patrono y al trabajador, al te, Bismarck haría su famoso intento de unir a los trabajadores al destino
fuerte y al débil. Por una parte, para producir lo más barato posible, la in- del estado prusiano mediante un sistema de seguridad social. La cuestión
dustria estaba reduciendo los salarios de sus trabajadores hasta el míni- clave seguía siendo si los que estaban confinados en las clases inferiores
mo. Por (?tra parte, para estimular el consumo, estaba fomentando nuevos aceptarían la legitimiqad de una visión rígidamente jerárquica del orden
gustos y nuevas necesidades entre esos mis1nos trabajadores. Tal sistema social. Es difícil hallar pruebas que aclaren este aspecto: sigue siendo dis-
contradictorio, basado en «un egoísmo insaciable y un profundo despre- cutible hasta qué punto se obligaba a los campesinos o a los trabajadores a
cio por la naturaleza humana») estaba produciendo un efecto desastroso la sumisión, y en qué medida aceptaban ellos la autoridad de las figuras
en las condiciones morales y materiales de los trabajadores. Villeneuve- patriarcales que actuaban por encima de ellos. Parece probable que en de-
Bargemont fue uno de los primeros que detectaron el cambio del viejo terminadas circunstancias fuera posible conseguir algq más que meros sig-
problema de la pobreza al nuevo del pauperismo -toda una clase social nos externos de respeto por parte de las «clases inferiores». Los patronos
supuestamente reducida a la indigencia por el progreso de la industria. de las primeras fábricas textiles lograban a menudo con un éxito ostensi-
El debate sobre la «cuestión social» hizo furor con una intensidad similar ble fomentar un ambiente familiar entre sus obreros. A esto contribuía po-
en el centro y el este de Europa. Al constatar las reformas liberales de prin- sitivamente su contacto diario con sus empleados en la 1nisma planta de
cipios del siglo diecinueve en Prusia, Ludwig von der Marwitz protestó a producción y el aislamiento relativo de las comunidades en que se desa-
voz en grito, pero con un estilo elegante, contra su principal protagonis- rrollaba la vida de los trabajadores: podemos pensar en los estampadores
ta, el barón Vom Stein: de percal de Oberkampf en Jouy y los de Gros-Davillier en Wesserling. Los
distritos industriales de Lancashire, que tanta influencia tuvieron en la
Éste ... empezó a revolucionar la patria. Inició la guerra de los que no poseían pro- formación de las ideas de Marx y Engels sobre la naturaleza del capitalis-
piedades contra los propietarios, de la industria contra la agricultura, de lo tran- mo, pueden haber sido, paradójicamente, el lugar donde se podía encon- (
sitorio contra lo estable, del burdo materialismo contra el orden establecido por trar uno de los grupos más genuinamente respetuosos entre toda la fuerza
Dios, del beneficio imaginario contra la justicia, del momento presente contra el de trabajo europea. Patrick Joyce afirma que los patronos del norte eran
pasado y el futuro, del individuo contra la familia, de los especuladores y las ofi- hábiles en el arte de constituir una elite, de lo que resultaba que los traba-
92 EL SIGtO XIX SOCIEDAD 93

jadores de las fábricas del siglo diecinueve «conocían su lugar» en la je- intentaron mantener sus identidades dentro del sistema de soslovie ( esta-
rarquía. Las grandes empresas de la minería y Ja metalurgia, como la de mentos) durante las convulsiones políticas de principios del siglo veinte.
Schneider en Le Creusot o la de Krupp en Essen, intentaron adap~ar esta Se debería tener cautela y no descartar demasiado a la ligera la efectividad
tra~ición paternalista a sus propias circunstancias. Aunque necesitaban de estos intentos de conservar las antiguas jerarquías. Arno Mayer hizo
· delegar su autoridad cada vez más en gerentes y supervisores, los propios un estudio bien documentado para demostrar que el estallido de la gue-
patronos se las arreglaban también para generar una lealtad considerable rra en 1914 fue parte de una acción de retaguardia llevada a cabo por los
a sus empresas, aplicando un régimen agresivamente paternalista. anciens régimes de Europa para resistir frente al ascenso del capitalismo
Un estereotipo más común del trabajador respetuoso sería alguien industrial. Afirma que los historiadores, en general, han subestimado la
como el viejo Hodge, el trabajador agrícola inglés. Cuando el terrateniente resistencia de las viejas fuerzas y las viejas ideas durante el siglo diecinue-
estaba presente en su finca, y sus trabajadores estaban, en general, aislados ve y principios del veinte, principalmente las de la economía campesina,
de influencias externas, como sucedía en ciertas zonas de las Midlands, la nobleza hereditaria y privilegiada, y la iglesia. Los historiadores coinci-
o, dentro de Prusia, en las provincias orientales de Brandenburgo y Pome- den actualmente en que Mayer fue demasiado lejos en una buena jugada.
rania, el paternalismo podía haber funcionado. Sin embargo, incluso en el Todas las pruebas de que se dispone apuntan a que las nuevas formas de
campo, en el siglo diecinueve había ya demasiadas causas de fricción entre la riqueza industrial y comercial superaron la riqueza de los terratenien-
los patronos y los trabajadores como para que este tipo de lealtad fuera la tes hacia finales del siglo diecinueve, como ya hemos observado. No obs-
regla general. En el centro y el este de Europa, los poderes draconianos que tante, el énfasis que pone Mayer en la capacidad de las fuerzas de inercia
ejercían los amos de los siervos, y posteriormente el fraudulento proceso y resistencia para frenar a una nueva y dinámica sociedad industrial son
de en1ancipadón, originaron problemas, mientras que en Inglaterra Ja par- un antídoto de gran utilidad contra buena parte de la literatura relativa a
celación de tierras comunales con cercados (ene/asure) y la Nueva Ley de esta cuestión.
los Pobres de l 834 fueron las causas de que se agriaran las relaciones. ¿Cómo se las arregló el «viejo orden» para sobrevivir durante tanto
Robert Be1):l¡ihUJega a 1.a conclusión. de que, ,n las haciendas de la nobleza _. tiempo?·-Ciertamente no lo consiguió. limitándose ·a mir.ar"retrospectiva-
prusiana el -respeto manifestado externamente encubría una «guerra se- mente hacia una edad dorada de respeto y trabajo en comunidad. El he-
creta» interíor contra los señores: «El respeto iba frecuentemente empare- cho es que mnchos de los que defendieron la jerarquía tradicional tam-
jado con la risa burlona a espaldas del setlor, la sonrisa afectada que dejaba bién contribuyeron en gran medida a la consecución del nuevo orden
sin valor a la reverencia». De hecho, existía entre el campesinado de Prusia liberal. Examinemos las estrategias de los aristócratas terratenientes. En
una tradición de «pasión desenfrenada por el litigio», que, como ha dicho primer lugar, la aristocracia se benefició a menudo de una liberalización
W. Hagén, daba testimonio de su voluntad de liberarse hasta donde fuera del mercado para aumentar o al menos consolidar sus propiedades rura-
posible de los «poderes funestos» de los junkers. les, incluso a pesar de que medidas tales como la desamortización y las
Esto nos lleva a la obvia conclusión de que, a pesar de todo lo que se prohibiciones de venta de tierras a los plebeyos eran directamente con-
diga sobre mutuo respeto a todos los niveles, cualquier jerarquía elabora- trarias a sus intereses. Los nobles españoles, por ejemplo, aceptaron el
da Según la Gran Cadena del Ser estaba condenada a seguir siendo, en Pª"' proceso de desamortización a finales del siglo dieciocho y principios del
labras de Arthur Lovejoy, «más gratificante para los que están arriba, que diecinueve, ya que reconocía sus derechos de propiedad y les compensa-
consoladora para las jerarquías inferiores». Los junkers prusianos fueron ba con obligaciones del Tesoro por la pérdida de sus derechos feudales. En
un ejemplo típico de aquellos que fomentaron este modelo de sociedad segundo lugar, los aristócratas en ocasiones se convirtier◊-n en «empresa-
durante el siglo diecinueve, alegando que gobernaban sus haciendas co1no rios de la tierra», beneficiándose del boyante mercado de cereales, al menos
buenos «padres de familia», e intentando preservar el concepto tradicio- hasta que la Gran Depresión de 1873-1896 hizo que la vida fuera dificil.
nal de los tres Stiinde: la nobleza, el campesinado y los habitantes de las Los junkers de la Prusia oriental constituyeron un ejemplo destacable. Sa-
ciudades. De 1nanera sin1ilar, en Rusia fueron grupos privilegiados como caron partido de sus grandes posesiones y de la débil situación de los sier-
Ia pequeña nobleza, el clero, y las elites industriales y comerciales quienes vos emancipados para proveer a los 1nercados de la Europa occidental. La
94 EL SIGLO XIX
SOCIEDAD 95

nobleza rusa intentó seguir el ejemplo, pero en general les resultó más duro sión que sufrió la agricultura (1873-1896). Sin embargo, es evidente que
el camino: la comunidad campesina demostró ser reticente a los cam- los propietados de tierras podían ser de muy distintas categorías. En In-
bios, el clima era inhóspito y las comunicaciones difíciles. Finalmente, los glaterra, el nuevo Domesday Boolc4 de 1874-1876 ponía de manifiesto que
aristócratas diversificaron sus intereses más allá de la agricultura> invir- la cifra de propietarios ascendía a un millón, entre los cuales existía una
tiendo en la industria o en la propiedad urbana. Fueron pocos los nobles minoría privilegiada de 7.000 que poseía el 80 por 100 de la tierra. En
que llegaron a ser auténticos empresarios y surgieron muy esporádicamen- Francia era demasiado obvio el contraste entre las grandes y ricas propie-
te: el príncipe prusiano Guido Henckel von Donnersmarch, aunque su dades de la cuenca de París y otras más pobres situadas en el sur. Al este
nombre sugiere un improbable candidato, participó con éxito en muchas del Elba era aún menos convincente la idea de que pudiera haber propie-
«nuevas» industrias, tales como la fabricación de celulosa, cables, viscosa, tarios de la «clase alta». La nobleza rusa se mantuvo alejada de la elite de
papel y obtención de cromo. Más acorde con el gusto aristocrático fue la los negocios y sufría el desprecio de los intelectuales. Además, se daban dis-
explotación de yacimientos de carbón en el subsuelo de sus propias tie- paridades también en cuanto a riqueza y posición social: los magnates de
rras, o el cobro de rentas de sus propiedades urbanas: unas pocas familias la nobleza de Silesia tenían poco en común con los junkers prusianos, con-
inglesas, como los Grosvenor y los Russell, se hicieron enormemente ricas siderados en comparación como unos patanes. Finálmente, hay que decir
a partir de sus propiedades de inmuebles en Londres. Por supuesto, estas que ciertos elementos de la sociedad jerárquica «orgánica» idealizada por
estrategias tenían un coste: se hizo cada vez más difícil para, por ejemplo, los conservadores sobrevivió a 1914. Al mismo tiempo, la Revolución Fran-
los junkers hablar de la preocupación paternal por sus campesinos o sus cesa de 1789 había sido una inquietante advertencia de lo que le podía es-
terrenos cuando estaban comprando y vendiendo sus propiedades para perar al «viejo orden>>. El respetó a la jerarquía tradicional era cada vez
obtener beneficio. En otras palabras, los grandes terratenientes probable- más difícil de garantizar, cómo refleja Marwitz en sus memorias:
mente hicieron tanto como cualquier otro para destrozar el tipo de socie-
dad que decían defender. Eri ni.i juventud, un hombre de mi rango estaba considerado como persona prin-
La cuesti_ón sigue siendo si existía alguna coherencia con este «viejo or- cipal dondequiera que se dignara dejarse ver; todos se llevaban la mano al som.-
den»: ¿Era el conservadurismo un foco de atracción para una «clase supe- brero y·se apartaban para cederle el paso. Ahora) en mi vejez no puedo decir, en
rior» formada por elementos de la vieja aristocracia de terratenientes y de honor a la verdad, que mi aspecto personal no inspire el respeto debido; pero ya
una elite más nueva de terratenientes, burócratas y hombres de negocios no es mi posición social la que lo inspira. Uno está como perdido en la multitud,
extraordinariamente ricos? En algunas zonas del oeste de Europa, sobre nadie se aparta para cederle el paso, nadie se lleva la mano al sombrero, más bien
son capaces de arrollarle a uno si no se aparta a tiempo.
todo en Inglaterra, se pueden encontrar indicios que sugiereµ que esto fue
cierto. Sin embargo, como teoría resulta la menos convincente de todas.
Existía una diferencia abismal en cuanto a posición social entre, por ejem-
plo las grandes familias de la nobleza inglesa y las familias de la pequeña
nobleza, por no mencionar la conciencia que se tenía de la diferencia en Conclusión
rango entre nobles y plebeyos. En París, durante la década de 1840, según
un columnista de ecos de sociedad, las mejores familias se mantenían al La preocupación que había en el siglo diecinueve por estudiar y reformar
una «sociedad» abstracta dio como resultado un gran número de concep-
margen, mientras los iguales de los Polignac, los Bauffremont, los Sainte-
ciones de la sociedad ideal que competían entre sí. Dichas ideas variaban
Aldégonde, los Bondy, los Crillon, los Villoutrey y los Brissac se reunían
regularmente en una casa de la ciudad cerca del Boulevard St. Germain. desde proyectos detallados para un nuevo orden social, hasta defensas su-
puestamente pragmáticas del orden existente, Aunque en las filas libera-
La «tenencia de tierras» era una posible fuente alternativa de cohesión,
simbolizada por la movilización de los granjeros alemanes bajo el lide- 4
Registro de la propiedad realizado inicialmente por orden de Guillermo el Conquista~
razgo de la aristocracia y encuadrados en el Bund der Landwirte (Unión dor alrededor de 1086 a efectos fiscales y para establecer la titularidad de la propiedad de tie~
de Granjeros), movilización que se produjo después de la Gran Depre- rras en Inglaterra. (N. de la t.)
3
96 EL SIGLÓ XIX

les y socialistas hubo ideas potencialmente subversivas que ganaron mu-


cho terreno a lo largo del siglo, no hay que olvidar, sin embargo, la in-
fluencia permanente de la fe en las viejas jerarquías. Este conflicto de ideas
relativas a la «sociedad del bien común» indica la naturaleza compleja y
plural del orden social en Europa. ¿Se puede decir algo más preciso so-
hte este teiná?. ias g~netaliZacioríes que sé hicieron en el pasado, basadas
La economía
en la terminología: de clases, tdh expresiones tales como una «sociedad
burguesa», o una sociedad burgue'sa corripYdiíl:étidá pÓr influencias feu-
dales) o incluso un ancien régime sdp'élvivie-n:te·,, e'iléttérttran actualmente
europea, 1815-1914
poca aceptación entre los historiadores. Las ciases a fas qhé se refieren di•
chas generalizaciones resultan hoy en día demasiád:6 jrioriólíticas y el Niall Ferguson
marco de referencia demasiado !imitador. En cambio, la hístorlografía re-
ciente describe un modelo de identidades más diversificado y menos és'-
table, en el que la clase es solamente una forma entre muchas otras. Nos
invita a pensar considerando varias comunidades que se formaban y se Visiones apocalípticas
reformaban, en parte como personas que se trasladaban del campo a la
ciudad) encontraban nuevos empleos, desarrollaban nuevas aficiones en Aunque ya no está de moda hacerlo, es posible interpretar el ciclo mo-
l_o relativo al ocio, etc., y en parte también como personas que reflexiona- numental de la tetralogía de Richard Wagner, El anillo de los Nibe.lungos
ban sobre el significado de sus experiencias. Estas comunidades podrían (Der Ring des Nibelungen), como una alegoría del desarrollo económico
ser tillas comuriidades <<imaginárfas)> a gran escala, tales como una na- durante el siglo diecinueve. Su argumento principal, tal como la hija del
-_ciói1_,o _ una clase social, o cercanas y a pequeilá escala,-como un vecindario
0 . Rin, Wellgunde, le dice al enano Alberich enla primera escena de El oro .
o un club deportivo, El caminó está abierto pata evitar algunas de las gran- del Rin, es que el dinero -para ser más precisos, el oro que se ha ex-
diosas abstracciones del pasado relativas a la «sociedad industrial» 0 a la traído de las minas y se ha trabajado- es poder: «Quien modelase a
«burguesía». Ahora, Pür el C'c>ritfar"io, fos hístotfadores pueden ofrecer una partir del oro del Rin el anillo/ que le ha de conferir un poder incon-
visión más sutil de las instituciones y relaé:io'IleS e'rt las que las personas mensurable,/ podría conseguir para sí mis1no las riquezas del mundm>.
desarrollaban su vida, y de los modos en que construían sus identidades. Pero hay una trampa: «Sólo aquel que renuncie al poder del amor,/ sólo
aquel que pierda d gozo del amor, 1 sólo él puede alcanzar la magia ne-
cesaria/ para modelar el oro en forma de anillo». En otras palabras, la
consecución de riquezas y la satisfacción e1nocional son mutuamente
excluyentes. Dado que sus lascivas insinuaciones han sido acogidas con
rechazo y burlas por parte de las hijas del Rin, a Alberich no le resulta
demasiado difícil optar por lo anterior: es significativo que el primer
acto de acumulación de capital que aparece en El anillo de los Nibelun-
gos sea el robo del oro.
Éste no es el único simbolismo económico que se puede encontrar en
El oro del Rin. La escena siguiente está dominada por una disputa con-
tractual entre el dios Wotan y los gigantes Fafner y Fasolt, que acaban de
terminar la construcción de una nueva fortaleza, el Valhalla. Sin embargo,
es la tercera escena la que trata de fonna más explícita de economía. En
1
l LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 99
EL SIGU> XIX. 'j
!
lla y refinada esposa. La opción le viene impuesta. Hace falsos_juramen-
ella vemos a Alberich en su reencarnación como despiadado señor de Ni-
tos de amor, como otros miles de individuos los hacen cada dia) y en un
belheim) que) sin compasión de ninguna clase, obliga a sus colegas ena-
nos, los nibelungos, a sudar en una inmensa fábrica de oro. Como su momento dado el oro está al alcance de su mano».
El Shaw paralelo que se percibe entre Wagner y Marx es menos extra-
desdichado hermano Mime explica, su pueblo estuvo formado en otros
vagante de lo que cabria pensar. Lo esencial de El anillo de los Nibelungos
tiempos por «orfebres que vivíamos sin preocupaciones» y que «creába-
es la maldición que A]berich pone en el anillo en el momento en que los
mos/ adornos para nuestras mujeres, dijes maravillosos,/ delicadas bara-
tijas para los nibelungos, / y reíamos _suavemente durante nuestro traba- dioses se lo roban:
jo./ Ahora este villano nos obliga/ a arrastrarnos en nuestras cavernas/ y
Puesto que su oro me dio un poder inmenso,
a trabajar duramente sólo para él ... sin pausa ni sosiego». Este ritmo de
¡que a partir de ahora su magia traiga la muerte a quien lo lleve!
trabajo implacable que exige Alberich está magníficamente evocado por
el sonido de martillos que golpean rítmicamente sobre los yunques. Se ¡Quien~uie;a q~e lo ·posea, se verá consumido por la inquietud,
trata de un sonido que oimos de nuevo posteriormente dentro del ciclo y a quien no lo posea le roerá la envidia!
--en el acto I, escena III de Sigfrido- cuando el héroe epónimo vuelve ¡Todos sentirán el anhelo de poseerlo,
a forjar la destrozada espada Notung que había pertenecido a su padre: pero nadie encontrará placer en ello! .
quizá el único caso de progreso en la fabricación de armamentos al que se ¡Su poseedor habrá de guardarlo sin obtener beneficio)
ha puesto música. porque a través de él encontrará a su ejecutor!
Desde luego, pocos wagnerianos serios desearían actualmente exage-
rar el tema económico de El anillo de los Nibelungos. (La reciente puesta Esta maldición se cumple con la muerte de Sigfrido en El ocaso de los dio-
en escena en la que Alberich aparece con sombrero de copa y Sigfrido ses, que acaba con el suicidio de Brunilda en la pira funeraria del héroe,
con un mono azul de trabajador es un claro ejemplo del peligro de exa- suceso que hace que el anillo sea devuelto al Rin des:,ncadena?~º las
-. g~rar las cosas.) En cua1quier caso, el propio Wagner se sentía inclinado llamas de las «torres abovedadas del Valhalla»; u.na catastrofe casi impo-
a entender el ciclo de maneras bastante diferentes, especialmente des- sible de representar. No es coincidencia que Marx previ~ra un final simi-
pués de haber leído a Schopenhauer. Por otra parte, fue el mismo Wag- lar para el capitalismo en el primer volumen de El capital (1867) -:una
ner quien comparó Londres con Nibelheim. Tampoco es un detalle ni- obra comparable a El anillo de los Nibelungos, al menos por su magmtud,
mio el hecho de que concibiera el ciclo en 1848, el año de la revolución, aunque no por su belleza estética. En el capitulo 32, Marx hace un esbozo
poco antes de irse a las barricadas de Dresde junto con el anarquista memorable del desarrollo económico capitalista:
Mikhail Bakunin. En agosto de 1876, cuando se hizo la primera repre-
sentación del ciclo compléto de El anillo de los Nibelungos, ciertamente La transformación de los medios de producción individualizados y dispersos en
Wagner había abandonado ya la política radical de su juventud. Sin em- unos medios de producción socialmente concentrados, por lo tanto, la transfor-
mación de la propiedad enana de muchos en la propiedad gigantesca .de unos p_o-
bargo, para el joven escritor irlandés George Bernard Shaw, que cumplía
cos y la expropiación a la gran masa del pueblo. por la que se les .pnva de 1~ tie-
entonces veinte años, el sustrato económico de la obra de Wagner era rra, de sus medios de subsistencia y de los instrumentos de trabaJo ... constituye
aún perceptible: incluso se le llegó a ver en la sala de lectura del Museo la prehistoria del capital ... La propiedad privada que se gana personalmente ··: es
Británico estudiando la partitura orquestal de Tristán e !solda, al mismo suplantada por la propiedad privada capitalista, que se basa en la explotación
tiempo que una traducción francesa de El capital de Marx. En la obra del trabajo ajeno, pero formalmente libre.
de Shaw The Perfect Wagnerite (1899), El anillo de los Nibelungos es una
alegoría del sistema de clases: Alberich es un «tipo pobre, basto, vulgar
y grosero» que intenta «participar en la sociedad aristocrática») pero está
La imagen de ~nanos y gigantes es cuando menos s~gere~te. Además, ª'.
igual que Wagner, Marx previó un día en el que se aJustanan las cuentas.
«obcecado con la idea de que sólo siendo millonario podrá tener la espe-
ranza de hacer que esa sociedad se ponga a sus pies y comprarse una be-
100 EL SIGLO XIX LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 101

Mientras se produce una disminución constante del número de magnates capita- A menor escala, los temas de disolución cmno consecuencia de la mo-
listas, que usurpan y monopolizan todas las ventajas de este proceso de transfor- dernización son recurrentes a traVés de la literatura del siglo diecinueve.
mación, crece la masa de los que viven en la miseria, la opresión, la esclavitud, la
En la obra de Dickens Dombey and Son (1846-1848), los ferrocarriles que
degradación y la explotación; pero, al mismo tiempo, también crece la revuel-
atraviesan Londres y transportan al comerciante Dombey a Bath son agen-
ta de Ja dase trabajadora, una clase que se vuelve constantemente más numerosa,
Y que está preparada, unida y organizada por el propio mecanismo del modo de tes siniestros de destrucción y muerte. En L'Argent (1891), de Zola, el as-
producción capitalista. El monoppHo del capital se convierte en una traba para el censo y la caída de un banco ofrece una metáfora de la corrupción en el
modo de producción ... La centralización de los medios de prodUcción y la socia- Segundo Imperio de Luis Napoleón. Incluso en Der Stechlin (1899), la nos-
lización del trabajo alcanzan un punto en el que resultan incompatibles con el in- tálgica novela de Theodor Fontane, la fabrica local de vidrio situada en
tegumento capitalista. Este integumento revienta en pedazos. Se anuncia el final Globsow simboliza el colapso paralizante del viejo orden rural en la
de la propiedad privada capitaJista. Los expropiadores son expropiados. Marca de Brandenburgo. Así se lamenta el viejo junlcer Dubslav von
Stechlin:
Un marxista alemán posterior, August Bebe!, hizo explícito un paralelis-
mo cuando profetizó «el ocaso de los dioses del mundo burgués». Ellos ... e~vían [los alambiques que fabrican) a otras fábricas y empiezan directa-
La originalidad de Marx está en el modo de fusionar la filosofía de He- mente a destilar todo tipo de cosas horribles en esos globos verdes: ácido dorhí-
gel con la economía política de Ricardo. Sin embargo, lo que resulta me- drico; ácido sulfúrico; humeante ácido nítrico ... Y cada gota quema, abriendo un
nos original en El capital es su predicción de que el capitalismo tendría el agujero, en el lino, en el paño, o en el cuero; en todo; todo se quema y se chamus-
mismo destino que el Valhalla. La idea de un próximo cataclismo fue, por ca. y cuando pienso que los de Globsow están desempeñando un papel en esto,
usar otro término wagneriano, uno de los grandes leitmotivs o temas cen- y suministran alegremente los instrumentos para la gran conflagración mundial
trales de la cultura del siglo diecinueve ( en Alemania hubo incluso una general [Generalweltanbrennung] -ah, meine Herren, eso me duele.
revista satírica llamada Kladderadatsch) y no fue en absoluto monopoli-
.z~_d<t:,POX laj?;9.µierd;:t.po~íti~a.7, ep_ el .µ1isn10 contexto, por los ale1na- Así pues, con este-uso selectivo de las fuentes-literarias, no sería-~ifícil re-
ries. Al final de la novela Crimen y castigo (1866) de Feodor Dostoievsky; el tratar la historia económica europea del siglo diecinueve como un relato
asesino nihi1ista Raskolnikov tiene un sueño febril y claramente alegórico de maldad y desdichas, que culmina en una más o menos inevitable Ge-
en el que «el mundo entero ... sufre una plaga terrible, sin precedentes ni nera.lweltanbrennung. Quizá esto no sea sorprendente: como grupo ocu-
paralelismos»: pacional, los escritores profesionales siemp.re han sido manifiestamente
desagradecidos en relación con los beneficios que proporciona el progre-
Los que estaban infectados enfermaron inmediatamente y se volvieron focos ... Los
so económico, que sin embargo ha supuesto siempre una enorme expan-
negocios más habituales quedaron abandonados, porque todos empezaron a pro-
sión del mercado de la letra impresa. (Fontane, Dickens y Zola fueron to-
poner sus propias ideas, sus propias críticas, y no se podían poner de acuerdo. La
agricultura llegó a una situacióh de estancamiento. En algunos lugares, se reünie- dos ellos beneficiarios de ese tipo de expansíón ► aunque Wagner tuvo que
ron grupos de personas, llegaron a algún acuerdo y juraron no separarse; sin em- apoyarse en ese pilar tradicional de los artistas que es el n1ecenazgo·de la rea-
bargo, tan pronto como esto se llevó a cabo, sucedió algo bastante diferente de lo leza, Dostoievsky derrochó su dinero en el juego, y Marx fue un incom-
que se habían propuesto. Empezaron a acusarse unos a otros, a luchar entre sí y a petente para las finanzas: su madre se lamentaba en 1868 diciendo «Es una
repartir puñaladas. Se produjeron incendios; comenzó una hambruna. Todas las pena que mi pequeño Karl no se dedicara a hacer algo de capital.») La re-
cosas y todas las personas fueron a la ruina. alidad es que el período comprendido entre 1815 y 1914 fue testigo de un
crecimiento económico sin precedentes en Europa, del que indudable-
Para Dostoievsky, era la filosofía política moderna, más que el capitalis- mente se benefició la mayoría de los europeos; ademási aunque este pe-
mo, lo que amenazaba con hundir a la humanidad en el abismo; pero su ríodo terminó apocalíptica1nente en 1914, no está claro en absoluto que
profecía del catadisn10 total era sorprendentemente silnilar a las de Wag- esto fuera la consecuencia inevitable de las contradicciones internas del
ner y Marx. Capitalismo.
102 EL S1GLO XIX LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 103

(1) países con gran riqueza privada capaces de financiar empresas


Cuantificación del crecimiento (Gran Bretaña);
(2) países en ~os que los bancos eran necesarios para movilizar fondos
Fue otro crítico de la sodedad industrial, Benjamin Disraeli, el que acuñó que resultaban adecuados pero se encontraban más dispersos (Ale-
la famosa frase <<mentiras, malditas mentiras y estadísticas»: es una frase mania, Austria e Italia, considerando que Francia, Bélgica y Suiza
que vale la pena recordar siempre que los historiadores de la economía están de alguna manera entre 1 y 2); y
intenten estimar el PNB, o cualquier otra medida económi.ca totalizado- (3) países en los que solamente el Estado podía realizar la tarea (Ru-
ra de las que se desconocían en el siglo diecinueve. Sin emb~rgo, las cifras sia).
dadas por Bairoch relativas al PNB europeo tienen el mérito de expresar
unos órdenes de magnitud aproximados. Según sus cálculos, el PNB per Esta tendencia a pensar según categorías nacionales se ha visto fomenta-
cápita -es decir, la producción económica total por cada ciudadano eu- da por el simple hecho de que la mayoría (aunque no la totalidad) de las
ropeo- creció en términos reales alrededor de un 120 por 100 entre 1830 estadísticas económicas relativas al periodo parten de datos numéricos
y 1913. Esto no quiere decir que cada europeo fuera en 1913 más del do- recogidos por los gobiernos. A su vez, la historia económica de «Europa»
ble de rico que en 1830, ya que tales cifras no tienen en cuenta los cam- se ha escrito a menudo como la suma de las historias económica$ de los
bios en la distribución de la renta. Lo importante es que este crecimiento de principales estados nacionales del continente. Este tipo de planteamiento
la renta media individual fue más rápido que cualquier otro crecimiento an- suele subestimar la escala y la naturaleza de los cambios económicos. Por
terior. Parece verosímil la idea de que la tasa de crecimiento media anual ejemplo, si las cifras de Bairoch para el PNB total ( en comparación con el
del PNB per cápita no fuera mayor que un 0,3 por 100 antes de 1800; esto PNB per cápita) se utilizan para confeccionar tablas donde figuran en
contrasta con el valor medio para el período comprendido entre 1830 y orden decreciente las diez principales economías europeas en 1830 Y
1910, que fue aproximadamente un 0,9 por 100, ascendiendo al 1,5 por 1913, prácticamente no se observarán cambios: al prin,~io y al final de
100 en las décadas de 1860 y 1890. Sólo durante la depresión sufrida en la este período RÚsia aparece en primét lugar, Gran BretaÍl:a en tercer lugar,
década 1870-1880 volvió la tasa de crecimiento a la lenta velocidad ante- Austria-Hungría- fn quinto, Italia en sexto, España en séptimo, Bélgic~ en
rior. Es cierto que el siglo diecinueve resulta desfavorecido si se compara octavo y Holanda en noveno lugar. La única diferencia es que Francia Y
con la segunda mitad del siglo veinte. En las décadas de 1950 y 1960, el PNB Alemania intercambian sus posiciones, ya que ésta asciende del cuarto al
per cápita europeo crecjó con una tasa media anual de más del 4,5 por segundo lugar; Suecia reemplaza a Portugal en la parte inferior del gráfi-
100. Por otra parte, la Europa del siglo diecinueve no experimentó tras- co; y se amplía la diferenc_ia entre los tres primeros estados y los cuatro
tornos económicos comparables a los de la Primera y la Segunda Guerras centrales. Una tabla similar realizada para los valores per cápita no es mu-
Mundiales. Por consiguiente, éste fue verdaderamente un momento deci- cho más clarificadora: Gran Bretaña, Holanda, Bélgica y Suiza estaban
sivo en la historia de la economía europea, aunque parezca insignificante entre los cinco ptimeros puestos en 1830 y 1913. Hay otros aspectos cu-
un aumento del 0,6 por 100 en la tasa anual media del PNB per cápita. riosos. Las economías que experimentaron los mayores crecimientos de
Aquí también -en lo aparentemente pequeñas que son sus cifras- su PNB per cápita durante este período fueron Dinamarca, Suecia Y Sui-
mienten las estadísticas. za; sin embargo, en los do:s países escandinavos sólo un cuarto de _la po-
Tampoco es ésta la única dificultad que puede plantear un dato cuan- blación activa tral)ajaba en la industria, la minería o la construcción en
titativo en la historia económica del siglo después de 1815. Hasta hace 1910, mientras que más del 40 por 100 se dedicaba a la agricultura, la ex-
poco, la mayoría de los historiadores de la economía seguían el camino plotación forestal y la pesca.
marcado por los historiadores políticos a la hora de escribir la historia Quizá el dato más útil que se deduce de estas cifras sea que existí~ un
de los estados nacionales. El .modelo clásico de desarrollo y «retraso» eco- «gradiente de desarroll0>> descendente siguiendo un movimiento hacia~el
n61nico de Alexander Gerschenkron distinguía entre: este cruzando el Elba o hacia el sur en dirección al Mediterráneo. Ademas,
la diferencia entre el oeste y el este se hizo rnayor a medida que transcurría
104 El. SIGLO XIX LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 105

el siglo. Si se compara el PNB real per cápita en el llamado «núcleo» indus- TABLA 3.1 Crecimiento demográfico europeo, 1800-1913
trial (Francia) Alemania, Italia, Holanda, Suiza y Gran Bretalla) con la pe-
Año Población índice anual de crecimiento
riferia (Rusia y Portugal) en 1830, dicho núcleo sacaba una ventaja del 25 (%)
(millones)
por 100. Una comparación similar realizada en 1913 (en la que se suma Aus-
tria al núcleo industrial y España} Bulgaria, Grecia, Hungría, Rumanía y 1800 205 0,54
Serbia en la periferia) revela una diferencia del 123 por 100. 1850 275 0,59
1870 320 0,76
Se puede elegir entre tres planteamientos diferentes. füprimero con- 0,86
1900 414
siste en estudiar los sectores económicos en vez de las unidades geográ- 1913 481 1,16
ficas. Un segundo planteamiento, defendido por Sidney Pollard, es con-
siderar el cambio económico en términos regionales. Esta modalidad
es importante ya que la mayoría de los principales estados nacionales La tabla 3.1 muestra los datos aproximados de la población europea y
incluían en su territorio algunas regiones rurales relativamente subdesa- sus índices de crecinúento entre 1800 y 1913 (aunque hay que tener en
rrolladas, así como regiones de crecimiento industrial (y comercial) rá- cuenta que la aceleración se da ya con anterioridad a 1800). Para situar es-
pido -lo cual explica }as tasas de crecimiento nacional relativamente tos datos en la perspectiva adecuada es preciso indicar que la población
insignificantes que he1nos dado anteriormente. Sin embargo, el tercer mundial creció en el mismo período desde alrededor de 906 millones has-
planteamiento, y el más clarificador, consiste en explicar la ecoriomía del ta, c01no máximo, 1.608 millones: por lo tanto, el porcentaje europeo
siglo diecinueve en términos globales; quizá incluso - a riesgo de caer aumentó del 23 por 100 al 26 por 100, pero en términos absolutos lapo-
en anacronismos- considerar el siglo transcurrido entre 1815 y 1914 blación de Asia siguió siendo mayor y la de Norteamérica creció más
como la primera era de la «globalización». En muchos aspectos, como rápidamente (por razones que comentaremos más adelante). En compa-
veremos más adelante, pensar en términos de una economía europea ración con nuestro mundo actual, cuya población es más de tres veces
.... distinta e integrada puede inducir a equívocos. La auténtica importan- mayor, hay que decir que fue una época de población poco densa; sJn em-
cia del período anterior a 1914 reside en la relación dinámica entre bargo, teniendo en cuénta los estándares de los siglos anteriores, Europa
Europa y el resto del mundo. experimentó una revolución demográfica.
Lo que hizo que el creci1niento demográfico constituyera en sí mismo
una revolución, fue que este crecimiento era incesante. En su ensayo titu-
lado Essay on the Principie of Population (1798), el economista político y
Explicación del crecimiento: la oferta de mano clérigo inglés Thomas Malthus había predicho «un fuerte estancamiento
de obra de la población, que se mantendría constante, debido a las dificultades de
subsistencia», porque la producción de alimentos podría aumentar sólo
En un modelo de crecimiento sencillo de la oferta> un aumento en la e~1 progresión aritmética, mientras que la producción de personas podría
producción total es explicable mediante un aumento de la cantidad o ca- aumentar en progresión geométrica. Consideraba que un incre1nento en
lidad de la tierra, la mano de obra, y/o el capital. Se puede afirmar con la «miseria» (es decir, el hambre y sus consecuencias) y el «vicio» ( es decir,
seguridad que, en la mayor parte de Europa, el crecimiento que se contracepción y abortos) serían las consecuencias inevitables del creci-
produjo durante el siglo diecinueve tuvo poco que ver con aumentos en miento demográfico; y la experiencia histórica le apoyaba. Sin embargo,
la superficie de tierra cultivada: los otros dos factores de producción tu- el siglo diecinuev<=; no era el siglo trece o el siglo dieciséis) por lo que
vieron mucha más importancia. No obstante, en el caso de la oferta de Malthus se equivocaba.
mano de obra, la relación aparentemente directa entre el amnento de la No es nada sencillo identificar las causas de este gran aumento de po-
población y el aumento de la producción resulta compleja y, en cierto blación. Se solía pensar que era debido a un descenso del índice de mor-
modo, contradictoria. talidad que se explicaría por una 1nejora en la ahmentacíón y la salud,
106 EL SIGLO XIX LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 107

y existen algunas pruebas que apoyan esto. En la segunda mitad del siglo, gley y Schofield da como resultado una edad media en el primer matri-
los índices de mortalidad caen, especialmente en el noroeste de Europa, monio, tanto de hombres como de mujeres, desde 28, 1 (varones) y 27,0 años
siendo el descenso en Gran Bretaña del 22,4 por mil en 1850 al 14,7 por (mujeres) entre 1700 y 1749, a 26,5 y 24,3 años respectivamente entre
mil en el período 1906- 191 O. Las cifras correspondientes para Alemania fue- 1800 y 1849. Esto se tradujo en un «baby boom». De las mujeres que se ca-
ron 26,8 y 17,5. Incluso en Rusia se produjo un descenso del 35,7 por mil saron en Gran Bretaña en la década de 1870, el 18 por 100 tuvo diez o más
al 29,5 entre 1876-1880 y 1906-1910. Entre 1870 y 1910 la esperanza me- hijos vivos, mientras que más de la mitad -el 52 por 100- tuvo seis o
dia de vida de los varones ascendió en la mayoría de los países: de 48 a 56 más. (Aquí también, vale la pena comparar este periodo con el final del si-
años en Noruega, el país más saludable, y de 30 a 41 años en Austria, el glo veinte, en el que la media de hijos por mujer es 1,8.) Sin embargo, no
menos saludable. Sin en1bargo, es preciso matizar estas cifras. En todos los parece que haya existido una tendencia comparable en Alemania: en Pru-
lugares, el descenso real de la mortalidad se produjo tarde, en ningún caso sia la edad media en el primer matrimonio fue 27,9 años incluso a fina-
antes de 1880, aproximadamente. El hambre no desapareció a lo largo del les de la década de 1860, aunque se pueden detectar ligeros aumentos de
siglo diecinueve: la plaga de la patata, entre 1845 y 1847, pudo ocasionar la fertilidad marital en Prusia oriental, Württemberg, Baden y Pomerania
alrededor de un millón de muertos en Irlanda y también afectó a algunos durante la década de 1850. Es cierto que en el siglo dieciocho se había ob-
estados del suroeste de Alemania, mientras que en algunos lugares de Ru- servado un rápido ascenso en el número de nacimientos de hijos ilegíti-
sia el hambre debida a la sequía en 1891 y 1892 se cobró aproximadamen- mos, y que este ascenso siguió produciéndose durante el siglo diecinueve,
te 800.000 víctimas. En ambos casos, la situación debida al hambre empe- pero la mortalidad infantil de los niños nacidos fuera del matrimonio era
oró al aparecer también el cólera, aunque la mortal bacteria vibrio cholerae un 80 por 100 más alta que la registrada entre los hijos legítimos. Tampo-
01 causó los daños más graves en las ciudades superpobladas e insalubres, co hubo un baby boom francés: de hecho, comparado con el de otros
como Hamburgo, donde se cobró cerca de 9.000 vidas en 1892. La tuber- países europeos occidentales, el crecimiento demográfico en Francia fue
culosis también se extendió con más facilidad en las zonas urbanas. Resul- lento -un fenómeno que preocupaba a los contemporáneos.
ta impactante~ver que, según las estadísticas, ·en 1880 la esperanza:me- Explicar la reducción de lá mortalidad es más fácil que explicar el au-
dia de vida de los varones era tan sólo de 30 años en Berlín, mientras que mento de la fertilidad. En el caso de Inglaterra se ha intentado relacionar
era de 43 años en un lugar rural como Hanover. Además, la mortalidad el ascenso de los índices de reproducción con la mayor demanda de mano
infantil siguió siendo alta en todas partes: en 1840, el 25 por 100 de todos de obra, trazando el gráfico del crecimiento demográfico junto con el del
los niños murieron antes de su quinto cumpleaños en la Europa occiden- crecimiento de los salarios reales, pero esta comparación no ha resulta-
tal e incluso en 1901 el índice de mortalidad.infantil fue un 14 por 100. do convincente. (Lo mismo sucede con la hipótesis formulada por David
También las mujeres eran especialmente vulnerables en el parto. «¿Qué Hackett Fischer según la cnal el índice de crecimiento demográfico y el
es el dinero, después de todo? ... ¿Qué es lo que el dinero puede hacer?», nivel absoluto de precios fluctuaban juntos.) Tales correlaciones simplis-
pregunta el pequeño Pablo a su padre en Dombey and Son. Su padre res- tas no explican por qué la línea de la fertilidad empezó a curvarse en Gran
ponde: «El dinero, Paul, puede hacerlo todo». «¿Por qué el dinero no sal- Bretaña durante el último cuarto del siglo diecinueve, de tal modo que en
vó a mi mamá?», replica el niño. «¿No es cruel?» Y él también falleció en 1905 sólo un 9 por 100 de las mujeres británicas tenían seis o más hijos.
su momento, después de pasar apenas un trimestre en la escuela. La bue- El análisis razonado de la procreación varía de un grupo social a otro: está
na salud y una vida larga para la mayoría de la población son logros del claro que existe una transacción entre el coste de criar a un niño y el be-
siglo veinte (actualmente el índice de mortalidad es un 11 por mil en neficio de tener un niño como (por ejemplo) mano de obra barata desde
Gran Bretaña, la mortalidad infantil es un 8 por mil y la esperanza media la edad aproximada de 10 años, un proveedor cuando los padres ya no
de vida llega a 76 años). pueden ganar dinero, o un heredero al que se puede transmitir el capital
Se ha dicho que el cambio demográfico del siglo diecinueve tuvo más acumulado. En Flandes, la llamada proto-industrialización (fabricación
que ver con la fertilidad que con la mortalidad. El estudio clásico de una rural basada en el trabajo en el hogar) fue en sí misma una respuesta a la
n1uestra de registros parroquiales de Inglaterra y Gales realizado por VVri- presión demográfica; pero tambié? se tendía a fomentar el matrimonio a
LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 109
108 EL SIGLO xrx

temprana edad y un tamaño de familia mayor porque los niños podían cifras de analfabetismo de varones adultos (extraídas de los registros ma-
realizar fácilmente el trabajo que esto implicaba. No obstante, el efecto de trimoniales), en Inglaterra y Gales el analfabetismo descendió desde
esto fue rebajar los ingresos, con lo que las zonas proto-industriaJes fue- el 33 por 100 en 1840 hasta el 3 por 100 en 1900; en Francia desde el 32 por
ron vulnerables a la escasez de alimentos y a menudo se tenía que recurrir 100 en 1855 hasta el 3 por 100 en 1905 (aunque con enormes variacio-
a la e1nigración en masa. La típica fami1ia campesina francesa tenía razo- nes regionales); en Escocia desde el 11 por 100 en 1855 hasta el 2 por
nes para seguir siendo una familia pequeña, ya que le interesaba evitar la 100 en 1900; y en Prusia desde el 16 por 100 en 1825 hasta el cero
división de sus terrenos entre un número excesivo de hijos, y esta estrate- por 100 en 1910. En cambio, las cifras de Irlanda eran aún del 34 por 100
gia permitía invertir? consmnir cualquier superávit. Si se piensa deteni- en 1900. En Italia el 38 por 100 de las personas mayores de 6 años no po-
damente, parece improbable que hubiera una relación causal directa en- dían leer ni escribir en una fecha tan tardía como 1910, mientras que
tre el crechniento demográfico y el crecimiento económico: después de para España las cifras correspondientes indicaban un 50 por 100 de anal-
todo, la población creció muy rápidamente también en las zonas no in- fabetismo entre los mayores de 10 años. El índice de analfabetismo era
dustrializadas de Europa. De hecho, el aumento de población pudo haber todavía más alto en Portugal, y en Rusia era aproximadamente un 60 por
sido incluso un freno para el crecimiento económico, con unos efectos 100 (aunque esto, en comparación con el casi 80 por 100 de 1897, supo-
que sólo se mitigaron gracias a la emigración (véase más adelante). nía una mejora, que era el resultado de la cuadruplicación del número
Por supuesto, el crecimiento demográfico garantizó que en el siglo die- de esciielas primarias entre 1878 y 1911). Por lo tanto, se ve que era una
cinueve no hubiera escasez de 1nano de obra. Sin embargo, la abundancia buena idea construir escuelas antes de construir fábricas. En ocasiones
de mano de obra no es _necesariamente algo bueno en sí mismo. La dispo- se ha dicho que una de las razones por las que la industria británica em-
nibilidad de «brazos» a bajo precio puede desincentivar la inversión en tec- pezó a quedarse rezagada con respecto a la alemana fue que -los alemanes
nologías útiles para ahorrar mano de obra y aumentar la productividad. El desarrollaron un mejor sistema de educación técnica: la red de escuelas
aspecto importante en relación con la mano de obra europea del siglo die- de artes y oficios (gewerbschulen) y de escuelas técnicas superiores (tech-
cinueve ho fU-tfSli abundancia, •sin'o ·e1 hecho de que era libre y de una nischehochschulen).
calidad cada vez mejor. La liberalización del mercado de trabajo que si- ·
guió a la abolición de la servidumbre en las zonas rurales y al debilita-
miento de los restrictivos gremios urbanos, facilitó la entrada en un perío-
do de flexibilidad sin precedentes -y posteriormente perdida- en el El capital
mercado de trabajo. Fue un proceso que se inicio progresivamente desde
el oeste de Europa: la institución de la 1nano de obra agrícola no libre, de-: Como sucede con el trabajo, también el papel del capital en el desarrollo
saparecida mucho antes en Inglaterra, se desmanteló en Francia en la económico se puede explicar tanto en términos de cantidad como de ca-
década de 1790, en los territorios alemanes por etapas desde alrede for de li.dad. Está claro que el siglo diecinueve fue testigo de inmensas inversio-
1811 hasta 1848, y en Rusia y la parte rusa de Polonia en la década de 1860. nes -es decir, gasto de dinero en activos de producción que se deprecian
Los gremios ya se habían debilitado en la mayoría de los estados durante lentamente. La tabla 3.2 muestra unas cifras correspondientes a la inver-
el siglo dieciocho, y perdieron todavía más fuerza a causa del desarrollo de sión neta anual media en Prusia durante la primera mitad del siglo y di-
instalaciones industriales más allá de las tradicionales murallas de las ciu- chas cifras sugieren un aumento total en el nivel de inversión de alrede-
dades, pero no llegaron a abolirse completamente en toda Alemania hasta dor del 50 por 100, siendo el transporte evidentemente el sector de mayor
1869 (el soñoliento Mecklenburgo fue su último bastión). actividad. Entre 1851-1860 y 1881-1890, la inversión anual tot.al aumen-
La inversión en «capital humano» -es decir, en educacióri- fue tam- tó no menos del 200 por 100 y en el período 1906-1910 la inversión en
bién vital para la economía. Hay una clara correlación entre la capacidad Alemania llegaba en conjunto al muy alto nivel de 15,7 por 100 de la ren-
para leer y escribir y el crecimiento (aunque la dirección de la causali- ta nacional ( en comparación con el 4 por 100 de 1847). Sin embargo, es-
dad no iba sien1pre en el 1nismo sentido). Tomando como indicador las tas cifras globales encubren uno de los aspectos más importantes del pro-
no EL SIGLO xrx LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 111

TABLA 3.2 Inversión neta anual media en Prusia quina de hilar (1738) de Lewis Paul y John Wyatt, la spinningjenny o jenny
(millones de marcos; precios de 1913) · hiladora (1766) de James Hargreaves, que multiplicaba por ocho la pro-
ductividad de las máquinas anteriores, la water frame (1769) de Richard
Años Agricultura Constrncción Transporte Industria Total
Arkwright, y la mu/e ( 1779) de Samuel Crompton, que era un cruce entre la
1816-1822 86,5 28,7 7,0 2,8 125,0 jennyy la water frame. Asimismo se mecanizó también la fabricación de te-
1840-1849 59,9 69,2 73,7 7,0 209,8 jidos, gracias a la lanzadera volante (principios de la década de 1730) de John
Kay, el power Zoom o telar accionado por vapor (1787) de Edmund Cart-
wright, y la selfactina ( 1830) de Richard Robert. El proceso de transferen-
ceso de cambio económico anterior a 1850-a saber, lo relativamente ba- cia al continente fue relativamente directo. O bien los empresarios británi-
rata que era la inversión en la industria, Por ejemplo, cuando August Bor- cos llevaron ellos mismos los nuevos métodos al otro lado del Canal de la
sig puso en marcha su fabrica de maquinaria en 1837 en Berlín, necesitó Mancha (como hizo William Cockerill cuando emigró a Bélgica en 1798),
solamente 196.500 marcos como capital. Ésta fue una de las claves de la o los empresarios del continente fueron a Gr3.n Bretaña y se llevaron lue-
revolución industrial en sus primeras etapas: la instalación de la mayor go dichos métodos a sus propios países (como hizo el alsaciano Nicolas
parte de las innovaciones tecnológicas de los primeros tiempos no costó Schlumberger cuando regresó de Manchester con planos de maquinaria
mucho dinero. textil «cosidos dentro de su abrigo»).
Las innovaciones son en sí mismas, sin duda, la condición sine qua non Sucedió algo similar con respecto al hierro. Abraham Darby había in-
de esta historia: fueron ~sas innovaciones -o, más bien, sus inventores- troducido la fundición mediante coque en un alto horno para producir
quienes, según la imagen memorable de David Landes, desataron al Pro- lo que se llegó a conocer como arrabio o hierro colado ( o pig iron, por su
meteo de la economía mundial. La primera mitad del siglo diecinueve fue forma oblonga) ya en 1709, aunque las siguientes mejoras importantes de
escenario de ladiseminación,·en un número relativamente pequeño de re- estos procedimientos (los métodos de Henry Cort de laminado y pudela-
giones del oeste y el centro de Europa, de una variedad de nuevas tecno- do) no llegaron }ias.ta la década de 1780. Una vez más, los empresarios
logías que se originaron o fu_eron aplicadas sistemáticamente por primera británicos exportaron los nuevos métodos (Aaron Manby y Daniel Wil-
vez en el siglo dieciocho en Gran Bretaña. La contribución de los empresa- son fundaron las fábricas siderúrgicas Charenton en Francia), o los fran-
rios, los mecánicos y los trabajadores cualificados británicos a este proceso ceses y los alemanes los copiaron (como hicieron los hermanos Schneider
no puede valorarse con exactitud, pero fue indudablemente enorme; sin en la planta de fundición mediante coque de Le Creusot). Producir acero,
embargo, incluso con tal ayuda, la transferencia de tecnología demostró con su bajo contenido en carbón, era mucho más costoso hasta que el in-
ser menos fácil de lo que se podría haber pensado (por ejemplo, en Fran- glés Henry Bessemer ideó un convertidor de acero (1856); pero fueron el
cia se tardó alrededor de setenta años en perfeccionar el método británi- alemán Friedrich Siemens y los franceses Pierre y Émile Martín los que
co de fundición mediante coque). Después de 1860, aproximadamente, inventaron de manera independiente cinco· años más tarde un proceso
hubo una segunda oleada de tecnologías más sofisticadas científicamente para la producción de acero en horno de hogar abierto -aunque este in-
Y a veces más caras cuyo desarrollo debía más a Alemania y a Estados Uni- vento fue posteriormente mejorado por Percy Gilchrist y Sidney Thomas
dos que a Gran Bretaña. en 1878.
En su primera fase, la industrialización significó ropas más baratas y de También la máquina de vapor nació en Gran Bretaña en el siglo die- (
mejor calidad (hechas principalmente de algodón), metales más baratos ciocho y luego fue exportada. Thomas Newcomen construyó en 1705 la
y mejores (arrabio o hierro colado, hierro forjado y acero) y desplazamien- primera máquina dotada de un pistón; James Watt introdujo en 1768
tos más rápidos (sobre todo por ferrocarril). Casi todos los adelantos tec- el condensador separado, lo que mejoró en gran medida la eficacia del com-
nológicos decisivos en la producción textil se habían conseguido en Gran bustible; en 1776, John Wilkinson aumentó aún más el rendimiento con
Bretaña antes de 1800 (el único adelanto real del siglo diecinueve fue la sus cilindros de pistón lisos, y en 1802 Richard Trevithick diseñó su má-
máquina de coser). El hilado del algodón se transformó gracias a la má·- quina de vapor de alta presión. El último adelanto hnportante en el tema
112 EL SIGLO XIX LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 113

del vapor-la turbina de vapor- fue también un invento británico (Char- mercio para inundar el continente con sus propios productos industria-
les Parsons, 1884). Especialmente en el desarrollo de las máquinas de les más baratos, Gran Bretafi.a facilitó la industrialización del occidente
vapor, los conocimientos técnicos británicos fueron indispensables: en europeo «equipando a sus rivales mientras éstos estuvieron en mejor si-
Bélgica, los Cockeril! no tardaron en extender sus actividades, dedicándo- tuación que ella -es decir, pagando salarios más bajos- para hacer uso
se no sólo a la maquinaria textit sino también a las máquinas y bombas de la nueva tecnología» (Pollard). Gran Bretaña exportaba, no productos
de vapor. acabados, sino semiacabados y bienes de equipo al continente (un ejem-
En cualquier etapa, con10 suelen decir los historiadores económicos, plo característico es que el 61 por 100 de todas las exportaciones textiles
hubo conexiones «hacia delante» y (<hacia atrás»: la potepcia del vapor se británicas a la Europa no mediterránea entre 1837 y 1842. se hicieron en
pudo utilizar en las máquinas para hilar algodón, acabando con su depen- forma de hilados) y luego importaba cantidades cada vez mayores de pro-
dencia de los ríos de coi-riente rápida, mientras que, al 1nismo tiempo, pro- ductos acabados procedentes de Alemania y Francia.
porcionó a los fabricantes de hierro y acero un mercado en rápido creci- Naturalmente> el comercio entre Gran Bretaña y el continente depen-
miento. Incluso los sectores industriales en los que intervino menos la día de un buen transporte marítimo: en esta cuestión, a pesar de que ya se
tecnología se beneficiaron hasta un cierto punto: aunque durante todo el soñara prematurainente con un túnel a través del Canal de la Mancha, las
siglo los hombres continuaron picando y extrayendo el carbón con he- líneas férreas no valían para nada, pero sí la máquina de vapor. Ya en 1821
rramientas rudimentarias, la aplicación de las bombas de vapor hizo po- y en años sucesivos existió un barco de vapor que cruzaba el Canal, aun-
sible la explotación de minas más profundas y la maquinaria hizo que fue- que los problemas de almacenaje de carbón en grandes cantidades hizo que
ra más fácil llevar el carbón a la superficie. fuera lenta la desaparición de los barcos de vela. El último invento, aun-
Sin embargo, en ninguna actividad fueron estas conexiones más im- que no el menos importante, de la primera ola de tecnologías fue la ilu-
portantes que en el desarrollo de los ferrocarriles. Concebidos inicial- minación por gas, de la que fue pionero en la década de 1790 el ingenio-
mente para transportar carbón desde los pozos mineros, los raíles de hie- so William Murdock -uno de los muchos escoceses inteligentes que
rro _se combinaron con vagones iJl.lp}llsados por el-vapor (cuya primera hicieron grandes contribucione~ :a la industrialización. Esta iluminación
versión fue ideada por William Murdock en 1785) para dar lugar al fenó- segura y barata fue una ayuda d·e incalculable valor en los oscuros invier-
meno económico más importante del siglo diecinueve. En esto la transfe- nos del norte de Europa.
rencia de tecnología fue sumamente veloz. Unos pocos años después de Los hombres como Murdock no eran científicos con una preparación,
inaugurarse la línea entre Liverpool y Manchester (1830), los hermanos sino hábiles manipuladores que aprendían sobre la marcha. A partir de
Pereíre habían cornenzado ya a instalar su línea París-Saint ,Germain, y 1850, comenzó a dársele mayor importancia al conocimiento científico
entre 1828 y 1848 se construyeron en Francia alrededor de 2.000 kilóme- formal, aunque no se debe intentar establecer demasiado estricta1nente la
tros de vías, alcanzando la inversión cotas máx:iinas en 1841, 1843 y el pe- diferencia entre manipular y experimentar. El descubrimiento que, en
ríodo 1846-1847. Sin la tecnología y el capital británicos, este progreso muchos aspectos, dio lugar a la moderna induStria química lo realizó un
habría sido ciertamente más lento. Aproximadamente la mitad del capital estudiante de química, William Henry Perkin, en 1856, mientras intenta-
invertido en los ferrocarriles franceses hasta 1847 fue capital británico y ba sin éxito sintetizar la quinina. Por azar, descubrió que se podía fabricar
sólo una cuarta parte de las locomotoras francesas se habían fabricado en un tinte de un vivo color malva a partir de la nafta, un ingrediente del alqui-
Francia. Sin embargo, en la mayoría de las economías que emprendieron trán de hulla. La aplicación de este descubrimiento supuso el fin de la raíz
la construcción de líneas férreas el efecto no fue que aumentara la de- de la planta llamada rubia y de otras fuentes de pigmentación que se ha-
manda para la industria británica: las líneas férreas actuaron como un gran bían utilizado durante siglos, ya que proporcionó al mundo una llamati-
estímulo para la producción propia de carbón, hierro y maquinaria del va colección de nuevos colores: fucsia, magenta, azul de Lyon, a1narillo de
país en el que se construían. Esto pone de manifiesto el efecto «altruista» anilina, rosa dalia y rojo de alizarina. Sin e1nbargo, los en1presarios britá-
de la actitud liberal de Gran Bretaña con respecto al intercambio co1ner- nicos sorprendente1nente no aprovecharon el descubrimiento de Perkin.
cial tanto de tecnología como de sus productos. Lejos de usar el libre co- En cambio, fueron e1npresas alemanas -Hoechst, Badische Anilin und
114 EL SIGLO XIX LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 115
--
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I¡ 1

Soda-Fabrik (BASF), Bayer y Agfa- las que se beneficiaron de él: en 1900, ricanos (en 1903), y la primera vez que se cruzó el Canal de la Mancha en 1
el 90 por 100 de los tintes artificiales que se utilizaban en todo el mundo avión, lo hizo un francés (Louis Blériot en 1909). 1
eran «lvlade in Germany)), una expresión que llegó a simbolizar el de- En todo caso, no se debería exagerar la importancia de las nuevas tec-
clive relativo de Gran Bretaña. Ésta también se quedó atrás en el desarro- nologías. Los intentos de determinar la cuantía de los «beneficios nacio-
llo de los primeros productos farmacéuticos y en el uso de nitratos y fos- nales» generados por los ferrocarriles (es decir, su contribución al PNB
fatos en los explosivos y los fertilizantes. incluido todo lo relacionado con ellos) se han planteado preguntas «sobre 1

Algo similar sucedió con la explotación comercial de la electricidad. lo contrario», es decir, cómo se habrían desarrollado las econon1ías si no 11,
,1

Fue ur dentífico británico, Humphry David, quien descubrió el potasio y hubieran existido los ferrocarriles. En el caso de Gran Bretaña, por ejem- 'i:I
el sodio y consiguió por primera vez la luz de arco voltaico, y fue su ayu- plo, se ha dicho que «en 1865 el mantenimiento de los servicios de trans-
dante, Michael Faraday, el primero que en 1831 consiguió que un cable porte de mercancías sin los ferrocarriles ingleses hubiera requerido un
por el que circulaba una corriente eléctrica girara alrededor de un polo mag- desvío de entre el 3 y el 3,5 por 100 de la renta nacional del Reino Uni-
nético y demostró que la electricidad se podía generar haciendo que un do» (Hawke). Ciertamente, no deberíamos olvidar la cantidad de tráfico
disco de cobre rotara entre los polos de un imán. Sin embargo, fue un bel- comercial que siguió realizándose con otros medios de transporte. Los
i!l
ga, Zénobe Gramme, el que produjo la primera dinamo en 1870, y Joseph franceses tuvieron siempre una gran confianza en el transporte por carre-
Swan fue eclipsado por el americano Thomas Edison a la hora de comer- tera: existían ya alrededor de 40.000 kilómetros de carretera en 1800 y, du-
cializar la lámpara de filamento, que ambos habían inventado aproxima- rante el reinado de Luis Felipe, se estaban construyendo carreteras nuevas
damente al mismo tiempo (1878-1879). Tampoco fue en esta ocasión a una velocidad de 1.300 kilómetros por año. Sin embargo, incluso des-
una empresa británica Ía que pudo rivalizar con la Allgemeine Elektri- pués de la introducción del método de pavimentado de carreteras de John
zitats Gesellschaft (AEG), que Emil Rathenau creó después de ver la bom- Macadam (1827), éstas constituían un sistema mucho menos eficiente
billa eléctrica de Edison en la Exposición de París de 1881. que el del ferrocarril a la hora de transportar cargas pesadas (incluidos los
En el desarrollo del petróleo como lubricante, fuente de luz y fuente de ejércitos). Más importancia económica tuvieron.las vías:~aVegables nat,l.1-
combustible alternativa al carbón, Gran Bretaña también fue lenta. James rales y artificiales: ningún ferrocarril podía transportar tanta carga como
Young fue el primero que utilizó el petróleo para la lubricación en Derby- el Rin o el Elba, y entre las mayores hazañas de la ingeniería europea del , 11

shire en 1848, y también fue Young el primero que destiló parafina a par- siglo diecinueve están los grandes canales, como el de Suez (1869), el de
tir del carbón. Pero hubo poca participación británica en la explotación Panamá (1895) yel de Kiel (1914).
de estos descubrimientos, cuando se descubrió petróleo en Ploesti, Ru- En general, las nuevas tecnologías no siempre desplazaron a las anti-
manía, en 1857, Bal<U en la parte rusa del mar Negro (1860), y Boryslaw guas del modo en que el telar mecánico hizo obsoletos a los tejedores de
en la Galitzia de los Habsburgo (1863). En los campos rusos -que pro- los telares manuales. Con algunas excepciones, el vidrio, los relojes, las pa-
ducían la m;tad del petróleo del mundo en 1900- las figuras claves fue- redes de ladrillo y los zapatos seguían haciéndose en 1900 prácticamente
ron los hermanos Nobel, de Suecia, y los Rothschild franceses. El invento del mismo modo como se hacían en 1800; pero la industrialización au-
del motor de combustión interna de cuatro tiempos como un medio de pro- mentó enormemente la demanda de dichos artículos, y a los que los fa-
pulsión, fue debido principalmente a ingenieros alemanes, entre los que bricaban nunca les faltó trabajo.
figuran Karl Benz y Gottlieb Daimler (1884), aunque fueron franceses los
que idearon la caja de cambios (Émile Levassor en 1891) y la llanta neu-
mática de goma (André Michelín en la década de 1890), sin las cuales el
coche de motor no habría resultado tan interesante. El genio innovador El espíritu del capitalismo
británico también brilló por su ausencia en los primeros balbuceos del trans-
porte aéreo: la primera aeronave dirigible fue el zepelin alemán ( en 1900), Inventar es una cosa, pero la aplicación c01nercial del invento es otra. La
el pri.mer vuelo con motor fue el de los hermanos Wright 1 que eran ame- pregunta sigue siendo: ¿Por qué ciertas personas en algunas zonas de Eu-
116 EL SIGLO X.íX LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 117

ropa resultaron ser inucho me,iores que otras a la hora de crear e ünpulsar de la variante calvinista sólo en su compatibilidad aparente con una vida
familiar feliz. Nathan Rothschild nació en el gueto de Frankfurt, pagó sus
.i
empresas? En su famoso ensayo titulado La ética protestante y el espfritu
1,
del capitalismo (1901) dsociólogo alemán Max Weber aventuró una res- deudas como comerciante de tejidos en Manchester entre 1799 y 1811, 1
puesta a esta cuestión. Teniendo en cuenta el hecho de que> durante el si- hizo su fortuna financiando las últimas campañas de Wellington contra
Napoleón, e inventó el moderno mercado internacional de obligaciones
1
glo diecinueve, los católicos ale111anes habían tenido menos éxito econó-
mico que los protestantes alemanes, Weber argumentó que existía una de renta fija. <<Después de cenar», escribía a sus amig0:s en 1816, «no sue-
ética diferente surgida de la teología calvinista. Según este sociólogo, los lo tener nada que hacer. No leo libros, no juego a las cartas, no voy al tea-
calvinistas consideraban «el ganar rnás y más dinero ... como un fin en sí tro, mi único placer son mis negocios ... » Su hermano menor) James, tra-
mismo. . . combinado con evitar rigurosamente cualquier disfrute es- bajó también incesantemente hasta su muerte, acaecida en 1868 a la edad
pontáneo de la vida». Para el individuo aislado en su interior que surgió de 76 años. Debido a que los Rothschild eran judíos, sus celosos contem-
del calvinismo, «la actividad mundana intensa» se convertía en un modo de poráneos no se cansaban de decir q11_e había algo de reprobable en sus
«demostrar su fe» y alcanz~r la confianza de pertenecer a los elegidos. Así negocios-«especulativos» en vez de «productivos». No obstante, la con-
«el ascetismo cristiano. . . entraba a zancadas en el mercado». Aunque tribución de los Rothschild al desarrollo de los ferrocarriles en Francia,
Weber utilizó alguna vez la expresión «conducta racional» para referirse a España, el norte de Italia y el imperio de los Habsburgo fue enorme. Tam-
este c01nportan1iento, estableció, sin embargo, una distinción entre dicho bién los católicos fueron capaces de generar una ética del trabajo; de otro
comportamiento y el racionalismo que defendía la Ilustración en el siglo modo sería incomprensible el éxito económico de Bélgica y el norte de
dieciocho: en el caso del capitalista calvinista, éste «no obtiene nada para Francia.
sí mismo a partir de su riqueza, salvo la satisfacción de haber hecho bien Ahora bien, sea cual sea su origen, no debemos ver el ascetismo del
su trabajo». Por lo tanto, «desde el punto de vista de la felicidad personal empresario adicto al trabajo como la única componente de la cultura ca-
... esta clase de vida, en la que un hombre existe para sus negocios, en vez pitalista, ya que una cultura totalmente ascética nunca habría sido capaz
de ~uceder lo contrario»,- era «irracional». de absorber todos los productos de la era industrial. A pesar de la tran-
No es difícil encontrar fallos en la tesis de Weber; sin embargo, contie- quilizadora «ley» de Say, no hay garantía de que la oferta cree siempre su
ne una verdad importante. Gran parte del desarrollo económico del siglo propia de1nanda. La cuestión vital es qué hacen las personas con un au-
diecinueve fue impulsado claramente por hombres para los que el traba- mento de sus ingresos reales provenientes de, por ejemplo, una mejora
jo era un fin en sí mismo. En la literatura, estos hombres aparecen como tecnológica que reduzca el coste de la vida. ¿Aumentan el tamaño de la fa-
personajes siniestros, incluso diabólicos: su reductio ab absurdum es Gi- milia casándose más jóvenes? ¿Se lo gastan en pagar para que digan misas
llespie Strang en Gillespie (1914) de). Macdougall, cuya adicción indivi- por ellos o por sus antepasados? ¿Se dedican simplemente a trabajar me-
dualista al beneficio propio destruye, no sólo la pequeña comunidad de nos, haciendo así que sus ingresos vuelvan al nivel anterior (la «preferen-
un pueblo escocés, sino también a su esposa y a su hijo. La debilidad cia por el ocio»)? ¿Ahorran algo de ese aumentó de ingresos, o lo invier-
del argumento de Weber estriba en la suposición de que sólo el calvinis- ten ellos 1nismos en nuevos equipamientos para mejorar la eficiencia de
mo y las corrientes religiosas que de él se derivan podían producir el tipo su propio trabajo? ¿O lo gastan en mantelerías y cuberterías? Sólo gastan-
de personas que actualmente llamaríamos «workaholics» o adictos al tra- do una parte significativa de sus ingresos adicionales en la última de las
bajo. En un pasaje que no se cita muy a 1nenudo) Weber se hace eco de posibilidades mencionadas podrían los individuos impulsar la revolución
Marx (y de incontables antisemitas) argumentando que «los judíos se pu- industrial. El hecho de que lo hicieron así es un fenó1neno tan importan-
sieron del lado del capitalismo de riesgo, orientado hacia la política y la te como la ética del trabajo de Weber.
especulación; su ética era, en pocas palabras) la del capitalismo de los pa-
rias)>. (Un sinsentido similar llegó a tener un uso corriente más amplio
gracias a otro sociólogo alemán, Werner Sombart.) La realidad fue que los
judíos eran igualmente capaces de crear una ética del trabajo que difería
118 EL SIGLO XIX LA ECONOMÍA EUROPEA ► 1815-1914 119

los legados de la revolución en la década de 1790 fue una alta proporción


Otros sectores de campesinos propietarios que tenian unas propiedades relativamente
modestas ( aunque en el sur existía el métayage o aparcería). Se podían en-
Sin embargo) los cambios revolucionarios se produjeron también, en otros contrar tipos similares de tenencia de tierras en gran parte del oeste de
sectores distintos del industrial. La agricultura, el comercio y las finanzas Alemania y en ciertas zonas de Escandinavia. Hablando en sentido am-
se transformaron, y estos cambios fueron los factores auxiliares que hicie- plio► cuanto más al este o hacia el sur, mayor era el poder que ejercían los
ron sostenible la industrialización. propietarios de tierras sobre los que se las trabajaban. En Baviera, Austria
Nunca se debe olvidar que en 1900 la mayoría de los europeos se dedi- y especialmente zonas de Prusia situadas al este del Elba (y en parte de su
caban todavía a la agricultura: Gran Bretaña era un caso excepcional ya zona central), así como en Hungría y en los países bálticos, los terrate-
que sólo el 9 por 100 de la población activa trabajaba en actividades nientes consiguieron reducir a gran nú1nero de sus arrendatarios a la si-
agropecuarias, forestales o en la pesca. En los casos de Bélgica, Holanda tuación de trabajadores sin tierra después de la emancipación. El típico
y Suiza la proporción estaba entre un cuarto y un tercio. En Alemania, junker de las zonas situadas al este del Elba tenía una autoridad casi sin lí-
Francia, Irlanda y Escandinavia era entre la tercera parte y la mitad. Para mites sobre su Gut (hacienda): no sólo podía explotarlo como negocio,
Italia, España y Austria-Hungría hay que subir a una proporción sit1.1ada produciendo grano para la exportación durante las prósperas décadas de
entre la mitad y los dos tercios. Rusia y Bulgaria tenían una proporción mediados del siglo; también controlaba la administración de justicia y
del 80 por 100. Especialmente para los campesinos y los trabajadores ru- otras cuestiones administrativas en su calidad de Landrat. Sin embargo,
rales sin tierra, el clima. seguía teniendo más importancia que el ciclo co- no todo gran terrateniente aprovechaba las oportunidades de la agricul-
mercial: un año muy seco como 1826, o una serie de·años muy lluviosos, tura capitalista. En amplias zonas de España y del sur de Italia (así como
como a mediados de la década de 1840, podía determinar la diferencia en Irlanda), unos terratenientes ausentes o apáticos dejaban que grandes
entre el hambre y la buena salud. latifundios quedaran sin explotar.
La diferencia entre los indices<de ocupación en la agricultura guardaba El caso extremoi·de quiebnf por parte de los· terratenientes fue Rusia,
una correlación aproximada con las variaciones en las formas de propie- donde los altos niveles de deudas rara vez se debían a inversiones agríco-
dad de la tierra que se daban por toda Europa. Hablando en sentido estric- las realizadas con éxito. Cuando Alejandro II procedió a emancipar a los
to, estas formas diferían ampliamente incluso dentro de regiones bastan- siervos en 1861, el 66 por 100 de los 22 millones de siervos que poseían
te pequeñas: después de todo, las costumbres relativas al arrendamiento 610.000 terratenientes estaban ya hipotecados al Estado, de tal modo que
de tierras eran legados de épocas anteriores a la de los mercados integra- cuando el gobierno anunció a los terratenientes que efectuaría el 80 por
dos. Sin embargo, es posible distinguir más o menos entre cuatro o cinco 100 de los pagos por «redención» de los siervos, se quedó con dos tercios
tipos. En Holanda, Inglaterra, Gales y ciertas zonas de Escocia, los arren- del dinero para liquidar las deudas ya existentes. En Prusia la emanci-
datarios poseían en general unas propiedades de buen tamaño y un arrenda- pación fue la señal para que los terratenientei trabajaran sus propieda-
miento relativamente seguro. En estas áreas, la servidumbre era ya un des con una mayor eficiencia; los nobles rusos siguieron vendiendo
lejano recuerdo y la proximidad a centros comerciales había fomentado, sus propiedades, de tal modo que entre 1870 y 1905 la proporción total
desde aproximadamente el siglo dieciséis, un cambio desde la agricultura de tierra cultivable que poseían disminuyó en un tercio, hasta quedar fi-
de subsistencia hasta la «horticultura comercial». Holanda dirigía la mar- nalmente en poco más de un quinto. En Oblomov (1859), de !van Gon-
cha con sus inversiones en drenajes, nuevos cultivos y métodos de ro- charov, se hace una memorable caricatura del terrateniente provinciano
tación: unas técnicas que pronto se adoptarían en Gran Bretaña. Fue en vago: «Estar acostado no era para Oblomov una necesidad, como lo po-
estas zonas donde la tierra alcanzó el máximo de productividad: los indi- día ser para un hombre enfermo o uno que tiene sueño; ni una oportuni-
ces de rendimiento del trigo de siembra fueron de alrededor del 11 o 12 dad, como lo sería para un hombre que estuviera cansado; ni un placer,
por uno en Holanda y Gran Bretaña, en comparación con el 4,4 por uno como lo es para un ho1nbre perezoso: en el caso de Oblomov era su esta-
en el este de Europa. Por el contrario, en gran parte de Francia uno de do normal».
1

120 EL SIGLO XIX

Por otra parte 1 los campesinos liberados por el edicto de emancipación t[6!
también demostraron tener relativan1ente poco interés por desarrollar la !!6!
agricultura al estilo capitalista. Su respuesta a la libertad consistió en pro- 8061
crear y subdividir la tierra que habían adquirido. La parcela media de un cam- S06!
pesino al llegar el cambio de siglo era tan sólo de unas 280 áreas, aunque el
Z06T
20 por 100 de las familias campesinas tenía menos de 110 áreas y el 7 por
668!
100 no poseía nada. El relato breve de Chejov titulado «Campesinos»
968!
(1897) expresa desgarradoramente la suciedad, la brutalidad y la miseria
C68I
de la vida en un pueblo de aquella época. En muchos lugares de Rusia, el
068!
estilo de la agricultura comunal tenía más puntos en común con la India
que con el resto de Europa. Asombra poco que la reducida elite de rusos l88l
educados que vivían en las ciudades sintieran repugnancia y .desprecio t88l
cuando tropezaban con este ambiente. En Padres e hijos ( 1861) de Turgeniev, : !88!
el estudiante nihilista Bazarov --descendiente de campesinos- exclama: 8l81
«Ni siquiera es probable que la emancipación de los siervos sea una venta- Sl8l
ja [para Rusia], ya que lo único que sucede es que estos campesinos nues- U8!
tros están demasiado coi:itentos de robarse incluso a sí mismos para beber 698!
como idiotas». 9981
Sin embargo, estas críticas no deben exagerarse. Es un hecho Uamativo C98l
que en 1894 Rusia estaba exportando 9,7 millones de toneladas de grano 098!
(aunque es cierto que la mitad del~excedente,.proveúía-de uii número re- · lS8l
lativamente pequeño de fincas grandes y eficientes). Además, la prueba tS8l
de que se producía una elevación continua del nivel de vida de los campe- !SS!
sinos es i.nequívoca: ingresos cada vez más altos por los impuestos sobre · 8t8l
el vodka, el queroseno, las cerillas y el azúcar. A pesar del aumento rápido St8!
y continuo de la población, la renta per cápita subía. A este respecto, Ru- f.t8l
sia no estaba del todo desacompasada con el resto de Europa: es sólo que
6C8l
iba más despacio. En el conjunto europeo, la producción de trigo aumen- . 9¡:g¡
tó un 194 por 100 entre la década de 1830 y el período 1909-1914. Las es-
ff8l
tadísticas de la producción de trigo en Francia (figura 3.1) muestran una
OCSI
clara tendencia al alza (aunque también muestran la amplitud de las fluc-
as1
tuaciones de las cosechas de un año a otro). En Alemania, la rnayor parte del
aumento se produjo en la segunda mitad del siglo: la producción media tzs1
de trigo por acre ascendió de 100 (1800) a 119 (1848-1852) y a 201 ( 1908- !Z8l
1912). Las mejoras tampoco se limitaban a la producción de grano: los : 8!8!
nuevos cultivos, tales c01no la remolacha azucarera, las patatas, el maíz, Sl8l
00
.,., -,, rn N
los nabos y el trébol, así como las nuevas razas de ovejas, como la merina, "' "' "'
hicieron que aumentara en gran medida la productividad de las granjas
que se adecuaron a estas novedades. Las investigaciones de algunos quí--
122 EL SIGLO XIX LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 123

micos co1no el profesor de Giessen Justus von Liebig pusieron de mani- TABLA 3.3 El comercio como porcentaje de la renta nacional
fiesto lo que se podía conseguir fertilizando el suelo con estiércol y nitratos durante el período 1885-1913
de iinportación. Finalmente, aunque de una manera mucho menos exten- Importaciones Exportaciones
País
siva, hubo una cierta mecanización de la agricultura, que comenzó con la
32 24 1
segadora tirada por caballos de McCormick y culminó con el tractor accio- Gran Bretaña -1
nado mediante petróleo (1905). Suiza 40 30
Alemania 20 17
Sin embargo, a pesar de todas estas mejoras, Europa no-. era autosufi- Rusia 6 9
ciente en cuestión de alimentos. Durante la segunda mitad del siglo, la
puesta en cultivo de las llanuras de Norteamérica, Australia y Argentina,
que eran más fértiles, dio lugar a una nueva fuente de producción de gra- situada en el decadente Lübeck: a poca distancia, en Hamburgo, las fami-
no, resultando éste aún más barato: mientras en 1850 estos países contri- lias de la Weltbürgertum (burguesía cosmopolita) rebosaban seguridad en
buían con un 10 por 100 a la producción mundial de trigo, en vísperas de la sí mismas en la época del cambio de siglo, coincidiendo con el apogeo de
Primera Guerra Mundial las cifras habían ascendido al 30 por 100. Cuan- sus negocios en el exterior.
do se mejoró la tecnología para la conservación ( enlatado, refrigeración) En comparación con otros sectores, el comercio tuvo una característi-
y el transporte de alimentos, las economías más avanzadas de Europa au- ca inusual en el hecho de que durante todo el siglo siguió estando dirigido
mentaron sus importaciones procedentes de las zonas mencionadas. Gran por numerosas empresas relativamente pequeñas (a menudo familiares).
Bretaña era con mucho la que dependía más de estas importaciones: el tri- En otros sectores de servicios se daba mucho más la concentración. Des-
go procedente del exterior daba un porcentaje del consumo total que fue pués de la refriega inicial, en la que numerosas empresas pequeñas c01n-
ascendiendo desde el 3 por 100 (1811-1830), al 13 por 100 (1830-1851), al pitieron por las «concesiones» de ferrocarriles ( el derecho a construir y
30 por 100 (1851-1860) y finalmente al 79 por 100 (189101895). Pero in- explotar líneas férreas durante períodos específicos dttiempo), hubo un
_cluso Alemania, a pesar de las dimensiones y la fuerza de ~u propia agri- proceso sostenido de centralización. En Francia, la ré<Ulegó a estar do-
cultura, comenzó a importar alimentos: en 1890 alrededor de una décima minada por un puñado de compañías gigantescas como la PLM (París-
parte de su trigo provenía del extranjero. Lyon-Marsella) y la Nord (la más rentable de todas las grandes empresas
Estas importaciones no eran más que una parte de un enorme y cre- francesas). Aún más impresionante (y una prueba de que los ferrocarri-
ciente volumen de comercio internacional (véase la tabla 3.3). Por supues- les formaban parte tanto de los mercados internacionales como de los
to, esto no era nuevo: el desarrollo del comercio exterior a gran escala se nacionales) fue la Compañía Imperial de Ferrocarriles Lombardo Vene-
remonta a los siglos diecisiete y dieciocho, cuanélo los holandeses, los bri- ciana yde Italia Central, que conectaba Austria e Italia en la década de isso.
tánicos y los franceses construían imperios para abastecerse a sí mismos También en las compañías navieras se daba la concentración: en 1913 la
de té, café y azúcar. No obstante, el comercio tuvo una importancia aún línea Hamburgo-América poseía una flota de 175 barcos que cruzaban el
mayor en el siglo diecinueve. Como proporción de la renta nacional de océano (y diecinueve más en construcción) y daba trabajo a unas 29.000
Europa en su conjunto, las exportaciones ascendieron desde el 9A por personas.
100 en 1860 al 10,9 por 100 en 1870, al 12,6 por 100 en 1890, y al 14 No era sólo el transporte de mercancías y personas el sector cuyos in-
por 100 en 1913 -un nivel que no se ha igualado desde entonces. La ta- crementos estaban a la cabeza del rendimiento económico total: también
bla 3.3 muestra la importancia relativa del comercio para cuatro econo- hubo un enorme incremento en el movimiento de la información. La re-
mías importantes ( obsérvense las proporciones relativamente altas de volución de las comunicaciones en el siglo diecinueve debe considerarse
Alemania). Detrás de estas cifras está el mundo de los grandes puertos co- aparte de la revolución industrial de la que hemos hablado anteriormen-
merciales y las incontables empresas com"erciales pequeñas que dirioían el te, aunque ambas fueron ciertamente interdependientes. Al principio, esta
comercio mundial. En la novela Los Buddenbroolc ( 1903) de Thomas revolución de las comunicaciones no llevó implícitas muchas tecnologías
Mann se refleja la decadencia de ese mundo. Pero la novela de Mann está nuevas (aunque el hecho de disponer de papel más barato puede haber

1
124 EL SIGLO XlX LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815~1914 125

fomentado el aumento de la correspondencia). El desarrollo de los siste- en las comunicaciones, pero se puede decir que la del siglo diecinueve fue
mas postales era perfectamente posible sin unos servicios amplios de fe- 1nás profunda. El tiempo que se tardaba en transmitir infonnación inter-
rrocarril y barcos a vapor: de hecho, el uso de palomas mensajeras por nacionalmente desde una capital a otra se acortó más entre 1800 y 1900
parte de los hombres de negocios durante la primera mitad del siglo de- que lo que se haya podido acortar en el siglo veinte. En 1800, una carta
mostró que se podía prescindir incluso de los caballos y los barcos de vela. enviada desde París tardaba veinte días en llegar a San Petersburgo. Para
Pero en este sector) como en muchos ámbitos de la vida en el siglo dieci- 1900 el tiempo que se requería para ese viaje por tierra se había acortado
nueve, la velocidad era esencial: en 1817, una carta enviada desde Londres hasta sólo treinta horas. En julio de 1914, según consta en archivos diplo-
podía tardar hasta una semana en llegar a Frankfurt, y el servicio de París máticos, un telegrama entre las dos capitales se anotaba habitualmente en
a Berlín tardaba nueve días. Las palomas no eran más que una solución el registro de llegada tan sólo una o dos horas después de haber sido en-
provisional. El descubrimiento, realizado por Karl Friedrich Gauss y viado.
Wilhelm Weber en 1832, de que las señales eléctricas podían transmitirse Ningún sector económico resultó más profundamente afectado por la
a través de un cable fue el adelanto tecnológico necesario para inventar el mejora de las comunicaciones que el sector finandero. Entre todos los
telégrafo. Diez años más tarde, un cable funcionaba comercialmente en- hombres de negocios, fueron seguramente los banqueros quienes queda-
tre Paddington y Slough ( era lógico que los cables siguieran las rutas fe- ron reflejados de una manera más hostil en la literatura de la época. El
rroviarias); a partir de 1850 hubo un servicio que cruzaba el Canal de la Nucingen de Balzac fue sólo uno de los muchos financieros fraudulentos
Mancha, y a partir de 1865 funcionó un cable trasatlántico. Desde enton- del mundo de la ficción: el Merdle de Dickens, el Melmotte de Trollope y
ces, las comunicaciones diplomáticas y comerciales más importantes adop- el Gundermann de Zola fueron variaciones sobre el mismo tema. Ho1n-
taron la forma de teleiramas. Las nuevas tecnologías también transfor- bres así existían, desde luego: Bethel Henry Strousberg, el «rey» de los fe-
maron la prensa, que ya estaba sólidamente establecida. A partir de 1814, el rrocarriles de Rumanía, fue uno de los granujas que hicieron sus fortunas
·periódico The Times se imprimió en una máquina de imprimir que fun- rápidamente con la financiación de los ferrocarriles, sólo para perderlas
cionaba a vapor;.desde -1850, Julius Reuter estuvo en condiciones de recibir con la misma rapidez cuando su contabilidad llegaba al límite de la c.rea-
y transmitir a otros periódicos noticias internacionales mediante su servi- tividad. Sin embargo, la positiva contribución de la banca al desarrollo
cio telegráfico de noticias; y desde la década de 1870 los periodistas pu- econ61nico de Europa es innegable, aunque su importancia exacta siga
dieron escribir a máquina sus artículos. siendo objeto de debate. Se ha dado mucha importancia al papel que
Tampoco termina aquí la revolución de las comunicaciones en el siglo desempeñó el Crédit Mobilier de los hermanos Pereire, un banco de in-
diecinueve. En 1876, la pi)mera llamada telefónica de Alexander Graham versiones que dichos hermanos fundaron en 1852 y que produjo todo un
Bell anunciaba la era de la conversación efímera, aunque los europeos se ejército de imitadores. De hecho, en cuanto a los planteamientos, la di.fe-
adhirieron al teléfono con distintos grados de entusiasmo: en 1912 Ale- rencia entre estos «nuevos» bancos de capital social y los «viejos)} bancos
mania tenía cuatro veces el número de teléfonos que tenía Francia, inclu- privados (de los que el más importante fue el de Rothschild) no debería
so en Rusia el nuevo medio de comunicación se hizo muy popular. Cuando exagerarse: en Francia y Austria los banqueros privados estaban igual de
el jefe del Estado Mayor ruso quiso avisar al Zar para que revocara la or- deseosos de participar en la financiación de los ferrocarriles. Ade1nás, el
den de movilización en 1914, amenazó con hacer pedazos su propio te- Crédit Mobilier ( que consiguió recaudar la financiación para las inversio-
léfono. El escritor satírico vienés Karl Kraus tuvo gracia cuando dijo que nes vendiendo bonos y atrayendo depósitos) demostró ser un modelo
la guerra había sido ocasionada por la combinación de «tronos y teléfo- inestable: el banco de los Pereire quebró en 1867. No obstante, a finales de
nos». El siglo diecinueve también vio el nacimiento de la fotografía (Jo- la década de 1870, sino antes, estaba claro que los bancos de capital social
seph Niepce en 1827 y Louis Daguerre en 1839), la grabación de sonido se adecuaban a las finanzas industriales mejor que los bancos privados,
(Thomas Edison, 1876), las imágenes en movimiento (Louis y Auguste aunque sólo fuera por el volumen sin precedentes en cuanto a requeri-
Lumiére, 1895) y la radio sin cable (Guglielmo Marconi, 1895) .. Hay una miento de capital que planteaba la segunda oleada de industrialización.
idea convencional de que el siglo veinte ha sido testigo de una revolución Gradualmente, los bancos de capital social que surgieron como la genera--
126 EL SJG lO XIX LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 127

ción siguiente -por ejemplo, el Midland, el Crédit Lyonnais y el Deuts- importante. Tampoco era una novedad en sentido estricto para el gobier-
che Bank- crecieron más en cuanto a capital y activos propios que los no del Zar invertir dinero en armamentos de eStilo occidental. No obs-
bancos privados -aunque había diferencias importantes entre el modo tante, la implicación directa de los estados europeos en la construcción
en que los bancos de capital social británicos financiaron la industria de ferrocarriles era de unas dimensiones que no tenían precedentes rea-
(mediante el endeudamiento) y las inversiones a largo plazo realizadas les. En casi ningún lugar de Europa se imitó la actitud británica de dejar
por los «grandes bancos)) alemanes, que se convirtieron en accionistas los ferrocarriles totalmente en manos del sector privado. En Francia, el
importantes de las empresas industriales. También es importante poner de Estado subvencionó a las diversas compañías ferroviarias privadas de dis-
relieve que, en el momento de la disolución de su sociedad internacional tintas maneras: desde 1840 hasta 1849 el nuevo Ministerio de Obras Pú-
(hacia 1905), los tres bancos Rothschild de Londres, París y Viena consti- blicas gastó anualmente en los ferrocarriles alrededor de 7,2 millones de
tuían aún el mayor banco del mundo en cuanto a capital. No deja de ser francos, entre una quinta y una cuarta parte de la inversión bruta media
un dato importante que la mayor fortuna familiar de todo el siglo dieci- anual. En otros lugares -en Bélgica, Hanover, Baden y Prusia- el pro-
nueve -en su momento de mayor apogeo, que fue en 1899, el capital de pio Estado construyó los ferrocarriles. En Rusia el papel desempeñado
los tres socios sumaba 41 millones de libras esterlinas- fuera financiera, por el Estado fue aún mayor (véase más adelante).
en vez de industrial. Sin embargo, el punto de v.ista liberal clásico según el cual la inter-
vención del gobierno era o bien superflua o perjudicial sigue ejerciendo
una cierta influencia. Corroborando este punto de vista liberal, está cla-
ro que el papel del Estado en la Europa der siglo diecinueve fue pequeño
La geografía del cambio en comparación con el que había desempeñado en el siglo dieciocho, o el
que desempeñaría en el siglo veinte. Expresado en proporción al pro-
La idea de- que existe un vínculo entre desarrollo económico y construc- ducto nacional neto (PNN), el gasto público en Gran Bretaña descendió
ción nacional, y de que el Estado-nación es por consiguiente el tema en el desde alrededor de uµ}B por 100 en el período 1820-1824 bastad 8,2
que ha de centrarse la historia económica -de hecho, el Estado-na- por 100 en el período 1910-1913; las cifras correspondientes en Alema-
ción fue un producto de la historia económica- es ya una idea antigua nia son el 20 por 100 y el 6,6 por 100. Por consiguiente, la contribución
y persistente. En su Sistema Nacional de Economía Política ( 1841 ), Frie- principal del Estado en la mayoría de los países europeos fue abandonar
drich List se refiere a la red ferroviaria alemana que tenía en proyecto, ca- la vía del desarrollo económico. Para llegar a esta situación, los estados
lificándola como «un tónico para el espíritu nacional» y «un ceñido cin- no sólo hicieron descender el gasto por debajo de la tasa media de creci-
turón en torno a los lomos de la nación alemana» que -en conjunción miento, sino que también suprimieron obstáculos legales: la liberaliza-
con la unión de las aduanas prusianas (Zollverein) establecida en 1834 y ción del mercado de trabajo fue parte de este proceso, así como la libe-
una medida de protección arancelaria para la industria alemana- daría ralización, bastante más lenta, del mercado de capitales, lo cual permitió
corno resultado la «unificación int~rna» de Alemania. Así, la econ01nia que se constituyeran las sociedades anónimas con responsabilidad limi-
podía ayudar al Estado y el Estado podía ayudar a conseguir el desarrollo tada ( una reforma crucial, pero discutible, dado que tenia como conse-
económico. En qué medida sucede así en la práctica, es algo que sigue cuencia la posibilidad de que un individuo conservara su fortuna privada
siendo discutible. No hay duda de que muchos gobiernos pensaban en en el caso de que su empresa fuera a la quiebra). Se ha dicho a menudq
· términos conscientemente desarrollistas; los casos más obvios son el de que tuvo una especial importancia la liberalización del comercio. Ésta
Leopoldo I en Bélgica, el de Napoleón III en Francia, y el del conde Wit- comenzó con una serie de mercados únicos ( es decir, zonas sin barre-
te en Rusia. A veces, los gobiernos se limitaban a continuar una política ras arancelarias internas): la Zollverein prusiana, que creció continua-
que se había iniciado en el siglo anterior: ya entonces, el Estado prusiano mente desde 1834, la unión aduanera austro-húngara (1850), la ruso-
poseía minas y fábricas, por lo que la adquisición de más activos de pro- polaca (1851), y el mercado único italiano, que fue una consecuencia
ducción en el siglo diecinueve no le suponía un cambio de orientación directa de la unificación de Italia. El cenit del libre comercio llegó en la
LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 129
128 EL SIGLO XIX

década de 1860) cuando Francia y Alemania adoptaron de manera efecti- yor desigualdad). La experiencia de Gran Bretaña en la primera '.ase de la
va el sistema británico. industrialización, cuando su joven industria textil estaba protegida de las
Desde este punto de vista, el papel del Estado era ante todo parasitario, importaciones de la India, también aporta credibilidad a la opi~ión de
en vez de desarrollista: el Estado obtuvo más de la economía que lo que la que el libre comercio no era la condición sine qua non para el éxito eco-
economía recibió del Estado. La liberación del mercado de capitales y nómico.
del comercio aumentó la fuerza fiscal de los estados ampliando el mer- El desafío más 0bvio al punto de vista liberal sobre el desarrollo eco-
cado para los bonos del Estado y (en el caso de las uniones aduaneras) nómico lo plantea la experiencia de Rnsia. Nadie cuestiona el hecho ~e que
acrecentando la renta neta a partir dé aranceles más baratos y de cobro Rusia se industrializó rápidamente durante las tres décadas anteriores a
centralizado. Incluso se puede decir que la participación del Estado esta- 1914. La tasa media de crecimiento annal fue del 3,3 por 100 entre 188.5 y
ba a menudo 1notivada fundamentalmente por consideraciones fiscales. 1913; la prodncción industrial ascendía entre el 4,5 y el 5 porlO? cada
La inversión estatal en los ferrocarriles y en otros activos supuso unas afio; la inversión subió del 8 por 100 al 10 por 100 de la renta .nac¡onal Y
aportaciones sustanciales al Tesoro Público en aquellos países que asu- la formación de capital per cápita aumentó en un 55 por 10o•entre 1890
mieron dicha inversión. En Prusia, los beneficios obtenidos a partir de las y 1913. El rendimiento alcanzado por Rusia en la industria «básica» fue
empresas estatales aumentaron desde el 31 por 100 de la renta total en especialmente fuerte: la producción de hierro colado au':'entó hasta más
1847 hasta el 47 por 100 en 1867. En 1913 más de la mitad de la renta de del doble entre 1898 y 1913; la red de ferrocarnles creció en un 57 por
0

todos los estados alemanes provenía de las empresas de propiedad públi- 100; y el consumo de algodón en rama subió un 82 por 100: En casi to
ca. Es impactante el contraste con lo sucedido en el siglo veinte, en el que dos los aspectos, fue la economía de crecimiento más rápido de toda
las industrias «nacionálizadas>> solían perder dinero. Europa. Se solía pensar, siguiendo la teoria de Gerschenkron, q~e estos
Sin embargo, es necesario matizar el punto de vista liberal. En primer logros se debian en gran medida a la inversión ~statal en ~errocarnles e_m-
lugar, no hay pruebas de que la vuelta al proteccionismo en el continen- dustria pesada, estando dicha inversión financiada mediante empréstitos
te después de la-década de--1870 fnera perjndicial económicamente. En extranjeros. Rusia era ta1nbién fuertemente .proteccionista: los ing~esos
1913, en Alemania las tarifas aduaneras eran por término medio del 16 obtenidos por las ad nanas supusieron el 31 por 100 de la renta nac10nal
por 100, y los ingresos por aranceles entre 1880 y 1913 ascendieron al entre 1880 y 1913, y en 1913 las tarifas arancelarias medias que se aplica-
8 por 100 de la renta nacional, lo cual dice mucho en comparación con ban a las importaciones sujetas a derechos arancelarios eran del 73 p~r
las cifras cero y 5 por 100 de la aún liberal Gran Bretaña. Esto ciertamen- 100. Por otra parte, los críticos de la política económica zarista han di-
te no fue un obstáculo para el crecimiento de Alemania: al contrario, la cho más recientemente que el Estado distorsionó la economía de desa-
economía alemana creció más rápido que la británica durante este pe- rrollo económico, en vez de acelerarla, dejando fuera la inversión del
ríodo. (Entre 1898 y 1913, el PNN alemán aumentó en un 84 por 100 y el sector privado y ahogando las incipientes industrias de consumo para
británico sólo un 40 por 100.) Tampoco en el conjunto de Europa (y en favorecer a un inflado complejo industrial-1nilitar. Sin embargo, esta
Estados Unidos) el aumento de los arar¡celes impidió que el comercio cre- critica plantea una dificnltad. El peso de la deuda pública, expresado
ciera, ya que el crecimiento de la actividad comercial fue más rápido du- como un porcentaje de la renta nacional, cayó significativamente duran-
rante el llamado período neomercantilista que en las décadas del libre co- te este periodo, bajando del 65 por 100 del PNN en 1887 al 47 por 100
mercio. De hecho, la actividad c01nercial de los países que adoptaron el en 1913. No hay ningún indicio de exclusión: al contrario, parece claro
proteccionismo creció más rápidamente que la de Gran Bretaña. Esto se que los inversores extranjeros estaban mucho n1ejor díspu~stos a hacer
debió a que los aranceles estaban pensados ante todo para aumentar los préstamos al gobierno, que a fadlitá~selos a l~s empresas pnvad~s r_usa~.
ingresos públicos, por lo que tenían que ser lo suficiente1nente bajos co1no Cuesta creer que una política más liberal hubiera logrado un crec1m1ento
para no asfixiar el c01nercio. Tarnbién se podría argmnentar que, como al- tan rápido.
ternativa a los impuestos directos, los aranceles tenían la ventaja econó- Por supuesto, cuando hablamos del <<crecin1iento industrial ruso» nos
mica de fomentar la acumulación de capital (aunque al coste de una ma- referimos en realidad sólo a unas pocas regiones aisladas; aden1ás, hay
130 EL SIGLO XIX LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 131

poderosos argumentos que apoyan la visión del desarrollo económico del nos de 2.000 habitantes -el doble de la proporción correspondiente a los
siglo diecinueve en térnlinos regionales más que nacionales. Con la posi- que vivían en ciudades de más de 100.000 habitantes. Sin embargo, el cre-
ble excepción de Bélgica, no hubo ciertamente mucha coherencia entre las cimiento de las ciudades, que en gran medida no estaba planificado ni re-
unidades políticas y las económicas. A mediados de siglo, se podían en- gulado, enfrentó a los gobiernos con lo que era quizá el mayor de todos los
contrar industrias textiles similares a las pioneras de Manchester en el nor- desafíos que surgieron durante aquel período. Fue esto, más que cual-
te de Francia (Reims y la zona de Lille-Tourcoing-Roubaix), en Alsacia quier otra cosa, lo que abrumó al Estado liberal «con responsabilidades
(Mulhouse), en el Macizo Central (Lyon, St. Etienne), en el valle del de vigilante nocturno».
Wupper (Barmen, Elberfeld), e'?- el. norte de Suiza (Basilea), en ~ajonia Sin embargo, la cuestión más importante en relación_ con el siglo dieci-
(Chemmitz) y en Cataluña. Los principales centros textiles del este de Eu- Ilueve·no fueron las concentraciones regionales, sino su rePetcu•sión inter-
ropa eran Lodz, Nizhny-Novgorod y San Petersburgo. Asimismo, había nacional. Ya hemos visto lo i~portante que fue el comercio, midiendo esta
distintas regiones productoras de carbón: la zona central de Escocia, el importancia mediante la creciente proporción de la renta nacional euro-
norte de Inglaterra y el sur de Gales; los valles del Sambre y del Mosa; pea que éste suponía. Se puede decir que aún era más impo~tante la in-
el département Nord y el alto Loira en Francia; a partir de la década de mensa cantidad de migración internacional. Entre 1800 y 1845 alrededor
1840, el Ruhr (donde los ríos Lippe, Emscher y Ruhr desembocan en el de 1,5 millones de europeos abandonaron el continente. En los treinta años
Rin) y más tarde la alta Silesia y la cuenca del Donets en las proximidades siguientes fueron nueve millones los que emigraron> con un aumento anual
de Rostov na Donu. Los centros siderúrgicos y de fabricación de ma- medio entre 250.000 (1846-1850) y428.000 (1854).Además, entre 1871 y
quinaria se encontraban en Luxemburgo y la Lorena, el Saar y la alta Sile- 1891 emigraron no menos de 27,6 millones de personas. En la última dé-
sia, el Ruhr (Essen y Oberhausen), y más tarde en Krivoi Rog en Ucrania, cada anterior a la guerra, la media anual fue de 1,4 millones. Algunos
así como en Suecia y en los Urales. países sufrieron un auténtico éxodo: durante la década de 1880 la tasa de
Una consecuencia importante de esta distribución regio.pal de la in- emigración irlandesa fue casi un 14 por mil. Inclu~~ en su momento de
dustrialización fue el altísimo nivel de migración dentro de los países. máxima emigració;,, la tasa alemana fue sólo l.a miiad de la anterior (véa-
En Prusia, entre 1816 y 1871, Poznan, Pomerania, Brandenburgo, Sajonia se la figura 3.2). El destino más frecuente fue, con gran diferencia, Estados
y Westfalia perdieron población; Berlín, Silesia y Renania aumentaron su Unidos. De los aproximadamente 33,6 millones de personas que fueron
número de habitantes. Durante los treinta años siguientes la Alemania allí, 12,7 procedían de Gran Bretaña (con una representación abruma-
unida experimentó sucesivos movimientos de población desde el este y el dora de escoceses), 4,1 millones de Irlanda, 7 millones de Escandinavia,
sur hacia el oeste y el norte. Desplazamiento$ similares se produjeron en y 5 millones de Alemania. Alrededor de dos millones procedían de Italia y
todos los países, y los monumentos más impactantes de la época fueron otros dos millones de Rusia (muchos de ellos judíos huyendo de la perse-
quizá las grandes ciudades que surgieron como consecuencia. La urbani- cución autorizada por el Estado). También hubo muchos europeos (l!nos
zación se basó en general en los cimientos ya existentes. En torno a mu- 3,6 millones) que fueron a Sudamérica. Además, dos millones de personas
chas de las capitales políticas importantes -París, Berlín y Viena- se es- se fueron a Australia y Nueva Zelanda, y 1,5 millones (principalmente
tablecieron grandes cinturones industriales. También sucedió así en los franceses) se establecieron en el norte de Africa. También hubo un enorme
centros comerciales del interior (Colonia y, en menor medida, Franck- movimiento de población desde la Rusia europea hasta las vastas zonas in-
furt) y en los puertos marítimos (Glasgow, Liverpool, Rotterdam y Ham- teriores de Siberia que formaban parte del imperio zarista -más de dos
burgo, donde los emigrantes aportaron el 58 por 100 del aumento total de millones durante la primera década del siglo veinte. Ningún estudio del
la población entre 1871 y 1910). Pero los símbolos más llamativos del si- desarrollo económico europeo durante el siglo diecinueve puede pasar
glo diecinueve fueron las ciudades que surgieron casi de la nada: Man- por alto este enorme flujo de personas hacia el exterior del continente.
chester, Birmingham, Middlesbrough, Gelsenkirchen, Oberhausen, Essen. Aunque la curva de la fertilidad podría haber sido posiblemente más pro-
Sin embargo, no hay que exagerar el ritmo de urbanización: incluso en nunciada en ausencia de la emigración, se puede al menos argmnentar que
1910 alrededor del 40 por 100 de los alemanes vivían en pueblos de me- la existencia de continentes menos densamente poblados fuera de Europa
LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 133

y la posibilidad de conseguir un transporte barato para llegar a ellos hizo


.,., N o tanto para refutar a Malthus como las mejoras en la agricultura europea de
061 las que hemos hablado anteriormente.
0161 ¿Por qué se fueron los enropeos? El protagonista de Martín Chuzzelwit
l061 (1843-1844), de Dickens, era atípico en cierto sentido: su decisión de
t06l marcharse fue impulsiva. Sin embargo, su motivo fue el habitual. Su
1061 Mary, que Je adoraba, le advierte: «Está muy, muy lejos; hay que cruzar un
8681 gran océano; la enfermedad y la miseria son unas tristes· calamidades en
S68I cualquier lugar, pero es terrible tener que soportarlas en un país extranje-
ro. ¿Has pensado en todo esto?». Pero Martin responde: «Deberías pre-
Z68I
guntarme al mismo tiempo si he pensado en lo que es morir de hambre
6881
en mi país; si he pensado lo que será ganarme la vida como mozo de cuer-
9881
da; si he pensado en sujetar caballos en las calles para ganarme un pane-
f88l
cillo al día». Aunque algunos emigrantes (especialmente los que se mar-
0881 1
charon después de 1848) tenían motivos políticos para salir de Europa, la
Ú8! 1
mayoría se fueron para huir del desempleo o aprovechar la oferta de ex-
tl8I 1 tensiones enormes de terreno barato. No todos se sintieron tan decep-
1
ll8I cionados en sus propiedades americanas como el protagonista de la obra
1
de Dickens, aunque muchos -quizá h~sta un treinta o un cuarenta por
8981
j 100-- regresaron a su país de origen. Desde luego, Dickens resulta espe-
dalrr:iente conVincente cuando describe 1as· miserables é'oildidones de ·
Z98I
6S8I
! vida que tuvieron que soportar los emigrantes que viajaron en tercera cla-
,,;
se. A mediados de siglo, el viaje en trasatlántico duraba por término me-
%81 :8 dio entre un mes y medio y tres meses; en uno de estos viajes, murieron
fS8I o
N
~ 108 de los 544 pasajeros alemanes que iban en el barco. Quizá los mayo-
OS8I
.;§ res beneficiarios del éxodo fueron los magnates de las navieras, como Al-
§ bert Ballin, el fundador de la línea Hamburgo-América, que comenzó su
s
V
carrera de hombre de negocios vendiendo billetes de tercera clase a pre-
'.<':
V cio reducido.
"'~ La emigración de las personas estuvo ac01npafíada -y hasta cierto
-¿;¡ punto facilitada- por la exportación de capital desde Europa. La tabla
Zs8l "
i;i 3.4 muestra los totales aproximados de las inversiones en el extranjero en
6Z8l "
•O
·o vísperas de la Primera Guerra Mundial. Corno las cifras indican, Gran
. 9Z8l "
~ Bretaña iba en cabeza, con gran diferencia, pero lo inusual fue que sus in-
.$,P
fZ8l Jj versiones en Europa eran sólo una parte relativamente pequeña del total.
>-------t----+----+-----+----.>+OZ8l N
Francia, por el contrario, estaba interesada principalmente en Europa,
o o
,,; y especialmente en Rusia: el 27,5 por 100 de todas las inversiones de Fran-
g
"
~
cia en el extranjero se realizaron en Rusia, y el 90 por 100 de esta parte fue
~ invertida en bonos del Estado. En el caso británico, el proceso era acumu-
134 EL SIGLO XIX LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 135

TABLA 3.4 Inversiones exteriores, 1914 cuenta de gobiernos y empresas extranjeros. Según Edelstein, la explicación
del «tirón» de los valores extranjeros fue sencillamente que, incluso reco-
País Total De los cuales en Europa
(billones de francos) (%)
nociendo el alto grado de riesgo que implicaban, si se calcula la media del
período 1870-1913, sus rendimientos eran significativamente más eleva-
Gran Bretaña 20,0 5,2 dos (alrededor de 1,5 puntos porcentuales) que los de los valores nacionales.
Francia 9,0 51,9 Sin embargo, esta media esconde unas fluctuaciones importantes. Anali-
Alemania 5,8 44,0
EEUU 3,5 20,0 zando la contabilidad de 482 empresas, Davis y Huttenback han demos-
Otros 7,1 n.a. trado que los índices nacionales de rendimiento eran a veces superiores a
los extranjeros -por ejemplo, en la década de 1890. En su trabajo también
TOTAL 45,4 26,4 cuantifican la importancia del imperialismo, ya que los índices de rendi-
Nota: n.a,= no aplicable miento de las inversiones realizadas dentro del imperio eran significati-
vamente diferentes de los de las inversiones en territorios extranjeros no
controlados políticamente por Gran Bretaña: un 67 por 100 más altos en
lativo. En la década de 1850 las inversiones británicas en el extranjero to- el período anterior a 1884, pero un 40 por 100 más bajos posteriormente.
talizaban ya alrededor de 200 millones de libras esterlinas. Sin embargo, Sin embargo, la participación imperial en nuevas emisiones aumentó del
en la segonda mitad del siglo hubo tres grandes oleadas de exportación de 35 por 100 entre 1870 y 1889 hasta el 43 por 100 entre 1890 y 1914. Por
capital. Entre 1861 y [872, la inversión neta en el extranjero aumentó consiguiente, se puede decir que el nivel ascendente de las inversiones-bri-
del 1,4 por 100 del PNB al 7,7 por 100, antes de caer hasta el 0,8 por tánicas en el extranjero fue un producto económicamente irracional del
100 en 1877. A partir de entonces aumentó de una manera más o menos imperialismo -un caso en el que el capital marchaba detrás de la bande-
continua hasta el 7,3 por 100 en 1890, antes de caer de nuevo por debajo. ra en vez de ir buscando rendimientos máximos. Por o~r.:!- parte, las po-
del 1 por 100 en 1901. Eri un tercer ascenso, la inversión en el extranje- sesiones imperiales· no eran el destino principal del conjunto de las in-
ro subió a un máximo de 9,1 por 100 en 1913 -un niv¡l que no se supe- versiones británicas: durante el período comprendido entre 1865 y 1914,
ró posteriormente hasta la década de 1990. La importancia económica de solamente alrededor del 25 por 100 de las inversiones fue a parar dentro
este proceso es a menudo objeto de malentendidos por parte de historia- del imperio, mientras que el 30 por 100 iba a la propia economía británi-
dores que consideran la exportación de capital en cierto sentido como ca y el 45 por 100 a economías extranjeras.
una sangría de la economía de las Islas Británicas. Aunque existió una cla- Una de las condiciones previas que resultaron vitales pamestos altos ni-
ra relación inversa entre el ciclo de las inversiones exteriores y el de la veles de exportación de capital fue la relativa estabilidad del sistema mo-
inversión nacional fija, el rendimiento obtenido por las inversiones exte- netario internacional. Como muestra la tabla 3.5, se cae en una simplifi-
riores no hizo más que igualar la exportación de nuevo capital, en la mis- cación excesiva cuando se considera el siglo diecinueve como la era del
ma medida en que (cuando se unía a la renta generada por los ingresos patrón oro. En 1868, sólo Gran Bretaña y un país que dependía de ella
«invisibles») invariablemente excedía el déficit comercial. En la década de económicamente, Portugal, estaban dentro del patrón oro, en el sentido
1890, las inversiones netas en el exterior ascendían al 3,3 por 100 del PNB, técnico de que sólo el oro estaba considerado como metal de reserva por
en comparación con el 5,6 por 100 de los ingresos netos por propiedades el banco emisor de billetes, y dichos billetes de banco eran convertibles en
en el exterior. Las cifras correspondientes de la década siguiente fueron oro a petición de quien los presentaba. Los demás países europeos esta-
5,1 y 5,9 respectivamente. ban o bien en el patrón exclusivo de plata o en un sistema bimetálico ( oro
¿Por qué se comportó de esta manera la economía británica? La mayor y plata). En 1908, sin embargo, la plata había sido desmonetizada de ma-
parte de la inversión exterior se realizó como «cartera de valores)) en vez de nera efectiva en Europa y, aunque algunos países no podían ofrecer una
realizarse <<directamente>> en especie -en otras palabras, se hizo a través convertibilidad plena, en la práctica los tipos de cambio estaban fijados
de las bolsas de valores mediante ventas de bonos y acciones emitidos por en oro. El triunfo del oro se debió en parte a la primacía comercial britá-
LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 137
136 EL SIGLO XIX

da en el ámbito nacional debe estar vinculada automáticamente a la ba-


TABLA 3.5 La implantación del patrón oro, 1868-1908
lanza de pagos mediante la publicación de las reservas bancarias de oro y
País 1868 1908 del tipo de descuento. No obstante, la ventaja fundamental que aportaba
Patrón Convertibilidad Patrón Convertibilidad este sistema era la estabilidad de los precios a medio y a largo plazo. Como
muestra la figura 3.3 (utilizando el ejemplo de Alemania), el periodo 1815-
Reino Unido Oro Sí Oro Sí
Francia Bimetálko Si Oro Sí 1914 estuvo flanqueado por dos períodos de inestabilidad de precios
Bélgica Bimetálico Sí Oro Sí debido a las tensiones fiscales y monetarias causadas por las guerras. No
Suiza Bimetálico Sí Oro Sí obstante, en el siglo transcurrido entre Waterloo y el Mame los precios
Italia Bimetálico No Oro No fueron llamativamente estables. Para ser más precisos, hubo un perio-
Alemania Plata~ Sí Oro SI 1
Holanda Plata SI Oro Sí do de deflación vinculado a la posguerra (1818-1824), luego un periodo de
Dinamarca .Plata Sí Oro Sí fluctuación en torno a una media invariable (con máximos en 1847, 1856
Noruega Plata SI Oro Sí y 1873), a continuación un período deflacionista (1874-1886), para seguir
Suecia Plata Sí Oto Sí luego con un período de estabilidad hasta alrededor de 1896, seguido por
Austria Plata No Oro No
Rusia Bimetá1ico No Oro Sí '
1
una suave inflación hasta 1914.
Greda Bimetálico No Oro Sí b Los economistas siguen discutiendo sobre los costes y los beneficios eco-
1
España Bimetálico No Oro No nómicos derivados de una inflación baja. Un argumento importante a fa-
Portugal Oro' Si Oro No vor es que las expectativas de estabilidad de precios a medio y largo plazo ha-
Rumanía Bimetálico No Oro SI
Imperio Otomano Oro No Patrón de SI cen que los tipos de interés caigan, como se ilustra en la figura 3.4 (que
cambio oro muestra los rendimientos tornando como muestra los bonos en tres poten-
cias europeas importantes). Comparando el siglo diecinueve con el perlo-,
a Excepto Bremen. do posterior a 1914, parecería existir una correlación entre la estabilidad de
b 1910.
e 1854. los precios, los bajos tipos de interés y los niveles altos de inversión.
Sin embargo, es importante resaltar que, a corto plazo, los precios ten-
dlan a fluctuar bastante rápidamente. Además -y esta es una cuestión
nica. También influyó mucho el descubrimiento de oro en California
que ningún índice compuesto puede mostrar- el cambio tecnológico
(1848), Australia (1851), y posteriormente Sudáfrica: sin esto's descubri-
produjo cambios sustanciales en los precios relativos (por ejemplo, la
mientos, la vinculación de las divisas al oro habría producido una defla-
dramática caída del precio de los productos de algodón al comienzo del
ción imposible de superar. El hecho de que la plata se obtuviera en las mi-
período). La figura 3.5 ilustra esta cuestión mostrando cómo fluctuaron
nas en cantidades aún mayores explica la bajada de su precio, lo que
los precios del hierro y de los productos agrícolas no animales en Alema-
también disminuyó su atractivo. El patrón oro fue parte también de una
nia en la época de lo que se llama la Gran Depresión. Esto indica claramen-
tendencia hacia la cooperación internacional: como la Unión Internacio-
te que, después de 1873, el precio del hierro descendió mucho más que el
nal de Telégrafos (1875), la Unión Postal Mundial (1878) y la Oficina
precio de los productos agrícolas, lo que contribuye a explicar por qué los
Central del Tráfico Ferroviario (1890), la transición al oro se debatió en
industriales de la industria pesada deseaban unir fuerzas con los del sec-
conferencias internacionales y el funcionamiento del siste1na se basó en la
tor agrario para apoyar las tarifas proteccionistas.
colaboración entre los más importantes bancos centrales.
Dadas las restricciones a la expansión monetaria inducidas desde lapo-
Posteriormente los historiadores económicos han demostrado que ]a
lítica, las fluctuaciones de los precios proporcionan un testimonio.razona-
práctica del patrón oro no siempre se adecuaba a las reglas del «bullionis-
ble sobre la actividad económica durante la mayor parte del siglo die-
mo»1 -la doctrina británica según la cual la circulac~?~1 de papel mone-
cinueve. Nos recuerdan una cuestión vital en relación con este período
-fácihnente olvidada por los que se dedican a trabajar con cifras acumu-
1
Del inglés bullion = lingote o barra de oro o plata. (N. de la t.)
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LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 141

068]
ladas y valores medios-, a saber, la naturaleza errática del crecimiento.
Por regla general, a los contemporáneos les impactan más las fluctuacio- 1
888] nes de la actividad económica en períodos cortos que las tendencias as-
988! cendentes a largo plazo: dichas fluctuaciones fueron más acusadas en el
siglo diecinueve que en la segunda mitad del siglo veinte, ya que desde
v88I
1945 los gobiernos han puesto un mayor interés y han hecho gala de una
Z88J mayor capacidad para suavizar los ciclos económicos ajustaudo adecuada-
088]
mente las políticas monetarias y fiscales. La idea de poner en práctica una
política para controlar el ciclo económico era auatema para los victoria-
8L8l nos. Está claro que las cifras de Bairoch relativas al PNB sugieren que la va-
9L81 ríación de los índices de crecimiento anuales se hacen cada vez menores a
lo largo del siglo diecinueve, en gran medida debido a la disminución de la
vl81
importancia relativa de la inherentemente volátil producción agricola. No
U81 obstante, las expansiones y quiebras del ciclo económico continuaron
siendo los acontecimientos económicos más importantes en las vidas de
0L81
las personas del siglo diecinueve. Cuando los precios de los activos y de los
8981 productos caían, las empresas reducían drásticamente sus dividendos,
9981 su producción, los salarios de sus empleados y sus plantillas, aplazabau los
pagos a sus acreedores y-si todo lo demás fallaba- iban a la quiebra ( un
1'981
último recurso que entonces, a diferencia de hoy en día, conllevaba un es-
Z981 tigma tan horrible que frecuentemente inducía a los hombres al suicidio).
0981
Al igual que ahora, los puntos focales de la volatilidad económica eran las
bolsas -Londres, París, Viena, Berlín y Nueva York eran las más impor-
8,81 tantes- donde se negociaban los bonos y las acciones emitidos para fi-
9,81 nauciar las sociedades auónimas. La figura 3.6 ilustra los altibajos de los mer-
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~~ v,81 o cados bursátiles británicos, mostrando la secular tendencia al alza que
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tenían los precios de los activos, pero también indica que el mercado esta-
ba sometido a fluctuaciones sustanciales a corto y a medio plazo. Se pro-
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0s8I -·f"" dujeron descensos mensuales de más del 5 por 100 en los precios de las ac-
ciones en 1822, 1825, 1826, 1828, 1836, 1841, 1866 y 1903. La cuestión
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8 fuudamental, que resulta obvia en la gráfica, es que, a pesar de la imagen
"-8ts "·tJíS "'d~ 9,s1 :;! de conjunto del «ciclo» económico, el mercado de valores no fluctuaba de
] J= J; 5 un modo regular y predecible. Para muchos inversores que veían como sus
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o ahorros desaparecían en un derrumbe inesperado de la bolsa, resultaba
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i, tentador atribuir sus movimientos aparentemente aleatorios a la maqui-
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'" nación de siniestros especuladores. Se pueden encontrar vivas descripcio-
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,..¡ nes de los efectos sociales de estas crisis en obras literarias tales como Lit-
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(00! = sl6!) sopold .i"" tle Dorritt de Dickens, The Way We Live Now de Trollope, y L'Argent de
Zola. Sin embargo, por n1uchas críticas que se hicieran sobre el mercado
LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 143

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bursátil, éstas no disuadían a los inversores de volver a dicho mercado cuan-
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do los precios de las acciones mostraban signos de reanudar su larga ten-

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f,681 Las consecuencias sociales, políticas e internacionales de la gran meta- \'.
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.,,._ -- "t'J -,:, .g 0681 pítulos de este libro, No obstante, al llegar a este punto vale la pena pre-
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.:, ...!:l,,Ev 988! guntarse en qué medida estuvieron influenciados el ascenso y la caída
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f,88! de las clases sociales, los partidos políticos y los estados -quizá incluso
..,_,":"' 1 ''' Z88! causados- por los factores económicos. Después de todo, con la posible
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excepción de la teoría de la selección natural de Darwin, ninguna idea de-
cimonónica ha tenido una influencia mayor que el determinismo econó-
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Ol8l Ciertamente se puede argumentar que fue la economía -la necesidad
898! de ganar dinero- lo que configuró las vidas de las personas más que nin-'
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guna otra cosa. Tomando como ejemplo el caso de una ciudad bastante tí-
Z98l pica, Hamburgo en.1907, vemos que el 73 por 100 de todos los hombres
098! de edades comprendidas entre 16 y 60 años tenía empleo, al igual que el
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38 por 100 de todos los hombres de más de 70 años y el 33 por 100 de las
mujeres solteras, En la mayoría de los casos se trataba de trabajo manual:
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ZS8l casi dos tercios de la población trabajadora trabajaba con sus manos, in-
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8f,8! o' cluido el 11 por 100 que estaba formado por servicio doméstico. El hora-

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91>8! oc, rio de trabajo era largo: hasta 82 horas en algunos empleos, Además, la
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mayor parte del dinero ganado de este modo se gastaba en el alquiler de

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OW! pisos en los que las personas vivían apiñadas.y frecuentemente en condi-
81:8! ciones insalubres ( cuando el gran bacteriólogo prusiano Robert Koch
91:8! vio las viviendas de los callejones de la parte vieja de la ciudad en 1892, su
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'B comentario fue: «Se me olvida que estoy en Europa»), Ése era el destino de
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01:81 ~ «las masas». Zola describió de una forma memorable en L'Assommoir
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(1877) cómo encabezaban los trabajadores la cabalgata social que se ini-
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ciaba todos los día a las 6 de la mañana en el Boulevard de la Chapelle,
cerca de la Gare du Nord:
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Se podía distinguir a los cerrajeros por sus monos azules, a los albañiles por sus
chaquetas blancas 1 a los pintores por sus chaquetas que dejaban asomar por de-
144 BL SIGLO XIX LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 145

bajo largos delantales. Vista a una cierta distancia, esta multitud parecía una man- en otros países son diversos: la parte de renta que iba al 5 por 100 más
cha de yeso uniformemente anodina, un tono neutro compuesto principalmente rico descendió también en Dinamarca del 37 por 100 (1870) al 30 por
por azul desteñido y gris sucio, De vez en cuando algún trabajador se paraba para 100 (1908), pero en Sajonia se mantuvo sin movimiento en un porcenta-
encender su pipa, mientras los otros seguían andando pesadamente alrededor de je de aproximadamente el 33 por 100, mientras que en Prusia subió del
él sin mostrar jamás una sonrisa) sin hablar ni una palabra con algún compañero, 28 por 100 (1873-1875) al 31 por 100 (1911-1913). Por otra parte, en el
caras pálidas vueltas todas ellas hacia París, que las iba tragando de una en una... caso de Alet.nania, considerando todos los estados en conjunto, la pro-
porción de la renta nacional atribuible a los salarios subió del 47 por 100
Sin embargo a las 8 de la mañana el escenario había cambiado: en la década de 1870 al 53 por 100 en 1910-1914. Esto parece coherente
con otros datos de descenso en los beneficios del capital, estabilidad en
Después de los trabajadores varones llegaban las chicas que se dirigían al trabajo los arrendamientos y salarios reales en ascenso. En otras palabras, si la
-pulidoras, modistas, floristas- encogidas dentro de sus delgadas ropas, ta-
industrialización condnjo a un aumento de la desigualdad en la primera
coneando a lo largo de los bulevares de las afueras en grupos de tres o cuatro,
mitad del período 1815-1914, este aumento parece haber sido «corregi-
charlando unas con otras y riendo· tontamente, lanzando miradas penetrantes a
su alrededor... A continuación pasaban los empleados de hts oficinas, soplando do» posteriormente. Una parte no muy importante de esta corrección se
sus dedos y masticando sus paneciHos de un penique mientras caminaban; jóve- puede atribuir a la redistribución de los impuestos (la causa principal de
nes delgados embutidos en trajes de una talla menor que la suya ... o viejecillos de nivelación de rentas en el período posterior a 1914). El capitalismo, a pe-
andares tambaleantes y rostros cansados y pálidos de pasar largas horas en sus es- sar de Marx, era capaz de redistribuir la renta aumentando los ingresos
critorios, mirando sus relojes para ajustar su velocidad y ganar un segundo o dos. en todo el espectro social y dando a más personas la posibilidad de aho-
Y finalmente ... los ricos de la localidad... paseando al sol. rrar y acumular riqueza.
Las implicaciones políticas del cambio económico también adquieren
A los que eran ricos de verdad -como la familia que había financiado la cada vez más importancia en la historiografía moderna. Una cuestión
construcción de la Gare du Nord, los Rothschild- rara vez se les habría fundamental sigue siendo la que plantearon muchos radicales como con-
visto en un barrio así. La pregunta de siempre sigue repitiéndose: ¡cómo secuencia de las decepciones sufridas en el período 1849-1852: ¡Por qué
pudo sobrevivir una sociedad tan desigual? ¡Por qué no sucumbió mucho prefería la burguesía los regímenes autoritarios y aristocráticos en vez de
antes de la gran crisis de 1917-1918 a las revoluciones prometidas por los movimientos de trabajadores y artesanos con los que podrían (en teo-
Marx? ría) haber hecho causa común? Ahora bien, esta pregunta subestima el
Una respuesta estrictamente económica a esta cue:stión es que, debido conflicto fundamental que parecía existir entre liberalismo y democracia:
a un cierto número de medidas, el incremento sostenido de la desigual- para la mayoría de los liberales, era un axioma que el liberalismo depen-
dad predicho por Marx no se produjo. Sin embargo, ciertamente Adeli- día del hecho de restringir la representación política a aquellos que po-
ne Daumard calculó que en París, mientras en 1820 los comerciantes, in- seían «propiedades» y «educación» ( es decir, los que estaban por encima
dustriales, propietarios y rentistas poseían el 53 por 100 de toda la de un cierto umbral de ingresos). Estas cualificaciones para el derecho al
riqueza, en 1911 las cifras correspondientes eran el 81 por 100. Linderty voto fueron uno de los modos más visibles en los que coincidían la polí-
Williamson también llegaron a la conclusión de que la distribución de la tica y la economía durante este período. Nadie pensó más cínicamente
renta en Inglaterra y en Gales se volvió más desigual entre 1801-1803 y sobre estas cuestiones que Bismarck (él mismo había estudiado historia
1867, siendo la situación tal que el 5 o el 10 por 100 que era más rico se económica en su juventud), quien razonaba de la siguiente manera: «La
beneficiaba a expensas de los qne estaban en una posición intermedia. burguesía siempre ha sido la encargada de controlar la revolución, mien-
No obstante, parece ser que esta tendencia probablemente se invirtió en- tras que por debajo de la línea de los tres táleros nueve décimos de lapo-
tre 1867 y 1913. Según unos cálculos, la proporción de la renta total que blación son conservadores». Fue por esta razón por lo que instauró el
iba a las manos del 5 por 100 que ganaba más dinero descendió desde el sufragio universal masculino para el parlamento alemán -uno de los
48 por 100 en 1880 hasta el 43 por 100 en 1913. Los datos de lo sucedido grandes errores de cálculo político de los tiempos modernos. Bismarck

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EL SIGLO XIX·
LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 147

estuvo, sin embargo, más cerca de acertar cuando declaró en 1878: «El historiador alemán Eckart Kehr, que tanta influencia póstuma ha tenido,
predominio de los temas económicos en los asuntos internos está hacien- la explicación de la decisión, en última instancia suicida, de la Alemania
do un progreso inexorable ... Los partidos emergen como comunidades de imperial de mantener una guerra en dos frentes se basaba en el d~seo de
intereses claramente definidos con los que se podría contar y pondrían en los terratenientes prusianos de que hubiera tarifas arancelarias, lo que
práctica políticas de dar a cambio de recibir». El problema fue que las po- creaba un antagonismo con Rusia; también en el deseo de los industriales
líticas adoptadas por sus sucesores para forjar un bloque parlamentario de la industria pesada de que hubiera fuerzas navales, lo que creaba un an-
de conservadores agrarios, liberales del mundo de los nego<;ios, y (a veces) tagonismo con Gran Bretaña; y su deseo combinado de combatir el avance
católicoS campesinos creaban presiones contraproducentes~ imprevistas. de los socialdemócratas mediante una estrategia de «in1perialismo so-
La combinación de las tarifas arancelarias aplicadas a los cereales -el cial», que creaba un antagonismo con los dos países anteriormente citados.
«pan caro»- y un gasto cada vez mayor en la flota de guerra y el ejército La debilidad de estos argumentos radica en que simplifican excesiva-
-«militarismo»- preparó el camino para el triunfo electoral de los so- mente la relación entre la economía y el poder internacional. En primer
cialdemócratas en 1912. lugar, producción industrial no equivale directamente a poder -en otro
Por supuesto, el hecho de que se desencadenara la Primera Guerra caso, Sajonia y Bélgica habrían sido grandes potencias en 1860. Los altos
Mundial sigue siendo la prueba más clara de que el sistema capitalista niveles de exportación de capital eran igualmente importantes a la hora
-como Marx y Dubslav von Stechlin habían profetizado- estaba con- de dar a un país influencia diplomática: si no hay superávit en la balanza de
denad.o a terminar en una Generalweltanbrennung. Una teoría moderna pagos, no hay imperio. En segundo lugar, para traducir el aumento de pro-
relaciona el conflicto internacional que estalló en 1914 con las tendencias ducción de hierro colado en capacidad militar efectiva era necesario tener
económicas a largo plazo, sugiriendo que los índices diferenciales de cre- un sistema político capaz tanto de elevar la recaudación de impuestos a
cimiento industrial socavaron la estabilidad del «equilibrio de poderes». medida que se producía el crecimiento, como de priorizar el gasto militar.
La tabla 3.6 muestra el cambiante equilibrio industrial de poderes duran- En tercer lugar, 3.lgo que veían claramente muchos contemporáneos: era
te el siglo diecinueve. Está claro que el mayor cambio que se produjo en casi imposible conseguir lo anterior sin que aumentara la tensión en la
Europa fue la ascensión de Alemania a una posición inferior a la de Gran política interna, ya que los conflictos relacionados con la distribución de
Bretaña pero no muy alejada de ella. Esto les ha sugerido a algunos histo- la renta se ponían en marcha cuando aumentaban los presupuestos de de-
riadores la idea de un «ascenso del antagonismo anglo-germánico» casi fensa -precisamente lo contrario de lo que se suponía que iba a conse-
inevitable, que alcanzó su punto culminante en 1914 con el «intento ale- guir el «imperialismo social».
mán de conseguir el poder mundial». Estos argumentos se han visto refor- La tabla 3.7 muestra las estimaciones del gasto de defensa expresadas
zados por otra idea económicamente determinista: que la agresiva política como porcentaje de PNB en 1913 para las cinco potencias europeas im-
extranjera de Alemania fue resultado del conflicto social interno. Según el portantes -unos datos muy adecuados para medir hasta qué punto un
país estaba comprometido militarmente. Estas cifras hacen dudar con res-
TABLA 3.6 Participaciones relativas en la producción industrial mundial(%)
TABLA 3.7 Gasto de defensa expresado como porcentaje
1800 1860 1900 del PNB, 1913
Europa 28,1 53,2 62,0 País %
Reino Unido 4,3 19,9 18,5
Alemania 3,5 4,9 13,2 Gran Bretaña 3,1
Rusia 5,6 7,0 8,8 Francia 3,9
Francia 4,2 7,9 6,8 Rusia 4,6
Imperio Habsburgo 3,2 4,2 4,7 Alemania 3,5
Italia 2,5 2)5 2,5 Austria 2,8
EL SIGLO XIX LA ECONOMÍA EUROPEA, 1815-1914 149

pecto a la idea de que Alemania era en cierto modo un Estado más «mili- macia. De hecho, el capitalismo sorprendió a 1~ mayoría de los contem-
tarista» que Francia o Rusia. Aunque Alemania tenía ciertamente una cul- poráneos por permitirles luchar durante más tiempo y con más intensi-
tura fuertemente militarista y amplios recursos económicos, el Reích era dad de la que se había juzgado posible. Y cuando las tensiones econó-
en última instancia incapaz de mantener su posición en la carrera arma- micas demostraron ser excesivas para algunos contendientes, sucedió que
mentística naval y terrestre debido a las restricciones políticas impuestas sólo en el país menos industrializado -Rusia- fue derrocado el capita-
por su sistema federal y su parlamento o Reichstag democrático. Las res- lismo.
tricciones fiscales eran aún más severas en Austria-Hungría, el único alia- En su opúsculo Las consecuencias económicas de la paz (1919), John
do fiable de Alemania, en parte por la dificultad de consegui~ que los hún- Maynard Keynes lanza una mirada retrospectiva hacia el mundo anterior
garos contribuyeran al presupuesto militar común. En comparación, Gran a la guerra con una mezcla de nostalgia e ironía, pero también con su ha-
Bretaña gastaba en defensa un porcentaje del PNB sólo proporcional- bitual perspicacia:
mente mayor que el de Austria-Hungría y bastante menor que el de Ale-
mania, pero era capaz de gobernar un vasto imperio, que creció desde casi ¡Qué extraordinario episodio en el progreso económico humano fue aquella épo-
25 millones de kilómetros cuadrados en 1860 hasta casi 33 millones en ca que llegó a su fin en agosto de 1914! Si bien es cierto que la mayor parte de la
población trabajaba duramente y vivía con un bajo nivel de bienestar, estaban, sin
1909. Alrededor de 444 millones de personas se encontraban bajo alguna
embargo, segúri todas las apariencias, razonablemente satisfechos con su suerte.
forma de gobierno británico en vísperas de la Primera Guerra Mundial;
No obstante, era posible para cualquier hombre, siempre y cuando su capacidad
sin embargo, el coste de dirigir este enorme imperio era llamativamente o carácter superara la media, escapar hacia las clases medias o altas, a las cuales la
bajo. También Rusia controlaba un territorio mucho mayor que el de las vida les ofreda, a bajo coste Y..con un míµ.imo de molestias, unas_ ventajas, como-
potencias centrales y podía movilizar un ejército sustancialmente más nu- didades y cosas agradables que habrían estado más allá del alcance de los más ri-
meroso, aunque peor equipado. Esto pone de manifiesto la habilidad del cos y poderosos monarcas de otras épocas. Un habitante de Londres podía encar-
altamente centralizado Estado ruso para aumentar el gasto de defensa con gar por teléfono, mientras so_rbía su té matinal en la cania, los distintos productos
el fin de obtener todas las ventajas que le podía ofrecer el rápido crecimien- de todo el planeta en las cantidades que consiclerara oportunas.y esperar que s~
to económico de las dos últimas décadas anteriores a 1914. Es fácil ver por los eiltregaÍ-ari en un plazo razonable a la puerta de su casa; al mismo tiempo y a
qué el canciller alemán Theobald von Bethmann Hollweg estaba tan preo- través también del teléfono, podía arriesgar su fortuna invirtiendo en recursos
cupado al respecto. «El futuro pertenece a Rusia», le dijo a su secretario en naturales y nuevas empresas de cualquier parte del mundo, participando así, sin
excesivo esfuerzo e incluso sin problemas, en los futuros rendimientos y ventajas de
1914. «Crece y crece, y está pendiendo sobre nosotros de forma cada vez
tales inversiones ... Los proyectos y la política del imperialismo y el militarismo,
más pesada, como en un mal sueño ... Las demandas de Rusia por crecer y
de los conflictos raciales y culturales, de los monopolios, las restricciones y las ex-
su enorme poder para avanzar en pocos años será imposible de rechazar, clusiones, que iban a ser la serpiente de este paraíso, eran poco más importantes
especialmente si persiste la actual constelación europea.» Éste era el argu- que los pasatiempos· que este ciudadano podía encontrar en su prensa diaria ...
mento que se utilizaba con mayor frecuencia en Berlín en 1914 para justi-
ficar un ataque preventivo contra Rusia y su potencia aliada, Francia. El Como reconocía Keynes, la Europa del siglo diecinueve estaba lejos de ser
peligro para Rusia era que la creciente imposición fiscal se financiaba, de un Edén para la mayoría de sus habitantes. Sin embargo, a la hora de des-
una manera abrumadoramente mayoritaria, mediante los impuestos que cribir su fertilidad económica sin precedentes, las imágenes del Génesis
gravaban el consumo (de los cuales el más importante era claramente el son más adecuadas que las de El ocaso de los dioses.
impuesto que se aplicaba al vodka). Su regresivo sistema fiscal demostró
ser menos resistente en tiempo de guerra que los sistemas más progresivos
de los demás contendientes.
Sin embargo, el tema importante es que la guerra no fue el cumpli-
miento de las profecías de miseria con las que empezaba este capítulo. Fue
causada, no por una crisis del capitalismo, sino por una crisis de la diplo-
4
LA CULTURA 151

nar una idea o una institución únicas en torno a las cuales se pudieran or-
denar los logros culturales de este siglo. No existe un equivalente cultural
del ferrocarril, la invención decimonónica por excelencia que transformó

La cultura prácticamente todos los aspectos de la vida, desde el modo en que las per-
sonas concebían el tiempo, hasta la manera de emprender una guerra.
Tampoco podemos encontrar una serie de innovaciones culturales com-
parables con el redescubrimiento de Aristóteles en el siglo doce o con las
James J. Sheehan revoluciones científicas del diecisiete. La mayoría de los conceptos princi-
pales del siglo diecinueve sobre naturaleza, historia y sociedad se habían
formulado anteriormente. La mayoría de las instituciones culturales ca-
racterísticas del siglo diecinueve tenían en los siglos diecisiete y dieciocho
unos precedentes que ya las determinaban, mientras que la invención del
La cultura moderna cine, de la grabación de sonido y de la radiodifusión, que transformarían fi-
nalmente las bases institucionales de la cultura, pertenecen sin excepcio-
La cultura moderna, según escribió Nietzsche en 1873, «no es en absolu- nes al siglo veinte más que al diecinueve.
to una cultura real, sino sólo una especie de copocimiento de la cultura ... No obstante, a pesar de las opiniones en contra de contemporáneos
únicamente llenándonos y saturándonos a nosotros mismos con otras como Nietzsche, el siglo diecinueve sí que tiene un carácter distintivo, que
épocas, costumbres, artes, filosofías, religiones y con conocimientos aje- no procede de una sola innovación, sino de la manera en que se combi-
nos, nos convertimos en algo que valga la pena, a saber, unas enciclope- naron y desarrollaron toda una diversidad de ideas, todas ellas con raíces
dias andantes ... ». Un sorprendente número de contemporáneos de en los siglos diecisiete y dieciocho. En nuestro breve resumen de la cultu-
Nietzsche compartían su opinión de que el siglo diecinueve·carecía de la ra de este siglo, examinaren1os cuatro- conjuntos de-ideas de este tipo: la
integridad cultural de épocas anteriores, y por consiguiente debía com- crisis intelectual creada por un aparente declive de la fe religiosa, el surgi-
pensar su vaciedad con erudición, recogida de elementos culturales ya miento de la ciencia, la especial importancia del pensamiento histórico,
existentes e imitación. Matthew Arnold lamentaba que el siglo no tuviera y la ambición generalizada de crear sistemas de pensamiento y conocimien-
aquellas apasionadas visiones que impulsaron a los hombres en el pasado: to. En la sección final, dedicaremos una mirada retrospectiva a los temas
somos, escribió en el Scholar Gypsy de 1853, «unos seres que creen super- fundamentales del siglo diecinueve desde el punto de vista de sus críticos
ficialmente y a medias en sus propios credos informales». También habí- modernos. Pero, antes de cenÚarnos en las ideas propiamente dichas, de-
an desaparecido las fuentes de creatividad ártística que inspiraron al . bemos decir unas pocas palabras sobre su marco institucional.
mundo antiguo y al renacimiento. «Pintamos cualquier cosa», decía Frie-
drich Theodor Vischer. «Pintamos dioses y madonas, héroes y campesi-
nos; hacemos pinturas clásicas, bizantinas y góticas ... El único estilo que
no tenemos es el nuestro propio.» Muchos creían que la raíz del proble- Instituciones
ma estaba en que el siglo no había encontrado aún una idea unificadora,
una identidad compartida a partir de la cual las personas pudieran ad- Uno de los legados más duraderos del siglo diecinueve es la imagen del
quirir conciencia de su destino común. Muchos intelectuales del siglo artista o el intelectual alienado, que vivía una vida solitaria_y de pobreza:
diecinueve est_aban comprometidos en la búsqueda de dicha idea, quepo- en los límites marginales de la sociedad y moría antes de que su talento
dría dar a su cultura un significado espiritual y una realización estética. pudiera ser reconocido. Incluso hoy, a menudo asociamos creatividad y
Es fácil estar de acuerdo con aquellos que insistían en el carácter dis- alienación, suponiendo que aquellos que se encuentran en los márgenes
perso y dividido de la cultura del siglo diecinueve. No podemos determi- de la sociedad pueden realmente ver más claro, pero deben pagar un pre-
152 EL SIGLO XIX
LA CULTURA 153

cio por esa visión más aguda. En el siglo diecinueve, a decir verdad, se die-
tante-- compraban partituras para su propio uso. Para este nuevo público
ron algunos ejemplos relevantes de esta desgraciada circunstancia -ar- 1
se escribieron las obras que asociamos con los músicos más importantes 1
tistas como van Gogh, filósofos como Nietzsche, escritores como Dos-
del siglo diecinueve: potentes sinfonías y óperas grandiosas qu~ podían
toievski- pero este estereotipo es equívoco por al menos dos razones. En
mantener la atención de amplias audiencias en las nuevas y espac10sas sa- 11
primer lugar, la mayoría de las figuras culturales punteras del siglo dieci- 11
las de conciertos, piezas complicadas con las que intérpretes célebres como 1'
nueve llevaban una vida muy confortable y gozaban de la admiración de
Chopin o Paganini podían hacer gala de su viJ:tuosismo, así como las can- 1
sus contemporáneos; algunos se hicieron ricos con su trabaj9 y disfruta-
ciones y obras para piano con las cuales generaciones enteras de aficiona-
ron de lo que en aquellos tiempos sencillos se consideraba como celebri-
dos podían adquirir aquellas habilidades musicales, tan apredadas en la so- 1
dad. En segundo lugar, y es lo más importante, la imagen del genio aisla-
ciedad de la clase media. 1
do nos desvía de la institucionalización intensa y amplia que es una de las
Podemos seguir el desarrollo de esta nueva cultura l)lusical viendo 1
características más sobresalientes de la cultura del siglo diecinueve. Sin
las salas de conciertos y los teatros de la ópera que se construyeron por 1
tener en cuenta el modo diverso en que se desarrolló toda una serie de ins-
toda Europa a finales del siglo dieciocho y durante el siglo diecinueve.
tituciones -teafros, museos de artes plásticas, distintas ramas de la eru- 1
Por ejemplo, en 1742 Federico el Grande de Prusia construyó un teatro
dición, empresas editoriales, y muchas más- no podemos comprender ni
de la ópera en Berlín que servía tanto para la corte como para el públ'.co
la forma ni el contenido de los logros culturales de aquel siglo.
en general: la entrada era gratuita, pero sólo se podía entrar con una in-
Consideremos, por ejemplo, la cambiante base institucional de la com-
vitación. Cuando se remodeló el edificio, en 1789, los palcos fueron sus-
posición y la interpretación musical. Hasta el siglo dieciocho, la creación mu-
tituidos por tribunas, para las cuales podía comprar entradas cualquie~a
sical se llevaba a cabo habitualmente en las cortes principescas, las iglesias
que tuviera medios económicos suficientes. El Neues Schauspielhaus di-
o las comunidades locales. La mayoría de los músicos vivían de la generosi-
señado por Karl Friedrich Schinkel, que se inauguró ,co~ el estreno _de
dad de mecenas, como el príncipe Esterhazy en el caso de Haydn, o tra-
Der Freischütz de Car! Maria von Weber en 1821, no tema vmculos de nm-
bajaban contrat¡_dos por una iglesia, como varios miembros de la familia
guna clase con la corte, sino que, más bien, ponía de inanifie,sto el lugar
Bach, o iban de pueblo en pueblo formando parte de algún grupo de artis- que habían conquistado las artes dramáticas dentro de la cultura po-
tas ambulantes. La música que hacían estaba concebida para estos escenarios: pular. Otros tipos similares de edificios marcaron el papel que desempe-
óperas que podían ser interpretadas para y, a menudo, por los miembros
ñaba el público en otros aspectos de la vida cultural. Los museos de artes
de la corte, música de cámara destinada a adornar reuniones aristocráti-
plásticas, por ejemplo, datan de mediados d~l _siglo diecioch~, cua_nd_o
cas, himnos y obras corales para acompañar las ceremonias religiosas, y lo
los príncipes abrieron sus colecciones a los v1S1tantes. En el_ siglo dieci-
que fuera necesario para anhnar una boda r1;1ral o una fiesta comunal. Ha-
nueve, los gobiernos de todos los países empezaron a constrmr esas gran-
cia finales del siglo dieciocho, el escenario institucional de la música euro-
des casas para los tesoros del arte que aún do.minan nuestro p_anorama
pea empezó a cambiar. Beethoven, nacido en 1770, personificó esta transi- cultural: el Al tes Museum de Schinkel en Berlín (1830), la Alte Pinakothek
ción: durante la primera mitad de su carrera dependió de mecenas tales
de Klenze en Munich ( 1836), y el British Museum de Sir Robert Smirke
como el príncipe Lobkowitz, que pagó por la primera interpretación de la en Londres (1847). A finales del siglo diecinueve, prácticamente todas
Sinfonía Heroica en 1803; pero Beethoven se fue convirtiendo cada vez las ciudades importantes de Europa tenían un teatro de la ópera, una sala
más en una figura pública que destinaba su obra a una audiencia mayor.
de conciertos y al 1nenos un n1useo.
Desde luego, el mecenazgo siguió siendo importante, como pone de ma-
Estos edificios fueron lugares públicos, de un modo en que no lo habían
nifiesto la relación de Richard Wagner con el rey Luis II de Baviera, pero
sido anteriormente ninguna corte y ninguna comunidad tradicional. Al
cada vez más compositores e intérpretes confiaban en el apoyo de las per- menos en teoría, eran accesibles para cualquiera, abrían sus puertas siguien-
sonas que compraban entradas para oír sus obras, formaban sociedades
do un horario regular, y generalmente se mantenían con el dinero público.
que patrocinaban actuaciones musicales, pagaban impuestos con los que
Incluso en los casos en que los museos y las salas de conciertos guardaban
se mantenían las orquestas 1nunicipales, y -lo que no es rnenos impor-
algún vínculo con un mecenas real, su admisión de visitantes o su audiencia
154 EL S]GLO XIX LA CULTURA 155

no estaban restringidas y tenían unos fines definidos socialmente; se trata-


ba de galerías y teatros nacionales, que eran expresión del compromiso de Secularización
las naciones con los valores culturales y las posibilidades pedagógicas. Sin
embargo, aunque el acceso a estas instituciones era público, se suponía Durante la mayor parte de su historia, la cultura europea fue inseparable
que las experiencias que ofrecían eran privadas: un concierto o una ópe- de las instituciones religiosas y los valores que éstas fomentaban; pero
ra eran oídos en silencio, con una única respuesta en un momento deter- está claro que, después del siglo dieciocho, éste ya no era el caso. En el si-
minado consistente en un aplauso convencional; de manera 1similar, el vi- glo diecinueve, la vida intelectual parecía estar dominada por la histo-
sitante ~minaba silencioso por el n1useo, percibiendo en su aislamiento ria, la eéonomía, la sociología y las ciencias naturales, pero no por la teo-
las obras de arte. Esta dimensión privada de la cultura pública suponía logía, y ni siquiera por la filosofía de inspiración teológica. Los encargos
también una diferencia con el Antiguo Régimen, donde el arte y la música in;iportantes que recibían los arquitectos ya no eran iglesias, ni monu-
acompañaban la interacción social en la corte, las congregaciones religio- mentos religiosos, sino museos, bibliotecas y otros edificios públicos. Era
sas y las festividades populares. Afirmando la cultura como una fuente de en las sinfonías y las sonatas, no en la música de iglesia, donde utilizaban
superación, tanto para la sociedad como para el individuo, las salas de su talento los mejores compositores. En resumen, la cultura que conside-
conciertos y los museos prestaban un servicio siendo lo que el historiador ramos propia del siglo diecinueve fue predominantemente profana, basa-
de la música Carl Dahlhaus llama~a «instituciones representativas», es de- da en valores profanos y dirigida hacia objetivos profanos. Para muchos
cir, modos de organizar a las personas y el espacio que reflejaban las nor- artistas e intelectuales europeos, el mundo había sido -según la conoci-
mas y los ideales fundamentales de aquel siglo. da descripción de Mri Weber- entzaubert, es decir, desencantado, vacia-
La cultura del siglo diecinueve intentaba ser universal, estar 'al alcance do de sus rituales sagrados y sus significados sobrenaturales. En «Dover
de todos y tener relevancia para cada individuo. Fueron suprimiéndo- Beach», escrito en 1851, Matthew Arnold describe el desencantamiento
se gradualmente las restricciones legales relativas a quién podía comprar del mundo con esta impactante metáfora: .,
un libro, visitar un museo o escuchar un conderto. La libertad de prensa,
aunque todavía estaba severamente limitada en algunos Estados, fue sin El mar de la Fe
estuvo en otros tiempos, también, rebosante, y ceñido
embargo un ideal reivindicado por las personas ilustradas en todos los
alrededor de la costa terrestre como los pliegues de una brillante faja.
países. La enseñanza pública, a pesar de las deficiencias que pudiera tener
pero ahora sólo oigo
en la práctica, era el objetivo de todos los gobiernos del continente. No su largo y melancólico bramido que retrocede,
obstante, mientras la cultura pública aspiraba a la universalidad, se veía retirándose con el soplo
restringida de una manera efectiva a aquellos que tenían los recursos ne- del viento nocturno, bajando hacia las vastas orillas monótonas
cesarios para entenderla y disfrutarla -el dinero para pagar entradas de y las desnudas playas de guijarros del mundo..
teatro, la formación requerida para apreciar las obras de arte expuestas en
un museo, los conocimientos que presuponían los novelistas y los inte- Aunque es cierto que este reflujo de la fe religiosa se aceleró después de
lectuales serios-. Por consiguiente, la promesa de universalidad estuvo 1800, sería un error equiparar la secularización de la cultura de alto nivel
siempre marcada por limitaciones prácticas que, a su modo, creaban con la desaparición de la religión de la vida social, política o cultural. En
unas diferencias culturales no n1enos importantes que las divisiones esta- primer lugar, e1 declive general de la religión fue relativo, no absoluto. La
blecidas por la posición social en el Antiguo Régimen. Además, como ve- teología siguió siendo una rama activa del saber; se construyeron más
remos en la próxima sección, la cultura del siglo diecinueve también es- iglesias (casi 5.000 en Inglaterra entre 1800 y 1876); se continuó compo-
tuvo dividida por conflictos relativos a cuestiones teológicas y prácticas niendo música religiosa. Además, hay una amplia evidencia de que los
religiosas, que a la mayoría de los europeos de cualquier estrato social compromisos con la religión continuaron desempeñando un papel im-
les habían proporcionado con anterioridad un vocabulario común de portante en la vida pública y privada de la mayoría de las personas. Des-
símbolos, rituales y creencias. de luego, la intensidad de la fe variaba considerable~ente entre los eu-
i!!
EL SIGLO XIX LA CULTURA 157

ropeos: era diferente para los protestantes y los católicos, los ricos y los crítica de la religión, decía el joven Karl Marx en 1843, es la base de todas
pobres, los hmnbres y las mujeres, los campesinos y los habitantes de las las críticas. )ohn Stuart Mill, que vivió en un mundo cultural y político
ciudades. En algunas zonas, como las comunidades campesinas de Breta- muy diferente, llegó a una conclusión curiosamente similar: ha sido en el
ña ( cuya religiosidad fue el tema de algunas de las mejores pinturas de campo de batalla por la libertad religiosa «donde se han hecho valer los
Gauguin)~ una intensa piedad tocaba cada aspecto de la vida; en otros lu- derechos del individuo contra la sociedad como amplios principios fun- 1
gares, como en el Limousin, el cristianismo casi había desaparecido. damentales, y donde se ha controvertido abiertamente la pretensión de la
A partir de esta variedad de modos de practicar la religi<:Jn, se genera- sociedad de ejercer su autoridad sobre los disidentes».
ron los conflictos más graves del siglo -entre protestantes y católicos, Sin embargo, mientras muchos intelectuales veían la religión como un
ultramontanos y anticlericales, y entre los que eran liberales y los que mero impedimento anacrónico que obstaculizaba el progreso y la ilustra-
eran conservadores- en cuestiones teológicas. Estos conflictos se convir- . ción, otros reconocían que desencantar el n1undo costaría un alto precio.
tieron en la base de lealtades institucionales y animosidades políticas du- Heinrich Reine, por ejemplo, que no era un poeta famoso precisamente
raderas. Por ejemplo, en Inglaterra, durante la década de 1830, la vida por su religiosidad, añoraba la fuerza de cohesión que se había perdido al
pública estaba absorbida por los debates sobre el monopolio de las cere- declinar el poder cultural del catolicismo. En su reportaje sobre las pintu-
monias de matrimonio por parte de la iglesia anglicana, los derechos de ras expuestas en el Salón de París de 1831, Heine hablaba del contraste
los discrepantes, y la cuestión de si los no conformistas podían asistir a las entre el carácter de las obras contemporáneas y las del renacimiento: las
antiguas universidades. Según el eminente historiador de la Inglaterra prhneras, dijo, eran «como una multitud de huérfanos recogidos aquí y
victoriana, George Kits.on Clark, «probablemente en ningún otro siglo, allá, abandonados a su suerte, y sin relación alguna entre ellos». Las del
salvo el diecisiete y quizá el doce, ocuparon las demandas de la religión un renacimiento, en cambio, «han obtenido su alin1ento del pecho de una gran
espacio tan amplio en la vida de la nación, o consiguieron ejercer tanto po- madre común ... y, como los miembros de una gran familia, viven juntas
der los hombres que hablaban en nombre de la religión». Algo muy pare- en paz y armonía, y hablan el mismo lenguaje, aunque puede que no di-
cido se podría decir sobre muchas otras naciones europeas que también tu- gan las'.'.mismas palábras~>. Veinte años más taf,fie, el 'poema «In Memo-
vieron que hacer frente a las demandas contrapuestas de los defensores y riam» de Alfred Lord Tennyson planteaba la siguiente pregunta:
los detractores de la religión. Por lo tanto, la aparente secularización de la
cultura de alto nivel no destruyó la religión, pero sí la transformó, con- ¿Es tal la disputa entre Dios y la Naturaleza,
virtiendo en un problema lo que antes había sido una característica acep- Como para que ésta haya llegado a producir sueños tan horribles?
tada de la vida cultural: la religión se convirtió en algo que había que Tan cuidadosa como parece con la especie,
) Tan descuidada con la vida individual.
analizar, explicar, defender o atacar, y-al menos para algunos intelec-
tuales- algo que tendría que ser sustituido por una fe más en consonanw
cia con la época. Lejos de desaparecer, en el siglo diecinueve la religión fue El poeta apela a la conVicción de que «ninguna 'vida puede acabarse más
una cuestión de la mayor importancia y, de hecho, para muchos intelec- allá de la tumba», aunque él no puede hacer más que «tender las débiles
tuales llegó a ser casi una obsesión. manos de la fe y andar a tientas ... Y confiar vagamente en una mayor es-
Por ejemplo, para los intelectuales alemanes de ideas radicales que se peranza». Incluso Friedrich Nietzsche, que nunca dudaba en expresar su
habían reunido en Berlín en la década de 1830, los problemas teológicos desdén por la religión, fue consciente del abismo cultural que había abier-
eran de la mayor importancia, ya que la reforma religiosa parecía ser el to la muerte de lo divino. En el famoso pasaje en el que el «loco» procla-
primer paso hacia una transformación más amplia de la sociedad. Por ma la «n1uerte de Dios)>> Nietzsche escribe:, «Dios ha muerto. Dios sigue
consiguiente, los conservadores no se equivocaban cuando opinaban que muerto. Y nosotros lo hemos 1natado. ¿Cómo nos consolaremos noso-
libros tales como La vida de Jesús (1835) de David Friedrich Strauss o La tros> los más asesinos de todos los asesinos?». Sí> ¿cómo realmente?
esencia del cristianismo (1841) de Ludwig Feuerbach eran heterodoxos Los intelectuales ten1ían que, tras la pérdida de la fe religiosa, los seres
desde un punto de vista teológico y además políticamente peligrosos. La humanos se quedaran solos en el universo, sometidos a las leyes implaca-

)
158 EL SIGLO XIX LA CULTURA 159

bles de la naturaleza, privados de la esperanza consoladora de la inmorta- como cada uno de los seres humanos, se desarrollaba en tres etapas: la
lidad. El final de la religión también significaba el final del fundamento teológica, en la que el mundo se entendía en términos religiosos y se
en el cual se habían basado tradicionalmente la moralidad individual y el controlaba mediante la magia, la metafísica, en la que dominaba la espe-
compromiso social. Si no había ningún Dios que vigilara a la humanidad, culación filosófica, y, finalmente, la positivista, en la que la ciencia ex-
dispuesto a recompensar a los buenos y castigar a los malos, ¿sería posible perimental se convertía en el fundamento de todo conocimiento y toda (
disfrutar de una vida privada satisfactoria o de un orden público estable? norma. Comte pensaba que, del mismo modo que los individuos pierden
Ésta fue la pregunta que planteó la novelista George Eliot en 1873, cuan- gradualmente sus temores infantiles y sus ilusiones de adolescentes, así
do, en una famosa entrevista con· F. ·vv. H. Myers, declaraba que, aunque la también la humanidad estaba a punto de entrar en una era de madurez
existencia de Dios había llegado a ser «inconcebible» y la posibilidad de cultural. A medida que él mismo iba entrando en una edad avanzada, los
la inmortalidad «increíble», la necesidad de mantener la idea del deber no esfuerzos de Comte por crear una cultura basada en la ciencia se hicie-
era menos «perentoria y absoluta». Como una sibila solemne y pesim_ista ron más intensos y excéntricos, su culto a la humanidad se volvía cada vez
-recordaba Myers, refiriéndose a George Eliot- «ella retiró uno a uno) po- más místico y arcano, y su positivismo más y más parecido a una religión
niéndolos fuera de mi alcance, los dos rollos de pergamino de las prome- sin Dios. Pero, incluso después de que La imitación de Cristo de Thomas (
sas, y me dejó sólo el tercero, aterrador, con los destinos inevitables». Kempis se convirtiera en el libro favorito de Comte, el apóstol del posi-
Nietzsche creía que los tres conceptos surgían y desaparecían juntos. tivismo nunca abandonó su fe en la ciencia como fuente de salvación
Pensaba que el deber del filósofo .era encontrar la fuerza necesaria para vi- profana.
vir sin Dios, aceptando el dominio del azar y la certidumbre del ol- En la práctica, la ciencia y la religión a menudo coexisten; varios de los
vido. El filósofo tendría que ser lo suficientemente fuerte como para re- científicos más importantes del siglo diecinueve conservaron sus conviccio-
chazar tanto la moral como la teología cristianas. Sólo las «mujercitas nes religiosas ortodoxas> y muchas personas piadosas podían aceptar> ge-
moralistas», como George Eliot, creían que sería posible tener lo uno sin neralmente sin dificultad> la importancia del coqocimiento científico. Sin (
lo otro, dando así otro ejemplo de lo que Nietzsche consideraba como la embargo, en el ámbito del debate público, la ciencia y la religión parecían (
tendencia inglesa a compensar cada pequeño logro en el camino de la eman- frecuentemente enemigos irreconciliables, condenándose mutuamente
(
cipación teológica con alguna afirmación de fanatismo moral. Pero, de como fuente ele errores filosóficos y derrumbamientos morales. El Papa
hecho, pocos intelectuales del siglo diecinueve estaban dispuestos a ser Pío IX, por ejemplo, dio a las falsas pretensiones de verdad de la ciencia
tan implacablemente coherentes como Nietzsche. La mayoría de ellos pen- un lugar prominente entre las ideas equivocadas que aparecían como con-
saban que podía existir algo profano que sustituyera a la religión, una denadas en su Syllabus errorum de 1864; el Error Número 13 era la creencia
fuente alternativa de consuelo y orden, otro modo de comprender y do- de que «los métodos y principios mediante los cuales los antiguos docto-
minar la existencia humana. Por consiguiente, buena parte de este ensayo res escolásticos cultivaban la teología no son ya adecuados para las exi- (
estará dedicado a los esfuerzos que se realizaron para hallar algo que sus- gencias de nuestros tiempos y el progreso de laS ciencias». (
tituyera la base religiosa de la sociedad y la cultura. Nadie se adhirió al Error Número 13 con más fervor que T. H. Huxley,
que consideraba que la fe tradicional era simplemente incompatible con
lo que se conocía entonces sobre el mundo natural. «Teólogos extingui-
dos»> exclamaba Huxley, «yacen junto a la cuna de cualquier ciencia re- (
La ciencia cién nacida como las serpientes estranguladas junto a la de Hércules.»
Tenía confianza en que, como Hércules, personificación mitológica de la
Para muchos intelectuales del siglo diecinueve el candidato más adecua- fuerza heroica, la ciéncia crecería para realizar hazañas frente a las cuales (
do para ocupar el lugar de la religión era la ciencia. Auguste Comte dio a el débil poder de la religión no podría prevalecer. Para un librepensador (
esta idea un elaborado fundamento histórico y psicológico cuando, en su ortodoxo como Huxley, la ciencia no sólo limpiaría el mundo de ilusio-
nes religiosas, sino que también aportaría una nueva base para los va- (
Curso de fisolofía positiva ( 1840-1842), afirmó que la historia humana,

(
(
160 EL SIGLO XIX LA CULTURA 161

lores morales. Ni en una creencia infundada en Dios) ni en una vana es- adquirir los valores y los hábitos en los que se basaba la ciencia profesio-
peranza de inmortalidad> sino en las certezas del conocimiento científi- nal. Como instrmnento poderoso, tanto de innovación como de sociali-
co encontrarían los hombres y mujeres modernos un firme fundamento zación, el laboratorio combinaba la investigación y la enseñanza, la acu-
para aquellos valores morales que seguían siendo iudispensables tanto mulación y la divulgación del conocimiento.
para Huxley, como para George Eliot, y prácticamente para todos sus Uno de los primeros laboratorios de investigación de Europa fue el que
contemporáneos. instaló en un cuartel abandonado del ejército justus Liebig, el autor de
No es difícil comprender por qué Huxley puso tanta fe en la ciencia. Su una obra fundamental de química orgánica, innovador de la agricultura
importancia estaba ya reconocida por las personas cultas en toda Europa; y profesor durante mucho tiempo en la Universidad de Giessen. Bajo la
los últimos descubrimientos científicos se publicaban en diarios como el dirección de Liebig, los estudiantes podían trabajar independientemente
Westminster Review o en publicaciones como el Preussische Jahrbücher; las y se les animaba a aprender unos de otros; su única obligación era infor-
familias acudían en masa a los nuevos museos de historia natural; había mar regularmente sobre lo que habían conseguido. El propio Liebig per-
aficionados .que. .coleccionaban -escarabajos y maripOsas, observaban las tenecía a una generación de transición dentro del conjunto de los cien-
migraciones de las aves y hacían bocetos de flores silvestres. Los libros de tíficos alemanes: nacido en 1803, comenzó su carrera como aprendiz de
temas científicos, como Vestiges of the Natural History of Creation (1844) farmacéutico, pero pronto reconoció que la ciencia moderna requería
de Robert Chambers o Fuerza y materia (1855) de Ludwig Büchner eran una formación académica. A partir de mediados de siglo, fue cada vez
extraordinariamente populares. 'En los salones de Londres, París y Berlín, más importante la investigación científica que se realizaba con base en
donde los hombres y las mujeres intelectualmente activos se reunían para una universidad, especiahnente en las universidades alemanas, cuyos lo-
debatir los temas candentes del día, las teorías científicas se mezclaban sin gros científicos las convirtieron en modelos para la mayor parte del mun-
solución de continuidad con los temas políticos y con las novedades lite- do. En la década de 1870, los científicos alemanes se habían convertido en
1
rarias. «La dencim>, escribía G. H. Lewes, «está penetrando en todas par- líder~s reconocidos en varias disciplinas, incluidas la química, la 1nedici- 1
tes Yva cambiando poco a poco en los individuos la concepción que tie- na, Já cfisfología y la física, por lo que comenzó µn período de avances
nen del mundo y del destino humano». científicos que duraría hasta muy entrad~ el siglo veinte. Desde 190() has~
En todos los países de Europa se realizaron descubrimientos científicos ta 1930, los alemanes obtuvieron veintiséis premios Nobel, considerable-
durante el siglo diecinueve. Uno de los descubrimientos que más conse- mente más que cualquier otro país y más de una cuarta parte de todos los
cuencias tuvo se realizó en la ciudad morava de Brno, donde un monje que se habían otorgado.
agustino llamado Gregor Mendel puso las bases de la genética moderna En las décadas centrales del siglo diecinueve, al igual que en las últimas
experimentando con los guisantes que cultivaba en el huerto del monas- décadas del siglo veinte, la biología fue la disciplina científica que tenia
terio. Pero Mendel, que trabajó aisladamente y no fue plenamente apre- más vigor intelectual y que era más importante culturalmente. Pensemos,
ciado hasta después de su muerte, fue una figura excepcional en todos los por ejemplo, en los cuatro avances extraordinarios que se produjeron en
sentidos. La mayoría de los científicos formaron parte de una red institu- , la década de 1850 con unos pocos años de diferencia entre unos y otros.
cional, fueron miembros de las mismas sociedades culturales y organiza- Aunque su importancia no sería reconocida hasta mucho más tarde, los
ciones de las distintas disciplinas, se suscribieron a las mismas publicacio- experimentos de Mendel habían empezado en 1856 a producir impor-
nes periódicas, y participaron en congresos donde se podían intercambiar tantes resultados. El año anterior, el físico y fisiólogo berlinés RudolfVir-
ideas y resultados de las investigaciones. Es igualmente importante el he- chow había publicado un trabajo importante sobre estructuras celulares,
cho de que el lugar institucional donde se desarrollaba la ciencia fuera el en el que intentaba demostrar que las células eran la base de la vida y la
laboratorio de investigación, donde un equipo de investigadores utilizaba única fuente de la que surgían otras células -según su famosa frase) «mn-
las tecnologías más modernas para estudiar el mundo natural; en el labo- nia cellula a cellula». En 1857, Louis Pasteur, el director de la École Nor-
ratorio, los aprendices de científicos tenían ocasión de participar en pro- male Supérieure de París, demostró que la fermentación era producida
yectos de grupo, aprender de primera 1nano técnicas de investigación y por unos organismos microscópicos y no, como se había creído durante
162 EL SIGLO XIX
LA CULTURA

mucho tiempo, por algún tipo de generación espontánea. Finalmente, en mente imperioso, conceptos vigentes en la cultura contemporán~. Los
los últimos años de la misma década, Charles Darwin publicó su obra On lectores la recibieron, según indicaba Gertrude Himmelfarb, más que
the Origin of Species (Sobre el origen de las especies), donde se ofrecía una como un descubrimiento, con una sensación de reconocer sus elementos.
explicación biológica del desarrollo de todos los seres vivos. Cada una En la década de 1850, dos elementos de Sobre el origen de las especies ha-
de estas teorías poseía lo que Thomas Kuhn llamaría significado «para- bían llegado ya a estar ampliamente aceptados entre los científicos: en
digmático», ya que contribuyeron a fijar el calendario de investigación primer lugar, por las pruebas geológicas existentes, estaba claro qne la
para futuras generaciones de científicos. Al mismo tiempo, todas ellas Tierra era mucho más vieja de lo que se había creído tradicionalmente; en
acabarían teniendo un impacto más allá de la disciplina en la que había (
segundo lugar, muchos naturalistas reconocían que las especies actuales
surgido, porque proporcionaban una metáfora para comprender no sólo de plantas y animales no siempre habían existido, sino que habían cambia- (
la realidad biológica, sino también la realidad social. do con el transcurso del tiempo. A los conceptos de tiempo geológico y de
Hay una cierta ironía en el hecho de que Darwin, cuyos descubrimien- mutabilidad de las especies, Darwin añadió un tercer elemento funda-
tos fueron con toda seguridad los más significativos de los que acaba- mental: una descripción del mecanismo mediante el cual se producía el
mos de mencionar, vivió la vida de un caballero aficionado a la ciencia, sin cambio. Llamó a este mecanismo <<selección natural», expresión mediante
credenciales académicas ni conexiones con el mundo académico. Nació en la cual se refería a la supervivencia y la reproducción de las formas de vida
1809, siendo hijo de un médico adinerado, y estudió en Cambridge como mejor dotadas para competir por los limitados recursos disponibles. Uno !,

preparación para hacer carrera dentro de la iglesia, a pesar de carecer de de los hechos curiosos registrados en la historia de la ciencia es que Dar- li
firmes convicciones religiosas. Desde su infancia, Darwin se había senti- I'
win parece haber llegado al argumento básico de su teoría a principios de ¡¡
do fascinado por el mundo natural y mientras preparaba su graduación la década de 1840, pero retrasó-su publicación hasta que recibió de Alfred
se había labrado una modesta reputación como científico aficionado. Wallace, otro naturalista aficionado, un trabajo escrito en el que éste des- .11i¡
¡
Cuando ya había finalizado sus estudios universitarios y con la perspecti-
va inapelable de entrar en el sacerdocio, aceptó encantado una invitación
para navegar en el Beagle, un barco de la flota real que iba a hacer un via-
cribía la selección natural en unos términos asombros~.en~e similares.
Con la generosa autorización de Wallaqe, D.arwin publicó'iñmédiatamen- I¡(
te sus propios hallazgos, primero en forma de un trabajo escrito enviado ( li,
je de exploración de tres años. A su regreso, en 1836, Darwin vivió du- a la Linnean Society de Londres, y luego en lo que llegaría a ser el libro 1 !1

rante un breve tiempo en Londres y posteriormente, desde 1842 hasta su más influyente del siglo. ( ,,1¡
muerte cuarenta años más tarde, pasó la mayor parte de su vida en un ais- Una de las razones por las que Darwin había sido reacio a publicar sns 11,!
1111
lado rincón de Kent, donde se dedicó a estudiar los materiales recogidos teorías fue ~que se imaginaba la controversia que iban a suscitar; aunque ¡1
11
1
durante su viaje y a hacer otras investigaciones adicionales sobre una am- no era creyente, no por eso era menos reacio a desafiar las convenciones
i1
ií!i
plia gama de temas geológicos y biológicos. Aunque Darwin trabajó solo, ,,1
teológicas y a ofender las sensibilidades religiosas. Tenía razón al temer ii]
no estuvo de ninguna manera aislado: a través de su amplia red de amis- la controversia. Sus críticos constataron, rápidamente, que la selección 'I'
tades y relaciones, de su pertenencia a sociedades culturales, y de diversas h
11
natural parecía socavar uno de los argumentos más firmes dados para
publicaciones, era bien conocido en los círculos científicos inclúso antes 11
justificar la existencia de Dios: que el complejo orden de la naturaleza
de que su obra Sobre el origen de las especies le hiciera famoso, poco des- sólo podía haber sido diseñado por la mano de una divinidad inteligen- ,,11
pués de su primera edición en 1859. A pesar de las distracciones que Je te. Además, al situar a los seres humanos dentro de este proceso evolu- il:
ocasionó su reciente celebridad, de sus enfermedades crónicas y de _una cionista, Darwin ponía en duda el derecho de la humanidad a reclamar
serie de tragedias familiares, continuó con sus trabajos científicos hasta el para sí un lugar único y exclusivo dentro de la creación, haciéndonos, como
final de su vida; en 1881, año anterior a su muerte, publicó un tomo mo- escribió en sus cuadernos, «hermanos en el dolor, la enfermedad y la muer- 11
numental sobre la lombriz de tierra. te» con otros animales, con los que compartimos un antepasado común.
Como la mayoría de las teorías realmente influyentes, la teoría de la Sin embargo, quizá más importante que cualquier idea particular de los 111
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evolución de Darwi~ reunió en una sola teoría, de un 1nodo especial- escritos de Darwin fue su contribución) más difusa) a un clima cultural ( I!
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EL SIGLO XIX LA CULTURA

en el que ser no creyente parecía más fácil y la fe tradicional menos plau- puesto por individuos que tienen igualdad de derechos, aunque no tengan
sible. Ciertamente> Darwin no refutó la existencia de Dios> pero ofreció las mismas capacidades, y este Estado se mantiene Porque los individuos
una visión del universo en la que Dios no parecía encajar. Por lo tanto, dependen unós de otros y porque existen ciertas organizaciones ... » Por
Huxley estaba segura1nente en lo cierto cuando escribió, en una de las supuesto, no es nada nuevo el uso de metáforas técnicas y científicas para
primeras críticas de Sobre el origen de las especies, que ninguna obra de describir cuestiones relativas a los seres humanos. Después de todo, Pla-
las publicadas en los últimos treinta años «ejercería tanta influencia, no tón había comparado la creación del mundo con el trabajo de los carpin-
sólo en el futuro de la biología, sino en cuanto a extender el dominio de teros y los alfareros; los pensadores del siglo diecisiete habíanimaginado
la ciencia a otras regiones del pensamiento en las que, hasta el momen- el universo como un reloj; nosotros, a finales del siglo veinte, habíamos
to, apenas había penetrado». comparado a veces la mente humana con un ordenador. Pero, en la apli-
Entre todos los grandes descubrimientos de la historia de la ciencia, la cación social de la biología, la diferenciación entre metáfora y espejo a
teoría de Darwin es la más aplicada en un mayor número de disciplínas menudo desapareda: para los darwinianos más fervientes, los conflictos
y, al mismo tiempo, la que se incorporó más profundamente a su contex- humanos no eran como las luchas de los organismos simples por sobrevi-
to cultural inmediato. Entre los ingredientes que tuvieron una im- vir y reproducirse, sino parte de un proceso natural. En consecuencia, pre-
portancia d~cisiva en el surgimiento de la teoría de la selección natural, cisamente porque esas luchas -entre individuos, empresas comerciales,
no estaban únicamente el detenido estudio que hizo Darwin de la obra de naciones, razas- eran hechos indiscutibles e inevitables en e1 contexto de
geólogos como Charles Lyell, o sus propias observaciones realízadas me- la vida, se consideraban relativamente fáciles de justificar y se pensaba
ticulosamente durante el viaje del Beagle, sino también el Essay on the que era absolutamente esencial ganarlas.
Principie of Populatíon (Ensayo sobre el principio de población) (1798) del La influencia del darwinismo y de otras metáforas biológicas similares
reverendo Thomas Malthus, cuya fría valoración de la competencia entre venía en parte de la creencia de que los métodos de las ciencias naturales
los miembros de una población en crecimiento por apropiarse de recur- se podían y se debían aplicar a todas las formas de investigación. Crear una
sos escasos había leído Darwin en 1838, precisamente cuando empezaban ciencia genuina d~ la.política, la sociedad,·la economía, la psicología,
a cristalizar los argumentos básicos expuestos en Sobre el origen de las es- una ciencia que proporcionúa la base para la predicción y la manipu-
pecies. De hecho, la idea de la competencia impregnó la cultura del siglo lación, era la ambición permanente de muchos intelectuales en el siglo
diecinueve. Herbert Spencer, que posteriormente fue uno de los más elo- diecinueve y uno de sus más poderosos legados para el siglo veinte. He-
cuentes defensores de Darwin, utilizó la expresión «supervivencia del más mos visto cómo utilizaba Auguste Comte este concepto a modo de base para
apto» por primera vez en 1852, siete años antes de que se publicara Sobre sus complicadas teorías sobre la historia y el desarrollo humano. John
el origen de las especies. Samuel Smiles, cuya obra extraordinariamente po- Stuart Mili, aunque mucho menos riguroso y coherente que Comte, creía
pular Self-Help (Autoayuda) apareció el mismo año, y en la misma edito- que «toda ciencia política auténtica se desarrolla, en cierto sentido, a prio-
rial que el libro de Darwin, aseguraba a sus lectores que «la vida es una lu- ri, ya que la deducción se hace a partir de las tendencias de las cosas, unas
cha» en la que cada individuo debe estar preparado para combatir con sus tendencias que conocemos o bien a través de nuestra experiencia general
propios medios. «La nación», añadía Smiles, «es sólo la suma de las con- de la naturaleza humana, o como resultado de nuestro análisis del curso de
diciones individuales, y la civilización misma no es sino una cuestión de la historia ... ». Cuando Engels pronunció unas palabras junto a la tumba
perfeccionamiento personal». Había mucho de verdad en el comentario de Marx en 1883, no pudo encontrar un modo mejor de describir los lo-
jocoso de Friedrich Engels: «Entre los animales y las plantas, Darwin re- gros de su amigo y colaborador que diciendo: «Del mismo modo que
conoce a su sociedad inglesa.» Darwin descubrió las leyes del desarrollo de la naturaleza orgánica, así
El concepto darwiniano de selección natural fue sólo uno más entre M~rx descubrió las leyes del desarrollo de la historia humana.»
los diversos conceptos biológicos que las personas aplicaban para com-
prender la cultura y la sociedad. Por ejemplo, he aquí cómo describe Ru-
dolf Virchow la función de las células: «Forman un Estado libre com-
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a sus orígenes divinos y a su destino también divino; el presente, cargado


La historia con el peso del pecado del pasado, tenía sentido como camino hacia la fu-
tura salvación. Cuando el poder de esta visión del mundo, que servía para
Dedicando su vida a lo que Engels llamó «las leyes del desarrollo», Marx, generar un orden en dicho mundo, se desvaneció, el significado de la his-
como Darwin) intentaba fusionar la ciencia y la historia. Darwin y toria de la humanidad -la relación propiamente dicha entre pasado, pre-
Marx) como Comte, Hegel y muchos otros pensadores representativos de sente y futuro- se convirtió en un problema, el que intentaban resolver
la época, creían que el significado y el valor de los fenómenos individua- las grandes obras de narración de la historia creadas por pensadores
les se podían entender sólo si se consideraban como parte de un proceso como Comte, Hegel y Marx. La diferencia esencial entre esas grandes
de desarrollo. Para estos pensadores, todo conocimiento era, en cierto obras narrativas y la historia religiosa del cristianismo no estaba en su
sentido, conocimiento histórico, es decir) conocimiento ,sobre el desa- creencia en la importancia del pasado, ni en su concepción de la promesa
rrollo a través del tiempo. Por lo tanto, el presente siempre se debía en- de un futuro,sobre lo cual estaban todos de acuerdo, sino en su visión de
tender a la luz del pasado. Incluso John Stuart Mil!, al que habitualmente la importancia histórica del presente, que los historiadores profanos con-
no se considera como un defensor del historicismo, Creía que «a medida sideraban como el tiempo que poseía la llave del significado y la dirección
que la sociedad se va desarrollando, sus fenómenos quedan determina- de la historia.
dos ... por la influencia acumulada que ejercen las generaciones pasadas EsÍ~ nos lleva al segundo orige~ del historicismo: la convicción, am-
sobre el presente». Encontramos·· este convencimiento en toda la cultura pliamente extendida entre los individuos del siglo diecinueve, de que,
del siglo diecinueve: los novelistas descubrían la naturaleza de la per- dado que vivían en un tiempo qu~ no se parecía a ningón otro, la relación
sonalidad narrando la historia de las vidas de sus personajes; los filósofos entre su experiencia y la de las generaciones anteriores se había vuelto in-
se dedicaban a la historia de las grandes ideas; los arquitectos se formaban segura y problemática. La literatura de la época está llena de referencias a
estudiando los monumentos del pasado y los pintores copiando a los vie- cómo se abría una brecha entre el pasado y el presente a causa de los cam-
jos maestros. Allí donde miremos, vemos las expresiones de ~ intenso bios rápidos y drásticos que se producían. A veces, éstos estaban simboli-
interés y, desde Juego, también respeto por el pasado. Los museos, dedica- zados por la llegada de la innovación por excelencia: el ferrocarril. En Los
dos inicialmente al arte, y posteriormente a los objetos históricos y a la documentos póstumos del Club Pi~wick, Dickens hace que su protagonista
historia natural, se extendieron por toda Europa. Los arqueólogos se de- viaje en un coche de caballos, lo cual le sitúa en otra época, cosa que los
dicaron minuciosamente a descubrir los restos de las civilizaciones an- lectores de entonces habrían reconocido inmediatamente; la región en la
tiguas; los folcloristas se 8;Presuraron a tomar nota de las costumbres que se desarrolla Middlemarch de George Eliot está siendo sometida a un
tradicionales; se fundaron sociedades dedicadas a reunir y conservar do- estudio para la instalación de los raíles del ferrocarril, un proceso que re-
cumentos y vestigios históricos. Como sucedía con muchos otros aspectos presenta también otras transformaciones que ~Iterarían para si~mpre el
de la cultura del siglo diecinueve, estas inquietudes históricas no eran paisaje natural y social. Heinrich Heine consideraba la inauguración de la
nuevas; sin embargo, a partir de 1800 se divulgaron más, se articularon y línea ferroviaria entre París y Rouen en 1843 como un «acontecimiento
se institucionalizaron en mayor medida. providencial» que, al igual que la invención de la pólvora y de la impren-
El historicismo moderno tuvo dos orígenes. El primero fue la seculari- ta, <<h~ce que la humanidad gire hacia una nueva dirección, y cambia el
zación de la cultura europea, que comenzó en el siglo diecisiete. En la vi- color y la forma de la vida». Nadie que viajara en un tren por primera vez,
sión cristiana del mundo, el pasado, el presente y el futuro estaban firme- o se viera alcanzado por alguno de los grandes proyectos de construcción
mente establecidos en un arco temporal que se extendía desde el pecado que transformaban una tras otra las ciudades europeas podía dudar de que
de Adán en el jardín del Edén, cuando comenzó la historia de la humanidad, su mundo .estaba siendo transformado radicalmente. «Nuestro París»,
hasta el Juicio Final, que es cuando casi literalmente esta historia se supone dice una anotación de 1860 en el diario de los hermanos Goncourt, «el
que terminará. Para cada individuo, así como para la humanidad en su París en el que nacimos, el París del modo de vida existente entre 1830 Y (
conjunto, el significado del tiempo profano estaba siempre subordinado 1848, está desapareciendo ... Me siento ajeno a lo que está llegando, a lo
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que ... ». Alexis de Tocqueville pensaba que habían entrado en una era en seph de Maistre uo era un hombre al que pudiera afectar la ambivalen-
la que «la trama del tiempo se está rompiendo y se pierden las huellas ciá. Odiaba sin paliativos la era moderna; todo aquello en lo que los após-
de las generaciones pasadas». El historicismo fue, por encima de todo, un toles del progreso pusieran sus esperanzas -la razón individual, la
intento de tejer otra vez la trama del tiempo y recuperar los caminos por investigación científica, las instituciones libres- era visto por De Mais-
los que habían transitado las generaciones anteriores para llegar al pre- tre como un instrumento que fomentaría la decadencia y la degeneración.
sente. «Sólo examinando el pasado»i decía a sus estudiantes el historiador Como creyente en la monarquía absoluta y en la inquebrantable ortodoxia
suizo Jacob Burckhardt, «podemos calibrar la velocidad y la potencia del religiosa, añoraba los tiempos pasados en los que el hacha del verdugo y
movimiento en que nosotros mismos vivimos». el fuego del ·inquisidor habían protegido a los individuos .de caer en las
Las grandes obras de historia escritas en el siglo diecinueve dieron tes- tentaciones del desorden político y el error teológico. Jacob Burckhardt,
timonio de la dirección que seguía este movimiento, dando su propia ver- aunque en ningún modo compartía la nostalgia de De !'4aistre por los po-
sión del concepto de progreso humano desarrollado por la Ilustración. En deres represores del Antiguo Régimen, también era pesimista con respecto
estas obras de narración de la historia, como en las historias religiosas a las al mundo en que vivía. Mirando a Europa desde la protegida perspecti-
que desplazaron, el progreso significaba una superación de los pecados del va de su hogar en Basilea, Burckhardt lamentaba la llegada de la sociedad
pasado. Para Comte, como ya hemos visto, la historia era el relato de la de masas con sus gustos vulgares, su política turbulenta y su ilimitada ca-
prolongada lucha de la humanidad contra las ilusiones mitológicas y espe- pacidad para utilizar la violencia. En sus momentos más negros, vio un
culativas, una historia que terminaría -de hecho ya estaba terminando- futuro dominado, no por la ciencia de Comte o el igualitarismo de Marx,
en el triunfo de la razón científica. Al igual que San Agustín, Marx consi- sino por aquellos «terribles simplificadores» que manipularían a las ma-
deraba que la humanidad estaba sufriendo bajo las cargas heréditarias de sas para conseguir sus propios objetivos.
la historia que, como escribió en un famoso pasaje, «pesan como un mal Sin embargo, fuera cual fuera la manera en que eligieran su orienta-
sueño en el cerebro del presente». Una vez que estas cargas fueran aliviadas ción y valoraran sus posibilidades, la mayoría de los pensadores del siglo
por el poder redentor de la revolución, sería posible construir una socie- ' diecinueve..coincidían en opinar que la historia era i_mpqttante. La histo-
dad libre e igualitaria basada en la bondad que caracterizaba a la naturale- ria ayudabl a que las personas comprendieran su propio presente y pu-
za humana antes de la caída moral de los hombres. Aunque en el histori- dieran prever su futuro; alababa a los héroes y daba una base sólida a las
cismo de base biológica de Heribert Spencer no había lugar para ningún comunidades; separaba amigos y enemigos, ganadores y perdedores, pa-
tipo de pecado y redención, ni siquiera en el sentido profano, su visión del triotas y traidores. Los conservadores y los radicales explicaban de mane-
futuro no estaba menos relacionada con el brillo de una promesa celestial: ra diferente la historia de la revolución, los católicos y los protestautes
«El desarrollo definitivo del hombre ideal es seguro desde el punto de vis- hacían lo mismo con la Reforma, así como los prusianos y los austría-
ta de la lógica», sostenía Spencer, «tan seguro como cualquier conclusión cos con la unificación alemana. La historia proporcionaba a los oradores
en la que depositemos la fe más implícita•.. El progreso no es un accidente ejemplos con los que inspirar a las masas, a los estadistas les ofrecía com-
sino una necesidad. La civilización no es algo artificial, sino una parte de paraciones en las que basar sus opiniones, y a los profesores un rico te-
la naturaleza, formando unidad con el desarrollo del embrión o con el soro de conocimientos con los que instruir a sus alumnos. La historia era
despliegue de los pétalos de una flor». valiosa para todos, pero para nadie lo era tanto como para aquéllos a los
No todos creían en tales fantasías utópicas, ni incluso en la hipótesis que había tratado mal, pueblos con aspiraciones nacionales pero sin Es-
más modesta de que la mayoría de las cosas parecían estar mejorando. tado nacional, pueblos cuya esperanza en el futuro dependía de su me-
Tocqueville era profundamente ambivalente con respecto al conjunto de moria del pasado. Para los patriotas que soñaban con una nueva Irlanda
adelantos sociales, políticos y culturales que él asociaba con la democra- o una Polonia restaurada o una Serbia más grande, la historia era el flui-
cia; dado que era prudentemente opthnista con respecto al experimento do vital de su identidad nacional, algo por lo que podría ser necesario
americano, siguió siendo escéptico con la posibilidad de que Franciápu- morir -o matar-. Está bien recordar que el 28 de júnio, el día en que
diera librarse de los peligros despóticos inherentes a la modernidad. Jo- Gavrilo Princip asesinó al heredero del trono austríaco, iniciando así la
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crisis que condujo a la Primera Guerra Mundial, era el aniversario de ]a bros sumamente atractivos que tuvieron gran cantidad de lectores. Naci-
batalla de Kosovo, que tuvo lugar en la Edad Media, y la fecha más em- do en 1795, Ranke fue un conservador cuyos intereses académicos y leal-
blemática de la historia de Serbia. tades políticas estuvieron centrados en la historia de los estados, a los que
A lo largo del siglo diecinueve, el estudio del pasado floreció como nun- consideraba como «ideas de Dios», que se desplazaban por el tiempo his-
ca anteriormente, produciendo algunas grandes obras de historia. Estas tórico como «cuerpos celestes, según sus ciclos propios, sus atracciones
historias fueron escritas por hombres de letras como Tocqueville, cuyo es- gravitatorias mutuas y sus sistemas». :Para las generaciones posteriores de
tudio de la Revolución Francesa sigue estando entre las obras más influ- historiadores alemanes, el Estado resultó ser menos significativo que lá na-
yentes que S€ han escrito nunca sobre un acontecimiento tan exhaustiva- . ción, que podía expresar la identidad cultural de un pueblo y sus aspiracio-
mente estudiado. También se sintieron atraídos a escribir historia algunos nes políticas. En las obras de historia de hombres como Glistav Droysen,
estadistas, como Frans:ois Guizot, autor de, entre otras obras, Memorias Heinrich von Sybel y Heinrich von Treitschke, se preparó primero y luego
para la historia de mi' tiempo (1858-1867), y Thomas Babington Macau- se legitimó la creación de una nación alemana unificada. A partir de ellos
lay, cuya historia de Inglaterra ·en varios volúmenes fijó la forma de la surgió una narrativa del pasado nacional que todavía configura el modo
narrativa convencional de la historia inglesa durante generaciones. Aun- en que los alemanes piensan sobre su historia.
que hubo aficionados de talento que continuaron escribiendo grandes li- La historia tiene una relevancia particular en el terreno de la estética.
bros de historia, a lo largo del siglo, el estudio del pasado--como el estudio Los acontecimientos y las personalidades del pasado constituyeron temas
de las ciencias naturales-, siguió la tendencia hacia una profesionalidad importantes para los artistas del siglo diecinueve -novelistas como Ale-
cada vez mayor. Se suponía que los historiadores serios habrían de tener jandro Dumas, poetas como Tennyson y pintores como Car! Friedrich
titulaciones superioreS, escribirían colaboraciones para publicaciones es- Lessing. El Richelíeu de Dumas, el rey Arturo de Tennyson, el Jan Hus
pecializadas periódicas, y pertenecerían a organizaciones académicas. de Lessing personificaban aspectos del pasado nacional, que habitual-
Los seminarios de investigación desempeñaron el µ1ismo papel, en la mente tenían implicaciones .obvias para el presente de !si nación. El pasa-
formación de la profesión de historiador, que el laboratorio con respecto do era también ini¡,órtante como fuente de estilos artísticos. El ideal clá-
a las ciencias: en dichos seminarios los aprendices adquirían tanto técni- sico sirvió de guía a los escultores europeos durante varias generaciones.
cas de investigación, como los valores y los convencionalismos necesarios Los pintores intentaron producir obras maestras a la manera de Rafael
para el éxito profesional. En la historia, como en la ciencia, los alemanes y Rubens, o volver a la autenticidad ingenua de los artesanos medievales.
tomaron la delantera creando una disciplina organizada que luego fue Caminar por una ciudad del siglo diecinueve era como visitar un museo
seguida en toda Europa y América: la revista alemana de ]os profesiona- de estilos del pasado: templos clásicos como la Glíptoteca de Leo. von
les de la historia, la Historische Zeitschrift, se fundó en 1859, la francesa Klenze en Munich (1830), estructuras góticas como el Ayuntamiento di-
Revue historique en 1876, la English Historical Review en 1886, y la Ame- señado por Friedrich von Schmidt en Viena (1872-1883), palacios rena-
rican Historical Review en 1895. centistas como el Travellers' Club y el Reform· Club de Sir Charles Barry
Tanto para los historiadores como para los científicos, la mezcla de en- en Londres (1832 y 1840), y grandes palacios neobarrocos como el Pala-
señanza e investigación, característica de las universidades alemanas, fo- cio de Justicia realizado por Joseph Poelaert en Bruselas (1883). Quizá la
mentó la productividad de los académicos y al mismo tiempo garantizó muestra más prominente de la importancia de la historia para el arte del
la transmisión de su saber a las generaciones futuras. Los profesores uni- siglo diecinueve fueron los museos en sí mismos, en los que se reunían, se
versitarios alemanes hicieron un trabajo fundamental en relación con el protegían, se exponían con reverencia y se restauraban cuidadosamente
estudio de la Grecia antigua y de Roma, con el desarrollo del derecho y la en su forma «original» los tesoros del pasado. Hacia mediados del siglo,
literatura, y con el surgimiento de un sistema internacional. Leopold von ser parte de la colección de un museo era la prueba más clara de éxito ar-
Ranke, que dominaba la disciplina desde su cátedra de la Universidad de tístico y la garantía más segura de inmortalidad.
Berlín, no sólo utilizó nuevas fuentes documentales y estableció nuevas Del mismo modo que la historia era un tema generalizado entre los ar-
normas de precisión> sino que también informó sobre sus hallazgos en li- tistas, el arte se convirtió en un tema para los historiadores. Hubo exper-

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tos que escribieron biografías de grandes artistas, analizaron el significado único esquema explicativo coherente. Una vez más, Auguste Comte es un
de sus obras, e inventaron nuevas técnicas para decidir en los casos de du- buen ejemplo de estas aspiraciones. Según Comte, cada rama del conoci-
dosa autoría. En el trahscurso del siglo, los grandes relatos de historia del miento y de la cultura busca de forma natural una visión coherente y uni-
arte, realizados primero por expertos clásicos como J. J. Winckelmann en ficada del mundo, que es al principio teológica y mágica, convirtiéndose
el siglo dieciocho, se perfeccionaron y divulgaron en manuales y conferen- luego en metafísica y filosófica, y evolucionando finalmente a científica
c~as en la universidad, y, por supuesto, en las paredes de los museos. y racional. La <(perfección última» de este siste1na positivista llegaría
Pero las obras sobre historia del arte diferían de las obras\Sobre el pro- cuando fuera capaz de «representar todos los fenómenos como aspectos
greso que configuraron tanta teoría y práctica de la historia. Independien- particulares de un único hecho general como, por ejemplo, la gravita-
temente de la confianza que podían haber depositado en la ciencia, la eco- ción ... ». Comte escribía:
nomía o la política, pocas personas fueron capaces de creer que su arte era
Es hora de completar la amplia empresa intelectual iniciada por Bacon, Descartes
mejor qlie el de la Grecia antigua o el del renacimiento. En las conferen-
y Galileo, construyendo el sistema de ideas generales que debe prevalecer de aho-
cias sobre estética que pronunció en Berlín durante la década de 1820, ra en adelante entre los individuos de 1a raza humana. Éste es el modo de poner
Hegel afirmó que los días más importantes del arte ya habían pasado; fin a la crisis revolucionaria que está atormentando a las naciones civilizadas del
a pesar de que seguía teniendo importancia para reflejar culturas del mundo.
pasado, el arte no podía ya en el mundo moderno captar el espíritu de la
época. Aunque pocas personas deseaban ir tan lejos, la mayoría esta- El sistema de Comte era a la vez científico y social; su propósito era no
ban de acuerdo en que-como escribió en 1857 un historiador alemán sólo llevar a cabo la larga búsqueda de certidumbre emprendida por la
del arte- el arte contemporáneo estaba «a mucha distancia del esplen- humanidad, sino también restaurar la cohesión de un mundo atormenta-
dor del arte del pasado y de la importancia nniversal de que había disfru- do por la «crisis revolucionaria>~.
tado en otros tiempos». Podemos encontrar estas mismas ambiciones en la obra de G. W. F.
Para los artistas. en activo, el arte del pasado constituía al Ipismo tiempo Hegekel último filósofo europeo importante que intentó reunir en un
un modelo y una carga, una fuente de inspiración y de intimidación. En único sistema la lógica y la historia, la teología y la filosofía, la moralidad
1856, después de admirar los mármoles de Elgin en el Museo Británico, y el derecho, la cultura y la política, el individuo y la sociedad, la liber-
Nathaniel Hawthorne se lamentaba de que el presente estuviera demasiado tad y el determinismo. Nacido en 1770, Hegel creció en la turbulenta épo-
preocupado por el pasado: «No tenemos tiempo... para apreciar lo que tie- ca de revolución y guerra que comenzó en 1789. Viéndose enfrentado con
ne el calor de la vida y $e encuentra cercano a nuestro alrededor; sin em- una serie aparentemente interminable de conflictos políticos, espirituales
bargo, amontonamos todos estos viejos caparazones, de los cuales salió la y profesionales, se dedicó a buscar una filosofía que, en sus propias pala-
vida humana hace mucho tiempo, abandonándolos para siempre. No veo bras, pudiera «devolver el poder unificador a la vida humana». Comen-
por qué las épocas futuras han de tambalearse bajo todo este peso muer- zando con la publicación de su Fenomenología del espíritu, que terminó
to... ». Como veremos en la última sección de este ensayo, la sensación de justo cuando Napoleón derrotaba al ejército prusiano en Jena en 1806 (y
Hawthorne de que la vida había huido del arte del presente se convertiría la terminó a unos pocos kilómetros de distancia del mismo lugar), Hegel
en un tema fundamental para la crítica modernista del historicis1no. creó un siste1na intelectual extraordinariamente rico y complejo, en el
que trazó tres rutas inseparables: la de cada individuo) la del pensamien-
to humano desde sus orígenes hasta el presente, y la del espíritu, la fuerza
motora de la historia que él identificó unas veces con Dios y otras con la
Sistemas Razón. En esta amplia empresa, Hegel tuvo en cuenta la epistemología,
la sociología, la ética, la política, la estética y la religión, dando a cada una
El siglo diecinueve fue la última gran época del sistema intelectual, de de ellas su trayectoria particular, pero entretejiéndOlas en un único pro-
aquellas grandes síntesis que intentaban contener toda la realidad en un ceso histórico.
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La clave para entender este proceso fue la dialéctica, para la cual He- El debate sobre el significado del sistema.de Hegel estaba arreciando en
gel utilizó la palabra alemana Aufhebung, un sustantivo basado en el ver- 1836, cuando Karl Marx llegó a Berlín con 18 años para estudiar derecho.
bo aufheben, que significa literalmente «levantar». Levantar algo es al Marx se encontró en seguida con los jóvenes filósofos radicales que esta-
mismo tiempo asirlo y retirarlo, precisamente lo que hace el espíritu ban explorando el potencial emancipador del hegelianismo. Al principio
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cuando se vuelve consciente de sí mismo en el tiempo. La historia se sintió rechazo, pero luego fue absorbido totalmente por lo que él llamaba
mueve dialécticamente, cancelando y absorbiendo de manera simultá- «la grotesca y difícil melodía» de las ideas del maestro. Marx las utilizó
nea lo que ha existido anteriormente: como el roble y la bellota, o el como el fundamento para una visión de la historia que, en el siglo veinte,
adulto y el niño, los fenómenos históricos -el cristianismo y el judaís- suscitaría la devoción de millones de personas en todo el mundo. De He-
mo, Napoleón y la Revolución Francesa- destruyen a sus predecesores gel tomó, lo primero de todo, el concepto de la dialéctica, que utilizó
haciéndolos pasar a un nuevo estadio de la existencia. A menos que los para dejar al descubierto el motor, anteriormente oculto, del desarrollo
veamos de una manera dialéctica, los acontecimientos de la historia -el histórico. Cuando Marx escribió, en las famosas líneas iniciales del Mani-
violento caos de una batalla, las agonías del martirio, los fracasos inter- fiesto comunista: «La historia de toda sociedad existente hasta ahora es la
minables del intelecto humano-- parecen no ser más que «el tajo del historia de la lucha de clases», se refería con la palabra «historia», no a todo
carnicero» de las esperanzas humanas. Sin embargo, mirándolos a través lo que había sucedido, sino a las fuerzas dialécticas que realmente impor-
de las lentes de la dialéctica, podemos ver esos acontecimientos como taban, la fuente interna de donde surgía el cambio. En segundo lugar, Marx
parte del «ingenio» de la razón, contribuyendo cada uno de ellos al mo- adoptó la ambición de Hegel de crear un sistema en el que cada pieza ob-
vimiento de la historia por el camino de Dios. Disponer de dichas lentes tuviera su significado individual a partir del hecho de formar parte de un
es a lo que Hegel se refería cuando escribió: «A aquel que mira el mundo todo. Por supuesto, el sistema de Marx era más material que espiritual; en
racionalmente, el mundo lé mira también racionalmente.» Con la dia- su esencia estaban las luchas por los medios de producción, no los esfuer-
léctica podemos alcanzar lo que Hegel llamó el verdadero objetivo del zos de .la Razón por ser consciente de sí misma. Sin embargo, al igual que
conocimiento, «despojar de su carácter de extraño al mundo que está Hegel, creía que la filosofía tendría que intentar poner al descubierto las
frente. a nosotros y, como se _suele decir, encontrarnos en ese mundo conexiones esenciales entre fenómenos aparentemente dispares. Si se
como en casa». El propio Hegel no encontró un ho¡¡ar seguro hasta que consideran en su justa dimensión, la política y la economía, la religión y
tuvo casi cincuenta años. En 1818 fue llamado a la Universidad de Ber- la filosofía, los derechos de propiedad y las leyes matrimoniales, parecerí-
lín, donde ocupó la cátedra de filosofía y se convirtió rápidamente en el an ser expresiones de los conflictos elementales que se producen en lo
pensador alemán más influyente de su época. más hondo de cualquier orden social.
Incluso antes de la muerte de Hegel, acaecida en 1831, sus seguidores Marx compartió también la profunda convicción de Hegel de que, en
habían empezado a discutir entre ellos precisamente sobre cuál debía ser la edad moderna, la larga y dolorosa odisea de la humanidad había al-
la influencia del pensador. A algunos de sus admiradores situados políti- canzado una nueva fase dramática. Marx perisaba que la historia estaba
camente a la derecha, Hegel les parecía un conservador, cuya dialéctica acercándose a su fin porque una fuerza nueva y sin precedentes había em-
justificaba el statu quo. Después de todo, ¿no era cierto que llamaba al Es- pezado a emerger: el proletariado, una clase que no poseía nada en
tado «la idea divina tal como ésta existe en la Tierra» y sugería que el rei- propiedad ni deseaba obtener propiedades, una clase tan alienada de la
no de Prusia ocupaba un lugar especial en los planes de Dios? El ala iz- sociedad existente que podía <:onducir a la humanidad de vuelta a su ver- (
quierda de los seguidores de Hegel sacaba del sistema hegeliano unas dadera naturaleza, es decir, a una sociedad sin clases, en la que las perso-
consecuencias bastante diferentes. Para ellos, la dialéctica, en vez de justi- nas podrían compartir libremente los frutos de su trabajo. El propósito de
ficar el orden establecido, garantizaba que éste daría paso a otra cosa, a la filosofía era hacer que el proletariado fuera consciente de su auténtica
algo mejor. Por consiguiente, se tomaban muy en serio el reiterado com- naturaleza y, por lo tanto, de su 1nisión histórica como instrumento del
promiso de Hegel con la razón, que intentaban convertir en un instru- cambio revolucionario. Sólo entonces podrían los seres humanos sentir-
mento crítico para la renovación espiritual y el cambio social. se con10 en ca:sa en todos los lugares del mundo -~no, como Hegel había
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pensado, mediante la comprensión y la reconciliación, sino haciendo que bién, tomando otro conjunto de ejemplos, en tres pinturas de la década
el mundo fuera suyo propio. de 1850: El estudio del pintor de Gustav Courbet (1854-1855), Trabajo de
Aunque su estudio de la naturaleza carecía en general de la grandeza de Ford Madox Brown (1852-1865), y El día del Derby de William Frith
la filosofía de Hegel o de la energía escatológica de la política revolu- (1858). Aunque sean muy diferentes en tono y sensibilidad, todos ellos
cionaria de Marx, los científicos del siglo diecinueve intentaban también ofrecen una visión sistemática de la sociedad: Courbet mediante una ale-
crear sistemas que pudieran conectar entre sí los fenómenos aislados. goría del arte, Brown con una taxonomía de los oficios, y Frith con una
En su Autobiografía, Darwin explicó que había llegado a comprender lo exposición panorámica de diferentes tipos sociales. En estas pinturas, como
que significaba ser un científico cuando, en su juventud, pasó un verano en tantas novelas contemporáneas, cada personaje está definido según el
haciendo el mapa geológico del norte de Gales: «Hasta entonces, nada modo en que encaja, él o ella, en un mundo social más amplio.
me había hecho darme cuenta del todo ... de que la ciencia consiste en Como el siglo dieciocho, el diecinueve fue una época de colecciones,
agrupar hechos de tal manera que se pueda sacar de ellos leyes o conclu- enciclopedias y diccionarios, que intentaban reunir y clasificar conocimien-
siones generales.» La genialidad de Sobre el origen de las especies consistió, tos de todo tipo. En la década de 1830, las colecciones de historia natural
como ya hemos visto, en agrupar los hechos de tal modo que parezcan que había en Londres estaban tan llenas con los resultados del fervor de
explicar toda la historia natural. El científico alemán Emil DuBois-Rey- los contemporáneos por dichas colecciones, que Darwin tuvo dificulta-
mond expresaba su convicción de que los fenómenos biológicos se enten- des para encontrar un lugar institucional que pudiera albergar el extraor-
derían finalmente en términos de leyes físicas: «Si se observa el desarrollo dinario conjunto de especímenes que había traído de su viaje en el Bea-
de la ciencia», escribía en 1848, «no se puede dejar de percibir... cómo gle. El objetiv;, principal del viaje fue, por supuesto, hacer unos mapas más
surgen nuevas áreas que se incorporan, cada vez en mayor medida, al do- precisos de la costa de Sudamérica -otra forma de hacer un estudio sis-
minio de las fuerzas físicas y químicas ... La fisiología será absorbida algún temático del mundo-. Los eruditos que vivieron en el siglo diecinue-
día por el gran conjunto de las ciencias físicas; de hecho, se descompondrá ve querían cartografiar todas las ensenadas, reunir todos los textos an-
eh física y,quírni~a .orgánicas,, ... En las décadas siguientes, los científicos . tiguos, cre_'l,4' gramáticas para todos los lenguajes, identificar todas las
habrían de plantear diferentes bases para «la gran unidad de las ciencias espede's, ekplorar hasta el último rincón de la Tierrá. Lós directores de los
físicas», pero persistirá la urgencia de encontrar dicha unidad. 1nuseos deseaban exponer una obra representativa de cada artista impor-
En muchos otros aspectos de la cultura del siglo diecinueve encontra- tante, los encargados de los zoos esperaban tener todo tipo de animales,
mos también la urgencia de crear sistemas. Incluso la novela victoriana, independientemente de lo exóticos que fueran, los botánicos querían
como observó en una ocasión HiJlis Miller, se puede considerar como un conseguir todas las plantas. En 1869, el legendario bibliófilo Sir Thomas
«siste1na que se genera y se sostiene a sí mismo». Entre las persistentes ca- Phillipps declaró: «Estoy comprando libros porque deseo tener una copia
racterísticas convencionales de estas novelas, estaban los argmnentos que de cada uno de los libros que existen en el mundo.» Una ambición simi-
vinculaban cada personaje a una oculta red de relaciones: por ejemplo, lar movía a aquellos que crearon las grandes bibliotecas nacionales en
Casa desolada, de Dickens, comienza con una ciudad envuelta en la niebla Londres, París y Washington.
que simultáneamente contiene y separa a sus personajes; a lo largo de la Por supuesto, siempre hubo personas que contemplaban tales ambi-
compleja narración del libro, el lector va viendo gradualmente cómo di- ciones con escepticismo e incluso con desdén. Gustave Flaubert, por
chos personajes comparten un destino común. El argumento de Middle- ejemplo> las satirizó en su última novela-inacabada, como correspondía
march, de Eliot, presenta un conjunto de conexiones 1nás sutilmente en- al tema- Bouvard y Pécuchet, cuyos protagonistas emprenden la tarea
tretejidas que, como en el libro de Dickens, vinculan entre sí a personas de recopilar una interminable colección de lugares comunes. Flaubert
de grupos dispares. En un momento decisivo de la novela, la protagonis- pensaba que un subtítulo apropiado para este libro sería «una enciclope-
ta de Eliot percibe «la amplitud del mundo» y llega a reconocer que ella es dia de la estupidez». Sin embargo, para la mayoría de los intelectuales del
«parte de esa vida involuntaria y palpitante». Esta percepciói:í del vínculo siglo diecinueve, no había nada ridículo en las enciclopedias, los museos,
le permite encontrarse con10 en casa dentro del mundo. Pensemos tam ~ los jardines botánicos y las colecciones de historia natural. Como los gran-
178 EL SIGLO XIX LA CULTURA 179

des sistemas filosóficos de Comte, Marx y Darwin, estos proyectos eran Su extraordinario talento como filólogo le valió u_n puesto de profesor en
signos indicativos de que el mundo, a pesar de ser vasto y complejo, po- la Universidad de Basilea cuando sólo tenia 25 años. Pero el primer libro
día ser abarcado y comprendido. de Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, ponla de manifiesto lo mucho que
se había desviado de los puntos de vista convencionales del mundo anti-
guo: en vez de realizar un sobrio análisis de los textos clásicos, aportó un
estudio brillante, aunque a menudo evasivo, sobre las diversiones y fes-
El modernismo tejos de la antigüedad, utilizando además este estudio para subrayar las
deficiencias culturales de su propia época. Nietzsche pronto abandonó su
Los límites cronológicos del modernismo son difíciles de trazar. Esto se puesto de Basilea y se dedicó a viajar por toda Europa durante quince
debe, en parte, a que su ritmo y carácter difieren de un lugar a otro: el mo- años, escribiendo y a veces publicando unas obras difíciles sobre la natura-
dernismo británico, el francés, el alemán y el austríaco compartieron leza del arte, la región, el lenguaje y la historia. En 1889 sufrió un trastor-
muchas ideas y vínculos, pero cada uno tuvo su historia particular. Ade- no mental que le dejó incapacitado; pasó los últimos diez años de su vida
más, la evolución del modernismo variaba también de un género a otro. con la mirada perdida en el espacio, hablando poco y sin escribir. Duran-
A pesar de lo parecidos que se puedan ver en una mirada retrospectiva, las te esta década triste y silenciosa, los escritos de Nietzsche llamaron la aten-
historias del modernismo en la pintura y la literatura, en la arquitectura ción cada vez más. Un gran número de artistas) críticos e incluso políticos,
y en el pensamiento social tenían diferentes formas y texturas. Finalmen- aunque tomaron cosas muy diferentes de la maraña de ideas y puntos de
te) un gran número de ideas, valores y sensibilidades que asociamos ha- vista que constituían el legado de Nietzsche, aceptaron su percepción bá-
bitualmente con el modernismo se pueden encontrar a lo largo de todo el sica de que la cultura moderna era algo vacío, árido y con una necesidad
siglo diecinueve: Schopenhauer anticipaba a Nietzsche, Turner a los im- imperiosa de revitalización.
presionistas, y así sucesivamente. No obstante, una vez que se ha hecho el Dar\\t.in, escribió Nietzsche, «tenía razón pero era mortal» -mort~ para
recuento de todos los precursores y se han constatado todas1as res~rvas la religión establecida, pero no lo era menos para los sistemás éticos ll.a-
al respecto, parece claro que, en la década de 1890, el clima cultural de Eu- turalistas y las devociones progresistas con que los admiradores de Dar-
ropa cambió significativamente. Para artistas e intelectuales, así corno para win intentaron reemplazarla-. Sin embargo, Darwin estaba equivocado
parte de su público, las normas y pretensiones en las que se basaba la cul- con respecto a una cuestión importante: en un fragmento escrito hacia el
tura del siglo diecinueve resultaban menos atractivas y plausibles. Se em- final de su vida productiva, Nietzsche indicó que su propia observación
pezaron a diseñar edificios, a escribir novelas, a imaginar el mundo social de los destinos humanos le había convencido de que los especímenes más
de unas maneras que parecían radicalmente nuevas. Alrededor de 1890, fuertes y saludables no sobrevivían y triunfaban, como Darwin había su-
recordaba el historiador alemán Friedrich Meinecke, al mismo tiempo que puesto, sino que eran hundidos por el peso combinado de la mediocridad
el mundo político se volvía más conflictivo y acosado por las crisis, la cul- de la masa. «Aunque pueda sonar raro, el fuerte 'necesitaba ser protegido del
tura se hizo rn~s vital, una vitalidad que él describió com9 «una nueva débil, el afortunado del desafortunado, el sano del que es degenerado y ge-
sensibilidad pára el carácter fragmentario y problemático de la vida mo- néticamente no apto.» Por consiguiente) lo terrible de la lucha darwinia-
derna». La misión del modernismo era crear un modo de representar el na por la supervivencia no es su crueldad) sino el hecho de que vence el
mundo que fuera el adecuado para esta nueva sensación de que la vida que no debería vencer. La idea de que la creación de una «especie repre-
era fragmentaria y problemática. senta el progreso es la afirmación menos razonable del mundo».
Friedrich Nietzsche) cuyos comentarios críticos sobre la cultura del si- Aunque lo que Nietzsche tomó del darwinismo era seguramente idio-
glo diecinueve hemos citado al comienzo de este ensayo, es una figura tí- sincrásico, gran número de modernistas compartieron su creencia de que
pica del ascenso y difusión del modernismo. Nacido en 1844 como hijo lo que la ciencia tenía que decirnos podría ser la verdad, pero no era el tipo
de un clérigo, Nietzsche pasó por el riguroso aprendizaje de los clásicos de verdad de la cual pudiéramos obtener mucho bienestar. Sigmund Freud,
característico de la educación de las clases privilegiadas en toda Europa. por ejemplo, no tuvo eludas sobre la validez de los métodos cientificos; al
(
180 EL SIGLO XIX LA CULTURA 181

menos durante un tiempo, tuvo la esperanza de poder descubrir la base psi- El estudio disciplinario del pasado, como la invéstigación científica or-
cológica del funcionamiento de la mente humana. Sin embargo, la ciencia ganizada, continuó desarrollándose después de 1890, pero la historia, como
de Freud no ofrecía ninguna de las esperanzas utópicas que vimos en la teo- la ciencia, empezó a ocupar un lugar diferente en la cultura. No podemos
ría de Spencer: «Se ganará mucho si conseguimos transformar la miseria de encontrar equivalentes fin-de-síecle de los grandes textos progresistas pro-
la histeria en una infelicidad corriente.>> La ciencia de la psicología nos ha- ducidos por Comte, Marx y Darwin; en vez de una historia de progreso
bía «enseñado que nuestro intelecto es algo débil y dependiente, un jugue- y emancipación> los modernistas a menudo vieron el pasado como una
te y un instrumento de nuestros iinpulsos y emociones». Nada\podía estar carga de la que nunca estamos libres. En su extraordinaria meditación
más lejos de la gran literatura progresista del siglo diecinueve que un libro sobre «Las ventajas y desventajas de la historia para la vida», Nietzsche
como El malestar en la civilización de Freud, que presenta una imagen de un advirtió que el mundo moderno estaba paralizado por su ensimisma-
orden social que está permanentemente en guerra consigo mismo, un or- miento con la historia. Tanto para los individuos como para las culturas>
den en el que los individuos (al mismo tiempo «portadores y víctimas» de la creatividad dependía de la capacidad de olvidar, así como de la de re-
la civilización) deben reprimir aquellos impulsos que como consecuencia cordar. Freud, por supuesto, convirtió esta idea en un complejo sistema
les atonnentarán y, además, perturbarán la sociedad. terapéutico diseñado para ayudar a los pacientes a dominar su pasado. Pero
Hacia el final del siglo diecinueve, podemos encontrar signos de labre- Freud reconoció que nunca lo conseguirían del todo. El pasado continúa
cha que se abría entre l.a ciencia y otros modos de pensamiento, y que vivo y se manifiesta en los sueños, que también orientan hacia el futuro al
cincuenta años más tarde induciría a C. R. Snow a hablar de «doscultu- individuo que sueña) hacia un futuro que «ha sido modelado, por su in-
ras». Esta brecha no existía, sin embargo, entre las ciencias naturales y la destructible deseo, en una similitud perfecta con el pasado». James Joy-
cultura literaria, co1no s·now sugería, sino más bien entre aquellos que ce debió de tener la misma idea cuando hizo que el protagonista de su no-
aún creían en la posibilidad de explicar toda la realidad con métodos vela exclamara: «La historia es una pesadilla de la que estoy intentando
científicos y aquellos que no creían en esta posibilidad. En el primer gru- j despertar.»
po, hubo filósofos y economistas, así como químicos y biólogos:~Después ·· El éattibiante marc.o cultural de la hjstoria se p<¡,IÍ_~ _ti/¡mbién de mani-
\
de 1890, estos ci~ntíficos continuaron realizando un trabaj~ importante, fiesto cOÍhparando la estructura característica de laS riÓvelas victorianas·
ampliando su conocimiento del mundo natural y del mundo social. No y de las modernistas. Las primeras generalmente cuentan la historia de
obstante, un grupo cada vez mayor de filósofos y sociólogos~ así como es- una búsqueda individual de identidad y significado: a lo largo de Gran-
critores y críticos sociales, habían llegado a ser hostiles con respecto a des esperanzas, de Dickens, y de Míddlemarch, de Eliot, los protagonistas
la ciencia y a la tecnología. «Odio y temo a la ciencia», proclamaba el no- averiguan quiénes son y qué lugar se supone que han de ocupar en la so-
velista inglés George Gissing, porque es «el enemigo despiadado de la hu- ciedad. A menudo esto requiere triunfar sobre alguna desafortunada he-
manidad. La veo destruyendo toda la sencillez y la bondad de la vida, toda rencia del pasado; habitualmente todo acaba con un matrimonio que
la belleza del mundo; la veo reinstaurando la barbarie bajo una máscara proporcionará la base para un futuro feliz. Las novelas de Joseph Conrad,
de civilización. La veo oscureciendo la mente de los hombres y endurecien- Thomas Hardy o Émile Zola tienen una forma muy diferente. Sus prota-
do sus corazones». Pero más característica que este rechazo de la ciencia gonistas, como el Jude Fawley de Thomas Hardy, están atrapados en un
fue la creciente dificultad con la que se enfrentaban las personas cultas, ambiente que ellos no crearon y que no pueden dominar; sus pasados
pero profanas en la ma~eria) para comprender e..'Xactamente qué era lo que vuelven, a pesar de que ellos dedican todos sus esfuerzos a destruirlos.
los científicos estaban haciendo. Consideremos, por ejemplo, la diferen- Y resulta que lo que es cierto para la historia de ficción de estos persona-
cia entre las acogidas que tuvieron la teoría de Darwin y la de su análogo jes) parece ser igualmente cierto para la historia) más amplia, de la hmna-
moderno más cercano, Albert Einstein: las ideas del primero fueron cap- nidad. No hay, escribía Hardy, «nada sistemático en el desarrollo de la
tadas con rapidez y debatidas ampliamente) mientras que) aunque el pú- historia. Fluye continuamente como el riachuelo producido por una tor-
blico pudiera estar impresionado con la teoría de la relatividad, pocos menta al borde de la carretera: unas veces empuja una brizna de paja,
pudieron decir que realmente lá entendían. otras veces derriba una pequeña barrera de arena».
182 EL SIGLO XIX
LA CULTURA 183

En el arte, la filosofía y la teoría social que se desarrollaron dentro del ficies rotas que marcan su distancia con respecto a los estilos cohesiona-
modernismo, encontramos una tendencia a desviarse de la historia para dos del pasado. La «actitud primordial» del modernismo, observaba en una
pasar a la psicología como fuente de conocimiento y significado. Nietzsche ocasión Stephen Spender, fue su ~<determinación de inventar un nuevo es-
creía que la psicología era un «inmenso y casi nuevo ámbito de conoci- tilo con el fin de expresar el cambio percibido hondamente en el mundo
mientos peligrosos» que podía abrirnos «el camino hacia los problemas moderno». Y ningún cambio se percibía más hondamente que el declive
básicos». En vez de buscar las verdades fundamentales de la existencia hu- en la capacidad de la cultura para captar la realidad como un todo, dentro
mana en el revoltijo aleatorio del desarrollo histórico, deberíamos buscarlas de un sistema filosófico, en las páginas de una novela o dentro del marco de
dentro de nosotros mismos, en la estructura compleja, pero dutadera, de una pintura,
la mente. «La política no está basada primordialmente en la historia», es- Terminaremos nuestro análisis de la respuesta modernista al siglo
cribía Henry Sidgwick en 1891, «sino en la psicología: las hipótesis fun- diecinueve con Georges Sorel, cuyas ideas aportan un ejemplo particu-
damentales en que se basa nuestro razonamiento político son ciertas larmente vivo del nuevo clima cultural. Nacido en 1847, Sorel estudió en
proposiciones en las que se expresan tendencias y motivos humanos que la École Polytechnique, la escuela francesa de elite para científicos y tec-
se derivan de la extraordinaria experiencia de la vida civilizada ... ». nócratas. Trabajó durante dos décadas como ingeniero para el gobierno,
De los cuatro temas en torno a los cuales hemos organizado nuestro antes de empezar una segnnda carrera como hombre de letras. En el trans-
resumen de la cultura del siglo diecinueve -religión, ciencia, historia y curso de su larga vida (falleció en 1922), Sorel escribió sobre una amplia
sistema- ninguno fue cuestionado por los modernistas más eriérgica- gama de temas y defendió una desconcertante variedad de posiciones,
mente que el último. «El deseo de encontrar un sistema», escribía Nietzs- pero como mejor se le conoce es por sus Reflexiones sobre la violencia) pu-
che, es «en un filósofo un deseo moralmente corruptor, una corrupción blicadas por primera vez en 1908. Dado que Sorel estaba profundamente
sutil, una enfermedad del carácter; desde nn punto de vista amoral, su de- influenciado por el pensamiento marxista desde principios de la década
seo de parecer más estúpido de lo qne es ... No siento gran entusiasmo por · de 1890;.no resulta sorprendente qne la lucha d<yclases desempeñe un pa-
un sistema -ni.siquiera por el mío propio.» De hecho, después de 1890, pel central en sus Reflexiones. Sin embargo, Sorel no consideraba la lucha
la era de los sistemas filosóficos que lo abarcaban todo parecía estar ter- de clases como una <dey de desarrollo» que hubiera sido descubierta me-
minando. En cambio, la cultura modernista está llena de un sentido de la diante el análisis científico de la historia y se pudiera utilizar para predecir 1

fragmentación, del mismo modo que está llena de proyectos fragmen-


''1'
y crear el futuro: ~<No existe ningún proceso mediante el cual se pueda pre- i '¡
tarios como el de Nietzsche. El filósofo Wilhelm Dilthey, el sociólogo Max decir el futuro científicamente, ni siquiera uno que nos permita discutir
Weber, d novelista Robert Musil tuvieron problemas para acabar sus si una hipótesis sobre el futuro es mejor que otra». Lo importante con
obras más importantes y dejaron grandes proyectos inacabados, con los respecto a la lucha de clases no era su verdad histórica ni su poder de
que han tenido que romperse la cabeza generaciones posteriores de ex- predicción; lo importante era su potencial psicológico. Para movilizar a
pertos. las masas illertes, decía Sorel, no se necesitab3. historia ni ciencia, sino lo
El arte modernista rara vez demostró esa calidad sistemática que po- que él llamaba un «mito». Sorel esperaba que el mito del conflicto entre
demos encontrar en los grandes victorianos. Las arrolladoras narracio- las clases se podría utilizar para provocar un brote de violencia social que
nes de Dickens y Eliot, y los cuadros panorámicos como los de Brown o acabaría con el asfixiante estancamiento de su mundo contemporáneo.
Frith, fueron sustituidos por obras menos monumentales, a menudo más La violencia revolucionaria, que según Marx era un n1edio para impulsar
íntimas, y cada vez más abstractas. Paisajes sencillos y naturalezas muer- a la historia hacia su destino final, se convierte para Sorel en una fuente
tas, la existencia cotidiana de la gente corriente, o los símbolos privados de renovación espiritual y moral, por lo que es válida como un fin en sí
del mundo interior del artista fueron los temas por los que se sintieron misma.
atraídos los escritores y pintores modernistas. Además, muchas obras de Las ideas de Sorel presagiaban claramente el mundo de mitos y vio-
arte modernistas fueron intencionalmente fragmentarias; las pinturas lencia en el que prosperarían las iniciativas de hombres como Lenin y
de Cézanne, la poesía de T. S. Eliot, o las estatuas de Rodin, tienen super- Mussolini -a los que Sorel admiraba-. Sin embargo, para lo que aquí
184 EL SIGLO XlX

estamos planteando, las Reflexiones de Sorel resultan útiles porque subra-


yan la distancia que hemos recorrido desde las hipótesis del siglo dieci-
5
nueve relativas a la ciem:;ia, la historia y los sistemas. Con ello, nos hemos
introducido claramente en un mundo cultural que es dolorosamente
consciente de lo que Meinecke llamó «el carácter fragmentario y proble-
mático de la vida moderna».
Política
En la introducción a su Fílosofla del derecho (1821), Hegel observó que
sólo es posible comprender una era histórica cuando ya se ha producido
internacional,
su recorrido histórico, es decir, cuando ha pasado su punto culminante y
ha comenzado su declive. Por lo tanto, el momento de comprender siem-
pre llega demasiado tarde: «Cuando la filosofía pinta de gris su amanecer,
paz y guerra,
hay una forma de la vida que ya ha envejecido. Con este amanecer gris de
la filosofía no se puede rejuvenecer, sino únicamente comprender. El 1815-1914
búho de Minerva despliega sus alas sólo cuando cae la noche.» En la lllz ·
cada vez más apagada de los años anteriores a 1914, podemos ver clara-
mente las aspiraciones de la cultura del siglo diecinueve por reempla-
Paul W. Schroeder
zar la fe religiosa con la certidumbre de la ciencia, la sagrada historia de
la redención con la historia profana del progreso, la cadena del ser estable-
cida por la divinidad con un sistema filosófico que Jo abarque todo. Sin Este capítulo está dedicado a un tem~ y ~n planteami~nto convendonales:
emba,rgo, en la respuesta,1Bodernista alas ideas decimonónicas relativas a analizar el ca'tádeiy Já·estiuctura ca¡tj.1)).ántes·d~fá.política in¡ernaFion~l
la ciencia, la his.tOria y 168 sistemas, podem~·s también com~nzar a perci- europea del ·siglo di~cinueve. El proCédimiento es menos convencional: se
bir lo que seguiría al fracaso de esas aspiraciones. trata de centrarnos en explicar la paz en vez de, como se hace habitual-
mente, explicar la guerra.' La paz es más artificial y exige más explicacio-
nes.A veces, las guerras son hechos que sencillamente suceden; la paz siem-
pre tiene alguna causa. Además, comprender por qué el siglo diecinueve
fue más pacífico que cualquier otro siglo anterior en la historia europea
contribuye a aclarar por qué terminó con una guerra mayor que cualquie-
ra de las anteriores.
La señal más obvia de que fue un siglo pacífico en la historia de Euro-
pa es el hecho de que las guerras fueran relativamente escasas y limitadas:
no hubo ninguna guerra general o sistémica (una guerra en la que estu-
vieran implkadas todas o la mayoría de las grandes potencias) desde 1815
hasta 1914; en dos períodos extensos, 1815-1854 y 1871-1914, no hubo
guerras entre las grandes potencias europeas. Aunque a mediados del si-
glo se produjeron entre varias grandes potencias cinco guerras, todas ellas

1
Deseo expresar mi agradecimiento al profesor F. R. Bridge por sus muchas y valiosas
sugerencias y críticas.
186 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 187

importantes por sus resultados> fueron guerras limitadas c01nparativa- napoleónicas y en el Congreso de Viena. Existe un amplio acuerdo sobre al-
mente en cuanto a su duración, su alcance y las bajas que ocasionaron. gunas de las razones que explican su inusual estabilidad. El sistema de Vie-
La estabilidad de los actores es igualmente notable. Todas las grandes po- na incluía un acuerdo territorial moderado e inteligente que satisfizo las
tencias de 1815 sobrevivieron como tales hasta 1914, a pesar de algunos principales necesidades y aspiraciones de los vencedores (Gran Bretaña,
cambios en la clasificación por categorías. Salvo en el caso de los esta- Rusia, Austria, Prusia, y sus aliados de menor categoría) sin despojar ni
dos alemanes e italianos que fueron absorbidos por la unificación, tam- humillar a Francia. Además, se establecieron amplios acuerdos negociados,
bién sobrevivieron la n1ayoría de los Estados menores, y surgieron algunos ligados con el sistema, que zanjaban muchas disputas particulares surgidas
nuevos. de las guerras que tuvieron lugar entre 1787 y 1815. Estos acuerdos, combi-
Las instituciones y los procedimientos internacionales del siglo dieci- nados en una red de tratados de apoyo mutuo, proporcionaron a todos los
nueve se transformaron de manera similar en una tendencia continua ha- gobiernos una participación en un nuevo sistema de derechos y obligacio-
cia la estabilidad. Las alianzas, que en el siglo dieciocho habían sido sobre nes que entrelazaban a unos con otros. Como respaldo a todo ello, existía
todo instrwnentos para conseguir poder, seguridad y ventajas concretas, una alianza de seguridad entre las grandes potencias para defender el pac-
se utilizaron durante gran parte del siglo diecinueve en primer lugar para to contra su posible violación y contra agresiones revolucionarias, especial-
controlar y conte11-er tanto a los oponentes como a los aliados, y así pre- mente las que podían provenir de Francia. Finalmente, se aplicó un princi-
venir su expansión territorial. El sistema del siglo diecinueve no sólo pro- pio diplomático, antiguo pero poco utilizado, consistente en un Concierto
dujo una paz duradera allí donde el conflicto había sido endémico (los Europeo por el cual las cinco grandes potencias constituyeron un consejo de
Países Bajos, Suiza, Escandinavia y el Báltico, y durante algún tiempo el gobierno o directorio, cuya función era arbitrar en cuestiones internacio-
Cercano Oriente), sino qué consiguió a veces promover cambios pacíficos nales graves, utilizando los procedimientos, previstos en el Concierto, tales
(por ejemplo, con la creación de Bélgica). Absorbió y sobrevivió a· cam- como conferencias diplomáticas -en lugar de negociaciones bilaterales o
bíos contundentes producidos por guerras, y demóstró ser capaz de inte- multilaterales-- para conseguir solucione.s conse1'suadas. -
-grar en el sistetna a nuevos actores, incluso a aquéllos generados o trans- Otra característica del acuerdo era igualmente vital, 'aunque menos
formados por violaciones de tratados y por guerras. La expansión y el obvia: la creación de una Europa central independiente, confederada y
imperialismo fuera de Europa, que en siglos anteriores había sido un fac- orientada hacia la defensa. A lo largo del siglo dieciocho y de la era revo-
tor directo de guerras y conflictos europeos, permanecieron en gran me- lucionaria-napoleónica, la inestabilidad, la debilidad y las rivalidades que
dida separados de dichos conflictos durante buena parte del siglo dieci- plagaron Europa central (los Estados alemanes, Suiza, Italia, Austria y Po-
nueve. ,.Lo que más llania la atendón es que este sistema internacional lonia) habían generado repetidas crisis y guerras, es decir, conflictos de
perduró y sobrevivió a las tensiones de un siglo de cambios rápidos y fun- aniquilación mutua que se producían entre las potencias con fronteras
damentales dentro de la sociedad europea: industrialización, moderniza- comunes que competían entre si. El Congreso de Viena adoptó una serie
ción, revoluciones en las comunicaciones, la tecnología y la ciencia, el as- , de medidas para conseguir que esta zona crítici:l se convirtiera temporal-
censo del Estado fuerte, la politización de las masas, y el crecimiento del mente en una zona de paz (por supuesto, al precio de algunas injusticias,
liberalismo, el nacionalismo, el socialismo y la democracia. expectativas frustradas y problemas futuros). El Congreso estableció una
Confederación Germánica que unía a los Estados alemanes en una liga de-
fensiva permanente bajo el mando conjunto austro-prusiano; dio a Austria
el dominio, pero no el control directo, de varios Estados italianos inde-
El sistema de Viena pendientes; estableció y garantizó una Confederación Helvética neutral;
y mantuvo, aunque de una forma modificada, la partición de Polonia
La explicación de este logro· tan notable, y de su desastroso final, c01nien- realizada en el siglo dieciocho entre Rusia, Austria y Prusia. También los
za con el sistema de Viena, la red de tratados, instituciones y procedi- reinos de los Países Baj.o.s y Dinamarca quedaron vinculados indirecta-
mientos establecidos en el periodo 1813-1815, durante las últimas guerras mente a esta Europa central independiente, y defensiva.
188 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914

Aunque son escasas las discrepancias entre los expertos con respecto a_ volucionario y napoleónico) y fomentaba o permitía algunos nuevos. Sólo
estas causas de la estabilidad del sistema, sí que hay algunos desacuerdos más tarde, a partir de 1820, predominaron las políticas de represión de los
relativos a su espíritu y a los principios en que se basó. Para muchos el sis- disid_entes y el simple 1nantenimiento del statu qua en Rusia) Austria y Pru-
tema funcionó porque el equilibrio de poder inhibía nuevas tentativas de sia, junto con sus esferas de influencia, condujo a una fractura ideológica
lograr la hegemonía y las monarquías cooperaron en contra de la guerra> entre una Europa occidental, liberal-constitucional, y una Europa oriental
el liberalismo, el nacionalismo y la revolución. Cuando estos factores fueron absolutista. La solidaridad entre los gobiernos creada en Viena y encamina-
perdiendo fuerza, produciéndose al mismo tiempo ciertos desplazamien- da a mantener la paz, que trascendió y sobrevivió a esta fractura, surgía de
tos en el equilibrio de poder y la aparición de nuevas ambiciones, el siste- su éxito total en cuanto a satisfacer las demandas existentes y a armonizar
ma dejó de funcionar. Este veredicto, aunque contiene algo de verdad, es las exigencias conflictivas, tomando como punto de partida un consenso
inadecuado y conduce a errores. La razón por la que la mayoría de los go- general sobre los requisitos prácticos para la paz y un reconocimiento de
biernos apoyaron el equilibrio territorial y de poder, de derechos, de po- que tenían que existir ciertos límites que gobernaran la competencia inter-
sición, de obligaciones y de seguridad alcanzado en 1815, no fue que tu- nacional. Las rivalidades y los objetivos conflictivos anteriores persistieron
vieran saciados sus anhelos de expansión, ni que estuvieran exhaustos a pesar del sistema de Viena --competencia anglo-francesa en España y en
por la guerra y desearan la paz. Lo que sucedía era que realmente habían el Mediterráneo, entre Austria y Francia en Italia, entre Austria y Prusia
aprendido que la guerra y la expansión no podía proporcionarles paz y en Alemania, entre Austria y Rusia en los Balcanes, y anglo-rusa en Orien-
seguridad. Aceptaron, a veces a regañadientes, las delicadas y dolorosas te Medio--. Pero los intereses, las reglas y los objetivos eran diferentes. Aho-
condiciones del acuerdo con el fin de conseguir seguridad en un sistema 1 ra la competencia era por esferas de interés e influencia dominadora, no
de derechos garantizados por las leyes. Incluso en Francia, la mayoría de 1 por la ampliación del territorio, la eliminación del rival, o el control total,
los ministerios, cuando no los grupos de la oposición, llegaron a aceptar y así el mantenimiento de la paz general siguió siendo el objetivo supremo.
y apoyar el acuerdo sobre estas bases. Además, en esta época, cuando era El juego de finales del siglo dieciocho, que era como un poker de altos inte-
ne~esario- imponer condiciones:-restrictivas ·a los gobiern'üs;·el método " "··reses~·-y.que la Revolución y Napoleón convirtieróti'éri-u'lla ruletá"rusa; dio
normal no era sopesar o confrontar su poder con otro poder que lo con- paso a un bridge de contratos. · · · ·
trarrestara, sino «agrupar», utilizando medidas de concertación y presio- Esto hizo que las reglas y procedimientos del Concierto fueran efecti-
nes de grupos para hacer cumplirlas normas y los tratados. En las crisis más vos durante las décadas posteriores a 1815 en cuanto a manejar pacífica-
importantes, dicha confrontación de poderes no podía haber funcionad0, mente los problemas y las crisis internacionales, a menudo mediante me-
ya que dos grandes potencias, Gran Bretaña y Rusia, eran más poderosas didas represivas y nunca sin fricciones ni rivalidades, pero sin guerras ni
y mucho menos vulnerables que las otras tres, por lo que, cuando funcio- ampliaciones territoriales por parte de las grandes potencias. Aquí sólo
naban conjuntament~, como hicieron en momentos importantes entre podemos resumir unos cuantos ejemplos.
1815 y 1848, eran ellas las que zanjaban las cuestiones. En términos de Rebeliones en España, Nápoles y el Píamonte en 1820-1821. Tres confe-
poder, el sistema estaba caracterizado por una hegemonía doble: Gran rencias celebradas entre 1820 y 1822 dieron como resultado que Austria
Bretaña en el oeste de Europa y Rusia en el este; una hegemonía que re- consiguiera reprimir las rebeliones en Italia y que Francia hiciera lo mis-
sultaba tolerable porque habitualmente era latente, inactiva, y permitía la mo en España.
actividad de otras esferas de influencia 1nenores. La rebelión griega en 1821-1825. Esta profunda rebelión y guerra étni-
Del mismo modo que el equilibrio político no se derivaba de equilibrar co-religiosa contra el dominio turco ru.nenazaba repetidamente con ocasio-
un poder con otro poder que lo contrarrestara, la solidaridad conservado- nar una guerra entre Rusia y Turquía, pero Rusia se controló a sí misma
ra tampoco se basaba sencillamente en restaurar o preservar el Antiguo Ré- y, por otra parte, la diplomacia de los tratados dirigida por Gran Breta-
gimen. Al menos en la política internacional, el sistema de Viena no era una ña y Austria consiguió alejar el peligro.
restauración. Mantenía la mayoría de los cambios territoriales, sociales y Revoluciones en las colonias americanas de España y Portugal. Todas las
político-constitucionales que se habían efectuado durante los períodos re- colonias rebeldes consiguieron su independencia sin que se produjera
190 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 191

una intervención extranjera, en parte porque Gran Bretaña con su flota Egipto, y su régimen -dos veces derrotado y abocado al derrumbamien-
de guerra la impidió, pero sobre todo porque las monarquías continenta- to- fue rescatado por las grandes potencias europeas: Rusia en 1832-
les, a pesar de su simpatía por España y de su temor a una revolución re- 1833 y otras cuatro potencias en 1839-1840. La decisión adoptada en
publicana, no hicieron serios esfuerzos por intervenir. 1840 por las cuatro potencias de actuar finalmente sin Francia condujo a
La crisis del Oriente en 1826-1829. La intervención de Gran Bretaña, una crisis y una amenaza de guerra en Europa, con lo que parecía que se
Rusia y Francia para salvar a los griegos de ser aplastados por Egipto, va- estaba reviviendo la competencia tradicional política entre las potencias
sallo del sultán otomano, aunque inicialmente tenía la intención de acabar en el Cercano Oriente y en Europa. Pero la crisis tenía en realidad más que
con la lucha mediante la diplomacia y evitar que cualquier gran potencia ver con las reglas y el liderazgo dentro del Concierto que con la política de
.ampliara su territorio o actuara unilateralmente, acabó convirtiéndose en las potencias. Francia siempre estuvo a favor de un Concierto para de-
una batalla naval en la que las potencias aliadas aniquilaron a las fuerzas fender al sultán, pero deseaba dirigirlo en una alianza con Gran Bretaña
egipcias y turcas. Esto desembocó en una guerra entre Rusia y Turquía, con contra Rusia, que era la amenaza permanente para Turquía. En cambio,
victoria rusa y el peligro de que el Imperio Otomano se desintegrara, sien- Gran Bretaña, desconfiando de los objetivos de Francia, prefería traba-
do Rusia la que recogiera los pedazos -un posible desenlace al estilo del jar con Rusia, por lo que Francia reaccionó principalmente por su honor
siglo dieciocho-. En vez de esto, Rusia firmó un tratado de paz que au- herido y su prestigio perdido. Los preparativos de Francia para la guerra,
mentó su influencia en Constantinopla, pero preservó el trono del sultán; dirigidos contra Austria y Prusia, fueron en gran medida una fanfarronada
los tres aliados negociaron la creación de un reino griego independiente, y, cuando el concierto entre las cuatro potencias se mantuvo firme, Fran-
que pronto cayó en la. esfera de influencia anglo-francesa, en vez de en la cia se volvió atrás, mientras las dos potencias germánicas le ayudaban a ha-
rusa. cerlo con honor. Esta crisis pone de manifiesto tanto ta estructura hege-
Las revoluciones de 1830. Estas revoluciones, que comenzaron en el mes mónica doble anglo-rusa del sistema, como la efectividad de la estrategia
de julio en Francia y se extendieron a los Países Bajos, Suiza, Ale1nania, agrupadora del Concierto. -.
Italia y Polonia, produjeron una cierta cantidad de violencia, cambios po- Otros conflicto;·de las décadas de 1830 y 1840. Estos conflictos constitu-
líticos y constitucionales considerables y algunas crisis internacionales, yen una ensalada mixta en la que están incluidas las guerras civiles que se
haciendo más profunda la división ideológica entre el este y el oeste. Sin produjeron en España y Portugal entre los absolutistas y los pseudo-cons-
embargo, en la política internacional las potencias demostraron modera- titucionalistas, además del creciente descontento y las tensiones cada vez
ción. Reconocieron rápidamente a la nueva monarquía de Orléans, que más fuertes en Italia, especialmente en Roma y entre Cerdeña-Piamonte
reemplazaría a los Borbones destituidos en Francia, y mediante la diplo- y Austria, así como otra incipiente_rebelión polaca aplastada por las po-
macia de las conferencias controlaron la tensión surgida entre Austria y tencias del este en 1846 y seguida de la anexión de la ciudad libre de Cra-
Francia por las intervenciones de la primera en los Estados Pontificios. covia a Austria, y finalmente una pequeña guerra civil entre protestantes
Dieron respuesta a una rebelión en Bélgica desbaratando los Países Bajos y católicos en Suiza. Todos estos conflictos gfneraron situaciones conten-
Unidos, creados en 1815 como una defensa contra Francia, y convocando ciosas entre distintas potencias, pero ninguna llegó a estar cerca de ame-
una conferencia de Londres que, a pesar de los grandes obstáculos plan- nazar con una guerra internacional.
teados principalmente por los holandeses y los belgas, finalmente esta- No obstante, decir que el sistema se mantuvo efectivo en cuanto a pre-
bleció y garantizó conjuntamente un reino de Bélgica independiente, con servar la paz no es afirmar que no se vio afectado o debilitado por las
lo que llevaron la paz, hasta 1914, a una zona que había sido durante si- crisis y los cambios. Las décadas de 1830 y 1840 muestran claramente ten-
glos el campo de batalla de Europa. Incluso el hecho de que Rusia aplas- siones y fricciones cada vez más serias entre las potencias. La causa que
tara una rebelión polaca por la independencia pasó sin intervenciones ex- habitualmente se alega para explicar esto, como en el caso de las revolu-
tranjeras, sin crisis internacionales graves y sin cambios territoriales. ciones de 1848 y en el derrumbe final del sistema de Viena, es la creciente
Nuevas crisis en Oriente en el periodo 1832-1841. Esta vez la amenaza al distancia ideológica, política y econó1nica entre los gobiernos y grupos
Imperio Otomano vino de un ambicioso vasallo del sultán, el pachá de absolutistas, por un lado, y los liberales-constitucionalistas moderados>
192 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA 1 1815-1914 193

por otro; también hay que incluir como causa el 1nodo en que los regí- Sin e1nbargo, las políticas absolutistas acabaron socavando el sistema de
menes absolutistas, cada vez más débiles y amenazados, intentaron neu- Viena y la paz general, tanto indirecta1nente, aumentando las presiones
tralizar -1nás con la represión que con reformas- las demandas de que fomentaban la revolución desacreditándola y deslegitimándola en co-
cambio político, social y económico y el ascenso del nacionalis1no. laboración con la represión practicada por Metternich, como de manera
Esto es básicamente cierto, pero simplifica en exceso la conexión entre directa, atrofiando deliberadamente la capacidad del sistema de Viena de
la brecha absolutista-constitucionalista en los asuntos internos, y las rela- crecer y adaptarse a nuevas condiciones. A partir de 1819, Metternich y sus
ciones internacionales. A menudo, los historiadores equiparan el sistema aliados dedicaron su atención a los acuerdos de 1815 relativos a la Confe-
de Viena (los tratados, leyes y procedimientos para dirigir la política in- deración Germánica, Italia y Polonia -unos acuerdos que originalmente
ternacional) con el sistema de Metternich (los preceptos absolutistas para eran susceptibles de cambiar y desarrollarse- y los redujeron a unos me-
el gobierno interno de los Estados). Esto es comprensible, ya que el can- ros instrumentos para mantener el statu quo, dejando que el sistema fuera
ciller austríaco, el príncipe Metternich, y sus aliados equipararon ambos todavía útil para el control de las crisis, pero no para resolver problemas.
sistemas, utilizando los tratados de Viena para legitimar sus procedimien- Por otro lado, los esquemas utópicos y las acciones imprudentes de los
tos represivos internos e interrÍacionales, y dado también que sus oponen- ideólogos nacionalistas y revolucionarios constituían una amenaza aún
tes liberales y radicales hicieron lo mis1no, valorando los dos sistemas con más directa para la paz, mientras que los reformistas moderados, especial-
el mismo rasero. Sin e1nbargo, no eran an1bos idénticos, ni inseparables, mente en Gran Bretaña, daban buenos consejos sin intentar nunca res-
y lo demuestran los efectos reales de la controversia ideológica que tuvo paldarlos con la acción, ni tampoco asumir responsabilidades por sus con-
lugar entre 1815 y 1848. En general, el sistema de Viena tuvo éxito (la paz secuencias. Por ejemplo, en Gran Bretaña Lord Palmerston solía tener razón
y los tratados se mantuvieron), mientras que el sistema de Metternich fi- sobre el tipo de .medidas que eran necesarias para evitar la revolución en
nalmente salió perdedor (los intentos conservadores de hacer retroceder Alemania y en Italia; Metternich también tenía razón cuando advertía so-
el constitucionalismo, las ideas liberales, y el cambio económico y social bre los riesgos de urgir a otros a aplicar esas medidas sin tener en cuenta el
perdieron terreno durante.las décadas de 1830 y 1840 en Francia, los .Países modo en que se deberían controlar los.i;esultados.
Bajos, Alemania, el norte de Italía, e incluso algunas partes de Austria). Ade- De est8. mallera, el própio éxito del sistema de Viena en cuanto a evitar
más, las desavenencias ideológicas producían argumentos acalorados, la guerra y controlar las crisis contribuyó a preparar el terreno para el
pero no rivalidades o crisis internacionales graves entre los gobiernos. To- asalto contra dicho sistema.
das las rivalidades importantes que existían en Europa eran anteriores a la
división ideológica y traspasaban sus fronteras. La discusión ideológica
entre los absolutistas, que proclamaban el derecho a la intervención para
aniquilar la revolución, y los liberales, que defendían una doctrina de no El sistema socavado y desbaratado, 1848-1861
intervención, tuvo escasas consecuencias en la práctica. Independiente-
mente de la doctrina) los Estados intervinieron en revoluciones que se A diferencia de algunas otras revoluciones) las que se extendieron en 1848
producían en países extranjeros situados en sus respectivas esferas de in- por el oeste y el centro de Europa, desde Francia hasta los Principados
fluencia, o no lo hicieron, según sus intereses particulares. El conflicto Rumanos, se produjeron en primer lugar por descontentos y movimien-
ideológico, en otras palabras, no afectó directamente a la capacidad del tos internos políticos, sociales y econó1nicosi no por conflictos interna-
sistema de Viena para intervenir en problemas internacionales inmedia- cionales. Sin embargo, la política internacional desempeñó un cierto pa-
tos, ni tampoco indujo a los gobiernos, en la 1nayoría de los casos, a caer pel en sus orígenes y uno aún mayor en su desarrollo y resultados.
en políticas peligrosas o agresivas. El régimen más autoritario que hubo en Un factor importante fue el nacionalis1no, que se manifestó de dos for-
una gran potencia entre 1815 y 1848 -el de Carlos X en Francia (1824- mas diferentes, buscando en ambos casos la liberadón, aunque, según los
1830)- también tuvo los objetivos políticos más peligrosamente ambi- casos, buscaba la liberación de distintas ataduras o restricciones, y con fi-
ciosos en el extranjero. nes también diferentes. En su primera forma, el nacionalismo fue expre-
194 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 195

sado por personas o líderes que afirmaban la existencia de una identidad más profundos los conflictos dentro de los países o entre los pueblos, sino
particular y que se indignaban por estar bajo un dominio extranjero. Este que proporcionó la oportunidad y los medios para que los dirigentes y los
nacionalismo reclamaba unos «derechos>> nacionales que variaban desde gobiernos ambiciosos persiguieran objetivos expansionistas, a menudo
la autonomía local hasta la independencia total, pasando por el autogo- viejos objetivos estatalistas y dinásticos, bajo nuevas consignas revolucio-
bierno. Este tipo de protesta nacionalista se dio en muchos lugares y si- narias. Tales programas «nacionalistas» y las respuestas de los gobiernos
tuaciones diferentes: los daneses y los alemanes en Schleswig-Holstein, atacados o amenazados por ellos fueron los responsables principales de
los italianos en Lombardía-Venecia bajo el dominio de los,austríacos, los las crisis y los conflictos internacionales de 1848 y 1849. Las revoluciones
húngaros dentro de Austria, los checos en Bohemia-Mor~vía, los croa- italianas desafiaron directamente tanto la hegemonía austríaca como el
tas en Hungría, los polacos cuyo país estaba repartido entre tres potencias, sistema de 1815, pero sólo cuando Cerdeña-Piamonte tomó la dirección
los rumanos bajo la autoridad de los turcos y los húngaros, los irlandeses y atacó a Austria se produjo una guerra interestatal que amenazaba con
en el Reino Unido. La otra forma de nacionalismo, expresada principal- involucrar también a Francia y convertirse en un conflicto generalizado>
mente por una clase media comercial y profesional que iba ascendiendo so- y, cuando Austria aplastó a Cerdeña-Piamonte en 1848 y 1849, terminó la
cialmente, a la que dirigían o se unían intelectuales libres y nobles libera- crisis internacional. Las causas nacionales danesa y alemana chocaron en
les, pedía la liberación con respecto a los obstáculos situados en el camino Schleswig-Holstein, pero no surgió una crisis internacional hasta que Pru-
hacia la libertad política de la nación y hacia su desarrollo social, econó- sia apoyó temporalmente con su ejército la causa alemana y, cuando Gran
mic? y cultural, y también la liberación con respecto al poder ejercido por Bretaña y Rusia obligaron a Prusia a retroceder, la fase aguda de la crisis
gobiernos pequeños, débiles o no progresistas. Este tipo de nacionalismo finalizó. El Parlamento Nacional Alemán de Francfort, en su intento de
estaba presente en Fraricia, pero alcanzó el máximo de fuerza en Alema- unificar Alemania, desarrolló una peligrosa política extranjera de la Gran
nia e Italia. Alemania, pero el gran peligro internacional estaba en la rivalidad austro-
Dado que, al hablar de liberación y unificación nacional, se designa- prusiana por el gobierno de la nueva nación unificada. El;novimiento de
ban cosas diferentes, las dos variedades de nacionalismo apuntaban y ame,- .. independencia húngaro constituyó un desafío contra Austria mayor que
nazaban a enemigos distintos. La primera amenazaba a los imperios mul- cualquier otro, ya que al principio obtuvo de Viena el reconocimiento le-
tinacionales, en particular a Austria; la segunda apuntaba especialmente gal de sus derechos, aunque posteriormente éste se anuló. Con dicho re-
a los pequeños Estados principescos. La primera tendía a la descentrali- conocimiento Hungría pudo declarar la independencia y luchar por que-
zación y la federación, la segunda hacia la amalgamación. Por lo tanto, aun- darse con todos los territorios históricos y pueblos de la corona de San
que a veces podían cooperar, lo más probable, tal como corroboraron los Esteban, llevando adelante esta lucha con un gobierno al mando de la mi-
acontecimientos, era que en última instarÍ,cia chocaran frontalmente. tad húngara del ejército regular austriaco. Finalmente, fue el empeño del
Además, ambos tipos de nacionalismo hicieron surgir diversas pasiones zar Nicolás I por dejar la revolución fuera de sus territorios y mantener la
y programas contrarrevolucionarios divergentes: patriotismo antipolaco hegemonía de Rusia en la Europa oriental lo que en última instancia hizo
en Prusia y Rusia, lealtad particularista en Baviera y otros Estados ale- fracasar los alzamientos de los rumanos y la revolución húngara, y con-
manes, lealtades municipales en Italia, fidelidad militar, burocrática y re- tribuyó en 1849 y 1850 a evitar la guerra entre Austria y Prusia por la su-
ligiosa a los Habsburgo (Habsburgtreue) en Austria, resistencia alemana premacía en Alemania.
a los checos en Bohemia-Moravia, o resistencia danesa en Schleswig, re- J En otras palabras, en el coso internacional la política de las potencias
sistencia croata y eslovaca frente a la don1inación húngara, y otras situa- prevaleció sobre los movimientos nacionales. Y, lo que es aún más sorpren-
ciones parecidas. Por consigµiente, el resultado inevitable de los movi- dente, la paz y el orden internacionales vencieron temporalmente a la re-
mientos de unidad nacionalista fue una desunión y un conflicto aún volución, la ambición y la guerra. En 1850, después de numerosos con-
mayores. flictos, crisis y amenazas de gran guerra, todos los tratados anteriores a
No obstante, la forma en que los movimientos nacionalistas afectaron 1848, las fronteras y las instituciones internacionales quedaron intactos.
más directan1ente a la política internacional no fue creando o haciendo Los acontecimientos de 1848 y 1849, a diferencia de los de 1814 y 1815,
EL SIGLO xrx POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRAi 1815-1914 197

trajeron una auténtica restauracíón del viejo orden. Lo que lo hizo posi- de guerra británica y francesa en apoyo de los turcos, una declaración de
ble y explica ampliamente tanto la derrota de las revoluciones como el guerra por parte de Turquía, destrucción de la armada turca por parte
mantenimiento de la paz es que todas las grandes potencias resistieron la de los rusos, una ofensiva anglo-francesa ocupando el mar Negro, y final-
tentación de la expansión hacia el exterior, utilizando en cambio sus ejér- mente la guerra entre Rusia y las potencias occidentales. En cada una de
citos para restablecer su autoridad en el interior. A la hora de explicar este estas fases se propusieron las soluciones del Concierto Europeo, general-
resultado hay que tener en cuenta, entre otras cosas, la supervivencia y el mente orquestadas por Austria, y parecía que éstas podían ser capaces de
uso efectivo de algunos elementos estructurales fundamtntales del sis- resolver la crisis, con el único riesgo de verse frustradas por algún suceso
tema de Viena para controlar las crisis, sobre todo la cooperación hege- imprevisto. Sin embargo, la guerra no fue realmente el resultado de una
mónica doble de Gran Bretaña y Rusia, así como la aplicación de los mé- mala suerte o de un accidente; detrás de un proceso fortuito siempre hay
todos y principios del Concierto. causas profundas. Tres de éstas fueron importantes, sin llegar a ser funda-
Sin embargo, esta restauración superficial escondía profundos cam- mentales. Francia, donde Luis Napoleón gobernaba entonces como el em-
bios en el sistema internacional. Algunas cuestiones cruciales (Alemania, perador Napoleón III, explotó deliberadamente la crisis: se arriesgó a la gue-
Italia y Hungría, todas ellas formando parte de un Estado austríaco aún rra para ganar prestigio, destruyó la alianza austro-rusa, y estableció una
más grande) se habían abierto y eran más profundas, viejas rivalidades alianza con Gran Bretaüa, disfrutando así de seguridad y liderazgo en Eu-
· revivían y se agudizaban (la rivalidad entre Austria y Cerdeña y entre Aus- ropa. Los turcos, que en otros momentos habían confiado en el apoyo oc-
tria y Francia en Italia, la de Austria y Prusia en Alemania, y la de Austria cidental, se decidieron por la guerra para aliviar la presión constante que
y Rusia en los Balcanes, a pesar de su cooperación en Hungría). La revo- Rusia ejercía sobre ellos. En Gran Bretaña, la política interna practicada
lución liberal o democrática realizada desde abajo estaba desacreditada, por un gobierno débil y dividido, sometido a la presión de una prensa ru-
pero se había fomentado la revolución conservadora realizada desde arriba sófoba, del Parlamento y de la opinión pública, desembocó en la confusión
por los gobiernos y las fuerzas armadas. Una república insegura y arries- y en decisiones y acciones poco claras en momentos cruciales. Pero los dos
gada emergía en Fr~ncia COJ:lUt\SOI!Spiradorhonapartista como presi- factores fundamentales se or-iginaron por dedsiones políticas básicas adop-
1
dente: Luis Napoleón, el sobrino de Napoleón. Y lo peor de todo fue que tadas en Jiu.sía.')' Gran Bretaña, basadas todas ellas eii cálculos errónet>s. La·' . ·•
las revoluciones habían radicalizado a muchos conservadores anterior- crisis surgió porque Rusia intentó forzar al gobierno turco para que reco-
mente cautos, internacionalistas y legalistas, que ahora veían cómo, op- nociera formalmente la preeminencia rusa en Constantinopla, suponien-
tando por los objetivos nacionalistas) los regímenes conservadores po- do que esto no produciría ninguna reacción fuerte en Europa. El conflicto
dían neutralizar el liberalismo y vencer a las masas. ruso-otomano evolucionó hasta convertirse en una guerra importante
Esta perspectiva a largo plazo hace que parezca inevitable la ruptura del porque el gobierno británico decidió en varios momentos después de ju-
Concierto en la crisis ~el Cercano Oriente, dando como resultado la pri- lio de 1853 no permitir a Rusia una retirada honorable cubriéndose con el
mera guerra importante desde 1815. Sin embargo, los orígenes reales de la Concierto, sabiendo que era esto lo que Rusia intentaba. En cambio, Gran
guerra de Crimea más bien sugieren que se produjo un error o un acci- Bretaña infligió a Rusia una humillante derrota política y debilitó supo-
dente, La confrontación inicial entre Francia y Rusia tardó mucho tiempo sición en Europa y en Oriente Medio. Esta política, que desde el principio
en desarrollarse (1851-1853); la causa de la disputa parece superficial (ofi- supuso un riesgo de guerra y al final condujo a ella, se basaba en dos su-
cialmente, el control de algunos de los santos lugares en Jerusalén, pero en puestos: el frenar a Rusia incluyéndola en el grupo del Concierto podía
realidad, el prestigio y la influencia en Constantinopla), y la disputa se re- ~nantener la paz por el momento, pero no eliminaría la amenaza rusa a lar-
solvió a favor de Rusia antes de que la crisis llegara a adquirir gravedad. El go plazo contra los imperios otomano y británico (que era real), y que la
paso decisivo desde la crisis inicial hasta la guerra real llevó casi un año fuerza naval y financiera británica, añadida a las fuerzas de tierra conti-
(mayo de 1853-marzo de 1854) y pasó por muchas fases: rechazo por nentales (turcas, francesas, y quizá también austríacas y alemanas), podría
parte de Turquía de un ulthnátum ruso, ruptura de relaciones y ocupación actuar con gran facilidad y rapidez, posiblemente incluso haciendo retro-
de los principados rumanos por parte de Rusia, movimientos de las flotas ceder a Rusia en Europa y en Asía.
EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 199

Esto demostró ser incorrecto. La guerra, cuyos combates se desarrolla- ca austríaca durante la guerra resultaron aún peores. Presionada por las
ron principalmente en la península de Crimea porque Gran Bretaña y potencias occidentales para que participara con ellas en la guerra, y por
Francia no podían tocar a Rusia con efectividad en otro sitio, reveló la de- · Rusia, Prusia y la Confederación Germánica para que se mantuviera al
bilidad e ineficiencia militar de todos los contendientes, especialmente margen, Austria había seguido una línea de no beligerancia y una actitud
de Rusia y Gran Bretaña. Las bajas, aunque muy cuantiosas sobre todo para favorable a las potencias occidentales, con lo cual consiguió limitar la
Rusia, fueron causadas por el clima, la enfermedad y los problemas logís- guerra y también evitar que Rusia la ganara ( dos tercios del ejército ruso
ticos, más que por la batalla. Cuando los aliados, después de un asedio -i:'enian que permanecer en su frente occidental)> pero no consiguió que
que duró un año, capturaron finalmente la fortaleza de Seb~stopol, Fran- terminara con condiciones favorables a ella. Después de que fracasara
cia y Austria se pusieron de acuerdo para obligar a Rusia a aceptar las con- una conferencia de paz en Viena entre marzo y mayo de 1855, Austria
diciones de paz y para arrastrar a Gran Bretaña a la mesa de negocia- ayndó a Francia en la tarea de obligar a Rusia a aceptar la derrota Y unas
ciones. El acuerdo alcanzado eu el Congreso de París en la primavera de condiciones humillantes. Al final, consiguió que Rusia se convirtiera en
1856 reflejaba la limitada victoria de los aliados. Rusia renunció a sus de- su enemigo por haberla traicionado, irritó a Prusia y a los demás Estados
rechos especiales> establecidos en un tratado, con respecto al Imperio alemanes por haberlos arrastrado a una arriesgada política pro-occiden-
Otomano (una conclusión ya prevista), y tuvo que ceder una pequeña par- tal, se enfrentó con las potencias occidentales por negarse a luchar, y con-
te del sur de Besarabia a Turquía y aceptar la neutralización del mar Negro, venció a todos de que era egoísta, indecisa y codiciosa. Sin embargo) su
un doble golpe a su prestigio, su soberanía y su seguridad. objetivo era reactivar el Concierto mediante una alianza conservadora
No obstante> salvo Francia, que ganó laureles militares y prestigio in- permanente con las potencias occidentales, la cual serviría para contener
ternacional, ninguno de los protagonistas del conflicto se benefició de la a Rusia, defender el Imperio Otomano y obtener el apoyo británico Yfran-
guerra. Rusia> que sufría los efectos de su retraso, se retiró parcialmente cés para el statu qua ( es decir, el liderazgo austríaco) contra la revolución
de los asuntos europeos para concentrarse. en una reforma interna. Gran y contra los desafíos de Prusia y·Cerde~a. en Alemania e Italia,Se suponía
Bretaña, decepcionada por su esfuerzo bélico y distraída por los proble 0 que Rusia, Prusia y otros Estados ace~tarían esto por la paz yestabilidad
mas que tenía en Persia e India, también se retiró parcialmente de las generales que les aportaría.
cuestiones europeas. Esta guerra, lejos de reducir la amenaza rusa con Todo fueron castillos en el aire, por supuesto. La monarquía de los
respecto al Imperio Británico, sirvió para convencer a los rusos, que Habsburgo, neoabsolutista, tambaleante desde el punto de vista de las fi-
hasta entonces estaban divididos sobre el tema de si Gran Bretaña era un nanzas, con una gran inestabilidad social en Hungría y Lombardía-Vene-
enemigo mundial, e hizo que Rusia centrara su interés en conseguir una cia> y con problemas no resueltos en otros lugares, no t.enía ni el poder, ni
mayor expansión en el Cáucaso, Asia Central y el l~ejano Oriente. El Im- la credibilidad necesarias para mantener nna posición de liderazgo. El
perio Otomano, aunque dispuso de un breve respiro con respecto a la pre- programa que proponía ignoraba las presiones liberales y nacionales, así
sión rusa y una oportunidad para su modernización> consiguió un apoyo como la necesidad de cambios; subordinaba todo a la necesidad qne tenía
occidental no duradero. Los aliados desdeñaron al Imperio Otomano du- Austria de tranquilidad en el exterior, y pasaba por alto lo inadecuadas
rante la guerra y lo abandonaron poco después, mientras Rusia se unía a que eran Gran Bretaña y Francia para ser unos socios fiables de Austria.
Francia para fomentar los movimientos independentistas en los Balcanes. Pero el fracaso de este intento de reconstruir el Concierto Europeo a me-
Sin embargo, el principal impacto de la guerra, que constituyó un pun- diados de siglo sobre una base conservadora y centrada en Austria apun-
to de inflexión en la política internacional, lo recibió Europa central 1 es- ta hacia algo a(m más importante: la ausencia de cualquier intento liberal
pecialmente afectada de una manera global. Austria y el Concierto Europeo y occidental de llevar a cabo esa reconstrucción. La gran oportunidad
perdieron; Prusia y Cerdeña-Pia1nonte ganaron. La guerra, que Austria perdida de establecer un orden liberal internacional en Europa no llegó
había intentado evitar desesperadamente, socavó el Concierto y resultó en 1848 ni en 1849 -el programa para una política extranjera real de
una amenaza para Austria¡ un imperio que dependía de una manera es- signo liberal-revolucionario de aquellos años era peligrosamente expan-
pecial de las sanciones y el apoyo internacionales. Los logros de la políti- sionista y enfocado hacia la política de fuerza- sino en el período
200 .HL SIGLO XJX
POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 201

1853-1856. El hecho de haber derrotado a la Rusia autocrática propor-


ña, y enturbiar la reputación de Austria, explotando el descontento revo-
cionaba a las potencias occidentales una oportunidad1 si optaban por ella,
lucionario en Lombardía-Venecia y las medidas represivas de Austria con-
para dirigir a Europa por la senda liberal en lo relativo al comercio, las
tra el mismo, y aprovechando también sus tratados militares con otros Es-
cuestiones nacionalistas, la reforma constitucional, y otras medidas políti-
tados italianos con el fin de presentar a Austria como potencia agresora. Tras
cas por las que muchos habían abogado durante décadas. Pero ningún
incitar a Austria a romper relaciones, Cavour alcanzó un acuerdo secreto
gobierno tenía ideas claras para abordar esta tarea, ni el menor interés al
con Napoleón III a mediados de 1858 para provocar una guerra conjunta
respecto. Los británicos se concentraron en los negqcios, el imperio, la
contra Austria, con el fin de expulsar a ésta de Italia, lograr la expansión de
política interna, y el mantenimiento del equilibrio de poder en el continen-
Cerdeña, y reconstruir Italia con criterios federales bajo influencia france-
te, a partir de entonces principalmente en contra de Francia. Las ideas de
sa. Esto fue respaldado mediante una alianza defensiva a principios de
Napoleón III sobre la reconstrucción de Europa eran vagas, nada prácti-
. 1859. Cavour sabía que corría un riesgo al sustituir la hegemonía austría-
cas, y ligadas a sus ainbiciones dinásticas, y demostró ser un inepto a la
ca por la francesa, pero confiaba en que podría controlar a Napoleón III.
hora de poner en práctica estas ideas. De esta manera, el momento liberal
Sin embargo, a pesar de la agitación creciente en Lombardía y de la
pasó, dejando el terreno libre a los practicantes de la Realpolitik.
movilización de la fuerzas austríacas y sardas en su frontera común, la gue-
Austria recibió otro golpe más con la unificación: la independencia de
rra resultó esquiva _!.Oientras Austria se mantuvo en la defensa de sus dere-
los principados rumanos, que los nacionalistas rumanos consiguieron en
chos legales, y toda la conspiración se vio amenazada cuando Gran Bretaña
1858 y 1859, en contra de la oposición ejercida por los austríacos y los
y Prusia, contrarias a la guerra y preocupadas por F~·ancia, se ofrecieron_a
turcos, y gracias a unas hábiles maniobras alentadas por Francia y Rusia,
mediar conjuntamente en la crisis italiana. Francia contraatacó consi-
y aceptadas a regá.ñadientes por Gran Bretaña. Esto tuvo un coste peque-
guiendo que Rusia propusiera un congreso general cuyos objetivos serían
ño para el Sultán otomano, ya que sus derechos habían sido desde mucho
aislar a Austria y provocar un casus belli. Los austríacos, al percatarse de
tiempo atrás sólo ·nominales, y una Rumanía independiente resultaría en
esto inicialmente no rechazaron de plano la celebración de un cqngreso,
úl~im.a ins.ta!},cia,:rn.ejor .como•parachoques contra Rusia. Para Austr.h1:, sin:.· per~· fríSiS)tiéfO~ ·én .que, ·~i;ifuo condición· pre~i3:,cCerdeña se des~Vili:;ta- .
. embargo, e;to e;:,,peoró el ptoblema húngaro (Transilvariia tenía una ma-
ra primero. Temiendo el aislamiento, Napoleón 111 decidió a mediados de
yoría rumana) y la amenaza general del nacionalismo.
abril manifestar su acuerdo y presionó a Cerdeña para que aceptara esta
No obstante, Italia suponía una amenaza estratégica mayor en el senti- humillación. Cavour, al borde de la desesperación, pensaba ya en rendir-
do de la política de fuerzas. La derrota de Austria en Cerdeña-Piamonte en
se y descubrir el complot cuando, de repente, se vio salvado por un ulti-
1849 no había hecho más que exacerbar la rivalidad. Su nuevo rey Víctor
mátum austríaco que pedía la inmediata desmovilización de Cerdeña. Ca-
Manuel JI y el destacado estadista conde de Cavour continuaron con la
vour ignoró el ultimátum, Austria declaró la guerra, Francia hizo honor a
guerra fría contra Austria y se prepararon para otra 1nás caliente, utilizan-
su compromiso dentro de la alianza, Gra!} B_retaña y Prusia condenaron a
do la causa nacional italiana principalmente para sus fines particulares
Austria como agresora y se retiraron a la neutralidad. Y así Cavour tuvo
-gloria militar y dinástica, expansión territorial, expulsión de Austria
su guerra.
fuera de Italia y, si era posible, su destrución, y conseguir ia victoria para
El error cometido por Austria se puede explicar, aunque no justificar,
las fuerzas constitucionales liberal-conservadoras dirigidas por los pia-
por su creencia de que tenía que terminar de una vez por todas con las pro-
monteses sobre las fuerzas revolucionarias democráticas y republicanas en vocaciones de Cerdeña y las presiones militares, fiscales y políticas de la
el Risorgimento italiano--. Los esfuerzos de Cavour en 1856 por iniciar
guerra fría, así como con la movilización, y que ésta era su mejor y su últi-
una guerra contra Austria con apoyo británico y francés habían fracasado,
ma oportunidad. Junto con esto se produjo un cálculo erróneo de ~on_se-
pero en 1859 había conseguido llegar lejos haciendo de Cerdeña un terri-
cuencias fatales, nacido de una especie de arro$ancia moral: la convtcc1ón
torio líder en el progreso fiscal, c01nercial y constitucional dentro de Italia. de que la causa de Austria, la defensa de sus derechos legales contra los ata-
Asimismo, había logrado organizar y absorber el movimiento nacionalis- ques revolucionarios, era obviamente tan adecuada y necesana para el or-
ta burgués, ganar simpatía en el extranjero, especialmente en Gran Breta- den europeo que Europa al final la apoyaría contra sus enen1igos.
202 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 203

A la arrogancia le siguió el justo castigo. Después de que el ejército fran- ciar el siguiente acto de la unificación italiana, un acto que Cavour asu-
cés hubo derrotado a los austríacos en dos batallas sangrientas en Lom- miría, aprovecharía y terminaría.
bardía (los piamonteses lucharon más bien poco), el emperador Francisco En mayo de 1860, Garibaldi dirigió una expedición de 1.000 volunta-
José aceptó la oferta de Napoleón III de establecer una tregua a mediados rios mal armados que partieron del norte de Sicilia para apoyar una in-
de julio. Fue prudente la decisión de Napoleón III de terminar la guerra surrección siciliana contra el dominio napolitano. Consiguió sacar al
antes de que Austria fuera expulsada de Italia como estaba prometido. La desmoralizado ejército napolitano fuera de Sicilia y de buena parte del te-
guerra había resultado costosa e impopular en el país, el ejército austríaco rritorio de Nápoles, y nadie logró parar a Garibaldi hasta que llegó al nor- (
estaba todavía en el frente, Gran Bretaña se estaba volviendo suspicaz, Cer- te de N ápoles a finales del verano. Sin embargo, su objetivo era realmente
deña era poco fiable y, lo peor de todo, Prusia y la Confederación Germá- ir a Roma, derrocar al Papa y fundar una Italia unida y democrática sobre
nica amenazaban con intervenir. Sin embargo, los métodos de Napoleón III, la que pudiera reinar Víctor Manuel. La oportunidad que se le presen_ta-
que incluían engañar a Francisco José, empeoraron su reputación de falta ba así a Cavour, que había intentado secretamente frenar a Ganbald1 al
de formalidad; los trucos de los diplomáticos son una cosa, los de un so- tiempo que fingía apoyarle, tenía como inconveniente el hecho de que
berano son otra. Aunque Cavour dimitió en protesta por la tregua, siguió era arriesgada y peligrosa. Cavour, su rey y sus aliados abominaban la idea
controlando las cosas entre bastidores y logró cambiar las condiciones de de una Italia democrática constituida gracias a la acción popular, pero el
la tregua de tal modo que en el acuerdo final de paz Cerdeña-Piamonte derrocamiento del Papa podía enojar a Francia, ultrajar a la Europa católi-
recibió la Toscana, Parma, Módena y las Marcas Pontificias, junto con la ca, atraer a Austria de nuevo al campo de batalla con apoyo conservador,
conquistada Lombardía. Estas adquisiciones, sancionadas mediante ple- y destruir todo lo que se había conseguido hasta entonces.
biscitos, casi triplicaron el país en tamaño y población. El coste quehubo La respuesta de Cavour fue atrevida y maquiavélica. Después de obte-
que pagar fue, como compensación, la cesión a Francia (también dignifi- ner el permiso tácito de Napoleón, intentó en primer lugar fomentar una
cada mediante plebiscitos) de dos pequeños territorios piamonteses; Sa- insurrección an los Estactes. Pontificios, -pata justi.fie:,¡r una interv~nci,~
baya y Niza. Este sacrificio fue dolorü°So para los patriotas italianos y allí. Aunque ~~to fracasó, envió de todas form~s el ejército, dispersando a
saboyanos, pero resultó un buen trato para Cavour y ningún favor para las fuerzas pontificias y tomando la mayor parte de los territorios del
Napoleón. La empresa italiana, como señalaron los enemigos internos del Papa. A continuación, invadió Nápoles (otro Estado neutral amistoso) _Y
soberano francés, había creado a un alto precio un nuevo rival poten- derrotó al ejército napolitano, aunque la limpieza final duró meses. Gan-
cial para Francia, mientras que la adquisición de Niza y Sabaya provocó baldi y sus hombres fueron disueltos con agradecimiento, pero sin re-
desconfianza en Gran Bretaña e hizo más profundas las suspicacias euro- compensa; el Papa quedó confinado en Roma y sus alrededores (el Patn-
peas con respecto a sus ambiciones. monio de San Pedro); y Nápoles, Sicilia y la mayor parte de los territorios
Los acontecimientos de 1859-1860 no aportaron una solución defini- pontificios fueron absorbidos mediante plebisdtos en un nuevo Reino de
tiva para Italia. Austria seguía poseyendo Venecia, el Papa y los Barbones Italia proclamado en enero de 1861.
todavía gobernaban en Roma y Nápoles, y tanto Napoleón III como los aus- A pesar de todos sus fallos, este resultado fue mejor que cualquier otra
tríacos albergaban secretas esperanzas de alterar el resultado de distintas alternativa práctica, y se logró con una cantidad sorprendentemente pe-
maneras. Sin embargo, eso hubiera podido tardar bastante tiempo. Austria queña de violencia y derramamiento de sangre en las guerras interestata-
se encontraba sin amigos, exhausta y atormentada por sus problemas in- les (la pacificación interna del sur fue otra cuestión). Sin embargo, desde
ternos, mientras que Napoleón III no estaba dispuesto a emprender más un punto de vista internacional, estos sucesos hicieron menos por reor-
aventuras, y Cerdeña tenía una gran cantidad de nuevos territorios que ab- ganizar Europa sobre una nueva base nacional que por adelantar la des-
sorber y organizar. Además, Cavour sentía poco interés por el sur o por el trucción del viejo orden europeo sin establecer uno nuevo. Tres razones
nacionalismo italiano en sí mismo. Se necesitaba un tipo diferente de pa- precipitaron esta situación. En primer lugar, Italia estaba incompleta (fal-
triota italiano aventurero -Giuseppe Garibaldi, el más grande de todos taban Venecia y Roma)) tendría todavía ambiciones irredentistas, 1n~luso
los luchadores por la libertad que hubo en el siglo diecinueve-- para ini- después de satisfacer éstas y, dado que era una ambiciosa gran potencia en
204 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 205

ciernes, seguiría siendo un factor desestabilizador incalculable dentro de dos menores y apartando a Austria al menos del norte de Alemania y po-
la política europea. En segundo lugar, Francia se encontraba en ese mo- siblemente también del sur.
mento aislada y Napoleón III estaba desacreditado como líder y gestor del Era casi seguro que este programa revolucionario requería una guerra,
sistema, mientras que las viejas rivalidades se habían agravado en vez como el mismo Bismarck reconoció. Sin embargo, no se puede decir sim-
de suavizarse (Austria e Italia, Austria y Francia, Gran Bretaña y Francia, plemente, «Bismarck inició tres guerras para unificar Alemania.» Siempre
Austria y Prusia). Finalmente, las iniciativas de Cavour para unir Italia, intentó, primero, y durante el mayor tiempo posible, otros procedimien-
aunque estuvieran justificadas por el peligro y la necesidad, eran tan ca- tos; técnicamente Prusia no ftie el país agresor en ninguna de las guerras.
rentes de escrúpulos como para socavar cualqu.ier código estable de Además, su objetivo principal fue siempre fortalecer a Prusia y nunca uni-
conducta internacional y cualquier sistema de control mutuo, salvo aqué- ficar toda Alemania. Por encima de todo, dirigió la política no como un
llos a los que se renunciara con convencimiento por el futuro -algo· que Htiritero o como una visionario que seguía su estrel1a sino como un juga-
ni Cavour, que falleció a mediados de 1861, ni sus sucesores harían o po- dor entre los muchos que había en Europa, persiguiendo su objetivo glo-
drían hacer. bal paso a paso con medios limitados, aprovechando las oportunidades
y evitando las trampas mientras avanzaba en su camino. La razón por la
que se cuenta la historia tomándole a él com9 centro no es que controla-
ra los acontecimientos, sino qµe demostró una extraordinaria habilidad
La creación de Prusia-Alemania, 1862-1871 para aprovecharlos con éxito.
Su primera gran oportunidad surgió de un choque que se produjo en
Como todo el mundo sabe, el Segundo Reich alemán no se unificó desde 1863 entre Dinamarca y la Confederación Germáni,ca a propósito de
abajo, sino que Prusia lo creó desde arriba mediante guerras que aparta- Schleswig-Holstein. Debido a que el gobierno danés violó el Protocolo
ron a Austria de los territorios alemanes, destruyeron la Confederación de Londres firmado por las cinco potencias en 1852, se desencadenó este
Germánica, e incorporaron sus teiritorios no austríacos a un imperio do- conflicto, que condujo a una confrontación armada. Aunque era compli-
minado por Prusia. No se trataba de unas consecuencias predetermina- cada, se trataba dé una disputa del tipo de las que el Concierto Europeo ya
das; había otras soluciones posibles para la cuestión alemana. Sin embar- había resuelto con anterioridad, por lo que s.e acordó celebrar otra confe-
go, paradójica1nente, sin estas contingencias que dieron como resultado rencia de Londres para resolverlo. Pero Gran Bretaña y Rusia, las principa-
una Alemania particular d01ninada por Prusia, es difícil imaginar un sis- les protectoras de Dinamarca, eran rivales en aquel mo1nento y estaban
tema europeo estable que surgiera para sustituir al que habían enterrado distraídas con otros problemas -Gran Bretaña principalmente con Nortea-
finalmente aquellas últimas guerras de mediados de siglo. mérica y Rusia con otra rebelión polaca-. El oportunismo de Napoleón
El hecho de que el arquitecto de la unificación alemana, el conde Bis- III y la negativa danesa a restablecer el statu qua ante legal obstruyeron la
marck, fuera nombrado Primer Ministro de Prusia en 1862 durante una aplicación de una solución diplomática. A Bismarck no le importaba en
crisis constitucional que enfrentaba al rey, el ejército y el ministerio con la absoluto la disputa legal, ni la causa nacional alemana ( de hecho, conside-
mayoría liberal en la cámara baja prusiana demuestra que existía en este raba que la solución en este contexto era una amenaza p..ora los intereses
proceso una estrecha conexión entre la política exterior y la interior. En prusianos), pero vio una oportunidad de conseguir algo para Prusia, de
la unificación estuvieron implicados otros factores internos poiíticos, so- frustrar el intento de los nacionalistas liberales alemanes de convertir
ciales) econó1nicos y culturales que se daban en Prusia y Alemania. Sin Schleswig-Holstein en un nuevo Estado alemán del norte, de co1nprometer
embargo> los 1notivos de Bismarck para buscar y utilizar el poder fueron y cazar en una trampa a Austria, y también de apuntalar su propia posición
sobre todo internacionales) no cuestiones internas de su país, ni motivos en el cargo, que estaba amenazada. Persuadió á Austria para que se uniera
personales. Durante años había abogado por ampliar el territorio y el po- a Prusia en una intervención para zanjar el problema desde su posición de
der de Prusia para satisfacer las grandes necesidades y el protagonismo grandes potencias europeas. Ambas potencias exigieron que Dinan:.iarca
de su país co1no gran potencia) absorbiendo y subordinando otros Esta- restableciera el statu quo legal y, ante su negativa, enviaron un ejército com-
206 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 207

binado para apartar del conflicto a las tropas federales alemanas, prime- tiva. Los Estados menores, aunque eran conscientes de la amenaza a su
ro ocupando los dos ducados y luego invadiendo Dinamarca. Después de propia existencia, estaban desunidos, ansiosos por esconderse o, en algu-
una tregua y de una nueva conferencia de Londres) que otra vez se frustró nos casos, por seguir a Prusia para obtener protección y garantías. Na-
a~te la n~gativa de Dinamarca a restablecer el statu quo ante, Prusia y Aus- poleón III, a pesar de ser antiaustríaco y estar preocupado por el terna de
tna contmuaron la guerra hasta la victoria, consiguiendo en el tratado de Italia, tenía confianza en que Francia se beneficiaría de una guerra aus-
paz que los dos ducados les fueran entregados para poseerlos en común. tro-prusiana. Rusia, también antiaustríaca y preocupada por la adver-
1\ustria ha~~a luchado en_una guerra para conseguir unas cónquistas que tencia de Bismarck de que si él caía tomaría el poder un ministro liberal
solo eran utiles para Prusia, perdiendo para ello a sus aliados naturales en anti-ruso y pro-polaco, permaneció benevolenteni.ente neutral. Italia se
Alemania, desacreditando aún más a la Confederación, y dañando su re- uniría a cualquier guerra contra Austria para conseguir territorios, aun-
putación de partidarios de la legalidad conservadora en Europa. ¡Por qué que temía caer en la trampa de verse luchando sola. Los británicos prefe-
actuó así, sobre todo teniendo en cuenta que el ministro de Asuntos Exte- rían la paz, pero tenían otras preocupaciones en ultramar y les preocu-
riores de Austria, Rechberg, sabía lo antiaustríaco que era Bismarck? En paba sobre todo la expansión francesa. Austria, después de fracasar en su
~arte porque algunos austríacos esperaban atraer con aquel señuelo a Pru- intento de obtener ayuda prusiana para recuperar Lombardía a cambio
sia para que les ayudara a acabar con el acuerdo italiano, pero principal- de Schleswig-Holstein, volvió a caer en una política de defensa qbstina-
mente porque Rechberg, un viejo conservador metternichiano, conside- da y pasiva, intentando sin éxito reunir los apoyos alemán y europeo en
raba al nacionalismo alemán como el gran peligro revolucionario para contra de la revolución blanca de Bismarck.
ambos Estados y esperaba que los conservadores prusianos, como el mis- Por lo tanto, los obstáculos más serios a los que Bismarck se enfrentó
mo rey de Prusia, reprimirían a Bismarck y harían revivir la unidad entre en el camino hacía la confrontación fueron internos: superar los escrú-
1
los conservadores de Austria y Prusia. pulos del rey y de otros con respecto a una <<guerra civil» en Alemania,
La cuestión de la posesión de Schleswig-Holstein se convirtió en el y los problemas fiscales ocasionados por la lucha que se llevaba a cabo en
medi~ utilizado por Bismarck para resolver un tema más importante, la el parlamento sobre el tema del presupuesto. Estas preocupaciones pro-
cuestión ,alemana, engañando, arrastrando o forzando a Austria a aban- bablemente influyeron en el hecho de que se acordara una tregua con
donar Alemania en su totalidad o en su mayor parte, o, si era necesario, Austria en agosto de 1865. Sin embargo, en febrero de 1866, el rey estaba
a l~char para decidir quién era el amo. Los acontecimientos que se pro- convencido de la necesidad de una guerra y en abril Prusia llegó a un
du¡eron durante los dos años siguientes, en los que la última alternativa acuerdo de ofensiva a corto plazo con Italia, amenazando así a Austria
se hizo realidad, son demasiado complicados para explicarlos aquí; ade- con una guerra en dos freptes y asegurándose de que, al menos al princi-
más de Austria y Prusia, también los otros Estados alemanes Francia pio, Francia no intervendría. En junio, estas y otras presiones ejercidas so-
Italia, Rusia y Gran Bretaña estuvieron implicados y hubo otr;s asunto; bre Austria ayudaron a Bismarck a maniobrar tomando la iniciativa en
(las cuestiones veneciana y romana, el Cercano Oriente, e incluso la Gue- los enfrentamientos sobre la movilización y Schleswig-Holstein que di-
(
rra Ci~il Americana y la Revolución Mejicana) que desempeñaron un solvieron la Confederación y condujeron a la guerra.
papel importante. Otra complicación añadida fue que el objetivo de Bis- En seguida se demostró que la guerra resultaba un desastre para Aus-
m_arck 1:º _e:a como el de Cavour, relativamente sencillo -conseguir tria y sus aliados alemanes. La superioridad de Prusia en cuanto a movi-
aliados, iniciar una guerra, haceria tan generalizada como fuera posible, lización, adiestramiento, tácticas y estrategia, y algunas armas ( especialmen-
Yconfiar en obtener un resultado favorable-, sino que consistía en ir a la te el nuevo rifle de retrocarga) pesaron mucho más que la superioridad
guerra sólo si era necesario, mai:itenerla limitada, evitar intervenciones de Austria en cuanto a artillería y caballería. Después de dispersar fácil-
exte_r~ores y co_ntr~lar el resultado. Su éxitó, aunque demostrara siempre mente las fuerzas alemanas, las menos potentes, y ganar casi todos los
h~b1hdad, pac1enc1a y talento para desempeñar el papel de la párte ofen- enfrentamientos iniciales, el ejército prllsiano aplastó a la parte más im-
dida, dependía en última instancia de que las circunstancias fueran favo- portante del austríaco en Koniggratz (Sadowa) a principios de julio. Bis-
rables. La Confederación Germánica no pudo actuar de una manera efec- marck) decidido a aprovechar los frutos de la victoria antes de que otros
208 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 209

estados que se 1nantenía11 al margen, especialmente Francia, pudieran controlada por Prusia-. Además, Bisrnarck siempre reconoció el hecho
intervenir, acordó rápidamente una tregua a pesar de la oposición del rey obvio de que la disolución de Austria tendría consecuencias revoluciona-
Yde algunos militares, haciendo la paz con Austria con unas condiciones rias para Alemania y Europa, haciendo que la posición de Prusia entre
que a menudo se han considerado asombrosamente moderadas. Austria Francia y Rusia fuera aún más peligrosa y que la idea de una Alemania
no sufrió pérdidas territoriales, pero tuvo que aceptar la disolución de la mayor fuera un mal sueño no prusiano.
Confederación, incluidas las anexiones prusianas en el norte de Alema- Hay que admitir que el destino de Austria podía haber sido mucho
nia, y una Confederación Germánica del Norte dirigida por Prusia. A peor, y que el acuerdo le ayudó a sobrevivir -pero con un coste conside-
los estados alemanes del sur se les iba a permitir tener su propia confede- rable-. Habiendo desaparecido la razón histórica para su existencia, su
ración si así lo deseaban. En negociaciones simultáneas mantenidas por misión italiana y alemana, y siendo desesperada su posición estratégica
separado con esos Estados alemanes del sur, Bismarck negó ampliamen- con respecto a Prusia, sus únicas razones para existir eran políticas y de
te esta opción y prefirió vincularlos a Prusia mediante estrechas alianzas poder enfocadas a su seguridad y su expansión, en aquel momento diri-
militares. En el norte de Alemania, ni a los aliados de Prusia ni a sus víc- gida hacia el sudeste contra Rusia. Los efectos internos de la derrota fue-
timas se les ofreció ninguna elección . Hanover, Schleswig-Holstein, Nas- ron variados. Esta derrota aceleró el histórico Compromiso austro-hún-
sau y Francfort (cuatro millones de habitantes) fueron simplemente garo, alcanzado en 1867, que convirtió a Austria en una doble monarquía
anexionados a Prusia y los otros Estados pequéños (con otros cuatro mi- austro-húngara, proporcionando algún alivio inmediato a la cuestión
llones de habitantes) fueron incorporados a la Confed¡ración Germánica húngara, pero creando otros problemas de largo alcance. El albatros de
del Norte. Fue muy astuto impedir a Francia que interfiriera en esta re- Venecia fue cedido a Italia a pesar de las victorias terrestres y marítimas.
volución del equilibrio de poder en Alemania y en Europa, pero la in- de Austria sobre los italianos en 1866, en cumplimiento de las condi-
decisión de Napoleón, las torpezas francesas y las artimañas de Bismarck ciones de un tratado anterior a la guerra firmado con Francia para ase-
permitieron a este último esquivar la aspiración de Francia a recibir gurar la neutralidad francesa. Sin embargo, aunque en 1866 se aliviaron
. <:;ompensaciones. temporalmente los problemas más graves de Austria q:,n l~nacionalida-
De este acuerdo se ha dicho a menudo que ponía fin a la lucha por la des, se creó.Otro peligroso problema: el de las lealtades divididas de los
supremacía en Alemania; que fue un golpe de suerte para Austria, ya que austro-alemanes que miraban hacia Berlín.
le ofrecía un nuevo plazo de vida cuando parecía que Je estaba llegando su Los puntos de vista más dudosos rara vez se debaten: que lo de 1866
última hora; que se podría considerar cmno un paso provisional en el ca- forzosamente había de ser provisional, una parada intermedia en el cami-
mino hacia la unificación de Alemania; y que fue el preludio de la si- no hacia la unificación final con los Estados del sur de Alemania, y que
guiente guerra probable o inevitable con Francia. Sólo el primero de es- esta unificación requeriría probable1nente una guerra con Francia. Es cier-
tos veredictos es aceptable sin reservas importantes. La guerra de 1866 to que ambas ideas encontraron una amplia credibilidad en 1866 y tam-
convirtió a Prusia en la dueña de Alemania y en una gran potencia con li- bién posteriormente. La Confederación Germánica del Norte se mantuvo
derazgo en Europa, un hecho que fue aceptado y al que se adaptaron to- deliberadamente provisional de tal forma que los Estados alemanes del
dos en Alemania y en Europa, salvo unos pocos intransigentes. En cuanto sur pudieran entrar en ella con facilidad. Mientras tanto, en Francia, la
al segundo veredicto, la forma en que Bismarck trató a Austria fue realis- impactante victoria prusiana, el humillante fracaso francés en relación
ta, pero muy poco generosa. Tomó todo lo que quiso, siendo consciente con sus repercusiones y la nueva y evidente amenaza militar para el este
de que apoderarse de algo más habría sido poner en peligro su verdade- desbarataron el partido pro-prusiano que existía en la corte y convirtie-
ros objetivos. Ciertamente deseaba que Austria sobreviviera-sin e1nbar- ron a los franceses, que en otro tiempo habían sido indiferentes, en. firmes
go, no como un futuro aliado (eso es un mito), sino como un Estado ex- oponentes a la expansión prusiana. No ob$tante, la continuación del pro-
tranjero derrotado y vulnerable al que se podría utilizar par~ tener sujeto ceso de unificación alemana y u:ríá confrontación franco-prusiana a cau-
el sudeste de Europa y para mantener a nueVe millones de· católicos aus- sa de dicha unificación serían inevitables sólo si el statu qua de 1866 de-
tro-alemanes fuera de una Alemania predominantemente protestante y mostraba ser insostenible frente a la marea del nacionalismo alemán, si
210 EL SIGLO XIX
POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 211

Francia decidía pararlo por la fuerza, o si Prusia utilizaba métodos vio- te de Francia, generó una crisis europea y Bismarck se vio amenazado
lentos para impulsarlo. Nada de esto sucedió después de 1866. Ninguna por la humillación pública y nna posible expulsión de su cargo. Se libró
gran potencia buscaba la confrontación. Prusia rechazó una oportunidad utilizando la respuesta absurdamente agresiva de Francia para inflamar el
favorable para sostener una guerra con Francia a propósito de Luxembur- orgullo nacional francés y el honor nacional alemán, consiguiendo que
go en 1867. Francia, después de sufrir más desaires en su petición de com- ambos sentimientos se enfrentaran entre sí. Cuando Francia agravó su
pensaciones y de una alianza con Prusia, intentó repetidatnente estable- imprudencia siendo la primera en declarar la guerra, los indecisos go-
cer una alianza defensiva con Austria e Italia, o un frente\ diplomático biernos del sur de Alemania se vieron arrastrados a la guerra por la marea
europeo unido contra Prusia, pero fracasó. Gran Bretaña, Rusia y Austria nacionalista.
deseaban mantener el statu quo de 1866 en Alemania y evitar más guerras. Esta guerra, aunque más sangrienta, fue inicialmente tan unilateral
Lo más importante de todo: el movimiento nacional alemán dio marcha como la de 1866. La falta de preparación y la confusión estratégica del
atrás temporalmente en el sur de Alemania después de 1866. Los naciona- ejército francés, combinadas con la movilización y los movimientos efi-
listas liberales perdieron terreno en las elecciones; los partidos particula- cientes de los alemanes, y con la capacidad de Alemania de lanzar al com-
ristas antiprusianos llegaron al poder en Baviera yWürttemberg. Entre- bate a un gran número de reservistas bien adiestrados, dio como resulta-
tanto, la oposición particularista a Prusia decayó en el norte de Alemania do a principios de septiembre la derrota, captura o inmovilización de los
y la Confederación Germánica del Norte tuvo tal éxito que muchos, espe- tres principales ejércitos franceses. Esto no consiguió terminar la guerra
cialmente los liberales, hicieron un llamamiento a favor de darle un ca- porque Napoleón III, capturado con uno de los ejércitos en Sedan, fue de-
rácter permanente. rrocado por una revolución que se llevó a cabo en París; se estableció una
Por lo tanto, aunque no se puede decir con seguridad que el acnerdo de República Provisional, se reclutaron nuevas 1:ropas y se utilizaron tácticas
1866 podría haber durado y que la posterior unificación se podría haber guerrilleras para liberar el suelo fraucés. Pero el élan o impulso revolu-
retrasado durante años o décadas, tampoco se puede afirmar lo contrario. cionarió demostró ser ir1.suficiente para derrotar al ejército alemán. París
Algunos indicios apuntaban claramente a esta posibilidad, y el propio Bis- sufrió un asedio y fue sometido al hambre para obtener su snmisión, mien- \
marck habló de ello. Además, la crisis que condujo a la guerra franco- tras que las súplicas de los franceses pidiendo una intervención extranje-
alemana se produjo en julio de 1870, siendo de reseñar especialmente la ra sólo encontraban oídos sordos. Además, Italia tomó Roma después de
campaña de Bismarck para colocar a un príncipe Hohenzollern en el tro- que las tropas francesas que protegían al Papa hubieran sido evacuadas.
no vacante de España, asunto que parece muy artificioso si se compara El Papa reaccionó retirándose al Vaticano, rompiendo relaciones y consi-
con su política habitual. Anteriormente se había arriesgado alguna vez, derándose técnicamente·en guerra con Italia, situación que se prolongó
pero sólo cuando necesitaba hacerlo, y siempre después de prepararse cui- hasta 1929. Rusia también se aprovechó de la guerra para repudiar la
dadosamente para cualquier posible contingencia y amañando las pro- cláusula relativa al mar Negro contenida en la paz de París de 1856. Mien-
babilidades a su favor. Su plan en este caso implicaba numerosos riesgos tras Gran Bretaña y Austria dennnciaban esto, se acordó la celebración
incontrolables y prácticamente estaba abocado a explotarle en la cara, de una conferencia en Londres en la que participarían Prusia y Francia.
como al final sucedió. Aunque sus motivos exactos no pueden determi- En ésta se ignoró la guerra sufrida por Francia, a pesar de las protestas de
narse con certeza, una hipótesis inteligente es que, al igual que Cavour en los franceses; Rusia fue amonestada por violar unilateralmente un trata-
1860, Bismarck se estaba arriesgando no tanto por ganar un premio, la do, y ia dáusula en cuestión fue abrogada. Entretanto, Bismarck nego-
unificación con el sur de Alemania, sino más bien por alejar la posibilidad ció con los Estados del sur de Alemania, especialmente con Baviera, la
de una pérdida, la posible deserción de Baviera al bando austro-francés, constitución de un nuevo Reich alemán federal que posibilitaría a Gui-
lo cual habría pospuesto indefinidamente la unificación, le habría supues- í
llermo I ser proclamado emperador de Alemania en Versalles, a mediados
to una grave derrota política y habría hecho difícil la negociación con los de enero de 1871. Una tregua franco-alemana a finales de enero permitió (
liberales del norte de Alemania. De cualquier manera, el fracaso de su que el gobierno provisional francés aplastara un levantamiento de la Co-
maniobra en España, seguida de la denuncia de dicha maniobra por par- muna de París; el tratado final de paz se firmó en mayo. Para lo que se es-
212 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTBRNAClONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 213

tilaba en el siglo diecinueve fue una paz con condiciones duras, que iin- territorial entre ellas. Ésta fue la situación que se creó mediante el acuer-
ponía a Francia el pago de una fuerte indemnización y la pérdida de Alsa- do de 1866 y se destruyó en 1870.
cia y parte de Lorena, antiguos territorios del Reich alemán adquiridos Así pues, la desaparición de los estados independientes del sur de Ale-
durante los siglos diecisiete y dieciocho. mania fue uno de los cambios más importantes que se produjeron en
Frecuentemente se considera que la guerra de 1870-1871 tuvo como 1870-1871 dentro del sistema europeo. Como palses mediadores habían
consecuencia que la hegemonía de A1e1nania sustituyera a la de Francia sido útiles, no sólo para las relaciones franco-prusianas, sino también
en Europa y que se creara una duradera enemistad franco-alemana a cau- para las austro-prusianas, ruso-prusianas e incluso para las ítalo-prusia-
sa de la anexión de Alsacia y Lorena. Es obvio que ambas interpretaciones nas. Su absorción dentro de la Alemania imperial influyó en contra de las
son parcialmente ciertas, pero necesitan matizaciones. Posiblemente, sal- • intenciones fundamentales de Bismarck con respecto a la expansión de
vo un breve período, entre 1856 y 1859, Francia no había sido una poten- Prusia. Su objetivo no era el poder por sí mismo o las ampliaciones terri-
cia hegemónica en Europa desde 1812, y Alemania tuvo, como mucho, toriales, sino ambas cosas para desligar a Prusia de complicadas marañas,
una insegura media hegemonía después de 1870. En cuanto a Alsacia y liberarla de las presiones y amenazas que conllevaba su expuesta situa-
Lorena, aunque siguió siendo una herida abierta (sin embargo, para 1914 ción geográfica, convirtiéndola en una auténtica gran potencia y en una
ya se estaba cerrando lentamente) y obstaculizaba cualquier acercamiento dueña de su propia casa, es decir, de Alemania. La guerra de 1866 había
real entre Francia y Alemania, este problema nunca constituyó el princi- logrado dar a Prusia todo el poder y la posición adecuada que le servirían
pal motivo del alejamiento entre ambos países. El auténtico problema, para conseguir sus objetivos. Disponía del control total sobre el norte de
creado en 1870 y que duraría hasta la década de 1950, fue la inseguri- Alemania, y de estrechos vínculos militares, políticos y comerciales con
dad de Francia frente a Alemania. Ni siquiera la devolución de Alsacia el sur, y con una Europa en la que todas las grandes potencias, incluidas
y Lorena, como se demostraría durante el período 1919-1939, podría re- Austria y Francia, estaban dispuestas (aunque fuera a regañadientes) a vi-
solver esta cuestión; solamente el armamento y las alianzas de Francia lo vir en estas condiciones con tal ele que Prusia no fuera más lejos. La gu~.-
·)ograrían, y a sir vez harían que Alem~riia se volviera insegura. El argu- rra de 1866 dio también.a Prus'í.i: algo que la Alemania imperial nunci!'
mento principal de Bismarck para la anexión reflejaría esto: dado que tuvo: la oportunidad de desar;ollar una idea Vivificadora, una misióil
Francia nunca aceptaría su derrota, Alemania necesitaba una frontera de- europea para la cual podría utilizar su nuevo poder. Aquella misión, he-
fensiva mejor. Con otras palabras, 1870-1871 creó un clásico dilema de redada de Austria, que nunca la había llevado a cabo de manera efectiva,
seguridad. Alsacia y Lorena eran meros símbolos de la inseguridad y la consistía en organizar, dirigir y defender a Alemania en su conjunto, inclui-
acentuaron aún más. Teóricamente el dilema de la seguridad se podría ha- dos sus estados independientes, y mantener Europa Central en paz. La
ber resuelto de tres maneras diferentes; En primer lugar, Francia, al igual victoria de 1871, por el contrario, dio a Alemania un poder mayor que
que Austria, después de 1871 podía haber renunciado a intentar conse- el que sus vecinos podían soportar c6moda1n:ente y ninguna misión eu-
guir seguridad frente a Alemania, reconociendo que esto era imposible, ropea para que estuviera claro que pudiera utilizarlo. Esto condujo a los
y haberse apoyado en Alemania buscando protección. Pero, para esto Fran- demás a temer ese poder y a intentar apropiárselo para sus propios obje-
cia era todavía demasiado fuerte, independiente, orgullosa y capaz de tivos, creando así precisamente las complicadas marañas que Bismarck
establecer alianzas. En segundo lugar, Francia y Alemania se podían ha- había intentado evitar.
ber integrado económica y políticamente de una 1nanera tan estrecha El propio Bismarck se burlaba de la idea de una rnisión europea, pero
que hubiera resultado imposible la guerra entre ellas. Pero las condicio- más tarde llegó a lamentar la anexión de Alsacia y Lorena, y a abrigar du-
nes políticas y económicas para hacerlo no surgirían hasta la década de das sobre la solidez interna del Reich que él mismo había creado. Cuan-
1950. En tercer lugar, la amenaza militar mutua podría haberse ffianteni- do se convenció, sobre todo por las dificultades para hacer la paz en
do controlable estableciendo de forma duradera una paridad aproximada 1871, de que Alemania había ido todo lo lejos que podía atreverse a ir, dio
entre las capacidades militares de ambas potencias, limitá:ri'dolas a una es- un viraje a los intereses de Ale1nania en el sentido de dedicarse meramen-
trecha frontera común y preservando una gran zona como parachoques te a hacer que el nuevo sistema funcionara. No existía ningún otro que
POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 215
214 BL SIGLO XIX

pudiera dedicarse a esta tarea de gestión; es bastante improbable que da otomana y la persistencia de los rebeldes en pr6seguir con su rebelión.
cualquier otro lo hubiera intentado. Sin embargo, los Horrores Búlgaros hicieron temporalmente imposible que
el gobierno británico apoyara abiertamente a los turcos) mientras que el
zar Alejandro II pensaba que tenía que actuar para restaurar el prestigio de
Rusia y satisfacer a su opinión pública. Hizo un llamamiento a Bismarck
El sistema de Bismarck en funcionamiento, para que le pagara el apoyo de Rusia en 1866 y 1870 manteniendo a Aus-
1871-1890 tria neutral en una futura guerra entre rusos y turcos. Bismarck se negó in-
sistiendo en que Alemania necesitaba a sus dos grandes vecinos por igual y
El primer recurso de Bismarck para mantener a Francia aislada y a Alema- no podía permitir que ninguno quedara debilitado. Esto obligó a Rusia a
nia y Europa en paz fue resucitar el espíritu de la solidaridad monárquica llegar a un acuerdo con Austria sobre las condiciones en las cuales podría
conservadora, fomentan.do una entente entre Austria, Hungría y Rusia, y castigar a los turcos indirectamente fomentando y apoyando un ataque
luego uniéndose a ella para formar la Liga de los Tres Emperadores (1872- serbio. Pero, a pesar de que Rusia tomó el mando y aportó voluntarios, los
1873). Pero esta liga resultó ser tan débil como un hilo de araña. En 1875, turcos derrotaron a Serbia y tuvieron que ser contenidos mediante la pre-
se produjo una breve y artificial crisis del tipo «guerra a la vista», en la que sión de Austria y Rusia -otra frustración para San Petersburgo-. Des-
Bismarck, preocupado por la rápida recuperación fiscal y militar de Fran- pués de más fracasos en los intentos de lograr una solución para el Con-
cia, intentó contra ésta una pequeña campaña de intimidacióil, consi- cierto Europeo, a principios de 1877 Rusia elaboró un tratado más amplio
guiendo por el contrario que Gran Bretaña y Rusia amonestaran a Alema- en el que Austria daba su consentimiento para una guerra de Rusia contra
nia. Esta crisis sirvió para poner de manifiesto que revivir la Santa Alianza Turquía cuya finalidad sería liberar los "Balcanes orientales, siempre y
no garantizaría la amistad de Rusia. Entre 1875 y 1878 se produjo una cri- cuando la propia Rusia no se anexionara ningún territorio importante\ no
sis más grave en Europa, la Crisis Oriental, que destruiría la Liga de los Tres estableciera ningún Estado satélite, y entregara Bosnia a Austria co~b
Emperadores, obligando a Bismarck a adoptar una nueva estrategia: apar- compensación. Las condiciones y concesiones casi hacían que el neg¿Cio
tar de Alemania las rivalidades europeas desplazándolas hacia la periferia, no valiera la pena, pero la frustración acumulada empujó a Rusia a decla-
asumiendo Alemania el papel de controlarlas y resolverlas. rar la guerra en abril de 1877.
Esta Crisis Oriental, como otras anteriores, surgió a partir del escaso La amenaza inicial de intervención británica contra Rusia desapareció
control que ejercía el Sultán sobre los Balcanes, situación que facilitaba cuando se hizo obvio que Alemania y Austria permanecerían neutrales.
que las rebeliones contra las autoridades locales se convirtieran en rebe- Sin embargo, la firme-resistencia turca frenó la ofensiva rusa durante me-
liones de masas y movimientos nacionalistas que seguían directrices étni- ses; hasta enero de 1878 no consiguió el ejército rusa aplastó finalmente a
cas y religiosas, y en los que se vieron implicados tanto las grandes potencias los turcos y estar en condiciones de tomar Constantinopla. Entre enero y
como los nuevos Estados balcánicos. Esta vez la rebelión comenzó en Bos- febrero de 1878, hubo otro frenesí de crisis anglo-rusa que pasó sin que
nia-Herzegovina en 1875, donde fue persistente, y se extendió a Bulgaria estallara una guerra. Sin embargo, se produjo una crisis mucho peor en
en 1876, donde fue sofocada por tropas irregulares otomanas que utiliza- marzo, cuando Rusia firmó un tratado de paz con el Sultán en San Stefa-
ron métodos que fueron calificados exageradamente en Europa como los no que violaba flagranternente sus acuerdos con Austria-Hungría. Por
«Horrores Búlgaros» y produjeron una fuerte reacción general contra íos primera vez, Austria-Hungría se unió con Gran Bretaña para enfrentarse
turcos, especialmente en Gran Bretaña y Rusia. Hasta aquel momento, Ru- a Rusia; dado que se encontraba exhausta militar y financieramente, Ru-
sia y Austria, animadas y apoyadas por Alemania, habían estado trabajan- sia se enfrentó a una guerra que probablemente no podía ganar.
do en asociación, pero con desconfianza mutua, con el fin de conseguir el No está claro por qué el gobierno ruso permitió que su negociador
consenso entre europeos y turcos sobre un programa de reformas supervi- firmara un tratado así -quizá para sobornar a la opinión nacionalista, o
sadas por los europeos para pacificar la región. Sus propuestas, inadecua- quizá los conservadores del Ministerio de Asuntos Exteriores decidieron
das en todo caso, se vieron frustradas por la frialdad británica, la resisten- permitir a sus oponentes que pusieran en práctica su programa y apren-
216 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA) 1815-1914 217

dieran de las consecuencias-. En cualquier caso, Rusia, que necesitaba sible decir cómo se podría haber evitado la guerra sin dicho gestor-;
retirarse, se aferró a la oferta de Bismarck para contribuir a que se revisa- además, Bismarck, interpretando el papel de mediador honesto y des-
ra el tratado en un Congreso Europeo. Ante la insistencia de Bismarck, Ru- viando las rivalidades hacia la periferia, no había tenido éxito en su pro-
si~ Y Gran Bretaña establecieron un acuerdo preliminar para asegurarse el pósito de sacar a Alemania de la maraña política, y conseguir seguridad y
éxito. Sobre esta base, el Congreso de Berlín -el más espléndido desde gratitud.
el de Viena- se reunió entre junio y julio. Después de duras negociacio- El hundimiento de la Liga de los Tres Emperadores durante esta crisis,
nes, se llegó a acuerdos sobre las cuestiones cruciales. La gr.in Bulgaria y las tensas relaciones con Rusia que surgieron a partir de estos hechos,
que había salido del tratado de San Stefano y dominaba el mapa de Jo¡ impulsarqn a Bismarck a subir un escalón más en su búsqueda de creden-
Balcanes, se redujo enormemente y quedó dividida en dos porciones, una ciales de gestor, desde la solidaridad monárquica de 1871-1875 y la mediación
semi-independiente de Turq.uía, la otra sencillamente con un autogobier- honesta de 1875-1878, hasta el control de las alianzas. Después de exacer-
no, Y Austria fue invitada a ocupar y administrar Bosnia-Herzegovina bar deliberadamente la disputa cou Rusia para convencer al káiser Guiller-
que estaba bajo soberanía turca sine die. También se resolvieron mucha~ mo de que era necesaria una alianza con Austria-Hungría, Bismarck con-
otras cuestiones territoriales y otras relativas a los Balcanes, el Cercano certó en 1879 la alianza defensiva que el gobierno austríaco había buscado
Oriente y el mar Negro. durante largo tiempo. Sin embargo, no tardó en utilizarla para obligar a Aus-
Dos críticas frecu_entes al Co_ngreso de Berlín son que por haber adop- tria a establecer de nuevo un pacto no deseado con Rusia y Alemania a tra-
tado medidas a medias en relación con Bulgaria, descartando el principio vés de la Alianza de los Tres Emperadores de 1881. Esta alianza funcionó
étnico en que se basaba el tratado de San Stefano, se prolongó el conflic- durante cierto tietnpo para controlar la rivalidad entre rusos y austríacos
to y se condenó a los Balcanes, especialmente a Macedonia, a décadas de en los Balean es. La propuesta de Bismarck de dividir sencillamente los Bal-
conflictos futuros, y que Bismarck, al alinearse en secreto con Austria y canes según unas líneas este-oeste era poco práctica a causa de que diver-
Gran Bretaña, forzó un acuerdo humillante para Rusia. Ninguna de las sos intereses, fuerzas y debilidades en superposici◊n establecían una división
acusaciones es 'convincente. Dado que seguía las directrices étnícas, el tra- · d.e l'Jizéma en esferas separadas deinfluenci¡i qu~ resultaban irr1posibles y
tado de San Stefano ignoraba o violaba muchas otras consideraciones es- Iln·deseadaS para tOdos, pero la Competené.:fa se podía cé)ntrola'~> especial-
tratégicas, políticas, religiosas y contractuales, haciendo que el tratado re- mente si Rusia y Austria estaban vinculadas a Alemania. Durante el período
sultara intolerable para Gran Bretaña, Austria, Serbia, Grecia y Rumanía, 1881-1883 hubo otras alianzas concertadas por Bismarck relativas a limi-
una garantía segura de nuevas guerras con más países implicados. Sí se taciones y control. Italia, enemistada con Francia por cuestiones de territo-
hu~iera permitido la continuidad del tratado, éste habría destruido el equi- rio y comercio, así como por disputas coloniales, se alió con Austria-Hun-
hbno de poder en toda la zona por el dominio que ejercía Rusia sobre gría y Alemania en una triple alianza establecida en 1882, que obligaba a
Bulgaria, los Balcanes, los Estrechos y Turquía. El Tratado de Berlín resul- los austríacos y a los italianos a controlar su rivalidad. Ru1nanía concei-tó
taba práctico precisainente porque consistía en una sede de pasos interme- con Austria-Hungría una alianza secreta a la que se adhirió Alemania, y en
dio~ y compromisos que satisfacían a pocos por completo, pero que deja- 1881 Viena tomó bajo su protección a su pequeña vecina Serbia (o, más
ban la puerta abierta a modificaciones posteriores. En cuanto a Bísmarck bien, al príncipe de Serbia). Entretanto, Bismarck se aprovechó de la riva-
el motivo de queja real de los rusos no se refería a que éste no lograra se; lidad anglo-francesa en Africa para mejorar sus relaciones con Francia, y
un mediador honesto, sino a que Rusia deseaba un aliado. No era su- mantuvo unas relaciones razonablemente buenas con Gran Bretaña, a pe-
ficiente ayudar a Rusia a escapar de una posición imposible. Tampoco sar de una cáustica disputa surgida a raíz de la entrada de Alemania en la
era culpa de Bismarck que los beneficios que había obtenido Rusia por lu-- carrera colonial africana en 1884.
char fueran aparentemerite m:enos valiosos que los obtenidos por Austria Este sistema de alianzas restrictivas limitadas dio a Alemani3. aparente-
YGran Bretaña mediante su neutralidad. En el 1nomento crucial se unie- mente un gran control de la política europea con escaso peligro y pocos
ron en ~na posición firme. De esta crisis y el posterior acuerdo $urg~n cOmpromisos. Sin embargo, era un .slstema complicado, enmarañado y
dos leccwnes prácticas: el siste1na europeo requería un geStOr ~es ünpo- frágil) como de1nostraría la siguie~te crisis po~ la cuestión de Bulgaria en
218 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONALi PAZ Y GUERRA, 1815-1914 219

1884-1887. La crisis búlgara fue complicada y a veces tragicómica en sus terior debilitamiento de la paz eu 1888-1889 y un acercamiento gradual
detalles> pero muy simple en cuanto a sus orígenes y esencia. Rusia, go- entre Rusia y Francia. Contribuyeron a esto la intensa competencia eco-
bernada por el estrictamente autocrático Alejandro III (1881-1894), con- nómica en las últimas etapas de la llamada Gran Depresión (1873-1896)
siguió mediante torpes injerencias el alejamiento de aquel principado leal y una guerra de aranceles entre Rusia y Alemania. No se puede decir si
y agradecido que era su satélite, perdió el control de él cediéndoselo a los Bismarck, en caso de haber continuado en el cargo, podría haber desarro-
nacionalistas búlgaros, su prestigio sufrió dolorosas derrotas, y optó por llado nuevos recursos para mantener apartadas a Francia y a Rusia, y evi-
culpar de sus problemas a Austria e indirectamente a Alemania. De todo tar una elección entre Austria-Hungría y Rusia o entre Gran Bretaña y
esto surgió una especie de confrontadón austro-rusa de desafío mutuo al Rusia; hacia el final de su mandato intentó aplicar algunos de aquellos re-
estilo de «¡a que no te atreves?» que destruyó la Alianza de los Tres Em- cursos infructuosamente y estaba pensando en otros. Sin embargo, con
peradores. Bismarck tenía que encontrar otro modo de mantener alejadas la caída de Bisrnarck eu marzo de 1890 eu una lucha de poderes con el
a Francia y a Rusia en la época en que los resucitados nacionalismos fran- nuevo y voluble emperador de Alemania Guillermo II, la mayor parte del
cés y alemán, la hostilidad franco-italiana, la rivalidad anglo-francesa en espacio destinado a maniobrar en asuntos de política extranjera, así como
África, y la rivalidad anglo-rusa en el Cercano Oriente y en Asia Central el apoyo interno, habían desaparecido; la mayoría de los alemanes se fe-
siguieron amenazando la paz. La combinación que Bismarck ideó en 1887 licitaron por su caída con un suspiro de alivio. Por consigui~nte, es pro-
fue la más elaborada y artificial de todas. Fomentó un acuerdo anglo-ita- bable que ni el mismo Bismarck hubiera podido controlar el sistema eu-
liano para el mantenimiento del statu quo en el Mediterráneo oriental, ropeo durante mucho más tiempo. Pero el nuevo estilo de la época de
al que Austria se sumó posteriormente. Esto sirvió para atraer a Gran Guillermo II habría sido ciertamente peor, y dado que la única alternati-
Bretaña, dar confianza a Austria e Italia, y frenar a Francia. La renova- va plausible al liderazgo alemán era el estilo deseuvuelto, de equilibrio de
ción de la Triple Alianza sirvió para los mismos fines. Un acuerdo entre poder, de salir del paso, que exhibía Gran Bretaña, la cuestión no era quién
las mismas tres poteucias para trabajar por el statu quo en el Cercano podría ser el $Ígµiente_para i;:ontroJar.el sistem,a;,sino si alguien realmente
Oriente sirvió para que Gran Bretaña se acercara a Austria tanto como po- lo haría. · · · · ·· · · ·
(
dría hacerlo mediante un compromiso para resistir a un avance rusÜ en
los Balcanes. Pero, anteriormente, Bismarck había concertado un tratado
secreto de seguridad con Rusia, prometiéndole la neutralidad alemana si
Austria la atacaba, y apoyo alemán a los intereses y objetivos rusos en Bul- Imperialismo y política mundial, 1890-1907
garia y en los Estrechos.
Esto era obviamente un sistema de antagonismos equilibrados, aun- Los resultados inici~Ies después de la caída de Bismarck y de la «Nueva
que esto no dice mucho. Bismarck cousideró siempre que los antago- Vía» de Guillermo II, aunque fueron dramáticos, no parecían peligrosos.
nismos equilibrados eran la esencia de la política internacional. Sin em- La abrupta decisión de Alemania de uo renovar el tratado de seguridad
bargo, eu aquel momeuto no estaba equilibrando unos antagonismos con Rusia condujo en 1891-1894 a una alianza defensiva franco-rusa con-
existentes, sino que promovía políticas antagónicas con el fin de equili- tra Alemania y Austria -un punto de inflexión importante dentro del
brarlas y conseguir que Alemania siguiera siendo el árbitro. Además, aun- siste1na, pero también un aparente retorno a la normalidad que restaura-
que el tratado de seguridad no violaba técnicamente los compromisos ba el equilibrio de poder en Europa-. Además, la alianza ejerció al prin- (
adquiridos por Alemania en la Doble Alianza, sí que dejaba una cierta in- cipio más presión sobre Gran Bretaña, principal rival imperial de Rusia
certidumbre en ambas partes con respecto a qué lado apoyaría Alemania y Francia, que sobre las potencias germánicas, ya que la novedad 1nás im- 1
si estallaba una guerra. Lo que está claro es que este acuerdo, hecho con portante de la década de 1890 fue que el escenario central de la política
habilidad de malabarista, preservó la paz y resultó mucho mejor que la internacional se desplazó a un escenario mundial más amplio y a un ca-
guerra preventiva contra Francia o Rusia que algunos dirigentes alemanes mino más difícil que ya se estaba trazando sobre dicho escenario mun-
pedían con urgencia y que Bismarck rechazaba. Pero no impidió un pos- dial: el •(<nuevo Ílnperialismo».
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220 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL) PAZ Y GUERRA, 1815-1914 221

Las preguntas, ardientemente debatidas, en relación con cuál fue la cau- sistema fuera imposible de controlar y a hacer que la guerra generaliza-
sa del <<nuevo imperialismo» y qué efecto tuvo éste sobre los diversos ac- da fuera probable, cuando no inevitable. Esta paradoja aparente no se
tores europeos y no europeos no pueden ser discutidas aquí. En la medida puede explicar relatando todo lo que sucedió en el marco del imperialis-
en que se relacionan con nuestro terna-el desarrollo de la política inter- mo (en todo caso, tampoco aquí nos es posible hacerlo),sino únicamen-
nacional europea- las respuestas son muy sencillas. En primer lugar hay te analizando sus dos fases y por qué afectaron a la política internacional
que decir que el «nuevo imperialismo» no era nuevo, sino una aceleración, del modo en que la afectaron, ilustrando esto con un breve análisis de cier-
después de un período más lento desde 1815 hasta aproximadamente tas crisis particulares y de los cambios que engendraron en los alinea-
1870, de una pauta de penetración occidental y de dominio o conquista mientos europeos.
parcial de diferentes zonas del mundo no europeo que había comenzado El imperialismo sirvió inicialmente de válvula de seguridad porque
en el siglo quince. El «nuevo imperialismo» aceleró el proceso, absorbió desde el principio de la década de 1870 hasta la mitad de la década de
nuevas áreas (la mayor parte de Africa, zonas del este y el sudeste de Asia, 1890, o más tarde, no supuso tanto una lucha entre diferentes Estados
y el suroeste del Pacífico), introdujo nuevos actores imperialistas (Ale- por conseguir territorios críticos y posiciones de poder decisivas> como
mania, Italia, Estados Unidos, Japón, el rey Leopoldo JI de Bélgica) y dio una caza de trofeos -al modo de la competición por buscar huevos de
nuevas energías a qtros más antiguos (Gran Bretaña, Francia, Rusia, Espa- Pascua- llevada a cabo en una fiera competición sobre el terreno entre
ña, Portugal, y los Países Bajos). En cuanto a sus causas y motivos, eran individuos que podían estar dentro o fuera de los gobiernos (comercian-
tantos, tan poderosos, tan estrechamente entrelazados que lo mejor es, en tes, empresas, exploradores y aventureros, colonos, arribistas políticos o
vez de preguntarse «¿por qué?>}, plantearse «¿por qué no?» y «¿por qué pre- militares, etc.)> pero que intentaron con más cautela la mayoría de los go-
. cisamente entonces y no antes?». La respuesta a esto último es que en biernos, que solían ser conscientes del dudoso valor y el alto coste de las
aquella época decayeron o desaparecieron ciertas barreras (políticas, eco- adquisiciones. Incluso allí donde las ambiciones y los programas impe-
nómicas, comerciales y, sobre todo, científicas, técnicas, médicas y milita- rialistas chocaron entre sí, el resultado normal fueron acuerdos y com-
res) que restringían la penetración y la expansión europ,as. En Jo relativo promis()s; a cada uno le parecía que era suficient~ y; los perdedores podían
a las causas, todas las explicaciones positivas ( estrategia militar y políti- ser compensados en algún otro lugar. ·· •
ca, competencia entre las grandes potencias europeas, el arrastre de la Las razones del impacto destructivo final del imperialismo son nume-
periferia, el hundimiento de los regímenes y de las sociedades tradiciona- rosas y complejas. En primer lugar, la competencia entre los Estados
les, el empuje de los imperialismos locales, los hombres destinados a luga- aumentaba inevitablemente a medida que el valor de los trofeos dismi-
res concretos, las fronteras turbulentas, el peso y el destino evidente del nuía. Las iniciativas de apropiación para tornar los trofeos y excluir a los
hombre blanco, el racismo, la lucha por los mercados, las pautas de de- competidores, siempre destacadas, aumentaron su frecuencia y su inten-
sarrollo económico y de la competencia en Europa, el imperialismo como sidad, y se convirtieron en la regla que regía el juego. En segundo lugar,
pararrayos para las energías europeas, y otras) son ciertas y se refieren a incluso los acuerdos originalmente amistosos y los arreglos compartidos
distintos aspectos; ninguna respuesta es la única o la principal. solían romperse y provocaban crisis y confrontaciones cuando los go-
Por lo tanto, aquí hemos de centrarnos en lo que el imperialisrno hizo biernos querían la posesión única y el control exclusivo en vez de una
dentro del sistema internacional y cómo influyó en dicho sistema. En influencia y una explotación compartidas (por ejemplo, doble controlan-
primer lugar y por encima de todo, al menos durante dos o tres décadas, glo-francés en Egipto; la cooperación franco-alemana en Marruecos; el
actuó como una válvula de seguridad. Así como la emigración en masa ferrocarril de Berlín a Bagdad; la convención anglo-rusa en Persia). En
desde Europa, principalmente al Nuevo Mundo, contribuyó a prevenir la tercer lugar> a medida que se expandía la actividad imperialista, incluso la
revolución social y política en el siglo diecinueve, ta1nbién el «nuevo hn- actividad comercial o política ordinaria de un Estado en una zona no re-
perialismo» contribuyó a que el sistema bismarckiano y el post-bis- clamada se convertía para otra potencia en una amenaza contra sus dere-
marckiano siguieran funcionando sin guerras generalizadas. El segundo chos, intereses y seguridad. Entre los ejemplos se pueden citar la opinión
impacto, y en definitiva el más importante, fue que contribuyó a que el de Gran Bretaña, colonial y metropolitana) sobre la presencia de los ale-
222 EL SIGLO XIX
POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 223

manes en Sudáfrica; la preocupación de Rusia y Gran Bretaña por mante- considerado o agresivo (al menos hasta 1914 fue más cautelosa que lama-
ner a los alemanes fuera de Persia, Mesopotamia y el este de Anatolia; yoría de las otras) sino porque su intento de competir con Gran Bretaña,
Gran Bretaña en Egipto y Sudán, Francia en Marruecos; y, lo más peli- Estados Unidos y Rusia por una posición mundial estaba condenado al
groso de todo) Rusia y Austria recíprocamente en los Balcanes. En cuarto fracaso. Habría sido sorprendente que Alemania no intentara lograr una
lugar, lo más importante, el <<nuevo imperialismo» se combinaba con otras posición mundial; milagrosamente había tenido éxito en un juego para el
tendencias de finales del siglo diecinueve en la economía, la ciencia y la tec- que la geografía y la historia la habían situado en desventaja en compara-
nología, las comunicaciones, y el arte de la guerra, para hacer que la polí- ción con Gran Bretaña, Rusia, Francia, Estados Unidos e inc;luso, en algu-
tica a nivel mundial fuera la ideología y la estrategia dominantes en lapo- . nos aspectos, Japón. Alemania, como Francia, partía con desventaja en la
lítica internacional. Se pensaba que la supervivencia, la seguridad y la rivalidad naval y colonial con Gran Bretaña, debido a una posición de sa-
prosperidad de los Estados en el siglo veinte dependían de asegurarse lida tardía e inferior, la falta de tradición y perspectiva históricas y, sobre
una posición en el contexto mundial, lo cual para las grandes potencias t0do, una posición geográfica, por una parte, menos adecuada para pro-
significaba la capacidad para competir en todo el planeta con las poten- yectar su poder hacia el exterior, y por otra necesitada de la división cons-
cias mundiales consolidadas: Gran Bretaña, Estados Unidos y Rusia; para tante de los esfuerzos entre la actividad en el exterior y la defensa en
otras potencias menores todo dependía de tener al menos un sitio en la el propio país. Estas mismas desventajas explicaban la falta de éxito de
mesa imperialista y participar en el juego. Alemania en las asociaciones y alianzas imperialistas. Ciertamente, las tác-
La política mundial (Weltpolitík), de la que a menudo se habla como si ticas y los métodos alemanes fueron a menudo contraproducentes (aun-
concerniera sólo o especialmente a Alemania, era en realidad casi univer- que sus fallos frecuentemente se exageran), pero ninguna mejora de las tác-
sal. El enorme crecimiento territorial del Imperio Británico antes, duran- ticas ni de los métodos le podía haber conducido al éxito.
te y después de la Primera Guerra Mundial reflejaba su política mundial El desplazamiento hacia la política mundial tuvo consecuencias pro-
-la expansión del imperio formal con el fin de mantener su antigua su- fundas. El juego de Pº?eres tradicional de la Europa del siglo diecinueve .(
premacía informal que en aquel momento sufría el desafío de Rusia, Es- había tenido corno.'-objetivo conseguir ·unas ventajas relativas, a menudo (
tados Unidos, Francia, Alemania, e incluso Japón-. El imperialismo ruso relativamente modestas o simbólicas y era habitual que se frenaran de
en Asia central y en Extremo Oriente era la política mundial de Rusia para manera deliberada o que se limitaran las decisiones -una victoria irre-
enfrentarse a los desafíos británico y alemán, y compensar su retraso eco- versible para una potencia o para un bando, o la derrota decisiva o la eli-
nómico y tecnológico. El imperialismo francés era una política mundial minación de un bando o de algún actor esencial-. La lucha por el poder
necesaria para invertir la decadencia relativa de Francia, recuperar la po- mundial era diferente, con intereses y objetivos más ambiciosos (la vic-
sición y el prestigio perdidos en 1870 ·y no retroceder con respecto a Alema- toria para el siglo siguiente), con una estructura que favorecía a ciertas
nia y Gran Bretaña. La política mundial americana fue la más abierta y potencias situadas en un bando del juego europeo, y que perjudicaba a
desinhibida de todas -una reivindicación de hegemonía exclusiva sobre las del otro, y con una fuerte tendencia hacia un·resultado final con la eli-
todo un hemisferio, que pronto se extendió al Pacífico-. Japón, Italia e minación de los competidores del otro bando.
incluso Austria-Hungría sucumbieron al virus de la política mundial; Es- Para comprender sus resultados es necesario examinar brevemente tres
paña, Portugal, los Países Bajos y el rey de Bélgica, aunque sin hacerse ilu- crisis internacionales del imperialismo y cómo afectaron éstas a las ali-
siones de poder competir con las grandes potencias, estaban decididas a neaciones europeas. La primera, y la menos importante> fue el incidente de
seguir en el juego o a entrar en él. Fachoda, una confrontación anglo-francesa a propósito de Sudán en 1898.
Así pues, el «nuevo imperialismo», que comenzó como una pelea rela- Los británicos llegaron a Fachada, en el sur del Sudán, como continuación
tivamente segura (para Europa) por conseguir trofeos fuera de Europa, de una conquista militar de Sudán desde Egipto, ocupado en 1882; los fran-
se convirtió en una lucha mortal por el poder mundial y por una posición ceses lo habían ocupado primero desde el oeste de Sudán y África Occidental.
central en la política europea. La política mundial de Alemania llegó a ser Para Gran Bretaña el interés principal no era Sudán en sí mismo, sino un
la más importante, no porque actuara de un 1nodo especialmente des- derecho estratégico preferente, impidiendo cualquier posible amenaza
EL SIGLO XIX POLÍTICA INTEH.NACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 225
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a la ruta hacia la India por el canal de Suez y el mar Rojo, y terminando con con la excepción de Estados Unidos y Alemania, eran favorables a los
los intentos de Francia de impugnar su posición en Egipto. La política de bóers), terminó con la victoria británica y el mantenimiento de su supre-
Francia, como su gobierno, era incoherente. Un pequeño y sigiloso de gru- macía -durante cierto tiempo--. Paradójicamente, cuando se formó la
po de colonialistas y militares ardientes se disponían a extender el impe- Unión Sudafricana en 1910, se produjo la auténtica dominación bóer de
rio francés desde el oeste hasta el este, atravesando África, rechazando el toda Sudáfrica, precisamente lo que se suponía que la guerra iba a evitar,
control británico desde El Cabo hasta El Cairo. El gobierno, que no conse- con consecuencias que han llegado hasta los tiempos actuales.
guía controlar las actividades de estos grupos, deseaba presiopar a los bri- Las consecuencias directas de esta guerra en la política internacional
tánicos para que éstos accedieran a entablar negociaciones sobre Egipto, fueron relativamente pocas. Aquella pesadilla constante de la prensa y la
con el fin de mejorar en general las posiciones coloniales y europeas de opinión pública británicas, y de muchos políticos, que era la amenaza ale-
Francia. Además, el gobierno británico estaba deseoso de entrar en com- mana, fue aquí inexistente. La política de Alemania, al contrario que su
bate y preparado para ello; los franceses no lo estaban, ya que habían su- prensa y su opinión pública, era firmemente probritánica, ya que el go-
puesto que una cuestión colonial no podía convertirse en un casus belli. El bierno esperaba convertirse en el socio colonial de Gran Bretaña. Por
resultado, una humillante retirada de los franceses, tuvo principalmente consiguiente, Rusia y Francia, que pensaban en formar una liga continen-
dos efectos en la política europea. No consiguió, como se ha dicho a me- tal contra Gran Bretaña, no pudieron hacer nada, mientras que el gobier-
nudo, preparar el camino para una entente colonial y política entre los bri- no británico, después de engañar a Ale1nania con un negocio para toritos
tánicos y los franceses ( de hecho, la retrasó), pero obligó a los franceses a a cuenta de las colonias portuguesas en África, se cobró el favor con lapa-
reconocer finalmente que, si deseaban el entendimiento con Gran Breta- sividad de Alemania, al mismo tiempo que evitaba sus insinuaciones. Así,
ña, tendría que ser acatando las condiciones de los británicos. Al mismo la guerra demostró una vez más la fuerza de la posición imperial de Gran
tiempo, la amenaza directa de guerra europea entre las grandes potencias Bretaña, pero también contribuyó a preparar el camino para sus poste-
por una cuestión colonial hizo subir la temperatura y el interés por entrar riores ententes, ya que convenció a los britáJ).icos de que tales ª"."enturas
en una competición colonial y mundial. resul¡aban costosas y limitaban las amistades .más que el aislamiento.
Los orígenes de la segunda crisis, la segunda Guerra Anglo- Bóer de La última crisis; la.Guerra Ruso-Japonesa'de 1904-1905, tuvo efecto·s
1899-1902, se remontan a épocas muy anteriores, a la conquista de la co- importantes, que nos resulta imposible discutir aquí, en la historia de Ru-
lonia holandesa de El Cabo durante las guerras napoleónicas, y al enfren- sia, Japón, China y Corea, en.el surgimiento de movimientos anti-occi-
tamiento político y cultural anglo-bóer que se desarrolló a continuación. dentales en Asia y otros lugares, en el desarrollo de la guerra moderna por
De todas formas, independientemente de cómo se expliquen los orígenes tierra y por mar> y en otras muchas cosas. Una vez más, hemos de cen-
inmediatos de la guerra de 1896-1899, la causa principal está suficiente- trarnos en su impacto, que fué' también profundo, sobre el sistema inter-
mente clara: la decisión de las Repúblicas Bóer de mantener su indepen- nacional. Bajo el impacto de la penetración europea y de las guerras civi-
dencia (eran prácticamente independientes) contra la decisión de Gran les y contra potencias extranjeras, el imperio chino sufrió una decadencia
Bretaña de mantener su supremacía exclusiva en Sudáfrica, amenazada por a partir de mediados del siglo diecinueve, mientras que Japón se adapta-
el crecimiento económico de las Repúblicas, obligándolas a una unión con ba rápidamente a la penetración occidental y se modernizaba. En la gue-
la colonia británica de El Cabo después de que hubieran fracasado los in- rra Chino-Japonesa de 1894-1895, los japoneses infligieron una derrota
tentos británicos previos para establecer una federación mediante la ane- total a China, ocasionándole una enorme cantidad de bajas. Rusia, que
xión, la persuasión y la tentativa de coup. (Por supuesto, eran ambas co- anteriormente había llegado hasta el Pacífico, había establecido una base
munidades de blancos las que gobernaban y explotaban a los negros y a los en· Vladivostok y estaba construyendo rápidamente el ferrocarril tran-
mestizos.) La presión política y militar británica indujo finalmente a los bóers siberiano para conectar Siberia con Europa, organizó una intervención
a iniciar la lucha, pero· no hicieron más que anticiparse a los británicos. La junto con Alemania y Francia, obligando a Japón a entregar territorios
guerra, aunque tuvo elevados costes para Gran Bretaña tanto militar como ganados que le hubieran dado una influencia dominante en Pekín. La vic-
políticamente (la opinión y la mayoría de los gobiernos de todo el mundo, toria de Rusia y la humillación de Japón arrojaron a China en los brazos
226 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 227

de Rusia, la cual obtuvo una serie de ventajas políticas, fmancieras y mili- La guerra sorprendió al mundo y desconcertó a Rusia ya que se pro-
tares en China en 1896-1897 que resultaron inquietantes para las otras dujeron una serie de victorias japonesas, con duras y sangrientas luchas
~otenci~s europeas, especialmente para Gran Bretaña. La lucha por ganar terrestres en Manchuria, y con aplastantes derrotas en el mar. La base na-
1nflu_encia tu~o una escalada que culminó en 1898 en una pugna por con- val rusa de Port Arthur fue conquistada y los buques de dos escuadras ru-
segutr conces10nes concretas a expensas de China (bases navales zonas de sas destruidos o capturados. Sin embargo, a mediados de 1905, ambos
influencia y asentamientos comerciales) ferro.carriles y otras co;cesio~es, bandos necesitaban la paz, ya que Rusia se encontraba frente a una ban-
etc.). En esta competición, que inició Alemania y a la que s~ unieron casi carrota y una revolución en su propio territorio, y Japón a punto de que
todas las demás poten~ias, venció Rusia, que obtuvo de Chi~a las mismas se le agotaran sus escasos recursos. El tratado de paz, en el que medió Es-
posiciones militares y comerciales del sur de Manchuria que Japón se ha- tados Unidos, no satisfacía a ninguna de las dos partes, pero beneficiaba a
bía visto forzado, por la propia Rusia, a devolver en 1895. Mientras tanto, ambas. Japón obtuvo las concesiones de los rusos en el sur de Manchuria
de 1898 a 1900 se difundió esporádicamente por toda China la llamada y la posibilidad de actuar libremente en Corea, país que se anexionó y co-
Rebelión de los Boxer, una amplia y variada revuelta contra los extranje- lonizó en 1910, mientras que Rusia se escapó de la guerra sin compensa-
ros, los m!Sloneros y en parte contra el propio gobierno chino. Sofocado ciones, pero justo a tiempo para enfrentarse con una bancarrota inmi-
por t_ropas extranjeras, especialmente las japonesas, este movimiento nente y los peores estallidos de la revolución en la Rusia europea. Los
sólo sirvió para acelerar, tanto la pugna imperialista, como la decadencia auténticos perdedores fueron Corea, que pronto iba a ser una colonia ja-
del gobierno chino, siendo de nuevo Rusia la que obtuvo los mayores be- ponesa, y China, que ahora se enfrentaba sola a la amenaza japonesa. El
neficios. Después de derrotar a los insurrectos en Manchuria, Rusia ocu- ganador real en la política internacional, por pura suerte, fue Gran Breta-
pó mi!it~rm~nte las zonas de sus anteriores concesiones del ferrocarril y ña. Una guerra que Gran Bretaña no había deseado y que en un momen-
parecta mclmada a quedarse indefinidamente. Al mismo tiempo, Rusia to dado había amenazado con arrastrarle a participar, le reportó enormes
estaba también invadiendo Corea. beneficios: el final de la amenaza rusa en China,. una amplia alianza
Los esfuerzos diplomáticos por detener a Rusia, incluidos los esfuerzos ruso-japonesa en 1905 para proteger la India, y la posibilidad .de negociar
(
anglo-americanos para promover una «puerta abierta» en China y un aCuer- con una Rusia escarmentada y debilitada sobre Asia central y occiden-
do anglo-alemán de l 900 que apoyaba esta iniciativa, no resultaron efec- tal. El resultado de esto fue una Convención anglo-rusa en 1907 que di-
tivos. El gobierno británico propuso a Rusia un acuerdo por el que reco- vidió toda esta zona, especialmente Persia, en esferas de influencia bri-
nocerían mutuamente sus esferas informales de influencia en el norte y tánica y rusa, excluyendo a Alemania de manera tácita pero efectiva.
el centro de China respectivamente, pero Rusia no estaba interesada. Sólo Este último acontecimiento marcó la culminación del impacto del
Japón, el país que estaba más directamente amenazado por el imperialis- «nuevo imperialismo» en la política internacional de Europa: la transfor-
mo rllso, se organizó para ofrecer resistencia. Después de que se rompieran mación de las alianzas y los alineamientos entre 1890 y 1907 comenzó
los acuerdos provisionales y las negociaciones para establecer alianzas con la alianza franco-rusa -anticipada por la deserción parcial de Italia
con Rusia, Japón concertó una alianza defensiva limitada con Gran Bre- de la Triple Alianza dirigiéndose hacia Francia en 1899-1902-, desarro-
taña en enero de 1902, por la que garantizaba que, si estallaba la guerra, llada posteriormente en 1904 en el acuerdo colonial anglo-francés sobre
Japón s~ enfrentaría, en el c~so más extremo, con un solo enemigo eu- Egipto y Marruecos, conocido como la Entente Cordiale, y que terminó
ropeo. Sm embargo, antes de optar por la guerra, los japoneses volvieron con la Convención anglo-rusa. Alemania, que en 1890 era aún el centro
a intentar una negociación con Rusia que se basaba esencialmente en con- de las alianzas europeas y cuya única oponente clara era una Francia ais-
ceder a ésta Manchuria a cambio de que Japón tuviera manos libres en lada, se vio ella misma también aislada en 1907 con sólo una aliada segu-
Corea. La arrogancia, los asesores con opiniones divididas y una incom- ra, la debilitada y vulnerable Austria-Hungría, mientras Francia y Rusia
petencia total impidieron que el gobierno ruso tomara en serio a Japón eran sus claras oponentes, y Gran Bretaña se inclinaba hacia el lado de es-
antes de que fuera demasiado tarde. En febrero de 1904 Japón declaró la tas últimas. Frustrada en la política mundial, Alemania se enfrentaba a la
guerra y atacó la base naval rusa de Port Arthur en Manchuria. amenaza de quedar cercada en Europa.
228 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 229

El punto de vista clásico es que Alemania se buscó ella mis1na esta si- tagonismo entre británicos y ale1nanes. Pero, si nos preguntamos si se po-
tuación por el peligroso crecimiento de su poder, sus políticas impacien- día haber esperado de Alemania que no construyera una flota, o si, de no
tes e imprevisibles, y especialmente sus intentos de obtener beneficios existir aquella carrera naval, Gran Bretaña no habría concertado sus
mediante presiones y amenazas. Dos eje1nplos importantes de esto último ententes con los rivales de Alemania, la respuesta es todo menos clara.
son, supuestamente, en primer Jugar, su intimidación a Francia, du- La expansión naval a partir de la década de 1880 fue un fenómeno mun-
rante la Primera Crisis de Marruecos de 1904-1906, en un intento de rom- dial -un fenómeno estadounidense, francés, ruso, japonés, e incluso ita-
per la Entente Cordiale que estaba naciendo entre Gran Br,etaña y Fran- liano, austriaco y turco-. El propio programa naval de Gran Bretaña es-
cia, y en segundo lugar, la construcción a partir de 1898 d~ una flota de tuvo guiado más por imperativos tecnológicos y fiscales que por la
alta mar que desafió a la flota armada británica en las propias aguas juris- necesidad de responder al programa.de Alemania. Además, las pautas del
diccionales de Gran Bretaña. Ambas políticas alemanas resultaron indu- antagonismo mundial angÍo-alemán estaban ya establecidas antes de
dablemente contraproducentes. La Crisis de Marruecos acercó más a bri- que Alemania comenzara a construir su flota, y no cambiaron cuando)
tánicos y franceses, llevando así a Alemania al aislamiento y la derrota en 1912-1913, Alemania se retiró efectivamente de la carrera. Y, lo que es
diplomática en la Conferencia Internacional de Algeciras. La carrera na- más importante, la razón principal para que Gran Bretaña estableciera
val tuvo en el plano internacional prácticamente el mismo efecto y se en- ententes con los rivales de Alemania, como los expertos han demostrado
contró con una concentración de fuerzas navales británicas que Alemania cada vez con 1nás claridad, no era frenar a Alemania, sino salvar el Impe-
no podía igualar. · rio Británico.
Hasta aquí, el punto ele vista clásico es indiscutible: la política y las tác- Resumiendo, la explicación fundamental de la transformación de las
ticas alemanas con frecuencia irritaban a otros y creaban antagonismos. alianzas y los alineamientos es estructural. Una vez que el Gran Juego
Además, los dirigentes alemanes actuaban partiendo de dos suposiciones pasó del equilibrio europeo a la política imperialista mundial, Alema-
equivocadas -que las rivalidades anglo-francesas y anglo-rusas en los nia quedó abocada a perder en relación con las demás potencias, inde-
asuntos coloniales y mundiales eran irreconciliables, de tal modo que pendientemente del modo en que jugara el jµI'%º· Además de las desven-
Alemania podía sacar partido de ellas en su provecho, y que una gran flo- etájas de partida anteriormente mencionadas, Alemania tenía pocas cartas
ta de guerra no sólo ayudaría a Alemania a proteger y expandir su comer- individuales para jugar en comparación con las otras potencias. El hecho
cio y su imperio, sino que la haría más atractiva como aliada, especial- de que Rusia y Francia fueran serias rivales coloniales de Gran Bretaña
mente para Gran Bretaña, y haría que fuera especialmente arriesgado para trabajaba en perjuicio de Alemania, al contrario de lo que ésta pensaba.
cualquiera (de nuevo especialmente para Gran Bretaña) atacar a Alema- Obligaba a Gran Bretaña a negociar seriamente con Francia y Rusia, es-
nia-. (También hubo motivos menos defendibles para la construcción pecialmente después de que éstas se aliaran en 1894, y a pagar algo por
de la flota. El almirante Tirpitz, arquitecto de la flota, esperaba derrotar su cooperación o por limitar sú hostilidad, mientras que Alemania no te-
a Gran Bretaña en la guerra, y el Káiser y gran parte de los nacionalistas nía nada que vender. Los alemanes estaban irttentando constantemente
vieron en una gran flota el símbolo de la grandeza de Alemania y algo obtener por la fuerza el pago de unos servicios que los británicos ni ne-
que esta grandeza requería. Sin e1nbargo, fueron las teorías del riesgo y de cesitaban, ni deseaban, mientras Gran Bretaña quería que Alemania se
las alianzas lo que el gobierno siguió en conjunto.) Pero, una cosa es de- quedara fuera de la politica mundial y confinada en Europa, que era a
mostrar que Alemania c01netía errores y tenía propósitos peligrosos, y donde pertenecía. Como ejemplo de esto, los años 1901 y 1902, es decir,
otra muy distinta probar que fue esto realmente lo que causó el resultado la fase de la Guerra de los Bóers en que -según el estudio más acredita-
final, o que, si Alemania no hubiera actuado así, el resultado global habría do sobre el antagonismo anglo-ale1nán- los británicos empezaron a
sido otro completamente distinto. La diferencia entre estas dos propo- identificar clara1nente a Alemania como enemigo, fue también la fase
siciones se puede ilustrar mediante el ejemplo más importante de las -según los mejores estudios sobre la política alemana durante la Guerra
agresivas provocaciones de Alemania: la carrera naval. Ciertamente, la de los Bóers- en que Alenrnnia eStuvo intentando con más ahínco .con-
política de Alemania era un desafío que.i1~tensificó en gran medida el an- vencer a Gran B'rétaña de que era precisainente la amiga que Gran Breta-
230 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 231

ña necesitaba. Además de la falta de utilidad que tenía Alemania para Gran compartían el interés por hacer que Alemania perdiera, un proceso que
Bretaña como socio en la política mundial, hay que pensar también en su refleja la naturaleza normal de la competencia no regulada en el mercado
desafío económico, su rápido crecimiento en la índustria, el comercio y la imperialista. Una vez _que reconocemos esto, podemos plantearnos la si-
tecnología que hizo de Alemania una competidora de éxito en numerosos guiente pregunta crucial: ¿Se podría considerar este hecho aislándolo de
mercados dominados por los británicos. En Gran Bretaña y en otros lu- la política europea continental y descartando que causara una guerra eu-
gares, lo que se percibía era que Alemania podría dominar cualquier esfera ropea? Es decir, ¿se podría haber conseguido que Alemania aceptara su
en la que consiguiese penetrar o participar, lo que hacía que\Gran Breta- derrota en la política mundial y viviera con ella) sin recurrir a la violencia
ña, Francia y Rusia -incipientemente incluso Estados Unidos y Japón- para invertir la situación?
tuvieran un interés común por mantener a Alemania excluida. Muchos historiadores lo niegan. Sin adoptar un punto de vista deter-
Resumiendo, la pauta de competición-cooperación de la política mun- minista, señalan a los acontecimientos y procesos reales del período 1908-
dial imperialista favorecía de manera natural una colaboración entre los 1914 como prueba de que Alemania rechazaba el hecho y se decidía final-
rivales de Alemania, lo cual suponía una desventaja para ésta. De esto dan mente por la guerra para invertirlo. Ade1nás, citan ciertos fallos de origen
testimonio los acuerdos formales e informales y las acciones emprendidas interno dentro de la política y la sociedad alemanas corno responsables de
en cooperación mutua en distintas zonas del mundo entre 1890 y 1907 la situación: las peligrosas ambiciones y los impulsos erráticos del Káiser
con el fin de excl~ir o limitar a Alemania: acuerdos y cooperaciones como y su corte, la independencia de lo militar con respecto al control de la so-
los anglo-portugueses en Sudáfrica, los anglo-americanos en"América La- ciedad civil) profundas desavenencias políticas y sociales, así como unas
tina y en los Mares del Sur, el funcionamiento real de la alianza anglo-ja- crisis políticas crónicas, las constituciones prusiana e imperial no refor-
ponesa en China, negociaciones anglo-franco-rusas sobre el Imperio Oto- madas, el nacionalismo radical de la clase media, las elites y tradiciones
mano y la línea de ferrocarril Berlín-Bagdad. Los ejemplos más daros son militaristas y autoritarias, la inmadurez política de los alemanes en ge-
también los más importantes. La Entente Cordiale de 1904, en cuanto a neral, etc. Es innegable que estas caract.erísticas {lejos de sei: e$pecíficas
que fue un acuerdo colonial, era claramente antiale1nana) ya que estaba di- solamente de Alem~riiél) la hicieron ser peligrosa en los años 'anteriores a
señada para acabar con la posibilidad de que Alemania interfiriera con el la Primera Guerra Mundial, y ayudan a explicar lo que hizo durante la gue-
control ejercido por los británicos en Egipto y para excluir a Alemania de rra, después de ella y durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo,
una acción en Marruecos ( una cuestión internacional en una zona en la no bastan para responder a la pregunta, ficticia pero fundamental, sobre
que Alemania tenía fuertes intereses), con respecto a la cual Francia había si la Alemania Imperial podría haber sido frenada en Europa, a pesar de
consultado con todas las otras partes, salvo con Alemania. La Convención haber perdido en el juego político mundial.
Anglo-Rusa de 1907 fue diseñada de una manera similar con el fin de ex- Hay razones para responder: «Sí, es concebible que eso se podría haber
cluir a Alemania de Persia y garantizar la cooperación Anglo-Rusa para hecho.» En primer lugar, la derrota alemana en la política mundial fue re-
frenar a Alemania en el Cercano y Medio Oriente en general. lativa e incompleta. Habiendo sido excluida de•ciertas esferas y activida-
Con esto no se pretende sugerir que cualquier conspiración antiale- des, ·así como de algunos beneficios y colonias, continuó compitiendo
mana exonere a Alemania o justifique sus acciones, ni implique simpatía económicamente con gran éxito en la mayoría de los mercados, las em-
hacia ella, ni haga revivir la vieja cuestión de culpas de guerra de la Prime- presas y los consorcios, y se veían unas perspectivas razonables de que en
ra Guerra Mundial, ni apoye la mentira de la inocencia de Alemania con el futuro continuara haciéndolo. En segundo lugar, antes de 1914 todavía
respecto a la guerra, porque fuera una respuesta a alguna supuesta cons- no estaba claro qué premios de los que había perdido en la competición
piración. A lo que se refiere es a un principio de la política internacional imperialista valían realmente la pena y cuánto durarían. Lo que sí se veía
que, por otra parte, se considera obvio en el terreno comercial: lo que sue- claro era que algunas adquisiciones, incluidas las propias colonias de Ale-
len hacer las empresas que obtienen ventajas combinándose para elimi- mania, constituían activos de escaso o ningún valor.
nar o neutralizar a un competidor muy fuerte. Alemania perdió en el jue- Sin embargo, hay una tercera razón que es históricamente decisiva: la
go de la política mundial sobre todo porque otros jugadores importantes competición internacional real anterior y posterior a 1907 den1ostró que
232 EL SíGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 233

Alemania podía ser moderada de una manera efectiva. Nada de lo que Ale- o a lo largo de su periferia y dirigida principalmente mediante armas
mania hizo realmente después de 1890 -en comparación con sus acti- políticas y económicas, con una fuerza militar que se utilizaba sobre todo
tudes y tácticas, así como sus objetivos y ambiciones latentes- fue tan contra los no europeos, no debía concentrarse directamente en Europa> ni
imprudente, agresivo y legalmente injustificable como muchas de las ac- tener como eje confrontaciones militares en este continente. Tercera> las
ciones emprendidas por otros, especialmente sus contrarios: los británi- alianzas y los alineamientos europeos debían ser siempre muy flexibles y
cos en Africa. Oriental, Central y del Sur o en Asia occidental y central; los permeables para ser útiles a la hora de controlar las crisis, y no convertirse en
franceses en el norte, el oeste y el centro de África; los italianos en Etio- blo<iues rígidos que se mantuvieran a cualquier precio por razones de se-
pía y Libia; los estadounidenses en la A1nérica latina caribeña, y en el guridad, dejando que la política de la alianza se convirtiera en algo total-
centro y el suroeste del Pacífico; los japoneses en Manchuria, Corea y mente dependiente de sus miembros más débiles y más amenazados. La
China; y los rusos en el Lejano Oriente y en Asia Central. La única gran cuarta se trata de una regla implícitamente reconocida y seguida a lo largo
potencia que fue menos agresiva que Alemania en la carrera imperialista de todo el siglo diecinueve, que era efectiva para evitar o lir~litar las gue-
fue Austria-Hungría, y su moderación, a diferencia de la de Alemania, rras: todos los actores esenciales debían mantenerse dentro de la alianza,
puede explicarse principalmente teniendo en cuenta sus debilidades in- independientemente de los cambios que se produjeran en sus ventajas re-
ternas. Está claro que el siste1na internacional estaba consiguiendo con lativas, y el Concierto Europeo debía hacer que su objetivo fuera siempre y
éxito moderar a Alemania. El contraste entre la incómoda situación de ante todo la resolución de las disputas.
Alemania, su peligroso potencial y la moderación real de su co11ducta se La historia internacional del período 1908-1914 pone de manifiesto
pone de manifiesto de forma impactante en el estamento militar de Ale- cómo se rompieron todas estas reglas, que eran vitales para preservar la
mania. Según la Constitución los militares no estaban controlados, -lo paz general en Europa.
cual era arriesgado; la estrategia que el alto mando había adoptado para
luchar en una probable guerra de dos frentes ( el Plan Schlieffen) era te-
rroríficamente imprudente. -Sin embargo, los dirigentes militares de Ale-
mania demostraron· en repetidas ocasiones ser cautos en los momentos El hundimiento progresivo en la v~nígine,
de crisis, aconsejando al gobierno en contra de aprovechar ocasiones rela- 1908-1914
tivamente favorables para lá guerra en 1904-1905, 1908-1909 y 1911, y no
realizando una ampliación muy necesaria del ejército hasta 1912-1913. La crisis de Bosnia de 1908-1909, que fue el comienzo del resbalón fatal,
Por consiguiente, el sistema de equilibrio europeo, a pesar de estar ago- surgió a partir de un hecho, la anexión de Bosnia-Herzegovina por parte
tado por las presiones y los resultados del juego político mundial, seguía de Austria-Hungría, un hecho que nunca debió causar absolutamente nin-
aún funcionando para evitar una gran guerra en Europa. Moderar a Ale- gún problema internacional. El objetivo de esta ~nexión era subsanar una
mania era la clave para esto, no porque Alemania fuera el único protago- anomalía que había existido desde 1878 -la ocupación y el gobierno de
nista importante, o el único que necesitaba moderación, sino porque en facto de esos territorios por parte de Austria, estando dichos territorios
1907 sólo Alemania podía estar decidida a emprender una guerra por de- bajo soberanía otomana nominal pero carente de contenido-y así con-
sesperación o frustración, o estaba en situación de hacerlo. No obstante, solidar el statu quo y eliminar una situación explosiva dentro de los Bal-
este juego del equilibrio europeo no sobreviviría mucho tiempo o no sal- canes. La medida iba aco1npañada por una retirada de una posición mi-
dría bien parado si llegaba a prevalecer en él el mismo tipo de competición litar austríaca más adelantada (el sanyaq de Novi-Pazar); si la anexión
no regulada que había conducido a unos resultados decisivos en la con- hubiera sido aceptada y respaldada por las otras potencias ( como lo había
tienda imperialista mundial. Evitar esto implicaba cuatro condiciones o sido en principio más de una vez por Rusia y Alemania desde 1878) po-
reglas básicas. Primera, la victoria en aquel juego mundial no se debía uti- dría haber contribuido a detener la guerra fría que había estado desa-
lizar para obtener una ventaja decisiva en el juego europeo. Segunda, la rrollándose desde 1903 entre Austria y su vecina Serbia. Lo más impor-
competición internacional, hasta entonces difusa en el exterior de Europa tante es que la anexión fue el resultado de un acuerdo negociado entre los
234 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 235

ministros de Asuntos Exteriores ruso y austro-húngaro, Izvolski y Aehren- Sin embargo, combinada con las protestas y el boicot ecónómico de Tur-
thal, por iniciativa del primero, para ayudar a Rusia a recobrar la seguri- quía, y con la movilización de Serbia para respaldar su demanda de com-
dad y el prestigio que había perdido en 1904-1906 a causa de la derrota y pensaciones, esta presión internacional generó una tensión considerable
la revolución. Esencialmente se negoció el consentimiento de Rusia a la para Austria-Hungría, forzándola a pedir el apoyo de Alemania, a quien
anexión, a cambio del apoyo austro-húngaro para realizar transforma- Aehrenthal había mantenido durante mucho tiempo en la sombra con el
ciones favorables a Rusia en los Estrechos Turcos. La anexión se llevó a fin de hacer patente la independencia de Austria-Hungría. Alemania res-
cabo con éxito y podía haber hecho revivir la asociación restrictiva entre pondió, viendo en esto la ocasión de enseñar a Rusia lo inútil que era el
Rusia y Austria, que había mantenido a ambas en paz, y había tenido apoyo de occidente. Así, un acuerdo potencialmente útil desencadenó una
congelados el conflicto de Macedonia y otros temas relativos a los Balca- grave crisis y se convirtió en una prueba de poder y fuerza de voluntad
nes durante el período 1895-1907. entre sistemas de alianzas opuestos.
Pero, este acuerdo potencialmente válido se rompió, originando una Rusia, que todavía estaba demasiado débil para luchar con Austria, y
crisis que prefiguró la de 1914 y precipitó la carrera de armamento y aún más para enfrentarse a Alemania; se vio abocada a la derrota. Francia
una competición de alianzas que condujeron a la guerra en 1914. La ne- declinó reconocer el casus foederis, y los británicos, aunque les complacía
gociación falló en parte por las actuaciones de uno delos protagonistas, ver a Rusia separada de las potencias germánicas y centrada en los Balca-
y también por las de aquellos que no eran parte del acuerdo. Cuando Aus- nes en vez de en Asia central, nunca intentaron más que un apoyo diplo-
tria anunció la anexión en octubre de 1908, el príncipe Fernando de mático limitado. Por consiguiente, una Vez que Austria se hubo encarado
Bulgaria aprovechó la ocasión para declarar la independencia final de su desafiante con la oposición internacional, y se hubo librado de los turcos
país, que se interpretó equivocadarhente como una prueba de la conni- sobornándolos, además de amenazar con emplear la fuerza a menos que
vencia entre Austria y Bulgaria. Los turcos y los serbios protestaron vio- Serbia se desmovilizara, reconociera la anexión y se comprometiera a ce-
lentamente contra la anexión, pero sus protestas podían haber sido igno- sar en sus actividades hostiles y subversivas, Rusia tenía· que hacer que sus
radas o controladas. Mucho peor fue el hecho de que Izvolski no negoció clientes serbios obedecieran, o bien permanecer sin hac'er nada mientras
de buena fe, intentando, una vez que Austria anunció la anexión, convocar Austria invadía Serbia, o luchar en una guerra perdida de antemano. El
una conferencia internacional para tratar sobre dicha anexión, forzando gobierno ruso pidió a Alemania que interviniera, esperando que ésta le
así a Austria a pagar por ella con posteriores concesiones. Sin embargo) en construyera un puente dorado para la retirada de Rusia. Alemania ten-
ausencia de Izvolskt otros miembros del gobierno ro.so convencieron al dió el puente, pero éste fue de hierro -una advertencia de que la ónica
Zar, que había dado su consentimiento, de que el acuerdo ofendería a la salida para Rusia era hacer retroceder a Serbia-. Así pues, Alemania in-
opinión póblica en Rusia. Entretanto lzvolski descubrió que los gobier- tervino, terminando con la crisis pero dejando a los rusos decididos a no
nos británico y francés eran reacios a apoyar a Rusia en el tema de los Es- sufrir nunca más una humillación tal de las potencias germánicas, senti-
trechos. Con la desaprobación de su gobierno y frustrado en sus esperan- mientos que los británicos y los franceses fomentaron.
zas de conseguir recompensas, lzvolski alegó que había sido engañado por La crisis Bosnia tuvo profundos efectos. Envenenó de manera irrepa-
Aehrenthal y convocó una conferencia para discutir la anexión como vio- rable las relaciones austro-rusas, exacerbó aún más las austro-serbias, in-·
lación unilateral del Tratado de Berlín de 1878 (que ya había sido violado fluyó en que Austria-Hungría llegara a tener una dependencia todavía
por parte de Austria treinta y dos veces). Los franceses aceptaron a rega- mayor de Alemania, y estableció una pauta por la cual las crisis se conver-
ñadientes la convocatoria por el bien de la alianza; los británicos lo hicie- tían en ocasiones en algo destinado a someter a prueba los sistemas de
ron más gustosos como apoyo al Imperio Otomano. alianzas de los oponentes. Lo peor de todo fue que desencadenó una ca-
Ver a Rusia) que estaba en la cumbre de su época imperialista) pidien- rrera de armamentos terrestres, un campo que había sidci relativamente
do a Gran Bretaña y a Francia qLie le ayudaran a defender la santidad del tranquilo en décadas anteriores en las que se prestó mucha más atención
Tratado de Berlín, es como ver a Barba Azul convocando a Don Juan y a a los armamentos navales. Rusia dio el ímpetu inicial a esta carrera arma-
Casanova para defender conjuntamente el honor de Sadie Thompson. mentista) en un prhner momento para recuperarse de 1905, y posterior-
236 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 237

mente con un amplio programa aprobado en 1912-1913, cuyo objetivo migo y se alegraron de verla distraída en el norte de África- esta agre-
era establecer una clara superioridad sobre ambas potencias germánicas sión también dio lugar a consecuencias más graves. Incapaz de pacificar
combinadas en 1917. Alemania) que por diversas razones no había am- a las tribus nómadas del desierto libio, Italia declaró la guerra al Sultán
pliado su ejército en proporción a su población, puso en marcha una am- otomano, se anexionó formalmente Libia y llevó sus operaciones milita-
pliación importante en 1913, como hicieron también los franceses con la res hasta los estrechos y el M~diterráneo oriental, el polvorín más peli-
introducción del servicio militar de tres años. Incluso Gran Bretaña y Bél- groso de Europa.
gica se vieron atrapadas en una competición relativa a las armas, a la ins- Esta jugada de los italianos, quizá la acción más irresponsable de una
trucción de las tropas, y a las estrategias ofensivas y los planes de guerra, potencia importante antes de 1914, preparó el camino para la peor crisis
así corno a la cantidad de efectivos. Austria-Hungría, que intentaba com- anterior a la guerra, una crisis causada por las dos Guerras de los Balca-
petir, pero no podía debido a sus problemas fiscales y políticos, y a los de- nes de 1912-1913. Rusia contribuyó a esto en 1912 promoviendo una Liga
rivados del hecho de tener dos constituciones, sentía que estaba cayéndo- de los Bakanes que ella misma dirigió y que incluyó finalmente a Serbia,
se de las filas de las grandes potencias. Italia, que también lo intentaba, Bulgaria y Grecia. El objetivo de esta Liga fue dar a Rusia el liderazgo ex-
con menos éxito todavía, nunca alcanzó realmente esa categoría. Con la clusivo en la política de los Balcanes. Los franceses, informados tardía-
carrera de armamentos se produjo una militarización de la diplomacia; mente de la iniciativa de Rusia, reconocieron en ella inmediatamente
todas las crisis subsiguientes se vieron prolongadas y 1narcadas por unos una receta para la guerra contra el Imperio Otomano y un desafío direc-
niveles crecientes de tensión y antagonismo, dificultades, resoluciones to a Austria-Hungría, pero no se opusieron por el bien de su alianza. Ru-
insatisfactorias y la búsqueda de la victoria por parte de cada potencia sia no deseaba una guerra en los Balcanes ( de hecho, esperaba atraer a los
para el bloque al que pertenecía. turcos), pero slls clientes de los Balcanes, que se sentían seguros de tener
La Segunda Crisis de Marruecos (o el «incidente de Agadir») de 1911 la protección de Rusia y veían a Turquía debilitada, detuvieron la encar-
es un· ejemplo de esto. A la provocación inicial francesa -una t01na de nizada lucha entre ellos mismos por Macedonia para atacar conjunta-
posesión directa en Marruecos con violación de los ttatados recientes- ínente· a Turquía en octubre de Í912. • . _
respondió la diplomacia cañonera alemana para respaldar la demanda de Esto desencadenó una crisis que duró áños"'y que es demasiado-c0rn-
compensaciones para Alemania. Una ostentosa advertencia británica a plicada para explicarla aquí. Desde un punto de partida sistémico, la
los dos bandos, pero más directamente a Alemania:) para que no excluye- diplomacia europea, que en el último minuto no consiguió evitar la gue-
ran a Gran Bretaña de ningún acuerdo amnentó 1a tensión y los intereses rra, finalmente lo más que pudo hacer fue evitar una guerra generalizada,
aún más. En el acuerdo final, Francia obtenía Marruecos con tan sólo pero difícilmente se puede afirmar que el Concierto Europeo, a través de
unas compensaciones mínimas para Alemania, pero el resultado 1nás im- una conferencia en Londres presidida por el ministro de Asuntos Exte-
portante fue que se intensificaron la frustración de Alemania y los temo- riores británico Sir Edward Grey, controlara el desarrollo o el resultado de
res de Francia, con un estrechamiento de los vínculos entre Gran Bretaña los acontecimientos. En diciembre, sorprendentemente, las fuerzas arma-
y Francia para incluir en el acuerdo la cooperación naval y la consulta mi- das de Turquía habían fracasado, obligando a Rusia a intervenir para i1n-
litar. La toma de Marruecos tuvo posteriormente un efecto de bola de pedir que los búlgaros o los griegos tomaran Constantinopla. También
nieve, que en realidad estaba ya previsto y hasta cierto punto preparado tuvieron que implicarse Austria e Italia para detener el avance de los ser-
de antema:q.o. Entonces Italia sacó provecho de su posición e.ntre los dos bios, montenegrinos y griegos hacia el principad_o de Albania, para el que
campos y de los compromisos que con ella tenían ambos bandos para se proponía la independencia. Entonces, la presión de Rusia y del Concier-
apoderarse de Libia, que nominalmente era territorio otomano, no por- to Europeo no logró evitar una nueva guerra entre los vencedores, que se
que Libia tuviera en concreto ningún valor, sino para aumentar su propio disputaban el botín. A mediados de 1913, los serbios y los griegos, a los
prestigio y aliviar mediante la expansión exterior una crisis interna que que se unieron los turcos, ayudados por la movilización e intervención de
estaba sufriendo en aquel momento. Aunque las grandes potencias reac- los rumanos, derrotaron completamente al principal vencedor de 1912,
cionaron con calma-los austríacos tomaban en serio a Italia como ene- Bulgaria, y tomaron la mayor parte del botín. El Tratado de Bucarest, fir-
238 EL SIGLO XIX
POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 239

1nado en agosto, en gran medida sin control del Concierto, fihalizó esta do con Gran Bretaña con la esperanza de promover la neutralidad británi-
segunda guerra, pero no acábó con la crisis. Una prolongada confron- ca en los asuntos del continente, había llegado a sentirse a finales de 1913
tación austro-serbia debida a que Serbia había tomado territorios desig- demasiado pesimista a este respecto y también por lo que se refería a la
nados para Albania situó a estos países más cerca que nunca de una ver- difícil situación de Austria-Hungría, como para respaldar a esta última,
dadera guerra hasta que un ultimátum austríaco forzó la retirada de los que pedía un fuerte apoyo con el fin de detener su decadencia.
serbios.
Por consiguiente, en 1914 los requisitos previos vitales para la paz es-
La _paz se había salvado, pero por poco, y el equilibrio eutopeo habla taban desapareciendo sistemáticamente, y en cambio se iban cumpliendo
cambiado completamente. En los Balcanes, Austria-Hungría había sufri- cada vez más los requisitos para la guerra. La combinación que había pro-
do u~a enorme derrota. Serbia, su peor enemigo, salía de las guerras casi ducido el éxito de la Triple Entente en lo relativo al imperialismo era aho-
dupl'.cando sn tamaño y sn confianza, mientras que Bulgaria, la rival de ra efectiva en Europa, donde Rusia y Francia esperaban alcanzar una su-
Serbia, se quedaba exhausta e impotente. El Imperio Otomano, el único perioridad militar para 1917 y Gran Bretaña, aunque rechazaba una alianza
Estado qne no representaba una amenaza potencial para los intereses de directa, estaba aliada firmen1ente con estas potencias, en parte con el fin
Austria, había desaparecido prácticamente de la escena; Rnmanía, que de mantener un «equilibrio» europeo, principalmente para conservar las
hasta entonces había sido una aliada secreta, se había apartado, era abier- amistades que le resultaban vitales para su posición en el mundo. La
tamente ind_ependiente y estaba siendo cortejada con pasión por Rnsia y competición política y de poder, que en otros tiempos se había produci-
Francia. Itaha, que nominalmente era una aliada -en realidad una rival do de manera difusa en la periferia, estaba ahora concentrada delibera-
en los Balcanes occidentales y en el Adriático-, competía directamente damente en las dos fallas más peligrosas que cortaban entonces el terri-
con Austria por el control de Albania. En cuanto a Rusia, aunque encan- torio europeo: el Rin y los Balcanes. La flexibilidad y la permeabilidad de
tada co~ el c~mb!o que se había producido en 1909, veía que sus propias las alianzas quedó reemplazada por una separación cpnsciente y una
ganancias serian mestables hasta que la Liga de los Balcanes se fortalede- · deliberada oposición. de los bloques. militares, cuya ir¡\e11dón. era eU- (
ra Y se ampliara, Y además incompletas hasta que pudiera controlar el minar la incertidumbre y la posibilidad de errores de cálculo, pero que en
destino de los Estrechos turcos. Por consiguiente, dirigió sus esfuerzos, realidad estaba funcionando para ligar la política y el destino de Rusia
a~or~ con un ~poyo claro de Francia, a reconciliar a Serbia y Bulgaria, a más firmemente a Serbia, en el caso de Francia a Rusia, en el de Alema-
anadir Rumama y Turquía a la Liga, a mantener aislada a Austria-Hun- nia a Austria-Hungría, y, finalmente, en el de Gran Bretaña a Francia. Lo
gría, y a combatir la influencia de Alemania. 1 más importante es que un protagonista esencial, Austria-Hungría, desde
D_esde el pu~to de vista occidental, especialmente británico, la diplo- su amarga experiencia había llegado a la cond1,1sión de que la diploma-
macia del Concierto Europeo en 1912 y 1913 fue un éxito, además de una cia del Concierto ya no servía para preservar su alta posición de poder y
receta para controlar crisis futuras. Gran Bretaña había frenado a Rusia, sus intereses vitales, sino que era una trampa fatal: las otras grandes po-
Alemania había contenido a Austria, se había alejado el peligro de una tencias, incluida Alemania, lo utilizaban para obligar a Austria a pagar
guerra generalizada, y se mantenía el equilibrio global de poder. Los Bal- los costes colectivos de los acuerdos internacionales y paralizar aún más
canes no eran el problema de Gran Bretaña, y la difícil situación de Austria su capacidad de acción. Por lo tanto, su gobierno decidió romper con el
era su propio problema y el de Alemania. El peligro más grande para Gran Concierto y detener su decadencia mediante una actuación radicalmente
Bretaña, es decir, que Rusia desertara aliándose con Alemania y así se for- independiente, y el gobierno alemán, igualmente pesimista con respecto
mara una liga continental, parecía más remoto que nunca. El presidente al único aliado que le quedaba, decidió apoyar a los austríacos.
francés Poincaré estaba igualmente satisfecho, pero por razones algo dife- El panorama que configura todo esto, en el que en 1914 la cuestión no
rentes. Los dos bloques aliados habían sobrevivido intactos, siendo en ese era ya tanto si estallaría una guerra generalizada o no, sino cuándo y
momento el bloque ruso-francés más sólido, efectivo y afortunado que cómo, parece demasiado determinista, y el hecho de llevar implícito que
el de los austríacos y los alemanes. Mantener esos bloques rígidos e inmu- Austria y Alemania actuaron p01· desesperación y por agotamiento de las
tables era la clave para la paz y la seguridad. Alemania, que había coopera- alternativas posibles suena como una vieja disculpa poco creíble. Ningu~
240 EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL) PAZ Y GUERRA, 1815-1914 241

no de estos argu.mentos se puede utilizar con respecto a los orígenes in- habían vuelto tan despiadadamente competitivas que los mis1nos recur-
1nediatos de la guerra, que se sitúan en la llamada Crisis de Julio, desen- sos utilizados para evitar la guerra acabaron contribuyendo realmente a
cadenada con el asesinato del archiduque Francisco Fernando a manos de ocasionarla. La respuesta alternativa que se sugiere aquí, en la que están
los terroristas serbios de Bosnia. Cada fase de sucesos se derivaba de otros; incluidas partes de todas las anteriores, aunque otras partes se rechazan,
cada una llevaba implícitas decisiones gubernamentales que podían haber es decepcionantemente simple: la guerra tuvo como causa un fallo gene-
sido de otra manera. Esto es aplicable a la decisión del gobierno austríaco ral a largo plazo en el intento de los gobiernos europeos de hacer ciertas
de cambiar su plan inicial de actuación, descartando uno con'sistente en cosas específicas necesarias para que la paz siguiera siendo viable, mien-
forzar a Rumanía a volver explícitamente a la alianza, y asunliendo otro tras hacían al mismo tiempo y repetidamente cosas que provocaban que la
de eliminar a Serbia como factor político en los Balcanes; decidiendo guerra fuese probable, de tal modo que los recursos para la paz finalmen-
también Austria una petición de ayuda alemana, con el resultado de un te se agotaron. 1
cheque en blanco dado por Alemania; asimismo un ultimátum austríaco La explicación en términos de agresión austríaca y alemana, que es co-
a Serbia y la decisión de Serbia de rechazarlo en parte; incluso la reco- rrecta para la Crisis de Julio, no sirve como respuesta global por diversas
mendación y el consentimiento de Rusia para que Serbia tomara esta de- razones; sólo mencionaremos aquí las más ilnportantes. La primera es
cisión; la declaración por parte de Austria de la guerra a Serbia; la movi- que exige plantear previamente la pregunta de dónde comienza la agre-
lización parcial de Rusia contra Austria, seguida de la movilización general sión, y quién está atacando o defendiendo el statu qua. El acto de agresión
contra Alemania; la declaración de guerra a Rusia por parte de Alemania; inicial, dentro de la crisis en sí misma, vino de Serbia, como parte de un
la puesta en práctica del Plan Schlieffen mediante la invasión de Francia programa de terrorismo patrocinado por el propio Estado al servicio de
y Bélgica; y finalmente la·dec!aración de guerra a Alemania por parte de una gran ideología y un gran programa nacionalista serbio dirigido con-
Gran Bretaña. A lo largo de este proceso, las potencias principales lleva- tra la existencia misma de Austria-Hungría. Esta respuesta también igno-
ron la iniciativa, mientras que otras reaccionaban ante dicha iniciativa; ra las preguntas relativas a si Austria-Hungría y Alemania podían haberse
.. las potencias principales iniciar()n la-guerra; pern!,itido no dar algún tipo de contestación.drástica a la situación quepa-
Sin embargo, la respuesta a la pregunta «¿quién empezó la guerra?>> no decían en 1914, ·O si Se podía eSperar que nO lo hicieran, y qué alternativas
constituye una respuesta a <<¿qué fue lo que causó la guerra?~>. Para respon- quedaban todavía que no implicaran el riesgo de crisis y guerra generaliza-
der a esta última necesitamos ir más allá de las respuestas habituales, que da. Lo más importante es que esta respuesta, con su distinción entre agresor
son todas ellas ciertas de alguna manera, pero también inadecuadas, para y defensor, supone que en esta coyuntura los dos bandos estaban practican-
llegar ¡i la que subyace a todas y ofrece una perspectiva más amplia. Exis- do dos juegos diferentes, uno belicoso y otro pacífico, cuando en realidad
ten tres respuestas amplias que, simplificadas en exceso, son las que vere- todos estaban jugando esencialmente el mismo juego con prácticamente
mos a continuación. La priinera es que Austria y Ale1nania ocasionaron la las mismas reglas. Ninguna potencia deseaba la _guerra generalizada> pero
guerra por jugar mediante una guerra local a resarcirse de sus pérdidas y todos la preferían antes que recurrir a otras iniciativas. Serbia prefería la
obtener o recuperar la hegemonía en Europa (se ha dicho a menudo que guerra antes que abandonar su programa nacional anti-austríaco; Aus-
detrás de este juego imprudente hay un deseo de salvar, mediante victorias tria-Hungría la prefería antes que continuar con la decadencia de su posi-
políticas en el exterior, sus estructuras internas no refonnadas). La se-
gunda respuesta es que Europa se precipitó en la guerra por una acmnu- 1
Una analogía: es como explicar un ataque al corazón de consecuencias fatales di-
lación de conflictos no resueltos, rivalidades, propósitos inconciliables y ciendo (a) fue causado por un esfuerzo excesivo, (b) fue una trombosis coronaria causa-
ambiciones, odios, presiones, y compromisos en1narañados que con ante- da por una arteria bloqueada, (e) fue el resultado de un largo historial de presión san-
rioridad habían amenazado repetidamente con la guerra y finalmente es- guínea elevada, (d) fue catisado por descuidar continuamente la toma de la medicina
prescrita, o por' no seg~ir el consejo del médico de dejar de fumar y hacer dietá y ejerci-
caparon a todo control. La tercera respuesta está más cerca de ser una res-
do. Se podría admitir que las tres primeras explicaciones sean todas ellas verdaderas,
puesta satisfactoria, pero aún así sigue siendo inadecuada: la guerra llegó pero aún así hay que insistir en que sólo la óltima es satisfactoria en términos humanos
porque las reglas, las normas y las prácticas de los políticos europeos se e históricos.
EL SIGLO XIX POLÍTICA INTERNACIONAL, PAZ Y GUERRA, 1815-1914 243

ción y su seguridad; Rusia también, antes que otra «humillación» como la la coexistencia en paz. Ciertamente esta respuesta encaja mejor; el presen-
de 1908-1909; asimismo Alemania, antes que el hundimiento o la de- te trabajo parece apuntar hacia eso. Sin embargo, una vez más las pruebas
serción de su último aliado importante y una eventual inferioridad mi- demuestran que estas condiciones habían surgido mucho antes de 1914,
litar con respecto a Francia y Rusia; Francia la prefería antes que perder su y que los gobiernos, incluso en 1914, no eran unos instrumentos impo-
alianza con Rusia y verse en una inmediata inferioridad con respecto a Ale- tentes movidos por ellas.
mania; Gran Bretaña prefería también la guerra antes que la derrota o la No se encuentra una respuesta más profunda examinando lo que
deserción de Francia y la dominación del continente por parte1de Alema- triunfó finalmente en 1914, un espíritu va banque en la cmnpetición in-
nia. Todas las potencias vieron tendencias reales (y en política internacio- ternacional, sino miralldo lo que finalmente desapareció, es decir, los me-
nal el statu quo es siempre una tendencia en la que se basan los cálculos, dios y las instituciones que servían para limitar los intereses de cada po-
y no una condición estática) de un modo similar, y llegaron a la conclusión te1,1cia y para garantizar que la competición continuaría manteniéndose
de que el juego estaba acercándose a un punto de inflexión situado en un dentro de unos límites tolerables. En otras palabras, la pregunta más
futuro cercano. Tres potencias, viendo la victoria en perspectiva, fueron fa- adecuada no es «¿qué fue lo que causó la guerra en 1914?», sino «¿qué era
vorables a una continuación «pacífica» del «statu qua». Otras dos intuyeron lo que había detenido la guerra hasta 1914, y a partir de entonces ya no
una derrota inminente y decidieron cambiarlo. pudo seguir haciéndolo?».' La Primera Guerra Mundial se explica a menu-
Por otra parte, todas establecían el mismo requisito para la «paz»: que do como el resultado del crecimiento del poder de Alemania y de una
sus rivales aceptaran su victoria. Sin lugar a dudas, Austria-Hungría y puja por la hegemonía, de tal forma que si se hubiera hecho más hincapié
Alemania, al intentar una guerra local en 1914, se arriesgaban consciente- en disuadir a Alemania (por ejemplo, una clara insinuación de Gran Bre-
mente a una guerra generalizadaj y en cierto sentido optaban a una guerra taña advirtiendo que permanecería al lado de Francia), esta disuasión po-
así. Pero sus oponentes estaban arriesgándose de manera similar a largo dría haber preservado la paz. Pero Alemania y Austria: Hungría pensaron
plazo. Serbia y Rusia apostaban directamente, y Francia y Gran Bretaña en 1914 que, en vez de ganar, estaban perdie.ndo la competición por el po-
tácitamente ( esta última intentando no pensar en ello), a que de alguna der; especialmente Alemania vio esto como la última oportunidad para
fonna la desaparición de Austria-Hungríaj que todos preveían, se produ- evitar la derrota en un futuro próximo. Además, los alemanes previeron y
ciría tranquilamente, y que Alemania aceptaría tanto esta desaparición, supusieron que Gran Bretaña entraría en la guerra antes o después. Y lo
como la inferioridad resultante ante sus enemigos -una apuesta obvia- más importante es que la disuasión, que sin duda había contribuido a de-
mente menos agresiva pero exactamente igual de arriesgada y alocada tener a Europa al borde de la guerra en ocasiones anteriores, se intentó en
que la austro-alemana-. En cierto sentido, los poderes europeos fueron 1914 y fracasó. El problema fatal era la ausencia, no de disuasión, sino de
a la guerra en 1914 porque pensaban de la misma manera y estaban de garantías. En general, Europa había permanecido en paz a lo largo del si-
acuerdo unos con otros. glo diecinueve no por el funcionamiento natural del equilibrio de poder,
En cuanto a decir que la guerra fue el resultado de presiones, tensiones, sino por las limitaciones impuestas a éste -un sistema de reglas, normas
enemistades y crisis que iban creciendo hasta que alguna quedó fuera y procedimientos que capacitaban a los actores, especialmente a las gran-
de control, el problema es simplemente que existen demasiadas pruebas despotencias, para actuar suponiendo qne la rivalidad y la competencia
que apuntan al hecho de que los gobiernos actuaban basándose en cálcu- entre ellos, aun siendo inevitable, no los destruiría-. El sistema de
los. Sabían lo que estaban haciendoj aunque pudieran ser claramente garantías inicial, el llamado sistema de Viena, se había derrumbado y ha-
conscientes de que no tenían otra opción. bía sido abandonado, pero habían surgido y sobrevivido nuevas versiones
Esto parece confirmar la tercera explicación: la guerra llegó porque el del binomio disuasión/garantía que aportaban la confianza suficiente
imperialismo, las políticas de masas, el nacionalismo ferviente, la compe-
tencia económica implacable, las carreras armamentistas desenfrenadas, 2
Recurriendo de nuevo a una analogía médica: esto es como preguntarse por qué las
y el darwinismo social habían hecho que las relaciones internacionales defensas de! cuerpo del paciente sucumbieron contra una enfermedad, en vez de pregun-
fueran demasiado despiadadas para que pudieran darse el compromiso y tarse simplemente cmí.l fue la enformedad que mató al paciente.
6
244 EL SIGLO XlX

para mantener el sistema en funciona1niento. En 1914 esta creellcia había


desaparecido, siendo reemplazada por la convicción de que la siguiente e
inevitable guerra no se llevaría a cabo dentro de los límites establecidos
por los gobiernos) sino que sería una guerra a muerte que implicaría a
pueblos enteros -una creencia que contribuyó a posponer la guerra has-
ta 1914 y que acabaría por provocarla entonces-. El fondo de garantías y
Expansión hacia
limitaciones mutuas se había agotado; la esperanza de paz de- cualquier
país se basaba en hacer que otros aceptaran lo inaceptable. El mes de ju-
lio de 1914 no marca simplemente el estallido de la guerra, sino el agota-
ultramar,
míen to de la paz.
imperialismo e
imperio, 1815-1914
A. G. Hopkins

El siglo diecinueve fue un período de expansión imperial incomparable.


Los extraordinariqs viaj_es de exploración dejos siglos anterioreshabfan
posibilitado a los cartógrafos la inscripción de otros continerites ~n lo que
Burke llamó «el gran mapa de la humanidad». Numerosos viajeros, des-
de los tiempos de Marco Polo, habían creado una literatura abundante y,
a menudo, fantasiosa, en la que se describían las vidas de nobles e innobles
salvajes en diversas situaciones naturales. Algunas partes del mundo, so-
bre todo América y la India, ya habían experimentado la conquista y el
gobierno por parte de los europeos. A su vez, l~s europeos habían sido in-
fluidos por lo que leían y por lo que consumían. Las importaciones de
productos coloniales -desde las especias hasta la plata, desde las patatas
al tabaco, desde el azúcar al té- habían traído lo exótico tanto a la ciudad,
como al ca1npo. No es sorprendente que los contemporáneos estuvieran
impresionados por su propia energía exploratoria y atónitos por las con-
secuencias de esta energía, o que desarrollaran rápida1nente la fascinación
por las tierras remotas, c01no 1nuestra claramente el éxito inmediato de
Robínson Crusoe (1719) de Defoe.
A pesar de su magnitud, estos hechos se vieron superados y finalmen-
te eclipsados durante el siglo diecinueve. Las aplicaciones de la ciencia,
especialmente las nuevas tecnologías, a los medios de producción, comu-
1

EL SIGLO XIX EXPANSIÓN HACIA ULTRAMAR, IMPERIALISMO E IMPERIO 247

nicación y coacción, dieron a Europa una capacidad de penetración muy J. A. Hobson entre mllchos otros, formularon unas interpretaciones de las
superior a la que habían tenido hasta entonces los comerciantes aventu- causas y las consecuencias del imperialismo que resonaron durante todo
reros y los conquistadores. Se hizo posible reconvertir el dominio del mar, el siglo diecinueve, y aún más allá hasta hoy en día. Expertos eminentes,
transformándolo en una superioridad en tierra, según modos nuevos y como Seeley, Froud, y Leroy-Beaulieu, situaron por primera vez en un
decisivos, y desplazar las fronteras de la influencia europea hasta las pro- marco profesional el estudio de los imperios modernos, aunque, dado que
fundas zonas interiores aún no cartografiadas de los vastos continentes. además de académicos eran figuras públicas, sus conocimientos estuvie-
Dado que el arte imita a la vida, y la vida estaba cambiando a una velocidad ron también al servicio de objetivos políticos. El tema continuó tal como
asombrosa, no es casualidad que el credmiento de las nuevas~ciencias es- había come~zado, es decir, en medio de una agitada controversia que se
tuviera acompañado por el auge de la ciencia-ficción como nuevo campo mantuvo siempre vigente debido a los cambios en la configuración del or-
de la especulación literaria. Cuando Julio Verne, en 1864, invitó a sus lec- den internacional y de los imperios a los que este orden afectaba.
tores a embarcarse en un Viaje al centro de la Tierra, la expedición, aun Esta potente mezcla de erudición e ideología ha dejado una huella in-
siendo fantástica, debió de parecer una extensión lógica de los caminos deleble en la literatura histórica: estudios hechos con la mayor sutileza se
que estaban recorriendo los exploradores en el mundo real, donde, en codean con otros del más evidente partidismo; rayos de luz que chocan con
aquella época, todavía se discutía sobre las fuentes del Nilo y Stanley tuvo pozos de oscuridad. Dadas la diversidad y la individualidad de las muchas
que mantener su cita del destino con Livingstone en el centro del conti- miles de contribuciones realizadas sólo a lo largo del siglo veinte, cualquier
nente negro. Hacia finales de siglo, sin embargo, la exploración se había generalización historiográfica está condenada a ser injusta. Sin embargo,
abordado previa partición del territorio, y la partición a su vez había dado es necesario establecer algunas delimitaciones si se quiere que los contor-
lugar a la ocupación. Los estados se habían anexionado grandes segmentos nos principales del tema se vuelvan inteligibles. Partiendo de esto, y con
de otros continentes, y se habían establecido «esferas de influencia» en gran otras muchas reservas, se puede decir que la opinión de los expertos esta-
parte del Oriente Medio, del Lejano Oriente y de América Latina. Hasta ba dividida desd~-g1,principio en dos campos. Aunqu<i:a'mbos contenían
los pingüinos de la Antártida, el último continente, se habían visto obligados múltiples divisio-;;,;;; internas, en cada uno de ellos el nexo de unión era el
a reconocer la soberanía de las grandes potencias. La peculiar combinación reconocimiento de la superioridad de su propia erudición objetiva y la de-
de atracción y repulsión que había caracterizado durante largo tiempo formación ideológica de sus oponentes. Excepcionalmente, coincidían
el encuentro de Europa con las sociedades no europeas halló su expre- en el hecho de trazar una línea de batalla con los principales problemas
sión máxima y captó el interés popular. Pero el mundo de Conrad, tal como que requerían una explicación: las causas de la construcción de imperios, los
lo describe en El corazón de las tinieblas (1902), era muy diferente del de medios de control, los efectos del sometimiento a un gobierno europeo,
Defoe. En la época en que Kurtz encon;ró la muerte en los lugares remo- y el futuro del imperialismo. Sin embargo, más allá de este punto, las hos-
tos del Congo del rey Leopoldo, se había inventado ya la misión colonial, y tilidades tomaban la forma de una guerra de _desgaste que ha perdurado
la inocencia, como el paraíso, se había perdido. casi hasta el día de hoy.
Uno de estos campos de opinión, que recurre a fuentes intelectuales
radicales, yen general (aunque no necesariamente) a Marx, vincula el im-
perialismo del siglo diecinueve al desarrollo del capitalismo industria!.
Ideología y erudición en el estudio De acuerdo con esta interpretación, el proceso de acmnulación de capi-
del imperialismo tal generaba contradicciones internas que, durante el último cuarto del
siglo, hallaron su expresión en nuevas formas globales de imperialismo.
Aunque las amplias dimensiones de la expansión europea en ultramar La lucha por el control del mundo no se limitó a la adquisición de colo-
son indiscutibles, cualquier otro aspecto del tema ha estado expuesto a nias, sino que culminó, según el punto de vista de Lenin,.con la Primera
intensos análisis y debates. Los gigantes intelectuales de la época, desde Guerra Mundial. El imperialismo, como el capitalismo, no conocía fron-
Adam Smith hasta Lenin, incluyendo de paso a James Mili, Karl Marx y teras: surgió no sólo donde existían vínculos constitucionales visibles,
EL SIGLO XIX EXPANSIÓN HACIA ULTRAMAR, IMPERIALISMO E IMPERIO

sino también donde la integración económica creó lo que Lenin llamaba vo. Es uno de esos casos en que la familiaridad genera respeto, pero tam-
«semi-colonias». Aunque el capitalismo era en todas partes agresivo y ex- bién aburrimiento. Los temas que se discuten siguen estando m.uy vivos
plotador) fue también inevitablemente progresista, ya que «mostraba la y figuran siempre en la agenda, pero los planteamientos actuales no se de-
car~ d~l futuro» ( como dijo Marx) al resto del mundo. La propagación del rivan ya, ni siquiera indirectamente, del conflicto entre el capitalismo y el
cap1tahsn10 por mediación del imperialismo estaba destinada, en sentido socialismo. Los cambios que se han producido a largo plazo en el mundo,
dialéctico, a generar las fuerzas que finalmente impulsarían la caída del combinados con unos intereses intelectuales variables dentro de la comu-
colonialismo y anunciarían un orden nuevo: el orden socialista.1 Esta línea nidad de expertos, han abierto d tema a nuevas ideas y le han dado un
de argumentaci_ón, mucho más elaborada y refinada por sus defensores, nuevo período de· vida .. Estos acontecimientos recientes, algunos de los
resultaba atractiva porque ofrecía al mismo tiempo una visión coherente cuales seguirán desarrollándose en el futuro, tienen mucho más interés en
del mundo moderno y un plan de actuación para transformarlo. la actualidad que el viejo y estereotipado debate, especialmente para los
. El. otro campo de opinión, más amplio en cuanto a número de par- lectores que viven en una época post-imperial.
tldanos, pero menos centrado en objetivos, se agrupaba en torno a una La primera influencia externa importante fue el final de los imperios
bandera liberal-conservadora. Tanto los críticos como los defensores del europeos en la década de 1960, un acontecimiento que acabó con el tema
imperio hicieron en este campo causa común en el rechazo del marxismo así como con sus elementos constituyentes. Cuando la atención se des-
Y en la elaboración de una serie de.explicaciones alternativas sobre el im- plazó desde el centro a la periferia, las perspectivas eurocéntricas perdie-
perio y el imperialismo. En contra del análisis económico de causa única ron ímpetu y cobraron más fuerza las investigaciones sobre los pueblos
(c?n sus alarmantes predicciones de la desaparición del capitalismo) se indígenas y la producción de historias «nacionales» de Estados que ha-
almeó toda una multiplicidad de explicaciones diplomáticas, políticas, bían conseguido recientemente la independencia. Se difundió la dnda so-
soCiales y culturales, así como también económicas, sobre la construcción bre la conveniencia, así como la posibilidad de continuar escribiendo la
de los imperios; Cn contra del detern1inismo de unas fuerzas impersona- historia imperial en un mundo descolonizado. La segunda influencia ex-
les se estableció el papel de loS"individuos y del azar. Al eurocentrismo terna importante fue el derrumbe (y la descolonización) del imperio so-
· se ~e opus~ la tesis «excéntrica>>, que desplazó la causalidad hacia la peri- viético. El e:xperhrieilto_·s;óC-ialista nÓ se tonsllínió len:tamente, sinO·que
feria enfatizando el papel de los sub-imperialistas o representantes, tales desapareció de golpe, llevándose consigo gran parte de la credibilidad de
como Rhodes, Peters, y Pavie. La idea de imperio infonnal ( una varian- las valoraciones radicales sobre el capitalismo y el imperialismo. Hacia el
te lib~ra1 del concepto de Lenin de semi-colonias) se desplegó frente a los final del siglo veinte, la descolonización había dejado de ser una lucha con-
marxistas para demostrar que la expansión de Europa 110, se identificaba temporánea y se había convertido en historia. Es conveniente recordar
en exclusiva, y tampoco principalmente, con el «nuevo imperialisn10» que que la India celebró sus cincuenta años de independencia en 1997: las jó-
supuestamente había caracterizado el últin10 cuarto del siglo diecinueve. venes generaciones y las de mediana edad no conocen de primera mano
La creencia de Lenin de que la agresividad era inherente al capitalismo lo que era un gobierno colonial. La distancia no añade necesariamente un
fue rebatida por el argumento de Schumpeter, según el cual el capitalismo era encanto a las cosas, pero sí que debería aportar objetividad.
pacífico por naturaleza y exigente en casos de incumplimiento. La afirma- Esto no quiere decir que hayamos llegado a la «muerte de las ideolo-
ción de que el imperialismo era explotador provocó ejercicios alternativos gías» y que por consiguiente debamos dejarnos acariciar por los cálidos
d~ j~stificac!ón histórica_para de~ostrar que reportaba beneficios. La pre- rayos del triunfalismo capitalista. Es probable que el futuro juegue algu-
~cc1ón .s~gun la cual la mfluencia europea sería derrotada por la revolu- nas malas pasadas a la generación actual de adivinos e historiadores, exac-
c16n recibió como respuesta la afirmación de que la evolución produciría una ta;,,ente igual que sucedió en el pasado, pero el compromiso ideológico
involución en la forma de los Estados independientes dentro de una unión no quedará eliminado del estudio del imperialismo o del estudio de la
más amplia en forma de Comunidad de Naciones. historia en general. No obstante, el final de la gran era de los imperios tie-
E~ largo debate entre los dos campos de opinión se ha examinado y re- ne indudablemente profundas implicaciones en el 1nodo en que se trata-
sumido una y otra vez, por Jo que no tiene objeto retomarlo aquí de nue- rá el tema en el futuro. Liberados de la agobiante censura de su época, que
EL SIGLO XIX EXPANSIÓN HACIA ULTRAMAR) IMPERIALISMO E IMPERIO

les obligaba a elegir entre alienar a los pueblos colonizados o a los guerre- la política y de la diplomacia -sus elementos básicos tradicionales- se
ros que protegían con sus escudos el Mundo Libre) los expertos pueden están reelaborando de distintas maneras: en unos casos se trata de volver
empezar a formular ideas nuevas sobre un viejo tema. Realizar el estudio a considerar la creación de los Estados «nación» en el interior y en el ex-
de la historia del imperialismo y del imperio significa actualmente in- terior; en otros se pretende llevar el estudio de la toma de decisiones a las
vestigar una importante parcela de la historia del mundo, además de no rafees de la política interior y al análisis de los grupos de presión que (
estar obligados a tomar partido en un debate ideológico sobre cuestiones constituían el «pensamiento no oficial» dentro del imperialismo. El estu-
de actualidad. dio de las misiones cristianas constituye el ejernplo de un campo de in-
Estos cambios profundos en el orden internacional se han fusionado vestigación que está experimentando un resurgimiento como resultado
con las cambiantes prioridades de los expertos (con las que dichos cam- de este proceso. La historia de la ciencia ha recibido un nuevo impulso
bios están entrelazados). A este respecto, el estudio del mundo no eu- gracias a los estudios de la relación entre la enfermedad, la medicación, y
ropeo ha reflejado acontecimientos de la historiografía europea. Hace el ejercicio de la.autoridad colonial. Finalmente, aunque los ejemplos se
mucho tiempo que la historia ha dejado de ser uu estudio sobre reyes y pueden multiplicar, se está aplicando una nueva forma de pensamiento al
príncipes, o incluso una disciplina que trate principalmente los temas poder evidentemente coercitivo del Estado. La historia militar, por ejem-
constitucionales y políticos. A la «hist<?ria desde abajo» alternativa se le plo, se ha extendido más allá del estudio de las batallas, y actualmente
han Unido formas de la historia que realizan cortes inedhnte líneas verti- abarca temas tales como la base social del reclutamiento, el desarrollo de
(
cales, en vez de horizontales: la historia del medio ambiente, de la demo- una ética de combate dentro de la sociedad civil, y la «actuación policial»
grafía, de los géneros masculino y femenino, y de la cultura son ejemplos sobre los pueblos sometidos.
de dimensiones del pasado que ahora se pueden ensamblar unas con otras Estos procesos de innovación presentan un problema, al mismo tiem-
para crear una nueva historia total. po que son oportunos. El problema reside hasta cierto punto en la dificultad
Estas tendencias intelectuales, asociadas con las consecuencias liberado- de generalizar sobre una entidad llamada «Europa», dada la diversidad de
ras del fin de la Guerra Fría, han empezado a estimular una reconsidera- la historiografía y el progreso desigual de la literatura relatív{.a: .\os Es-
ción de las perspectivas europeas en relación con el mundo no europeo. tados «nación» constituyentes. Pero actualmente podemos ver que exis-
La influencia actual más destacada es la de la historia cultural que ha te una nueva dificultad que añadir a la dificultad tradicional anterior: la
conducido a una proliferación de estudios sobre las imágenes que se han mayor parte de la herencia historiográfica, aun siendo valiosa, procede
formado los europeos con respecto a otras sociedades. Este interés parti- de una época que ya pertenece al pasado. La oportunidad surge del he-
cular está ahora en peligro de llegar a estar de moda de una manera exa- cho de que el orden post-imperial (o desorden, como también se halla-
gerada) pero otras contribuciones a la historia cultural, corno los estudios mado) ha propi¡iado un nuevo conjunto de interrogantes sobre las rela-
sobre la propaganda, la educación y los deportes, han producido también ciones históricas de Europa con el resto del mundo. Estas preguntas han
un impacto propio y tienen aún un potencial considerable. La historia comenzado a abrir nuevas líneas de investigación y a revitalizar otras más
cultural se ha unido también con la historia social para estimular nuevas antiguas. Por desgracia, la investigación no está aún lo suficientemente
formas de pensamiento sobre la etnicidad y el género. Los trabajos reali- avanzada como para que sea posible realizar una síntesis completamen-
zados en otras ramas de la historia son actualmente menos atractivos de te nueva. El estudio que vamos a hacer a continuación intentará estable·•
una manera inmediata, pero se puede decir que tienen al menos la misma cer puentes entre las dos modalidades en lo que parecen ser los puntos (
importancia. El tema económico dentro de la formación de los imperios coincidentes más prometedores. Aún así, el empalme será imperfecto. La
se ha vuelto a pensar siguiendo líneas que atraviesan las tradicionales fron- ventaja, tal como está el asunto, será sugerir el modo en que pueden ser
teras entre los marxistas y las otras-tendencias, además de haberse exten- reabiertas ahora las fronteras que durante mucho tiempo se considera-
dido al mundo no europeo mediante estudios del medio ambiente, de la ron cerradas. (
mano de obra, y de las empresas transnacionales) unos estudios que han Sin embargo, queda todavía una cuestión preliminar: la definición del
(
contribuido a reavivar el interés por la historia econónlica. La histoda de problema que se está investigando. Sabido es que los términos en que se
(
(
(
252 EL SIGLO XIX EXPANSIÓN HACIA ULTRAMAR, IMPERIALISMO E IMPERIO 253

plantee un debate influyen fuertemente en su desarrollo y sus conclusio- sobre el imperialismo que están influidas ideológicamente deducen cier-
nes. También se da el caso de que los especialistas en historia del imperia- tos resultados) ya sean de costes o de beneficios) a partir de hipótesis rela-
lismo y de los imperios rara vez sé detienen a explicar el significado que tivas a la motivación: si el imperialis1no era necesariamente explotador
atribuyen a sus palabras. Hacerlo sería abrir un abanico de inmensas po- en su intención, el resultado inevitable fue el subdesarrollo; si era inhe-
sibilidades que no se pueden examinar en el espacio de que disponemos rentemente benigno, las consecuencias eran beneficiosas. Sin embargo, la
aquí. El resumen que ofrece1nos a continuación no resolverá problemas subordinación al imperialismo no implica por sí misma un solo resultado,
que son endé1nicos en este terna, pero será útil para un propósito más li- y el resultado que corresponde a un momento determinado puede muy
mitado, que es guiar al lector a través de la discusión que está actualmen- bien alterarse con el paso del tiempo.
te en marcha. Estas deducciones y reflexiones generales han de ser puestas ahora en
Los términos «expansión» e «imperialismo» se utilizan con frecuencia movimiento. Existen varias opciones, todas ellas imperfectas, para combi-
como si fueran intercambiables. El inconveniente de hacerlo así es que se nar la narración y el análisis. El procedimiento que aquí se utiliza consiste
pierde una valiosa distinción. Aquí, utilizaremos expansión como ténni- en tomar una serie de instantáneas de las relaciones de Europa con el
no genérico e imperialismo como específico. La expansión de Europa ha- mundo no europeo desde tres posiciones en el tiempo: 1815, 1870 y 1914.
cia ultramar es un término incluyente: si la palabra imperialismo se deja Las instantáneas tomadas «antes» (en 1815) y «después» (en 1914) mostra-
para un estudio específico) expansión se puede resei:Var para movimien- rán un marcado contraste. La posición intermedia (1870) se encuentra más
tos internacionales (ya sean de personas, bienes comerciales o ideas) que o menos entre las dos, pero el año se ha elegido no tanto por razones de
no eran imperialistas. Entonces es posible utilizar el término imperialis- shnetria cronológica como porque marcó un punto de partida, en la me-
mo para referirnos a una forma particular de expansión, marcada por la dida en que una única fecha puede hacerlo. El orden global que existía en
desigualdad y la subordinación, y por la integración de un Estado cliente 1815 mostraba distintos signos de cambio después de 1850; en 1870 las
o satélite en un país anfitrión o «madre» patria que es más poderoso. Ob- manifestaciones de esos cambios eran ya fácilmente visibles; para 1914
,,-:-__sérvese, sin e1nbq.rgo, que la integración siempre es incompleta: un. impe- " ya habían transforrµado el mundo.
,,. ric{sigue siendo un conglomerado multiétnico; si asimila completa1nente
a los pueblos sometidos, se convierte en un Estado nación ampliado.
Desde este punto de vista, el imperialismo constituye una amplia rama
del estudio del poder en las relaciones internacionales, y no está limitado Los imperios europeos en 1815
a unos vínculos constitucionales o incluso políticos. En otras palabras, el
imperialismo puede existir sin que se cree un imperio. Como veremos, El largo y debilitador conflicto entre Gran Bretaña y Francia fue una lu-
el imperialismo de intenci01:es no siempre condujo a un imperialismo de cha por el dominio del mundo, así como por el de Europa. Según la paz
resultados. Cuando lo hizo, la medida del éxito no se basaba en si se vol- de París de 1763, Francia había quedado excluida de los dos premios más
vían a pintar los colores del mapa, como se hiw, por ejemplo, en el caso importantes: Norteamérica y la India. Posteriormente, primero bajo la
de la India, sino en si la soberanía o independencia del receptor se veía dirección de Choiseul y luego bajo el agresivo liderazgo de Napoleón Bo-
disminuida de una manera efectiva y significativa, como se puede decir que naparte) los franceses habían intentado reclamar y ampliar su posición
sucedió en el caso de Argentina. Allí donde los colores cambiaron, nadó perdida. Es cierto que las ambiciones imperiales de Napoleón se ceñían
un imperio fonnal, y con él las colonias y los territorios de ultramar. Pero, principalmente a: Europa, pero no podía alcanzar sus objetivos sin desa-
si miramos sólo a la India y a Indochina, e ignoramos los casos de Argenti- rrollar una estrategia global para contrarrestar la fuerza naval y colonial
na y del Imperio Otomano, omitimos una parte considerable de la sustancia de Gran Bretaña. La invasión directa de Gran Bretaña ta1nbién había
de las relaciones imperialistas en el siglo diecinueve -las «semicoloniaS>) sido planeada y casi ejecutada. La consiguiente amenaza a la monarquía,
y el in1perio «informal» o «invisible»-~. Este planteamiento tiene además la propiedad y la religión establecida había producido involuntariamente
el mérito de separar la causa.Y la consecuencia. Aquellas explicaciones "Como resultado el fortalecimiento de la solidaridad nacional. El fiel John
254 EL SIGLO XIX EXPANSIÓN HACIA ULTRAMAR, IMPERIALISMO E IMPERIO 255

Bull' surgía de los partidos políticos para convertirse en un símbolo del gentina y casi todos los territorios comprendidos entre ambos países-.
carácter nacional; unos leones> rampant y couchant, se convirtieron en ios España siguió poseyendo sus colonias de Cuba, Puerto Rico y las Islas Fi-
emblemas generalizados del poderío nacional. El triunfo de Gran Breta- lipinas, pero había que mirar el mapa con lupa para encontrar alguna
ña en Trafalgar en 1805 le dio la supremacía en los océanos; Waterloo aca- otra colonia española en el mundo no europeo. Portugal también fue de-
bó de manera efectiva con el predominio de Francia en la parte continental cayendo. La invasión napoleónica de 1807 derrocó al gobierno portugués
.de Europa y la mantuvo así el tiempo suficiente para que la Pax Britan- y obligó al regente y a sn corte a buscar refugio en Brasil. Este dramático
nica se convirtiera en una realidad bien atrincherada durantr la mayor acontecimiento (facilitado por el experimentado servicio de mudanzas de
parte del siglo. las fuerzas navales británicas) elevó la posición de Brasil y abrió las vías
De hecho, por lo que respecta a la Europa continental, los años de la para que posteriormente se produjera un cambio político radical. Brasil
posguerra fueron años de retirada imperial. EL acuerdo de paz privó a se convirtió en un socio en pie de igualdad dentro del Reino Unido cons-
Francia de todas sus colonias, asi como de sus conquistas bélicas tempo- tituido con Portugal en 1815, y declaró su independencia en 1822. Con
rales. Sólo se le devolvió un puñado de territorios sin importancia: las is- este acont_ecimiento, Portugal perdió la que era con mucho su posesión más
las Martinica y Guadalupe en el Caribe, una pocas islas en el Atlántico, la importante en ultramar. Conservó posiciones en Asia (principalmente Goa)
pequeña colonia de la Guayana en Sudamérica, cinco diminutos puestos Macao y parte de Timor), pero su imperio oriental se había derrumbado
avanzados en la India y uno en Senegal. En cualquier caso, fue una pobre hacía ya mucho tiempo, perdiendo la posición eminente que había disfru-
ganancia por medio siglo de esfuerzos. A largo plazo, es verdad que Fran- tado en el siglo dieciséis, aunque la nostalgia de la «edad dorada» sobrevi-
cia intentó recuperar su posición como potencia colonial: se apoderó de vió -como se puede observar todavía actualmente en la historiografía
Argel en 1830; cierto número de islas de los océanos índico y Pacífico fueron relativa al tema-. Portugal reclamaba también para sí territorios de Áfri-
anexionadas en la década de 1840, cuando Francia hizo un esfuerzo por ca Central, pero éstos tenían más presencia en los mapas que en la rea-
asegurar sus bases navales estratégicas; y Luis Napoleón (Napoleón 111) lidad. Los asentamientos coloniales de Mozambique no eran más que un
emprendió una toma de poder especulativa en Méjico en el período 1863- modesto legado de.''süs decadentes conexiones con la India; la riqueza
1867. Pero los resultados no se correspondieron con las intenciones. Ar- de Angola dependía del tráfico de esclavos, que el «aliado más antigúo» de (
gel no era Argelia: la conquista del país duró cuarenta años; la colonización Portugal, Gran Bretaña, había decidido prohibir.
llevó más tiempo. Las bases navales cumplieron un objetivo, pero en su Los holandeses, qne habían desplazado a los portugueses de Asia en el
mayor parte eran migajas que habían dejado los británicos. La aventura siglo diecisiete, sufrieron en el dieciocho unas guerras de larga duración
mejicana fue ún fiasco. Cu<l;ndo la Legión Extranjera se retiró de Ciudad con Francia, que culminaron en la humillación final de la conquista ( 1795)
de Méjico en 1867, Francia tenía aún pendiente el establecimiento de una y la anexión (1810). Cuando Londres sustituyó a Amsterdam como ca-
presencia significativa en el mundo no europeo. pital comercial y financiera de Europa, los británicos tuvieron una ra-
Desastres mayores les sobrevinieron a España y Portugal, que en otros zón más para felicitarse a sí mismos por la sabiduría que les había lleva-
tiempos habían sido poderosos imperios. El imperio español en el Nuevo do a seguir viviendo en una isla. Los holandeses se mantuvieron en sus
Mundo, una rica fuente de plata y leyendas durante largo tiempo, se de- posesiones de Indonesia y en unas pocas islas pequeñas del Caribe, pero
rrumbó como consecuencia de la total incapacidad para reaccionar ante esto les fue posible solamente por que recibieron ,ayuda, primero mili-
la combinación de la conquista napoleónica en la Metrópoli y las exigen- tar y luego diplomática, de Gran Bretaña. El Tratado Anglo-Holandés
cias de los colonos en la periferia. Durante las décadas de 1810 y 1820, el de 1824 reconocía Indonesia como una zona de influencia holandesa y
gobierno español fue sustituido por una cadena de repúblicas indepen- proporcionaba garantías para una presencia imperial continua. Sin em-
dientes en Centroamérica y América del Sur -desde Méjico hasta Ar- bargo, por aquel tiempo, los Países Bajos, al igual que España y Portu-
gal, estaban entrando en un período de tumultos civiles que centraban
Personificación de la nación inglesa o del ciudadano inglés típicamente insular. (N. de su atención y su energía más en los asuntos de la Metrópoli que en los
la t.) de ultramar.
EL SIGLO xrx EXPANSIÓN HACIA ULTRAMAR, IMPERIALISMO E IMIJElUO 2 57

Esta Era de las Revoluciones tuvo un efecto profundo también en el Im- controlar las rutas hacia el Lejano Oriente. La ocupación de otros puertos
perio Británico. La pérdida de las colonias americanas en 1783 fue en cual- clave,como el de Adén (1839), Hong Kong (1842), Labuan, en el norte de
quier caso, incluso en el de las de España, un importante desastre imperial, Borneo (1846) y Lagos en el África occidental (1851), tenía por objeto
aunque las cQnsecuencias a largo plazo para las relaciones entre Gran conseguir el más amplio control de los océanos y abrir vías para avanzar
Bretaña y Estados Unidos fueran, como sabemos hoy en día, más tranqui- tierra adentro. Además, se hicieron esfuerzos deliberados para promover
lizadoras. Se pensó durante mucho tiempo que el consiguiente trauma la emigración y los asentamientos, tanto mediante la expansión de lasco-
político produjo en Gran Bretaña una reacción contra la p~sibilidad de lonias existentes en la Norteamérica británica y en Australia, como esta-
posteriores anexiones coloniales, y que el naciente sentimiento anti-impe- bleciendo otras nuevas en África del Sur (a través de Ciudad del Cabo) y
rialista se vio reforzado por la oportuna publicación de Wealth ofNations en Nueva Zelanda (1840). Ninguna de estas fronteras se hizo retroceder
(La riqueza de las naciones) (1776), deAdam Smith, donde se condenaban sin esfuerzo: la fuerza estaba presente; de esto, a menudo, se derivaron
las restricciones mercantilistas que hicieron que el imperio fuera una em- hostilidades.
presa con costes tan elevados: «los consumidores nacionales», afirmaba Dichas ampliaciones formales del imperio, aunque sean impresionan-
Smith, «han soportado la carga del gasto total de mantener y defender ese tes, no llegan a expresar en toda su magnitud la creciente presencia britá-
imperio». La idea de que desde el siglo dieciocho existía una tendencia nica en el mundo no europeo. L~ expansión en ultramar también au-
creciente en sentido ,op~esto a1 imperio constituyó la _base para pensar mentó la influencia informal británica de un modo que se ajusta a la
-que:la ,era de libre comercio que vendría .a·continuadón habría de ser definición de imperialismo que hemos ofrecido anteriormente. En 1838,
· esencialrnénte anti-imperialista. Ésta hipótesis ejerció una profunda in- porejemplo, un tratado de libre comercio acordado con el Imperio Oto-
fluencia en toda la concepción del tema. En particular, fomentó la creen- mano salvaguardaba la posic.jón de ciertas minorías europeas) sometía los
cia de que buena parte del siglo diecinueve fue un período de inactividad aranceles a un control externo, y eliminaba los monopolios estatales. El
imperial; entonces el problema pasó a ser el de comprender el repentino tratado fue seguido por un paquete de reformas modernizadoras ofrecí-
rebrote de las rivalidades imperialistas durante el último cuarto de siglo. . das en .unoS términos tales·, que los ~to1:11anos difíci1mente .p9dí~n re-
Como hemos visto, este asunto se cristalizó en el debate sobre el «nuevo» chazar. Despllés -de·-ui1a ·exhibición de fuerza, se firmó un tratado similar
imperialismo, una cuestión absorbente dentro de gran parte de la historio- de libre comercio con Persia en 1841. Casi al mismo tiempo, Gran Breta-
grafía tradicional. ña sostuvo dos guerras contra China en 1839-1842 y 1856-1860, con las
Actualmente, esta interpretación no se considera ya convincente. La que obtuvo Hong Kong y una serie de puertos concertados ( el más im-
historia de Gran Bretaña después de la pérdida de las colonias americanas portante"Shanghai) cuya función era promover el c01nercio británico con
difícilmente se puede considerar corno la de una potencia anti-imperial. los territorios del interior que en gran medida estaban sin explotar. Pero
Mantuvo el resto de su imperio, incluida la Norteamérica británica (lo las mayores y mejores posibilidades de crear un «imperio» informal esta-
que posteriormente sería Canadá), las islas más valiosas del Caribe, y tam- ban en América Latina. Como dijo Canning, el ministro de Asuntos Exte-
bién la India, y retuvo los territorios más deseables obtenidos en guerras, riores, en 1824 con una frase que ha llegado a ser célebre: «La América es-
como Malta y Ciudad del Cabo. Gran Bretaña también siguió adelante con pañola es libre, y si no dirigimos mal nuestros asuntos, es inglesa►>. La idea
posteriores anexiones en la India (incluida la isla de Ceilán) durante las era dar forma a las repúblicas recientemente independizadas mediante el
guerras con Francia, y continuó consiguiendo adquisiciones sustanciales comercio, las inversiones, y la exportación del liberalis1no británico a es-
allí hasta la década de 1840, siendo ejemplos destacados Sind (1843) y el tas repúblicas, de tal modo que se convirtieran en unos socios comercia-
Punyab (1849). Las anexiones de territorios en la vecina Birmania como· les valorados (y dependientes), así como en unos a~iados convenientes. El
consecuencia de las guerras de 1824-1826 y de 1852 impusieron el poder grado de éxito obtenido mediante estos esfuerzos ha sido tema de un im-
británico en aquella zona; la adquisición ~l.,pq¡¡¡;t.<i;de Singapur, un en- portante debate entre los expertos mÜdernÚs, y. se ha ·convertido actual-
clave vital, en 1819 proporcionó un punto de pariídá desde el que se po- m·énte en la prueba histórica clásica que han de pasar las teorías del im-
drían iniciar movimientos posteriores en la Malasia peninsular, así como perio informal o invisible.
EL SIGLO XJX EXPANSIÓN HACIA ULTRAMAR, IMPERIALISMO E IMPERIO 259

Todo el mundo está de acuerdo en que durante la primera mitad del si- cuando se utilizaban plenamente las lanchas cañoneras de Palmerston y
glo diecinueve el Imperio Británico recibió añadidos formales y sustan- los organismos que conseguían contratos, y cuando los planes de emigra-
ciales, y si se acepta además que la presencia y la influencia informales ción se solicitaban afanosamente. Sin embargo, toda esta actividad ponía
de Gran Bretaña también se expandieron (incluso si se discute el grado de de manifiesto, no el triunfo de la industria, sino de sus dificultades emer-
expansión), entonces queda claro que es imposible aceptar la afirmación gentes_ Las exportaciones de productos básicos ( especialmente algodón)
de que transcurrió un largo período de anti-imperialismo entre las dos fa- sufrían de una sobreproducción y de la caída de beneficios, por lo que ne-
ses del imperio, la antigua y la nueva. Lo que sucede, en cambi.~, es que nos cesitaban nuevos mercados que no se podían conseguir fácilmente en la
enfrentamos con el problema de explicar toda una serie de aumentos nota- Europa proteccionista. Al mismo tiempo, el crecimiento demográfico esta-
bles de la presencia efectiva de Gran Bretaña en el mundo no europeo, du- ba dejando corto el abastecimiento de los alimentos que se podían obte-
rante la primera mitad del siglo diecinueve. ner en los mercados nacionales, y e] creciente dese1npleo estaba generando
Corno se podría esperar, existe una amplia oferta de explicaciones. La un desafío al orden público, como puso de manifiesto vivamente el movi-
que ha tenido indudablemente más influencia se centra en la Revolu- miento cartista. La decisión de abandonar el mercantilismo no fue la cul-
ción Industrial, que comenzó a finales del siglo dieciocho. La industriali- minación de un avance sin esfuerzo en la industria, sino un experimento
zación es lo que distingue el desarrollo económico de Gran Bretaña del de arriesgado diseñado con el fin de abrir nuevos mercados para los produc-
otros Estados europeos de aquella época; parece razonable suponer que la tos manufacturados y conseguir nuevos proveedores de alimentos para la
industrialización pudiera asimismo explicar el hecho de que Gran Breta- población urbana. En 1849, Pee! afirmaba estar seguro de que la abolición
ña tuviera también mucho más éxito en ultramar. Desafortunadamente de las leyes protectoras de los cereales hstbían hecho posible que Gran Bre-
-puesto que la sencillez tiene un poderoso atractivo- el caso, tal como taña «cruzara triunfante la tormenta que había convulsionado a otras na-
se ha eXpuesto, necesita una revisión en la misma n1edida·que una mera ciones>) durante el año anterior. ...:,.: ~, .'
elaboración. El comercio de ultramar fue en las primeras etapas de la Re- La éxplicació11: del «caso excepcional» británicoJd,r~~q.{i_~~ Eºn una re-
volución Industrial menos importante de lo que se pensó en un primer · visión de la idea que se tenía sobre el desarrollo de'1a industtia moderna.
momento; en los casos en que fue relevante, las conexiones comerciales Se ha argumentado recientemente que la historiografía establecida ha exa-
más destacadas solían ser las que ya existían anteriormente -por ejem- gerado el lugar que ocupa la Revolución Industrial en la historia británica
plo, con las Indias Occidentales y con América del Norte-. Además, el li- moderna, y que hay que desplazar el foco de atención al desarrollo de los
bre comercio no fue promovido por una burguesía ascendente que lleva- servicios financieros y comerciales> simbolizados por el ascenso de Londres
ra La riqueza de las naciones en una mano y el talonario de cheques en la como centro preeminente del comercio mundial y por el surgimiento de
otra. Las nuevas industrias crecieron con la protección de las restricciones la libra esterlina como principal divisa internacional. Londres y los Con-
mercantilistas, a las que la mayoría de los fabricantes estaban ansiosos de dados Interiores fueron centros importantes de empleo en el sector de ser-
aferrarse durante todo el tiempo que fuera posible, y el libre comercio no vicios; la City generaba unos beneficios vitales procedentes de ultramar
se estableció plenamente hasta 1850, después de la abolición de las Corn y sus figuras principales ejercían una influencia considerable en los círcu-
Laws (Leyes protectoras de los cereales) en 1846 y de las Navigation Acts los políticos. Desde este punto de vista, la expansión imperial se proyectó
(Leyes de la navegación) en 1849. no sólo para resolver problemas de la industria, sino también para maxi-
Esto no significa que estemos obligados a descartar las interpretacio- mizar los beneficios de la City> y más para convertir a Gran Bretaña en el
nes económicas del imperialismo o a caer de nuevo en explicaciones ba- almacén del mundo que para que fuera su taller.
sadas en el azar y las circunstancias. La Revolución Industrial sigue siendo Lo que resulta especialmente interesante en relación tanto con la teo-
importante para explicar la presencia cada vez más expansiva de Gran Bre- ría revisada del papel de la industria, como con el nuevo énfasis que se
taña en el mundo no europeo, pero el papel que desempeña ha de ser re- pone en la City) es el modo en que ambos argumentos están ligados a
visado. Los claros signos de conexión sistemática entre el proceso de in- cambios y acontecimientos más amplios de la sociedad, en vez de estar
dustrialización y el imperialismo datan de las décadas de 1830 y 1840, separados y colocados en una caja aparte para ser consultados exclusiva-
(
260 EL S!GLO XIX EXPANSIÓN HACIA ULTRAMAR) IMPElUALISMO E IMPERIO 261

mente por especialistas en historia internacional. Esta observación es


aplicable igualmente cuando se trata de la defensa, a la que también hay 1870: La lucha por el dominio del mundo
que dar un papel predominante a la hora de explicar la expansión de
Gran Bretaña en ultramar. La pequeña isla situada mar adentro se había Desde la perspectiva de 1870 es posible seguir con cierta claridad la apa-
visto obligada durante mucho tiempo a dar la máxima prioridad a la ne- rición de tendencias importantes en lo económico> lo político y lo cul-
cesidad de protegerse contra vecinos mayores y n1ás poderosos, en primer tural, unas tendencias que comenzaron a emerger desde mediados de si-
lugar contra España y Francia. La estrategia principal consi:¡tió en desa- glo, y también se puede mirar hacia adelante para ver cómo hallaron
rrollar la flota, la marina o «senior service>>, y con e11a una política «oceá- expresión en el período de intensa competición imperialista que caracte-
nica» que abarcó todo el mundo. El poder naval fue apoyado mediante rizó a los años previos a la Primera Guerra Mundial. La cuestión de cómo
políticas mercantilistas; la riqueza creada por el transporte marítimo ge- se pueden relacionar y sopesar estos elementos para explicar el imperia-
neró unos beneficios considerables procedentes del exterior y un cierto lismo de finales del siglo diecinueve queda reservada para la próxima sec-
grado de independencia con respecto a los competidores o enemigos te- ción de este capítulo, donde la perspectiva que se puede tener desde la fe-
rrestres. La sufrida infantería ta1nbién cumplió su función: las victorias cha final de 1914 ofrece la ventaja de que la percepción retrospectiva pueda
de Wellington elevaron la posición del ejército y confirmaron que servía aclarar este desalentador y aún desconcertante problema.
a los intereses de la nación en vez de a las ambiciones de tiranos poten- Para 1870, cierto nú1nero de cambios económicos y tecnológicos ha-
ciales, como se había temido en el siglo dieciocho. Trafalgar y Waterloo bían comenzado a transformar el paisaje de la Europa continental. Desde
eran una advertencia permanente de la importancia vital que tenían las los primeros años del siglo diecinueve la industrialización se había exten-
fuerzas armadas para defender aquella peculiar combinación de conser- dido de una manera lenta y desigual. Para el último cuarto del siglo, cier-
vadurismo y reforma que iba a caracterizar la vida británica después de tas regiones de Alemania, Francia y Bélgica tenían sectores industriales de
1815, y esto contribuye a explicar la supervivencia del carácter 1narcial a tamaño considerable, y Alemania, la más avanzada de las potencias euro-
lo largo de la era de internacionalismo liberal de Gladstone -y más allá peas;-comenzaba a ser pionera de los pr9dú.ctos de la segunda revolución
de dicha era. industrial, entre los que destacaban los productos químicos y los eléctri-
Contemplando el mundo desde el punto de vista de 1815, resulta pa- cos. La aplicación de la potencia del vapor, fundamental para obtener
tente que la primera mitad del siglo diecinueve fue un período de desa- mejoras en la productividad manufacturera, hizo también que la eficiencia
rrollo marcadamente desigual en las relaciones de Europa con las socie- del transporte aumentara de forma impactante: se construyeron ferroca-
dades no europeas. Ir11perios que en otros tiempos fueron grandes, se rriles desde la década de 1830; los servicios de los barcos de vapor transo-
retiraban o ya se habían derrumbado; Gran Bretaña era la única que esta- ceáµicos comenzaron en la década de 1850. Estos adelantos recortaron
ba creando nuevas fronteras de expansión, formal e informal, en ultra- los costes y aceleraron drásticamente el desplazamiento de personas y
1nar. En conjunto, este empeño debe considerarse como una estrategia a mercancías. La aplicación de otra innovación milagrosa, la electricidad,
largo plazo para conseguir la paz. Maximizando su ventaja comparati- tuvo un efecto similar sobre los flujos de información tras la invención del
va en las finanzas, la navegación y el comercio, y estableciendo alianzas telégrafo terrestre en la década de 1840 y del cable submarino en la de
políticas fiables en el exterior, Gran Bretaüa esperaba crear un régimen 1850. Las mejoras tecnológicas también transformaron los medios de des-
internacional que respaldaría su propio orden liberal econó1nico y políti- trucción, haciendo posible la utilización de navíos más grandes y más po-
co, que estaba naciendo. Aún así, las fronteras establecidas en ultra1nar tentes, y, con la invención de los rifles de carga automática y de campo mó-
tenían todavía que trasladarse una gran distancia tierra adentro, excepto vil, contribuyeron en gran medida a que la posibilidad de la guerra total
en la India; además) e1 intento de crear un imperio inforrnal en América estuviera n1ucho ~ás cerca.
Latina (así como en otros lugares) sólo había tenido un éxito limitado. El Estas innovaciones llegaron a los territorios de ultramar muy poco
imperialismo en fase de intento era evidente, pero aún había de ser con- después de implantarse en Europa. Durante la década de 1850, los servi-
frontado con un imperialismo de resultado_s. cios regulares de barcos de vapor comenzaron a llegar a los puertos del
........-
262 EL SIGLO XJX EXPANSIÓN HACIA ULTRAMAR, lMPTIRIALlSMO E IMPERIO

Africa subsahariana) empezó la construcción de ferrocarriles en la India, Europa tuvieron una importancia cada vez mayor para financiar el de-
Australia y América Latina, y se tendió el primer cable telegráfico tras- sarrollo en el resto del mundo. Al principio, el capital iba dirigido prin-
atlántico. Para la década de 1870, las conexiones iniciales se habían mul- cipalmente a los gobiernos, ya fuera para ayudar a las viejas estructuras,
tiplicado, pero, a pesar de ello, llegar hasta los continentes seguía siendo como el Imperio Otomano) o para modernizar o ayudar a nacer a Estados
más fácil que atravesarlos: en la mayor parte de Asia y Africa, al final del totalmente nuevos, como las repúblicas de Latinoamérica. A partir de la
siglo, la construcción de ferrocarriles aún esperaba la llegada de algún go- década de 1870, una proporción cada vez mayor de ayuda financiera fue
bierno europeo. Nuevos métodos de ingeniería hicieron p01~ible que los destinada a las empresas privadas, sobre todo a los ferrocarriles. Un nue-
grandes canales de Suez (1869) y Panamá (1914) separaran cuatro conti- vo conjunto de grandes bancos y empresas complementarias co1nerciales
nentes. Las armas modernas llegaron antes todavía: los rifles Enfield estu- y navales surgieron, con una especialización y unas dimensiones cada vez
vieron disponibles para zanjar los motines de la India en 1856; la primi- mayores, para controlar la economía internacional. La integración de los
tiva ametralladora de Gatling se utilizó a partir de 1862 (aunque le falló a mercados de productos básicos quedó equiparada con la integración de
Gordon eJ'.l Jartum en 1885); la versión de Maxim, muy mejorada, llegó al los mercados de capitales; en 1873 se puso de manifiesto la activación de un
mercado en 1889 (a tiempo para matar 11.000 sudaneses en Omdurman nuevo (y actualmente familiar) conjunto de relaciones, cuando una crisis
en 1898). Estas máquinas de destrucción fueron consideradas activos eco- financiera en Estados Unidos se transmitió a otros países en proceso de
nómicos, ya que se trataba esencialmente de artilugios que ahorraban mano industrialización y, a través de éstos, a los exportadores de productos «pri-
de obra, lo que recortaba en gran medida los costes de la coerción. Tenían marios».
el enorme mérito (para aquellos que las poseían) de hacer posible que unos La apertura de nuevas fronteras generó otro éxodo desde Europa. La
pocos dominaran a muchos. emigración se vio iinpulsada por el crecimiento demográfico, el desem-
Los adelantos fortalecieron muchísimo las conexiones entre Europa y pleo, y ( en algunas partes de Europa) por la inestabilidad política; esta
el resto del muudo. El volumen y el montante de los negocios aumen- ernigración se ex\endió aún más a medida que se difundía la in(ormación
taron hasta alcanzar unos niveles sin precedentes. Más significativos fueron sobre núevas ·Op:ó~tt{nidades y há.jaba el coste de emigrar para apf0Vechar-
los cambios en la estructura de la economía internacional cuando la cre- las. Francia fue la excepción que confirma la regla: la caída de la tasa de
ciente especialización produjo el modelo clásico de intercambio mediante natalidad, las constantes oportunidades de empleo en el país, y las perspec-
el cual Europa exportaba productos mauufacturados y el resto del mun- tivas generalmente poco atractivas que ofrecían sus propias colonias se
do se centraba en producir materias primas y alimentos. Los brotes de una combinaron para mantener baja la tasa de emigración -para disgusto de
«revolución verde» se podían ver en el crecimiento de los enclaves del los entusiastas del colonialismo-. Sin embargo, hacia mediados del siglo
comercio de exportación por todo el mundo. Los barcos de vapor trans- el movimiento forzado y a gran escala de africanos a través del Atlántico
portaban cereales, aceites vegetales, algodón, yute, café, cacao, caucho, seda se detuvo finalmente y fue sustituido por un flujo de emigrantes libres,
y maderas hasta los puertos de Europa, en un intercambio con los pro- aunque a menudo desesperadamellte pobres: ingleses, escoceses, gale-
ductos clásicos de los grandes centros industriales: principalmente produc- ses e irlandeses se establecieron en Norteamérica; los emigrantes españoles
tos textiles y metalúrgicos. La revolución de la minería fue aún más visible e italianos fueron a Latinoamérica. Las otras «colonias de asentamiento»
cuando se descubrieron ricos yacimientos de oro y otros minerales, como como el Cabo, Australia y Nueva Zelanda) que habían sido ocupadas, pero
diamantes, cobre y estaño, en fronteras muy lejanas) a veces en circuns- escasamente pobladas por colonos) empezaron ta1nbién a llenarse. Estos
tancias dramáticas. Fue en ese momento, en la segunda mitad del siglo, flujos crecieron enormemente durante el último cuarto del siglo, época
cuando la Revolución Industrial comenzó a tener un efecto importante en en la que habían surgido nuevas fuentes de suministros y nuevos desti-
las relaciones económicas con el mundo no europeo. nos, con lo que e1npezaron a desdibujarse las líneas iniciales de conexión
La expansión del comercio mundial estuvo estrechamente relacionada entre el país de origen y el país anfitrión.
con la exportación de capital y los n10vimientos demográficos. Después El movimiento de poblaciones entre y dentro de otros continentes
de mediados del siglo diecinueve, los flujos financieros procedentes de afectados por las influencias trans1nitidas desde Europa está casi ente-
(
EL SIGLO XlX EXPANSIÓN HACIA ULTRAMAR, IMPERIALISMO E IMPERIO

rrado bajo esta historia familiar. Mientras los europeos realizaban el via- más militantes contra el Islan1, fundó la Sociedad de Misioneros en 1868,
je> todavía peligroso, a través del Atlántico, cantidades cada vez mayores cuando era arzobispo de Argel. Livingstone, que 1nurió en África en
de chinos se abrían camino hacia Singapur y otras partes del sudeste de 1873, fue venerado en Europa como misionero, al misn10 tiempo que
Asia, los colonos y trabajadores de paso procedentes de la India expan- como explorador. El general Gordon, soldado cristiano y guardián de la
dían sus antiguos vínculos con el África oriental y los extendían hacia el frontera contra el Islam, se convirtió en un mártir: su muerte en Jartum
sur hasta Natal y el Cabo, y los africanos, vietnamitas, malayos y muchos en 1885 indujo a otros a unirse a la campaña europea para redimir a los
otros recorrían largas distancias para trabajar en las minas y en las plan- paganos.
taciones - a menudo en circunstancias que planteaban dudas sobre la La información recogida de fuentes y lugares tan diversos se procesó
efectividad de la abolición de la esclavitud-. En conjunto, lo que estaba de maneras que eran nuevas, o ampliación de otras ya existentes. Estudios
sucediendo globalmente hacia 1870 era el movimiento de un factor de realizados en Gran Bretaña o en Francia han mostrado cómo la capacidad
producción, la mano de obra, financiado por otro, el capital, para apro- de leer y escribir, cada vez· más generalizada, combinada con el desarro-
vechar las oportunidades que se presentaban en un tercer factor, inmó- llo de la prensa popular, hizo que las noticias de un mundo más am-
vil, que era la tierra. plio llegaran a una audiencia no especializada, y cómo se mezclaron los
El desarrollo económico y el movimiento demográfico produjeron hechos y la fantasía para producir representaciones maleables, y a veces
también una aportación en sentido inverso, consistente en información e falsas, de otras sociedades. Los novelistas, buenos, malos o indiferentes, con-
imágenes a una escala que en absoluto tenía precedentes. Ésta fue la gran siguieron popularidad, y a veces incluso renombre, capitalizando este in-
era de la exploración, cuando todavía existían algunos continentes por des- terés recién descubierto. La década de 1880 fue testigo de la publicación
cubrir y una ayuda que bastaba para hacer posibles los descubrimientos de todo un cúmulo de famosos relatos de aventuras, entre los que desta-
-aunque no la ayudnuficiente para hacerlos demasiado fáciles-. (Stan- can Le roman d'un spahi (1881) de Pierre Loti, La isla del tesoro (1883) de
ley, sin embargo, siempre se las arregló para viajar con una cama portátil Stevenson, y Las minas del rey Salomón (1885) de Rider Haggard. Hacia el
y grandes provi%,.iones_4e champaña.). Se cruzaron desiertos> se escalaron cambio de siglo, la nov,fa colonial se había convertido en un género lite-
montañas) se atravesaron selvas, se sortearon icebergs. Los más famo- rario muy' a:pr~dado, y una nueva generación de imperialistas de sillón se
sos exploradores, como de Brazza, Livingstone, y Stanley, se convirtieron había educado con historias de triunfo sobre fuerzas superiores y sobre
en leyendas e ídolos, agasajados por los gobiernos y recordados por tener adversidades en zonas del mundo «no civilizadas». Imágenes de tierras le-
ríos, lagos y ciudades que se bautizaron con sus nombres; Carl Peters fue janas, habitualmente 1nezcladas con temas imperiales y patrióticos, en-
añadido posteriormente al panteón de Hitler. La época heroica de los des- contraron muchos otras vías de expresión populares: en la poesía de New-
cubrimientos llegó a su fin cuando Amundsen alcanzó el polo Sur en 1911; bolt y Kipling, en los teatros y las salas de conciertos, en anuncios de prensa
por aquel entonces, la moral de la prueba de resistencia y del sacrificio per- y carteleras, así como en fotografías y postales -entre las cuales la Mau-
sonal había configurado un modelo de hombre muy masculino. La muerte resque (el retrato de mujeres norteafricanas) llegó a ser especialmente po-
de Scott en la Antártida en 1912 constituyó un ejemplo que muchos hé- pular en Francia.
roes desconocidos iban a seguir. en los campos de batalla de Europa entre Las disciplinas académicas tan1bién desempeñaron su papel en la trans-
1914 y 1918. misión de ideas relativas al mundo no europeo. La geografía> la geología,
Los cristianos fuertes y decididos también exploraron, resistieron y se la oceanografía, la antropología> la botánica, la zoología, la medicina tro-
sacrificaron. El esfuerzo por convertir almas fue de la mano con el esfuer- pical y la historia son algunas de las disciplinas académicas que resultaron
zo por transformar las economías y las sociedades. En ambos casos, du- enormemente estimuladas por la expansión hacia ultramar y, en la mayo-
rante la primera mitad del siglo, los resultados no se correspondieron con ría de los casos, se vieron afectadas por el imperialismo y el imperio. Las
las intenciones. Sin embargo, para 1870 ya se habían reavivado la energía n~~Vas ·<~ciencias)> lla1nadas eugenesia y frenología hicieron sentir su pre-
y la actividad de los misioneros, que continuaron así hasta 1914, especial- sencia a través de sus influyentes afirmaciones relativas a la clasificación y
mente en Africa y Asia. El cardenal Lavigerie, uno de los cruzados 'eüropeos la capacidad de las distintas «razas». El iinperio, sus héroes y los valores de
266 EL SIGLO XIX EXPANSIÓN HACIA ULTRAMAR, IMPERIALISMO E IMPERIO

que daban ejemplo estaban ta1nbién incluidos en la formación de los jó- Aquí sólo es necesario que nos refiramos a los procesos fundamentales de
venes, especialmente en Gran Bretaña, a través del sistema educativo, el construcción de la nación y del Estado que fueron una preocupación en la
deporte y organizaciones juveniles tales como los Boy Scouts (1908) y las mayor parte de Europa durante el siglo diecinueve. La construcción de los
Girl Guides (1910). Estados fue el proceso más dramático porque suponía cambios visibles, y
El estudio de la idea que se hacían los europeos sobre las sociedades no a menudo instantáneos) en las fronteras y las constituciones, como suce-
europeás, designado a veces como orientalismo, es actuahnente la rama dió, por ejemplo, en 1830, cuando los Países Bajos y Bélgica se separaron y
más conocida de la nueva investigación sobre el imperialismo. Las ra- se convirtieron en Estados independientes. Los movimientos que desem-
zones de este renacimiento no se pueden examinar en úte trabajo, salvo bocaron en la unificación de Italia en 1870 y en la creación de Alemania el
decir que en ellas está incluida una preocupación por identificar fuentes año siguiente fueron más importantes en cuanto a su escala y alcance, por-
alternativas y culturales de la opresión colonial tras abandonar la base que alteraron el equilibrio de poder, así como la configuración de Euro-
económica de las habituales explicaciones marxistas, y la necesidad de en- pa. Incluso allí donde las fronteras permanecieron más o menos fijas, los
contrar una voz para ras minorías étnicas en el mundo contemporáneo. Estados existentes experimentaron un cambio interno importante cuan-
La conclusión general de los estudios escritos desde esta perspectiva es que do, ya fuera por los gobiernos centrales o mediante una revolución, se
los observadores europeos produjeron estereotipos despectivos y a me- puso en marcha el proceso de construcción nacional. Las estrategias de in-
nudo racistas para describir otras sociedades) incluso cuando pensaban corporación no siempre tuvieron éxito: la asimilación mediante un colo-
que estaban siendo objetivos y científicos. nialismo interno podía provocar fácilmente una reacción provincial; el
El problema que surge con esta interpretación es que in1pone un este- centro unas veces perdió poder y otras lo ganó. Austria fue obligada a
reotipo 'propio para 1o que era un conjunto de imágenes muy diversas y conceder la igualdad a Hungría en 1867, aunque ésta seguía estando den-
en continua evolución. En realidad, en el siglo dieciocho ya,se disponía de tro de la doble monarquía de Austria-Hungría. España y Portugal fueron
descripciones muy diferentes de las otras sociedades, a véceS como nobles escenarios de revoluciones o insurre_cciones despuéS;de,J8,4~,:-~sí como con
y a veces como bárbaras. El siglo diecinueve fue testigo de una continua- anterioridad, y continuaron oscilando entre forinas°'de"'gübiei:-no mánár-
ción en el desarrollo de la literatura racista, pero también vio el creci- quicas y republicanas. Francia y Gran Bretaña tenían ya un fuerte senti-
miento de modos de pensar anti-imperialistas. Estos pensamientos dis- miento nacional, pero ambas se vieron obligadas a enfrentarse con disi-
crepantes no aparecían sólo en intelectuales y políticos destacados, como dencias internas y exigencias separatistas, aun cuando el desafío bretón no
Anatole France y Jean Jaures, sino también en eminentes exploradores y fue equiparable al irlandés. La fórmula británica para dar consistencia a la
misioneros que se identificaban con las sociedades que llegaban a cono- idea de un Reino Unido se basaba en una reforma lenta y cautelosa. Los
cer. Sentimientos que alcanzaron también al gran número de escritores, franceses, fieles al espíritu revolucionario de terreur et rupture, iban por un
pintores, compositores y diseñadores que se inspiraron en lo que vieron o camino más pedregoso; además, estaban rnás expuestos a agresiones ex-
comprendieron de estas sociedades tan diferentes. Gauguin se fue a vivir ternas. La inestabilidad política que se generó después de 1815 continuó
a Tahití; Stevenson se estableció en Samoa. Por lo tanto, aunque haya bue- con las revoluciones de 1830 y 1848, y se fundió con la catastrófica derro-
nas razones para poner el énfasis en el creciente volumen y la variedad de ta a manos de Prusia en 1870, dando lugar a la Tercera República, que do-
las imágenes europeas de finales del siglo diecinueve relativas a otras so- minó la gran era de la expansión colonial francesa.
ciedades, y ta1nbién para confirmar la creencia <le que mucho de ello sir- Estos acontecimientos no fluyeron hacia el mundo no europeo tan fá-
vió a los intereses de la expansión de Europa, existeO asünismo sólidas ra- cilmente como el comercio, el capital y las ideas, pero, sin embargo, son
zones para resistirse a la tentación de reducir esas impresiones múltiples de gran importancia para comprender la expansión hacia ultramar y el
a un tosco estereotipo, incluso cuando se haya hecho con la intención de imperialismo. Por una parte, se ha argumentado que el imperialismo de
servir a una buena causa. finales del siglo diecinueve fue una expresión del cambiante equilibrio
La importancia de los cambios políticos que se pudieron ver en 1870 de poderes en Europa; por otra parte, se ha dicho que fue producto del
está plenamente reconocida en los capítulos que complementan a éste. nacionalismo. Sobre estas posibilidades hablaremos en la próxima sec-
268 EL SIGLO xrx EXPANSIÓN HACIA ULTRAMAR, IMPERI.ALISMO E IMPERIO

ción de este capítulo. En esta sección es suficiente observar que Ia cons- una potencia imperial de pleno derecho. Rusia presionó para llevar ade-
trucción de Estados, y en mayor medida la construcción nacional, fueron lante sus planes de ampliar su in1perio terrestre en el centro y el este de Asia,
procesos que ampliaron el ruedo político, ya fuera de una manera formal tomando territorios de China y expandiéndose hacia Manchuria, ha,;ta
extendiendo el derecho al voto, o mediante llamamientos a un público cada que fue frenada por la victoria de Japón en la guerra ruso-japonesa de
vez más amplio y más alfabetizado. Esto abrió la doble perspectiva de ma- 1904-1905. La presencia de las potencias con aspiraciones coloniales se hizo
nipular y responder a la opinión pública. El parti colonial (Partido Colo- sentir sobre todo en África. Ale1nania consiguió algunas zonas del oeste,
nial) aprovechó el sistema político más abierto que existía bajo la Tercera el este y el suroeste de Africa en 1884-1885 (y también un puñado de islas
República para promover su causa; el fervor patriotero que se produjo du- en el Pacífico). Italia, que había fracasado en la conquista de Abisinia en
rante la guerra anglo-bóer (1899-1902) es probablemente el ejemplo más 1895-1896, consiguió Libia en 1911. El vasto Estado privado establecido
conocido de apoyo popular al imperialismo. El resultado, en ambos ca- en el Congo por el rey Leopo]do II de Bélgica durante la década de 1880,
sos, fue que el iinperialismo se convirtió en un asunto cada vez más pro- pasó a estar directamente bajo el gobierno belga en 1908.
minente en la agenda política después de 1870. Aunque sea sustancial, esta lista de anexiones no consigue captar en su
Corno ya se ha dicho al principio, no puede caber ninguna duda de que plenitud la expansión de Europa durante este período, ya que no indica la
ésta fue una época de intensas rivalidades imperialistas, aunque se admi- difusión de la influencia informal y, en ciertos aspectos, la creación de im-
ta que el período anterior a 1870 se caracterizó más por ]a expansión in- perios informales. Aunque Latinoamérica, el Oriente Medio y China no
formal que por la inactividad. Prácticamente toda África fue dividida y se convirtieron en colonias europeas, su independencia estuvo significa-
luego ocupada, principahnente por Gran Bretaña y Francia, entre 1879, tivamente comprometida. Cierto número de repúblicas latinoamerica-
cuando los franceses avanzaron entrando en Senegal, y 1912, cuando es- ·nas, encabezadas por Argentina, estuvieron dominadas por las finanzas
tablecieron un protectorado en Marruecos. Más hacia el este, los británicos y el comercio británicos, y sus elites políticas fueron seducidas por el li-
expandieron su territorio en la península de Malasia entre 1874 y 1909 beralismo británico. El Imperio Otomano. fue cayendo cada vez más bajo
,,.. ' (formando 1a F~';!tración de Estados Malayos en 1896), se anexionaron ]a el contrq! de Gran Bretaña, Francia y Álernania, después de dejar de cum-· ·[
: Alta Birmania en 1886 (a continuación de la tercera guerra anglo-birma- plir con dpago de su deuda externa ed 1876; en 1907,.GranBretañay Ru-
na de 1885), y establecieron protectorados en Sarawak, Brunei y el norte sia se repartieron las esferas de influencia informal en Persia. China resistió
de Borneo en 1888. Los franceses avanzaron en Cochinchina, Annam, Cam- frente a las incursiones extranjeras hasta que sus defensas fueron desba-
boya y Tonldn, desde bases que habían sido establecidas durante la dé- ratadas por el creciente poder de Japón después de la guerra chino-japo-
cada de 1860, crearon la Unión Indo-China en 1887, y establecieron un nesa de 1894-1895. A esto siguió una pelea para conseguir concesiones e
protectorado sobre Laos en 1893. influencia que terminó con la división infonnal de grandes zonas de China
Estos pasos drásticos ponen de manifiesto el papel central que desem- entre Gran Bretaña, Francia, Rusia y Ale1nania. China conservó su inde-
peñaron Gran Bretaña y Francia en el imperialismo de finales del siglo die- pendencia formal, pero Yuan Shi-k'ai, que fue 'nombrado Presidente de la
cinueve, pero es importante reseñar que otras potencias europeas; anti- República en 1912, tuvo que pasar previa1nente por una entrevista en
guas y nuevas, compartieron los despojos. Los holandeses consolidaron y Londres con el fin de demostrar que era apto para el empleo.
desarrollaron sus posesiones en Indonesia. Los portugueses, que con an-
terioridad habían perdido Brasil, consiguieron mantenerse en Angola y
Mozambique, aunque su posición dependía de que continuara la buena
voluntad de las potencias importantes, especialmente la de Gran Bretaña. Europa y el mundo de ultramar en 1914
España tuvo 1nenos suerte. Después de un desafortunado cruce de espa-
das con Estados Unidos eu la Guerra Hispano-Americana de 1898, fue La fecha final de 1914 ofrece una visión retrospectiva de los aconteci-
obligada a ceder Cuba, Puerto Rico y las islas Filipinas, una transferencia mientos que tuvieron lugar durante el 1nedio siglo anterior. Es evidente
que marcó el surgimiento de la antigua colonia de Gran Bretaña como que en Europa se estaban produciendo cambios económicos, políticos y
EXPANSIÓN HACIA ULTRAMAR, IMPERIALISMO E IMPERIO 271
270 EL SIGLO XIX

culturales importantes, y también que el mundo de ultramar estaba en- cer practicable la perspectiva de dominación, Este punto de partida abre
trando bajo control europeo) tanto por medios formales> como informa- la vía hacia un planteamiento más refinado que considere la expansión
les, El problema está en decidir cómo se relacionan estos dos conjuntos de y el imperialismo como procesos desiguales con respecto al lugar y al tiem-
at;ontecimi~ntos. Como se sugirió al principio de este capítulo, las res- po. Esta fórmula tiene en cttenta la importancia de las variaciones espa- (
puestas que se han dado habitualmente a esta cuestión han perdido cre- ciales entre distintos estados europeos y la necesidad de ver cómo los cam-
dibilidad, Los planteamientos de inspiración marxista presentan fisuras bios en el cóctel de motivos y en la categoría internacional de los estados
debido a su insistencia en una visión del desarrollo económico que es me- individuales se alteran con el paso del tiempo, Dado que estas variables
cánica y e$tá construida desde el momento actual; las alternativas más in- no se han aplicado aún sistemáticamente, los ejemplos que ofrecemos a
fluyentes no son imparciales a causa de su excesiva preocupación por la continuación deben ser considerados como la ilustración de un plantea-
necesidad de refutar el marxismo. Además, la oposición entre las fuerzas miento, en vez de como pruebas para demostrar una tesis.
económicas y políticas (y otras dualidades) sancionada por este debate, La variación espacial más determinante fue la diferencia entre Gran
actualmente parece demasiado cruda para ser aceptable, El problema no Bretaña y los estados de Europa continentaL Siendo una isla en medio del
es cómo elegir entre las dos posibilidades, sino cómo relacionar y sopesar mar, Gran Bretaña había capitalizado durante mucho tiempo la oportu-
todo un conjunto de motivos, Por supuesto, los elementos de la historio- nidad de desarrollar su poderío naval y su comercio marítimo. Los re-.
grafía existente siguen siendo 1nuy válidos, pero el caleidoscopio necesita sultados de esta orientación fueron impactantes: en el siglo diecinueve
ahora ser sacudido para ver si se puede producir un modelo diferente, aproximadamente los dos tercios de las exportaciones británicas fueron des-
Un punto de partida útil es la distinción básica establecida anterior- tinadas a zonas situadas fuera de Europa, encabezando la lista Norteamé-
mente entre expansión e imperialismo. Es evidente que Europa se estaba rica, Latinoamérica y Asia; sus exportaciones de capital mostraban una
expansionando hacia ultramar, a rachas, desde el siglo dieciséis y que el preferencia similar por zonas de asentamientos de blaI?-C?~Jinclu.ida Aus-
proceso se aceleró en el siglo diecinueve porque las grandes potencias ad-, tralasia)y Asia ( esi,~ei;ialmente l.a India), No es sorprenc!~f<F-10:Qr~n Bre- ·
quirieron los medios para penetrar en ·otros continentes, y también los taña dependiera e·n ffiucha mayor medida que otros paü,es europeos de
motivos -económicos, políticos y culturales- para hacerlo, Dado este los beneficios derivados de las inversiones en ultramar, de la navegación y
contexto, la pregunta más precisa que se ha de formular es por qué la ex- de los servicios comerciales para equilibrar sus pagos internacionales. Su
pansión se convirtió en in1perialismo ( y, como consecuencia, en imperio) capacidad permanente para saldar sus cuentas dependía de una red cada
en ciertos momentos y ciertos lugares. Este resultado no era inevitable. vez mayor de relaciones cada vez más extensas y especializadas, todas las
Gran Bretaña exportó a gran escala productos manufacturados, capital cuales, en palabras de Pahnerston,Jenían que estar «bien cuidadas y siem-
y personas a los Estados Unidos durante el siglo diecinueve, pero no in- pre accesibles».
tentó reanexionarse sus antiguas colonias, ni convertirlas en un imperio No es difícil ver por qué Gran Bretaña tenía que ser la principal poten-
informaL De manera similar, a finales de siglo, el capital y la tecnología de cia expansionista, y también la que tenía más Probabilidades de traducir
los franceses desempeñaron un papel significativo en la modernización la expansión en imperialismo si los flujos de negocios o las inversiones se
de la economía y el ejército de Rusia, sin convertir al Zar en un peón del veían en peligro~ o por qué se sentiría tentada de seguir esa evolución si
gobierno de París, La explicación se puede encontrar en los ejemplos: la aparecían en el horizonte nuevas perspectivas comerciales. Esto no sigui~
relaGión entre las partes fue aproximadamente de igualdq.d; no era posi- fica plantear que el in1perialismo británico se desarrollara simple1nente en
ble, incluso aunque fuera deseable, que uno dominara al otro. función de los imperativos económicos. Para comprender por qué Gran
Para que la expansión se convirtiera en imperialismo, y para que el ün- Bretaña se convirtió en una gran potencia imperial es necesario examinar
perialismo se tradujera en un imperio, se tenían que cumplir dos condi- lo que subyace a las manifestaciones externas de su presencia internacio-
ciones: la motivación tenía que ser lo suficientemente fuerte como para nal e incorporar otros componentes cruciales del Estado) sobre todo los
que se hiciera el intento, y la desigualdad entre el Estado en expansión y fundamentos de la estabilidad politica continua, la capacidad para com-
el Estado receptor tenía que ser lo suficientemente grande como para ha- binar el cambio económico con el conservadurismo social, y la ideología
! i

EL SIGLO XlX EXPANSIÓN HACIA ULTRAMAR, IMPERIALISMO E IMPERIO 273

legitimadora que justificaba Ia autoridad pero proscribía el autoritaris- gares. Todavía no se ha conseguido encontrar la forma de hacer que estas
mo, así como repensar el tipo de modernización para dar peso a otras ac- interpretaciones concuerden.
tividades distintas de la industrialización. El proceso de industrialización ha caracterizado también de manera
Ninguna otra potencia europea se acercó a este grado de compromiso prominente el debate sobre el imperialismo alemán, donde se ha desarro-
con la expansión y el imperio en ultramar durante el siglo diecinueve. Dos llado el concepto de imperialismo social para relacionar el crecimiento del
tercios de las exportaciones francesas se quedaron en Europa; esta cifra movimiento colonial con el aumento del desempleo urbano durante la
fue incluso h1ás alta para el resto de las potencias coloniales. La inversión década de 1880. Este concepto se ha aplicado también en planteamientos
en el extranjero siguió la misma pauta: la mayor parte de las inversiones revisionistas al imperialismo portugués y al italiano, planteamientos que
de Francia en el extranjero fueron destinadas a Rusia, España e Italia, y no han atacado el énfasis tradicional puesto en los motivos no económicos y,
a sus colonias de ultramar. De manera similar, la pequeña proporción de en cambio, han recalcado el importante papel desempeñado por el inci-
la inversión alemana que se encaminó hacia el exterior de Europa marchó piente sector industrial en la búsqueda de materias primas y mercados. De
en dirección a las Américas, á'l Imperio Otomano y a China, evitando las acuerdo con esta interpretación, las potencias coloniales menores dife-
colonias recientemente conseguidas por Bismarck que fueron quedando rían en escala, pero no en su esencia, del modelo que marcaba el papel
uniformemente empobrecidas. que se había de desempeñar, es decir, de Gran Bretaña.
La impactante diferencia entre Gran Bretaña y sus rivales plantea un in- Esta línea de investigación tiene el mérito de señalar un tema común,
teresante problema Sobre si la relación entre las potencias continentales y la industri¡ilización, y de relacionarla con la presencia europea en ultra-
el inundo no europeo requiere una serie de explicaciones completamente mar. Sin embargo, posee también limitaciones y nos puede llevar a un
distintas. Si se considera que Gran Bretaña fue el país de «comienzo precoz» camino equivocado. Como se ha dicho anteriormente, las fuerzas econó-
y se piensa que los de· <<comienzo tardío» estaban ocupados con el proceso micas y culturales no se pueden ya considerar fuerzas confrontadas que
de llegar a equipararse cori Gran Bretaña, se puede argumentar la conve- buscan la supremacía, que era el modo en que se consideraban en la anti-
,; niencia de tr3.tar .la vía brit_ánica co~o--la norma y suponer que otros paí-· gua historiograffa. Ademásrhqimensión económica del imperialismo n.r;, • , ,
ses·siguieron unas versione~ de esta· norma a menor escala o se quedaron está Contenida dentro del proceso de industrialización, aunque este fuera . _·
rezagados. Ésta es la línea que han seguido todas las teorías del imperialis- muy importante. La investigación revisionista llevada a cabo sobte Gran
mo que intentan poner en primer plano el papel de la industrialización en Bretaña, y que hemos resumido anteriormente, ha puesto el énfasis en la
la construcción de los imperios. Esto se puede ver especialmente claro en el importancia de las formas no-industriales de capitalismo. Si se acepta este
debate de larga duración entre los marxistas y los otros sobre la importan- punto de vista, el «modelo británico» no será ya lo que durante mucho
cia relativa del prestigio y del beneficio en el imperialismo francés. Un exa- tiempo pareció ser. Después de 1870, los países de «comienzo tardío» es-
men detallado de la composición del parti colonial llevó a la conclusión de taban llegando a ser lo que Gran Bretaña había sido, no aquello en lo que
que el imperialis1110 francés era solamente una búsqueda de la gloire a la que se había convertido: la mayor financiadora y la cinta transportadora más
aspiraban sobre todo los oficiales del ejército y los periodistas autores de eficiente del mundo. La mejor comparación podría ser una que raras ve-
misceláneas, además de los exploradores, los misioneros y los excéntricos. ces se hace: la comparación entre Gran Bretaña y los Países Bajos, donde
Desde este punto de vista, el imperialismo francés fue la máxima expresión, los servicios financieros y comerciales fueron también destacadas loco-
no del capitalismo, sino del nacionalismo. Sin embargo, un estudio detalla- motoras de la expansión a ultramar y del imperialismo.
do sobre Lyon, el centro de la industria de la seda, ha centrado la atención Sin embargo, incluso en aquellos aspectos en los que se pueden estable-
sobre el papel prominente desempeñado por los hombres de negocios cer comparaciones, había amplias diferencias de escala que distinguían a
provincianos en la promoción del avance francés en Indochina, y otro es- Gran Bretaña de sus rivales. La expansión hada ultra1nar y la construcción
tudio de alcance más amplio ha demostrado que existió un estrecha adap- del imperio fueron hechos fundamentales de la historia británica del siglo
tación entre la industria francesa y las colonias, aunque la mayor parte de diecinueve; en otros lugares de Europa rara vez fueron algo más que he-
la actividad comercial y la inversión francesas fueron destinadas a otros lu- chos secundarios. Los libros que se han escrito sobre la «Alemania ilnpe-
274 EL SIGLO X{X EXPANSIÓN HACIA ULTRAMAR, IMPERIALISMO E IMPERIO 275

rial» dedican habitualmente muy poco espacio a sus colonias de ultramar; duetos manufacturados, de hecho, se estaba quedando reducida debido a
el comentario relativo a la expansión informal suele terminar con el ferro- la aparición de nuevos competidores, pero en ultramar su dominio de la
carril de Bagdad. Este énfasis significa precisión, no descuido. El Imperio inversión, la navegación y los servicios comerciales relacionados estaba cre-
Alemán estaba formado por la expansión de Prusia por tierra; las colonias ciendo en términos absolutos y a un ritmo que mantenía muy lejos a las de-
fueron ante todo asentamientos constituidos dentro de Europa. Apenas más potencias europeas. Además) Gran Bretaña estaba en la vanguardia
sorprende que el interés de Bismarck por las colonias ultramarinas de Ale- de aquellos países que utilizaban la nueva tecnología de las comunicaciones
mania estuviera basado más en la diplomada que en la economía: su uti- para hacer que las fronteras costeras retrocedieran tierra adentro. Si se acep-
lidad en cuanto a crear dificultades entre Gran Bretaña y Francia excedía ta esto, es decir, que Gran Bretaña era una potencia en expansión, no una
con mucho su valor corno fuentes de recursos o como mercados, un valor potencia en declive, es mucho más fácil comprender que acabara poseyen-
que realmente fue mínimo. Dados estos enormes contrastes en estructura, do o controlando una parte del mundo no europeo mucho mayor que lo
escala y actitud, parece que sería inteligente variar las proporciones cuan- que podía poseer o controlar cualquiera de sus rivales, y por qué incluso
do se mezclan los i11gredientes para obtener una explicación, o más bien los franceses se quedaron sólo con lo que Lord Salisbury denominó en una
explicaciones) de lo que fue el imperialismo europeo. famosa frase los «ligeros territorios» del Sáhara.
Desde luego, es posible que estas pautas se reordenaran por sí mismas Por consiguiente, lo que rnás lla1nó la atención en cuanto a su conti-
a medida que fue transcurriendo el siglo diecinueve. Un poderoso ar- nuidad a través de todo el período fue la posición especial de Gran Breta-
gumento sostien_e que la supremacía de Gran Bretaña alcanzó su punto ña como la potencia más comprometida con la expansión a ultramar y la
máximo a mediados de la era victoriana, cuando controlaba un extenso im- que poseía el mayor imperio. Esta generalización es aplicable a 1815, 1870
perio informal y posteriormente empezó a declinar, cuando los rivales y 1914, así como a todas las fechas intermedias. Lo que cambió fueron las
extranjeros empezaron a hacer uso de su recién descubierta potenda in- circunstancias en que se ejerció este_ dominio. La er<l dei imperialismo
dustrial. Por lo que respecta a Gran Bretaña, no hubo ningúr.i «nuevo im- competitivo obligó a Gran Bretañ.a a esforzarse más q°úe ~11 épocas ante-
perialismo» durante el último cuarto de siglo, como afirman los marxistas, riores: varías crisis eri ~Ónas del rrú.indo distantes y a VfCe~~ignOtas -nin- ·
porque la expansión estaba ya teniendo lugar a través del imperialismo guna más desconocida que Fachoda- llegaron casi a causar conflictos
del libre comercio. Después de 1870, fueron los Estados jóvenes o rejuve- entre las grandes potencias. Los esfuerzos se invirtieron no sólo eri defen-
necidos los que comenzaron a luchar por conseguir territorios en la Eu- der posiciones ya existentes, sino en aprovechar nuevas oportunidades
ropa continental. Gran Bretaña era reacia a participar en esto; se había que se presentaban por razones independientes de la aparición de rivales
convertido en una potencia defensiva y ya no podía controlar el mundo a extranjeros. A estas circunstancias cambiantes se les puede dar el nombre
distancia, desde su esp\éndido aislamiento. de «nuevo imperialismo», siempre que la expresión quede libre de su res-
Esta argumentación es ingeniosa y clarificadora, pero está expuesta a trictivo significado marxista, que era el de una crisis del capitalismo in-
serias objeciones. Es totalmente cierto que el dominio de los asuntos del dustrial avanzado. No se trata de negar la importancia de las fluctuaciones
mundo por parte de Gran Bretaña no estuvo amenazado durante una ge- en la producción de productos manufacturados en Europa, ni los proble-
neración o dos después de Waterloo, pero también es verdad que su in- mas concomitantes de desempleo y orden público. Pero el nuevo impe-
fluencia en ultramar estuvo limitada durante aquel período por imperati- rialismo fue un fenómeno mucho más amplio, como ya hemos visto, y es-
vos tecnológicos o de otro tipo. Existió un ünperialismo de intención, pero taba ligado a cambios decisivos en la tecnología) a la ampliación del ruedo
sólo dio como resultado un cierto grado de influencia informal, en vez de político, al aumento del número de personas alfabetizadas, al desarrollo
un imperio informal. Durante la segunda mitad del siglo, y especialmente de la ideología de dominación, y, en el caso de Gran Bretaña, al desarro-
después de 1870, se produjo un evidente desafío a la posición de Gran Bre- llo de una capacidad financiera sin precedentes y al crecimiento asociado
taña, pero la consecuencia más impactante de 1a pugna no fue la pérdida del sector terciario de la economía. Estos hechos ayudan a explicar el ca-
de influencia de este país, sino su confirmación como superpotencia de la rácter «excepcional» del caso británico y el alto grado en que su historia
época. La participación de Gran Bretaña en el comercio mundial de pro- interna estuvo ligada a su imperio. También ofrecen una perspectiva que
EL SIGLO XIX EXPANSIÓN HACIA ULTRAMAR, IMPERIALISMO E IMPERIO 277

permite llevar el énfasis a otras partes de Europa para reflejar las diferen- épocas de crisis agudas, como las dos guerras mundiales del siglo veinte,
cias en Ias estructuras económicas y los posicionamientos políticos, así o fue la posesión de un imperio una de las principales causas de las gue-
como el carácter a veces 1narginal de su iinplicación en el mundo de ul- rras? Estas preguntas son lo suficientemente amplias como para merecer
tramar. una reflexión añadida, pero demasiado amplias para que las examinemos
Si el esfuerzo, grande o pequeño, valía la pena o no, es una pregunta aquí. Cuando se plantean junto con la cuestión complementaria de si las
que se plantea una y otra vez, sobre todo porque no tiene respuesta. Na- colonias ganaron o perdieron con el imperio, es evidente que el tema en
die ha inventado por ahora una técnica de cálculo que permita asignar su conjunto precisa un estudio por separado y de extensión considerable.
números a las vidas humanas y al prestigio nacional. Incluso si esto se pu-
diera hacer, seguiría siendo imposible decidir dónde se ha de trazar la línea:
el balance resultaría muy diferente en 1815, en 1870 y en 1914-y, desde
luego> en el año 2000-. Los costes que ha soportado una generación, ¿se Conclusión
ven compensados por los beneficios obtenidos por la siguiente, y luego
quedan contrarrestados por posteriores pérdidas? Incluso el más creativo de Las conclusiones principales de este estudio se suman a las secciones an-
todos los contables tendría dificultades para conciliar unos abonos y car- teriores de este capítulo. En vez de hacer una relación de resúmenes y
gos tan inciertos. arriesgarnos a confirmar la errónea creencia de que la historia no es más
Lo que se puede decir, dentro de los límites estrictos impuestos por la que una recopilación de lo que ya se conoce, podría ser mejor, o al menos
mensurabilidad, es que investigaciones recientes han intentado separar más interesante, terminar refiriéndonos brevemente a lo que pennanece
las valoraciones relativas a beneficios y pérdidas nacionales examinandff desconocido y podría aún descubrirse, y echando·un vistazo a lo que ha-
con más detalle distintas regiones y sectores. Los trabajos realizados sobre bía de llegar después de 1914.
Gran Bretaña, por ejemplo, han puesto el énfasis no sólo en las conocidas El estudio de las relaciones de Europa con el mundo no europeo es un
.... relacio.nes exist<c!)i:es entre la actividad fabril en los Midlands o en el nor- viejo tema que actualment~ se ~stá reinventando'. La historia 110. es algq
deste del país y el imperio, sino también la orientación hacia ultramar de que pierda valor, pero las ideologías particulares que inspiraron y condi 0

la City y de los Condados Interiores en general. Lo que se desprende de este donaron el estudio de los imperios durante su existencia se han marchi-
análisis es hasta qué punto los grupos de intereses específicos obtuvieron tado, y ahora tenemos la oportunidad de revisar temas y acontecimientos
beneficios desproporcionados procedentes de la expansión a ultramar y que parecen haber quedado agotados o han sido ignorados debido a las
del imperio. modas, o se han vuelto inaccesibles por falta de materiales que puedan ser
En otros lugares, los beneficios se repartieron escasa1nente y fueron los fuente de información. Por ejemplo, hubo un tiempo en el que la historia
contribuyentes en general quienes soportaron los costes de gobernar el del dominio colonial hablaba solamente de los gobernantes e ignoraba a
imperio. Las investigaciones relativas al Imperio Francés apuntan en la los gobernados. Esta descmnpensación se ha éorregido, y ade1nás correc-
misma dirección. Los productos textiles y metalúrgicos hallaron nichos tamente, pero con el resultado de que muchas de las valoraciones actua-
rentables en las colonias; a cambio, se ünportaron del imperio grandes les sobre política colonial y sobre la presencia europea en general se basan
cantidades de productos específicos (como arroz, azúcar, aceite de oliva, en estudios realizados hace una generación o más> y ahora necesitan ser re-
fosfatos y cacahuetes). Los costes de administrar y controlar el imperio visados. La moda actual de estudiar imágenes y representaciones ha con-
fueron sufragados, en forma de altos precios y otras subvenciones, por los tribuido poco a llenar este hueco: aparte de algunas investigaciones de
contribuyentes franceses. Más allá de este punto, el análisis tiende en am- alta calidad, existe hoy en día toda una biblioteca de trabajos manidos y re-
bos casos a desdibujar los contornos. ¿Los costes que recayeron en el con- petidos, buena parte de los cuales evitan la realidad e1npírica. En algunos
tribuyente se vieron c01npensados por el beneficio psíquico derivado de círculos, parece cmno si para reparar los errores del marxis1no hubiera
saberse ciudadano de una gran potencia, o se confunde el confonnismo que dejar a un lado la realidad material. Por consiguiente, hay una gran
con el entusiasmo? ¿_Se puso de manifiesto el beneficio real del im.perio en cantidad de oportunidades esperando a una nueva generación de histo-
278 EL SIGLO XlX

riadores: ciertos temas estándar de la historia económica y política relati-


va al gobierno colonial necesitan ser reelaborados; la apertura de archivos
oficiales ha hecho que queden disponibles nuevas fuentes para el estudio
del proceso de descolonización; se puede descubrir documentación nue-
va sencillamente formulando preguntas que habían quedado abandona-
das, como ha comenzado a suceder con la historia de las empresas expa-
Conclusión: la
triadas. Estos ejemplos no son más que sugerencias sobre toda una serie de
posibilidades que abarcan varios siglos. El aspecto que queremos recalcar
aquí es que el tema sigue siendo vital y atractivo. Dado que el escenario en
entrada en el siglo xx
el que se desarrolla es el mundo entero, sus dimensiones bastan para ga.,.
rantizar su importancia; las preguntas que plantea van directas al núcleo T. C. W. Blanning
de los temas de poder y moralidad en las relaciones globales; el legado de
los imperios sigue siendo visible en el orden y en el desorden que nos ro-
dean actualmente en el ámbito internacional, y aunque sólo sea por esta
La introducción al presente volumen finalizaba con una invocación de
razón exige nuestra atención y requiere explicaciones.
Matthew Arnold en la que se expresaba el ansia decimonónica por aliviar
En 1914, la rapidez y el alcance de la expansión de Europa en ultramar
habían cambiado las fronteras del mundo y alterado las vidas de millones el hastío del mundo:
de personas. Cuando comenzó en Sarajevo la auténtica «guerra de los
•Esperabas
, una chispa procedente del cielo! y nosotros,
d . . ,, , ·.
mundos» entre viejos y nuevos imperios, el espacio y el tiempo se habían
contraído hasta el punto de que ya era posible discernir, en la distancia, el .
seres livianos
.
que
.
creemos a medias en nuestros ere º~f1~~rm~~~s
-~ ......-
,.¡.;. ,, ., .. _. •. •, '.,.
. .
.

perfil de la «aldea global» que iba a caracterizar al orden internacio;al ¡Ah! Caminante, ¿no la esperamos nosotros también?
post-imperial durante el resto del siglo veinte. Enfrentados al desafío de
los vehículos de motor, las máquinas voladoras, la telefonia y las transmi- No se trataba aquí de un suspiro al estilo fin de siecle, sino que se escribió
siones sin cable, los escritores de ciencia-ficción tenían que inventar un en 1852, en el punto culminante de la confianza en sí mismos que t~n~an
universo nuevo y aún más extraño, si querían adelantarse a la realidad. los británicos en la era victoriana, el año siguiente a la Gran Expos1c16n
Los constructores europeos de imperios siguieron con su desafio a la ima- de Londres. Se pueden encontrar otros muchos ejemplos durante el siglo
ginación haciendo que la realidad continuara en movimiento: la guerra diecinueve, incluso en años anteriores. Por ejemplo, los versos de Lord
de 1914-1918 hizo que se redistribuyeran distintas zonas del mundo, los años Byron:'
del período de entreguerras fueron testigos de la aplicación de nuevas tec-
nologías a la gestión de las posesiones de ultramar, en la Segunda Guerra La sociedad es actualmente una horda refinada,
Mundial se luchó en parte para restaurar y confirmar los imperios euro- formada por dos poderosas tribus, los que aburren y los aburridos.
peos, y el acuerdo de paz posterior a esta guerra incluía grandes planes
para una ocupación colonial renovada. El ímpetu que existía detrás del Se trataba de un estado de ánimo con implicaciones políticas) co1no puso
ambicioso imperialismo del siglo diecinueve de ningún modo había ago- de manifiesto el político francésAlphonse de Lamartine cuando.manifes-
tado su trayectoria en 1914; los «grandes caballeros andantes» de Conrad tó, antes de la revolución de 1848: «La France s,ennuie» ( «Francia se abn-
tenían todavía mucha tarea por delante. rre»). En 1847, en el Salón de París, causó sensación un enorme cuadr~ de
Thomas Couture, Los romanos de la decadencia, una brillante combma-

i Sodety is now one polished horde,/ Formed of two mighty tribes, the Bares and Bored.
280 HL SIGLO XIX CONCLUSIÓN: LA ENTRADA EN EL SIGLO XX 2..81

ción de excitación visual y mensaje 1noral. Reclinados lánguidamente so- fue la Gran Depresión, que comenzó en 1873. Puede no haber sido muy
bre unos lechos o divanes, un grupo de romanos) unos semidesnudos y grande en términos objetivos, especialmente si se mide con los estándares
otros desnudos, beben, comen y se acarician unos a otros, al tiempo que del siglo veinte, pero a nivel de percepción marcó una línea divisoria. Los
algunos danzan y retozan en un salvaje abandono. Mientras unas estatuas días prósperos del crecimiento sostenido y sin final parecían haberse ido
de grandes figuras del pasado observan la orgía con un mudo gesto de para siempre.
censura, a un lado dos viriles «bárbaros►> germánicos contemplan la esce- A partir de ese momento, los liberales se encontraron en una posición
na pensativamente. Esta pintura de Couture había sido inspirada por dos de aprendices de brujos, incapaces de controlar las fuerzas que habían li-
líneas de la «Sexta Sátira» de Juvenal: berado para hacer sus vidas más fáciles. El nacionalismo que habían des-
plegado frente al espíritu cosmopolita de los aristócratas se volvía ahora
Sufrimos hoy los resultados fatales de una larga paz) más contra ellos a través de grupos radicales de derecha. La economía del
dañina que la guerra, laíssez-faire, que había generado tanto crecimiento económico, creó tam-
la lujuria se ha abalanzado sobre nosotros y se venga bién un proletariado cada vez más militante, organizado en partidos so-
del universo esclavizado. cialdemócratas. Las libertades civiles, por las que habían luchado los libe-
rales, las utilizaban ahora contra ellos sus oponentes, cada vez más
Esta acusación contra el mundo moderno habría sido aún más oportuna partidarios de aprovechar exhaustivamente las posibilidades de la prensa
si se hubiera exhibido en el Salón de 1869 -o incluso en el Salón de popular, las asociaciones de voluntarios, o los mítines públicos. Habían
1913-ya que en estas fechas se habían potenciado las fuerzas que Juve- abierto la puerta a la participación política de aquellos que eran propie-
nal y Couture consideraban responsables de la decadencia: la paz se había tarios de bienes como ellos mismos, pero ahora les resultaba difícil cerrar-
mantenido durante más tiempo y la lujuria era mayor. Ambas iban a sal- la frente al creciente clamor que pedía el sufragio universal masculino,
tar por los aires, porque la «chispa procedente del cielo» que Arnold ha- por no hablar del femenino (sólo Finlandia y Noruega habían concedido
bía pronosticado llegó finalmenf€fomo'una tormenta que brotaba de los a las mujeres,el derecho al v9to en 1914). Desde finales del ~iglo diecinue, ¡
fusiles en agosto de 1914. Durante cuatro años continuaría persistente- ve se produjeron muchos episodios que ponían de manifiesto'iá crisis del·
mente, cesando sólo cuando las llamaradas que la chispa había encendi- liberalismo. Quizá el más siniestro fue la elección de Karl Lueger como al-
do hubieron incinerado gran parte de Europa. calde de Viena en 1895, como consecuencia del éxito del partido Socialis-
Así de potente fue la fuerza destructiva de la Primera Guerra Mundial ta Cristiano al que pertenecía y que ganó dos tercios de los escaños en el
y sus consecuencias a largo plazo fueron tan terroríficas que se han teni- consejo municipal. Lueger tenía todas las características que disgustaban
do que hacer grandes esfuerzos para seguir la pista en busca de sus oríge- a los liberales: era radical; demócrata, populista, clerical, leal a la dinastía,
nes en el siglo diecinueve. Como ya hemos visto, hay mucho que descu- socialista y antisemita. A pesar de los servicios que prestó a su ciudad, es
brir, ya que el siglo había empezado igual que terminó, es decir, con guerra difícil no experimentar un cierto sentin1ientn molesto cuando descubri-
y revolución. Especialmente preocupante, a medida que el siglo se acerca- mos que uno de los principales bulevares de Viena se llama todavía «Karl
ba al final, fue la polarización política que afectó a casi todos los países Lueger Ring».
de Europa. Cuando el centro se fue reduciendo, los extremos tanto a la iz- El oximoron que constituye el nombre del partido de Lueger demues-
quierda como a la derecha adquirieron más fuerza. El fenómeno que in- tra el atractivo que tenía la anti-modernidad a finales del siglo diecinue-
dica el título del influyente estudio de George Dangerfield The Strange ve. La fuerza que había erosionado las antiguas certezas, tanto si éstas se
Death of Liberal England se podía detectar en toda Europa. En las décadas derivaban de sistemas de creencias o de esque1nas laborales, recibía cada
de 1860 y 1870, parecía que hasta entonces los liberales habían tenido un vez más críticas que la consideraban negativa y destructiva. Precisamente
éxito arrollador, tomando el poder en un país tras otro e introduciendo para protegerse del viento fortalecedor, pero frío, que originaba la con1-
su característica política constitucionalista) el derecho al voto basado en petitiv~dad propugnada por los liberales, los pequeños comerciantes, ar-
la propiedad, las libertades civiles y el libre comercio. El principio del fin tesanos y campesinos se apiñaban en torno a los programas que sonaban
282 EL SIGLO XIX CONCLUSIÓN: LA ENTRADA EN EL SIGLO XX

tradicionales. Una metrópolis en expansión como era Viena, cuya pobla- toria de Lueger en Viena, le convencieron de que los judíos no podían es-
ción aumentó desde un cuarto de millón de habitantes en 1800 hasta más perar nada bueno del asimilacionismo liberal. Por ello, dio la espalda a
de dos millones en 1914, era un caldo de cultivo natural para la anomia, Europa, proclamando en el primer Congreso Mundial del Sionismo, cele-
es decir, la «situación de inestabiJidad que resulta de una desintegración brado en Basilea en 1897, la necesidad «de crear una patria públicamente
(
de las normas y los valores, o de una falta de objetivos o de ideales» que garantizada para el pueblo judío en la tierra de Israel». Herzl falleció en
Émile Durkheim (1858-1917) diagnosticó como la principal enfermedad 1904, cuarenta y cuatro años antes de que se creara el Estado de Israel.
moderna. Los autores que han participado en este libro nos han ofrecido El desencanto con respecto al liberalismo podía adoptar muchas otras
muchos y gráficos ejemplos. formas, algunas pasivas, como el pesimismo cultural, y otras activas,
Estas y otras críticas de la modernidad merecen ser tomadas en serio, como el terrorismo. Entre las victimas asesinadas en actos terrori.Stas fi-
porque, entre otras razones, fueron expresadas a menudo por contempo- guraban el Zar de Rusia (1881), el Presidente de Francia (1894), el Primer
ráneos dotados de inteligencia y sensibilidad excepcionales. Cuando lee- Ministro de España (1897), la Emperatriz de Austria (1898), el Rey de Ita-
mos que Richard Wagner escribía «Mis ideas políticas se resumen sencilla- lia ( 1900), el Presidente de los Estados Unidos de América (1901), el Rey
mente en el odio más visceral a la totalidad de nuestra civilización» o y la Reina de Serbia (1903), el Rey y el Príncipe heredero de Portugal
Émile Zola utilizaba a la Nana moribunda como una metáfora del Parls (1908), el Primer Ministro ruso (1911), otro Primer Ministro español
moderno ( «una masa de sangre y pus vertida sobre una almohada, una pa- (1912), y el heredero del trono de Austria-Hungría y su esposa (1914).
letada de carne podrida»), debemos espabilarnos y prestar atención, por Fue, por supuesto, esta última atrocidad la que precipitó la Crisis de Julio
muy exagerados que estos veredictos nos puedan parecer. Hegel tenía ra- y el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Para entonces, la n1ayoría
zón: es cierto que existe algo parecido al Zeitgeist (el «espíritu de los tiem- de los Estados más importantes de Europa mostraban signos de inestabi-
pos», según su traducción menos sucinta) y son los artistas creativos los lidad crónica: Austria-Hungría estaba devastada por los conflictos étilicos
que se acompasan mejor a él. Tampoco dejan de tener consecuencias polí- y esperando el fallecimiento del emperador Francisco José ( que ocup¡,iba
ticas las opiniones de estos artistas. Fue una representación del Tannhéiu- el trono desde 1848j ·con una mezcla de esperanza e inquiet~d; el pbco
ser de Wagner que presenció en París en 1895 Jo que galvanizó al líder sio- entusiasta experimento del Imperio Ruso con el constitucionalismo des-
nista Theodor Herzl. Entre otras cosas, le indujo a articular una nueva pués de la revolución de 1905 se estaba hundiendo; el Reino Unido se es-
visión de la política, más basada en un 1lamamiento al subconsciente, que taba rompiendo a causa del Gobierno Autónomo (Home Rule) de Irlanda;
en la racionalidad de un esquema de medios y fines: «Los sueños no son en Portugal, una revolución que tuvo lugar en 1910 abolió la monarquía
tan diferentes de los hechos como se suele creer. Toda actividad humana a favor ,~e la república; España, rota por los nacionalismos vasco y catalán,
comienza corno un sueño y posteriormente vuelve a convertirse en un se tambaleaba de una crisis a otra, incluida la bien llamada «Semana
sueño>>. Está claro que Herzl fue capaz de apreciar la importancia que te- Trágica» de Barcelona en 1909; la política de Italia era el prototipo de la
nían el mito y el símbolo dentro del proceso político y también de ofrecer corrupción y la violencia, ejemplo de lo cual fue la «Semana Roja» de
una importante interpretación del proceso de la unificación alemana: 1913, cuando buena parte de la Italia central estuvo fuera del control del
gobierno; incluso el más próspero y estable de los Estados importantes,
Creedme, la política de todo un pueblo -especialmente si está disperso por el Alemania, experimentaba dificultades para avanzar hacia un régimen
mundo- sólo se puede hacer mediante imponderables que revolotean en el aire plenamente parlamentario.
por las alturas. ¿Saben ustedes de dónde surgió el Imperio Alemán? De sueños, La Primera Guerra Mundial iba a hacer que esta inestabilidad crónica
canciones, fantasías y cintas con los colores negro, rojo y oro... Lo único que hizo fuera terminal. Los imperios austro-húngaro, alemán y ruso desaparecie-
Bismarck fue agitar el árbol que aquellas fantasías habían plantado. ron del todo. En Italia, Benito Mussolini llegó a primer ministro en 1922
y emprendió la tarea de sustituir la monarquía constitucional por una
La experiencia de Herzl con el antisemitisn10 en Francia durante la déca- dictadura fascista, el mismo año en que el Estado Libre Irlandés se separó
da de 1890, especialmente durante el Caso Dreyfus, y el impacto de la vic- del Reino Unido. En España, al año siguiente, el general Miguel Primo de
EL SIGLO XIX CONCLUSIÓN: LA ENTRADA EN EL SIGLO XX

Rivera llevó a cabo un coup d' état (pronunciamiento) militar. En Portugal tran todos el1os una mejora espectacular en el transcurso del siglo. Con-
sucedió lo mismo en 1926. cretamente, existió lo que Niall Ferguson ha denominado un «gradiente
Esta sucesión de acontecimientos nos sugiere que la enfermedad exis- de desarrollo» que variaba al desplazarnos hacia el este cruzando el Elba
tía ya mucho antes de 1914. Sin embargo, ahora tendríamos que resistir- y hacia el sur a través de los Alpes, pero para la mayoría de las personas y
nos con 1nás fuerza frente a la tentación en la que caímos al escribir la in- en la mayoría de los lugares, las condiciones estaban mejorando. Incluso
troducción ..En particular, he1nos de intentar olvidar que sabemos qué los cristianos podían mirar 1nás allá de la creciente secularización de su
sucedió después de 1914-que la guerra duró cuatro años,trajo las revo- país, para ver en el exterior un imperio en rápida expansión para su Dios:
luciones bolchevique, fascista y nazi, condujo a un segundo conflicto aún como John Roberts escribió, «el siglo diecinueve ha resultado ser la más
más destructivo y con el Holocausto incluido► etc-. En el tomo anterior grande de las épocas misioneras desde la de San Pablo».
de esta serie se afirmaba que la Revolución Francesa creó tanto el Ancien También había sido la época de mayor expansión para Europa. En
Régime como la Ilustración, porque aportó la lente teleológica a través de 1914, aproximadamente el 80 por 100 de la snperficie terrestre del mun-
la cual los observadores de la posteridad pudieron ver ambas cosas. Del do, sin contar la desierta Antártida, estaba gobernada por potencias euro-
1nismo modo, se podría decir que la Primera Guerra Mundial creó el si- peas o por colonizadores de origen europeo. Rusia y el Reino Unido go-
glo diecinueve -no al revés-. Para preservar la integridad in\electual, bernaban una tercera parte de esta superficie. La totalidad de la costa
deberíamos al menos intentar lo imposible y tratar de contemplar el pe- africana, exceptuando Liberia, estaba controlada por potencias europeas.
ríodo anterior a 1914 en sus propios términos. Además, incluso aquellas zonas que no estaban bajo gobierno directo
Los pesimistas culturales, que habían anunciado el final de la civiliza- estaban sometidas a una injerencia constante. Como nos cuenta Tony
ción moderna para antes de 1914, bien podrían haber adoptado un pun- Hopkins, cuando Yuan Shi-k'ai fue nombrado Presidente de China en
to de vista menos amargo con respecto al orden establecido (y podrían 1912, tuvo que pasar previamente por una entrevista en Londres con el
haber sido menos impacientes con «la chispa procedente del cielo))) si hu- fin de demostrar que era apto para el empleo. Sin embargo, había indicios
lirran sabid<1,l,:¡s horrores que íban a llegar. Pero no lo sabían. La pres-. . de que-eJmundq-estabá•ea_riiooando. A nadie. se leh~bría ocurrido e¡ntre,
ciencia de Sir Edward Grey, el ministro británico de Asuntos Exteriores, vistar en Londres al Primei Ministro de Japón, sobre todo después de
fue excepcional cuando observó el 3 de agosto de 1914 que «las farolas se van la aplastante derrota de Rusia por parte de Japón en la guerra de 1905, la
a apagar en toda Europa y no volveremos a verlas encendidas en nuestro primera llevada a cabo por una potencia asiática contra un enemigo eu-
tiempo de vida». Fueron muchos más los que creyeron que la guerra iba ropeo. También hubo indicios de que los pueblos sometidos a los impe-
a ser rápida, fácil y victoriosa. Del 1nismo modo que los oficiales británi- rios europeos estaban comenzando a levantarse: en julio de 1914 no sólo
cos se peleaban entre sí por ir a Francia a ver acción -y ganar medallas- se vio la crisis bélica en Europa, sino que también fue el año en que Ma-
antes de que el espectáculo terminara, el Káiser alemán dijo a las tropas hatma Gandhi regresó a la India desde Sudáfrica. Aún más amenazador,
que partían de Berlín que estarían de vuelta ~<en casa cuando las hojas cai- en la medida en que afectaba a la posición relativa de Europa en el mun-
gan» (Daheim wenn das Laub fallt). do, fue el imparable ascenso de los Estados Unidos de América, cuya
La monarquía constitucional que la mayoría de los Estados europeos población se había multiplicado por doce a lo largo del siglo diecinueve y
llegaron a preferir a lo largo del siglo diecinueve-en 1914 las únicas re- cuya producción industrial llegó a ser igual a las del Reino Unido, Alema-
públicas eran Francia) Suiza, Portugal y San Marino- puede haber sido nia y Francia 1 todas ellas juntas.
poco apasionante, pero había proporcionado un marco para la resolución La Primera Guerra Mundial aceleró el declive de Europa y, al 1nis1no
de conflictos dentro del cual se hab!a logrado un alto nivel de progreso tie1npo, hizo que este declive fuera más pavoroso de lo que podía haber sido
económico, social y cultural. Como se ha demostrado en los capítulos que en otras circunstancias, pero sin embargo no lo causó. No obstante, 1917
forman este libro, aquellos indicadores que son importantes, como la , bien puede considerarse un 1nomento auténticamente decisivo en la his-
renta per cápita, la esperanza de vida, las comunicaciones, las condiciones toria europea, porque fue entonces cuando ·1os europeos perdieron e1 con-
de la vivienda, la alfabetización y la variedad de ofertas recreativas, mues- trol de sus propios asuntos. La llegad.a de tropas estadounidenses selló la
286 EL SIGLO XIX

derrota de Alemania y asimismo garantizó que el acuerdo de paz estuvie-


ra enmarcado según los intereses de Estados Unidos. Como mostrarán los
Bibliografía recomendada
dos últimos tomos de esta serie, la PaxAmericana había llegado para que-
darse. Esta conclusión se escribió durante el último año del siglo veinte> Política
en un momento en que las bombas y los misiles estadounidenses fueron
desplegados en un intento de resolver un conflicto planteado dentro de M.S. Anderson, The Ascendancy of Europe 1815-1914 (Londres, 1985), es
un país europeo. Si el siglo diecinueve fue el siglo de Europa, el siglo vein- una excelente introducción al tema. Entre las importantes obras temáticas
te ha perteneció a América. existentes figuran Michael Mann, The Rise of Classes and Nation-States,
1760-1914, vol. ll de The Sources ofSocial Power (Cambridge, 1993), Jero-
me Blum, The End of the Old Order in Rural Europe (Princeton, 1978), Be-
nedict Anderson, Jmagined Communities: Reflections on the Origin and
Spread of Nationalism (2.' ed., Londres, 1991), Ernest Gellner, Nations
and Nationalism (Oxford, 1983), Adrian Hastings, The Construction of
'
1
Nationhood: Ethnicity, Religion and Nationalism (Cambridge, 1997), R. J.
Evans, The Feminists: Women's Emancipatíon Movements in Europe, Ame-
rica and Australasia 1840-1920 (Londres, 1979), y Spencer M. di Scala y
Salvo Mastellone, European Political Thought 1815-1989 (Boulder, Colo.,
1998). Para detalles sobre sistemas políticos y su funcionamiento, véase
Eugene N. Anderson y Pauline R. Anderson, Political Jnstitutions and So-
cial Change in Continental Europe in the Nineteenth Cjf!,tury (Berkeley y
Los Ángeles, 1967), y'Rbbert Justin 13oldstein, Politica'fk.'epress!dn in Ni-
neteenth-Century Europe (Londres, 1983). jonathan Sperber, The Europe-
an Revolutions 1848-1851 (Cambridge, 1994), analiza un acontecimiento
crucial. Entre el amplio número de estudios por países, ofrecemos aquí
una pequeña selección: sobre Gran Bretaña, Michael Bentley, Politics wit-
hout Democracy 1815-1914 (Londres, 1984), y Roy Foster, Modern Ire-
land 1600-1972 (Londres, 1988); sobre los mayores Estados continenta-
les, Mary Fulbrook (ed.), German History since 1800 (Londres, 1997),
Robert Tombs, France 1814-1914 (Londres, 1996), Richard Pipes, Russia
under the Old Regime (Londres, 1977), y Alan Sked, The Decline and Fall
of the Habsburg Empire, 1815-1918 (Londres, 1989). Aquí no disponemos
de espacio suficiente para cubrir todos los países, pero los siguientes li-
bros pueden completar el recorrido: E. H. Kossmann, Tle Low Countries
1780-1940 (Oxford, 1978), Denis Mack Smith, Ita/y, A Modern History
(Ann Arbor, 1959), David Kirby, The Baltic World 1772-1993 (Londres,
1995), Raymond Carr, Spain 1808-1975 (2.' ed., Oxford, 1982), Jonathan
Steinberg, Why Switzerland? (2.' ed., Cambridge, 1996), Norman Davies,
God's Playground: A History of Poland ( Oxford, 1981), y Barbara jelavich,
History of the Balkans (Cambridge, 1983).
288 EL SIGLO X.IX BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA

La sociedad Un intento controvertido de abordar la historia «posmoderna» es Patrick


)oyce, Democratic Subjects: The Self and the Social in Nineteenth-Century
La introducción de Nicholas B. Dirks, Geoff Eley y Sherry B. Ortner ( eds.), England (Cambridge, 1994).
Culture/Power/History: A Reader in Contemporary Social Theory (Prin-
ceton, 1994), revisa algunos avances recientes en teoría social y cultural.
La economía europea, l 815-1914
M. L. Bush, Social Orders and Social Classes in Europe since 1500: Studies in
Social Stratification (Londres, 1992), es una colección de ensayos que com- La trilogía de E.). Hobsbawm, TheAge ofRevolution, 1789-1848 (Londres,
bina algunas perspectivas teóricas con estudios de casos nacionales. De- 1962), The Age of Capital, 1848-1875 (Londres, 1975) y The Age of Empi-
dicado particularmente a Europa central y oriental es el libro de Dominic re, 1875-1914 (Londres, 1987), aun estando configurada por las creencias
Lieven, The Aristocracy in Europe, 1815-1914 (Londres, 1992). Pamela marxistas del autor, sigue siendo la mejor introducción general al siglo XIX,
Pilbeam, The Middle Classes in Europe, 1789-1914: France, Germany, Italy equilibrando y relacionando admirablemente las dimensiones económi-
and Russia (Basingstoke, 1990), utiliza un planteamiento temático que ca, social, cultural y política. Aunque actualmente han quedado algo anti-
abarca los distintos tipos de clase media. )ürgen Kocka y Allen Mitchell cuados, los dos ensayos editados por Cario M. Cipolla -The Industrial
(eds.), Bourgeois Society in Nineteenth Century Europe (Oxford, 1993), Revolution (Glasgow, 1973), y The Emergence of Industrial Societies
se centra en una serie de comparaciones en torno a la experiencia alema- (Glasgow, 1973), vols 111 y IV, respectivamente de The Fontana Econo-
na. Geoffrey Crossick y Heinz-Gerhard 1-laupt, The Petite Bourgeoisie in mic History of Europe- siguen siendo útiles porque aportan introduc-
Europe, 1789-1914: Enterprise, Family and Independence (Londres, 1966), ciones concisas en relación con aspectos específicos. Peter Mathias y
explora un medio social que a menudo se ha descuidado. Dick Geary M. M. Postan (eds.), The Industrial Economies: Capital, Labour, and En-
(ed.) Labour and Socialist Movements in Europe befare 1914 (Oxford, terprise, parte!: Britain, France, Germany and Scandinavia, vol. VII de The
1989), es una colección de ensayos sobre los movimientos obreros n~cio- Cambridge Economic History of Europe (Cambridge, 1978), y Sidney Po-
nales escritos pof.especialist~s. Bonnie Anderson y-Judith Zinsser,.A His- . _:,:,,· llard (eq.), Thdndustri¡:il Economies.: The IJevelopment ofErÓnqmi{:' ""~Yl
tory of their Own: Women in Europe from Prehistory to the Present, vol. 11 Social Policies, vol. VI!l de The Cambridge Economic History of Europe
(Londres, 1990), es una síntesis muy agradable de leer. Laura Frader y (Cambridge, 1989), son obras algo voluminosas, pero contienen al-
Sonya Rose (eds.), Gender and Class in Modern Europe (Ithaca, Nueva gunos capítulos soberbios, sobre todo el de Tilly sobre Alemania en el
York, 1996), ofrece una serie de ensayos centrados en el trabajo y la polí- volumen VII y el de Schremmer sobre las finanzas públicas en el volu-
tica. Un plantemiento innovador de la historia social es el que adopta men VIII. Alexander Gerschenkron, Economic Backwardness in Historical
Dror Wahrman, Imagining the Middle Class: The Political Representation Perspective (Cambridge, Mass., 1962), proporciona el clásico modelo desa-
ofClass in Britain c. 1780-1840 (Cambridge, 1995). )ames Sheehan, Ger- rrollista aplicado a la industrialización europea. Sidney Pollard, Peaceful
man Liberalism in the Nineteenth Century (Chicago, 1978), ofrece amplia Conquest: The Industrialization of Europe l 760~ 1970 ( Oxford, 1981), es el
información sobre el contexto social en el que floreció el liberalismo. Wi- mejor trabajo sobre la difusión de la tecnología y la producción indus-
lliam Sewell, Work and Revolution in France: The Language of Labour from trial;Jo hace especialmente bien al tratar la distribución regional del cam-
the Old Regime to 1848 (Cambridge, 1980), representa uno de los prime- bio económico. D. S. Landes, The Unbound Prometheus: Technological Chan-
ros ejemplos accesibles de historia de! trabajo en el que se adopta el «cam- ge and Industrial Development in Western Europe from 1750 to the Present
bio lingüístico». Ira Katznelson y Aristide Zolberg (eds.), Working-Class (Cambridge, 1969), sigue siendo la lectura más amena sobre la historia
Formation: Nineteenth-Century Patterns in Western Europe and the United del cambio tecnológico en ese periodo. Charles P. Kindleberger, A Finan-
States (Princeton, 1986)) empieza a ser anticuado en su plantea1niento, cia/ History ofWestern Europe (Londres, 1984), es un libro indispensable
pero contiene algunos excelentes estudios de casos concretos. Jacques que combina brillantemente la historia de la actividad bancaria y la de la
Ranciere, The Nights of Labour: The Workers' Dream in Nineteenth Cen- Hacienda Pública. Hartmut Kaelble, Industrialisation and Social Inequality
tury France (Filadelfia, 1989), es dificil, pero en última instancia seductor. in 19th Century Europe (Leamington Spa, 1986), es una excelente intro-
EL SIGLO XIX BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA 291

du._cción a las consecuencias sociales de la industrialización, llena de datos que desempeña el pasado en la cultura moderna. Maurice Mandelbaum,
útiles sobre la distribución de la renta y de la riqueza extraídos de una History, Man and Reason: A Study in Nineteenth-Century Thought (Baltimo-
amplia serie de monografías. Clive Trebilcock, The Industrialisation of the re, 1974), ofrece una historia de las ideas sobre el pasado. El mejor libro
Continental Powers, 1780-1914 (Londres, 1981), es un estudio excelente, es- sobre Hegel y su legado es John Toews, Hegelianísm: The Path toward Dia-
pecialmente bueno cuando relaciona los ·acontecimientos económicos con lectical Humanism, 1805-1841 (Cambridge, 1980). H. Stuart Hughes, Con-
la rivalidad entre las grandes potencias. Paul Bairoch, «Europe's Gross ciousness and Society: The Reorientation of European Social Thought, 1890-
National Product: 1800-1975», Journal of European Economic History 1930 (Nueva York, 1958), puede parecer actualmente algo desfasado, pero
(1976), pp. 273-340, es un intento ambicioso, pero muy útil, de asignar en realidad es válido todavía como introducción a las ideas modernistas
niveles de magnitud al crecimiento del PNB de los países europeos. B. R. sobre la sociedad. Car! B. Schorske, Fin-de-siecle Vienna: Politics and Cultu-
Mitchell, European Historical Statistics, 1750-1975 (Londres, 1975), es un re (Nueva York, 1980), ha demostrado ser un influyente análisis del mo-
compendio de estadística que resulta indispensable. dernismo en Viena; es especialmente bueno en lo relativo al arte y la lite-
ratura. Eugen Weber, France, fin de síi!:cle (Cambridge, Mass., 1986), es al
mismo tiempo informativo y muy ameno.
La cultura
Robert Rosenblum y H. W. Janson, 19th Century Art (Nueva York, 1984), Política internacional, paz y guerra, 1815-1914
es un informe profusamente ilustrado sobre pintura y escultura. Nikolaus
Pevsner, A History ofBuilding Types (Princeton, 1976), es al mismo tiempo Como guía más completa de la gran cantidad de bibliografía monográfi-
una práctica introducción a la arquitectura y una guía de instituciones cul- ca existente, véase Guide to Historical Literature, de la American :J-listori-
turales. Otra~ obras de calidad sobre las artes plásticas son Hugh Honour, cal Association, 2 vols. (3.' ed. Oxford, 1995), vol. II, s_ecc{ón 47. Un in-
Romanticism (Londres, 1968), y Linda Nochlin, Realism (Londrés, 1971). fo'.me deta~l,.do .de las rflacior¡.es .i.nternacion~l%'f,tür1nte la ~rimera
Car! Dahlhaus, Nineteenth-Century Music (Berkeley y Los Angeles, 1989), mitad del siglo se puede encontrar en Paul W. Schrlleder, The 1ransfor-
ofrece un estimulante análisis de la música y su marco institucional. Más mation of European Politics 1763-1748 (Oxford, 1994). Para el período
convencionales) pero muy útiles, son los dos volúmenes correspondientes 1848-1914,A. J. P. Taylor, The Struggle for Mastery in Europem 1848-1914
de la serie Man and Music, concretamente Alexander Ringer (ed.), The (Oxford, 1954), sigue siendo un clásico. Norman Rich, Great Power Di-
Early Romantic Era: Between Revolutions: 1789 and 1848 (Londres, 1990), plomacy 1814-1914 (Nueva York, 1992), ofrece una excelente visión gene-
y Jim Samson (ed.), The Late Romantic Era: From the Mid-Nineteenth ral de todo el siglo. Pierre Renouvin y Jean-Baptiste Duroselle, Jntroduc-
Century to the First World War (Londres, 1991). Owen Chadwick, The Se- tion to the History of International Relations, analiza las fuerzas profundas
cularisation ofthe European Mind in the Nineteenth Century (Cambridge, 1 que se esconden tras la política internacional, centrándose principalmente
1975), discute el problema de la religión tal como Jo vieron la mayoría de 1 en los siglos diecinueve y veinte. Sobre el problema más persistente y peli-
los pensadores importantes del siglo diecinueve. Hugh McLeod, Religion groso de la diplomacia europea, la «cuestión del este», M. S. Anderson,
and the People ofWestern Europe, 1789-1970 (Oxford, 1981), sigue siendo The Eastern Question 1774-1923: A Study in Jnternational Relations (Lon-
la mejor introducción en un solo tomo a la historia social de la religión dres, 1966), sigue siendo la mejor introducción. Barbara Jelavich, Russia's
del siglo diecinueve. R. C. Colby y otros (cds.), Companion to the History Balkan Entanglements 1806-1914 (Cambridge, 1991) recorre la historia
of Modern Science (Londres y Nueva York, 1996), es una colección de ar- del liderazgo de Rusia y principalmente de las experiencias frustrantes re-
tículos sobre distintas disciplinas y diversos temas. Adrian Desmond y Ja- lacionadas con dicho papel de líder. Raymond F. Betts, The False Dawn: Eu-
mes Moore, Darwin: The Life of a Tormented Evolutionist (Londres y Nue- ropean Imperialism in the Nineteenth Century ( Minneapolis, 1976) es una
va York, 1991), es una biografía pormenorizada que pone el énfasis en las útil introducción general al imperialismo europeo. Wolfgang J. Momm-
raíces históricas de las ideas de Darwin. David Lowenthal, The Past is a sen, Theories oflmperialism (Chicago, 1982) contiene interesantes discu-
Foreign Country (Cambridge, 1985), es un extenso ensayo sobre el papel siones extraídas de algunas controversias import~ntes. Véanse también
292 EL SIGLO XJX BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA 293

los títulos que se detallan en la sección siguiente. Para el debate teórico, (Leamington Spa, l 985), y Wolfgang J. Mommsen, Imperial Germany 1867-
Kenneth Bourne, The Foreign Policy ofVictorian England 1830-1902 (Ox- 1918: Politics, Culture and Society in anAuthoritarian State (Londres, 1995).
ford, 1970), hace un estudio de la política británica durante la mayor parte Existen innumerables estudios monográficos. El estudio más conocido
del período, con aportación de documentos. F. R. Bridge, The Habsburg trata también, afortunadamente, del tema más relevante: Ronald Robin-
Monarchyamongthe Great Powers 1815-1918 (Nueva York, 1990), se cen- son y John Gallagher junto con Alice Denny, Africa and the Victorians: The
tra en la política austríaca. Dietrich Geyer, Russian Imperialism: The Inte- Official Mind of Imperialism (2.' ed., Londres, 1981). H. L. Wesseling, Di-
raction of Domestic and Foreign Policy 1860- 1914 (New Haven, 1987), pro- vide and Rule: The Partition of Africa, 1880-1914 (Westport, Ct., 1996), es
fundiza en la política rusa. El mejor estudio en inglés sobre la unificación válido para obtener una perspectiva completamente europea del proce-
y la política de Alemania durante la época de Bísmarck es Otto Pflanze, Bis- so. Hay tres recopilaciones de ensayos que contienen interpretaciones in-
marck and the Development of Germany, 3 vols. (Princeton, 1990), mien- teresantes: Roger Owen y Bob Sutcliffe (eds.), Studies in the Theory ofim-
tras que Paul M. Kennedy, The Rise ofAnglo-German Antagonism 1860-1914 perialism (Londres, 1972), William Roger Louis (ed.), Imperialism: The
(Londres, 1980), es indispensable para comprender las relaciones anglo- Robinson and Gallagher Controversy (Nueva York, 1976), y Raymond E,
alemanas. James Joll, The Origins of the First World War (2.' ed., Londres, Dumett (ed.), Gentleman/y Capitalism and British Imperialism: The New
1992), es un ensayo espléndidamente cuidadoso sobre este controvertido Debate on Empire (Londres, 1998). El fournal of Imperial and Common-
tema y un extraordinario volumen de la serie Longman sobre los orígenes wealth History es la revista más importante en este campo.
de las guerras modernas, por todo lo cual es muy recomendable.

Expansión hacia ultramar, imperialismo e imperio, 1815-1914


Dos estudios generales que ofrecen distintos puntos de partida: D. K. Field-
;, house, Econ01zdr;spndEmpire, 18.30-1914 (Londres, 19,3), aporta detall.es .·. .,

sobre la frontera entre los európeos y las sociedades indígenas. Andr~w


Porter, European Imperialism 1860- 1914 ( Basingstoke, 1994), contiene una
lista completa de referencias recientes. Los siguientes estudios sobre paí-
ses por separado subrayan la variedad en las relaciones de Europa con el
mundo no europeo, ~1 mismo tiempo que proporcionan numerosas refe-
rencias adicionales: P. J. Cain y A. G. Hopkins, British Imperialism: Inno-
vation and Expansion 1688-1914 (Londres, 1993 ), Ronald Hyam, Britain's
Imperial Century 1815-1914 (2.' ed., Basingstoke, 1994), Lance E. Davis y
Robert A. Huttenback, Mammon and the Pursuit of Empire: The Political
Economy of British Imperialism 1860-1912 ( Cambridge, 1987), C. M. An-
drew y A. S. Kanya-Porstner, France Overseas: The Great War and the Clímax
of French Imperial Expansíon (Londres, 1981), Robert P.Jdrich, Greater
France: A History of French Overseas Expansion (Basingstoke, 1996), Jac-
ques Marseille, Empire colonial et capitalisme fran,ais: Histoire d'un di-
varee (París, 1984), Gervase Clarence-Smith, The Third Po,·tuguese Empire
1825-1975 (Manchester, 1985), Maarten Kuitenbrouwer, The Netherlands
and the Rise of Modern Imperialism: Colonies and Foreign Policy, 1870-
1902 (Oxford, 199 l ), Hans-Ulrich Wehler, The German Empire 1871-1918
CRONOLOGÍA: EL «LARGO SIGLO XIX», 1789-1914 295

Cronología: el «largo siglo XIX», 1793


ENERO Ejecución de Luis XVI.
1789-1914 MARZO
ABRIL
Comienza la revuelta contrarrevolucionaria en la Vendée.
Se establece el Comité de Salud Pública.
AGOSTO Levée en masse (leva o reclutamiento forzoso en masa).
SEPTIEMBRE Comienza el terror.
1789 Segunda partición de Polonia.
MAYO Reunión de los Estados Generales. última bruja ejecutada eh Polonia.
JULIO Toma de la Bastilla. Se inaugura el Museo Central de las Artes en el Louvre.
AGOSTO Promulgación de la Declaración de los Derechos Huma- El gobierno revolucionario francés decreta la abolición de
nos. todos los derechos, restricciones y obligaciones relaciona-
OCTUBRE La familia real y la Asamblea Nacional son trasladadas a dos con la nobleza.
París. .
NOVIEMBRE Comienza la expropiación de bienes de la Iglesia. 1794
Leblanc inventa un procedimiento para obtener soda a JULIO Batalla de Fleurus.
partir de la sal marina. JULIO Caída de Robespierre.
Se promulga en Prusia el Allgemeines Landrecht ( Código
1790 Muere José II de Austria; le sucede en el trono su hermano Legal General).
Leopoldo II.
JULIO Constitución civil del clero. 1795 OcJ,!g¡ición británica de las colonias hQl~ndesas, .
Burke, Refl~iones sobre la Revolución francesa. La te1';era partición desemboca en la extinción del Estado
Mozart, Casi fan tutte. polaco.
Los tratados de Basilea ponen fin a las guerras entre Fran-
1791 cia y Prusia y entre Francia y España.
MAYO Nueva ConStitución polaca. Bélgica es anexionada a Francia.
JUNIO Huída de Luis XVI a Varennes. La máquina de hilar de Samuel Crompton se adapta para
Comienza la rebelión de esclavos en Santo Domingo. su fllncionamiento a vapor.
Mozart, La flauta mágica.
Tom Paine, Los derechos del hombre. 1796 Napoleón Bonaparte conquista ·e1 norte de Italia.
El gobierno revolucionario decreta la abolición de todos Fallece Catalina la Grande de Rusia; al acceder al trono su
los gremios en Francia. hijo, Pablo I, Rnsia abandona su papel dentro de la pimera
Se termina la Puerta de Brandeburgo. coalición.
Trevithick comienza a aplicar la potencia del vapor a los
1792 Fallece Leopoldo II; Francisco II accede al trono. sistemas de tracción.
ABRIL Comienzan las guerras de la Revolución francesa. Edward Jenner presenta la vacuna contra la viruela.
AGOSTO Francia se convierte en república.
SEPTIEMBRE Masacres en París. 1797 Con el tratado de Campo Formio termina la guerra entre \
SEPTIEMBRE Batalla de Valmy. Francia y Austria. \

[
. 1
!
EL SIGLO xrx CRONOLOGÍA: EL «LARGO SIGLO XIX», 1789-1914 297

1798 El general Bonaparte dirige una expedición para la con- 1803 Se reanuda la guerra entre Francia y Gran Bretaña.
quista de Egipto. Francia vende Louisiana a Estados Unidos.
Batalla del Nilo: una flota británica a cuyo mando estaba El retroceso del poder imperial facilita cambios territoria-
Nelson destruye la flota de Napoleón. les radicales en Alemania, lo cual garantiza el dominio
Rebelión irlandesa. francés.
Guerra de la segunda coalición. Secularización general de los monasterios en Alemania.
Wordsworth, Baladas líricas. neethoven compone la Tercera sinfonía, «Heroica» (inter-
Coleridge, Baladas //ricas. pretada por primera vez en 1805).
Malthus, Ensayo sobre el principio de población.
Haydn, La creación. 1804 Francisco II, emperador del Sacro bnperio Romano, se
Aloys Senefelder inventa la litografía. proclama a sí mismo también emperador de Austria como
Francisco l.
1798-9 Tennant y Macintosh inventan el polvo de blanquear para Bonaparte se proclama a sí mismo emperador con el nom-
la ropa. bre de Napoleón I y es coronado por el papa Pío VII.
Promulgación del código napoleónico.
1799
MARZO Se reanuda la guerra entre Francia y Austria; Rusia entra en 1805 Napoleón Bonaparte reorganiza Italia bajo control francés
la guerra al lado de Austria; los franceses son expul1iados de directo.
Italia. AGOSTO La tercera coalición, constituida por Gran Bretaña, Austria,
OCTUBRE Bonaparte regresa de Egipto. Rusia y Suecia, se forma en contra de Francia; la guerra se
· NOVIEMBRE B.o.naparte toma el ¡:,oder en Franci.~, .• reanuda ell el continente.. ·,·,, ·. · ,,· · ..· ....¡-,.7
1
Quiebra la Compañia Holandesa de la India Oriental. · 02'.i·tiBRE. El ejér;ito austríaéo capitula en úlrri. . /;;
Se instala en Sajonia la primera máquina de hilar acciona- OCTUBRE Batalla de Trafalgar.
da por agua. DICIEMBRE Batalla de Austerlitz; Napoleón inflige una aplastante de-
rrota a un ejército austro-ruso.
1800 Batalla de Marengo: Bonaparte derrota a los austríacos. DICIEMBRE Tratado de Pressburg; Rusia se retira de !a guerra.
Batalla de Hohenlinden: Moreau derrota a los austríacos.
Friedrich von Hardenberg, cuyo seudónimo era Novalis, 1806
Himnos a la noche. MARZO Napoleón nombra a su hermano José rey de Nápoles.
Alessandro Volta presenta la primera batería eléctrica. JUNIO Napoleón nombra a su hermano Luis rey de los Países Bajos.
JULIO Napoleón reorganiza Alemania convirtiéndola en la «Con-
1801 El tratado de Lunéville pone fin a la guerra entre Francia y
federación del Rin»
Austria.
AGOSTO Finaliza formalmente el Sacro Imperio Romano cuando el
Asesinato de Pablo I, acceso al trono de Alejandro I.
emperador Francisco II abdica y se convierte en Francisco
Concordato de Napoleón Bonaparte con el Papa.
I de Austria.
La Act of Union (Ley de unificación) une Gran Bretaña e
OCTUBRE Prusia declara la guerra a Francia.
Irlanda.
OCTUBRE Batallas de Jena y Auerstedt, derrota de Prusia.
1802 Tratado de Amiens.
Chateaubriand, El genio del cristianismo.
EL SIGLO XIX CRONOLOGÍA: EL «LARGO SIGLO XIX», 1789-1914 299

1807 Rusia se suma de nuevo a la guerra como aliada de Prusia; JUNIO Napoleón, junto con sus Estados satélites alemanes e italia-
campaña indecisa en Polonia. · nos invade Rusia.
JUNIO Victoria decisiva de los franceses en la batalla de Friedland. SEPTIEMBRE Napoleón lucha en la indecisa batalla de Borodino y entra
JULIO El tratado de Tilsit pone fin a la guerra; Francia y Rusia en- en Moscú una semana más tarde.
tran en la alianza. OCTUBRE Comienza la retirada de las tropas napoleónicas de Moscú.
La familia real portuguesa huye a Brasil. DICIEMBRE Los restos del ejército de Napoleón abandonan Rusia.
Fichte) Discurso a la nación alemana. The Comet, de Henry Bell, primer barco comercial de vapor
Caspar David Friedrich, La cruz en las montañas. del mundo, comienza a navegar en el Clyde.
Gran Bretaña decreta la abolición del tráfico de esclavos.
Humphry Davy aisla el sodio y el potasio a partir de sus 1813
compuestos. FEBRERO Tratado de Kalisch entre Prusia y Rusia.
JUNIO Wellington derrota a los franceses en Vitoria, obligando al
1808 Napoleón impone a su hermano José como rey de España; , rey José a huir a Francia.
el pueblo español se alza en rebeldía, ayudado por el ejérci- AGOSTO Austria declara la guerra a Francia.
to británico. OCTUBRE Napoleón es derrotado en la batalla de Leipzig y pierde el
Roma ocupada por tropas francesas. control de Alemania.
Goethe> Fausto, l.ª parte. DICIEMBRE El ejército prusiano bajo el mando de Blücher comienza la
invasión de Francia.
1809 Colombia declara su independencia <;on respecto a España.
Se reanu.9~' l~ g'!lerra entre Francia y Austria:. :· . ·
ABRIL
MAYp Los aust~Úc<is derrotan a Napoleón en la batalla de As'
Jipiir¡,i(;Tancredi. .
.. ~~-
¡ ~_., \_ ,_ .··, • _..I~·l': ..
~-~

pern-Essling. 1814
JULIO Napoleón derrota a los austríacos en la batalla de Wagram. MARZO Los aliados renuncian al intento de negociar con Napoleón
OCTUBRE El tratado de Schonbrunn pone fin a la guerra entre Aus- y firman el tratado de Chaumont en el que establecen una
tria y Francia. Los Estados Pontificios son anexionados a alianza para la guerra y la posguerra.
Francia. MARZO Wellington toma Burdeos.
ABRIL Napoleón abdica y es enviado al destierro en la isla de Elba;
1810 Napoleón contrae matrimonio con la archiduquesa Maria Luis XVIII vuelve al trono de Francia.
Luisa, hija del emperador Francisco L SEPTIEMBRE En Viena se inician unas negociaciones generales para con-
Napoleón anexiona los Países Bajos a Fraucia. seguir un amplio acuerdo de paz.
Napoleón anexiona la costa noroeste de Alemania a Francia. Uruguay declara su independencia con respecto a España.
Revueltas contra el gobierno español en Venezuela y Río de
la Plata (futura Argentina). 1815
MARZO Napoleón regresa de la isla de Elba.
1811 Disturbios con destrucción de maquinaria causados por
JUNIO (día 18) Batalla de Waterloo; Napoleón abdica y es deste-
los luditas en Gran Bretaña.
rrado a Santa Elena.
1812 Batalla de Salamanca: derrota de los franceses en España El Congreso de Viena completa la reestructuración de Eu-
por un ejército a las órdenes del duque de Wellington. ropa.
Goya, Los desastres de la guerra. SEPTIEMBRE Rusia, Austria y Prusia forman la <<Sa_nta Alianza».
300 EL SIGLO XIX
CRONOLOGÍA: EL {(LARGO SIGLO XIX», 1789-1914 301

NOVIEMBRE Gran Bretaña) Rusia, Austria y Prusia forman una Cuádru- 1822 Declaración de la independencia de Grecia.
ple Alianza para mantener el acuerdo de Viena. Brasil declara su independencia con respecto a Portugal.
NOVIEMBRE E1 segundo tratado de París reduce a Francia a las fronteras Congreso de Verona.
de 1790. Humphry Davy inventa la lámpara de seguridad Pushkin, Eugene Onegin.
para los mineros.
1823 Francia invade España para restaurar la monarquía de los
1816 Chile declara su independencia con respecto a.España. Barbones.
Nueva Gales del Sur se convierte en una colonia de la coro-
1817 Festival en el Wartburg; manifestación liberal-nacionalista na británica.
de los estudiantes alemanes. Daniel O'Connell funda la Asociación Católica de Irlanda.
Beethoveri, Missa Solemnis.
1818 Hegel ocupa el puesto de profesor de filosofía en la Univer- Schinkel, Das Alte Museum, Berlín (finalizado en 1830).
sidad de Berlín. Robert Smirke, El Museo Británico (finalizado en 1847).
Fundación del Museo del Prado en Madrid.
1824 Muere Lord Byron en Missolonghi.
1819 Carlsbad decreta la suspensión de la actividad política en Delacroix, Ltl masacre de Qulos.
Alemania. Beethoven, Sinfonía nº 9 ( «Coral» )e
El primer barco accionado por vapor (el Savannah) cruza
el Atlántico. 1825 Revuelta de los decembristas en Rusia después de. la muer-
Masacre de Peterloo en Manchester. te de Alejandro L . . ,1
..,,,.,,,$.cbope,nhaµer, El mundo como voluntad y represer¡_tqcil;n. :.t'.:!.r,fuñtfimiento de las .fim'}nzas.. ~~' -,. ·.,-. ·
· Géricault, La balsa de la medusa. · Cd;~nación de Carlos'X de Francia en Reims.
La Compañía Británica de la India Oriental funda Singapur. Inauguración del ferrocarril Stockton-Darlington, la pri-
mera línea de transporte de pasajeros.
1810 Revoluciones en España y Portugal. Crisis financiera en Londres.
España cede Florida a Estados Unidos. Portugal reconoce la independencia de Brasil.
Bolivia declara su independencia con respecto a España.
1820-21 Las revueltas de Nápoles y del Piamonte y su represión. Manzoni, Los nov-ios.
Conferencias en Troppau y Laibach; el concierto europeo
dividido en la discusión sobre el derecho de intervención. 1827 La alianza anglo-ruso-francesa y la intervención en la gue-
rra griega desembocan en la destrucción de la flota turco-
1821 Perú y Panamá declaran su independencia con respecto a
egipcia en la batalla de Navarino.
España. Joseph Niepce realiza fotografías sobre placas recubiertas
Michael Faraday descubre la rotación electrmnagnética.
de asfalto.
Muere Napoleón en Santa Elena. Fallece Beethoven.
Car! Maria von Weber, Der Freischütz. Schubert, Die Winterreise.
Klenze, Va/halla (finalizado en 1842).
Constable) La carreta de heno. Guerra ruso-turca, victoria de Rusia, ocupación francesa
1828
Hegel, La filosofía del derecho.
del sur de Grecia.
302 EL SIGLO XIX CRONOLOGÍA: EL «LARGO SIGLO XIX», 1789-1914 303

1829 El tratado de Adrianople pone fin a la guerra ruso-turca, 1833 Tratado de Unkiar-Skelessi: Rusia se alía con el Imperio
/ ..
dando lugar posteriormente a la constitución del reino in- Otomano.
dependiente de Grecia (1832). Se renueva la Santa Alianza en relación con Polonia y el Im-
Emancipación católica en Irlanda y Gran Bretaña. perio Otomano.
La locomotora llamada The rocket ( el cohete) de George y
Robert Stephenson gana en la competición ferroviaria Li- 1834 Rebelión de trabajadores en Lyon.
verpool-Manchester. Nueva Ley de los Pobres (Poor Law) en Inglaterra.
Se funda la unión aduanera prusiana (Zollverein).
1830 Comienzan las guerras carlistas en España; Gran Bretaña y
JUNIO Los franceses invaden Argelia. Francia se alían para excluir a la Santa Alianza.
JULIO Revolución en París; Carlos X huye; Luis Felipe es corona- La esclavitud queda abolida en todas las posesiones britá-
do rey. nicas.
AGOSTO Revolución en Bélgica.
SEPTIEMBRE Revueltas en Hesse, Brunswick y Sajonia. 1835 Donizetti, Lucia di Lammermoor.
NOVIEMBRE- Rebelión de 1831 en Polonia.
SEPTIEMBRE Delacroix, La libertad conduciendo al pueblo. 1836 Comienza la agitación cartista en Gran Bretaña.
1831 Víctor Rugo, Hernani. Glinka, Una vida por el zar.
. Stendhal, Le rouge et le noir. Charles Barry gana el concurso para diseñar el nuevo edifi-
cio del Parlamento británico (Houses of Parl!'l'1'ent), cons-
1831 Bélgica :consigue el reconocimiento de su indepehd'~ncia ;trµido entre 1840 y_1$70. -, ¡J;,~/J'i ·
con respecto a los Países Bajos. · Meyerbeer, Los hugonotes. · · · ··
Insurrección en Lyon.
Darwin navega hacia Sudamérica en el Beagle. 1837 La reina Victoria accede al trono.
Invención del cloroformo. Se inaugura en Berlín la fundición de hierro de August Borsig.
Se patenta el telégrafo eléctrico.
1831-2 Represión de las sublevaciones en Italia, especialmente en
los Estados Pontificios. 1838 H. G. Dyer y J. Hemming inventan el procedimiento del
amoníaco para fabricar soda.
1832 Great Reform Act (Gran Ley de la Reforma) en Gran Bretaña. Louis Daguerre inventa el procedimiento para producir
Gran Bretaña declara su soberanía sobre las islas Falkland. una imagen mediante plata sobre una placa de cobre.
Mazzini funda «Joven Italia». Charles Dickens, Oliver Twist.
Festival de Hambach, manifestación radical alemana.
Karl Friedrich Gauss y Wilhelm ·weber construyen el pri- 1838-48 Movimiento cartista en Inglaterra.
mer telégrafo eléctrico en Gotinga.
Fallece Goethe; publicación póstuma de su Fausto, 2.' parte, 1839 Segunda guerra turco-egipcia; la intervención europea
Berlioz, Sinfonía fantástica. conjunta salva una vez más al Sultán otomano de la derrota.
Tratado de Londres, por el que se fijaron las fronteras entre
1832-3 Primera guerra turco-egipcia; Rusia interviene para salvar Bálgica y Holanda, garantizando la neutralidad belga y es-
al sultán otomano. · tableciendo Luxemburgo como Estado independiente.
304 EL SIGLO XIX CRONOLQGÍA: EL «LARGO SIGLO XIX», 1789-1914

Gran Bretaña se anexiona Adén. 1846 Rebelión polaca en Galitzia; Cracovia es anexionada por
Los cartistas organizan una convención en Inglaterra y pre- Austria.
sentan una petición al Parlamento. Abrogación de las Leyes de los Cereales (Corn Laws) en
«Primera guerra del opio» entre Gran Bretaña y China. Gran Bretaña.
James Nasmyth diseña el martillo de vapor.
Charles Goodyear vulcaniza el caucho. 1847 Guerra civil en Suiza.
Descubrimiento de oro en California.
1840 La disputa entre Francia y las otras potencias sobre el Crisis económica en Europa.
acuerdo turco-egipcio produce una importante crisis eu- Charlotte Bronte, Jane Eyre.
ropea. Emily Bronte, Cumbres borrascosas.
Las cenizas de Napoleón llegan de Santa Elena y son depo-
sitadas en el Panthéon des Invalides. 1847-8 Campaña de banquetes reformistas en Francia.
El tratado de Waitangi confirma la soberanía británica so-
bre Nueva Zelanda. 1848
Justus Liebig inventa un método para la fabricación de fer- ENERO Revueltas en Sicilia y Nápoles.
tilizantes artificiales. FEBRERO ( del 22 al 24) Revolución en París; proclamación de la Se-
Proudhon, ¿Qué es la propiedad? gunda República Francesa y sufragio universal masculino.
MARZO Sublevaciones en Munich, Viena, Budapest, Venecia, Cra-
1841 La convención de los Estrechos restaura el concierto y solu- covia, Milán y Berlín.
ciona la cuestión de Oriente. MARZO/ABRIL ,Se declara la independencia d~ Hungrí,¡. , ·.••
Friedr1ch List, Sistema-nacional de economtapolitica, .Íl\bolkiótl de laservidumbre eiJ Eufop\I;Ó!'nh¡j¡IJ'.
Ludw{g FCuerbach, La esencia del cristianismo. ABRIL ,. Manifestación cartista en Londres. ' · w,
MAYO Se reune el parlamento de Francfort.
1842 Hong Kong es cedido a Gran Bretaña. JUNIO ( día 17) Es aplastado el alzamiento en Praga.
Comienza la conquista de Assam y Birmania por los britá- JUNIO (22 al 24) Es sofocada la insurrección en París.
nicos. JULIO/AGOSTO Los austríacos reconquistan el norte de Italia.
Los británcos son expulsados de Afganistán. OCTUBRE (día 31) Viena bombardeada hasta su rendición.
Tahití se convierte en protectorado francés. DICIEMBRE Abdica el emperador Fernando de Austria y le sucede Fran-
Gogol, Las almas muertas. cisco José. ·
DICIEMBRE Luis Napoleón Bonaparte es elegido presidente de la Repú-
1843 Se legaliza la exportación de maquinaria de Gran Bretaña. blica Francesa.
Francia se anexiona Costa de Marfil y Dahomey. Marx y Engels, El manifiesto comunista.
Carlyle, Pasado y presente. J. S. Mill, Principios de política económica.

1844 Rebelión de los tejedores de Silesia. 1849


Engels) La situación de las clases trabajadoras en Inglaterra. FEBRERO Se proclama la República Romana.
JULIO Tropas francesas suprimen la República Romana.
1845 Comienza la gran hambruna en Irlanda. AGOSTO Derrota de los nacionalistas húngaros.
AGOSTO Los austríacos vuelven a tomar Venecia.
........-

306 EL SIGLO XIX CRONOLOGÍA: EL «LARGO SIGLO XIX», 1789-1914 307

Gran Bretaña se anexiona el Punyab. Bernadette Soubirous tiene una visión de la Virgen Maria
Courbet, Entierro en Ornans. en Lourdes.

1850 Cable telegráfico a través del canal de la Mancha. 1859


Millet, Los sembradores. ABRIL (día 2) El ejército austríaco invade el Piamonte.
Faraday da a conocer su teoría del magnetismo. MAYO ( día 3) Francia declara la guerra a Austria.
JUNIO Los austríacos son derrotados en Magenta y Solferino.
1851 JULIO ( día 11) Tregua de Villafranca.
DICIEMBRE Golpe de Estado de Luis Napoleón Bonaparte. Los franceses ocupan Saigón.
Isaac Singer inventa la máquina de coser. Charles Darwin, Sobre el origen de las especies.
Descubrimiento de ·oro en Australia. Se inventa la primera batería práctica de acumuladores.
La Gran Exposición en Londres.
1860 Cerdeña-Piamonte anexiona Lombardía y una parte im-
1852 portante del centro de Italia a su territorio.
DICIEMBRE Luis Napoleón Bonaparte es proclamado emperador con el MAYO Garibaldi y sus Camisas rojas parten hacia Sicilia.
nombre de Napoleón III. AGOSTO (día 22) Garibaldi invade el continente Italiano.
Birmania se convierte en una provincia de la India.
Los hermanos Pereire fundan el Crédit Mobilier. 1861 Víctor Manuel II asume el título de rey de Italia.
Charles Dickens, Bleak House. Emancipación de los siervos en Rusia. .
Holn:tan Hunt, The Light of the World. , _v1f'riedrich Siemens Y_ Pierre y Emile ::iar.ti9 desarrollan el
.ft proceso de solera ábterta para la :fal:ir¡caciilil'de acero,
1853-6 Guerra de Crimea.
1862 Bismarck es nombrado primer ministro de Prusia.
Se erige el Albert Memorial.
1854 Abraham Gesner fabrica el queroseno.
Garnier diseña la Ópera de París (terminada en 1875).
Heinrich Goebel inventa la primera bombilla eléctrica.
1863 Se sofocan las revueltas contra el gobierno ruso en Polonia.
1856 La Paz de París pone fin a la guerra de Crimea, pero abre la
Salon des Refusés, París.
cuestión italiana.
Manet, Le déjeuner sur l'herbe.
Henry Bessemer desarrolla el convertidor de acero.
William Henry Perkin fabrica tinte malva sintético a partir 1863-65 Reformas gubernamentales legislativas y locales en Rusia.
de la nafta.
Motines en la India. 1864
Se funda el Sinn Fein en Irlanda. ENERO Austria y Prusia declaran la guerra contra Dinamarca por
la posesión de Schleswig-Holstein.
1857 Millet, Las espigadoras. OCTUBRE (día 30) Paz de Viena; Dinamarca cede Schleswig-Holstein
a Austria y Prusia.
1858 Tolstoi, Guerra y paz.
JULIO (día 20) Cavour y Napoleón III firman el acuerdo de Plom- Newman, Apología pro vita sua.
bieres) una alianza contra Austria. Pío IX, Syllabus errorum.
CRONOLOGÍA: EL «LARGO SIGLO XIX>), 1789-1914 309
308 EL SIGLO XIX

1869-70 «Imperio liberal» en Francia.


La Primera Internacional, Londres.
Se inventa la pasteurización.
1870
1865 Se termina de instalar el cable telegráfico transatlántico. ¡uuo (día 19) Francia declara la guerra a Prusia.
Pierre Lallement fabrica la primera bicicleta de pedales. AGOSTO (día 19) El ejército francés sitiado en Metz.
SEPTIEMBRE (día 2) Los franceses son derrotados en Sedán; Napoleón
1866 III es hecho prisionero.
ABRIL Guerra entre Austria y Prusia. SEPTIEMBRE ( día 4) En Francia se proclama la república.

JULIO (día 3) Prusia derrota a Austria en la batalla de Koniggratz SEPTIEMBRE (día 20) Tropas italianas entran en Roma.
(Sadowa). Zénobe Gramme fabrica la primera dinamo con inducido
Paz de Praga (la Confederación Alemana queda abolida, de anillo.
Prusia experimenta una gran expansión, se constituye la Adolf von Bayer sintetiza el tinte de color índigo.
Confederación Germánica del Norte).
Austria cede Venecia a Italia. 1871-8 Kulturkampf en Alemania.
Alfred Nobel inventa la dinamita.
Dostoievski, Crimen y castigo. 1871
Crisis financiera en Gran Bretaña. ENERO (día 18) Guillermo I de Prusia es proclamado emperador
de Alemania.
1867 Por el compromiso austro-húngaro se crea la doble monar- ENERO (día 28) Capitulación de París.
quía fede.ral. MARZO ~día 18) Sublevación de la Comuna de París.
•; ;. ;.I ;·•a 10) Paz de Franckfurt; Francia ced,i Als~cia y Lorena a
J
MAYO .
· La';Se~hda Ley de la Reforma (Reform Act) amplía el su-
··'- ·· ·- ·'•1\.lemania. · : · ·~ '• ·
a
fragio los cabezas de familia varones. .
1

Quiebra del Crédit Mobilier. MAYO (día 28) Final de la Comuna de París.
Zola, Thérese Raquin. George Eliot, Middlemarch.
Manet, La ejecución del emperador Maximiliano.
Ibsen, Peer Gynt. 1873 Crisis financiera en Europa, que comienza en Viena; em-
Karl Marx, Das Kapital, volumen I. pieza la Gran Depresión (que duraría hasta 1896).
Liga de los Tres Emperadores (Alemania, Austria y Rusia),
1868 Primera exposición de los impresionistas.
FEBRERO (día 28) Disraeli es nombrado por primera vez primer mi- Constitución de la Tercera República Francesa.
nistro.
DICIEMBRE (día 9) Gladstone es nombrado por primera vez primer 1875 Una revuelta en Bosnia-Herzegovina desencadena la crisis
ministro. del Este.
Descubrimiento de los yacimientos de diamantes de Kim- Se funda el Partido Socialdemócrata Alemán.
berley. Gran Bretaña adquiere la mayoría de las acciones de la
Dostoievski, El idiota. Compañía del Canal de Suez.

1869 Apertura del canal de Suez. 1876 La reina Victoria es proda1nada emperatriz de la India.
Matthew Arnold, Cultura y anarquía. Alexander Graham Bell patenta el teléfono.
310 EL SIGLO XIX CRONOLOGÍA: EL <<LARGO SIGLO XIX», 1789-1914 311

Estreno de Der Ring des Nibelungen (El anillo de los nibe- 1884 Rusia comienza a perder el control de Bulgaria, ocasionan-
lungos) de Richard Wagner en Bayreuth. do una seria crisis en el Este.
Thomas Edison inventa el fonógrafo. Charles Parsons construye la primera turbina de vapor
Renoir, Le moulin de la Galette. práctica.
Brahms, Sinfonía n° 1. Hiram Maxim inventa la ametralladora automática de ca-
Thomas Edison fabrica la primera bombilla eléctrica de fi- ñón único.
lamento. Seurat, El baño.
Sidney Thomas y Percy Gilchrist perfeccionan el procedi- Sacconi, El monumento a Victor Manuel, Roma ( terminado
miento «básico» para la producción de acero. en 1923).
Se implantan en Alemania aranceles proteccionistas. Alemania comienza a fundar un imperio colonial en África.

1877-8 Guerra entre Rusia y Turquía. 1885 Se funda el Estado Libre del Congo bajo el reinado de Leo-
poldo II de Bélgica.
1878 El congreso de Berlín soluciona la cuestión del Este (por el
Gottlieb Daimler inventa el motor de combustión interna.
momento).
Car! Benz construye el motor de un solo cilindro para au-
Ley anti-socialista en Alemania.
tomóviles.
Theodor Fontane, Antes de la tormenta.
Se descubre oro en Transvaal.
Degas, Bailarina en el escenario.
Cézanne, Montaña de santa Victoria.
1879 Alemania y Austria-Hungría firman la Doblé Alümza. Van Gogh, Los comedores de patatas. .,, :, J.
~e expone el primer tranvía eléctrico en Berlín,, i'· ' ' ·.ift;,..
1886 Gran Bretaña se an;xiona la Alta Bi~~affi;~
1880-1 La primera guerra de los bóers aporta el reconocimiento de
la semi-independencia de los bóers. 1887 Alemania y Rusia firman el tratado de Reaseguro.
Gran Bretaña se anexiona Zululandia.
1881 «Domingo sangriento» en Londres.
MARZO Asesinato de Alejandro II de Rusia. Crisis boulangerista en Francia.
AGOSTO Ley Agraria irlandesa. Procedimiento del cianuro para extraer oro y plata.
Túnez se convierte en un protectorado francés.
1888 El norte de Borneo, Brunei y Saiawak se convierten en pro-
1881-6 Reformas de la asistencia social en Alemania.
tectorados británicos.
1882 Alemania, Austria-Hungría e Italia forman la Triple Alianza. J. B. Dunlop inventa el neumático de goma.
Los franceses ocupan Hanoi. · Strindberg, La señorita Julia.
Los británicos ocupan Egipto y Sudán. Guillermo II se convierte en emperador de Alemania.
Gottlieb Daimler inventa el motor de gasolina.
Wagner, Parsifal. 1889 Se inaugura la Torre Eiffel.

1883 Los franceses invaden Madagascar. 1890 Cese de Bismarck; Alemania rechaza el tratado de Rease-
Nietzsche, Así habló Zaratustra. guro.
Fallece Wagner. Los alemanes ocupan Ruanda-Urundi.
312 EL SIGLO XIX CRONOLOGÍA: EL «LARGO SIGLO XIX>>, i789-1914 313

Gran Bretaña cede la isla de Helgoland a Alemania a cam- i895-8 Rusia obtiene el dominio político, militar y económico so-
bio de Zanzíbar y Pemba. bre Manchuria y el norte de China.
Crisis financiera de Baring en Londres.
J. G. Frazer, The Golden Bough (La rama dorada). 1896 El ejército italiano es derrotado por Etiopía en la batalla de
Ibsen, Hedda Gabler. Adowa.

1890-8 El sufragio masculino se implanta en España, Bélgica, Ho- 1897 El antisemita Karl Lueger se convierte en alcalde de Viena.
landa y Noruega. Es asesinado el primer ministro español.
Descubrimiento de oro en Yukón, Canadá.
1891 El Papa León XIII publica la endclica Rerum Novarum so- Alemania comienza a construir una importante flota de guerra.
bre te1nas sociales. Alemania desencadena una pugna por conseguir bases na-
vales y otras concesiones en China.
1892 Rudolf Diesel patenta el motor que lleva su nombre. 1
1898
1893 JULIO «Incidente de Fachoda» - confrontación entre Gran Breta-
ENERO (día 13) Se funda el Partido Laborista Independiente en fia y Francia en Sudán.
Gran Bretaña. Es asesinada la emperatriz Elizabeth de Austria.
Alianza entre Francia y Rusia. Guerra entre los Estados Unidos de América y España.
Tchaikovski, Sinfonía no 6 («Patética»). Marie y Pierre Curie descubren el polonio y el radio.

1894 ~s asesinado en Francia el presidente Carnot.. 1899


Gran Bretaña ocupa Matabeleland. SEPTIEMBRE (día 19) Dreyfus es indultado.
Uganda se convierte en un protectorado británico. OCTUBRE Empieza la segunda guerra bóer.
Italia invade Etiopía. La conferencia de paz de La Haya establece un tribunal in-
Togo se convierte en un protectorado alemán. ternacional de arbitraje pennanente.
Alfred Dreyfus es condenado por. traición. Houston Stewart Chamberlain, The Foundations of the Ni-
neteenth Century.
1894-5 Guerra chino-japonesa; Rusia dirige la intervención euro- Freud, La interpretación de los sueños.
pea tripartita para frustrar la victoria japonesa.
1900 Se funda el Partido Laborista británico.
1895 Louis y Auguste Lumiere inventan el cinematógrafo. Es asesinado el rey Humberto I de Italia.
Guglielmo Marconi inventa la radiofonía. Rebelión de los bóxers en China.
Rontgen descubre los rayos X. Rusia ocupa Manchuria.
Los hermanos Lumíere inventan la cámara de imágenes en Primer vuelo de un zepelín.
movimiento y el proyector.
Osear Wilde, La importancia de llamarse Ernesto. 1901 Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo.
Osear Wilde es sentenciado a dos años de trabajos forzosos Es asesinado McKinley, presidente de Estados Unidos.
por sodomía. Thomas Mam1, Los Buddenbrook.
Finaliza la construcción del Ferrocarril Transiberiano.
CRONOLOGÍA: EL «LARGO SIGLO XIX», 1789-1914 315

1902 Se firma una alianza anglo-japonesa limitada. Braque, Casas en L'Estaque.


Lenin, ¿Qué hacer? Peter Behrens diseña la Fábrica de Turbinas AEG de Berlín.

1903 Asesinados el rey y la reina de Serbia. 1909 Louis Blériot cruza el canal de la Mancha volando en un
monoplano.
1904 Diaghilev inaugura su temporada de los Ballets russes en
8 ABRIL Entente cordiale entre Gran Bretaña y Franda. París.
Empieza la guerra ruso-japonesa.
Chejov, El jardin de los cerezos. 1910 E. M. Forster, Howard's End.
Otto Wagner, Caja Postal de Ahorros, Viena ( terminado en
1912). 1911 Es asesinado el primer ministro ruso Stolypin en Kiev.
Gaudí, Casa Batlló, Barcelona. Italia entra en guerra con el Imperio Otomano, tomando
Libia y las islas del Dodecaneso.
1905 Segunda crisis de Marruecos.
ENERO (día 22) Con el «Domingo Sangriento» de San Petersburgo Se funda en Munich el grupo de artistas alemanes conoci-
comienza la revolución en Rusia. do como «Der blaue Reiter» ( «El jinete azul»).
FEBRERO Primera crisis de Marruecos. Teoría de la estructura del átomo de Rutherford.
OCTUBRE (día 17) Nicolás II promete una constitución y un parla-
mento electo. 1912 Rusia promueve la Liga de los Balcanes bajo su protección.
OCTUBRE ·Noruega recupera Su indepen<.lencia seP:~rándose de Suecia. Sufragio masculino en Italia. . . ..
Plan Schlieffen. · Ef•Pahido Sodalderriócrata consigue la mayoría en el "l5ar-
Se funda el grupo de expresionistas alemanes conocido lamento alemán.
como «Die Brücke» ( «El puente»). Es asesinado el primer ministro español.
Teoría de la relatividad de Einstein. Jung, Teoría del psicoanálisis.

1906 Se aprueba la Constitución en Rusia. 1912-3 Primera y Segunda Guerra de los Balcanes.

1906 Botadura del HMS Dreadnought. 1913 Freud, Tótem y Tabú.


Stravinsky, La consagración de .Za primavera.
1907 Sufragio masculino en Austria. Proust, El camino de Swann.
AGOSTO Gran Bretaña y Rusia firman un convenio.
Picasso, Les demoiselles d'Avignon. 1914
JUNIO (día 28) Asesinato del archiduque Franz Ferdinand en Sa-
1908 Austria-Hungría se anexiona Bosnia-Herzegovina; estalla rajevo.
la crisis de Bosnia. JULIO (día 24) Rusia amenaza con la guerra si Austria-Hungría
Son asesinados el rey y el príncipe heredero de Portugal. ataca a Serbia
Fritz Haber presenta un procedimiento industrial para la · · JULIO (día 25) Austria-Hungría se moviliza contra Serbia.
síntesis del amoniaco. JULIO ( día 30) Rusia pone en marcha la movilización general.
Georges Sorel, Reflexiones sobre la violencia. AGOSTO (día 1) Alemania declara la guerra a Rusia.
316 EL S!GJ..O XIX

AGOSTO (día 3) Alemania dedara la guerra a Francia e invade Bél-


gica. Mapas
AGOSTO (día 4) Gran Bretaña declara la guerra a Alemania.
AGOSTO (día 5) Austria-Hungría declara la guerra a Rusia.
AGOSTO (días 25 al 30) El ejército alemán, a cuyo mando estaba
_Hindenburg, derrota a las tropas invasoras rusas en Tan-
nenberg.
SEPTIEMBRE ( días 5 al 14) La invasión alemana de Francia es detenida en
la batalla del Mame.
SEPTIEMBRE ( día 27) Los rusos invaden Hungría.
James )oyce, Dubliners (Dublineses).
Walter Gropius, Fábrica· modelo, en la exposición de la
Werkbund en Colonia.
MAPAS 319
318 EL SIGLO XIX

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0 Mo,cú

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ESPAÑA

Frontera de !a Confederación Germánica

o 300 400 500 millas


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o 200 400 600. 800 km

MAPA l Europa en 1789.


320 EL SIGLO XIX
MAPAS 321

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Madrid
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ESPAÑA

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Llmltes de la Confederación Germánica

o 100 200 300 400 500 millas


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o 200 400 600 800 km

MAPA 2 Europa en 1815.


322 EL SIGLO XIX MAPAS 323

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O 100 200 300 400 500 millas


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MAPA 3 Europa en 1914.'


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EL SIGLO XIX

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- Posesiones españolas
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illillllilli!l.l Po sesiones holandes/1.S

~ Posesiones portuguesas
-- [R Posesiones danesas

Posesiones inglesas
fü\~~-M Posesiones estadounidenses

~
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l§§'§J Posesiones frances~s
•-·'----'-_¿_¿
1842 ~echa, de adquisición
penodo d<.l posesión Escala ecuatorial 1 : 130.000.000 -------~-=---
MAPA 4 Posesion es europeas 1830:
326 EL SIGLO XIX MAPAS 327

B Bélgica
BH Bhucin
C Costa Rica
G Guatemala
H Honduras
PB Países Baíos
NIC Nicaragua
ELO Estado Libre de Orange
S Salvador

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(odoCuohl)(8<.) I.Sd'aul
1843 {fr.).·

~ Posesiones españolas mm:mill:I Posesiones holandesas

M Posesiones portuguesas - Posesiones danesas

R] Posesiones brltánieas ~ ] Posesiones estadounidenses

~ Posesiones francesas ~~! Posesiones rusas

1842 Fecha de adquisición


o periodo de posesión Escala ecuato1ül 1: 130.000.000

MAPA 5 Posesiones europeas 1878.


MAPAS 329
328 EL SIGLO XIX

Ida, 1'~1 (EE UU)


1912 .! a:hinron{Sr.) 18B
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HA Haiti (desde 19!5 EE UU derechos especiales)
Posesiones brítánicas 1B Posesiones holandesas A Albania
PB Países B;¡jos
B Bélglca
Posesiones francesas tm Posesiones danesas BH Bhután
NIC Nicaragua (1909/12 EE UU
derechos especiales. 1912 rnú!t. ocup.)

a Pos,zsiones es¡laiio!as Posesiones alemanas


C Costa Rica
RO República Dominicana P Panamá ( 1903 Rep. indep.

-
(desde 1905 EE UU derechos especiales) bajo protección de EE UU)

111 Posesiones portuguesas Posesiones italianas


G Guatemala S Salvador

a' Posesiones estadounidenses Posesiones belgas Escala ecuatorial 1 : ! 30.000.000 H Honduras


1842 fecha de adquisid611 o periodo de posesión

MAPA6 El mundo 1914.

l
LISTA DE COLABORADORES 331

tículos sobre historia y teoría de política europea.y política mnndial in-


Lista de colaboradores ternacional. Su obra más reciente es The Transformation of European Po-
litics 1763-1848 (1994), nn volumen de la serie Historia de la Europa Mo-
derna editada por Oxford University Press.
T. C. W. BLANNING es profesor de historia europea moderna en la Uni-
versidad de Cambridge y miembro del consejo de gobierno del Sidney JAMES J. SHEEHAN es profesor de humanidades en la Stanford Univer-
Sussex College. También es miembro del consejo de la Britisl¡ Academy. sity. Entre sus numerosas publicaciones sobre historia de Alemania fig~- !
Entre sus obras recientes figuran Joseph II (1994), The French Revolutio- ran German Liberalism in the Nineteenth Century (1978) y German His- 1
nary Wars 1787-1802 (1996) y The French Revolution: Class War ar Cultu- tory 1770-1866 (1990), que es ya nn clásico. Está próxima a pnblicarse su
re Clash? (1997). También ha editado The Oxford Illustrated History of historia de los museos de arte de Alemania.
Modern Europe ( 1996) y The Rise and Pal/ of the French Revolution ( 1996),
así como (con David Cannadine) History and Biography: Essays in Ho 0 ROBERT TOMBS es profesor adjnnto de historia de Francia de la Uni-
nour of Derek Reales (1996) y (con Peter Wende) Reform in Great Britain versidad de Cambridge y miembro del consejo de gobierno del St John's
and Germany 1750-1850 (1999). College, también en Cambridge. Entre sus libros cabe mencionar France
1814-1914 (1996) y The París Commune 1871 (1999).
NIALL FERGUSON es miembro del consejo de gobierno y tutor de his-
toria moderna del Jesus College de Oxford. Entre sus libros figuran Paper
and Iron: Hamburg Business cmd German Politics in the Era of Inflation
1897-1927 (1995), The PityofWar (1998) y The World's Banker: The His-
'
tory of the House of Rothschild ( 1998). También ha editado la colección d_e ·{1/it:i
,.: .
ensayos Virtual History: Alternatives,and Counterfactuals (1997), que ha
sido un gran éxito de ventas.

COLIN HEYWOOD es titular de economía e historia social en la Univer-


sidad de Nottingham. Entre sus publicaciones cabe mencionar Childhood
in Nineteenth-Century France (1988) y The Development of the French Eco-
nomy (1995). Actualmente está trabajando en una historia de la infancia
y realizando un estudio sobre la ciudad de Troyes en el siglo diecinueve.

A. G. HOPKINS es profesor de historia de la Commonwealth en la Uni-


versidad de Cambridge y miembro del consejo de gobierno del Pembroke
College. También es miembro del consejo de gobierno de la British Aca-
demy. Entre sus publicaciones figuran An Economic History ofWest Africa
( 1973) y (junto con P. J. Cain) British Irnperialism: Innovation and Expan-
sion 1688-1914 y British Irnperialisrn: Crisis and Deconstruction 1914-1990
(1993).

PAUL W. SCHROEDER es profesor emérito de historia y ciencias políti-


cas en la Universidad de Illinois. Es autor de varios libros y muchos ar-
ÍNDICE ALFABÉTICO 333

129,132,138,149,188,192,222, Bülow, Bernhard Heinrich Prince


Índice alfabético 224,238,242,269 von, 18
Bell, Alexander Graham, 126 Burckhardt, Jacob, 171
Benz, Carl, 116 Burke, Edmund, 42, 91,247
Berdahl, Robert, 94 Byron, George Gordon, lord, 281
Absinia. Véase Etiopía Argel, 256 Berlín, 14, 25, 36, 75, 108, 112, 126,
Adén,259 Argentina, 124,254,257,271 132,155,158,176,218,236 Cabet, Étienne, 83-84
Aehrenthal, Aloys> conde Lexa von, Arkwríght, Richard, 113 ' Bernadette, santa, 15 California, 138
236 Arnold, Matthew, 15, 20, 152, 157, Besarabia, 200 Cambridge, 41, 164
África, 133, 219-221, 225,234,264, 281-282 l3essemer, Henry, 113 Campoamor, Ramón de, 68
266,270,276,287 Asia, 61, 107, 199, 220-222, 224,227, Bethmann Hollweg, Theobald von, Canadá,258
Agadir, incidente de, 238 229,234,257,264,266-267,271, 150 Canning, Gebrge, 259
Alejandro II, zar de Rusia, 53, 121, 273 Bildungsbürgertum, 78 Carbonari, 46
217,285 Ausgleich (1867), 179 Birmania, 258, 270 Caribe, 13, 257-258
Alejandro III, zar de Rusia, 220 Australia, 23, 26, 124, 133,138,259, Birmingham, 36, 72, 132 Carlos X, rey de Francia, 194
Alemania, 12, 15-19, 23, 38, 40, 43, 264,265,273 Bismarck, Otto Prince von, 17, 23, Carlyle, Thomas, 92
44,47-57,59,70,71,75-78,83, Austria, 46-50, 53-60, 108,121,125, 45, 47-49, 57, 61, 93,147, 206-229, Cartwright, Edmund, 116
90-91, 102,106, 108-111, 115-116, 149,189,191,193, 197-199,201- 274-276 Cavour, Camillo, conde, 17, 202-206,
118, 120-122, 124-126, 128-129, 212,215-219 Blackburn, 89 208,212
130,136, 138,147-150,158,163, Austria-Hungría, 150,224,229, 234- Blake, William, 13 Ceilán, 258
172-173, 189,194-198,201,204, 246, 269, 285 Bl~.nc, Louis, 80, 82 Centroamérica. Véase América Cen-
207-221,224,225,227-246,263, J\~.s-~rq-;H;úngaro,Jmperi_o,. 23,. 12.0 _ Blanqui, Louis Auguste, 41 tral.
269, 271-276,'285 AÜ.~trÓ-Prusiaha, Guer~a '(18-6€;)) 209·· · Bléric,_t, ~oui_s~.11Z "; ~oo-ici<;1.:~/'$.
' Cerdeña~:Piaini:mte, 19.7,
Alexander, Sally, 85 Bohemia, 196 Cézanne, Paul, 184
Algeciras, 230 Bach, familia, 154 Borneo, 259, 270 Chambers, Robert, 162
Alsacia-Lorena, 214-216 Baden, 109, 129 Borsig, August, 75, 112 Charenton, 113
América Central (Centroamérica), Bagdad,223,232,276 Bosnia-Herzegovina, 216-218, 235, Chekhov, Antón, 122
256 Bakunin, Mikhail, 41, 100 237,242 Chernyshevsky, Nicolai Gavrilovich,
América del Norte, 13, 23, 107, 124, Balcanes, 23, 60, 61, 191, 198, 216- bóxers, rebelión de los, 228 16
125,255,258,260,265,273 219, 224, 235-237 Boy Scouts, 268 China, 13, 227-229, 234,259, 271-
América del Sur, 13, 135, 179, 248, Balcanes, guerra de los, 239-241 Bradford, 73, 75 272, 274,287
256-257,259,262-265,271,273 Ballin, Albert, 135 Brasil, 52, 257, 270 chino-japonesa, guerra (1894-5),
Américas, 26, 191 Báltico, 61, 188 Brazza, Pierre Savorgan de, 266 227,271
Amsterdam, 257 Bálticos, Estados, 61 Breuilly, John, 83 Choiseul, duque de, 255
Amudsen, Roald, 266 Balzac, Honoré, 161 39, 137 British Museum, 155,174 Chopin, Fréderic, 155
Anatolia, 224 Barcelona, 285 Brno,162 Cockerill, William, 113
Andalucía, 87 Barry, sir Charles, 173 Brougham, Henry Peter, lord, 70 Comte,Auguste, 15,161, 167-170,
Anderson, Benedict, 39 Baviera, 56, 121,212 Brown, Ford Madox, 179,184 175,180,183
Anglo-Bóer, Guerra, 226,231,270 Bebe!, August, 88, 102 Bruselas, 173 Comuna de ·París, 28, 37,213
anglo-Holandés, tratado (1824), 257 Beethoven 1 Ludwig van, 154 Büchner, Ludwig, 162 Concilio Vaticano, 15
Angola, 257,270 Bélgica, 18, 36, 50-52, 54-55, 59-60, Budapest, 25 Confederación Germánica del Norte,
Antártida, 248,266,287 78, 88, 105, 114, 119, 120, 128, Bulgaria, 35, 120, 216-219, 236-240 210,212
334 EL SIGLO xrx
ÍNDICE ALFABÉTICO 335 11
Congo Belga, 248,271 ,1
Dumas, Alexander, 173 Franckfurt, Parlamento de, 197 78-79, 85, 90-92, 96, 105-106,
Conrad, )oseph, 20, 183, 248, 280
Dunoyer, Charles, 71 Francia, 17, 33, 35, 39-46, 49-60, 65,
Constable, John, 13 108-111, 114-117, 120, 124-125,
Durkheim, Émile, 284 70-71,75-76,78,87-89,96-97,
Constant, Benjamín, 70 129,133,136-138, 146,148-149,
Constantinopla, 192,199,217,239 105-106, 109-110,112-126,129, 158, 189-190, 193, 195, 197-204,
Ediso.n, Thomas, 116, 126 135-136, 148-150, 170-171, 189- 207-208,212,216-232,238,240- 1
Corea, 13, 227-229, 234
Egipto, 192-193, 223,225,232 195,198-200,205,209-215,219- 246,255-262,267-278,285,287
Corn Laws, 50, 260 .1
Einstein, Albert, 182
Cort, Henry, 113 220,224,227,231,237-238,243- Gran Depresión, 26, 95-96, 105-106,
El Cairo, 226
Courbet, Gustave, 16, 179 246, 255-256, 265, 267-274 139,221,283
Eliot, George, 160,162,169,178, Francisco Fernando, archiduque, 242 Gran Exposición, 281
Couture, Thomas, 281-282
183-184 .1
Cracovia, 25, 193 Francisco José, emperador de Aus- Gran Ley de la Reforma, 45, 50
Eliot, T.S., 184 1
Cranborne, Lord, 21 tria, 204, 285 Grecia, 35, 45, 138, 192,218,239
Enfield, rifles, 264
Crimea,61 franco-prusiana, guerra (1870-1871 ), Grey, sir Edward, 239, 286
Engels, Friedrich, 93, 166 26, 211-213 Grosvenor, familia, 96
Crimea, guerra de (1853-6), 55, 60,198
Escandinavia, 31,34, 50, 58-60, 120, Freud, Sigmund, 181-183, 249 Guadalupe, 256
Croacia,35
188
Crompton, Samuel, I 13 Frevert, Ute, 74 Guayana, 256
Escocia, 34, J 11,120,132 Freytag, Gustav, 16
Cuba, 257,270 Guilermo I, emperador alemán, 213
España, 13-15, 23, 33, 43, 46, 52, 54, Frith, William, 179, 184 Guillermo II, emperador alemán, 49,
56, 59-60, 65, 70, 75, 84, 87, 88, Furet, Fran<;ois, 37 221
Daguerre, Louis, 126
95,105,111,120, 121, 138, 191- Guizot, Fran<;ois, 23, 172
Dahlhaus, Car!, 156
DahJmann, Fríedrich, ·70
193,212, 222,224, 256-258, 269-
270,285,
Galicia, 88 ,,
Daimler, Gottlieb, 116 Galitzia, 33, 116. Habermas, 1ü¡,g~':' 72
Essen, 94
Dangerfield, George, 282 Gambetfa, Léou, 37-39 • Hag~_n, "".i&J..íJüp,}X:.> ?_:1 ,,
Estados Unidos, 13, ~2, 42, 52-53, 1
Darby, Abraham, 113 Gandhi, Mahatma, 287 H-aggard;.Si/&·ñfy-Rider, 267
112,133-136,207-208,224,227, Garibaldi, Giuseppe, 204-205 Hambach, 38
Darwjn, Charles, 15, 145, 164-168,
229,232,265,270,272,287 Gatling, ametralladora, 264 rlamburgo, 108,125,132,135,145
178-179, 181-183
Esterházy, familia, 154
Daumard, Adeline, 77, 146 Gauguin, Paul, 158,268 Hannover, 108,129,210
Etiopía, 271
Davy, Humphry, 116 Gauss, Karl Friedrich, 126 Harcourt, sir William, 23
Defoe, Daniel, 19,247 Gerschenkron,Alexander, 104-105, 131 Hardy, Thomas, 183
Fachoda, incidente ( 1898), 225,277 Giesen, 163 Hargreaves, Ja~mes, 113
Derwyshire, 116
Faraday, Michael, 116
Dickens, Carlos, 16, 103, 127, 135, Gilchríst, Percy, 113 Harkort, Friedrich, 64
Federico Guillermo rv; rey de Prusia, Girl, Guides, 268 Hawtho.rne, Nathaniel, 174
143,169,178, 183-184 43,93
Dilthey, Wilhelm, 184 Gissing, George, 20, 182 Hay, J. Macdougall, 118
Federico II "el Grande", rey de Prusia, Gladstone, William Ewart, 23, 28, 39, Haydn, )oseph, 154
Dinamarca, 33, 45, 48, 55, 59, 60, 155
105,138,147,189,207,208 62,262 Hegel, Georg Wilhelm Friedrich, 102,
Feuerbach, Ludwig, 158 Goa, 257 168, 174-178, 186,284
Disraeli, Benjamin, 51, 62, 104
Filipinas, 257,270
Donzelot, Jacques, 79 Goncharov, lvan, 121 Heine, Heinrich, 16, 159, 169
Finlandia, 45, 60, 283
Dostoievsky, Fyodor, 102-103, 154 Goncourt, hermanos, 169 Henckel von Donnersmarsch, Guido,
Flandes, 109
Dresde, 100 Gordon, Charles George, general, príncipe, 96
Flaubert, Gustave, 73, 179 264,267 Herzen, Alexander, 86
Dreyfus, Alfred, 27
Fontane, Theodor, 20, 103 Gramme, Zénobe, 116 Herzl, Theodor, 284
Droysen, Gustav, l 73
Fourier, Charles, 82, 84 Gran Bretaña, 14, 17, 33, 35, 38-39, Heywood, Colin, 16
DuBois-Reymond, Emil, 178
Franckfurt, 126, 132,210 42-43,49-52,56,58-59,70-71, 76, Heywood, familia, 78
336 EL SIGLO XIX
ÍNDICE ALFABÉTICO 337

Hirnmelfarb, Gertrude, 165 Kehr, Eckart, 149


Hobson, J.A., 249
Lores, Cámara de los, 26, 32 Meinecke, Friedrich. 180, 186
Keynes, Jolm Maynard, 1SI Loti, Pierre, 267 Mendel, Gregor, 162, 163
Hohenzollern, príncipe de, 212
Kipling, Rudyard, 267 Lourdes, 1,5, 41 Mesopotamia, 224
Holanda, 31, 33, 50, 54, 58-60, 105, Kitson Clark, George, 158 Lovejoy, Arthur, 94 Metternich, Clemens, principe de, 16,
120, 138, 188-189, 192,222,224, Klenze, Leo von, 155, 173 Lueger, Karl, 27, 38, 283-285 57, 194-195
57-258,269-270,275 Koch, Robert, 145
Hong Kong, 259
Luis It rey de Baviera, 154 México, 208,256
Koditschek, Theodore, 73 Luis XVIII, rey de Francia, 43 Michelin, André, 116
Hood, Thomas, 16
Koniggriitz, batalla de ( 1866), 209 Luis Felipe, rey de Francia, 117 Mickiewicz, Adam, 43
Hopkins, Tony, 19
Kosovo, batalla de, 172 · Lumiére, Louis y Auguste, 126 Milán, 14, 25
Hugo, Victor, 16
Kraus, Kar1, 126 Luxemburgo,55,132,212 Mill, James, 248
Hungría, 52,201,202,203,216 Krupp, F.A., 76, 94 Lyell, Charles, 166 Mill, John Stuart, 42, 159
Huxley, T.H. 161
Kuhn, Thomas, 164 Lyon,76,84,274 Millet, Jean Fraw;:ois, 16
Hyndman, Henry Mayers, 41 Kulturkampf, 35 Módena, 204
Macadam, John, 117 Mónaco,55
India, 200,226,229,251, 254-256, Labuan, 259 Macao,257 Morris, R.J., 71, 77
258,264,287 Lagos, 259 Macedonia, 218,239 Motte-Brédart, Pauline, 74
Indonesia, 257
Lamartine, Alphonse de, 281 Mackau, barón, 46 Mozambique,257,270
Irlanda, 14, 24, 31, 33, 35,46, 50, 58, Lancashire, 81, 93 Maistre, Joseph de,42, 91,171 Munich, 25, 173
88,108,lll,121,133,171,196,285 Landes, David, 112 Malaysia, 258, 266, 270 Murdock, Wtlliam, 114-115
Israel, 285
Lavigerie, cardenal, 266-267 Malta, 258 Musil, Robert, 184
Italia, 12, 14, 17, 23, 43, 45, 52, 56-59, Le Creusot, 94, 113 Malthus, Thornas, 107, 166 Mussolini, Benito, 185
78, 87, 88,105, 120,121, 125, '138,
148,189,191, 193°195,202--206,
Leibl, Wilhelm, 16
Lenin, Wladimi~ Ilych, 41, 53, 1i"i85,
Ma_nby,.Aa1;_~~•lq · i~: _:}·
Manéh~~68,t2in; ,t,fs, 114,119;.
Myers, .F.W.,H., 160 .. ,>'.
209,213,219-220,224,238-240, 248-250 132 Napoleón!, 12, 15, 28, 34, 191, 198,
271,285
Leopoldo IJ, rey de Bélgica, 222, 248, Manchuria, 229,234,271 255-256
Izvolski, 236
271 Mann, Michael, 28 Napoleón IIJ, 13, 23, 45, 51, 57, 61,
Leroux, Pierre, 69 Mann, Thomas, 124 103,128,198-199,203-206,207,
Japón,13,61,224-225,227-230,232, Lessing, Car! f◄riedrich, 173 Marburgo, 72 209-210, 213
234, 271 ,'287
Levassor, Emile, 116 Marconi, Guglielmo, 126 Nápoles, 25, 36, 56, 76, 191, 204-205
Jartum, 264, 267
Lewes, G.H., 162 Marruecos,223,224,229,232,238, Nassau,210
Jaures, Jean, 42, 268 Lewis, Paul, 113 270 Negro, mar, 200, 213, 218
)ay, Jonh, 113
Libia, 239,271 Martin, Pierre y Emile, 113 Newbolt, Sir Henry, 267
Jenyns, Soame, 90
Líebig, Justus von, 124, 163 Martineau, Harriet, 69 Newcomen, Thomas, 113
Jerusalén, 198
Liechtenstein, 55 Martinica, 256 Nicolás I, zar de Rusia, 197
Johnson, Christopher, 84 Lille, 73, 76 Marwitz, Ludwig von der, 92, 97 Nicolás II, zar de Rusia, 53, 236
Joyce,James, 183 Limoges,89 Marx, Karl, 15, 23, 32, 42, 55, 66, 80, Niepce, Joseph, 126
Joyce, Patrick, 66, 89, 93 List, Friedrich, 128 88,93,101-103,145-147, 159, Nietzsche, Friedrich, 15> 153-154,
judíos, 26, 33, 91, 118-119, 285 Liverpool, 114 167-170,177, 180,183, 185,248- 159,160, 180-184
Livingstone, David, 248, 266-267 24 Nilo, 248
Kanatchikov, S.I., 89
Lombardía, 196,201,204 Mayer, Arno> 95 Niza, 204
Karlsbad,16
Londres, 36, 59, 76, 96, 100, 126, 143, Mazzini, Giuseppe, 43 Nobel, premios, 18, 116, 163
Kay, )ohn, 113
207, 257, 261 Meck.lenburgo, 110 Noiret, Charles, 81
338 EL SIGLO XIX ÍNDICE ALFABÉTICO 339

Noruega,45,59,108,138,238 Polonia, 33, 35, 56, 59-61, 88, 1 !O, Ru'manía, 35, 45,116, 138, 195-196, Shorthouse, J.W., 72
Novi-Pazar, 235 129,189,192,195-196 202,218,240,242 Siberia, 133
Nueva York, 26, 143 Pomerania, 109 Rusia, 13-16, 23, 24-25, 33, 43-56, 61, Sicilia, 205
Nueva Zelanda, 133, 259, 265 Port Arthur, 229 67,76,86,87,90,94,97,105, 106, Sidwick> Henry, 184
Portugal, 18, 59,105,111,138, 191- 108,110,111, 120-122, 128-133, Siemens, Friedrich, 113
O'Connell, Daniel, 43
Oberhausen, 132
193,222,224,227,257,269,275,
285-286,287
135,148-150, 190,191,193,196-
202,207,209,212,213-222,224,
Silesia, 97, 132
Singapur, 258, 266
1
Oberkampf, 93 Praga, 40 227-232,235-245,27l-272,285, Smiles,Samuel, 77,166 i l
Omdurman, 264 Primera Guerra Mundial, 14, 148, 287 Smirke, sir Robert, 155 1
Oriente Medio, 191-193, 199,208, 150, 232-236, 240-246, 249,282, ruso-japonesa, guerra (1905-6), 13, Smith, Adam, 42, 248, 258
218,220,232,248,271 285,287 6l,227-229,271,287 Smith, Bonnie, 74 1
Owen, Robert, 42, 62, 84, 88 Primo de Rivera, Miguel, general, Russell, familia, 96 Smith, John Prince, 68
Ozanam, Frédéric, 64

Paganini, Niccolo, 155


285-286
Prindp, Gavrilo, 171
Proudhon, Pierre Joseph, 16, 80
Saint-Simon, Claude-Henri de Rouv-
roy, conde de, 42, 84, 86-87
Snow, C.R., 182
Sombart, Werner, 118
Sonderweg, 48
'
1
1
País Vasco, 88 Prusia, 18, 34, 45-46, 54, 56, 58, 92- Sajonia, 132,147, 149 Sorel, Georges, 185-186
1
Países Bajos, 59, 188, 194 94, 109-l l l, 121, 129-130; 132, Salat, Titus, 75 Spencer, Herbert, 166,170, 182
Palmerston, vizconde, 195,261,273 147,176,189,191,193,196,201, Salisbury, marqués de, 277 Spender, Stephen, 185 1
Panamá,264 203-204, 206, 208-209, 211,213, Salones, 282 Stan!ey, sir Henry Morton, 248, 266
1
Panamá,canal,264 269, Véase también, Alemania San Marino, 286 Stedman Jones, Gareth, 65-66
París, I I, 14, 25,36 1 77, 82, ~6, 96, Puerto Rico, 257,270 San Petersburgo, 36, $9,127, 132 Stein, Heinflch -Friedrich Kar:li ~~rón :¡
116, 127, 132, 143, 146, rs9, 163, San Stefano, tratadq_!le (1878), 217 de,92 (
169,200,213,255 Radetzky, Johaim Jos~ph, collde de, Sarajevo, 12 StevenSon, Ro.béri:. Louis) 26_7
Parma, 204 25 Schinkel, Karl Friedrich, 155 Stolypin, Pyotr, 54 1
Parsons, Charles, 114 Ranciere, Jacques, 85-87 Schleswig-Holstein, 55, 196-197, 208- Strauss, David Friedrich, 158 1
Pasteur, ~ouis, 163 Ranke, Leopold von, 172 210 Strousberg, Bethel Henry, 127
Paul, Lewis, 113 Sudáfrica, 224,227,234,259,265, 1
Rathenau, Emíl, 116 Schneider, hermanos, 113 (
Paulov, P.P., 83 Rechberg, Aloys Franz, conde d,, 208 Schoeder, Paul, 12, 16, 57 266,287 1
Pavie, 250 Reichstag, 47 Schopenhauer,Arthur, 100,180 Sudán, 225
Peel, sir Robert, 261 Renan, Ernest, 40 Schumpeter, joseph, 250 Suecia, 59, 105-106, 132, 138 1
Péguy, Charles, 12 Renler, Jglius, 126 Sclieffen, plan, 234, 2.42 Suez) canal de, 226, 264 1
Pereire, hermanos, 114, 127 Revolución francesa, 15, 24, 37, 43- Scott, Joan, 84 Suiza, 52, 105, 120, 125, 138, 188-
:t
Perkín, Harold, 79 44, 51, 56, 86, 90-91, 97,172,286 Scott, Robert Falcon,266 189, 193,286
Perkin, William Henry, 115 Rhodes, Cecil, 250 Sebastopol, 200 Susses, 41 1
Persía, 200,223,229,232,259,271 Ricardo, David, 102 Sedán, batalla de (1870), 213 Swan, Joseph, 116
Peters, Car!, 250, 266 Roberts, Richard, 113 Seeley, sir John, 249 Sybel, Heinrich de, 173
Phiilipps, sir Thomas, 179 Rodin, Auguste, 184-185 Senegal, 256, 270
(
Pío IX, 161 Roma,37,208,213 Sérbia,217-2l9,239-240,242-244, Tauregui, Pilar, 75
Pipes, Richard, 14 Rothschild, 116, 119, 127, 146 285 Tennyson, lord Alfred, 159, 173 (
Poelart, Joseph, 173 Roubaix, 74 Sewell, William, 86 Tercera República, 52, 270
Poincaré, Raymond, 240 Rubinstein, W.D., 75 Shaw, George Bernard, 100 terror, 91
Pollard, Sidney, 106, 115 Ruhr, 132 Sheham, James, 15 Thiers, Louís Adolphe, 52
340 EL SIGJ_Q ,'OX

Thomas, Sidney, 113 Virchow, Rudolf, 163, 166


Thompson) F.P., 67 Vischer, Friedrich Theodor, 152 Índice
Timor,257 Voltaire, Frani:;:ois-Marie Arouet de,
Tirpitz, Alfred de, 230 15
Tocqueville, Alexis de, 22, 42, 170-172
Prefacio del editor de la colección 7
Tolstoy, Leon, conde de, 41 Wagner, Richard, 16, 99-103, 154,
Tombs, Robert, 17 284
Toscana, 204 Introducción: el final del Antiguo Régimen 9
Wahrman, Dror, 70, 79
Trafalgar, batalla de (1205), 256 Wallace, Alfred, 165
T.C. W. Blanning
Treitschke, Heinrich von, 173 Waterioo, batalla de, 27,256,276
Tres Emperadores, Alianza (1881), Watt, James, 113
219 1 Política 19
Weber, Carl Maria von, 155
Tres Emperadores, Liga (1872-3), 219 Robert Tombs
Weber, Max, 118, 157, 184
Trevithick, Richard, 113 Weber, Wilhelm, 126
Triple Alianza (1882), 220,229 El triunfo del liberalismo 19
Weitling, Wilhelm, 82, 83
Trollope,Anthony, 127,143 Wellington, duque de, 119,262 Hitos y acontecimientos decisivos 22
Troncin, André, 87 Weltpolitik, 19,224 El sustrato político 25
Turgenev, Ivan, 122 Wesley, Jonh, 73 Política y cambio 34
Turner, Joseph, 180 Wesserling, 93 Ideologías e instituciones 40
Turquía, (Imperio Otomano), 61, Whitaker, WiHiam, 73 Caminos divergentes 46
191,193,196,198,199,200-218, Wtlkinson,John,113 Geopolítica , 53
236-239, 259, 26_5, 271,274 Wilson, Daniel, 113 · Conclusión . ~ 60
·..-W}nckeJma'ilil., Jóh.aiin.Joa~Hil11, . ~ ' - j_,
. :.;•. :i7;"
Ucrania, 60 174
Witte, Sergei, conde, 54, 128 2 Sociedad 62
Valencia, 88 Wright, hermanos, 116 Colín Heywood
Van Gogh, Vincent, 154 Wüttemberg,109,212
Venecia, 25, 37,196,201, 203-204, Wyatt, John, 113 Conceptualización del cambio , , 62
208,211
Veme, Jules, 248
El liberalis1no, los «estratos sociales medios)>i y la sociedad
Young, James, 116
Versailles, 213 competitiva 66
Yuan Shi-k'ai, 27C 287
Víctor Manuel 11, rey de Italia, 202-205 El socialismo, los trabajadores y la sociedad solidaria , 78
Viena, 14, 16, 19, 26, 37,132,173, Zamora, 88 El conservadurismo, los «estratos sociales superiores» y la sociedad
188,189,190, 194-195,201,245, , ,
Jerarqmca· 88
Zeppelin, Ferdinand, conde de, 116
283-285 Zetkin, Clara, 88 Conclusión 95
Vietnam, 266 Zola,Émile, 103,127, 143-144, 145,
Villenueuve-Bargemont, Alban, con- 183,284
de, 92 3 La economía europea, 1815-1914 97
Zollverein, 128, 129
Niall Ferguson

Visiones apocalípticas 97
Cuantificación del crecimiento 102
342 EL SIGLO XIX
ÍNDICE ALFABÉTICO 343
r
Explicación del crecimiento: la oferta de mano de obra 104 279
Conclusión: la entrada en el siglo XX
El capital 109
T.C. W Blanning
El espíritu del capitalismo 115
Otros sectores ll8 287
Bibliografía recomendada
La geografía del cambio 126 294
Cronología: el «largo siglo XIX», 1789-1914
Consecuencias 143
Mapas
Europa en 1789 318
Europa en 1815 320
4 La cultura 150
Europa en 1914 322
James J. Sheehan
Posesiones europeas en 1830 324
Posesiones europeas en 1878 326
La cultura moderna 150
El mundo en 1914 328
Instituciones 151
Lista de colaboradores 330
Secularización 155
índice alfabético 332
La ciencia 158 1
La historia 166 /
1
Sistemas 172
El modernismo 178 1

. '-~

5 Política internacionaj/paz y guerra, 1815-1914 ,,, · · ;185


'
·:)~íJ:,. 1'
Paul W .Schroeder ·

El sistema de Viena 186


El sistema socavado y desbaratado, 1848-1861 193 1

La creación de Prusia-Alemania, 1862-1871 204 (


1
El sistema de Bismarck en funcionamiento, 1871-1890 214
Imperialismo y política mundial, 1890-1907 219
El hundimiento progresivo en la vorágine, 1908-1914 233

6 Expansión hacia ultramar, imperialismo e imperio,


1815-1914 245
A. G. Hopkins

Ideología y erudición en el estudio del imperialismo 246


1
Los imperios europeos en 1815 253 (
1
1870: la lucha por el dominio del mun<;lo 261 /

Europa y el mundo de ultramar en l 914 269 '


Conclusión 277

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