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SUMARIO:
1
resaltarse la conexión existente con el art. 3.1.e) LRJSP, precepto que dispone que
las Administraciones públicas deberán respetar en su actuación los principios de
buena fe2 y de confianza legítima3. También el art. 110 LPA señala que las
facultades de revisión no podrán ser ejercitadas, entre otras circunstancias, cuando
ello resulte contrario a la buena fe.
Los actos que dicta la Administración o el silencio administrativo –que como sabemos
también produce efectos- pueden ser modificados, sustituidos o anulados. Es decir, pueden ser
revisados. Esta modificación de los actos administrativos puede ser en dos vías:
distinguiendo entre “derecho subjetivo” (consolidado y por tanto “derecho adquirido”, de lo que meramente es
una “expectativa de derecho”): falta en el artículo 386 de la LOPJ un elemento indispensable para que pueda
calificarse la reducción de la jubilación de medida expropiatoria, cual es que sólo son expropiables y, por tanto
indemnizables la privación de bienes y derechos o incluso intereses patrimoniales legítimos aun no garantizados
como derechos subjetivos (por ejemplo, las situaciones en precario); pero en ningún caso lo son las
expectativas. Más aún, la doctrina jurídica y la jurisprudencia consideran, casi unánimemente, que sólo son
indemnizables las privaciones de derechos ciertos, efectivos y actuales, pero no eventuales o futuros. En la
medida en que, como se ha dicho reiteradas veces, no existe un derecho adquirido a que se mantenga una
determinada edad de jubilación, debe concluirse que de lo que se ha privado a Jueces y Magistrados es de una
expectativa, pero no de un derecho actual consolidado, con la consecuencia de que esa privación no es
expropiatoria”.
2 El principio de buena fe aparece en el art. 11.1 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, referido a todo tipo de
procesos; también hace mención a él el art. 7.1 del Código Civil. La buena fe implica un “estándar de conducta
ética que debe presidir el ejercicio de los derechos subjetivos y los procedimientos y prácticas administrativas y
procesales” (MUÑOZ MACHADO, Santiago (Dir.): Diccionario del Español Jurídico, RAE-CGPG, Madrid, 2016,
p. 275.
3 Este principio “protege la seguridad jurídica de quienes se relacionan con la Administración, considerando
ilegítimos los cambios arbitrarios e injustificados de criterios por parte de ésta” (MUÑOZ MACHADO, Santiago
(Dir.): Diccionario del Español Jurídico, RAE-CGPG, Madrid, 2016, p. 457).
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- Vía jurisdiccional: mediante el recurso contencioso-administrativo. Un particular u
otra Administración Pública pueden, en determinadas condiciones, impugnar un
acto o una disposición administrativa por considerar que es contraria a Derecho 4.
Debe tenerse presente que la revisión tiene unos límites que, además, son más que
razonables: la anulación o la revocación han de respetar la equidad, la buena fe, la confianza
legítima. El art. 110 LPA así lo indica:
- Es inviable la revisión de oficio de actos declarados nulos de pleno derecho por una
sentencia judicial firme. El Tribunal Supremo ha señalado que no es posible tal
revisión, ya que ello sería contrario al principio constitucional consagrado en el art.
118 CE que proclama la obligación de cumplir las sentencias y demás resoluciones
firmes de Jueces y Tribunales5.
2.- Supuestos.
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■ Actos legítimos:
■ Actos ilegítimos:
● Declarativos:
■ Disposiciones generales:
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Cuando se trata de actos declarativos de derechos, la cuestión merece especial
atención. Es el caso del reconocimiento de una situación jurídica individualizada
(reconocimiento de una mención honorífica –medalla, acompañada o no de una retribución
económica-, otorgamiento de la licencia de ejercer como detective privado, reconocimiento de
la condición de empleado público, etc.)7. En tales casos el nivel de garantías, lógicamente, ha
de ser mayor. Aunque la actuación administrativa sea legítima, la modificación de una
resolución demanda que los afectados por ella tengan garantizados sus derechos e intereses
legítimos. Recuérdese que estamos en presencia de “actos legítimos” (que, en este caso,
aunque exista una clara diferencia, se identifican como “actos legales”).
7 De la Policía Nacional, Guardia Civil, Policía Local o Instituciones Penitenciarias, por ejemplo.
8 https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1955-10057
9 https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1995-608
10 https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2014-3649
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correspondiente habilitación del Ministerio del Interior. Uno de los
requisitos (28.1.c) LSP) es tener la aptitud física y psíquica
necesarias para el ejercicio de sus funciones. Por consiguiente, si
por accidente o enfermedad pierden tal aptitud, la habilitación –en su
día perfectamente legal- quedará revocada por incumplimiento de las
condiciones preestablecidas para el ejercicio de la profesión.
Piénsese, por ejemplo –aunque sea un caso extremo-, que se deniega una habilitación
para ejercer como escolta privado por tener el afectado antecedentes penales por delitos
dolosos (28.1.e) LSP) y posteriormente se revoca el acto denegatorio, a pesar de que dicho
afectado sigue teniendo antecedentes penales. El acto revocatorio sería contrario al
ordenamiento jurídico.
En estos casos, deben diferenciarse dos tipos de actos: aquellos que son nulos de
pleno derecho y aquellos que son meramente anulables.
11Son los supuestos mencionados en el art. 47.1 LPA, que a continuación se transcribe literalmente:
“1. Los actos de las Administraciones Públicas son nulos de pleno derecho en los casos siguientes:
a) Los que lesionen los derechos y libertades susceptibles de amparo constitucional.
b) Los dictados por órgano manifiestamente incompetente por razón de la materia o del territorio.
c) Los que tengan un contenido imposible.
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Para la Administración General del Estado la competencia para la anulación se regula
en el art. 111 LPA del modo siguiente:
“En el ámbito estatal, serán competentes para la revisión de oficio de las disposiciones
y los actos administrativos nulos y anulables:
a) El Consejo de Ministros, respecto de sus propios actos y disposiciones y de los actos
y disposiciones dictados por los Ministros.
b) En la Administración General del Estado:
1.º Los Ministros, respecto de los actos y disposiciones de los Secretarios de Estado y
de los dictados por órganos directivos de su Departamento no dependientes de una
Secretaría de Estado.
2.º Los Secretarios de Estado, respecto de los actos y disposiciones dictados por los
órganos directivos de ellos dependientes.
c) En los Organismos públicos y entidades derecho público vinculados o dependientes
de la Administración General del Estado:
1.º Los órganos a los que estén adscritos los Organismos públicos y entidades de
derecho público, respecto de los actos y disposiciones dictados por el máximo órgano
rector de éstos.
2.º Los máximos órganos rectores de los Organismos públicos y entidades de derecho
público, respecto de los actos y disposiciones dictados por los órganos de ellos
dependientes”.
d) Los que sean constitutivos de infracción penal o se dicten como consecuencia de ésta.
e) Los dictados prescindiendo total y absolutamente del procedimiento legalmente establecido o de las normas
que contienen las reglas esenciales para la formación de la voluntad de los órganos colegiados.
f) Los actos expresos o presuntos contrarios al ordenamiento jurídico por los que se adquieren facultades o
derechos cuando se carezca de los requisitos esenciales para su adquisición.
g) Cualquier otro que se establezca expresamente en una disposición con rango de Ley”.
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En cuanto a la Administración Local, la declaración de lesividad ha de adoptarse por el
Pleno de la Corporación o, en defecto de éste, por el órgano colegiado superior de la entidad
local (art. 107.5 LPA).
- Los actos sean nulos. Las causas de anulación preceptivamente han de ser las del
art. 47.1 LPA ya que, si no lo fueran, el órgano administrativo podrá inadmitir la
solicitud sin recabar siquiera el dictamen del Consejo de Estado o de la Comunidad
Autónoma, al que luego se aludirá (106.3 LPA).
- El acto cuya nulidad se pretende ha de haber agotado la vía administrativa (es decir,
que no quepa contra él el recurso de alzada o, pudiéndose interponer, no se haya
hecho en el plazo legalmente establecido) (106.1 LPA).
12http://www.consejo-estado.es/
13En el caso de la Comunidad Valenciana el Consell Jurídic Consultiu de la Comunitat Valenciana:
http://portales.gva.es/cjccv/
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En el caso de actos anulables, hemos de distinguir según sean los actos favorables o
desfavorables para el interesado.
14 El art. 61.ñ) LRJSP establece que corresponde a los Ministros resolver los recursos administrativos y declarar
la lesividad de los actos administrativos cuando les corresponda.
Por su parte, la Disposición Adicional Primera de la Ley 16/2003, de 17 de diciembre, de Medidas Fiscales,
de Gestión Administrativa y Financiera, y de Organización de la Generalitat Valenciana (DOGV núm. 4.654, de
19.12.2002), atribuye competencias a diversos órganos de la Administración de la Generalitat Valenciana en
materia de revisión de oficio de actos administrativos nulos de pleno derecho y para las declaraciones de
lesividad de los actos administrativos anulables. En concreto, esta disposición establece que:
“2. Para la declaración de lesividad de los actos administrativos anulables:
a) El Consell respecto de sus propios actos.
b) Los consellers respecto de sus propios actos, y de los dictados por los órganos de su consellería y por las
entidades autónomas o entes públicos adscritos a la misma”.
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o Desde que se inició el procedimiento de lesividad no transcurran más de 6
meses sin que sea declarada la misma, pues de lo contrario se produce la
caducidad (107.3 LPA).
Esto, obviamente, pudiera ser una vía de abuso por parte de la Administración
(pretendiendo a través de este mecanismo alterar sustancialmente el acto administrativo por
ella dictado). En este sentido el Tribunal Supremo viene manifestando que tal “error” ha de ser
“ostensible, manifiesto e indiscutible”16. Por ello ha de evidenciarse por sí mismo, y sin
necesidad de mayores razonamientos. Ello requiere dos matizaciones:
15 Esta alusión al plazo de prescripción tiene sentido, ya que, como afirma –entre otras- la STS 3ª, Sec. 4ª,
15.10.2012, Pte. Lecumberri Martí (CENDOJ 28079130042012100660): “la posibilidad de solicitar la revisión de
un acto nulo por la extraordinaria vía del artículo 102.1 [anterior LRJPAC], no puede constituir una excusa para
abrir ese nuevo período que posibilite el ejercicio de la acción del recurso administrativo o judicial de
impugnación del mismo, ya caducada, cuando el administrado ha tenido sobrada oportunidad de intentarlo en el
momento oportuno”, ya que “quien ha tenido sobradas oportunidades de ejercitar las acciones nulidad o
anulabilidad oportunas al amparo de los artículos 62 y 63 de la Ley 13/95 , pese a lo cual ha dejado precluir los
plazos legales para efectuarlo, no puede ejercitar tardíamente su pretensión de anulación por la vía del recurso
de revisión del artículo 102-1, y el intentar hacerlo así contraviene sin duda alguna la buena fe que ha de presidir
el desarrollo de las relaciones jurídicas y la finalidad perseguida por el ordenamiento al establecer un sistema de
recursos ordinarios sometidos a plazos taxativamente exigibles para postular tal anulación”. Esta cuestión ha de
entenderse, en la actualidad, referida a los arts. 106.1, 109.1 y 110 LPA.
16 STS 3ª, 30.1.2012, Pte. Huelín Martínez de Velasco (CENDOJ 28079130022012100080]: “[E]l error material o
de hecho se caracteriza por ser ostensible, manifiesto, indiscutible y evidente por sí mismo, sin necesidad de
mayores razonamientos, y por exteriorizarse "prima facie" por su sola contemplación, por lo que para poder
aplicar el mecanismo procedimental de rectificación de errores materiales o de hecho, se exige que concurran,
en esencia, las siguientes circunstancias: 1) que se trate de simples equivocaciones elementales de nombres,
fechas, operaciones aritméticas o transcripciones de documentos, 2) que el error se aprecie teniendo en cuenta
exclusivamente los datos del expediente administrativo en que se advierte, 3) que el error sea patente y claro,
sin necesidad de acudir a interpretaciones de normas jurídicas aplicables, 4) que no se proceda de oficio a la
revisión de actos firmes y consentidos, 5) que no se produzca una alteración fundamental en el sentido del acto
(pues no existe error material cuando su apreciación implique un juicio valorativo o exija una operación de
calificación jurídica), 6) que no padezca la subsistencia del acto administrativo, es decir, que no genere anulación
o revocación del mismo, en cuanto creador de derechos subjetivos, produciéndose uno nuevo sobre bases
diferentes y sin las debidas garantías para el afectado, pues el acto administrativo rectificador ha de mostrar
idéntico contenido dispositivo, sustantivo y resolutorio que el acto rectificado, sin que pueda la Administración, so
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- Han de tenerse en cuenta los datos obrantes en el expediente administrativo17.
“También serán nulas de pleno derecho las disposiciones administrativas que vulneren
la Constitución, las leyes u otras disposiciones administrativas de rango superior, las
que regulen materias reservadas a la Ley, y las que establezcan la retroactividad de
disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales”18.
- Derogarla sin más. Para ello es preciso dictar una nueva disposición general que así
lo establezca, ya que como señala el art. 2.2 del Código Civil: “Las leyes sólo se
derogan por otras posteriores”. Apréciese que, aunque el Código Civil emplea el
término “leyes”, el mismo es perfectamente extrapolable al ámbito reglamentario. La
derogación tiene un alcance temporal limitado: la norma derogada es ineficaz desde
el momento en que entre en vigor la nueva norma derogatoria19.
pretexto de su potestad rectificatoria de oficio, encubrir una auténtica revisión, y 7) que se aplique con un hondo
criterio restrictivo”.
17 Advertir que no puede confundirse el procedimiento con el expediente administrativo, pues éste sólo es la
materialización física del procedimiento. En general –salvo algunas excepciones (tal sería el caso de órdenes
verbales de un mando policial a sus subordinadas o la orden de la policía de disolver una manifestación), los
actos administrativos se producen por escrito (art. 55.1 LRJPAC). También las actuaciones que tienen lugar en
un procedimiento han de documentarse (por ej. la declaración de un testigo, la emisión de un informe pericial,…
se trasladan a un documento).
18 Se hace necesario recordar que el art. 128 LPA establece:
“2. Los reglamentos y disposiciones administrativas no podrán vulnerar la Constitución o las leyes ni regular
aquellas materias que la Constitución o los Estatutos de Autonomía reconocen de la competencia de las Cortes
Generales o de las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas. Sin perjuicio de su función de
desarrollo o colaboración con respecto a la ley, no podrán tipificar delitos, faltas o infracciones administrativas,
establecer penas o sanciones, así como tributos, exacciones parafiscales u otras cargas o prestaciones
personales o patrimoniales de carácter público.
3. Las disposiciones administrativas se ajustarán al orden de jerarquía que establezcan las leyes. Ninguna
disposición administrativa podrá vulnerar los preceptos de otra de rango superior”.
19 Acerca del alcance de la derogación, también señala el citado art. 2.2 CC: “La derogación tendrá el alcance
que expresamente se disponga y se extenderá siempre a todo aquello que en la ley nueva, sobre la misma
materia, sea incompatible con la anterior. Por la simple derogación de una ley no recobran vigencia las que ésta
hubiere derogado”.
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- Declararla nula. Para ello es necesario seguir el procedimiento legalmente
establecido a tal efecto. En síntesis, es el siguiente:
o Puede suceder, sin embargo –al igual que se expresó en el caso de los
actos administrativos-, que -iniciado el procedimiento de revisión-
transcurrieran 6 meses y no se hubiera dictado la correspondiente
resolución. En este caso, hay que entender que se produce la caducidad del
procedimiento (art. 106.5 LPA).
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En cuanto a los órganos competentes para la revisión de oficio de disposiciones
generales, serán los mismos indicados que en el caso de los actos administrativos (art. 111
LPA).
En fin, indicar que una vez que se haya iniciado el procedimiento de revisión de oficio
(tanto para actos como para disposiciones nulas o anulables), el órgano que sea competente
para declarar la nulidad o lesividad podrá suspender la ejecución del acto cuando ésta pudiera
causar perjuicios de imposible o difícil reparación (art. 108 LPA). Es natural que sea así, ya que
cuando la Administración inicia un procedimiento de revisión es porque estima que el acto no
fue dictado adecuadamente y sería injusto que el ciudadano, hasta tanto se dictara la
resolución anulatoria final, soportara las consecuencias de un acto viciado.
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