Está en la página 1de 14

Tema 10

Revisión de oficio de los actos administrativos


Prof. Dr. Luis Fernando Barrios Flores

SUMARIO:

1.- Condiciones generales.


2.- Supuestos.
3.- Revisión de oficio de los actos administrativos [y disposiciones generales].
3.1.- Actos legítimos.
3.1.1.- No declarativos de derechos.
3.1.2.- Declarativos de derechos.
3.1.3.- De gravamen o desfavorables.
3.2.- Actos ilegítimos.
3.2.1.- Declarativos de derechos.
3.2.1.1.- Actos nulos.
3.2.1.2.- Actos anulables.
3.2.2.- Simples errores materiales,
3.3.- Disposiciones generales.

1.- Condiciones generales.

Cuando la Administración lleva a cabo un “acto administrativo” o bien aprueba una


disposición general (un reglamento), nos encontramos ante dos principios, a primera vista
contradictorios:

- De un lado, con fundamento en la seguridad jurídica siempre deseable, mas que


oportuna, parece incluso necesaria, una estabilidad, una certeza de que el acto o
disposición dictados por la Administración se perpetúe en el tiempo. El caso más
evidente es que la Administración haya dictado un acto favorable (licencia de
detective privado, nombramiento de un policía,…). Parece lógico que el ciudadano
afectado y favorecido por la resolución administrativa (otro tanto puede decirse de la
aprobación de un reglamento en base al cual se otorga la licencia o se efectúa el
nombramiento) ostente algún derecho a que dicho acto perdure. Este postulado de
seguridad está relacionado con los llamados “derechos adquiridos” 1. También debe
1 Debe diferenciarse, no obstante, lo que realmente son “derechos adquiridos” de las “meras expectativas de
derechos”. El siguiente ejemplo puede ser clarificador. La Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial,
establecía la anticipación de la edad de jubilación de los Jueces y Magistrados (antes estaba fijada en 70 –como
lo está actualmente- y pasó a establecerse en 65 años), en su Disposición Transitoria 28.1, en relación con el
art. 386 LOPJ. Fueron presentados recursos –de inconstitucionalidad de la norma y de amparo de algunos de los
afectados-. A título de ejemplo, la STC 108/1986, de 29 de julio, se refiere –entre otras cosas- a la
indemnizabilidad o no del anticipo de la edad de jubilación de los titulares de los órganos jurisdiccionales,

1
resaltarse la conexión existente con el art. 3.1.e) LRJSP, precepto que dispone que
las Administraciones públicas deberán respetar en su actuación los principios de
buena fe2 y de confianza legítima3. También el art. 110 LPA señala que las
facultades de revisión no podrán ser ejercitadas, entre otras circunstancias, cuando
ello resulte contrario a la buena fe.

- De otro lado, existen circunstancias que compelen a modificar actos o disposiciones


administrativas por concurrir situaciones de ilegalidad del acto o disposición en unos
casos, o de oportunidad, en otros casos.

El resultado final de estos principios contrapuestos es reconocer que la Administración


pública puede, por razones de legalidad o de mera oportunidad, revisar los actos
administrativos y las disposiciones generales (reglamentos) por ella dictados. No obstante,
cohonestando lo anterior con los postulados de seguridad jurídica, buena fe y confianza
legítima, tal mutabilidad de actos o disposiciones debe llevarse a cabo a través de un
procedimiento dotado de las consiguientes garantías.

Los actos que dicta la Administración o el silencio administrativo –que como sabemos
también produce efectos- pueden ser modificados, sustituidos o anulados. Es decir, pueden ser
revisados. Esta modificación de los actos administrativos puede ser en dos vías:

- Vía administrativa: Admite dos modalidades:

o Revisión de oficio: La Administración, por propia iniciativa o a solicitud del


interesado, puede modificar o anular un acto administrativo.

o Recursos administrativos. Un administrado u otra Administración Pública,


según los casos, puede impugnar mediante la presentación de un recurso
administrativo un acto de la Administración.

distinguiendo entre “derecho subjetivo” (consolidado y por tanto “derecho adquirido”, de lo que meramente es
una “expectativa de derecho”): falta en el artículo 386 de la LOPJ un elemento indispensable para que pueda
calificarse la reducción de la jubilación de medida expropiatoria, cual es que sólo son expropiables y, por tanto
indemnizables la privación de bienes y derechos o incluso intereses patrimoniales legítimos aun no garantizados
como derechos subjetivos (por ejemplo, las situaciones en precario); pero en ningún caso lo son las
expectativas. Más aún, la doctrina jurídica y la jurisprudencia consideran, casi unánimemente, que sólo son
indemnizables las privaciones de derechos ciertos, efectivos y actuales, pero no eventuales o futuros. En la
medida en que, como se ha dicho reiteradas veces, no existe un derecho adquirido a que se mantenga una
determinada edad de jubilación, debe concluirse que de lo que se ha privado a Jueces y Magistrados es de una
expectativa, pero no de un derecho actual consolidado, con la consecuencia de que esa privación no es
expropiatoria”.
2 El principio de buena fe aparece en el art. 11.1 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, referido a todo tipo de

procesos; también hace mención a él el art. 7.1 del Código Civil. La buena fe implica un “estándar de conducta
ética que debe presidir el ejercicio de los derechos subjetivos y los procedimientos y prácticas administrativas y
procesales” (MUÑOZ MACHADO, Santiago (Dir.): Diccionario del Español Jurídico, RAE-CGPG, Madrid, 2016,
p. 275.
3 Este principio “protege la seguridad jurídica de quienes se relacionan con la Administración, considerando

ilegítimos los cambios arbitrarios e injustificados de criterios por parte de ésta” (MUÑOZ MACHADO, Santiago
(Dir.): Diccionario del Español Jurídico, RAE-CGPG, Madrid, 2016, p. 457).

2
- Vía jurisdiccional: mediante el recurso contencioso-administrativo. Un particular u
otra Administración Pública pueden, en determinadas condiciones, impugnar un
acto o una disposición administrativa por considerar que es contraria a Derecho 4.

Debe tenerse presente que la revisión tiene unos límites que, además, son más que
razonables: la anulación o la revocación han de respetar la equidad, la buena fe, la confianza
legítima. El art. 110 LPA así lo indica:

“Las facultades de revisión no podrán ser ejercitadas cuando por prescripción de


acciones, por el tiempo transcurrido o por otras circunstancias, su ejercicio resulte
contrario a la equidad, a la buena fe, al derecho de los particulares o a las leyes”.

Además de estos límites especificados en sede legal, la jurisprudencia ha señalado


otros, que también habrán de tenerse en cuenta. Así:

- Es inviable la revisión de oficio de actos declarados nulos de pleno derecho por una
sentencia judicial firme. El Tribunal Supremo ha señalado que no es posible tal
revisión, ya que ello sería contrario al principio constitucional consagrado en el art.
118 CE que proclama la obligación de cumplir las sentencias y demás resoluciones
firmes de Jueces y Tribunales5.

- No es aplicable tampoco la revisión de oficio respecto de los actos de trámites. La


razón de ello, ha afirmado el Tribunal Supremo, es que para estos casos -en el caso
de que produjera en ellos causa de nulidad o anulabilidad- no sería necesario acudir
al sistema de revisión de oficio, sino que bastaría con retrotraer las actuaciones al
momento anterior al que se produjeron dichos actos y subsanar los defectos que se
hubieran observado. Es decir, la aplicación del sistema de revisión de oficio ha de
llevarse a cabo mediante una interpretación restrictiva, no pudiendo utilizarse esta
vía más que contra actos que hayan puesto fin a la vía administrativa o contra
aquellos contra los que no se haya interpuesto el recurso en plazo6.

2.- Supuestos.

Obsérvese que estamos hablando de revisión de actos, pero también de disposiciones


generales (reglamentos). El esquema que proporcionan los profesores Martín Mateo y Díez
Sánchez es muy ilustrativo del repertorio de la llamada “revisión” de actos y disposiciones
generales:

4 La regulación de la vía jurisdiccional se encuentra en la Ley 29/1998, de 13 de julio, reguladora de la


Jurisdicción Contencioso-Administrativa (LJCA).
5 STS 3ª, 21.7.2003, Pte. Maurandi Guillén (CENDOJ 28079130072003100394).
6 STS 3ª, 10.2.2017, Pte. Fernández Valverde (CENDOJ 28079130052017100061).

3
■ Actos legítimos:

● No declarativos de derechos: son revocables libremente.

● Declarativos de derechos: son irrevocables, salvo que se produzca el


incumplimiento o exista una previsión al respecto en el propio acto.

● De gravamen o desfavorables: son revocables en cualquier tiempo.

■ Actos ilegítimos:

● Declarativos:

○ Nulos: Son revisables por la Administración en cualquier tiempo,


previo dictamen favorable del Consejo de Estado u órgano consultivo
autonómico.

○ Anulables: Requieren previa declaración de lesividad por parte de la


Administración, dentro del plazo de 4 años desde que dictó y posterior
impugnación ante el orden jurisdiccional contencioso-administrativo.

● Simples errores materiales, de hecho o aritméticos: Pueden ser modificados


por la Administración en cualquier tiempo.

■ Disposiciones generales:

● Legítimas: Son derogables en aplicación del principio de jerarquía normativa.

● Ilegítimas: Cabe la nulidad por la Administración en cualquier momento, previo


dictamen favorable del Consejo de Estado u órgano consultivo autonómico.

3.- Revisión de oficio de los actos administrativos [y disposiciones generales].

Siguiendo el esquema anterior cabe diferenciar:

3.1.- Actos legítimos.

3.1.1.- No declarativos de derechos.

Ya se descrito en el esquema antecedente. Tales actos, precisamente por no reconocer


un derecho al ciudadano, no requieren especiales cautelas. Precisamente cuando se habla de
revocación de actos administrativos (109 LPA), no se alude a esta cuestión.

3.1.2.- Declarativos de derechos.

4
Cuando se trata de actos declarativos de derechos, la cuestión merece especial
atención. Es el caso del reconocimiento de una situación jurídica individualizada
(reconocimiento de una mención honorífica –medalla, acompañada o no de una retribución
económica-, otorgamiento de la licencia de ejercer como detective privado, reconocimiento de
la condición de empleado público, etc.)7. En tales casos el nivel de garantías, lógicamente, ha
de ser mayor. Aunque la actuación administrativa sea legítima, la modificación de una
resolución demanda que los afectados por ella tengan garantizados sus derechos e intereses
legítimos. Recuérdese que estamos en presencia de “actos legítimos” (que, en este caso,
aunque exista una clara diferencia, se identifican como “actos legales”).

Pues bien, si el acto es legítimo y es declarativo de derechos, es irrevocable, salvo en


dos supuestos:

- Que se produzca el incumplimiento (de las condiciones preestablecidas). Algunos


ejemplos ilustran este supuesto:

o El art. 16 del Reglamento de Servicios de las Corporaciones Locales de 17


de junio de 1955 (BOE, de 15 de julio)8 establece que las licencias
municipales quedarán sin efecto si se incumplieran las condiciones a que
estuvieran subordinadas y deberán ser asimismo revocadas cuando
desaparecieran las circunstancias que motivaron su otorgamiento o
sobrevinieran otras que, de haber existido a la sazón, habrían justificado su
denegación y podrán serlo cuando se adoptaren nuevos criterios de
apreciación. En este último caso, procederá a resarcirse de los daños y
perjuicios ocasionados al particular, ya que la actuación administrativa
revocatoria en realidad carece de sustento fáctico-jurídico.

o En el ámbito de la seguridad privada:

▪ El art. 61 del Real Decreto 2364/1994, de 9 de diciembre, por el que


se aprueba el Reglamento de Seguridad Privada (BOE, 10 de enero
de 1995)9, establece que para poder prestar servicios con armas, los
vigilantes de seguridad y escoltas privados, así como los guardas
particulares del campo habrán de obtener licencia C en la forma
prevenida en el Reglamento de Armas. Es pues un acto declarativo
de derechos, pero tal licencia quedará sin efecto cuando los titulares
de la misma cesen en el desempeño del puesto en razón del cual les
fue concedida.

▪ El art. 27 de la Ley 5/2014, de 4 de abril, de Seguridad Privada10


establece que para el desarrollo de sus respectivas funciones, el
personal de seguridad privada habrá de obtener previamente la

7 De la Policía Nacional, Guardia Civil, Policía Local o Instituciones Penitenciarias, por ejemplo.
8 https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1955-10057
9 https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1995-608
10 https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2014-3649

5
correspondiente habilitación del Ministerio del Interior. Uno de los
requisitos (28.1.c) LSP) es tener la aptitud física y psíquica
necesarias para el ejercicio de sus funciones. Por consiguiente, si
por accidente o enfermedad pierden tal aptitud, la habilitación –en su
día perfectamente legal- quedará revocada por incumplimiento de las
condiciones preestablecidas para el ejercicio de la profesión.

- Que exista una previsión al respecto en el propio acto.

3.1.3.- De gravamen o desfavorables.

Las Administraciones públicas podrán revocar en cualquier momento, mientras no haya


transcurrido el plazo de prescripción, sus actos de gravamen o desfavorables, siempre que tal
revocación no constituya dispensa o exención no permitida por las leyes, o sea contraria al
principio de igualdad, al interés público o al ordenamiento jurídico (art. 109.1 LPA).

Piénsese, por ejemplo –aunque sea un caso extremo-, que se deniega una habilitación
para ejercer como escolta privado por tener el afectado antecedentes penales por delitos
dolosos (28.1.e) LSP) y posteriormente se revoca el acto denegatorio, a pesar de que dicho
afectado sigue teniendo antecedentes penales. El acto revocatorio sería contrario al
ordenamiento jurídico.

3.2.- Actos ilegítimos.

3.2.1.- Declarativos de derechos.

Cuando la Administración declara, es decir reconoce un derecho (una situación jurídica


individualizada favorable), pero a la vez tal reconocimiento es ilegal, nos encontramos ante un
panorama en el que la Administración está obligada a cumplir la legalidad –y por consiguiente,
a revisar un acto propio que incumplió la misma) aunque, al mismo tiempo, nos hallamos ante
un ciudadano que es lógico que reclame su derecho, su interés legítimo hasta entonces
protegido.

En estos casos, deben diferenciarse dos tipos de actos: aquellos que son nulos de
pleno derecho y aquellos que son meramente anulables.

3.2.1.1.- Actos nulos.

Si el acto es nulo de pleno derecho11, la Administración competente puede proceder a la


anulación de los mismos, por iniciativa propia o a solicitud del interesado, y ello en cualquier
momento (106.1 LPA).

11Son los supuestos mencionados en el art. 47.1 LPA, que a continuación se transcribe literalmente:
“1. Los actos de las Administraciones Públicas son nulos de pleno derecho en los casos siguientes:
a) Los que lesionen los derechos y libertades susceptibles de amparo constitucional.
b) Los dictados por órgano manifiestamente incompetente por razón de la materia o del territorio.
c) Los que tengan un contenido imposible.

6
Para la Administración General del Estado la competencia para la anulación se regula
en el art. 111 LPA del modo siguiente:

“En el ámbito estatal, serán competentes para la revisión de oficio de las disposiciones
y los actos administrativos nulos y anulables:
a) El Consejo de Ministros, respecto de sus propios actos y disposiciones y de los actos
y disposiciones dictados por los Ministros.
b) En la Administración General del Estado:
1.º Los Ministros, respecto de los actos y disposiciones de los Secretarios de Estado y
de los dictados por órganos directivos de su Departamento no dependientes de una
Secretaría de Estado.
2.º Los Secretarios de Estado, respecto de los actos y disposiciones dictados por los
órganos directivos de ellos dependientes.
c) En los Organismos públicos y entidades derecho público vinculados o dependientes
de la Administración General del Estado:
1.º Los órganos a los que estén adscritos los Organismos públicos y entidades de
derecho público, respecto de los actos y disposiciones dictados por el máximo órgano
rector de éstos.
2.º Los máximos órganos rectores de los Organismos públicos y entidades de derecho
público, respecto de los actos y disposiciones dictados por los órganos de ellos
dependientes”.

Por su parte La Disposición Adicional Primera de la Ley 16/2003, de 17 de diciembre,


de Medidas Fiscales, de Gestión Administrativa y Financiera, y de Organización de la
Generalitat Valenciana (DOGV núm. 4.654, de 19.12.2002), atribuye competencias a diversos
órganos de la Administración de la Generalitat Valenciana en materia de revisión de oficio de
actos administrativos nulos de pleno derecho y para las declaraciones de lesividad de los actos
administrativos anulables. En concreto, esta disposición establece que:

“En el ámbito de la administración de la Generalitat Valenciana y sus entes públicos,


serán competentes:
1. Para la revisión de oficio de los actos administrativos nulos de pleno derecho:
a) El Consell respecto a sus propios actos.
b) Los consellers respecto de sus propios actos, de los dictados por los órganos
superiores de la consellería y los órganos directivos no dependientes de algún
secretario autonómico, y por las entidades autónomas o entes públicos adscritos a la
consellería.
c) Los secretarios autonómicos respecto de los dictados por órganos directivos o
administrativos dependientes de ellos”.

d) Los que sean constitutivos de infracción penal o se dicten como consecuencia de ésta.
e) Los dictados prescindiendo total y absolutamente del procedimiento legalmente establecido o de las normas
que contienen las reglas esenciales para la formación de la voluntad de los órganos colegiados.
f) Los actos expresos o presuntos contrarios al ordenamiento jurídico por los que se adquieren facultades o
derechos cuando se carezca de los requisitos esenciales para su adquisición.
g) Cualquier otro que se establezca expresamente en una disposición con rango de Ley”.

7
En cuanto a la Administración Local, la declaración de lesividad ha de adoptarse por el
Pleno de la Corporación o, en defecto de éste, por el órgano colegiado superior de la entidad
local (art. 107.5 LPA).

Es requisito para tal anulación que:

- La iniciativa parta de la propia Administración o de algún interesado (106.1 LPA).


Debe exponerse que:

o Quien adopta la decisión de anulación, vía revisión, es la Administración


(106.1 LPA), aunque la misma haya sido instada por un particular.

o A la vista de la circunstancias del caso, el órgano competente para resolver


la revisión puede declarar la suspensión de la ejecución del acto que se
pretende revisar cuando pudieran causarse perjuicios de imposible o difícil
reparación (108 LPA).

o Si el procedimiento se inició de oficio, transcurridos seis meses sin


resolución se produce la caducidad. Si se inició a instancia de interesado se
entenderá desestimada la solicitud de revisión por silencio administrativo
(106.5 LPA).

- Los actos sean nulos. Las causas de anulación preceptivamente han de ser las del
art. 47.1 LPA ya que, si no lo fueran, el órgano administrativo podrá inadmitir la
solicitud sin recabar siquiera el dictamen del Consejo de Estado o de la Comunidad
Autónoma, al que luego se aludirá (106.3 LPA).

- El acto cuya nulidad se pretende ha de haber agotado la vía administrativa (es decir,
que no quepa contra él el recurso de alzada o, pudiéndose interponer, no se haya
hecho en el plazo legalmente establecido) (106.1 LPA).

- Se siga el procedimiento legalmente establecido, es decir, el regulado en el art. 106


LPA.

- Exista un dictamen favorable del Consejo de Estado 12 u órgano consultivo


equivalente de la Comunidad Autónoma13, según los casos (106.1 LPA).

La resolución administrativa versará sobre la ilegalidad –y por consiguiente nulidad- del


acto administrativo aunque, además –en el caso de nulidad-, podrá fijarse una indemnización,
siempre que concurran las circunstancias previstas en los arts. 32.2 y 34.1 LRJSP (106.4 LPA).

3.2.1.2.- Actos anulables.

12http://www.consejo-estado.es/
13En el caso de la Comunidad Valenciana el Consell Jurídic Consultiu de la Comunitat Valenciana:
http://portales.gva.es/cjccv/

8
En el caso de actos anulables, hemos de distinguir según sean los actos favorables o
desfavorables para el interesado.

- Favorables: Para que la Administración pueda anular un acto administrativo


favorable para el interesado es preciso que:

o Dicho acto sea anulable (107.1 LPA en relación con el 48 LPA).

o La Administración declare que tal acto es lesivo para el interés público


(107.1 LPA).

▪ Tal declaración la efectúen los órganos competentes (107.4 y 5


LPA). Indicar a este respecto que el órgano competente para
resolver la revisión puede declarar la suspensión de la ejecución del
acto que se pretende revisar cuando pudieran causarse perjuicios de
imposible o difícil reparación (108 LPA). Serán órganos
competentes:

• Si el acto proviniera de la Administración General del Estado


o de las Comunidades Autónomas, la declaración de
lesividad se adoptará por el órgano de cada Administración
competente en la materia (107.4 LPA)14.

• Si el acto proviniera de las entidades que integran la


Administración Local, la declaración de lesividad se adoptará
por el Pleno de la Corporación o, en defecto de éste, por el
órgano colegiado superior de la entidad (107.5 LPA).

▪ Dicha declaración de lesividad se efectúe dentro del plazo de cuatro


años desde que se dictó el acto (107.2 LPA).

o Se conceda audiencia a todos los interesados (107.2 LPA).

14 El art. 61.ñ) LRJSP establece que corresponde a los Ministros resolver los recursos administrativos y declarar
la lesividad de los actos administrativos cuando les corresponda.
Por su parte, la Disposición Adicional Primera de la Ley 16/2003, de 17 de diciembre, de Medidas Fiscales,
de Gestión Administrativa y Financiera, y de Organización de la Generalitat Valenciana (DOGV núm. 4.654, de
19.12.2002), atribuye competencias a diversos órganos de la Administración de la Generalitat Valenciana en
materia de revisión de oficio de actos administrativos nulos de pleno derecho y para las declaraciones de
lesividad de los actos administrativos anulables. En concreto, esta disposición establece que:
“2. Para la declaración de lesividad de los actos administrativos anulables:
a) El Consell respecto de sus propios actos.
b) Los consellers respecto de sus propios actos, y de los dictados por los órganos de su consellería y por las
entidades autónomas o entes públicos adscritos a la misma”.

9
o Desde que se inició el procedimiento de lesividad no transcurran más de 6
meses sin que sea declarada la misma, pues de lo contrario se produce la
caducidad (107.3 LPA).

o La Administración, cumplidos los requisitos anteriores, impugne el acto que


considera nulo de pleno derecho ante la jurisdicción contencioso-
administrativa (art. 107.1 LPA).

- Desfavorables: La Administración puede revocarlos, bien de oficio, bien a instancia


de los interesados, en cualquier momento –mientras no haya transcurrido el plazo
de prescripción15- siempre que ello no suponga una dispensa o exención no
permitida por las leyes, o sea contraria al principio de igualdad, al interés público o
al ordenamiento jurídico (109.1 LPA).

3.2.2.- Simples errores materiales, de hecho o aritméticos.

La Administración puede rectificar en cualquier momento los errores materiales, de


hecho o aritméticos existentes en sus actos (109.2 LPA).

Esto, obviamente, pudiera ser una vía de abuso por parte de la Administración
(pretendiendo a través de este mecanismo alterar sustancialmente el acto administrativo por
ella dictado). En este sentido el Tribunal Supremo viene manifestando que tal “error” ha de ser
“ostensible, manifiesto e indiscutible”16. Por ello ha de evidenciarse por sí mismo, y sin
necesidad de mayores razonamientos. Ello requiere dos matizaciones:
15 Esta alusión al plazo de prescripción tiene sentido, ya que, como afirma –entre otras- la STS 3ª, Sec. 4ª,
15.10.2012, Pte. Lecumberri Martí (CENDOJ 28079130042012100660): “la posibilidad de solicitar la revisión de
un acto nulo por la extraordinaria vía del artículo 102.1 [anterior LRJPAC], no puede constituir una excusa para
abrir ese nuevo período que posibilite el ejercicio de la acción del recurso administrativo o judicial de
impugnación del mismo, ya caducada, cuando el administrado ha tenido sobrada oportunidad de intentarlo en el
momento oportuno”, ya que “quien ha tenido sobradas oportunidades de ejercitar las acciones nulidad o
anulabilidad oportunas al amparo de los artículos 62 y 63 de la Ley 13/95 , pese a lo cual ha dejado precluir los
plazos legales para efectuarlo, no puede ejercitar tardíamente su pretensión de anulación por la vía del recurso
de revisión del artículo 102-1, y el intentar hacerlo así contraviene sin duda alguna la buena fe que ha de presidir
el desarrollo de las relaciones jurídicas y la finalidad perseguida por el ordenamiento al establecer un sistema de
recursos ordinarios sometidos a plazos taxativamente exigibles para postular tal anulación”. Esta cuestión ha de
entenderse, en la actualidad, referida a los arts. 106.1, 109.1 y 110 LPA.
16 STS 3ª, 30.1.2012, Pte. Huelín Martínez de Velasco (CENDOJ 28079130022012100080]: “[E]l error material o

de hecho se caracteriza por ser ostensible, manifiesto, indiscutible y evidente por sí mismo, sin necesidad de
mayores razonamientos, y por exteriorizarse "prima facie" por su sola contemplación, por lo que para poder
aplicar el mecanismo procedimental de rectificación de errores materiales o de hecho, se exige que concurran,
en esencia, las siguientes circunstancias: 1) que se trate de simples equivocaciones elementales de nombres,
fechas, operaciones aritméticas o transcripciones de documentos, 2) que el error se aprecie teniendo en cuenta
exclusivamente los datos del expediente administrativo en que se advierte, 3) que el error sea patente y claro,
sin necesidad de acudir a interpretaciones de normas jurídicas aplicables, 4) que no se proceda de oficio a la
revisión de actos firmes y consentidos, 5) que no se produzca una alteración fundamental en el sentido del acto
(pues no existe error material cuando su apreciación implique un juicio valorativo o exija una operación de
calificación jurídica), 6) que no padezca la subsistencia del acto administrativo, es decir, que no genere anulación
o revocación del mismo, en cuanto creador de derechos subjetivos, produciéndose uno nuevo sobre bases
diferentes y sin las debidas garantías para el afectado, pues el acto administrativo rectificador ha de mostrar
idéntico contenido dispositivo, sustantivo y resolutorio que el acto rectificado, sin que pueda la Administración, so

10
- Han de tenerse en cuenta los datos obrantes en el expediente administrativo17.

- Si el pretendido error se presta a dudas o han de recurrirse a datos ajenos al


expediente administrativo, no cabe la mera “rectificación”, sino que habrá que
proceder a la anulación de la resolución, por vía administrativa o, en su caso,
judicial.

3.3.- Disposiciones generales.

Una disposición general administrativa (reglamento, para entendernos), puede ser


jurídicamente nula. Recordemos que el art. 47.2 LRJPAC establece:

“También serán nulas de pleno derecho las disposiciones administrativas que vulneren
la Constitución, las leyes u otras disposiciones administrativas de rango superior, las
que regulen materias reservadas a la Ley, y las que establezcan la retroactividad de
disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales”18.

Cuando la Administración detecta la existencia de una disposición general que es


jurídicamente puede optar por vías:

- Derogarla sin más. Para ello es preciso dictar una nueva disposición general que así
lo establezca, ya que como señala el art. 2.2 del Código Civil: “Las leyes sólo se
derogan por otras posteriores”. Apréciese que, aunque el Código Civil emplea el
término “leyes”, el mismo es perfectamente extrapolable al ámbito reglamentario. La
derogación tiene un alcance temporal limitado: la norma derogada es ineficaz desde
el momento en que entre en vigor la nueva norma derogatoria19.

pretexto de su potestad rectificatoria de oficio, encubrir una auténtica revisión, y 7) que se aplique con un hondo
criterio restrictivo”.
17 Advertir que no puede confundirse el procedimiento con el expediente administrativo, pues éste sólo es la

materialización física del procedimiento. En general –salvo algunas excepciones (tal sería el caso de órdenes
verbales de un mando policial a sus subordinadas o la orden de la policía de disolver una manifestación), los
actos administrativos se producen por escrito (art. 55.1 LRJPAC). También las actuaciones que tienen lugar en
un procedimiento han de documentarse (por ej. la declaración de un testigo, la emisión de un informe pericial,…
se trasladan a un documento).
18 Se hace necesario recordar que el art. 128 LPA establece:

“2. Los reglamentos y disposiciones administrativas no podrán vulnerar la Constitución o las leyes ni regular
aquellas materias que la Constitución o los Estatutos de Autonomía reconocen de la competencia de las Cortes
Generales o de las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas. Sin perjuicio de su función de
desarrollo o colaboración con respecto a la ley, no podrán tipificar delitos, faltas o infracciones administrativas,
establecer penas o sanciones, así como tributos, exacciones parafiscales u otras cargas o prestaciones
personales o patrimoniales de carácter público.
3. Las disposiciones administrativas se ajustarán al orden de jerarquía que establezcan las leyes. Ninguna
disposición administrativa podrá vulnerar los preceptos de otra de rango superior”.
19 Acerca del alcance de la derogación, también señala el citado art. 2.2 CC: “La derogación tendrá el alcance

que expresamente se disponga y se extenderá siempre a todo aquello que en la ley nueva, sobre la misma
materia, sea incompatible con la anterior. Por la simple derogación de una ley no recobran vigencia las que ésta
hubiere derogado”.

11
- Declararla nula. Para ello es necesario seguir el procedimiento legalmente
establecido a tal efecto. En síntesis, es el siguiente:

o El procedimiento será siempre iniciado de oficio (art. 106.2 LPA). Nada


impide, sin embargo, que cualquier interesado solicite que la Administración
lo inicie. Ello es perfectamente posible ya que los procedimientos iniciados
“de oficio” lo pueden ser por acuerdo del órgano competente, bien por su
propia iniciativa, como consecuencia de una orden superior, a petición
razonada de otros órganos o por “denuncia” (denuncia administrativa, se
entiende; es decir, que el ciudadano ponga en conocimiento de la
Administración la existencia de una disposición general que incurre en vicio
de nulidad) (62 LPA).

o Es preceptivo un dictamen favorable del Consejo de Estado (en los


supuestos de normas dictadas por la Administración General del Estado) o
por el órgano consultivo equivalente de la Comunidad Autónoma) (106.2
LPA). Este dictamen es preceptivo y, además, vinculante, ya que se exige
un “dictamen favorable”.

o La Administración, si resuelve declarar nula la disposición, puede establecer


en la misma resolución las indemnizaciones procedentes a los interesados,
siempre que se den las circunstancias previstas en los artículos 32.2 y 34.1
de la Ley de Régimen Jurídico del Sector Público (106.4 LPA). Es decir, “en
todo caso, el daño alegado habrá de ser efectivo, evaluable
económicamente e individualizado con relación a una persona o grupo de
personas” y “sólo serán indemnizables las lesiones producidas al particular
provenientes de daños que éste no tenga el deber jurídico de soportar de
acuerdo con la Ley. No serán indemnizables los daños que se deriven de
hechos o circunstancias que no se hubiesen podido prever o evitar según el
estado de los conocimientos de la ciencia o de la técnica existentes en el
momento de producción de aquéllos, todo ello sin perjuicio de las
prestaciones asistenciales o económicas que las leyes puedan establecer
para estos casos”.

o A pesar de lo expuesto, aún declarándose nula una disposición general,


subsistirán los efectos de los actos firmes dictados en aplicación de la
misma (art. 106.4 LPA). Y ello es por razones de una elemental “seguridad
jurídica”.

o Puede suceder, sin embargo –al igual que se expresó en el caso de los
actos administrativos-, que -iniciado el procedimiento de revisión-
transcurrieran 6 meses y no se hubiera dictado la correspondiente
resolución. En este caso, hay que entender que se produce la caducidad del
procedimiento (art. 106.5 LPA).

12
En cuanto a los órganos competentes para la revisión de oficio de disposiciones
generales, serán los mismos indicados que en el caso de los actos administrativos (art. 111
LPA).

En fin, indicar que una vez que se haya iniciado el procedimiento de revisión de oficio
(tanto para actos como para disposiciones nulas o anulables), el órgano que sea competente
para declarar la nulidad o lesividad podrá suspender la ejecución del acto cuando ésta pudiera
causar perjuicios de imposible o difícil reparación (art. 108 LPA). Es natural que sea así, ya que
cuando la Administración inicia un procedimiento de revisión es porque estima que el acto no
fue dictado adecuadamente y sería injusto que el ciudadano, hasta tanto se dictara la
resolución anulatoria final, soportara las consecuencias de un acto viciado.

13
14

También podría gustarte